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LA EXPIACON DE JESUCRISTO
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LA EXPIACIÓN DE
JESUCRISTO
EN EL JARDÍN DE
GETSEMANÍ
Por
Raúl E. Fuentes Díaz
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
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Nota al lector: Antes de presentar a su consideración el presente
trabajo, es necesario dejar claramente establecido que esta obra
no cuenta con la debida autorización de La Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días y no representan
necesariamente la postura de la Iglesia. Asumo la
responsabilidad total solamente por la recopilación de esta obra.
© Todos los derechos reservados por Intellectual Reserve, Inc.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
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Por
Raúl E. Fuentes Díaz
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
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LA EXPIACIÓN DE
JESUCRISTO
EN EL JARDÍN DE
GETSEMANÍ
Por
Raúl E. Fuentes Díaz
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
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Dedicado a mis hijos
Saríah, Jared y Benjamín
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
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PREFACIO
Jesucristo fue la única persona capaz de llevar a cabo la
Expiación por toda la humanidad. Gracias a Su Expiación, todas
las personas resucitarán y quienes hayan obedecido Su
Evangelio recibirán el don de la vida eterna con Dios.
La Expiación de Jesucristo nos da la oportunidad de superar la
muerte espiritual que viene como resultado del pecado y, al
efectuar y guardar convenios sagrados, obtener las bendiciones
de la vida eterna.
El sacrificio Expiatorio de Jesús se realizó en el jardín de
Getsemaní y en la cruz del Calvario. En Getsemaní, se sometió a
la voluntad del Padre y comenzó a tomar sobre Sí los pecados de
todas las personas. Él nos ha revelado algo de lo que
experimentó al pagar el precio de nuestros pecados.
En la cruz, permitió que le sobreviniera la muerte. Después, Su
cuerpo fue puesto en un sepulcro hasta que resucitó y llegó a ser
las ―primicias de los que durmieron‖. Mediante Su muerte y Su
resurrección, Él venció la muerte física por todos nosotros.
La Expiación de Jesucristo, el mayor acontecimiento que jamás
haya ocurrido, hace posible que todas las personas reciban el
perdón de sus pecados y moren con el Padre Celestial y
Jesucristo por toda la eternidad. Debido a que la Expiación hizo
necesario que Jesucristo sufriera de infinitas maneras, Él tiene
una empatía perfecta por cada uno de nosotros.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
16
INDICE
1. Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor.........................18
2. La realidad del Cristo resucitado....................................33
3. La divina misión de Cristo sobre la tierra.......................39
4. Jesucristo el Primgenito hijo de Dios.............................45
5. El hijo Unigénito de Dios vino a la tierra.......................51
6. El acto supremo de caridad realizado por Jesucristo......61
7. Jesús no ha muerto..........................................................74
8. La naturaleza divina de Jesucristo..................................82
9. Jesucristo un ser infinito y eterno...................................90
10. La gracia del Salvador nos bendice................................98
11. La expiación de Jesucristo prevalecerá........................110
12. Jesucristo escogido y preordenado...............................114
13. Por medio de la expiación somos perdonados..............121
14. El plan de misericordia.................................................129
15. Jesucristo el autor de eterna salvación..........................135
16. El ungido hijo de Dios padece en el Gólgota...............140
17. La naturaleza divina del Unigénito..............................144
18. Jesús el Mesias esperado..............................................146
19. El grandioso y supremo sacrificio de Cristo..................149
20. Las dimensiones de la expiación...................................155
21. La Divinidad del Mesias prometido..............................160
22. El plan divino de la crucifixión.....................................171
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
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23. El plan de salvación.......................................................178
24. La gozasa mañana de la resurrección............................186
25. La vital importancia de la resurrección........................196
26. La agonía en el jardín de Getsemaní.............................202
27. Jesús se levantó como un ser resucitado.......................212
28.Los profetas testifican de la expiación..........................218
29. Bibliografia...................................................................228
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
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CAPITULO 1
JESUCRISTO, NUESTRO
SALVADOR Y REDENTOR
"De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna" (Juan 3:16.)
El Evangelio de Cristo "es poder de Dios para salvación de todo
aquel que cree" (Romanos 1:16.);
Y que la obra de Cristo y su gloria es, según sus propias
palabras:
"Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre."
(Moisés 1:39)
Que podamos entender el significado de este pasaje bíblico:
"Yo sé que mi Redentor vive." (Job 19:25.)
Debido a la gran duda que existe en el mundo respecto a la
existencia de Dios y su Hijo Jesucristo, duda que ha sido vertida
por hombres de influencia, incluyendo ministros del Evangelio,
algunos de nuestros jóvenes están haciendo preguntas como
éstas: ¿Fue efectivamente Jesucristo el Hijo de Dios? ¿Fue
crucificado y resucitó literalmente? ¿Es el Evangelio algo más
que un código de normas morales?
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
19
Antes de analizar estas preguntas, quisiera subrayar el hecho de
que aquellos que dudan de la existencia y el poder de Dios y su
Hijo, y del propósito de la misión de Jesucristo sobre la tierra,
aceptan sin lugar a dudas el hecho de que el hombre, no obstante
su limitada capacidad, puede poner en el espacio objetos
inanimados y mantenerse en contacto con ellos, recibiendo y
enviando mensajes bajo un control casi perfecto, y que dirigen
sus rutas aún hasta el punto de haber logrado tocar la luna. Sin
embargo, esas mismas personas dudan que Dios, el Creador de
todas las cosas, pueda hablar con el hombre, y que las oraciones
puedan ser y sean por lo regular contestadas.
Las escrituras nos hablan extensamente acerca de la venida de
Jesucristo, de su misión, crucifixión y resurrección, del mensaje
de amor y paz, y del Plan de Salvación que trajo a este mundo.
Pero no todas las Escrituras que nosotros actualmente tenemos
son aceptadas por toda la gente de este mundo; el Antiguo
testamento es aceptado por los judíos como la palabra de Dios, y
tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son aceptados por
los católicos y protestantes como la palabra de Dios.
Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Ultimos Días, aceptan el Antiguo Testamento, el Nuevo
Testamento, y también el Libro de Mormón como la palabra de
Dios: además las Doctrinas y Convenios y la Perla de Gran
Precio; todos estos son los libros canónicos de Iglesia. No existe
conflicto entre las enseñanzas del Antiguo y Nuevo
Testamentos, de la Biblia y el Libro de Mormón, de las
Doctrinas y Convenios y la Perla de Gran Precio, todos ellos
contienen el mensaje del Evangelio tal como fue declarado por
Dios a sus profetas desde Adán hasta José Smith, y por
Jesucristo mismo cuando visitó personalmente tanto el Antiguo
como el Nuevo Continente. Es mi intención citar algunas de las
escrituras que nos proporcionan evidencias irrefutables y que nos
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
20
dan testimonio de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y el
Salvador del mundo.
Una de las pruebas más grandes de que El es el Hijo de Dios y
de que fue elegido para ser el Salvador del mundo, es el hecho
de que su nacimiento y misión fueron predichas sobre la tierra
muchos siglos antes de su cumplimiento. Este acontecimiento
fue visto y predicho por Adán, Enoc, Moisés, Job, David,
Zacarías, Isaías, Miqueas, Lehi, Nefi, Jacob, el Rey Benjamín,
Alma, Abinadí, Samuel y muchos otros, incluyendo María, la
madre de Jesús.
Moisés dice que después que Adán y Eva su esposa, fueron
arrojados del Jardín del Edén al mundo triste y solitario,
invocaron el nombre del Señor y le ofrecieron sacrificios:
"Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a
Adán y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le
contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó.
Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una semejanza del
sacrificio del Unigénito del Padre, el cual es lleno de gracia y
de verdad.
Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del
Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo
para siempre jamás.
Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo, que da
testimonio del Padre y del Hijo, diciendo: Soy el Unigénito del
Padre desde el principio, desde ahora y para siempre, para que
así como has caído puedas ser redimido; y también todo el
género humano, sí, cuantos quieran. (Moisés 5:6-9)
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
21
Y así se empezó a predicar el evangelio desde el principio,
siendo declarado por santos ángeles enviados de la presencia de
Dios, y por su propia voz, y por el don del Espíritu Santo."
(Moisés 5:58.)
Desde entonces esta información ha venido siendo transmitida
de padres a hijos, y por lo tanto, la familia humana, así paganos
como cristianos, han conservado una vaga esperanza acerca de la
venida de un cierto Dios y Salvador que los redima de los males
de la mortalidad. Por causa de la apostasía y las falsas
enseñanzas, los hombres han tergiversado las ideas y creencias
acerca de Jesús el Cristo; a pesar de eso y debido al interés que
Dios tiene en ayudar al hombre a lograr la inmortalidad y vida
eterna, ha creído conveniente enseñar a su pueblo a través de sus
profetas escogidos en las diferentes dispensaciones, que Jesús es
el Cristo y que sólo en El y por medio de El podrán obtener su
salvación. Enoc vió la venida del Hijo del Hombre, aún en la
carne y vió que levantaban al Hijo del Hombre sobre la cruz a la
manera de los hombres y al Hijo del Hombre ascender al Padre.
“. . . Enoc vio el día de la venida del Hijo del Hombre en la
carne; y se regocijó su alma, y dijo: El Justo es levantado, y
muerto es el Cordero desde la fundación del mundo; y por
medio de la fe estoy en el seno del Padre, y he aquí, Sion está
conmigo.” (Moisés 7:47-49.)
No es posible citar más que algunas de las visiones y profecías
acerca de la venida del Salvador: setecientos años antes de que
Jesús naciese, Isaías pronunció esta profecía:
"Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado
estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable,
Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz (Isaías
9:6.)
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
22
También profetizó que Jesucristo nacería de una virgen, que
sería despreciado y desechado por los hombres, que iría como un
cordero al matadero, que intercedería por los transgresores, y
agrega:
"Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros
dolores, y nosotros le tuvimos por azotado, herido por Dios y
afligido." (Isaías 53:4-12.)
En el Libro de Mormón encontramos que, a partir del año 600
antes de Cristo hasta el tiempo de su nacimiento, muchos
profetas americanos, desde Lehi hasta Samuel el Lamanita,
profetizaron que El nacería de una virgen, y que era el Hijo
Unigénito de Dios en la carne, que sanaría a los enfermos y
bendeciría a los pobres, que enseñaría entre el pueblo con poder
y gloria, que seria juzgado y crucificado por los hombres; y que
todo aquel que creyere en El tendría vida eterna.
"Y si creéis en su nombre, os arrepentiréis de todos vuestros
pecados, para que de ese modo logréis una remisión de ellos por
medio de los méritos de él." (Helamán 14:13.)
En el libro de Lucas está registrado, que el ángel le dijo a María:
"Y he aquí, concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y
llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor
Dios le dará el trono de David, su padre.
Y reinará en la casa de Jacob para siempre, y de su reino no
habrá fin." (Lucas·1:31-33.)
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
23
Muchos se preguntan sorprendidos por qué los pastores y los
Reyes Magos estaban a la expectativa y cómo fue que
reconocieron la señal que anunció el nacimiento del Salvador.
Ellos aguardaban la aparición de una nueva estrella, esta señal y
otras más habían sido dadas por los profetas antiguos, y todos
aquellos que estudiaron dichas profecías, estaban preparados
para reconocerlas cuando se presentaran; qué cosa tan
conmovedora es conocer, tal como la registra el evangelio de
San Mateo, la historía de los Reyes Magos quienes venían del
Oriente siguiendo la estrella, y habiendo llegado a Jerusalén
preguntaron:
". . . ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque su
estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle." (Mateo
2:2.)
Se les dijo que fuesen a Belén donde debía de nacer tal como lo
había predicho el Profeta Miqueas. Efectivamente, cuando
llegaron a Belén encontraron al niño con su madre, María, y
postrándose, le adoraron.
Las Escrituras mencionadas, son testimonios de aquellos a
quienes les fue declarado por ángeles o por Dios mismo, muchos
años antes del nacimiento de Jesús, que El era el Hijo de Dios,
que vendría y moraría entre los hombres, que sería crucificado y
resucitaría, y que todo esto sucedería para la salvación de la
humanidad.
Muchos de los que convivieron con El mientras estuvo en la
tierra, nos dejaron su testimonio de que El es el Hijo de Dios; y
más aún, el Nuevo Testamento nos da una hermosa y brillante
historia de la vida mortal de Jesús, de su mensaje de amor y
salvación y también de su crucifixión y resurrección.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
24
Tenemos también el testimonio del apóstol Pedro registrado en
el Evangelio de San Mateo, cuando Cristo dirigiéndose a sus
discipúlos, les dijo:
". . . Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondió Simón Pedro y dijo: ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios viviente!
Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres,
Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre,
sino mi Padre que está en los cielos." (Mateo 16:15-17.)
Imaginen al apóstol Pablo cuando fue presentado encadenado
ante el rey Agripa para ser juzgado y sin miedo y con plena
convicción se defendió a sí mismo, confesó que había
perseguido a los cristianos, y que cuando eran condenados a
muerte, consentía en ello, y aún más, daba su voto. Luego relató
la visión que recibió mientras se dirigía a Damasco persiguiendo
a los santos, diciendo:
"Cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del
cielo que sobrepujaba al resplandor del sol, la cual me rodeó a
mí y a los que iban conmigo.
Y habiendo caído todos nosotros a tierra, oí una voz que me
hablaba y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué ame
persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy
Jesús, a quien tú persigues." (Hechos 26:13-15.)
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
25
Entonces Pablo dió testimonio de que fue enviado a declarar a la
gente que Cristo le había aparecido, y exhortarlos a convertirse y
a hacer obras dignas de arrepentimiento, y añadió:
"Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el templo,
intentaron matarme." (Hechos 26:21.)
Y continuando con su propia defensa, agregó:
"¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? ¡Yo sé que crees!
Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a
hacerme cristiano.
Y Pablo dijo: ¡Quiera Dios que por poco o por mucho, no
solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis
hechos como yo soy, excepto estas cadenas!" (Hechos 26:27-29.)
Luego que fue puesto en libertad, Pablo continuó predicando,
dando su testimonio a los romanos, a los corintios, a los efesios
y a muchos otros pueblos, de que Jesús le había aparecido y le
había instruído, y que El era el Cristo y el Salvador del mundo.
Permítaseme ahora referirme al hermoso Sermón del Monte
pronunciado por Jesucristo mismo, en el cual amonestó a la
humanidad en la manera siguiente:
"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas." (Mateo 6:33.)
Y continuó diciendo:
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
26
"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos." (Mateo 7:21.)
Otro testimonio conmovedor del amor de Cristo dado mientras
agonizaba en la cruz, se encuentra en estas palabras:
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas
23:34.)
Y cuando uno de los ladrones le dijo:
". . . Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso." ( Lucas 23:42-43.)
Finalmente Jesús clamando a gran voz, dijo:
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho
esto, expiró." (Lucas 23:46.)
En la madrugada del domingo siguiente a su crucifixión, la
devota María Magdalena y la otra María vinieron al sepulcro, y
el ángel que había removido la piedra les dijo:
"Y respondiendo el ángel, dijo a las mujeres: No temáis
vosotras, porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue
crucificado.
No está aquí, porque ha resucitado, así como dijo. Venid, ved el
lugar donde fue puesto el Señor.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
27
E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre
los muertos; y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le
veréis. He aquí, os lo he dicho." (Mateo 28:5-7.)
Los discípulos se hallaban congregados discutiendo si
verdaderamente el Señor habría resucitado y aparecido a Simón
Pedro.
Y mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en
medio de ellos y les dijo: Paz a vosotros.
Entonces ellos, espantados y atemorizados, pensaban que veían
un espíritu.
Mas él les dijo: ¿Por qué estáis turbados y surgen dudas en
vuestros corazones?
Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved,
porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo
tengo.
Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies." (Lucas 24:36-
40.)
Tomás, quien no estaba presente, no creyó que Jesús les había
aparecido, pero ocho días después Jesús volvió a aparecer a sus
discípulos y Tomás estaba entre ellos y le dijo:
". . . Pon aquí tu dedo y mira mis manos; y acerca acá tu mano
y ponla en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
28
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, has creído;
bienaventurados los que no vieron y creyeron.
Y también hizo Jesús muchas otras señales en presencia de sus
discípulos, las cuales no están escritas en este libro.
Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo,
el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su
nombre." (Juan 20:27-31.)
Habiendo Jesús hablado a sus apóstoles y mientras ellos le
contemplaban:
". . . fue alzado; y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.
Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entretanto que él
se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones vestidos de
blanco,
Los que también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis
mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de
entre vosotros arriba al cielo, así vendrá como le habéis visto ir
al cielo." (Hechos l: 10-11.)
En el Libro de Mormón encontramos otros testimonios de que
Jesucristo apareció después de su resurrección a los habitantes
del continente americano, y la multitud oyó una voz que decía:
“He aquí a mi Hijo Amado, en quien me complazco, en quien he
glorificado mi nombre: a él oíd.
Y aconteció que al entender, dirigieron la vista hacia el cielo
otra vez; y he aquí, vieron a un Hombre que descendía del cielo;
y estaba vestido con una túnica blanca; y descendió y se puso en
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
29
medio de ellos. Y los ojos de toda la multitud se fijaron en él, y
no se atrevieron a abrir la boca, ni siquiera el uno al otro, y no
sabían lo que significaba, porque suponían que era un ángel que
se les había aparecido.
Y aconteció que extendió la mano, y habló al pueblo, diciendo:
He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que
vendría al mundo." (3 Nefi 11:7-10.)
Y ocurrió que les habló el Señor, diciendo:
Levantaos y venid a mí, para que metáis vuestras manos en mi
costado, y para que también palpéis las marcas de los clavos en
mis manos y en mis pies, a fin de que sepáis que soy el Dios de
Israel, y el Dios de toda la tierra, y que he sido muerto por los
pecados del mundo.
Y aconteció que los de la multitud se adelantaron y metieron las
manos en su costado, y palparon las marcas de los clavos en sus
manos y en sus pies; y esto hicieron, yendo uno por uno, hasta
que todos hubieron llegado; y vieron con los ojos y palparon
con las manos, y supieron con certeza, y dieron testimonio de
que era él, de quien habían escrito los profetas que había de
venir. (3 Nefi 11:13-15.)
Estos testimonios fueron dados por hombres rectos, quienes no
tenian ninguna necesidad de mentir, engañar o embaucar al
pueblo, y quienes al contrario, continuaron testificando que
habían visto a Jesucristo antes, durante y después de su
crucifixión y resurrección. Estos testimonios son acerca del
Señor resucitado; no son del Maestro Jesús, no de Jesús de
Nazaret, sino del Señor Jesús, del Redentor de la humanidad.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
30
¿Por qué los hombres del mundo dudan de la veracidad
irrefutable de los testimonios declarados por estos grandes
profetas, privándose a sí mismo y a sus familias de la guía del
Espíritu del Señor? Os exhorto a vosotros, los que tenéis dudas,
a seguir la admonición de Moroni a que:
"Preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si
no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón
sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os
manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo."
(Moroni 10:4.)
Uno de los testimonios más sobresalientes de todas las épocas,
acerca de la divinidad de Jesucristo, es el que fue dado por el
profeta José Smith; en nuestra dispensación, hace más o menos
unos doscientos años, cuando este joven se dirigió a una
arboleda y allí humildemente preguntó a Dios el Padre a qué
Iglesia debía unirse. Escuchemos su experiencia a través de sus
propias palabras:
". . . Me arrodillé y empecé a elevar a Dios el deseo de mi
corazón. Apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó
de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan
asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo
que no pude hablar. Una densa obscuridad se formó alrededor
de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una
destrucción repentina.
Mas esforzándome con todo mi aliento por pedirle a Dios que
me librara del poder de este enemigo que se había apoderado de
mí, y en el momento en que estaba para hundirme en la
desesperación y entregarme a la destrucción —no a una ruina
imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo invisible
que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
31
sentido en ningún otro ser— precisamente en este momento de
tan grande alarma vi una columna de luz, más brillante que el
sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente
descendió hasta descansar sobre mí.
No bien se apareció, me sentí libre del enemigo que me había
sujetado. Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a
dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción.
Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo,
señalando al otro: Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!
Había sido mi objeto recurrir al Señor para saber cuál de todas
las sectas era la verdadera, a fin de saber a cuál unirme. Por
tanto, luego que me hube recobrado lo suficiente para poder
hablar, pregunté a los Personajes que estaban en la luz arriba
de mí, cuál de todas las sectas era la verdadera (porque hasta
ese momento nunca se me había ocurrido pensar que todas
estuvieran en error), y a cuál debía unirme.
Se me contestó que no debía unirme a ninguna, porque todas
estaban en error. . . " (José Smith 2:15-19.)
Al salir del bosque, el joven Smith sabía —tan seguro como que
él vivía— que Dios y Jesucristo viven, que se le había aparecido
y hablado con él en respuesta a su humilde oración. Cuando
relató esta experiencia y su visión, a los ministros y a otras
personas, a pesar de ser un desconocido joven de catorce años de
edad, fue perseguido, ridiculizado, y atormentado por los
dirigentes de las principales sectas de esos días. No obstante eso,
él continuó proclamando su testimonio: que él había tenido una
visión, que Dios sabía que él la había recibido, y que no podía
negarla.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
32
Otra visión es aquella que fue dada al profeta José Smith y a
Sidney Rigdon, poco más de un año después de la organización
de la Iglesia, la cual da un fuerte testimonio de que Jesús es el
Cristo en estas palabras:
"¡Oíd, oh cielos, escucha, oh tierra, y regocijaos, vosotros los
habitantes de ellos, porque el Señor es Dios, y aparte de él no
hay Salvador!
