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TROZOS DEL ESPEJO
(Novela)
Santiago Martín Moreno
Trozos del Espejo
Es comprensible que el Actor se sienta
inconformista con el papel que le fuera
designado en una determinada obra...
Pero, lo que es incomprensible, es que
no aproveche la oportunidad de interpretar
su propio papel en la Gran Obra.
Registro 1089-2009
Sevilla 2015 T/B.L.
CAPÍTULO PRIMERO
Hace mucho tiempo que vengo vagando por estas calles y a veces no sé
Santiago Martín Moreno
porqué; y no es que no me lo haya preguntado, que si lo he hecho, pero no consigo
encontrar una respuesta del todo satisfactoria. No obstante, algo me dice aquí
dentro y de forma continuada que siga. Y yo sigo. Me pierdo una otra vez entre la
multitud incansable que cada mañana invade el centro comercial de la ciudad; de
esta gran ciudad que es la mía. La gente tiene prisa por correr porque, al parecer, es
la mejor forma de llegar antes. Los veo y no puedo evitar el preguntarme: Pero,
¡por qué correr tanto si con ello no se consigue llegar, precisamente, antes!
Algún día -quiero pensar-, entenderán cuánto ganan con las prisas; porque
ganar, lo que se dice ganar, la verdad es que no se gana nada. Es preferible caminar
en lugar de correr. Con el caminar se pasea a la vez que se cumple con la función
que se tenga encomendada; porque no se trata de ir más rápido, sino de ir, que al
fin y a la postre es la función, o la misión, como se le quiera llamar.
Cuando se ha de estar en un lugar determinado y a una hora concreta, no hay
necesidad de correr, por una razón de orden primordial, y es que con un
comportamiento justo se llega cumplida y perfectamente, y se llega descansado, y
dichoso por no haber hecho el viaje con esos agobios que luego no nos permitirán
una imagen presentable, ni una locución correcta y mucho menos brillante.
La base fundamental en la que se apoya todo esto, no es otra que la de
entenderlo como lo que he dicho anteriormente; como una misión a realizar. Se
trata pues, sólo y exclusivamente de su cumplimiento por lo que el que se corra
más o se corra menos no va en absoluto a repercutir en el resultado de la misma.
Todo lo hemos escrito antes de comenzar, y ahora que comenzamos hemos de
dar cumplimento a todo aquello; hemos de representar en calidad de actores la
obra aquella que en nuestro nivel de preparación y maduración estuvimos
escribiendo.
Ahora debemos ser fieles intérpretes de nuestro propio libreto y no podemos
engañarlo ni engañarnos porque si intentáramos hacerlo, ese sería exactamente el
argumento real de alguno de nuestros propios capítulos. Así que, para que ir con
prisas; ciertamente no sabemos que fue lo que escribimos; bueno, no lo sabemos
porque no nos interesa saberlo, porque como poder, poder, ya lo creo que
podríamos.
- ¡Caballero! -me reclamó una señora que portaba varios paquetes, aunque
por la comodidad conque los llevaba, me dio la impresión de que no debería pesar
mucho aun siendo bastante abultado su volumen.
- ¡Dígame, señora! -correspondí cortésmente a su llamada.
- ¿Tiene la bondad de indicarme donde se encuentran las Galerías
Comerciales? -me preguntó en un tono que no creí volver a sentir en el resto de mi
vida.
- ¡Es para mi un placer, señora! -le dije siguiendo la misma línea elegante
que ella había dejado marcada en aquel ambiente y con el que chocaba a todas
luces.
Haciéndole un gesto con la mano, al tiempo que lo acompañaba con la
palabra, le indiqué el lugar, el cual se encontraba a la vuelta de la siguiente
esquina.
Con una sonrisa de dama antigua me agradeció la información, y en esa
frontera que es el espacio que existe entre mi persona y el resto del mundo, un
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Trozos del Espejo
delicado aroma a violetas quedó jugando, hasta que el ambiente le hizo marcharse
como dándole a entender que aquel ya no era su sitio.
Seguía deambulando; ya había hecho la compra que tenía pensada, pero
tampoco esto me corría tanta prisa. Miré buscándome en el bolsillo del pantalón a
ver si tenía alguna nota. A veces cuando vengo al centro, de compras, suelo,
previamente, apuntarme en un trozo de papel cuanto he de hacer. ¡Nada! no tengo
ningún papel; entonces quiere decir que no me queda nada pendiente -volví a
pensar un tanto extrañado-. Como si no estuviera seguro de mi mismo con lo que
me estaba pasando; ¡bien! en ese caso se acabó el paseo.
La gente se apretujaba una contra otra, llegando a empujarse en ocasiones,
pero yo ya no estaba entre ellos; había conseguido salir, había conseguido
sacudirme aquello. Con paso tranquilo, comencé a caminar devuelta hasta mi casa.
Comencé a a caminar de regreso a Triana...
Sumida en una profunda meditación, la vi sentada en aquel banco del
pequeño parque que está al lado del río. El parque que un día le dedicara el
Ayuntamiento al gran Poeta Rafael Montesinos; junto a ese río por el que discurre
el sentimiento vestido de rizadas espumas cuando lo besa la brisa.
Me detuve a su altura, y al darme cuenta que me encontraba un poco
fatigado por el cansancio, me senté a su lado, en el mismo banco donde ella estaba.
Allí permanecí largo rato, sin perturbar el silencio que reinaba como eje imantado
alrededor del cual giraba, seguramente, un conjunto de pensamientos en busca de,
tal vez, una salida... No dejaba de observarla, y fue que al cabo de unos minutos
abrió los ojos y me miró con una tierna sonrisa. Le devolví el saludo y seguí
callado, en silencio, pues presentía que algo había de suceder; como así ocurrió.
Abandonó la sonrisa, pero no por ello varió lo agradable de su mirada que clavada
directamente en la mía, me dijo:
- ¿Llevas mucho tiempo aquí?
- Un buen rato -le contesté.
-¿Te importa si te cuento algo?
- En absoluto -le dije, mostrándole una franca sonrisa.
Como si me conociera de toda la vida, comenzó a hacerme partícipe de una
parte de su existencia. Yo continuaba en silencio para no herir aquello que, con
tanta sinceridad y sensibilidad, estaba emanando de su interior más profundo. Al
llegar a un punto se detuvo. Seguidamente me contó que esa misma mañana había
estado por un lugar que, de repente y sin saber por qué, le fue muy familiar; que era
como si ya hubiese vivido ese momento y en ese mismo sitio. Entonces me preguntó
si ello era posible, porque en cierta ocasión le había hablado de que esas cosas eran
debidas a un viaje astral. Le respondí que no, categóricamente; y le amplié
diciéndole que aquello debía de haber sido el producto de una momentánea
proyección mental a la que no, necesariamente, tenía por que darle mayor
importancia.
Ahora si abrió los ojos desmesuradamente, de par en par; apartó de mi su
mirada y la elevó hacia el cielo musitando unas palabras que no entendí.
De nuevo su mirada penetraba en la mía, y percibí un ansia de saber, de
volver a preguntar. Y lo hizo. No se dejó esperar porque inmediatamente me pidió
que le explicara, si era posible, la diferencia. Accedí. Y casi sin darme cuenta, las
Santiago Martín Moreno
palabras ya estaban saliendo de mi boca y buscando con todo afán los oídos de
aquella joven que me prestaba toda su atención en la espera de oír aquello que, al
parecer, nadie le supo, pudo, o le quiso explicar. Yo le hablaba y le hablaba, y con
su asentimiento de cabeza, me daba cuenta de que estaba comprendiéndolo todo o
casi todo.
“Todo ser humano -le decía-, cuando llega a su encarnación, viene con la
película de su vida. Cuando esta encarnación nueva, se corresponde con un
altísimo grado de evolución Espiritual, el individuo puede, si lo desea, pedir
permiso para acceder al plano Astral.
“El Padre, Dios o como se le quiera llamar al Creador, es el único que puede
conceder esta venia, por lo que aprobara o desaprobará esta petición a través de
sus jerarquías celestes. También se puede dar el caso de que fuera enviado sin
haberlo pedido, por alguna razón especial; bien pudiera ser que tuviera que cumplir
una misión para la que, necesariamente, tendría que ir a buscar la correspondiente
información.
“Nadie, absolutamente nadie puede realizar un viaje al Astral por propia
decisión, por propio capricho. En ese plano, has de saber que no sólo esta recogida
la completa película de la vida de cada ser, esté en el estado que esté: Mineral,
Vegetal, Animal, sino que por naturaleza, están todos los arquetipos: pasados,
presentes y futuros. Desgraciado del Universo si alguien sin catalogar y sin la
autorización correspondiente, divina, por supuesto, pudiera ver lo que ha de
acontecer en el futuro cercano y en todos los órdenes y niveles de su existencia y de
aquellos que la habitan.
“La proyección mental no tiene mayor importancia, o visto el mensaje, su
importancia es relativa, pues su momentaneidad se reduce a que con ella sólo te
permiten contemplar un fotograma, un cliché de esa película de la vida. Y esto fue
sencillamente lo que debió ocurrirte”.
Cuando le pregunté si recordaba algo más de aquel preciso momento, me dijo
que no, que lo más extraño para ella fue que, tanto el lugar como el momento
fueron perfectamente recordables pero, no sabía si iba, si venía, que hacía allí, ni
en que tiempo ocurrió todo aquello. De ahí que se entienda la existencia de una
proyección mental simple u otra que aunque no completa, si con capacidad para
vivir una determinada escena en lugares y tiempos reales.
Cuando terminé de exponerle mi explicación, se mostró muy satisfecha, al
tiempo que me decía si podía dar crédito a lo que había oído. Al decirle que eso ya
dependía solo de ella, cerró una vez más los ojos y cuando los volvió a abrir,
observé de nuevo aquella mirad en cuyo brillo se leía el deseo de seguir
preguntando más cosas.
Nos quedamos en silencio unos segundos; silencio que yo rompí en esta
ocasión para preguntarle qué motivo especial la impulsaba a querer saber
realmente sobre el tema, a lo que ella de forma rápida me contestó:
- Te lo diré -y siguió-: Cuando pasé por aquel lugar, por cierto relacionado
con el Imperio de Roma, recordé una vez más de cómo siempre me he sentido
identificada con esa cultura; con aquella civilización sin saber porqué, el caso es
que me siento muy a gusto y atraída por los documentales que se han hecho en el
cine reconstruyendo la época. ¿Tú crees que yo podría saber si fui romana en mi
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Trozos del Espejo
anterior existencia, acudiendo a un especialista en Hipnosis?
- ¡Rotundamente, no!
Me pidió que le aclarara tan rotunda negativa, -le dije que la complacería, y
le expuse seguidamente:
“En principio, nadie debe manifestar ante nadie su grado de sugestión por si
tuviera un alto índice de debilidad mental. Has de saber, que cualquiera que
pusiese a otra persona en un estado hipnótico real podría adueñarse de su
voluntad, sin entrar ahora a enumerar las consecuencias que ello podría, en alguna
medida, acarrearle. Afortunadamente no es general, pero existen casos de
hipnotismo contra la voluntad del individuo. Otro peligro que encierra esta
práctica, puede ser sin ningún género de dudas el vampirismo; ello significa la
absorción por otra persona de las energías blancas de otra persona. Ciertamente
que la Hipnosis es un método inmensamente rico cuando se utiliza de forma
ortodoxa en campos como la Medicina y utilidades afines.
“Pero volvamos sobre tu pregunta: En el caso de la Hipnosis real y profunda,
encontrándose la persona en progresiva regresión hacía sus orígenes, sólo puede
llegar hasta los primeros momentos de su vida actual. Más atrás, ya no puede
regresar porque en su anterior encarnación no era la misma persona física que es en
la actualidad, aunque, sí, y esto lo verás más claro en el gráfico que te voy a pintar
en este papel. Es el mismo espíritu, y en consecuencia la misma Alma, en esa
evolución espiritual que te comenté anteriormente.
“Observa la línea horizontal continua que marco con una “equis”; esta es la
manifestación del nacimiento de un Espíritu. Bien, cuando el espíritu comienza a
caminar por el sendero de la evolución, llega al plano que le corresponde y ocupa el
cuerpo primero y que señalaremos con la letra “a”. Suponte que el plano adonde
llega éste Espíritu es nuestra Tierra; suponte también que ya ha dejado atrás
diferentes estados como el Mineral, el Vegetal y el Animal, y este primer cuerpo que
ocupa es el de un hombre. Comienza su trayectoria y su evolución Espiritual. Al
fallecimiento físico-químico de este cuerpo “a”, el Espíritu regresa al plano
superior que le corresponda, ahora en función de la carga positiva que adquirió su
Alma, para una vez allí, conocida y analizada su riqueza, volver de nuevo a
continuar con su evolución, ya que la meta de todo Espíritu es conseguir llegar a
convertirse en un ángel. Pasado un tiempo, el Espíritu “equis”, vuelve de nuevo y
ocupa en su siguiente encarnación -reencarnación- el cuerpo que marcaremos con la
letra “b”; éste cuerpo y en esta ocasión puede ser el de una mujer, y así entre, a
veces, hombre-mujer, mujer-hombre, sucesivamente hasta llegar a cuerpos
siguientes y en los que el grado de evolución continúa llevando una línea
ascendente.
“Desde la encarnación primera, hasta la última, no sólo y como es natural,
el Espíritu ha ocupado varios cuerpos físicos, sino que todos y cada uno de ellos
correspondían a diferentes personas y por ello diferentes voluntades,diferentes
cerebros, diferentes pensamientos, diferentes memorias, mentes, etc. El Espíritu, sí
conoce, evidentemente, los historiales completos de todas las vidas de los cuerpos
en los que se hubo encarnado, porque vivió en ellos y evolucionó a través de ellos,
pero para que una persona física pudiera conocerlo también, tendrían que
autorizarle a acceder al plano Astral porque allí como te he dicho es donde están
Santiago Martín Moreno
todos los historiales.
“Por el contrario, en la memoria de una persona se guarda sólo el registro de
esa persona únicamente, por lo que es categóricamente imposible que alguien
pueda tener la memoria de un tiempo en el que no existió, y no existió porque cada
persona vive una sóla vida, sólo vive una sóla vez, en cambio el Espíritu al poder
ser eterno, podría llegar a vivir infinitamente, pero, sólo podría.
“Otro dato y quizás el más importante: recuerda siempre que el verdadero
individuo y cuya personalidad se manifiesta de forma real en la vida, es el
Espíritu. Te daré un ejemplo muy simple para que relacionado, te quede aun más
claro ya que entenderé perfectamente el que encuentres cierta dificultad en el
discernimiento de cuanto te acabo de exponer.
“Imagínate que conoces a un viajante de Comercio, viéndolo a él como
Espíritu. A continuación vamos a pensar en lugares para que pase la noche. A cada
uno de esos lugares lo llamaremos cuerpo físico. Bien, ahora veremos que el
viajante en sus etapas de trabajo tiene que ir necesitando de variados lugares
donde dormir, donde pasar la noche; según se fue subiendo de categoría profesional
gracias a su buen hacer y comportamiento, así veremos como una vez fue a una
Pensión, luego a un Hostal, después a un Hotel... ¿qué sacamos en conclusión? Pues
que el viajante conoce los diferentes lugares en los que estuvo, mientras que esos
lugares al encontrarse diferenciados entre sí debido a sus clasificaciones, categoría,
tiempo , lugar, bajo ninguna de las maneras pueden guardar relación estrecha entre
ellos, excepto que son iguales en el uso que para los que fueran en su día
construidos”.
Cuando hube terminado mi exposición, ella se sonrió dulcemente, de nuevo
cerró los ojos y se sumergió en un profundo silencio. Al cabo de unos minutos los
abrió y mirándome fijamente me preguntó:
- ¿Cuando volveré a verte?
- Siempre que me necesites -le respondí.
Sin mediar una sóla palabra más, se levantó y yo hice lo mismo; ambos
abandonamos aquel banco. En un gesto de hermosa y pura naciente amistad tomó
mis manos, y me dio un beso en la mejilla en señal de despedida. Minutos después,
ella se perdía por aquella ancha acera repleta de gentes que iban y venían, y yo,
tomé la dirección opuesta decidido a cruzar el puente; ese puente que está sobre ese
río que en épocas lejanas los romanos bautizaron con el nombre de Betis, y
posteriormente los árabes lo denominaron Wad al-Kabir -río grande-, hoy
Guadalquivir, y en cuya margen izquierda hay un acogedor y pequeño parque a la
sombra de esbeltas palmeras y hermosas falsas pimientas.
En ese caminar tranquilo, pegado a la baranda del puente, y en ese
inconmensurable placer que se disfruta mirando hacia el agua, detuve mi paso
obligado por lo que estaba ocurriendo sobre su verdor; nadie estaba a mi lado a
menos de unos metros; nadie se veía cerca de aquella zona bajo el puente; nadie
observé que tirara en ese momento al agua partículas de algo que pudiera hacer que
se formaran aquellas olas concéntricas. ¿Cómo y por qué se estaba produciendo
aquello? sobre todo, aquella onda que partiendo de su centro se iba agrandando y
luego de llegar a un tamaño comenzaba a disminuir hasta quedar reducida a un
sólo punto que desaparecería después de la elevada formación de gotas de agua de
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Trozos del Espejo
un color blanco inmaculado que, tan sólo y por unos segundos, quedaron
perfectamente contrastadas con el moteado verdor del agua.
Fue extrañamente hermoso, y por ello aguardé unos minutos apoyado en el
barandal por si volvía a repetirse. Pero no fue así.
Era ya muy tarde. El sol que cuando llegué estaba en lo alto del cielo, ahora
se estaba escondiendo por detrás de algunos tejados de la cada vez más remozada
Triana; entonces me di cuenta del tiempo transcurrido, y de que no había comido,
pero no importaba, me encontraba más que satisfecho. Seguí caminando con estos
pensamientos al tiempo que continuaba viendo mentalmente aquella mirada con la
más absoluta claridad.
CAPITULO SEGUNDO
Serían aproximadamente las diez menos cuarto de aquella radiante mañana
casi primaveral y aun estaba en casa; algo debí presentir porque normalmente a
esa hora ya he salido a cumplir con esa labor material, gracias a la cual me gano el
sustento para mantener a mi familia. Y sucedió. Sonó el teléfono; lo descolgué y oí
una voz que reconocí enseguida.
- ¡Hola! ¿Sabes quien soy?
Naturalmente que sabía quien era; -presuroso le devolví el saludo.
- Buenos días. ¡Sé quien eres -le dije-, ¿cómo estás?
- Muy bien, ¿y tú? -volvió a preguntar.
- Contento de oírte -le dije con cierto regocijo interior.
- ¿Te sorprende mi llamada? -me dijo con cierta voz expectante.
- ¡En absoluto! Es más, la esperaba -le dije abiertamente.
Santiago Martín Moreno
Sabía que me llamaría a no tardar mucho pues aquella tarde sentí que se
despedía con ganas de seguir preguntando, sin embargo, no provoqué aquellas
otras preguntas que imagino guardaba celosamente, porque primero era mejor, y
así debió entenderlo, el que meditara sobre lo que habíamos hablado y que era
bastante.
- Necesito preguntarte algo ¿tienes tiempo? -me dijo resuelta.
- Todo el que precises -me ofrecí sin pensar en nada.
Esta afirmación mía me conmovió en cierta medida, pero pronto me
recuperé. Fue como si una voz interior me hubiese dicho: Ahora dedica tu tiempo a
esto, de lo demás ya nos encargaremos nosotros que pueda esperar.
Afortunadamente el trabajo que tenía en la calle no estaba concertado porque se
traba de visitas de carácter rutinario.
- ¡Verás! -dijo-, es que ayer estuve visitando una librería especializada en
ciencias ocultas, con idea de comprar algunos libros que hablaran de temas que
para mi son difíciles de entender, o al menos me cuesta encontrar respuesta sencilla
a una serie de ellos, pero, acordándome de ti una vez más, desistí de ello pensando
que después de nuestro casual encuentro, y de las explicaciones que me diste, casi
prefiero consultarte antes de recurrir a libros; te digo esto porque después de ojear,
algo he leído allí sobre ello, y la verdad es que no consigo entender nada entre
tanto tecnicismo. El caso es que me dediqué a curiosear estanterías y títulos, eso sí,
todos muy sugestivos, pero decidida a no comprar nada.
Cuando estuve a punto de marcharme, llegó una señora preguntando si
tenían alguna obra relacionada con sesiones de espiritismo; el dependiente le dio
una respuesta afirmativa asegurándole que poseían de algunas editoriales varias
obras de renombrados autores e interés, por ser este un tema bastante prolífico,
encontrándose entre ellos: reuniones con mediums, así como sesiones con la Oui-ja,
y un amplio abanico de temas, todos ellos relacionados con el esoterismo.
Abandoné aquella tienda que de pronto se me volvió un tanto fría y rechazable,
dejando al librero y a su clienta en una tertulia aparentemente amena.
Caminaba por la calle en busca de la parada de autobús que me devuelve a
casa cada vez que voy al centro de la ciudad, cuando me vino a la memoria una
invitación que en cierta ocasión me fuera hecha para asistir a una sesión de
espiritismo. Recordé vagamente que era una reunión de amigos, aunque yo sólo
conocía a la persona que me invitó. No asistí alegando que esas cosas no me
gustaban, y además me daban miedo ya que al no haber asistido a ninguna,
desconocía por completo el desarrollo y resultado de aquello de unas personas
alrededor de un tablero con letras y números -según me dijo-, y que con las manos
enlazadas hacían preguntas para que fueran respondidas por el Espíritu de un
hombre que falleció hace tiempo, y que había sido el marido de una de las
asistentes a la reunión.
Es curioso,porque aun a pesar de vivir en el mismo edificio, no he vuelto a
verla ni a saber de ella; debe haberse mudado a otra dirección o quién sabe, igual se
ha marchado y reside ahora en otro lugar.
Con estos pensamientos llegué a la parada del autobús; ya en ella decidí que
te llamaría esta mañana -aprovechando tu ofrecimiento-, para preguntarte sobre
ello, principalmente porque creo recordar que aquel día me dijiste algo sobre que
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Trozos del Espejo
nadie puede saber nada acerca de su vida anterior, si es que la tuvo, porque pudiera
tratarse de un Espíritu nuevo, y por consiguiente su primera encarnación. Por eso
pensé que en ese caso que te he comentado, tampoco podrá nadie físicamente
hablar con el espíritu de una persona que ya no existe porque al morir ésta,
lógicamente, también dejó de ser su Espíritu, sin embargo, una vez vi una película
en la que se hacían reuniones de espiritismo con el resultado de haberse descubierto
la trama gracias a la invocación de un espíritu que respondió a las preguntas que
se le hicieron.
Alguna vez he sentido la tentación de asistir a una de estas reuniones, no
obstante y tal como te dije, quisiera que me aconsejaras, y me explicaras si es
posible saber el cómo y el por qué de todo esto: ¿Puedes decírmelo? -y disculpa
pero, es que no estoy muy suelta aún en estos temas y divago mucho.
- ¡No te preocupes! Y sí, intentaré aclarate esto que me pides, y darte con ello
una satisfactoria respuesta para que, en principio, te quede suficientemente claro
que nadie, absolutamente nadie debe, haciendo estas prácticas altamente
negativas, exponerse a ser absorbidas por unas fuerzas cuyo poder contiene un
potencial de cuyas garras es muy difícil zafarse una vez que se ha caído de lleno en
ellas.
“El mero hecho de depositar esta confianza en mí, y certero en la seguridad
que tengo, de que aun antes de responderte, explicándote sobre este tema, ya has
tomado la decisión de que jamás asistirás a este tipo de sesiones, mal llamadas,
por cierto, juego de la Oui-ja, me da una tranquilidad.
“Antes de entrar de lleno en la respuesta, necesito que sepas que aquel
encuentro primero que tuvimos no fue casual, ya que la casualidad al igual que el
azar, la suerte o lo accidental, no existen, pero no vamos a entrar en ello, aunque sí
he de decirte que el Universo es un reloj que al estar creado por la Perfección, no
varía ni una milésima de segundo, por lo que nada está sin el más estricto control;
todo está sujeto a un plan perfectamente elaborado. Si nos encontramos allí aquel
día, fue porque hubo una razón poderosísima, una razón que escapará a la
comprensión humana, de ello no te quepa la menor duda, es así, y no hay que
entrar en el juego de las adivinanzas, entre otros motivos o razones, porque no
sirve para nada, sí sería bueno para su discernimiento, la meditación y la reflexión.
¡Ojalá! llegue pronto a una reencarnación en la que posea tanta voluntad,
sabiduría e inteligencia, que se me permita, gracias a estos valores, tener acceso
consciente a conocimientos tan altos.
