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PRÓLOGO
Esta deliciosa obrita que, con el título Divagando por el Barrio de la
Gracia, Santiago, mi esposo, se ha empeñado en que sea yo su Prologuista
en razón de que en lo que al Barrio y nuestro amor por él se refiere, y
como es natural tenemos en común, lo cierto es que no ha dejado de
sorprenderme, gratamente, lo reconozco.
Quiero pensar que se debe a lo mucho que llevo leído hasta ahora, y no
quiero decir con ello que me considere una experta literaria, no obstante,
si he de confesar que, en razón de lo que éste marido mío lleva escrito,
todo lo que le he leído hasta la presente, que es mucho, me ha encantado,
sobre todo y como no podía ser de otra manera, lo relativo a Triana.
Triana, casi una ciudad sobre la que tengo la impresión de que es como
si fuera una mujer de carne y hueso que pariera a algunos de sus hijos y
es por eso que, después de haber gozado con la lectura de infinidad de
versos tan llenos de sabor arrabalero, tan limpios y entregados como
libres y nada encorsetados, comprenderán que no debía dejar pasar la
oportunidad de, convirtiéndome en su peón de brega, hacerle un quite a la
falsa humildad, y lanzándome al dorado albero de una fantasía tan real
como compartida, ponerme manos a la obra y pergeñar esto que ahora que
ahora os hago llegar con el sólo fin de que disfrutéis del paseo que
durante trescientos sesenta y cinco días, eso sí, de fiesta en fiesta, ya
que en Triana solo existe la felicidad alegre de quien vive y la comparte
como el Trianero sabe hacerlo.
Y es así como este Trianero se coloca y nos coloca sobre unos folios
sin mácula alguna y comienza a pedirnos que lo acompañemos por lugares y
momentos de los que quedan grabados en la historia, la memoria y el
corazón de cada uno de aquellos afortunados que tuvieron la oportunidad
de emborracharse con este humilde aunque hermoso “divagar por una
gracia diferente, a los ojos de su autor, como es la que tienen los
tuétanos de esta madre que siempre fue y será Triana”.
Afortunados los que comprendan cuanto queda derramado sobre este
trabajo porque de ellos será la satisfacción de poder decir: Pasé -
virtualmente- unos buenos ratos por Triana.
Luisa Pérez
Otoño 2016
DIVAGANDO POR EL BARRIO DE LA GRACIA
Voy a divagar por mi Barrio,
la Triana de la Gracia,
como lo hiciera Juan Sierra
cuando le cantó a Sevilla
con aquellas maravillas
de cuanto la ciudad encierra,
mas lo haré a mi manera,
mucho verso, y tan movido
que despierte los sentidos,
y aquellas entendederas
que dicen no estar permitido
escribir de esta manera,
pero, es lo que yo digo:
si yo quiero hacerlo así
porqué se me va a prohibir
escribir como yo quiera.
Termina de leer, amigo,
y luego ya me dirás
si estás o no estás conmigo.
Este año, Triana se presentó
como quien en sociedad lo hace.
Con aquel uno de Enero
corrió de nuevo el venero
de la sangre arrabalera
de que se surte la gente,
llenándose de alegrías,
y hacer que sus fantasías
vivan las fiel realidad
de quien quiere comenzar
de nuevo a hacer un camino,
sin cizañas, sin espinos,
aunque tampoco, y es verdad,
la cosa sea tan sencilla,
pero, hay que apechugar
porque ya no ha lugar
vivir de mentirillas.
Nació el dos mil dieciséis
después de una noche loca
en que cerrara aquel quince
que a más de uno un esguince
le dejara bien baldao,
pero, en fin, ya se a acabao;
Un borrón y cuenta nueva,
y a esperar que no nos llueva,
al menos, demasiao.
Triana paseó su Cabalgata
llena de luz y un color
tan difícil de igualar,
que sólo quien vive aquí,
en este bello Arrabal
se podrá así permitir
el poder considerar
que esto no será mentir,
que esto es pura realidad.
La ilusión que fue sembrando
al largo del recorrido,
fue nuestra mente llenando,
endulzando los sentidos
al tiempo que de regalos,
caramelos y suplidos
quedáronse bien repletos
todos aquellos bolsillos
de jóvenes y mayores,
todos, en verdad, chiquillos.
Dice el refrán, y no engaña,
que la impaciencia en Triana
es de lo más natural…
Y debe de ser verdad,
ya que el Domingo pasado,
y en este caso me refiero
a aquel de la Resurrección,
ya se comenzó a contar
con el Calendario en la mano
lo que podía faltar
para poder disfrutar
de nuevo Domingo de Ramos.
Y este se nos presentó
tan envuelto en celofán,
como ya hacía algunos años
que echábamos a faltar
la ausencia de aquellas nubes
que no dan seguridad,
aunque digan los del tiempo:
“una llovizna na más”.
Con Ramos se presentó
un catálogo especial
para una única Sevilla,
y es que alegrías y Penas
que en aquella Noche buena,
que en Triana se viviera;
y ahora ya, naciendo el día,
pudo más la cofradía
que siempre ese día espera,
que en esa tarde de lujo,
tras ella vino el reflujo
de aquella imagen señera,
que pasada la ribera
dejando a Sevilla muda,
y es que esta, ya ni duda,
siempre será la primera.
Lo cierto es que el Domingo
apenas comenzó a andar
llenó a Triana de gente,
los de aquí y los de allá
que cruzaron nuestro Puente,
y aspirando este Azahar
que hace santa hasta la mente,
poder así disfrutar
viendo a una Estrella valiente,
y luego poder comparar
aunque se haga entre dientes
si hay cosita tan igual
en los Cinco continentes.
Ciertamente fue un derroche
de fantasía y color,
bullicio y luminosidad
cuando aquella san Jacinto
ahora ya peatonal,
se presentó tan radiante
sobre el Blanco de su umbral
que así quedó el vecindario,
otra vez sin respirar,
y en las mejillas un rosario
de lágrimas en manantial.
La calle, aunque es cortita
luciría aquellas galas
que la hacen infinita
y hasta del cielo antesala.
Cierres, ventanas, balcones
fueron todos decorados
con colchas y con mantones
llenos de solemnidad,
sin faltar los macetones
con su aire popular.
La Cofradía al completo
se paseó muy despacio
hasta llegar al Altozano
donde se apreció un respeto,
que al ser Hermandad de barrio
mucha gente no comprende,
mas tampoco es necesario,
por eso hay que estar allí,
en ese lugar enclave
puerta del Guadalquivir
de la que Ella es la llave
y no hay más na que decir.
Continuó una semana
que como diría Juan:
“es la más Santa de todas”
y nunca le faltó razón,
por eso aquel Lunes Santo
y ya en el Barrio León
se acabaron los quebrantos,
la pena y la sin razón
cuando vimos los naranjos
cubiertos por esa flor
Blanca de nombre Azahar,
como el color del Amor
que luce arriba en su altar
la Niña del corazón.
Ella es la Soberana,
la Salud de los enfermos
de este Barrio que es Triana,
y es que junto con su Hijo,
el Soberano Poder,
ya con la tarde avanzada
no hay que dejarlos de ver
en esa excepcional parada
que hacen ante los viejitos
y viejitas recogidos
en el Asilo de ancianos,
allí engañan los sentidos
cuando se ve al Soberano
desde un prisma contraído,
como se torna en Humano.
Todo plegaria y fervores
se aprecian en las caritas
como ramitos de flores
tiernas, bellas y finitas
sus arrugas, sus dolores
que en esas caras marchitas
serán como resplandores
para la Niña Bonita
del Barrio de mis amores.
Así, entre vítores y palmas
que registrará el ambiente,
caminó nuestra Hermandad
buscando también el Puente,
no sin antes saludar
a los enfermos y enfermas
que están en ese Hospital
de nombre Infanta Luisa,
ese, cuya paradoja:
que ya no es de Beneficencia
como aquel de la Cruz Roja
que hasta los años setenta
atendía necesidades
sin pensar en otra cosa
que no fuese la salud
de aquella pobreza en boga.
Dejada atrás la avenida,
de antiguo la “Carretera”
ahora llena de naranjos,
pero ausente de moreras
que tanto amara mi panda,
aunque lo que allí estuvo
fue ese hambre que pasaba
más de uno y más de dos
por esa ley del embudo,
¡cuánta crueldad, vive Dios!
Atrás se quedó el Naranjo,
y el ambiente perfumado
por ese Azahar en flor,
y caracolas de incienso
que los acólitos fueron
dejando cual huella indeleble
de su entregada pasión
natural de unas vivencias
allá en el Barrio León.
Cuando cruzó san Jacinto,
esa arteria principal
con que se viste Triana
el Lunes de Semana Santa,
se encontraba a rebozar,
no cabía ni un alfiler,
y aunque es muy comercial,
la gente salió a la calle
dispuesta a verla a pasar
al compás de aquella marcha
con ecos de popularidad…
Cuánta elegancia y belleza,
gracia y naturalidad
cuando ya se fue perdiendo
y al Altozano llegar
sobre unos pies trianeros,
de san Gonzalo ¡ahí es na!
