El Proyecto BioGenoma de la Tierra (EBP) tiene como objetivo secuenciar en una década los genomas de las 1,5 millones de especies eucariotas conocidas. Juan Carlos Castilla propuso crear un Banco Amazónico de Códigos que almacene datos biológicos de la Amazonía usando blockchain para rastrear el uso comercial de los datos y distribuir pagos automáticos. En Davos se anunció que el EBP ayudará a recopilar datos para el banco y que el foro aumentará el apoyo para el proyecto
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Genomics
Secuenciando el mundo
Cómo mapear el ADN de todas las especies de plantas y animales conocidas en
la Tierra
EN NOVIEMBRE DE 2015, 23 de los peces gordos de la biología se encontraban
en la Institución Smithsonian, en Washington, DC, para planear un esquema
grandioso. Han pasado 12 años desde la publicación de la secuencia genética
completa del Homo sapiens. Los genomas de otros organismos se han descifrado
en un período intermedio, pero la forma de hacer los proyectos se sentía poco
sistematizado (se hacían poco a poco). Algunos fueron excepcionalmente
predecibles, como pollos, miel de abejas y arroz. Otro fueron más ambiciosos, como
los intentos de hacer muestras de biodiversidad de vertebrados, insectos y
arácnidos, observando representantes de mil géneros dentro de estos grupos, pero
esto avanzaba lentamente. Lo que era necesario, concluyó el comité, era un
proyecto con la escala y el alcance del Proyecto original del Genoma Humano. Su
objetivo, decidieron, debía ser reunir secuencias de ADN de especímenes de toda
la vida compleja en la Tierra. Decidieron llamarlo el Proyecto BioGenoma de la
Tierra (EBP, por sus siglas en inglés Earth BioGenome Project).
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Casi al mismo tiempo que esta reunión, un empresario peruano que vivía en
São Paulo, Brasil, estaba formulando un plan audaz propio. Juan Carlos Castilla
Rubio quería cambiar la economía de la cuenca del Amazonas, alejándola de
industrias como la minería, la tala y la ganadería, y basándola en la explotación de
los organismos vivos de la región y la información biológica que encarnaban. Al
menos dos veces en el pasado (con los negocios de las plantaciones de caucho, o
de los inhibidores de la ACE, drogas derivadas del veneno de serpiente que servían
para la presión sanguínea) los organismos amazónicos han ayudado a crear
industrias por valor de miles de millones de dólares. La explosión de conocimiento
biológico de hoy, sintió Castilla, presagiaba muchas más oportunidades similares.
Sin embargo, para el cambio que tenía en mente que ocurriera, razonó que
tanto los que vivían en la cuenca del Amazonas como los que la gobernaban
tendrían que compartir los beneficios de esta supuesta nueva economía. Y una
parte de asegurar que esto ocurriera sería idear una forma de detener la repetición
de lo que ocurrió con el caucho y los inhibidores de la ACE, es decir, su apropiación
por parte de firmas extranjeras, sin regalías o ingresos tributarios para la población
local.
Tal pensamiento no era exclusivo del Sr. Castilla. Un acuerdo internacional
llamado el protocolo de Nagoya ya otorgaba derechos legales al país de origen del
material biológico explotado. Lo que es único, o al menos inusual, acerca del
enfoque de Castilla, es que también entendía cómo las regulaciones destinadas a
hacer cumplir tales derechos podían obstaculizar la investigación necesaria para
convertir el conocimiento en ganancias. Con ese fin, él se ha dedicado a la cuestión
de cómo crear una biblioteca abierta de los datos biológicos del Amazonas (en
particular las secuencias de ADN) de forma que también puedan rastrear quién hace
qué con esos datos y distribuir automáticamente parte de cualquier valor comercial
que resulte de tales actividades para el país de origen. Él llama a su idea el Banco
Amazónico de Códigos.
