2. La familia no puede renunciar a
ser lugar de sostén, de
acompañamiento , de guía,
aunque deba reinventar sus
métodos y encontrar nuevos
recursos.
3. El abandono nunca es sano.
Si la madurez fuera sólo el
desarrollo de algo ya contenido
en el código genético, no habría
mucho que hacer.
Los hijos necesitan de sus padres para
madurar, para que ellos les enseñen a
ser ellos mismos.
4. Pero los padres requieren
instrucción básica y
nunca pueden delegar
completamente su
formación moral, ya sea a
la escuela o los medios
sociales.
5. Cuando un hijo ya no siente que es valioso para sus padres, aunque sea
imperfecto, o no percibe que ellos tienen preocupación sincera por él,
ESO CREA HERIDAD PROFUNDAS QUE ORIGINAN MUCHAS
DIFICULTADES EN SU MADUREZ.
6. Los padres deben estar cercanos
a sus hijos. Enseñarles a amar.
Darles una formación ética eficaz
que implica mostrarles hasta qué
punto les conviene a ellos obrar
bien.
Todos los niños quieren ser
felices con sus padres.