Mis muy amados hermanos PAZ Y BIEN
El 17 de noviembre, celebramos la festividad de santa Isabel, princesa de Hungría, gran condesa de Turingia y penitente franciscana. Primera mujer que alcanzó la santidad en el seguimiento de Cristo según la "forma de vida" de Francisco y a la que todos los franciscanos seglares honramos como patrona.
1. Orden Franciscana Seglar Zona Cartaginense
Festividad de Santa Isabel de Hungría
Mis muy amados hermanos PAZ Y BIEN
El 17 de noviembre, celebramos la festividad de santa Isabel, princesa de Hungría,
gran condesa de Turingia y penitente franciscana. Primera mujer que alcanzó la santidad en el
seguimiento de Cristo según la "forma de vida" de Francisco y a la que todos los franciscanos
seglares honramos como patrona.
Con pocas y sencillas palabras quiero compartir con vosotros la memoria de esta gran
mujer que siendo rica se hizo pobre a imitación de Cristo y que un día, al igual que cada uno
de nosotros, al conocer la forma de vida de Francisco, hizo más decidido su seguimiento a
Cristo pobre y crucificado a partir de aquel momento.
Evocar la vida de Isabel merece dedicar un tiempo para que despojando lo que de
leyenda, fruto de la admiración a su persona ha ido creando el pueblo que la quería,
descubramos en su vida a la esposa y madre ejemplar, a la penitente, a la princesa
misericordiosa, a la contemplativa y santa que no dejó nunca la atención de los pobres, en
quienes reconocía y amaba al propio Cristo.
Nació en 1207, a los cuatro años había sido prometida en matrimonio, se casó a los catorce
con Luis de Turingia, madre de tres hijos enviudó a los veinte y concluyó su vida terrena a los
24 años de edad, el 1 de noviembre de 1231. Cuatro años después el Papa Gregorio IX la
elevaba a los altares.
La vida de Isabel cambió drásticamente al morir su marido. Fue desterrada de su
castillo y que tuvo que huir sin nada. Algunos familiares la acogieron en su casa,
posteriormente, le fueron devueltos sus bienes. Con todas las posesiones construyó un gran
hospital para pobres donde pasó los tres últimos años entregada al cuidado de enfermos,
velando a los moribundos...
El Viernes Santo de 1228, cuentan sus biógrafos , se arrodilló ante un altar y delante
de varios religiosos hizo voto de renunciar a todos sus bienes y de vivir totalmente pobre y de
dedicarse por completo a ayudar a los más pobres, al igual que un día lo hiciera Francisco de
Asís.
Encarnó a la perfección el artículo cuatro de nuestra Regla ya que su vida fue un pasar
continuo “del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio”, siendo modelo de virtudes
cristianas, vividas de manera radical en el matrimonio, en la familia y también en la viudedad.
2. Muchos y reconocidos autores han escrito sobre la semblanza de Isabel a los que os
remito, pues aquí quedaría siempre incompleta, y a decir verdad tampoco yo me atrevo con
tan gran empresa.
Recordar hoy - con lo que esta palabra significa: volver a pasar por el corazón- a Isabel
será para nosotros hermanos de la OFS una gracia y oportunidad para proponer y vivir en
nuestras fraternidades su ejemplo, modelo admirable de compromiso evangélico, de donación
completa de sus bienes y de su vida entera a favor de los más necesitados ya que su
testimonio mantiene toda su frescura y actualidad y hoy podremos asemejarnos a ella
viviendo la Regla, como ya dijera Francisco a sus hermanos “sin glosa”.
Quiera Dios que el conocimiento más profundo de la personalidad y obra de Santa
Isabel, nos ayude a redescubrir cada vez con conciencia más viva las raíces de nuestro ser
franciscano seglar y nos anime a vivir responsablemente el compromiso de la profesión para
construir un mundo fraterno y evangélico.
Os abrazo cuanto puedo en Cristo Jesús y el hermano Francisco.
Alfonso.