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P E D I Á T R I C A
Acta Pediatr Esp. 2007; 65(5): 231-235
CIRUGÍA PEDIÁTRICA
36
Resumen
La patología más frecuente hoy en día en las unidades pediá-
tricas de cirugía mayor ambulatoria son las hernias de la pared
abdominal. Por ello pensamos que el objetivo principal de este
trabajo era dar a conocer a pediatras y médicos de familia los
datos clínicos, el tratamiento quirúrgico y el circuito asistencial
de esta entidad eminentemente quirúrgica. Incluimos la hernia
inguinal indirecta, la hernia umbilical, la hernia epigástrica, la
hernia crural y, por último, la hernia ventral lateral o de Spie-
gel. Los puntos de controversia en cada una de las patologías,
como son la revisión del lado contralateral en la hernia inguinal
indirecta o el caso especial de los pacientes prematuros por la
mayor probabilidad de apneas postoperatorias, son fruto, ade-
más de una extensa revisión bibliográfica, de la experiencia de
un centro especializado de tercer nivel durante 35 años.
Palabras clave
Hernias de pared abdominal, cirugía ambulatoria, apnea posto-
peratoria del prematuro
Abstract
Title: The most common abdominal wall hernias
Currently, abdominal wall hernias are the conditions most fre-
quently treated in a pediatric ambulatory surgery unit. For this
reason, in this paper, we proposed to provide a detailed report of
the clinical data, surgical management and the treatment proto-
col associated with this surgical entity for pediatricians and ge-
neral practitioners. We include indirect inguinal hernia, umbilical
hernia, ventral hernia, femoral hernia and, finally, Spiegelian
hernia. The surgical exploration of the contralateral side in ingui-
nal hernia and the special case of premature infants, because of
the increased probability of postoperative apneas, seem to be
the major points of controversy with respect to these entities.
We have reviewed the literature extensively and the experience
of our hospital over the last 35 years.
Keywords
Abdominal wall hernias, ambulatory surgery, postoperative ap-
nea of the premature infant
Fecha de recepción: 25/01/07. Fecha de aceptación: 25/01/07.
Correspondencia: J.C. de Agustín Asensio. Servicio de Cirugía Pediátrica. Hospital Infantil. Hospitales Universitarios «Virgen del Rocío». Avda. Manuel Siurot, s/n.
41013 Sevilla. Correo electrónico: juandeagustin@mac.com
Introducción
Las hernias de la pared abdominal (HPA) constituyen el proce-
dimiento quirúrgico más frecuente en un servicio de cirugía
pediátrica. A diferencia de otras enfermedades –hoy en día
susceptibles de tratamiento quirúrgico, aunque quizá no en un
futuro–, las HPA, desde que en el año 25 d.C. Celso documentó
el tratamiento quirúrgico de la hernia inguinal1
, constituyen, 20
siglos después, una entidad eminentemente quirúrgica que,
posiblemente, continuará siéndolo siempre.
El extraordinario avance experimentado en la producción de
distintos tipos de suturas, unido a la evolución de las presta-
ciones del Sistema Nacional de Salud y a una mayor informa-
ción y conciencia social, por sus características, hacen de las
HPA una patología que se adapta perfectamente a los requisi-
tos exigidos en la cirugía mayor ambulatoria (CMA), lo que
permite que la estancia media hospitalaria haya descendido a
cifras que no se podían imaginar hace algunos años2.
La idea de este trabajo es dar a conocer a los pediatras y
médicos de familia nuestra experiencia de 35 años y, con ello,
insistir en que se trata de las anomalías congénitas más fre-
cuentes en la práctica diaria. Asimismo, a pesar del conoci-
miento y de la información, sigue vigente el riesgo de daños
por incarcerlación o estrangulación, situación que hace nece-
sario un diagnóstico expedito y un tratamiento temprano para
evitar complicaciones. Exponer los múltiples tipos de HPA nos
alejaría del objetivo de este trabajo, por lo que intentamos cen-
trarnos en los datos clínicos de los procesos más frecuentes,
en el tratamiento quirúrgico y en las consideraciones especia-
les de cada caso, además de marcar la ruta de comunicación
más adecuada entre la asistencia primaria (AP) y la especiali-
zada (AE) (figura 1). En este sentido, describiremos, dada su
frecuencia, la hernia inguinal indirecta, la hernia umbilical y la
hernia epigástrica o ventral, sin olvidarnos, aunque sean raras,
de la hernia crural y de la hernia ventral lateral o de Spiegel.
Hernia inguinal indirecta
Embriológicamente, hacia la quinta semana de gestación y a
partir del mesonefros, se desarrollan los testículos como una
estructura retroperitoneal. Hacia la duodécima semana se ori-
gina el gubernaculum testis, que arrastra los testículos a tra-
vés del conducto inguinal, al mismo tiempo que el proceso
peritoneovaginal se fija a los testes pasando por el anillo su-
perficial hasta el escroto3. Formada la vaginal del testículo, el
proceso peritoneovaginal sufre una involución cerca del mo-
Hernias más frecuentes de la pared abdominal
M.J. Moya Jiménez, A. Maraví Petri1, J.C. de Agustín Asensio2
MIR. 1
Médico adjunto. 2
Jefe de Servicio. Servicio de Cirugía Pediátrica. Hospital Infantil.
Hospitales Universitarios «Virgen del Rocío». Sevilla
231
©2007 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados
Hernias más frecuentes de la pared abdominal. M.J. Moya Jiménez, et al.
