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UNIVERSIDAD BOLIVARIANA
CARRERA DE ARQUEOLOGÍA
“IMPRONTAS DE HOJAS EN NEGATIVO: UN APORTE METODOLÓGICO AL
ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO DE POBLACIONES ALFARERAS DE LA
REGIÓN CENTRO-SUR DE CHILE, COMPLEJO CULTURAL PITRÉN”.
Memoria para Optar al Título de Arqueóloga y al Grado Académico de Licenciada en
Arqueología.
AUTORA: Rocío Barrientos Romero
PROFESOR GUÍA: Verónica Reyes Álvarez
PROFESOR INFORMANTE: Roberto Campbell Toro
Santiago, Agosto del 2013
i
AGRADECIMIENTOS
Claramente la construcción de esta investigación y toda aquella variedad de matices
involucrados en este largo proceso, en ningún caso es mérito propio. Quién soy, como me
construyo, donde quiero ir con lo que hago y en definitiva que es lo que hago, es el
resultado de una serie de búsquedas, aprendizajes, cuestionamientos y sueños que van más
allá del yo; se enmarca en una continua retroalimentación con los otros, con la vida, con el
entorno y con aquellas personas que consciente o inconscientemente han entregado algo de
si en la conformación del “uno propio”. Es por lo mismo que en esta sección de mi
memoria de titulación quiero agradecer desde lo más profundo de mí, a todos aquellos que
me han acompañado, cuestionado, incentivado, enseñado y valorado, en especial a aquellas
personas que pusieron parte de si en esta búsqueda y regalaron parte de sus sueños para
construir los míos.
En el desarrollo de este trabajo, muchas veces me vi frente a mis propias inseguridades, a
mis temores y a las dificultades que acompañaron la búsqueda de nuevas aristas en la
arqueología, que me obligaron a profundizar en saberes que antes eran para mí
completamente desconocidos. Por eso quiero agradecer con un especial cariño a todos
quienes me animaron y entregaron generosamente sus herramientas y conocimientos para
hacer posible esta búsqueda:
Cómo no comenzar mencionando a aquellos compañeros en la construcción de sueños,
libertades y esperanzas; mis papás, quienes han sembrado en mis hermanas, en mí y mis
sobrinos, aquella valoración por el mundo, por la gente, por la tierra, por el cariño, por el
aprendizaje y por los sueños…Jorge, Lily, Paz, Violeta, Admalen y Nahuel…cada una de
las letras que se desprenden de esta memoria, se encuentran completamente empapadas de
ustedes, de sus saberes y sus cariños.
A Diego Alarcón y Alicia Marticorena, quienes me entregaron las líneas fundamentales
para insertarme en el estudio de los restos foliares y que en definitiva me incentivaron a
seguir en esta búsqueda.
A los trabajadores del Herbario Nacional de Historia Natural, Herbario de la Universidad
de Concepción, Museo Regional de la Araucanía, Museo Histórico y Antropológico
ii
Mauricio Van de Maele de la Universidad Austral y Laboratorio de Arqueología de la
Universidad de Chile, quienes me acogieron en su espacio y facilitaron el acceso al material
requerido para la investigación.
A Verónica Reyes, quien me acompañó de manera permanente en este proyecto, guiando
mis búsquedas y otorgándome su profundo conocimiento sobre las poblaciones alfareras de
la región Centro-sur del país y la manifestación de improntas de hojas en la alfarería. Cuyos
aportes y cuestionamientos fueron fundamentales para el desarrollo de esta memoria.
A Jhoann Canto, por su disposición a enseñarme sobre los métodos estadísticos para la
determinación taxonómica, así también sus siempre acertadas sugerencias al estudio.
A Roberto Campbell, quien demostró un enorme encanto por la prehistoria de la región
centro-sur del país y estuvo siempre dispuesto con gran generosidad a otorgarme sus
aportes y observaciones al estudio en el que me encontraba inserta.
A mi hermana Paz, por su inmenso cariño y apoyo, manifestado en sus permanentes
palabras de apoyo y las largas jornadas de trabajo que me regaló en pos de sacar adelante
este proyecto. Claramente sin sus profundos conocimientos en estadística y manejo de
bases de datos, este proceso habría sido mucho más complejo.
A Víctor, por estar conmigo dispuesto a aprender junto a mí, a ayudarme, quererme y
animarme permanentemente.
Y para finalizar, no me gustaría cerrar esta sección sin obsequiar además un especial
reconocimiento a Gabriela y mis queridas compañeras Paulina Catalán, Almendra
Sarmiento, Paulina Monroy y Fabiola Molina, con quienes vivimos quizás una de las
experiencias más lindas y trascendentes en nuestra formación como arqueólogas y sobre
todo como personas. En un proceso en que en conjunto a mucha gente fuimos forjando las
bases de un saber que va mucho más allá de lo académico, que tiene que ver con la
consolidación de una profunda consciencia del ser y para que ser arqueólogo.
En definitiva, este trabajo es resultado del esfuerzo de una gran cantidad de personas que
pusieron un algo de sí, en este proyecto donde conjugan la gente, la tierra, las plantas, los
saberes, los cariños, etc., por lo tanto he aquí mis más sinceros agradecimientos a cada uno
de ustedes, esperando que los resultados de esta memoria sean capaces de responder a su
generosa entrega… a todos ustedes mi infinito cariño!!!
iii
RESUMEN
La presente investigación se enmarca en el estudio de las impresiones foliares presentes en
la alfarería Pitrén, manifestación ampliamente evidenciada en distintos contextos
arqueológicos de la región Centro-Sur del país. Cabe destacar que hasta el momento, los
acercamientos a la denominada “Técnica de improntas de hojas en negativo”, se han
enfocado principalmente a su documentación y análisis de los procesos tecnológicos que
derivan en la configuración de esta manifestación plástica. Sin embargo, aún no hay
conocimientos respecto a los recursos vegetales que estarían siendo plasmados en las
piezas, aspecto que se considera fundamental para la profundización en el conocimiento de
los mecanismos de interacción que las poblaciones Pitrén, establecieron con la enorme
diversidad florística configurada en la región del Bosque Templado.
En virtud de lo anterior, en esta memoria, se pretende realizar un primer acercamiento
dirigido a la evaluación de las potencialidades que otorgan las impresiones de hojas en la
alfarería, como material de estudio arqueobotánico; para lo cual el desarrollo de esta
investigación, requiere establecerse necesariamente desde una perspectiva de índole
exploratoria, dada la clara inexistencia de acercamientos previos que hayan asumido este
tipo de enfoque.
Por lo tanto, esta línea de búsqueda es abordada por medio de un ensayo metodológico,
dirigido a la caracterización y posterior sometimiento a prueba de los individuos foliares en
torno a su determinación taxonómica. A partir de lo que se espera, obtener resultados que
permitan profundizar en un primer plano interpretativo respecto del manejo de los recursos
vegetales manifestados en la alfarería.
Conforme a lo anterior, el presente estudio se organiza con la siguiente estructura:
En el capítulo 1, se expone el planteamiento del problema, abordando tanto los aspectos
que hacen necesario este tipo de acercamientos en el área y las perspectivas en las que este
estudio pretende aportar, en cuanto a la construcción del conocimiento arqueológico. Para
posteriormente presentar los objetivos que dirigieron la presente investigación.
iv
El capítulo 2, se inserta en una revisión de los antecedentes contingentes al problema de
investigación abordado, profundizando en los aspectos geográficos y vegetacionales de la
región en la cual se establecieron las poblaciones estudiadas, para luego ahondar en el
conocimiento existente sobre los modos de adaptación establecidos por las poblaciones
Pitrén en el entorno boscoso donde habitaron. Finalmente se da paso a la revisión de la
situación actual de las investigaciones respecto a la manifestación de improntas de hojas en
negativo, estableciéndose como la base de conocimiento desde la cual se establece el
presente estudio.
Posteriormente en el capítulo 3, se profundiza en los aspectos teóricos que sustentan la
investigación, adentrándose en los fundamentos de las investigaciones arqueobotánicas y en
las perspectivas interpretativas que se adoptan para la comprensión de los macrorrestos
vegetales recuperados en contextos arqueológicos. Para luego insertarnos en el capítulo 4,
donde se desarrollan las estrategias metodológicas empleadas en esta investigación.
En el capítulo 5, se abordan las características fitogeográficas y contextuales de cada sitio
estudiado, de modo de comprender las características del espacio específico en el que se
enmarca el registro material investigado.
En el capítulo 6, se entregan los resultados de las distintas etapas del estudio, considerando
tanto la evaluación de las improntas de hojas como material de estudio arqueobotánico, y
los resultados de la identificación taxonómica de los restos foliares identificados en las
vasijas estudiadas.
Posteriormente, en el capítulo 7, se discute la información obtenida por medio de los
análisis, profundizando en la incidencia que el acercamiento, otorga al estado del
conocimiento del manejo de los recursos del bosque por parte de las poblaciones Pitrén.
Y en el capítulo 8 se abarcan los potenciales y limitaciones del desarrollo metodológico
empleado, lo que permite sugerir perspectivas de investigaciones futuras que aporten a la
construcción de un método riguroso dirigido al estudio de especímenes foliares impresos en
las vasijas.
v
ÍNDICE DE CONTENIDOS
AGRADECIMIENTOS...............................................................................................i
RESUMEN................................................................................................................iii
CAPITULO 1.................................................................................................................1
INTRODUCCIÓN......................................................................................................1
1.1. Planteamiento del Problema .............................................................................9
1.2. Objetivos de la investigación..........................................................................10
CAPÍTULO 2...............................................................................................................12
ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN ........................................................12
2.1. Composición Geomorfológica y Fitográfica del Bosque Templado ................12
2.2. El desarrollo de las poblaciones Pitrén en el Bosque Templado Chileno.........16
2.3. Improntas de Hojas en Negativo.....................................................................22
CAPITULO 3...............................................................................................................27
MARCO TEÓRICO Y REFERENCIAL...................................................................27
3.1. Antecedentes del arqueobotánico de restos foliares e impresiones vegetales. ..27
3.2. Arqueobotánica: Mecanismos de interacción y Gestión de recursos vegetales.30
CAPÍTULO 4...............................................................................................................34
MARCO METODOLÓGICO...................................................................................34
4.1. Definición de la muestra.................................................................................34
4.2. Método de investigación ................................................................................40
4.3. Procesamiento de datos e identificación taxonómica. .....................................49
CAPITULO 5...............................................................................................................57
DESCRIPCIÓN DE LOS SITIOS ESTUDIADOS ...................................................57
5.1. Sitio Tipo Pitrén (1.000± 100 d.C.) (Menghin 1962): .....................................57
5.2. Sitio Los Chilcos (350± 170 d.C.) (Adán y Reyes 2000): ...............................58
5.3. Sitio Licanco Chico, KM.20 (890±60 DC) (Ocampo et al., 2004; Ciprés
Consultores, 2001):...............................................................................................59
5.4. Sitio Escuela de Collico 1 (960 d.C.) (Mera y Munita 2006):..........................61
CAPITULO 6...............................................................................................................63
vi
RESULTADOS........................................................................................................63
6.1. Caracterización general de la manifestación de improntas de hojas en las vasijas
estudiadas. ............................................................................................................63
6.2. Evaluación del potencial de estudio de las improntas de hojas en la alfarería
como material arqueobotánico. .............................................................................65
6.3. Identificación taxonómica de los especímenes foliares ...................................74
6.4. Región cultural - región forestal: la presencia de especies florísticas en los sitios
estudiados.............................................................................................................82
6.5. Síntesis ..........................................................................................................97
CAPITULO 7.............................................................................................................100
DISCUSIONES......................................................................................................100
7.1. Improntas de hojas en negativo: Un aporte al conocimiento de modos de
adaptación de las poblaciones Pitrén al bosque templado de la región Centro-Sur de
Chile................................................................................................................... 101
CAPITULO 8.............................................................................................................118
CONCLUSIONES..................................................................................................118
8.1. Improntas de hojas en negativo como material de estudio arqueobotánico. ...118
BIBLIOGRAFÍA....................................................................................................124
ANEXO 1................................................................................................................... 140
MUESTRA CERÁMICA DE LOS SITIOS DE ESTUDIO.....................................140
ANEXO 2................................................................................................................... 141
ESPECIES QUE COMPONEN LA MUESTRA DE REFERENCIA BOTÁNICA .141
ANEXO 3................................................................................................................... 146
TAXAS BOTÁNICAS IDENTIFICADAS EN LA MUESTRA ARQUEOLÓGICA
............................................................................................................................... 146
vii
ÍNDICE DE TABLAS
Tabla 1: *Universo de población de vasijas completas en el Sitio. ** Componente Muestral
del estudio........................................................................................................................39
Tabla 2: Cantidad de improntas evidenciadas por sitio......................................................39
Tabla 3: Variables Cualitativas y categorías de clasificación, establecidos para el análisis de
morfometría foliar. ...........................................................................................................42
Tabla 4: Variables Cuantitativas y criterios utilizados para el análisis de morfometría foliar
.........................................................................................................................................43
Tabla 5: Codificación de morfotipos foliares. ...................................................................45
Tabla 6: Índices de relaciones morfométricas de morfología foliar construidos para la
identificación taxonómica.................................................................................................49
Tabla 7: Ejemplo caracterización de categorías morfotípicas y distribución de aspectos
generales de tamaño de las especies representadas en la muestra de referencia botánica. ..51
Tabla 8: Categorías morfofuncionales de las vasijas con improntas de hojas en negativo que
componen la muestra estudiada. .......................................................................................64
Tabla 9: Técnicas decorativas asociadas a la manifestación de improntas de hojas en
negativo en las vasijas estudiadas. ....................................................................................65
Tabla 10: frecuencias de los factores influyentes en la disminución nitidez de las improntas
en las vasijas (superficie exterior).....................................................................................71
Tabla 11: Especies botánicas asociadas como posibilidades de atribución taxonómica de los
especímenes foliares de origen arqueológico, de acuerdo a prueba de segregación de las
muestras según criterios generales de forma y tamaño. .....................................................76
Tabla 12: Rangos de cercanía y valores de similitud, entre muestras asociadas
taxonómicamente. ............................................................................................................78
Tabla 13: Otras asociaciones establecidas entre las muestra en segundo nivel de cercanía. 78
viii
Tabla 14: Frecuencias de especies asignadas a las improntas de hojas por sitio.................85
Tabla 15: Especies identificadas en cada una de las muestras cerámicas. ..........................86
Tabla 16: Frecuencia de manifestación de especies en el conjunto de piezas por sitio. ......86
Tabla 17: Potenciales de uso de las especies botánicas evidenciadas en la alfarería Pitrén.
.......................................................................................................................................111
Tablas de Anexo
Tabla Anexo 1: Detalle de componente muestral de los sitios de estudio. ....................... 140
Tabla Anexo 2: Composición de la muestra de referencia botánica. ................................ 145
ix
ÍNDICE DE FIGURAS
Figura 1: Mapa de distribución de Regiones Vegetales en el Bosque Templado Chileno.
(Stark, 2006-2007. Modificado)........................................................................................15
Figura 2: Proceso tecnológico asociado a la manifestación de improntas de hojas sobre la
alfarería Pitrén. (Castro y Varela, 1990)............................................................................24
Figura 3: Vasija con impronta de hojas, colección Museo Mapuche de Cañete (Fotografías:
Proyecto Fondecyt 1970105). Se observan impresiones foliares en la superficie exterior (a)
e interior (b) de la pieza....................................................................................................26
Figura 4: Criterio de variabilidad morfométrica por especie en selección de especímenes la
muestra de referencia botánica..........................................................................................35
Figura 5: Área de estudio, regiones forestales y distribución de los sitios arqueológicos
estudiados. (Construcción propia).....................................................................................38
Figura 6: Variables Cualitativas y categorías de clasificación, establecidos para el análisis
de morfometría foliar (construcción propia)......................................................................43
Figura 7: Variables Cuantitativas establecidas para el análisis de morfometría foliar
(construcción propia)........................................................................................................44
Figura 8: Concatenación de códigos para la asociación de las variables ápice-base...........47
Figura 9: Jarro asimétrico procedente del sitio Licanco Chico, el cual presenta la expresión
conjunta de impresiones foliares y decoración mediante técnica negativa con diseños
geométricos. a) Vista lateral de la pieza, se observa sus características formales; b) sección
trasera de la pieza, se distingue la presencia de negativos lineales convergentes; c) sección
frontal de la pieza, se reconocen algunas de las impresiones foliares que presenta la vasija.
.........................................................................................................................................64
x
Figura 10: Factores que afectan la nitidez de las improntas. (A) Se evidencia una superficie
cubierta por impresiones foliares con distintos grados de nitidez, que presentan una clara
superposición de los individuos y variaciones en la coloración pieza-hoja; (B) se evidencia
una impronta de hoja con un nivel de nitidez muy bajo, afectada por factores de coloración
y erosión de la superficie. .................................................................................................69
Figuras de Anexo
Figura Anexo 3-1: Manifestación de Nothofagus spp. en la muestra arqueológica (cf. N.
antartica, cf. N. pumilio, cf. N. dombeyi, cf. N. nítida, cf. N. oblicua, cf. N. glauca. .......146
Figura Anexo 3-2: Manifestación de aff. Crinodendron patagua. en la muestra
arqueológica................................................................................................................... 147
Figura Anexo 3-3: Manifestación de Eucryphia cordifolia. en la muestra arqueológica ..148
Figura Anexo 3-4: Manifestación de Aextoxicon punctatum. en la muestra arqueológica 149
Figura Anexo 3-5: Manifestación de Sophora microphylla. en la muestra arqueológica..150
Figura Anexo 3-6: Manifestación de Laurelia philippiana en la muestra arqueológica....151
Figura Anexo 3-7: Manifestación de Luma apiculata. en la muestra arqueológica ..........152
Figura Anexo 3-8: Manifestación de Cryptocarya alba. en la muestra arqueológica. ......153
Figura Anexo 3-9: Manifestación de aff. Peumus boldus en la muestra arqueológica ......154
xi
ÍNDICE DE GRÁFICOS
Gráfico 1: Dispersión de morfotipos presentes en la muestra arqueológica en relación a las
variables LSM y AM; la sección demarcada en azul, corresponde a los rangos de tamaño
establecidos para Nothofagus dombeyi, presentado en el ejemplo 1, considerando un
margen de error del 10%...................................................................................................53
Gráfico 2: Dispersión de las muestras arqueológica y de referencia botánica en función de
los valores resultantes de los índices de relación morfométrica “Relación alto-ancho” y
“Corrección de ángulos”. La sección demarcada en azul, corresponde al rango de variación
de los índices de la muestra arqueológica, corregida con un margen de error al 10%.........54
Gráfico 3: Niveles de nitidez de las improntas de la superficie exterior por sitio. ..............67
Gráfico 4: Niveles de nitidez de las improntas de la superficie interior por sitio................72
Gráfico 5: Frecuencias de representación de las taxas identificadas por sitio.....................99
1
CAPITULO 1
INTRODUCCIÓN
Las poblaciones alfareras tempranas que habitaron la región centro-sur del país, se
establecieron en un ambiente conformado por una amplia diversidad biótica, que define la
composición misma del actual bosque templado Chileno, cuya estructuración se dispone de
acuerdo a una serie de factores que configuran los distintos nichos ecológicos en los que se
desarrollaron los primeros ceramistas del área.
En estos espacios, las poblaciones Pitrén (375 d.C. a 1400 d.C.) desarrollaron modos de
vida asociados fundamentalmente a las regiones vegetales de los bosques Caducifolio y
Laurifolio, que representan el ambiente configurado entre la cuenca del Biobío por el norte,
hasta Río Bueno por el sur -donde establecieron sus asentamientos en los distintos pisos
ecológicos como el sector lacustre precordillerano, los valles interiores y sectores costeros e
insulares-, desarrollando estrategias de adaptación y apropiación del espacio, que adquieren
énfasis en modos de subsistencia dirigidos a los recursos que se configuran en los
determinados nichos ecológicos (Adán y Mera, 1997; Sánchez et al., 2004; Navarro et al.,
2010; Adán y Mera, 2011).
En este marco, la investigación arqueológica en la región centro-sur del país, ha adoptado
un especial énfasis en los modos de adaptación que establecieron las poblaciones
prehispánicas con el medio boscoso en el que habitaron; dejando de manifiesto, tanto para
los desarrollos culturales alfareros como sus precedentes arcaicos, la existencia de un
complejo panorama de interacción del hombre con el medioambiente, asociado a intensos
mecanismos de apropiación del espacio configurados en torno a los ecosistemas en los que
se desenvolvieron.
Tal como lo destaca el investigador Tom Dillehay (1990), quien plantea que “Las fases
cerámicas poco definidas del extremo sur de Chile pueden considerarse como una
expresión de la cultura formativa del extremo sur del continente, en la medida en que
reflejan una serie de patrones de adaptación desarrollados en los bosques subárticos y
septentrionales de Sudamérica” (Dillehay, 1990:26 ).
2
De esta manera, los acercamientos de las investigaciones en el área han evidenciado que en
los distintos espacios de ocupación, que establecieron las poblaciones alfareras, existió un
claro manejo y profundo conocimiento de los recursos vegetales disponibles en el área, que
se complementó con las actividades de subsistencia cuyos énfasis varió de acuerdo al nicho
ecológico en el que habitaron. Así, el desarrollo del período alfarero en la extensión del
bosque templado chileno, se manifiesta en diferentes sustratos y con diferentes resultados
(Adán et al., 2007).
En el sector precordillerano, las poblaciones Pitrén priorizarían por la ocupación de
ecosistemas asociados a ambientes lacustres, mediante el ejercicio de un modo de vida
cazador recolector basado fundamentalmente en el consumo de mamíferos de pequeño y
mediano tamaño, moluscos dulceacuícolas y productos vegetales, propios del medio en el
que se desenvolvieron (Adán et al., 2004; García, 2005; Adán et al., 2006).
Esta situación, ha llevado a los investigadores a proponer la existencia de una “Tradición
Arqueológica de Bosques Templados” en la región lacustre precordillerana del Calafquén
(Adán y Alvarado, 1999; Alvarado, 2000; Adán et al., 2001; Alvarado y Mera, 2004; Adán
et al., 2006, Adán et al., 2010; Adán y Mera, 2010), que se caracterizaría por un modo de
habitar el bosque que manifiesta una continuidad en el tiempo, abarcando desde el periodo
arcaico hasta el alfarero, expresado en el desarrollo de estrategias conductuales específicas
para estos ambientes (Adán et al., 2007).