“También he de recomendarte que no es mala la idea de hacerte de algunas
obras sobre estos temas; con paciencia ojéalas y verás como encuentras algunas de
sencillo entender; te ayudarán bastante y siempre que algo se te haga
incomprensible, no tienes más que preguntar. En cuanto a si es posible que una
mente humana pueda ponerse en conexión con un Espíritu, he de decirte
rotundamente que no; es totalmente imposible, dado que son dos planos
completamente diferentes, además de ser incompatibles; uno porque es material y
conocido, el otro porque además de ser inmaterial es también desconocido al no
saber de cual de los niveles dentro del mismo plano se trata. No, de ninguna de las
maneras puede haber conexión entre el plano físico y un plano Espiritual
cualquiera. Aun en el caso que una mente humana quisiera hablar con otra ya
Santiago Martín Moreno
fallecida, comprenderás que ello es del todo imposible por haber dejado de existir.
“Cuando una persona con un potencial mental desarrollado invoca a alguien
del “más allá”, efectivamente puede celebrar conexión y saber, pero no con un
Espíritu (esto es más serio de lo que muchos creen, y deberían tratarlo con menos
frivolidad) sino con habitantes de otro plano también material llamado
Inframundo o Submundo, también conocido como Infraplano o Subplano, y el cual,
en calidad de vertedero, es donde reciben cobijo todas las energías negras
producidas por los actos negativos, del negativo comportamiento de algunos seres
humanos. Como todo pasa por el plano Astral, estas energías a su vez captan y
recogen la llamada invocación, estudian la situación, y como quiera que este plano
material, está muy cerca del Astral, en su calidad de energías, toman la forma que
quieran y se filtran accediendo a los archivos donde se encuentran los historiales,
por lo que una vez conocido el “expediente”, y a través de él cuantas experiencias
individuales y colectivas vivió la persona, sólo es cuestión de adoptar la fórmula
adecuada para responder en el nombre del invocado.
“Te estoy dando esta explicación, al tiempo que te estoy haciendo un
pequeño esquema de los diferentes planos, y que ya te daré el próximo día que nos
veamos.
- ¡Muchas gracias! -le oí decir bajito y con un tono en el que se apreciaba el
no querer interrumpirme, por lo que seguí facilitándole la información.
“No debemos olvidar que con estas sesiones lo único que se crea es energía
negra, por ser un hecho de evidente antinatura; y te repito que como en el plano
Inframundo sólo se alimentan de ellas, es por lo que en ningún momento la
defraudarán y así una vez enganchada poder convertirla en una más de sus muchas
despensas.
“Observa hasta donde llega el sistema cuyo nombre es el de Oui-ja. Como no
dudo sabrás, la primera palabra es sí, en francés; la segunda también es sí, en
alemán; o sea, para que te hagas una idea, hasta el nombre le ha sido enviado a los
humanos para que vean que las respuestas a las llamadas siempre serán
afirmativas, siempre serán aceptadas consiguiendo con ello la tranquilidad y
seguridad de que serán atendidas.
“Estos seres de energías negras, están siempre dispuestos a colaborar, no les
importa ni preguntan desde dónde llega la petición, ni quien demanda la ayuda; no
les importa quien hace la invocación; ellos son basura, y harán todo lo posible por
agradar tanto que ya siempre la tengan a su lado.
“Un caso semejante y directo del plano material físico, es, por ejemplo, el de
la drogadicción; el drogadicto recibe tanto favor y placer que no desea abandonar,
y así, por medio de este engaño es como llegan a dejar periódicamente su plano y
vienen a mostrarle todo cuanto hay en él, es el caso sobradamente conocido de
cuando en estado de crisis, principalmente, conviven por un tiempo con esa serie de
energías negras en forma de monstruosos seres que sólo son visibles para ellos;
también esos estados son denominados con el nombre de “delirium tremens”.
“Para tu mayor comprensión y con el fin de que veas exactamente la
diferencia, te diré que existen dos tipos de llamadas o invocaciones, a las que el ser
humano recurre para pedir ayuda en un momento determinado o de extrema
necesidad; esta que te he expuesto, y que se amplía con otro tipo de llamada
11
Trozos del Espejo
semejante a las fuerzas negras solicitando favores, y a cuya invocación siempre
acuden sin importarles de quién, de donde o de que se trata; ella es la conocida y
casi tan antigua como la misma humanidad: “vender el alma al diablo”.
“El otro caso de llamada o invocación, es la que se realiza en caso de
petición de ayuda, consuelo o protección a las fuerzas blancas.
“A diferencia de la anterior, las fuerzas blancas acuden a prestar la ayuda
sólo y exclusivamente cuando ellas consideran que la persona que demanda, que
hace la petición es merecedora de ello.
“Ciertamente todas las personas poseen mente y pueden desarrollar, si
quieren evidentemente, ese potencial, en algunas otras, esa hipersensibilidad o
percepción extrasensorial (PES), se manifiesta como les ocurre a los llamados
“zahoríes”, que son capaces de poner su vibración en la misma frecuencia de otra
vibración, y así detectar, por ejemplo, una vena de agua con muchos metros de
profundidad y en lugares de hecho inimaginables”.
- ¡Supongo que estás ahí todavía! -le dije en cuanto terminé el comentario.
- Sí, aquí estoy, sin perder una sola de tus palabras -me respondió.
- ¿Has encontrado mucha dificultad? -le pregunté aunque ya conocía la
respuesta.
- No exactamente. Tengo asimilado casi todo lo que me has expuesto, por lo
que hoy será un día para mi en el que tendré que dedicarme a recordarlo todo, y
escribir notas que luego espero me sirvan para llenarme plenamente -esto me lo
dijo mostrando en su voz cierta convicción.
- Si tienes alguna duda, que la tendrás, llámame de nuevo y podré
aclarártela -le dije con idea de tranquilizarla.
- Espero que no. Quisiera no molestarte tanto, y te agradezco la sencillez con
que me lo has explicado todo; ¿supongo que tú también tendrás tecnicismos que no
hayas querido mencionar? -me dijo.
- Sí, pero no suelo hacer uso frecuente de ellos; todo esto es muy sencillo,
tampoco he querido tirar de ellos, como se suele decir, porque por teléfono hubiera
entorpecido tu comprensión. También he de decirte que para mi no es ninguna
molestia, muy al contrario, es una satisfacción el poder ayudar a alguien que se
interesa por estos temas tan tabúes para algunas personas.
- ¡Gracias una vez más! Creo que no tardaré en hacerte una pregunta muy
personal, y espero que no la tomas como una indiscreción -me dijo con esa
sinceridad que le caracterizaba.
- Pero, a esa pregunta no te voy a responder, al menos de momento -le dije de
forma resuelta.
- ¿La... la sabes? ¿sabes que pensaba preguntarte? -preguntó rápidamente con
cierto tono de extrañeza.
- Sí, la sé -le dije categóricamente.
- Entonces no te lo preguntaré -dijo ahora mostrando un ánimo que
encerraba cierto aire de conformidad.
- ¡Gracias por tu respeto hacia mi silencio! -le dije agregando a
continuación-, y espero que cuanto te he planteado no sólo te haya informado, sino
que también te haya del todo tranquilizado.
- Te agradezco muy sinceramente la ayuda, y sobre todo: la paciencia que
Santiago Martín Moreno
que estás teniendo conmigo. Sí me gustaría que me dijeras, que piensas de este
deseo mio de saber más, y que has despertado en mi.
- Pienso en este instante que yo no he despertado nada; únicamente tú has
hecho dar cuerda al reloj de la inquietud que llevas dentro, ¡ojalá! nunca permitas
que se detenga. Sí he de agradecerte el que me hayas elegido a mi para que te preste
esta que tú consideras ayuda -le dije con tono de agradecimiento.
- ¡Gracias de todos modos!
- No tienes porqué dármelas. Para mi esto es un deber por encima de todos
los deberes; ayudar es la base sobre la que se apoya todo; si no ayudamos no
tenemos base, y sin ella, comprenderás fácilmente que nunca podremos estar firmes
-le dije convencido de ello.
- ¿Puedo llamarte otro día? -me dijo ahora poniendo una vocecita un tanto
tierna.
- ¡Sí! siempre que lo necesites, ya te lo he dicho.
- ¿Y si estás ocupado?
- Si estuviese ocupado, te diría que me llames en otro momento en el que no
lo esté -le dije con cierto aire paciente.
- Gracias otra vez aunque tú me digas que no las mereces -insistió de nuevo,
ahora dejando caer las palabras de una forma un tanto nerviosa.
- Sentí por ese nerviosismo, y el tremolar de su voz en ese momento la
manifestación profunda del agradecimiento más sincero, al tiempo que yo notaba
dentro de mi la pequeñez de quien sabe perfectamente que no es merecedor de una
labor tan maravillosa como la que estaba llevando a cabo, no sólo con ella, sino
con otras personas ya muy amigas.
- Estos pensamientos que con tanta rapidez acudieron a mi mente, se vieron
abortados porque inmediatamente volví a oír su voz que me decía: Te volveré a
llamar, eso si no nos encontramos antes. Adiós, hasta otro día -me dijo en calidad
de despedida.
- Hasta cuando tú quieras -le dije, y al momento escuché el típico “clic”
señal de que había colgado el teléfono.
- Puse mi teléfono en su lugar, y una extraña sensación de bienestar me
recorrió todo el cuerpo. Miré el reloj; ya no era hora de salir a ninguna parte; me
quedé sentado y cerrando los ojos intenté recordar la conversación desde el
principio. No creo que le sea tan fácil asimilar todo esto -pensé.
- Unos golpecitos suaves sobre mi hombro, me devolvieron sin el menor
sobresalto a un estado de conciencia del que, al parecer, me había ausentado de
forma involuntaria; era mi mujer que me avisaba de que estaba poniendo la mesa
para comer.
- Había estado así algún tiempo, y aun seguí unos minutos más en la misma
posición, pero ahora había en mí cantidad de asombro por lo que estaba viendo
sobre el escritorio; en el, y abierto por la página sesenta y cinco estaba un libro; me
sorprendió además por tratarse de un ejemplar que no suelo usar dada su calidad,
por lo que suelo tenerlo siempre en la estantería. Pues bien, esa página del libro
contiene la fotografía de una señora manipulando un tablero completo del Oui-ja;
miré la portada del libro por no recordarlo bien, y el título era: “Tratado de las
artes adivinatorias”.
13
Trozos del Espejo
CAPÍTULO TERCERO
Esta noche estamos cenando más temprano que de costumbre, pues ha dicho
la televisión, en un avance de la programación, que pondrían la película “La
historia interminable”. Ya estamos terminando cuando ha sonado el teléfono.
- ¡Yo lo cogeré! -dijo mi mujer que ya se había levantado y se dirigía hacia la
mesita que está en el salón y sobre la que tenemos el aparato.
- ¡Dígame! -pidió solícita.
- ¡Buenas noches! Desearía hablar con su marido -dijo la voz al otro lado del
teléfono.
- ¡Me dice su nombre, por favor! -volvió a pedir mi mujer.
- Dígale, por favor, que es una conocida suya -dijo de nuevo la voz sin querer
darse a conocer.
- Muy bien, como Vd. prefiera; aguarde un segundo -le pidió mi mujer que,
soltando el aparato vino hasta el comedor.
Estaba colocando la servilleta en el interior del aro servilletero, cuando mi
mujer muy misteriosa me dijo susurrándome al oído. Te llama una desconocida
para mí, pero que al parecer conocida para ti, que no ha querido decir su nombre;
¿cómo se llama? -quiso saber mi mujer.
- No lo sé -le respondí.
- ¿No sabes como se llama, no conoces su nombre? -me dijo con cierto aire de
extrañeza.
- ¡La verdad es que no lo sé! Cuando quiera decírmelo, me lo dirá; acaso
prefiera estar en el anonimato; tampoco tiene mayor importancia, igual te podría
Santiago Martín Moreno
haber dado cualquier nombre.
Me dirijí hacia el salón. Evidentemente sabía de quien se trataba, y era
cierto que no conocía su nombre aún, pero ignoraba casi por completo el motivo de
su llamada ya que habíamos estado hablando por teléfono esa misma mañana,
cuando me llamó. Tomé el auricular y la saludé.
- ¡Hola!
- ¡Feliz noche! ¿cómo estás? -le oí decir con un tono de voz muy suave.
- ¡Bien, muy bien!
No pude evitar el estado de contrariedad que me invadía en ese momento;
afortunadamente fue un segundo pero, es que me había hecho tanto a la idea de
disfrutar con la película... me repuse enseguida del trance egoísta sufrido; alguien
me necesitaba y por mi mente aparecieron esos fantasmas que a veces nos hacen
vivir momentos no deseados.
- ¿Estás cenando, o vas a cenar? -preguntó.
- Ya no, hemos terminado hace un momento, justo cuando sonaba el
teléfono, parece como si hubiera sido la campana que anunciara la llegada de algo.
- Pudiera ser, -me dijo con una voz que me pareció algo traviesa, o bastante
feliz, quizás.
- Te noto contenta, -no pude evitar hacer manifiesto aquel pensamiento.
- Y lo estoy, no sabes cuánto.
- Cuanto si lo sé; lo que ignoro es el por qué, aunque estoy seguro que me lo
vas a decir ya. No se tratará de avisarme de que en la tele ponen hoy una película
especial.
- Me han regalado dos invitaciones para el concierto que se celebrará
mañana noche en el teatro Lope de vega, a las nueve y media.
- ¿Sobre qué, o sobre quién es el concierto? -le pregunté.
- Sobre la obra de Mahler y actuará un ruso como director -me dijo
nerviosamente ante la inseguridad de que al ofrecerme que la acompañara pudiera
decirle que no podría ir.
- ¡Me gustan mucho las sinfonías de Mahler! -le dije.
- Quisiera que me acompañaras ¿puede ser? -dijo manteniendo el
nerviosismo, al parecer, sin poder evitarlo.
- En principio sí, no creo que haya nada que me lo pueda impedir.
- ¿Tu mujer tal vez?
- No, no la conoces; no es ese el posible impedimento, es más algún trabajo
pendiente.
- ¿Prefieres que te llame mañana por la mañana? -me dijo dejándose notar
ahora una voz un tanto apagada.
- No, no es necesario; si te esperas un momento te lo digo ahora mismo.
Yo sabía que no tenía nada urgente que atender, o hacer esa mañana y a esa
hora, y no sé porqué adopté aquella ridícula actitud de manifestar negativamente
algo sobre lo que sabía perfectamente. Preferí no seguir pensando en ello y sí en que
alguna razón debía haberme asistido para comportarme de la manera que lo
estaba haciendo; sea lo que fuere ya saldrá en su momento -me dije-, si es que tiene
que salir, pues a veces, no todo tiene a priori la importancia que le damos; dejé este
monólogo y me puse de nuevo al teléfono.
15
Trozos del Espejo
- Como dicen los ferroviarios, ¡vía libre!
- ¡Me das mucha alegría! Por dos razones: primera, porque oírte decir que
vendrás ya es para mi una alegría incontenible por lo que ello supone, y segunda,
porque teniendo mujer y una familia puedes venir conmigo, y eso para mi
representa la confirmación de que eres una persona diferente, si por diferente se
entiende aquello que es puro o pretende conseguir serlo, y dada esa forma de ser se
le puede permitir todo, porque deja testimonio de que jamás le hará daño a nada ni
a nadie.
- A mi también me da alegría poder ir ya que Mahler es un compositor
altamente espiritual, reflejando en muchas de sus obras ese carácter lleno de
sensibilidad que le lleva a escribir sobre los sentimientos reales, llegando a decir
mediante su música que el Amor es la base de toda la Naturaleza.
- ¡Pues yo tenía entendido que era supersticioso!
- Pudiera ser, ten en cuenta que todo ser humano tiene algún momento en su
vida en el que la superstición se ha hecho presente de una forma o de otra.
- Eso no lo veo muy claro; la verdad es que acerca de este tema no conozco
nada, ¿por qué no me hablas un poco acerca de ella? aunque si estás pendiente de la
película, lo dejamos para otro día, -me dijo muy amablemente-.
- No te preocupes, aun sigue el partido que están retransmitiendo y hasta que
este no concluya no la pondrán. Te recomiendo que la veas, es una película muy
interesante ya que desde el principio hasta el final, está llevando cantidad de
mensajes a la humanidad, aunque dudo que a una gran parte de ella le pueda, o
mejor dicho, le quiera interesar, ya que la finalidad de esos mensajes es hacerla
trabajar para algo que, no entiendo, asegure una y otra vez que no sirva para nada.
- “Bien, en principio has de saber que la superstición está apoyada en la
realidad, y tiene muchos años de antigüedad, casi tantos como la misma
humanidad. Ha ido enriqueciendo el número de sus diferentes variantes a través de
las cuales se fueron formando estados de creencias extrañas a la Fe, así como
situaciones contrarias a la razón.
- “Desde aquel lejano tiempo en que quedara instituido el primer hecho que
luego fuera denominado como “hecho supersticioso”, y hasta nuestros días, las
sociedades, en sus diferentes niveles de cultura, han venido manipulando y
tergiversando cada situación, cada caso a la vez que por cuenta propia iban
creando otras, aunque ya de menos peso, que le hacían perder la credibilidad y el
respeto que la superstición misma generaba. Y esto es cuanto te puedo decir acerca
de este fenómeno social, que no es más que otro fantasma de los muchos que se han
producido a lo largo de la historia por la ignorancia del hombre”.
- La verdad es que, ahora que tú lo dices, recuerdo como en alguna ocasión he
sentido cierto reparo ante el número “trece”. También he de decirte, en honor a la
verdad, que ya lo tengo superado, sin embargo, es como si fuera el abanderado de
toda la superstición, ¿no?
- Podríamos decir que sí, o al menos uno de los primeros, porque considerado
de la “mala suerte” (aunque ya te expliqué aquello de que la suerte no existe), para
el supersticioso, el número “trece”, se le presenta desde muy antiguo como un
auténtico caso de superstición, primera línea en el amplio espectro supersticioso
llegado hasta hoy.
Santiago Martín Moreno
- “Su origen se remonta a aquel día fatídico, en que siendo trece en el orden
de cualquiera de los meses, se encontró absolutamente relacionado con una gran
desgracia. Ante la absurda manifestación de que el hecho había tenido lugar, y ser
este el decimotercer día, quedó secularmente acuñado en las mentes poseedoras de
una debilidad manifiesta ante cualquier proceso de sugestión.
- “La no aceptación de este número en cualquier nivel, orden o lugar de una
parcela importante de la humanidad, es debido a que es el número siguiente al
“Absoluto” y por consiguiente mal número, ya que se encuentra fuera de la “Esfera
Natural y Universal”.
- Esto que te voy a explicar es más profundo, pero, estoy seguro que te va a
interesar y mucho; si algo se te hace muy cuesta arriba, me interrumpes y te lo
repetiré, ¿conforme? -le dije para que si tenía alguna duda, no fuera a llevarla
arrastrando, porque con ello lo único que ocurriría sería permitir que se formara
una maraña de confusiones.”
- ¡De acuerdo! Le oí decir con toda claridad.
- Has de saber que el número tres, número espiritual, se le multiplica por el
número cuatro, número material, y cuyo resultado es el número doce que es el
número Absoluto. Como quiera que toda cifra debe ser reducida a un sólo dígito,
nos encontramos con que el número doce, se convierte en tres, o sea uno más dos,
mientras que el número trece, en su reducción queda convertido en el número
cuatro, o sea, uno más tres. El número doce, es el máximo, es el de la figura
dodecaédrica, que es la que más se asemeja a la esfera en la cual esta reflejado el
Universo.
- “El número trece, queda pues apartado, fuera, sin lugar porque después de
la esfera, después del Absoluto no existe nada.
- “Ahora fíjate lo atractivo de la divinidad del número tres con su
representación de la trinidad real: Voluntad, Sabiduría, Inteligencia. Seguidamente
haz tú una operación mental: toma el uno, el dos y el tres; súmalos y dime ¿cuánto
te da?”
- Sumados los tres números me da un total de seis, -respondió.
- ¡Exactamente! Observa como la suma de los números que nos llevan hasta
el número Espiritual, es el número de la belleza; en cambio date cuenta la visión
que se tiene generalmente del número cuatro. En la representación de la armonía
Universal, el ser humano sólo vé el símbolo de la cruz e inmediatamente lo
relaciona con trabajos y sacrificios. Aunque su simbología real es la Cruz
Universal.
- Ahora haz lo mismo que antes, toma el uno, el dos, el tres y el cuatro, y
súmalos, ¿cuánto te da?
- Sí, los he sumado y me da diez.
- Pues bien, este es el número de la década, que reducido a un sólo dígito, nos
da uno, la Unidad a la que habremos de intentar volver mediante el trabajo
Espiritual después de haber venido de ella. ¡Ah! Y no me vayas a preguntar por la
“década” porque esto es mucho más complicado, aunque te puedo decir que está
relacionado con la “Teología Aritmética”, basada en la ciencia de la Numerología,
primera ciencia Universal y de la que ya hablaremos en su momento.
- “Te das cuenta porque el ser humano dice que no lo quiere, es más cómodo
17
Trozos del Espejo
estar aquí sin hacer nada real; en cuanto se habla de trabajar por la “gran causa”,
lo primero que se dice es que se ha tenido muy mala “suerte”. -Bien, ¿qué te ha
parecido esta exposición; te esperabas tú que la superstición fuera tan compleja?
-le dije después de haber terminado-.
- Dentro de lo que he podido entender y que creo ha sido mucho, perfecta,
eres tan sencillo que parece me estuvieras contando un cuento. A propósito de
cuento ¿todavía está el partido? -me dijo un tanto preocupada.
- Supongo que sí pues aun no me han avisado.
- Bueno, te dejo, voy ha hacerte caso y me pondré a verla también; igual te
vuelvo a llamar mañana para decirte qué me ha parecido, aunque por lo que me
dijiste antes y como no la he visto tendré que verla más de una vez.
- Seguro que sí, pues te será muy difícil captarlo todo a la primera, aparte
que te gustará luego recrearte sobre lo que ya has visto, principalmente, porque la
primera vez se ve un poquito en tensión por aquello del desconocimiento
argumental del guión. Te aconsejo que te esfuerces, que te pongas a la altura de un
niño y lo verás todo con mayor claridad, ya que evitarás caer en la trampa de la
araña mental que intentará tejer en ti el vestido de la confusión. Te digo esto
porque la mente quiere ser siempre la protagonista de tu vida, y si aprecia que no le
prestas la suficiente atención por encontrarte inmersa en el tema, se sentirá
envidiosa e intentará por todos los medios distraerte llegando a recordarte incluso
momentos que no sean gratos para ti. Si te ocurriera esto último, date unos
golpecitos en la sien derecha para que se alejen esos pensamientos, al tiempo que
procura identificarte con el personaje de la película que más te atraiga llenándote
de satisfacción.
- Me dejas, que no acierto a comprender cómo puedes expresar con tanta
seguridad, claridad y sencillez cuanto me dices; esta es una cosa que creo me irá
entrando a medida que te vaya conociendo, -me dijo en una forma que creí entender
como un halago.
- Es que todo es muy sencillo, todo es muy simple, lo que ocurre es que aun
no se ha abandonado el caminar por esos senderos tan llenos de vericuetos. Algún
día llegará en el que veamos el camino tan limpio y diáfano como recto.
- Gracias de todos modos, ¡ah! ¿mañana dónde te parece que podríamos
quedar?
- Si quieres en el lugar del primer día, ¿te parece? Es un buen sitio y podemos
ir dando un paseo.
- ¡Sí, estupendo! ¿ a las ocho y media te viene bien?
- Muy bien, hasta mañana si Dios quiere, -me despedí de ella.
- Hasta mañana entonces, y que El te bendiga, -me dijo a modo de despedida.
Agradecí una vez más sus atenciones y estos últimos deseos y colgué el
teléfono. Una vez más me llené de esa satisfacción que produce el que se manifieste
el agradecimiento por la ayuda recibida de la forma que ella lo hacía, aunque con
ello a veces me llegara a sonrojar.
Aun estaba sentado y reflexivo cuando pensando en el día siguiente miré el
calendario de mesa que tenemos al lado del teléfono. Curiosamente estábamos a
trece; desprendí la hojilla correspondiente al día por estar este a punto de terminar,
y hecha una bola de papel entre los dedos, la deposité en la papelera pequeña y
Santiago Martín Moreno
bellamente decorada que está al lado del revistero bajo la mesita.
Volví al lugar donde tenemos la televisión, justo en el momento que
terminaba el partido; comenté sobre que al parecer había durado mucho, a lo que
respondió mi hijo diciéndome que se trataba de una final y que habían tenido que
jugar una prórroga.
Al tiempo de sentarme le dije a mi mujer que ya había cambiado la hojilla en
el almanaque, cosa que ella hacía todas las noches.
