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51 El AMOR
Tradicionalmente hablando, se entiende al amor como a la fuerza que une. Une al hombre y a la
mujer, al padre y al hijo a hermanos y a amigos. Pero también une al creador con su obra, a la
intención con el logro de su consecuencia. Cuando hacemos algo es porque queremos hacerlo y en
ese grado, es un querer.
Amar es querer a alguien o a algo. Querer es pretender estar con ello, pretender tenerlo, sentirse en
posesión de ello, en otros términos, es buscar la unidad completa con algo o con alguien. Queremos
aquello que nos proporciona un bien. Queremos comer cuando sentimos hambre, queremos dormir


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cuando sentimos sueño, queremos beber cuando sentimos sed. Queremos, cuando sentimos la
necesidad de algo. Queremos a la pareja cuando sentimos la necesidad de estar con ella.
El amor para que exista, exige de la necesidad de ser satisfecho. En el amor se concentran dos
dualidades imprescindibles para que se establezca. La primera dualidad es la de intencionalidad y
consecuencia, y la segunda dualidad es la de sujeto y objeto. En la experiencia del amor se unen
perfectamente la necesidad y su consecuencia, puesto que sin necesitar al otro es imposible amarlo
y la dualidad entre sujeto y objeto, puesto que sin un contenedor de la intencionalidad y un
contenido u objeto, no puede establecerse el amor.
Existe la tendencia a pensar que el amor es algo sensual, emocional, sentimental y es cierto, el amor
contiene aspectos emocionales en su demostración, pero también existe una dosis de validez
contenida en el amor. Se siente amor de aquello que vale. Para reconocer algo como válido es
preciso aceptarlo como cierto. Si es verdad es aceptable. Pero es más aceptable aquello que es
siempre y para todo válido. Se siente amor por aquello que concuerda con nosotros en algún
sentido. El amor no solo es sentimental. Algunos hombres de ciencia, se enamoran del
conocimiento hasta tal grado que son capaces de olvidarse de su familia, de sus afectos, en fin, de
todo aquello que pareciese ser más atractivo para amar que el conocimiento. Sin embargo prefieren
estar enamorados del conocimiento. También existen hombres de negocios que aman su trabajo por
encima de a sus seres queridos. Esto no es extraño en nuestro ambiente actual. A pesar de esto, el
verdadero amor es la experiencia de unidad emocional, cognoscitiva y volitiva. Cuando se
encuentra la experiencia de unidad incondicional entre un padre y un hijo, se establece la
experiencia del verdadero amor.
Amor es una palabra plural puesto que involucra la unidad entre un ser y otro, además de la unidad
entre la intención y su consecuencia. Querer a otra persona es pretender establecer un vínculo de
unidad con ella, para unirte con ella necesitas satisfacer esa intención, por lo mismo la unidad entre
tu intención y su consecuencia posibilita la unidad entre la persona amada y tú. Amor es por lo
mismo una doble dualidad. La unidad entre intencionalidad y consecuencia se hace posible
mediante la unidad entre sujeto intencional y objeto intencionado.
 Amor es la fuerza que une, fuerza es una intención en acción. Fuerza implica dirección. Dirección
es una opción selectiva. Ninguna dirección es posible sin excusar otras opciones, lo que implica que
la dirección, sea cual sea, implica selectividad. Intencionalidad y selectividad son requisitos
necesarios para toda dirección. La dirección de la fuerza intencional es sólo una, satisfacer a la
intención que la motiva. Toda fuerza intencional opera en función de la unidad. Unidad es el
vínculo que absorbe las diferencias. Por lo visto, se nos inserta el amor y la fuerza en el mismo
propósito intencional, la unidad.
La fuerza para existir precisa de la compensación entre dos direcciones, la centrífuga y la centrípeta.
El amor para que exista necesita de la compensación entre dos direcciones, el cumplimiento del
propósito de conjunto y el cumplimiento del propósito personal. La unión del todo siempre, con el
yo y ahora, establecen el amor. Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo,
dice el cimiento del cristianismo. Si por amar a Dios, se entiende unirse con aquello que es
siempre y para todos válido, estamos diciendo que debemos de priorizar el amor por el conjunto,
por sobre el amor por mi persona; el amor por lo que es siempre válido, por sobre el amor por lo
que me es válido a mí ahora. Este tipo de amor es absolutamente válido. Este es el amar a Dios. No
debemos confundir el amar a Dios, con el amar a una imagen, ya sea esta virtual o representativa.
Dios no es imagen, Dios es valor. El valor que es siempre y para todos válido es Dios, ese es
nuestro estándar paradigmático, con el cual podemos comparar nuestra realidad y nuestro
desarrollo.
Amor es fuerza, la fuerza que une. Fuerza es acción en dirección. Toda acción en dirección implica
intencionalidad y significado. Acción en dirección es fruto de un proceso selectivo. Selectividad
existe en toda acción en dirección. Acción en dirección, responde a una diligente intencionalidad.
Acción en dirección es fruto consecuente de poder. Poder implica dominio en dirección. Dominio
selectivo intencional existe contenido en toda fuerza. Dirección es por lo tanto fruto del dominio.


