1. SESIÓN 1:
Actividad 1: Activando ideas
Ejercicio 1.1 Escribir ideas previas sobre el concepto de “aporofobia”.
Dejaremos 5 minutos para que los alumnos escriban lo que se le ocurra cuando
escuchan la palabra “aporofobia”.
Ejercicio 1.2 Responder a la pregunta: ¿Qué pedirías si te concedieran
tres deseos?
Dejaremos 5 minutos para que los niños escriban en un papel 3 deseos que
pedirían. Cuando terminen todos, daremos la posibilidad si alguno quiere decir los
que ha escrito al resto de la clase.
Ejercicio 1.3 Visualizar el vídeo: “Qué pedirías si te concedieran 3
deseos?
https://www.youtube.com/watch?v=xBNNq7JNq9M
Pondremos a los alumnos una adaptación del video de Arnau Griso titulado:
“¿Qué 3 deseos piden los niños en España y Uganda? Experimento social”. En
este video hemos recortado solo la parte de los niños de Uganda para que los
alumnos vean la diferencia de lo que piden en países menos desarrollados con
respecto a ellos.
Ejercicio 1.4 Hacer una reflexión personal escrita sobre la diferencia entre
los deseos de los niños más necesitados y los suyos propios.
Después de ver el video, dejaremos entre 5 y 10 minutos para que escriban en el
papel la reflexión de la diferencia entre unos deseos y otros.
Actividad 2: Conociendo la aporofobia.
Ejercicio 2.1 Ver el vídeo “contra la aporofobia”.
https://www.youtube.com/watch?v=JBG-lxeZ-0c
Pondremos este vídeo en la pizarra para que vayan entendiendo el significado de
la palabra.
Ejercicio 2.2 Leer texto explicando la aporofobia.
Repartiremos a cada alumno una copia del texto adjuntado a continuación para
que lo lean en voz alta, procurando que lean todos los alumnos.
El término “aporofobia” viene de la palabra griega “áporos”, que significa pobre, sin
salidas, escaso de recursos, y “fobia”, temor. De modo que el término “aporofobia”
serviría para nombrar un sentimiento extenso, y hasta ahora poco estudiado, de
rechazo al pobre, al desamparado, al que carece de salidas, al que carece de
medios o de recursos. La profesora Adela Cortina ha propuesto el uso de esta
palabra para poder dar nombre a una realidad que hasta ese momento no lo tenía.
2. Porque se habla mucho de la “xenofobia”, que es el rechazo al extranjero, pero no
se disponía del término adecuado para referirse a la actitud que, a su juicio, es la
verdadera clave de muchas conductas indeseables que se producen en nuestras
sociedades. La verdadera actitud que da lugar a muchos comportamientos
supuestamente racistas y xenófobos no sería, en realidad, la rivalidad a los
extranjeros, o a las personas que pertenecen a una etnia diferente a la
mayoritaria, sino la repugnancia y el temor a los pobres, a esas personas que no
presentan el “aspecto respetable” de quienes tienen cubiertas sus necesidades
básicas. En efecto, “no marginamos al inmigrante si es rico, ni al negro que es
jugador de baloncesto: a los que marginamos es a los pobres” (Cortina 1996: 70).
La aporofobia consiste, por tanto, en un sentimiento de miedo y en una actitud de
rechazo al pobre, al sin medios, al desamparado. Tal sentimiento y tal actitud son
adquiridos. La aporofobia se provoca, se aprende y se difunde a partir de
comentarios que relacionan a las personas de escasos recursos con la
delincuencia y con una supuesta amenaza a la estabilidad del sistema
socioeconómico. Sin embargo, la mayor parte de la delincuencia, y la más
peligrosa, no procede de los sectores pobres de la población, sino de mafias bien
organizadas que controlan una inmensa cantidad de recursos. Ahora bien, no
resulta difícil para las personas con alto nivel económico presentar a los pobres
como los culpables de cualquier problema social, puesto que la situación de
debilidad que atraviesan les impide defenderse. De este modo, se produce un
fenómeno que podríamos denominar “el círculo vicioso de la aporofobia”: los
colectivos desfavorecidos son acusados a menudo de conductas delictivas (robo,
prostitución, tráfico de drogas, actos violentos, trabajo ilegal, etc.) y esta mala
imagen dificulta su posible integración en la sociedad, con lo cual se prolongan
sus dificultades y en algunos casos la desesperación les lleva a cometer algún
acto ilegal, de manera que se termina por reforzar la mala imagen y así
sucesivamente. Partiendo de algunos casos particulares (este mendigo hizo esto,
aquel hizo lo otro...), se alcanza una conclusión general de tipo universal: “Todos
los mendigos son peligrosos”, “Todos los mendigos son sospechosos”.
Evidentemente, tales generalizaciones son falsas, pero estamos tan
acostumbrados a hacerlas que a menudo nos pasan desapercibidas. En ese
sentido, un buen punto de partida para una educación intercultural sería
ayudarnos mutuamente a romper esos tópicos, esas generalizaciones
apresuradas que hemos ido armando en nuestras mentes a lo largo de la vida.
Ejercicio 2.3 Hacer un esquema con las ideas principales del texto.
Una vez leído en voz alta, dejaremos 10-15 minutos para que los alumnos realicen
un pequeño esquema con lo que le parece más importante del texto leído.
Ejercicio 2.4 Comparar las ideas iniciales sobre el concepto de aporofobia
con las del esquema final.
Como actividad para cerrar la sesión, pediremos a los alumnos que comparen las
ideas que habían puesto inicialmente sobre el concepto con las que han escrito en
el esquema, con el fin de que sean conscientes de lo que han aprendido sobre
este término.