37
mento del nacimiento, e incluso durante el primer año de vida,
que separa la cavidad peritoneal del conducto inguinal y deja
la túnica vaginal rodeando el testículo. Cuando esta involución
no se produce, surgen las anomalías inguinales, entre las que
destacan la hernia inguinal, el hidrocele, el quiste de cordón y
las anomalías combinadas4
.
Podemos definir la hernia inguinal (HI) como la protrusión de
vísceras abdominales, generalmente del intestino, aunque
otras veces del ovario y el epiplón, dentro del saco peritoneal.
No conocemos su incidencia, y se estima en 10-20 hernias por
1.000 nacidos vivos5. La proporción niños/niñas es de 4-10:1,
con predominio del lado derecho en un 60% de los casos; se
estima que un 10% son bilaterales6. Se aprecia una mayor in-
cidencia en niños prematuros, así como en niños con antece-
dente familiares de HI, asociada a fibrosis quística, displasia
de caderas, criptorquidia, genitales ambiguos, hipospadias y
epispadias, ascitis, derivación ventriculoperitoneal y defectos
congénitos de la pared abdominal7.
En la clínica, la HI se manifiesta como un abultamiento en la
región inguinal que puede extenderse hacia el escroto o dentro
de él. Son siempre los padres los primeros en notarlo, por lo
que es imprescindible una historia clínica dirigida, que lo refie-
ra por lo general como un «bulto» que aparece con el llanto o
el esfuerzo y desaparece con la relajación o la presión. Es ne-
cesario establecer el diagnóstico diferencial con el hidrocele,
el quiste de cordón, el testículo no descendido, el varicocele, el
absceso y la adenopatía inguinal (figura 2).
El médico debe intentar su confirmación provocando manio-
bras que aumenten la presión intrabdominal; no es fiable la
detección del engrosamiento del cordón o la sensación sedosa
(signo de la seda). No obstante, en gran parte de los casos, el
cirujano se verá obligado a la reparación en función del infor-
me del pediatra o el médico de familia, o de un interrogatorio
paterno fiable.
Mención especial merecen los apartados de la hernia ingui-
nal irreductible (incarcerada), la hernia inguinal en el prematu-
ro y la hernia inguinal en las niñas.
La hernia inguinal irreductible, en más del 50% de los casos
se presenta en lactantes menores de 6 meses, y es necesaria
una exploración quirúrgica urgente más alta en los niños que
en las niñas. Los síntomas son irritabilidad, dolor abdominal y,
ocasionalmente, vómitos. La exploración nos muestra una ma-
sa fija en la región inguinal que puede extenderse hacia el
escroto, y en principio puede aparecer la piel edematosa, pero
si la incarceración es prolongada, puede mostrarse eritemato-
sa, que es un signo de afectación vascular del intestino hernia-
do. En este punto, es importante establecer el diagnóstico di-
ferencial con el testículo no descendido y, sobre todo, con la
torsión de testículo criptorquídico, que también precisará una
valoración quirúrgica urgente, y es un signo de sospecha la
hemibolsa escrotal vacía.
Volviendo al tema que nos ocupa, en ausencia de datos de
afectación vascular, siempre debe intentarse la reducción, que
se consigue en un 80% de los casos. Para ello, el niño debe ser
hospitalizado y sedado bajo supervisión médica y, si es posible,
de monitorización. Colocado en posición de Trendelenburg, se
procederá a realizar una presión manual suave y gradual en un
intento de liberar el aire atrapado en el asa, para facilitar su re-
ducción. Una vez reducida, se procederá a su reparación después
de 48 horas, una vez eliminado el edema del saco y los tejidos
adyacentes. Si no puede reducirse, es necesaria la intervención
quirúrgica inmediata, teniendo presente, y así se debe informar
a los padres, una tasa mayor de recidivas y de infección de la
herida, a diferencia de las tratadas de forma electiva.
Por las razones expuestas, la HI debe repararse de una ma-
nera electiva una vez establecido el diagnóstico. Las ventajas
son patentes: disminuye el riesgo de incarceración y se puede
realizar dentro de un programa de CMA, con lo que se reducen
los riesgos de infección nosocomial, el estrés por hospitaliza-
ción y los costes médicos. Únicamente requerirán hospitalización
los pacientes de alto riesgo quirúrgico y/o anestésico.
La hernia inguinal del niño prematuro constituye un grupo en
el que la incidencia es alta, así como el riesgo de incarceración
y de complicaciones postoperatorias8,9
. La apnea postoperato-
ria de estos pacientes es una complicación importante; su etio-
Figura 1. Circuito asistencial de las hernias de la pared abdominal.
AE: asistencia especializada; RDQ: registro de demanda quirúrgica;
DUE: diplomado universitario en Enfermería
232
©2007 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados
Acta Pediatr Esp. 2007; 65(5): 231-235
38
logía es desconocida y en muchos casos discutible, probable-
mente multifactorial. Por ello, deben operarse antes de su
egresión o, si se han dado de alta, se recomienda la reparación
temprana y establecer siempre una vigilancia postoperatoria al
menos durante 24 horas (figura 3)10
.
La HI en las niñas casi siempre se presentará como una ma-
sa irreductible elástica correspondiente al ovario que, por el
riesgo de torsión, sugerirá su pronta reparación quirúrgica. En
caso de ser irreductible y si se aprecia un edema y/o un erite-
ma de la piel adyacente, deberá procederse a su envío al hos-
pital para su tratamiento expedito.