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Intencionalidad es acción en dirección. Fuerza es una intencionalidad en acción. Fuerza es por lo
tanto movimiento. Movimiento es una constante universal, existe siempre y en todo. El movimiento
opera de acuerdo a un orden, al orden de la compensación armónica entre las fuerzas centrífugas y
centrípetas. A toda acción se le opone una reacción de iguales proporciones. La reacción desgasta la
acción. Para posibilitar el movimiento constante, es preciso de intencionalidad diligente también
constante. Movimiento es impulso “un pulso in” Movimiento es un constante y continuo impulso.
Impulso es movimiento intencional diligente y autónomo. Impulso es intención dirigida, y
movimiento es producto del impulso. Todo impulso contiene una intención dirigida. Dirección
implica selectividad. Todo impulso contiene selectividad e intencionalidad. Selectividad e
intencionalidad existen en todo acto. Nada es causal. La casualidad existe mientras se ignora su
origen. Diligencia intencional opera en toda acción. Toda diligencia intencional busca ser
satisfecha. Busca lo que concuerda, lo que reconoce y lo que establece una base correlativa con la
intención. Se busca lo que uno es. La unidad busca unirse, la verdad busca reconocimiento y la
responsabilidad busca lo completo. El origen de toda acción es la unidad absoluta y completa. La
unidad absoluta y completa es el estándar paradigmático de todo lo creado. Todo lo creado existe
para satisfacer al paradigma original. El paradigma absoluto del valor es el referente para comparar
nuestro estado de desarrollo. El estándar insuperable de la intención, está en lo pleno. Nada
satisface más que el estado de plenitud. El estándar insuperable del conocimiento está el la Ley, en
aquello que es siempre y para todo válido. No hay nada más verdad que la ley. El estándar
insuperable de la responsabilidad reside en lo completo. Nadie es más responsable que quien
cumple completamente. Frente a dicho paradigma, solo nos queda una pregunta que formularnos:
¿Cómo obrar correctamente? Cumpliendo con nuestra responsabilidad de hacer lo que es válido
siempre y para todos. Para determinar la prioridad de estos actos, es necesario discernir. Discernir
es analizar y comparar alternativas para saber optar por la que es prioritariamente válida, siempre y
para todo. Una vez optada la alternativa válida y cumplida de forma diligente, se celebra su logro,
ofreciéndolo al todo y siempre válido. La persona que opera de esta manera, obra en consonancia
con lo absoluto.
El precepto del cristiano es amar a Dios y amar al prójimo. Para amar a Dios hay que sentirlo, para
sentirlo, hay que reconocerlo. Para reconocerlo es necesario que exista y que concuerde con
nosotros. Dios se hace presente en la experiencia de lo completo, de lo absoluto y de lo pleno. La
plenitud del hombre sólo se siente en el momento de completar su propósito de la creación. El
propósito de la creación del hombre se establece en la unidad con el amor universalmente
incondicional, en la unidad con el ser siempre y para todo válido y en el completar
responsablemente con la satisfacción plena en el amor. La realización completa y responsable del
hombre lo establece como ser a quien el Creador puede reconocer como válido. En esta unión se
establece el verdadero amor. El verdadero amor es leal y obediente completamente a aquello que es
siempre y para todo válido. Por lo mismo es universalmente incondicional. Se da siempre por el
beneficio del todo. Esa es la condición que debe contener el amor para ser perfecto.

52 LA CASUALIDAD COMO ORIGEN DE LA CREACIÓN
Para empezar, es preciso definir el significado de esta palabra casualidad. Un acto casual es aquél
del que se ignoran sus razones. ¿Qué ocurre después de comprenderse sus razones? El acto casual
desaparece. Por lo tanto casualidad es un estado inserto en el proceso de raciocinio. En ese estado
de ignorancia, se acepta la casualidad. Pero la casualidad no es operativa, no crea, sólo se evalúa.
Casualidad entonces no es más que una justificación intelectual de un acto cuyas razones se
ignoran.
No es posible afirmar que la casualidad creó un acto (x) sencillamente, porque para crear, es
indispensable de intencionalidad, selectividad y poder. La casualidad no contiene selectividad, ni
intencionalidad, ni poder. La casualidad intencional, deja de ser casualidad y se transforma en
origen diligentemente propositivo. Propósito implica un proceso y una estructura ordenada, de



