1. El yo y la comprensión social
Por: Lucio Abdiel Olmedo Espinosa
Pensando sobre el YO
El “yo” o el yo existencial es la parte que inicia, organiza, e interpreta la
experiencia.
La segunda faceta del yo es el “mi”, un observador reflexivo que amenaza
al yo como un objeto de conocimiento y evaluación midiendo sus diversos
atributos.
El “yo” y el “mi” están íntimamente entrelazados y se influyen mutuamente.
Aparición del reconocimiento del YO
El conocimiento del yo se refiere a la percepción del yo como un ser
separado, distinto de la personas y los objetos en el mundo de alrededor.
Alrededor de los 2 años el reconocimiento del yo está bien establecido.
La habilidad para distinguir el yo de los otros permite a los niños cooperar,
por primera vez, jugando juegos, solucionando problemas simples, y
resolviendo riñas por los objetos.
Teoría de la mente del niño pequeño
La comprensión de los niños del papel de las creencias falsas para guiar las
acciones propias o las de los otros se fortalece a los largo de los años
preescolares, haciéndose más segura a los 4 y los 6 años.
El razonamiento creencia-deseo es un rasgo universal en el desarrollo del
comienzo de la niñez.
El cerebro humano está, especialmente, diseñado para desarrollar una
teoría creencia-deseo. Al mismo tiempo, la experiencia social también
contribuye.
Desarrollo del auto concepto
Al comienzo de la niñez se empieza a construir un autoconcepto, la suma
total de atributos, habilidades, actitudes y valores que un individuo cree que
define quien es.
Actuar sobre el ambiente y descubrir lo que uno puede hacer proporciona
una primera base muy importante para la autodefinición.
Las autodecripciones de los adolescentes colocan un mayor énfasis en las
virtudes sociales, lo que refleja su mayor preocupación por ser querido y
considerado positivamente por los otros.
2. Influencias cognitivas, sociales y culturales sobre el autoconcepto
Las habilidades para tomar una perspectiva es un factor crucial en el
desarrollo del autoconcepto.
El desarrollo del autoconcepto no sigue el mismo curso en todas las
sociedades.
Los niños de culturas individualistas parecen ser más egoístas y más
competitivos, los de las culturas se preocupan más del bienestar de los
demás.
Autoestima: la parte evaluativa del autoconcepto
La autoestima, los juicios que hacemos de nuestra propia valía y de los
sentimientos asociados a esos juicios.
La autoestima se origina pronto en la vida, y su estructura se va haciendo
más elaborada lo largo de los años de la niñez.
A los 7 u 8 años, los niños han formado, por lo menos, tres autoestimas
separadas (académica, física y social).