Por último, en cuanto a la HI, aún hoy, y tras 50 años de de-
bate, es controvertida la necesidad de revisión quirúrgica del
lado contralateral en el mismo acto quirúrgico. Hasta hace po-
co tiempo, en nuestro hospital se realizaba una revisión del
lado contralateral sistemática en los menores de 1 año cuando
la localización de la hernia era derecha, y en los menores de 4
años cuando era izquierda. Actualmente, no parece aconseja-
ble este protocolo, debido a la comprobación de la baja inci-
dencia de la hernia contralateral metacrona, y se realiza una
exploración en los pacientes con alto riesgo anestésico, enfer-
medades asociadas que produzcan una elevación de la presión
intrabdominal, conectivopatías y cromosomopatías, prematuri-
dad o determinados factores, como la situación geográfica o el
bajo nivel higiénico-social11.
Defectos umbilicales: hernia umbilical
En este apartado es fundamental el empleo de una terminolo-
gía adecuada en función de la embriología, por lo que debe
distinguirse entre hernia umbilical, onfalocele, gastrosquisis e
invaginación en el ombligo; para ello, nada mejor que la pro-
puesta por Moore y Stokes en 195312
. Por la frecuencia en la
práctica diaria nos centraremos en la hernia umbilical.
La hernia umbilical en la infancia (HUI) no es, ni más ni menos,
que un anillo umbilical más grande de lo normal, por el que pue-
de o no protruir una porción de intestino, recubierta por la piel
normal. La mayoría de las veces es un defecto palpable en el que
la incarceración es rarísima, y en un alto porcentaje de los niños
se cierra aproximadamente en los 2 primeros años de vida.
Embriológicamente, el defecto se produce por un fallo en la
aproximación de los músculos rectos en la línea media del ombli-
go tras el retorno del intestino a la cavidad abdominal, situación
que ocurre alrededor de la duodécima semana de gestación13.
Su incidencia se estima, en mayor o menor grado, en un 20%
de los niños recién nacidos, y es más frecuente en prematuros
o cuando hay un aumento de la presión intrabdominal por asci-
tis, diálisis peritoneal, derivación ventriculoperitoneal en las
hidrocefalias o cromosomopatía asociada, como en el caso del
síndrome de Down.
Figura 2. Esquema
en el que se muestra
la anatomía del canal
inguinal según el tipo
de patología. A) Canal
inguinal normal con el
conducto peritoneo-
vaginal cerrado.
B) Hernia inguinal.
C) Hernia
inguinoescrotal.
D) Quiste de cordón
espermático.
E) Hidrocele. Modificado
de Lucian Leape. Inguinal
hernia. Pediatric Surgery
Figura 3. Como factores de comorbilidad se señalan los niños
prematuros con historia de apnea en el domicilio, enfermedad
pulmonar crónica, enfermedad neurológica o anemia10
233
©2007 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados
Hernias más frecuentes de la pared abdominal. M.J. Moya Jiménez, et al.
39
En la clínica, el signo principal es la protrusión indolora en el
ombligo cuando el niño llora o hace esfuerzos y, al tranquilizar-
se, sólo se aprecia un exceso de piel umbilical. Se reduce con
facilidad, acompañado de un gorgoteo audible. Ocasionalmen-
te, cuando el defecto es muy pequeño, puede ser causa de al-
gia abdominal, algunas veces localizada mediante una palpa-
ción digital.
En más de un 80% de los casos, la HUI se cierra espontánea-
mente. Por ello, es importante proporcionar una información
adecuada a los progenitores, a saber: a) tiende al cierre natural
dentro de los 2 primeros años de vida, incluso el tercero; b) la
piel fina y azulada no se rompe virtualmente nunca, y suele
engrosarse paulatinamente a partir del primer mes de vida, y c)
la incarceración es prácticamente desconocida, por lo que la
espera y la observación son seguras14
.
Algunos autores abogan por la aplicación de un esparadrapo
adhesivo durante los primeros 6 meses de vida. Sin embargo,
ningún ensayo controlado ha demostrado su eficacia. En nues-
tro hospital no lo hemos practicado nunca y nuestras series de
niños que requieren tratamiento quirúrgico fueron, en su mo-
mento, similares a los de otros investigadores que abogan por
esta práctica.
El tratamiento quirúrgico lo derivamos hacia el tercer año de
vida. En las niñas, en previsión de futuros embarazos, aconse-
jamos operar las hernias mínimas siempre a partir del tercer
año. Asimismo, los defectos apenas perceptibles que cursan
con algia abdominal inespecífica, una vez descartadas otras
causas, siempre deben corregirse.
Hernia epigástrica
Es la protrusión del peritoneo y/o grasa peritoneal –rarísima
vez un asa– a través de un anillo fibroso en la línea alba, que
puede localizarse en cualquier punto entre el apéndice xifoides
y el ombligo. Generalmente, se trata de una protrusión visible y
palpable, asintomática, pero puede ser causa de un dolor ab-
dominal. Su tratamiento es siempre quirúrgico, preferentemen-
te a partir del tercer año de vida.
Hernia ventral lateral o de Spiegel
Es la protrusión de una porción de asa intestinal a través de un
defecto localizado en cualquier punto del borde externo del
músculo recto del abdomen, desde algo por encima del ombli-
go hasta la sínfisis del pubis.
Desde el punto de vista anatómico, la zona de transición en-
tre las fibras musculares del transverso del abdomen y el borde
lateral del músculo recto define la zona semilunar de Spiegel.
En ella se puede producir un defecto aponeurótico, formando
un anillo a través del cual se produce la herniación15
.
Clínicamente, es una protrusión visible con los esfuerzos,
con un anillo rígido palpable. Por las características del orificio,
el riesgo de incarceración es elevado, y la cirugía en estas cir-
cunstancias es delicada, por lo que debe recurrirse a la cirugía
electiva para su solución en condiciones favorables.
