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LOS TA: CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES
Y CAMBIOS EN RELACIÓN AL DSM-IV
Las modificaciones que aparecen en la quinta
edición de Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (DSM-5) (American Psychia-
tric Association, 2013) para la clase diagnóstica
de los trastornos de ansiedad (TA), con respecto a
su edición previa (DSM-IV-TR)(American Psychia-
tric Association, 2000), pueden condensarse en
cinco grandes epígrafes:
1. La inclusión de dos trastornos que anterior-
mente se encontraban en la sección de “Trastor-
nos con inicio habitual en la infancia, la niñez o
la adolescencia”: el trastorno de ansiedad por sepa-
ración y el mutismo selectivo. Este último diag-
nóstico, en la práctica, sigue reservado para eda-
des tempranas, mientras que para la ansiedad por
separación se reconoce que el trastorno puede dar-
se en la edad adulta y tener su inicio después de los
18 años de edad. Los aspectos centrales de los cri-
terios diagnósticos siguen siendo los mismos aun-
que, para el TA por separación, se ha adaptado su
redacción para las presentaciones en la edad adulta
y no únicamente en niños y adolescentes.
2. Aunque sigue reconociéndose su estrecha re-
lación con los TA, el trastorno obsesivo-compul-
sivo y los trastornos por estrés postraumático y
de estrés agudo han dejado de pertenecer a esta cla-
se diagnóstica para ubicarse, el primero, en una
sección de la cual se erige en la alteración central
(“Trastornos obsesivo-compulsivo y relaciona-
dos”) y los últimos en el capítulo de “Trastornos
relacionados con estresores y acontecimientos trau-
máticos”.
3. Centrándonos en los que se mantienen dentro
de los TA las modificaciones más relevantes son:
3.a. Las crisis de angustia, para las que se man-
tienen sus descriptores sin cambio alguno, se con-
sideran una especificación potencialmente aplica-
ble a cualquier TA y a muchos otros trastornos
psicopatológicos. En cuanto a los tipos de crisis
de angustia, se han limitado dos tipos: crisis es-
peradas e inesperadas, en sustitución de las tres ca-
tegorías contempladas en el DSM-IV (situacio-
nales, predispuestas situacionalmente y no situa-
cionales/inesperadas).
3.b. El Trastorno de Angustia y la Agorafobia
se erigen en diagnósticos independientes sin liga-
zón alguna, a diferencia de lo que contemplaba el
DSM-IV, donde sus posibles relaciones podían dar
lugar a tres diagnósticos diferentes (Trastorno de
angustia con agorafobia, trastorno de angustia sin
agorafobia, agorafobia sin historia de trastorno de
angustia). En caso de coexistencia de ambos cua-
dros clínicos, el Trastorno de angustia y la Ago-
rafobia deberán codificarse en dos diagnósticos
separados. Los criterios diagnósticos para la Ago-
rafobia son traslación prácticamente directa de los
descriptores del DSM-IV, aunque ahora se incluye
la necesidad, para facilitar el diagnóstico diferen-
cial con algunos subtipos de fobia específica, de
que el miedo-ansiedad-evitación se manifiesten en
dos o más de entre cinco situaciones prototípica-
mente agorafóbicas.
3.c. Tanto para el diagnóstico de Agorafobia
como para los de Fobia específica y Trastorno de
Los Trastornos de Ansiedad en el DSM-5
Anxiety disorders in DSM-5
Miquel Tortella-Feliu
DSM-V
CUADERNOS DE
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA
Doctor en Psicología, Psicólogo Clínico. Universitat de
les Illes Balears.
Institut d’Investigacions en Ciències de la Salut (IUNICS).
Correspondencia: Dr. D. Miquel Tortella-Feliu
Edifici IUNICS. Universitat de les Illes Balears.
Carretera de Valldemossa km. 7,5
70122 Palma (Mallorca)
Correo electrónico: miquel@ndpc.cat
C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014
62
Ansiedad Social (denominada Fobia social, en la
versión precedente del Manual), se han producido
tres modificaciones relevantes en cuanto a sus cri-
terios diagnósticos: se elimina la necesidad de que
las personas mayores de 18 años reconozcan que
su miedo-ansiedad sea excesivo o irracional, se in-
cluye que sea el clínico quien determine si esa an-
siedad es desproporcionada respecto al peligro o
amenaza real de la situación –teniendo en cuenta
factores culturales y contextuales– y, por último, se
añade el criterio temporal de que dichas alteraciones
deben tener una duración mínima de 6 meses, as-
pecto que en el DSM-IV-TR se circunscribía a las
fobias específicas en menores de 18 años.
3.d. Por lo que respecta al Trastorno de Ansie-
dad Social, además de lo indicado en el epígrafe
anterior, se ha eliminado la especificación “genera-
lizada”, que ha sido reemplazada por la de “rela-
cionado solo con la ejecución”, que deberá indi-
carse cuando el miedo fóbico se limite a hablar o
actuar en público.
4. Los capítulos dedicados a cada uno de los TA
específicos, además de detallar sus características
clínicas y los criterios diagnósticos (que se resu-
men muy sucintamente en la tabla 1), incluyen
información, como se ha hecho para todos los
trastornos que contempla el DSM-5, sobre los
factores de riesgo y relacionados con el pronós-
tico (temperamentales, ambientales y genéticos-
fisiológicos) y sobre el curso y evolución –incor-
porando observaciones más detalladas sobre las
diferencias que pueden encontrarse en sus mani-
festaciones según el momento del ciclo vital en
que aparezca– que expanden notablemente la infor-
mación sobre esas cuestiones respecto a lo que se
venía haciendo en versiones previas del Manual.
