El documento presenta un análisis grupal de la obra "Las Meninas" de Velázquez. El grupo argumenta que Velázquez logra crear una ilusión tridimensional que va más allá de los efectos visuales, transportando al espectador al espacio y tiempo representados a través de varios elementos como la mirada del pintor, el reflejo del espectador en un espejo, y una figura que observa la escena desde fuera pero sin pertenecer completamente a ella.
Cómo Velázquez logra la ilusión de la tercera dimensión en Las Meninas
1. Presentación IENBA Seminario de las
Estéticas ll
Trabajo grupal
Elaborar una presentación para ser visualizada en pantalla, abordando
temas dados para la propuesta, y aportando una reflexión propia.
3. A lo largo de la historia los artistas
han buscado, por diversos caminos,
adentrar al espectador a su obra.
En esta presentación vamos a tomar
como punto de partida a aquellos
que buscan lograr la ilusión de
“introducirnos en el cuadro”.
En otras palabras, lograr un efecto
sensible de tridimensionalidad en
algo que es bidimensional.
4. Para crear este efecto en el espectador se han utilizado diferentes métodos:
. Uso de varios planos . El claro-oscuro . La Perspectiva
. El Color . Efectos visuales para . Estereoscopía
engañar al ojo
. Etc...
5. Estos métodos operan en el campo sensitivo (la visión). El ojo es el medio
por el cual nos llega la información.
No obstante hay otras formas de crear el efecto del que estamos tratando. Es
por medio de una cadena de significantes, el mundo de lo simbólico, el
campo analítico.
Como grupo pretendemos analizar una forma de crear la “ilusión”
tridimensional, que va más allá de la información visual.
La obra que tomamos es: “Las Meninas” de Velázquez.
El análisis es grupal, siguiendo paso a paso nuestra percepción.
Veremos a la obra como unidad, no deteniéndonos en detalles que no aporten a
nuestro proceso de investigación.
Nuestro punto de partida fue el texto de M. Foucault del libro “Las palabras y las
cosas”, capítulo 1, “Las meninas”
(Si bien terminamos difiriendo en varios aspectos)
7. Velázquez en esta obra utiliza
varias de las técnicas
nombradas anteriormente.
Un estilo realista, con puntos
de fuga y claroscuro, muy
típico del Barroco.
Pero va más allá.
8. Lo primero que nos llama la
atención de la obra es la
acción que ésta desarrolla.
Todos estamos
acostumbrados a buscarle un
sentido a lo que vemos.
Desde que nacemos nos
instruimos para hacerlo, es
difícil salir de algo tan
intrínseco en el ser humano.
Decodificar lo que vemos,
entenderlo.
Esa búsqueda es lo que
primero nos introduce a la
pintura.
9. Vemos a la infanta Margarita
y su dote rodeándola.
Paseamos la vista por un
cuadro lleno de personajes
que resultan atractivos.
En este paneo, de repente
nos encontramos con la
mirada del hombre de la
izquierda. La luz deja ver con
claridad su rostro y sus
manos. Nos dice quién es
(Velázquez), y qué está
haciendo.
Y nos quedamos ahí. Esa
mirada es distinta que la de la
Infanta Margarita o la de sus
acompañantes, que también
nos miran.
¿Por qué?
10. Cuando vemos a Velázquez
sentimos una conexión que
no habíamos sentido antes.
Realmente nos sentimos
observados
¿Sería lo mismo si no tuviese
un bastidor enfrente y un
pincel y paleta en la mano?
No, porque es ahí cuando nos
damos cuenta que somos lo
que pinta. Esa acción es la
que nos toma desprevenidos
y nos lleva a ese mismo
instante y espacio.
Somos lo que él pinta y lo que
miran con tanta atención los
presentes, estamos ahí.
11. En este espacio tiempo
detenido, Velázquez
inmortaliza a cada uno de los
que nos paramos enfrente a
su cuadro.
Una tercera zona de interés es
la más alejada de la sala.
Ahí hay 2 elementos que
saltan a la vista, una puerta
abierta que da a una escalera
donde vemos una figura de
un hombre que nos mira, y a
su derecha, un marco con un
espejo.
No queda duda que es un
espejo si tomamos en cuenta
la diferencia de iluminación
en comparación con el resto
de los cuadros en la misma
pared.
12. La razón de esa luz es el
reflejo de lo que está pasando
al frente de la habitación. Ese
espejo está enfrentado con el
espectador, nos muestra lo
que está y no podemos ver
porque se ubica en nuestra
posición.
Lo que vemos en él es al rey y
la reina. Son ellos los que
están de pie donde nosotros
estamos. Ese espejo nos
termina de contar lo que está
sucediendo en esa escena, a
quien está retratando es al
Rey Felipe lV y a su esposa
Mariana.
13. Velázquez nos pone en la
situación de los reyes, nos
presta sus ojos para ver lo que
veían ellos, un retrato
absoluto de la época, sus
costumbres y la
representación clásica.
Logra convertirnos en ellos.
14. El espejo cumple un rol
fundamental. Nuestro cerebro
tiene como dato inamovible
que el mismo refleja
fielmente lo que tiene en
frente. Y si nosotros estamos
enfrente a él, entonces no hay
duda de que su reflejo, sea
cual sea, es el nuestro.
Al saber que eso que vemos
es un espejo y está dirigido
hacia nosotros, no hay duda
de que esas figuraras que
vemos somos nosotros.
Nuevamente, otra fortísima
manera de llevarnos
contundentemente a ese
espacio-tiempo que
desarrolla la pintura.
15. Para terminar nos fijamos en
el hombre que mira la escena
del otro lado del salón.
Encontramos su conducta
extraña. Está con un pie en un
escalón y el otro en uno más
abajo. No está ni dentro de la
escena ni fuera, mira todo
pero parece no pertenecer a
ella.
Es un vivo “reflejo” (también
está enfrentado al
espectador) de cómo nos
sentimos o cómo es nuestro
rol con la pintura. ¿Otra vez
nos estamos viendo a
nosotros mismos?
16. En esta obra Velázquez nos propone una serie de elementos de carácter
analítico que juegan con el espectador para crear una ilusión donde el
observador se convierte en espectador y protagonista a la vez. Se crea
un vínculo espacio-tiempo con la obra. Logra trasladarnos al momento y
lugar exacto en donde se desarrolla la acción, y mostrarnos, en primera
fila, un reflejo vivo de la época.