Triana durmió esa noche
ebria del enorme gozo
a la vez que apesadumbrada
de no poder ver a otra Reina:
Cigarrera, esa tan guapa
que de los nuevos Remedios
por el Arrabal cruzara
dejándolo aromatizado,
llenando de luz la Plaza,
hasta que una decisión
de los más absurdo tomada
dejara a toda mi gente
y a aquella de la obra banda
sin el poder contemplar
el Jueves Santo en Triana
a una Victoria callada,
y llorando tras su Hijo
viendo como lo azotaban.
Ya no pasa la Hermandad
por el Puente de Triana,
y está tan triste su Madre
que no quiere ni campanas.
Esa tarde, Jueves Santo,
me recogí más temprano,
y estaba justificado,
había que dormir un poco,
hacer descansar este cuerpo
ya de por sí muy cansado
por tanta pelea librada,
aunque alguna se ha ganado
o acaso solo empatada
en razón de aquellos hados
que te dejan tan helados
ante una turba encontrada.
Después de ver a Pasión
favor que hago a mi casta,
deshice todo lo andado;
por el Puente a san Jacinto,
pasando por un Altozano
que vibra ya de un gentío
que no entiende de tempranos,
regresando ya a mi casa,
y allí quedar allí acostado,
hasta que en siendo la una
de un nuevo día preñado
de ilusiones y requiebros,
todo por muchos soñado,
de nuevo me fui a la calle…
La madrugada, hecha diosa
de aquellas “las Seis hermanas”,
daba su luz a este Barrio,
y así iluminada y gozosa
lucía esplendente Triana,
cuando al salir de Pureza
y abriéndose al Altozano,
el ambiente soberano
contemplaba la belleza
de un caballo y un romano,
tallas de tanta realeza
que este pueblo sevillano
no deja de cantar proezas
acerca de parecer tan humano.
Pero nada es comparable
con esa talla admirable
que hiciera aquél Escultor
de nombre Marcos Cabrera,
la cual se reconociera
en la Sevilla del Arte
como aquel punto y aparte
que deja tan ensimismado,
cuando con el subir racheado
el canasto de Guzmán
de apellido Bejarano,
ya deja atrás el Altozano,
y ahora, arriba del Puente,
recibiendo la caricia
de una Carmen Marinera,
y de ese río la brisa
tan fresca y guadalquiveña,
el paso alegre se alarga
buscando ya la otra orilla,
mientras que en la calle Larga
ya suenan las seguiriyas,
algunas por Solea,
que son esa maravilla
que pariera este Arrabal,
ese cante de verdad
que siempre fue la bandera
de una gente sin igual
como la gente Alfarera.
Y es que en la calle Pureza
cuando ya se encuentra Ella,
son luceros, son estrellas
las que rompen los balcones
con ese millar de reflejos
que hierven los corazones
de una Sevilla que el río
se bebió en dos borbotones
pa no perderse el quejío
de unas gargantas de lujo
cuando ya en la revirá
buscando así el Altozano
atrás se queda el reflujo
de mil caracolas de un humo
que el Incienso desprendido
va labrando los sentidos
antes de subir el Puente.
Sonó de nuevo el martillo,
y aquellos riñones de arte
que habían hecho un aparte
en la Botica Murillo,
arranca de nuevo al paso,
recreando una subida
que dejaría fundida
la imagen de Juan Belmonte
antaño tan dolorida,
y esas lágrimas vertidas;
lágrimas y sentimientos
son vidas arracimadas
cuando en lo alto, encarada
a su Hermana Carmencita,
están llamándola ¡Guapa!
y la otra, qué bonita
se puso para su Hermana
en aquella capillita,
Gloria del Barrio y su gente,
siempre por siempre Bendita
antes de entrar en el Puente.
Ya se va para Sevilla;
los lamentos trianeros
quedaron flotando al aire,
al pie del reloj del Faro.
¡Cuántos recuerdos nos llegan
cuando al pasar por su puerta
toda ella nos recuerdan
aquellos tiempos pasados
a bordo de unas vivencias
tan dulces como entregados!
Desde el balcón de Duarte,
José, tan buen amigo
como buena gente,
pude ver perfectamente
esa revirá en Callao
cuando fue de parte a parte
luciéndose aquel Costero,
el de Joaquín, el de la Choni,
para de nuevo en san Jorge
y enfilando el Altozano
ver cada vez más Humano
el más perfecto perfil,
y con el que poder presumir
de raza, Cachorro y gitano.
Ya esa Plaza que es entrada,
pero, que el Viernes es salida,
ahora, y desde aquella mi altura,
veo tal inmensidad de criaturas
que da mucho que pensar
como el Cachorro al pasar
no pueda ver a ninguna
por culpa de su elevado mirar
siempre hacia las alturas.
Reflexiono sobre que el Cristo
pasa reflejado en el agua,
pero, que nunca la ha visto
aunque sintiera el frescor
entre los dos barandales,
sin embargo, nuestros males
los mitiga con su Amor
que son sus armas reales.
Desde mi atalaya observo
su entrada hacia aquella tabla
que es el Puente de Triana,
con que gracia Soberana
lo están llevando a Sevilla,
y que allí sea sevillana.
Mas se oye otro bullicio,
es el que entre los naranjos
de una Castilla imponente,
puerta de la O impaciente,
está pasando muy despacio,
despacio, como si no andara,
Patrocinio la Señorita de Triana,
la de la carita lastimada,
y que ya asoman sus varales
por la esquina de Callao.
Viene derramando amores,
perfumando con su aroma
hasta todas aquellas flores
que a los balcones se asoman,
y en este que me encuentro yo,
a mi lado un hombre grande
como no es posible hayan dos
le dice desde la altura:
Patrocinio no me explico
como una pena tan grande
cabe en un pañuelo tan chico.
Ella no se ha detenido,
y hacia el Altozano sigue
repartiendo entre gemidos
medias sonrisas amargas
que inundando están la Plaza
ahora vestida de grises;
son los ojos de un Arrabal
que, cual nudo en la garganta
está viendo cómo se va
también buscando la plancha,
como lo hiciera su Hijo
tan sólo hace un momento.
Cruzando la Capillita,
la han revirado un poco,
un poco, y ya derechita
a buscar esa otra orilla
donde también la reclaman
pa llamarla Señorita,
pero ahora, Señorita Sevillana.
Me hubiera echado a la calle,
pero era la primera vez
que a un balcón fuera invitado,
y por eso me quedé.
La nueva mañana del Viernes
se nos presentó radiante;
al igual que horas antes,
horas de la madrugada,
aquella calle Castilla
deliciosamente engalanada
viviría el testimonio
de otra Triana entregada.
Alguien con mejor oído
parecióme oírle decir:
¡Se oye la Marcha real!
ya el Nazareno de la O
está saliendo ¿la oyes?
Claro que la estaba oyendo,
oyendo y sintiendo,
sintiendo y recordando,
recordando y viendo
a mi tío Pepe vistiendo
su propia ropa Morada
mientras que yo, niño, jugaba
con su corto capirote…
pero, mis ojos aún estaban
clavados en aquel manto,
y en el que el Sol del Aljarafe
se estaba como mis ojos recreando.
Ya lo creo que la estaba oyendo.
Los bajos y morados antifaces
hacía ratos que tenían llenas
las calles Castilla, Callao,
y la esquina donde me encontraba
a mi parecer encaramado.
y es que en el Barrio
se veía el brillo de la magnífica
Cruz de Carey que el Indiano
le dejara de regalo a la Hermandad.
Pasó como siempre, muy despacio
no es de las que son proclives
a aquello del paso alante y atrás,
que la cuadrilla de Ariza
marcha de otra manera,
una forma de trabajar
que no desmerece a las demás,
y fue que con su peculiar andar
se presentó en el Altozano.
Antes de la revirá
buscando aquella subida
tiro los zancos al suelo
para un momento más tarde
convertir en un revuelo
de palmas enfebrecidas
y susurrantes plegarias
que se dejaron oír por la Plaza.
El momento se rompió,
y el paso en su levantá
hizo que nos pareciera
que era aquél Nazareno
el que ahora andar quisiera,
como mostrando unas prisas
difíciles de entender,
contemplando un cielo Azul
que no se veía hacía tiempo.
Con la calma de quien sabe
que el Trianero no tiene interés
en que lo lleven a Sevilla
fue cruzando la Plaza.
Ya había pasado el Ficus
cuando una melodiosa marcha
se desgranaba en el ambiente
entre Castilla y Callao,
la misma pero diferente,
más pausada que otras veces,
un tono donde la magia
de una notas angelicales
se iban quedando impresas
entre los blancos azahares
de aquellos naranjos en flor
que adornan aquellas calles.
Ya san Jorge es un primor,
y no le falta un detalle
pa tener a aquella Flor
en el Barrio de Triana.
Ahora me sentí un tanto mal,
y es que su grave pasar
por debajo del balcón
imposible ver su cara
y fue aquella desazón
la que me hizo estallar,
y sin pensarlo dos veces
dije adiós a los asistentes
y a la calle me lancé
aunque sabía muy bien
que no podría ni andar
pero, eso sí, podría verle la cara
una carita muy difícil de olvidar
cuando la tienes grabada
de muchos años atrás.