C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014 63
Tabla 1
Presentación resumida de los criterios diagnósticos para los diferentes trastornos de
ansiedad recogidos en el DSM-5
Trastorno Características clínicas centrales Otros criterios para el
diagnóstico (*)
TA por Miedo o ansiedad intensos y El miedo, la ansiedad o la
separación persistentes relativos al hecho de tener evitación deben estar
que separarse de una persona con la que presentes un mínimo de 6
le une un vínculo estrecho, y que se meses en adultos y de 4
evidencia en un mínimo de tres semanas en niños y
manifestaciones clínicas centradas en adolescentes.
preocupación, malestar psicológico
subjetivo, rechazo a quedar solo en casa
o desplazarse a otros lugares (escuela,
trabajo, etc.) y/o presencia de pesadillas
o síntomas físicos ante la separación de
esas figuras de vinculación o su anticipación
Mutismo Incapacidad persistente de hablar o Duración mínima de 1 mes
selectivo responder a otros en una situación (no aplicable al primer mes
social específica en que se espera que en que se va a escuela).
debe hacerse, a pesar de hacerlo sin
problemas en otras situaciones
(prototípicamente en casa y en
presencia de familiares inmediatos).
Fobia Aparición de miedo o ansiedad intenso Especificaciones en
específica y persistente, prácticamente inmediata e función del tipo de
C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014
64
invariable respecto a un objeto o estímulo fóbico: Animal,
situación específica, que se evitan o Entorno natural, Sangre-
soportan a costa de intenso miedo- heridas-inyecciones,
ansiedad. Situacional, Otras.
El miedo, la ansiedad o la
evitación deben estar
presentes un mínimo de 6
meses.
TA Social Miedo o ansiedad intensos que aparecen Especificación:
prácticamente siempre en relación a una Únicamente relacionada
o más situaciones sociales en las que la con la ejecución (en caso
persona se expone al posible escrutinio de que el miedo fóbico esté
por parte de otros. La persona teme restringido a hablar o
actuar de una determinada manera o actuar en público).
mostrar síntomas de ansiedad que
puedan ser valorados negativamente por El miedo, la ansiedad o la
los observadores. evitación deben estar
presentes un mínimo de 6
meses.
Trastorno de Presencia de crisis de angustia
Angustia inesperadas recurrentes. Al menos una
de ellas va seguida durante un mínimo
de un mes de inquietud o preocupación
persistente por la aparición de nuevas
crisis o sus consecuencias, y/o por un
cambio significativo y desadaptativo en
el comportamiento que se relacione con
las crisis de angustia.
Agorafobia Miedo o ansiedad acusados que El miedo, la ansiedad o la
aparecen prácticamente siempre evitación deben estar
respecto a dos o más situaciones presentes un mínimo de 6
prototípicamente agorafóbicas meses.
(transportes públicos, lugares abiertos,
lugares cerrados, hacer colas o estar en
medio de una multidud, y/o estar solo
fuera de casa) que, además, se evitan
activamente, requieren la presencia de
un acompañante o se soportan a costa
de intenso miedo o ansiedad. La
persona teme o evita dichas situaciones
por temor a tener dificultades para huir
o recibir ayuda en caso de aparición de
síntomas similares a la angustia, u otros
síntomas incapacitantes o que pudieran
ser motivo de vergüenza.
C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014 65
TA Ansiedad y preocupación excesivas, La ansiedad o
generalizada persistentes y que las personas tienen preocupación deben estar
dificultades para controlar, sobre presentes la mayoría de
diversos acontecimientos o actividades días durante un mínimo
y que se asocian a tres o más síntomas de de 6 meses.
sobreactivación fisiológica.
TA inducido El cuadro clínico se caracteriza No se dan exclusivamente
pro sustancias fundamentalmente por la presencia de durante delirium.
/ medicación crisis de angustia o ansiedad y en el que
existen evidencias de que dichos
síntomas se desarrollan durante o poco
después de la intoxicación o la
abstinencia de una sustancia o por la
toma de medicación capaces de producir
dichos síntomas.
TA debido a El cuadro clínico se caracteriza No se dan exclusivamente
otra fundamentalmente por la presencia durante delirium.
enfermedad de crisis de angustia o ansiedad,
médica con evidencias de que ello es
consecuencia patofisiológica
directa de otra condición médica.
Otros TA Presencia de síntomas clínicamente Se ponen como ejemplos
especificados significativos característicos de algún las crisis de angustia
TAque no llegan a cumplir todos los limitadas o la ansiedad
criterios diagnósticos de ninguno de generalizada que no
esos trastornos. cumple con el criterio
temporal de estar presente
Se especificará la razón concreta por la la mayoría de días.
que no se cumplen todos los criterios
diagnósticos.
TA no Presencia de síntomas clínicamente
especificado significativos característicos de algún
TAque no llegan a cumplir todos los
criterios diagnósticos de ninguno de
esos trastornos.
No se especifican las causas por las que
no se cumplen los criterios diagnósticos
por falta de información (e.g. en urgencias).
Nota. TA= trastorno de ansiedad.
(*) En esta columna se omiten los criterios que tienen que ver con: (a) no se explica mejor por otro trastorno
psicopatológico u otras patologías médicas – ingesta de sustancias y (b) causan malestar psicológico signi-
ficativo y/o deterioro en el funcionamiento social, laboral/escolar o en otras áreas.