Ahora, bajo los auspicios de la reunión anual del Foro Económico Mundial en
Davos, una estación de esquí suiza, estas dos ideas se han unido. El 23 de enero
se anunció que el EBP ayudará a recopilar los datos que se almacenarán en el
banco de códigos. El foro, por su parte, aumentará el apoyo para la aventura entre
los archipámpanos1 del mundo, y con suerte también algo de dinero.
Ramificando
1 Persona de alto mando, poderoso.
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El objetivo declarado de la EBP es secuenciar, en una década, los genomas de
todas las 1,5 millones de especies conocidas de eucariotas. Estos son organismos
que tienen núcleos adecuados en sus células, a saber, plantas, animales, hongos y
una gama de organismos unicelulares llamados protistas. (Dejará a otros secuenciar
bacterias y arqueas, los grupos de organismos sin núcleos adecuados). El plan es
utilizar los primeros tres años para descifrar, en detalle, el ADN de un miembro de
cada familia de eucariotas. Las familias son el grupo taxonómico por encima del
nivel del género (los zorros, por ejemplo, pertenecen al género Vulpes en la familia
Canidae) y los eucariotas comprenden aproximadamente 9.300 de ellos. Los
siguientes tres años estarían dedicados a crear secuencias más estimativas de una
especie de cada uno de los 150.000 géneros eucariotas. Las especies restantes se
secuenciarían, con menos detalle aún, durante los últimos cuatro años del proyecto.
Es un calendario ambicioso. La primera parte requeriría descifrar más de
ocho genomas por día; la segunda casi 140; la tercera, aproximadamente 1.000.
Para comparación, el número de genomas eucarióticos secuenciados hasta ahora
es de aproximadamente 2.500. No es, sin embargo, la cantidad de secuencias
involucrada la parte desalentadora de la tarea. Esa es simplemente una cuestión de
comprar suficientes máquinas de secuenciación y contratar suficientes técnicos
para ejecutarlas. Por el contrario, lo que probablemente disminuya la velocidad es
la recolección de las muestras que se secuenciarán.
Para la secuenciación, uno de los espíritus fundadores de EBP, Harris Lewin,
genómico de la Universidad de California, Davis, estima que la extracción de datos
genéticos de buena calidad de una especie previamente no examinada requerirá
entre $ 40.000 y $ 60.000 para mano de obra, reactivos y costos amortizados de la
máquina. La parte de alto grado a nivel familiar del proyecto alcanzará unos 500
millones de dólares.
Los grandes centros de secuenciación como BGI en China, el Centro de
Recursos Genómicos de la Universidad Rockefeller en Estados Unidos y el Instituto
Sanger en Gran Bretaña, así como una serie de operaciones más pequeñas, están
ansiosos por compartir este pozo. Para las últimas etapas más crudas del proyecto,
Complete Genomics, una startup californiana comprada por BGI, cree que puede
reducir el costo de una secuencia provisional a $ 100. Un secuenciador de mano
hecho por Oxford Nanopore, una compañía británica, puede ser capaz de coincidir
con eso y también hacer que la tecnología sea portátil.
La parte del proyecto que es realmente desalentadora, es la tarea de
ensamblar los especímenes necesarios. Algunos de ellos, tal vez 500.000 especies,
pueden provenir de jardines botánicos, zoológicos o lugares como el Smithsonian
(el herbario de los cuales cuenta con 5 millones de ítems, que representan alrededor
de 300.000 especies). El resto debe ser recolectado del campo. El Dr. Lewin espera
que el proyecto estimule la innovación en la recolección y el procesamiento. Esto
podría involucrar tecnología tanto alta (drones autónomos) como baja (alistando
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legiones de científicos ciudadanos cazadores de muestras). Sin embargo, suena
como un esfuerzo de varias décadas.