La multitud incontrolada
aún bañaba la Plaza
era uno muchedumbre
que ya delante de Ella
avanzaba hacia ese Puente
que en nuestra Semana Santa
es pasarela de estrellas.
Y fue así como la vi
aquella última vez
de frente y de espalda, exultante
cuando el Sol en el Aljarafe
pensaba igual que yo:
“De aquí no hay quien me mueva
hasta que no cruce el Puente”.
Y así, siguiendo a la multitud
me encontré caminando al paso
ya que otro modo no había
por lo que tomé la decisión
de volver con la familia
que aún estaba en el balcón.
Había desistido seguir
por culpa de mis rodillas,
y es que ya no eran chiquillas,
ni yo tampoco el chiquillo
que millas y millas corría
buscando en esa agonía
el sitio del Baratillo.
El Postigo, el Salvador
pero no ha lugar el seguir
reseñando más lugares,
Triana y Sevilla entera
que con mi Barrio León
conforman las mil quimeras
de una semana de lujo
llamada semanasantera.
Y así fue que tal que vino se fue,
al menos para mis huesos,
por lo que llegado el Domingo
allá por santa Marina
le di un adiós definitivo
como haría tanta gente,
así que con la hora propia
me tomé una cervecita
en “ca er niño Vicente”
tiré pa la Resolana,
y allí cogí el autobús
que me devolvió a Triana.
Es curioso cuanto pasa
en esta Sevilla nuestra,
se acaban de cerrar las puertas
de una semana entrañable,
y ya estamos pendientes
de la otra que se abre,
y esta nueva es solo una
pero una sola y bien grande.
A grandes y tempranas voces
se presentó el mes de Abril,
como queriendo decir
que también él quiere su parte,
vamos que por algo él está aquí.
Y no hay que extrañarse de ello
porque en Sevilla a lo bello
es que no le encuentra fin…
Eso, que al fin nos llegó
el día más esperado
diría algún desesperado
esperando el pescaito,
aunque ya unos días antes
aquellos, los más feriantes
ya no pudieron aguantar,
y así entre rato y rato
se dieron una escapá
y acercarse a la caseta
que entre luces y mantoncillos
está ya casi acabá.
La portada, que maravilla,
que arte hay que tener
pa colocar tantos tubos,
tantas planchas y bombillas,
eso si es Arquitectura,
¡qué grande eres Sevilla!
y esa Triana tan pura
en todo lo que se propone
que hasta en unos sofocones
tienes dignidad y altura.
Las calles con ese albero
traído desde Alcalá
ya tienen brillando el suelo.
Las aceras baldeás,
los farolillos en su sitio,
las macetas bien plantás,
y aunque no empezó la Feria
ya está la gente muy seria,
colgada de un delantal,
esa prenda de cocina
que ya en aquella esquina
donde estaban “Los Mosquitos”
esa noche caerá
to ese pescaito frito,
y luego a cantá y bailá
hasta que llegue la hora.
Y la hora ya llegó,
sin retraso, y como siempre
revuelo de tanta gente
que vestida de gitana
y guardando la tradición
bajo la portada tienen
apartada la emoción,
ese momento tan grande
en el que ya nuestro Alcalde
va y le endiña a aquel botón,
y entonces aquello brilla,
y yo sufro esa impresión
que me sube la tensión,
vamos que me da una subidilla
al ver cuanta maravilla
la de este deslumbrón
que es la Feria de Sevilla.
Al día siguiente ya
y sin poder esperar
nos vamos al abordaje
buscando aquella mañana
que sería repetición
durante toa la semana;
los paseos de carruajes,
caballistas y amazonas
paseando la hermosura
de equinos bien ataviados
a la más fina andaluza,
aunque siempre hay gentuza
que los tienen maltratados.
Si en la feria de Sevilla
que es la feria de Abril
la mañana es deslumbrante,
en llegando el mediodía
que os voy a referir
acerca de una alegría
que es el fiel de su perfil.
Es la hora de un almuerzo
que hace vibrar la caseta
dando así rendida cuenta
de la clásica vitualla,
y es que vayas donde vayas:
los mariscos, el jamón,
las sabrosas calderetas,
y todo muy bien regado
con finos y manzanillas
que en esta Feria, señores,
es razón, como Sevilla.
No faltará el rebujito
que ya pusieron de moda
y hacerle la competencia
a una sana efervescencia,
a la bebida de siempre
la Cruz Campo, cervecita,
cervecita que en conciencia
siempre guardó la apariencia
de ser la más indispensable
que aunque todo es respetable
de ahí nuestra libertad.
Pero en la feria da igual
ya sea manzanilla o fino,
lo importante es el estar
en la caseta o la calle,
que el baile y el cante estalle
de esa forma singular
que sólo se suele dar
en esta nuestra tierra ¡vale!
Feria de Sevilla y ¡Olé!
Y esa calle del Infierno,
dónde me la deja Vd.,
con ese bullicio loco
que revienta los sentidos
entre música y pitidos
de unas sirenas,
mezcla de mil alaridos
haciendo así las llamadas
a mayores y chiquillos.
Y esa Tómbola graciosa
en la que si aciertas te toca
el más enorme peluche,
y con el que hay que cargar
hasta que enciendan las luces
en que ya la prole cansada
el regreso se produce.
Ya en casa baño y cena,
y al cuidado familiar
generalmente la abuela;
y a la cama sin tardar,
que ya comienza a pesar
la paliza de ese día,
desde aquella mañanita
que con tantas “calesitas”
rodando por la cabeza
nos recuerda aquel cajón
de tan alta bendición
donde están las pastillitas,
¡ay! Aspirina bendita:
un par de ellas del tirón.
Ya se hizo cargo la abuela,
y nosotros a la ducha
para un nuevo regresar
y así poder disfrutar
de la más hermosa velada
que os podáis imaginar,
cómo brilló esa caseta
entre encajes, abanicos,
mantoncillos, panderetas
que luciendo las paredes,
ya me dirán a mí Vds.,
si no mereció la pena
el pagar unas pesetas
por una noche tan buena.
Los grupos de sevillanas
que ya fueron contratados
amenizaron la noche,
mientras sobre los tablaos,
las flamencas y sus parejas
al aire de unas guitarras,
palmas y castañuelas,
bailaron hasta el amanecer
o que aguantaron las fuerzas
que es como debe de ser.
Dicen que en esta su Feria
los sevillanos no paran,
vamos, que hay mucha cuerda,
y ello ahora me recuerda
la tristeza del final
cuando en ese último día
se advirtió que la alegría
que otrora se disfrutaba,
vio como llegó el momento
en que un nuevo sentimiento
se coló en el sevillano
pensando cuánto le queda
para un nuevo pescaíto,
mas se queda callaito,
que tiene su explicación,
y es que Sevilla no para,
como no para Triana
porque en volviendo la cara
pasada ya la semana,
ya quemada aquella etapa
otra fiebre se desata,
y entrando de lleno en Mayo,
ya está viendo los caballos
por san Jacinto, Altozano,
o por aquella Castilla
donde un millar de chiquillas
jaleando entre volantes
el amor por su Rocío,
ya todo es escalofrío
convertido en llantos, rezos,
oraciones que en el alma
vuelan buscando su cara,
charquito de Luna clara
donde se miró Triana,
y que ya va despidiendo
a la alegre caravana
camino de las marismas,
así es Triana, ella misma
con repicar de campanas.
Aún sonaban los cohetes
por Cuesta del Caracol,
y en el susurrante oído
multiplicado por dos,
se fueron alejando estos
y dejar paso a otro son.
De nuevo vivió este Barrio
pasada otra gran semana
el regreso legendario
de la Hermandad de Triana.
La multitud de sonidos,
y ese sin par colorido
con que se viste la noche,
por esa calle Castilla,
dueña de los mil sentidos,
fueron quebrándose en ayes,
en lágrimas, en suspiros,
en peticiones calladas
que en un sinfín de miradas,
cuando el clamor desatado
de intentos disimulados,
dejaron claro ese sino
de ya querer otro año
volver a hacer el camino:
¡Madre mía del Rocío
dame fuerzas para ti
que quiero otro año seguir
sintiendo ese escalofrío
que me está haciendo vivir!
Mientras en ese otro lado
del corazón rociero,
la garganta destrozada
por la voz emocionada
está diciendo te quiero
al compás de un tamboril
que es el son de un corazón
que no para de latir,
como queriendo decir
con aquellas sevillanas,
que si habría de morir
que se muera aquí en Triana,
al lao del Guadalquivir.
No era necesario oír,
sólo con ver aquellos labios
ya se podía sentir
el tierno devocionario
que Ella pudiera pedir.
En un abrir y cerrar de ojos
Junio se nos echó encima,
para abriendo otro camino
allá por Vázquez de Leca
disfrutar otra gran fiesta
de orden catedralicio,
y celebrar un Solsticio
pletórico de deseos,
de pasarlo bien, sin más,
Un año más, Triana
vivió otro acontecimiento,
para algunos, el único.
La fiesta del Corpus Chico
como fuera conocido
desde año mil quinientos.
Espléndida la mañana,
comenzó brillando al compás
de aquel axioma que reza:
Tres jueves hay en el año
que relucen más que el Sol.
Jueves Santo, Corpus Cristi
y el día de Ascensión.