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acuerdo con esto, la casualidad no puede connotarse de estructurada en una dirección sistemática o
procesada.
¿Puede crear la casualidad o no puede crear la casualidad? Para crear se necesitan de elementos
intencionales. Intencionalidad no basta para crear, sólo con intención no se crea, para crear es
preciso de selectividad. Es preciso de seleccionar de entre las opciones alternativas, la que se
considera válida para crear, por lo tanto además de intencionalidad y de selectividad es preciso
contener nociones de valor, para determinar si es o no válido lo que se intenta crear. Además de esto
es preciso del poder crear, pero no sólo del poder, sino también del dominio del poder a voluntad, es
decir se necesita de responsabilidad. Sin poder no es posible crear, y para ejercer el poder en una
determinada dirección se necesita del dominio. Pero no sólo con el poder, con la selectividad y con
la intencionalidad se crea, para crear es preciso de libertad para poder optar por lo que se considera
válido ¿Contiene la casualidad alguno de estos atributos? Si no los encontramos en la casualidad.
¿Cómo podríamos afirmar que el universo es fruto de una casualidad? Es, sin duda alguna muy fácil
afirmar que el universo es fruto de una casualidad, pero no por ser fácil, popular o generalizado, va
a ser cierto. Fue muy popular el lema de seamos todos iguales y no por eso es cierto, o fue también
popular el dicho de que todo es relativo y no por eso es cierto. Si todo es siempre relativo se
transforma en absoluto porque es siempre y para todos válido. No seamos ingenuos, la casualidad
no contiene los atributos necesarios para crear. La casualidad no crea, la casualidad se crea
intelectualmente cuando se ignoran sus razones.
Si la casualidad no puede crear ¿qué es lo que origina las cosas? Todo acto contiene intencionalidad
y selectividad. A pesar de que se entienda o no la intención de las cosas, todo obedece a una
intención originaria. Podría decirse que me cayó la hoja del árbol en la cabeza por casualidad, pero
no es correcto porque la hoja se desprendió del árbol por la intención motivadora de las leyes de la
creación que determinan que en otoño se han de caer las hojas de ese árbol, y por la coincidencia en
el momento y en el lugar, determinada por la intención que me motivó a pasar por ese determinado
lugar. ¿Dónde se fue entonces la casualidad? Todo acto obedece a una intención originaria. La
intención es una necesidad, la necesidad de realizar algo, y esta necesidad por realizar, existe para
satisfacer a la realización de ese algo. La capacidad satisfecha por la intencionalidad es una
capacidad emocional. Sin esa capacidad emocional, no se puede crear nada. El origen causal de
cualquier acto, es por lo tanto un origen emocional.
Para crear un acto es necesario seleccionar de entre las alternativas, la opción que se considere
válida. Lo que nos indica que la realización de cualquier acto, ha de contener capacidad selectiva,
en función de un determinado estándar de validez. Esto implica que el creador ha de tener la
capacidad de reconocer aquello que es válido, y a la capacidad de reconocer conocimiento se le
denomina intelecto. Luego, todo acto es producto de una selección en función de lo que se reconoce
como válido. Todo acto obedece a una decisión selectiva o intencionalmente intelectual.
Al crear, se necesita, además de intención y selectividad, se precisa de poder. Pero el poder ha de
ser dirigido o conducido hacia el propósito de la realización de algo, por lo tanto, el poder ha de ser
dominado en la dirección que debe, hasta completar lo que se debe hacer. Lo que se debe hacer, es
fruto de la selección intencional, dirigida hacia la realización de lo que se consideró valido. Por lo
tanto, del acto creado, se desprende capacidad de dominio. Ya tenemos, que para crear, se precisan
de capacidades emocionales, intelectuales y de dominio, Estas capacidades existen sólo en el ser
persona. Por lo mismo, podemos afirmar que el creador de un acto creativo, ha de ser persona.
Persona es aquél ser con la capacidad de ser libre, seguro y responsable. Y estas son las cualidades
necesarias par poder crear.
Las máquinas no crean, los animales no crean, las plantas no crean, los minerales no crean,
únicamente las personas crean, porque están dotadas con libertad, selectividad y dominio.
El ser humano contiene las capacidades emocionales, intelectuales y de dominio necesarias para
crear, estas capacidades, pretenden la plenitud emocional, el conocimiento que es siempre y para
todo válido y la completación de su responsabilidad. Estos atributos y necesidades no son casuales.
Existen para ser satisfechas y esto se hace posible para satisfacer a su origen creador, quien también


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contiene las capacidades emocionales, intelectuales y de dominio, y que espera el encuentro con la
plenitud, con la autonomía de toda su creación y con la responsabilidad completa de todo lo creado
por El. Hasta el momento, todo lo creado cumple completamente con su propósito, pero al ser
humano le falta madurar hasta cumplir completamente su porción de responsabilidad, le falta
descubrir y comprender los principios de la creación que son siempre y para todo válidos y le falta
alcanzar el estado de plenitud para con el todo y siempre válido.
La casualidad como originaria de algo, es solo un justificante fatuo.