La asociación de la hernia de Spiegel con otras anomalías es
frecuente. La más comúnmente referenciada en la bibliografía
médica es la criptorquidia. El descenso del testículo hasta el
escroto se produce en 3 fases: intrabdominal (1-7 meses), ca-
nalicular (7-8 meses) y escrotal (8-9 meses). A este proceso
contribuyen la contracción del gubernaculum, que atrae el tes-
tículo hacia el canal inguinal, y la influencia de los andrógenos,
que favorecen la migración del teste a través del canal. Este
proceso se facilita también por el aumento de la presión intrab-
dominal. Sin embargo, ante la presencia de una hernia de Spie-
gel (área de debilidad de la pared), el testículo es empujado
dentro del saco herniario, al ser una zona de baja resistencia16.
Otra anomalía asociada menos frecuente es el hipospadias17,
que se ha relacionado también con el neuroblastoma medias-
tínico y con el mielomeningocele tratado con válvula de deriva-
ción peritoneovaginal18,19.
Hernia crural o femoral
Es, junto con la de Spiegel, la forma más excepcional de las her-
nias frecuentes de la pared abdominal. En nuestro medio se esti-
ma que su incidencia es del 0,30% si la comparamos con la HI.
El anillo femoral se localiza por debajo de la parte anterior
del ligamento inguinal, delimitado por su parte anterior por
éste, por la posterior por el ligamento pectíneo o de Cooper, en
la parte externa por la vena femoral y en la parte media por el
ligamento lacunar o de Gimbernat20
.
Clínicamente, se manifiesta por una protrusión por debajo
del ligamento inguinal. La protrusión de las vísceras es rara,
aunque el riesgo de incarceración es elevado. Es más frecuen-
te en las niñas que en los niños, con una relación de 3:1, y se
encuentra por igual en ambos lados. El diagnóstico diferencial
debe plantearse con la HI y con el ganglio linfático aumentado
de tamaño (ganglio de Cloquet) y/o linfoadenitis. Cabe recordar
que una hernia crural o femoral pasa siempre por debajo del
ligamento inguinal, mientras que una hernia inguinal pasa por
arriba. El tratamiento es quirúrgico y su recidiva poco habitual.
Conclusiones
Las HPA son siempre subsidiarias de tratamiento quirúrgico.
Establecer su diagnóstico y conocer la edad adecuada para su
corrección es importante en la práctica médica diaria, ya que
permite dar una información adecuada a los padres y la deriva-
ción del paciente hacia un centro especializado en su debido
momento.
Es necesario establecer el diagnóstico diferencial de la HI
con el hidrocele, el quiste de cordón espermático y el testículo
no descendido. En los 2 primeros casos se trata de «masas»
asintomáticas, irreductibles y transiluminables; con frecuencia
234
©2007 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados
Acta Pediatr Esp. 2007; 65(5): 231-235
40
los padres refieren que son más patentes por las tardes que al
despertarse por las mañanas, lo que se puede explicar por la
acción de la gravedad y una mayor presión abdominal por
la actividad. En el tercer caso, una «masa» inguinal y un hemies-
croto vacío nos hará sospechar un teste retráctil o no descen-
dido. Sin embargo, cuando existen dudas, es correcto y acon-
sejable la derivación del paciente a un centro especializado. Su
importancia estriba en que, en los 3 casos, la edad de correc-
ción difiere de la HI, posponiéndose al tercer año de vida en los
2 primeros, y entre el primer y segundo año en el caso del
teste no descendido.
Durante las últimas décadas ha habido controversia, respec-
to a ciertos parámetros, sobre lo aconsejable que puede ser la
exploración inguinal contralateral. En la actualidad, nosotros lo
recomendamos en situaciones excepcionales, en caso de niños
prematuros, portadores de cromosomopatías, cuadros asocia-
dos que se acompañen de un incremento de la presión intrab-
dominal y en situaciones con deficiencias higiénico-sociales.
Por el material de sutura empleado y la rigurosa técnica de
corrección, salvo excepciones puntuales, todos son pacientes
subsidiarios de CMA, y no precisan un control ulterior en el hos-
pital, salvo indicación expresa del pediatra o médico de familia,
perfectamente capacitados para su control (figura 1).