El panorama en el sector costero e insular se presenta de una manera distinta, el registro
arqueológico en estas áreas devela que las poblaciones alfareras estarían priorizando por el
establecimiento de prácticas de caza-recolección, asociadas a un modo de vida típicamente
costero (Navarro, 2004), complementado con el acceso a recursos del ambiente boscoso
circundante y el incipiente desarrollo de procesos de domesticación de vegetales (Quiroz,
1997; Becker, 1997; Rojas y Cardemil, 1997; Sánchez et al., 2004; Rojas y Cardemil,
2005). Estos elementos en su conjunto, otorgarían una dinámica clara de apropiación y
modificación del espacio en torno a las actividades de subsistencia.
Por su parte, la ocupación de poblaciones alfareras en el valle central se vincularía
fundamentalmente a ambientes asociados a la sección media de cursos fluviales,
priorizando por la selección de lomajes que facilitarían una importante visibilidad del
3
entorno (Sánchez et al., 1981-82; Inostroza y Sánchez, 1984; Gordon, 1984; Aldunate,
1989; Dillehay, 1990; Adán y Mera, 1997; Mera y Adán, 2000; Ocampo et al., 2004; Adán
et al., 2007; Adán y Mera, 2011). En estos espacios, las poblaciones alfareras tempranas,
habrían estado aprovechando los recursos del bosque, de vegas y cursos de agua, mediante
un modo de vida cazador recolector, complementado con el desarrollo de una incipiente
horticultura (Castro y Adán, 2001; Navarro, 2004; Mera y Munita, 2008; Adán y Mera,
2011).
En este sentido, si bien es clara la variabilidad expresada en los modos de adaptación que
establecieron las poblaciones alfareras tempranas en los distintos nichos ecológicos que
ocuparon, el registro en su conjunto, manifiesta un profundo conocimiento del entorno y
relación con el medio en el que se manejaron.
Parece evidente que independientemente de estas diferencias, las poblaciones alfareras del
área habrían desarrollado estrategias vinculantes al medio ambiente, que presentarían
características comunes, en estrecha relación al entorno boscoso en el que habitaron.
Las evidencias en concreto son amplias, comenzando por el simple hecho de considerar el
paisaje en que se desenvolvieron estas poblaciones, constituido por una densa vegetación,
donde las posibilidades de acceso a recursos alimenticios, medicinales, combustibles y
materias primas para la manufacturación de herramientas, son variadas, pero que para su
utilización se requiere necesariamente de un profundo conocimiento de las cualidades
propias de la diversidad florística.
Este manejo está intrínsecamente manifestado en el registro arqueológico, donde el
abundante conjunto lítico recuperado en los distintos contextos, evidencia un énfasis claro
en el trabajo en madera, mediante artefactos como azuelas, hachas y otros instrumentos que
presentan huellas de desgaste que sugieren un uso dirigido fundamentalmente a actividades
de corte y raspado sobre recursos leñosos (Jackson, 1997; Adán et al., 2001, Cordero, 2009;
Adán y Mera, 2011).
A esto se suma el hallazgo documentado en el sitio Licanco Chico, consistente en
improntas de posibles recipientes de madera en avanzado proceso de descomposición que
habrían sido dispuestos a modo de ofrenda, en al menos uno de los entierros fúnebres
registrados en el sitio (Ocampo et al., 2004), y por otro lado, la evidencia de cordelería en
4
fibra vegetal similar al cáñamo, empleada en la unión de cuentas de collar, de origen
conquiológico (Pecten sp.) recuperadas en el sitio Villa JMC-1 (Munita et al., 2011).
Por otro lado es evidente el uso de embarcaciones por parte de estas poblaciones, dado que
se constituye como el único modo que habría hecho factible la ocupación de sectores
insulares como Isla Mocha, además tal como lo plantea José Bengoa (2003) y que es
confirmado por el registro arqueológico, las poblaciones prehispánicas de la región
establecieron sus asentamientos asociados a las orillas de ríos y lagos, los que habrían
utilizado para su movilización, comunicación e intercambio por medio de canoas,
constituyéndose como “Sociedades Rivereñas” (Bengoa, 2003).
La amplia movilidad establecida por las poblaciones Pitrén, ha sido demostrada en diversos
sitios, donde los hallazgos de materias primas y recursos de origen alóctono son recurrentes
en los distintos pisos ecológicos, tales como ha sido el registro de valvas provenientes de la
costa del Pacífico, en los sitios precordilleranos; artefactos de cobre, documentados en el
sitio Villa JMC-1, en el valle del Cautín (Mera y Munita, 2008; Munita et al.,. 2011); y el
recurrente registro de instrumentos manufacturados en obsidiana recuperados en los
distintos contextos (Navarro et al., 2010).
De lo anterior se derivan claros antecedentes de uso de recursos procedentes de otras áreas,
implicando el ejercicio de una movilidad costa interior, asociada a una práctica del uso
extensivo del territorio (Adán y Reyes, 2000) que refleja una compleja y dinámica
interacción con los distintos espacios ecológicos (Adán et al., 2006).
Finalmente, no es menor el conocimiento y manejo de los recursos vegetales,
intrínsecamente asociado al desarrollo tecnológico que involucra la manufacturación
cerámica, sobre todo durante el proceso de cocción de las piezas.
Los estudios dirigidos a los procesos tecnológicos asociados a la alfarería Pitrén, han
indicado que los ceramistas estarían privilegiando una buena cocción de las vasijas
(Gallego, 2011), por lo tanto es bastante probable que el material leñoso empleado para el
proceso pirotecnológico, haya respondido a criterios de selección en función del
rendimiento calorífico y la inflamabilidad del mismo, lo que resultaría fundamental en el
control de la intensidad térmica a la cual son expuestas las piezas y la consecuente
expresión final de las mismas (García, 2008).
5
Otro elemento importante a destacar en cuanto a la expresión de la relación de las
poblaciones Pitrén con el medio boscoso, lo constituye la manifestación de improntas de
hojas en negativo en las superficies de las vasijas asignadas culturalmente a este complejo
alfarero (Castro y Varela, 1990; Adán y Mera, 1996; Pérez y Reyes, 2009; Pérez et al.,
2012).
Esta expresión, si bien la mayoría de las veces se manifiesta como un rasgo discreto, su
representación ha sido ampliamente evidenciada en la mayor parte de los contextos
asociados culturalmente al complejo Pitrén y también en contextos más tardíos como el
sitio Puraquina (1.480 d.C.) y Fuerte de Villarrica VR-7 (1.340 d.C.), en el sector del lago
Villarrica (Reyes, 2010), correspondiendo por tanto, a una expresión bastante difundida
temporal y espacialmente entre las poblaciones alfareras que habitaron los bosques
templados.
La manifestación de este rasgo en la alfarería, ha sido un aspecto ampliamente discutido en
cuanto a la intencionalidad o resultado casual de su expresión, siendo aún un problema no
resuelto. Sin embargo, es claro que la representación de especímenes foliares en la
cerámica de las poblaciones del bosque templado, se constituye como un elemento evidente
de determinados modos de hacer en la alfarería y en definitiva de las formas de relacionarse
con el medio vegetal.
De acuerdo a la suma de elementos anteriormente expresados, es factible desprender que
las poblaciones alfareras tempranas establecidas en los bosques templados del sur de Chile,
estuvieron estrechamente vinculadas a los recursos vegetales del bosque, desarrollando un
amplio conocimiento y aprovechamiento de los recursos florísticos con los que convivieron
y lo que probablemente se manifestaría en la selección cultural de aquellas especies con
mayor rendimiento para las necesidades del hombre.
Sin embargo, hasta el momento las profundizaciones al respecto son escasas y no han
permitido indagar en detalle los modos de articulación con el medio, ejercidas por las
poblaciones Pitrén, en cuanto el acceso, selección y utilización especifica de los recursos
que el entorno les ofrecía.
En el marco de los desarrollos culturales en el ambiente boscoso del sur de Chile, quizás
uno de los estudios más ricos en este sentido y que mayor profundización ha permitido al
6
respecto de las interacciones que establecieron las poblaciones con el bosque templado, lo
constituye el sitio Monte Verde (12.780 ± 240 AP), yacimiento paleoindio, ubicado en la
terraza alta del Río Maullín, en la actual región de Los Lagos.
En este sitio, se ha evidenciado un intenso manejo de los recursos vegetales por parte de
sociedades cazadoras recolectoras desde tiempos tempranos, manifestado por un abundante
registro botánico compuesto de alrededor de 73 taxones vegetales, correspondientes a
maderas usadas para la construcción y leña, además de frutos, semillas y hojas con
propiedades alimenticias y medicinales (Dillehay, 2004).
Al parecer, estas poblaciones habrían priorizado por la selección cultural de aquellas
especies de más alto rendimiento para las necesidades del hombre, tales como resistencia,
flexibilidad y dureza para la confección de viviendas, armas y otros instrumentos, además
de energía calórica para el fuego y otras cualidades físicas de éstas (Ocampo y Rivas, 2004:
319).
Estos elementos han permitido a los autores, plantear la existencia de una “tecnología de la
madera” (op. cit.), que estaría siendo manifestada en base al profundo conocimiento y
estrecha relación con el medio ambiente, evidenciada por una especialización en el uso de
los recursos madereros, por medio de la selección de especies con características
particulares y que se manifestaría desde el paleoindio en el sitio Monte Verde, hasta
momentos tardíos como ha sido demostrado a partir de los estudios efectuados por Lira
(2007), por medio del análisis de las maderas empleadas para la facturación de canoas
monóxilas de la región centro-sur del país.
Por su parte, los estudios arqueobotánicos desarrollados en contextos asociados a la
ocupación Pitrén, como serían las investigaciones realizadas en la región lacustre del
Calafquén, en los sitios Loncoñanco 2 y Marifilo 1, han permitido reconocer a lo largo de
sus ocupaciones, una variación entre las taxas identificadas a partir de macrorrestos de
origen carpológico y antracológicos, lo que estaría indicando un uso diferencial de las
especies vegetales que fueron empleadas en actividades disímiles.
Los restos carpológicos, reflejan una recurrencia de determinadas frutas y frutos secos
disponibles en estos bosques, que serían recolectados principalmente en las épocas de
verano y otoño, lo que ha permitido plantear la existencia de un intensivo uso de los
7
recursos vegetales del medio boscoso, reafirmando la idea de la recolección como fuente
fundamental para la subsistencia de estos grupos en el sector lacustre cordillerano
(Lehnebach et al., 2007).
Esta selección dirigida a determinadas especies con cualidades alimenticias, se vería
contrastada por la evidencia antracológica, procedente de los recursos leñosos que habrían
sido empleados como combustibles, evidenciándose una amplia variedad de especies
arbóreas y arbustivas que habrían sido identificadas tanto en estructuras de combustión
como de manera dispersa en los sitios.
Entre los carbones recuperados, se reconoce una serie de recursos que no aparecen en el
conjunto de semillas de los mismos contextos y donde la variedad de taxas identificadas
presentan potenciales de uso bastante diversos, lo que ha llevado a sugerir la existencia de
un modo de aprovisionamiento de carácter oportunista de los recursos vegetales
(Lehnebach et al., 2007), es decir que estas poblaciones habrían hecho uso de los recursos
disponibles en el entorno, sin un ejercicio de selección dirigida a aquellos que presentarían
mejores cualidades físicas para una acción determinada.
Las interpretaciones realizadas por Lehnebach y colaboradores, respecto al modo en que las
poblaciones Pitrén están ejerciendo el acceso a los recursos, no son coincidentes con las
extensas referencias del desarrollo de una especialización al ambiente boscoso por medio
de mecanismos de acceso, selección y utilización específica de los recursos vegetales, y que
además se ha visto ampliamente evidenciado en otros variados aspectos de la cultura
material.
A pesar de lo anterior, estos investigadores también observan que si bien estos
planteamientos aportan a los primeros conocimientos sobre el uso y recolección de restos
vegetales por las poblaciones que habitaron el área, sería necesaria la recuperación de un
constructo mayor de evidencias arqueobotánicas para comprender con mayor profundidad
las estrategias de subsistencia que se desarrollaron en estos ecosistemas (Lehnebach et al.,
2007:411).
La necesidad de profundizar en esta esfera del conocimiento, es clara y se agudiza aún más
cuando se manifiesta una evidente disyuntiva en cuanto a los planteamientos que se han
esbozado en torno a las estrategias de uso y gestión de los recursos vegetales que habrían
8
ejercido las poblaciones alfareras en su interacción con los bosques templados. A esto se
suman, las extensas referencias respecto a las dificultades que presenta el muestreo y
análisis de macrorrestos vegetales en la región centro-sur del país, lo que resulta en
concreto, en un importante déficit en el conocimiento de los modos en que estas
poblaciones, se relacionaron con el medio boscoso en el que habitaron.
Es importante recordar que la preservación de los restos vegetales en contextos
arqueológicos, está asociada a una serie de factores tanto de carácter inherente a la propia
planta como factores externos, ya sean de tipo natural o antrópico. En este sentido, siempre
existen posibilidades que ciertas taxas se encuentren mayor o menormente representadas
(Wilson, 1984), siendo bastante común que especies que se esperaría que apareciesen en el
contexto arqueológico, no se evidencien debido a determinadas condicionantes que
posiblemente habrían impedido su conservación y su consecuente registro.
Por lo tanto, los resultados del registro arqueobotánico recuperados en contextos
arqueológicos siempre son parciales, ya que representan una parte de lo que se ha utilizado
y depositado en origen (Arnanz, 1993; Badal et al., 2000), en consecuencia es fundamental
tomar en cuenta estos factores a la hora de identificar e interpretar los restos botánicos
recuperados de contextos arqueológicos.
Esta problemática ha sido recurrentemente planteada por los investigadores del área (cfr.
Quiroz y Belmar, 2000; Ekblaw et al., s/f; Báez y Solari, s/f; Solari y Lehnebach, 2004;
Lehnebach et al., 2007), constituyéndose como uno de los principales factores que han
incidido en las dificultades que presenta la recuperación de muestras en los contextos
arqueológicos sureños, limitando finalmente las posibilidades de insertarse en un nivel más
profundo de comprensión del modo en que estas poblaciones interactuaron con sus
ambientes biofísicos, lo que ha llevado a los investigadores a plantear la necesidad de
configurar un nuevo enfoque metodológico para detectar un mayor rango de evidencia
botánica (Lehnebach et al., 2007).
Al respecto, si se consideran los antecedentes de estudios que permitan complementar el
constructo de evidencias arqueobotánicas para el área, parece importante hacer referencia al
trabajo documentado en otras regiones sobre restos de hojas, semillas y fibras conservadas
en forma de impresiones en cerámicas y adobes, que otorgarían un importante potencial
9
informativo. Este tipo de acercamiento, si bien ha sido un campo escasamente investigado,
ha sido valorado por distintos investigadores como una fuente de información que aportaría
interesantes líneas de conocimiento arqueobotánico (Ayala et al., 1987; Rivera et al., 1988;
Renfrew, 2007; Peña-Chocarro, 2008).
Profundizar en esta búsqueda, claramente no es algo menor en los estudios de las
poblaciones alfareras de la región centro-sur del país, dado que el registro arqueológico ha
puesto en evidencia la recurrente manifestación de improntas foliares, impresas en las
superficies de piezas asignadas culturalmente tanto al complejo Pitrén como a expresiones
alfareras más tardías, y que hasta el momento no han sido abordadas desde una perspectiva
de investigación arqueobotánica.
1.1. Planteamiento del Problema
La arqueología de la región centro-sur del país, manifiesta la evidente necesidad de avanzar
en el desarrollo de acercamientos que permitan profundizar en el conocimiento de los
mecanismos de interacción que ejercieron las poblaciones Pitrén con la diversidad que
constituye el medio boscoso con el que convivieron.
En este sentido, la recurrente manifestación de impresiones foliares configuradas en las
superficies de la alfarería desarrollada por este complejo cultural, si bien hasta el momento
se establece como una arista de investigación aún no explorada en estos términos, se abre
como una línea de búsqueda que potencialmente otorgaría elementos para la comprensión
de los modos de gestión de los recursos vegetales desarrollados por los alfareros Pitrén.
Entendiendo que la expresión de hojas en las vasijas, se constituye como el resultado de
una acción cultural, donde necesariamente estuvieron involucrados determinados procesos
de selección de las especies botánicas empleadas, y a su vez como la consecuencia material
de determinadas expresiones concretas de las relaciones que establecieron estas poblaciones
con el mundo vegetal.
De esta manera, el reconocimiento de las especies manifestadas en la alfarería, resulta
fundamental para comprender los mecanismos de interacción hombre-mundo vegetal y en
concreto aportar al conocimiento del desarrollo cultural Pitrén.
10
Por consiguiente, en la presente investigación se pretende realizar un primer acercamiento
al estudio de las impresiones foliares presentes en la alfarería Pitrén desde una perspectiva
arqueobotánica, a modo de profundizar en el conocimiento de los mecanismos de
interacción que las poblaciones alfareras que habitaron la región del Bosque Templado,
establecieron con la enorme diversidad florística característica de esta zona.
Para este efecto, y en consecuencia de la inexistencia de investigaciones previas en esta
línea de estudio, este acercamiento se presenta necesariamente como una aproximación
metodológica de índole exploratoria, enfocada en el reconocimiento de las potencialidades
de la determinación taxonómica que presentan los especímenes foliares impresos en la
alfarería Pitrén.
Así mismo, a partir de esta investigación, se desea evaluar la factibilidad del empleo de
estas evidencias como material de estudio arqueobotánico que permita aportar a la
construcción de un modelo metodológico enmarcado en un primer plano investigativo de la
arqueobotánica1
, que otorgue herramientas para insertarse en la determinación de los restos
vegetales presentes en la alfarería como proceso necesario y fundamental para el
conocimiento de la relación que establecieron las poblaciones que habitaron la región
Centro-Sur del país con su entorno vegetal.
1.2. Objetivos de la investigación
Objetivo General
Identificar las potencialidades de determinación taxonómica que presentan los especímenes
foliares impresos mediante su negativo en la alfarería Pitrén, a modo de reconocer la
factibilidad del empleo de estas evidencias como material de estudio arqueobotánico, que
permita aportar al conocimiento de los mecanismos de interacción que establecieron las
poblaciones alfareras tempranas con la enorme diversidad florística característica de la
región del Bosque Templado Chileno.
1
Siguiendo a Bertone et al., 2008 el plano de la identificación de los restos vegetales en los estudios
arqueobotánico, se establece sólo como un primer peldaño para poder subir hacia otro nivel de análisis,
mediante la utilización de la información taxonómica en un constructo interpretativo que nos aporte
conocimientos sobre el uso de los recursos vegetales que establecieron las poblaciones en tiempos
prehispánicos.
11
Objetivos Específicos
1. Caracterizar las improntas de hojas presentes en la alfarería proveniente de distintos
sitios del complejo cultural Pitrén, en cuanto a su visibilidad, atributos formales y métricos.
2. Analizar las características de las improntas de hojas presentes en las vasijas estudiadas
para evaluar su potencial de identificación taxonómica.
3. Desarrollar una propuesta metodológica dirigida a la determinación taxonómica de las
especies vegetales que se estarían manifestando en las vasijas.
4. Reconocer las especies botánicas impresas en las piezas estudiadas a través del análisis
comparativo de sus atributos morfométricos con una muestra de referencia botánica.
5. Caracterizar los grupos botánicos identificados en la muestra arqueológica de acuerdo a
su dispersión fitogeográfica original y establecer si corresponden o no a la vegetación del
entorno de los sitios estudiados.
6. Describir las cualidades conocidas que tienen para el uso humano los grupos botánicos
identificados en las muestras.
7. Profundizar en los modos de adaptación que establecieron las poblaciones Pitrén en el
bosque templado, considerando la información inferida a partir de los tipos de recursos
vegetales reconocidos en la alfarería desde una perspectiva relacional.
8. Discutir los alcances del procedimiento metodológico desarrollado para la identificación
de las especies impresas en la alfarería y su potencial como herramienta de estudio
arqueobotánico.
12
CAPÍTULO 2
ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN
2.1. Composición Geomorfológica y Fitográfica del Bosque Templado
Las investigaciones arqueológicas en la región Centro-Sur del país, han permitido
identificar una serie de desarrollos culturales que habrían ocupado desde hace más de 10
mil años en el área donde se ubica el denominado Bosque Templado Chileno, espacio
caracterizado por la recurrencia de una serie de factores geomorfológicos que confluyen en
la determinación de una amplia diversidad biótica, que se extiende actualmente entre el río
Maule y Magallanes, aproximadamente entre los 35° y 55° de latitud Sur (Armesto et al.,
1994).
Los estudios en torno a la configuración del actual Bosque Templado, evidencian un largo
proceso de transformaciones que habría experimentado el territorio desde el pleistoceno y
durante el holoceno, períodos caracterizados por la recurrencia de constantes oscilaciones
climáticas, asociados al derretimiento de hielos y una serie de erupciones volcánicas, que
habrían ido transformando el paisaje, resultando hace alrededor de 3.000 años AP. en su
configuración actual, asociado a un paulatino proceso de aumento de las lluvias hasta sus
niveles modernos, el establecimiento de las condiciones climáticas actuales y el
consecuente desarrollo de la vegetación característica del área (Villagrán, 1991; Solari y
Lehnebach, 2004).
En definitiva el paisaje del bosque Templado chileno, se encuentra determinado por una
serie de factores que inciden en su estructuración, entre las que destacan condiciones
climáticas que le otorgan una humedad relativa cercana al 90% y temperaturas medias
anuales entre los 11° a 12° C (Hoffman, 2005), sumado a diversas y complejas formaciones
geomorfológicas, delimitadas en franjas longitudinales que otorgan al espacio un relieve de
carácter dinámico que determinan y configuran los distintos paisajes del área de acuerdo a
los factores de temperatura y humedad, la latitud y altitud manifestada en los distintos pisos
geográficos de la región, habrían posibilitado la extensión de una serie de regiones
vegetales (Quintanilla, 1974; Adán y Mera, 1996).
13
Estos factores se establecen como determinantes claras en la configuración de la diversidad
vegetacional del área, caracterizada por abundantes y densas formaciones boscosas, que
representan alrededor del 80% de la biomasa vegetal del país (Quintanilla, 1974; Otero,
2008).