. . . Fueron abiertos nuestros ojos e iluminados nuestros
entendimientos por el poder del Espíritu, al grado de poder ver
y comprender las cosas de Dios. . .
Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de
él, este es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos
de él: ¡Que vive!
Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz
testificar que él es el Unigénito del Padre;
Que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron
creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para
Dios." (Doc. y Con. 76:1, 12, 22-24.)
Por el poder del Espíritu Santo, sin duda alguna podemos llegar
saber que Dios vive, que Jesús es el Cristo, el Redentor del
mundo, que vino y moró entre los hombres, que voluntariamente
dió su vida, por cada uno de nosotros.
Si todos los habitantes del mundo aceptaran a Jesucristo como el
Hijo de Dios, y guardaran sus mandamientos, no habría guerras,
sino "paz y buena voluntad", y lograríamos inmortalidad y vida
eterna.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
33
CAPITULO 2
LA REALIDAD DEL
CRISTO RESUCITADO
''No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que
será para todo el pueblo:
"Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que
es Cristo el Señor.
"Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales,
acostado en un pesebre.
"Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las
huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
"¡Gloria a Dios en las alturas,
"Y en la tierra paz, buena voluntad
"Para con los hombres!" (Lucas 2: 10-14.)
La realidad de Cristo, aunque para muchos no sólo creen sino
que saben con certeza de su existencia y su doctrina. Sin lugar a
dudas, todos aceptamos el hermoso relato de Lucas como uno de
los eventos más grandes que han sucedido en el mundo: el
nacimiento y la resurrección de Cristo.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
34
Lucas, quien nos habla de los pastores y los coros celestiales que
éstos escucharon, fue un hombre educado. Era un doctor griego.
A pesar de que no fue un testigo visual de Cristo, conoció a
muchas personas que lo fueron, y escribió dos relatos que dedicó
a un amigo y a un gobernante. En uno de dichos relatos dice:
"Hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado
mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había
escogido;
A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo
con muchas pruebas indubitables. . . ." (Hechos 1:2-3.)
Cuando Lucas escribió este mensaje estaba ya convencido de la
realidad del Cristo Resucitado y lo aceptaba.
Si queremos progresar espiritualmente y elevarnos por sobre las
cosas terrenales, debemos estar conscientes de la realidad de
Cristo y de la veracidad de su filosofía.
Con toda mi alma creo como el impetuoso Pedro que:
". . . No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en
que podamos ser salvos." (Hechos 4:12.)
En aquellos días Cristo era una realidad para Pedro y hoy día
debe ser tan verdadero como entonces.
Toda la filosofía del progreso del hombre está relacionada con su
divina venida. Es el Hijo de Dios, tomó cuerpo mortal como
nosotros y alcanzó la divinidad, la cual también está a nuestro
alcance.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
35
En el camino del progreso espiritual, hay ciertos pasos
necesarios que debemos dar.
El primer paso hacia el progreso espiritual consiste en estar
conscientes de la libertad. Este principio tuvo origen cuando
Cristo aceptó venir a la tierra. En el principio el Señor pidió que
alguien bajara a la tierra para redimir al género humano. Hubo
uno que respondió diciendo tal vez algo como:
"Envíame a mí, y yo obligaré a todos los hombres a hacer lo que
yo les diga, pero la gloria será para mí."
Y otro respondió:
"Aquí estoy yo, envíame a mí y yo te daré la gloria a ti, Padre."
(Moisés 4:1-2 y Abraham 3:27- 28.)
Este último daría a cada hombre el libre albedrío. Este es el
comienzo del progreso del alma. Dios desea hacer del hombre
algo semejante a El, y para conseguirlo comenzó por hacerlo
libre. Sí, éste es el concepto de la libertad. Podemos hacer lo que
nos parezca, aceptando o rechazando lo más elevado y lo mejor
de la vida; apoyando o negando el egoísmo, la enemistad y al
antagonismo del mundo. Los malos instintos empujan al hombre
a que logre el triunfo a costa de sus semejantes. O por el
contrario, podemos elegir el camino más elevado y angosto.
El segundo paso es el autodominio. Antes de que Cristo
comenzara su ministerio, probó que era capaz de resistir a
Satanás. Fue tentado "en todo según nuestra semejanza" pero no
cedió ni una sola vez y al final declaró:
". . . Confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16:23.)
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
36
Para ascender hay que vencer y conquistar. Se pueden hacer
trampas en los exámenes de la escuela, pero quien las haga
dentro de su corazón sabe que no ha dominado el conocimiento
de la materia.
No se debe ceder ante las tentaciones de la carne, quienes ceden
a ellas se dan cuenta que la felicidad que estaban buscando es
una flor marchita que se desmenuza en sus manos. Llega un
momento en que no puede obtener las sensaciones que busca sin
destruirse físicamente.
El tercer paso es el sentido de responsabilidad. En este aspecto
Cristo es el ejemplo supremo, como lo es en todo. El
verdaderamente dio su vida por los demás.
". . . Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos, pero
el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza." (Mateo
8:20.)
Y sacrificando su bienestar y aún sus necesidades, aconsejó a
todos:
". . . Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen,
haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os
ultrajan y os persiguen." (Mateo 5:44.)
“En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos mas
pequeños, a mí lo hicisteis." (Mateo 25:40.)
Si tienes algo en contra de un hermano, dirígete a él éste es un
principio sublime, que si se aceptara y llevara a la práctica,
resolvería las dificultades en las ciudades y las naciones. Pero el
Salvador no se limitó a aconsejar al que tenía mala voluntad, fue
más allá.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
37
Observen estas palabras:
". . . Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu
hermano tiene algo contra ti.
Deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero
con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda." (Mateo
5:23-24)
La ayuda desinteresada a nuestros semejantes, hace más fácil dar
el cuarto paso: La dedicación a Cristo y al bien. Cuando Jesús se
encontró en la peor crisis, en el jardín de Getsemaní, dijo:
". . . Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya." (Lucas 22:42.)
Dando muestras de su completa sumisión a la voluntad de Dios.
Algunas semanas antes, había anunciado este principio en las
conocidas palabras:
"El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por
causa de mí, la hallará." (Mateo 10:39)
¡Cristo es real! ¡Cristo vive!
Job en medio de su sufrimiento exclamó
". . . Yo sé que mi Redentor vive "
". . . Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a
Dios." (Job 19:25-26.)
La vida de Cristo fue real. Nació de Dios, "el niño de Belén", el
Hombre más perfecto que jamás ha vivido, el Hombre ideal,
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
38
cuyo carácter fue supremo, nuestro Hermano, nuestro Salvador,
el Ungido.
El cumplimiento de los principios del evangelio de Jesucristo
trae paz y felicidad. Esto es lo que Cristo ofrece a este mundo
convulsionado.
Recordemos los ideales de su vida, que debemos esforzarnos
porque toda nuestra vida sea gloriosa al grado que aprendamos a
sacrificarnos por la felicidad de los demás.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
39
CAPITULO 3
LA DIVINA MISIÓN DE
CRISTO SOBRE LA TIERRA
A la muerte de Jesús, los apóstoles estaban muy tristes.
Cuando fue crucificado sus esperanzas murieron por completo.
Su inmenso dolor, la historia de Tomás, la perplejidad de Pedro,
la preparación evidente de un entierro eterno, se combinaron
para ilustrar el temor de que la redención de Israel había
fracasado.
A pesar de las repetidas aseveraciones de Cristo de que volvería,
aparentemente los apóstoles no lo comprendieron por completo.
Durante la crucifixión, estaban asustados y desanimados.
Durante dos años y medio habían sido apoyados e inspirados por
la presencia de Cristo. Pero ahora El se había ido. Quedaban
solos y parecían estar confundidos, asustados y desamparados.
Sólo Juan permaneció junto a la cruz.
El mundo nunca hubiera podido ser conmovido por hombres con
mentes como las de los apóstoles en el día de la crucifixión,
dudosas, vacilantes y desesperadas.
¿Qué fue lo que repentinamente transformó a estos discípulos en
predicadores confiados, valientes y heroicos del evangelio de
Jesucristo? Fue la revelación de que Cristo se había levantado de
la tumba. Había cumplido su promesa y su mision. En las
palabras de un emimente escritor: "El sello de autenticidad final
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
40
y absoluta ha quedado puesto en todas sus declaraciones y la
estampa indeleble de su autoridad divina sobre todas sus
enseñanzas. La tristeza de la muerte se desvaneció con la
gloriosa luz de la presencia del Señor y Salvador resucitado.
"En la evidencia de estos testigos imparciales e incrédulos, tiene
su inexpugnable base "la fe en la resurrección."
Uno de los primeros en escribir su testimonio fue Marcos, cuyo
nombre judío original era Juan. Era primo de Bernabé. No hay
ningún registro que diga que se unió a la Iglesia mientras que
Cristo estaba vivo. Hay razones para creer que fue un converso
de Pedro, quien lo llama cariñosamente: "Marcos mi hijo." (1
Pedro 5:13.) Su madre era creyente y con ella se hospedaron los
apóstoles después de la resurrección, y quizá antes también, y es
probable que Jesús mismo haya estado en su casa la noche de la
traición.
Marcos, entonces, tenía edad suficiente para conocer y tener
trato personal con los hombres que fueron testigos oculares de la
resurrección. Es muy probable que él haya sido el joven que
huyó hacia el jardín de Getsemaní con sólo una sábana
cubriendo su cuerpo desnudo. Es cierto que tuvo amistad con
Pedro, de quien escuchó en esa ocasión -no años después- todos
los detalles acerca de la muerte, entierro y resurrección de Jesús.
El hecho de ser el autor del segundo evangelio nunca ha sido
disputado por las iglesias cristianas, y aún el devastador y
negativo criticismo moderno está dispuesto a considerarlo el
autor de por lo menos la parte principal del presente evangelio.
Marcos no relata la aparición del Señor resucitado, pero testifica
que el ángel en la tumba anunció la resurrección y prometió que
el Señor se reuniría con sus discípulos. De Marcos sabemos de la
primera tumba vacia en todo el mundo. Por primera vez en la
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
41
historia del hombre las palabras "ha muerto", quedaron
substituídas por el divino mensaje "Ha resucitado".
Para él la resurrección no era mítica, ni tampoco problemática o
dudosa -era real-, y la aparición de su Señor y Maestro entre los
hombres era un hecho aceptado en su mente sin ninguna sombra
de duda. Dedicó su vida a la proclamación de esa verdad; y si se
puede creer en la tradición, selló su testimonio con su propia
sangre.
Otra persona que registró el testimonio de los testigos oculares
fue Lucas, un gentil, o como creen algunos un prosélito de
Antioquía en Siria, donde siguió la carrera de médico.
(Colosenses 4:14.)
Lo que escribió fue el resultado de su investigación personal y
fue tomado de todas las fuentes disponibles. Particularmente
entrevistó y registró las declaraciones de aquellos que "desde el
principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la
palabra." Afirma que cuidadosamente trazó todas las cosas
"desde su origen" para poder escribirlas "por orden". Lo cual
quiere decir que Lucas obtuvo el testimonio de estos "testigos
visuales" directamente de ellos y no de narraciones anteriores.
Según todos los testimonios fidedignos, tenemos el testimonio
de Lucas tal como salió de sus manos. En el capítulo 24,
versículos cinco y seis, Lucas testifica del mensaje divino:
". . . ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, sino que ha resucitado ... "
Con igual seguridad en cuanto a su exactitud, podemos aceptar
esta declaración y testimonio concerniente a Pedro y Pablo y
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
42
cada uno de los otros apóstoles que testificaron de la
resurrección.
"A quienes también, después de haber padecido, se presentó
vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles
durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios." (Hechos
1:3.)
¿Quién puede dudar de la absoluta confianza de Lucas en la
realidad de la resurrección?
Es verdad que ni Marcos ni Lucas testifican haber visto
personalmente al Cristo resucitado, y por lo tanto algunos dicen
que sus testimonios no se pueden tomar como una evidencia de
primera clase. Ninguno de los dos testifica de ello, pero están
convencidos de que otros lo vieron y esto demuestra cuán
incontrovertible fue la evidencia entre los apóstoles y otros
discípulos de que la resurrección fue una realidad.
Hay un hombre cuyo testimonio realmente afirma la aparición de
Jesús después de su muerte y entierro, y no solamente corrobora
el testimonio de los dos hombres que he mencionado sino
también el de los otros. Me refiero a Pablo, cuyo nombre judío
era Saulo, un judío de Tarso, educado a los pies de Gamaliel, un
fariseo estricto, y quien antes de su conversión, fue un
encarnizado perseguidor de todos los que creían que Jesús de
Nazaret se había levantado de los muertos. Leemos en el
capítulo 26 de Hechos acerca de su conversión y de la aparición
de Cristo. En este capítulo inmortal, refuerza la fe de los santos
en la resurrección de Cristo como un hecho histórico, muestra
cuán esencial es este hecho para la esperanza cristiana y por
medio de razonamientos y analogías hace a un lado ciertas
objeciones naturalistas a la gran doctrina.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
43
Su testimonio directo y afirmativo de la aparición de Cristo dice:
"Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las
Escrituras;
y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras;
y que apareció a Cefas, y después a los doce.
Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los
cuales muchos viven aún, y otros ya duermen.
Después apareció a Jacobo, y después a todos los apóstoles.
Y al postrero de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, se
me aapareció a mí.
Porque yo soy el más insignificante de los apóstoles, y no soy
digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de
Dios." (1 Corintios 15:3-9.)
La evidencia directa de la resurrección puede declararse de la
siguiente manera: Primero, la repentina y maravillosa
transformación en el espíritu y obra de los apóstoles. Segundo, la
creencia casi universal de la Iglesia primitiva tal como la
registran los evangelios. Tercero, el testimonio directo de Pablo.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimas Días está
con Pedro, Pablo y Santiago, y con todos los otros apóstoles que
aceptan la resurrección no solo como literalmente verdadera,
sino como la consumación de la misión divina de Cristo sobre la
tierra.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
44
Mil ochocientos años después de que Jesús murió sobre la cruz,
José Smith declaró:
" ... Vi una columna de luz, más brillante que el sol,
directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente
descendió hasta descansar sobre mí.
"No bien se hubo aparecido, cuando me sentí libre del enemigo
que me tenía sujeto. Al reposar la luz sobre mí, vi a dos
personajes, cuyo brillo y gloria no admiten descripción, en el
aire arriba de mí. Uno de ellos me habló, llamándome por
nombre, y dijo, señalando al otro: ¡Este es mi Hijo Amado:
Escúchalo!"
Cristo resucitó y lo mismo sucederá con todos los hombres, y
cada cual ocupará el lugar para el que esté mejor preparado en el
mundo venidero. Ya que el amor es tan eterno como la vida, el
mensaje de la resurrección es el más consolador, el más glorioso
que jamás se ha dado al hombre; porque cuando la muerte nos
lleva a un ser querido, podemos mirar con seguridad a la tumba
abierta y decir, "No está aquí, ¡Ha resucitado!".
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
45
CAPITULO 4
JESUCRISTO EL PRIMOGENITO
HIJO DE DIOS
El primer artículo de Fe de la Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Ultimos Días dice:
"Creemos en Dios el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo, y en
el Espíritu Santo."
Hablar sobre Jesucristo, nuestro Redentor, es un tema sagrado,
por los cual es importante obtener un entendimiento más
profundo y una mayor apreciación por el Hijo Unigénito, nuestro
Salvador.
En orden cronológico, nuestra primera información sobre
Jesucristo la obtuvimos en las Escrituras, las cuales nos hablan
de un concilio pre-terrenal al que asistieron todos los hijos
espirituales de Dios. En ese concilio fue presentado el plan del
Padre para el progreso eterno del hombre. Después, Jesucristo se
ofreció y fue elegido para llevar a cabo la expiación requerida y
de esta manera lograr la salvación y exaltación de la humanidad.
Todos los profetas, han testificado que Jesucristo, el primogénito
Hijo espiritual de Dios, fue escogido para ser nuestro Redentor.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
46
Los profetas que precedieron a Jesucristo en esta tierra dieron
testimonio de que El había sido escogido y que vendría a la tierra
a cumplir su misión.
En el principio de los tiempos, mientras Adán ofrecía sacrificio
en obediencia al divino mandamiento, se le apareció un ángel del
Señor y le dijo:
". . . ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó:
No sé, sino que el Señor me lo mandó.
Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una semejanza del
sacrificio del Unigénito del Padre, el cual es lleno de gracia y
de verdad." (Moisés 5:6-7)
Desde ese tiempo hasta el ministerio de Jesucristo, todos los que
habían comprendido el plan de Dios para el progreso eterno del
hombre ofrecieron el mismo sacrificio. El Padre requería esto
para hacerles recordar constantemente que Jesucristo vendría y
llevaría a cabo la expiación como Redentor.
Posteriormente el Señor le dijo a Adán:
". . . Si te vuelves a mí y escuchas mi voz, y crees y te arrepientes
de todas tus transgresiones, y te bautizas en el agua, en el
nombre de mi Hijo Unigénito, lleno de gracia y de verdad, el
cual es Jesucristo, el único nombre que se dará debajo del cielo
mediante el cual vendrá la salvación a los hijos de los hombres,
recibirás el don del Espíritu Santo. . . " (Moisés 6:52)
"Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del
Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo
para siempre jamás. (Moisés 5:8)
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
47
Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, e hicieron saber
todas las cosas a sus hijos e hijas." (Moisés 5:12.)
Desde Adán hasta el meridiano de los tiempos, repetidas veces
se les recordó a los habitantes de la tierra el programa divino de
Dios para la salvación de los hombres, el evangelio de
Jesucristo. Así lo enseñaron Enoc, Noé, Melquisedec, Abraham,
Moisés, Isaías, Jeremías y otros profetas.
Durante los 2.000 años anteriores al nacimiento de Jesucristo,
florecieron en América dos grandes civilizaciones. A ellos
también se les dio a conocer la misión del Salvador. El Libro de
Mormón relata que uno de los líderes fue divinamente guiado
para traer su colonia desde "la gran torre" a América. A éste el
Señor se le apareció y le dijo:
"He aquí, yo soy el que fue preparado desde la fundación del
mundo para redimir a mi pueblo. He aquí, soy Jesucristo. Soy el
Padre y el Hijo. En mí todo el género humano tendrá vida, y la
tendrá eternamente, sí, aun cuantos crean en mi nombre. . . "
(Eter 3:14.)
"He aquí, este cuerpo que ves ahora es el cuerpo de mi espíritu
. . . y así como me aparezco a ti en el espíritu, apareceré a mi
pueblo en la carne." (Eter 3:16.)
El libro de Mormón registra más tarde, por el año 2.000, que la
noche antes de que naciera Cristo "la voz del Señor vino" a otro
profeta americano y dijo: "
¡Alza la cabeza y sé de buen ánimo, pues he aquí, ha llegado el
momento; y esta noche se dará la señal, y mañana vengo al
mundo para mostrar al mundo que he de cumplir todas las cosas
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
48
que he hecho declarar por boca de mis santos profetas.!" (3 Nefi
1:13.)
Todos conocemos la anunciación angelical en los campos de
Belén;
"Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que
es CRISTO el Señor." (Lucas 2:11.)
El Padre y el Hijo han dado repetidas veces, testimonios
convincentes de que Jesús es nuestro Redentor. Durante el
bautismo de Cristo, el Padre dijo:
". . . Tú eres mi Hijo Amado, en ti me complazco." (Lucas 3:22)
Y más tarde en el monte de la Transfiguración;
"Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; a él oíd."
(Mateo 17:5.)
El Nuevo Testamento se refiere repetidamente al propio
testimonio de Cristo en cuanto a su identidad y misión. Una de
las manifestaciones más impresionantes del Padre y el Hijo fue a
los nefitas en América, a quienes Cristo visitó después de su
resurrección en la tierra de Jerusalén. El Padre les presentó a
Jesucristo resucitado con estas palabras:
"He aquí a mi Hijo Amado, en quien me complazco, en quien he
glorificado mi nombre: a él oíd. (3 Nefi 11:7)
Después de lo cual, Jesús resucitado, en persona, descendió de
los cielos ". . . y se puso en medio de ellos. . . y les habló
diciendo:
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
49
"He aquí, he venido al mundo para traer redención al mundo,
para salvar al mundo del pecado.
Por tanto, al que se arrepintiere y viniere a mí como un niño
pequeñito, yo lo recibiré, porque de los tales es el reino de Dios.
He aquí, por estos he dado mi vida, y la he vuelto a tomar; así
pues, arrepentíos y venid a mí, vosotros, extremos de la tierra, y
sed salvos." (3 Nefi 9:21-22.)