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235
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Hernias abdominales más comunes

  • 1. P E D I Á T R I C A Acta Pediatr Esp. 2007; 65(5): 231-235 CIRUGÍA PEDIÁTRICA 36 Resumen La patología más frecuente hoy en día en las unidades pediá- tricas de cirugía mayor ambulatoria son las hernias de la pared abdominal. Por ello pensamos que el objetivo principal de este trabajo era dar a conocer a pediatras y médicos de familia los datos clínicos, el tratamiento quirúrgico y el circuito asistencial de esta entidad eminentemente quirúrgica. Incluimos la hernia inguinal indirecta, la hernia umbilical, la hernia epigástrica, la hernia crural y, por último, la hernia ventral lateral o de Spie- gel. Los puntos de controversia en cada una de las patologías, como son la revisión del lado contralateral en la hernia inguinal indirecta o el caso especial de los pacientes prematuros por la mayor probabilidad de apneas postoperatorias, son fruto, ade- más de una extensa revisión bibliográfica, de la experiencia de un centro especializado de tercer nivel durante 35 años. Palabras clave Hernias de pared abdominal, cirugía ambulatoria, apnea posto- peratoria del prematuro Abstract Title: The most common abdominal wall hernias Currently, abdominal wall hernias are the conditions most fre- quently treated in a pediatric ambulatory surgery unit. For this reason, in this paper, we proposed to provide a detailed report of the clinical data, surgical management and the treatment proto- col associated with this surgical entity for pediatricians and ge- neral practitioners. We include indirect inguinal hernia, umbilical hernia, ventral hernia, femoral hernia and, finally, Spiegelian hernia. The surgical exploration of the contralateral side in ingui- nal hernia and the special case of premature infants, because of the increased probability of postoperative apneas, seem to be the major points of controversy with respect to these entities. We have reviewed the literature extensively and the experience of our hospital over the last 35 years. Keywords Abdominal wall hernias, ambulatory surgery, postoperative ap- nea of the premature infant Fecha de recepción: 25/01/07. Fecha de aceptación: 25/01/07. Correspondencia: J.C. de Agustín Asensio. Servicio de Cirugía Pediátrica. Hospital Infantil. Hospitales Universitarios «Virgen del Rocío». Avda. Manuel Siurot, s/n. 41013 Sevilla. Correo electrónico: juandeagustin@mac.com Introducción Las hernias de la pared abdominal (HPA) constituyen el proce- dimiento quirúrgico más frecuente en un servicio de cirugía pediátrica. A diferencia de otras enfermedades –hoy en día susceptibles de tratamiento quirúrgico, aunque quizá no en un futuro–, las HPA, desde que en el año 25 d.C. Celso documentó el tratamiento quirúrgico de la hernia inguinal1 , constituyen, 20 siglos después, una entidad eminentemente quirúrgica que, posiblemente, continuará siéndolo siempre. El extraordinario avance experimentado en la producción de distintos tipos de suturas, unido a la evolución de las presta- ciones del Sistema Nacional de Salud y a una mayor informa- ción y conciencia social, por sus características, hacen de las HPA una patología que se adapta perfectamente a los requisi- tos exigidos en la cirugía mayor ambulatoria (CMA), lo que permite que la estancia media hospitalaria haya descendido a cifras que no se podían imaginar hace algunos años2. La idea de este trabajo es dar a conocer a los pediatras y médicos de familia nuestra experiencia de 35 años y, con ello, insistir en que se trata de las anomalías congénitas más fre- cuentes en la práctica diaria. Asimismo, a pesar del conoci- miento y de la información, sigue vigente el riesgo de daños por incarcerlación o estrangulación, situación que hace nece- sario un diagnóstico expedito y un tratamiento temprano para evitar complicaciones. Exponer los múltiples tipos de HPA nos alejaría del objetivo de este trabajo, por lo que intentamos cen- trarnos en los datos clínicos de los procesos más frecuentes, en el tratamiento quirúrgico y en las consideraciones especia- les de cada caso, además de marcar la ruta de comunicación más adecuada entre la asistencia primaria (AP) y la especiali- zada (AE) (figura 1). En este sentido, describiremos, dada su frecuencia, la hernia inguinal indirecta, la hernia umbilical y la hernia epigástrica o ventral, sin olvidarnos, aunque sean raras, de la hernia crural y de la hernia ventral lateral o de Spiegel. Hernia inguinal indirecta Embriológicamente, hacia la quinta semana de gestación y a partir del mesonefros, se desarrollan los testículos como una estructura retroperitoneal. Hacia la duodécima semana se ori- gina el gubernaculum testis, que arrastra los testículos a tra- vés del conducto inguinal, al mismo tiempo que el proceso peritoneovaginal se fija a los testes pasando por el anillo su- perficial hasta el escroto3. Formada la vaginal del testículo, el proceso peritoneovaginal sufre una involución cerca del mo- Hernias más frecuentes de la pared abdominal M.J. Moya Jiménez, A. Maraví Petri1, J.C. de Agustín Asensio2 MIR. 1 Médico adjunto. 2 Jefe de Servicio. Servicio de Cirugía Pediátrica. Hospital Infantil. Hospitales Universitarios «Virgen del Rocío». Sevilla 231 ©2007 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados
  • 2. Hernias más frecuentes de la pared abdominal. M.J. Moya Jiménez, et al. 37 mento del nacimiento, e incluso durante el primer año de vida, que separa la cavidad peritoneal del conducto inguinal y deja la túnica vaginal rodeando el testículo. Cuando esta involución no se produce, surgen las anomalías inguinales, entre las que destacan la hernia inguinal, el hidrocele, el quiste de cordón y las anomalías combinadas4 . Podemos definir la hernia inguinal (HI) como la protrusión de vísceras abdominales, generalmente del intestino, aunque otras veces del ovario y el epiplón, dentro del saco peritoneal. No conocemos su incidencia, y se estima en 10-20 hernias por 1.000 nacidos vivos5. La proporción niños/niñas es de 4-10:1, con predominio del lado derecho en un 60% de los casos; se estima que un 10% son bilaterales6. Se aprecia una mayor in- cidencia en niños prematuros, así como en niños con antece- dente familiares de HI, asociada a fibrosis quística, displasia de caderas, criptorquidia, genitales ambiguos, hipospadias y epispadias, ascitis, derivación ventriculoperitoneal y defectos congénitos de la pared abdominal7. En la clínica, la HI se manifiesta como un abultamiento en la región inguinal que puede extenderse hacia el escroto o dentro de él. Son siempre los padres los primeros en notarlo, por lo que es imprescindible una historia clínica dirigida, que lo refie- ra por lo general como un «bulto» que aparece con el llanto o el esfuerzo y desaparece con la relajación o la presión. Es ne- cesario establecer el diagnóstico diferencial con el hidrocele, el quiste de cordón, el testículo no descendido, el varicocele, el absceso y la adenopatía inguinal (figura 2). El médico debe intentar su confirmación provocando manio- bras que aumenten la presión intrabdominal; no es fiable la detección del engrosamiento del cordón o la sensación sedosa (signo de la seda). No obstante, en gran parte de los casos, el cirujano se verá obligado a la reparación en función del infor- me del pediatra o el médico de familia, o de un interrogatorio paterno fiable. Mención especial merecen los apartados de la hernia ingui- nal irreductible (incarcerada), la hernia inguinal en el prematu- ro y la hernia inguinal en las niñas. La hernia inguinal irreductible, en más del 50% de los casos se presenta en lactantes menores de 6 meses, y es necesaria una exploración quirúrgica urgente más alta en los niños que en las niñas. Los síntomas son irritabilidad, dolor abdominal y, ocasionalmente, vómitos. La exploración nos muestra una ma- sa fija en la región inguinal que puede extenderse hacia el escroto, y en principio puede aparecer la piel edematosa, pero si la incarceración es prolongada, puede mostrarse eritemato- sa, que es un signo de afectación vascular del intestino hernia- do. En este punto, es importante establecer el diagnóstico di- ferencial con el testículo no descendido y, sobre todo, con la torsión de testículo criptorquídico, que también precisará una valoración quirúrgica urgente, y es un signo de sospecha la hemibolsa escrotal vacía. Volviendo al tema que nos ocupa, en ausencia de datos de afectación vascular, siempre debe intentarse la reducción, que se consigue en un 80% de los casos. Para ello, el niño debe ser hospitalizado y sedado bajo supervisión médica y, si es posible, de monitorización. Colocado en posición de Trendelenburg, se procederá a realizar una presión manual suave y gradual en un intento de liberar el aire atrapado en el asa, para facilitar su re- ducción. Una vez reducida, se procederá a su reparación después de 48 horas, una vez eliminado el edema del saco y los tejidos adyacentes. Si no puede reducirse, es necesaria la intervención quirúrgica inmediata, teniendo presente, y así se debe informar a los padres, una tasa mayor de recidivas y de infección de la herida, a diferencia de las tratadas de forma electiva. Por las razones expuestas, la HI debe repararse de una ma- nera electiva una vez establecido el diagnóstico. Las ventajas son patentes: disminuye el riesgo de incarceración y se puede realizar dentro de un programa de CMA, con lo que se reducen los riesgos de infección nosocomial, el estrés por hospitaliza- ción y los costes médicos. Únicamente requerirán hospitalización los pacientes de alto riesgo quirúrgico y/o anestésico. La hernia inguinal del niño prematuro constituye un grupo en el que la incidencia es alta, así como el riesgo de incarceración y de complicaciones postoperatorias8,9 . La apnea postoperato- ria de estos pacientes es una complicación importante; su etio- Figura 1. Circuito asistencial de las hernias de la pared abdominal. AE: asistencia especializada; RDQ: registro de demanda quirúrgica; DUE: diplomado universitario en Enfermería 232 ©2007 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados
  • 3. Acta Pediatr Esp. 2007; 65(5): 231-235 38 logía es desconocida y en muchos casos discutible, probable- mente multifactorial. Por ello, deben operarse antes de su egresión o, si se han dado de alta, se recomienda la reparación temprana y establecer siempre una vigilancia postoperatoria al menos durante 24 horas (figura 3)10 . La HI en las niñas casi siempre se presentará como una ma- sa irreductible elástica correspondiente al ovario que, por el riesgo de torsión, sugerirá su pronta reparación quirúrgica. En caso de ser irreductible y si se aprecia un edema y/o un erite- ma de la piel adyacente, deberá procederse a su envío al hos- pital para su tratamiento expedito. Por último, en cuanto a la HI, aún hoy, y tras 50 años de de- bate, es controvertida la necesidad de revisión quirúrgica del lado contralateral en el mismo acto quirúrgico. Hasta hace po- co tiempo, en nuestro hospital se realizaba una revisión del lado contralateral sistemática en los menores de 1 año cuando la localización de la hernia era derecha, y en los menores de 4 años cuando era izquierda. Actualmente, no parece aconseja- ble este protocolo, debido a la comprobación de la baja inci- dencia de la hernia contralateral metacrona, y se realiza una exploración en los pacientes con alto riesgo anestésico, enfer- medades asociadas que produzcan una elevación de la presión intrabdominal, conectivopatías y cromosomopatías, prematuri- dad o determinados factores, como la situación geográfica o el