Se me quedó mirando pensativa unos segundos diciéndome seguidamente que
ya la había cambiado ella; hecho este comentario, se levantó y se dirigió al salón,
donde está la mesita sobre la que descansa el calendario; lo tomó y
mostrándomelo, vi que la fecha que tenía la primera hoja era la que se
correspondía con el día trece. Lo devolvió a su lugar; no le dimos más importancia
al hecho, eso sí, me dijo que era un bromista, y nos pusimos a ver la película la
cual empezaba en aquel mismo instante.
En el primer descanso que hubo, me levanté y, con disimulo me acerqué al
salón, me incliné para mirar en la papelera y, efectivamente, allí había una hojilla
doblada que correspondía al día doce, y que fuera la que quitara mi mujer; al lado
estaba la bola de papel que yo había hecho con la hojilla que desprendí para el
cambio, y cual fue mi sorpresa, al contemplar que, tanto la que yo había arrancado
como la que estaba en el calendario señalando el día siguiente era el día trece...
19
Trozos del Espejo
CAPÍTULO CUARTO
Gracias a la costumbre que tengo de venir al centro de la ciudad andando, no
sólo cruzo el puente como a él le gusta, dando un paseo, sino que además puede
ocurrirme en ocasiones lo que hoy.
Quien camine por la acera izquierda de la calle San Pablo, verá que muy
cerca de la plaza de la Magdalena, existe una tienda exposición de pinturas en
cuyo escaparate y sobre pequeños caballetes se pueden admirar algunas de las
obras más importantes que tienen en cada momento; algunas veces he llegado a
pensar en que todo el mundo puede disponer de ellas para poder disfrutarlas.
Caminaba despacio, como siempre, sin prisas, recreándome en todo cuanto
aquella tarde me podía ofrecer, y de hecho me ofrecía; una tarde que se fue haciendo
poco a poco de la época que estaba viviendo. Después de una mañana soleada,
aparecieron unas nubes obligando al sol a quedar oculto entre ellas, como si del
juego del escondite se tratara.
Con este comportamiento nada caprichoso de la Naturaleza viva y latente
en cada uno de los seres que habitan este planeta, se adivinan los distintos
pensamientos que acuden a algunas gentes cuando por haberse escondido el sol
tras una gran nube tarda en salir de nuevo.
En una de aquellas ocasiones, aprecié una sensible falta de claridad; miré el
reloj que llevo en la muñeca izquierda; las cuatro y veinticinco de la tarde -me
dije-, hoy también he salido antes; elevé la mirada hacia el cielo y no pude ver la
nube, porque me dio la impresión de que todo el firmamento que podía ver entre
los perfiles de áticos, azoteas y la inmensa arboleda allí existente, estaba
impresionantemente cubierto.
Y llegué, llegué y me quedé maravillado ante la belleza con que me estaban
regalando aquel instante. A medio metro largo del cristal que protege el escaparte
del exterior, y sobre un extraño, pero original soporte artístico, había un cuadro
cuyo contenido era la más hermosa puesta de sol con la que el hombre pudiera
soñar tener, como imagen perfecta, maravillosa e irrepetible, para su deleite
personal y particular.
El éxtasis hizo presa en mi estado de ánimo y ambos unidos lograron que se
me humedecieran los ojos, incapaces de respetar mi deseo de que entorpecieran tan
magnífica visión en esos minutos.
Debía encontrarme muy lejos de allí en aquel momento sublime, tal vez
Santiago Martín Moreno
sentado sobre un peñasco muy cerca, frente a la grandeza de aquel conjunto dorado
que ahora parecía, que, como largas lenguas de fuego, sus destellos llegaban hasta
mi esquivando los diferentes objetos de arte que estaban expuestos.
La calidez del momento se vio abortada por elementos contrarios a ella
misma; unas gotas de agua no muy fría golpearon mi cabeza en su natural
incursión sobre la reseca tierra; había comenzado a lloviznar por lo que me pegué
lo más que pude al cristal, y me refugié bajo lo que parecía una ancha cornisa más
que un voladizo. Ahora estaba mucho más cerca de la belleza de aquella pintura,
no podía remediarlo, me encontraba...
Salí nuevamente del encantamiento. Ahora, gracias a unos golpecitos suaves
que alguien me estaba dando en la espalda; iba a volverme, pero preferí no hacerlo;
no sabía de quien se trataba; el caso es que me centré en el reflejo del cristal que en
ese momento y dada la semioscuridad ambiental producida por los nubarrones que
se habían hecho presentes, se convertía casi en un espejo, y así pude notar su
presencia, pude verla; tras de mi y un poco desplazada, su imagen quedó
perfectamente centrada sobre aquel sol de lienzo que me pareció tan vivo como si
realmente fuera el natural.
Agudicé la visión sobre aquella zona del cristal, y puse en práctica la para
muchos, teoría del si quiero, puedo, y lógicamente la teoría se hizo absoluta, por lo
que como quise, pude; ahora estaba viendo sus rasgos perfectamente definidos, con
toda claridad, y fue eso lo que hizo que me girara ciento ochenta grados quedando
los dos frente a frente; la tomé por el brazo y la atraje hasta el pobre resguardo que
nos ofrecía compartir la fachada del establecimiento, al tiempo que ella me
saludaba poniendo en su rostro la más infantil de las sonrisas mientras me decía:
- ¡Hola!
- Hola, que sorpresa ¿no? -le dije correspondiendo a sonriente saludo.
- Sí, la verdad es que ha sido una maravillosa sorpresa, no esperaba verte
tan pronto -dijo sin poder ocultar su contento.
- Yo sí, siempre hay que esperar; sólo los que esperan pueden ser recibidos.
- Me maravilla oír como tienes siempre la frase justa en cada momento, pero
dime: ¿cómo estás?
- Muy bien; a ti no te lo pregunto, pues sólo con ver como te brillan los ojos
para mi ya es suficiente.
La fina llovizna que había estado cayendo hasta ahora, se volvió llovizna
gruesa que, sin grandes deseos de perjudicar, sí nos estaba fastidiando por aquello
de que no teníamos donde guarecernos, momento este que aproveché para mirar
nuevamente el reloj y ver que ahora sus agujas hablaban de las seis menos diez. El
cielo había echado un toldo de color gris oscuro que amenazaba gran cantidad de
agua en el momento que un rayo lo rasgaba por algún lugar. Me dio la impresión
de que ella estaba pensando lo mismo ya que me dijo:
- ¡Nos vamos a mojar de lo lindo!
- Me quedé un tanto sorprendido, porque esta era una expresión
particularmente familiar que no oía casi desde niño. Luego, mirando una vez más
hacia arriba, siguió diciendo: - Me gustaría que nos guareciéramos en algún lugar y
conversáramos mientras se calma esta lluvia.
- ¡Cómo quieras, -le dije.
21
Trozos del Espejo
Ciertamente ya me había hecho a la idea que acababa de plantear pues
andando y con aquella lluvia que prometía no descansar por un tiempo, no podría
seguir trabajando, por lo que le ofrecí: -¿Que te parece si nos metemos en una
cafetería y tomamos una taza de té? -¡Perfecto! Aunque se me acaba de ocurrir
¿que te parecería irnos a casa de mi madre y mi hermano? Ellos viven muy cerca de
aquí, y precisamente tenía intención de verlos esta tarde, además les agradará
conocerte pues ya les he hablado algo acerca de ti, de tu forma de ser y de pensar, y
también de nuestro encuentro...causal; por cierto, mi hermano me pareció bastante
interesado en todo cuanto a ti y nuestro encuentro le estuve comentando.
- Como tú quieras, siempre será mejor porque en esos sitios públicos no suelo
encontrarme a gusto dado el ruido que hay aun a pesar de todo, y creo que también
me gustará conocer a tu familia. También quiero decirte que esa expresión de
causal que has empleado, me ha gustado, es señal de que pones buena atención a lo
que digo.
- ¡Gracias! Seguro que te gustará mi familia, -me dijo sintiéndose feliz ante
la decisión adoptada por mi parte.
- ¿Tienes mucha familia? -le pregunté un segundo antes de caer en la cuenta
de que me había hablado sólo de su madre y su hermano.
- No, sólo mi hermano que es soltero y vive con mi madre.
- Deduzco de ello que la que vive separada eres tú; nunca me hablaste de este
tema.
- Es cierto, y ni siquiera conoces mi nombre.
- He preferido respetar tu silencio en la seguridad de que cuando desearas
decírmelo, así lo harías.
- Ahora lo deseo, me llamo Laura, ¿y tú?
- Yo me llamo Jorge.
- ¡Jorge! ¿cómo aquél que, según la leyenda, luchó contra el terrible dragón?
-dijo, en cierta medida un tanto divertida.
- Pudiera ser; no todos tienen la oportunidad de salvar de las garras de ese
dragón a la hija de un rey, -le contesté siguiéndole la corriente en el mismo tono.
- ¡Me gusta el nombre! Y el significado de aquella lucha, tampoco todos
tienen la oportunidad de convertirse al cristianismo, motivados por un favor
semejante.
- Pensando en el comentario que hizo siguiendo al mio, comenzamos a
caminar acelerando el paso cada vez que nos obligaban a separarnos de la
protección que nos ofrecían los salientes de balconadas y terrazas, mientras ella
me iba contando como vivía, de qué y del porqué se había separado del pequeño
núcleo familiar...
- Cuando se murió mi padre, nos quedamos los tres solos; mi madre no es
muy mayor, y además se conserva muy bien. Mi hermano es casi de mi misma
edad, pero arrastra desde muy joven una enfermedad congénita que le impide andar
con soltura por lo que está sujeto a una silla de ruedas, aunque si no es por mucho
rato, puede valerse sin ella asistido por unos bastones. Su pasión fue siempre la
pintura, también el atletismo, pero eso ya pasó a la historia. Su única ayuda es la
que le proporciona la venta de algunos cuadros sobre los que dicen son bastante
buenos. Él, no sale, pero tiene amigos que vienen y le traen gente interesada en su
Santiago Martín Moreno
obra que luego vuelven y le compran; la verdad es que no le va mal del todo.
Muchas veces me dice que le gustaría ver cumplida la ilusión que tiene de pintar al
natural pero, noto como se entristece cuando le oigo decir en broma que si tiene que
estar de pie y con los bastones, tendría que ponerse la paleta en el hombro y el
pincel en la nariz.
- No creo que por ello tenga aburrimiento, -le dije con simpatía, porque
estaba notando en ella un cierto aire triste.
- No, siempre está enredado con algo, y así transcurre su vida, entre la
pintura, la música y la lectura, leer le gustó mucho siempre, sobre todo la
literatura religiosa en general; ¡ah! y a mi madre la quiere mucho. A mi madre
también le apasiona la literatura religiosa, pero a ella de forma un tanto
particular; a ella de todos los temas de la iglesia, el que realmente le apasiona es el
de la figura de Jesucristo, todo cuanto gira alrededor de Él.
Cuando llegamos al portal de su casa, el cielo se abrió por un costado y una
inmensa cortina de agua se abalanzó sobre los tejados y las calles embriagando el
ambiente con ese aroma de fresca humedad que produce la lluvia primera después
de mucho tiempo sin llover.
Subimos la escalera por tener la vivienda en la primera planta; llegamos
ante una puerta que me pareció tan clásica como llena de historia y llamó a un
timbre cuyo sonido relacioné con aquellos antiguos.
La puerta se abrió tras un breve instante de espera, y ocupando casi todo el
hueco de luz apareció una señora en cuya esbeltez pude apreciar que debía haber
sido en su juventud, no muy lejana, una mujer muy hermosa. Al ver a su hija, su
rostro se iluminó con la preciosa sonrisa de esa ternura que sólo pueden mostrar
las madres en momentos como aquel, momento un tanto particular cuando juega el
factor sorpresa.
- ¡Qué sorpresa! Pasad -se ofreció dando unos pasos hacia atrás dejando la
puerta libre.
- ¡Buenas tardes! -dije yo correspondiendo a la invitación.
- ¡Hola, mamá!
- Hola hija mía ¿Cómo se te ha ocurrido venir precisamente hoy con una
tarde como la que se ha puesto? -dijo la madre mostrando un enfado lleno de
cariño.
- Porque no creí que fuera a ponerse así la tarde; a la hora que salí hacía tan
buen tiempo que ni siquiera me preocupé de coger un paraguas. Mamá, te voy a
presentar a ése buen amigo que he conocido hace pocos días y del que os hablé
¿recuerdas? Se llama Jorge.
- ¡Tanto gusto! -dijo la madre mirándome.
- Jorge, ésta es mi madre ¿verdad que es muy guapa? ¿a que se conserva muy
bien? -dijo Laura, con la mayor sencillez, echándole el brazo por encima.
- La verdad es que no has exagerado ni un ápice, ¡se conserva muy bien! Es
un placer conocerla, señora, -dije un tanto azorado, mirándola a los ojos e
intentando seguir la corriente abierta de la hija.
- ¡Ah! Se llama Leonor, -dijo Laura casi sin dejarme hablar.
- Muchas gracias, ya hacía tiempo que no me daban oportunidad de
sonrojarme, -dijo ahora Leonor dándole un abrazo a su hija.
23
Trozos del Espejo
- ¿Dónde está mi hermano que quiero presentarle a Jorge?
- Si no está en su cuarto debe estar en el estudio, pintando.
- ¡Vamos a buscarlo! -dijo Laura haciéndome una indicación para que la
acompañara.
- Os voy a preparar una taza de café; estoy segura que os vendrá muy bien
con este tiempecito, -dijo la madre sin apartar de su rostro esa sonrisa que lo hacía
todo esplendorosamente agradable.
- ¡Gracias mamá! -le agradeció Laura mientras ya caminábamos por el largo
pasillo, aunque se volvió y le dijo a su madre que por favor me hiciera un té, ya que
recordaba que yo no tomaba café, detalle este que le agradecí con una sonrisa.
A medio pasillo, Laura me tomó de la mano; era un pasillo ciertamente largo
a cuyos lados se ofrecían varias puertas por parejas. Dio unos golpes en una de
ellas, y al no obtener respuesta alguna, la abrió muy despacio; supuse que sería el
dormitorio, y al abrirla del todo pude ver un cuarto vestido con un mobiliario
bastante arcaico pero, de una sobriedad magnífica, y perfectamente distribuido en
el que de una forma ordenada se encontraban elementos de todo uso, propios de la
pieza, además de un equipo de música completo, libros...
- ¡Aquí no está!
- Seguimos pasillo adelante hasta llegar a una puerta que se encontraba en el
mismo frente del fondo; en ella dio varios golpes tenues con los nudillos. Desde el
interior resonó una voz firme y varonil diciendo que estaba abierto.
Sin más, Laura abrió la puerta. De espaldas a ella y envuelto en una bata de
color guinda, pero que se veía que era ropa de trabajo, se encontraba un hombre
bastante alto y de anchos hombros que, sentado en una silla de enea, se enfrentaba
con la obra pictórica que en ese momento ocupaba toda su atención. Sigilosamente,
procurando no hacer ruido, se fue acercando a él, cubriendo con las manos sus ojos
al tiempo que preguntaba de forma infantil:
- ¿Quién soy?
- Él, sin sobresaltos, ni tan siquiera inmutarse, respondió colocándose sobre
la cabeza un trapo que tenía en la mano y que, sin duda, debía ser de limpiar los
pinceles.
- ¿Tal vez, Caperucita Roja que ha venido a casa de su abuelita? -dijo el
hermano con una expresión que me hizo sonreír.
- ¡No, soy el lobo!
Ambos hermanos se echaron a reír, y Laura colocando las manos sobre los
hombros de su hermano y haciendo un pequeño esfuerzo, lo giró un poco hacia
donde estaba ella. Su hermano intentó levantarse pero ella hizo un gesto y él, al
entenderlo, continuó sentado mientras que con sus brazos le rodeaba la cintura
cariñosamente y se daban unos besos que me llenaron de profunda alegría.
Él,tenía ahora toda su atención volcada sobre ella; la tomó de las manos y le
dijo bromeando:
- Eres la única que viene a verme, aunque no es tanto como quisiera pero, al
menos una vez por semana puedo sentirte aun más cerca, -a lo que ella respondió
con cierta emulación de seriedad siguiéndole la broma.
- ¡Claro! Soy la única hermana que tienes, por cierto, hoy viene a verte
alguien más.
Santiago Martín Moreno
Haciendo un gesto de agradable asombro, puso las manos a cada lado de la
silla, y con un movimiento sincrónico, y perfectamente estudiado, se giró todo
hacia la puerta en la que aun me encontraba en silencio, observando aquella
deliciosa escena que, espontáneamente, habían montado los dos hermanos. Al
verme se sonrió, y me sorprendió porque de pronto, y mirándome fijamente, dijo:
- ¡Sé quién eres!
- ¡Pero, no sabes como se llama! -dijo Laura haciendo un mohín que hizo
sonreír al hermano.
- ¡Ni tú tampoco!
- ¡Yo, ya, sí!
- Entonces, seguro que me lo vas a decir.
- ¡Naturalmente! Se llama Jorge, y es el amigo del que te hablé el otro día
cuando hablamos por teléfono, -dijo al tiempo que hacía que me adelantara para,
acercándome al hermano, presentármelo diciéndome que él era Guillermo.
Ambos expresamos el placer que sentimos al conocernos, aunque yo quise
hacerlo deforma diferente, por lo que apunté:
- Es un placer conocerte Guillermo, hermano de Laura.
Esta expresión no sé por qué me salió así; luego más tarde pensaría que el
subconsciente me indicó que allí había un grato ambiente, tan serio como informal,
y que estaría bien que yo también participara en el desde el principio.
Laura hizo un inciso para darle al hermano el resultado de una gestión que,
al parecer, le había encargado días atrás en una de sus últimas visitas.
Mientras ellos hablaban, me dediqué a ver de forma panorámica aquel
estudio; desde luego menos ordenado que el cuarto, y era comprensible: marcos,
tubos de pintura, jarras con toda clase de brochas y pinceles de todos los tamaños,
bocetos, y así casi todo sobre unas mesitas móviles que estaban colocadas de
cualquier manera dando la impresión de que cada una de las veces que Guillermo
se movía de una lado para otro, tenía que ir quitándolas de su camino, no
obstante, allí se respiraba armonía. La suave melodía que una respuesta musical,
en calidad de adagio salía de unas cajas acústicas colgadas en la pared, inundaba
cada rincón de aquella estancia en los que en uno, con una lámpara de pie, y otros
con una especie de rinconeras, daban descanso y cobijo a libros, y unas colecciones
de discos de entre las que me pareció se destacaba una de música clásica.
Completamente abstraído con aquel momento, no me di cuenta de que me
estaban hablando a mi espalda; de pronto, aunque sin alterarme, me volví.
- ¿Se encuentra bien?
Esta pregunta me la hizo la madre de Laura, que se encontraba en el pasillo
y ante la puerta del estudio; también se interesó Guillermo que acababa de hablar
con ella, diciendo:
- ¿Estás bien, Jorge?
- Sí, muy bien -afirmé, y seguí diciendo- lo que ocurre es que Albinoni me ha
transportado momentáneamente por los aires de su adagio a otro lugar. Gracias.
- El café, y el té, están preparados, ¿venís al salón, o preferís que os lo traiga
aquí al estudio?
- Mejor aquí, mamá; voy contigo y te ayudo a traerlo, -se ofreció Laura
atendiendo la indicación de Guillermo.
25
Trozos del Espejo
Laura se perdió con la madre por el largo pasillo camino de la cocina,
mientras Guillermo y yo nos quedamos a la espera. Me dí cuenta de que estaba un
poco nervioso, por lo que pude adivinar que estaba presto para preguntarme algo,
como así sucedió.
- ¿Cómo fue que os conocisteis? -dijo refiriéndose a mi primer encuentro con
Laura.
- Exactamente igual que como te comentó Laura por teléfono, según me dijo
ella te había contado.
- Sí, pero verás, igual no me he expresado bien, quiero decir... -Guillermo se
había quedado un poco en suspenso.
- Sé lo que quieres decir, y no hay nada de casualidad en ello. En todos los
órdenes de la vida, a veces las personas se ven mezcladas por extrañas
circunstancias sin que para ni siquiera ellas mismas, tengan o puedan encontrarle
un sentido, sin embargo, donde quieras que te encuentres, y en el momento que sea,
todo, absolutamente todo cuanto suceda dentro o fuera de ti, estará sujeto a un por
qué fuera del alcance de la tuya, y de otras muchas comprensiones, lo sé, como
también sé que llegará un momento en el que posiblemente Laura, o tú mismo
preguntareis algo tan desconocido para mi que habré de salir como un errante en
busca de encontrar la enseñanza que me pueda permitir más tarde una respuesta, si
es que he de ser yo el que tenga que darla.
- Laura me dijo que no sabía nada de ti.
Eso es tan cierto como elemental. Cuando no se pregunta, no se conocen las
respuestas, pero tampoco creo que sea muy necesario explicar desde la “a hasta la
z” quien soy yo; créeme, no tiene mayor interés, lo que sí es interesante...
La entrada de Laura portando una bandeja con una cafetera, una tetera y
unas tazas, y su madre llevando otra con unos dulces, interrumpió lo que iba a
decir, y vino muy bien, porque al intentar desviar de mi persona la atención que
Guillermo centrara en ella, estuve a punto de decirle que lo verdaderamente
importante era lo que él estaba pintando; hubiera cometido de palabra el mismo
error que cometí con el pensamiento.
La madre se acercó, y con un tono muy amable me sirvió la taza de té, al
tiempo que Laura también hacía lo mismo con su hermano.
Tomamos aquella improvisada merienda hablando de cosas sin importancia,
entre las que no pudo faltar el agradecimiento por esa lluvia que se había hecho
presente por la tarde, y que era seguro que nadie esperaba. Al terminar, la madre le
dijo a Laura que no se moviera, que ella recogería el servicio y se iba a la cocina;
así lo hizo y un instante después que hubiera salido nos quedamos los tres solos.
Guillermo buscó en uno de los bolsillos de la bata y extrajo una pipa, la
llenó de una cajita bellamente decorada que tenía sobre una de las mesitas, y la
encendió. La primera bocanada que lanzó al aire hizo que comenzaran a formarse
en él caprichosas figuras que se fueron desvaneciendo mientras que Guillermo
hacía una pregunta.
- ¿Qué piensas de la muerte, Jorge?
Antes de contestarle le pregunté por su signo zodiacal, y también si conocía
su ascendente; me contestó que era Acuario, pero que no sabía cual pudiera ser su
ascendente, por lo que pensé que, en principio, podía ser una persona difícil de
Santiago Martín Moreno
convencer. Algo me dijo en mi interior que me tranquilizara, que yo no estaba allí
para convencer a nadie, que yo me encontraba en aquel lugar sólo para responder, y
que luego, se aceptara o no mi respuesta ya era una parcela de la historia que no
me correspondía, por lo que dije que me parecía entender que para él no existía otra
muerte más que la de la persona que fallece, por lo que me limité a decirle
rotundamente que la muerte como tal no existe, y si es que se refería a otro tipo de
muerte me lo aclarara.
- No, me refiero concretamente a...
- ¡A la muerte de tu padre! -le interrumpí ahora cayendo en ello por lo que
Laura me había contado anteriormente acerca de su familia.
- ¡Sí, exactamente! -dijo Guillermo quedándose un tanto sorprendido.
- La verdad es que, en ese sentido, no puedo particularizar, por lo que
deberás entender que cuanto te diga acerca de ello será en gran medida con carácter
general, luego, ya sacarás tú tus propias conclusiones, y si aun así te persisten
algunas dudas te recomiendo que con tranquilidad: medites y reflexiones.
– ¡Conforme! Pero, ¿qué quieres decir con eso de que la muerte no existe?
- Mira, tu sabes que la personalidad del individuo esta compuesta, digamos
que de dos cuerpos, uno material y otro Espiritual; supongo que tú aceptas que el
cuerpo espiritual se encarna en el cuerpo material al nacimiento de éste, -le dije
dejándole caer las palabras tan despacio que realmente las asimilara.
- No, no lo tengo del todo claro, pero sí, sé de que me estás hablando.
- “Bien, la muerte no existe, porque si conoces aquello sobre la energía, ya
sabes entonces que ella no muere, ni se destruye, ni tan siquiera desaparece; lo
único que sucede es que cambia, se transforma. Ambos cuerpos son cuerpos de
energías, una visible y otra, vamos a llamarla invisible, pero que al igual que la
primera también está ahí de forma asombrosamente concreta.
- “El cuerpo material con su fallecimiento, lo único que hace es cambiar,
transformarse, ya que después de un tiempo se convierte en polvo. Sigue estando
ahí, ahora bajo otra imagen diferente. Dentro de esta parcela existen sus
excepciones: personas que quedaron en la indiferencia porque no fueron de interés
para nadie y cuyos restos jamás importaron donde fueran a parar; y personas que
dejaron tan grato recuerdo por su comportamiento que sus seres más queridos,
unos toman directamente ese polvo y lo depositan en la tierra con el fin de que
pueda quedar como abono, alimento y vida para unas plantas determinadas y
escogidas, o lo que es lo mismo que continúe alimentando a la vida. Y otros,
indirectamente, piden que la Naturaleza les dé la oportunidad de cumplir una
misión semejante.”