Esta configuración fitogeográfica que caracteriza el área (Figura 1), se establece en
distintas regiones vegetales compuestas de manera diferencial, de acuerdo a las condiciones
que otorga el medio y que favorece el desarrollo de determinadas formaciones forestales en
los distintos espacios ecológicos. Las que siguiendo a Gajardo (1994), se distribuyen del
siguiente modo:
a. Bosque Andino Patagónico: se extiende por las partes altas de la cordillera andina, desde
la región del Bio-Bio en los 36° 20’ Latitud sur, hasta el extremo sur del país en los 54°
50’, representándose también en la cordillera de Nahuelbuta. Estaría definida por
características climáticas determinadas por una mayor parte de las precipitaciones en forma
nieve.
En esta región se distinguen las dos subregiones “De las Cordilleras de La Araucanía” y
“De las Cordilleras Patagónicas”, en ambas se evidencia una presencia continua de Lenga
(Nothofagus pumilio) y el Coihue (Nothofagus dombeyi). Sin embargo, en la región de la
Araucanía dominarían en abundancia los especímenes de Araucaria (Araucaria araucana),
donde se presentarían condiciones estivales más favorables que la sub-región de las
cordilleras patagónicas, lo que conlleva al desarrollo de estrato arbóreo, generalmente
monoespecífico, con un sotobosque ralo y pocos elementos herbáceos.
b-. Bosque Caducifolio: Región vegetal, extendida entre los 33° hasta los 41º de latitud sur,
área en la que domina un régimen de clima templado con sequía estival, la que disminuye
de norte a sur. En esta región, destaca la predominancia de especies caducifolias2
del
género Nothofagus, de hoja caduca grande, entre estas se destaca el Roble (Nothofagus
obliqua) y especies de árboles y arbustos que producen frutos o bayas comestibles entre los
2
Proviene del latín caducus y folius, que significa caído y hoja respectivamente. El termino es referido para
aquellas especies que pierden todas sus hojas en la época de otoño o invierno (Díaz et al., 2010). Las especies
de estas características, presentarían un ciclo anual con seis meses de desarrollo y seis meses de latencia,
siendo este último período en el cual los árboles pierden las hojas, a modo de conservar el agua (Achá et al.,
1999).
14
que se pueden mencionar el Avellano (Gevuina avellana), la Pitra (Myrceugenia planipes)
y el Maqui (Aristotelia chilenensis), entre otros (Aldunate, 1989).
c-. Bosque Laurifolio: Región extendida entre los 39º10’ hasta los 43° 10’
aproximadamente, ocupando los faldeos de ambas cordilleras, en áreas que habrían sufrido
menos influencia de las glaciaciones del Cuaternario y una menor acción de fenómenos
volcánicos (Gajardo, 1994), dado que se habrían establecido como “refugios del bosque
templado”, donde la vegetación habría estado mayormente protegida de los efectos
periglaciales (Villagrán, 1991).
Esta región se caracteriza por un clima de abundante lluvia durante todo el año, con altos
índices de humedad y con temperaturas sin grandes oscilaciones, que permiten la
configuración de un bosque denso e impenetrable. En esta región vegetal destaca la
presencia de bosques densos de árboles siempreverdes o perenne3
, de hojas generalmente
anchas, brillantes y de color verde oscuro. Entre las especies más representativas destacan
el Laurel (Laurelia sempevirens), el Olivillo, (Aextoxicon punctatum), el Ulmo (Eucryphia
cordifolia) entre otros.
d-. Bosque Siempreverde y Turberas: se extiende desde los 39° 50’ y 46° 45’ latitud sur, en
zonas dominadas por altas precipitaciones y bajas temperaturas constantes, lo que se
manifiesta como limitante para el desarrollo de la vegetación. En el área Valdiviana, se
manifiesta la dominancia de especies coníferas como el Alerce (Fitzroya cupressoides) o
Ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum), acompañadas por especies de
Nothofagus de hoja perenne, y con elementos laurifolios, especialmente en la parte norte,
mientras que en los sectores montañosos, se representaría la presencia principalmente de
Coihue de Magallanes (Nothofagus betuloides).
En este sentido y más allá de los recursos meramente forestales, los bosques se conforman
como ecosistemas en los que se integra una importante variedad de componentes
biológicos, que constituyen la biodiversidad de la región y que se establecen en asociación
directa a una serie de procesos biofísicos, que permiten que estos espacios se constituyan
3 En oposición a los árboles caducos, aquellos de tipo siempreverdes o Perenne, corresponden a especies que
son capaces de mantener su follaje durante varias temporadas, no perdiendo sus hojas en la estación
desfavorable (Hoffman, 2005).
15
como el hábitat de formas de vida que conviven e interactúan entre sí. Así, en el marco de
los bosques templados, se desarrollan permanentes flujos de nutrientes producto de las
interacciones efectuadas entre las distintas comunidades bióticas terrestres que habitan el
área, y de la misma forma los aspectos sociales y económicos relevantes del medio en que
se desarrollan (García y Ormazabal, 2008).
De acuerdo a esto las poblaciones humanas que habitaron la región desde tiempos
tempranos, habrían interactuado con una importante biodiversidad, haciéndose parte
necesariamente del ecosistema boscoso, y estableciendo una dinámica de interacción ligada
a la construcción de una serie de conocimientos manifestados en distintos aspectos de la
cultura.
Figura 1: Mapa de distribución de Regiones Vegetales en el Bosque Templado Chileno. (Stark,
2006-2007. Modificado).
16
2.2. El desarrollo de las poblaciones Pitrén en el Bosque Templado Chileno.
El Complejo Pitrén hasta el momento, ha sido definido como la primera ocupación alfarera
de la Araucanía o región centro sur de Chile. Las primeras referencias al respecto fueron
otorgadas por O. Menghin (1962), quien denomina “Pitrense” a los hallazgos que asigna al
período Paleoaraucano ubicado tentativamente entre el 1.000 y 1400 d.C., evidenciado en el
sitio Pitrén, en sector del Calafquén, los cuales compartirían características estilísticas con
algunas evidencias provenientes del sector de lago Rupanco, lago Riñihue y Temuco.
Años más tarde, con el surgimiento de nuevos hallazgos en la región (cfr. Berdichewsky y
Calvo, 1972-1973; Hajduk, 1978; Gordon, 1984), las evidencias atribuibles al Pitrense
fueron ampliando en su distribución espacial y temporal, abarcando toda la región de la
Araucanía –desde la cuenca del Biobío por el norte, hasta Río Bueno, por el sur- y la
provincia de Neuquén, por el sector oriental de los Andes (Adán y Mera, 1996; Adán et
al.,1997; Adán y Reyes, 2000; Mera, 2000), con fechas que datan entre los años 375 y
1.000 D.C. mientras que, en sectores insulares y lacustres cordilleranos, han sido
evidenciados contextos de este complejo con fechas más tardías, cercanas a los años 1.200
– 1.400 d.C. (Pérez y Reyes, 2009).
Las evidencias arqueológicas señalan que los grupos Pitrén, corresponderían a bandas que
se desenvolvían en este ambiente con un sistema de subsistencia de tipo cazador-recolector
y movilidad estacional (Aldunate 1989), ocupando los distintos pisos ecológicos del área y
desarrollando mecanismos de apropiación del espacio y la configuración de un modo de
vida marcadamente especializado a los ecosistemas que habitaron.
Esta distribución, ha sido reconocida a partir del hallazgo de una serie de sitios tanto de
carácter habitacional como fúnebre, destacando en estos últimos una clara preferencia en la
utilización de espacios en áreas de lomajes suaves y laderas en pequeñas colinas asociadas
a cursos de aguas (Ocampo et al., 2004).
Lo anterior, ilustra la idea de que estas poblaciones estarían priorizando la ocupación de
micro-regiones con características comunes para la apropiación de ciertos recursos claves;
configurando de esta forma, determinadas prácticas apropiativas del espacio (Navarro et al.,
2010), y haciendo uso de una amplia movilidad estacional ligada al aprovechamiento de
una serie de recursos que los distintos pisos ecológicos ofrecían.
17
El registro arqueológico asociado culturalmente al complejo Pitrén, en el sector
precordillerano, evidencia el establecimiento de ocupaciones asociadas a ambientes
lacustres, que en el caso de los asentamientos de tipo habitacional han sido reconocidos
fundamentalmente en espacios abiertos y aleros que atestiguan sobre un uso continuo del
espacio, desde el periodo arcaico entre el 10.000 y 2.000 años A.P. (Adán et al., 2001),
manteniéndose hasta el período alfarero por una secuencia de ocupaciones temporales
breves pero persistentes en el tiempo, sin mayores alteraciones en las pautas culturales
ejercidas. (Navarro et al., 2010).
Esta continuidad en las ocupaciones del área, han llevado a plantear que los grupos Pitrén
habrían aprovechado las experiencias de poblaciones previas, en torno a su relación con el
medioambiente (Adán et al., 2004; 2006), mediante el empleo de un modo de vida
altamente tradicional ligado a la permanencia de prácticas económicas apropiativas,
reproduciendo mecanismos de movilidad estacional para el acceso a ciertos recursos, el
manejo de un sistema de subsistencia de tipo cazador-recolector y el uso de una tecnología,
que si bien se presenta como poco formatizada, habría resultado bastante eficiente en la
adaptación al medio en el que habitan (Adán et al., 2001; Adán, et al., 2004; García, 2005;
Adán et al., 2006)
Estos elementos, han otorgado el soporte de los fundamentos que afirman la existencia de
una “Tradición Arqueológica de Bosques Templados” para la región lacustre
precordillerana del Calafquén, (Adán y Alvarado, 1999; Alvarado, 2000; Adán et al., 2001;
Alvarado y Mera, 2004; Adán et al., 2006; Adán et al., 2010; Adán y Mera, 2011),
caracterizada por una continuidad en el tiempo de un modo de habitar el bosque, abarcando
desde el periodo arcaico hasta el periodo alfarero, expresado en la manifestación de
estrategias conductuales específicas para estos ambientes (Adán et al., 2007).
Por su parte, el desarrollo de las poblaciones Pitrén en la región costera e insular ha se
había establecido fundamentalmente en torno a prácticas de caza, pesca y recolección de
recursos del ambiente marino, manifestando un manejo altamente especializado a este
ecosistema (Navarro, 2004), evidenciado a partir de la importante variedad de moluscos,
peces, aves de ambientes costeros y abundantes restos de lobo marino que habrían sido
explotados por estas poblaciones (Quiroz et al., 2004).
18
En términos tecnológicos, se ha evidenciado una notable presencia de artefactos dirigidos a
la explotación de recursos marinos tales como anzuelos de hueso y pequeñas pesas de
piedra (Quiroz, 1997), como un abundante registro de artefactos utilitarios como raspadores
y cuchillos manufacturados en Choromytilus chorus y ornamentales tales como cuentas y
pendientes de concha (Vásquez 1997; Lucero 2002; 2003).
Sin embargo, estas prácticas que evidencian una clara adaptación al ambiente costero,
estarían siendo profundamente complementadas con el acceso a otros recursos, por un lado
se manifiesta un amplio aprovechamiento del medio boscoso circundante, lo que ha sido
reflejado a partir de las evidencias de consumo de mamíferos del bosque y los recursos
madereros disponibles en el área, además de un abundante conjunto lítico asociado al
trabajo en madera, mediante artefactos como azuelas, hachas y otros instrumentos que
presentan huellas de desgaste sugieren un uso dirigido fundamentalmente sobre recursos
leñosos (Jackson, 1997).
Así también, esta complementariedad estaría siendo reflejada en la incorporación de
innovaciones tecnológicas asociadas a una clara dinámica de apropiación y modificación
del espacio en torno a las actividades de subsistencia, mediante la práctica de la horticultura
que involucra la domesticación incipiente de recursos vegetales, tal como ha sido
evidenciado en los sitios P31-1, P25-1 y P5-1, en Isla Mocha, donde fue documentado un
abundante registro de semillas de Quinua (Chenopodium quinoa) y Maíz (Zea mays) (Rojas
y Cardemil, 1997; 2005), que estarían sugiriendo el desarrollo del cultivo temprano de
recursos vegetales en el área (Quiroz, 1997; Sánchez et al., 2004).
Por su parte, la ocupación Pitrén en el valle central, ha sido evidenciada fundamentalmente
a partir de sitios de cementerio (Aldunate 1989; Dillehay 1990; Adán y Mera 1997; Mera y
Adán 2000) vinculados a ambientes asociados a la sección media de cursos fluviales,
priorizando por la selección de lomajes que facilitarían una importante visibilidad del
entorno (Sánchez et al., 1981-82; Inostroza y Sánchez, 1984; Gordon, 1984; Aldunate,
1989; Dillehay, 1990; Adán y Mera, 1997; Mera y Adán, 2000; Ocampo et al., 2004; Adán
et al., 2007; Adán y Mera, 2011).
En general estos sitios presentan extensiones bastantes más amplias que los identificados en
otras áreas, configurando grandes complejos fúnebres que han llevado a los autores a
19
proponer la existencia de formas sociales asociadas a prácticas de congregación que
superarían la unidad familiar (Adán y Mera, 2011), tal como ha sido identificado en los
sitios Licanco Chico, Lof Mahuida, Huimpil y Villa JMC-1, en la cuenca del Cautín.
Respecto a las prácticas de subsistencia de las poblaciones Pitrén que se asentaron en la
depresión intermedia, se ha planteado que habían desarrollado un énfasis dirigido
fundamentalmente a la caza y recolección, aprovechando los recursos del bosque, de vegas
y cursos de agua. Sin embargo han sido abundantes los planteamientos que sugieren el
posible desarrollo de prácticas hortícolas complementarias al manejo de los recursos
silvestres (cfr. Aldunate, 1989; Adán y Reyes, 2000; Castro y Adán, 2001; Navarro, 2004;
Ocampo et al., 2004; Mera y Munita, 2008; Adán y Mera, 2011).
Hasta el momento, no existen evidencias concretas que permitan sostener esta hipótesis al
menos en el sector continental, donde los estudios bioantropológicos realizados en los sitios
Los Chilcos (Adán y Reyes, 2000) y Licanco Chico (Ocampo et al., 2004), han evidenciado
a partir de análisis de piezas dentales el manejo de una dieta abrasiva y con un alta ingesta
de hidratos de carbono (Adán y Reyes, 2000; Mera y Munita, 2006). Si bien este último
elemento, podría estar indicando el consumo de cultígenos, es reconocido que también
puede responder a la incorporación de nutrientes altamente representados en frutos de
recolección como el piñón, avellana, papas o quinua silvestre (Adán y Reyes, 2000;
Ocampo et al., 2004).
Por su parte los análisis arqueobotánicos realizados en el sitio Los Chilcos, evidenciaron el
consumo de restos de gramíneas, leguminosas y restos de frutos, propios de los paisajes del
bosque templado, destacando la presencia de Quenopodiáceas, cuyos carporestos no
poseerían los rasgos característicos de aquellas de carácter cultivables (quínoa), tratándose
posiblemente a algunas de las especies del género Chenopodium propias del sur de Chile
como Ch. ambrosioides (paico), Ch. pinnatisectum, Ch. andicola, Ch. chilensis, Ch. album
(quinguilla), indicando por ende que las especies que se lograron identificar indicarían el
uso de recursos vegetales silvestres característicos de su entorno (Quiroz y Belmar, 2000;
Adán y Reyes, 2000).
De acuerdo a lo expresado en los párrafos anteriores, el desarrollo de las poblaciones Pitrén
en los distintos pisos ecológicos fue bastante diverso, sin embargo acusa un profundo
20
conocimiento del entorno y relación con el medio en el que se manejaron, respecto a esto se
ha planteado que estas poblaciones habrían priorizando por la ocupación de micro regiones
con características comunes para la apropiación de ciertos recursos; configurando de esta
forma, determinadas prácticas apropiativas del espacio (Navarro et al., 2010).
El registro arqueológico ha develado el establecimiento de estrategias de aprovisionamiento
de determinados recursos mediante prácticas de amplia movilidad entre los distintos pisos
ecológicos del área, las que han sido evidenciadas en el registro arqueológico de la mayor
parte de los sitios, a partir de la presencia de materias primas de origen alóctono, empleadas
en la manufacturación de algunos de los instrumentos líticos provenientes de sitios como
Flor del Lago-1, Playa Negra-1, Alero Nilfe- 1, Laguna Musma 1, Collico-1, Pucón 6, Villa
JMC-1, By Pass Temuco, P31-1, además de algunas valvas de moluscos provenientes de la
costa del Pacífico, recuperadas en el registro arqueológico de sitios de la depresión
intermedia y precordilleranos, tales como Alero Quino-1, Colico-1, Alero Los Cipreses y
Pucón 6 (Navarro et al., 2010).
En este sentido, las manifestaciones de este tipo han sido registradas en los distintos
espacios de ocupación Pitrén, derivando antecedentes sobre el ejercicio de una movilidad
costa interior, asociada a una práctica del uso extensivo del territorio (Adán y Reyes, 2000)
que refleja una compleja y dinámica interacción de estas poblaciones con los distintos pisos
ecológicos (Adán et al., 2006). Esta práctica de amplia movilidad desarrollada por las
poblaciones Pitrén, no estaría siendo claramente reflejada en la expresión de la tecnología
cerámica, por lo menos en el sentido estricto a como lo proponen las definiciones
tradicionales otorgadas para sociedades cazadoras-recolectoras con alfarería, en la que se
esperaría el empleo de vasijas con características formales que facilitaran su
trasportabilidad.
Según Gallego (2010), la mayor parte de las vasijas procedentes de sitios habitacionales de
la región lacustre cordillerana, salvo algunas piezas que presentarían atribuciones para el
transporte de líquidos, poseen diámetros de medianos a grandes, paredes de medianas a
gruesas, y escasas asas; lo que llevaría a pensar en que serían muy pesadas para su
transporte.
21
Sin embargo, de acuerdo a lo planteado por Gallego, las características morfológicas de la
alfarería Pitrén, permiten sugerir el desarrollo de la práctica de “dejar en caché”, es decir
que aquellas piezas menos transportables, serían guardadas en escondites con la finalidad
de no transportarlas constantemente y volver a ser utilizadas en la próxima temporada que
pasen por el lugar, ahorrándose el transporte y minimizando el riesgo de quiebre de las
piezas. O bien, algunos cantaros habían sido transportados, mediante el ejercicio de cargar
grandes vasijas en la espalda, por medio de amarras con fibra vegetal; tal como se ha
referenciado etnográficamente para las poblaciones Mapuches (op. cit.).
Estos argumentos, integran interesantes antecedentes al conocimiento del manejo que
ejercieron las poblaciones Pitrén sobre la tecnología cerámica, que en definitiva se
constituye como la materialidad que permite definir a estos grupos como un complejo
alfarero. Dado que hasta el momento, si bien ha sido uno de los elementos del registro
arqueológico más abordados en el estudio, la perspectiva del desarrollo de la alfarería
dentro de un contexto social cazador recolector, no había sido explorada.
Cabe recordar que las primeras referencias al respecto son las desarrolladas por Osvaldo O.
Menghin (1962:28) quien plantea que “se trata de un estilo cerámico bastante
evolucionado, aunque con ciertos rasgos arcaicos”, destacando la homogeneidad de la
pasta, su buena cocción manifestada en su dureza y una amplia variedad de formas que en
definitiva entregaron elementos fundamentales para la definición de este complejo, las
cuales permitieron que otros autores posteriormente fuesen aportando evidencias
fundamentales para el conocimiento existente hoy en día.
Así fue como Américo Gordon (1984), a partir de los trabajos en el sitio Huimpil, describe
los conjuntos cerámicos evidenciados en el contexto, identificando 8 tipos alfareros, los que
presentarían importantes similitudes morfológicas con la alfarería Pitrense, atribuyendo así
el conjunto alfarero Huimpil a la tradición alfarera Pitrén.
Posteriormente Aldunate, define este complejo alfarero cerámico a partir de la presencia de
categorías morfológicas tales como jarros asimétricos con decoraciones modeladas
fitomorfas, zoomorfas o antropomorfas; jarros simétricos esféricos principalmente de
cuello cilíndrico y recto y jarros con asa mango. Señalando además, el detalle de las
incisiones en el punto de inflexión o ángulo cuello-cuerpo, el asa diagnóstica bajo el labio y
22
la decoración en negro con motivos de puntos y líneas en sentido vertical sobre pintura roja
(Aldunate, 1989).
Los estudios de mayor sistematicidad, comenzaron a desarrollarse a mediados de la década
del 90, en el marco del Proyecto FONDECYT 19950823. A partir del cual se profundizó en
el desarrollo de una tipología de la alfarería Pitrén, ordenando espacial y cronológicamente
la distribución de este complejo (Adán y Mera, 1996; Adán y Mera, 1997). Producto de
estos trabajos, los investigadores identificaron 25 tipos cerámicos de acuerdo a las
categorías morfológicas formales, distinguiendo entre éstos además una amplia variedad de
decorados, destacando la decoración negativa negro sobre rojo y una serie de modelados
figurativos.
Estudios posteriores, realizados en el marco de los rescates de los sitios Lof Mahuida y
Licanco Chico, han identificado nuevas variedades tipológicas a las expuestas por Adán y
Mera (1996; 1997), agregándose los tipos: Pichimetawe, botellas con asa de suspensión y
decoración modelada en el cuerpo y jarros simétricos con modificaciones anatómicas
(Mera y Munita, 2006).
En síntesis, la alfarería Pitrén ha sido caracterizada tanto por sus características formales y
decorativas, las que se presentan en sus variedades monócromas, decoración negativa y su
amplia variedad de decorados por modelado, aspectos fundamentales que han permitido
definirlo como un complejo cultural y más aún reconocer en estos grupos, una estrecha
vinculación con el medio boscoso en el que se desenvuelven. Este aspecto estaría
claramente reflejado en las recurrentes representaciones figurativas zoomorfas en su
alfarería (Adán y Mera, 1996; Sánchez y Quiroz, 1997; Mera, 2000) entre las que se
observan motivos ornitomorfos, batracios (Sánchez y Quiroz, 1997; Mera, 2000),
mamíferos marinos y grillos (Aldunate, 1985:29) y que probablemente esté vinculado a la
manifestación altamente evidenciada en la alfarería Pitrén de improntas de hojas obtenida
por técnica negativa (Castro y Varela 1990; Adán y Mera, 1996; Pérez y Reyes, 2009).
2.3. Improntas de Hojas en Negativo
Más allá de los rasgos distintivos en cuanto a forma y decoración evidentes en la alfarería
Pitrén, a partir de las que han sido definidas las variaciones estilísticas de esta
manifestación cerámica; existen elementos discretos de gran representatividad en los
23
ceramios que han sido escasamente estudiados. Estas representaciones corresponden a la
manifestación de especímenes foliares de origen vegetal, que se presentan impresos
mediante su negativo en las superficies de las piezas, cuyas características de nitidez son
tan variables, que en muchos casos han pasado desapercibidas y por ende su registro en la
alfarería aún no se encuentra debidamente documentado y en sólo los últimos años, se han
efectuado esfuerzos por parte de los investigadores del área para su registro y descripción.
