Un cerdo llamado Antón siempre quiso ser cantante, pero todos le decían que los cerdos no podían serlo. Antón fue a la ciudad a buscar un profesor de canto pero ninguno quiso darle clases. Triste y sin dinero para volver a casa, Antón se puso a cantar blues en la estación de autobuses donde un productor lo escuchó y quedó impresionado por su sentimiento. El productor le ofreció una oportunidad en el cine y así Antón se convirtió en actor y triunfó cantando a su manera.
1. Autor:
Eva María Rodríguez
Había una vez un cerdo llamado Antón que
quería ser cantante. Desde que era un
cerdito siempre le había gustado escuchar
música. Se pasaba el día cantando las
canciones de moda que sonaban en la
radio de la granja.
Todo el mundo le decía que los cerdos no
podían ser cantantes. Que si los cerdos son
muy grandes, que si los cerdos son muy
sucios, que si los cerdos son muy feos… Todo eran pegas.
Pero Antón estaba decidido a ser cantante, así que cogió sus cosas
y se fue a la ciudad a buscar un profesor de canto. Visitó todas las
escuelas de música que había, pero en ninguna quisieron darle
clases porque su gruñido era muy desagradable.
Triste y desilusionado, Antón decidió volver a la granja. Pero
cuando llegó a la estación se dio cuenta de que ya no le quedaba
dinero para coger el autobús.
El pobre animal necesitaba conseguir dinero para marcharse, pero
no sabía hacer nada más que cantar, aunque a su manera. Y no se
le ocurrió otra cosa que sentarse en la puerta de la estación de
autobuses a cantar un blues acompañado de su guitarra.
Cantando estaba cuando pasó por allí un productor de cine que se
quedó impresionado al ver el sentimiento que Antón le ponía a su
canción.
- Hola, ¿qué es lo que te pasa? -le preguntó-. ¿Por qué cantas una
canción tan triste?
- Quiero ser cantante y nadie me da una oportunidad -respondió el
cerdo-. Todo el mundo me dice que los cerdos no podemos ser
cantantes porque somos feos y sucios. Y los profesores dicen que
tengo mi gruñido es horrible.
- ¿Ah sí? Pues te diré una cosa. No creo que eso sea motivo
suficiente para que te eches atrás. Verás, hay cosas que se pueden
cambiar. Por ejemplo, si te lavas bien estarás más limpio y olerás
mucho mejor.
- Pero los cerdos no se lavan -respondió el cerdo-.
2. - ¡Claro, y tampoco son cantantes! Si quieres ser diferente tendrás
que hacer cosas distintas.
- Es verdad...
- Respecto a lo de ser feo -siguió diciendo el productor-, eso es
algo que carece de importancia. En realidad, forma parte de tu
encanto. Además, eso depende de los gustos de cada uno.
- ¿Y mi voz? -preguntó el cerdo.
- En mi opinión tiene personalidad propia y, además, cantas con
mucho sentimiento. Ven conmigo y haré de ti una estrella.
Y así fue como Antón, el cerdo que quería ser cantante, se
convirtió en actor de cine y triunfó cantando a su manera.