5. Como sucede también para otros trastornos
psicopatológicos, el DSM-5 ha incorporado (véa-
se la sección III del Manual) una serie de instru-
mentos de evaluación para la cuantificación de las
manifestaciones clínicas. Aparecen con el nombre
de “medidas emergentes” y se advierte que todavía
deben ser objeto de más investigación para valo-
rar su adecuación clínica. Se han incorporado con
el objetivo, por una parte, de que la cuantifi-
cación por escalas ayude en la toma de decisiones
diagnósticas y reduzca el peso del juicio clínico
más subjetivo y, por otra parte, de avanzar hacia
concepciones más dimensionales, o al menos no
exclusivamente categoriales, de las entidades psi-
copatológicas. Por lo que respecta a los TA, se
han incluido tres tipos de escalas/inventarios de
cuantificación:
(a) Una medida de manifestaciones de ansiedad
en general, la PROMIS Malestar Emocional – An-
siedad, en forma de cuestionario de 7 ítems para
los adultos y de 13 ítems en su versión niños y
jóvenes entre 11 y 17 años, y como escala de cuan-
tificación por parte de los padres de menores con
edades comprendidas entre los 6 y los 17 años.
(b) Diferentes medidas breves de severidad para
la gran mayoría de los TA específicos en dos ver-
siones: una para adultos y otra para niños y ado-
lescentes entre los 11 y los 17 años.
(c) Una medida global de discapacidad, no espe-
cífica para los TA, sino de aplicación general a
cualquier persona de la que se sospeche algún tipo
de afectación funcional por la razón que sea, que
valora el funcionamento del paciente en diferentes
áreas de su vida a través de 38 ítems: la WHO-
DAS 2.0 (World Health Organization Disability
Assessment Schedule 2.0). Cuenta con una ver-
sión de autoinforme y otra de valoración por parte
de una persona cercana al paciente.
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LAS
IMPLICACIONES Y ADECUACIÓN DE LOS
CAMBIOS
En los documentos de trabajo para sentar las
bases de la elaboración del DSM-5 (Kupfer, First
y Regier, 2002) y en las conferencias sectoriales
del DSM-V Prelude Project (Andrews, Charney, Si-
rovatka y Regier, 2009), se planteaba que la nueva
versión del Manual debía ir más allá del marco
general de referencia del DSM-IV (una nosología
fundamentalmente fenomenológica y categorial).
En este sentido destacaban cuatro grandes pilares
sobre los que asentar ese cambio: (a) ir avanzan-
do, pese a reconocer que se estaba todavía lejos de
poder hacerlo, hacia una clasificación diagnóstica
basada en criterios etiológicos y patofisiológicos;
(b) tender hacia una concepción más dimensional
del sistema clasificatorio; (c) prestar atención a la
psicopatología a lo largo del ciclo vital; y (d) que
tratara de forma separada, aunque coordinada, lo que
es propiamente un trastorno psicopatológico de la
discapacidad – interferencia que pueda generar.
Respecto al primer punto, el planteamiento coin-
cidía en gran medida con el proyecto Research Do-
main Criteria (RDoC) del Instituto Nacional de
los EUA para la Salud Mental (e.g. Cuthbert e
Insel, 2013; Insel et al., 2010; NIMH, 2011). Es-
ta iniciativa pretende generar un nuevo marco pa-
ra promover la investigación sobre la patofisio-
logía, especialmente en genómica y neurociencia,
que vaya poniendo las bases de lo que debería ser
el nuevo esquema de clasificación de los trastor-
nos mentales, entendidos como disfunciones en
los circuitos neurales implicados en diferentes do-
minios de la cognición, la emoción y el compor-
tamiento. Una de las conferencias sectoriales para
discutir cómo se plasmarían los TA en el DSM-5
llevaba por nombre “Trastornos inducidos por es-
trés y del circuito del miedo” (Andrews et al., 2009),
exponente bien claro de esa voluntad de clasifica-
ción con base etiológica y patofisiológica. En cier-
ta medida, la segregación del trastorno obsesivo-
compulsivo y de los trastornos de estrés agudo y
estrés postraumático a otras clases diagnósticas,
responden parcialmente a ese planteamiento etio-
lógico – fisiopatológico (mucho más claro para el
trastorno obsesivo-compulsivo que para el estrés
agudo y postraumático). Pero, ciertamente, se han
quedado algo cortos vistas las expectativas ini-
ciales. Entre otras cosas debido a que las eviden-
cias disponibles no permiten, por el momento,
avanzar más. Aun así, podría hacer mías las pala-
bras de Insel y Liberman (2013) o de Caplan (2013),
por lo que respecta al menos a los TA, que sos-
tienen que el DSM sigue siendo el mejor estándar
consensuado para el diagnóstico de los trastor-
nos mentales, atendiendo a los conocimientos dis-
C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014
66
ponibles a día de hoy, erigiéndose en una herra-
mienta suficientemente útil para la práctica clí-
nica. Junto a ello, para avanzar en la investiga-
ción que ha de facilitar, entre otras cosas, la géne-
sis de un nuevo sistema clasificatorio de base
fisiopatológica, iniciativas como la RDoC deben
entenderse como complementarias al DSM-5 y
no como enfrentadas. En el caso de los TA, pare-
ce estar bastante claro que el marco de investi-
gación que promueve el RDoC resulta de utilidad
para el análisis de las disfunciones responsables
de la sintomatología ansiosa (Craske, 2012) y de
los dominios cognitivo-emocionales específicos
que se encuentran más claramente afectados, como
son los de las respuestas de miedo (Lissek, 2012;
McTeague & Lang, 2012) o los procesos atencio-
nales (Shechner et al., 2012). En buena medida,
estos planteamientos son coincidentes con los
modelos teóricos transdiagnósticos de David H.
Barlow (Barlow, 2002; Barlow, Allen y Choate,
2004) y de Michelle G. Craske (Craske, 2003;
Craske et al., 2009) que, a partir del reconoci-
miento de factores de vulnerabilidad compartidos
por los diferentes TA –y su asociación a disfun-
ciones de los circuitos neurales que parecen estar
alterados en los pacientes ansiosos–, tratan de dar
cuenta, entre otras cosas, de las comunalidades
observadas entre esos trastornos y su elevada co-
morbilidad. El DSM-5 ha dado algún paso tímido
en ese sentido; por ejemplo, recogiendo la exis-
tencia de factores de riesgo compartidos –tempera-
mentales, ambientales y genéticos– para todos
los TA, pero poco más.