Estos acercamientos, han permitido reconocer las improntas de hojas en negativo, como un
rasgo ampliamente manifiesto en diversos contextos asociados culturalmente al complejo
Pitrén, siendo documentados en yacimientos emplazados tanto en la vertiente occidental
como oriental de la cordillera andina; en la región del Calafquén, depresión intermedia,
Costa de Arauco, isla Mocha y Neuquén (Pérez y Reyes, 2009). Lo que al parecer indicaría
que la manifestación de improntas de hojas en la alfarería Pitrén, estaría siendo evidenciada
en todo el rango de distribución geográfico definido para este grupo alfarero.
A esto se suman algunos antecedentes que han permitido ampliar el espectro temporal de
esta expresión, incluso hasta momentos tardíos. Si bien, las evidencias de este tipo aún son
escasas, su registro ha sido documentado en sitios como Puraquina (1.480 d.C.), Fuerte de
Villarrica VR-7 (1.340 d.C.) (Reyes, 2010) y Challupen-2 (Gallego, 2011), además de ser
documentado también en algunas piezas asociadas a períodos de contacto, depositadas en el
Museo Mauricio Van de Maele.
Estos antecedentes, han permitido plantear que la “Técnica de hojas en negativo”
correspondería a una expresión bastante difundida temporal y espacialmente entre las
poblaciones alfareras que habitaron la región de los Bosques Templados.
Las primeras referencias a esta manifestación, son otorgadas por Castro y Varela (1990),
quienes describen un jarro monócromo, asignado culturalmente al complejo Pitrén que
presenta en su superficie improntas de hojas en negativo. Las autoras plantean que el
proceso para conseguir este resultado estaría asociado a la adhesión intencional de las hojas
sobre las paredes de la pieza ya cocida, la que sería posteriormente sometida a una nueva
exposición térmica en una atmósfera reductora, saturada de monóxido de carbono a fin de
oscurecer la superficie, de modo que las hojas habrían servido de material resistente que al
24
desprenderse, habrían dejado el área libre del tizne, conservando el color natural de la pieza
(Figura 2).
Siguiendo en esta línea, algunos estudios posteriores han permitido plantear que
probablemente la manifestación de improntas de hojas en negativo en la alfarería Pitrén,
estaría asociada a la denominada “Técnica negativa” o “Técnica de reserva” (Pérez y
Reyes, 2009; Pérez et al., 2012), característica de las modalidades decorativas que han sido
definidas para el complejo Pitrén, mediante la configuración de diseños geométricos (Adán
y Mera, 1997).
Ante aquella comparación, se sugiere que las impresiones de hojas en las vasijas se
configurarían como parte de un mismo proceso tecnológico, respondiendo al recurso
plástico conocido como “figura-fondo” (Castro y Varela 1990; Adán y Alvarado 1999), el
cual permite la configuración de los motivos decorativos que se desean trasmitir a través
del contraste de colores. De ser así, la manifestación de impresiones foliares en la alfarería
de la región centro-sur del país, implicaría el conocimiento de complicados procesos
productivos para provocar los efectos plásticos deseados (Adán y Alvarado, 1999), lo que
ha llevado a ciertos investigadores a pensar que difícilmente su configuración
correspondería al resultado accidental de las prácticas de los alfareros del área (Castro y
Varela, 1990; Pérez et al., 2012).
Estudios experimentales recientes desarrollados por Alberto Pérez, Verónica Reyes y Luis
Hermann (2012), al parecer comprobarían la idea de que la reproducción de las impresiones
Figura 2: Proceso tecnológico asociado a la manifestación de improntas de hojas sobre
la alfarería Pitrén. (Castro y Varela, 1990)
25
foliares en la alfarería, sólo pudo ser conseguida por medio de la intervención antrópica
dirigida, haciendo uso del empleo de una sustancia cobertora temporaria (hojas
humedecidas en arcilla o su representación naturalista, mediante aplicaciones de arcilla),
durante la cocción y/o la exposición indirecta por ahumado, lo que ha llevado a los
investigadores a sugerir que los atributos denominados “improntas de hojas”,
corresponderían a rasgos inducidos intencionalmente y por ende, serían caracterizables
como una modalidad estilística que no necesariamente implicarían el uso de hojas (Pérez et
al., 2012)
Si bien los autores plantean que no se trata de una técnica estandarizada y que presenta una
importante variabilidad entre aquellas que guardan rasgos muy notorios, de carácter
naturalista, de otras más esquemáticas que aparentan simples manchas. En general
manifestarían una presencia y frecuencia que denota su intencionalidad, denotando la
existencia de códigos visuales e ideas trasmitidas por los alfareros (op. cit.)
Al contrario de lo expresado anteriormente, existen planteamientos que sugieren que este
fenómeno, más que responder a un carácter intencional con fines decorativos, se
establecería como un producto casual; resultado del proceso de manufactura de la vasija,
donde las improntas de hojas serían efecto de la adherencia de las ramas usadas como
combustible para la cocción (Reyes, 2010:143).
Estas dudas respecto a la intencionalidad de la manifestación de las impresiones foliares en
la alfarería, se fundamentan en base a la diferencia que presenta este rasgo con el común de
las expresiones decorativas en la cerámica Pitrén, en cuanto a su representación en los
contextos. Las piezas decoradas mediante técnicas de modelado y negativa por diseños
geométricos y lineales, se expresan casi exclusivamente en sitios de carácter mortuorio,
mientras el rasgo impronta de hoja, no presentaría un énfasis dirigido a cierto tipo de
contextos (Reyes et al., 2003), lo que significaría probablemente que las impresiones
foliares, no responderían a los mismos criterios funcionales que habrían adquirido los
decorados para este complejo alfarero.
A esto se suma el hecho de que las evidencias de este rasgo, han sido registradas en la
amplia variedad de categorías formales definidas para la alfarería Pitrén, tanto en la
superficie exterior como interior de las piezas (Figura 3) y con una distribución que por lo
26
general abarca todas las secciones del cuerpo, mientras que en algunas ocasiones estarían
dispuestas en determinados sectores del cuerpo en áreas cercanas al asa (Pérez y Reyes,
2009).
La aparente ausencia de patrones establecidos en la configuración del diseño “decorativo”
de las improntas de hojas en la alfarería, mantienen aún más las dudas respecto a la
intencionalidad de este rasgo, debido a que claramente el número de especímenes
representados, su emplazamiento en la pieza y la nitidez de estos rasgos, son todos muy
variables, y al parecer no responden en todos los casos a los criterios de visibilidad y
simetría que caracterizan a los patrones decorativos presentes en la alfarería Pitrén, ni al fin
comunicativo que se le otorga a la decoración en general.
De acuerdo a lo expresado, es claro que esta discusión aún no ha sido agotada y que
requiere de mayores acercamientos en torno al proceso que estaría involucrado en la
configuración de esta manifestación plástica en la alfarería Pitrén.
Sin embargo, más allá del carácter intencional y/o decorativo de esta manifestación, que
perfectamente puede ser un aspecto aún mantenido en duda, parece importante considerar
esta manifestación como una expresión directa del estrecho vínculo que establecieron las
poblaciones Pitrén y sus sucesores en tiempos alfareros más tardíos con el medio ambiente
boscoso en el que se desenvolvieron, y que particularmente podrían otorgar información
relevante respecto a los mecanismos de interacción ejercidos con la diversidad florística del
área y que se constituye como una perspectiva de investigación aún no abordada.
Figura 3: Vasija con impronta de hojas, colección Museo Mapuche de Cañete (Fotografías: Proyecto
Fondecyt 1970105). Se observan impresiones foliares en la superficie exterior (a) e interior (b) de la
pieza.
27
CAPITULO 3
MARCO TEÓRICO Y REFERENCIAL
3.1. Antecedentes del arqueobotánico de restos foliares e impresiones vegetales.
La arqueobotánica se ha constituido como un área de estudio dentro de la arqueología, que
se ha dirigido al estudio de macro-restos vegetales evidenciados en contextos
arqueológicos, y que en concreto han permitido el acercamiento de la disciplina
arqueológica al conocimiento de las relaciones establecidas por las poblaciones humanas
con su entorno vegetal, profundizando en los mecanismos y estrategias de interacción que
las poblaciones prehispánicas han establecido con su medio.
Quizás una de las primeras referencias documentadas respecto al reconocimiento de restos
botánicos en contextos arqueológicos, corresponde al hallazgo de un ramo de Romero junto
a una momia egipcia en la región del Cairo a finales del S. XVI, (Prospero Alpino, citado
por Rivera y Obón de Castro, 1996). Sin embargo los estudios arqueobotánicos como tales,
habrían comenzado a configurarse durante el S. XIX con los trabajos realizados por Kunth,
en 1826, quien se insertó en el análisis de cereales, frutos y semillas momificados
(Renfrew, 1973).
Posteriormente destacan los acercamientos de F. Unger, quién en 1851 publica los
resultados del estudio de carporestos provenientes del yacimiento austriaco de Hallstatt
(Rovira, 2007), seguido por las investigaciones realizadas por O. Heer en 1865, quien se
interiorizó en el estudio de carbones de madera y carporestos recuperados de yacimientos
suizos (Hastorf, 1999; Llano, 2001; Rovira, 2007).
Estas primeras inserciones al estudio de restos vegetales recuperados en contextos
arqueológicos, sumados a algunos otros que siguieron el auge de esta búsqueda, habrían
comenzado a configurar las bases metodológicas de este tipo de investigaciones. Desde
entonces el desarrollo de esta área de investigación ha ido adoptando criterios
fundamentales de la ciencia Botánica pero adecuándola necesariamente al estudio de restos
en distintos estados de deterioro propios de su largo tiempo de depositación en el contexto
arqueológico.
28
En este sentido, la inserción de la arqueología en esta línea de búsqueda, ha estado
necesariamente ligada a los estudios botánicos puros, desde un panorama mediado por dos
grandes diferencias:
La primera, vinculada al acercamiento específico de estos estudios dentro del campo
arqueológico, impregnados de una esencia dirigida al conocimiento del mundo vegetal
mediado por las relaciones establecidas por las sociedades humanas en su relación con el
entorno.
Y en segundo lugar, por el ejercicio del método botánico aplicado a la disciplina
arqueológica, el cual está determinado por la fundamental diferencia que se establece entre
estudiar plantas vivas con sus órganos completos y sin alteración, de aquellas recuperadas
de contextos arqueológicos, que la mayoría de las veces distan de esta condición
(Giovannetti et al., 2008).
Es por lo mismo que por lo general, los estudios arqueobotánicos han tendido a enfocarse al
análisis de macrorrestos vegetales4
, principalmente a aquellos de tipo carpológicos y
antracológicos, debido a que estas materialidades a diferencia de las otras, presentan una
estructura que manifiestan una mejor resistencia a los fenómenos tafonómicos que alteran
su conservación (Badal et al., 2000), es por esto que semillas, maderas y carbones, se
construyen como las evidencias de origen vegetal de mayor representación en contextos
arqueológicos.
Por su parte, las características morfológicas, estructurales y químicas de las hojas
determinan en buena parte su dinámica de descomposición, siendo por lo general mucho
más susceptibles a este proceso y por lo tanto su manifestación en el registro arqueológico
es bastante reducida.
Según dictan los estudios al respecto, se reconoce que el vestigio de hojas en contextos
arqueológicos normalmente se conservan en travertinos, paleolagos y turberas (Badal et al.,
2000), situación que es ejemplificable en el caso del sitio Monte Verde, en el cual fue
4
Entendemos el concepto de macrorrestos vegetales, como derivados de las plantas tales como carbones,
maderas, semillas, hojas, fibras, etc. (Badal et al., 2000), que por lo general poseen dimensiones mayores a 0,
3 mm., siendo factibles de ser reconocidos a simple vista (Peña-Chocarro y Zapata, 1997).
29
factible recuperar una enorme cantidad de restos vegetales, entre los cuales se reconocieron
más de una decena de especies a partir de sus restos foliares (Dillehay, 2004).
Otra forma de conservación bastante frecuente en distintos yacimientos arqueológicos,
corresponde a la impresión en soportes de otras materialidades, tales como cerámicas,
adobes, yeso, toba al cuero y en bronce corroído (Renfrew, 2007). Sin embargo su
identificación dependería fundamentalmente de la calidad de las huellas y con esto la
posibilidad de reconocer en ellas los caracteres anatómicos que hicieran factible su
determinación taxonómica (Renfrew, 2007).
Un estudio interesante de destacar al respecto, corresponde al trabajo realizado por Rivera,
Obón de Castro y Asencio (1988) quienes desarrollaron un análisis de improntas de hojas,
fibras, semillas, frutos, tejidos y flores, presentes en cerámicas y arcillas de construcción,
procedentes de distintos contextos en la península Ibérica, al Sureste de España;
consiguiendo identificar un importante número de especies botánicas, entre las que
destacan Hojas de Stipa Tenacissima (Esparto), además de restos de frutos y hojas de
Azufaitos (Ziziphus lotus), evidenciados en diversos contextos de la región.
Sin embargo, los investigadores destacan que las dificultades no habrían sido menores para
el establecimiento de la determinación taxonómica de las especies representadas, por medio
del análisis de anatomía comparada entre las improntas vegetales con la muestra de
referencia botánica empleada, dado que las posibilidades de identificación se habrían visto
restringidas fundamentalmente por la escasez de estudios sistemáticos previos, dado que
hasta ese entonces el único acercamiento existente en esa línea habrían sido los trabajos
efectuados en el sitio El Rincón de Almendricos (Murcia) (Ayala et al., 1987).
El problema presentado en los análisis de improntas vegetales, respecto a la ausencia de
mayores trabajos al respecto, al parecer se constituye como un aspecto no abordado por los
estudios arqueobotánicos hasta la fecha. Así lo destaca Peña-Chocarro, el año 2008, quien
plantea que pese a que este tipo de evidencias son muy frecuentes, ha sido un área de
estudio poco investigada en la arqueología pero sugiere que el ejercicio de este tipo de
acercamientos, podrían otorgar resultados muy interesantes en cuanto al aporte al
conocimiento arqueológico.
30
Respecto a lo mismo, Colin Renfrew (2007), expone que el estudio de restos vegetales ya
sean de granos u hojas impresas en las vasijas, otorgarían información no sólo de la
vegetación disponible en el entorno, dado que su hallazgo no implica necesariamente que
una planta fuese de crecimiento local; así por ejemplo, destaca que los granos pueden ser
importados de un lugar distinto a los alrededores del sitio, como también las vasijas mismas
pueden ser transportadas desde lejos de su lugar de fabricación (Renfrew, 2007:221).
En este sentido, tal como los demás análisis de restos vegetales provenientes de contextos
arqueológicos, los estudios de restos foliares se establecen potencialmente como una
valiosa fuente de investigación arqueobotánica que podría facilitar información importante
respecto al aprovechamiento que las poblaciones en tiempos prehispánicos hicieron de los
recursos vegetales y así como la configuración florística de los paisajes en los que se
encontraban insertos.
3.2. Arqueobotánica: Mecanismos de interacción y Gestión de recursos vegetales.
Abordar el estudio de los mecanismos y estrategias de interacción que las poblaciones
prehispánicas establecieron con su medio, que en concreto se manifiestan en el registro
arqueológico como resultado de la selección y uso específico de los recursos vegetales del
ambiente biofísico en el que se desarrollaron; exige claramente la necesidad de profundizar
en un marco explicativo que permita obtener una mirada dirigida a la interpretación de los
fenómenos observados.
Siguiendo a Balée (1998) entendemos que la sociedad, cultura y naturaleza, corresponden a
un fenómeno único, configurado a través de las diversas interconexiones y contradicciones
entre sus partes constitutivas. De esta manera, existiría una permanente retroalimentación
entre los distintos factores, donde el ser humano se constituye como un ente participe del
ambiente; estableciéndose por tanto, un proceso dialéctico infinito en que los distintos
factores se afectan mutuamente (Mena 1996, Quiroz, 1988).
Desde esta perspectiva, entendemos que las manifestaciones culturales y la interacción de
los grupos humanos con el mundo vegetal, no son por sí mismas (Capparelli et al., 2007),
por lo tanto la investigación arqueológica, no debe reducirse a la búsqueda limitada de
evidencia desde elementos aislados, sino a partir de la integración correlacional de distintos
31
elementos constituyentes del fenómeno, desde una perspectiva necesariamente de tipo
Relacional (Lema, 2008).
En el caso de la dimensión relacional configurada entre el mundo social - mundo vegetal, se
manifiesta en diversos elementos del registro arqueológico, como resultado de las
relaciones sociales per se; introduciéndose los objetos y los recursos del medio como entes
mediadores de ésta (Giovannetti et al., 2008), siendo las propias percepciones humanas las
que definen cómo usarán el ambiente (Llano, 2001), mediante un proceso donde se
conjugan distintos saberes y formas de ver el mundo, socialmente compartidos e
individualmente aprehendidos y reproducidos o transformados en la acción misma (Toledo,
2002).
Siguiendo a Alcorm (1995), el uso de las plantas y las interrelaciones plantas-humanos
están moldeados por la historia, por los ambientes físicos y sociales y por las cualidades
inherentes de las plantas mismas; así las características biológicas de las plantas,
presentarían ciertas condiciones que impactarán en la elección cultural de las mismas para
ciertos usos, de acuerdo con las clasificaciones y lógicas culturales (Ford, 1979).
De acuerdo a estos criterios, las poblaciones establecen en un período o región
determinada, un conjunto de pautas que aseguran una toma de decisiones relativa a la
producción, llevando implícita la organización social del trabajo y comprende
necesariamente toda una serie de cuestiones como el conocimiento de la localización de los
recursos, sus ciclos naturales, la movilidad necesaria para obtenerlos, el desarrollo de
técnicas para la obtención, trasformación, consumo, etc. (Berihuete, 2006).
Esta suma de opciones, conocimientos y técnicas ha sido denominado bajo el concepto de
“Gestión de recursos vegetales”, definido por Berihuete y Piqué (2006) como “la manera
históricamente determinada en que los grupos humanos han obtenido, transformado y
consumido estos recursos” (op. cit.: 39).
La configuración de estos conocimientos de orden tanto ecológicos como tecnológicos,
prácticos y teóricos (Pochettino, 2007), se establecen producto de un largo proceso de
práctica y experimentación, como también por la incorporación de información de otras
fuentes, incluyendo el conocimiento científico producido por las comunidades en su
interacción con el entorno (Pochettino y Lema 2008), llevando al establecimiento de un
32
proceso selectivo sobre la opción de uso de materiales específicos sobre otros, que muchas
veces pudo haber sido producto del azar, la curiosidad y la experimentación, pero que
terminaron dotando a estas sociedades, de soluciones para problemas particulares (Eiroa et
al., 1999).
En este sentido y en cuanto a los criterios de selección en sí mismos, los seres humanos no
aprovecharían los recursos arbitrariamente o determinados por el medio ambiente, sino que
se ejercerían criterios socialmente regulados, en función de las necesidades, gustos y
normas sociales (Berihuete y Piqué, 2006).
Por medio de este proceso, se configuraría finalmente un cuerpo acumulativo de
conocimientos, prácticas y creencias acerca de las relaciones entre los seres humanos y los
componentes vegetales de su entorno, que ha sido definido bajo el concepto de
Conocimiento botánico tradicional (Pochettino 2007), entendido como el saber compartido,
único y propio para cada comunidad, acerca de los vegetales locales, empleados durante el
proceso de elección, obtención, procesamiento, consumo y en la administración local de los
recursos.
Este conocimiento corresponde al manejo adaptativo que esas comunidades hacen de los
recursos naturales, poniéndose en manifiesto una serie de criterios de selección y toma de
decisiones de diversa índole, que van configurando y modificando este corpus de
conocimiento, el cual es transmitido de generación en generación (Pochettino y Lema,
2008).
Ciertamente, el manejo de los recursos vegetales por poblaciones cazadoras recolectoras,
responde a modos de interacción con el medio en que la naturaleza necesariamente requiere
ser ordenada socialmente y culturizada, para poder ser “explotada” de forma efectiva
(Descola, 1988). El valor del rol que adquiere la vegetación silvestre en los desarrollos
culturales ha sido un ámbito prácticamente ignorado o minimizado a un plano de manejo
pasivo por parte las poblaciones que ejercieron economías asociadas a la recolección de
recursos vegetales.
Sin embargo, es necesario comprender que las plantas silvestres de recolección, si bien
corresponden a especies sinantrópicas, se configuran como recursos que se desarrollan en
espacios naturales de bosque o espacios abiertos, pero sometidos necesariamente a su
33
antropización por la actividad misma de recolección; en medios generados por actividades
humanas, ya sean vías de paso, bordes de caminos o zonas de desecho (Buxó, 1997;
Berihuete, 2006)
A su vez, presentan una serie de características que las convierten en un recurso apto para
ser consumido, llevándolos a ser recolectados de manera voluntaria y selectiva en el medio
(Berihuete, 2006).
En primer lugar, poseen características específicas y físicas, tales como la representación en
el ambiente de una amplia variedad taxonómica, ubicuidad, la ausencia de movimiento y
ciclos reproductivos estables, que las convierten en recursos fácilmente recolectables,
predecibles y almacenables (Zapata, 2007) y por otro lado, presentan propiedades
nutricionales, combustibles y características físicas que facilitan su maleabilidad, en
beneficio de múltiples tareas (Berihuete 2006).
En este sentido, es claro que la manipulación del bosque por cazadores-recolectores, se
enlaza estrechamente con la biodiversidad presente en el ambiente, producto de un
constante conocer y reconocer el medio, configurando determinadas formas de comprender
y relacionarse con el mundo que se construyen en largos procesos de interacción (Gutiérrez,
2003).
Por ende el objetivo arqueológico de los acercamientos arqueobotánicos en poblaciones
cazadoras recolectoras, consiste necesariamente en el reconocimiento de los aportes
derivados de los recursos vegetales silvestres en las actividades humanas y la identificación
de los criterios de selección y uso de ciertos recursos, frente a otros potenciales que no son
explotados.
como resultado de determinadas expresiones concretas de las relaciones establecidas entre
estas poblaciones con el mundo vegetal. Por ende su representación responde
inequívocamente a una acción cultural, donde necesariamente estuvieron involucrados
procesos de selección de las especies botánicas asociados a determinados modelos de
gestión de los recursos vegetales e impregnados de una serie de conocimientos y opciones
establecidas socialmente.