Por medio de la expiación de Jesucristo el hombre puede
resucitar a un estado inmortal y, según su obediencia al
evangelio, también a la vida eterna. Jesucristo fue el Primogénito
Hijo espiritual de Dios el Padre; que es el Unigénito de Dios en
la carne; que como las escrituras lo enseñan, en el mundo
espiritual antes de que esta tierra fuera creada, El apoyó el plan
del Padre para los hombres en la mortalidad, o sea, la muerte,
resurrección y vida eterna de los hombres; que obedeciendo al
Padre, El creó esta tierra; el Jehová del Antiguo Testamento, "el
Dios de Adán y de Noé, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el
Dios de Israel, el Dios por cuyo mandato los profetas de todas
las edades han hablado, el Dios de todas las naciones, que aún
tendrá que reinar sobre la tierra como Rey de reyes y Señor de
señores." (James E. Talmage, Jesús el Cristo, pág. 4.)
El vino a la tierra como el Niño de Belén, engendrado por el
Padre, nacido de María; el evangelio que El enseñó es el único
medio por el cual el hombre puede llevar a cabo el propósito
completo de su creación. "Su vida inmaculada en la carne" y "su
muerte voluntaria como un sacrificio consagrado para los
pecados de la humanidad", con su victoria sobre la muerte,
asegura a todos los hombres la resurrección e inmortalidad, y
bajo las condiciones especificadas por El, también la vida eterna.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
50
En la primavera de 1820 este mismo Jesucristo, acompañado por
su Padre, apareció a José Smith en una arboleda cerca de
Palmyra, New York, en una de las experiencias divinas más
grandiosas que haya tenido el hombre. El Profeta la describió
así:
". . . Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos
Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de
ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al
otro: Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!" (José Smith 2:17.)
Jesús es, como El dijo;
". . . La vida y la luz del mundo. . . " (Doctrina y Convenios
10:70)
". . . Jesucristo es el nombre dado por el Padre, y no hay otro
nombre dado, mediante el cual el hombre pueda ser salvo."
(Doctrina y Convenios 18:23.)
"Y el Espíritu da luz a todo hombre que viene al mundo; y el
Espíritu ilumina a todo hombre en el mundo que escucha la voz
del Espíritu.
Y todo aquel que escucha la voz del Espíritu, viene a Dios, sí, el
Padre." (Doctrina y Convenios 84:46-47.)
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
51
CAPITULO 5
EL HIJO UNIGÉNITO
DE DIOS VINO A LA TIERRA
Antes de que el género humano viniera a esta tierra éramos
todos hermanos y hermanas en el Mundo de los Espíritus.
Vivimos allí con Dios nuestro Padre Eterno. Progresamos hasta
donde pudimos bajo las condiciones que prevalecían allí. Por fin,
el Padre llamó a un gran concilio en que él explicó que sería
necesario que viniéramos a otro mundo, el mundo que ustedes y
yo conocemos como la mortalidad.
En el gran concilio delos cielos el señor dijo:
“. . . Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de
estos materiales y haremos una tierra sobre la cual estos puedan
morar;
Y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que
el Señor su Dios les mandare;
Y a los que guarden su primer estado les será añadido; y
aquellos que no guarden su primer estado no tendrán gloria en
el mismo reino con los que guarden su primer estado; y a
quienes guarden su segundo estado, les será aumentada gloria
sobre su cabeza para siempre jamás. (Abraham 3:24–26)
Allí seríamos probados para ver si seriamos fieles a los
mandamientos de Dios. Si nos íbamos a desarrollar como
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
52
nuestro Padre Eterno se había desarrollado y si nosotros íbamos
a recibir eventualmente la misma gloria que el habían logrado,
sería necesario para nosotros venir aquí a la mortalidad y vivir
por medio de la fe. Como lo expresara el apóstol Pablo:
“. . . Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1:17)
Dios nos explicó que cuando viniéramos a la mortalidad un velo
sería puesto sobre nuestras mentes el cual nos causaría olvidar
nuestra vida premortal. Olvidaríamos el evangelio por el cual
vivíamos allí en el Mundo de los Espíritus. En esa condición,
estaríamos muertos espiritualmente. En otras palabras no
tendríamos el poder ni el conocimiento para traer nosotros
mismos a la presencia de Dios.
Pablo en su carta a los Corintios relata que cuando nos
convirtamos al Señor:
“. . . El velo se les quitará.
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad.
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en
un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en
gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.”
(2 Corintios 3:16-18)
Mas adelante agregó:
“Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos
cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré
como fui conocido.” (1 Corintios 13:12)
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
53
El también nos explicó que cada ser mortal estaría sujeto a una
muerte espiritual, careciéndo del poder de resucitarse a sí mismo
de aquella muerte:
El profeta Samuel del Libro de Mormón enseñó que:
“. . . Esta muerte lleva a efecto la resurrección, y redime a todo
el género humano de la primera muerte, esa muerte espiritual;
porque, hallándose separados de la presencia del Señor por la
caída de Adán, todos los hombres son considerados como si
estuvieran muertos, tanto en lo que respecta a cosas temporales
como a cosas espirituales.” (Helamán 14:16)
Pero él dijo que él proveería un plan de salvación que contendría
un plan del evangelio para que el género humano lo pudiera
seguir, mediante el cual los hombres pudieran volver a la
presencia de Dios y recibir la vida eterna.
El rey Lamoni al dirigirse a su pueblo expreso que:
“. . . El gran Dios ha tenido misericordia de nosotros, y nos ha
dado a conocer estas cosas para que no perezcamos; sí, nos ha
dado a conocer estas cosas anticipadamente, porque él ama
nuestras almas así como ama a nuestros hijos; por consiguiente,
en su misericordia nos visita por medio de sus ángeles, para que
el plan de salvación nos sea dado a conocer, tanto a nosotros
como a las generaciones futuras. (Alma 24:14)
Un Salvador sería proveído como parte de ese plan del
evangelio. Ese Salvador sería dotado con suficiente poder para
romper las ligaduras de la muerte y llevar a cabo la resurrección,
para que todo el género humano pudiera levantarse de la tumba.
A él también le serían dadas las leyes de la verdad, o el plan del
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
54
evangelio de la salvación, y ese Salvador revelaría el plan de
salvación a los hijos e hijas de Dios aquí en la mortalidad.
Dios el Eterno Padre preguntó:
"¿A quién enviaré?" (Abraham 3:27).
Aprendemos en el relato de la gran visión que tuvo el padre
Abraham, que en aquel gran concilio del Cielo había uno
semejante a Dios mismo que se ofreció a ser el Salvador del
mundo, diciendo que él bajaría a la tierra y daría al género
humano su libre albedrío.
Dios el Señor, le habló a Moisés, diciendo:
“. . . Mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el
principio, me dijo: Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la
gloria para siempre”. (Moisés 4:2)
Todos aquellos que quisieran aceptar el plan de salvación
podrían hacerlo; y si rendian obediencia a cada palabra que salía
de la boca de Dios, ellos serían traídos otra vez a la presencia de
Dios y recibirían la vida eterna. Y si no rendian obediencia a las
leyes del evangelio, no tendrían el derecho ni la oportunidad de
volver a la presencia del Padre y el Hijo. Este Hijo es la
semejanza de Dios aquí en la mortalidad y lo conocemos como
Jesucristo.
En el monte Shelem el hermano de Jared, nos dice que Jesucristo
fue:
“. . . Preparado desde la fundación del mundo para redimir a mi
pueblo. He aquí, soy Jesucristo. Soy el Padre y el Hijo. En mí
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
55
todo el género humano tendrá vida, y la tendrá eternamente. . .”
(Éter 3:14)
Según el plan de Salvación, Adán y Eva fueron puestos sobre la
tierra. Ellos pasaron por aquella muerte espiritual que hemos
mencionado; es decir, ellos olvidaron su existencia premortal.
Después de ser echados del Jardín de Edén, a Adán y Eva les fue
enseñado el plan de salvación por Jesucristo. Angeles fueron
mandados desde el Cielo para enseñarle a Adán la verdad del
evangelio; también, la voz de Dios (Jesucristo) les habló de
tiempo en tiempo. Por fin, Adán tenía todas las verdades del
evangelio reveladas, en otras palabras, a él le fue revelado el
mismo plan de salvación que ha sido revelado a José Smith en
los últimos días.
En la Perla de Gran Precio leemos que Adán estuvo ofreciendo
holocausto. Mientras lo hacía un ángel del Señor vino a él y
preguntó:
"¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No
sé, sino que el Señor me lo mandó". Entonces el ángel dijo que
"Esto es a semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad. Por consiguiente, harás cuanto
hicieres en el nombre del Hijo; y te arrepentirás e invocarás a
Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás” (Moisés 5:6-8).
Y entonces el ángel declaró que en el Meridiano de los Tiempos
el Hijo Unigénito de Dios vendría sobre la tierra a mostrar a la
humanidad cómo vivir de acuerdo con el plan del evangelio.
“. . . Vendría en el meridiano de los tiempos, que fue preparado
desde antes de la fundación del mundo. . .” (Moisés 5:57)
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
56
“. . . Este es el plan de salvación para todos los hombres,
mediante la sangre de mi Unigénito, el cual vendrá en el
meridiano de los tiempos.” (Moisés 6:62)
Y también que moriría por los pecados del mundo y sería
resucitado para que la familia humana entera se levantara de la
tumba y recibiera la inmortalidad, y que los obedientes recibirían
la vida eterna.
El ángel también le dijo a Adán que el nombre del Hijo de Dios
(Jesucristo) es el único nombre que sería dado debajo del cielo
por el cual el género humano podría ser salvo.
“. . . El nombre de mi Hijo Unigénito, lleno de gracia y de
verdad, el cual es Jesucristo, el único nombre que se dará
debajo del cielo mediante el cual vendrá la salvación a los hijos
de los hombres. . .” (Moisés 6:52)
Entonces la voz de Dios habló desde el Cielo y le mandó a Adán
ser bautizado, y dijo que todos los hombres en dondequiera
deben ser bautizados; de otro modo, la humanidad sería
condenada. Por lo tanto, Adán fue levantado por el espíritu del
Señor y fue llevado al agua y sumergido debajo del agua.
Entonces salió del agua, y el Espíritu Santo descendió sobre él y
la voz de Dios habló desde el Cielo, diciendo que Adán había
sido nacido del agua y del espíritu. El ángel también declaró que
todos los hombres y todas las mujeres tienen que ser nacidos del
agua y del espíritu para ser hijos e hijas de Dios, o en otras
palabras, miembros de la Iglesia de Jesucristo. Así ellos
tomarían sobre sí mismos el nombre de Cristo.
“Y cuando el Señor hubo hablado con Adán, nuestro padre,
sucedió que Adán clamó al Señor, y lo arrebató el Espíritu del
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
57
Señor, y fue llevado al agua, y sumergido en el agua, y sacado
del agua.
Y de esta manera fue bautizado, y el Espíritu de Dios descendió
sobre él, y así nació del Espíritu, y fue vivificado en el hombre
interior.
Y oyó una voz del cielo que decía: Eres bautizado con fuego y
con el Espíritu Santo. Este es el testimonio del Padre y del Hijo,
desde ahora y para siempre;
Y eres según el orden de aquel que fue sin principio de días ni
fin de años, de eternidad en eternidad.
He aquí, eres uno en mí, un hijo de Dios; y así todos pueden
llegar a ser mis hijos. . .” (Moisés 6:64-68)
Adán fue mandado a enseñar estas verdades del evangelio y
todas las verdades del evangelio a sus hijos. Mientras él trataba
de hacerlo, Satanás vino entre sus hijos y dijo:
“. . . No lo creáis; y no lo creyeron, y amaron a Satanás más que
a Dios. Y desde ese tiempo los hombres empezaron a ser
carnales, sensuales y diabólicos.” (Moisés 5:13)
Hombres y mujeres tienen su libre albedrío para aceptar el
evangelio o rechazarlo. Aquellos que aceptaron el evangelio y
guardaron los mandamientos llegaron a ser Santos del Altísimo e
hijos e hijas de Dios, mientras aquellos que rechazaron a
Jesucristo y rehusaron reunirse con la Iglesia Verdadera,
llegaron a ser inicuos y se pusieron a sí mismos bajo
condenación.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
58
Los profetas por toda la historia proclamaron la venida de
Jesucristo en el Meridiano de los Tiempos. Eventualmente,
aquellas profecías fueron cumplidas; el Salvador fue nacido en el
mundo y creció hasta la edad de responsabilidad. Entonces
durante tres años de su vida enseñó el plan del evangelio de
salvación. Fue crucificado y tres días más tarde, resucito de la
tumba. Al resucitar él, las tumbas de muchas personas que
habían muerto antes de su tiempo, fueron abiertas y ellos
salieron de sus tumbas. Así, Cristo rompió las ligaduras de la
muerte y llevó a cabo la resurrección, Siendo Él los "primeros
frutos". La promesa fue dada a todos nosotros que cada hombre,
mujer o niño que jamás vivió en el mundo sería resucitado. La
expiación de Jesucristo está dividida en dos partes mayores. Una
parte es la resurrección de la tumba, la cual es un regalo gratuito
a cada hombre, mujer o niño. No importa que tan inicuos
hayamos sido en esta vida, ni que tan justos seamos, todos
resucitaremos de la tumba. Esto será un regalo gratuito de
Jesucristo mediante la expiación.
La otra parte de la expiación de Jesucristo es la parte que trata
con nuestra obediencia a los mandamientos que él nos ha dado.
Según su obediencia a los mandamientos de Dios, cada hombre
recibirá exactamente lo que merezca. Si uno acepta todo el plan
del evangelio de salvación, llega a ser miembro de la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y guarda todos los
mandamientos, en seguida de la resurrección él se levantará y
volverá a la presencia de Dios, recibirá la vida eterna, que
significa que llegará a ser como Dios el Eterno Padre. Vivirá
para siempre en el grado Celestial de gloria. Si hombres y
mujeres viven vidas buenas pero rehúsan unirse a la verdadera,
Iglesia de Jesucristo, ellos se levantarán en la resurrección y
serán asignados a otro mundo, el cual es llamado la Gloria
Terrestre. La gente inicua del mundo que quebrantan los
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
59
mandamientos serán asignados a un tercer mundo conocido
como la Gloria telestial.
Así es que, el cumplimiento de la expiación de Jesucristo
depende de nuestras acciones. Amulek, uno de los profetas del
Libro de Mormón, le dijo al pueblo de su tiempo que todas las
gentes inicuas, en seguida de la resurrección, estarían tal como si
no hubiera habido ninguna expiación hecha solamente que se
levantarían de la tumba.
“. . . Sí, él es el Padre Eterno mismo del cielo y de la tierra, y de
todas las cosas que en ellos hay; es el principio y el fin, el
primero y el último;
Y vendrá al mundo para redimir a su pueblo; y tomará sobre sí
las transgresiones de aquellos que crean en su nombre; y estos
son los que tendrán vida eterna, y a nadie más viene la
salvación.
Por tanto, los malvados permanecen como si no se hubiese
hecho ninguna redención, a menos que sea el rompimiento de
las ligaduras de la muerte; pues he aquí, viene el día en que
todos se levantarán de los muertos y comparecerán delante de
Dios, y serán juzgados según sus obras.” (Alma 11:39-41)
En la revelación moderna, el Señor dijo:
"Mas si no se arrepienten, tendrán que apadecer así como yo;
Padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos,
temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y
padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no
tener que beber la amarga copa y desmayar." (Doctrina y
Convenios 19:17-18).
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
60
Hemos tomado sobre nosotros mismos el nombre de Cristo; y
según las promesas, si guardamos todos los mandamientos,
seremos perdonados de los pequeños errores que cometamos;
seremos purificados mediante la sangre del Cordero de Dios. En
seguida de la resurrección, seremos invitados a la presencia del
Hijo y del Padre, y allí recibiremos las bendiciones de los fieles.
Gloria será añadida sobre nuestras cabezas para siempre jamás.
Seremos hechos sacerdotes y sacerdotisas y reyes y reinas en la
presencia de Dios. En otras palabras recibiremos una exaltación
gloriosa. Ahora, esos galardones dependen de nuestra obediencia
a los mandamientos del plan de salvación.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
61
CAPITULO 6
EL ACTO SUPREMO DE CARIDAD
REALIZADO POR JESUCRISTO
¿Ha resucitado, no está aquí" (Marcos 16:6).
Estas palabras tan elocuentes, aun en su simplicidad, anunciaron
el acontecimiento más significativo que se ha registrado en la
historia: la resurrección del Señor Jesucristo, un acontecimiento
tan extraordinario que aun los Apóstoles, que habían estado tan
cerca de El durante su ministerio y a quienes se les había
hablado de lo que sucedería, tuvieron dificultad para comprender
la realidad de su significado. Lo primero que llegó a sus oídos
concerniente a la resurrección les pareció locura (Lucas 24:11),
porque ya había millones de hombres que habían vivido y
muerto antes de ese día, y en todo valle y colina había cuerpos
enterrados en el polvo, pero hasta esa primera mañana de la
Resurrección ninguno se había levantado de la tumba.
Cuando hablamos de que Jesús resucitó, estamos diciendo que
su espíritu premortal, que dio vida a su cuerpo mortal desde que
nació en un pesebre hasta que murió en la cruz, volvió a ese
cuerpo, y los dos, el espíritu y el cuerpo, inseparablemente
unidos, se levantaron de la tumba como un alma inmortal.
Jesucristo no sólo conquistó la muerte y trajo sobre sí su propio
glorioso cuerpo resucitado, sino que al hacerlo trajo consigo la
resurrección universal. Ese fue el punto cumbre y el propósito de
su misión, para la cual fue apartado y ordenado en el concilio
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
62
celestial cuando fue escogido para ser nuestro Salvador y
Redentor.
Concerniente a su ministerio terrenal, su papel como Redentor
requería de El cuatro requisitos:
Primero, que su espíritu preterrenal fuera revestido con un
cuerpo mortal. Esto se cumplió cuando los humildes pastores
recibieron el anuncio de los cielos por medio de un ángel que les
dijo:
". . . No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que
serán para todo el pueblo:
Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que
es CRISTO el Señor." (Lucas 2:10-11).
Segundo, que sufriera los dolores de todos los hombres, lo que
hizo principalmente en Getsemaní, el lugar de su gran agonía. El
mismo describió este sufrimiento diciendo que fue tan intenso
que causó:
"Que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y
sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en
el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y
desmayar.
Sin embargo, gloria sea al Padre, bebí, y acabé mis
preparativos para con los hijos de los hombres." (Doctrina y
Convenios 19:18-19)
Tercero, que diera su vida. Su muerte en la cruz, después de
haber sido rechazado y traicionado, y después de haber sufrido
horrendos abusos, no se disputa ni aun entre los que no son
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
63
creyentes. Que El diera su vida voluntariamente, con el expreso
propósito de volverla a tomar en la resurrección, no es una
verdad aceptada tan universalmente. Sin embargo, así es. Es
cierto que fue cruelmente crucificado por hombres inicuos, pero
a pesar de todo, tuvo el poder para detenerlos.
". . . Yo pongo mi vida para volverla a tomar", dijo.
"Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo
poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. . . "
(Juan 10:17-18.)
Heredó este poder por haber nacido de la virgen María (un ser
mortal) y por ser el Hijo de Dios (un ser inmortal celestializado).
Habiendo entonces tomado sobre sí la mortalidad, y habiendo
sufrido en Getsemaní por los pecados de todos los hombres, y
habiendo dado su vida en la cruz, quedaba solamente romper las
ligaduras de la muerte —el cuarto y último requisito— para
completar su misión terrenal como Redentor.
Repetidamente había enseñado que el objetivo de toda su vida
mortal iba dirigido a esa consumación. Esto fue prefigurado en
la declaración que hizo cuando dijo que iba a poner su vida para
volverla a tomar. A la acongojada Marta le había dicho:
"Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25);
Y a los judíos declaró:
"Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Juan 2:19).
La resurrección era una cosa tan ajena a la experiencia humana
que hasta sus discípulos creyentes tuvieron dificultades para
comprenderla. Sin embargo, hasta los que lo crucificaron habían
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
64
escuchado la doctrina. Perturbados por esto, llegaron hasta Pilato
y le dijeron:
". . . Señor, nos acordamos de que aquel engañador dijo,
viviendo aún: Después de tres días resucitaré." (Mateo 27:63).
Así pues, con el consentimiento de Pilato pusieron guardia.
". . . No sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten y
digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. . ." (Mateo
27:64).
De manera que estos guardias mercenarios fueron testigos
inadvertidamente cuando el ángel abrió la tumba, el último paso
antes de que apareciera el Señor resucitado.
“Y he aquí, hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor,
descendiendo del cielo y acercándose al sepulcro, removió la
piedra y se sentó sobre ella.
Y su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como
la nieve.
Y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como
muertos.” (Mateo 28:2-4)
Las pruebas de que Jesús fue resucitado son concluyentes. El
domingo, después de la crucifixión que se efectuó el viernes por
la tarde, apareció cinco veces a distintas personas. La primera
persona que lo vio fue María Magdalena. Temprano en la
mañana Pedro y Juan, después de verificar los informes de que el
cuerpo de Jesús ya no estaba en la tumba, se retiraron. Pero
María se quedó en el jardín llorando. Cuando se volvió del
sepulcro;
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
65
". . . Se volvió y vio a Jesús que estaba allí; pero no sabía que
era Jesús.
Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella,
pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has
llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni!, que
quiere decir, Maestro. . ." (Juan 20:14-16.)
Tiernamente refrenándola, El volvió a hablarle:
". . . No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; pero ve
a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi
Dios y a vuestro Dios." (Juan 20:14-17).
Luego, muy de mañana, "María Magdalena, y María, madre de
Jacobo, y Salomé" (Marcos 16:1) fueron a la tumba con especias
aromáticas para preparar el cuerpo para su sepultura final.
Encontraron que el sepulcro estaba abierto y que el cuerpo no
estaba allí. Para su consternación, dos varones con vestiduras
resplandecientes se pararon junto a ellas y les dijeron:
". . . ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?" (Lucas
24:5.)
". . . Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos,
. . . Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas se
acercaron, y abrazaron sus pies y le adoraron." (Mateo 28:8-9)
Más tarde ese mismo día, cuando Cleofas y otro iban camino a
Emaús, Jesús se les acercó, pero no lo reconocieron.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
66
Les preguntó la naturaleza de sus conversaciones y ellos le
repitieron lo que habían dicho las mujeres. Viendo que ellos
dudaban, les dijo:
" ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los
profetas han dicho!" (Lucas 24:25)
Entonces les abrió el entendimiento concerniente a lo que las
Escrituras hablaban de El. Después de llegar a Emaús:
". . . Estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo
bendijo, y lo partió y les dio.
Entonces fueron abiertos los ojos de ellos y le reconocieron;
mas él se desapareció de su vista." (Lucas 24:30-31).
Esa misma noche, los discípulos escucharon los informes de que
Jesús había aparecido no sólo a Cleofas y a su acompañante, sino
también a Pedro.
"Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en
medio de ellos".
Para apaciguar el miedo y asegurarles que no era un espíritu, les
mostró las manos, los pies y el costado y les dijo:
"Yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne
ni huesos, como veis que yo tengo. . .
"Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban
maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
"Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
67
"Y El lo tomó, y comió delante de ellos." (Lucas 24:36-43.)
Así pues, en ese día tan significativo, los que habían estado
relacionados con El vieron su glorioso cuerpo resucitado; y no
solamente lo vieron, sino que escucharon su voz y palparon las
heridas en sus manos, en sus pies, y también en el costado.
Delante de ellos tomó los alimentos y comió. Entonces supieron
que había recuperado el cuerpo que ellos mismos habían
depositado en la tumba. Su tristeza se convirtió en gozo por el
conocimiento de que El vivía y era un Ser inmortal.
Durante cuarenta días estuvo con sus discípulos en la Tierra
Santa; otra vez se les manifestó en Jerusalén, cuando Tomás
estaba presente:
“Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y
con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se
puso en medio y dijo: ¡Paz a vosotros!
Luego le dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo y mira mis manos; y
acerca acá tu mano y ponla en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente.
Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, has creído;
bienaventurados los que no vieron y creyeron.” (Juan 20:26-29)
Y también en la orilla del mar de Tiberias. Allí los instruyó
cómo echar sus redes para pescar, comió con ellos, les dio
alimentos que El mismo cocinó en las brasas y los instruyó en el
ministerio.
En un monte de Galilea comisionó a los once para que enseñaran
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
68
el evangelio a todas las naciones.
El dijo:
“. . . Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo;
Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. . .” (Mateo 28:18-20)
Y finalmente, después de que los bendijo en Betania, lo vieron
cuando "fue llevado arriba al cielo". (Lucas 24:51.)
Cumplida su misión en Palestina, el Señor visitó a los nefitas en
América para que ellos también supieran de su resurrección. El
Padre lo presentó a ellos con estas palabras:
"He aquí a mi Hijo Amado, en quien me complazco". (3 Nefi
11:7)
Cuando lo vieron descender de los cielos, lo describieron como a
". . . Un hombre . . . vestido con una túnica blanca. . ."
Se presentó como:
". . . Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al
mundo".
Lo vieron, lo escucharon y, ante la invitación de él,
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
69
". . . Metieron sus manos en su costado, y palparon las marcas
de los clavos en sus manos y en sus pies, . . . y supieron con
certeza y dieron testimonio de que era el, de quien habían
escrito los profetas que había de venir.. (3 Nefi 11:7-15.)
Así como se manifestó después de su resurrección a sus
seguidores en la Tierra Santa y después a los nefitas en América,
así se ha manifestado en nuestros días. De hecho, esta
dispensación comenzó con una gloriosa visión en la cual el
profeta José fue visitado por el Padre y el Hijo. El escuchó sus
voces, porque los dos le hablaron. Dios el Padre le presentó a
Jesús resucitado. El Profeta vio sus gloriosos cuerpos y después
los describió:
"El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el
del hombre; así también el Hijo. . ." (Doctrina y Convenios
130:22).
Aproximadamente doce años más tarde el Salvador se manifestó
a José Smith cuando estaba con Sidney Rigdon. Los dos dieron
testimonio;
". . . ¡Que vive!
"Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz
testificar que él es el Unigénito del Padre." (Doctrina y
Convenios 76:22-23).
En el Templo de Kirtland el Profeta lo vio otra vez, en esa
oportunidad en compañía de Oliverio Cowdery.
El profeta José Smith relata que:
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
70
"El velo fue retirado de nuestras mentes, y los bojos de nuestro
entendimiento fueron abiertos.
Vimos al Señor sobre el barandal del púlpito, delante de
nosotros; y debajo de sus pies había un pavimento de oro puro
del color del ámbar.
Sus ojos eran como llama de fuego; el cabello de su cabeza era
blanco como la nieve pura; su semblante brillaba más que el
resplandor del sol; y su voz era como el estruendo de muchas
aguas, sí, la voz de Jehová, que decía:
Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue
muerto; soy vuestro abogado ante el Padre." (Doctrina y
Convenios 110:1-4.)
Jesús era el único que podía llevar a cabo la expiación infinita
que se requería, puesto que era la única persona sin pecado que
vivió sobre la faz de la tierra, ofreció una vida sin mancha y,
como Hijo de Dios, tuvo poder sobre la vida y la muerte.
Ninguno hubiera podido quitarle la vida si El no hubiera estado
dispuesto a entregarla.
Jesús dijo:
"Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo
poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar." (Juan
10:18).
Fue, por lo tanto, por medio de actos de infinito amor y
misericordia que El vicariamente pagó la deuda de la ley
quebrantada y satisfizo las demandas de la justicia.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
71
Estamos endeudados aún más con Jesucristo, porque por su
expiación no sólo satisfizo las demandas de la ley de justicia,
sino que también impuso la ley de la misericordia, por medio de
la cual el hombre puede ser redimido de la muerte espiritual.
Porque, en tanto que el hombre no es responsable de la muerte
mortal, sí lo es de la muerte espiritual, que lo aleja de la
presencia de Dios.
Toda persona que mora en la tierra está sujeta a las influencias
de la rectitud y también a las de la maldad. Está también
investida con el don divino del albedrío moral, en el ejercicio del
cual ningún ser humano que haya vivido hasta la edad de
responsabilidad, salvo Jesús, ha sido capaz de resistir la
influencia del mal en todas las cosas. Todos hemos pecado. Por
lo tanto, toda persona es impura hasta el grado en que ha pecado,
y por esa impureza es desterrada de la presencia del Señor
mientras los efectos de su pecado estén sobre ella.
Puesto que padecemos esta muerte espiritual como resultado de
nuestras propias transgresiones, no podemos pretender que se
nos libre de ella reclamándolo como si se tratara de un asunto de
justicia. Ni tampoco persona alguna tiene dentro de sí él poder
para que la restitución sea tan completa que pueda limpiarla
totalmente de los efectos de sus malas obras. A fin de que el
hombre pueda ser libre de las consecuencias de sus propias
transgresiones y regresar a la presencia de Dios, debe ser el
beneficiario de un poder superior que lo libre de los efectos de
sus propios pecados. Con este propósito se concibió y se llevó a
cabo la expiación de Jesucristo.
Ese fue el acto supremo de caridad del mundo, realizado por
Jesús por causa de su gran amor por nosotros. De esa manera no
sólo cumplió con las demandas de la justicia —por la cual
hubiéramos permanecido atados a los efectos de nuestras propias
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
72
transgresiones para siempre— sino que El impuso también la ley
de la misericordia, por medio de la cual todos los hombres
pueden ser limpiados de sus pecados. No obstante lo que
creamos o la manera en que vivamos, todos vamos a resucitar;
por medio de la expiación de Cristo, está garantizada la
redención de toda alma de la tumba, sin condición alguna. Sin
embargo, esto no es así con respecto al perdón y a la redención
de los efectos de nuestros propios pecados. Las únicas personas
que son así perdonadas y redimidas son aquellas que aceptan y
obedecen los términos prescritos por el Redentor; de esta manera
se colocan en posición de recibir los beneficios de Su sangre
expiatoria en lo que concierne a sus propios pecados.
El ha prescrito los términos de su evangelio —el Evangelio de
Jesucristo—, que es la ley de la misericordia, cuyo primer
requisito es aceptar a Jesús por lo que es: nuestro Redentor. Esto
es la "fe en el Señor Jesucristo" (Artículos de Fe). Después sigue
el abandono de nuestros pecados y hacer restitución hasta donde
sea posible. A esto se le llama arrepentimiento. Si no cumplimos
con estos requisitos y con los demás principios y ordenanzas del
evangelio, nos deja fuera del alcance del plan de misericordia, y
quedamos a merced de la ley de la justicia, por medio de la cual
tendremos que sufrir por nuestros propios pecados, aun como lo
hizo Jesús.
Porque ". . . aquel que no ejerce la fe para arrepentimiento
queda expuesto a las exigencias de toda la ley de la justicia; por
lo tanto, únicamente para aquel que tiene fe para
arrepentimiento se realizará el gran y eterno plan de la
redención." (Alma 34:16).
Al meditar acerca de la Expiación, por medio de la cual se nos
asegura la resurrección y, de acuerdo con nuestra fe, el
arrepentimiento y la fidelidad que demostremos hasta el fin, se
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
73
nos da la oportunidad de obtener la remisión de nuestros
pecados.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
74
CAPITULO 7
JESÚS NO HA MUERTO
Por medio de la Expiación y de los acontecimientos
extraordinarios que la rodearon, el Señor tomó sobre sí todos los
terribles pecados individuales y colectivos del género humano.
El resultado maravilloso de este sufrimiento fue que El redimió
de la muerte física tanto a los creyentes y obedientes como a los
infieles y desobedientes. Toda persona nacida o por nacer es
beneficiaría tanto de la mediación como de la expiación del
Salvador.
El élder James E. Talmage en términos simples expresa que la
Expiación es una reconciliación del hombre con Dios. Debido a
su transgresión, Adán y Eva, al decidir abandonar su estado de
inocencia, fueron expulsados de la presencia de Dios; esto se
conoce entre los cristianos como la Caída, o la transgresión de
Adán. Fue un muerte espiritual porque Adán y Eva fueron
separados de la presencia de Dios y se les dio la libertad "para
obrar por sí mismos, y no para que obren sobre ellos" (2 Nefi
2:26). También se les dio el gran poder de la procreación para
que pudieran cumplir el mandamiento de multiplicarse y llenar
la tierra, y tener gozo en su posteridad. El resto de su posteridad
también quedó al margen de la presencia de Dios. Sin embargo,
la posteridad de Adán y Eva era inocente del pecado original,
dado que no participó en la transgresión y, por lo tanto, era
injusto que toda la humanidad sufriera eternamente por el
pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Era necesario
poner en orden esa injusticia y, por lo tanto, se necesitaba el
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
75
sacrificio expiatorio de Jesús en su función de Salvador y
Redentor. Debido al hecho trascendental de la Expiación, es
posible que toda alma obtenga el perdón de sus pecados, que
éstos se limpien y se olviden. (James E. Talmage, Los Artículos
de Fe, pág. 95). Este perdón, por supuesto, se recibe con la
condición de que haya arrepentimiento y rectitud personal.
Existe una diferencia entre la inmortalidad, o existencia eterna, y
la vida eterna, que significa tener un lugar en la presencia de
Dios. Por medio de Jesucristo, todos los hombres reciben la
inmortalidad, justos o injustos, limpios o pecadores. Sin
embargo, la vida eterna es:
"El mayor de todos los dones de Dios".
Según nos dice el Señor, obtenemos este gran don:
"Si guardas mis mandamientos y perseveras hasta el fin".
Si lo hacemos, El nos promete:
"Tendrás la vida eterna" (Doctrina y Convenios 14:7).
El presidente Joseph Fielding Smith explicó: "Esta diferencia
entre la vida eterna, que reciben los fieles, y la inmortalidad,
que obtienen tanto los fieles como los infieles, se indica en las
palabras del Señor a Moisés:
"Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la
inmortalidad y la vida eterna del hombre" (Moisés 1:39).
La conjunción "y" separa claramente las dos ideas. Explica que
el Señor da a la gran mayoría, a aquellos que no son obedientes,
la bendición de la inmortalidad; y a aquellos que lo sirvan, la
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
76
bendición de la vida eterna". (Smith, The Way to Perfection, Salt
Lake City: The Genealogical Society of Utah, 1946, pág. 329).
Han pasado casi dos mil años desde la maravillosa ocasión en
que se conquistó la muerte. Todavía no sabemos cómo pudo el
Salvador tomar sobre sí y soportar nuestras transgresiones,
nuestras necedades, nuestros pesares, nuestros sufrimientos y
nuestras cargas. No se puede describir ni entender. Fue casi
imposible. La indescriptible agonía en Getsemaní fue tan grande
que:
". . . Era su sudor como grandes gotas de sangre que caían a
tierra'' (Lucas 22:44).
El atormentado lamento que exhaló en la cruz, en su idioma
arámico natal:
"¡Eloi, Eloi!, ¿lama sabactani?, que interpretado quiere decir:
¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?" (Marcos
15:34)
Apenas nos da una idea de su sufrimiento y humillación. No
podemos menos que preguntarnos por cuántas de esas preciosas
gotas de sangre somos responsables.
Aun cuando los hombres y mujeres nacemos, vivimos por un
momento y morimos, por medio de la expiación de Jesucristo
todos viviremos después de la muerte. Por medio de la divinidad
que nos dio nuestro Creador como un don, podemos llegar a la
plenitud como herederos de Dios con poderes, dominios y
progreso eternos. Pablo dijo que éste era un don por la gracia [o
gratuito] (Romanos 5:15). Debido a la Mediación y a la
Expiación resucitaremos sin tener que pasar por la agonía
expiatoria por la que pasó el Hijo de Dios.
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
77
En el Libro de Mormón, Jacob enseña:
" . . . Si la carne no se levantara más, nuestros espíritus tendrían
que estar sujetos a ese ángel que cayó de la presencia del Dios
Eterno, y se convirtió en el diablo, para no levantarse más." (2
Nefi 9:8).
Los testimonios de aquellos fieles seguidores que vieron,
escucharon y tocaron al Señor resucitado permanecen
irrefutables hoy día. Después de la crucifixión, María
Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé compraron
especias aromáticas para ir a ungirle (Marcos 16:1).
Pero las devotas mujeres no sabían quién quitaría la enorme
piedra que cerraba el sepulcro. Cuando llegaron encontraron que
ya habían quitado la piedra (Marcos 16:3-4). Había ocurrido un
gran terremoto y un ángel había quitado la piedra y se había
sentado en ella, causando que los guardias temblaran de miedo y
se quedaran como muertos (Mateo 28:2-4). El ángel dio
instrucciones a las mujeres de dar las nuevas de la resurrección
del Señor a los discípulos, asegurándoles que "va delante de
vosotros a Galilea. Allí le veréis" (Mateo 28:7). Cuando fueron a
decírselo a los discípulos, "Jesús les salió al encuentro,
diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le
adoraron" (Mateo 28:9).
Durante los cuarenta días que pasó el Salvador con los Apóstoles
y otras personas, le escucharon y vieron hacer muchas cosas
imposibles de contar. Este ministerio especial transformó al
grupo incierto, confuso, dividido y débil de Apóstoles en un
conjunto de poderosos testigos del Señor. Marcos registra que el
Salvador reprochó a los once "porque no habían creído a los que
le habían visto resucitado" (Marcos 16:14).
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
78
Quizás no se debería criticar a los Apóstoles por no haber creído
que Jesús, luego de crucificado y enterrado en una tumba, había
regresado a la tierra como un ser glorificado; jamás había
sucedido algo similar en la historia humana. Era algo
completamente nuevo; era una experiencia diferente del día en
que habían visto levantarse a la hija de Jairo (Marcos 5:22-24,
35-43), al joven de Naín (Lucas 7:11-15), o a Lázaro (Juan 11:1-
44). Todos ellos volvieron a morir después; Jesús, sin embargo,
se había transformado en un ser resucitado y jamás moriría
nuevamente. Y fue así que para los Apóstoles la historia de
Magdalena y las otras mujeres que atestiguaron de la
resurrección "les parecían locura las palabras de ellas, y no las
creían" (Lucas 24:11).
Sobre esta experiencia el Presidente David O. McKay dijo:
"El mundo nunca se hubiese conmovido con el testimonio de
hombres con mentes tan vacilantes, indecisas y desesperadas
como las que poseían los Apóstoles el día de la Crucifixión.
"¿Qué hizo cambiar tan súbitamente a esos discípulos en
predicadores confiados, valientes y heroicos del Evangelio de
Jesucristo? Fue la revelación de que Cristo había resucitado de la
tumba, que había guardado sus promesas, que su misión
mesiánica se había cumplido. En las palabras de un escritor
eminente: 'Se había puesto el sello final y absoluto de
autenticidad en todo lo que había dicho y el sello indeleble de
autoridad divina en todas sus enseñanzas. La gloriosa luz de la
presencia de su Señor y Salvador resucitado y glorificado había
disipado la sombra de la muerte.
"La fe en la resurrección tiene un fundamento indestructible en
la evidencia de estos testigos imparciales y asombrados, que no
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
79
podían dar crédito a sus ojos." (David O. McKay, Treasures of
life, p. 15-16).
Al igual que a los Apóstoles de la antigüedad, este conocimiento
y creencia debe transformarnos para que seamos confiados,
firmes, valientes y estemos en paz como seguidores del divino
Cristo; ha de ayudarnos a llevar nuestras cargas, a soportar
nuestros pesares y también a gustar plenamente del gozo y de la
felicidad que podamos encontrar en esta vida. Los discípulos que
fueron por el camino de Emaús con el Salvador se dijeron:
". . . ¿No ardía nuestro corazón en nosotros mientras nos
hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras?"
(Lucas 24:32).
No es de extrañarse que le suplicaran:
". . . Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha
declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.
Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el
pan, lo bendijo, y lo partió y les dio." (Lucas 24:29-30).
Los Apóstoles procuraban saborear esos preciosos momentos y
sentimientos.
El hecho de que el sepulcro quedara vacío fue el más
trascendental de todos los acontecimientos en la historia del
mundo, porque dio testimonio de que Jesús no había muerto,
sino que la muerte en sí había sido conquistada.
En el conocimiento de que cada uno de nosotros resucitará hay
una gran esperanza para todos.
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
80
En el Libro de Mormón, Alma promete que luego de la muerte
temporal:
"El espíritu y el cuerpo serán reunidos otra vez en su perfecta
forma; los miembros así como las coyunturas serán restaurados
a su propia forma, tal como nos hallamos ahora; y seremos
llevados ante Dios, conociendo tal como ahora conocemos, y
tendremos un vivo recuerdo de toda nuestra culpa." (Alma
11:43).
El Profeta José Smith dijo:
"Puedo saborear los principios de vida eterna, y vosotros
también. . . sé que cuando os declaro estas palabras de vida
eterna, vosotros gustáis de ellas, y sé que las creéis"
(Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 440).
Y así es que el más humilde y nuevo creyente, el niño, el joven o
el adulto pueden lograr una convicción personal de la veracidad
de la vida eterna.
Juan el Revelador vio:
". . . un cielo nuevo y una tierra nueva" (Apocalipsis 21:1).
y oyó
". . . una gran voz del cielo" (Apocalipsis 21:3).
"El que venciere heredará todas las cosas; y yo seré su Dios, y
él será mi hijo." (Apocalipsis 21:7).
"Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor ni dolor,
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
81
porque las primeras cosas han dejado de ser." (Apocalipsis
21:4).
No es necesario que nadie dependa continuamente del testimonio
de otros con respecto a la mediación, la expiación y la
resurrección de Cristo como nuestro Redentor y Salvador; cada
uno puede saborear la dulzura de las verdades del evangelio
obedeciendo los principios, las ordenanzas y los convenios.
Aunque todavía podemos ir al Jardín de Getsemaní, el Señor
Jesús no estará allí, ni tampoco en la tumba. No está en el
camino a Emaús, ni en Galilea, ni en Nazaret ni en Belén.
Debemos encontrarlo en nuestro corazón. No obstante, El nos
dejó para siempre el gran Consolador (Juan 14:16) y el
sempiterno poder del sacerdocio. Sobre este poder, Jacob, el hijo
de Lehi, testificó:
"Verdaderamente podemos mandar en el nombre de Jesús, y los
árboles mismos nos obedecen, o los montes, o las olas del mar."
(Jacob 4:7).
