La competencia intercultural se define como el conjunto de habilidades cognitivas
(conciencia intercultural), afectivas (sensibilidad intercultural) y prácticas (destreza
social) necesarias para desenvolverse eficazmente en un medio multicultural.
2. La competencia intercultural se define como el conjunto
de habilidades cognitivas (conciencia intercultural),
afectivas (sensibilidad intercultural) y prácticas (destreza
social) necesarias para desenvolverse eficazmente en un
medio multicultural (Álvarez et al., 2005).
• Esta competencia adquiere una gran relevancia para
aquellos profesionales que trabajan en contextos
socioeducativos multiculturales, ya que les permitirá
desempeñar con éxito su labor. Puesto que las escuelas
son, cada vez más, contextos multiculturales, también
los orientadores y las orientadoras deben formarse en
el campo intercultural.
3. La Asociación Internacional para la
Orientación Educativa y Profesional (2003:1)
incluye entre las competencias centrales de
las orientadoras y los orientadores,
independientemente de su campo
específico de acción:
(1)“Apreciar y atender las diferencias
culturales de los clientes, posibilitando la
interacción efectiva con poblaciones
diversas” y
(2)“Sensibilidad social e intercultural”.
4. La Asociación Americana de Orientadores (American School Counselor
Association, ASCA) detalla un poco más dichas competencias. En sus Normas
Éticas para Asesores Escolares se dedica un apartado a la diversidad, en el
que se considera que el buen profesional de la orientación:
Adquiere experiencias educacionales, de consulta y de preparación para
sensibilizarse en cuanto a conocimientos, habilidades y eficacia al trabajar con
distintos colectivos: estatus étnico/racial, estatus migratorio, tipo de familia,
identidad religiosa/espiritual, apariencia.
Posee conocimientos y comprensión de la forma en que la opresión, el racismo y los
estereotipos lo afectan personalmente y profesionalmente.
Extiende y desarrolla conciencia de sus propias actitudes y creencias que afectan
valores y predisposiciones culturales y procura alcanzar competencia cultural.
5. La sensibilidad intercultural
implica la reflexión sobre las
creencias y actitudes propias e
incluye las siguientes
dimensiones: autoestima,
capacidad para regular el propio
comportamiento, capacidad
para expresarse libremente y
aceptar otros puntos de vista,
empatía, suspensión de juicio
(escucha activa, sincera y sin
prejuicios). La conciencia intercultural se
ocupa del conocimiento que
tienen los profesionales de la
orientación sobre su propia
forma de ver el mundo, sobre
las culturas de los individuos
y grupos con los que trabajan
y sobre los factores
sociopolíticos implicados.
La destreza social se refiere a
las habilidades y estrategias
necesarias para atender a una
población culturalmente
diversa. En este sentido,
adquieren gran importancia
las habilidades de
comunicación verbal y no
verbal y, en general, las
habilidades sociales.
6. Sue, Arredondo y McDavis (1992) diseñaron una matriz de habilidades
interculturales del profesional del counseling (asesoramiento psicológico)
que se comentan a continuación por su aplicabilidad al campo de la
orientación.
Los autores cruzaron tres dimensiones (actitudes y creencias,
conocimientos y habilidades) con las tres características comentadas
anteriormente, definidas de la siguiente forma:
(1) La conciencia de la orientadora o del orientador acerca de sus propios
valores y sesgos culturales;
(2) La comprensión de la visión del mundo del cliente culturalmente
distinto;
(3) La disponibilidad de estrategias y técnicas de intervención adecuadas.
El cruce de las tres dimensiones y las tres características da lugar a
nueve áreas de competencias del profesional de la orientación.
7. Conciencia del
orientador o la
orientadora de sus
propios valores y
sesgos culturales
Actitudes y
creencias
- Valorar y respetar las diferencias.
- Tener conciencia de los valores y sesgos culturales
propios y de su influencia en los procesos psicológicos.
- Reconocer los límites de las propias competencias y
habilidades.
- Encontrarse cómodo ante las diferencias entre la
cultura propia y las culturas de los demás
Conocimientos
- Tener conocimientos sobre la herencia cultural propia
y sobre cómo afecta a su definición de normalidad y al
proceso de orientación.
- Comprender cómo el racismo, la discriminación y los
estereotipos le afectan a nivel personal y laboral.