Tenía que ser así, y así fue;
no le podía fallar el Sol
a esta fiesta milenaria,
por eso se trasladó
con su hermosa luminaria
a un Domingo como no hay dos.
Las calles engalanadas,
y de romeros y juncias
magníficamente regadas
para un pasar entregado
a la oración susurrante
de un pueblo que, delirante,
se entrega de cuerpo entero
cuando entrando en el sendero
de Rodrigo de Triana,
busca ya por san Jacinto
llegar hasta un Altozano,
frontera que, mano a mano,
con aquella calle Larga
ve como la luz se alarga
de regreso a aquella Iglesia,
otrora la Catedral
de unos fieles trianeros
que no aceptan ese pensar
de que le quieran cambiar
ni el nombre ni los veneros
que arrancaron los primeros
habitantes de un lugar
cien por cien arrabalero.
Recogida en procesión
la Custodia de Mateo,
ahora sí, de verdad veo
que se fueron esas fiestas
que llenaron a Triana
entre el frío mes de Enero,
y el calentito de Mayo
cuando me quito ese sayo
que con fecha de cuarenta,
se encienden las ilusiones
pensando en las vacaciones
de aquella parte serrana
de mi Andalucía cabal,
mas allí todo da igual;
no se acaban los festejos
durante todo el verano,
y los pueblos, mano a mano,
no paran en todo tiempo
de organizar ferias, fiestas,
cucañas y romerías,
y aquí en el Guadalquivir
que os podría decir
de Santiago y de Sant´Ana,
una Velá que la gracia
de este Arrabal trianero,
hiciera nacer Sevilla
con sabor de Feria grande
allá por el mil trescientos,
que dulce acontecimiento
alrededor de una hoguera
que, al pie de su Catedral,
Mayor de la Abuela Ana
sintiera entera Triana,
y en verdad que no hay dos
que vivieran la emoción
de aquella hermosa mañana.
La calle Betis, entonces
llamada Vera del río,
nunca perdió en el estío
esa manera de ser,
del estar y el señorío
santo y seña de su gente,
las señas de identidad
que a donde quiera que va
la relación con Triana
nunca se podrá ocultar,
que es mucha la diferencia
entre ser de una conciencia
o conciencia de Arrabal.
Y al otro lado del Puente
llegado ya ese tufillo
de las sardinas asás,
un millar de farolillos
se notan ya nerviosillos
desde el Muelle de la Sal,
y esto es más que un halago,
ya que cuesta comprender,
y este es mi parecer,
que esta Velá de Santiago
y Sant´Ana, siempre fue
la más antigua de España,
¡no hay quien de más, mire Vd.!
Visita a la Marinera
Carmen que vive en Puente,
y bajando la de Tagua,
por aquellos escalones
que un día fueron vecinos
del Kiosco de la Flores,
y la anterior “Canariera”
que regentara Laureano,
las dos, Sevilla y Triana
pasearon de la mano
a lo largo de la calle
que la más bendita gloria
dejara para la historia
sin que faltara un detalle,
como el de nuestra Cucaña
que naciera sobre el río
en razón de un homenaje
a aquella Infanta de España,
y es que María Cristina nació
el mismo año que el Puente
Sevilla lo inauguró…
¿qué año dice la gente?
el año cincuenta y dos,
un siglo antes del Veinte.
Salí por la puerta grande
de un Julio de privilegios,
y no es que no me doliera,
que me dolió, y bastante,
pero esperaba el instante
en que volviendo a la sierra,
y seguir esas vacaciones
que demanda la familia,
es como una vigilia
de obligado cumplimiento,
y a esperar aquel momento
del ansiado regresar
a los brazos de este Barrio,
de este coqueto Arrabal
que de continuo reclama
cien mimos y mil caricias,
acaso no es una delicia
que piense así de nosotros…
Y es que existen trianeros
y es la pura realidad,
que la van a aprovechar
con su sentido más lerdo,
y después, ya ni me acuerdo,
repito, la más pura realidad,
que es verdad, y me da igual
lo que se pueda pensar
acerca de cuanto digo
desde este rincón serrano,
ojalá se termine el Verano
para en volviendo contigo,
a tu lado y como antaño,
demostrarles así otro año
que yo sí soy diferente,
y no como aquella gente,
que ya lo he dejado dicho,
son como fieras calientes
que te cogen entre dientes
viviendo de sus caprichos
que es la razón de sus mentes,
y luego dejarte entre dichos.
A finales de Septiembre
regresamos de la sierra,
y como es preceptivo
entramos por nuestro Barrio,
ya la Hermandad del Rosario
había comenzado a andar
organizando la fiesta
que al igual que cada año,
como último peldaño,
dedica a su titular,
aunque ya aquella Velada
que celebraba en Octubre
junto con su procesión,
en procesión se quedara,
y es que en el Barrio León
hasta aquello se perdió,
perdida ya la costumbre,
y es que el Barrio ya adolece
de aquella sana alegría
que mostraban cada día
unos jóvenes, y mayores
que se volcaban en loores
por esa Virgen chiquita
que allá por el siglo veinte
se fundara tan bonita
al amor de tanta gente.
La década de los ochenta
vio como se gestaba,
y felizmente llegaba
la deseada revelación
de aquella hermosa gestión,
y que impaciente esperaba
ver ya su culminación.
Con las primeras calendas
del ansiado mes de Octubre
el Barrio se echa a la calle,
y no le falta un detalle
al bello procesionar
que al decir del visitante,
o la gente del lugar,
que gente con más talante
disfruta ya esta Hermandad,
y es que verla atravesar
por este Barrio León
buscando ya san Gonzalo,
desde donde iniciará
ese sin par recorrido
que despertará sentidos
en un nuevo transitar.
Así, todas la de Gloria
dejarán su fiel historia,
y que disfrute Sevilla
al igual que aquí en Triana,
porque también en Sant´Ana
desde el siglo diecisiete
este Arrabal acomete
organizar cada año
tan solemne procesión
que, con esa perfección,
de una pléyade de hermanos,
la más Divina Pastora,
que es lo que Ella atesora,
hace temblar a Triana,
y con ello al corazón
de quien la quiere y la adora:
mil razones, y en razón
de quien bendita la hora
tuvo tan feliz concepción.
Aquella Vázquez de Leca
de mediados de Septiembre,
nos cuentan los reportajes
que era un río de emociones,
de pellizcos y sensaciones
que a nadie dejó indiferente,
y así contaba la gente
como por calle Pureza,
frente a la de los Marineros,
un ramillete de flores
le echaron con mil amores
para adornar su sombrero,
como si fueran estrellas,
como si fueran luceros,
como si fueran espumas
de un Guadalquivir señero
sobre el que navega ella
como si fuera un velero.
Si allí hubieras estado
me dijo el amigo Juan,
macareno por más señas,
cuando hube regresado.
“Apenas salió de la calle
y atravesó la frontera
ardiente del Altozano,
se consumó esa quimera
que nos lleva de la mano
por una esquina cualquiera
de este Barrio tan Cabal,
y es que no se podía andar
entrando ya en san Jacinto,
y sobre todo, querido,
cuando quedé sorprendido
al revirar a Alfarería,
eso no me lo esperaba,
es que no me lo creía,
con la carne de gallina
nos quedamos extasiados,
que fue un momento alado
que no te puedes creer
si no te encuentras allí,
y eres testigo directo
de tan bello discurrir”
“Por calle Alfarería entró,
y cuando en Antillano Campos
otra nueva revirada
a Pagés del Corro la llevó,
créeme que me embargaba
una extraña sensación,
y es que tampoco esperaba
que de nuevo en san Jacinto
la multitud aguardaba
esa nueva aparición
que te llena de emoción
cuando en aquella capilla
tan preciosa, tan sencilla
que no tiene parangón,
el saludo a aquella Estrella
muchas gargantas quebró.
Y allí, un año más la dejé
no sin dejarla de ver
dando la vuelta a la esquina
de Rodrigo de Triana
tan hermoso oscurecer
que yo nunca olvidaré
aunque esté en la Resolana”.
Se fueron Octubre y Noviembre
dando paso a otro Diciembre,
sabores de Navidad
en que alguno encontrará
tristeza o melancolía
de aquellos que ya no están,
y que hicieran disfrutar
con esa sana alegría
de fiesta tan popular
alrededor de un Belén
que yo preparo también,
el día de la Inmaculada,
en el salón de mi casa,
y oyendo unos villancicos
que me traen los recuerdos
de cómo ponía de acuerdo
a mis niños cuando chicos,
que empeñados en llevar
en cada mano un manojo
las figuras que a su antojo
siempre querían montar,
y si he de ser sincero
siempre quedaba el Portal
para quitarse el sombrero.
Son fechas para Triana
en que los campanilleros
van alegrando las calles,
llenándola de alegorías,
los cantos y la algarabía
que sembrada por doquier,
es el fruto de la miel
cosechada en estos días
para que todos a una
alejemos de una cuna
aquello que no es de bien.
Palillos y panderetas,
guitarras y los chinchines
forman los coros afines
a esta fiesta singular
que nadie podrá igualar
al largo de todo el año.