bajo nivel higiénico-social11. Defectos umbilicales: hernia umbilical En este apartado es fundamental el empleo de una terminolo- gía adecuada en función de la embriología, por lo que debe distinguirse entre hernia umbilical, onfalocele, gastrosquisis e invaginación en el ombligo; para ello, nada mejor que la pro- puesta por Moore y Stokes en 195312 . Por la frecuencia en la práctica diaria nos centraremos en la hernia umbilical. La hernia umbilical en la infancia (HUI) no es, ni más ni menos, que un anillo umbilical más grande de lo normal, por el que pue- de o no protruir una porción de intestino, recubierta por la piel normal. La mayoría de las veces es un defecto palpable en el que la incarceración es rarísima, y en un alto porcentaje de los niños se cierra aproximadamente en los 2 primeros años de vida. Embriológicamente, el defecto se produce por un fallo en la aproximación de los músculos rectos en la línea media del ombli- go tras el retorno del intestino a la cavidad abdominal, situación que ocurre alrededor de la duodécima semana de gestación13. Su incidencia se estima, en mayor o menor grado, en un 20% de los niños recién nacidos, y es más frecuente en prematuros o cuando hay un aumento de la presión intrabdominal por asci- tis, diálisis peritoneal, derivación ventriculoperitoneal en las hidrocefalias o cromosomopatía asociada, como en el caso del síndrome de Down. Figura 2. Esquema en el que se muestra la anatomía del canal inguinal según el tipo de patología. A) Canal inguinal normal con el conducto peritoneo- vaginal cerrado. B) Hernia inguinal. C) Hernia inguinoescrotal. D) Quiste de cordón espermático. E) Hidrocele. Modificado de Lucian Leape. Inguinal hernia. Pediatric Surgery Figura 3. Como factores de comorbilidad se señalan los niños prematuros con historia de apnea en el domicilio, enfermedad pulmonar crónica, enfermedad neurológica o anemia10 233 ©2007 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados
  • 4. Hernias más frecuentes de la pared abdominal. M.J. Moya Jiménez, et al. 39 En la clínica, el signo principal es la protrusión indolora en el ombligo cuando el niño llora o hace esfuerzos y, al tranquilizar- se, sólo se aprecia un exceso de piel umbilical. Se reduce con facilidad, acompañado de un gorgoteo audible. Ocasionalmen- te, cuando el defecto es muy pequeño, puede ser causa de al- gia abdominal, algunas veces localizada mediante una palpa- ción digital. En más de un 80% de los casos, la HUI se cierra espontánea- mente. Por ello, es importante proporcionar una información adecuada a los progenitores, a saber: a) tiende al cierre natural dentro de los 2 primeros años de vida, incluso el tercero; b) la piel fina y azulada no se rompe virtualmente nunca, y suele engrosarse paulatinamente a partir del primer mes de vida, y c) la incarceración es prácticamente desconocida, por lo que la espera y la observación son seguras14 . Algunos autores abogan por la aplicación de un esparadrapo adhesivo durante los primeros 6 meses de vida. Sin embargo, ningún ensayo controlado ha demostrado su eficacia. En nues- tro hospital no lo hemos practicado nunca y nuestras series de niños que requieren tratamiento quirúrgico fueron, en su mo- mento, similares a los de otros investigadores que abogan por esta práctica. El tratamiento quirúrgico lo derivamos hacia el tercer año de vida. En las niñas, en previsión de futuros embarazos, aconse- jamos operar las hernias mínimas siempre a partir del tercer año. Asimismo, los defectos apenas perceptibles que cursan con algia abdominal inespecífica, una vez descartadas otras causas, siempre deben corregirse. Hernia epigástrica Es la protrusión del peritoneo y/o grasa peritoneal –rarísima vez un asa– a través de un anillo fibroso en la línea alba, que puede localizarse en cualquier punto entre el apéndice xifoides y el ombligo. Generalmente, se trata de una protrusión visible y palpable, asintomática, pero puede ser causa de un dolor ab- dominal. Su tratamiento es siempre quirúrgico, preferentemen- te a partir del tercer año de vida. Hernia ventral lateral o de Spiegel Es la protrusión de una porción de asa intestinal a través de un defecto localizado en cualquier punto del borde externo del músculo recto del abdomen, desde algo por encima del ombli- go hasta la sínfisis del pubis. Desde el punto de vista anatómico, la zona de transición en- tre las fibras musculares del transverso del abdomen y el borde lateral del músculo recto define la zona semilunar de Spiegel. En ella se puede producir un defecto aponeurótico, formando un anillo a través del cual se produce la herniación15 . Clínicamente, es una protrusión visible con los esfuerzos, con un anillo rígido palpable. Por las características del orificio, el riesgo de incarceración es elevado, y la cirugía en estas cir- cunstancias es delicada, por lo que debe recurrirse a la cirugía electiva para su solución en condiciones favorables. La asociación de la hernia de Spiegel con otras anomalías es frecuente. La más comúnmente referenciada en la bibliografía médica es la criptorquidia. El descenso del testículo hasta el escroto se produce en 3 fases: intrabdominal (1-7 meses), ca- nalicular (7-8 meses) y escrotal (8-9 meses). A este proceso contribuyen la contracción del gubernaculum, que atrae el tes- tículo hacia el canal inguinal, y la influencia de los andrógenos, que favorecen la migración del teste a través del canal. Este proceso se facilita también por el aumento de la presión intrab- dominal. Sin embargo, ante la presencia de una hernia de Spie- gel (área de debilidad de la pared), el testículo es empujado dentro del saco herniario, al ser una zona de baja resistencia16. Otra anomalía asociada menos frecuente es el hipospadias17, que se ha relacionado también con el neuroblastoma medias- tínico y con el