53. DE LO ESPIRITUAL Y LO FÍSICO.
Espíritu es un vigor que fortalece al cuerpo físico. Vigor es fuerza, fuerza es actividad. Actividad
implica intención y consecuencia además de sujeto y objeto. Esta realidad se nos pasa por encima
cuando hablamos de fuerza o de vigor. El asumir que tanto el vigor como la fuerza son actividades,
nos permite comprender que en la fuerza, también existe una consecuencia producida por la fuerza
porque esta es actividad y en la actividad existe una consecuencia a la intencionalidad. Lo espiritual
y lo físico no pueden escindirse porque todo vigor o impulso producen alguna consecuencia. Hablar
de impulso es hablar de actividad. La pregunta surge aquí ¿Puede existir actividad no física?
Existen numerosas manifestaciones de actividad no física, por ejemplo el discernimiento. Discernir
contiene un análisis comparativo de opciones físicamente inexistentes y que determinan la
intencionalidad de un acto. Este proceso es en sí mismo actividad pero no es una actividad física.
Por lo tanto puede existir actividad no física o espiritual.
Si la actividad espiritual puede realizarse, ¿cuáles son las consecuencias de la actividad espiritual?
Las consecuencias de esta actividad son varias, una de ellas es la intencionalidad, la determinación,
la seguridad, la libertad de opción, la unidad. La principal actividad espiritual es la unidad. El
propósito intencional es la unidad, la opción válida busca la unidad, la seguridad espera de la
unidad. El ambiente espiritual es un ambiente de unidad, por esta razón es necesario madurar en la
unidad. La unidad en pensamiento permite la unidad emocional, la unidad en la intencionalidad
permite la unidad emocional. La unidad emocional posibilita el vínculo. El espíritu únicamente
espera la unidad.
La entidad espiritual del ser humano está compuesta por sus capacidades emocionales, intelectuales
y volitivas, además de por las virtudes que sirven de protectores de la unidad. Las capacidades
emocionales, intelectuales y volitivas, podría decirse que tienen habilidades protectores o
facilitadores del logro intencional o de la unidad. Estas son la prudencia, lealtad, obediencia,
fortaleza, paciencia, perseverancia, laboriosidad, tolerancia, etc. Por medio de estas virtudes, se
establece la unidad entre intencionalidad y consecuencia. Hasta la experiencia de unidad es
espiritual. Pero en la consecución del logro existen dos realidades, la realidad sustancial y la
realidad experimental. La creación de la sustancia confiera una experiencia, la experiencia es
espiritual, la sustancia es física. De cada acción se desprenden estas dos cualidades, una interna, la
experiencia y otra externa, la acción. La experiencia pretende el encuentro de la unidad emocional,
intelectual o volitiva. La acción refleja aspectos emocionales, intelectuales o volitivos. Ambas
realidades están ligadas entre sí, una queda en el apreciador la otra se queda en el ambiente. Ambas
son necesarias para la experiencia de unidad, pero sólo una permanece. Permanece la experiencia, la
acción se deteriora con el tiempo y con la incidencia del lugar. Cada intencionalidad satisfecha
nutre nuestra capacidad emocional, cada interés satisfecho nutre la capacidad intelectual y cada
deseo cumplido nutre la capacidad volitiva. El hecho es un útil para la experiencia de unidad. Lo
importante no es el hecho, sino la experiencia de unidad, por eso que los apreciadores de la unidad,
pueden estar envueltos en las peores circunstancias y en los peores ambientes pero reciben de ellos
unidad y eso los mantiene fuertes y estimulados. El ambiente condiciona, pero no modifica al
individuo.
Espíritu y materia se precisan el uno al otro del mismo modo que se precisan el electro y el
magnetismo en la soldadura. La chispa y la combustión permiten la continuidad en la soldadura.
Espíritu y materia permiten la continuidad de la tradición. Tradición es posible gracias a la vida.


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Vida es el conjunto de fuerzas que posibilitan completar un propósito. El propósito satisfecho
produce unidad. Unidad, vida y tradición son ingredientes fundamentales en la continuidad. La
unidad para realizarse precisa de dos aspectos que se unen. Materia es la unidad entre aspectos
positivos y negativos, pero para que exista la materia se precisa también de la unidad entre
intencionalidad (propósito de la materia) y consecuencia (masa, densidad, intensidad, sustancia etc.)
Espíritu es unidad también, unidad entre intencionalidad y logro y unión entre proceso y estructura.
El logro de la intencionalidad es valor, valor es la experiencia de plenitud, placer, confianza,
seguridad, reconocimiento, concordancia, similitud, prudencia, juicio, determinación, lealtad,
obediencia, discernimiento, etc. Estos logros son previos a la existencia física, pero también se
extraen de la experiencia con objetos físicos. Previo a la experiencia física, sentimos la intención de
lograr algo. En nuestro interior, se estructura la noción de lo que pretendemos como imagen virtual
intencional. Esa realidad es espiritual. Pero no basta con la imagen virtual de lo que pretendemos;
para realizar la completación y la recognición plenamente satisfactoria de lo que esperamos,
debemos unirnos en su experiencia. Esa unidad se establece físicamente. Nuestra realidad física,
posibilita la completación de nuestras intenciones. De la experiencia física se desprenden aspectos
de valor, porque implican la unidad cuádruple, intencionalidad y resultado y sujeto y objeto.
Sin la experiencia física, el valor no se transforma en sustancial, el valor no se cumple, el valor en
potencia se espera, pero no se vivencia, no se experimenta.
¿Cuando se experimenta el valor? El valor tiene los atributos de ser pleno, autónomo y completo.
Para experimentar en su propia dimensión el valor absoluto, el apreciador del valor ha de estar en la
experiencia de plenitud, de autonomía y de la responsabilidad completa. Todos hemos
experimentado en múltiples momentos la satisfacción del valor. Cuando nos aprecian, cuando nos
reconocen, cuando nos capacitamos, nos sentimos en posesión de un bien al que denominamos
valor, valor que en alguna medida se aproxima a la experiencia de plenitud, de autonomía o de
completación, pero sólo se aproxima. Para experimentar el valor absoluto, pleno y completo,
debemos transformarnos en uno con él. Ser uno con el valor es ser un completo hombre o mujer. El
ser humano contiene aspectos espirituales y aspectos físicos que debe madurar. Físicamente se nutre
por medio de alimentos, agua, calor, luz, aire y ejercicio físico. Espiritualmente se nutre con las
experiencias de satisfacción, confianza y deber responsable. El cumplimiento de estas emociones,
responsabilidad, confianza y satisfacción, maduran al espíritu del ser humano en su proceso de
desarrollo de sus capacidades emocionales, intelectuales y volitivas o creativas. En lo creativo
ejercita el dominio sobre las conductas, pensamientos e instintos. En lo intelectual, ejercita el
reconocimiento racional, de lo que es siempre y para todos válido. En lo emocional ejercita la
unidad filial con su inmediato vertical hasta llegar al padre, ejercita la obediencia plena a su
inmediato vertical hasta llegar al padre. Ejercita la unidad fraternal y conyugal, sobre el dominio
completo de sus instintos y ejercita la unidad paternal incondicional sobre la experiencia universal
de su incondicionalidad diligente. El espíritu madura en la unidad incondicional autónoma y
completa. Para eso, necesita de experiencias de valor filial, fraternal, conyugal y paternal. De no
experimentarlas en vida, la única opción es que la conciencia autónoma espiritual, coopere en el
encuentro del valor, con otra conciencia dotada de cuerpo físico, sensible y receptiva, que permita
compartir la experiencia de valor, necesaria para el desarrollo de su proceso de maduración.
Espíritu es vigor que alenta el proceso y estructura del desarrollo de una intención. El espíritu
madura con la satisfacción de la intención, de ahí que necesite del cuerpo, como objeto de
satisfacción completa. La realidad espiritual está completa, la unidad entre tiempo y espacio es
completa. La unidad entre intención y logro está satisfecha en espíritu. El espíritu sólo puede
relacionarse con aquello que es espiritual, aquello que es completo, autónomo y satisfecho. En la
ascensión del espíritu se pierden el sentido del tiempo y del espacio físico. Sólo se pueden
compartir experiencias espirituales con aquellas conciencias (protoconsciencia cósmica) en
igualdad de circunstancias, con las que se establece una correlatividad, reconocimiento y parecido.
Desarrollarse espiritualmente hasta completarse en el amor, en el conocimiento de los principios de
la creación y en la práctica responsable de dichos principios es un deber universal para madurar


