RETO MES DE ABRIL .............................docx
Inmunda realidad
1. Inmunda Realidad
A Mario Benedetti le agradaban las personas feas, por eso escribía sobre ellos, o
sería tal vez que él era un feo por fuera pero bonito por dentro, le gustaba hacer el
bien sin mirar a quien, sin esperar nada a cambio, esa era la gente que le gustaba.
Me pregunto si este sujeto que sabía mucho de tácticas y estrategias siempre hizo
el bien sin esperar nada a cambio, porque a mí la verdad esa frasecita sólo me cabe
en la cabeza, me pregunto lo mismo de su colega Mistral que le gustaba siempre ir
sirviendo por ahí. Claro que se puede servir a los demás, ciertamente se puede
hacer el bien, pero no sin mirar a quién, es que este es un mundo de intereses.
Es que aquellos creacionistas que viven haciendo lo que supuestamente dijo un
sujeto que no sabemos si era pobre o feo, pero que era bonito por dentro, hace dos
mil años viven en una maraña de mentiras, porque yo no digo que el altruismo no
exista, existe pero bajo la premisa de ayudar a alguien recibiendo a cambio algún
beneficio, por lo tanto esperando algo a cambio, así sea esperando que la otra
persona siga viva y cumpla su función biológica. Yo no vengo a convencerlo de que
el ser humano es un ser egoísta que también puede ser altruista, la verdad no me
importa demasiado lo que usted, lector, piense sobre esto, yo escribo porque me
gusta y porque confío en lo que afirmo, estoy seguro que lo que aquí escribo es la
verdad, si quiere saber por qué estoy tan confiado de esto, tómese un pequeño
momento y lea lo que aquí dice.
Y es que Kafka no estaba tan alejado de la realidad cuando relacionó al ser humano
con un arquetipo monstruoso, el ser humano es en sí el modelo ideal de la atrocidad,
de la miseria, porque pareciera que este es un mundo kafkiano escondido detrás de
una máscara de hipocresía, estamos entre la espada y la pared, en una realidad en
la que la pared es el condicionamiento de nuestros genes a ser egoístas, a resumir
nuestra vida a una razón biológica para que la especie prosiga, y que la espada es
nuestra conciencia moldeada por una sociedad influenciada por valores religiosos.
Según esto la sociedad tiene individuos con una mejor conciencia que otros, es
decir individuos más aceptados, que junto con otros factores los llevarán a lo que la
sociedad considera “personas socialmente bellas”. Ahora, los otros factores se
reducen básicamente a belleza física, que también es moldeada por la sociedad y
a dinero, entonces los que no tienen belleza física, ni dinero, dicen: “es que yo soy
bonito por dentro”, ¿por dentro?, pero qué es esta falacia, hasta donde yo sé el ser
humano lo que tiene por dentro es carne y hueso y algunas otras cosas que
seguramente son bellas para biólogos, médicos y otros, pero no para todo el mundo.
Si retrocedemos en el tiempo sabremos a lo que la sociedad se refiere, si usted era
feo y pobre por allá en los tiempos de Cromañón, estaba jodido, entonces a esos
sujetos desgraciados por los genes y por la vida les tocó inventarse algo porque no
iban a poder reproducirse, no iban a cumplir su función biológica, ¡Eureka!, se creó
el concepto de conciencia, y entonces el que hacía el bien a los demás, así fuera
feo físicamente también era bonito, pero por dentro.
2. Desde ahí surge la máscara de hipocresía que rodea al ser humano y que hasta
nuestros días la llevamos puesta a todo lugar al que vamos, es una atadura creada
por la sociedad que seguramente nos beneficia y que pareciera ser una diligencia
de la evolución para asegurar la permanencia de la especie, evitando así cosas
como que asesinemos a otros miembros de nuestra misma comunidad, claro que
hay excepciones pero muchas de ellas se deben a patologías y acciones egoístas
en busca de poder para permitir el progreso de los genes.