- ¿Cuántas veces te habrás acordado de tu padre? Lo has estado recordando
bajo la influencia de nostálgicos momentos de felicidad que ya pasaron, -le dije
mostrando una tierna sonrisa ante su forma de mirarme.
- Muchas veces. Yo quería con locura a mi padre; era un hombre muy bueno y
extraordinario, -dijo Guillermo con la voz un tanto ahogada.
- Guillermo, en cierta medida, aquella energía, al menos para ti, no ha
desaparecido mientras lo recordabas; esa actitud amorosa hacia él iba generando a
su vez otras energías, y esas energías hacen que disfrutes del momento como sí él
estuviese realmente aquí, como si viviera eternamente.
27
Trozos del Espejo
Comprendo muy bien lo que sientes con esa muerte; es muy duro, pero es
necesario porque si no fuera así no habría posibilidad de un reciclaje; una de las
leyes principales del Universo es precisamente la contemplación de lo repetitivo en
todos los órdenes, si no fuera así, te aseguro que no podría haber existencia.
Hay que tener en cuenta, que la muerte es también aprovechada como
“Karma”, aunque de ello hablaremos en otro momento, siempre si lo deseáis,
naturalmente.
- ¡Te aseguramos que si! -dijo Laura, al tiempo que el hermano pedía una
especie de adelanto.
- “En eso de que todo tiene una razón de ser, aunque a veces no se entienda, o
no quiera entenderse, entran las leyes kármicas. Habréis observado posiblemente
de cómo hay personas que ante la muerte de un ser querido se han sentido felices
porque éste dejó de sufrir; en cambio otras, se sienten infelices, no entienden nada y
además se permiten lamentar lo dispuesto en razón de un comportamiento
determinado. El grado de muerte, también es un instrumento de los muchos que
posee el plano Superior para favorecer o desfavorecer determinadas acciones,
determinados comportamientos en otros.
- “Así y sujeto a las leyes universales, llega un día en el que al igual que se
aparece se desaparece. El cuerpo físico incluida la mente como materia, es devuelto
a la materia, mientras que el Espíritu, y el Alma llena de actos positivos
convertidos en conocimientos, abandona el plano material físico y regresa al
plano Espiritual que le ha de corresponder, ahora en función de la riqueza en
sabiduría que hubiera podido adquirir en esa encarnación.”
- Entonces, ese “Juicio final” del que tanto se habla, y en el que se dice nos
preguntarán y habremos de responder de todas y cada una de nuestras acciones...
¿quién lo hace, y como es eso? -quiso saber ahora Laura.
- “Bien, si pensarais un poquito, con total imparcialidad y profundamente en
ello, el quién lo hace lo tendríais muy claro. Evidentemente, el cuerpo físico, la
mente, no podría hacerlo, sencillamente porque ya no existen y aún en el caso de
que lo hicieran, como muchos aseguran que es así, a la hora de la muerte (en ese
Juicio) ya me diréis las cosas o actos que iban a confesar. La mente diría poco más
o menos que su comportamiento fue el propio de un santo o una santa.
- “Es el Espíritu, el que una vez liberado de ella, y en consecuencia de todas
las lacras que la mente le estuvo aportando durante su trayectoria terrena, el que
se manifestará gracias a su nivel de inocencia y pureza tal cual es.
- “Una vez realizado ese Auto-Juicio, será el Tribunal de las altas jerarquías
superiores el que decidirá a que plano Espiritual le corresponderá ir, y en el que una
vez estudiado y analizado el conocimiento que posee, se le tendrá un tiempo en el
que estará preparándose para cuando llegue el momento de una nueva venida, de
una nueva reencarnación, en la que ocupando otro cuerpo físico, continuará su
trabajo de evolución hasta llegar a conseguir el más alto grado de los escalafones
celestes.”
- Oye, y esa historia que montan algunos cuando dicen que después de la
muerte se pasa por un negro túnel en el que se ve una luz al final... ¿cómo es eso
realmente? -preguntaba ahora Guillermo.
“Yo no quisiera caer en la misma trampa que esos que tu mencionas; como
Santiago Martín Moreno
tampoco voy a negar que en alguna ocasión lo he oído. Lo que si os puedo decir
categóricamente, es que nadie puede volver, y por consiguiente, nadie puede saber
cómo es, sencillamente porque para el plano que acaban de abandonar ya no
existen de ninguna de las formas o maneras. Son dimensiones distintas y cuerpos
diferentes entre los que, a partir del fallecimiento, jamás volverán a tener la más
mínima relación.
“En cuanto a ese negro túnel, estoy de acuerdo en la definición porque entre
el plano Físico y el Astral, existe un espacio que es la parcela del Inframundo y que
nosotros hemos ido formando con la creación de energías negras cuales son
nuestros actos negativos, nuestras acciones negativas.
“Si el individuo, por decirlo de alguna forma que pueda ser un poco
comprensiva, fue un “santo”, valdría también decir: un ser intachable, no habrá
para él túnel alguno, en este caso sería como abrir y cerrar una puerta en cuyo otro
lado está la Luz; si por el contrario, esa parcela de energías negativas es
abundante, es ancha, se encontrará ante la necesidad de atravesarla y en cuyo final
también estará, como es natural, esa Luz.
“Por todo ello, es de suma importancia que nuestro comportamiento ético
sea el que nos dé mediante su actitud positiva, la posibilidad de no encontrarnos
ante un túnel de menor o mayor medida, y sí de una simple puerta”.
- Sin embargo, es lo que dicen algunos además de que luego alguien vuelve
para contarlo, -insistió Guillermo al que pude observar un tanto nervioso.
- Bueno, cada uno puede decir lo que quiera, lo que pueda o lo que sepa. La
cuestión es que el discernimiento de ello te ponga a ti, concretamente, en uno o en
otro lado de la aceptación a la respuesta.
“Es verdad que se manipula mucho el que el Espíritu sale del cuerpo y más
tarde vuelve a él, y no sólo en el tema de la muerte, sino hasta en situaciones como
pudiera ser un accidente, una intervención quirúrgica, y en los que se cuenta cómo
el cuerpo físico esta en una parte mientras que el cuerpo Espiritual se encuentra en
otra, como observándolo, para volver a entrar luego, aquello que también es
conocido como el desdoblamiento de los cuerpos.
“Eso no es posible porque como os he dicho anteriormente, el Espíritu trae
consigo, intrínsecas de él, dos órdenes muy concretas que le fueron dadas antes de
partir hacia su destino en el plano Físico: Una, que jamás influirá sobre las
decisiones que el individuo vaya a tomar, ya le puedan estas favorecer o
desfavorecer en sus actos, ya que está obligado a respetar el libre albedrío que le
fuera otorgado; Y otra, que jamás abandonará el cuerpo físico. Si sale, si abandona
el cuerpo que le fuera encomendado, bajo ningún concepto podrá volver a entrar, y
esto sucede sólo y exclusivamente una vez en la vida de cada individuo, en el caso
de la muerte, cuando el cuerpo físico ha cumplido con el cometido de su actual
encarnación; es así, y no hay que darle más vueltas. El cuerpo físico no puede vivir
sin el Espíritu, como el Espíritu fuera de su plano o en periodo de transmigración
no puede vivir sin un cuerpo físico”.
- La verdad es que me has dejado de una pieza, -hizo Guillermo este
comentario al tiempo que miraba a su hermana.
- Ya te lo dije por teléfono, se expresa con una seguridad que para mí,
particularmente, es alucinante, -dijo Laura correspondiendo a lo dicho por su
29
Trozos del Espejo
hermano.
- ¿Cómo lo veis ahora, más claro? -les dije mirándolos a los dos con el fin de
observar sus reacciones.
Como si se hubiesen puesto de acuerdo, ambos hermanos exhalaron un largo
suspiro que para mí fueron muy significativos, y en cuyo final dijo de nuevo Laura:
-Creo que lo veremos más claro aún cuando hagamos de todo lo que nos dices, y
que estoy segura nos seguirás enseñando, centro de las charlas que de vez en
cuando solemos tener los dos cuando vengo a verlo.
- Y yo me alegraré mucho de que así sea, porque todo lo que gira alrededor
del ser humano, son los temas de la vida, pero, hablar de lo que estamos hablando,
“es el tema”, y este sólo encierra en sí las ideas y conocimientos del Universo.
Acababa de decir estas palabras cuando me dí cuenta que apenas podía
verlos a ellos; tanto Laura como Guillermo eran imágenes un poco difusas,
entonces reparé en que había oscurecido bastante, y entendí que ellos no habían
querido en estos momentos romper el ritmo de mi exposición y posterior diálogo.
En ese momento, Laura se levantó y encendió la luz de la lámpara que estaba en el
rincón. El estudio quedó bañado con una iluminación cálida e indirecta que se me
hizo muy agradable. Iba a decir algo, cuando la puerta se abrió y apareció la
madre con una sonrisa que lo inundaba todo; dirigiéndose al grupo, dijo que
tendrían que contarle algo acerca de eso tan interesante que, al parecer, estábamos
tratando.
- ¡Ya te lo contaremos mamá! -se apresuró a decir Laura.
- Venía a deciros que estoy preparando la mesa, y quería saber si Jorge se va
a quedar a cenar, ¿se quedará? -dijo Leonor sin apartar de ella sonrisa.
Aun a pesar de haber reparado en la oscuridad, no había sido así con
respecto del tiempo transcurrido, y mirando el reloj que estaba encima de uno
delos muebles, pude advertir que habían dado las nueve de la noche, por lo que me
limité a decirle a Leonor que le agradecía la invitación pero, que hoy no debía
quedarme, aunque dejé en el aire la promesa de que lo haría, con mucho gusto, otro
día, si me volvía a invitar claro; este comentario lo hice ofreciéndole también una
sonrisa.
Leonor me miró a los ojos muy fijamente diciéndome que no me preocupara,
que en su casa estaría invitado siempre, y siempre que yo así lo deseara.
Apenas había terminado de hablar la madre, cuando Guillermo insistió
diciendo que me quedara a comer con ellos.
- ¡Quédate! A mamá le gustará que te quedes, y a nosotros también y así
tendremos tiempo para seguir conversando ya que no creo que Laura se vaya con
esta nochecita.
- ¡Qué remedio! -dijo Laura con cierto tono de broma.
- ¿Lo siento por todos! Y creedme si os digo que también por mí. Me siento
muy a gusto pero, hoy debo volver pronto a casa; sinceramente he de reconocer que
aquí me siento muy bien, la paz y la armonía hacen en general buenas y blancas
energías.
Abandoné el confortable silloncito en el que había estado sentado y una vez
en pie, me dispuse a salir del estudio. Me despedí de Guillermo, que estaba
sonriente, con un fuerte apretón de manos, apretón que el retuvo entre las suyas
Santiago Martín Moreno
con fuerzas. Me impresionó su afectuoso saludo de despedida. Laura me dio un
beso; me acerqué a la madre para estrecharle la mano y tomándome por los brazos
también me besó. En ese momento y ante tanta muestra de cariño quise cambiar de
opinión, pero algo me dijo que por hoy estaba bien, y decidido caminé hacia la
puerta. Dije hasta otro día, y ambas mujeres me acompañaron por el largo pasillo
hacia la salida; en ella se volvió a repetir una parte de la despedida anterior y
bajando la escalera abandoné la casa.
Ahora caminaba por el acerado; había cesado la lluvia y las calles aparecían
en una calma inhabitual. Llegué a la altura de aquella tienda, y aunque estaba en
penumbras, no me pude resistir a la tentación de mirar el escaparate, pegué la
frente al cristal, escudriñé la vista y vi con sorpresa que aquella puesta de sol no
estaba; le habían echado por encima y de forma nada acostumbrada un paño de
color gris pardo como queriéndola resguardar, ¿de qué? ¿Acaso quisieron que esa
noche no contrastara con la misma noche?
Como en rebeldía, aun estuve unos minutos frente aquel escaparate que
ahora no ofrecía más que tinieblas. No conseguía entender de cómo, y sobre todo de
quién podría haber partido aquella extraña decisión. Un pequeño escalofrío
provocado, tal vez, por lo fresco de la noche me hizo dejar de lado aquellas tontas
elucubraciones mías por lo que decidí dejar de pensar en ello.
Continué caminando de regreso a mi casa sumergido en el recuerdo de la
tarde pasada; elevé la mirada hacia el cielo y aun a pesar de estar casi cubierto, me
pareció ver el alegre titilar de una pequeña estrellita que parecía querer decirme
que siguiera adelante, que aquel era mi camino...
CAPÍTULO QUINTO
Esta noche he llegado a casa cuando aun por el salón resonaban las últimas
campanadas del reloj que cuelga de la pared; las ocho de la tarde, aunque ya noche,
por lo que pensé aprovechar este tiempo antes de la cena para escuchar un poco de
música en la radio. Decidido a ello, dejé las llaves sobre la mesita y el portafolios
al pie del perchero mientras que colgaba en él la chaqueta que acababa de
quitarme. Entré en el comedor y saludé a la familia allí reunida; seguidamente pasé
al dormitorio y me cambié. Puesta la ropa de estar en casa, me dirijí a mi pequeño
31
Trozos del Espejo
refugio no sin antes acercarme a un mueble que tenemos en el salón, muy cerca del
teléfono, y sobre el que hay un precioso tarjetero de madera muy decorativo y que
hiciera mi hija para colocar en él las hojillas delos recados; he tomado uno en el
que por la letra sé que es de mi hijo y en el que escribió: “Papá te ha llamado a las
siete un señor que me dijo llamarse Guillermo; te volverá a llamar”.
Después de leerlo y una vez en mi cuarto de trabajo, dejé la nota sobre la
mesa y encendí la radio; inmediatamente, cuánto de agradable encierra un
concierto de piano se desparramó a mi alrededor; me recliné en el sillón y me dejé
llevar por los aires del recuerdo sobre las ondas de unas notas nocturnas; Chopín
me trasladó hacia lugares antiguos y maravillosos, cuya belleza se fue perdiendo
por ese afán del hombre en destruirlos aun a pesar de esos pensamientos de que con
las nuevas urbanizaciones él sale ganando. El sonido del teléfono me trajo de
nuevo a la realidad del momento; descolgué el auricular y como es normal dije:
- ¡Dígame!
- ¡Buenas noches! Soy Guillermo, ¿eres Jorge? -dijo mostrando una voz muy
resuelta.
- Sí, soy yo, ¿cómo estás Guillermo?
- Bien, ¿y tú?
- Muy bien, a Dios gracias! ¿y tu madre?
- También está muy bien, por cierto Laura acaba de marcharse, estuvo
esperando aquí conmigo pero, al parecer, tenía que hacer algo en la calle y ya no
pudo esperar más tiempo aunque me ha dicho, o al menos así lo he creído entender,
que vendrá mañana por la mañana, también me ha dejado dicho que te diera
recuerdos de su parte.
- ¡Gracias! Pero dime, ¿cómo te ha dado por llamarme? -quise saber
pensando en que Laura le habría dado el número.
- Ayer estuve por hacerlo.
- Pues menos mal que no lo hiciste, porque no estuvimos aquí en todo el fin
de semana.
- Mi madre fue la que me hizo desistir diciéndome que a lo mejor estabas
fuera, y acertó.
- Las madres siempre aciertan, y si no, están justificadas, pero, bueno, ya
estamos aquí de nuevo, en el momento que hay que estar, ni antes ni después.
- Eso tendrás que explicármelo también algún día, pero ahora lo que más me
interesa es sólo una cosa que se me quedó en el tintero la otra tarde, ¿te importa
que te pregunte? -dijo con cierta preocupación-, o al menos así me pareció.
- No, en absoluto, -le dije-, pero lo que no te puedo garantizar a priori es que
pueda contestarte; en fin, pregunta y luego ya veremos...
- Recordarás que estuvimos hablando acerca de la muerte, aunque en
realidad eras tú el que nos hablaba acerca de ello.
- Sí, lo recuerdo.
- Es que no me quedó muy claro, o yo no me enteré bien del por qué mueren
las personas; igual a ti te parecerá una pregunta infantil, o cuando menos una de
esas preguntas tontas, pero es así, -dijo un tanto azorado.
- Ciertamente, esto ya os lo expliqué de pasada aquella tarde.
- Sí, no me cabe la menor duda, pero, es que luego estuvimos hablando Laura
Santiago Martín Moreno
y yo hasta muy tarde sin conseguir recordar la respuesta que nos diste.
- Posiblemente no te lo diga con la misma definición o con las mismas
palabras porque igual no me acuerdo bien, pero intentaré aclarártelo de nuevo, al
fin y al cabo, el tema, como comprenderás, no ha sufrido ninguna variación, -dije
utilizando un tono informal con el fin de que se relajara.
“Los espíritus, para realizar su trabajo de evolución en este plano material
necesitan ir ocupando cuerpos físicos; la misión de las personas, como cuerpos
físicos que son, es la de ir dando albergue y apoyo cada vez que ellos lo necesitan
para una nueva encarnación. Te estoy hablando y al mismo tiempo recordando que
contigo no he hablado de ello directamente, o en profundidad, sí con tu hermana, y
ella posiblemente te haya comentado algo al respecto”.
- Bien pudiera ser, pero oye, entonces, ¿por qué muere una persona con más o
menos años que otra?
- Esta respuesta, al cien por cien, tendría que ser tan profunda que creo no la
entenderías por lo que intentaré hacerte llegar lo más elemental dentro de su
complejidad.
“La vida humana, por la razón que te he explicado antes, tiene una duración
de ochenta y cuatro años, sujetos al nombre de su Creador así como a las cuatro
fuerzas que lo componen, y que fueran las que instituyeron y continúan
instituyendo todo cuanto existe en el Universo.
“Cada una de esas fuerzas activas y positivas, han de tener relación con una
edad del ser humano; así podemos ver cómo en la primera edad se corresponde con
su primer ciclo, que es el ciclo del elemento Fuego, por consiguiente veremos que en
esta primera edad no hay control, no hay toma alguna de decisiones, y sí
asimilación de cuanta información se pueda almacenar.
“En la segunda edad, o sea, entre los veintiuno y cuarenta y dos años, esta
idea ahora se interioriza, el ser humano ya es consciente de que ha de realizar un
trabajo muy duro, y muy especial. Bajo la influencia de los elementos, esta edad se
corresponde con el segundo ciclo que es el del Agua, y veremos como se llena del
sentimiento.
“Con la tercera edad, o sea, entre los cuarenta y dos y sesenta y tres años, la
idea que se interiorizó, ahora está desarrollándose; el ser humano se ha vuelto
mental, y todo debe tener una razón de ser, a todo ha de encontrarle explicación,
encontrarle un por qué. Obviamente se encuentra ahora bajo la influencia del tercer
ciclo como es el ciclo del elemento Aire.
“En la cuarta edad, o sea, entre los sesenta y tres y ochenta y cuatro años, el
ser humano se encuentra en ese periodo en que aquella idea que luego de
interiorizarse se desarrolló, ahora muestra el resultado. Naturalmente hemos de
pensar que el elemento que influencia este ciclo es el elemento Tierra, aunque he de
aclarar, que Tierra no es un elemento propiamente dicho, sino el nombre que recibe
la cristalización, o sea, el compendio de los tres elementos anteriores. El Fuego y el
Agua se condensan, el Aire seca la condensación y se produce la solidificación, y
con ella la masa, a ella como cristalización del proceso la llamamos Tierra.
“También en la Cábala, aunque en ella no vamos a entrar, y sé que has leído
algo sobre ella, encontramos como el Creador hizo la tierra, el aire, el mar y las
estrellas, sin embargo, como esto hay que ordenarlo, y la lengua de la época en que
33
Trozos del Espejo
se recogen estos datos lo escribe al revés, hay que aceptar por ello que el Creador
hiciera por orden: las estrellas, el mar, el aire y por último la tierra.
“Para que te sea más comprensivo y asistiéndome de que Laura me comentó
que tú eres bastante de la religión Cristiana, y como entiendo por ello que habrás
leído los cuatro evangelios, ahora te darás cuenta de cómo Juan, bajo el ciclo de
Fuego manifiesta su testimonio como el de la revelación. Lucas, bajo el ciclo del
Agua, lo hace como el del sentimiento. Marcos, bajo el ciclo del Aire se decanta por
el testimonio de la razón, y Mateo, a diferencia de los anteriores y bajo el ciclo del
elemento Tierra, no aporta nada nuevo, no deja testimonio alguno de forma
particular, sino que se limita a realizar una compilación de los tres anteriores,
¿comprendes?”
- Perdóname si te digo que no he podido captarlo todo al cien por cien
aunque sí bastante, pero es que me lleno tanto de tu explicación que no puedo
escucharte y discernir al mismo tiempo; no dudo de que cuanto me dices lo haces de
la mejor forma, pero, no acabo de entender lo de los ochenta y cuatro años, cuando
la gente se muere con edades distintas, ¿podrías ampliármelo?
“Naturalmente, ten en cuenta que esta es la edad real; la edad perfecta
cuando la vida se vive como realmente hay que vivirla. El ser humano por las
razones que todos sabemos, nunca la vive bien, al completo, o sea, siguiendo las
normas de conducta establecidas bajo las cuatro etapas, sino que siempre se va
saltando alguna en función de sus particulares y equivocados intereses materiales;
de ahí que tenga que realizar el proyecto de evolución espiritual mediante
diferentes encarnaciones.”
- Ahora creo entender un poco más, quieres decir, por poner un ejemplo: ¿si
una planta no la hacemos seguir el proceso natural, no puede culminar, no
florecería?
- Vale el ejemplo; bueno pues por analogía todo es igual en el Universo.
- Entonces, que razón o explicación tiene el que algunas personas mueran a
tan corta edad; imagino por su naturaleza que esto será más complicado, pero,
¿puedes aclarármelo?
- Sí, y no me sorprende que me lo preguntes porque esta entre alguna otra, es
la eterna pregunta cada vez que se toca el tema, aunque como has podido
comprobar todo esto es casi tan difícil de explicar como de entender, no obstante lo
procuraré aunque acuérdate de lo dicho por ti hace un momento, cuando
mencionaste aquello de: ¿que razón o explicación tiene todo esto? A veces no todo
puede ser explicado perfectamente por el ser humano, y mucho menos que pueda ser
comprensivo.
“Como ya sabes, el Espíritu, después de haber pasado por los diferentes
reinos: Mineral, Vegetal, Animal, llega dentro de este mismo al genero humano; en
él ocupará el primer cuerpo para comenzar una evolución diferente.
- Ahora, haciendo un inciso, te pediré que intentes liberarte de todo
pensamiento extraño y pongas toda tu atención, ya que deberás hacer trabajar a tu
imaginación en lo que te voy a exponer.
“Bien, ya tenemos a ése Espíritu ocupando el primer cuerpo. Mediante el
ejemplo siguiente, esa situación la vamos a trasladar a una escuela en la que un
niño está ocupando (realizando) el primer curso, y en la que su trabajo va a
Santiago Martín Moreno
consistir en llegar a alcanzar un título al final de su carrera. El niño será el
Espíritu, el curso será el cuerpo y la escuela será el plano Material.
“Ya tenemos al niño en el primer curso. Gracias al estudio aplicado y a su
buen comportamiento, aprobará el examen y, abandonando el curso y la escuela
estará de vacaciones en un lugar determinado para volver el curso próximo.
“El año siguiente, en su progresión, el niño entrará en el segundo curso, y así
de forma repetitiva, gracias a su aplicación y a su siempre buen comportamiento
irá avanzando curso tras curso.
“Continúo... aunque el niño va aprobando todos los cursos, lo cierto es que
no todos se terminan con la misma facilidad, y así nos encontramos con algunos
que se acabaron dejando una asignatura pendiente, o sólo una materia de la
misma. ¿tendrá ése niño que regresar el próximo año a realizar el curso entero? ¡no!
volverá sólo y exclusivamente para aprobar ese poquito que le quedó, y lo podrá
hacer fuera de tiempo, y así de esta manera poder conseguir la tan anhelada
titulación.
“De igual forma se comporta la vida humana. Cuando se ha llegado a un
grado de evolución, en cuyas últimas encarnaciones iba quedando pendiente algo
de hacer, en la siguiente ya sólo queda venir a ultimar, y esa última misión puede
consistir en dar una alegría a alguien tan sólo con el nacimiento o con un más o
menos corto periodo de vida.
“Evidentemente, se puede pensar el que alguien diga: ¿Cómo puede ser esto,
si la muerte sea a la edad que sea sólo es causa de tristeza? Aquí entran dos
factores principales.