Por medio de la rectitud este poder del sacerdocio y estos dones
divinos de la Expiación y la Mediación operan en nuestras vidas.
Finalmente, cada uno de nosotros debe saber estas verdades
espirituales al seguir el consejo de Jesús:
"El que quiera hacer la voluntad de él conocerá si la doctrina es
de Dios o si yo hablo por mí mismo." (Juan 7:17).
LA EXPIACON DE JESUCRISTO
82
CAPITULO 8
LA NATURALEZA
DIVINA DE JESUCRISTO
Jesucristo es el Creador del universo, el Salvador y Redentor de
la humanidad y el juez del alma humana. Lo que El es y lo que
hace nos afecta a cada uno desde antes de nacer y nos afectará
durante toda nuestra vida terrenal y por las eternidades. Mucho
de lo que Cristo es y hace está más allá de la comprensión
humana.
El Señor le dijo a Moisés cuando hablaron cara a cara en la
montaña:
"He creado incontables mundos. . . por medio del Hijo. . .
(Moisés 1:33).
"Pero solamente te doy un relato de esta tierra. . . hay muchos
que hoy existen, y son incontables para el hombre; pero para mí
todas las cosas están contadas, porque son mías y las conozco."
(Moisés 1:35).
Este breve pasaje de las Escrituras nos da una idea de la
inmensidad de nuestro Señor como Creador. Un astrónomo
contemporáneo nos aclara: "El Cosmos es todo lo que existe, que
ha existido o que existirá... El tamaño y la edad del Cosmos son
incomprensibles para el hombre. . . sus dimensiones son de tal
magnitud que las unidades de distancia que utilizamos pierden
EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ
83
significado. Medimos las distancias con la velocidad de la luz.
En un segundo un rayo de luz viaja casi 300.000 km. . . En un
año atraviesa nueve trillones de kilómetros. . . Esa unidad de
longitud, la distancia que recorre la luz en un año, se llama un
año luz, pero no mide tiempo sino distancias enormes. . . El
Cosmos está casi vacío. . . Los mundos son valiosos. . . Una
galaxia se compone de gases, polvo y estrellas; billones y
billones de estrellas. Cada estrella podría ser un sol para alguien
. . . Existen cientos de billones de galaxias, cada una formada por
unos cientos de billones de estrellas. . . Desde la inmensidad del
espacio, es difícil distinguir el grupo en la que está nuestra
galaxia y casi imposible es distinguir nuestro Sol y la Tierra. . .
La Vía Láctea, la galaxia a la que pertenecemos, tiene unos 400
mil millones de estrellas que se mueven con orden y gracia. De
todas las estrellas, hasta el momento, los habitantes de la tierra
conocen de cerca sólo una" (Carl Sagan, Cosmos, New York:
Random House, 1980, págs. 4-5, 7, 10).
En una conversación entre Dios y Moisés, Dios dijo:
". . . Esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad
y la vida eterna del hombre." (Moisés 1:39).
Dios dijo también:
". . . Mi Unigénito es y será el Salvador. . . " (Moises 1:6).
El élder Bruce R. McConkie expreso:
La inmortalidad y la vida eterna del hombre se hace realidad por
medio de la expiación de Jesucristo, nuestro Salvador y
Redentor. Es "el acontecimiento más transcendental que haya
ocurrido o que vaya a ocurrir entre los hijos de nuestro Padre"
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  • 1. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 10 LA EXPIACIÓN DE JESUCRISTO EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ Por Raúl E. Fuentes Díaz
  • 2. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 11 Nota al lector: Antes de presentar a su consideración el presente trabajo, es necesario dejar claramente establecido que esta obra no cuenta con la debida autorización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y no representan necesariamente la postura de la Iglesia. Asumo la responsabilidad total solamente por la recopilación de esta obra. © Todos los derechos reservados por Intellectual Reserve, Inc.
  • 3. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 12 Por Raúl E. Fuentes Díaz
  • 4. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 13 LA EXPIACIÓN DE JESUCRISTO EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ Por Raúl E. Fuentes Díaz
  • 5. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 14 Dedicado a mis hijos Saríah, Jared y Benjamín
  • 6. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 15 PREFACIO Jesucristo fue la única persona capaz de llevar a cabo la Expiación por toda la humanidad. Gracias a Su Expiación, todas las personas resucitarán y quienes hayan obedecido Su Evangelio recibirán el don de la vida eterna con Dios. La Expiación de Jesucristo nos da la oportunidad de superar la muerte espiritual que viene como resultado del pecado y, al efectuar y guardar convenios sagrados, obtener las bendiciones de la vida eterna. El sacrificio Expiatorio de Jesús se realizó en el jardín de Getsemaní y en la cruz del Calvario. En Getsemaní, se sometió a la voluntad del Padre y comenzó a tomar sobre Sí los pecados de todas las personas. Él nos ha revelado algo de lo que experimentó al pagar el precio de nuestros pecados. En la cruz, permitió que le sobreviniera la muerte. Después, Su cuerpo fue puesto en un sepulcro hasta que resucitó y llegó a ser las ―primicias de los que durmieron‖. Mediante Su muerte y Su resurrección, Él venció la muerte física por todos nosotros. La Expiación de Jesucristo, el mayor acontecimiento que jamás haya ocurrido, hace posible que todas las personas reciban el perdón de sus pecados y moren con el Padre Celestial y Jesucristo por toda la eternidad. Debido a que la Expiación hizo necesario que Jesucristo sufriera de infinitas maneras, Él tiene una empatía perfecta por cada uno de nosotros.
  • 7. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 16 INDICE 1. Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor.........................18 2. La realidad del Cristo resucitado....................................33 3. La divina misión de Cristo sobre la tierra.......................39 4. Jesucristo el Primgenito hijo de Dios.............................45 5. El hijo Unigénito de Dios vino a la tierra.......................51 6. El acto supremo de caridad realizado por Jesucristo......61 7. Jesús no ha muerto..........................................................74 8. La naturaleza divina de Jesucristo..................................82 9. Jesucristo un ser infinito y eterno...................................90 10. La gracia del Salvador nos bendice................................98 11. La expiación de Jesucristo prevalecerá........................110 12. Jesucristo escogido y preordenado...............................114 13. Por medio de la expiación somos perdonados..............121 14. El plan de misericordia.................................................129 15. Jesucristo el autor de eterna salvación..........................135 16. El ungido hijo de Dios padece en el Gólgota...............140 17. La naturaleza divina del Unigénito..............................144 18. Jesús el Mesias esperado..............................................146 19. El grandioso y supremo sacrificio de Cristo..................149 20. Las dimensiones de la expiación...................................155 21. La Divinidad del Mesias prometido..............................160 22. El plan divino de la crucifixión.....................................171
  • 8. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 17 23. El plan de salvación.......................................................178 24. La gozasa mañana de la resurrección............................186 25. La vital importancia de la resurrección........................196 26. La agonía en el jardín de Getsemaní.............................202 27. Jesús se levantó como un ser resucitado.......................212 28.Los profetas testifican de la expiación..........................218 29. Bibliografia...................................................................228
  • 9. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 18 CAPITULO 1 JESUCRISTO, NUESTRO SALVADOR Y REDENTOR "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16.) El Evangelio de Cristo "es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree" (Romanos 1:16.); Y que la obra de Cristo y su gloria es, según sus propias palabras: "Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre." (Moisés 1:39) Que podamos entender el significado de este pasaje bíblico: "Yo sé que mi Redentor vive." (Job 19:25.) Debido a la gran duda que existe en el mundo respecto a la existencia de Dios y su Hijo Jesucristo, duda que ha sido vertida por hombres de influencia, incluyendo ministros del Evangelio, algunos de nuestros jóvenes están haciendo preguntas como éstas: ¿Fue efectivamente Jesucristo el Hijo de Dios? ¿Fue crucificado y resucitó literalmente? ¿Es el Evangelio algo más que un código de normas morales?
  • 10. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 19 Antes de analizar estas preguntas, quisiera subrayar el hecho de que aquellos que dudan de la existencia y el poder de Dios y su Hijo, y del propósito de la misión de Jesucristo sobre la tierra, aceptan sin lugar a dudas el hecho de que el hombre, no obstante su limitada capacidad, puede poner en el espacio objetos inanimados y mantenerse en contacto con ellos, recibiendo y enviando mensajes bajo un control casi perfecto, y que dirigen sus rutas aún hasta el punto de haber logrado tocar la luna. Sin embargo, esas mismas personas dudan que Dios, el Creador de todas las cosas, pueda hablar con el hombre, y que las oraciones puedan ser y sean por lo regular contestadas. Las escrituras nos hablan extensamente acerca de la venida de Jesucristo, de su misión, crucifixión y resurrección, del mensaje de amor y paz, y del Plan de Salvación que trajo a este mundo. Pero no todas las Escrituras que nosotros actualmente tenemos son aceptadas por toda la gente de este mundo; el Antiguo testamento es aceptado por los judíos como la palabra de Dios, y tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son aceptados por los católicos y protestantes como la palabra de Dios. Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, aceptan el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, y también el Libro de Mormón como la palabra de Dios: además las Doctrinas y Convenios y la Perla de Gran Precio; todos estos son los libros canónicos de Iglesia. No existe conflicto entre las enseñanzas del Antiguo y Nuevo Testamentos, de la Biblia y el Libro de Mormón, de las Doctrinas y Convenios y la Perla de Gran Precio, todos ellos contienen el mensaje del Evangelio tal como fue declarado por Dios a sus profetas desde Adán hasta José Smith, y por Jesucristo mismo cuando visitó personalmente tanto el Antiguo como el Nuevo Continente. Es mi intención citar algunas de las escrituras que nos proporcionan evidencias irrefutables y que nos
  • 11. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 20 dan testimonio de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. Una de las pruebas más grandes de que El es el Hijo de Dios y de que fue elegido para ser el Salvador del mundo, es el hecho de que su nacimiento y misión fueron predichas sobre la tierra muchos siglos antes de su cumplimiento. Este acontecimiento fue visto y predicho por Adán, Enoc, Moisés, Job, David, Zacarías, Isaías, Miqueas, Lehi, Nefi, Jacob, el Rey Benjamín, Alma, Abinadí, Samuel y muchos otros, incluyendo María, la madre de Jesús. Moisés dice que después que Adán y Eva su esposa, fueron arrojados del Jardín del Edén al mundo triste y solitario, invocaron el nombre del Señor y le ofrecieron sacrificios: "Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó. Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, el cual es lleno de gracia y de verdad. Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás. Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, diciendo: Soy el Unigénito del Padre desde el principio, desde ahora y para siempre, para que así como has caído puedas ser redimido; y también todo el género humano, sí, cuantos quieran. (Moisés 5:6-9)
  • 12. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 21 Y así se empezó a predicar el evangelio desde el principio, siendo declarado por santos ángeles enviados de la presencia de Dios, y por su propia voz, y por el don del Espíritu Santo." (Moisés 5:58.) Desde entonces esta información ha venido siendo transmitida de padres a hijos, y por lo tanto, la familia humana, así paganos como cristianos, han conservado una vaga esperanza acerca de la venida de un cierto Dios y Salvador que los redima de los males de la mortalidad. Por causa de la apostasía y las falsas enseñanzas, los hombres han tergiversado las ideas y creencias acerca de Jesús el Cristo; a pesar de eso y debido al interés que Dios tiene en ayudar al hombre a lograr la inmortalidad y vida eterna, ha creído conveniente enseñar a su pueblo a través de sus profetas escogidos en las diferentes dispensaciones, que Jesús es el Cristo y que sólo en El y por medio de El podrán obtener su salvación. Enoc vió la venida del Hijo del Hombre, aún en la carne y vió que levantaban al Hijo del Hombre sobre la cruz a la manera de los hombres y al Hijo del Hombre ascender al Padre. “. . . Enoc vio el día de la venida del Hijo del Hombre en la carne; y se regocijó su alma, y dijo: El Justo es levantado, y muerto es el Cordero desde la fundación del mundo; y por medio de la fe estoy en el seno del Padre, y he aquí, Sion está conmigo.” (Moisés 7:47-49.) No es posible citar más que algunas de las visiones y profecías acerca de la venida del Salvador: setecientos años antes de que Jesús naciese, Isaías pronunció esta profecía: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz (Isaías 9:6.)
  • 13. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 22 También profetizó que Jesucristo nacería de una virgen, que sería despreciado y desechado por los hombres, que iría como un cordero al matadero, que intercedería por los transgresores, y agrega: "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por azotado, herido por Dios y afligido." (Isaías 53:4-12.) En el Libro de Mormón encontramos que, a partir del año 600 antes de Cristo hasta el tiempo de su nacimiento, muchos profetas americanos, desde Lehi hasta Samuel el Lamanita, profetizaron que El nacería de una virgen, y que era el Hijo Unigénito de Dios en la carne, que sanaría a los enfermos y bendeciría a los pobres, que enseñaría entre el pueblo con poder y gloria, que seria juzgado y crucificado por los hombres; y que todo aquel que creyere en El tendría vida eterna. "Y si creéis en su nombre, os arrepentiréis de todos vuestros pecados, para que de ese modo logréis una remisión de ellos por medio de los méritos de él." (Helamán 14:13.) En el libro de Lucas está registrado, que el ángel le dijo a María: "Y he aquí, concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre. Y reinará en la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin." (Lucas·1:31-33.)
  • 14. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 23 Muchos se preguntan sorprendidos por qué los pastores y los Reyes Magos estaban a la expectativa y cómo fue que reconocieron la señal que anunció el nacimiento del Salvador. Ellos aguardaban la aparición de una nueva estrella, esta señal y otras más habían sido dadas por los profetas antiguos, y todos aquellos que estudiaron dichas profecías, estaban preparados para reconocerlas cuando se presentaran; qué cosa tan conmovedora es conocer, tal como la registra el evangelio de San Mateo, la historía de los Reyes Magos quienes venían del Oriente siguiendo la estrella, y habiendo llegado a Jerusalén preguntaron: ". . . ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle." (Mateo 2:2.) Se les dijo que fuesen a Belén donde debía de nacer tal como lo había predicho el Profeta Miqueas. Efectivamente, cuando llegaron a Belén encontraron al niño con su madre, María, y postrándose, le adoraron. Las Escrituras mencionadas, son testimonios de aquellos a quienes les fue declarado por ángeles o por Dios mismo, muchos años antes del nacimiento de Jesús, que El era el Hijo de Dios, que vendría y moraría entre los hombres, que sería crucificado y resucitaría, y que todo esto sucedería para la salvación de la humanidad. Muchos de los que convivieron con El mientras estuvo en la tierra, nos dejaron su testimonio de que El es el Hijo de Dios; y más aún, el Nuevo Testamento nos da una hermosa y brillante historia de la vida mortal de Jesús, de su mensaje de amor y salvación y también de su crucifixión y resurrección.
  • 15. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 24 Tenemos también el testimonio del apóstol Pedro registrado en el Evangelio de San Mateo, cuando Cristo dirigiéndose a sus discipúlos, les dijo: ". . . Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondió Simón Pedro y dijo: ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente! Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos." (Mateo 16:15-17.) Imaginen al apóstol Pablo cuando fue presentado encadenado ante el rey Agripa para ser juzgado y sin miedo y con plena convicción se defendió a sí mismo, confesó que había perseguido a los cristianos, y que cuando eran condenados a muerte, consentía en ello, y aún más, daba su voto. Luego relató la visión que recibió mientras se dirigía a Damasco persiguiendo a los santos, diciendo: "Cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepujaba al resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros a tierra, oí una voz que me hablaba y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué ame persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues." (Hechos 26:13-15.)
  • 16. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 25 Entonces Pablo dió testimonio de que fue enviado a declarar a la gente que Cristo le había aparecido, y exhortarlos a convertirse y a hacer obras dignas de arrepentimiento, y añadió: "Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el templo, intentaron matarme." (Hechos 26:21.) Y continuando con su propia defensa, agregó: "¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? ¡Yo sé que crees! Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a hacerme cristiano. Y Pablo dijo: ¡Quiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos como yo soy, excepto estas cadenas!" (Hechos 26:27-29.) Luego que fue puesto en libertad, Pablo continuó predicando, dando su testimonio a los romanos, a los corintios, a los efesios y a muchos otros pueblos, de que Jesús le había aparecido y le había instruído, y que El era el Cristo y el Salvador del mundo. Permítaseme ahora referirme al hermoso Sermón del Monte pronunciado por Jesucristo mismo, en el cual amonestó a la humanidad en la manera siguiente: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (Mateo 6:33.) Y continuó diciendo:
  • 17. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 26 "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos." (Mateo 7:21.) Otro testimonio conmovedor del amor de Cristo dado mientras agonizaba en la cruz, se encuentra en estas palabras: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34.) Y cuando uno de los ladrones le dijo: ". . . Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso." ( Lucas 23:42-43.) Finalmente Jesús clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró." (Lucas 23:46.) En la madrugada del domingo siguiente a su crucifixión, la devota María Magdalena y la otra María vinieron al sepulcro, y el ángel que había removido la piedra les dijo: "Y respondiendo el ángel, dijo a las mujeres: No temáis vosotras, porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, así como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.
  • 18. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 27 E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho." (Mateo 28:5-7.) Los discípulos se hallaban congregados discutiendo si verdaderamente el Señor habría resucitado y aparecido a Simón Pedro. Y mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: Paz a vosotros. Entonces ellos, espantados y atemorizados, pensaban que veían un espíritu. Mas él les dijo: ¿Por qué estáis turbados y surgen dudas en vuestros corazones? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies." (Lucas 24:36- 40.) Tomás, quien no estaba presente, no creyó que Jesús les había aparecido, pero ocho días después Jesús volvió a aparecer a sus discípulos y Tomás estaba entre ellos y le dijo: ". . . Pon aquí tu dedo y mira mis manos; y acerca acá tu mano y ponla en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
  • 19. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 28 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, has creído; bienaventurados los que no vieron y creyeron. Y también hizo Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre." (Juan 20:27-31.) Habiendo Jesús hablado a sus apóstoles y mientras ellos le contemplaban: ". . . fue alzado; y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entretanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones vestidos de blanco, Los que también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre vosotros arriba al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo." (Hechos l: 10-11.) En el Libro de Mormón encontramos otros testimonios de que Jesucristo apareció después de su resurrección a los habitantes del continente americano, y la multitud oyó una voz que decía: “He aquí a mi Hijo Amado, en quien me complazco, en quien he glorificado mi nombre: a él oíd. Y aconteció que al entender, dirigieron la vista hacia el cielo otra vez; y he aquí, vieron a un Hombre que descendía del cielo; y estaba vestido con una túnica blanca; y descendió y se puso en
  • 20. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 29 medio de ellos. Y los ojos de toda la multitud se fijaron en él, y no se atrevieron a abrir la boca, ni siquiera el uno al otro, y no sabían lo que significaba, porque suponían que era un ángel que se les había aparecido. Y aconteció que extendió la mano, y habló al pueblo, diciendo: He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo." (3 Nefi 11:7-10.) Y ocurrió que les habló el Señor, diciendo: Levantaos y venid a mí, para que metáis vuestras manos en mi costado, y para que también palpéis las marcas de los clavos en mis manos y en mis pies, a fin de que sepáis que soy el Dios de Israel, y el Dios de toda la tierra, y que he sido muerto por los pecados del mundo. Y aconteció que los de la multitud se adelantaron y metieron las manos en su costado, y palparon las marcas de los clavos en sus manos y en sus pies; y esto hicieron, yendo uno por uno, hasta que todos hubieron llegado; y vieron con los ojos y palparon con las manos, y supieron con certeza, y dieron testimonio de que era él, de quien habían escrito los profetas que había de venir. (3 Nefi 11:13-15.) Estos testimonios fueron dados por hombres rectos, quienes no tenian ninguna necesidad de mentir, engañar o embaucar al pueblo, y quienes al contrario, continuaron testificando que habían visto a Jesucristo antes, durante y después de su crucifixión y resurrección. Estos testimonios son acerca del Señor resucitado; no son del Maestro Jesús, no de Jesús de Nazaret, sino del Señor Jesús, del Redentor de la humanidad.
  • 21. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 30 ¿Por qué los hombres del mundo dudan de la veracidad irrefutable de los testimonios declarados por estos grandes profetas, privándose a sí mismo y a sus familias de la guía del Espíritu del Señor? Os exhorto a vosotros, los que tenéis dudas, a seguir la admonición de Moroni a que: "Preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo." (Moroni 10:4.) Uno de los testimonios más sobresalientes de todas las épocas, acerca de la divinidad de Jesucristo, es el que fue dado por el profeta José Smith; en nuestra dispensación, hace más o menos unos doscientos años, cuando este joven se dirigió a una arboleda y allí humildemente preguntó a Dios el Padre a qué Iglesia debía unirse. Escuchemos su experiencia a través de sus propias palabras: ". . . Me arrodillé y empecé a elevar a Dios el deseo de mi corazón. Apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar. Una densa obscuridad se formó alrededor de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una destrucción repentina. Mas esforzándome con todo mi aliento por pedirle a Dios que me librara del poder de este enemigo que se había apoderado de mí, y en el momento en que estaba para hundirme en la desesperación y entregarme a la destrucción —no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había
  • 22. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 31 sentido en ningún otro ser— precisamente en este momento de tan grande alarma vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí. No bien se apareció, me sentí libre del enemigo que me había sujetado. Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo! Había sido mi objeto recurrir al Señor para saber cuál de todas las sectas era la verdadera, a fin de saber a cuál unirme. Por tanto, luego que me hube recobrado lo suficiente para poder hablar, pregunté a los Personajes que estaban en la luz arriba de mí, cuál de todas las sectas era la verdadera (porque hasta ese momento nunca se me había ocurrido pensar que todas estuvieran en error), y a cuál debía unirme. Se me contestó que no debía unirme a ninguna, porque todas estaban en error. . . " (José Smith 2:15-19.) Al salir del bosque, el joven Smith sabía —tan seguro como que él vivía— que Dios y Jesucristo viven, que se le había aparecido y hablado con él en respuesta a su humilde oración. Cuando relató esta experiencia y su visión, a los ministros y a otras personas, a pesar de ser un desconocido joven de catorce años de edad, fue perseguido, ridiculizado, y atormentado por los dirigentes de las principales sectas de esos días. No obstante eso, él continuó proclamando su testimonio: que él había tenido una visión, que Dios sabía que él la había recibido, y que no podía negarla.