En cuanto a la concepción dimensional, se ha
avanzado algo al incluir escalas de cuantificación
sintomatológica, con datos iniciales que parecen
avalar su utilidad clínica (Knappe et al., 2013).
El hecho de explicitar que las crisis de angustia
deben considerarse como una posible especifica-
ción, para un gran número de trastornos psicopa-
tológicos, puede verse también como un pequeño
avance en esa línea (Batelaan et al., 2012). Por
contra, no se han tenido en cuenta otras propues-
tas en esa dirección, como las que abogaban por
la consideración de la ansiedad generalizada como
una dimensión transdiagnóstica en lugar de limi-
tarla a una entidad diagnóstica concreta (Marcus,
Sawaqdeh y Kwon, 2013).
Se ha producido un avance notable, y positi-
vo, en la adopción de una perspectiva evolutiva
para los TA, que se ejemplifica en la incorpo-
ración del mutismo selectivo y el TA por sepa-
ración a esa clase diagnóstica, en el hecho de con-
templar abiertamente que este último diagnóstico
es aplicable a la edad adulta, aunque falten estu-
dios sobre las trayectorias de esa alteración (Bö-
gels, Knappe, & Clark, 2013), o en que se descri-
ban con mayor detalle las especificidades de los
TA en función del momento del ciclo vital en que
se manifiestan (e.g. Bryant et al., 2013; Mohr y
Schneider, 2012).
En relación con la voluntad inicial de los re-
dactores del DSM-5 de deslindar lo que es propia-
mente una entidad clínica de la interferencia que
esta pueda generar, es bastante obvio que de
momento no se ha sido capaz, en tanto que el cri-
terio de deterioro funcional siempre aparece entre
los que deben ser tenidos en cuenta necesariamen-
te para proceder al diagnóstico de cualquier TA. Y
por ahí pueden entenderse algunas críticas espe-
cialmente furibundas hacia el DSM-5 (Frances &
Widiger, 2012; Frances, 2012; Frances, 2013), que
le achacan una sobremedicalización de los proble-
mas humanos.
En cualquier caso, al menos en lo referente a los
TA, compartiría las apreciaciones del profesor
Allan Caplan (2013) sobre el DSM-5: ciertamen-
te tiene flaquezas, no ha avanzado lo suficiente en
la concepción dimensional y no se ha atrevido a
dar pasos decididos hacia planteamientos que se
aproximen a la clasificación en términos etiológi-
cos y patofisiológicos. Pero es una herramienta
útil en algunos de los aspectos claves que debe
cumplir una taxonomía. Y las clasificaciones, no
lo olvidemos, deben ser un objetivo irrenunciable
de cualquier disciplina científica (Blashfield &
Draguns, 1976). ¿Acaso la competencia puede ofre-
cer algo mejor?
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  • 1. LOS TA: CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES Y CAMBIOS EN RELACIÓN AL DSM-IV Las modificaciones que aparecen en la quinta edición de Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) (American Psychia- tric Association, 2013) para la clase diagnóstica de los trastornos de ansiedad (TA), con respecto a su edición previa (DSM-IV-TR)(American Psychia- tric Association, 2000), pueden condensarse en cinco grandes epígrafes: 1. La inclusión de dos trastornos que anterior- mente se encontraban en la sección de “Trastor- nos con inicio habitual en la infancia, la niñez o la adolescencia”: el trastorno de ansiedad por sepa- ración y el mutismo selectivo. Este último diag- nóstico, en la práctica, sigue reservado para eda- des tempranas, mientras que para la ansiedad por separación se reconoce que el trastorno puede dar- se en la edad adulta y tener su inicio después de los 18 años de edad. Los aspectos centrales de los cri- terios diagnósticos siguen siendo los mismos aun- que, para el TA por separación, se ha adaptado su redacción para las presentaciones en la edad adulta y no únicamente en niños y adolescentes. 2. Aunque sigue reconociéndose su estrecha re- lación con los TA, el trastorno obsesivo-compul- sivo y los trastornos por estrés postraumático y de estrés agudo han dejado de pertenecer a esta cla- se diagnóstica para ubicarse, el primero, en una sección de la cual se erige en la alteración central (“Trastornos obsesivo-compulsivo y relaciona- dos”) y los últimos en el capítulo de “Trastornos relacionados con estresores y acontecimientos trau- máticos”. 3. Centrándonos en los que se mantienen dentro de los TA las modificaciones más relevantes son: 3.a. Las crisis de angustia, para las que se man- tienen sus descriptores sin cambio alguno, se con- sideran una especificación potencialmente aplica- ble a cualquier TA y a muchos otros trastornos psicopatológicos. En cuanto a los tipos de crisis de angustia, se han limitado dos tipos: crisis es- peradas e inesperadas, en sustitución de las tres ca- tegorías contempladas en el DSM-IV (situacio- nales, predispuestas situacionalmente y no situa- cionales/inesperadas). 3.b. El Trastorno de Angustia y la Agorafobia se erigen en diagnósticos independientes sin liga- zón alguna, a diferencia de lo que contemplaba el DSM-IV, donde sus posibles relaciones podían dar lugar a tres diagnósticos diferentes (Trastorno de angustia con agorafobia, trastorno de angustia sin agorafobia, agorafobia sin historia de trastorno de angustia). En caso de coexistencia de ambos cua- dros clínicos, el Trastorno de angustia y la Ago- rafobia deberán codificarse en dos diagnósticos separados. Los criterios diagnósticos para la Ago- rafobia son traslación prácticamente directa de los descriptores del DSM-IV, aunque ahora se incluye la necesidad, para facilitar el diagnóstico diferen- cial con algunos subtipos de fobia específica, de que el miedo-ansiedad-evitación se manifiesten en dos o más de entre cinco situaciones prototípica- mente agorafóbicas. 3.c. Tanto para el diagnóstico de Agorafobia como para los de Fobia específica y Trastorno de Los Trastornos de Ansiedad en el DSM-5 Anxiety disorders in DSM-5 Miquel Tortella-Feliu DSM-V CUADERNOS DE MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA Doctor en Psicología, Psicólogo Clínico. Universitat de les Illes Balears. Institut d’Investigacions en Ciències de la Salut (IUNICS). Correspondencia: Dr. D. Miquel Tortella-Feliu Edifici IUNICS. Universitat de les Illes Balears. Carretera de Valldemossa km. 7,5 70122 Palma (Mallorca) Correo electrónico: miquel@ndpc.cat C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014 62