“IMPRONTAS DE HOJAS EN NEGATIVO: UN APORTE METODOLÓGICO AL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO DE POBLACIONES ALFARERAS DE LA REGIÓN CENTRO-SUR DE CHILE, COMPLEJO CULTURAL PITRÉN”.
“IMPRONTAS DE HOJAS EN NEGATIVO: UN APORTE METODOLÓGICO AL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO DE POBLACIONES ALFARERAS DE LA REGIÓN CENTRO-SUR DE CHILE, COMPLEJO CULTURAL PITRÉN”.
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“IMPRONTAS DE HOJAS EN NEGATIVO: UN APORTE METODOLÓGICO AL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO DE POBLACIONES ALFARERAS DE LA REGIÓN CENTRO-SUR DE CHILE, COMPLEJO CULTURAL PITRÉN”.
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“IMPRONTAS DE HOJAS EN NEGATIVO: UN APORTE METODOLÓGICO AL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO DE POBLACIONES ALFARERAS DE LA REGIÓN CENTRO-SUR DE CHILE, COMPLEJO CULTURAL PITRÉN”.
“IMPRONTAS DE HOJAS EN NEGATIVO: UN APORTE METODOLÓGICO AL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO DE POBLACIONES ALFARERAS DE LA REGIÓN CENTRO-SUR DE CHILE, COMPLEJO CULTURAL PITRÉN”.
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“IMPRONTAS DE HOJAS EN NEGATIVO: UN APORTE METODOLÓGICO AL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO DE POBLACIONES ALFARERAS DE LA REGIÓN CENTRO-SUR DE CHILE, COMPLEJO CULTURAL PITRÉN”.

  • 1. UNIVERSIDAD BOLIVARIANA CARRERA DE ARQUEOLOGÍA “IMPRONTAS DE HOJAS EN NEGATIVO: UN APORTE METODOLÓGICO AL ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO DE POBLACIONES ALFARERAS DE LA REGIÓN CENTRO-SUR DE CHILE, COMPLEJO CULTURAL PITRÉN”. Memoria para Optar al Título de Arqueóloga y al Grado Académico de Licenciada en Arqueología. AUTORA: Rocío Barrientos Romero PROFESOR GUÍA: Verónica Reyes Álvarez PROFESOR INFORMANTE: Roberto Campbell Toro Santiago, Agosto del 2013
  • 2. i AGRADECIMIENTOS Claramente la construcción de esta investigación y toda aquella variedad de matices involucrados en este largo proceso, en ningún caso es mérito propio. Quién soy, como me construyo, donde quiero ir con lo que hago y en definitiva que es lo que hago, es el resultado de una serie de búsquedas, aprendizajes, cuestionamientos y sueños que van más allá del yo; se enmarca en una continua retroalimentación con los otros, con la vida, con el entorno y con aquellas personas que consciente o inconscientemente han entregado algo de si en la conformación del “uno propio”. Es por lo mismo que en esta sección de mi memoria de titulación quiero agradecer desde lo más profundo de mí, a todos aquellos que me han acompañado, cuestionado, incentivado, enseñado y valorado, en especial a aquellas personas que pusieron parte de si en esta búsqueda y regalaron parte de sus sueños para construir los míos. En el desarrollo de este trabajo, muchas veces me vi frente a mis propias inseguridades, a mis temores y a las dificultades que acompañaron la búsqueda de nuevas aristas en la arqueología, que me obligaron a profundizar en saberes que antes eran para mí completamente desconocidos. Por eso quiero agradecer con un especial cariño a todos quienes me animaron y entregaron generosamente sus herramientas y conocimientos para hacer posible esta búsqueda: Cómo no comenzar mencionando a aquellos compañeros en la construcción de sueños, libertades y esperanzas; mis papás, quienes han sembrado en mis hermanas, en mí y mis sobrinos, aquella valoración por el mundo, por la gente, por la tierra, por el cariño, por el aprendizaje y por los sueños…Jorge, Lily, Paz, Violeta, Admalen y Nahuel…cada una de las letras que se desprenden de esta memoria, se encuentran completamente empapadas de ustedes, de sus saberes y sus cariños. A Diego Alarcón y Alicia Marticorena, quienes me entregaron las líneas fundamentales para insertarme en el estudio de los restos foliares y que en definitiva me incentivaron a seguir en esta búsqueda. A los trabajadores del Herbario Nacional de Historia Natural, Herbario de la Universidad de Concepción, Museo Regional de la Araucanía, Museo Histórico y Antropológico
  • 3. ii Mauricio Van de Maele de la Universidad Austral y Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Chile, quienes me acogieron en su espacio y facilitaron el acceso al material requerido para la investigación. A Verónica Reyes, quien me acompañó de manera permanente en este proyecto, guiando mis búsquedas y otorgándome su profundo conocimiento sobre las poblaciones alfareras de la región Centro-sur del país y la manifestación de improntas de hojas en la alfarería. Cuyos aportes y cuestionamientos fueron fundamentales para el desarrollo de esta memoria. A Jhoann Canto, por su disposición a enseñarme sobre los métodos estadísticos para la determinación taxonómica, así también sus siempre acertadas sugerencias al estudio. A Roberto Campbell, quien demostró un enorme encanto por la prehistoria de la región centro-sur del país y estuvo siempre dispuesto con gran generosidad a otorgarme sus aportes y observaciones al estudio en el que me encontraba inserta. A mi hermana Paz, por su inmenso cariño y apoyo, manifestado en sus permanentes palabras de apoyo y las largas jornadas de trabajo que me regaló en pos de sacar adelante este proyecto. Claramente sin sus profundos conocimientos en estadística y manejo de bases de datos, este proceso habría sido mucho más complejo. A Víctor, por estar conmigo dispuesto a aprender junto a mí, a ayudarme, quererme y animarme permanentemente. Y para finalizar, no me gustaría cerrar esta sección sin obsequiar además un especial reconocimiento a Gabriela y mis queridas compañeras Paulina Catalán, Almendra Sarmiento, Paulina Monroy y Fabiola Molina, con quienes vivimos quizás una de las experiencias más lindas y trascendentes en nuestra formación como arqueólogas y sobre todo como personas. En un proceso en que en conjunto a mucha gente fuimos forjando las bases de un saber que va mucho más allá de lo académico, que tiene que ver con la consolidación de una profunda consciencia del ser y para que ser arqueólogo. En definitiva, este trabajo es resultado del esfuerzo de una gran cantidad de personas que pusieron un algo de sí, en este proyecto donde conjugan la gente, la tierra, las plantas, los saberes, los cariños, etc., por lo tanto he aquí mis más sinceros agradecimientos a cada uno de ustedes, esperando que los resultados de esta memoria sean capaces de responder a su generosa entrega… a todos ustedes mi infinito cariño!!!
  • 4. iii RESUMEN La presente investigación se enmarca en el estudio de las impresiones foliares presentes en la alfarería Pitrén, manifestación ampliamente evidenciada en distintos contextos arqueológicos de la región Centro-Sur del país. Cabe destacar que hasta el momento, los acercamientos a la denominada “Técnica de improntas de hojas en negativo”, se han enfocado principalmente a su documentación y análisis de los procesos tecnológicos que derivan en la configuración de esta manifestación plástica. Sin embargo, aún no hay conocimientos respecto a los recursos vegetales que estarían siendo plasmados en las piezas, aspecto que se considera fundamental para la profundización en el conocimiento de los mecanismos de interacción que las poblaciones Pitrén, establecieron con la enorme diversidad florística configurada en la región del Bosque Templado. En virtud de lo anterior, en esta memoria, se pretende realizar un primer acercamiento dirigido a la evaluación de las potencialidades que otorgan las impresiones de hojas en la alfarería, como material de estudio arqueobotánico; para lo cual el desarrollo de esta investigación, requiere establecerse necesariamente desde una perspectiva de índole exploratoria, dada la clara inexistencia de acercamientos previos que hayan asumido este tipo de enfoque. Por lo tanto, esta línea de búsqueda es abordada por medio de un ensayo metodológico, dirigido a la caracterización y posterior sometimiento a prueba de los individuos foliares en torno a su determinación taxonómica. A partir de lo que se espera, obtener resultados que permitan profundizar en un primer plano interpretativo respecto del manejo de los recursos vegetales manifestados en la alfarería. Conforme a lo anterior, el presente estudio se organiza con la siguiente estructura: En el capítulo 1, se expone el planteamiento del problema, abordando tanto los aspectos que hacen necesario este tipo de acercamientos en el área y las perspectivas en las que este estudio pretende aportar, en cuanto a la construcción del conocimiento arqueológico. Para posteriormente presentar los objetivos que dirigieron la presente investigación.
  • 5. iv El capítulo 2, se inserta en una revisión de los antecedentes contingentes al problema de investigación abordado, profundizando en los aspectos geográficos y vegetacionales de la región en la cual se establecieron las poblaciones estudiadas, para luego ahondar en el conocimiento existente sobre los modos de adaptación establecidos por las poblaciones Pitrén en el entorno boscoso donde habitaron. Finalmente se da paso a la revisión de la situación actual de las investigaciones respecto a la manifestación de improntas de hojas en negativo, estableciéndose como la base de conocimiento desde la cual se establece el presente estudio. Posteriormente en el capítulo 3, se profundiza en los aspectos teóricos que sustentan la investigación, adentrándose en los fundamentos de las investigaciones arqueobotánicas y en las perspectivas interpretativas que se adoptan para la comprensión de los macrorrestos vegetales recuperados en contextos arqueológicos. Para luego insertarnos en el capítulo 4, donde se desarrollan las estrategias metodológicas empleadas en esta investigación. En el capítulo 5, se abordan las características fitogeográficas y contextuales de cada sitio estudiado, de modo de comprender las características del espacio específico en el que se enmarca el registro material investigado. En el capítulo 6, se entregan los resultados de las distintas etapas del estudio, considerando tanto la evaluación de las improntas de hojas como material de estudio arqueobotánico, y los resultados de la identificación taxonómica de los restos foliares identificados en las vasijas estudiadas. Posteriormente, en el capítulo 7, se discute la información obtenida por medio de los análisis, profundizando en la incidencia que el acercamiento, otorga al estado del conocimiento del manejo de los recursos del bosque por parte de las poblaciones Pitrén. Y en el capítulo 8 se abarcan los potenciales y limitaciones del desarrollo metodológico empleado, lo que permite sugerir perspectivas de investigaciones futuras que aporten a la construcción de un método riguroso dirigido al estudio de especímenes foliares impresos en las vasijas.
  • 6. v ÍNDICE DE CONTENIDOS AGRADECIMIENTOS...............................................................................................i RESUMEN................................................................................................................iii CAPITULO 1.................................................................................................................1 INTRODUCCIÓN......................................................................................................1 1.1. Planteamiento del Problema .............................................................................9 1.2. Objetivos de la investigación..........................................................................10 CAPÍTULO 2...............................................................................................................12 ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN ........................................................12 2.1. Composición Geomorfológica y Fitográfica del Bosque Templado ................12 2.2. El desarrollo de las poblaciones Pitrén en el Bosque Templado Chileno.........16 2.3. Improntas de Hojas en Negativo.....................................................................22 CAPITULO 3...............................................................................................................27 MARCO TEÓRICO Y REFERENCIAL...................................................................27 3.1. Antecedentes del arqueobotánico de restos foliares e impresiones vegetales. ..27 3.2. Arqueobotánica: Mecanismos de interacción y Gestión de recursos vegetales.30 CAPÍTULO 4...............................................................................................................34 MARCO METODOLÓGICO...................................................................................34 4.1. Definición de la muestra.................................................................................34 4.2. Método de investigación ................................................................................40 4.3. Procesamiento de datos e identificación taxonómica. .....................................49 CAPITULO 5...............................................................................................................57 DESCRIPCIÓN DE LOS SITIOS ESTUDIADOS ...................................................57 5.1. Sitio Tipo Pitrén (1.000± 100 d.C.) (Menghin 1962): .....................................57 5.2. Sitio Los Chilcos (350± 170 d.C.) (Adán y Reyes 2000): ...............................58 5.3. Sitio Licanco Chico, KM.20 (890±60 DC) (Ocampo et al., 2004; Ciprés Consultores, 2001):...............................................................................................59 5.4. Sitio Escuela de Collico 1 (960 d.C.) (Mera y Munita 2006):..........................61 CAPITULO 6...............................................................................................................63
  • 7. vi RESULTADOS........................................................................................................63 6.1. Caracterización general de la manifestación de improntas de hojas en las vasijas estudiadas. ............................................................................................................63 6.2. Evaluación del potencial de estudio de las improntas de hojas en la alfarería como material arqueobotánico. .............................................................................65 6.3. Identificación taxonómica de los especímenes foliares ...................................74 6.4. Región cultural - región forestal: la presencia de especies florísticas en los sitios estudiados.............................................................................................................82 6.5. Síntesis ..........................................................................................................97 CAPITULO 7.............................................................................................................100 DISCUSIONES......................................................................................................100 7.1. Improntas de hojas en negativo: Un aporte al conocimiento de modos de adaptación de las poblaciones Pitrén al bosque templado de la región Centro-Sur de Chile................................................................................................................... 101 CAPITULO 8.............................................................................................................118 CONCLUSIONES..................................................................................................118 8.1. Improntas de hojas en negativo como material de estudio arqueobotánico. ...118 BIBLIOGRAFÍA....................................................................................................124 ANEXO 1................................................................................................................... 140 MUESTRA CERÁMICA DE LOS SITIOS DE ESTUDIO.....................................140 ANEXO 2................................................................................................................... 141 ESPECIES QUE COMPONEN LA MUESTRA DE REFERENCIA BOTÁNICA .141 ANEXO 3................................................................................................................... 146 TAXAS BOTÁNICAS IDENTIFICADAS EN LA MUESTRA ARQUEOLÓGICA ............................................................................................................................... 146
  • 8. vii ÍNDICE DE TABLAS Tabla 1: *Universo de población de vasijas completas en el Sitio. ** Componente Muestral del estudio........................................................................................................................39 Tabla 2: Cantidad de improntas evidenciadas por sitio......................................................39 Tabla 3: Variables Cualitativas y categorías de clasificación, establecidos para el análisis de morfometría foliar. ...........................................................................................................42 Tabla 4: Variables Cuantitativas y criterios utilizados para el análisis de morfometría foliar .........................................................................................................................................43 Tabla 5: Codificación de morfotipos foliares. ...................................................................45 Tabla 6: Índices de relaciones morfométricas de morfología foliar construidos para la identificación taxonómica.................................................................................................49 Tabla 7: Ejemplo caracterización de categorías morfotípicas y distribución de aspectos generales de tamaño de las especies representadas en la muestra de referencia botánica. ..51 Tabla 8: Categorías morfofuncionales de las vasijas con improntas de hojas en negativo que componen la muestra estudiada. .......................................................................................64 Tabla 9: Técnicas decorativas asociadas a la manifestación de improntas de hojas en negativo en las vasijas estudiadas. ....................................................................................65 Tabla 10: frecuencias de los factores influyentes en la disminución nitidez de las improntas en las vasijas (superficie exterior).....................................................................................71 Tabla 11: Especies botánicas asociadas como posibilidades de atribución taxonómica de los especímenes foliares de origen arqueológico, de acuerdo a prueba de segregación de las muestras según criterios generales de forma y tamaño. .....................................................76 Tabla 12: Rangos de cercanía y valores de similitud, entre muestras asociadas taxonómicamente. ............................................................................................................78 Tabla 13: Otras asociaciones establecidas entre las muestra en segundo nivel de cercanía. 78
  • 9. viii Tabla 14: Frecuencias de especies asignadas a las improntas de hojas por sitio.................85 Tabla 15: Especies identificadas en cada una de las muestras cerámicas. ..........................86 Tabla 16: Frecuencia de manifestación de especies en el conjunto de piezas por sitio. ......86 Tabla 17: Potenciales de uso de las especies botánicas evidenciadas en la alfarería Pitrén. .......................................................................................................................................111 Tablas de Anexo Tabla Anexo 1: Detalle de componente muestral de los sitios de estudio. ....................... 140 Tabla Anexo 2: Composición de la muestra de referencia botánica. ................................ 145
  • 10. ix ÍNDICE DE FIGURAS Figura 1: Mapa de distribución de Regiones Vegetales en el Bosque Templado Chileno. (Stark, 2006-2007. Modificado)........................................................................................15 Figura 2: Proceso tecnológico asociado a la manifestación de improntas de hojas sobre la alfarería Pitrén. (Castro y Varela, 1990)............................................................................24 Figura 3: Vasija con impronta de hojas, colección Museo Mapuche de Cañete (Fotografías: Proyecto Fondecyt 1970105). Se observan impresiones foliares en la superficie exterior (a) e interior (b) de la pieza....................................................................................................26 Figura 4: Criterio de variabilidad morfométrica por especie en selección de especímenes la muestra de referencia botánica..........................................................................................35 Figura 5: Área de estudio, regiones forestales y distribución de los sitios arqueológicos estudiados. (Construcción propia).....................................................................................38 Figura 6: Variables Cualitativas y categorías de clasificación, establecidos para el análisis de morfometría foliar (construcción propia)......................................................................43 Figura 7: Variables Cuantitativas establecidas para el análisis de morfometría foliar (construcción propia)........................................................................................................44 Figura 8: Concatenación de códigos para la asociación de las variables ápice-base...........47 Figura 9: Jarro asimétrico procedente del sitio Licanco Chico, el cual presenta la expresión conjunta de impresiones foliares y decoración mediante técnica negativa con diseños geométricos. a) Vista lateral de la pieza, se observa sus características formales; b) sección trasera de la pieza, se distingue la presencia de negativos lineales convergentes; c) sección frontal de la pieza, se reconocen algunas de las impresiones foliares que presenta la vasija. .........................................................................................................................................64
  • 11. x Figura 10: Factores que afectan la nitidez de las improntas. (A) Se evidencia una superficie cubierta por impresiones foliares con distintos grados de nitidez, que presentan una clara superposición de los individuos y variaciones en la coloración pieza-hoja; (B) se evidencia una impronta de hoja con un nivel de nitidez muy bajo, afectada por factores de coloración y erosión de la superficie. .................................................................................................69 Figuras de Anexo Figura Anexo 3-1: Manifestación de Nothofagus spp. en la muestra arqueológica (cf. N. antartica, cf. N. pumilio, cf. N. dombeyi, cf. N. nítida, cf. N. oblicua, cf. N. glauca. .......146 Figura Anexo 3-2: Manifestación de aff. Crinodendron patagua. en la muestra arqueológica................................................................................................................... 147 Figura Anexo 3-3: Manifestación de Eucryphia cordifolia. en la muestra arqueológica ..148 Figura Anexo 3-4: Manifestación de Aextoxicon punctatum. en la muestra arqueológica 149 Figura Anexo 3-5: Manifestación de Sophora microphylla. en la muestra arqueológica..150 Figura Anexo 3-6: Manifestación de Laurelia philippiana en la muestra arqueológica....151 Figura Anexo 3-7: Manifestación de Luma apiculata. en la muestra arqueológica ..........152 Figura Anexo 3-8: Manifestación de Cryptocarya alba. en la muestra arqueológica. ......153 Figura Anexo 3-9: Manifestación de aff. Peumus boldus en la muestra arqueológica ......154
  • 12. xi ÍNDICE DE GRÁFICOS Gráfico 1: Dispersión de morfotipos presentes en la muestra arqueológica en relación a las variables LSM y AM; la sección demarcada en azul, corresponde a los rangos de tamaño establecidos para Nothofagus dombeyi, presentado en el ejemplo 1, considerando un margen de error del 10%...................................................................................................53 Gráfico 2: Dispersión de las muestras arqueológica y de referencia botánica en función de los valores resultantes de los índices de relación morfométrica “Relación alto-ancho” y “Corrección de ángulos”. La sección demarcada en azul, corresponde al rango de variación de los índices de la muestra arqueológica, corregida con un margen de error al 10%.........54 Gráfico 3: Niveles de nitidez de las improntas de la superficie exterior por sitio. ..............67 Gráfico 4: Niveles de nitidez de las improntas de la superficie interior por sitio................72 Gráfico 5: Frecuencias de representación de las taxas identificadas por sitio.....................99
  • 13. 1 CAPITULO 1 INTRODUCCIÓN Las poblaciones alfareras tempranas que habitaron la región centro-sur del país, se establecieron en un ambiente conformado por una amplia diversidad biótica, que define la composición misma del actual bosque templado Chileno, cuya estructuración se dispone de acuerdo a una serie de factores que configuran los distintos nichos ecológicos en los que se desarrollaron los primeros ceramistas del área. En estos espacios, las poblaciones Pitrén (375 d.C. a 1400 d.C.) desarrollaron modos de vida asociados fundamentalmente a las regiones vegetales de los bosques Caducifolio y Laurifolio, que representan el ambiente configurado entre la cuenca del Biobío por el norte, hasta Río Bueno por el sur -donde establecieron sus asentamientos en los distintos pisos ecológicos como el sector lacustre precordillerano, los valles interiores y sectores costeros e insulares-, desarrollando estrategias de adaptación y apropiación del espacio, que adquieren énfasis en modos de subsistencia dirigidos a los recursos que se configuran en los determinados nichos ecológicos (Adán y Mera, 1997; Sánchez et al., 2004; Navarro et al., 2010; Adán y Mera, 2011). En este marco, la investigación arqueológica en la región centro-sur del país, ha adoptado un especial énfasis en los modos de adaptación que establecieron las poblaciones prehispánicas con el medio boscoso en el que habitaron; dejando de manifiesto, tanto para los desarrollos culturales alfareros como sus precedentes arcaicos, la existencia de un complejo panorama de interacción del hombre con el medioambiente, asociado a intensos mecanismos de apropiación del espacio configurados en torno a los ecosistemas en los que se desenvolvieron. Tal como lo destaca el investigador Tom Dillehay (1990), quien plantea que “Las fases cerámicas poco definidas del extremo sur de Chile pueden considerarse como una expresión de la cultura formativa del extremo sur del continente, en la medida en que reflejan una serie de patrones de adaptación desarrollados en los bosques subárticos y septentrionales de Sudamérica” (Dillehay, 1990:26 ).
