El bautismo es un sacramento de la Iglesia católica que consiste en la aplicación de agua a una persona en nombre de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) o de Jesús, con el fin de integrar al bautizado a la comunidad de la Iglesia y hacerle participar en la muerte y resurrección de Cristo. El bautismo puede ser administrado a niños o adultos, pero los adultos deben recibir instrucción previa y manifestar su deseo de bautizarse. Aunque hay diversas formas de administrar el b
2. consiste en una determinada aplicación
del agua sobre una persona, invocando a
la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo (o a Jesús solo, en algunas versiones
del cristianismo), con el fin de hacer
participar a quien lo recibe en la muerte y
la resurrección de Jesucristo,
constituyéndole: profeta, sacerdote y rey
junto con Cristo, hijo(a) de Dios y
heredero(a) de su Reino, e integrándole a
la comunidad de la Iglesia, como miembro
vivo del Cuerpo Místico de Cristo.
3. Todo ser humano que no haya recibido el
bautismo puede acceder a él. En caso de que
sea un adulto, éste ha de manifestar su deseo
de recibir el bautismo y haber recibido la
necesaria instrucción acerca de la fe y de las
obligaciones que contrae, mediante un
período de catecumenado.
El bautismo de niños es una práctica muy
antigua en la Iglesia católica y está
confirmada textualmente en escritos del siglo
II. Quienes lo cuestionan también suelen
cuestionar la teología del pecado original.
Ahora bien, no se suele permitir el bautismo de
niños que son hijos de no cristianos a menos
que estos lo soliciten o que el niño se
encuentre en peligro de muerte
4. En Occidente la forma es «Yo te bautizo en el nombre...».
En Oriente en cambio y queriendo subrayar la eficacia
del sacramento independiente del ministro se usa: «El
siervo de Dios, es bautizado...». También se discutió si era
necesaria la mención a la Trinidad o bastaba bautizar en
nombre del Señor Jesús. El Concilio de Florencia de 1439
declaró la necesidad de la fórmula trinitaria, teniendo en
cuenta las palabras de Jesús: «... Y bautícenlos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo». Es de
notar que en épocas recientes se han visto dentro de la
Iglesia Católica clérigos que innovaron con otras formas
bautismales y que han llegado a poner en duda la validez
con la que el sacramento fue administrado. Un caso
reciente se observó con la Declaración de la
Congregación para la doctrina de la fe del 1 de febrero
del año 2008 en el que se declaró que los bautismos
administrados bajo la fórmula «I baptize you in the name
of the Creator, and of the Redeemer, and of the
Sanctifier» y «I baptize you in the name of the Creator, and
of the Liberator, and of the Sustainer» son absolutamente
inválidas y que en esos casos debe administrarse el
sacramento con la fórmula trinitaria tradicional.