Los lugares sagrados presentan las mismas analogías: encima del punto sagrado, el cielo, el techo redondo y la cúpula toman la forma de la tierra abajo (que es el símbolo de lo femenino y del espacio que contiene), una árbol sagrado en África, un obelisco o un minarete en los países árabes (símbolos de lo masculino, del cielo y del tiempo) conectan la bóveda al suelo. Pero no siempre ese árbol existe visiblemente.

1. El espacio sagrado de la danza
Todo el interior del candomblé es considerado lugar sagrado. En el
momento en que el fiel entra en el terreiro, entra en un lugar mágico-
sagrado.
El espacio donde se realizan las fiestas públicas es llamado barracão.
Es un salón muy amplio, donde, luego en la entrada, hay una tribuna. Del
lado derecho, se sientan las mujeres y, del lado izquierdo, los hombres. En
frente a la entrada, es colocado el trono de la Ialorixá, cuyo lado derecho es
reservado a las hijas-de-santo y las ebômis con cargo, en cuanto el lado
izquierdo es reservado a los obás de Xangô, los ministros de este orixá. En el
lado derecho, después de las mujeres, está colocada la orquestra con los
tres atabaques. En su frente están las familias de los ogãs, jerarquía laica
del candomblé, o algún invitado particular.
El fiel danza, según Wheatley (1983), alrededor del centro sagrado,
un punto de la tierra relacionado al cielo por un invisible rayo energético, o
axis mundi. En ese punto están enterrados los fundamentos de la casa, que
también son colocados en el techo, en un lugar diametralmente opuesto. El
centro del barracão es fundamental en las religiones africanas, porque es el
lugar donde se encuentra el árbol mágico que une el cielo a la tierra, según
Davidson (1972) y Deren (1997).
En general, los lugares sagrados presentan las mismas analogías:
encima del punto sagrado, el cielo, el techo redondo y la cúpula
toman la forma de la tierra abajo (que es el símbolo de lo femenino y
del espacio que contiene), una árbol sagrado en África, un obelisco o
un minarete en los países árabes (símbolos de lo masculino, del cielo
y del tiempo) conectan la bóveda al suelo. Pero no siempre ese árbol
existe visiblemente.
La creación, en toda su extensión, se efectuó a partir de un "centro" y
por eso todo aquello que es fundado está en el centro del mundo. A partir
del centro pasan dos ejes — uno vertical y otro horizontal — tiempo y
espacio. Según Wheatley existen algunos paradigmas astro-biológicos que
forman la estructuración del espacio, o sea, existe un paralelismo entre el
espacio cósmico y el del ser humano, entre macrocosmo y microcosmo. El
mundo de los seres humanos es construido a imagen de los dioses y la
armonía es garantizada por medio de rituales. Así, el espacio en la tierra
debe ser sacralizado a través de los rituales.
El barracão es el lugar externo del culto, es la construcción
arquitectónica que fue sacralizada y que, por el hecho de tener ceremonias
periódicas, se vuelve un espacio sagrado. El cuerpo humano es el lugar

2. interno del culto, receptáculo de la divinidad y, por si mismo, sagrado. Esos
dos lugares son el teatro de la transformación ritual, en ellos el fiel deja el
mundo cotidiano y llega al encuentro tan asustador, pero tan deseado, con
el divino. Es solamente en el espacio sagrado que él puede volver a la
totalidad — siendo sostenido por su grupo ypor la experiencia de la mãe-de-
santo y de las ebômis — y comunicarse con la divinidad.
El espacio del barracão, durante el ritual, es llenado por los cuerpos
de las sacerdotisas, que luego se transforman en orixás. De esa manera, el
espacio está ocupado por los niveles de los cuerpos en movimiento y por las
direcciones, que, a su vez, son los caminos del cuerpo en el espacio que
simbólicamente expresan las diversas posibilidades de caminar en dirección
a lo sagrado. La divinidad puede utilizar una senda curvilínea más
moderada (como el andar de Iemanjá), o un camino que prevee varios
cambios de dirección (como el de Oiá o de Ogum).
Pero hay también otro espacio, todavía más precioso, el del interior del
cuerpo, en el cual sucede la transformación principal: la de dejar entrar al
orixá. Por el hecho del cuerpo ser la representación del macrocosmo, la
columna vertebral simboliza el árbol sagrado, porque liga los pies al ori, los
ancestrales al orixá, en cuanto a los brazos abiertos muestran la relación con
lo social. En el momento de las danzas de transe, el espacio es abordado
más "densamente" por la energía de los orixás que lo están utilizando y
ocupando en todos los niveles: altos, medios y bajos.
Traducción: Nicolás Rodríguez.
Bibliografia: - BARBARA, Rosamaria Susanna;A DANÇA DAS AIABÁS: Dança,
corpo e cotidiano das mulheres de candomblé; São Paulo; 2002.