  • 2. Ansiedad Social (denominada Fobia social, en la versión precedente del Manual), se han producido tres modificaciones relevantes en cuanto a sus cri- terios diagnósticos: se elimina la necesidad de que las personas mayores de 18 años reconozcan que su miedo-ansiedad sea excesivo o irracional, se in- cluye que sea el clínico quien determine si esa an- siedad es desproporcionada respecto al peligro o amenaza real de la situación –teniendo en cuenta factores culturales y contextuales– y, por último, se añade el criterio temporal de que dichas alteraciones deben tener una duración mínima de 6 meses, as- pecto que en el DSM-IV-TR se circunscribía a las fobias específicas en menores de 18 años. 3.d. Por lo que respecta al Trastorno de Ansie- dad Social, además de lo indicado en el epígrafe anterior, se ha eliminado la especificación “genera- lizada”, que ha sido reemplazada por la de “rela- cionado solo con la ejecución”, que deberá indi- carse cuando el miedo fóbico se limite a hablar o actuar en público. 4. Los capítulos dedicados a cada uno de los TA específicos, además de detallar sus características clínicas y los criterios diagnósticos (que se resu- men muy sucintamente en la tabla 1), incluyen información, como se ha hecho para todos los trastornos que contempla el DSM-5, sobre los factores de riesgo y relacionados con el pronós- tico (temperamentales, ambientales y genéticos- fisiológicos) y sobre el curso y evolución –incor- porando observaciones más detalladas sobre las diferencias que pueden encontrarse en sus mani- festaciones según el momento del ciclo vital en que aparezca– que expanden notablemente la infor- mación sobre esas cuestiones respecto a lo que se venía haciendo en versiones previas del Manual. C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014 63 Tabla 1 Presentación resumida de los criterios diagnósticos para los diferentes trastornos de ansiedad recogidos en el DSM-5 Trastorno Características clínicas centrales Otros criterios para el diagnóstico (*) TA por Miedo o ansiedad intensos y El miedo, la ansiedad o la separación persistentes relativos al hecho de tener evitación deben estar que separarse de una persona con la que presentes un mínimo de 6 le une un vínculo estrecho, y que se meses en adultos y de 4 evidencia en un mínimo de tres semanas en niños y manifestaciones clínicas centradas en adolescentes. preocupación, malestar psicológico subjetivo, rechazo a quedar solo en casa o desplazarse a otros lugares (escuela, trabajo, etc.) y/o presencia de pesadillas o síntomas físicos ante la separación de esas figuras de vinculación o su anticipación Mutismo Incapacidad persistente de hablar o Duración mínima de 1 mes selectivo responder a otros en una situación (no aplicable al primer mes social específica en que se espera que en que se va a escuela). debe hacerse, a pesar de hacerlo sin problemas en otras situaciones (prototípicamente en casa y en presencia de familiares inmediatos). Fobia Aparición de miedo o ansiedad intenso Especificaciones en específica y persistente, prácticamente inmediata e función del tipo de
  • 3. C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014 64 invariable respecto a un objeto o estímulo fóbico: Animal, situación específica, que se evitan o Entorno natural, Sangre- soportan a costa de intenso miedo- heridas-inyecciones, ansiedad. Situacional, Otras. El miedo, la ansiedad o la evitación deben estar presentes un mínimo de 6 meses. TA Social Miedo o ansiedad intensos que aparecen Especificación: prácticamente siempre en relación a una Únicamente relacionada o más situaciones sociales en las que la con la ejecución (en caso persona se expone al posible escrutinio de que el miedo fóbico esté por parte de otros. La persona teme restringido a hablar o actuar de una determinada manera o actuar en público). mostrar síntomas de ansiedad que puedan ser valorados negativamente por El miedo, la ansiedad o la los observadores. evitación deben estar presentes un mínimo de 6 meses. Trastorno de Presencia de crisis de angustia Angustia inesperadas recurrentes. Al menos una de ellas va seguida durante un mínimo de un mes de inquietud o preocupación persistente por la aparición de nuevas crisis o sus consecuencias, y/o por un cambio significativo y desadaptativo en el comportamiento que se relacione con las crisis de angustia. Agorafobia Miedo o ansiedad acusados que El miedo, la ansiedad o la aparecen prácticamente siempre evitación deben estar respecto a dos o más situaciones presentes un mínimo de 6 prototípicamente agorafóbicas meses. (transportes públicos, lugares abiertos, lugares cerrados, hacer colas o estar en medio de una multidud, y/o estar solo fuera de casa) que, además, se evitan activamente, requieren la presencia de un acompañante o se soportan a costa de intenso miedo o ansiedad. La persona teme o evita dichas situaciones por temor a tener dificultades para huir o recibir ayuda en caso de aparición de síntomas similares a la angustia, u otros síntomas incapacitantes o que pudieran ser motivo de vergüenza.