“El caso de la persona que lo acepta con resignación absoluta porque dice
acatar lo que el Padre dispuso, y el caso de la persona que no lo acepta, en cuya
situación es muy posible que esa última misión haya sido la de habérsele podido
aplicar la ley de “Karma”, ya sabes, aquella ley de causa y efecto.
“Debes tener siempre en cuenta que es muy difícil que el ser humano acepte
nuestros extraños aunque propios destinos. No se podría entender, aunque se
conociera, el amplio abanico de medios que se utilizan. Tú también debes
acordarte, particularmente, de aquello que se dice también sobre aquello de que
¡Dios escribe derecho sobre renglones torcidos”.
- ¡Entendido! Aunque no del todo te aseguro que mucho más que antes;
tendré la noche para darle vueltas a todas y cada una de las cosas que me has
planteado.
- Seguro que sí, Guillermo, esta noche y mañana, y ello hará que des lugar a
tantas nuevas dudas como nuevas preguntas.
- De todas formas es muy duro ¡eh! Oye, cuando das respuesta a esta
petición, ¿la gente suele aceptarla con facilidad?
- ¡No siempre amigo mio, no siempre! Aunque también me satisface que sea
así; cuando encuentro una persona muy difícil de convencer, ello hace que yo
también solicite del Universo mayor claridad en mi propia enseñanza.
- A colación de lo que me has dicho acerca de la reencarnación, recuerdo
haber leído algo que no logro poner en pie.
- Amigo Guillermo. Creo que con lo que tienes ya es suficiente, de lo
contrario vas a crearte un estado de confusión que, sin duda alguna, lamentarás
35
Trozos del espejo
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  • 2. Trozos del Espejo Es comprensible que el Actor se sienta inconformista con el papel que le fuera designado en una determinada obra... Pero, lo que es incomprensible, es que no aproveche la oportunidad de interpretar su propio papel en la Gran Obra. Registro 1089-2009 Sevilla 2015 T/B.L. CAPÍTULO PRIMERO Hace mucho tiempo que vengo vagando por estas calles y a veces no sé
  • 3. Santiago Martín Moreno porqué; y no es que no me lo haya preguntado, que si lo he hecho, pero no consigo encontrar una respuesta del todo satisfactoria. No obstante, algo me dice aquí dentro y de forma continuada que siga. Y yo sigo. Me pierdo una otra vez entre la multitud incansable que cada mañana invade el centro comercial de la ciudad; de esta gran ciudad que es la mía. La gente tiene prisa por correr porque, al parecer, es la mejor forma de llegar antes. Los veo y no puedo evitar el preguntarme: Pero, ¡por qué correr tanto si con ello no se consigue llegar, precisamente, antes! Algún día -quiero pensar-, entenderán cuánto ganan con las prisas; porque ganar, lo que se dice ganar, la verdad es que no se gana nada. Es preferible caminar en lugar de correr. Con el caminar se pasea a la vez que se cumple con la función que se tenga encomendada; porque no se trata de ir más rápido, sino de ir, que al fin y a la postre es la función, o la misión, como se le quiera llamar. Cuando se ha de estar en un lugar determinado y a una hora concreta, no hay necesidad de correr, por una razón de orden primordial, y es que con un comportamiento justo se llega cumplida y perfectamente, y se llega descansado, y dichoso por no haber hecho el viaje con esos agobios que luego no nos permitirán una imagen presentable, ni una locución correcta y mucho menos brillante. La base fundamental en la que se apoya todo esto, no es otra que la de entenderlo como lo que he dicho anteriormente; como una misión a realizar. Se trata pues, sólo y exclusivamente de su cumplimiento por lo que el que se corra más o se corra menos no va en absoluto a repercutir en el resultado de la misma. Todo lo hemos escrito antes de comenzar, y ahora que comenzamos hemos de dar cumplimento a todo aquello; hemos de representar en calidad de actores la obra aquella que en nuestro nivel de preparación y maduración estuvimos escribiendo. Ahora debemos ser fieles intérpretes de nuestro propio libreto y no podemos engañarlo ni engañarnos porque si intentáramos hacerlo, ese sería exactamente el argumento real de alguno de nuestros propios capítulos. Así que, para que ir con prisas; ciertamente no sabemos que fue lo que escribimos; bueno, no lo sabemos porque no nos interesa saberlo, porque como poder, poder, ya lo creo que podríamos. - ¡Caballero! -me reclamó una señora que portaba varios paquetes, aunque por la comodidad conque los llevaba, me dio la impresión de que no debería pesar mucho aun siendo bastante abultado su volumen. - ¡Dígame, señora! -correspondí cortésmente a su llamada. - ¿Tiene la bondad de indicarme donde se encuentran las Galerías Comerciales? -me preguntó en un tono que no creí volver a sentir en el resto de mi vida. - ¡Es para mi un placer, señora! -le dije siguiendo la misma línea elegante que ella había dejado marcada en aquel ambiente y con el que chocaba a todas luces. Haciéndole un gesto con la mano, al tiempo que lo acompañaba con la palabra, le indiqué el lugar, el cual se encontraba a la vuelta de la siguiente esquina. Con una sonrisa de dama antigua me agradeció la información, y en esa frontera que es el espacio que existe entre mi persona y el resto del mundo, un 3
  • 4. Trozos del Espejo delicado aroma a violetas quedó jugando, hasta que el ambiente le hizo marcharse como dándole a entender que aquel ya no era su sitio. Seguía deambulando; ya había hecho la compra que tenía pensada, pero tampoco esto me corría tanta prisa. Miré buscándome en el bolsillo del pantalón a ver si tenía alguna nota. A veces cuando vengo al centro, de compras, suelo, previamente, apuntarme en un trozo de papel cuanto he de hacer. ¡Nada! no tengo ningún papel; entonces quiere decir que no me queda nada pendiente -volví a pensar un tanto extrañado-. Como si no estuviera seguro de mi mismo con lo que me estaba pasando; ¡bien! en ese caso se acabó el paseo. La gente se apretujaba una contra otra, llegando a empujarse en ocasiones, pero yo ya no estaba entre ellos; había conseguido salir, había conseguido sacudirme aquello. Con paso tranquilo, comencé a caminar devuelta hasta mi casa. Comencé a a caminar de regreso a Triana... Sumida en una profunda meditación, la vi sentada en aquel banco del pequeño parque que está al lado del río. El parque que un día le dedicara el Ayuntamiento al gran Poeta Rafael Montesinos; junto a ese río por el que discurre el sentimiento vestido de rizadas espumas cuando lo besa la brisa. Me detuve a su altura, y al darme cuenta que me encontraba un poco fatigado por el cansancio, me senté a su lado, en el mismo banco donde ella estaba. Allí permanecí largo rato, sin perturbar el silencio que reinaba como eje imantado alrededor del cual giraba, seguramente, un conjunto de pensamientos en busca de, tal vez, una salida... No dejaba de observarla, y fue que al cabo de unos minutos abrió los ojos y me miró con una tierna sonrisa. Le devolví el saludo y seguí callado, en silencio, pues presentía que algo había de suceder; como así ocurrió. Abandonó la sonrisa, pero no por ello varió lo agradable de su mirada que clavada directamente en la mía, me dijo: - ¿Llevas mucho tiempo aquí? - Un buen rato -le contesté. -¿Te importa si te cuento algo? - En absoluto -le dije, mostrándole una franca sonrisa. Como si me conociera de toda la vida, comenzó a hacerme partícipe de una parte de su existencia. Yo continuaba en silencio para no herir aquello que, con tanta sinceridad y sensibilidad, estaba emanando de su interior más profundo. Al llegar a un punto se detuvo. Seguidamente me contó que esa misma mañana había estado por un lugar que, de repente y sin saber por qué, le fue muy familiar; que era como si ya hubiese vivido ese momento y en ese mismo sitio. Entonces me preguntó si ello era posible, porque en cierta ocasión le había hablado de que esas cosas eran debidas a un viaje astral. Le respondí que no, categóricamente; y le amplié diciéndole que aquello debía de haber sido el producto de una momentánea proyección mental a la que no, necesariamente, tenía por que darle mayor importancia. Ahora si abrió los ojos desmesuradamente, de par en par; apartó de mi su mirada y la elevó hacia el cielo musitando unas palabras que no entendí. De nuevo su mirada penetraba en la mía, y percibí un ansia de saber, de volver a preguntar. Y lo hizo. No se dejó esperar porque inmediatamente me pidió que le explicara, si era posible, la diferencia. Accedí. Y casi sin darme cuenta, las
  • 5. Santiago Martín Moreno palabras ya estaban saliendo de mi boca y buscando con todo afán los oídos de aquella joven que me prestaba toda su atención en la espera de oír aquello que, al parecer, nadie le supo, pudo, o le quiso explicar. Yo le hablaba y le hablaba, y con su asentimiento de cabeza, me daba cuenta de que estaba comprendiéndolo todo o casi todo. “Todo ser humano -le decía-, cuando llega a su encarnación, viene con la película de su vida. Cuando esta encarnación nueva, se corresponde con un altísimo grado de evolución Espiritual, el individuo puede, si lo desea, pedir permiso para acceder al plano Astral. “El Padre, Dios o como se le quiera llamar al Creador, es el único que puede conceder esta venia, por lo que aprobara o desaprobará esta petición a través de sus jerarquías celestes. También se puede dar el caso de que fuera enviado sin haberlo pedido, por alguna razón especial; bien pudiera ser que tuviera que cumplir una misión para la que, necesariamente, tendría que ir a buscar la correspondiente información. “Nadie, absolutamente nadie puede realizar un viaje al Astral por propia decisión, por propio capricho. En ese plano, has de saber que no sólo esta recogida la completa película de la vida de cada ser, esté en el estado que esté: Mineral, Vegetal, Animal, sino que por naturaleza, están todos los arquetipos: pasados, presentes y futuros. Desgraciado del Universo si alguien sin catalogar y sin la autorización correspondiente, divina, por supuesto, pudiera ver lo que ha de acontecer en el futuro cercano y en todos los órdenes y niveles de su existencia y de aquellos que la habitan. “La proyección mental no tiene mayor importancia, o visto el mensaje, su importancia es relativa, pues su momentaneidad se reduce a que con ella sólo te permiten contemplar un fotograma, un cliché de esa película de la vida. Y esto fue sencillamente lo que debió ocurrirte”. Cuando le pregunté si recordaba algo más de aquel preciso momento, me dijo que no, que lo más extraño para ella fue que, tanto el lugar como el momento fueron perfectamente recordables pero, no sabía si iba, si venía, que hacía allí, ni en que tiempo ocurrió todo aquello. De ahí que se entienda la existencia de una proyección mental simple u otra que aunque no completa, si con capacidad para vivir una determinada escena en lugares y tiempos reales. Cuando terminé de exponerle mi explicación, se mostró muy satisfecha, al tiempo que me decía si podía dar crédito a lo que había oído. Al decirle que eso ya dependía solo de ella, cerró una vez más los ojos y cuando los volvió a abrir, observé de nuevo aquella mirad en cuyo brillo se leía el deseo de seguir preguntando más cosas. Nos quedamos en silencio unos segundos; silencio que yo rompí en esta ocasión para preguntarle qué motivo especial la impulsaba a querer saber realmente sobre el tema, a lo que ella de forma rápida me contestó: - Te lo diré -y siguió-: Cuando pasé por aquel lugar, por cierto relacionado con el Imperio de Roma, recordé una vez más de cómo siempre me he sentido identificada con esa cultura; con aquella civilización sin saber porqué, el caso es que me siento muy a gusto y atraída por los documentales que se han hecho en el cine reconstruyendo la época. ¿Tú crees que yo podría saber si fui romana en mi 5
  • 6. Trozos del Espejo anterior existencia, acudiendo a un especialista en Hipnosis? - ¡Rotundamente, no! Me pidió que le aclarara tan rotunda negativa, -le dije que la complacería, y le expuse seguidamente: “En principio, nadie debe manifestar ante nadie su grado de sugestión por si tuviera un alto índice de debilidad mental. Has de saber, que cualquiera que pusiese a otra persona en un estado hipnótico real podría adueñarse de su voluntad, sin entrar ahora a enumerar las consecuencias que ello podría, en alguna medida, acarrearle. Afortunadamente no es general, pero existen casos de hipnotismo contra la voluntad del individuo. Otro peligro que encierra esta práctica, puede ser sin ningún género de dudas el vampirismo; ello significa la absorción por otra persona de las energías blancas de otra persona. Ciertamente que la Hipnosis es un método inmensamente rico cuando se utiliza de forma ortodoxa en campos como la Medicina y utilidades afines. “Pero volvamos sobre tu pregunta: En el caso de la Hipnosis real y profunda, encontrándose la persona en progresiva regresión hacía sus orígenes, sólo puede llegar hasta los primeros momentos de su vida actual. Más atrás, ya no puede regresar porque en su anterior encarnación no era la misma persona física que es en la actualidad, aunque, sí, y esto lo verás más claro en el gráfico que te voy a pintar en este papel. Es el mismo espíritu, y en consecuencia la misma Alma, en esa evolución espiritual que te comenté anteriormente. “Observa la línea horizontal continua que marco con una “equis”; esta es la manifestación del nacimiento de un Espíritu. Bien, cuando el espíritu comienza a caminar por el sendero de la evolución, llega al plano que le corresponde y ocupa el cuerpo primero y que señalaremos con la letra “a”. Suponte que el plano adonde llega éste Espíritu es nuestra Tierra; suponte también que ya ha dejado atrás diferentes estados como el Mineral, el Vegetal y el Animal, y este primer cuerpo que ocupa es el de un hombre. Comienza su trayectoria y su evolución Espiritual. Al fallecimiento físico-químico de este cuerpo “a”, el Espíritu regresa al plano superior que le corresponda, ahora en función de la carga positiva que adquirió su Alma, para una vez allí, conocida y analizada su riqueza, volver de nuevo a continuar con su evolución, ya que la meta de todo Espíritu es conseguir llegar a convertirse en un ángel. Pasado un tiempo, el Espíritu “equis”, vuelve de nuevo y ocupa en su siguiente encarnación -reencarnación- el cuerpo que marcaremos con la letra “b”; éste cuerpo y en esta ocasión puede ser el de una mujer, y así entre, a veces, hombre-mujer, mujer-hombre, sucesivamente hasta llegar a cuerpos siguientes y en los que el grado de evolución continúa llevando una línea ascendente. “Desde la encarnación primera, hasta la última, no sólo y como es natural, el Espíritu ha ocupado varios cuerpos físicos, sino que todos y cada uno de ellos correspondían a diferentes personas y por ello diferentes voluntades,diferentes cerebros, diferentes pensamientos, diferentes memorias, mentes, etc. El Espíritu, sí conoce, evidentemente, los historiales completos de todas las vidas de los cuerpos en los que se hubo encarnado, porque vivió en ellos y evolucionó a través de ellos, pero para que una persona física pudiera conocerlo también, tendrían que autorizarle a acceder al plano Astral porque allí como te he dicho es donde están
  • 7. Santiago Martín Moreno todos los historiales. “Por el contrario, en la memoria de una persona se guarda sólo el registro de esa persona únicamente, por lo que es categóricamente imposible que alguien pueda tener la memoria de un tiempo en el que no existió, y no existió porque cada persona vive una sóla vida, sólo vive una sóla vez, en cambio el Espíritu al poder ser eterno, podría llegar a vivir infinitamente, pero, sólo podría. “Otro dato y quizás el más importante: recuerda siempre que el verdadero individuo y cuya personalidad se manifiesta de forma real en la vida, es el Espíritu. Te daré un ejemplo muy simple para que relacionado, te quede aun más claro ya que entenderé perfectamente el que encuentres cierta dificultad en el discernimiento de cuanto te acabo de exponer. “Imagínate que conoces a un viajante de Comercio, viéndolo a él como Espíritu. A continuación vamos a pensar en lugares para que pase la noche. A cada uno de esos lugares lo llamaremos cuerpo físico. Bien, ahora veremos que el viajante en sus etapas de trabajo tiene que ir necesitando de variados lugares donde dormir, donde pasar la noche; según se fue subiendo de categoría profesional gracias a su buen hacer y comportamiento, así veremos como una vez fue a una Pensión, luego a un Hostal, después a un Hotel... ¿qué sacamos en conclusión? Pues que el viajante conoce los diferentes lugares en los que estuvo, mientras que esos lugares al encontrarse diferenciados entre sí debido a sus clasificaciones, categoría, tiempo , lugar, bajo ninguna de las maneras pueden guardar relación estrecha entre ellos, excepto que son iguales en el uso que para los que fueran en su día construidos”. Cuando hube terminado mi exposición, ella se sonrió dulcemente, de nuevo cerró los ojos y se sumergió en un profundo silencio. Al cabo de unos minutos los abrió y mirándome fijamente me preguntó: - ¿Cuando volveré a verte? - Siempre que me necesites -le respondí. Sin mediar una sóla palabra más, se levantó y yo hice lo mismo; ambos abandonamos aquel banco. En un gesto de hermosa y pura naciente amistad tomó mis manos, y me dio un beso en la mejilla en señal de despedida. Minutos después, ella se perdía por aquella ancha acera repleta de gentes que iban y venían, y yo, tomé la dirección opuesta decidido a cruzar el puente; ese puente que está sobre ese río que en épocas lejanas los romanos bautizaron con el nombre de Betis, y posteriormente los árabes lo denominaron Wad al-Kabir -río grande-, hoy Guadalquivir, y en cuya margen izquierda hay un acogedor y pequeño parque a la sombra de esbeltas palmeras y hermosas falsas pimientas. En ese caminar tranquilo, pegado a la baranda del puente, y en ese inconmensurable placer que se disfruta mirando hacia el agua, detuve mi paso obligado por lo que estaba ocurriendo sobre su verdor; nadie estaba a mi lado a menos de unos metros; nadie se veía cerca de aquella zona bajo el puente; nadie observé que tirara en ese momento al agua partículas de algo que pudiera hacer que se formaran aquellas olas concéntricas. ¿Cómo y por qué se estaba produciendo aquello? sobre todo, aquella onda que partiendo de su centro se iba agrandando y luego de llegar a un tamaño comenzaba a disminuir hasta quedar reducida a un sólo punto que desaparecería después de la elevada formación de gotas de agua de 7
  • 8. Trozos del Espejo un color blanco inmaculado que, tan sólo y por unos segundos, quedaron perfectamente contrastadas con el moteado verdor del agua. Fue extrañamente hermoso, y por ello aguardé unos minutos apoyado en el barandal por si volvía a repetirse. Pero no fue así. Era ya muy tarde. El sol que cuando llegué estaba en lo alto del cielo, ahora se estaba escondiendo por detrás de algunos tejados de la cada vez más remozada Triana; entonces me di cuenta del tiempo transcurrido, y de que no había comido, pero no importaba, me encontraba más que satisfecho. Seguí caminando con estos pensamientos al tiempo que continuaba viendo mentalmente aquella mirada con la más absoluta claridad. CAPITULO SEGUNDO Serían aproximadamente las diez menos cuarto de aquella radiante mañana casi primaveral y aun estaba en casa; algo debí presentir porque normalmente a esa hora ya he salido a cumplir con esa labor material, gracias a la cual me gano el sustento para mantener a mi familia. Y sucedió. Sonó el teléfono; lo descolgué y oí una voz que reconocí enseguida. - ¡Hola! ¿Sabes quien soy? Naturalmente que sabía quien era; -presuroso le devolví el saludo. - Buenos días. ¡Sé quien eres -le dije-, ¿cómo estás? - Muy bien, ¿y tú? -volvió a preguntar. - Contento de oírte -le dije con cierto regocijo interior. - ¿Te sorprende mi llamada? -me dijo con cierta voz expectante. - ¡En absoluto! Es más, la esperaba -le dije abiertamente.
