El documento critica el programa de televisión Un, dos, tres por burlarse cruelmente de dos actores enanos semanalmente. Estas bromas exudan una ideología reaccionaria y feroz, y son tan repugnantes como burlarse de obesos u otros grupos. Aunque los actores temen quedarse sin trabajo, un actor enano no debe humillarse a sí mismo para actuar. El autor espera que el programa deje de utilizarlos como objetos de burla y les dé roles que los traten como personas.