1. Una doble mirada
Alejandro Arnaiz
En el arte, como en la vida misma, dos son los conceptos básicos
siempre presentes que enmarcan la tragedia: eros y thanatos.
Ausentes en el sentido literal del término a lo largo de La Voix
humaine, están muy presentes en el subtexto de esta tragedie
lyrique que devora a su anónima protagonista, quien, privada de
amor y a punto de ser abandonada definitivamente por su
amante, ha coqueteado, sin valor, con entregarse a los brazos del
sueño eterno. Ya no hay amor; aún no está presente la muerte,
aunque acecha en este lento descenso a los infiernos del dolor.
La Voix humaine , monólogo disfrazado de falso diálogo, es una
ópera singular en la historia del género: un único y anónimo
personaje; un solo acto; un único escenario. Su compositor Francis
Poulenc la subtitula lyrique en un . Nace fruto de
una curiosa anécdota, una broma entre Poulenc y su editor Hervé
Dugerdin -‐ evitarían los conflictos entre divos si sólo hubiese
uno en -‐ al término de una representación operística en
Milán. Pronto acudió a su mente la obra teatral que su amigo Jean
Cocteau había estrenado en la Comedie Française, en un lejano 17
febrero de 1930.
Con un libreto que reproduce casi literalmente su obra teatral,
mise en scéne y decorados, también firmados por el mismo
Cocteau, La Voix humaine se estrena en febrero de 1959 en el
Théâtre National de l Opera Comique de Paris, y en el Teatro alla
Scala de Milán, con la soprano Denise Duval, dirigida por Georges
Prêtre.
Pardonne-moi. Je sais que cette scène est intolérable et que tu as bien
de la patience, mais comprends-moi, je souffre, je souffre.
Ópera exigente en materia musical y dramática, que da libertad a la intérprete pero no deja lugar a la improvisación, aún cuando semeja un
discurso desordenado, magistral reproducción del estado de caos mental de la protagonista a la que vemos desmoronarse gradualmente
mientras mantiene la última conversación telefónica con su amante. Poulenc deja escritas órdenes muy precisas en la partitura editada por
Ricordi:
C est du jeu de l interprète que dépendra la longueur des points d orgue, si importants, dans cette partition. Le chef voudra bien
en décider minutieusement, à l avance, avec la chanteuse. Tous les pasajes de chant, sans accompagnement, sont d un tempo
très libre, en function de la mise en scene. On doit passer subitement de l angoisse au calme et viceversa.