  • 14. 2 De esta manera, los acercamientos de las investigaciones en el área han evidenciado que en los distintos espacios de ocupación, que establecieron las poblaciones alfareras, existió un claro manejo y profundo conocimiento de los recursos vegetales disponibles en el área, que se complementó con las actividades de subsistencia cuyos énfasis varió de acuerdo al nicho ecológico en el que habitaron. Así, el desarrollo del período alfarero en la extensión del bosque templado chileno, se manifiesta en diferentes sustratos y con diferentes resultados (Adán et al., 2007). En el sector precordillerano, las poblaciones Pitrén priorizarían por la ocupación de ecosistemas asociados a ambientes lacustres, mediante el ejercicio de un modo de vida cazador recolector basado fundamentalmente en el consumo de mamíferos de pequeño y mediano tamaño, moluscos dulceacuícolas y productos vegetales, propios del medio en el que se desenvolvieron (Adán et al., 2004; García, 2005; Adán et al., 2006). Esta situación, ha llevado a los investigadores a proponer la existencia de una “Tradición Arqueológica de Bosques Templados” en la región lacustre precordillerana del Calafquén (Adán y Alvarado, 1999; Alvarado, 2000; Adán et al., 2001; Alvarado y Mera, 2004; Adán et al., 2006, Adán et al., 2010; Adán y Mera, 2010), que se caracterizaría por un modo de habitar el bosque que manifiesta una continuidad en el tiempo, abarcando desde el periodo arcaico hasta el alfarero, expresado en el desarrollo de estrategias conductuales específicas para estos ambientes (Adán et al., 2007). El panorama en el sector costero e insular se presenta de una manera distinta, el registro arqueológico en estas áreas devela que las poblaciones alfareras estarían priorizando por el establecimiento de prácticas de caza-recolección, asociadas a un modo de vida típicamente costero (Navarro, 2004), complementado con el acceso a recursos del ambiente boscoso circundante y el incipiente desarrollo de procesos de domesticación de vegetales (Quiroz, 1997; Becker, 1997; Rojas y Cardemil, 1997; Sánchez et al., 2004; Rojas y Cardemil, 2005). Estos elementos en su conjunto, otorgarían una dinámica clara de apropiación y modificación del espacio en torno a las actividades de subsistencia. Por su parte, la ocupación de poblaciones alfareras en el valle central se vincularía fundamentalmente a ambientes asociados a la sección media de cursos fluviales, priorizando por la selección de lomajes que facilitarían una importante visibilidad del
  • 15. 3 entorno (Sánchez et al., 1981-82; Inostroza y Sánchez, 1984; Gordon, 1984; Aldunate, 1989; Dillehay, 1990; Adán y Mera, 1997; Mera y Adán, 2000; Ocampo et al., 2004; Adán et al., 2007; Adán y Mera, 2011). En estos espacios, las poblaciones alfareras tempranas, habrían estado aprovechando los recursos del bosque, de vegas y cursos de agua, mediante un modo de vida cazador recolector, complementado con el desarrollo de una incipiente horticultura (Castro y Adán, 2001; Navarro, 2004; Mera y Munita, 2008; Adán y Mera, 2011). En este sentido, si bien es clara la variabilidad expresada en los modos de adaptación que establecieron las poblaciones alfareras tempranas en los distintos nichos ecológicos que ocuparon, el registro en su conjunto, manifiesta un profundo conocimiento del entorno y relación con el medio en el que se manejaron. Parece evidente que independientemente de estas diferencias, las poblaciones alfareras del área habrían desarrollado estrategias vinculantes al medio ambiente, que presentarían características comunes, en estrecha relación al entorno boscoso en el que habitaron. Las evidencias en concreto son amplias, comenzando por el simple hecho de considerar el paisaje en que se desenvolvieron estas poblaciones, constituido por una densa vegetación, donde las posibilidades de acceso a recursos alimenticios, medicinales, combustibles y materias primas para la manufacturación de herramientas, son variadas, pero que para su utilización se requiere necesariamente de un profundo conocimiento de las cualidades propias de la diversidad florística. Este manejo está intrínsecamente manifestado en el registro arqueológico, donde el abundante conjunto lítico recuperado en los distintos contextos, evidencia un énfasis claro en el trabajo en madera, mediante artefactos como azuelas, hachas y otros instrumentos que presentan huellas de desgaste que sugieren un uso dirigido fundamentalmente a actividades de corte y raspado sobre recursos leñosos (Jackson, 1997; Adán et al., 2001, Cordero, 2009; Adán y Mera, 2011). A esto se suma el hallazgo documentado en el sitio Licanco Chico, consistente en improntas de posibles recipientes de madera en avanzado proceso de descomposición que habrían sido dispuestos a modo de ofrenda, en al menos uno de los entierros fúnebres registrados en el sitio (Ocampo et al., 2004), y por otro lado, la evidencia de cordelería en
  • 16. 4 fibra vegetal similar al cáñamo, empleada en la unión de cuentas de collar, de origen conquiológico (Pecten sp.) recuperadas en el sitio Villa JMC-1 (Munita et al., 2011). Por otro lado es evidente el uso de embarcaciones por parte de estas poblaciones, dado que se constituye como el único modo que habría hecho factible la ocupación de sectores insulares como Isla Mocha, además tal como lo plantea José Bengoa (2003) y que es confirmado por el registro arqueológico, las poblaciones prehispánicas de la región establecieron sus asentamientos asociados a las orillas de ríos y lagos, los que habrían utilizado para su movilización, comunicación e intercambio por medio de canoas, constituyéndose como “Sociedades Rivereñas” (Bengoa, 2003). La amplia movilidad establecida por las poblaciones Pitrén, ha sido demostrada en diversos sitios, donde los hallazgos de materias primas y recursos de origen alóctono son recurrentes en los distintos pisos ecológicos, tales como ha sido el registro de valvas provenientes de la costa del Pacífico, en los sitios precordilleranos; artefactos de cobre, documentados en el sitio Villa JMC-1, en el valle del Cautín (Mera y Munita, 2008; Munita et al.,. 2011); y el recurrente registro de instrumentos manufacturados en obsidiana recuperados en los distintos contextos (Navarro et al., 2010). De lo anterior se derivan claros antecedentes de uso de recursos procedentes de otras áreas, implicando el ejercicio de una movilidad costa interior, asociada a una práctica del uso extensivo del territorio (Adán y Reyes, 2000) que refleja una compleja y dinámica interacción con los distintos espacios ecológicos (Adán et al., 2006). Finalmente, no es menor el conocimiento y manejo de los recursos vegetales, intrínsecamente asociado al desarrollo tecnológico que involucra la manufacturación cerámica, sobre todo durante el proceso de cocción de las piezas. Los estudios dirigidos a los procesos tecnológicos asociados a la alfarería Pitrén, han indicado que los ceramistas estarían privilegiando una buena cocción de las vasijas (Gallego, 2011), por lo tanto es bastante probable que el material leñoso empleado para el proceso pirotecnológico, haya respondido a criterios de selección en función del rendimiento calorífico y la inflamabilidad del mismo, lo que resultaría fundamental en el control de la intensidad térmica a la cual son expuestas las piezas y la consecuente expresión final de las mismas (García, 2008).
  • 17. 5 Otro elemento importante a destacar en cuanto a la expresión de la relación de las poblaciones Pitrén con el medio boscoso, lo constituye la manifestación de improntas de hojas en negativo en las superficies de las vasijas asignadas culturalmente a este complejo alfarero (Castro y Varela, 1990; Adán y Mera, 1996; Pérez y Reyes, 2009; Pérez et al., 2012). Esta expresión, si bien la mayoría de las veces se manifiesta como un rasgo discreto, su representación ha sido ampliamente evidenciada en la mayor parte de los contextos asociados culturalmente al complejo Pitrén y también en contextos más tardíos como el sitio Puraquina (1.480 d.C.) y Fuerte de Villarrica VR-7 (1.340 d.C.), en el sector del lago Villarrica (Reyes, 2010), correspondiendo por tanto, a una expresión bastante difundida temporal y espacialmente entre las poblaciones alfareras que habitaron los bosques templados. La manifestación de este rasgo en la alfarería, ha sido un aspecto ampliamente discutido en cuanto a la intencionalidad o resultado casual de su expresión, siendo aún un problema no resuelto. Sin embargo, es claro que la representación de especímenes foliares en la cerámica de las poblaciones del bosque templado, se constituye como un elemento evidente de determinados modos de hacer en la alfarería y en definitiva de las formas de relacionarse con el medio vegetal. De acuerdo a la suma de elementos anteriormente expresados, es factible desprender que las poblaciones alfareras tempranas establecidas en los bosques templados del sur de Chile, estuvieron estrechamente vinculadas a los recursos vegetales del bosque, desarrollando un amplio conocimiento y aprovechamiento de los recursos florísticos con los que convivieron y lo que probablemente se manifestaría en la selección cultural de aquellas especies con mayor rendimiento para las necesidades del hombre. Sin embargo, hasta el momento las profundizaciones al respecto son escasas y no han permitido indagar en detalle los modos de articulación con el medio, ejercidas por las poblaciones Pitrén, en cuanto el acceso, selección y utilización especifica de los recursos que el entorno les ofrecía. En el marco de los desarrollos culturales en el ambiente boscoso del sur de Chile, quizás uno de los estudios más ricos en este sentido y que mayor profundización ha permitido al
  • 18. 6 respecto de las interacciones que establecieron las poblaciones con el bosque templado, lo constituye el sitio Monte Verde (12.780 ± 240 AP), yacimiento paleoindio, ubicado en la terraza alta del Río Maullín, en la actual región de Los Lagos. En este sitio, se ha evidenciado un intenso manejo de los recursos vegetales por parte de sociedades cazadoras recolectoras desde tiempos tempranos, manifestado por un abundante registro botánico compuesto de alrededor de 73 taxones vegetales, correspondientes a maderas usadas para la construcción y leña, además de frutos, semillas y hojas con propiedades alimenticias y medicinales (Dillehay, 2004). Al parecer, estas poblaciones habrían priorizado por la selección cultural de aquellas especies de más alto rendimiento para las necesidades del hombre, tales como resistencia, flexibilidad y dureza para la confección de viviendas, armas y otros instrumentos, además de energía calórica para el fuego y otras cualidades físicas de éstas (Ocampo y Rivas, 2004: 319). Estos elementos han permitido a los autores, plantear la existencia de una “tecnología de la madera” (op. cit.), que estaría siendo manifestada en base al profundo conocimiento y estrecha relación con el medio ambiente, evidenciada por una especialización en el uso de los recursos madereros, por medio de la selección de especies con características particulares y que se manifestaría desde el paleoindio en el sitio Monte Verde, hasta momentos tardíos como ha sido demostrado a partir de los estudios efectuados por Lira (2007), por medio del análisis de las maderas empleadas para la facturación de canoas monóxilas de la región centro-sur del país. Por su parte, los estudios arqueobotánicos desarrollados en contextos asociados a la ocupación Pitrén, como serían las investigaciones realizadas en la región lacustre del Calafquén, en los sitios Loncoñanco 2 y Marifilo 1, han permitido reconocer a lo largo de sus ocupaciones, una variación entre las taxas identificadas a partir de macrorrestos de origen carpológico y antracológicos, lo que estaría indicando un uso diferencial de las especies vegetales que fueron empleadas en actividades disímiles. Los restos carpológicos, reflejan una recurrencia de determinadas frutas y frutos secos disponibles en estos bosques, que serían recolectados principalmente en las épocas de verano y otoño, lo que ha permitido plantear la existencia de un intensivo uso de los
  • 19. 7 recursos vegetales del medio boscoso, reafirmando la idea de la recolección como fuente fundamental para la subsistencia de estos grupos en el sector lacustre cordillerano (Lehnebach et al., 2007). Esta selección dirigida a determinadas especies con cualidades alimenticias, se vería contrastada por la evidencia antracológica, procedente de los recursos leñosos que habrían sido empleados como combustibles, evidenciándose una amplia variedad de especies arbóreas y arbustivas que habrían sido identificadas tanto en estructuras de combustión como de manera dispersa en los sitios. Entre los carbones recuperados, se reconoce una serie de recursos que no aparecen en el conjunto de semillas de los mismos contextos y donde la variedad de taxas identificadas presentan potenciales de uso bastante diversos, lo que ha llevado a sugerir la existencia de un modo de aprovisionamiento de carácter oportunista de los recursos vegetales (Lehnebach et al., 2007), es decir que estas poblaciones habrían hecho uso de los recursos disponibles en el entorno, sin un ejercicio de selección dirigida a aquellos que presentarían mejores cualidades físicas para una acción determinada. Las interpretaciones realizadas por Lehnebach y colaboradores, respecto al modo en que las poblaciones Pitrén están ejerciendo el acceso a los recursos, no son coincidentes con las extensas referencias del desarrollo de una especialización al ambiente boscoso por medio de mecanismos de acceso, selección y utilización específica de los recursos vegetales, y que además se ha visto ampliamente evidenciado en otros variados aspectos de la cultura material. A pesar de lo anterior, estos investigadores también observan que si bien estos planteamientos aportan a los primeros conocimientos sobre el uso y recolección de restos vegetales por las poblaciones que habitaron el área, sería necesaria la recuperación de un constructo mayor de evidencias arqueobotánicas para comprender con mayor profundidad las estrategias de subsistencia que se desarrollaron en estos ecosistemas (Lehnebach et al., 2007:411). La necesidad de profundizar en esta esfera del conocimiento, es clara y se agudiza aún más cuando se manifiesta una evidente disyuntiva en cuanto a los planteamientos que se han esbozado en torno a las estrategias de uso y gestión de los recursos vegetales que habrían
  • 20. 8 ejercido las poblaciones alfareras en su interacción con los bosques templados. A esto se suman, las extensas referencias respecto a las dificultades que presenta el muestreo y análisis de macrorrestos vegetales en la región centro-sur del país, lo que resulta en concreto, en un importante déficit en el conocimiento de los modos en que estas poblaciones, se relacionaron con el medio boscoso en el que habitaron. Es importante recordar que la preservación de los restos vegetales en contextos arqueológicos, está asociada a una serie de factores tanto de carácter inherente a la propia planta como factores externos, ya sean de tipo natural o antrópico. En este sentido, siempre existen posibilidades que ciertas taxas se encuentren mayor o menormente representadas (Wilson, 1984), siendo bastante común que especies que se esperaría que apareciesen en el contexto arqueológico, no se evidencien debido a determinadas condicionantes que posiblemente habrían impedido su conservación y su consecuente registro. Por lo tanto, los resultados del registro arqueobotánico recuperados en contextos arqueológicos siempre son parciales, ya que representan una parte de lo que se ha utilizado y depositado en origen (Arnanz, 1993; Badal et al., 2000), en consecuencia es fundamental tomar en cuenta estos factores a la hora de identificar e interpretar los restos botánicos recuperados de contextos arqueológicos. Esta problemática ha sido recurrentemente planteada por los investigadores del área (cfr. Quiroz y Belmar, 2000; Ekblaw et al., s/f; Báez y Solari, s/f; Solari y Lehnebach, 2004; Lehnebach et al., 2007), constituyéndose como uno de los principales factores que han incidido en las dificultades que presenta la recuperación de muestras en los contextos arqueológicos sureños, limitando finalmente las posibilidades de insertarse en un nivel más profundo de comprensión del modo en que estas poblaciones interactuaron con sus ambientes biofísicos, lo que ha llevado a los investigadores a plantear la necesidad de configurar un nuevo enfoque metodológico para detectar un mayor rango de evidencia botánica (Lehnebach et al., 2007). Al respecto, si se consideran los antecedentes de estudios que permitan complementar el constructo de evidencias arqueobotánicas para el área, parece importante hacer referencia al trabajo documentado en otras regiones sobre restos de hojas, semillas y fibras conservadas en forma de impresiones en cerámicas y adobes, que otorgarían un importante potencial
  • 21. 9 informativo. Este tipo de acercamiento, si bien ha sido un campo escasamente investigado, ha sido valorado por distintos investigadores como una fuente de información que aportaría interesantes líneas de conocimiento arqueobotánico (Ayala et al., 1987; Rivera et al., 1988; Renfrew, 2007; Peña-Chocarro, 2008). Profundizar en esta búsqueda, claramente no es algo menor en los estudios de las poblaciones alfareras de la región centro-sur del país, dado que el registro arqueológico ha puesto en evidencia la recurrente manifestación de improntas foliares, impresas en las superficies de piezas asignadas culturalmente tanto al complejo Pitrén como a expresiones alfareras más tardías, y que hasta el momento no han sido abordadas desde una perspectiva de investigación arqueobotánica. 1.1. Planteamiento del Problema La arqueología de la región centro-sur del país, manifiesta la evidente necesidad de avanzar en el desarrollo de acercamientos que permitan profundizar en el conocimiento de los mecanismos de interacción que ejercieron las poblaciones Pitrén con la diversidad que constituye el medio boscoso con el que convivieron. En este sentido, la recurrente manifestación de impresiones foliares configuradas en las superficies de la alfarería desarrollada por este complejo cultural, si bien hasta el momento se establece como una arista de investigación aún no explorada en estos términos, se abre como una línea de búsqueda que potencialmente otorgaría elementos para la comprensión de los modos de gestión de los recursos vegetales desarrollados por los alfareros Pitrén. Entendiendo que la expresión de hojas en las vasijas, se constituye como el resultado de una acción cultural, donde necesariamente estuvieron involucrados determinados procesos de selección de las especies botánicas empleadas, y a su vez como la consecuencia material de determinadas expresiones concretas de las relaciones que establecieron estas poblaciones con el mundo vegetal. De esta manera, el reconocimiento de las especies manifestadas en la alfarería, resulta fundamental para comprender los mecanismos de interacción hombre-mundo vegetal y en concreto aportar al conocimiento del desarrollo cultural Pitrén.
  • 22. 10 Por consiguiente, en la presente investigación se pretende realizar un primer acercamiento al estudio de las impresiones foliares presentes en la alfarería Pitrén desde una perspectiva arqueobotánica, a modo de profundizar en el conocimiento de los mecanismos de interacción que las poblaciones alfareras que habitaron la región del Bosque Templado, establecieron con la enorme diversidad florística característica de esta zona. Para este efecto, y en consecuencia de la inexistencia de investigaciones previas en esta línea de estudio, este acercamiento se presenta necesariamente como una aproximación metodológica de índole exploratoria, enfocada en el reconocimiento de las potencialidades de la determinación taxonómica que presentan los especímenes foliares impresos en la alfarería Pitrén. Así mismo, a partir de esta investigación, se desea evaluar la factibilidad del empleo de estas evidencias como material de estudio arqueobotánico que permita aportar a la construcción de un modelo metodológico enmarcado en un primer plano investigativo de la arqueobotánica1 , que otorgue herramientas para insertarse en la determinación de los restos vegetales presentes en la alfarería como proceso necesario y fundamental para el conocimiento de la relación que establecieron las poblaciones que habitaron la región Centro-Sur del país con su entorno vegetal. 1.2. Objetivos de la investigación Objetivo General Identificar las potencialidades de determinación taxonómica que presentan los especímenes foliares impresos mediante su negativo en la alfarería Pitrén, a modo de reconocer la factibilidad del empleo de estas evidencias como material de estudio arqueobotánico, que permita aportar al conocimiento de los mecanismos de interacción que establecieron las poblaciones alfareras tempranas con la enorme diversidad florística característica de la región del Bosque Templado Chileno. 1 Siguiendo a Bertone et al., 2008 el plano de la identificación de los restos vegetales en los estudios arqueobotánico, se establece sólo como un primer peldaño para poder subir hacia otro nivel de análisis, mediante la utilización de la información taxonómica en un constructo interpretativo que nos aporte conocimientos sobre el uso de los recursos vegetales que establecieron las poblaciones en tiempos prehispánicos.
  • 23. 11 Objetivos Específicos 1. Caracterizar las improntas de hojas presentes en la alfarería proveniente de distintos sitios del complejo cultural Pitrén, en cuanto a su visibilidad, atributos formales y métricos. 2. Analizar las características de las improntas de hojas presentes en las vasijas estudiadas para evaluar su potencial de identificación taxonómica. 3. Desarrollar una propuesta metodológica dirigida a la determinación taxonómica de las especies vegetales que se estarían manifestando en las vasijas. 4. Reconocer las especies botánicas impresas en las piezas estudiadas a través del análisis comparativo de sus atributos morfométricos con una muestra de referencia botánica. 5. Caracterizar los grupos botánicos identificados en la muestra arqueológica de acuerdo a su dispersión fitogeográfica original y establecer si corresponden o no a la vegetación del entorno de los sitios estudiados. 6. Describir las cualidades conocidas que tienen para el uso humano los grupos botánicos identificados en las muestras. 7. Profundizar en los modos de adaptación que establecieron las poblaciones Pitrén en el bosque templado, considerando la información inferida a partir de los tipos de recursos vegetales reconocidos en la alfarería desde una perspectiva relacional. 8. Discutir los alcances del procedimiento metodológico desarrollado para la identificación de las especies impresas en la alfarería y su potencial como herramienta de estudio arqueobotánico.
  • 24. 12 CAPÍTULO 2 ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN 2.1. Composición Geomorfológica y Fitográfica del Bosque Templado Las investigaciones arqueológicas en la región Centro-Sur del país, han permitido identificar una serie de desarrollos culturales que habrían ocupado desde hace más de 10 mil años en el área donde se ubica el denominado Bosque Templado Chileno, espacio caracterizado por la recurrencia de una serie de factores geomorfológicos que confluyen en la determinación de una amplia diversidad biótica, que se extiende actualmente entre el río Maule y Magallanes, aproximadamente entre los 35° y 55° de latitud Sur (Armesto et al., 1994). Los estudios en torno a la configuración del actual Bosque Templado, evidencian un largo proceso de transformaciones que habría experimentado el territorio desde el pleistoceno y durante el holoceno, períodos caracterizados por la recurrencia de constantes oscilaciones climáticas, asociados al derretimiento de hielos y una serie de erupciones volcánicas, que habrían ido transformando el paisaje, resultando hace alrededor de 3.000 años AP. en su configuración actual, asociado a un paulatino proceso de aumento de las lluvias hasta sus niveles modernos, el establecimiento de las condiciones climáticas actuales y el consecuente desarrollo de la vegetación característica del área (Villagrán, 1991; Solari y Lehnebach, 2004). En definitiva el paisaje del bosque Templado chileno, se encuentra determinado por una serie de factores que inciden en su estructuración, entre las que destacan condiciones climáticas que le otorgan una humedad relativa cercana al 90% y temperaturas medias anuales entre los 11° a 12° C (Hoffman, 2005), sumado a diversas y complejas formaciones geomorfológicas, delimitadas en franjas longitudinales que otorgan al espacio un relieve de carácter dinámico que determinan y configuran los distintos paisajes del área de acuerdo a los factores de temperatura y humedad, la latitud y altitud manifestada en los distintos pisos geográficos de la región, habrían posibilitado la extensión de una serie de regiones vegetales (Quintanilla, 1974; Adán y Mera, 1996).