mielomeningocele tratado con válvula de deriva- ción peritoneovaginal18,19. Hernia crural o femoral Es, junto con la de Spiegel, la forma más excepcional de las her- nias frecuentes de la pared abdominal. En nuestro medio se esti- ma que su incidencia es del 0,30% si la comparamos con la HI. El anillo femoral se localiza por debajo de la parte anterior del ligamento inguinal, delimitado por su parte anterior por éste, por la posterior por el ligamento pectíneo o de Cooper, en la parte externa por la vena femoral y en la parte media por el ligamento lacunar o de Gimbernat20 . Clínicamente, se manifiesta por una protrusión por debajo del ligamento inguinal. La protrusión de las vísceras es rara, aunque el riesgo de incarceración es elevado. Es más frecuen- te en las niñas que en los niños, con una relación de 3:1, y se encuentra por igual en ambos lados. El diagnóstico diferencial debe plantearse con la HI y con el ganglio linfático aumentado de tamaño (ganglio de Cloquet) y/o linfoadenitis. Cabe recordar que una hernia crural o femoral pasa siempre por debajo del ligamento inguinal, mientras que una hernia inguinal pasa por arriba. El tratamiento es quirúrgico y su recidiva poco habitual. Conclusiones Las HPA son siempre subsidiarias de tratamiento quirúrgico. Establecer su diagnóstico y conocer la edad adecuada para su corrección es importante en la práctica médica diaria, ya que permite dar una información adecuada a los padres y la deriva- ción del paciente hacia un centro especializado en su debido momento. Es necesario establecer el diagnóstico diferencial de la HI con el hidrocele, el quiste de cordón espermático y el testículo no descendido. En los 2 primeros casos se trata de «masas» asintomáticas, irreductibles y transiluminables; con frecuencia 234 ©2007 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados
  • 5. Acta Pediatr Esp. 2007; 65(5): 231-235 40 los padres refieren que son más patentes por las tardes que al despertarse por las mañanas, lo que se puede explicar por la acción de la gravedad y una mayor presión abdominal por la actividad. En el tercer caso, una «masa» inguinal y un hemies- croto vacío nos hará sospechar un teste retráctil o no descen- dido. Sin embargo, cuando existen dudas, es correcto y acon- sejable la derivación del paciente a un centro especializado. Su importancia estriba en que, en los 3 casos, la edad de correc- ción difiere de la HI, posponiéndose al tercer año de vida en los 2 primeros, y entre el primer y segundo año en el caso del teste no descendido. Durante las últimas décadas ha habido controversia, respec- to a ciertos parámetros, sobre lo aconsejable que puede ser la exploración inguinal contralateral. En la actualidad, nosotros lo recomendamos en situaciones excepcionales, en caso de niños prematuros, portadores de cromosomopatías, cuadros asocia- dos que se acompañen de un incremento de la presión intrab- dominal y en situaciones con deficiencias higiénico-sociales. Por el material de sutura empleado y la rigurosa técnica de corrección, salvo excepciones puntuales, todos son pacientes subsidiarios de CMA, y no precisan un control ulterior en el hos- pital, salvo indicación expresa del pediatra o médico de familia, perfectamente capacitados para su control (figura 1). Bibliografía 1. Celsus. De medicina. En: Spencer WG, ed. Book VII. Cambridge: Harvard University Press, 1961; 419. 2.De Agustín JC, Aznar A, González J. Protocolos de cirugía pediátri- ca. Madrid: Hospital Militar Gómez Ulla, 1993. 3.Shrock P. The processus vaginalis and the gubernaculum. Surg Clin North Am. 1971; 51: 1.263. 4.Snyder WH, Greaney EH. Inguinal hernia. Pediatric surgery, 2.ª ed. Chicago: Year Book Medical Publisher, 1969; 692. 5.Tam PKM, Lister J, Irving JM, eds. Inguinal hernia in neonatal sur- gery, 3.ª ed. Londres: Butterworth, 1990; 367. 6. Rowe MI, Copelson LW, Clatworthy HW. The patent processus vaginalis and the inguinal hernia. J Pediatr Surg. 1969; 4: 102. 7.Grosfeld JL. Current concepts in inguinal hernia in infants and chil- dren. World J Surg. 1989; 13: 506. 8.Harper RG, García A, Sia C. Inguinal hernia: a common problem of premature infants weighing 1,000 grams or less at birth. Pediat- rics. 1975; 56: 112. 9. Skandalakis JE, Gray SW, Rowe JS. Complicaciones anatómicas en cirugía general. McGraw Hill, 1984. 10.Walther-Larsen S, Rasmussen LS. The former preterm infant and risk of post-operative apnoea: recommendations for management. Acta Anesthesiol Scand. 2006; 50: 888-893. 11. Miltenburg DM, Nuchtern JG, Jaksic T. Meta-analysis of the risk of metachronous hernia in infants and children. Am J Surg. 1997; 174. 12.Moore TC, Stokes GE. Gastroschisis: report of two cases treated by modification of Gross operation for onphalocele. Surgery. 1953; 33: 112-120. 13.Gray SW, Skandalakis JC. Anomalías congénitas: embriogénesis, diagnóstico y tratamiento. Barcelona: Editorial Pediátrica, 1975; 433. 14.Jones PG. Pediatría quirúrgica: clínica, diagnóstico y tratamiento. Barcelona: Ed. Científico-Médica, 1972; 206. 15.Singer JA, Mansperger AR. Spigelian hernia. Arch Surg. 1973; 107: 515. 16.Al-Salem AH. Congenital Spigelian hernia and cryptorchidism: cause or coincidence? Pediatr Surg Int. 2000; 16: 433-436. 17.O'Sullivan O, Bannon C, Clyne O, Flood H. Hipospadias associa- ted undescended testis in a Spigelian hernia. Ir J Med Sci. 1998; 175(1): 77. 18.Komura J, Yano H, Uchida M, Shima I. Pediatric Spigelian hernia: reports of three cases. Surg Today. 1994; 24(12): 1.081-1.084. 19.Azuma T, Nakamura S, Hatakeyama G, Nagahara T, Yonekura T, Kashiwai A, et al. A Spigelian hernia in an infant. Osaka City Med J. 1992; 38(2): 155-160. 20.McVay CB. The anatomic basis for inguinal and femoral hernio- plasty. Surg Gynecol Obstet. 1974; 139: 931. 235 ©2007 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados