CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
Marta gularte
1. MARTA GULARTE
LA LLAMADA ETERNA DE LA REINA MAYOR
Por Susana Benítez
Renegando del bronce de los mitos, la diosa negra de las
llamadas cuenta sin más su vida. Esa de todos los días, de
pobreza y desventuras para un libro de memorias. Esa, que
habla del abandono y la soledad, de infeliz Fermina y de la
artista profesional que supo ser. Empecinada en defender sus
sueños, además busca recursos y cose galeras para un
próximo espectáculo que, a puro tambor, piensa presentar este
año en una sala céntrica. Son muchos sus poemas
acumulados. Su publicación es otra ilusión y otro desafío. Lo
demás lo ocupa su casa y sus habituales visitas al Mercado
del Puerto donde conversa porque sí con nuevos desconocidos.
Así y todo, esta cristiana de siempre no falta a misa los
domingos. Un Cristo envejecido recibe a quien llega hasta esa
puerta abierta. Junto al retrato, en la cima de la escalera,
Marta Gularte. De pie, con su sensual elegancia. Aun entre
casa el esplendor de sus años se pasea en tacos altos. Allí,
cerca de Carlos Gardel, bien al sur de Curuguatí.
2. Yo tenía en mi corazón
una tristeza muy honda,
una pena muy honda
porque otras niñas me dijeron
que por mi color
no podía jugar con ellas
a la ronda ronda
("La negrita y la casona de Isla de Flores")
Hija de un negro brasilero y una blanca nació en un lugar
olvidado de paja y terrón de Tacuarembó llamado Paso del
Novillo. La muerte de su padre, la separación forzada de su
madre y su vida en asilos cuentan la historia de Fermina
Gularte, la mulata sirvienta que se convirtió, sin olvido, en
la rutilante Marta.
"Antes de ser la primera vedette pasaron muchas cosas en mi
vida. Resolví hacer el libro por las tantas cosas que quiero
que sepa la gente. Sobre todo viví una niñez bastante dura.
Me castigaron mucho. Me castigaron. Pero nunca me prohibí
nada porque la que me mandé siempre fui yo"
A los catorce años a escondidas participará en un concurso de
carnaval. Con el vestido de encaje de una tía, ya apostaba a
ganar en su Tacuarembó. Y no se equivocó; el triunfo fue todo
suyo. Pero la memoria le pesa. Por eso, sin querer, tararea la
ópera de Verdi que escuchaba en el asilo Dámaso Antonio
Larrañaga.
Seguía a las comparsas a los 18 años. Pero recién se integra
por primera vez a un grupo lubolo en el año 49. Su seductora
figura definirá a partir de entonces los carnavales.
"Primero fue coreógrafa. Después el director me propuso que
me integrara como bailarina. Y le dije que, como en una
tribu, yo sería la reina. bailando delante del cuerpo de baile y
de los tambores. Para bailar tenía que ser la primera. Las
otras no podían bailar como yo. La que iba adelante tenía que
3. ser exótica, elegante. Ahora hay mil y los directores eligen.
Pero lo que bailaba yo no lo baila ninguna".
Marta ya era una artista profesional. Juan Coloretti,
responsable del café Monterrey ubicado frente a la plaza
Independencia, era el representante que contrataba números
para locales nocturnos de Montevideo y también de
Argentina. Teatros y cabarets nocturnos de Chile Brasil y
Argentina contrataban a la escultural vedette uruguaya.
Después es Xavier Cugat el que reconoce su talento. Pudo ser
esa la oportunidad de alcanzar renombre internacional. Pero
Marta no quiso acompañarlo en sus giras. Ya envejecidos los
dos, recién en el 86 se volvieron a encontrar en España.
"Tuve miedo porque tenía como treinta escapadas del juez de
menores. Esos miedos que tiene uno cuando es joven. Porque
yo era una mujer sin antecedentes. Después de años nos
vimos en Barcelona. Me dio no sé qué porque se puso a llorar."
A los malos momentos les da vuelta la página. Lejos de
anhelar su propia leyenda o dinero, la búsqueda del tiempo
perdido es su único lamento. Quizás por no ser ambiciosa o no
valorar su talento a veces piensa que desaprovechó
oportunidades.
"Después tuve a Tanganika. Pero como me dediqué tanto al
whisky perdí un montón del tiempo. No es lo que mucha
gente dice de la santulona que se arrepiente. En parte es
arrepentimiento de haber perdido el tiempo, de haber estado en
cosas que te destruyen, que te malogran y que no te dejaron
avanzar. Luchar destruyéndote para tener dinero no lo haría.
Si tengo dinero lo gasto. Ni el rico se lleva el dinero ni el
negro el tambor al cielo".
Una parálisis facial dejó sus huellas. Pero la diva le puso
buena cara. Aunque sus 75 años la saludan todas las
mañanas, a la vejez no la reconoce como suya. Sus ganas,
que son muchas, pueden más.
"No me doy cuenta de los años. Todos los días sigo haciendo
lo mismo. Si era haragana sigo siendo haragana. Pero la
4. juventud es la vitalidad que tenemos adentro y la persona
que no la tiene se encierra en un problema".
Los bailes de carnaval y la elegancia de otra vida nocturna
son algunas de sus añoranzas.
"Las mujeres que trabajaban en los cabarets eran mujeres
especialmente elegidas. Tenían joyas y pieles. Los hombres
que venían de otros países y visitaban esos locales
encontraban damas. Era otro Montevideo. Y en parte nosotros
tenemos la culpa. Hemos aceptado muchas cosas malas. No
hay que salir a pelear cuando se quiere, sino cuando es
necesario ¿Van a sacar los tranvías? No, señor. No se sacan.