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espiritualmente. De no establecerse esta realidad interna en la persona, la persona queda
incapacitada para establecer sus relaciones plenas, autónomas y consecuentes con la realidad.
Seguramente resulta un poco difícil de comprender esto pero es así. Cuando te relacionas con
alguien, pretendes encontrar una correlatividad emocional con él, esperas las mismas vibras, una
afinidad sensible, un carácter homólogo. Si esta persona muestra diferencias en ideales, o en
criterios, cuesta mantener una relación con ella. Para poder seguir en unidad con este tipo de
personas diferentes es preciso, primero que todo apreciarlas desde una posición paterna, aceptando
sus criterios distintos, sus conductas distintas o sus ideales, aún a pesar de ser opuestos a los tuyos.
Esta actitud sólo es posible cuando se es maduro emocionalmente, cuando se adquiere el nivel de
padre incondicional. A esto me refiero con el deber crecer hasta madurar espiritualmente. Para
poder ser libre en espíritu, es preciso realizarse responsablemente en el amor, en la verdad y en la
responsabilidad.

54. LA VIRTUD AUSENTE Y PRESENTE EN EL ARTE
Virtud es el servidor custodio de la unidad. Todo lo que nos sirve para conseguir el logro de la
unidad es virtud. Se dice que no hay virtud sin trabajo, debe ser porque toda virtud sirve y ofrece su
potencia al servicio de la completación del acto. ¿Qué tiene que ver la virtud con el arte? Todo.
Precisamente es el arte, cuando se comprende como profesión, la actividad que más virtudes
manifiesta en su ejercicio.
Para conocer la virtud hay que experimentarla. No basta con observarla en otro, esa virtud no vale,
hasta que no se realiza en uno. No basta con entender intelectualmente a la virtud, hay que
establecerla. Virtud es todo servidor que opera en pro de la consecución del logro que es siempre y
para todos válido.
Arte es la actividad emocional de crear y de apreciar belleza. Tanto del crear, como del apreciar, se
desprenden virtudes. El artista es por excelencia un virtuoso del dominio.

En la consecución de cualquier logro intervienen, la intención, el sujeto y el objeto, durante un
proceso en tiempo y satisfaciendo unas funciones específicas.
Para satisfacer estas funciones, se precisa de unidad con la intención y unidad con el objeto a
realizar, durante el proceso completo de su desarrollo. El objeto considerado válido es aquel que
satisface al sujeto, para eso ha de estar completo, ser cumplido, o reconocerlo en el estado en el que
esté, como suficiente y concordante con la necesidad del sujeto.
Al hablar de necesidad debemos entender las diferencias entre deseo y necesidad. Necesidad es todo
aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir. La necesidad es el motor de toda actividad
humana. La necesidad engendra en el sujeto un deseo y por lo tanto logra de él un esfuerzo, para
procurarse del objeto aquella cualidad que la satisface.
Esta ligazón indivisible entre necesidad y valor, hay que madurarla para asimilar el proceso
creativo, en su justa medida.

