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Entrevista con Javier Krahe, cantautor irreverente
1. entrevista
Javier
Krahe
Javier
Krahe
“ESTOY ACORAZADO
CONTRA LOS
CANTOS DE SIRENA”
“ESTOY ACORAZADO
CONTRA LOS
CANTOS DE SIRENA”
Tiene todas las características propias de
lo que en el mundo de la música se ha
dado en llamar cantautor. Pero ni está de
moda ni necesita estarlo. Se dio a conocer
en La Mandrágora, el local madrileño del
que también surgieron Joaquín Sabina y
Alberto Pérez. Sus versos irónicos y
surrealistas llegaron al público televisivo
de los 80 desde el ‘Si yo fuera presidente’,
de Fernando G. Tola, e impregnaron
discos como ‘Valle de lágrimas’ y ‘Aparejo
de fortuna’. Para la industria del disco es
una especie de rareza; para el público,
una extraña corriente de aire que nunca
deja de ser fresco. Ahora estrena ‘Versos
de tornillo’, un nuevo disco rebosante de
imprevisibles reflexiones sobre el sexo, la
vida y los trenes de alta velocidad.
Tiene todas las características propias de
lo que en el mundo de la música se ha
dado en llamar cantautor. Pero ni está de
moda ni necesita estarlo. Se dio a conocer
en La Mandrágora, el local madrileño del
que también surgieron Joaquín Sabina y
Alberto Pérez. Sus versos irónicos y
surrealistas llegaron al público televisivo
de los 80 desde el ‘Si yo fuera presidente’,
de Fernando G. Tola, e impregnaron
discos como ‘Valle de lágrimas’ y ‘Aparejo
de fortuna’. Para la industria del disco es
una especie de rareza; para el público,
una extraña corriente de aire que nunca
deja de ser fresco. Ahora estrena ‘Versos
de tornillo’, un nuevo disco rebosante de
imprevisibles reflexiones sobre el sexo, la
vida y los trenes de alta velocidad.
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E1*/ENTREV. KRAHE/1098 F 8/5/1997 19:38 Página 70
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—¿Qué adjetivo está más
cercano a usted, irónico,
humorístico o cáustico?
—Me da lo mismo
irónico que
humorístico. Cáustico
no, porque en realidad
no ataco a nadie.
—¿Es sano saber reírse?
—Por supuesto, y si es
también de uno
mismo, mejor. No se
puede andar siempre
haciendo humor de los
demás.
—Dígame qué es lo que
más le cabrea.
—La estupidez.
—¿Y está muy cabreado
normalmente?
—Sí, me paso el día
renegando de todo lo
que veo. Mis familiares
lo saben bien. Y
cuando abro el
periódico...
—¿Qué le gustaría ser si
no fuera cantautor?
—Pues me gustaría
tener una
piscifactoría; es
mucho más divertido
criar peces que soltar
barcos para que los
pesquen.
—¿Y si no?
—Pues, como dice el
proverbio chino, si
quieres ser feliz
siempre, sé jardinero.
—¿Hay algo que eche de
menos?
—Sí, constantemente
me persigue la
sensación de que me
falta algo. Pero no sé
el qué.
—¿De qué va sobrado?
—De autoestima, algo
que por regla general
parece escasear.
—¿Aznar y Felipe existen
o son realidades
virtuales?
—La mayor parte del
tiempo son lo
segundo. Y si no
pones la televisión, da
la sensación de que no
existen.
—¿Qué disco le ha
apasionado últimamente?
—Enteros, pocos.
‘Omega’, el último de
Enrique Morente.
—¿El padre Apeles le
inspira una canción?
—Ya tengo muchas de
corte irreverente.
—Entonces, ¿qué le
inspira?
—Como el resto de los
curas, es una
antigualla.
—Si le tocaran millones
en una quiniela, ¿seguiría
cantando?
—Sí. Que cante no tiene
ninguna relación con mi
situación económica.
Canto porque tengo la
agobiante sensación de
que he de escribir algo.
Y el dinero no compra
ocurrencias.
quién van dirigidos es-
tos ‘Versos de tornillo’?
—A quien dirijo yo todas
mis canciones, es como si
me lo contara mirándome
en un espejo. Y como yo creo que
soy un producto de lo que hay,
pues por muchos guiños particula-
res que me haga, la gente lo en-
tiende muy bien. Lo del título es
simplemente porque sonaba un
poco amoroso.
—Los cantautores están de
moda, ¿usted se ve incluido
en esa categoría?
—Estoy acostumbrado a que me
consideren cantautor. Pero tam-
bién me trae sin cuidado porque lo
que yo haga o deje de hacer no tie-
ne nada que ver con una moda; así
es desde que empecé en 1979.
—¿Cuál es la razón por la que
se metió usted a cantautor?
—Porque en aquella época no se
me ocurrió nada mejor para ga-
narme la vida, no había más que
ir a un recital para comprobarlo:
ir a un bar, salir, cantar, tomarse
una copa, ligar, cobrar. Con un
poco de suerte hasta ganas dinero
con ello. Mejor que eso sólo se
me ocurre ser pintor.
—¿Nunca le dio por la onda
politizada y comprometida pa-
ra su canciones?
—Al hacer una canción clara-
mente humorística ya proponía
un cambio respecto a la figura
del cantautor, que solía ser un
poco solemne. Y yo, como oyen-
te, huía de aquello, del mensaje;
yo quería canciones que hicieran
reír y que divirtieran. Nunca me
interesó ir a escuchar letras sobre
conflictos sociales.