A ver qué pasa con el pueblo! El conventillo...
¿Por qué lo sacaron? ¿Acaso no hay casas de pobre en todas
partes del mundo? ¿Qué barrio de lujo van a hacer con éste?
Porque también se tiró Ansina. Fue un ataque a los negros".
LA MAMA VIEJA CONSEJERA
Hace mucho tiempo quiso y mucho. En aquellos años no era
todavía la gran Marta. Por la raza no pudo ser. El se enfermó
y murió al poco tiempo. Luego de varias guerras de camas,
comenta con satisfacción que aprendió a vivir a solas con ella
misma.
"El hombre es una especie de bebida muy rica. Pero hay que
tomarla despacio. Si te apuras mucho te emborrachas".
En el Mercado del Puerto se la ve con frecuencia conversando
con desconocidos. Porque, como siempre pasa, con el tiempo se
volvió sabia. Pesa probablemente lo que no vivió o lo que
olvidó por el camino.
"Hablo con la gente, recito poemas que la gente me pide. Pero
además también me acerco a las barras de muchachos. Los
aconsejo y ellos me escuchan. A veces les digo que están
alegres y que no metan la pata para que la alegría les dure
muchos años. Si veo a alguna llorando por un hombre, le digo
que no tome, que se ponen fea y barriguda, y que el que viene
después siempre es mejor que el anterior."
5. LA JUANA NEGRA
Con vestido de azucenas
ante Dios tú llegarás
y ángeles con arpas doradas
tu versos entonarán
Porque tu le cantaste a la vida
tu le cante al amor
Te perdiste entre las nubes
en alas de una canción
("Réquiem para Juana")
Alguien deslumbró mucho a aquella negrita niña del asilo. Y
desde entonces nunca olvidó la seducción de la poesía y de la
belleza de aquella mujer inalcanzable. Juana de Ibarbourou
visitaba el asilo Dámaso Antonio Larrañaga. Integraba una
comisión de beneficencia que colaboraba con las huérfanas.
"La admiraba porque además de ser poetisa, era hermosa. Se
ponía vestidos justos y cortos para la época. Usaba una
melena, boinas verdes y zorros grises. Le comentaron en el
asilo que escribía versos y me preguntó si iba a ser poetisa y
yo le dije que no, que iba a ser bailarina. Ella se rió y desde
entonces preguntaba por la bailarina".
Desde entonces escribir poesía es uno de sus mayores placeres
y sus textos son fieles testimonios de su vida.
DIOS ES UN BARQUERO
Algo le sucedió estando en su casa. Creyó desde siempre. Pero
la revelación que no buscó la sorprendió. Asociando
sensualidad y el misticismo, desde entonces se mezclaron
más que nunca las plumas de la vedette y del ángel. Escribir
aquello fue un mandato. "El barquero del río Jordán" narra en
130 páginas la Biblia en verso.
6. "Siempre tuve fe. Pero nunca había visto. No pedí ver. Y a
partir de eso empecé a escribir. Fue una forma de interpretar
la Biblia para niños."
PROYECTANDO SU ESPECTACULO
Empeñada en promover la expresión de su raza, actualmente
también tiene entre manos la recolección de fondos para
financiar un espectáculo de primer nivel en una sala teatral
del centro. Ella sabe que es posible. Porque para ello hace ya
un par de años se presentó en un espectáculo unipersonal en
un teatro montevideano.
"Sin propaganda y sin nada quería saber si podía largarme a
hablar. Hablé una hora y media, recité, canté y bailé.
Entonces, con el permiso de Dios, este año voy a hacer ese
espectáculo que quiero. Yo preciso solamente hablar con gente
de teatro".
Pese a definirse como una artista profesional, define las
llamadas lubolas por su indisciplinamiento.
"Si fuera por nosotros y no viniera nadie, igual íbamos a
salir. Porque es un día al que le damos rienda suelta al baile,
a los tambores y al canto. Sería mejor si no hubiera tanta
disciplina. Por eso en parte nos dio un poco de bronca que la
oficializaran. La gente seguía a la comparsa por la que
hinchaba Entonces era una cosa de locos muy divertida.
Ahora el público está suspendido y cuando termina la
llamada no tiene tambores para bailar".
7. "Siempre tuve fe. Pero nunca había visto. No pedí ver. Y a
partir de eso empecé a escribir. Fue una forma de interpretar
la Biblia para niños."
PROYECTANDO SU ESPECTACULO
Empeñada en promover la expresión de su raza, actualmente
también tiene entre manos la recolección de fondos para
financiar un espectáculo de primer nivel en una sala teatral
del centro. Ella sabe que es posible. Porque para ello hace ya
un par de años se presentó en un espectáculo unipersonal en
un teatro montevideano.
"Sin propaganda y sin nada quería saber si podía largarme a
hablar. Hablé una hora y media, recité, canté y bailé.
Entonces, con el permiso de Dios, este año voy a hacer ese
espectáculo que quiero. Yo preciso solamente hablar con gente
de teatro".
Pese a definirse como una artista profesional, define las
llamadas lubolas por su indisciplinamiento.
"Si fuera por nosotros y no viniera nadie, igual íbamos a
salir. Porque es un día al que le damos rienda suelta al baile,
a los tambores y al canto. Sería mejor si no hubiera tanta
disciplina. Por eso en parte nos dio un poco de bronca que la
oficializaran. La gente seguía a la comparsa por la que
hinchaba Entonces era una cosa de locos muy divertida.
Ahora el público está suspendido y cuando termina la
llamada no tiene tambores para bailar".