  • 23. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 32 Otra visión es aquella que fue dada al profeta José Smith y a Sidney Rigdon, poco más de un año después de la organización de la Iglesia, la cual da un fuerte testimonio de que Jesús es el Cristo en estas palabras: "¡Oíd, oh cielos, escucha, oh tierra, y regocijaos, vosotros los habitantes de ellos, porque el Señor es Dios, y aparte de él no hay Salvador! . . . Fueron abiertos nuestros ojos e iluminados nuestros entendimientos por el poder del Espíritu, al grado de poder ver y comprender las cosas de Dios. . . Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, este es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive! Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre; Que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios." (Doc. y Con. 76:1, 12, 22-24.) Por el poder del Espíritu Santo, sin duda alguna podemos llegar saber que Dios vive, que Jesús es el Cristo, el Redentor del mundo, que vino y moró entre los hombres, que voluntariamente dió su vida, por cada uno de nosotros. Si todos los habitantes del mundo aceptaran a Jesucristo como el Hijo de Dios, y guardaran sus mandamientos, no habría guerras, sino "paz y buena voluntad", y lograríamos inmortalidad y vida eterna.
  • 24. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 33 CAPITULO 2 LA REALIDAD DEL CRISTO RESUCITADO ''No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: "Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. "Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. "Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: "¡Gloria a Dios en las alturas, "Y en la tierra paz, buena voluntad "Para con los hombres!" (Lucas 2: 10-14.) La realidad de Cristo, aunque para muchos no sólo creen sino que saben con certeza de su existencia y su doctrina. Sin lugar a dudas, todos aceptamos el hermoso relato de Lucas como uno de los eventos más grandes que han sucedido en el mundo: el nacimiento y la resurrección de Cristo.
  • 25. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 34 Lucas, quien nos habla de los pastores y los coros celestiales que éstos escucharon, fue un hombre educado. Era un doctor griego. A pesar de que no fue un testigo visual de Cristo, conoció a muchas personas que lo fueron, y escribió dos relatos que dedicó a un amigo y a un gobernante. En uno de dichos relatos dice: "Hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables. . . ." (Hechos 1:2-3.) Cuando Lucas escribió este mensaje estaba ya convencido de la realidad del Cristo Resucitado y lo aceptaba. Si queremos progresar espiritualmente y elevarnos por sobre las cosas terrenales, debemos estar conscientes de la realidad de Cristo y de la veracidad de su filosofía. Con toda mi alma creo como el impetuoso Pedro que: ". . . No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hechos 4:12.) En aquellos días Cristo era una realidad para Pedro y hoy día debe ser tan verdadero como entonces. Toda la filosofía del progreso del hombre está relacionada con su divina venida. Es el Hijo de Dios, tomó cuerpo mortal como nosotros y alcanzó la divinidad, la cual también está a nuestro alcance.
  • 26. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 35 En el camino del progreso espiritual, hay ciertos pasos necesarios que debemos dar. El primer paso hacia el progreso espiritual consiste en estar conscientes de la libertad. Este principio tuvo origen cuando Cristo aceptó venir a la tierra. En el principio el Señor pidió que alguien bajara a la tierra para redimir al género humano. Hubo uno que respondió diciendo tal vez algo como: "Envíame a mí, y yo obligaré a todos los hombres a hacer lo que yo les diga, pero la gloria será para mí." Y otro respondió: "Aquí estoy yo, envíame a mí y yo te daré la gloria a ti, Padre." (Moisés 4:1-2 y Abraham 3:27- 28.) Este último daría a cada hombre el libre albedrío. Este es el comienzo del progreso del alma. Dios desea hacer del hombre algo semejante a El, y para conseguirlo comenzó por hacerlo libre. Sí, éste es el concepto de la libertad. Podemos hacer lo que nos parezca, aceptando o rechazando lo más elevado y lo mejor de la vida; apoyando o negando el egoísmo, la enemistad y al antagonismo del mundo. Los malos instintos empujan al hombre a que logre el triunfo a costa de sus semejantes. O por el contrario, podemos elegir el camino más elevado y angosto. El segundo paso es el autodominio. Antes de que Cristo comenzara su ministerio, probó que era capaz de resistir a Satanás. Fue tentado "en todo según nuestra semejanza" pero no cedió ni una sola vez y al final declaró: ". . . Confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16:23.)
  • 27. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 36 Para ascender hay que vencer y conquistar. Se pueden hacer trampas en los exámenes de la escuela, pero quien las haga dentro de su corazón sabe que no ha dominado el conocimiento de la materia. No se debe ceder ante las tentaciones de la carne, quienes ceden a ellas se dan cuenta que la felicidad que estaban buscando es una flor marchita que se desmenuza en sus manos. Llega un momento en que no puede obtener las sensaciones que busca sin destruirse físicamente. El tercer paso es el sentido de responsabilidad. En este aspecto Cristo es el ejemplo supremo, como lo es en todo. El verdaderamente dio su vida por los demás. ". . . Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza." (Mateo 8:20.) Y sacrificando su bienestar y aún sus necesidades, aconsejó a todos: ". . . Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen." (Mateo 5:44.) “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos mas pequeños, a mí lo hicisteis." (Mateo 25:40.) Si tienes algo en contra de un hermano, dirígete a él éste es un principio sublime, que si se aceptara y llevara a la práctica, resolvería las dificultades en las ciudades y las naciones. Pero el Salvador no se limitó a aconsejar al que tenía mala voluntad, fue más allá.
  • 28. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 37 Observen estas palabras: ". . . Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti. Deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda." (Mateo 5:23-24) La ayuda desinteresada a nuestros semejantes, hace más fácil dar el cuarto paso: La dedicación a Cristo y al bien. Cuando Jesús se encontró en la peor crisis, en el jardín de Getsemaní, dijo: ". . . Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya." (Lucas 22:42.) Dando muestras de su completa sumisión a la voluntad de Dios. Algunas semanas antes, había anunciado este principio en las conocidas palabras: "El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará." (Mateo 10:39) ¡Cristo es real! ¡Cristo vive! Job en medio de su sufrimiento exclamó ". . . Yo sé que mi Redentor vive " ". . . Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios." (Job 19:25-26.) La vida de Cristo fue real. Nació de Dios, "el niño de Belén", el Hombre más perfecto que jamás ha vivido, el Hombre ideal,
  • 29. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 38 cuyo carácter fue supremo, nuestro Hermano, nuestro Salvador, el Ungido. El cumplimiento de los principios del evangelio de Jesucristo trae paz y felicidad. Esto es lo que Cristo ofrece a este mundo convulsionado. Recordemos los ideales de su vida, que debemos esforzarnos porque toda nuestra vida sea gloriosa al grado que aprendamos a sacrificarnos por la felicidad de los demás.
  • 30. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 39 CAPITULO 3 LA DIVINA MISIÓN DE CRISTO SOBRE LA TIERRA A la muerte de Jesús, los apóstoles estaban muy tristes. Cuando fue crucificado sus esperanzas murieron por completo. Su inmenso dolor, la historia de Tomás, la perplejidad de Pedro, la preparación evidente de un entierro eterno, se combinaron para ilustrar el temor de que la redención de Israel había fracasado. A pesar de las repetidas aseveraciones de Cristo de que volvería, aparentemente los apóstoles no lo comprendieron por completo. Durante la crucifixión, estaban asustados y desanimados. Durante dos años y medio habían sido apoyados e inspirados por la presencia de Cristo. Pero ahora El se había ido. Quedaban solos y parecían estar confundidos, asustados y desamparados. Sólo Juan permaneció junto a la cruz. El mundo nunca hubiera podido ser conmovido por hombres con mentes como las de los apóstoles en el día de la crucifixión, dudosas, vacilantes y desesperadas. ¿Qué fue lo que repentinamente transformó a estos discípulos en predicadores confiados, valientes y heroicos del evangelio de Jesucristo? Fue la revelación de que Cristo se había levantado de la tumba. Había cumplido su promesa y su mision. En las palabras de un emimente escritor: "El sello de autenticidad final
  • 31. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 40 y absoluta ha quedado puesto en todas sus declaraciones y la estampa indeleble de su autoridad divina sobre todas sus enseñanzas. La tristeza de la muerte se desvaneció con la gloriosa luz de la presencia del Señor y Salvador resucitado. "En la evidencia de estos testigos imparciales e incrédulos, tiene su inexpugnable base "la fe en la resurrección." Uno de los primeros en escribir su testimonio fue Marcos, cuyo nombre judío original era Juan. Era primo de Bernabé. No hay ningún registro que diga que se unió a la Iglesia mientras que Cristo estaba vivo. Hay razones para creer que fue un converso de Pedro, quien lo llama cariñosamente: "Marcos mi hijo." (1 Pedro 5:13.) Su madre era creyente y con ella se hospedaron los apóstoles después de la resurrección, y quizá antes también, y es probable que Jesús mismo haya estado en su casa la noche de la traición. Marcos, entonces, tenía edad suficiente para conocer y tener trato personal con los hombres que fueron testigos oculares de la resurrección. Es muy probable que él haya sido el joven que huyó hacia el jardín de Getsemaní con sólo una sábana cubriendo su cuerpo desnudo. Es cierto que tuvo amistad con Pedro, de quien escuchó en esa ocasión -no años después- todos los detalles acerca de la muerte, entierro y resurrección de Jesús. El hecho de ser el autor del segundo evangelio nunca ha sido disputado por las iglesias cristianas, y aún el devastador y negativo criticismo moderno está dispuesto a considerarlo el autor de por lo menos la parte principal del presente evangelio. Marcos no relata la aparición del Señor resucitado, pero testifica que el ángel en la tumba anunció la resurrección y prometió que el Señor se reuniría con sus discípulos. De Marcos sabemos de la primera tumba vacia en todo el mundo. Por primera vez en la
  • 32. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 41 historia del hombre las palabras "ha muerto", quedaron substituídas por el divino mensaje "Ha resucitado". Para él la resurrección no era mítica, ni tampoco problemática o dudosa -era real-, y la aparición de su Señor y Maestro entre los hombres era un hecho aceptado en su mente sin ninguna sombra de duda. Dedicó su vida a la proclamación de esa verdad; y si se puede creer en la tradición, selló su testimonio con su propia sangre. Otra persona que registró el testimonio de los testigos oculares fue Lucas, un gentil, o como creen algunos un prosélito de Antioquía en Siria, donde siguió la carrera de médico. (Colosenses 4:14.) Lo que escribió fue el resultado de su investigación personal y fue tomado de todas las fuentes disponibles. Particularmente entrevistó y registró las declaraciones de aquellos que "desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra." Afirma que cuidadosamente trazó todas las cosas "desde su origen" para poder escribirlas "por orden". Lo cual quiere decir que Lucas obtuvo el testimonio de estos "testigos visuales" directamente de ellos y no de narraciones anteriores. Según todos los testimonios fidedignos, tenemos el testimonio de Lucas tal como salió de sus manos. En el capítulo 24, versículos cinco y seis, Lucas testifica del mensaje divino: ". . . ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado ... " Con igual seguridad en cuanto a su exactitud, podemos aceptar esta declaración y testimonio concerniente a Pedro y Pablo y
  • 33. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 42 cada uno de los otros apóstoles que testificaron de la resurrección. "A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios." (Hechos 1:3.) ¿Quién puede dudar de la absoluta confianza de Lucas en la realidad de la resurrección? Es verdad que ni Marcos ni Lucas testifican haber visto personalmente al Cristo resucitado, y por lo tanto algunos dicen que sus testimonios no se pueden tomar como una evidencia de primera clase. Ninguno de los dos testifica de ello, pero están convencidos de que otros lo vieron y esto demuestra cuán incontrovertible fue la evidencia entre los apóstoles y otros discípulos de que la resurrección fue una realidad. Hay un hombre cuyo testimonio realmente afirma la aparición de Jesús después de su muerte y entierro, y no solamente corrobora el testimonio de los dos hombres que he mencionado sino también el de los otros. Me refiero a Pablo, cuyo nombre judío era Saulo, un judío de Tarso, educado a los pies de Gamaliel, un fariseo estricto, y quien antes de su conversión, fue un encarnizado perseguidor de todos los que creían que Jesús de Nazaret se había levantado de los muertos. Leemos en el capítulo 26 de Hechos acerca de su conversión y de la aparición de Cristo. En este capítulo inmortal, refuerza la fe de los santos en la resurrección de Cristo como un hecho histórico, muestra cuán esencial es este hecho para la esperanza cristiana y por medio de razonamientos y analogías hace a un lado ciertas objeciones naturalistas a la gran doctrina.
  • 34. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 43 Su testimonio directo y afirmativo de la aparición de Cristo dice: "Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo, y después a todos los apóstoles. Y al postrero de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, se me aapareció a mí. Porque yo soy el más insignificante de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios." (1 Corintios 15:3-9.) La evidencia directa de la resurrección puede declararse de la siguiente manera: Primero, la repentina y maravillosa transformación en el espíritu y obra de los apóstoles. Segundo, la creencia casi universal de la Iglesia primitiva tal como la registran los evangelios. Tercero, el testimonio directo de Pablo. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimas Días está con Pedro, Pablo y Santiago, y con todos los otros apóstoles que aceptan la resurrección no solo como literalmente verdadera, sino como la consumación de la misión divina de Cristo sobre la tierra.
  • 35. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 44 Mil ochocientos años después de que Jesús murió sobre la cruz, José Smith declaró: " ... Vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí. "No bien se hubo aparecido, cuando me sentí libre del enemigo que me tenía sujeto. Al reposar la luz sobre mí, vi a dos personajes, cuyo brillo y gloria no admiten descripción, en el aire arriba de mí. Uno de ellos me habló, llamándome por nombre, y dijo, señalando al otro: ¡Este es mi Hijo Amado: Escúchalo!" Cristo resucitó y lo mismo sucederá con todos los hombres, y cada cual ocupará el lugar para el que esté mejor preparado en el mundo venidero. Ya que el amor es tan eterno como la vida, el mensaje de la resurrección es el más consolador, el más glorioso que jamás se ha dado al hombre; porque cuando la muerte nos lleva a un ser querido, podemos mirar con seguridad a la tumba abierta y decir, "No está aquí, ¡Ha resucitado!".
  • 36. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 45 CAPITULO 4 JESUCRISTO EL PRIMOGENITO HIJO DE DIOS El primer artículo de Fe de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días dice: "Creemos en Dios el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo." Hablar sobre Jesucristo, nuestro Redentor, es un tema sagrado, por los cual es importante obtener un entendimiento más profundo y una mayor apreciación por el Hijo Unigénito, nuestro Salvador. En orden cronológico, nuestra primera información sobre Jesucristo la obtuvimos en las Escrituras, las cuales nos hablan de un concilio pre-terrenal al que asistieron todos los hijos espirituales de Dios. En ese concilio fue presentado el plan del Padre para el progreso eterno del hombre. Después, Jesucristo se ofreció y fue elegido para llevar a cabo la expiación requerida y de esta manera lograr la salvación y exaltación de la humanidad. Todos los profetas, han testificado que Jesucristo, el primogénito Hijo espiritual de Dios, fue escogido para ser nuestro Redentor.
  • 37. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 46 Los profetas que precedieron a Jesucristo en esta tierra dieron testimonio de que El había sido escogido y que vendría a la tierra a cumplir su misión. En el principio de los tiempos, mientras Adán ofrecía sacrificio en obediencia al divino mandamiento, se le apareció un ángel del Señor y le dijo: ". . . ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó. Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, el cual es lleno de gracia y de verdad." (Moisés 5:6-7) Desde ese tiempo hasta el ministerio de Jesucristo, todos los que habían comprendido el plan de Dios para el progreso eterno del hombre ofrecieron el mismo sacrificio. El Padre requería esto para hacerles recordar constantemente que Jesucristo vendría y llevaría a cabo la expiación como Redentor. Posteriormente el Señor le dijo a Adán: ". . . Si te vuelves a mí y escuchas mi voz, y crees y te arrepientes de todas tus transgresiones, y te bautizas en el agua, en el nombre de mi Hijo Unigénito, lleno de gracia y de verdad, el cual es Jesucristo, el único nombre que se dará debajo del cielo mediante el cual vendrá la salvación a los hijos de los hombres, recibirás el don del Espíritu Santo. . . " (Moisés 6:52) "Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás. (Moisés 5:8)
  • 38. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 47 Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, e hicieron saber todas las cosas a sus hijos e hijas." (Moisés 5:12.) Desde Adán hasta el meridiano de los tiempos, repetidas veces se les recordó a los habitantes de la tierra el programa divino de Dios para la salvación de los hombres, el evangelio de Jesucristo. Así lo enseñaron Enoc, Noé, Melquisedec, Abraham, Moisés, Isaías, Jeremías y otros profetas. Durante los 2.000 años anteriores al nacimiento de Jesucristo, florecieron en América dos grandes civilizaciones. A ellos también se les dio a conocer la misión del Salvador. El Libro de Mormón relata que uno de los líderes fue divinamente guiado para traer su colonia desde "la gran torre" a América. A éste el Señor se le apareció y le dijo: "He aquí, yo soy el que fue preparado desde la fundación del mundo para redimir a mi pueblo. He aquí, soy Jesucristo. Soy el Padre y el Hijo. En mí todo el género humano tendrá vida, y la tendrá eternamente, sí, aun cuantos crean en mi nombre. . . " (Eter 3:14.) "He aquí, este cuerpo que ves ahora es el cuerpo de mi espíritu . . . y así como me aparezco a ti en el espíritu, apareceré a mi pueblo en la carne." (Eter 3:16.) El libro de Mormón registra más tarde, por el año 2.000, que la noche antes de que naciera Cristo "la voz del Señor vino" a otro profeta americano y dijo: " ¡Alza la cabeza y sé de buen ánimo, pues he aquí, ha llegado el momento; y esta noche se dará la señal, y mañana vengo al mundo para mostrar al mundo que he de cumplir todas las cosas
  • 39. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 48 que he hecho declarar por boca de mis santos profetas.!" (3 Nefi 1:13.) Todos conocemos la anunciación angelical en los campos de Belén; "Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor." (Lucas 2:11.) El Padre y el Hijo han dado repetidas veces, testimonios convincentes de que Jesús es nuestro Redentor. Durante el bautismo de Cristo, el Padre dijo: ". . . Tú eres mi Hijo Amado, en ti me complazco." (Lucas 3:22) Y más tarde en el monte de la Transfiguración; "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; a él oíd." (Mateo 17:5.) El Nuevo Testamento se refiere repetidamente al propio testimonio de Cristo en cuanto a su identidad y misión. Una de las manifestaciones más impresionantes del Padre y el Hijo fue a los nefitas en América, a quienes Cristo visitó después de su resurrección en la tierra de Jerusalén. El Padre les presentó a Jesucristo resucitado con estas palabras: "He aquí a mi Hijo Amado, en quien me complazco, en quien he glorificado mi nombre: a él oíd. (3 Nefi 11:7) Después de lo cual, Jesús resucitado, en persona, descendió de los cielos ". . . y se puso en medio de ellos. . . y les habló diciendo:
  • 40. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 49 "He aquí, he venido al mundo para traer redención al mundo, para salvar al mundo del pecado. Por tanto, al que se arrepintiere y viniere a mí como un niño pequeñito, yo lo recibiré, porque de los tales es el reino de Dios. He aquí, por estos he dado mi vida, y la he vuelto a tomar; así pues, arrepentíos y venid a mí, vosotros, extremos de la tierra, y sed salvos." (3 Nefi 9:21-22.) Por medio de la expiación de Jesucristo el hombre puede resucitar a un estado inmortal y, según su obediencia al evangelio, también a la vida eterna. Jesucristo fue el Primogénito Hijo espiritual de Dios el Padre; que es el Unigénito de Dios en la carne; que como las escrituras lo enseñan, en el mundo espiritual antes de que esta tierra fuera creada, El apoyó el plan del Padre para los hombres en la mortalidad, o sea, la muerte, resurrección y vida eterna de los hombres; que obedeciendo al Padre, El creó esta tierra; el Jehová del Antiguo Testamento, "el Dios de Adán y de Noé, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios de Israel, el Dios por cuyo mandato los profetas de todas las edades han hablado, el Dios de todas las naciones, que aún tendrá que reinar sobre la tierra como Rey de reyes y Señor de señores." (James E. Talmage, Jesús el Cristo, pág. 4.) El vino a la tierra como el Niño de Belén, engendrado por el Padre, nacido de María; el evangelio que El enseñó es el único medio por el cual el hombre puede llevar a cabo el propósito completo de su creación. "Su vida inmaculada en la carne" y "su muerte voluntaria como un sacrificio consagrado para los pecados de la humanidad", con su victoria sobre la muerte, asegura a todos los hombres la resurrección e inmortalidad, y bajo las condiciones especificadas por El, también la vida eterna.