Para establecer la unidad con la intención, se necesita de lealtad y de obediencia completa a la
intención. Pero debemos comprobar que la intención a realizar sea válida, para eso existen las
virtudes.
En el proceso creativo intervienen tres virtudes primordiales que son: la prudencia o servidor
custodio de la opción válida; la fortaleza o servidor custodio del proceso completo; la templanza o
servidor custodio del producto de las diferencias entre sujeto y objeto. Y por sobre todo está el
dominio o capacidad de ejercer a voluntad el servicio de las virtudes.
 La prudencia nos permite, no precipitarnos en la elección y optar por la alternativa válida. Pero
para saber si es, o no es válida, debemos discernir, analizando las prioridades para escoger la optima
e inmediata. El discernimiento es otra virtud, así como la paciencia utilizada al discernir.
Una vez optada la alternativa válida, se precisa de fe en la factibilidad de su consecución, la
posibilidad fáctica de la consecución, genera esperanza en el logro; fe y esperanza son virtudes. La


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esperanza en el logro de la intención, sea esta cualquiera, produce diligencia para conseguirla.
Diligencia proviene del latín “di ligio”, de unir. La diligencia pretende unir a la intención con el
logro, mediante la unión entre sujeto y objeto. Diligencia es otra virtud. Ser diligente no basta para
completar el recorrido entero del proceso de desarrollo de la intención, para eso es necesario de
fortaleza, perseverancia y laboriosidad, además de concentración y determinación, todas estas son
virtudes al servicio de la unidad entre intención y consecuencia, entre causa y efecto, entre sujeto y
objeto, entre artista e imagen.
 En el proceso, encontramos numerosas diferencias con el objeto intencionado. Para superar estas
diferencias, es preciso de templanza. Templanza no es tolerancia. Tolerar es permitir, mientras que
ser templado, es ser flexible frente a las diferencias, pero al mismo tiempo, incambiable en la visión
y en el cumplimiento del proceso para conseguirlo.
La templanza repetida transforma a la persona en sufrida, sufrido es distinto de sufriente. Sufriente
es el que se queja porque sufre con las diferencias, mientras que el sufrido es el que absorbe el
sufrimiento de las diferencias sin quejarse.
Al darse por el beneficio del objeto intencional se hace uso de caridad, y al entregarse al beneficio
del propósito intencional se hace uso de piedad, ambas son virtudes al servicio de la unidad.
La fortaleza perseverante en el desarrollo de la consecución del logro, produce resistencia a las
dificultades, a las diferencias, a lo opuesto. La resistencia o capacidad de asumir dificultades,
también es una virtud.

¿En pro de qué opera el servicio de las virtudes? En pro de la unidad con la intención que se desee
lograr y en pro de la unidad complementaria entre sujeto y objeto.
 La completación del logro, complace, hace sentir bien. Se entiende como válido aquello
completamente satisfecho. Valor es la cualidad que satisface. Satisface lo auténtico, lo confiable, lo
completo. Por lo tanto la virtud opera al servicio del valor. Cando la virtud sirve al cumplimiento de
lo que es siempre y para todo válido, encuentra en ese acto su verdadera identidad, al ser reconocida
la virtud como válida. Pero la práctica de la virtud no basta para ser auténtico.
 El querer no basta para completar. No basta con querer a tu mujer, a tu mujer debes realizarla. ¿De
qué te sirve querer a tu marido o a tus hijos, si no los realizas? ¿Para qué sirve el uso de la
prudencia, de la fortaleza, o de la templanza, si no es en función de la realización de lo que es
siempre y para todo válido?
 Para ser auténtico hay que ser autónomo. (auto = “uno”, nomo = “ley”, uno con la ley). Todo lo
creado opera en función de la similitud con su Causa Originaria. La Causa Originaria es Absoluta,
por lo tanto es ley. Es ley porque es siempre y para todo válido (Logos). Pero también es unidad de
las dualidades causa efecto y sujeto objeto, es decir, es unidad padre e hijo y hombre y mujer, en
otras palabras, es familia y por lo tanto, especie.

La creación adquiere autonomía, en el cumplimiento de la unidad causa efecto y sujeto objeto.
Todos los seres creados, constituyen su estado de maduración, en el momento en que establecen la
unidad entre propósito y cumplimiento, mediante la unidad entre macho y hembra en el caso de los
animales; en el caso de las plantas, se establecen como maduras, cuando se realiza la unidad, entre
propósito y su cumplimiento, mediante la unidad entre estambre y pistilo; y en el caso de los
minerales, se puede decir que se establecen, mediante la unidad entre su propósito y su
cumplimiento, por medio de la unidad, entre sus caracteres de positividad y negatividad (catión
anión). Toda la creación expresa su maduración en la unidad vertical -padre e hijo-, intención y
consecuencia o propósito y su cumplimiento, y como todos sabemos, para establecer esa unidad es
necesario, unir anteriormente las diferencias masculinas, con las femeninas de la creación. A esta
norma inmanente en la creación se le conoce con el nombre de ley de similitud, puesto que en la
unidad vertical entre propósito y consecuencia, se establece la similitud en la tradición con la causa
originaria, pero además, se establece la similitud entre las funciones masculinas y femeninas que
establecen la unidad. Similitud en este caso, depositada en la necesidad de crear especie. Toda


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especie por lo tanto, es fruto y consecuencia de la ley de similitud. Similitud que en la fusión
completa califica al individuo como autónomo.

