Would you kill the fat man...
Para contarlo, hay que bajarlo, leerlo en voz alta, y oprimir el sonido correspondiente cuando aparezca la palabra en rojo.
1. Les voy a contar como casi me muero el otro día. Resulta que me compré una de esas cámaras satelitales que ven
perfectamente todo lo que ocurre en un área extensa. La prendí, y lo primero que me llamó la atención fue un vagón
de tren que casi volaba desde una colina. Había algo, fuera de control, en su apariencia. Lo que me alarmó es que ese
vagón se acercaba a un cruce ferroviario, de esos que se bifurcan. En sí mismo, ustedes dirán, no hay razón para
preocuparse. Los cruces ferroviarios son muy comunes. Estoy de acuerdo. Es lo que había inmediatamente DESPUÉS de
cada cruce lo que me preocupó. Por un lado, sobre la vía ferroviaria estaba la Madre Superiora del convento vecino. A
ella le gustaba orar con los ojos cerrados, y oyendo su iPhone, todos los días sobre la vía, justo después del cruce. Al
otro lado había una gran convención de gordos no contritos, que se reunían a su ya tradicional festival de la gula. Los
obesos pecadores no eran muchos, pero ocupaban literalmente TODOS los espacios, y se apiñaban sobre la vía
ferroviaria de la otra vía después de la bifurcación. En un momento dado, siempre había diez gordos sobre la vía
ferroviaria. La cosa era trágica, si el vagón se iba por la izquierda... Baaammm, adiós monja. Si se iba por la derecha,
bye-bye diez gordos. Esa cámara era la machera porque se podía ver a dónde iba ir el vagón. Vi que la bifurcación iba a
la derecha. Los gordos estaban en peligro. Por muchas razones yo hubiera preferido que fuera por el lado de la monja,
pero ese es otro tema. A unos pocos metros de la bifurcación, pero demasiado lejos de los que estaban en la vía,
estaba una niñita que estudiaba en el colegio de monjas. La niñita era la encargada de mover una palanca que
cambiaba el cruce de la bifurcación del tren. La niñita vio con horror como ese vagón desbocado se dirigía a toda
velocidad hacia ella. Se fijó, y se tranquilizó al ver que la bifurcación estaba hacia la derecha, así que la madre superiora
no corría peligro. Miró a la izquierda, y vio la convención de gordos que invadían incluso la vía ferroviaria. Se dio cuenta
que había muchos que iban a ser atropellados por el vagón... Algún tiempo después me contó que en ese momento
ella se preguntó: "Qué debo hacer? Puedo mover la palanca para salvar a muchos, pero mataría a la madre superiora. O
no hago nada... Alabado sea Dios". No hizo nada y... adió gorditos. Igual, "ellos eran pecadores - glotones - así que el
mundo no perdió nada importante, me explicó". Además, si hubiera movido la palanca hubiera sido monjicidio por
tren, y de lo poco que le ensañaron las monjas es "no matarás", que era una ley de Dios.
colina iPhone
gula
Vagón gorditos Dios
2. Aterrado por el gordicidio pues me sentía identificado, vi como el
vagón sólo perdió un poco de velocidad, y continuó raudo por la vía. La
derecha. Alcanzo a ver una segunda bifurcación, esta vez se dividía en
dos vías, una arriba y otra abajo. Pero también logré identificar
situaciones de peligro en cada una de las bifurcaciones. En la vía de
arriba estaba el dueño de la finca, un hombre opulento y egoísta que
sólo se preocupaba por su bienestar. En la de abajo estaban cinco
jornaleros, empleados de la finca, haciéndole mantenimiento a la vía.
La bifurcación estaba dirigida hacia los jornaleros. La palanca de la
bifurcación estaba manejada por un sindicalista de la finca. Éste vio
como sus compañeros corrían peligro, y se dio cuenta que si movía la
palanca, el vagón se iría por la otra vía. Se dio cuenta que el patrón iba
a ser atropellado. Para él era fácil, todos somos iguales, y cinco vidas
son más importantes que una. Así que movió la palanca. Adiós patrón.
Igual, no se perdió mucho, ese señor era muy mal patrón.
PalancaLa vía Mantenimiento Patrón
3. El vagón siguió su camino como si nada. Alcancé a
observar cómo ya estaba muy cerca de donde yo estaba,
y me di cuenta de una tercera bifurcación. Esta vez era
atrás y adelante. La vía de atrás impactaría sobre una roca
atravesada que si se golpeaba rompía los muros de
contención de una represa de agua. El derramamiento de
la represa ahogaría a una villa con cien personas en un
minuto. Me dio tranquilidad al ver que yo tenía control
sobre la palanca de la bifurcación. Rápidamente me di
cuenta que la vía de adelante me mataría a mí. Con el
vagón casi encima, me fijé en la dirección de la
bifurcación, y me di cuenta que me iba a matar...
Matar 2Nada Matar 1