La noche de Noche buena,
esperemos como antaño
que allá en la Sacra Familia,
conocida la Plazuela,
a los pies de aquella Abuela
se vuelva a montar el Portal
que a Triana siempre dio
sentido y popularidad,
con su gracia, su calor,
y animales de verdad,
ya que todos los chiquillos
que cada año pasaron
a recrearse en su ambiente,
de aquella forma evidente
en unión de sus maestras
y también de sus maestros
dijeron este es el más bonito,
claro que sí, es el nuestro.
Y así fue como pasaron
por el río estos peces,
y acabar los doce meses
que en algunos casos fueron
para algunos un martirio,
para otros un delirio
ya que alcanzaron la meta
del trabajo deseado,
no obstante, ese fin de año
con pelillos a la mar,
y a esperar que el Diecisiete
con un juego de cohetes,
venga lleno de venturas,
con mucha luz o a oscuras,
sólo hay que disfrutar
de una buena Noche vieja,
ya sean uvas o lentejas
que ya luego Dios dirá.
Dedicado a Juan, un Macareno
enamorado de Triana,
y a Melisa Bejarano
por su colaboración
en tan bonita Portada.
La imágenes fueron tomadas de Internet,
así como del archivo del autor.
Divagando por el b. de la gracia

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Divagando por el b. de la gracia

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  • 2.
  • 3. PRÓLOGO Esta deliciosa obrita que, con el título Divagando por el Barrio de la Gracia, Santiago, mi esposo, se ha empeñado en que sea yo su Prologuista en razón de que en lo que al Barrio y nuestro amor por él se refiere, y como es natural tenemos en común, lo cierto es que no ha dejado de sorprenderme, gratamente, lo reconozco. Quiero pensar que se debe a lo mucho que llevo leído hasta ahora, y no quiero decir con ello que me considere una experta literaria, no obstante, si he de confesar que, en razón de lo que éste marido mío lleva escrito, todo lo que le he leído hasta la presente, que es mucho, me ha encantado, sobre todo y como no podía ser de otra manera, lo relativo a Triana. Triana, casi una ciudad sobre la que tengo la impresión de que es como si fuera una mujer de carne y hueso que pariera a algunos de sus hijos y es por eso que, después de haber gozado con la lectura de infinidad de versos tan llenos de sabor arrabalero, tan limpios y entregados como libres y nada encorsetados, comprenderán que no debía dejar pasar la oportunidad de, convirtiéndome en su peón de brega, hacerle un quite a la falsa humildad, y lanzándome al dorado albero de una fantasía tan real como compartida, ponerme manos a la obra y pergeñar esto que ahora que ahora os hago llegar con el sólo fin de que disfrutéis del paseo que durante trescientos sesenta y cinco días, eso sí, de fiesta en fiesta, ya que en Triana solo existe la felicidad alegre de quien vive y la comparte como el Trianero sabe hacerlo. Y es así como este Trianero se coloca y nos coloca sobre unos folios sin mácula alguna y comienza a pedirnos que lo acompañemos por lugares y momentos de los que quedan grabados en la historia, la memoria y el
  • 4. corazón de cada uno de aquellos afortunados que tuvieron la oportunidad de emborracharse con este humilde aunque hermoso “divagar por una gracia diferente, a los ojos de su autor, como es la que tienen los tuétanos de esta madre que siempre fue y será Triana”. Afortunados los que comprendan cuanto queda derramado sobre este trabajo porque de ellos será la satisfacción de poder decir: Pasé - virtualmente- unos buenos ratos por Triana. Luisa Pérez Otoño 2016
  • 5. DIVAGANDO POR EL BARRIO DE LA GRACIA Voy a divagar por mi Barrio, la Triana de la Gracia, como lo hiciera Juan Sierra cuando le cantó a Sevilla con aquellas maravillas de cuanto la ciudad encierra, mas lo haré a mi manera, mucho verso, y tan movido que despierte los sentidos, y aquellas entendederas que dicen no estar permitido escribir de esta manera, pero, es lo que yo digo: si yo quiero hacerlo así porqué se me va a prohibir escribir como yo quiera. Termina de leer, amigo, y luego ya me dirás si estás o no estás conmigo.
  • 6. Este año, Triana se presentó como quien en sociedad lo hace. Con aquel uno de Enero corrió de nuevo el venero de la sangre arrabalera de que se surte la gente, llenándose de alegrías, y hacer que sus fantasías vivan las fiel realidad de quien quiere comenzar de nuevo a hacer un camino, sin cizañas, sin espinos, aunque tampoco, y es verdad, la cosa sea tan sencilla, pero, hay que apechugar porque ya no ha lugar vivir de mentirillas. Nació el dos mil dieciséis después de una noche loca en que cerrara aquel quince que a más de uno un esguince le dejara bien baldao, pero, en fin, ya se a acabao; Un borrón y cuenta nueva, y a esperar que no nos llueva, al menos, demasiao.
  • 7. Triana paseó su Cabalgata llena de luz y un color tan difícil de igualar, que sólo quien vive aquí, en este bello Arrabal se podrá así permitir el poder considerar que esto no será mentir, que esto es pura realidad. La ilusión que fue sembrando al largo del recorrido, fue nuestra mente llenando, endulzando los sentidos al tiempo que de regalos, caramelos y suplidos quedáronse bien repletos
  • 8. todos aquellos bolsillos de jóvenes y mayores, todos, en verdad, chiquillos. Dice el refrán, y no engaña, que la impaciencia en Triana es de lo más natural… Y debe de ser verdad, ya que el Domingo pasado, y en este caso me refiero a aquel de la Resurrección, ya se comenzó a contar con el Calendario en la mano lo que podía faltar para poder disfrutar de nuevo Domingo de Ramos.
  • 9. Y este se nos presentó tan envuelto en celofán, como ya hacía algunos años que echábamos a faltar la ausencia de aquellas nubes que no dan seguridad, aunque digan los del tiempo: “una llovizna na más”. Con Ramos se presentó un catálogo especial para una única Sevilla, y es que alegrías y Penas que en aquella Noche buena, que en Triana se viviera; y ahora ya, naciendo el día, pudo más la cofradía que siempre ese día espera, que en esa tarde de lujo, tras ella vino el reflujo de aquella imagen señera, que pasada la ribera dejando a Sevilla muda, y es que esta, ya ni duda, siempre será la primera.
  • 10. Lo cierto es que el Domingo apenas comenzó a andar llenó a Triana de gente, los de aquí y los de allá que cruzaron nuestro Puente, y aspirando este Azahar que hace santa hasta la mente, poder así disfrutar viendo a una Estrella valiente, y luego poder comparar aunque se haga entre dientes si hay cosita tan igual en los Cinco continentes. Ciertamente fue un derroche de fantasía y color, bullicio y luminosidad cuando aquella san Jacinto
  • 11. ahora ya peatonal, se presentó tan radiante sobre el Blanco de su umbral que así quedó el vecindario, otra vez sin respirar, y en las mejillas un rosario de lágrimas en manantial. La calle, aunque es cortita luciría aquellas galas que la hacen infinita y hasta del cielo antesala. Cierres, ventanas, balcones fueron todos decorados con colchas y con mantones llenos de solemnidad, sin faltar los macetones con su aire popular. La Cofradía al completo se paseó muy despacio hasta llegar al Altozano donde se apreció un respeto, que al ser Hermandad de barrio mucha gente no comprende, mas tampoco es necesario, por eso hay que estar allí, en ese lugar enclave
  • 12. puerta del Guadalquivir de la que Ella es la llave y no hay más na que decir. Continuó una semana que como diría Juan: “es la más Santa de todas” y nunca le faltó razón, por eso aquel Lunes Santo y ya en el Barrio León se acabaron los quebrantos, la pena y la sin razón cuando vimos los naranjos cubiertos por esa flor Blanca de nombre Azahar, como el color del Amor que luce arriba en su altar
  • 13. la Niña del corazón. Ella es la Soberana, la Salud de los enfermos de este Barrio que es Triana, y es que junto con su Hijo, el Soberano Poder, ya con la tarde avanzada no hay que dejarlos de ver en esa excepcional parada que hacen ante los viejitos y viejitas recogidos en el Asilo de ancianos, allí engañan los sentidos cuando se ve al Soberano desde un prisma contraído, como se torna en Humano.
  • 14. Todo plegaria y fervores se aprecian en las caritas como ramitos de flores tiernas, bellas y finitas sus arrugas, sus dolores que en esas caras marchitas serán como resplandores para la Niña Bonita del Barrio de mis amores. Así, entre vítores y palmas que registrará el ambiente, caminó nuestra Hermandad buscando también el Puente, no sin antes saludar a los enfermos y enfermas que están en ese Hospital de nombre Infanta Luisa,
  • 15. ese, cuya paradoja: que ya no es de Beneficencia como aquel de la Cruz Roja que hasta los años setenta atendía necesidades sin pensar en otra cosa que no fuese la salud de aquella pobreza en boga. Dejada atrás la avenida, de antiguo la “Carretera” ahora llena de naranjos, pero ausente de moreras que tanto amara mi panda, aunque lo que allí estuvo fue ese hambre que pasaba más de uno y más de dos por esa ley del embudo, ¡cuánta crueldad, vive Dios! Atrás se quedó el Naranjo, y el ambiente perfumado por ese Azahar en flor, y caracolas de incienso que los acólitos fueron dejando cual huella indeleble de su entregada pasión natural de unas vivencias
  • 16. allá en el Barrio León. Cuando cruzó san Jacinto, esa arteria principal con que se viste Triana el Lunes de Semana Santa, se encontraba a rebozar, no cabía ni un alfiler, y aunque es muy comercial, la gente salió a la calle dispuesta a verla a pasar al compás de aquella marcha con ecos de popularidad… Cuánta elegancia y belleza, gracia y naturalidad cuando ya se fue perdiendo y al Altozano llegar sobre unos pies trianeros, de san Gonzalo ¡ahí es na!