Si pudiéramos ver el monstruo que el ser humano lleva por dentro yo creo que se
parecería mucho al grito de Edvard Munch (1863-1944), el artista lo pintó con una
inspiración trágica de su vida, y es que pareciera ser un sujeto tratando de escapar
de algún lugar, es decir sería algo así como el ser humano desde un punto de vista
instintivo tratando de escapar de los yugos que le impone la sociedad. Las acciones
del ser humano se reducen básicamente a acciones egoístas y/o acciones
socialmente aceptables, en torno a esto toda acción que puedo o puede usted
recordar se encuentra en esta clasificación. Así, partiendo de esto podemos
determinar que el comportamiento social del ser humano está determinado por una
compleja balanza de costos/beneficios moldeada por la evolución y que
compromete el hacer del ser humano con su entorno. Esto no implica que conceptos
como altruismo o filantropía, que son relaciones socialmente aceptables, no existan
en la práctica, existen, pero ligados a unos beneficios que implican para la especie
humana. Ayudar a alguien implica que esa persona podría seguir viviendo, cumplir
su función biológica, y además podría aportar beneficios a la sociedad, pero esto
representa un costo para la persona que en este caso se definiría como altruista,
que en realidad en conceptos evolutivos lo es, pero en conceptos sociales no. Es
aquí donde empiezan a jugar factores como la relación existente con la otra
persona, la acción que se debe ejecutar, los beneficios en cuanto a genética que
esto produciría. En la sociedad actual se ha acuñado conceptos aceptables que
implican un beneficio para los demás, sin tener en cuenta muchas veces si resulta
beneficioso o no para la persona que lo ejecuta, así a aquellos que se sacrifican por
el “bienestar” (tomando en cuenta la definición aportada por la sociedad actual en
general y en parámetros de organizaciones internacionales) de los demás, lo
calificamos como héroe, en un sistema en el que la conciencia es dictada por los
valores religiosos.
Nuestra existencia misma implica la toma de decisiones, la evolución ha intervenido
también sobre esto, el proceso evolutivo por medio del cual el ser humano ha
adquirido conciencia nos ha permitido la formulación de soluciones convenientes, si
nuestros genes y nuestras experiencias nos limitan las acciones que realizamos,
entonces, ¿qué papel tiene la libertad?, ¿hemos sido verdaderamente libres en
algún momento de nuestras vidas? Por definición la libertad es aquella facultad que
tiene el ser humano de obrar o no obrar según su inteligencia y antojo, pero no tanto
según su inteligencia sino su conciencia, pero estas facultades que posee el ser
humano son moldeadas o creadas casi que exclusivamente por la sociedad,
3. entonces esa libertad no es tan real como parece, todas nuestras acciones están
influenciadas por las características de nuestros genes y por las circunstancias en
las que nos hemos encontrado. La sociedad actualmente posee los mismos valores
buenos y malos que poseía hace cientos de años, uno de los primeros registros
sobre leyes que se tiene es el código de Lipit-Ishtar (1934 a. C. -1924 a. C.), aún
más antiguo que el Hammurabi (1760 a. C.), pero más que un código de leyes es
uno de los primeros escritos moralistas, entonces aquel que agredía, robaba o
asesinaba era un ser inmoral, un ser malo, de la misma forma que lo consideramos
actualmente, y es que esta conglomeración de habitantes a la que denominamos
sociedad sigue teniendo la misma moral desde hace miles de años, sólo que ha
cambiado la forma en la que se castiga al infractor porque somos personas
civilizadas, somos buenos, somos moralistas.
Recuerdo cuando una vez leí el Elogio de la Dificultad de Estanislao Zuleta (1935-
1990) y me terminé de convencer que el ser humano verdaderamente está
sumergido en una realidad cruel en la que no quiere estar, el hombre anhela
encontrar algo que no tiene y que le es esquivo, el ser humano quiere ser feliz, lucha
para conseguir al menos un poco de ambrosía para ser inmortal. El ser humano no
comete suicido porque espera que esa felicidad llegué en un momento, es acaso la
felicidad un invento de la evolución para que sigamos vivos, porque a fin de cuentas
lo que importa es eso, seguir vivos.
Pero la vida humana no es más que una tragedia griega, perdidos en el tiempo y en
el espacio sin razón alguna para nuestra existencia, más que esa necesidad de
sentir y desvanecernos al caer la noche.