La virtud opera como servidor custodio, como guardián del proceso funcional de los valores. Valor
es la cualidad contenida en el objeto, que satisface la necesidad del sujeto. Necesidad es algo que
debemos entender en la percepción y comprensión del valor. La necesidad es una condición a la
cual es imposible sustraerse, es diferente del deseo en tanto que el deseo puede ser relegado,
postergado o suprimido. La necesidad no solo es ineludible, además está ligada indivisiblemente
con el valor. La necesidad obliga al encuentro con lo que es válido. ¿Qué es válido para el ser
humano? Todo aquello que le satisface en el aspecto moral, ético o estético. Y ¿qué sería aquello
que le garantiza que su satisfacción es verdadera? La similitud con lo absoluto. ¿Cuáles son los
valores Absolutos? Aquellos que no tienen valor superior al ser siempre y para todos válido, por
ejemplo: No hay mayor placer que el estado de plenitud. Al sentirse pleno, no se puede admitir nada
superior. Ese estado de plenitud es un valor absoluto. Todo lo creado espera su plenitud en la
maduración completa.
No hay mayor razón que sea más verdad que la Ley. Lo que es ley (no lo que el hombre denomina
como ley, sino lo que “es” ley) es siempre y para todos válido y no tiene razón superior, por lo
tanto, es un valor absoluto. Y no Hay nivel de realización superior a lo completo, a lo maduro, a lo
perfecto. Por lo tanto, decimos que lo cumplido o lo perfecto es un valor absoluto.
Plenitud, autonomía y completación son los valores absolutos paradigmáticos de la conciencia
humana original.
 El pecado original supuso la ignorancia de estos valores y por lo mismo, la ausencia de su
realización en la especie humana. Tanto el artista como el hombre en general, ha de enfocar su
dirección creativa hacia el encuentro con los valores de plenitud, autonomía y responsabilidad. Para
hacerse similar a la Conciencia Absoluta Originaria, que lo intenciona para ser auténtico, mediante
el logro del establecimiento de estos valores absolutos, en la familia humana.
El propósito individual del artista ha de enfocarse en el desarrollo y completación de su propósito
colectivo. El hombre que beneficia a su especie, adquiere de este ejercicio el reconocimiento de su
autonomía. Creerse único, independiente y desconectado de la realidad humana no fabrica más que
ausencias. El arte ha de cumplir con su propósito de dominar el equilibrio de las diferencias que
beneficien a su especie.

56-LA IMPORTANCIA DEL TEMA EN LA COMPOSICIÓN
Cualquier tema de carácter emblemático que represente la personalidad del creador, puede ser
admirado, si responde a la lógica del equilibrio de las diferencias.
El arte es una manifestación creativa que expresa sensaciones pertenecientes al “-ser persona-”. La
persona que se expone al arte, tanto a la apreciación como a la creación del mismo, espera satisfacer
en él sus intenciones. Visitamos salas de arte, cines, o teatros, porque esperamos encontrar algo
interesante, entretenido o complaciente; de no ser esta nuestra esperanza, no iríamos. Claro que,
siempre habrá un perverso masoquista que afirme su intención de visitar estos lugares para sentirse
castigado, pero esos son casos patógenos que no representan a la sana mayoría.

Para que el arte satisfaga a la capacidad emocional del observador, ha de contener elementos de
valor. Por lo tanto, en las artes plásticas, han de representarse no solo la forma de las cosas, sino
también, la virtud de las cosas.
 Si observamos los trabajos de Antonio López García, los cuadros de Odd Nerdrum, o las pinturas
negras de Goya, podemos entender que nos afectan emocionalmente. Ese, sentir de la imagen un
estado anímico, estimulante o depresivo, es consecuencia, de la correlatividad que se establece,
entre el contenido emocional de la imagen y la capacidad emocional del observador, para reconocer
dicho contenido. Cuanto más extenso y profundo sea el vínculo emocional, entre la imagen y el
observador, mayor será el reconocimiento de valor que el apreciador dará a esa obra.


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El tema de un trabajo artístico es decisivo para establecer los vínculos emocionales necesarios para
apreciar. En la elección temática hay que determinar las prioridades referentes al momento y lugar.
No todos los momentos son iguales, ni se viven esos momentos de igual modo en todos los lugares.
Por lo mismo, no todos los temas son emblemáticos, ni todos los emblemas representan de igual
manera a las personas.
Así como el periodista condiciona la noticia a sus propios intereses, el artista ha de ser quien
determine la prioridad en la importancia del tema a elegir. Por lo regular, existen algunas
características en determinados temas que contienen valor en sí mismos. Por ejemplo en aquellos
temas de carácter emocional. La piedad inspira acogimiento, la sensualidad inspira curiosidad. La
tristeza inspira al consuelo, etc. Estos temas son universalmente reconocidos y opera frente a ellos
la actitud complementaria a lo que muestra la imagen; por esa razón es fácil el encontrarse ligado a
un atardecer, por la melancolía que despierta en uno, la asociación con esos sentimientos del “ algo
que se te va”. Los temas universales o emblemáticos, aglutinan al espectador con la creación,
mientras que los temas frívolos, o triviales, carecen de esa emulsión.

 Existen notables diferencias socio-culturales entre los diversos lugares del planeta. Los artistas
plásticos del continente americano prefieren optar por representaciones decorativas o por colores
primarios, espontáneos y casuales; generalmente motivados por el impulso económico, pero los
artistas del viejo continente, prefieren representar emociones densas, dramáticas, crudas, con
colores rebuscadísimos, grises elegantes, o asociaciones cromáticas muy estudiadas, motivados
generalmente por el peso de la cultura.
Lo mismo puede verse en el cine. El cine americano es simple, superficial y con mucha acción para
que el espectador se entretenga sin pensar en más, por el contrario el cine del viejo continente es
denso, difícil, y donde si no estás atento al guión, se te escapa la película, vean “Hable con ella” de
Almodóvar, y verán una expresión del cine europeo. Lo mismo ocurre en la pintura. Al pintor del
viejo continente le preocupa la expresividad del cuadro, su contenido, sus virtudes y por supuesto su
“alma”. El trabajo ha de ser entero,
-cada vez más entero-. La entereza del tema también se desprende de su composición, del orden
cromático elegido y por supuesto del profesionalismo técnico mostrado en el trabajo realizado. El
artista del viejo continente se preocupa por sorprender al observador, con alguna forma de hacer,
que no se entienda a simple vista el cómo lo hizo, de ese modo protege la originalidad de su obra.
Mientras que el artista del nuevo continente no se preocupa tanto por eso, lo que responde al
referente tradicional en el cual se inserta.