  • 17. Triana durmió esa noche ebria del enorme gozo a la vez que apesadumbrada de no poder ver a otra Reina: Cigarrera, esa tan guapa que de los nuevos Remedios por el Arrabal cruzara dejándolo aromatizado, llenando de luz la Plaza, hasta que una decisión de los más absurdo tomada dejara a toda mi gente y a aquella de la obra banda sin el poder contemplar el Jueves Santo en Triana a una Victoria callada, y llorando tras su Hijo viendo como lo azotaban.
  • 18. Ya no pasa la Hermandad por el Puente de Triana, y está tan triste su Madre que no quiere ni campanas. Esa tarde, Jueves Santo, me recogí más temprano, y estaba justificado, había que dormir un poco, hacer descansar este cuerpo ya de por sí muy cansado por tanta pelea librada, aunque alguna se ha ganado o acaso solo empatada en razón de aquellos hados que te dejan tan helados ante una turba encontrada. Después de ver a Pasión favor que hago a mi casta,
  • 19. deshice todo lo andado; por el Puente a san Jacinto, pasando por un Altozano que vibra ya de un gentío que no entiende de tempranos, regresando ya a mi casa, y allí quedar allí acostado, hasta que en siendo la una de un nuevo día preñado de ilusiones y requiebros, todo por muchos soñado, de nuevo me fui a la calle… La madrugada, hecha diosa de aquellas “las Seis hermanas”, daba su luz a este Barrio, y así iluminada y gozosa lucía esplendente Triana, cuando al salir de Pureza y abriéndose al Altozano, el ambiente soberano contemplaba la belleza de un caballo y un romano, tallas de tanta realeza que este pueblo sevillano no deja de cantar proezas acerca de parecer tan humano.
  • 20. Pero nada es comparable con esa talla admirable que hiciera aquél Escultor de nombre Marcos Cabrera, la cual se reconociera en la Sevilla del Arte como aquel punto y aparte que deja tan ensimismado, cuando con el subir racheado el canasto de Guzmán de apellido Bejarano, ya deja atrás el Altozano, y ahora, arriba del Puente, recibiendo la caricia de una Carmen Marinera, y de ese río la brisa
  • 21. tan fresca y guadalquiveña, el paso alegre se alarga buscando ya la otra orilla, mientras que en la calle Larga ya suenan las seguiriyas, algunas por Solea, que son esa maravilla que pariera este Arrabal, ese cante de verdad que siempre fue la bandera de una gente sin igual como la gente Alfarera. Y es que en la calle Pureza cuando ya se encuentra Ella, son luceros, son estrellas las que rompen los balcones con ese millar de reflejos que hierven los corazones de una Sevilla que el río se bebió en dos borbotones pa no perderse el quejío de unas gargantas de lujo cuando ya en la revirá buscando así el Altozano atrás se queda el reflujo de mil caracolas de un humo que el Incienso desprendido
  • 22. va labrando los sentidos antes de subir el Puente. Sonó de nuevo el martillo, y aquellos riñones de arte que habían hecho un aparte en la Botica Murillo, arranca de nuevo al paso, recreando una subida que dejaría fundida la imagen de Juan Belmonte antaño tan dolorida, y esas lágrimas vertidas; lágrimas y sentimientos son vidas arracimadas cuando en lo alto, encarada a su Hermana Carmencita, están llamándola ¡Guapa! y la otra, qué bonita se puso para su Hermana en aquella capillita, Gloria del Barrio y su gente, siempre por siempre Bendita antes de entrar en el Puente.
  • 23. Ya se va para Sevilla; los lamentos trianeros quedaron flotando al aire, al pie del reloj del Faro. ¡Cuántos recuerdos nos llegan cuando al pasar por su puerta toda ella nos recuerdan aquellos tiempos pasados a bordo de unas vivencias tan dulces como entregados! Desde el balcón de Duarte, José, tan buen amigo como buena gente, pude ver perfectamente esa revirá en Callao cuando fue de parte a parte luciéndose aquel Costero, el de Joaquín, el de la Choni,
  • 24. para de nuevo en san Jorge y enfilando el Altozano ver cada vez más Humano el más perfecto perfil, y con el que poder presumir de raza, Cachorro y gitano. Ya esa Plaza que es entrada, pero, que el Viernes es salida, ahora, y desde aquella mi altura, veo tal inmensidad de criaturas que da mucho que pensar como el Cachorro al pasar no pueda ver a ninguna por culpa de su elevado mirar siempre hacia las alturas. Reflexiono sobre que el Cristo pasa reflejado en el agua, pero, que nunca la ha visto aunque sintiera el frescor entre los dos barandales, sin embargo, nuestros males los mitiga con su Amor que son sus armas reales.
  • 25. Desde mi atalaya observo su entrada hacia aquella tabla que es el Puente de Triana, con que gracia Soberana lo están llevando a Sevilla, y que allí sea sevillana. Mas se oye otro bullicio, es el que entre los naranjos de una Castilla imponente, puerta de la O impaciente, está pasando muy despacio, despacio, como si no andara, Patrocinio la Señorita de Triana, la de la carita lastimada, y que ya asoman sus varales por la esquina de Callao. Viene derramando amores, perfumando con su aroma hasta todas aquellas flores
  • 26. que a los balcones se asoman, y en este que me encuentro yo, a mi lado un hombre grande como no es posible hayan dos le dice desde la altura: Patrocinio no me explico como una pena tan grande cabe en un pañuelo tan chico. Ella no se ha detenido, y hacia el Altozano sigue repartiendo entre gemidos medias sonrisas amargas que inundando están la Plaza ahora vestida de grises; son los ojos de un Arrabal que, cual nudo en la garganta está viendo cómo se va también buscando la plancha, como lo hiciera su Hijo tan sólo hace un momento. Cruzando la Capillita, la han revirado un poco, un poco, y ya derechita a buscar esa otra orilla donde también la reclaman pa llamarla Señorita,
  • 27. pero ahora, Señorita Sevillana. Me hubiera echado a la calle, pero era la primera vez que a un balcón fuera invitado, y por eso me quedé. La nueva mañana del Viernes se nos presentó radiante; al igual que horas antes, horas de la madrugada, aquella calle Castilla deliciosamente engalanada viviría el testimonio de otra Triana entregada. Alguien con mejor oído parecióme oírle decir: ¡Se oye la Marcha real!
  • 28. ya el Nazareno de la O está saliendo ¿la oyes? Claro que la estaba oyendo, oyendo y sintiendo, sintiendo y recordando, recordando y viendo a mi tío Pepe vistiendo su propia ropa Morada mientras que yo, niño, jugaba con su corto capirote… pero, mis ojos aún estaban clavados en aquel manto, y en el que el Sol del Aljarafe se estaba como mis ojos recreando. Ya lo creo que la estaba oyendo. Los bajos y morados antifaces hacía ratos que tenían llenas las calles Castilla, Callao, y la esquina donde me encontraba a mi parecer encaramado. y es que en el Barrio se veía el brillo de la magnífica Cruz de Carey que el Indiano le dejara de regalo a la Hermandad.