—Y a pesar de sus lúdicas in-
tenciones, el éxito masivo pa-
rece rehuirle.
—Es que, según la industria del
disco, lo mío no interesa. A mí
me consta justo lo contrario, lo
tengo comprobadísimo allá don-
de vaya a cantar. Debe de ser que
no encajo en lo que está previsto.
Lo normal es que salgan cantau-
tores líricos y con cierta calidad,
como Javier Álvarez o Pedro
Guerra, pero no que yo salga can-
tando que hay hostias de corral o
que alguien tira su dinero al mar.
Además, estoy un poco acoraza-
do contra los cantos de sirenas.
—¿A qué se refiere?
—Hace años estuve contratado
por una multinacional. Nunca con-
siguieron que hiciera lo que no
quería. Si me pedían que fuera a
cantar al Un, dos tres..., me nega-
ba; y si me han pedido que haga
un directo con amigos invitados,
también. Siempre he sido conflic-
tivo a ese nivel, pero siempre he
llenado los bares adonde voy.
—¿De qué asuntos habla en
su nuevo disco?
—Por ejemplo, de los efectos co-
laterales del paro. Me quejo de que
parte del daño que hace el paro es
que no puedo ver a una mujer ca-
sada porque está el marido siem-
pre en casa. Es un punto de vista
poco usado; sin embargo, qué du-
da cabe que algo así ocurre.
—También reivindica al perso-
naje bíblico de María Magda-
lena. ¿Conoce a alguna repre-
sentante suya en la España
de hoy?
—Sí, varias. No están sólo el
dicurso feminista ni aquel anti-
guo del ama de casa. Hay mu-
chas mujeres que no están en
guerra con los hombres y son
muy evolucionadas, y vicever-
sa. Hay una complicidad evi-
dente y es muy agradable.
—En ‘Canas al aire’ relata un
encuentro nocturno con una
jovencita. Inevitable pregun-
tarle si se trata de una expe-
riencia autobiográfica.
—No, desgraciadamente me lo
tengo que inventar. ¿Crees que hay
chicas que le dicen a uno “es la lu-
na que riela en tu barba”, como en
la canción? Pero ese tipo de perso-
naje sí existe. Mi público es bas-
tante joven y cuando a una de esas
chicas le gusto no se para en ba-
rras. Entonces, estéticamente uno
se siente fuera de lugar, las canas y
una ‘Lolita’... No me convence
mucho. Pero como un encuentro
es casi siempre solitario y entre
dos, y no hay referencias, se puede
funcionar bien. Al fin y al cabo,
una cana al aire siempre se ha su-
puesto que es algo muy pasajero.
—También le canta al onanis-
mo en ‘Mi mano en pena’.
—Es una reflexión sobre el asun-
to. Es fruto de una obligación que
me impongo para que rimen pala-
bras, con medida corta y muy for-
zada, pero que quede bien. Y co-
mo este es un asunto que mucha
gente vive, suele causar gran efec-
to en el público.
—¿Las mujeres son su musa?
—Muchas veces. Me interesa más
contar un encuentro o un desen-
cuentro. Desde que nací me he lle-
vado bien con ellas. Que yo sepa,
se sienten halagadas, es raro que
me hagan un reproche, aunque
también los ha habido.
—¿Cuál es el mejor momento
para escribir una canción?
—No existe uno en concreto, aun-
que por acumulación puedo decir
que por la mañana rara vez me
siento a escribir. Siempre es por la
tarde o por la noche.
—¿Le inspira la noche?
—Sí, suele propiciar encuentros
más maliciosos.
—Javier Krahe es madrileño
pero parece tener un espe-
cial simpatía por lo aragonés.
Al menos, así lo manifiesta
en varias de sus canciones.
—Tengo la teoría de que el resu-
men de este país está en Aragón.
Viajo constantemente y siempre
estoy escuchando críticas a unos
y otros por ser de aquí o de allá,
pero jamás oigo que nadie se meta
con los aragoneses. Son aceptados
por catalanes, vascos, andaluces,
riojanos, gallegos... No incordian
nada. Son un poco tozudos y ya
está, y eso le parece bien a todo el
mundo. De ahí viene. Le hice una
especie de jota a Buñuel y, en una
canción antigua en la que el prota-
gonista termina corriéndose, le hi-
ce gritar: “¡Ahí va el Ebro!”, que,
ya se sabe, es el río más caudaloso.
—¿Cómo estamos mejor, con
Felipe o con Aznar?
—Estamos exactamente igual; al
menos, yo no noto nada. A mí es
que me da lo mismo a quién elijan
mis conciudadanos, yo no pienso
votar a nadie para que me gobier-
ne. Entre uno y otro no veo dife-
rencias. Y si Anguita saliera elegi-
do presidente, dejaría también de
interesarme. El poder transforma.
—¿En qué se transformaría
usted si tuviera poder?
—En un libertino.
entrevista
asíes
Adolescencia, juventud y
madurez de un artista
inmerso en el mundo de la
música desde 1979.
Javier
KraheKrahe
RAFA CERVERA
FOTOS: RAMO´N MOURELLE
AA
“Nunca me han interesado las canciones sobre conflictos
sociales” “Si tuviera poder, me convertiría en un libertino” “Hay
mujeres que noestánenguerra con los hombres y son evolucionadas”•
•E1*/ENTREV. KRAHE/1098 F 8/5/1997 19:39 Página 72