Este documento presenta una historia corta sobre un mundo lleno de paquetes de diferentes formas y tamaños. Un pequeño paquete sin etiqueta apareció y no creció a pesar de los intentos de otros seres. Una sabia lo abrazó y le dio amor, haciendo que el paquete creciera lentamente. Eventualmente, el paquete explotó en colores y reveló niños de diferentes características que llenaron el mundo de alegría. La historia enseña que el amor y el cariño son más importantes
1. Trabajo Nº 4 – Mi historia
Actividad: escribir una historia corta desde la que se pueda
generar un STORYBOARD para un futuro STOPMOTION.
Mi historia
Había una vez un mundo muy raro, un mundo que estaba lleno de paquetes.
Había paquetes de todos colores, paquetes grandes, chicos; paquetes
gordos, flacos; paquetes con forma de corazón, de estrella; paquetes
redondos y cuadrados.
Todos los paquetes venían con etiqueta, el que decía “flores” crecía y
crecía, y cuando se hacía muy grande explotaba en mil semillas que luego
en la tierra se transformaban en hermosas flores. El que decía “estrellas”
también crecía y crecía, pero muy rápido, y cuando era lo suficientemente
grande, se rompía y llenaba el cielo de millones de puntos brillantes.
Pero un día, apareció un paquete diferente, un paquete raro, pequeño y sin
etiqueta. Todos lo miraban y nadie sabía de donde había salido tan peculiar
paquete, era diminuto, del tamaño de un ratón. Al principio, todos pensaron
que no iba a crecer, todos los días lo iban a mirar y el paquete seguía igual.
Muy ansioso, el mago le hizo hechizos de todos los colores, los conjuros
más hermosos, pero no creció.
Apuradas, las sirenas le cantaron, pero nada.
Y así pasó el tiempo, y el paquete seguía igual.
Astuta, la sabia lo abrazó, ella decía que ese paquete para crecer, necesitaba
amor. Entonces, todas las noches le contaba cuentos, todas las mañanas lo
despertaba con mimos, y así, el paquete día a día fue creciendo.
Un día, cuando el paquete ya no entraba en su casa, la sabía tuvo que
acampar con él en el bosque, porque era tan grande que ni en el pueblo
podía estar.
Pasaron los meses y la sabia, con su paciencia, seguía cuidando de ese
paquete distinto, sin etiqueta. Hasta que una mañana de verano, ese paquete
indefinido, explotó en un millón de colores, cantando muy alegre.
¿Quieren saber qué traía ese paquete? Niños de todos los colores, de todas
las edades, grandes y pequeños, juguetones y haraganes, distraídos y
atentos, divertidos, graciosos, pero sobre todo felices, porque el amor de la
sabia había sido tan grande que convirtió a esas pequeñas semillas en niños
tan distintos y alegres que daba gusto verlos jugar, reír y cantar.
Y así, ese nuevo grupo de seres, llenó el mundo de canciones, de sonrisas y
de sueños de colores, y los habitantes de ese planeta aprendieron, que no
importa tanto cómo se vea el paquete o qué nombre lleve, sino el cariño y
amor que se le de para que crezca grande, fuerte, y algún día llene su
mundo de palabras hermosas y sonrisas alegres.