  • 29. Pasó como siempre, muy despacio no es de las que son proclives a aquello del paso alante y atrás, que la cuadrilla de Ariza marcha de otra manera, una forma de trabajar que no desmerece a las demás, y fue que con su peculiar andar se presentó en el Altozano. Antes de la revirá buscando aquella subida tiro los zancos al suelo
  • 30. para un momento más tarde convertir en un revuelo de palmas enfebrecidas y susurrantes plegarias que se dejaron oír por la Plaza. El momento se rompió, y el paso en su levantá hizo que nos pareciera que era aquél Nazareno el que ahora andar quisiera, como mostrando unas prisas difíciles de entender, contemplando un cielo Azul que no se veía hacía tiempo. Con la calma de quien sabe que el Trianero no tiene interés en que lo lleven a Sevilla fue cruzando la Plaza. Ya había pasado el Ficus cuando una melodiosa marcha se desgranaba en el ambiente entre Castilla y Callao, la misma pero diferente, más pausada que otras veces, un tono donde la magia de una notas angelicales
  • 31. se iban quedando impresas entre los blancos azahares de aquellos naranjos en flor que adornan aquellas calles. Ya san Jorge es un primor, y no le falta un detalle pa tener a aquella Flor en el Barrio de Triana. Ahora me sentí un tanto mal, y es que su grave pasar por debajo del balcón imposible ver su cara y fue aquella desazón la que me hizo estallar, y sin pensarlo dos veces dije adiós a los asistentes y a la calle me lancé aunque sabía muy bien que no podría ni andar pero, eso sí, podría verle la cara una carita muy difícil de olvidar cuando la tienes grabada de muchos años atrás. La multitud incontrolada aún bañaba la Plaza era uno muchedumbre
  • 32. que ya delante de Ella avanzaba hacia ese Puente que en nuestra Semana Santa es pasarela de estrellas. Y fue así como la vi aquella última vez de frente y de espalda, exultante cuando el Sol en el Aljarafe pensaba igual que yo: “De aquí no hay quien me mueva hasta que no cruce el Puente”. Y así, siguiendo a la multitud me encontré caminando al paso ya que otro modo no había por lo que tomé la decisión
  • 33. de volver con la familia que aún estaba en el balcón. Había desistido seguir por culpa de mis rodillas, y es que ya no eran chiquillas, ni yo tampoco el chiquillo que millas y millas corría buscando en esa agonía el sitio del Baratillo. El Postigo, el Salvador pero no ha lugar el seguir reseñando más lugares, Triana y Sevilla entera que con mi Barrio León conforman las mil quimeras de una semana de lujo llamada semanasantera. Y así fue que tal que vino se fue, al menos para mis huesos, por lo que llegado el Domingo allá por santa Marina le di un adiós definitivo como haría tanta gente, así que con la hora propia me tomé una cervecita en “ca er niño Vicente”
  • 34. tiré pa la Resolana, y allí cogí el autobús que me devolvió a Triana. Es curioso cuanto pasa en esta Sevilla nuestra, se acaban de cerrar las puertas de una semana entrañable, y ya estamos pendientes de la otra que se abre, y esta nueva es solo una pero una sola y bien grande. A grandes y tempranas voces se presentó el mes de Abril, como queriendo decir que también él quiere su parte, vamos que por algo él está aquí. Y no hay que extrañarse de ello
  • 35. porque en Sevilla a lo bello es que no le encuentra fin… Eso, que al fin nos llegó el día más esperado diría algún desesperado esperando el pescaito, aunque ya unos días antes aquellos, los más feriantes ya no pudieron aguantar, y así entre rato y rato se dieron una escapá y acercarse a la caseta que entre luces y mantoncillos está ya casi acabá. La portada, que maravilla, que arte hay que tener pa colocar tantos tubos, tantas planchas y bombillas, eso si es Arquitectura, ¡qué grande eres Sevilla! y esa Triana tan pura en todo lo que se propone que hasta en unos sofocones tienes dignidad y altura. Las calles con ese albero
  • 36. traído desde Alcalá ya tienen brillando el suelo. Las aceras baldeás, los farolillos en su sitio, las macetas bien plantás, y aunque no empezó la Feria ya está la gente muy seria, colgada de un delantal, esa prenda de cocina que ya en aquella esquina donde estaban “Los Mosquitos” esa noche caerá to ese pescaito frito, y luego a cantá y bailá hasta que llegue la hora. Y la hora ya llegó, sin retraso, y como siempre revuelo de tanta gente
  • 37. que vestida de gitana y guardando la tradición bajo la portada tienen apartada la emoción, ese momento tan grande en el que ya nuestro Alcalde va y le endiña a aquel botón, y entonces aquello brilla, y yo sufro esa impresión que me sube la tensión, vamos que me da una subidilla al ver cuanta maravilla la de este deslumbrón que es la Feria de Sevilla. Al día siguiente ya y sin poder esperar nos vamos al abordaje buscando aquella mañana que sería repetición durante toa la semana; los paseos de carruajes, caballistas y amazonas paseando la hermosura de equinos bien ataviados a la más fina andaluza, aunque siempre hay gentuza que los tienen maltratados.
  • 38. Si en la feria de Sevilla que es la feria de Abril la mañana es deslumbrante, en llegando el mediodía que os voy a referir acerca de una alegría que es el fiel de su perfil. Es la hora de un almuerzo que hace vibrar la caseta dando así rendida cuenta de la clásica vitualla, y es que vayas donde vayas: los mariscos, el jamón, las sabrosas calderetas, y todo muy bien regado con finos y manzanillas que en esta Feria, señores, es razón, como Sevilla.
  • 39. No faltará el rebujito que ya pusieron de moda y hacerle la competencia a una sana efervescencia, a la bebida de siempre la Cruz Campo, cervecita, cervecita que en conciencia siempre guardó la apariencia de ser la más indispensable que aunque todo es respetable de ahí nuestra libertad. Pero en la feria da igual ya sea manzanilla o fino, lo importante es el estar en la caseta o la calle, que el baile y el cante estalle de esa forma singular que sólo se suele dar en esta nuestra tierra ¡vale! Feria de Sevilla y ¡Olé! Y esa calle del Infierno, dónde me la deja Vd., con ese bullicio loco que revienta los sentidos entre música y pitidos de unas sirenas,
  • 40. mezcla de mil alaridos haciendo así las llamadas a mayores y chiquillos. Y esa Tómbola graciosa en la que si aciertas te toca el más enorme peluche, y con el que hay que cargar hasta que enciendan las luces en que ya la prole cansada el regreso se produce. Ya en casa baño y cena, y al cuidado familiar generalmente la abuela; y a la cama sin tardar, que ya comienza a pesar la paliza de ese día, desde aquella mañanita que con tantas “calesitas” rodando por la cabeza
  • 41. nos recuerda aquel cajón de tan alta bendición donde están las pastillitas, ¡ay! Aspirina bendita: un par de ellas del tirón. Ya se hizo cargo la abuela, y nosotros a la ducha para un nuevo regresar y así poder disfrutar de la más hermosa velada que os podáis imaginar, cómo brilló esa caseta entre encajes, abanicos, mantoncillos, panderetas que luciendo las paredes, ya me dirán a mí Vds., si no mereció la pena el pagar unas pesetas por una noche tan buena. Los grupos de sevillanas que ya fueron contratados amenizaron la noche, mientras sobre los tablaos, las flamencas y sus parejas al aire de unas guitarras,
  • 42. palmas y castañuelas, bailaron hasta el amanecer o que aguantaron las fuerzas que es como debe de ser. Dicen que en esta su Feria los sevillanos no paran, vamos, que hay mucha cuerda, y ello ahora me recuerda la tristeza del final cuando en ese último día se advirtió que la alegría que otrora se disfrutaba, vio como llegó el momento en que un nuevo sentimiento se coló en el sevillano pensando cuánto le queda para un nuevo pescaíto, mas se queda callaito,
  • 43. que tiene su explicación, y es que Sevilla no para, como no para Triana porque en volviendo la cara pasada ya la semana, ya quemada aquella etapa otra fiebre se desata, y entrando de lleno en Mayo, ya está viendo los caballos por san Jacinto, Altozano, o por aquella Castilla donde un millar de chiquillas jaleando entre volantes el amor por su Rocío, ya todo es escalofrío convertido en llantos, rezos, oraciones que en el alma vuelan buscando su cara, charquito de Luna clara donde se miró Triana, y que ya va despidiendo a la alegre caravana camino de las marismas, así es Triana, ella misma con repicar de campanas.
  • 44. Aún sonaban los cohetes por Cuesta del Caracol, y en el susurrante oído multiplicado por dos, se fueron alejando estos y dejar paso a otro son. De nuevo vivió este Barrio pasada otra gran semana el regreso legendario de la Hermandad de Triana. La multitud de sonidos, y ese sin par colorido con que se viste la noche, por esa calle Castilla,
  • 45. dueña de los mil sentidos, fueron quebrándose en ayes, en lágrimas, en suspiros, en peticiones calladas que en un sinfín de miradas, cuando el clamor desatado de intentos disimulados, dejaron claro ese sino de ya querer otro año volver a hacer el camino: ¡Madre mía del Rocío dame fuerzas para ti que quiero otro año seguir sintiendo ese escalofrío que me está haciendo vivir! Mientras en ese otro lado del corazón rociero, la garganta destrozada por la voz emocionada está diciendo te quiero al compás de un tamboril que es el son de un corazón que no para de latir, como queriendo decir
  • 46. con aquellas sevillanas, que si habría de morir que se muera aquí en Triana, al lao del Guadalquivir. No era necesario oír, sólo con ver aquellos labios ya se podía sentir el tierno devocionario que Ella pudiera pedir. En un abrir y cerrar de ojos Junio se nos echó encima, para abriendo otro camino allá por Vázquez de Leca disfrutar otra gran fiesta de orden catedralicio, y celebrar un Solsticio pletórico de deseos,
  • 47. de pasarlo bien, sin más, Un año más, Triana vivió otro acontecimiento, para algunos, el único. La fiesta del Corpus Chico como fuera conocido desde año mil quinientos. Espléndida la mañana, comenzó brillando al compás de aquel axioma que reza: Tres jueves hay en el año que relucen más que el Sol. Jueves Santo, Corpus Cristi y el día de Ascensión. Tenía que ser así, y así fue; no le podía fallar el Sol a esta fiesta milenaria, por eso se trasladó con su hermosa luminaria a un Domingo como no hay dos. Las calles engalanadas, y de romeros y juncias magníficamente regadas para un pasar entregado a la oración susurrante
  • 48. de un pueblo que, delirante, se entrega de cuerpo entero cuando entrando en el sendero de Rodrigo de Triana, busca ya por san Jacinto llegar hasta un Altozano, frontera que, mano a mano, con aquella calle Larga ve como la luz se alarga de regreso a aquella Iglesia, otrora la Catedral de unos fieles trianeros que no aceptan ese pensar de que le quieran cambiar ni el nombre ni los veneros que arrancaron los primeros habitantes de un lugar cien por cien arrabalero.