- Conocer el impacto social que se tiene sobre los
demás. Usar diferentes estilos de comunicación,
valorando su impacto en el proceso de orientación con
diferentes grupos culturales
Habilidades
- Implicarse en la búsqueda de recursos y formación
para mejorar la eficaciaen su trabajo.
- Esforzarse de forma constante por conocerse mejor a
sí mismo como ser cultural.
8. Concienciadelaorientadoraoel
orientadordelavisióndelmundo
delcliente
Actitudes y creencias
- No establecer juicios de valor sobre otras culturas.
- Ser consciente de los estereotipos y prejuicios que
se pueden tener hacia otros grupos culturales.
Conocimiento
- Tener información específica sobre los grupos
culturales con los que se está trabajando
(experiencias vitales, antecedentes históricos,
herencia cultural).
- Comprender cómo puede afectar la cultura a la
formación de la personalidad, a las elecciones
vocacionales, a la manifestación de los trastornos
psicológicos, a los comportamientos de búsqueda de
ayuda y a la conveniencia o no de diferentes enfoques
de la orientación.
- Conocer y comprender los factores sociopolíticos que
afectan a las minorías culturales.
Habilidades
- Mantenerse actualizado respecto a la investigación
sobre salud mental y factores culturales asociados.
Buscar experiencias educativas que aumenten los
conocimientos y habilidades interculturales.
- Relacionarse con individuos de otras culturas fuera
del entorno de la orientación (eventos comunitarios,
asociaciones de vecinos, amistades, etc.).
9. Estrategias de intervención
culturalmente apropiadas
Actitudes y
creencias
- Respetar la religión y
creencias espirituales de los
clientes.
- Respetar los
procedimientos de ayuda
originarios de la cultura de
cada individuo y las redes
de ayuda de las
comunidades minoritarias.
- Valorar el bilingüismo.
Conocimiento
- Conocer las características de la orientación y
las estrategias de intervención y de qué forma
podrían entrar en conflicto con los valores
culturales de grupos minoritarios.
- Ser conscientes de las barreras institucionales
que dificultan el acceso de las minorías a los
servicios de salud mental.
- Conocer los sesgos potenciales de los
instrumentos de evaluación y usar
procedimientos e interpretar los resultados
teniendo en cuenta las características culturales
y lingüísticas de los clientes.
- Conocer las estructuras, jerarquías, valores y
creencias familiares de las minorías, así como las
características y recursos de la comunidad.
- Ser conscientes de las prácticas discriminatorias
a nivel social y comunitario y de sus efectos sobre
el bienestar psicológico de la población.
Habilidades
- Emplear respuestas de ayuda verbales y no verbales variadas,
de forma apropiada
- Ejercer habilidades de intervención institucional.
- No mostrar aversión a establecer relaciones de consulta con
líderes religiosos o espirituales cuando se considere apropiado.
- Interactuar en el lenguaje del cliente y, cuando no sea
posible, derivar a otro profesional o utilizar servicios de
traducción adecuados.
- Tener formación y experiencia en el uso de instrumentos de
evaluación, conociendo sus limitaciones culturales.
- Implicarse en la eliminación de prejuicios y prácticas
discriminatorias
- Conocer los contextos sociopolíticos y desarrollar la
sensibilidad ante temas como la opresión, el sexismo, el
elitismo y el racismo.
- Educar a los clientes en los procesos de intervención
psicológica: metas, expectativas, derechos legales, tendencias
teóricas del profesional.
10. La conciencia del orientador u orientadora sobre sus propios valores, sobre
los valores y forma de ver el mundo del otro, y sus habilidades a la hora de
intervenir también son interdependientes. Precisamente porque el ser
humano es complejo y difícil de compartimentar, este tipo de
clasificaciones tiene mérito, pero debe abordarse siempre con cautela.
Vázquez (2005) habla del riesgo de la cosificación de la competencia
intercultural que puede quedar reducida a un listado de actitudes,
conocimientos y habilidades, olvidando el carácter dinámico e interactivo
de la acción intercultural. Esta idea no pone en duda la necesidad de
desarrollar programas de formación para profesionales que trabajan en
contextos de diversidad cultural, pero habrá que tener en cuenta que el
entrenamiento en los distintos componentes de la competencia
intercultural no lleva a una adquisición automática de la misma. Es el
aprendizaje y la reflexión continua (formación continua) sobre las propias
experiencias profesionales lo que permite un perfeccionamiento progresivo
de la competencia intercultural.