También existe el esfuerzo de sobrellevar el peligro de toparse con el
protocolo de Nagoya. Los permisos deberán solicitarse a cada gobierno cuyo
territorio se muestrea. Esa será una pesadilla burocrática. De hecho, John Kress,
del Smithsonian, otro de los fundadores de la EBP, dice que muchas empresas de
secuenciación anteriores se han hundido en la roca de tal permiso. Y es por eso
que aquellos que dirigen el EBP están tan interesados en reclutar al Sr. Castilla y
su banco de códigos.
Depositando en él
La idea del banco de códigos es construir una base de datos de información
biológica usando blockchain2. Aunque el blockchain es más conocido como la
tecnología que sustenta el bitcoin y otras criptomonedas, tiene otros usos. En
particular, pueden emplearse para crear "contratos inteligentes" que se supervisan
y ejecutan a sí mismos. Obtener acceso al banco de códigos del Sr. Castilla
significaría celebrar un contrato de ese tipo, que rastrearía cómo se utilizó
posteriormente el conocimiento así explotado. Si tal uso fuera comercial, un pago
se transferiría automáticamente a los propietarios designados de los datos
descargados. El Sr. Castilla espera que una demostración de prueba del principio
de su plataforma esté lista dentro de unos meses.
En teoría, los contratos inteligentes de este tipo darían tranquilidad a los
gobiernos sobre la biopiratería, al tiempo que alentarían a las personas a
experimentar con los datos. Y los datos genómicos son, en opinión de Sr. Castilla,
solo el comienzo. Él ve el Banco Amazónico de Códigos finalmente abarcando toda
clase de compuestos biológicos (como los venenos de serpiente del tipo utilizado
para crear inhibidores de la ECA, por ejemplo) o incluso características del
comportamiento, como el movimiento de las colonias de hormigas armadas libre de
congestión, que ha inspirado algoritmos para coordinar flotas de autos autónomos.
Su objetivo final es aventurarse más allá de la Amazonía misma, y combinar su
repositorio planificado con otros similares en otras partes del mundo, creando un
Banco de Códigos de la Tierra.
Es necesario que se haga todo lo posible para que este esfuerzo tenga éxito,
reconoce Dominic Waughray, que supervisa las alianzas público-privadas en el Foro
Económico Mundial. Aquellos que trabajan en diferentes especies deben acordar
estándares comunes de calidad del genoma. Las personas necesitan ser seducidas
para estudiar organismos hasta ahora descuidados. Los países que comparten
recursos biológicos (la cuenca del Amazonas, por ejemplo, se divide entre nueve
2 Cadenas de bloques.
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estados) idealmente deberían cooperar en repositorios comunes. Y los gobiernos
deben resistir el cabildeo de los intereses creados en las industrias extractivas,
deseosos de preservar el acceso a la tierra, los minerales o la madera, y que el plan
del Sr. Castilla pretende en última instancia reducir.
En cuanto al dinero, ese es el motivo del anuncio en Davos. Al salpicar el
vínculo entre el EBP y el banco de códigos frente a muchas de las personas más
ricas del mundo, los que están detrás de las dos empresas no agitan sus latas de
recolección tan discretamente. El EBP ya recibió $ 100 millones de los $ 500
millones necesarios para su primera fase. El banco del código, mientras tanto, ha
despertado el interés de los gobiernos brasileño y peruano.
Para los participantes, las recompensas del éxito serían diferentes. El Dr.
Lewin, el Dr. Kress y sus compadres podrían, si el EBP tiene éxito, usar las
conexiones evolutivas entre genomas para idear una versión definitiva del árbol de
la vida eucariótica. Eso ofrecería a los biólogos lo que la tabla periódica ofrece a los
químicos, es decir, un marco claro dentro del cual operar. El Sr. Castilla, por su
parte, habría reescrito las reglas del comercio internacional al incorporar la materia
prima de la biotecnología en un patrón ordenado de propiedad. Si, como muchos
sospechan, la biología demuestra ser para las industrias futuras lo que la física y la
química han sido para las industrias pasadas, eso sería una hazaña de valor
perdurable.