  • 4. C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014 65 TA Ansiedad y preocupación excesivas, La ansiedad o generalizada persistentes y que las personas tienen preocupación deben estar dificultades para controlar, sobre presentes la mayoría de diversos acontecimientos o actividades días durante un mínimo y que se asocian a tres o más síntomas de de 6 meses. sobreactivación fisiológica. TA inducido El cuadro clínico se caracteriza No se dan exclusivamente pro sustancias fundamentalmente por la presencia de durante delirium. / medicación crisis de angustia o ansiedad y en el que existen evidencias de que dichos síntomas se desarrollan durante o poco después de la intoxicación o la abstinencia de una sustancia o por la toma de medicación capaces de producir dichos síntomas. TA debido a El cuadro clínico se caracteriza No se dan exclusivamente otra fundamentalmente por la presencia durante delirium. enfermedad de crisis de angustia o ansiedad, médica con evidencias de que ello es consecuencia patofisiológica directa de otra condición médica. Otros TA Presencia de síntomas clínicamente Se ponen como ejemplos especificados significativos característicos de algún las crisis de angustia TAque no llegan a cumplir todos los limitadas o la ansiedad criterios diagnósticos de ninguno de generalizada que no esos trastornos. cumple con el criterio temporal de estar presente Se especificará la razón concreta por la la mayoría de días. que no se cumplen todos los criterios diagnósticos. TA no Presencia de síntomas clínicamente especificado significativos característicos de algún TAque no llegan a cumplir todos los criterios diagnósticos de ninguno de esos trastornos. No se especifican las causas por las que no se cumplen los criterios diagnósticos por falta de información (e.g. en urgencias). Nota. TA= trastorno de ansiedad. (*) En esta columna se omiten los criterios que tienen que ver con: (a) no se explica mejor por otro trastorno psicopatológico u otras patologías médicas – ingesta de sustancias y (b) causan malestar psicológico signi- ficativo y/o deterioro en el funcionamiento social, laboral/escolar o en otras áreas.
  • 5. 5. Como sucede también para otros trastornos psicopatológicos, el DSM-5 ha incorporado (véa- se la sección III del Manual) una serie de instru- mentos de evaluación para la cuantificación de las manifestaciones clínicas. Aparecen con el nombre de “medidas emergentes” y se advierte que todavía deben ser objeto de más investigación para valo- rar su adecuación clínica. Se han incorporado con el objetivo, por una parte, de que la cuantifi- cación por escalas ayude en la toma de decisiones diagnósticas y reduzca el peso del juicio clínico más subjetivo y, por otra parte, de avanzar hacia concepciones más dimensionales, o al menos no exclusivamente categoriales, de las entidades psi- copatológicas. Por lo que respecta a los TA, se han incluido tres tipos de escalas/inventarios de cuantificación: (a) Una medida de manifestaciones de ansiedad en general, la PROMIS Malestar Emocional – An- siedad, en forma de cuestionario de 7 ítems para los adultos y de 13 ítems en su versión niños y jóvenes entre 11 y 17 años, y como escala de cuan- tificación por parte de los padres de menores con edades comprendidas entre los 6 y los 17 años. (b) Diferentes medidas breves de severidad para la gran mayoría de los TA específicos en dos ver- siones: una para adultos y otra para niños y ado- lescentes entre los 11 y los 17 años. (c) Una medida global de discapacidad, no espe- cífica para los TA, sino de aplicación general a cualquier persona de la que se sospeche algún tipo de afectación funcional por la razón que sea, que valora el funcionamento del paciente en diferentes áreas de su vida a través de 38 ítems: la WHO- DAS 2.0 (World Health Organization Disability Assessment Schedule 2.0). Cuenta con una ver- sión de autoinforme y otra de valoración por parte de una persona cercana al paciente. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LAS IMPLICACIONES Y ADECUACIÓN DE LOS CAMBIOS En los documentos de trabajo para sentar las bases de la elaboración del DSM-5 (Kupfer, First y Regier, 2002) y en las conferencias sectoriales del DSM-V Prelude Project (Andrews, Charney, Si- rovatka y Regier, 2009), se planteaba que la nueva versión del Manual debía ir más allá del marco general de referencia del DSM-IV (una nosología fundamentalmente fenomenológica y categorial). En este sentido destacaban cuatro grandes pilares sobre los que asentar ese cambio: (a) ir avanzan- do, pese a reconocer que se estaba todavía lejos de poder hacerlo, hacia una clasificación diagnóstica basada en criterios etiológicos y patofisiológicos; (b) tender hacia una concepción más dimensional del sistema clasificatorio; (c) prestar atención a la psicopatología a lo largo del ciclo vital; y (d) que tratara de forma separada, aunque coordinada, lo que es propiamente un trastorno psicopatológico de la discapacidad – interferencia que pueda generar. Respecto al primer punto, el planteamiento coin- cidía en gran medida con el proyecto Research Do- main Criteria (RDoC) del Instituto Nacional de los EUA para la Salud Mental (e.g. Cuthbert e Insel, 2013; Insel et al., 2010; NIMH, 2011). Es- ta iniciativa pretende generar un nuevo marco pa- ra promover la investigación sobre la patofisio- logía, especialmente en genómica y neurociencia, que vaya poniendo las bases de lo que debería ser el nuevo esquema de clasificación de los trastor- nos mentales, entendidos como disfunciones en los circuitos neurales implicados en diferentes do- minios de la cognición, la emoción y el compor- tamiento. Una de las conferencias sectoriales para discutir cómo se plasmarían los TA en el DSM-5 llevaba por nombre “Trastornos inducidos por es- trés y del circuito del miedo” (Andrews et al., 2009), exponente bien claro de esa voluntad de clasifica- ción con base etiológica y patofisiológica. En cier- ta medida, la segregación del trastorno obsesivo- compulsivo y de los trastornos de estrés agudo y estrés postraumático a otras clases diagnósticas, responden parcialmente a ese planteamiento etio- lógico – fisiopatológico (mucho más claro para el trastorno obsesivo-compulsivo que para el estrés agudo y postraumático). Pero, ciertamente, se han quedado algo cortos vistas las expectativas ini- ciales. Entre otras cosas debido a que las eviden- cias disponibles no permiten, por el momento, avanzar más. Aun así, podría hacer mías las pala- bras de Insel y Liberman (2013) o de Caplan (2013), por lo que respecta al menos a los TA, que sos- tienen que el DSM sigue siendo el mejor estándar consensuado para el diagnóstico de los trastor- nos mentales, atendiendo a los conocimientos dis- C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014 66
  • 6. ponibles a día de hoy, erigiéndose en una herra- mienta suficientemente útil para la práctica clí- nica. Junto a ello, para avanzar en la investiga- ción que ha de facilitar, entre otras cosas, la géne- sis de un nuevo sistema clasificatorio de base fisiopatológica, iniciativas como la RDoC deben entenderse como complementarias al DSM-5 y no como enfrentadas. En el caso de los TA, pare- ce estar bastante claro que el marco de investi- gación que promueve el RDoC resulta de utilidad para el análisis de las disfunciones responsables de la sintomatología ansiosa (Craske, 2012) y de los dominios cognitivo-emocionales específicos que se encuentran más claramente afectados, como son los de las respuestas de miedo (Lissek, 2012; McTeague & Lang, 2012) o los procesos atencio- nales (Shechner et al., 2012). En buena medida, estos planteamientos son coincidentes con los modelos teóricos transdiagnósticos de David H. Barlow (Barlow, 2002; Barlow, Allen y Choate, 2004) y de Michelle G. Craske (Craske, 2003; Craske et al., 2009) que, a partir del reconoci- miento de factores de vulnerabilidad compartidos por los diferentes TA –y su asociación a disfun- ciones de los circuitos neurales que parecen estar alterados en los pacientes ansiosos–, tratan de dar cuenta, entre otras cosas, de las comunalidades observadas entre esos trastornos y su elevada co- morbilidad. El DSM-5 ha dado algún paso tímido en ese sentido; por ejemplo, recogiendo la exis- tencia de factores de riesgo compartidos –tempera- mentales, ambientales y genéticos– para todos los TA, pero poco más. En cuanto a la concepción dimensional, se ha avanzado algo al incluir escalas de cuantificación sintomatológica, con datos iniciales que parecen avalar su utilidad clínica (Knappe et al., 2013). El hecho de explicitar que las crisis de angustia deben considerarse como una posible especifica- ción, para un gran número de trastornos psicopa- tológicos, puede verse también como un pequeño avance en esa línea (Batelaan et al., 2012). Por contra, no se han tenido en cuenta otras propues- tas en esa dirección, como las que abogaban por la consideración de la ansiedad generalizada como una dimensión transdiagnóstica en lugar de limi- tarla a una entidad diagnóstica concreta (Marcus, Sawaqdeh y Kwon, 2013). Se ha producido un avance notable, y positi- vo, en la adopción de una perspectiva evolutiva para los TA, que se ejemplifica en la incorpo- ración del mutismo selectivo y el TA por sepa- ración a esa clase diagnóstica, en el hecho de con- templar abiertamente que este último diagnóstico es aplicable a la edad adulta, aunque falten estu- dios sobre las trayectorias de esa alteración (Bö- gels, Knappe, & Clark, 2013), o en que se descri- ban con mayor detalle las especificidades de los TA en función del momento del ciclo vital en que se manifiestan (e.g. Bryant et al., 2013; Mohr y Schneider, 2012). En relación con la voluntad inicial de los re- dactores del DSM-5 de deslindar lo que es propia- mente una entidad clínica de la interferencia que esta pueda generar, es bastante obvio que de momento no se ha sido capaz, en tanto que el cri- terio de deterioro funcional siempre aparece entre los que deben ser tenidos en cuenta necesariamen- te para proceder al diagnóstico de cualquier TA. Y por ahí pueden entenderse algunas críticas espe- cialmente furibundas hacia el DSM-5 (Frances & Widiger, 2012; Frances, 2012; Frances, 2013), que le achacan una sobremedicalización de los proble- mas humanos. En cualquier caso, al menos en lo referente a los TA, compartiría las apreciaciones del profesor Allan Caplan (2013) sobre el DSM-5: ciertamen- te tiene flaquezas, no ha avanzado lo suficiente en la concepción dimensional y no se ha atrevido a dar pasos decididos hacia planteamientos que se aproximen a la clasificación en términos etiológi- cos y patofisiológicos. Pero es una herramienta útil en algunos de los aspectos claves que debe cumplir una taxonomía. Y las clasificaciones, no lo olvidemos, deben ser un objetivo irrenunciable de cualquier disciplina científica (Blashfield & Draguns, 1976). ¿Acaso la competencia puede ofre- cer algo mejor? BIBLIOGRAFÍA 1. American Psychiatric Association. (2000). Diagnostic and statistical manual of mental dis- orders. Fourth edition – Revised. Washington DC: Author. 2. American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental dis- orders. Fifth edition. Washington DC: Author. C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014 67
  • 7. 3. Andrews, G. J. , Charney, D. S. , Sirovatka, M. S. y Regier, D. A. (Eds.). (2009). Stress-in- duced and fear circuitry disorders: Refining the research agenda for DSM-V. Washington, DC: American Psychiatric Association. 4. Barlow, D. H. (2002). Anxiety andits disorders: The nature and treatment of anxiety and panic (Second Edition). Nueva York: Guilford. 5. Barlow, D. H. , Allen, L. B. y Choate, M. L. (2004). Toward a unified treatment for emotional disorders. Behavior Therapy, 35: 205-230. 6. Batelaan, N. M. , Rhebergen, D. , De Graaf, R. , Spi jker, J. , Beekman, A. T. F. y Pe- nninx, B. W. J. H. (2012). Panic attacks as a di- mension of psychopathology: Evidence for associations with onset and course of mental disorders and level of functioning. Journal of Cli- nical Psychiatry, 73: 1195-1202. 7. Bl as hfi el d, R. K. y Drag uns , J. G. (1976). Toward a taxonomy of psychopathology: The purpose of psychiatric classification. British Journal of Psychiatry, 129: 574-583. 8. Bögels, S.M., Knappe, S. y Clark, L.A. (2013). Adult separation anxiety disorder in DSM-5. Clinical Psychology Review, 33: 663-674. 9. Bryant, C., Mohlman, J., Gum, A., Stanley, M. , Beekman, A. T. F. , Wetherel l , J. L. y Lenze, E. J. (2013). Anxiety disorders in older adults: Looking to DSM5 and beyond. American Journal of Geriatric Psychiatry, 21: 872-876. 10. Caplan, A. (2013, 21 de Mayo ). Viewpoint: Stop critiquing the DSM 5. Time Ideas. Obtenido el 14 de febrero de 2014 en http://ideas.time.com/ 2013/05/21/viewpoint-stop-critiquing-the-dsm-5/ 11. Craske, M. G. (2003). Origins of phobias and anxiety disorders: Why more women than men?. Amsterdam: Elsevier. 12. Cras ke, M. G. (2012). The R-doc initiative: Science and practice. Depression and Anxiety, 29: 253-256. doi:10.1002/da.21930 13. Craske, M.G., Rauch, S.L., Ursano, R., Pre- noveau, J., Pine, D.S., & Zinbarg, R.E. (2009). What is an anxiety disorder? Depression and An- xiety, 26: 1066-1085. doi:10.1002/da.20633. 14. Cuthbert, B.N. y Insel, T.R. (2013). Toward the future of psychiatric diagnosis: The seven pil- lars of RDoC. BMC Medicine, 11, 126. 15. Frances, A. J. (2012, 2 de diciembre). DSM 5 is a guide not bible - ignore its ten worst changes: APAapproval of DSM-5 is a sad day for psychia- try. Psychology Today. Obtenido el 14 de fe- brero de 2014 en http://www.psychologytoday. com/blog/dsm5-in-distress/201212/dsm-5-is- guide-not-bible-ignore-its-ten-worst-changes. 16. Frances, A. J. (2013, 3 de enero). Last plea to DSM 5: Save grief from the drug companies. Psychology Today. Obtenido el 14 de febrero de 2014 en http://www.psychologytoday.com/blog/ dsm5-in-distress/201301/last-plea-dsm-5-save- grief-the-drug-companies. 17. Frances, A. J. y Widiger, T. (2012). Psychia- tric diagnosis: Lessons from the DSM-IV past and cautions for the DSM-5 future. Annual Re- view of Clinical Psychology, 8: 109-130. doi: 10.1146/annurev-clinpsy-032511-143102. 18. Insel, T., Cuthbert, B., Garvey, M., Hein- ssen, R., Pine, D.S., Quinn, K., y Wang, P. (2010). Research domain criteria (RDoC): To- ward a new classification framework for research on mental disorders. American Journal of Psy- chiatry, 167: 748-751. 19. Insel, T.R. y Liberman, J.A. (2013, 13 de ma- yo). DSM-5 and RDoC: Shared interests (press release). Obtenido el 14 de febrero de 2014 en http://www. nimh. nih. gov/news/science- n ews / 2 0 1 3 / ds m-5 -an d-rdo c-s h ared-i n t e- rests.shtml. 20. Knappe, S. , Klotsche, J. , Strobel, A. , Le- Beau, R. T. , Craske, M. G. , Wittchen, H. y Bees do -Baum, K. (2013). Dimensional anxi- ety scales for DSM-5: Sensitivity to clinical severity. European Psychiatry, 28: 448-456. 21. Kupfer, D. J. , First, M. B. y Regier, D. A. (Eds.). (2002). A research agenda for DSM-V. Washington, CD: American Psychiatric Asso- ciation. 22. Lissek, S. (2012). Toward an account of clini- cal anxiety predicated on basic, neurally mapped mechanisms of pavlovian fear-learning: The case for conditioned overgeneralization. Depre- ssion and Anxiety, 29: 257-263. 23. Marcus, D.K., Sawaqdeh, A. y Kwon, P. (2013). The latent structure of generalized anxiety disor- der in midlife adults. Psychiatry Research. Publi- cación adelantada en línea. doi: 10.1016/j.psy- chres.2013.12.011. 24. McTeague, L.M. y Lang, P.J. (2012). The an- xiety spectrum and the reflex physiology of de- fense: From circumscribed fear to broad distress. Depression and Anxiety, 29: 264-281. doi:10. 1002/da.21891. 25. Mohr, C. y Schneider, S. (2013). Anxiety di- sorders. European Child and Adolescent Psychia- try, 22 (Suppl 1), S17-S22. doi:10.1007/s00787- 012-0356-8. 26. NIMH, National Institute of Mental Health (2011). NIMH research domain criteria (RDoC). Draft 3.1: June, 2011. Obtenido el 14 de febrero C. Med. Psicosom, Nº 110 - 2014 68
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