  • 41. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 50 En la primavera de 1820 este mismo Jesucristo, acompañado por su Padre, apareció a José Smith en una arboleda cerca de Palmyra, New York, en una de las experiencias divinas más grandiosas que haya tenido el hombre. El Profeta la describió así: ". . . Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!" (José Smith 2:17.) Jesús es, como El dijo; ". . . La vida y la luz del mundo. . . " (Doctrina y Convenios 10:70) ". . . Jesucristo es el nombre dado por el Padre, y no hay otro nombre dado, mediante el cual el hombre pueda ser salvo." (Doctrina y Convenios 18:23.) "Y el Espíritu da luz a todo hombre que viene al mundo; y el Espíritu ilumina a todo hombre en el mundo que escucha la voz del Espíritu. Y todo aquel que escucha la voz del Espíritu, viene a Dios, sí, el Padre." (Doctrina y Convenios 84:46-47.)
  • 42. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 51 CAPITULO 5 EL HIJO UNIGÉNITO DE DIOS VINO A LA TIERRA Antes de que el género humano viniera a esta tierra éramos todos hermanos y hermanas en el Mundo de los Espíritus. Vivimos allí con Dios nuestro Padre Eterno. Progresamos hasta donde pudimos bajo las condiciones que prevalecían allí. Por fin, el Padre llamó a un gran concilio en que él explicó que sería necesario que viniéramos a otro mundo, el mundo que ustedes y yo conocemos como la mortalidad. En el gran concilio delos cielos el señor dijo: “. . . Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de estos materiales y haremos una tierra sobre la cual estos puedan morar; Y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare; Y a los que guarden su primer estado les será añadido; y aquellos que no guarden su primer estado no tendrán gloria en el mismo reino con los que guarden su primer estado; y a quienes guarden su segundo estado, les será aumentada gloria sobre su cabeza para siempre jamás. (Abraham 3:24–26) Allí seríamos probados para ver si seriamos fieles a los mandamientos de Dios. Si nos íbamos a desarrollar como
  • 43. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 52 nuestro Padre Eterno se había desarrollado y si nosotros íbamos a recibir eventualmente la misma gloria que el habían logrado, sería necesario para nosotros venir aquí a la mortalidad y vivir por medio de la fe. Como lo expresara el apóstol Pablo: “. . . Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1:17) Dios nos explicó que cuando viniéramos a la mortalidad un velo sería puesto sobre nuestras mentes el cual nos causaría olvidar nuestra vida premortal. Olvidaríamos el evangelio por el cual vivíamos allí en el Mundo de los Espíritus. En esa condición, estaríamos muertos espiritualmente. En otras palabras no tendríamos el poder ni el conocimiento para traer nosotros mismos a la presencia de Dios. Pablo en su carta a los Corintios relata que cuando nos convirtamos al Señor: “. . . El velo se les quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.” (2 Corintios 3:16-18) Mas adelante agregó: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.” (1 Corintios 13:12)
  • 44. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 53 El también nos explicó que cada ser mortal estaría sujeto a una muerte espiritual, careciéndo del poder de resucitarse a sí mismo de aquella muerte: El profeta Samuel del Libro de Mormón enseñó que: “. . . Esta muerte lleva a efecto la resurrección, y redime a todo el género humano de la primera muerte, esa muerte espiritual; porque, hallándose separados de la presencia del Señor por la caída de Adán, todos los hombres son considerados como si estuvieran muertos, tanto en lo que respecta a cosas temporales como a cosas espirituales.” (Helamán 14:16) Pero él dijo que él proveería un plan de salvación que contendría un plan del evangelio para que el género humano lo pudiera seguir, mediante el cual los hombres pudieran volver a la presencia de Dios y recibir la vida eterna. El rey Lamoni al dirigirse a su pueblo expreso que: “. . . El gran Dios ha tenido misericordia de nosotros, y nos ha dado a conocer estas cosas para que no perezcamos; sí, nos ha dado a conocer estas cosas anticipadamente, porque él ama nuestras almas así como ama a nuestros hijos; por consiguiente, en su misericordia nos visita por medio de sus ángeles, para que el plan de salvación nos sea dado a conocer, tanto a nosotros como a las generaciones futuras. (Alma 24:14) Un Salvador sería proveído como parte de ese plan del evangelio. Ese Salvador sería dotado con suficiente poder para romper las ligaduras de la muerte y llevar a cabo la resurrección, para que todo el género humano pudiera levantarse de la tumba. A él también le serían dadas las leyes de la verdad, o el plan del
  • 45. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 54 evangelio de la salvación, y ese Salvador revelaría el plan de salvación a los hijos e hijas de Dios aquí en la mortalidad. Dios el Eterno Padre preguntó: "¿A quién enviaré?" (Abraham 3:27). Aprendemos en el relato de la gran visión que tuvo el padre Abraham, que en aquel gran concilio del Cielo había uno semejante a Dios mismo que se ofreció a ser el Salvador del mundo, diciendo que él bajaría a la tierra y daría al género humano su libre albedrío. Dios el Señor, le habló a Moisés, diciendo: “. . . Mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el principio, me dijo: Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre”. (Moisés 4:2) Todos aquellos que quisieran aceptar el plan de salvación podrían hacerlo; y si rendian obediencia a cada palabra que salía de la boca de Dios, ellos serían traídos otra vez a la presencia de Dios y recibirían la vida eterna. Y si no rendian obediencia a las leyes del evangelio, no tendrían el derecho ni la oportunidad de volver a la presencia del Padre y el Hijo. Este Hijo es la semejanza de Dios aquí en la mortalidad y lo conocemos como Jesucristo. En el monte Shelem el hermano de Jared, nos dice que Jesucristo fue: “. . . Preparado desde la fundación del mundo para redimir a mi pueblo. He aquí, soy Jesucristo. Soy el Padre y el Hijo. En mí
  • 46. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 55 todo el género humano tendrá vida, y la tendrá eternamente. . .” (Éter 3:14) Según el plan de Salvación, Adán y Eva fueron puestos sobre la tierra. Ellos pasaron por aquella muerte espiritual que hemos mencionado; es decir, ellos olvidaron su existencia premortal. Después de ser echados del Jardín de Edén, a Adán y Eva les fue enseñado el plan de salvación por Jesucristo. Angeles fueron mandados desde el Cielo para enseñarle a Adán la verdad del evangelio; también, la voz de Dios (Jesucristo) les habló de tiempo en tiempo. Por fin, Adán tenía todas las verdades del evangelio reveladas, en otras palabras, a él le fue revelado el mismo plan de salvación que ha sido revelado a José Smith en los últimos días. En la Perla de Gran Precio leemos que Adán estuvo ofreciendo holocausto. Mientras lo hacía un ángel del Señor vino a él y preguntó: "¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó". Entonces el ángel dijo que "Esto es a semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Por consiguiente, harás cuanto hicieres en el nombre del Hijo; y te arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás” (Moisés 5:6-8). Y entonces el ángel declaró que en el Meridiano de los Tiempos el Hijo Unigénito de Dios vendría sobre la tierra a mostrar a la humanidad cómo vivir de acuerdo con el plan del evangelio. “. . . Vendría en el meridiano de los tiempos, que fue preparado desde antes de la fundación del mundo. . .” (Moisés 5:57)
  • 47. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 56 “. . . Este es el plan de salvación para todos los hombres, mediante la sangre de mi Unigénito, el cual vendrá en el meridiano de los tiempos.” (Moisés 6:62) Y también que moriría por los pecados del mundo y sería resucitado para que la familia humana entera se levantara de la tumba y recibiera la inmortalidad, y que los obedientes recibirían la vida eterna. El ángel también le dijo a Adán que el nombre del Hijo de Dios (Jesucristo) es el único nombre que sería dado debajo del cielo por el cual el género humano podría ser salvo. “. . . El nombre de mi Hijo Unigénito, lleno de gracia y de verdad, el cual es Jesucristo, el único nombre que se dará debajo del cielo mediante el cual vendrá la salvación a los hijos de los hombres. . .” (Moisés 6:52) Entonces la voz de Dios habló desde el Cielo y le mandó a Adán ser bautizado, y dijo que todos los hombres en dondequiera deben ser bautizados; de otro modo, la humanidad sería condenada. Por lo tanto, Adán fue levantado por el espíritu del Señor y fue llevado al agua y sumergido debajo del agua. Entonces salió del agua, y el Espíritu Santo descendió sobre él y la voz de Dios habló desde el Cielo, diciendo que Adán había sido nacido del agua y del espíritu. El ángel también declaró que todos los hombres y todas las mujeres tienen que ser nacidos del agua y del espíritu para ser hijos e hijas de Dios, o en otras palabras, miembros de la Iglesia de Jesucristo. Así ellos tomarían sobre sí mismos el nombre de Cristo. “Y cuando el Señor hubo hablado con Adán, nuestro padre, sucedió que Adán clamó al Señor, y lo arrebató el Espíritu del
  • 48. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 57 Señor, y fue llevado al agua, y sumergido en el agua, y sacado del agua. Y de esta manera fue bautizado, y el Espíritu de Dios descendió sobre él, y así nació del Espíritu, y fue vivificado en el hombre interior. Y oyó una voz del cielo que decía: Eres bautizado con fuego y con el Espíritu Santo. Este es el testimonio del Padre y del Hijo, desde ahora y para siempre; Y eres según el orden de aquel que fue sin principio de días ni fin de años, de eternidad en eternidad. He aquí, eres uno en mí, un hijo de Dios; y así todos pueden llegar a ser mis hijos. . .” (Moisés 6:64-68) Adán fue mandado a enseñar estas verdades del evangelio y todas las verdades del evangelio a sus hijos. Mientras él trataba de hacerlo, Satanás vino entre sus hijos y dijo: “. . . No lo creáis; y no lo creyeron, y amaron a Satanás más que a Dios. Y desde ese tiempo los hombres empezaron a ser carnales, sensuales y diabólicos.” (Moisés 5:13) Hombres y mujeres tienen su libre albedrío para aceptar el evangelio o rechazarlo. Aquellos que aceptaron el evangelio y guardaron los mandamientos llegaron a ser Santos del Altísimo e hijos e hijas de Dios, mientras aquellos que rechazaron a Jesucristo y rehusaron reunirse con la Iglesia Verdadera, llegaron a ser inicuos y se pusieron a sí mismos bajo condenación.
  • 49. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 58 Los profetas por toda la historia proclamaron la venida de Jesucristo en el Meridiano de los Tiempos. Eventualmente, aquellas profecías fueron cumplidas; el Salvador fue nacido en el mundo y creció hasta la edad de responsabilidad. Entonces durante tres años de su vida enseñó el plan del evangelio de salvación. Fue crucificado y tres días más tarde, resucito de la tumba. Al resucitar él, las tumbas de muchas personas que habían muerto antes de su tiempo, fueron abiertas y ellos salieron de sus tumbas. Así, Cristo rompió las ligaduras de la muerte y llevó a cabo la resurrección, Siendo Él los "primeros frutos". La promesa fue dada a todos nosotros que cada hombre, mujer o niño que jamás vivió en el mundo sería resucitado. La expiación de Jesucristo está dividida en dos partes mayores. Una parte es la resurrección de la tumba, la cual es un regalo gratuito a cada hombre, mujer o niño. No importa que tan inicuos hayamos sido en esta vida, ni que tan justos seamos, todos resucitaremos de la tumba. Esto será un regalo gratuito de Jesucristo mediante la expiación. La otra parte de la expiación de Jesucristo es la parte que trata con nuestra obediencia a los mandamientos que él nos ha dado. Según su obediencia a los mandamientos de Dios, cada hombre recibirá exactamente lo que merezca. Si uno acepta todo el plan del evangelio de salvación, llega a ser miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y guarda todos los mandamientos, en seguida de la resurrección él se levantará y volverá a la presencia de Dios, recibirá la vida eterna, que significa que llegará a ser como Dios el Eterno Padre. Vivirá para siempre en el grado Celestial de gloria. Si hombres y mujeres viven vidas buenas pero rehúsan unirse a la verdadera, Iglesia de Jesucristo, ellos se levantarán en la resurrección y serán asignados a otro mundo, el cual es llamado la Gloria Terrestre. La gente inicua del mundo que quebrantan los
  • 50. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 59 mandamientos serán asignados a un tercer mundo conocido como la Gloria telestial. Así es que, el cumplimiento de la expiación de Jesucristo depende de nuestras acciones. Amulek, uno de los profetas del Libro de Mormón, le dijo al pueblo de su tiempo que todas las gentes inicuas, en seguida de la resurrección, estarían tal como si no hubiera habido ninguna expiación hecha solamente que se levantarían de la tumba. “. . . Sí, él es el Padre Eterno mismo del cielo y de la tierra, y de todas las cosas que en ellos hay; es el principio y el fin, el primero y el último; Y vendrá al mundo para redimir a su pueblo; y tomará sobre sí las transgresiones de aquellos que crean en su nombre; y estos son los que tendrán vida eterna, y a nadie más viene la salvación. Por tanto, los malvados permanecen como si no se hubiese hecho ninguna redención, a menos que sea el rompimiento de las ligaduras de la muerte; pues he aquí, viene el día en que todos se levantarán de los muertos y comparecerán delante de Dios, y serán juzgados según sus obras.” (Alma 11:39-41) En la revelación moderna, el Señor dijo: "Mas si no se arrepienten, tendrán que apadecer así como yo; Padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y desmayar." (Doctrina y Convenios 19:17-18).
  • 51. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 60 Hemos tomado sobre nosotros mismos el nombre de Cristo; y según las promesas, si guardamos todos los mandamientos, seremos perdonados de los pequeños errores que cometamos; seremos purificados mediante la sangre del Cordero de Dios. En seguida de la resurrección, seremos invitados a la presencia del Hijo y del Padre, y allí recibiremos las bendiciones de los fieles. Gloria será añadida sobre nuestras cabezas para siempre jamás. Seremos hechos sacerdotes y sacerdotisas y reyes y reinas en la presencia de Dios. En otras palabras recibiremos una exaltación gloriosa. Ahora, esos galardones dependen de nuestra obediencia a los mandamientos del plan de salvación.
  • 52. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 61 CAPITULO 6 EL ACTO SUPREMO DE CARIDAD REALIZADO POR JESUCRISTO ¿Ha resucitado, no está aquí" (Marcos 16:6). Estas palabras tan elocuentes, aun en su simplicidad, anunciaron el acontecimiento más significativo que se ha registrado en la historia: la resurrección del Señor Jesucristo, un acontecimiento tan extraordinario que aun los Apóstoles, que habían estado tan cerca de El durante su ministerio y a quienes se les había hablado de lo que sucedería, tuvieron dificultad para comprender la realidad de su significado. Lo primero que llegó a sus oídos concerniente a la resurrección les pareció locura (Lucas 24:11), porque ya había millones de hombres que habían vivido y muerto antes de ese día, y en todo valle y colina había cuerpos enterrados en el polvo, pero hasta esa primera mañana de la Resurrección ninguno se había levantado de la tumba. Cuando hablamos de que Jesús resucitó, estamos diciendo que su espíritu premortal, que dio vida a su cuerpo mortal desde que nació en un pesebre hasta que murió en la cruz, volvió a ese cuerpo, y los dos, el espíritu y el cuerpo, inseparablemente unidos, se levantaron de la tumba como un alma inmortal. Jesucristo no sólo conquistó la muerte y trajo sobre sí su propio glorioso cuerpo resucitado, sino que al hacerlo trajo consigo la resurrección universal. Ese fue el punto cumbre y el propósito de su misión, para la cual fue apartado y ordenado en el concilio
  • 53. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 62 celestial cuando fue escogido para ser nuestro Salvador y Redentor. Concerniente a su ministerio terrenal, su papel como Redentor requería de El cuatro requisitos: Primero, que su espíritu preterrenal fuera revestido con un cuerpo mortal. Esto se cumplió cuando los humildes pastores recibieron el anuncio de los cielos por medio de un ángel que les dijo: ". . . No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo: Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor." (Lucas 2:10-11). Segundo, que sufriera los dolores de todos los hombres, lo que hizo principalmente en Getsemaní, el lugar de su gran agonía. El mismo describió este sufrimiento diciendo que fue tan intenso que causó: "Que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y desmayar. Sin embargo, gloria sea al Padre, bebí, y acabé mis preparativos para con los hijos de los hombres." (Doctrina y Convenios 19:18-19) Tercero, que diera su vida. Su muerte en la cruz, después de haber sido rechazado y traicionado, y después de haber sufrido horrendos abusos, no se disputa ni aun entre los que no son
  • 54. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 63 creyentes. Que El diera su vida voluntariamente, con el expreso propósito de volverla a tomar en la resurrección, no es una verdad aceptada tan universalmente. Sin embargo, así es. Es cierto que fue cruelmente crucificado por hombres inicuos, pero a pesar de todo, tuvo el poder para detenerlos. ". . . Yo pongo mi vida para volverla a tomar", dijo. "Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. . . " (Juan 10:17-18.) Heredó este poder por haber nacido de la virgen María (un ser mortal) y por ser el Hijo de Dios (un ser inmortal celestializado). Habiendo entonces tomado sobre sí la mortalidad, y habiendo sufrido en Getsemaní por los pecados de todos los hombres, y habiendo dado su vida en la cruz, quedaba solamente romper las ligaduras de la muerte —el cuarto y último requisito— para completar su misión terrenal como Redentor. Repetidamente había enseñado que el objetivo de toda su vida mortal iba dirigido a esa consumación. Esto fue prefigurado en la declaración que hizo cuando dijo que iba a poner su vida para volverla a tomar. A la acongojada Marta le había dicho: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25); Y a los judíos declaró: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Juan 2:19). La resurrección era una cosa tan ajena a la experiencia humana que hasta sus discípulos creyentes tuvieron dificultades para comprenderla. Sin embargo, hasta los que lo crucificaron habían
  • 55. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 64 escuchado la doctrina. Perturbados por esto, llegaron hasta Pilato y le dijeron: ". . . Señor, nos acordamos de que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré." (Mateo 27:63). Así pues, con el consentimiento de Pilato pusieron guardia. ". . . No sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. . ." (Mateo 27:64). De manera que estos guardias mercenarios fueron testigos inadvertidamente cuando el ángel abrió la tumba, el último paso antes de que apareciera el Señor resucitado. “Y he aquí, hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y acercándose al sepulcro, removió la piedra y se sentó sobre ella. Y su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos.” (Mateo 28:2-4) Las pruebas de que Jesús fue resucitado son concluyentes. El domingo, después de la crucifixión que se efectuó el viernes por la tarde, apareció cinco veces a distintas personas. La primera persona que lo vio fue María Magdalena. Temprano en la mañana Pedro y Juan, después de verificar los informes de que el cuerpo de Jesús ya no estaba en la tumba, se retiraron. Pero María se quedó en el jardín llorando. Cuando se volvió del sepulcro;
  • 56. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 65 ". . . Se volvió y vio a Jesús que estaba allí; pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni!, que quiere decir, Maestro. . ." (Juan 20:14-16.) Tiernamente refrenándola, El volvió a hablarle: ". . . No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios." (Juan 20:14-17). Luego, muy de mañana, "María Magdalena, y María, madre de Jacobo, y Salomé" (Marcos 16:1) fueron a la tumba con especias aromáticas para preparar el cuerpo para su sepultura final. Encontraron que el sepulcro estaba abierto y que el cuerpo no estaba allí. Para su consternación, dos varones con vestiduras resplandecientes se pararon junto a ellas y les dijeron: ". . . ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?" (Lucas 24:5.) ". . . Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, . . . Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas se acercaron, y abrazaron sus pies y le adoraron." (Mateo 28:8-9) Más tarde ese mismo día, cuando Cleofas y otro iban camino a Emaús, Jesús se les acercó, pero no lo reconocieron.
  • 57. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 66 Les preguntó la naturaleza de sus conversaciones y ellos le repitieron lo que habían dicho las mujeres. Viendo que ellos dudaban, les dijo: " ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!" (Lucas 24:25) Entonces les abrió el entendimiento concerniente a lo que las Escrituras hablaban de El. Después de llegar a Emaús: ". . . Estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, y lo partió y les dio. Entonces fueron abiertos los ojos de ellos y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista." (Lucas 24:30-31). Esa misma noche, los discípulos escucharon los informes de que Jesús había aparecido no sólo a Cleofas y a su acompañante, sino también a Pedro. "Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos". Para apaciguar el miedo y asegurarles que no era un espíritu, les mostró las manos, los pies y el costado y les dijo: "Yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. . . "Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? "Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.