  • 25. 13 Estos factores se establecen como determinantes claras en la configuración de la diversidad vegetacional del área, caracterizada por abundantes y densas formaciones boscosas, que representan alrededor del 80% de la biomasa vegetal del país (Quintanilla, 1974; Otero, 2008). Esta configuración fitogeográfica que caracteriza el área (Figura 1), se establece en distintas regiones vegetales compuestas de manera diferencial, de acuerdo a las condiciones que otorga el medio y que favorece el desarrollo de determinadas formaciones forestales en los distintos espacios ecológicos. Las que siguiendo a Gajardo (1994), se distribuyen del siguiente modo: a. Bosque Andino Patagónico: se extiende por las partes altas de la cordillera andina, desde la región del Bio-Bio en los 36° 20’ Latitud sur, hasta el extremo sur del país en los 54° 50’, representándose también en la cordillera de Nahuelbuta. Estaría definida por características climáticas determinadas por una mayor parte de las precipitaciones en forma nieve. En esta región se distinguen las dos subregiones “De las Cordilleras de La Araucanía” y “De las Cordilleras Patagónicas”, en ambas se evidencia una presencia continua de Lenga (Nothofagus pumilio) y el Coihue (Nothofagus dombeyi). Sin embargo, en la región de la Araucanía dominarían en abundancia los especímenes de Araucaria (Araucaria araucana), donde se presentarían condiciones estivales más favorables que la sub-región de las cordilleras patagónicas, lo que conlleva al desarrollo de estrato arbóreo, generalmente monoespecífico, con un sotobosque ralo y pocos elementos herbáceos. b-. Bosque Caducifolio: Región vegetal, extendida entre los 33° hasta los 41º de latitud sur, área en la que domina un régimen de clima templado con sequía estival, la que disminuye de norte a sur. En esta región, destaca la predominancia de especies caducifolias2 del género Nothofagus, de hoja caduca grande, entre estas se destaca el Roble (Nothofagus obliqua) y especies de árboles y arbustos que producen frutos o bayas comestibles entre los 2 Proviene del latín caducus y folius, que significa caído y hoja respectivamente. El termino es referido para aquellas especies que pierden todas sus hojas en la época de otoño o invierno (Díaz et al., 2010). Las especies de estas características, presentarían un ciclo anual con seis meses de desarrollo y seis meses de latencia, siendo este último período en el cual los árboles pierden las hojas, a modo de conservar el agua (Achá et al., 1999).
  • 26. 14 que se pueden mencionar el Avellano (Gevuina avellana), la Pitra (Myrceugenia planipes) y el Maqui (Aristotelia chilenensis), entre otros (Aldunate, 1989). c-. Bosque Laurifolio: Región extendida entre los 39º10’ hasta los 43° 10’ aproximadamente, ocupando los faldeos de ambas cordilleras, en áreas que habrían sufrido menos influencia de las glaciaciones del Cuaternario y una menor acción de fenómenos volcánicos (Gajardo, 1994), dado que se habrían establecido como “refugios del bosque templado”, donde la vegetación habría estado mayormente protegida de los efectos periglaciales (Villagrán, 1991). Esta región se caracteriza por un clima de abundante lluvia durante todo el año, con altos índices de humedad y con temperaturas sin grandes oscilaciones, que permiten la configuración de un bosque denso e impenetrable. En esta región vegetal destaca la presencia de bosques densos de árboles siempreverdes o perenne3 , de hojas generalmente anchas, brillantes y de color verde oscuro. Entre las especies más representativas destacan el Laurel (Laurelia sempevirens), el Olivillo, (Aextoxicon punctatum), el Ulmo (Eucryphia cordifolia) entre otros. d-. Bosque Siempreverde y Turberas: se extiende desde los 39° 50’ y 46° 45’ latitud sur, en zonas dominadas por altas precipitaciones y bajas temperaturas constantes, lo que se manifiesta como limitante para el desarrollo de la vegetación. En el área Valdiviana, se manifiesta la dominancia de especies coníferas como el Alerce (Fitzroya cupressoides) o Ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum), acompañadas por especies de Nothofagus de hoja perenne, y con elementos laurifolios, especialmente en la parte norte, mientras que en los sectores montañosos, se representaría la presencia principalmente de Coihue de Magallanes (Nothofagus betuloides). En este sentido y más allá de los recursos meramente forestales, los bosques se conforman como ecosistemas en los que se integra una importante variedad de componentes biológicos, que constituyen la biodiversidad de la región y que se establecen en asociación directa a una serie de procesos biofísicos, que permiten que estos espacios se constituyan 3 En oposición a los árboles caducos, aquellos de tipo siempreverdes o Perenne, corresponden a especies que son capaces de mantener su follaje durante varias temporadas, no perdiendo sus hojas en la estación desfavorable (Hoffman, 2005).
  • 27. 15 como el hábitat de formas de vida que conviven e interactúan entre sí. Así, en el marco de los bosques templados, se desarrollan permanentes flujos de nutrientes producto de las interacciones efectuadas entre las distintas comunidades bióticas terrestres que habitan el área, y de la misma forma los aspectos sociales y económicos relevantes del medio en que se desarrollan (García y Ormazabal, 2008). De acuerdo a esto las poblaciones humanas que habitaron la región desde tiempos tempranos, habrían interactuado con una importante biodiversidad, haciéndose parte necesariamente del ecosistema boscoso, y estableciendo una dinámica de interacción ligada a la construcción de una serie de conocimientos manifestados en distintos aspectos de la cultura. Figura 1: Mapa de distribución de Regiones Vegetales en el Bosque Templado Chileno. (Stark, 2006-2007. Modificado).
  • 28. 16 2.2. El desarrollo de las poblaciones Pitrén en el Bosque Templado Chileno. El Complejo Pitrén hasta el momento, ha sido definido como la primera ocupación alfarera de la Araucanía o región centro sur de Chile. Las primeras referencias al respecto fueron otorgadas por O. Menghin (1962), quien denomina “Pitrense” a los hallazgos que asigna al período Paleoaraucano ubicado tentativamente entre el 1.000 y 1400 d.C., evidenciado en el sitio Pitrén, en sector del Calafquén, los cuales compartirían características estilísticas con algunas evidencias provenientes del sector de lago Rupanco, lago Riñihue y Temuco. Años más tarde, con el surgimiento de nuevos hallazgos en la región (cfr. Berdichewsky y Calvo, 1972-1973; Hajduk, 1978; Gordon, 1984), las evidencias atribuibles al Pitrense fueron ampliando en su distribución espacial y temporal, abarcando toda la región de la Araucanía –desde la cuenca del Biobío por el norte, hasta Río Bueno, por el sur- y la provincia de Neuquén, por el sector oriental de los Andes (Adán y Mera, 1996; Adán et al.,1997; Adán y Reyes, 2000; Mera, 2000), con fechas que datan entre los años 375 y 1.000 D.C. mientras que, en sectores insulares y lacustres cordilleranos, han sido evidenciados contextos de este complejo con fechas más tardías, cercanas a los años 1.200 – 1.400 d.C. (Pérez y Reyes, 2009). Las evidencias arqueológicas señalan que los grupos Pitrén, corresponderían a bandas que se desenvolvían en este ambiente con un sistema de subsistencia de tipo cazador-recolector y movilidad estacional (Aldunate 1989), ocupando los distintos pisos ecológicos del área y desarrollando mecanismos de apropiación del espacio y la configuración de un modo de vida marcadamente especializado a los ecosistemas que habitaron. Esta distribución, ha sido reconocida a partir del hallazgo de una serie de sitios tanto de carácter habitacional como fúnebre, destacando en estos últimos una clara preferencia en la utilización de espacios en áreas de lomajes suaves y laderas en pequeñas colinas asociadas a cursos de aguas (Ocampo et al., 2004). Lo anterior, ilustra la idea de que estas poblaciones estarían priorizando la ocupación de micro-regiones con características comunes para la apropiación de ciertos recursos claves; configurando de esta forma, determinadas prácticas apropiativas del espacio (Navarro et al., 2010), y haciendo uso de una amplia movilidad estacional ligada al aprovechamiento de una serie de recursos que los distintos pisos ecológicos ofrecían.
  • 29. 17 El registro arqueológico asociado culturalmente al complejo Pitrén, en el sector precordillerano, evidencia el establecimiento de ocupaciones asociadas a ambientes lacustres, que en el caso de los asentamientos de tipo habitacional han sido reconocidos fundamentalmente en espacios abiertos y aleros que atestiguan sobre un uso continuo del espacio, desde el periodo arcaico entre el 10.000 y 2.000 años A.P. (Adán et al., 2001), manteniéndose hasta el período alfarero por una secuencia de ocupaciones temporales breves pero persistentes en el tiempo, sin mayores alteraciones en las pautas culturales ejercidas. (Navarro et al., 2010). Esta continuidad en las ocupaciones del área, han llevado a plantear que los grupos Pitrén habrían aprovechado las experiencias de poblaciones previas, en torno a su relación con el medioambiente (Adán et al., 2004; 2006), mediante el empleo de un modo de vida altamente tradicional ligado a la permanencia de prácticas económicas apropiativas, reproduciendo mecanismos de movilidad estacional para el acceso a ciertos recursos, el manejo de un sistema de subsistencia de tipo cazador-recolector y el uso de una tecnología, que si bien se presenta como poco formatizada, habría resultado bastante eficiente en la adaptación al medio en el que habitan (Adán et al., 2001; Adán, et al., 2004; García, 2005; Adán et al., 2006) Estos elementos, han otorgado el soporte de los fundamentos que afirman la existencia de una “Tradición Arqueológica de Bosques Templados” para la región lacustre precordillerana del Calafquén, (Adán y Alvarado, 1999; Alvarado, 2000; Adán et al., 2001; Alvarado y Mera, 2004; Adán et al., 2006; Adán et al., 2010; Adán y Mera, 2011), caracterizada por una continuidad en el tiempo de un modo de habitar el bosque, abarcando desde el periodo arcaico hasta el periodo alfarero, expresado en la manifestación de estrategias conductuales específicas para estos ambientes (Adán et al., 2007). Por su parte, el desarrollo de las poblaciones Pitrén en la región costera e insular ha se había establecido fundamentalmente en torno a prácticas de caza, pesca y recolección de recursos del ambiente marino, manifestando un manejo altamente especializado a este ecosistema (Navarro, 2004), evidenciado a partir de la importante variedad de moluscos, peces, aves de ambientes costeros y abundantes restos de lobo marino que habrían sido explotados por estas poblaciones (Quiroz et al., 2004).
  • 30. 18 En términos tecnológicos, se ha evidenciado una notable presencia de artefactos dirigidos a la explotación de recursos marinos tales como anzuelos de hueso y pequeñas pesas de piedra (Quiroz, 1997), como un abundante registro de artefactos utilitarios como raspadores y cuchillos manufacturados en Choromytilus chorus y ornamentales tales como cuentas y pendientes de concha (Vásquez 1997; Lucero 2002; 2003). Sin embargo, estas prácticas que evidencian una clara adaptación al ambiente costero, estarían siendo profundamente complementadas con el acceso a otros recursos, por un lado se manifiesta un amplio aprovechamiento del medio boscoso circundante, lo que ha sido reflejado a partir de las evidencias de consumo de mamíferos del bosque y los recursos madereros disponibles en el área, además de un abundante conjunto lítico asociado al trabajo en madera, mediante artefactos como azuelas, hachas y otros instrumentos que presentan huellas de desgaste sugieren un uso dirigido fundamentalmente sobre recursos leñosos (Jackson, 1997). Así también, esta complementariedad estaría siendo reflejada en la incorporación de innovaciones tecnológicas asociadas a una clara dinámica de apropiación y modificación del espacio en torno a las actividades de subsistencia, mediante la práctica de la horticultura que involucra la domesticación incipiente de recursos vegetales, tal como ha sido evidenciado en los sitios P31-1, P25-1 y P5-1, en Isla Mocha, donde fue documentado un abundante registro de semillas de Quinua (Chenopodium quinoa) y Maíz (Zea mays) (Rojas y Cardemil, 1997; 2005), que estarían sugiriendo el desarrollo del cultivo temprano de recursos vegetales en el área (Quiroz, 1997; Sánchez et al., 2004). Por su parte, la ocupación Pitrén en el valle central, ha sido evidenciada fundamentalmente a partir de sitios de cementerio (Aldunate 1989; Dillehay 1990; Adán y Mera 1997; Mera y Adán 2000) vinculados a ambientes asociados a la sección media de cursos fluviales, priorizando por la selección de lomajes que facilitarían una importante visibilidad del entorno (Sánchez et al., 1981-82; Inostroza y Sánchez, 1984; Gordon, 1984; Aldunate, 1989; Dillehay, 1990; Adán y Mera, 1997; Mera y Adán, 2000; Ocampo et al., 2004; Adán et al., 2007; Adán y Mera, 2011). En general estos sitios presentan extensiones bastantes más amplias que los identificados en otras áreas, configurando grandes complejos fúnebres que han llevado a los autores a
  • 31. 19 proponer la existencia de formas sociales asociadas a prácticas de congregación que superarían la unidad familiar (Adán y Mera, 2011), tal como ha sido identificado en los sitios Licanco Chico, Lof Mahuida, Huimpil y Villa JMC-1, en la cuenca del Cautín. Respecto a las prácticas de subsistencia de las poblaciones Pitrén que se asentaron en la depresión intermedia, se ha planteado que habían desarrollado un énfasis dirigido fundamentalmente a la caza y recolección, aprovechando los recursos del bosque, de vegas y cursos de agua. Sin embargo han sido abundantes los planteamientos que sugieren el posible desarrollo de prácticas hortícolas complementarias al manejo de los recursos silvestres (cfr. Aldunate, 1989; Adán y Reyes, 2000; Castro y Adán, 2001; Navarro, 2004; Ocampo et al., 2004; Mera y Munita, 2008; Adán y Mera, 2011). Hasta el momento, no existen evidencias concretas que permitan sostener esta hipótesis al menos en el sector continental, donde los estudios bioantropológicos realizados en los sitios Los Chilcos (Adán y Reyes, 2000) y Licanco Chico (Ocampo et al., 2004), han evidenciado a partir de análisis de piezas dentales el manejo de una dieta abrasiva y con un alta ingesta de hidratos de carbono (Adán y Reyes, 2000; Mera y Munita, 2006). Si bien este último elemento, podría estar indicando el consumo de cultígenos, es reconocido que también puede responder a la incorporación de nutrientes altamente representados en frutos de recolección como el piñón, avellana, papas o quinua silvestre (Adán y Reyes, 2000; Ocampo et al., 2004). Por su parte los análisis arqueobotánicos realizados en el sitio Los Chilcos, evidenciaron el consumo de restos de gramíneas, leguminosas y restos de frutos, propios de los paisajes del bosque templado, destacando la presencia de Quenopodiáceas, cuyos carporestos no poseerían los rasgos característicos de aquellas de carácter cultivables (quínoa), tratándose posiblemente a algunas de las especies del género Chenopodium propias del sur de Chile como Ch. ambrosioides (paico), Ch. pinnatisectum, Ch. andicola, Ch. chilensis, Ch. album (quinguilla), indicando por ende que las especies que se lograron identificar indicarían el uso de recursos vegetales silvestres característicos de su entorno (Quiroz y Belmar, 2000; Adán y Reyes, 2000). De acuerdo a lo expresado en los párrafos anteriores, el desarrollo de las poblaciones Pitrén en los distintos pisos ecológicos fue bastante diverso, sin embargo acusa un profundo
  • 32. 20 conocimiento del entorno y relación con el medio en el que se manejaron, respecto a esto se ha planteado que estas poblaciones habrían priorizando por la ocupación de micro regiones con características comunes para la apropiación de ciertos recursos; configurando de esta forma, determinadas prácticas apropiativas del espacio (Navarro et al., 2010). El registro arqueológico ha develado el establecimiento de estrategias de aprovisionamiento de determinados recursos mediante prácticas de amplia movilidad entre los distintos pisos ecológicos del área, las que han sido evidenciadas en el registro arqueológico de la mayor parte de los sitios, a partir de la presencia de materias primas de origen alóctono, empleadas en la manufacturación de algunos de los instrumentos líticos provenientes de sitios como Flor del Lago-1, Playa Negra-1, Alero Nilfe- 1, Laguna Musma 1, Collico-1, Pucón 6, Villa JMC-1, By Pass Temuco, P31-1, además de algunas valvas de moluscos provenientes de la costa del Pacífico, recuperadas en el registro arqueológico de sitios de la depresión intermedia y precordilleranos, tales como Alero Quino-1, Colico-1, Alero Los Cipreses y Pucón 6 (Navarro et al., 2010). En este sentido, las manifestaciones de este tipo han sido registradas en los distintos espacios de ocupación Pitrén, derivando antecedentes sobre el ejercicio de una movilidad costa interior, asociada a una práctica del uso extensivo del territorio (Adán y Reyes, 2000) que refleja una compleja y dinámica interacción de estas poblaciones con los distintos pisos ecológicos (Adán et al., 2006). Esta práctica de amplia movilidad desarrollada por las poblaciones Pitrén, no estaría siendo claramente reflejada en la expresión de la tecnología cerámica, por lo menos en el sentido estricto a como lo proponen las definiciones tradicionales otorgadas para sociedades cazadoras-recolectoras con alfarería, en la que se esperaría el empleo de vasijas con características formales que facilitaran su trasportabilidad. Según Gallego (2010), la mayor parte de las vasijas procedentes de sitios habitacionales de la región lacustre cordillerana, salvo algunas piezas que presentarían atribuciones para el transporte de líquidos, poseen diámetros de medianos a grandes, paredes de medianas a gruesas, y escasas asas; lo que llevaría a pensar en que serían muy pesadas para su transporte.