  • 9. Santiago Martín Moreno Sabía que me llamaría a no tardar mucho pues aquella tarde sentí que se despedía con ganas de seguir preguntando, sin embargo, no provoqué aquellas otras preguntas que imagino guardaba celosamente, porque primero era mejor, y así debió entenderlo, el que meditara sobre lo que habíamos hablado y que era bastante. - Necesito preguntarte algo ¿tienes tiempo? -me dijo resuelta. - Todo el que precises -me ofrecí sin pensar en nada. Esta afirmación mía me conmovió en cierta medida, pero pronto me recuperé. Fue como si una voz interior me hubiese dicho: Ahora dedica tu tiempo a esto, de lo demás ya nos encargaremos nosotros que pueda esperar. Afortunadamente el trabajo que tenía en la calle no estaba concertado porque se traba de visitas de carácter rutinario. - ¡Verás! -dijo-, es que ayer estuve visitando una librería especializada en ciencias ocultas, con idea de comprar algunos libros que hablaran de temas que para mi son difíciles de entender, o al menos me cuesta encontrar respuesta sencilla a una serie de ellos, pero, acordándome de ti una vez más, desistí de ello pensando que después de nuestro casual encuentro, y de las explicaciones que me diste, casi prefiero consultarte antes de recurrir a libros; te digo esto porque después de ojear, algo he leído allí sobre ello, y la verdad es que no consigo entender nada entre tanto tecnicismo. El caso es que me dediqué a curiosear estanterías y títulos, eso sí, todos muy sugestivos, pero decidida a no comprar nada. Cuando estuve a punto de marcharme, llegó una señora preguntando si tenían alguna obra relacionada con sesiones de espiritismo; el dependiente le dio una respuesta afirmativa asegurándole que poseían de algunas editoriales varias obras de renombrados autores e interés, por ser este un tema bastante prolífico, encontrándose entre ellos: reuniones con mediums, así como sesiones con la Oui-ja, y un amplio abanico de temas, todos ellos relacionados con el esoterismo. Abandoné aquella tienda que de pronto se me volvió un tanto fría y rechazable, dejando al librero y a su clienta en una tertulia aparentemente amena. Caminaba por la calle en busca de la parada de autobús que me devuelve a casa cada vez que voy al centro de la ciudad, cuando me vino a la memoria una invitación que en cierta ocasión me fuera hecha para asistir a una sesión de espiritismo. Recordé vagamente que era una reunión de amigos, aunque yo sólo conocía a la persona que me invitó. No asistí alegando que esas cosas no me gustaban, y además me daban miedo ya que al no haber asistido a ninguna, desconocía por completo el desarrollo y resultado de aquello de unas personas alrededor de un tablero con letras y números -según me dijo-, y que con las manos enlazadas hacían preguntas para que fueran respondidas por el Espíritu de un hombre que falleció hace tiempo, y que había sido el marido de una de las asistentes a la reunión. Es curioso,porque aun a pesar de vivir en el mismo edificio, no he vuelto a verla ni a saber de ella; debe haberse mudado a otra dirección o quién sabe, igual se ha marchado y reside ahora en otro lugar. Con estos pensamientos llegué a la parada del autobús; ya en ella decidí que te llamaría esta mañana -aprovechando tu ofrecimiento-, para preguntarte sobre ello, principalmente porque creo recordar que aquel día me dijiste algo sobre que 9
  • 10. Trozos del Espejo nadie puede saber nada acerca de su vida anterior, si es que la tuvo, porque pudiera tratarse de un Espíritu nuevo, y por consiguiente su primera encarnación. Por eso pensé que en ese caso que te he comentado, tampoco podrá nadie físicamente hablar con el espíritu de una persona que ya no existe porque al morir ésta, lógicamente, también dejó de ser su Espíritu, sin embargo, una vez vi una película en la que se hacían reuniones de espiritismo con el resultado de haberse descubierto la trama gracias a la invocación de un espíritu que respondió a las preguntas que se le hicieron. Alguna vez he sentido la tentación de asistir a una de estas reuniones, no obstante y tal como te dije, quisiera que me aconsejaras, y me explicaras si es posible saber el cómo y el por qué de todo esto: ¿Puedes decírmelo? -y disculpa pero, es que no estoy muy suelta aún en estos temas y divago mucho. - ¡No te preocupes! Y sí, intentaré aclarate esto que me pides, y darte con ello una satisfactoria respuesta para que, en principio, te quede suficientemente claro que nadie, absolutamente nadie debe, haciendo estas prácticas altamente negativas, exponerse a ser absorbidas por unas fuerzas cuyo poder contiene un potencial de cuyas garras es muy difícil zafarse una vez que se ha caído de lleno en ellas. “El mero hecho de depositar esta confianza en mí, y certero en la seguridad que tengo, de que aun antes de responderte, explicándote sobre este tema, ya has tomado la decisión de que jamás asistirás a este tipo de sesiones, mal llamadas, por cierto, juego de la Oui-ja, me da una tranquilidad. “Antes de entrar de lleno en la respuesta, necesito que sepas que aquel encuentro primero que tuvimos no fue casual, ya que la casualidad al igual que el azar, la suerte o lo accidental, no existen, pero no vamos a entrar en ello, aunque sí he de decirte que el Universo es un reloj que al estar creado por la Perfección, no varía ni una milésima de segundo, por lo que nada está sin el más estricto control; todo está sujeto a un plan perfectamente elaborado. Si nos encontramos allí aquel día, fue porque hubo una razón poderosísima, una razón que escapará a la comprensión humana, de ello no te quepa la menor duda, es así, y no hay que entrar en el juego de las adivinanzas, entre otros motivos o razones, porque no sirve para nada, sí sería bueno para su discernimiento, la meditación y la reflexión. ¡Ojalá! llegue pronto a una reencarnación en la que posea tanta voluntad, sabiduría e inteligencia, que se me permita, gracias a estos valores, tener acceso consciente a conocimientos tan altos. “También he de recomendarte que no es mala la idea de hacerte de algunas obras sobre estos temas; con paciencia ojéalas y verás como encuentras algunas de sencillo entender; te ayudarán bastante y siempre que algo se te haga incomprensible, no tienes más que preguntar. En cuanto a si es posible que una mente humana pueda ponerse en conexión con un Espíritu, he de decirte rotundamente que no; es totalmente imposible, dado que son dos planos completamente diferentes, además de ser incompatibles; uno porque es material y conocido, el otro porque además de ser inmaterial es también desconocido al no saber de cual de los niveles dentro del mismo plano se trata. No, de ninguna de las maneras puede haber conexión entre el plano físico y un plano Espiritual cualquiera. Aun en el caso que una mente humana quisiera hablar con otra ya
  • 11. Santiago Martín Moreno fallecida, comprenderás que ello es del todo imposible por haber dejado de existir. “Cuando una persona con un potencial mental desarrollado invoca a alguien del “más allá”, efectivamente puede celebrar conexión y saber, pero no con un Espíritu (esto es más serio de lo que muchos creen, y deberían tratarlo con menos frivolidad) sino con habitantes de otro plano también material llamado Inframundo o Submundo, también conocido como Infraplano o Subplano, y el cual, en calidad de vertedero, es donde reciben cobijo todas las energías negras producidas por los actos negativos, del negativo comportamiento de algunos seres humanos. Como todo pasa por el plano Astral, estas energías a su vez captan y recogen la llamada invocación, estudian la situación, y como quiera que este plano material, está muy cerca del Astral, en su calidad de energías, toman la forma que quieran y se filtran accediendo a los archivos donde se encuentran los historiales, por lo que una vez conocido el “expediente”, y a través de él cuantas experiencias individuales y colectivas vivió la persona, sólo es cuestión de adoptar la fórmula adecuada para responder en el nombre del invocado. “Te estoy dando esta explicación, al tiempo que te estoy haciendo un pequeño esquema de los diferentes planos, y que ya te daré el próximo día que nos veamos. - ¡Muchas gracias! -le oí decir bajito y con un tono en el que se apreciaba el no querer interrumpirme, por lo que seguí facilitándole la información. “No debemos olvidar que con estas sesiones lo único que se crea es energía negra, por ser un hecho de evidente antinatura; y te repito que como en el plano Inframundo sólo se alimentan de ellas, es por lo que en ningún momento la defraudarán y así una vez enganchada poder convertirla en una más de sus muchas despensas. “Observa hasta donde llega el sistema cuyo nombre es el de Oui-ja. Como no dudo sabrás, la primera palabra es sí, en francés; la segunda también es sí, en alemán; o sea, para que te hagas una idea, hasta el nombre le ha sido enviado a los humanos para que vean que las respuestas a las llamadas siempre serán afirmativas, siempre serán aceptadas consiguiendo con ello la tranquilidad y seguridad de que serán atendidas. “Estos seres de energías negras, están siempre dispuestos a colaborar, no les importa ni preguntan desde dónde llega la petición, ni quien demanda la ayuda; no les importa quien hace la invocación; ellos son basura, y harán todo lo posible por agradar tanto que ya siempre la tengan a su lado. “Un caso semejante y directo del plano material físico, es, por ejemplo, el de la drogadicción; el drogadicto recibe tanto favor y placer que no desea abandonar, y así, por medio de este engaño es como llegan a dejar periódicamente su plano y vienen a mostrarle todo cuanto hay en él, es el caso sobradamente conocido de cuando en estado de crisis, principalmente, conviven por un tiempo con esa serie de energías negras en forma de monstruosos seres que sólo son visibles para ellos; también esos estados son denominados con el nombre de “delirium tremens”. “Para tu mayor comprensión y con el fin de que veas exactamente la diferencia, te diré que existen dos tipos de llamadas o invocaciones, a las que el ser humano recurre para pedir ayuda en un momento determinado o de extrema necesidad; esta que te he expuesto, y que se amplía con otro tipo de llamada 11
  • 12. Trozos del Espejo semejante a las fuerzas negras solicitando favores, y a cuya invocación siempre acuden sin importarles de quién, de donde o de que se trata; ella es la conocida y casi tan antigua como la misma humanidad: “vender el alma al diablo”. “El otro caso de llamada o invocación, es la que se realiza en caso de petición de ayuda, consuelo o protección a las fuerzas blancas. “A diferencia de la anterior, las fuerzas blancas acuden a prestar la ayuda sólo y exclusivamente cuando ellas consideran que la persona que demanda, que hace la petición es merecedora de ello. “Ciertamente todas las personas poseen mente y pueden desarrollar, si quieren evidentemente, ese potencial, en algunas otras, esa hipersensibilidad o percepción extrasensorial (PES), se manifiesta como les ocurre a los llamados “zahoríes”, que son capaces de poner su vibración en la misma frecuencia de otra vibración, y así detectar, por ejemplo, una vena de agua con muchos metros de profundidad y en lugares de hecho inimaginables”. - ¡Supongo que estás ahí todavía! -le dije en cuanto terminé el comentario. - Sí, aquí estoy, sin perder una sola de tus palabras -me respondió. - ¿Has encontrado mucha dificultad? -le pregunté aunque ya conocía la respuesta. - No exactamente. Tengo asimilado casi todo lo que me has expuesto, por lo que hoy será un día para mi en el que tendré que dedicarme a recordarlo todo, y escribir notas que luego espero me sirvan para llenarme plenamente -esto me lo dijo mostrando en su voz cierta convicción. - Si tienes alguna duda, que la tendrás, llámame de nuevo y podré aclarártela -le dije con idea de tranquilizarla. - Espero que no. Quisiera no molestarte tanto, y te agradezco la sencillez con que me lo has explicado todo; ¿supongo que tú también tendrás tecnicismos que no hayas querido mencionar? -me dijo. - Sí, pero no suelo hacer uso frecuente de ellos; todo esto es muy sencillo, tampoco he querido tirar de ellos, como se suele decir, porque por teléfono hubiera entorpecido tu comprensión. También he de decirte que para mi no es ninguna molestia, muy al contrario, es una satisfacción el poder ayudar a alguien que se interesa por estos temas tan tabúes para algunas personas. - ¡Gracias una vez más! Creo que no tardaré en hacerte una pregunta muy personal, y espero que no la tomas como una indiscreción -me dijo con esa sinceridad que le caracterizaba. - Pero, a esa pregunta no te voy a responder, al menos de momento -le dije de forma resuelta. - ¿La... la sabes? ¿sabes que pensaba preguntarte? -preguntó rápidamente con cierto tono de extrañeza. - Sí, la sé -le dije categóricamente. - Entonces no te lo preguntaré -dijo ahora mostrando un ánimo que encerraba cierto aire de conformidad. - ¡Gracias por tu respeto hacia mi silencio! -le dije agregando a continuación-, y espero que cuanto te he planteado no sólo te haya informado, sino que también te haya del todo tranquilizado. - Te agradezco muy sinceramente la ayuda, y sobre todo: la paciencia que
  • 13. Santiago Martín Moreno que estás teniendo conmigo. Sí me gustaría que me dijeras, que piensas de este deseo mio de saber más, y que has despertado en mi. - Pienso en este instante que yo no he despertado nada; únicamente tú has hecho dar cuerda al reloj de la inquietud que llevas dentro, ¡ojalá! nunca permitas que se detenga. Sí he de agradecerte el que me hayas elegido a mi para que te preste esta que tú consideras ayuda -le dije con tono de agradecimiento. - ¡Gracias de todos modos! - No tienes porqué dármelas. Para mi esto es un deber por encima de todos los deberes; ayudar es la base sobre la que se apoya todo; si no ayudamos no tenemos base, y sin ella, comprenderás fácilmente que nunca podremos estar firmes -le dije convencido de ello. - ¿Puedo llamarte otro día? -me dijo ahora poniendo una vocecita un tanto tierna. - ¡Sí! siempre que lo necesites, ya te lo he dicho. - ¿Y si estás ocupado? - Si estuviese ocupado, te diría que me llames en otro momento en el que no lo esté -le dije con cierto aire paciente. - Gracias otra vez aunque tú me digas que no las mereces -insistió de nuevo, ahora dejando caer las palabras de una forma un tanto nerviosa. - Sentí por ese nerviosismo, y el tremolar de su voz en ese momento la manifestación profunda del agradecimiento más sincero, al tiempo que yo notaba dentro de mi la pequeñez de quien sabe perfectamente que no es merecedor de una labor tan maravillosa como la que estaba llevando a cabo, no sólo con ella, sino con otras personas ya muy amigas. - Estos pensamientos que con tanta rapidez acudieron a mi mente, se vieron abortados porque inmediatamente volví a oír su voz que me decía: Te volveré a llamar, eso si no nos encontramos antes. Adiós, hasta otro día -me dijo en calidad de despedida. - Hasta cuando tú quieras -le dije, y al momento escuché el típico “clic” señal de que había colgado el teléfono. - Puse mi teléfono en su lugar, y una extraña sensación de bienestar me recorrió todo el cuerpo. Miré el reloj; ya no era hora de salir a ninguna parte; me quedé sentado y cerrando los ojos intenté recordar la conversación desde el principio. No creo que le sea tan fácil asimilar todo esto -pensé. - Unos golpecitos suaves sobre mi hombro, me devolvieron sin el menor sobresalto a un estado de conciencia del que, al parecer, me había ausentado de forma involuntaria; era mi mujer que me avisaba de que estaba poniendo la mesa para comer. - Había estado así algún tiempo, y aun seguí unos minutos más en la misma posición, pero ahora había en mí cantidad de asombro por lo que estaba viendo sobre el escritorio; en el, y abierto por la página sesenta y cinco estaba un libro; me sorprendió además por tratarse de un ejemplar que no suelo usar dada su calidad, por lo que suelo tenerlo siempre en la estantería. Pues bien, esa página del libro contiene la fotografía de una señora manipulando un tablero completo del Oui-ja; miré la portada del libro por no recordarlo bien, y el título era: “Tratado de las artes adivinatorias”. 13
  • 14. Trozos del Espejo CAPÍTULO TERCERO Esta noche estamos cenando más temprano que de costumbre, pues ha dicho la televisión, en un avance de la programación, que pondrían la película “La historia interminable”. Ya estamos terminando cuando ha sonado el teléfono. - ¡Yo lo cogeré! -dijo mi mujer que ya se había levantado y se dirigía hacia la mesita que está en el salón y sobre la que tenemos el aparato. - ¡Dígame! -pidió solícita. - ¡Buenas noches! Desearía hablar con su marido -dijo la voz al otro lado del teléfono. - ¡Me dice su nombre, por favor! -volvió a pedir mi mujer. - Dígale, por favor, que es una conocida suya -dijo de nuevo la voz sin querer darse a conocer. - Muy bien, como Vd. prefiera; aguarde un segundo -le pidió mi mujer que, soltando el aparato vino hasta el comedor. Estaba colocando la servilleta en el interior del aro servilletero, cuando mi mujer muy misteriosa me dijo susurrándome al oído. Te llama una desconocida para mí, pero que al parecer conocida para ti, que no ha querido decir su nombre; ¿cómo se llama? -quiso saber mi mujer. - No lo sé -le respondí. - ¿No sabes como se llama, no conoces su nombre? -me dijo con cierto aire de extrañeza. - ¡La verdad es que no lo sé! Cuando quiera decírmelo, me lo dirá; acaso prefiera estar en el anonimato; tampoco tiene mayor importancia, igual te podría
  • 15. Santiago Martín Moreno haber dado cualquier nombre. Me dirijí hacia el salón. Evidentemente sabía de quien se trataba, y era cierto que no conocía su nombre aún, pero ignoraba casi por completo el motivo de su llamada ya que habíamos estado hablando por teléfono esa misma mañana, cuando me llamó. Tomé el auricular y la saludé. - ¡Hola! - ¡Feliz noche! ¿cómo estás? -le oí decir con un tono de voz muy suave. - ¡Bien, muy bien! No pude evitar el estado de contrariedad que me invadía en ese momento; afortunadamente fue un segundo pero, es que me había hecho tanto a la idea de disfrutar con la película... me repuse enseguida del trance egoísta sufrido; alguien me necesitaba y por mi mente aparecieron esos fantasmas que a veces nos hacen vivir momentos no deseados. - ¿Estás cenando, o vas a cenar? -preguntó. - Ya no, hemos terminado hace un momento, justo cuando sonaba el teléfono, parece como si hubiera sido la campana que anunciara la llegada de algo. - Pudiera ser, -me dijo con una voz que me pareció algo traviesa, o bastante feliz, quizás. - Te noto contenta, -no pude evitar hacer manifiesto aquel pensamiento. - Y lo estoy, no sabes cuánto. - Cuanto si lo sé; lo que ignoro es el por qué, aunque estoy seguro que me lo vas a decir ya. No se tratará de avisarme de que en la tele ponen hoy una película especial. - Me han regalado dos invitaciones para el concierto que se celebrará mañana noche en el teatro Lope de vega, a las nueve y media. - ¿Sobre qué, o sobre quién es el concierto? -le pregunté. - Sobre la obra de Mahler y actuará un ruso como director -me dijo nerviosamente ante la inseguridad de que al ofrecerme que la acompañara pudiera decirle que no podría ir. - ¡Me gustan mucho las sinfonías de Mahler! -le dije. - Quisiera que me acompañaras ¿puede ser? -dijo manteniendo el nerviosismo, al parecer, sin poder evitarlo. - En principio sí, no creo que haya nada que me lo pueda impedir. - ¿Tu mujer tal vez? - No, no la conoces; no es ese el posible impedimento, es más algún trabajo pendiente. - ¿Prefieres que te llame mañana por la mañana? -me dijo dejándose notar ahora una voz un tanto apagada. - No, no es necesario; si te esperas un momento te lo digo ahora mismo. Yo sabía que no tenía nada urgente que atender, o hacer esa mañana y a esa hora, y no sé porqué adopté aquella ridícula actitud de manifestar negativamente algo sobre lo que sabía perfectamente. Preferí no seguir pensando en ello y sí en que alguna razón debía haberme asistido para comportarme de la manera que lo estaba haciendo; sea lo que fuere ya saldrá en su momento -me dije-, si es que tiene que salir, pues a veces, no todo tiene a priori la importancia que le damos; dejé este monólogo y me puse de nuevo al teléfono. 15
  • 16. Trozos del Espejo - Como dicen los ferroviarios, ¡vía libre! - ¡Me das mucha alegría! Por dos razones: primera, porque oírte decir que vendrás ya es para mi una alegría incontenible por lo que ello supone, y segunda, porque teniendo mujer y una familia puedes venir conmigo, y eso para mi representa la confirmación de que eres una persona diferente, si por diferente se entiende aquello que es puro o pretende conseguir serlo, y dada esa forma de ser se le puede permitir todo, porque deja testimonio de que jamás le hará daño a nada ni a nadie. - A mi también me da alegría poder ir ya que Mahler es un compositor altamente espiritual, reflejando en muchas de sus obras ese carácter lleno de sensibilidad que le lleva a escribir sobre los sentimientos reales, llegando a decir mediante su música que el Amor es la base de toda la Naturaleza. - ¡Pues yo tenía entendido que era supersticioso! - Pudiera ser, ten en cuenta que todo ser humano tiene algún momento en su vida en el que la superstición se ha hecho presente de una forma o de otra. - Eso no lo veo muy claro; la verdad es que acerca de este tema no conozco nada, ¿por qué no me hablas un poco acerca de ella? aunque si estás pendiente de la película, lo dejamos para otro día, -me dijo muy amablemente-. - No te preocupes, aun sigue el partido que están retransmitiendo y hasta que este no concluya no la pondrán. Te recomiendo que la veas, es una película muy interesante ya que desde el principio hasta el final, está llevando cantidad de mensajes a la humanidad, aunque dudo que a una gran parte de ella le pueda, o mejor dicho, le quiera interesar, ya que la finalidad de esos mensajes es hacerla trabajar para algo que, no entiendo, asegure una y otra vez que no sirva para nada. - “Bien, en principio has de saber que la superstición está apoyada en la realidad, y tiene muchos años de antigüedad, casi tantos como la misma humanidad. Ha ido enriqueciendo el número de sus diferentes variantes a través de las cuales se fueron formando estados de creencias extrañas a la Fe, así como situaciones contrarias a la razón. - “Desde aquel lejano tiempo en que quedara instituido el primer hecho que luego fuera denominado como “hecho supersticioso”, y hasta nuestros días, las sociedades, en sus diferentes niveles de cultura, han venido manipulando y tergiversando cada situación, cada caso a la vez que por cuenta propia iban creando otras, aunque ya de menos peso, que le hacían perder la credibilidad y el respeto que la superstición misma generaba. Y esto es cuanto te puedo decir acerca de este fenómeno social, que no es más que otro fantasma de los muchos que se han producido a lo largo de la historia por la ignorancia del hombre”. - La verdad es que, ahora que tú lo dices, recuerdo como en alguna ocasión he sentido cierto reparo ante el número “trece”. También he de decirte, en honor a la verdad, que ya lo tengo superado, sin embargo, es como si fuera el abanderado de toda la superstición, ¿no? - Podríamos decir que sí, o al menos uno de los primeros, porque considerado de la “mala suerte” (aunque ya te expliqué aquello de que la suerte no existe), para el supersticioso, el número “trece”, se le presenta desde muy antiguo como un auténtico caso de superstición, primera línea en el amplio espectro supersticioso llegado hasta hoy.