  • 58. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 67 "Y El lo tomó, y comió delante de ellos." (Lucas 24:36-43.) Así pues, en ese día tan significativo, los que habían estado relacionados con El vieron su glorioso cuerpo resucitado; y no solamente lo vieron, sino que escucharon su voz y palparon las heridas en sus manos, en sus pies, y también en el costado. Delante de ellos tomó los alimentos y comió. Entonces supieron que había recuperado el cuerpo que ellos mismos habían depositado en la tumba. Su tristeza se convirtió en gozo por el conocimiento de que El vivía y era un Ser inmortal. Durante cuarenta días estuvo con sus discípulos en la Tierra Santa; otra vez se les manifestó en Jerusalén, cuando Tomás estaba presente: “Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y dijo: ¡Paz a vosotros! Luego le dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo y mira mis manos; y acerca acá tu mano y ponla en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, has creído; bienaventurados los que no vieron y creyeron.” (Juan 20:26-29) Y también en la orilla del mar de Tiberias. Allí los instruyó cómo echar sus redes para pescar, comió con ellos, les dio alimentos que El mismo cocinó en las brasas y los instruyó en el ministerio. En un monte de Galilea comisionó a los once para que enseñaran
  • 59. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 68 el evangelio a todas las naciones. El dijo: “. . . Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. . .” (Mateo 28:18-20) Y finalmente, después de que los bendijo en Betania, lo vieron cuando "fue llevado arriba al cielo". (Lucas 24:51.) Cumplida su misión en Palestina, el Señor visitó a los nefitas en América para que ellos también supieran de su resurrección. El Padre lo presentó a ellos con estas palabras: "He aquí a mi Hijo Amado, en quien me complazco". (3 Nefi 11:7) Cuando lo vieron descender de los cielos, lo describieron como a ". . . Un hombre . . . vestido con una túnica blanca. . ." Se presentó como: ". . . Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo". Lo vieron, lo escucharon y, ante la invitación de él,
  • 60. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 69 ". . . Metieron sus manos en su costado, y palparon las marcas de los clavos en sus manos y en sus pies, . . . y supieron con certeza y dieron testimonio de que era el, de quien habían escrito los profetas que había de venir.. (3 Nefi 11:7-15.) Así como se manifestó después de su resurrección a sus seguidores en la Tierra Santa y después a los nefitas en América, así se ha manifestado en nuestros días. De hecho, esta dispensación comenzó con una gloriosa visión en la cual el profeta José fue visitado por el Padre y el Hijo. El escuchó sus voces, porque los dos le hablaron. Dios el Padre le presentó a Jesús resucitado. El Profeta vio sus gloriosos cuerpos y después los describió: "El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo. . ." (Doctrina y Convenios 130:22). Aproximadamente doce años más tarde el Salvador se manifestó a José Smith cuando estaba con Sidney Rigdon. Los dos dieron testimonio; ". . . ¡Que vive! "Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre." (Doctrina y Convenios 76:22-23). En el Templo de Kirtland el Profeta lo vio otra vez, en esa oportunidad en compañía de Oliverio Cowdery. El profeta José Smith relata que:
  • 61. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 70 "El velo fue retirado de nuestras mentes, y los bojos de nuestro entendimiento fueron abiertos. Vimos al Señor sobre el barandal del púlpito, delante de nosotros; y debajo de sus pies había un pavimento de oro puro del color del ámbar. Sus ojos eran como llama de fuego; el cabello de su cabeza era blanco como la nieve pura; su semblante brillaba más que el resplandor del sol; y su voz era como el estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía: Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre." (Doctrina y Convenios 110:1-4.) Jesús era el único que podía llevar a cabo la expiación infinita que se requería, puesto que era la única persona sin pecado que vivió sobre la faz de la tierra, ofreció una vida sin mancha y, como Hijo de Dios, tuvo poder sobre la vida y la muerte. Ninguno hubiera podido quitarle la vida si El no hubiera estado dispuesto a entregarla. Jesús dijo: "Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar." (Juan 10:18). Fue, por lo tanto, por medio de actos de infinito amor y misericordia que El vicariamente pagó la deuda de la ley quebrantada y satisfizo las demandas de la justicia.
  • 62. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 71 Estamos endeudados aún más con Jesucristo, porque por su expiación no sólo satisfizo las demandas de la ley de justicia, sino que también impuso la ley de la misericordia, por medio de la cual el hombre puede ser redimido de la muerte espiritual. Porque, en tanto que el hombre no es responsable de la muerte mortal, sí lo es de la muerte espiritual, que lo aleja de la presencia de Dios. Toda persona que mora en la tierra está sujeta a las influencias de la rectitud y también a las de la maldad. Está también investida con el don divino del albedrío moral, en el ejercicio del cual ningún ser humano que haya vivido hasta la edad de responsabilidad, salvo Jesús, ha sido capaz de resistir la influencia del mal en todas las cosas. Todos hemos pecado. Por lo tanto, toda persona es impura hasta el grado en que ha pecado, y por esa impureza es desterrada de la presencia del Señor mientras los efectos de su pecado estén sobre ella. Puesto que padecemos esta muerte espiritual como resultado de nuestras propias transgresiones, no podemos pretender que se nos libre de ella reclamándolo como si se tratara de un asunto de justicia. Ni tampoco persona alguna tiene dentro de sí él poder para que la restitución sea tan completa que pueda limpiarla totalmente de los efectos de sus malas obras. A fin de que el hombre pueda ser libre de las consecuencias de sus propias transgresiones y regresar a la presencia de Dios, debe ser el beneficiario de un poder superior que lo libre de los efectos de sus propios pecados. Con este propósito se concibió y se llevó a cabo la expiación de Jesucristo. Ese fue el acto supremo de caridad del mundo, realizado por Jesús por causa de su gran amor por nosotros. De esa manera no sólo cumplió con las demandas de la justicia —por la cual hubiéramos permanecido atados a los efectos de nuestras propias
  • 63. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 72 transgresiones para siempre— sino que El impuso también la ley de la misericordia, por medio de la cual todos los hombres pueden ser limpiados de sus pecados. No obstante lo que creamos o la manera en que vivamos, todos vamos a resucitar; por medio de la expiación de Cristo, está garantizada la redención de toda alma de la tumba, sin condición alguna. Sin embargo, esto no es así con respecto al perdón y a la redención de los efectos de nuestros propios pecados. Las únicas personas que son así perdonadas y redimidas son aquellas que aceptan y obedecen los términos prescritos por el Redentor; de esta manera se colocan en posición de recibir los beneficios de Su sangre expiatoria en lo que concierne a sus propios pecados. El ha prescrito los términos de su evangelio —el Evangelio de Jesucristo—, que es la ley de la misericordia, cuyo primer requisito es aceptar a Jesús por lo que es: nuestro Redentor. Esto es la "fe en el Señor Jesucristo" (Artículos de Fe). Después sigue el abandono de nuestros pecados y hacer restitución hasta donde sea posible. A esto se le llama arrepentimiento. Si no cumplimos con estos requisitos y con los demás principios y ordenanzas del evangelio, nos deja fuera del alcance del plan de misericordia, y quedamos a merced de la ley de la justicia, por medio de la cual tendremos que sufrir por nuestros propios pecados, aun como lo hizo Jesús. Porque ". . . aquel que no ejerce la fe para arrepentimiento queda expuesto a las exigencias de toda la ley de la justicia; por lo tanto, únicamente para aquel que tiene fe para arrepentimiento se realizará el gran y eterno plan de la redención." (Alma 34:16). Al meditar acerca de la Expiación, por medio de la cual se nos asegura la resurrección y, de acuerdo con nuestra fe, el arrepentimiento y la fidelidad que demostremos hasta el fin, se
  • 64. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 73 nos da la oportunidad de obtener la remisión de nuestros pecados.
  • 65. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 74 CAPITULO 7 JESÚS NO HA MUERTO Por medio de la Expiación y de los acontecimientos extraordinarios que la rodearon, el Señor tomó sobre sí todos los terribles pecados individuales y colectivos del género humano. El resultado maravilloso de este sufrimiento fue que El redimió de la muerte física tanto a los creyentes y obedientes como a los infieles y desobedientes. Toda persona nacida o por nacer es beneficiaría tanto de la mediación como de la expiación del Salvador. El élder James E. Talmage en términos simples expresa que la Expiación es una reconciliación del hombre con Dios. Debido a su transgresión, Adán y Eva, al decidir abandonar su estado de inocencia, fueron expulsados de la presencia de Dios; esto se conoce entre los cristianos como la Caída, o la transgresión de Adán. Fue un muerte espiritual porque Adán y Eva fueron separados de la presencia de Dios y se les dio la libertad "para obrar por sí mismos, y no para que obren sobre ellos" (2 Nefi 2:26). También se les dio el gran poder de la procreación para que pudieran cumplir el mandamiento de multiplicarse y llenar la tierra, y tener gozo en su posteridad. El resto de su posteridad también quedó al margen de la presencia de Dios. Sin embargo, la posteridad de Adán y Eva era inocente del pecado original, dado que no participó en la transgresión y, por lo tanto, era injusto que toda la humanidad sufriera eternamente por el pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Era necesario poner en orden esa injusticia y, por lo tanto, se necesitaba el
  • 66. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 75 sacrificio expiatorio de Jesús en su función de Salvador y Redentor. Debido al hecho trascendental de la Expiación, es posible que toda alma obtenga el perdón de sus pecados, que éstos se limpien y se olviden. (James E. Talmage, Los Artículos de Fe, pág. 95). Este perdón, por supuesto, se recibe con la condición de que haya arrepentimiento y rectitud personal. Existe una diferencia entre la inmortalidad, o existencia eterna, y la vida eterna, que significa tener un lugar en la presencia de Dios. Por medio de Jesucristo, todos los hombres reciben la inmortalidad, justos o injustos, limpios o pecadores. Sin embargo, la vida eterna es: "El mayor de todos los dones de Dios". Según nos dice el Señor, obtenemos este gran don: "Si guardas mis mandamientos y perseveras hasta el fin". Si lo hacemos, El nos promete: "Tendrás la vida eterna" (Doctrina y Convenios 14:7). El presidente Joseph Fielding Smith explicó: "Esta diferencia entre la vida eterna, que reciben los fieles, y la inmortalidad, que obtienen tanto los fieles como los infieles, se indica en las palabras del Señor a Moisés: "Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre" (Moisés 1:39). La conjunción "y" separa claramente las dos ideas. Explica que el Señor da a la gran mayoría, a aquellos que no son obedientes, la bendición de la inmortalidad; y a aquellos que lo sirvan, la
  • 67. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 76 bendición de la vida eterna". (Smith, The Way to Perfection, Salt Lake City: The Genealogical Society of Utah, 1946, pág. 329). Han pasado casi dos mil años desde la maravillosa ocasión en que se conquistó la muerte. Todavía no sabemos cómo pudo el Salvador tomar sobre sí y soportar nuestras transgresiones, nuestras necedades, nuestros pesares, nuestros sufrimientos y nuestras cargas. No se puede describir ni entender. Fue casi imposible. La indescriptible agonía en Getsemaní fue tan grande que: ". . . Era su sudor como grandes gotas de sangre que caían a tierra'' (Lucas 22:44). El atormentado lamento que exhaló en la cruz, en su idioma arámico natal: "¡Eloi, Eloi!, ¿lama sabactani?, que interpretado quiere decir: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?" (Marcos 15:34) Apenas nos da una idea de su sufrimiento y humillación. No podemos menos que preguntarnos por cuántas de esas preciosas gotas de sangre somos responsables. Aun cuando los hombres y mujeres nacemos, vivimos por un momento y morimos, por medio de la expiación de Jesucristo todos viviremos después de la muerte. Por medio de la divinidad que nos dio nuestro Creador como un don, podemos llegar a la plenitud como herederos de Dios con poderes, dominios y progreso eternos. Pablo dijo que éste era un don por la gracia [o gratuito] (Romanos 5:15). Debido a la Mediación y a la Expiación resucitaremos sin tener que pasar por la agonía expiatoria por la que pasó el Hijo de Dios.
  • 68. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 77 En el Libro de Mormón, Jacob enseña: " . . . Si la carne no se levantara más, nuestros espíritus tendrían que estar sujetos a ese ángel que cayó de la presencia del Dios Eterno, y se convirtió en el diablo, para no levantarse más." (2 Nefi 9:8). Los testimonios de aquellos fieles seguidores que vieron, escucharon y tocaron al Señor resucitado permanecen irrefutables hoy día. Después de la crucifixión, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungirle (Marcos 16:1). Pero las devotas mujeres no sabían quién quitaría la enorme piedra que cerraba el sepulcro. Cuando llegaron encontraron que ya habían quitado la piedra (Marcos 16:3-4). Había ocurrido un gran terremoto y un ángel había quitado la piedra y se había sentado en ella, causando que los guardias temblaran de miedo y se quedaran como muertos (Mateo 28:2-4). El ángel dio instrucciones a las mujeres de dar las nuevas de la resurrección del Señor a los discípulos, asegurándoles que "va delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis" (Mateo 28:7). Cuando fueron a decírselo a los discípulos, "Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron" (Mateo 28:9). Durante los cuarenta días que pasó el Salvador con los Apóstoles y otras personas, le escucharon y vieron hacer muchas cosas imposibles de contar. Este ministerio especial transformó al grupo incierto, confuso, dividido y débil de Apóstoles en un conjunto de poderosos testigos del Señor. Marcos registra que el Salvador reprochó a los once "porque no habían creído a los que le habían visto resucitado" (Marcos 16:14).
  • 69. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 78 Quizás no se debería criticar a los Apóstoles por no haber creído que Jesús, luego de crucificado y enterrado en una tumba, había regresado a la tierra como un ser glorificado; jamás había sucedido algo similar en la historia humana. Era algo completamente nuevo; era una experiencia diferente del día en que habían visto levantarse a la hija de Jairo (Marcos 5:22-24, 35-43), al joven de Naín (Lucas 7:11-15), o a Lázaro (Juan 11:1- 44). Todos ellos volvieron a morir después; Jesús, sin embargo, se había transformado en un ser resucitado y jamás moriría nuevamente. Y fue así que para los Apóstoles la historia de Magdalena y las otras mujeres que atestiguaron de la resurrección "les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían" (Lucas 24:11). Sobre esta experiencia el Presidente David O. McKay dijo: "El mundo nunca se hubiese conmovido con el testimonio de hombres con mentes tan vacilantes, indecisas y desesperadas como las que poseían los Apóstoles el día de la Crucifixión. "¿Qué hizo cambiar tan súbitamente a esos discípulos en predicadores confiados, valientes y heroicos del Evangelio de Jesucristo? Fue la revelación de que Cristo había resucitado de la tumba, que había guardado sus promesas, que su misión mesiánica se había cumplido. En las palabras de un escritor eminente: 'Se había puesto el sello final y absoluto de autenticidad en todo lo que había dicho y el sello indeleble de autoridad divina en todas sus enseñanzas. La gloriosa luz de la presencia de su Señor y Salvador resucitado y glorificado había disipado la sombra de la muerte. "La fe en la resurrección tiene un fundamento indestructible en la evidencia de estos testigos imparciales y asombrados, que no
  • 70. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 79 podían dar crédito a sus ojos." (David O. McKay, Treasures of life, p. 15-16). Al igual que a los Apóstoles de la antigüedad, este conocimiento y creencia debe transformarnos para que seamos confiados, firmes, valientes y estemos en paz como seguidores del divino Cristo; ha de ayudarnos a llevar nuestras cargas, a soportar nuestros pesares y también a gustar plenamente del gozo y de la felicidad que podamos encontrar en esta vida. Los discípulos que fueron por el camino de Emaús con el Salvador se dijeron: ". . . ¿No ardía nuestro corazón en nosotros mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras?" (Lucas 24:32). No es de extrañarse que le suplicaran: ". . . Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, y lo partió y les dio." (Lucas 24:29-30). Los Apóstoles procuraban saborear esos preciosos momentos y sentimientos. El hecho de que el sepulcro quedara vacío fue el más trascendental de todos los acontecimientos en la historia del mundo, porque dio testimonio de que Jesús no había muerto, sino que la muerte en sí había sido conquistada. En el conocimiento de que cada uno de nosotros resucitará hay una gran esperanza para todos.
  • 71. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 80 En el Libro de Mormón, Alma promete que luego de la muerte temporal: "El espíritu y el cuerpo serán reunidos otra vez en su perfecta forma; los miembros así como las coyunturas serán restaurados a su propia forma, tal como nos hallamos ahora; y seremos llevados ante Dios, conociendo tal como ahora conocemos, y tendremos un vivo recuerdo de toda nuestra culpa." (Alma 11:43). El Profeta José Smith dijo: "Puedo saborear los principios de vida eterna, y vosotros también. . . sé que cuando os declaro estas palabras de vida eterna, vosotros gustáis de ellas, y sé que las creéis" (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 440). Y así es que el más humilde y nuevo creyente, el niño, el joven o el adulto pueden lograr una convicción personal de la veracidad de la vida eterna. Juan el Revelador vio: ". . . un cielo nuevo y una tierra nueva" (Apocalipsis 21:1). y oyó ". . . una gran voz del cielo" (Apocalipsis 21:3). "El que venciere heredará todas las cosas; y yo seré su Dios, y él será mi hijo." (Apocalipsis 21:7). "Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor ni dolor,
  • 72. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 81 porque las primeras cosas han dejado de ser." (Apocalipsis 21:4). No es necesario que nadie dependa continuamente del testimonio de otros con respecto a la mediación, la expiación y la resurrección de Cristo como nuestro Redentor y Salvador; cada uno puede saborear la dulzura de las verdades del evangelio obedeciendo los principios, las ordenanzas y los convenios. Aunque todavía podemos ir al Jardín de Getsemaní, el Señor Jesús no estará allí, ni tampoco en la tumba. No está en el camino a Emaús, ni en Galilea, ni en Nazaret ni en Belén. Debemos encontrarlo en nuestro corazón. No obstante, El nos dejó para siempre el gran Consolador (Juan 14:16) y el sempiterno poder del sacerdocio. Sobre este poder, Jacob, el hijo de Lehi, testificó: "Verdaderamente podemos mandar en el nombre de Jesús, y los árboles mismos nos obedecen, o los montes, o las olas del mar." (Jacob 4:7). Por medio de la rectitud este poder del sacerdocio y estos dones divinos de la Expiación y la Mediación operan en nuestras vidas. Finalmente, cada uno de nosotros debe saber estas verdades espirituales al seguir el consejo de Jesús: "El que quiera hacer la voluntad de él conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mí mismo." (Juan 7:17).
  • 73. LA EXPIACON DE JESUCRISTO 82 CAPITULO 8 LA NATURALEZA DIVINA DE JESUCRISTO Jesucristo es el Creador del universo, el Salvador y Redentor de la humanidad y el juez del alma humana. Lo que El es y lo que hace nos afecta a cada uno desde antes de nacer y nos afectará durante toda nuestra vida terrenal y por las eternidades. Mucho de lo que Cristo es y hace está más allá de la comprensión humana. El Señor le dijo a Moisés cuando hablaron cara a cara en la montaña: "He creado incontables mundos. . . por medio del Hijo. . . (Moisés 1:33). "Pero solamente te doy un relato de esta tierra. . . hay muchos que hoy existen, y son incontables para el hombre; pero para mí todas las cosas están contadas, porque son mías y las conozco." (Moisés 1:35). Este breve pasaje de las Escrituras nos da una idea de la inmensidad de nuestro Señor como Creador. Un astrónomo contemporáneo nos aclara: "El Cosmos es todo lo que existe, que ha existido o que existirá... El tamaño y la edad del Cosmos son incomprensibles para el hombre. . . sus dimensiones son de tal magnitud que las unidades de distancia que utilizamos pierden
  • 74. EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ 83 significado. Medimos las distancias con la velocidad de la luz. En un segundo un rayo de luz viaja casi 300.000 km. . . En un año atraviesa nueve trillones de kilómetros. . . Esa unidad de longitud, la distancia que recorre la luz en un año, se llama un año luz, pero no mide tiempo sino distancias enormes. . . El Cosmos está casi vacío. . . Los mundos son valiosos. . . Una galaxia se compone de gases, polvo y estrellas; billones y billones de estrellas. Cada estrella podría ser un sol para alguien . . . Existen cientos de billones de galaxias, cada una formada por unos cientos de billones de estrellas. . . Desde la inmensidad del espacio, es difícil distinguir el grupo en la que está nuestra galaxia y casi imposible es distinguir nuestro Sol y la Tierra. . . La Vía Láctea, la galaxia a la que pertenecemos, tiene unos 400 mil millones de estrellas que se mueven con orden y gracia. De todas las estrellas, hasta el momento, los habitantes de la tierra conocen de cerca sólo una" (Carl Sagan, Cosmos, New York: Random House, 1980, págs. 4-5, 7, 10). En una conversación entre Dios y Moisés, Dios dijo: ". . . Esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre." (Moisés 1:39). Dios dijo también: ". . . Mi Unigénito es y será el Salvador. . . " (Moises 1:6). El élder Bruce R. McConkie expreso: La inmortalidad y la vida eterna del hombre se hace realidad por medio de la expiación de Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor. Es "el acontecimiento más transcendental que haya ocurrido o que vaya a ocurrir entre los hijos de nuestro Padre"