  • 33. 21 Sin embargo, de acuerdo a lo planteado por Gallego, las características morfológicas de la alfarería Pitrén, permiten sugerir el desarrollo de la práctica de “dejar en caché”, es decir que aquellas piezas menos transportables, serían guardadas en escondites con la finalidad de no transportarlas constantemente y volver a ser utilizadas en la próxima temporada que pasen por el lugar, ahorrándose el transporte y minimizando el riesgo de quiebre de las piezas. O bien, algunos cantaros habían sido transportados, mediante el ejercicio de cargar grandes vasijas en la espalda, por medio de amarras con fibra vegetal; tal como se ha referenciado etnográficamente para las poblaciones Mapuches (op. cit.). Estos argumentos, integran interesantes antecedentes al conocimiento del manejo que ejercieron las poblaciones Pitrén sobre la tecnología cerámica, que en definitiva se constituye como la materialidad que permite definir a estos grupos como un complejo alfarero. Dado que hasta el momento, si bien ha sido uno de los elementos del registro arqueológico más abordados en el estudio, la perspectiva del desarrollo de la alfarería dentro de un contexto social cazador recolector, no había sido explorada. Cabe recordar que las primeras referencias al respecto son las desarrolladas por Osvaldo O. Menghin (1962:28) quien plantea que “se trata de un estilo cerámico bastante evolucionado, aunque con ciertos rasgos arcaicos”, destacando la homogeneidad de la pasta, su buena cocción manifestada en su dureza y una amplia variedad de formas que en definitiva entregaron elementos fundamentales para la definición de este complejo, las cuales permitieron que otros autores posteriormente fuesen aportando evidencias fundamentales para el conocimiento existente hoy en día. Así fue como Américo Gordon (1984), a partir de los trabajos en el sitio Huimpil, describe los conjuntos cerámicos evidenciados en el contexto, identificando 8 tipos alfareros, los que presentarían importantes similitudes morfológicas con la alfarería Pitrense, atribuyendo así el conjunto alfarero Huimpil a la tradición alfarera Pitrén. Posteriormente Aldunate, define este complejo alfarero cerámico a partir de la presencia de categorías morfológicas tales como jarros asimétricos con decoraciones modeladas fitomorfas, zoomorfas o antropomorfas; jarros simétricos esféricos principalmente de cuello cilíndrico y recto y jarros con asa mango. Señalando además, el detalle de las incisiones en el punto de inflexión o ángulo cuello-cuerpo, el asa diagnóstica bajo el labio y
  • 34. 22 la decoración en negro con motivos de puntos y líneas en sentido vertical sobre pintura roja (Aldunate, 1989). Los estudios de mayor sistematicidad, comenzaron a desarrollarse a mediados de la década del 90, en el marco del Proyecto FONDECYT 19950823. A partir del cual se profundizó en el desarrollo de una tipología de la alfarería Pitrén, ordenando espacial y cronológicamente la distribución de este complejo (Adán y Mera, 1996; Adán y Mera, 1997). Producto de estos trabajos, los investigadores identificaron 25 tipos cerámicos de acuerdo a las categorías morfológicas formales, distinguiendo entre éstos además una amplia variedad de decorados, destacando la decoración negativa negro sobre rojo y una serie de modelados figurativos. Estudios posteriores, realizados en el marco de los rescates de los sitios Lof Mahuida y Licanco Chico, han identificado nuevas variedades tipológicas a las expuestas por Adán y Mera (1996; 1997), agregándose los tipos: Pichimetawe, botellas con asa de suspensión y decoración modelada en el cuerpo y jarros simétricos con modificaciones anatómicas (Mera y Munita, 2006). En síntesis, la alfarería Pitrén ha sido caracterizada tanto por sus características formales y decorativas, las que se presentan en sus variedades monócromas, decoración negativa y su amplia variedad de decorados por modelado, aspectos fundamentales que han permitido definirlo como un complejo cultural y más aún reconocer en estos grupos, una estrecha vinculación con el medio boscoso en el que se desenvuelven. Este aspecto estaría claramente reflejado en las recurrentes representaciones figurativas zoomorfas en su alfarería (Adán y Mera, 1996; Sánchez y Quiroz, 1997; Mera, 2000) entre las que se observan motivos ornitomorfos, batracios (Sánchez y Quiroz, 1997; Mera, 2000), mamíferos marinos y grillos (Aldunate, 1985:29) y que probablemente esté vinculado a la manifestación altamente evidenciada en la alfarería Pitrén de improntas de hojas obtenida por técnica negativa (Castro y Varela 1990; Adán y Mera, 1996; Pérez y Reyes, 2009). 2.3. Improntas de Hojas en Negativo Más allá de los rasgos distintivos en cuanto a forma y decoración evidentes en la alfarería Pitrén, a partir de las que han sido definidas las variaciones estilísticas de esta manifestación cerámica; existen elementos discretos de gran representatividad en los
  • 35. 23 ceramios que han sido escasamente estudiados. Estas representaciones corresponden a la manifestación de especímenes foliares de origen vegetal, que se presentan impresos mediante su negativo en las superficies de las piezas, cuyas características de nitidez son tan variables, que en muchos casos han pasado desapercibidas y por ende su registro en la alfarería aún no se encuentra debidamente documentado y en sólo los últimos años, se han efectuado esfuerzos por parte de los investigadores del área para su registro y descripción. Estos acercamientos, han permitido reconocer las improntas de hojas en negativo, como un rasgo ampliamente manifiesto en diversos contextos asociados culturalmente al complejo Pitrén, siendo documentados en yacimientos emplazados tanto en la vertiente occidental como oriental de la cordillera andina; en la región del Calafquén, depresión intermedia, Costa de Arauco, isla Mocha y Neuquén (Pérez y Reyes, 2009). Lo que al parecer indicaría que la manifestación de improntas de hojas en la alfarería Pitrén, estaría siendo evidenciada en todo el rango de distribución geográfico definido para este grupo alfarero. A esto se suman algunos antecedentes que han permitido ampliar el espectro temporal de esta expresión, incluso hasta momentos tardíos. Si bien, las evidencias de este tipo aún son escasas, su registro ha sido documentado en sitios como Puraquina (1.480 d.C.), Fuerte de Villarrica VR-7 (1.340 d.C.) (Reyes, 2010) y Challupen-2 (Gallego, 2011), además de ser documentado también en algunas piezas asociadas a períodos de contacto, depositadas en el Museo Mauricio Van de Maele. Estos antecedentes, han permitido plantear que la “Técnica de hojas en negativo” correspondería a una expresión bastante difundida temporal y espacialmente entre las poblaciones alfareras que habitaron la región de los Bosques Templados. Las primeras referencias a esta manifestación, son otorgadas por Castro y Varela (1990), quienes describen un jarro monócromo, asignado culturalmente al complejo Pitrén que presenta en su superficie improntas de hojas en negativo. Las autoras plantean que el proceso para conseguir este resultado estaría asociado a la adhesión intencional de las hojas sobre las paredes de la pieza ya cocida, la que sería posteriormente sometida a una nueva exposición térmica en una atmósfera reductora, saturada de monóxido de carbono a fin de oscurecer la superficie, de modo que las hojas habrían servido de material resistente que al
  • 36. 24 desprenderse, habrían dejado el área libre del tizne, conservando el color natural de la pieza (Figura 2). Siguiendo en esta línea, algunos estudios posteriores han permitido plantear que probablemente la manifestación de improntas de hojas en negativo en la alfarería Pitrén, estaría asociada a la denominada “Técnica negativa” o “Técnica de reserva” (Pérez y Reyes, 2009; Pérez et al., 2012), característica de las modalidades decorativas que han sido definidas para el complejo Pitrén, mediante la configuración de diseños geométricos (Adán y Mera, 1997). Ante aquella comparación, se sugiere que las impresiones de hojas en las vasijas se configurarían como parte de un mismo proceso tecnológico, respondiendo al recurso plástico conocido como “figura-fondo” (Castro y Varela 1990; Adán y Alvarado 1999), el cual permite la configuración de los motivos decorativos que se desean trasmitir a través del contraste de colores. De ser así, la manifestación de impresiones foliares en la alfarería de la región centro-sur del país, implicaría el conocimiento de complicados procesos productivos para provocar los efectos plásticos deseados (Adán y Alvarado, 1999), lo que ha llevado a ciertos investigadores a pensar que difícilmente su configuración correspondería al resultado accidental de las prácticas de los alfareros del área (Castro y Varela, 1990; Pérez et al., 2012). Estudios experimentales recientes desarrollados por Alberto Pérez, Verónica Reyes y Luis Hermann (2012), al parecer comprobarían la idea de que la reproducción de las impresiones Figura 2: Proceso tecnológico asociado a la manifestación de improntas de hojas sobre la alfarería Pitrén. (Castro y Varela, 1990)
  • 37. 25 foliares en la alfarería, sólo pudo ser conseguida por medio de la intervención antrópica dirigida, haciendo uso del empleo de una sustancia cobertora temporaria (hojas humedecidas en arcilla o su representación naturalista, mediante aplicaciones de arcilla), durante la cocción y/o la exposición indirecta por ahumado, lo que ha llevado a los investigadores a sugerir que los atributos denominados “improntas de hojas”, corresponderían a rasgos inducidos intencionalmente y por ende, serían caracterizables como una modalidad estilística que no necesariamente implicarían el uso de hojas (Pérez et al., 2012) Si bien los autores plantean que no se trata de una técnica estandarizada y que presenta una importante variabilidad entre aquellas que guardan rasgos muy notorios, de carácter naturalista, de otras más esquemáticas que aparentan simples manchas. En general manifestarían una presencia y frecuencia que denota su intencionalidad, denotando la existencia de códigos visuales e ideas trasmitidas por los alfareros (op. cit.) Al contrario de lo expresado anteriormente, existen planteamientos que sugieren que este fenómeno, más que responder a un carácter intencional con fines decorativos, se establecería como un producto casual; resultado del proceso de manufactura de la vasija, donde las improntas de hojas serían efecto de la adherencia de las ramas usadas como combustible para la cocción (Reyes, 2010:143). Estas dudas respecto a la intencionalidad de la manifestación de las impresiones foliares en la alfarería, se fundamentan en base a la diferencia que presenta este rasgo con el común de las expresiones decorativas en la cerámica Pitrén, en cuanto a su representación en los contextos. Las piezas decoradas mediante técnicas de modelado y negativa por diseños geométricos y lineales, se expresan casi exclusivamente en sitios de carácter mortuorio, mientras el rasgo impronta de hoja, no presentaría un énfasis dirigido a cierto tipo de contextos (Reyes et al., 2003), lo que significaría probablemente que las impresiones foliares, no responderían a los mismos criterios funcionales que habrían adquirido los decorados para este complejo alfarero. A esto se suma el hecho de que las evidencias de este rasgo, han sido registradas en la amplia variedad de categorías formales definidas para la alfarería Pitrén, tanto en la superficie exterior como interior de las piezas (Figura 3) y con una distribución que por lo
  • 38. 26 general abarca todas las secciones del cuerpo, mientras que en algunas ocasiones estarían dispuestas en determinados sectores del cuerpo en áreas cercanas al asa (Pérez y Reyes, 2009). La aparente ausencia de patrones establecidos en la configuración del diseño “decorativo” de las improntas de hojas en la alfarería, mantienen aún más las dudas respecto a la intencionalidad de este rasgo, debido a que claramente el número de especímenes representados, su emplazamiento en la pieza y la nitidez de estos rasgos, son todos muy variables, y al parecer no responden en todos los casos a los criterios de visibilidad y simetría que caracterizan a los patrones decorativos presentes en la alfarería Pitrén, ni al fin comunicativo que se le otorga a la decoración en general. De acuerdo a lo expresado, es claro que esta discusión aún no ha sido agotada y que requiere de mayores acercamientos en torno al proceso que estaría involucrado en la configuración de esta manifestación plástica en la alfarería Pitrén. Sin embargo, más allá del carácter intencional y/o decorativo de esta manifestación, que perfectamente puede ser un aspecto aún mantenido en duda, parece importante considerar esta manifestación como una expresión directa del estrecho vínculo que establecieron las poblaciones Pitrén y sus sucesores en tiempos alfareros más tardíos con el medio ambiente boscoso en el que se desenvolvieron, y que particularmente podrían otorgar información relevante respecto a los mecanismos de interacción ejercidos con la diversidad florística del área y que se constituye como una perspectiva de investigación aún no abordada. Figura 3: Vasija con impronta de hojas, colección Museo Mapuche de Cañete (Fotografías: Proyecto Fondecyt 1970105). Se observan impresiones foliares en la superficie exterior (a) e interior (b) de la pieza.
  • 39. 27 CAPITULO 3 MARCO TEÓRICO Y REFERENCIAL 3.1. Antecedentes del arqueobotánico de restos foliares e impresiones vegetales. La arqueobotánica se ha constituido como un área de estudio dentro de la arqueología, que se ha dirigido al estudio de macro-restos vegetales evidenciados en contextos arqueológicos, y que en concreto han permitido el acercamiento de la disciplina arqueológica al conocimiento de las relaciones establecidas por las poblaciones humanas con su entorno vegetal, profundizando en los mecanismos y estrategias de interacción que las poblaciones prehispánicas han establecido con su medio. Quizás una de las primeras referencias documentadas respecto al reconocimiento de restos botánicos en contextos arqueológicos, corresponde al hallazgo de un ramo de Romero junto a una momia egipcia en la región del Cairo a finales del S. XVI, (Prospero Alpino, citado por Rivera y Obón de Castro, 1996). Sin embargo los estudios arqueobotánicos como tales, habrían comenzado a configurarse durante el S. XIX con los trabajos realizados por Kunth, en 1826, quien se insertó en el análisis de cereales, frutos y semillas momificados (Renfrew, 1973). Posteriormente destacan los acercamientos de F. Unger, quién en 1851 publica los resultados del estudio de carporestos provenientes del yacimiento austriaco de Hallstatt (Rovira, 2007), seguido por las investigaciones realizadas por O. Heer en 1865, quien se interiorizó en el estudio de carbones de madera y carporestos recuperados de yacimientos suizos (Hastorf, 1999; Llano, 2001; Rovira, 2007). Estas primeras inserciones al estudio de restos vegetales recuperados en contextos arqueológicos, sumados a algunos otros que siguieron el auge de esta búsqueda, habrían comenzado a configurar las bases metodológicas de este tipo de investigaciones. Desde entonces el desarrollo de esta área de investigación ha ido adoptando criterios fundamentales de la ciencia Botánica pero adecuándola necesariamente al estudio de restos en distintos estados de deterioro propios de su largo tiempo de depositación en el contexto arqueológico.
  • 40. 28 En este sentido, la inserción de la arqueología en esta línea de búsqueda, ha estado necesariamente ligada a los estudios botánicos puros, desde un panorama mediado por dos grandes diferencias: La primera, vinculada al acercamiento específico de estos estudios dentro del campo arqueológico, impregnados de una esencia dirigida al conocimiento del mundo vegetal mediado por las relaciones establecidas por las sociedades humanas en su relación con el entorno. Y en segundo lugar, por el ejercicio del método botánico aplicado a la disciplina arqueológica, el cual está determinado por la fundamental diferencia que se establece entre estudiar plantas vivas con sus órganos completos y sin alteración, de aquellas recuperadas de contextos arqueológicos, que la mayoría de las veces distan de esta condición (Giovannetti et al., 2008). Es por lo mismo que por lo general, los estudios arqueobotánicos han tendido a enfocarse al análisis de macrorrestos vegetales4 , principalmente a aquellos de tipo carpológicos y antracológicos, debido a que estas materialidades a diferencia de las otras, presentan una estructura que manifiestan una mejor resistencia a los fenómenos tafonómicos que alteran su conservación (Badal et al., 2000), es por esto que semillas, maderas y carbones, se construyen como las evidencias de origen vegetal de mayor representación en contextos arqueológicos. Por su parte, las características morfológicas, estructurales y químicas de las hojas determinan en buena parte su dinámica de descomposición, siendo por lo general mucho más susceptibles a este proceso y por lo tanto su manifestación en el registro arqueológico es bastante reducida. Según dictan los estudios al respecto, se reconoce que el vestigio de hojas en contextos arqueológicos normalmente se conservan en travertinos, paleolagos y turberas (Badal et al., 2000), situación que es ejemplificable en el caso del sitio Monte Verde, en el cual fue 4 Entendemos el concepto de macrorrestos vegetales, como derivados de las plantas tales como carbones, maderas, semillas, hojas, fibras, etc. (Badal et al., 2000), que por lo general poseen dimensiones mayores a 0, 3 mm., siendo factibles de ser reconocidos a simple vista (Peña-Chocarro y Zapata, 1997).
  • 41. 29 factible recuperar una enorme cantidad de restos vegetales, entre los cuales se reconocieron más de una decena de especies a partir de sus restos foliares (Dillehay, 2004). Otra forma de conservación bastante frecuente en distintos yacimientos arqueológicos, corresponde a la impresión en soportes de otras materialidades, tales como cerámicas, adobes, yeso, toba al cuero y en bronce corroído (Renfrew, 2007). Sin embargo su identificación dependería fundamentalmente de la calidad de las huellas y con esto la posibilidad de reconocer en ellas los caracteres anatómicos que hicieran factible su determinación taxonómica (Renfrew, 2007). Un estudio interesante de destacar al respecto, corresponde al trabajo realizado por Rivera, Obón de Castro y Asencio (1988) quienes desarrollaron un análisis de improntas de hojas, fibras, semillas, frutos, tejidos y flores, presentes en cerámicas y arcillas de construcción, procedentes de distintos contextos en la península Ibérica, al Sureste de España; consiguiendo identificar un importante número de especies botánicas, entre las que destacan Hojas de Stipa Tenacissima (Esparto), además de restos de frutos y hojas de Azufaitos (Ziziphus lotus), evidenciados en diversos contextos de la región. Sin embargo, los investigadores destacan que las dificultades no habrían sido menores para el establecimiento de la determinación taxonómica de las especies representadas, por medio del análisis de anatomía comparada entre las improntas vegetales con la muestra de referencia botánica empleada, dado que las posibilidades de identificación se habrían visto restringidas fundamentalmente por la escasez de estudios sistemáticos previos, dado que hasta ese entonces el único acercamiento existente en esa línea habrían sido los trabajos efectuados en el sitio El Rincón de Almendricos (Murcia) (Ayala et al., 1987). El problema presentado en los análisis de improntas vegetales, respecto a la ausencia de mayores trabajos al respecto, al parecer se constituye como un aspecto no abordado por los estudios arqueobotánicos hasta la fecha. Así lo destaca Peña-Chocarro, el año 2008, quien plantea que pese a que este tipo de evidencias son muy frecuentes, ha sido un área de estudio poco investigada en la arqueología pero sugiere que el ejercicio de este tipo de acercamientos, podrían otorgar resultados muy interesantes en cuanto al aporte al conocimiento arqueológico.
  • 42. 30 Respecto a lo mismo, Colin Renfrew (2007), expone que el estudio de restos vegetales ya sean de granos u hojas impresas en las vasijas, otorgarían información no sólo de la vegetación disponible en el entorno, dado que su hallazgo no implica necesariamente que una planta fuese de crecimiento local; así por ejemplo, destaca que los granos pueden ser importados de un lugar distinto a los alrededores del sitio, como también las vasijas mismas pueden ser transportadas desde lejos de su lugar de fabricación (Renfrew, 2007:221). En este sentido, tal como los demás análisis de restos vegetales provenientes de contextos arqueológicos, los estudios de restos foliares se establecen potencialmente como una valiosa fuente de investigación arqueobotánica que podría facilitar información importante respecto al aprovechamiento que las poblaciones en tiempos prehispánicos hicieron de los recursos vegetales y así como la configuración florística de los paisajes en los que se encontraban insertos. 3.2. Arqueobotánica: Mecanismos de interacción y Gestión de recursos vegetales. Abordar el estudio de los mecanismos y estrategias de interacción que las poblaciones prehispánicas establecieron con su medio, que en concreto se manifiestan en el registro arqueológico como resultado de la selección y uso específico de los recursos vegetales del ambiente biofísico en el que se desarrollaron; exige claramente la necesidad de profundizar en un marco explicativo que permita obtener una mirada dirigida a la interpretación de los fenómenos observados. Siguiendo a Balée (1998) entendemos que la sociedad, cultura y naturaleza, corresponden a un fenómeno único, configurado a través de las diversas interconexiones y contradicciones entre sus partes constitutivas. De esta manera, existiría una permanente retroalimentación entre los distintos factores, donde el ser humano se constituye como un ente participe del ambiente; estableciéndose por tanto, un proceso dialéctico infinito en que los distintos factores se afectan mutuamente (Mena 1996, Quiroz, 1988). Desde esta perspectiva, entendemos que las manifestaciones culturales y la interacción de los grupos humanos con el mundo vegetal, no son por sí mismas (Capparelli et al., 2007), por lo tanto la investigación arqueológica, no debe reducirse a la búsqueda limitada de evidencia desde elementos aislados, sino a partir de la integración correlacional de distintos
  • 43. 31 elementos constituyentes del fenómeno, desde una perspectiva necesariamente de tipo Relacional (Lema, 2008). En el caso de la dimensión relacional configurada entre el mundo social - mundo vegetal, se manifiesta en diversos elementos del registro arqueológico, como resultado de las relaciones sociales per se; introduciéndose los objetos y los recursos del medio como entes mediadores de ésta (Giovannetti et al., 2008), siendo las propias percepciones humanas las que definen cómo usarán el ambiente (Llano, 2001), mediante un proceso donde se conjugan distintos saberes y formas de ver el mundo, socialmente compartidos e individualmente aprehendidos y reproducidos o transformados en la acción misma (Toledo, 2002). Siguiendo a Alcorm (1995), el uso de las plantas y las interrelaciones plantas-humanos están moldeados por la historia, por los ambientes físicos y sociales y por las cualidades inherentes de las plantas mismas; así las características biológicas de las plantas, presentarían ciertas condiciones que impactarán en la elección cultural de las mismas para ciertos usos, de acuerdo con las clasificaciones y lógicas culturales (Ford, 1979). De acuerdo a estos criterios, las poblaciones establecen en un período o región determinada, un conjunto de pautas que aseguran una toma de decisiones relativa a la producción, llevando implícita la organización social del trabajo y comprende necesariamente toda una serie de cuestiones como el conocimiento de la localización de los recursos, sus ciclos naturales, la movilidad necesaria para obtenerlos, el desarrollo de técnicas para la obtención, trasformación, consumo, etc. (Berihuete, 2006). Esta suma de opciones, conocimientos y técnicas ha sido denominado bajo el concepto de “Gestión de recursos vegetales”, definido por Berihuete y Piqué (2006) como “la manera históricamente determinada en que los grupos humanos han obtenido, transformado y consumido estos recursos” (op. cit.: 39). La configuración de estos conocimientos de orden tanto ecológicos como tecnológicos, prácticos y teóricos (Pochettino, 2007), se establecen producto de un largo proceso de práctica y experimentación, como también por la incorporación de información de otras fuentes, incluyendo el conocimiento científico producido por las comunidades en su interacción con el entorno (Pochettino y Lema 2008), llevando al establecimiento de un
  • 44. 32 proceso selectivo sobre la opción de uso de materiales específicos sobre otros, que muchas veces pudo haber sido producto del azar, la curiosidad y la experimentación, pero que terminaron dotando a estas sociedades, de soluciones para problemas particulares (Eiroa et al., 1999). En este sentido y en cuanto a los criterios de selección en sí mismos, los seres humanos no aprovecharían los recursos arbitrariamente o determinados por el medio ambiente, sino que se ejercerían criterios socialmente regulados, en función de las necesidades, gustos y normas sociales (Berihuete y Piqué, 2006). Por medio de este proceso, se configuraría finalmente un cuerpo acumulativo de conocimientos, prácticas y creencias acerca de las relaciones entre los seres humanos y los componentes vegetales de su entorno, que ha sido definido bajo el concepto de Conocimiento botánico tradicional (Pochettino 2007), entendido como el saber compartido, único y propio para cada comunidad, acerca de los vegetales locales, empleados durante el proceso de elección, obtención, procesamiento, consumo y en la administración local de los recursos. Este conocimiento corresponde al manejo adaptativo que esas comunidades hacen de los recursos naturales, poniéndose en manifiesto una serie de criterios de selección y toma de decisiones de diversa índole, que van configurando y modificando este corpus de conocimiento, el cual es transmitido de generación en generación (Pochettino y Lema, 2008). Ciertamente, el manejo de los recursos vegetales por poblaciones cazadoras recolectoras, responde a modos de interacción con el medio en que la naturaleza necesariamente requiere ser ordenada socialmente y culturizada, para poder ser “explotada” de forma efectiva (Descola, 1988). El valor del rol que adquiere la vegetación silvestre en los desarrollos culturales ha sido un ámbito prácticamente ignorado o minimizado a un plano de manejo pasivo por parte las poblaciones que ejercieron economías asociadas a la recolección de recursos vegetales. Sin embargo, es necesario comprender que las plantas silvestres de recolección, si bien corresponden a especies sinantrópicas, se configuran como recursos que se desarrollan en espacios naturales de bosque o espacios abiertos, pero sometidos necesariamente a su
  • 45. 33 antropización por la actividad misma de recolección; en medios generados por actividades humanas, ya sean vías de paso, bordes de caminos o zonas de desecho (Buxó, 1997; Berihuete, 2006) A su vez, presentan una serie de características que las convierten en un recurso apto para ser consumido, llevándolos a ser recolectados de manera voluntaria y selectiva en el medio (Berihuete, 2006). En primer lugar, poseen características específicas y físicas, tales como la representación en el ambiente de una amplia variedad taxonómica, ubicuidad, la ausencia de movimiento y ciclos reproductivos estables, que las convierten en recursos fácilmente recolectables, predecibles y almacenables (Zapata, 2007) y por otro lado, presentan propiedades nutricionales, combustibles y características físicas que facilitan su maleabilidad, en beneficio de múltiples tareas (Berihuete 2006). En este sentido, es claro que la manipulación del bosque por cazadores-recolectores, se enlaza estrechamente con la biodiversidad presente en el ambiente, producto de un constante conocer y reconocer el medio, configurando determinadas formas de comprender y relacionarse con el mundo que se construyen en largos procesos de interacción (Gutiérrez, 2003). Por ende el objetivo arqueológico de los acercamientos arqueobotánicos en poblaciones cazadoras recolectoras, consiste necesariamente en el reconocimiento de los aportes derivados de los recursos vegetales silvestres en las actividades humanas y la identificación de los criterios de selección y uso de ciertos recursos, frente a otros potenciales que no son explotados. como resultado de determinadas expresiones concretas de las relaciones establecidas entre estas poblaciones con el mundo vegetal. Por ende su representación responde inequívocamente a una acción cultural, donde necesariamente estuvieron involucrados procesos de selección de las especies botánicas asociados a determinados modelos de gestión de los recursos vegetales e impregnados de una serie de conocimientos y opciones establecidas socialmente.