  • 17. Santiago Martín Moreno - “Su origen se remonta a aquel día fatídico, en que siendo trece en el orden de cualquiera de los meses, se encontró absolutamente relacionado con una gran desgracia. Ante la absurda manifestación de que el hecho había tenido lugar, y ser este el decimotercer día, quedó secularmente acuñado en las mentes poseedoras de una debilidad manifiesta ante cualquier proceso de sugestión. - “La no aceptación de este número en cualquier nivel, orden o lugar de una parcela importante de la humanidad, es debido a que es el número siguiente al “Absoluto” y por consiguiente mal número, ya que se encuentra fuera de la “Esfera Natural y Universal”. - Esto que te voy a explicar es más profundo, pero, estoy seguro que te va a interesar y mucho; si algo se te hace muy cuesta arriba, me interrumpes y te lo repetiré, ¿conforme? -le dije para que si tenía alguna duda, no fuera a llevarla arrastrando, porque con ello lo único que ocurriría sería permitir que se formara una maraña de confusiones.” - ¡De acuerdo! Le oí decir con toda claridad. - Has de saber que el número tres, número espiritual, se le multiplica por el número cuatro, número material, y cuyo resultado es el número doce que es el número Absoluto. Como quiera que toda cifra debe ser reducida a un sólo dígito, nos encontramos con que el número doce, se convierte en tres, o sea uno más dos, mientras que el número trece, en su reducción queda convertido en el número cuatro, o sea, uno más tres. El número doce, es el máximo, es el de la figura dodecaédrica, que es la que más se asemeja a la esfera en la cual esta reflejado el Universo. - “El número trece, queda pues apartado, fuera, sin lugar porque después de la esfera, después del Absoluto no existe nada. - “Ahora fíjate lo atractivo de la divinidad del número tres con su representación de la trinidad real: Voluntad, Sabiduría, Inteligencia. Seguidamente haz tú una operación mental: toma el uno, el dos y el tres; súmalos y dime ¿cuánto te da?” - Sumados los tres números me da un total de seis, -respondió. - ¡Exactamente! Observa como la suma de los números que nos llevan hasta el número Espiritual, es el número de la belleza; en cambio date cuenta la visión que se tiene generalmente del número cuatro. En la representación de la armonía Universal, el ser humano sólo vé el símbolo de la cruz e inmediatamente lo relaciona con trabajos y sacrificios. Aunque su simbología real es la Cruz Universal. - Ahora haz lo mismo que antes, toma el uno, el dos, el tres y el cuatro, y súmalos, ¿cuánto te da? - Sí, los he sumado y me da diez. - Pues bien, este es el número de la década, que reducido a un sólo dígito, nos da uno, la Unidad a la que habremos de intentar volver mediante el trabajo Espiritual después de haber venido de ella. ¡Ah! Y no me vayas a preguntar por la “década” porque esto es mucho más complicado, aunque te puedo decir que está relacionado con la “Teología Aritmética”, basada en la ciencia de la Numerología, primera ciencia Universal y de la que ya hablaremos en su momento. - “Te das cuenta porque el ser humano dice que no lo quiere, es más cómodo 17
  • 18. Trozos del Espejo estar aquí sin hacer nada real; en cuanto se habla de trabajar por la “gran causa”, lo primero que se dice es que se ha tenido muy mala “suerte”. -Bien, ¿qué te ha parecido esta exposición; te esperabas tú que la superstición fuera tan compleja? -le dije después de haber terminado-. - Dentro de lo que he podido entender y que creo ha sido mucho, perfecta, eres tan sencillo que parece me estuvieras contando un cuento. A propósito de cuento ¿todavía está el partido? -me dijo un tanto preocupada. - Supongo que sí pues aun no me han avisado. - Bueno, te dejo, voy ha hacerte caso y me pondré a verla también; igual te vuelvo a llamar mañana para decirte qué me ha parecido, aunque por lo que me dijiste antes y como no la he visto tendré que verla más de una vez. - Seguro que sí, pues te será muy difícil captarlo todo a la primera, aparte que te gustará luego recrearte sobre lo que ya has visto, principalmente, porque la primera vez se ve un poquito en tensión por aquello del desconocimiento argumental del guión. Te aconsejo que te esfuerces, que te pongas a la altura de un niño y lo verás todo con mayor claridad, ya que evitarás caer en la trampa de la araña mental que intentará tejer en ti el vestido de la confusión. Te digo esto porque la mente quiere ser siempre la protagonista de tu vida, y si aprecia que no le prestas la suficiente atención por encontrarte inmersa en el tema, se sentirá envidiosa e intentará por todos los medios distraerte llegando a recordarte incluso momentos que no sean gratos para ti. Si te ocurriera esto último, date unos golpecitos en la sien derecha para que se alejen esos pensamientos, al tiempo que procura identificarte con el personaje de la película que más te atraiga llenándote de satisfacción. - Me dejas, que no acierto a comprender cómo puedes expresar con tanta seguridad, claridad y sencillez cuanto me dices; esta es una cosa que creo me irá entrando a medida que te vaya conociendo, -me dijo en una forma que creí entender como un halago. - Es que todo es muy sencillo, todo es muy simple, lo que ocurre es que aun no se ha abandonado el caminar por esos senderos tan llenos de vericuetos. Algún día llegará en el que veamos el camino tan limpio y diáfano como recto. - Gracias de todos modos, ¡ah! ¿mañana dónde te parece que podríamos quedar? - Si quieres en el lugar del primer día, ¿te parece? Es un buen sitio y podemos ir dando un paseo. - ¡Sí, estupendo! ¿ a las ocho y media te viene bien? - Muy bien, hasta mañana si Dios quiere, -me despedí de ella. - Hasta mañana entonces, y que El te bendiga, -me dijo a modo de despedida. Agradecí una vez más sus atenciones y estos últimos deseos y colgué el teléfono. Una vez más me llené de esa satisfacción que produce el que se manifieste el agradecimiento por la ayuda recibida de la forma que ella lo hacía, aunque con ello a veces me llegara a sonrojar. Aun estaba sentado y reflexivo cuando pensando en el día siguiente miré el calendario de mesa que tenemos al lado del teléfono. Curiosamente estábamos a trece; desprendí la hojilla correspondiente al día por estar este a punto de terminar, y hecha una bola de papel entre los dedos, la deposité en la papelera pequeña y
  • 19. Santiago Martín Moreno bellamente decorada que está al lado del revistero bajo la mesita. Volví al lugar donde tenemos la televisión, justo en el momento que terminaba el partido; comenté sobre que al parecer había durado mucho, a lo que respondió mi hijo diciéndome que se trataba de una final y que habían tenido que jugar una prórroga. Al tiempo de sentarme le dije a mi mujer que ya había cambiado la hojilla en el almanaque, cosa que ella hacía todas las noches. Se me quedó mirando pensativa unos segundos diciéndome seguidamente que ya la había cambiado ella; hecho este comentario, se levantó y se dirigió al salón, donde está la mesita sobre la que descansa el calendario; lo tomó y mostrándomelo, vi que la fecha que tenía la primera hoja era la que se correspondía con el día trece. Lo devolvió a su lugar; no le dimos más importancia al hecho, eso sí, me dijo que era un bromista, y nos pusimos a ver la película la cual empezaba en aquel mismo instante. En el primer descanso que hubo, me levanté y, con disimulo me acerqué al salón, me incliné para mirar en la papelera y, efectivamente, allí había una hojilla doblada que correspondía al día doce, y que fuera la que quitara mi mujer; al lado estaba la bola de papel que yo había hecho con la hojilla que desprendí para el cambio, y cual fue mi sorpresa, al contemplar que, tanto la que yo había arrancado como la que estaba en el calendario señalando el día siguiente era el día trece... 19
  • 20. Trozos del Espejo CAPÍTULO CUARTO Gracias a la costumbre que tengo de venir al centro de la ciudad andando, no sólo cruzo el puente como a él le gusta, dando un paseo, sino que además puede ocurrirme en ocasiones lo que hoy. Quien camine por la acera izquierda de la calle San Pablo, verá que muy cerca de la plaza de la Magdalena, existe una tienda exposición de pinturas en cuyo escaparate y sobre pequeños caballetes se pueden admirar algunas de las obras más importantes que tienen en cada momento; algunas veces he llegado a pensar en que todo el mundo puede disponer de ellas para poder disfrutarlas. Caminaba despacio, como siempre, sin prisas, recreándome en todo cuanto aquella tarde me podía ofrecer, y de hecho me ofrecía; una tarde que se fue haciendo poco a poco de la época que estaba viviendo. Después de una mañana soleada, aparecieron unas nubes obligando al sol a quedar oculto entre ellas, como si del juego del escondite se tratara. Con este comportamiento nada caprichoso de la Naturaleza viva y latente en cada uno de los seres que habitan este planeta, se adivinan los distintos pensamientos que acuden a algunas gentes cuando por haberse escondido el sol tras una gran nube tarda en salir de nuevo. En una de aquellas ocasiones, aprecié una sensible falta de claridad; miré el reloj que llevo en la muñeca izquierda; las cuatro y veinticinco de la tarde -me dije-, hoy también he salido antes; elevé la mirada hacia el cielo y no pude ver la nube, porque me dio la impresión de que todo el firmamento que podía ver entre los perfiles de áticos, azoteas y la inmensa arboleda allí existente, estaba impresionantemente cubierto. Y llegué, llegué y me quedé maravillado ante la belleza con que me estaban regalando aquel instante. A medio metro largo del cristal que protege el escaparte del exterior, y sobre un extraño, pero original soporte artístico, había un cuadro cuyo contenido era la más hermosa puesta de sol con la que el hombre pudiera soñar tener, como imagen perfecta, maravillosa e irrepetible, para su deleite personal y particular. El éxtasis hizo presa en mi estado de ánimo y ambos unidos lograron que se me humedecieran los ojos, incapaces de respetar mi deseo de que entorpecieran tan magnífica visión en esos minutos. Debía encontrarme muy lejos de allí en aquel momento sublime, tal vez
  • 21. Santiago Martín Moreno sentado sobre un peñasco muy cerca, frente a la grandeza de aquel conjunto dorado que ahora parecía, que, como largas lenguas de fuego, sus destellos llegaban hasta mi esquivando los diferentes objetos de arte que estaban expuestos. La calidez del momento se vio abortada por elementos contrarios a ella misma; unas gotas de agua no muy fría golpearon mi cabeza en su natural incursión sobre la reseca tierra; había comenzado a lloviznar por lo que me pegué lo más que pude al cristal, y me refugié bajo lo que parecía una ancha cornisa más que un voladizo. Ahora estaba mucho más cerca de la belleza de aquella pintura, no podía remediarlo, me encontraba... Salí nuevamente del encantamiento. Ahora, gracias a unos golpecitos suaves que alguien me estaba dando en la espalda; iba a volverme, pero preferí no hacerlo; no sabía de quien se trataba; el caso es que me centré en el reflejo del cristal que en ese momento y dada la semioscuridad ambiental producida por los nubarrones que se habían hecho presentes, se convertía casi en un espejo, y así pude notar su presencia, pude verla; tras de mi y un poco desplazada, su imagen quedó perfectamente centrada sobre aquel sol de lienzo que me pareció tan vivo como si realmente fuera el natural. Agudicé la visión sobre aquella zona del cristal, y puse en práctica la para muchos, teoría del si quiero, puedo, y lógicamente la teoría se hizo absoluta, por lo que como quise, pude; ahora estaba viendo sus rasgos perfectamente definidos, con toda claridad, y fue eso lo que hizo que me girara ciento ochenta grados quedando los dos frente a frente; la tomé por el brazo y la atraje hasta el pobre resguardo que nos ofrecía compartir la fachada del establecimiento, al tiempo que ella me saludaba poniendo en su rostro la más infantil de las sonrisas mientras me decía: - ¡Hola! - Hola, que sorpresa ¿no? -le dije correspondiendo a sonriente saludo. - Sí, la verdad es que ha sido una maravillosa sorpresa, no esperaba verte tan pronto -dijo sin poder ocultar su contento. - Yo sí, siempre hay que esperar; sólo los que esperan pueden ser recibidos. - Me maravilla oír como tienes siempre la frase justa en cada momento, pero dime: ¿cómo estás? - Muy bien; a ti no te lo pregunto, pues sólo con ver como te brillan los ojos para mi ya es suficiente. La fina llovizna que había estado cayendo hasta ahora, se volvió llovizna gruesa que, sin grandes deseos de perjudicar, sí nos estaba fastidiando por aquello de que no teníamos donde guarecernos, momento este que aproveché para mirar nuevamente el reloj y ver que ahora sus agujas hablaban de las seis menos diez. El cielo había echado un toldo de color gris oscuro que amenazaba gran cantidad de agua en el momento que un rayo lo rasgaba por algún lugar. Me dio la impresión de que ella estaba pensando lo mismo ya que me dijo: - ¡Nos vamos a mojar de lo lindo! - Me quedé un tanto sorprendido, porque esta era una expresión particularmente familiar que no oía casi desde niño. Luego, mirando una vez más hacia arriba, siguió diciendo: - Me gustaría que nos guareciéramos en algún lugar y conversáramos mientras se calma esta lluvia. - ¡Cómo quieras, -le dije. 21
  • 22. Trozos del Espejo Ciertamente ya me había hecho a la idea que acababa de plantear pues andando y con aquella lluvia que prometía no descansar por un tiempo, no podría seguir trabajando, por lo que le ofrecí: -¿Que te parece si nos metemos en una cafetería y tomamos una taza de té? -¡Perfecto! Aunque se me acaba de ocurrir ¿que te parecería irnos a casa de mi madre y mi hermano? Ellos viven muy cerca de aquí, y precisamente tenía intención de verlos esta tarde, además les agradará conocerte pues ya les he hablado algo acerca de ti, de tu forma de ser y de pensar, y también de nuestro encuentro...causal; por cierto, mi hermano me pareció bastante interesado en todo cuanto a ti y nuestro encuentro le estuve comentando. - Como tú quieras, siempre será mejor porque en esos sitios públicos no suelo encontrarme a gusto dado el ruido que hay aun a pesar de todo, y creo que también me gustará conocer a tu familia. También quiero decirte que esa expresión de causal que has empleado, me ha gustado, es señal de que pones buena atención a lo que digo. - ¡Gracias! Seguro que te gustará mi familia, -me dijo sintiéndose feliz ante la decisión adoptada por mi parte. - ¿Tienes mucha familia? -le pregunté un segundo antes de caer en la cuenta de que me había hablado sólo de su madre y su hermano. - No, sólo mi hermano que es soltero y vive con mi madre. - Deduzco de ello que la que vive separada eres tú; nunca me hablaste de este tema. - Es cierto, y ni siquiera conoces mi nombre. - He preferido respetar tu silencio en la seguridad de que cuando desearas decírmelo, así lo harías. - Ahora lo deseo, me llamo Laura, ¿y tú? - Yo me llamo Jorge. - ¡Jorge! ¿cómo aquél que, según la leyenda, luchó contra el terrible dragón? -dijo, en cierta medida un tanto divertida. - Pudiera ser; no todos tienen la oportunidad de salvar de las garras de ese dragón a la hija de un rey, -le contesté siguiéndole la corriente en el mismo tono. - ¡Me gusta el nombre! Y el significado de aquella lucha, tampoco todos tienen la oportunidad de convertirse al cristianismo, motivados por un favor semejante. - Pensando en el comentario que hizo siguiendo al mio, comenzamos a caminar acelerando el paso cada vez que nos obligaban a separarnos de la protección que nos ofrecían los salientes de balconadas y terrazas, mientras ella me iba contando como vivía, de qué y del porqué se había separado del pequeño núcleo familiar... - Cuando se murió mi padre, nos quedamos los tres solos; mi madre no es muy mayor, y además se conserva muy bien. Mi hermano es casi de mi misma edad, pero arrastra desde muy joven una enfermedad congénita que le impide andar con soltura por lo que está sujeto a una silla de ruedas, aunque si no es por mucho rato, puede valerse sin ella asistido por unos bastones. Su pasión fue siempre la pintura, también el atletismo, pero eso ya pasó a la historia. Su única ayuda es la que le proporciona la venta de algunos cuadros sobre los que dicen son bastante buenos. Él, no sale, pero tiene amigos que vienen y le traen gente interesada en su
  • 23. Santiago Martín Moreno obra que luego vuelven y le compran; la verdad es que no le va mal del todo. Muchas veces me dice que le gustaría ver cumplida la ilusión que tiene de pintar al natural pero, noto como se entristece cuando le oigo decir en broma que si tiene que estar de pie y con los bastones, tendría que ponerse la paleta en el hombro y el pincel en la nariz. - No creo que por ello tenga aburrimiento, -le dije con simpatía, porque estaba notando en ella un cierto aire triste. - No, siempre está enredado con algo, y así transcurre su vida, entre la pintura, la música y la lectura, leer le gustó mucho siempre, sobre todo la literatura religiosa en general; ¡ah! y a mi madre la quiere mucho. A mi madre también le apasiona la literatura religiosa, pero a ella de forma un tanto particular; a ella de todos los temas de la iglesia, el que realmente le apasiona es el de la figura de Jesucristo, todo cuanto gira alrededor de Él. Cuando llegamos al portal de su casa, el cielo se abrió por un costado y una inmensa cortina de agua se abalanzó sobre los tejados y las calles embriagando el ambiente con ese aroma de fresca humedad que produce la lluvia primera después de mucho tiempo sin llover. Subimos la escalera por tener la vivienda en la primera planta; llegamos ante una puerta que me pareció tan clásica como llena de historia y llamó a un timbre cuyo sonido relacioné con aquellos antiguos. La puerta se abrió tras un breve instante de espera, y ocupando casi todo el hueco de luz apareció una señora en cuya esbeltez pude apreciar que debía haber sido en su juventud, no muy lejana, una mujer muy hermosa. Al ver a su hija, su rostro se iluminó con la preciosa sonrisa de esa ternura que sólo pueden mostrar las madres en momentos como aquel, momento un tanto particular cuando juega el factor sorpresa. - ¡Qué sorpresa! Pasad -se ofreció dando unos pasos hacia atrás dejando la puerta libre. - ¡Buenas tardes! -dije yo correspondiendo a la invitación. - ¡Hola, mamá! - Hola hija mía ¿Cómo se te ha ocurrido venir precisamente hoy con una tarde como la que se ha puesto? -dijo la madre mostrando un enfado lleno de cariño. - Porque no creí que fuera a ponerse así la tarde; a la hora que salí hacía tan buen tiempo que ni siquiera me preocupé de coger un paraguas. Mamá, te voy a presentar a ése buen amigo que he conocido hace pocos días y del que os hablé ¿recuerdas? Se llama Jorge. - ¡Tanto gusto! -dijo la madre mirándome. - Jorge, ésta es mi madre ¿verdad que es muy guapa? ¿a que se conserva muy bien? -dijo Laura, con la mayor sencillez, echándole el brazo por encima. - La verdad es que no has exagerado ni un ápice, ¡se conserva muy bien! Es un placer conocerla, señora, -dije un tanto azorado, mirándola a los ojos e intentando seguir la corriente abierta de la hija. - ¡Ah! Se llama Leonor, -dijo Laura casi sin dejarme hablar. - Muchas gracias, ya hacía tiempo que no me daban oportunidad de sonrojarme, -dijo ahora Leonor dándole un abrazo a su hija. 23
  • 24. Trozos del Espejo - ¿Dónde está mi hermano que quiero presentarle a Jorge? - Si no está en su cuarto debe estar en el estudio, pintando. - ¡Vamos a buscarlo! -dijo Laura haciéndome una indicación para que la acompañara. - Os voy a preparar una taza de café; estoy segura que os vendrá muy bien con este tiempecito, -dijo la madre sin apartar de su rostro esa sonrisa que lo hacía todo esplendorosamente agradable. - ¡Gracias mamá! -le agradeció Laura mientras ya caminábamos por el largo pasillo, aunque se volvió y le dijo a su madre que por favor me hiciera un té, ya que recordaba que yo no tomaba café, detalle este que le agradecí con una sonrisa. A medio pasillo, Laura me tomó de la mano; era un pasillo ciertamente largo a cuyos lados se ofrecían varias puertas por parejas. Dio unos golpes en una de ellas, y al no obtener respuesta alguna, la abrió muy despacio; supuse que sería el dormitorio, y al abrirla del todo pude ver un cuarto vestido con un mobiliario bastante arcaico pero, de una sobriedad magnífica, y perfectamente distribuido en el que de una forma ordenada se encontraban elementos de todo uso, propios de la pieza, además de un equipo de música completo, libros... - ¡Aquí no está! - Seguimos pasillo adelante hasta llegar a una puerta que se encontraba en el mismo frente del fondo; en ella dio varios golpes tenues con los nudillos. Desde el interior resonó una voz firme y varonil diciendo que estaba abierto. Sin más, Laura abrió la puerta. De espaldas a ella y envuelto en una bata de color guinda, pero que se veía que era ropa de trabajo, se encontraba un hombre bastante alto y de anchos hombros que, sentado en una silla de enea, se enfrentaba con la obra pictórica que en ese momento ocupaba toda su atención. Sigilosamente, procurando no hacer ruido, se fue acercando a él, cubriendo con las manos sus ojos al tiempo que preguntaba de forma infantil: - ¿Quién soy? - Él, sin sobresaltos, ni tan siquiera inmutarse, respondió colocándose sobre la cabeza un trapo que tenía en la mano y que, sin duda, debía ser de limpiar los pinceles. - ¿Tal vez, Caperucita Roja que ha venido a casa de su abuelita? -dijo el hermano con una expresión que me hizo sonreír. - ¡No, soy el lobo! Ambos hermanos se echaron a reír, y Laura colocando las manos sobre los hombros de su hermano y haciendo un pequeño esfuerzo, lo giró un poco hacia donde estaba ella. Su hermano intentó levantarse pero ella hizo un gesto y él, al entenderlo, continuó sentado mientras que con sus brazos le rodeaba la cintura cariñosamente y se daban unos besos que me llenaron de profunda alegría. Él,tenía ahora toda su atención volcada sobre ella; la tomó de las manos y le dijo bromeando: - Eres la única que viene a verme, aunque no es tanto como quisiera pero, al menos una vez por semana puedo sentirte aun más cerca, -a lo que ella respondió con cierta emulación de seriedad siguiéndole la broma. - ¡Claro! Soy la única hermana que tienes, por cierto, hoy viene a verte alguien más.
  • 25. Santiago Martín Moreno Haciendo un gesto de agradable asombro, puso las manos a cada lado de la silla, y con un movimiento sincrónico, y perfectamente estudiado, se giró todo hacia la puerta en la que aun me encontraba en silencio, observando aquella deliciosa escena que, espontáneamente, habían montado los dos hermanos. Al verme se sonrió, y me sorprendió porque de pronto, y mirándome fijamente, dijo: - ¡Sé quién eres! - ¡Pero, no sabes como se llama! -dijo Laura haciendo un mohín que hizo sonreír al hermano. - ¡Ni tú tampoco! - ¡Yo, ya, sí! - Entonces, seguro que me lo vas a decir. - ¡Naturalmente! Se llama Jorge, y es el amigo del que te hablé el otro día cuando hablamos por teléfono, -dijo al tiempo que hacía que me adelantara para, acercándome al hermano, presentármelo diciéndome que él era Guillermo. Ambos expresamos el placer que sentimos al conocernos, aunque yo quise hacerlo deforma diferente, por lo que apunté: - Es un placer conocerte Guillermo, hermano de Laura. Esta expresión no sé por qué me salió así; luego más tarde pensaría que el subconsciente me indicó que allí había un grato ambiente, tan serio como informal, y que estaría bien que yo también participara en el desde el principio. Laura hizo un inciso para darle al hermano el resultado de una gestión que, al parecer, le había encargado días atrás en una de sus últimas visitas. Mientras ellos hablaban, me dediqué a ver de forma panorámica aquel estudio; desde luego menos ordenado que el cuarto, y era comprensible: marcos, tubos de pintura, jarras con toda clase de brochas y pinceles de todos los tamaños, bocetos, y así casi todo sobre unas mesitas móviles que estaban colocadas de cualquier manera dando la impresión de que cada una de las veces que Guillermo se movía de una lado para otro, tenía que ir quitándolas de su camino, no obstante, allí se respiraba armonía. La suave melodía que una respuesta musical, en calidad de adagio salía de unas cajas acústicas colgadas en la pared, inundaba cada rincón de aquella estancia en los que en uno, con una lámpara de pie, y otros con una especie de rinconeras, daban descanso y cobijo a libros, y unas colecciones de discos de entre las que me pareció se destacaba una de música clásica. Completamente abstraído con aquel momento, no me di cuenta de que me estaban hablando a mi espalda; de pronto, aunque sin alterarme, me volví. - ¿Se encuentra bien? Esta pregunta me la hizo la madre de Laura, que se encontraba en el pasillo y ante la puerta del estudio; también se interesó Guillermo que acababa de hablar con ella, diciendo: - ¿Estás bien, Jorge? - Sí, muy bien -afirmé, y seguí diciendo- lo que ocurre es que Albinoni me ha transportado momentáneamente por los aires de su adagio a otro lugar. Gracias. - El café, y el té, están preparados, ¿venís al salón, o preferís que os lo traiga aquí al estudio? - Mejor aquí, mamá; voy contigo y te ayudo a traerlo, -se ofreció Laura atendiendo la indicación de Guillermo. 25
  • 26. Trozos del Espejo Laura se perdió con la madre por el largo pasillo camino de la cocina, mientras Guillermo y yo nos quedamos a la espera. Me dí cuenta de que estaba un poco nervioso, por lo que pude adivinar que estaba presto para preguntarme algo, como así sucedió. - ¿Cómo fue que os conocisteis? -dijo refiriéndose a mi primer encuentro con Laura. - Exactamente igual que como te comentó Laura por teléfono, según me dijo ella te había contado. - Sí, pero verás, igual no me he expresado bien, quiero decir... -Guillermo se había quedado un poco en suspenso. - Sé lo que quieres decir, y no hay nada de casualidad en ello. En todos los órdenes de la vida, a veces las personas se ven mezcladas por extrañas circunstancias sin que para ni siquiera ellas mismas, tengan o puedan encontrarle un sentido, sin embargo, donde quieras que te encuentres, y en el momento que sea, todo, absolutamente todo cuanto suceda dentro o fuera de ti, estará sujeto a un por qué fuera del alcance de la tuya, y de otras muchas comprensiones, lo sé, como también sé que llegará un momento en el que posiblemente Laura, o tú mismo preguntareis algo tan desconocido para mi que habré de salir como un errante en busca de encontrar la enseñanza que me pueda permitir más tarde una respuesta, si es que he de ser yo el que tenga que darla. - Laura me dijo que no sabía nada de ti. Eso es tan cierto como elemental. Cuando no se pregunta, no se conocen las respuestas, pero tampoco creo que sea muy necesario explicar desde la “a hasta la z” quien soy yo; créeme, no tiene mayor interés, lo que sí es interesante... La entrada de Laura portando una bandeja con una cafetera, una tetera y unas tazas, y su madre llevando otra con unos dulces, interrumpió lo que iba a decir, y vino muy bien, porque al intentar desviar de mi persona la atención que Guillermo centrara en ella, estuve a punto de decirle que lo verdaderamente importante era lo que él estaba pintando; hubiera cometido de palabra el mismo error que cometí con el pensamiento. La madre se acercó, y con un tono muy amable me sirvió la taza de té, al tiempo que Laura también hacía lo mismo con su hermano. Tomamos aquella improvisada merienda hablando de cosas sin importancia, entre las que no pudo faltar el agradecimiento por esa lluvia que se había hecho presente por la tarde, y que era seguro que nadie esperaba. Al terminar, la madre le dijo a Laura que no se moviera, que ella recogería el servicio y se iba a la cocina; así lo hizo y un instante después que hubiera salido nos quedamos los tres solos. Guillermo buscó en uno de los bolsillos de la bata y extrajo una pipa, la llenó de una cajita bellamente decorada que tenía sobre una de las mesitas, y la encendió. La primera bocanada que lanzó al aire hizo que comenzaran a formarse en él caprichosas figuras que se fueron desvaneciendo mientras que Guillermo hacía una pregunta. - ¿Qué piensas de la muerte, Jorge? Antes de contestarle le pregunté por su signo zodiacal, y también si conocía su ascendente; me contestó que era Acuario, pero que no sabía cual pudiera ser su ascendente, por lo que pensé que, en principio, podía ser una persona difícil de