  • 49. Recogida en procesión la Custodia de Mateo, ahora sí, de verdad veo que se fueron esas fiestas que llenaron a Triana entre el frío mes de Enero, y el calentito de Mayo cuando me quito ese sayo que con fecha de cuarenta, se encienden las ilusiones pensando en las vacaciones de aquella parte serrana de mi Andalucía cabal, mas allí todo da igual; no se acaban los festejos durante todo el verano, y los pueblos, mano a mano, no paran en todo tiempo de organizar ferias, fiestas, cucañas y romerías, y aquí en el Guadalquivir que os podría decir de Santiago y de Sant´Ana, una Velá que la gracia de este Arrabal trianero, hiciera nacer Sevilla
  • 50. con sabor de Feria grande allá por el mil trescientos, que dulce acontecimiento alrededor de una hoguera que, al pie de su Catedral, Mayor de la Abuela Ana sintiera entera Triana, y en verdad que no hay dos que vivieran la emoción de aquella hermosa mañana. La calle Betis, entonces llamada Vera del río, nunca perdió en el estío esa manera de ser, del estar y el señorío santo y seña de su gente, las señas de identidad que a donde quiera que va la relación con Triana nunca se podrá ocultar, que es mucha la diferencia entre ser de una conciencia o conciencia de Arrabal. Y al otro lado del Puente llegado ya ese tufillo
  • 51. de las sardinas asás, un millar de farolillos se notan ya nerviosillos desde el Muelle de la Sal, y esto es más que un halago, ya que cuesta comprender, y este es mi parecer, que esta Velá de Santiago y Sant´Ana, siempre fue la más antigua de España, ¡no hay quien de más, mire Vd.! Visita a la Marinera Carmen que vive en Puente, y bajando la de Tagua, por aquellos escalones que un día fueron vecinos del Kiosco de la Flores, y la anterior “Canariera”
  • 52. que regentara Laureano, las dos, Sevilla y Triana pasearon de la mano a lo largo de la calle que la más bendita gloria dejara para la historia sin que faltara un detalle, como el de nuestra Cucaña que naciera sobre el río en razón de un homenaje a aquella Infanta de España, y es que María Cristina nació el mismo año que el Puente Sevilla lo inauguró… ¿qué año dice la gente? el año cincuenta y dos, un siglo antes del Veinte. Salí por la puerta grande de un Julio de privilegios,
  • 53. y no es que no me doliera, que me dolió, y bastante, pero esperaba el instante en que volviendo a la sierra, y seguir esas vacaciones que demanda la familia, es como una vigilia de obligado cumplimiento, y a esperar aquel momento del ansiado regresar a los brazos de este Barrio, de este coqueto Arrabal que de continuo reclama cien mimos y mil caricias, acaso no es una delicia que piense así de nosotros… Y es que existen trianeros y es la pura realidad,
  • 54. que la van a aprovechar con su sentido más lerdo, y después, ya ni me acuerdo, repito, la más pura realidad, que es verdad, y me da igual lo que se pueda pensar acerca de cuanto digo desde este rincón serrano, ojalá se termine el Verano para en volviendo contigo, a tu lado y como antaño, demostrarles así otro año que yo sí soy diferente, y no como aquella gente, que ya lo he dejado dicho, son como fieras calientes que te cogen entre dientes viviendo de sus caprichos que es la razón de sus mentes, y luego dejarte entre dichos. A finales de Septiembre regresamos de la sierra, y como es preceptivo entramos por nuestro Barrio, ya la Hermandad del Rosario había comenzado a andar
  • 55. organizando la fiesta que al igual que cada año, como último peldaño, dedica a su titular, aunque ya aquella Velada que celebraba en Octubre junto con su procesión, en procesión se quedara, y es que en el Barrio León hasta aquello se perdió, perdida ya la costumbre, y es que el Barrio ya adolece de aquella sana alegría que mostraban cada día unos jóvenes, y mayores que se volcaban en loores por esa Virgen chiquita que allá por el siglo veinte se fundara tan bonita al amor de tanta gente. La década de los ochenta vio como se gestaba, y felizmente llegaba la deseada revelación de aquella hermosa gestión, y que impaciente esperaba
  • 56. ver ya su culminación. Con las primeras calendas del ansiado mes de Octubre el Barrio se echa a la calle, y no le falta un detalle al bello procesionar que al decir del visitante, o la gente del lugar, que gente con más talante disfruta ya esta Hermandad, y es que verla atravesar por este Barrio León buscando ya san Gonzalo, desde donde iniciará ese sin par recorrido que despertará sentidos en un nuevo transitar.
  • 57. Así, todas la de Gloria dejarán su fiel historia, y que disfrute Sevilla al igual que aquí en Triana, porque también en Sant´Ana desde el siglo diecisiete este Arrabal acomete organizar cada año tan solemne procesión que, con esa perfección, de una pléyade de hermanos, la más Divina Pastora, que es lo que Ella atesora, hace temblar a Triana, y con ello al corazón de quien la quiere y la adora: mil razones, y en razón de quien bendita la hora tuvo tan feliz concepción.
  • 58. Aquella Vázquez de Leca de mediados de Septiembre, nos cuentan los reportajes que era un río de emociones, de pellizcos y sensaciones que a nadie dejó indiferente, y así contaba la gente como por calle Pureza, frente a la de los Marineros, un ramillete de flores le echaron con mil amores para adornar su sombrero, como si fueran estrellas, como si fueran luceros, como si fueran espumas de un Guadalquivir señero sobre el que navega ella como si fuera un velero.
  • 59. Si allí hubieras estado me dijo el amigo Juan, macareno por más señas, cuando hube regresado. “Apenas salió de la calle y atravesó la frontera ardiente del Altozano, se consumó esa quimera que nos lleva de la mano por una esquina cualquiera de este Barrio tan Cabal, y es que no se podía andar entrando ya en san Jacinto, y sobre todo, querido, cuando quedé sorprendido al revirar a Alfarería, eso no me lo esperaba, es que no me lo creía, con la carne de gallina nos quedamos extasiados, que fue un momento alado que no te puedes creer si no te encuentras allí, y eres testigo directo de tan bello discurrir”
  • 60. “Por calle Alfarería entró, y cuando en Antillano Campos otra nueva revirada a Pagés del Corro la llevó, créeme que me embargaba una extraña sensación, y es que tampoco esperaba que de nuevo en san Jacinto la multitud aguardaba esa nueva aparición que te llena de emoción cuando en aquella capilla tan preciosa, tan sencilla que no tiene parangón, el saludo a aquella Estrella muchas gargantas quebró. Y allí, un año más la dejé no sin dejarla de ver dando la vuelta a la esquina de Rodrigo de Triana tan hermoso oscurecer que yo nunca olvidaré aunque esté en la Resolana”.
  • 61. Se fueron Octubre y Noviembre dando paso a otro Diciembre, sabores de Navidad en que alguno encontrará tristeza o melancolía de aquellos que ya no están, y que hicieran disfrutar con esa sana alegría de fiesta tan popular alrededor de un Belén que yo preparo también, el día de la Inmaculada, en el salón de mi casa, y oyendo unos villancicos que me traen los recuerdos de cómo ponía de acuerdo a mis niños cuando chicos,
  • 62. que empeñados en llevar en cada mano un manojo las figuras que a su antojo siempre querían montar, y si he de ser sincero siempre quedaba el Portal para quitarse el sombrero. Son fechas para Triana en que los campanilleros van alegrando las calles, llenándola de alegorías, los cantos y la algarabía que sembrada por doquier, es el fruto de la miel cosechada en estos días para que todos a una alejemos de una cuna aquello que no es de bien. Palillos y panderetas, guitarras y los chinchines forman los coros afines a esta fiesta singular que nadie podrá igualar al largo de todo el año.
  • 63. La noche de Noche buena, esperemos como antaño que allá en la Sacra Familia, conocida la Plazuela, a los pies de aquella Abuela se vuelva a montar el Portal que a Triana siempre dio sentido y popularidad, con su gracia, su calor, y animales de verdad, ya que todos los chiquillos que cada año pasaron a recrearse en su ambiente, de aquella forma evidente en unión de sus maestras y también de sus maestros dijeron este es el más bonito, claro que sí, es el nuestro.
  • 64. Y así fue como pasaron por el río estos peces, y acabar los doce meses que en algunos casos fueron para algunos un martirio, para otros un delirio ya que alcanzaron la meta del trabajo deseado, no obstante, ese fin de año con pelillos a la mar, y a esperar que el Diecisiete con un juego de cohetes, venga lleno de venturas, con mucha luz o a oscuras, sólo hay que disfrutar de una buena Noche vieja, ya sean uvas o lentejas que ya luego Dios dirá.
  • 65. Dedicado a Juan, un Macareno enamorado de Triana, y a Melisa Bejarano por su colaboración en tan bonita Portada. La imágenes fueron tomadas de Internet, así como del archivo del autor.