  • 27. Santiago Martín Moreno convencer. Algo me dijo en mi interior que me tranquilizara, que yo no estaba allí para convencer a nadie, que yo me encontraba en aquel lugar sólo para responder, y que luego, se aceptara o no mi respuesta ya era una parcela de la historia que no me correspondía, por lo que dije que me parecía entender que para él no existía otra muerte más que la de la persona que fallece, por lo que me limité a decirle rotundamente que la muerte como tal no existe, y si es que se refería a otro tipo de muerte me lo aclarara. - No, me refiero concretamente a... - ¡A la muerte de tu padre! -le interrumpí ahora cayendo en ello por lo que Laura me había contado anteriormente acerca de su familia. - ¡Sí, exactamente! -dijo Guillermo quedándose un tanto sorprendido. - La verdad es que, en ese sentido, no puedo particularizar, por lo que deberás entender que cuanto te diga acerca de ello será en gran medida con carácter general, luego, ya sacarás tú tus propias conclusiones, y si aun así te persisten algunas dudas te recomiendo que con tranquilidad: medites y reflexiones. – ¡Conforme! Pero, ¿qué quieres decir con eso de que la muerte no existe? - Mira, tu sabes que la personalidad del individuo esta compuesta, digamos que de dos cuerpos, uno material y otro Espiritual; supongo que tú aceptas que el cuerpo espiritual se encarna en el cuerpo material al nacimiento de éste, -le dije dejándole caer las palabras tan despacio que realmente las asimilara. - No, no lo tengo del todo claro, pero sí, sé de que me estás hablando. - “Bien, la muerte no existe, porque si conoces aquello sobre la energía, ya sabes entonces que ella no muere, ni se destruye, ni tan siquiera desaparece; lo único que sucede es que cambia, se transforma. Ambos cuerpos son cuerpos de energías, una visible y otra, vamos a llamarla invisible, pero que al igual que la primera también está ahí de forma asombrosamente concreta. - “El cuerpo material con su fallecimiento, lo único que hace es cambiar, transformarse, ya que después de un tiempo se convierte en polvo. Sigue estando ahí, ahora bajo otra imagen diferente. Dentro de esta parcela existen sus excepciones: personas que quedaron en la indiferencia porque no fueron de interés para nadie y cuyos restos jamás importaron donde fueran a parar; y personas que dejaron tan grato recuerdo por su comportamiento que sus seres más queridos, unos toman directamente ese polvo y lo depositan en la tierra con el fin de que pueda quedar como abono, alimento y vida para unas plantas determinadas y escogidas, o lo que es lo mismo que continúe alimentando a la vida. Y otros, indirectamente, piden que la Naturaleza les dé la oportunidad de cumplir una misión semejante.” - ¿Cuántas veces te habrás acordado de tu padre? Lo has estado recordando bajo la influencia de nostálgicos momentos de felicidad que ya pasaron, -le dije mostrando una tierna sonrisa ante su forma de mirarme. - Muchas veces. Yo quería con locura a mi padre; era un hombre muy bueno y extraordinario, -dijo Guillermo con la voz un tanto ahogada. - Guillermo, en cierta medida, aquella energía, al menos para ti, no ha desaparecido mientras lo recordabas; esa actitud amorosa hacia él iba generando a su vez otras energías, y esas energías hacen que disfrutes del momento como sí él estuviese realmente aquí, como si viviera eternamente. 27
  • 28. Trozos del Espejo Comprendo muy bien lo que sientes con esa muerte; es muy duro, pero es necesario porque si no fuera así no habría posibilidad de un reciclaje; una de las leyes principales del Universo es precisamente la contemplación de lo repetitivo en todos los órdenes, si no fuera así, te aseguro que no podría haber existencia. Hay que tener en cuenta, que la muerte es también aprovechada como “Karma”, aunque de ello hablaremos en otro momento, siempre si lo deseáis, naturalmente. - ¡Te aseguramos que si! -dijo Laura, al tiempo que el hermano pedía una especie de adelanto. - “En eso de que todo tiene una razón de ser, aunque a veces no se entienda, o no quiera entenderse, entran las leyes kármicas. Habréis observado posiblemente de cómo hay personas que ante la muerte de un ser querido se han sentido felices porque éste dejó de sufrir; en cambio otras, se sienten infelices, no entienden nada y además se permiten lamentar lo dispuesto en razón de un comportamiento determinado. El grado de muerte, también es un instrumento de los muchos que posee el plano Superior para favorecer o desfavorecer determinadas acciones, determinados comportamientos en otros. - “Así y sujeto a las leyes universales, llega un día en el que al igual que se aparece se desaparece. El cuerpo físico incluida la mente como materia, es devuelto a la materia, mientras que el Espíritu, y el Alma llena de actos positivos convertidos en conocimientos, abandona el plano material físico y regresa al plano Espiritual que le ha de corresponder, ahora en función de la riqueza en sabiduría que hubiera podido adquirir en esa encarnación.” - Entonces, ese “Juicio final” del que tanto se habla, y en el que se dice nos preguntarán y habremos de responder de todas y cada una de nuestras acciones... ¿quién lo hace, y como es eso? -quiso saber ahora Laura. - “Bien, si pensarais un poquito, con total imparcialidad y profundamente en ello, el quién lo hace lo tendríais muy claro. Evidentemente, el cuerpo físico, la mente, no podría hacerlo, sencillamente porque ya no existen y aún en el caso de que lo hicieran, como muchos aseguran que es así, a la hora de la muerte (en ese Juicio) ya me diréis las cosas o actos que iban a confesar. La mente diría poco más o menos que su comportamiento fue el propio de un santo o una santa. - “Es el Espíritu, el que una vez liberado de ella, y en consecuencia de todas las lacras que la mente le estuvo aportando durante su trayectoria terrena, el que se manifestará gracias a su nivel de inocencia y pureza tal cual es. - “Una vez realizado ese Auto-Juicio, será el Tribunal de las altas jerarquías superiores el que decidirá a que plano Espiritual le corresponderá ir, y en el que una vez estudiado y analizado el conocimiento que posee, se le tendrá un tiempo en el que estará preparándose para cuando llegue el momento de una nueva venida, de una nueva reencarnación, en la que ocupando otro cuerpo físico, continuará su trabajo de evolución hasta llegar a conseguir el más alto grado de los escalafones celestes.” - Oye, y esa historia que montan algunos cuando dicen que después de la muerte se pasa por un negro túnel en el que se ve una luz al final... ¿cómo es eso realmente? -preguntaba ahora Guillermo. “Yo no quisiera caer en la misma trampa que esos que tu mencionas; como
  • 29. Santiago Martín Moreno tampoco voy a negar que en alguna ocasión lo he oído. Lo que si os puedo decir categóricamente, es que nadie puede volver, y por consiguiente, nadie puede saber cómo es, sencillamente porque para el plano que acaban de abandonar ya no existen de ninguna de las formas o maneras. Son dimensiones distintas y cuerpos diferentes entre los que, a partir del fallecimiento, jamás volverán a tener la más mínima relación. “En cuanto a ese negro túnel, estoy de acuerdo en la definición porque entre el plano Físico y el Astral, existe un espacio que es la parcela del Inframundo y que nosotros hemos ido formando con la creación de energías negras cuales son nuestros actos negativos, nuestras acciones negativas. “Si el individuo, por decirlo de alguna forma que pueda ser un poco comprensiva, fue un “santo”, valdría también decir: un ser intachable, no habrá para él túnel alguno, en este caso sería como abrir y cerrar una puerta en cuyo otro lado está la Luz; si por el contrario, esa parcela de energías negativas es abundante, es ancha, se encontrará ante la necesidad de atravesarla y en cuyo final también estará, como es natural, esa Luz. “Por todo ello, es de suma importancia que nuestro comportamiento ético sea el que nos dé mediante su actitud positiva, la posibilidad de no encontrarnos ante un túnel de menor o mayor medida, y sí de una simple puerta”. - Sin embargo, es lo que dicen algunos además de que luego alguien vuelve para contarlo, -insistió Guillermo al que pude observar un tanto nervioso. - Bueno, cada uno puede decir lo que quiera, lo que pueda o lo que sepa. La cuestión es que el discernimiento de ello te ponga a ti, concretamente, en uno o en otro lado de la aceptación a la respuesta. “Es verdad que se manipula mucho el que el Espíritu sale del cuerpo y más tarde vuelve a él, y no sólo en el tema de la muerte, sino hasta en situaciones como pudiera ser un accidente, una intervención quirúrgica, y en los que se cuenta cómo el cuerpo físico esta en una parte mientras que el cuerpo Espiritual se encuentra en otra, como observándolo, para volver a entrar luego, aquello que también es conocido como el desdoblamiento de los cuerpos. “Eso no es posible porque como os he dicho anteriormente, el Espíritu trae consigo, intrínsecas de él, dos órdenes muy concretas que le fueron dadas antes de partir hacia su destino en el plano Físico: Una, que jamás influirá sobre las decisiones que el individuo vaya a tomar, ya le puedan estas favorecer o desfavorecer en sus actos, ya que está obligado a respetar el libre albedrío que le fuera otorgado; Y otra, que jamás abandonará el cuerpo físico. Si sale, si abandona el cuerpo que le fuera encomendado, bajo ningún concepto podrá volver a entrar, y esto sucede sólo y exclusivamente una vez en la vida de cada individuo, en el caso de la muerte, cuando el cuerpo físico ha cumplido con el cometido de su actual encarnación; es así, y no hay que darle más vueltas. El cuerpo físico no puede vivir sin el Espíritu, como el Espíritu fuera de su plano o en periodo de transmigración no puede vivir sin un cuerpo físico”. - La verdad es que me has dejado de una pieza, -hizo Guillermo este comentario al tiempo que miraba a su hermana. - Ya te lo dije por teléfono, se expresa con una seguridad que para mí, particularmente, es alucinante, -dijo Laura correspondiendo a lo dicho por su 29
  • 30. Trozos del Espejo hermano. - ¿Cómo lo veis ahora, más claro? -les dije mirándolos a los dos con el fin de observar sus reacciones. Como si se hubiesen puesto de acuerdo, ambos hermanos exhalaron un largo suspiro que para mí fueron muy significativos, y en cuyo final dijo de nuevo Laura: -Creo que lo veremos más claro aún cuando hagamos de todo lo que nos dices, y que estoy segura nos seguirás enseñando, centro de las charlas que de vez en cuando solemos tener los dos cuando vengo a verlo. - Y yo me alegraré mucho de que así sea, porque todo lo que gira alrededor del ser humano, son los temas de la vida, pero, hablar de lo que estamos hablando, “es el tema”, y este sólo encierra en sí las ideas y conocimientos del Universo. Acababa de decir estas palabras cuando me dí cuenta que apenas podía verlos a ellos; tanto Laura como Guillermo eran imágenes un poco difusas, entonces reparé en que había oscurecido bastante, y entendí que ellos no habían querido en estos momentos romper el ritmo de mi exposición y posterior diálogo. En ese momento, Laura se levantó y encendió la luz de la lámpara que estaba en el rincón. El estudio quedó bañado con una iluminación cálida e indirecta que se me hizo muy agradable. Iba a decir algo, cuando la puerta se abrió y apareció la madre con una sonrisa que lo inundaba todo; dirigiéndose al grupo, dijo que tendrían que contarle algo acerca de eso tan interesante que, al parecer, estábamos tratando. - ¡Ya te lo contaremos mamá! -se apresuró a decir Laura. - Venía a deciros que estoy preparando la mesa, y quería saber si Jorge se va a quedar a cenar, ¿se quedará? -dijo Leonor sin apartar de ella sonrisa. Aun a pesar de haber reparado en la oscuridad, no había sido así con respecto del tiempo transcurrido, y mirando el reloj que estaba encima de uno delos muebles, pude advertir que habían dado las nueve de la noche, por lo que me limité a decirle a Leonor que le agradecía la invitación pero, que hoy no debía quedarme, aunque dejé en el aire la promesa de que lo haría, con mucho gusto, otro día, si me volvía a invitar claro; este comentario lo hice ofreciéndole también una sonrisa. Leonor me miró a los ojos muy fijamente diciéndome que no me preocupara, que en su casa estaría invitado siempre, y siempre que yo así lo deseara. Apenas había terminado de hablar la madre, cuando Guillermo insistió diciendo que me quedara a comer con ellos. - ¡Quédate! A mamá le gustará que te quedes, y a nosotros también y así tendremos tiempo para seguir conversando ya que no creo que Laura se vaya con esta nochecita. - ¡Qué remedio! -dijo Laura con cierto tono de broma. - ¿Lo siento por todos! Y creedme si os digo que también por mí. Me siento muy a gusto pero, hoy debo volver pronto a casa; sinceramente he de reconocer que aquí me siento muy bien, la paz y la armonía hacen en general buenas y blancas energías. Abandoné el confortable silloncito en el que había estado sentado y una vez en pie, me dispuse a salir del estudio. Me despedí de Guillermo, que estaba sonriente, con un fuerte apretón de manos, apretón que el retuvo entre las suyas
  • 31. Santiago Martín Moreno con fuerzas. Me impresionó su afectuoso saludo de despedida. Laura me dio un beso; me acerqué a la madre para estrecharle la mano y tomándome por los brazos también me besó. En ese momento y ante tanta muestra de cariño quise cambiar de opinión, pero algo me dijo que por hoy estaba bien, y decidido caminé hacia la puerta. Dije hasta otro día, y ambas mujeres me acompañaron por el largo pasillo hacia la salida; en ella se volvió a repetir una parte de la despedida anterior y bajando la escalera abandoné la casa. Ahora caminaba por el acerado; había cesado la lluvia y las calles aparecían en una calma inhabitual. Llegué a la altura de aquella tienda, y aunque estaba en penumbras, no me pude resistir a la tentación de mirar el escaparate, pegué la frente al cristal, escudriñé la vista y vi con sorpresa que aquella puesta de sol no estaba; le habían echado por encima y de forma nada acostumbrada un paño de color gris pardo como queriéndola resguardar, ¿de qué? ¿Acaso quisieron que esa noche no contrastara con la misma noche? Como en rebeldía, aun estuve unos minutos frente aquel escaparate que ahora no ofrecía más que tinieblas. No conseguía entender de cómo, y sobre todo de quién podría haber partido aquella extraña decisión. Un pequeño escalofrío provocado, tal vez, por lo fresco de la noche me hizo dejar de lado aquellas tontas elucubraciones mías por lo que decidí dejar de pensar en ello. Continué caminando de regreso a mi casa sumergido en el recuerdo de la tarde pasada; elevé la mirada hacia el cielo y aun a pesar de estar casi cubierto, me pareció ver el alegre titilar de una pequeña estrellita que parecía querer decirme que siguiera adelante, que aquel era mi camino... CAPÍTULO QUINTO Esta noche he llegado a casa cuando aun por el salón resonaban las últimas campanadas del reloj que cuelga de la pared; las ocho de la tarde, aunque ya noche, por lo que pensé aprovechar este tiempo antes de la cena para escuchar un poco de música en la radio. Decidido a ello, dejé las llaves sobre la mesita y el portafolios al pie del perchero mientras que colgaba en él la chaqueta que acababa de quitarme. Entré en el comedor y saludé a la familia allí reunida; seguidamente pasé al dormitorio y me cambié. Puesta la ropa de estar en casa, me dirijí a mi pequeño 31
  • 32. Trozos del Espejo refugio no sin antes acercarme a un mueble que tenemos en el salón, muy cerca del teléfono, y sobre el que hay un precioso tarjetero de madera muy decorativo y que hiciera mi hija para colocar en él las hojillas delos recados; he tomado uno en el que por la letra sé que es de mi hijo y en el que escribió: “Papá te ha llamado a las siete un señor que me dijo llamarse Guillermo; te volverá a llamar”. Después de leerlo y una vez en mi cuarto de trabajo, dejé la nota sobre la mesa y encendí la radio; inmediatamente, cuánto de agradable encierra un concierto de piano se desparramó a mi alrededor; me recliné en el sillón y me dejé llevar por los aires del recuerdo sobre las ondas de unas notas nocturnas; Chopín me trasladó hacia lugares antiguos y maravillosos, cuya belleza se fue perdiendo por ese afán del hombre en destruirlos aun a pesar de esos pensamientos de que con las nuevas urbanizaciones él sale ganando. El sonido del teléfono me trajo de nuevo a la realidad del momento; descolgué el auricular y como es normal dije: - ¡Dígame! - ¡Buenas noches! Soy Guillermo, ¿eres Jorge? -dijo mostrando una voz muy resuelta. - Sí, soy yo, ¿cómo estás Guillermo? - Bien, ¿y tú? - Muy bien, a Dios gracias! ¿y tu madre? - También está muy bien, por cierto Laura acaba de marcharse, estuvo esperando aquí conmigo pero, al parecer, tenía que hacer algo en la calle y ya no pudo esperar más tiempo aunque me ha dicho, o al menos así lo he creído entender, que vendrá mañana por la mañana, también me ha dejado dicho que te diera recuerdos de su parte. - ¡Gracias! Pero dime, ¿cómo te ha dado por llamarme? -quise saber pensando en que Laura le habría dado el número. - Ayer estuve por hacerlo. - Pues menos mal que no lo hiciste, porque no estuvimos aquí en todo el fin de semana. - Mi madre fue la que me hizo desistir diciéndome que a lo mejor estabas fuera, y acertó. - Las madres siempre aciertan, y si no, están justificadas, pero, bueno, ya estamos aquí de nuevo, en el momento que hay que estar, ni antes ni después. - Eso tendrás que explicármelo también algún día, pero ahora lo que más me interesa es sólo una cosa que se me quedó en el tintero la otra tarde, ¿te importa que te pregunte? -dijo con cierta preocupación-, o al menos así me pareció. - No, en absoluto, -le dije-, pero lo que no te puedo garantizar a priori es que pueda contestarte; en fin, pregunta y luego ya veremos... - Recordarás que estuvimos hablando acerca de la muerte, aunque en realidad eras tú el que nos hablaba acerca de ello. - Sí, lo recuerdo. - Es que no me quedó muy claro, o yo no me enteré bien del por qué mueren las personas; igual a ti te parecerá una pregunta infantil, o cuando menos una de esas preguntas tontas, pero es así, -dijo un tanto azorado. - Ciertamente, esto ya os lo expliqué de pasada aquella tarde. - Sí, no me cabe la menor duda, pero, es que luego estuvimos hablando Laura
  • 33. Santiago Martín Moreno y yo hasta muy tarde sin conseguir recordar la respuesta que nos diste. - Posiblemente no te lo diga con la misma definición o con las mismas palabras porque igual no me acuerdo bien, pero intentaré aclarártelo de nuevo, al fin y al cabo, el tema, como comprenderás, no ha sufrido ninguna variación, -dije utilizando un tono informal con el fin de que se relajara. “Los espíritus, para realizar su trabajo de evolución en este plano material necesitan ir ocupando cuerpos físicos; la misión de las personas, como cuerpos físicos que son, es la de ir dando albergue y apoyo cada vez que ellos lo necesitan para una nueva encarnación. Te estoy hablando y al mismo tiempo recordando que contigo no he hablado de ello directamente, o en profundidad, sí con tu hermana, y ella posiblemente te haya comentado algo al respecto”. - Bien pudiera ser, pero oye, entonces, ¿por qué muere una persona con más o menos años que otra? - Esta respuesta, al cien por cien, tendría que ser tan profunda que creo no la entenderías por lo que intentaré hacerte llegar lo más elemental dentro de su complejidad. “La vida humana, por la razón que te he explicado antes, tiene una duración de ochenta y cuatro años, sujetos al nombre de su Creador así como a las cuatro fuerzas que lo componen, y que fueran las que instituyeron y continúan instituyendo todo cuanto existe en el Universo. “Cada una de esas fuerzas activas y positivas, han de tener relación con una edad del ser humano; así podemos ver cómo en la primera edad se corresponde con su primer ciclo, que es el ciclo del elemento Fuego, por consiguiente veremos que en esta primera edad no hay control, no hay toma alguna de decisiones, y sí asimilación de cuanta información se pueda almacenar. “En la segunda edad, o sea, entre los veintiuno y cuarenta y dos años, esta idea ahora se interioriza, el ser humano ya es consciente de que ha de realizar un trabajo muy duro, y muy especial. Bajo la influencia de los elementos, esta edad se corresponde con el segundo ciclo que es el del Agua, y veremos como se llena del sentimiento. “Con la tercera edad, o sea, entre los cuarenta y dos y sesenta y tres años, la idea que se interiorizó, ahora está desarrollándose; el ser humano se ha vuelto mental, y todo debe tener una razón de ser, a todo ha de encontrarle explicación, encontrarle un por qué. Obviamente se encuentra ahora bajo la influencia del tercer ciclo como es el ciclo del elemento Aire. “En la cuarta edad, o sea, entre los sesenta y tres y ochenta y cuatro años, el ser humano se encuentra en ese periodo en que aquella idea que luego de interiorizarse se desarrolló, ahora muestra el resultado. Naturalmente hemos de pensar que el elemento que influencia este ciclo es el elemento Tierra, aunque he de aclarar, que Tierra no es un elemento propiamente dicho, sino el nombre que recibe la cristalización, o sea, el compendio de los tres elementos anteriores. El Fuego y el Agua se condensan, el Aire seca la condensación y se produce la solidificación, y con ella la masa, a ella como cristalización del proceso la llamamos Tierra. “También en la Cábala, aunque en ella no vamos a entrar, y sé que has leído algo sobre ella, encontramos como el Creador hizo la tierra, el aire, el mar y las estrellas, sin embargo, como esto hay que ordenarlo, y la lengua de la época en que 33
  • 34. Trozos del Espejo se recogen estos datos lo escribe al revés, hay que aceptar por ello que el Creador hiciera por orden: las estrellas, el mar, el aire y por último la tierra. “Para que te sea más comprensivo y asistiéndome de que Laura me comentó que tú eres bastante de la religión Cristiana, y como entiendo por ello que habrás leído los cuatro evangelios, ahora te darás cuenta de cómo Juan, bajo el ciclo de Fuego manifiesta su testimonio como el de la revelación. Lucas, bajo el ciclo del Agua, lo hace como el del sentimiento. Marcos, bajo el ciclo del Aire se decanta por el testimonio de la razón, y Mateo, a diferencia de los anteriores y bajo el ciclo del elemento Tierra, no aporta nada nuevo, no deja testimonio alguno de forma particular, sino que se limita a realizar una compilación de los tres anteriores, ¿comprendes?” - Perdóname si te digo que no he podido captarlo todo al cien por cien aunque sí bastante, pero es que me lleno tanto de tu explicación que no puedo escucharte y discernir al mismo tiempo; no dudo de que cuanto me dices lo haces de la mejor forma, pero, no acabo de entender lo de los ochenta y cuatro años, cuando la gente se muere con edades distintas, ¿podrías ampliármelo? “Naturalmente, ten en cuenta que esta es la edad real; la edad perfecta cuando la vida se vive como realmente hay que vivirla. El ser humano por las razones que todos sabemos, nunca la vive bien, al completo, o sea, siguiendo las normas de conducta establecidas bajo las cuatro etapas, sino que siempre se va saltando alguna en función de sus particulares y equivocados intereses materiales; de ahí que tenga que realizar el proyecto de evolución espiritual mediante diferentes encarnaciones.” - Ahora creo entender un poco más, quieres decir, por poner un ejemplo: ¿si una planta no la hacemos seguir el proceso natural, no puede culminar, no florecería? - Vale el ejemplo; bueno pues por analogía todo es igual en el Universo. - Entonces, que razón o explicación tiene el que algunas personas mueran a tan corta edad; imagino por su naturaleza que esto será más complicado, pero, ¿puedes aclarármelo? - Sí, y no me sorprende que me lo preguntes porque esta entre alguna otra, es la eterna pregunta cada vez que se toca el tema, aunque como has podido comprobar todo esto es casi tan difícil de explicar como de entender, no obstante lo procuraré aunque acuérdate de lo dicho por ti hace un momento, cuando mencionaste aquello de: ¿que razón o explicación tiene todo esto? A veces no todo puede ser explicado perfectamente por el ser humano, y mucho menos que pueda ser comprensivo. “Como ya sabes, el Espíritu, después de haber pasado por los diferentes reinos: Mineral, Vegetal, Animal, llega dentro de este mismo al genero humano; en él ocupará el primer cuerpo para comenzar una evolución diferente. - Ahora, haciendo un inciso, te pediré que intentes liberarte de todo pensamiento extraño y pongas toda tu atención, ya que deberás hacer trabajar a tu imaginación en lo que te voy a exponer. “Bien, ya tenemos a ése Espíritu ocupando el primer cuerpo. Mediante el ejemplo siguiente, esa situación la vamos a trasladar a una escuela en la que un niño está ocupando (realizando) el primer curso, y en la que su trabajo va a
  • 35. Santiago Martín Moreno consistir en llegar a alcanzar un título al final de su carrera. El niño será el Espíritu, el curso será el cuerpo y la escuela será el plano Material. “Ya tenemos al niño en el primer curso. Gracias al estudio aplicado y a su buen comportamiento, aprobará el examen y, abandonando el curso y la escuela estará de vacaciones en un lugar determinado para volver el curso próximo. “El año siguiente, en su progresión, el niño entrará en el segundo curso, y así de forma repetitiva, gracias a su aplicación y a su siempre buen comportamiento irá avanzando curso tras curso. “Continúo... aunque el niño va aprobando todos los cursos, lo cierto es que no todos se terminan con la misma facilidad, y así nos encontramos con algunos que se acabaron dejando una asignatura pendiente, o sólo una materia de la misma. ¿tendrá ése niño que regresar el próximo año a realizar el curso entero? ¡no! volverá sólo y exclusivamente para aprobar ese poquito que le quedó, y lo podrá hacer fuera de tiempo, y así de esta manera poder conseguir la tan anhelada titulación. “De igual forma se comporta la vida humana. Cuando se ha llegado a un grado de evolución, en cuyas últimas encarnaciones iba quedando pendiente algo de hacer, en la siguiente ya sólo queda venir a ultimar, y esa última misión puede consistir en dar una alegría a alguien tan sólo con el nacimiento o con un más o menos corto periodo de vida. “Evidentemente, se puede pensar el que alguien diga: ¿Cómo puede ser esto, si la muerte sea a la edad que sea sólo es causa de tristeza? Aquí entran dos factores principales. “El caso de la persona que lo acepta con resignación absoluta porque dice acatar lo que el Padre dispuso, y el caso de la persona que no lo acepta, en cuya situación es muy posible que esa última misión haya sido la de habérsele podido aplicar la ley de “Karma”, ya sabes, aquella ley de causa y efecto. “Debes tener siempre en cuenta que es muy difícil que el ser humano acepte nuestros extraños aunque propios destinos. No se podría entender, aunque se conociera, el amplio abanico de medios que se utilizan. Tú también debes acordarte, particularmente, de aquello que se dice también sobre aquello de que ¡Dios escribe derecho sobre renglones torcidos”. - ¡Entendido! Aunque no del todo te aseguro que mucho más que antes; tendré la noche para darle vueltas a todas y cada una de las cosas que me has planteado. - Seguro que sí, Guillermo, esta noche y mañana, y ello hará que des lugar a tantas nuevas dudas como nuevas preguntas. - De todas formas es muy duro ¡eh! Oye, cuando das respuesta a esta petición, ¿la gente suele aceptarla con facilidad? - ¡No siempre amigo mio, no siempre! Aunque también me satisface que sea así; cuando encuentro una persona muy difícil de convencer, ello hace que yo también solicite del Universo mayor claridad en mi propia enseñanza. - A colación de lo que me has dicho acerca de la reencarnación, recuerdo haber leído algo que no logro poner en pie. - Amigo Guillermo. Creo que con lo que tienes ya es suficiente, de lo contrario vas a crearte un estado de confusión que, sin duda alguna, lamentarás 35