La temática pictórica, ha sufrido numerosos cambios, generalmente asociados al formulismo
ideológico de cada momento histórico y lugar. Desde la prehistoria, las artes muestran esa ligazón
temática con el criterio imperante. En cada uno de esos momentos, el artista ha buscado temas de
carácter universal. El pensador de Rodin no se pudo concebir en la prehistoria, sino en el momento
en el que el ser humano se consideró un ser pensante. A pesar de que se hubiese realizado en la
prehistoria, este tema necesitaba de pensadores que se reconociesen en él, por eso que tuvo tanto
éxito cuando lo presentó Rodin, porque establecía la correlatividad, recognición y correspondencia
con el criterio del momento en ese lugar. Lo mismo ocurrió con la Señoritas de Avignon de Picasso.
Esas señoritas no habrían sido valoradas en la edad media, pero en su momento, significaron la
apertura a un nuevo ideal anárquico; significó la propuesta a echar a un lado a la presión ideológica
de un criterio impositivo, por esa razón el tema de las Señoritas de Avignon adquiere valor, el valor
de transformarse en un icono social que posibilita el cambio.
La historia ha sufrido grandes cambios en un lapso de tiempo demasiado corto como para digerirlos
y la temática del arte ha continuado ligada a dichos cambios. Ese - todo cambia – se deja ver en las
propuestas pictóricas actuales. Ya no se identifica al autor con su trabajo, porque cambian en cada
proposición. La originalidad ha pasado a transformarse en sorpresa y cuando te acostumbras a las


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sorpresas, dejas de sorprenderte. Actualmente lo vulgar, es precisamente lo sorprendente, lo
novedoso, lo superfluo, aquello que no tiene nada que ver con nada.
Lo original es aquello que se liga con su origen en su tiempo; este es el tiempo del ideal absoluto, el
tiempo de las emociones. Ya se pasaron los tiempos la revolución industrial, de las opresiones
sociales, de la acumulación de poder; los tiempos de la ilustración, del conocimiento científico. Ya
no se necesita la demostración de nada, porque todo ha sido demostrado. El descubrimiento de la
ley del dar y de los principios fundamentales de la creación, ha iluminado a la ciencia y el misterio
ha sido descubierto. La emoción inteligente, ha de conducir a la inteligencia emocional, hacia la
unidad completa en el vínculo familiar. El hombre ha vuelto a su origen y en esa realidad, reposan
las características de la temática actual y futura.

57-LA COMPOSICIÓN EN LAS ARTES PLÁSTICAS
El estudio de la composición nos lleva al estudio del orden. Componer no es más que poner algo en
relación ordenada con un referente. Sabemos que la composición ordenada es aquella donde se
equilibran las diferencias. El equilibrio de dichas diferencias nos obliga al análisis del orden.
¿Qué se entiende por orden?. Orden es un sistema en el cual cada posición o porción contenida en
él, cumple sus funciones de forma que permite la satisfacción completa de todos y cada uno de sus
referentes. Pero satisfacción ¿en función de qué? La necesidad de comprender esta función, nos
pone frente al análisis de otra circunstancia, nos lleva a pensar en la necesidad de un paradigma
referencial. Para que algo esté completo, sea reconocido o esté satisfecho, es preciso que se
establezca la unidad entre intencionalidad, recognición y el acto.
Algo es completo cuando se cumple. Para cumplirse, debe satisfacer a una intención. Debe
satisfacer a una capacidad. Cumplir es completar y sólo puedes completar una capacidad. La
habilidad que satisface o completa a la capacidad del orden, ha de ser también una habilidad
ordenada. Podemos darle muchas vueltas a esto, hasta llegar a necesitar del conocimiento esencial
del orden para poder componer. El orden vale, vale porque posibilita la comunicación y la unidad
entre la posición central del orden y su periferia ordenada en función de completar dicho orden.
Veámoslo bajo otro prisma: En una casa existen muros referenciales, que determinan espacios.
Estos espacios pueden ser amplios o reducidos; con el techo muy alto o con el techo muy bajo. Nos
encontramos en el interior de un prisma, la habitación. Ese prisma contiene una posición de
equilibrio, donde todas las diferencias verticales y horizontales encuentran la moderación. Esa
posición es el centro del prisma, el centro de la habitación. Pero en esa posición central sólo puedo
posicionar una cosa. Para componer dentro de ese orden he de relacionar espacios con objetos. El
tamaño de los objetos será determinado por la proporción de los espacios y la ubicación de los
objetos, también será determinada por el tamaño de los espacios donde se van a ubicar. Esta
relación está centrada en las referencias proporcionales de los espacios. Lo mismo ocurre con la
composición de una imagen.

Estabilidad de la simetría.- Lo primero a tener en cuenta es la estabilidad de la simetría. Toda
proporción encuentra el equilibrio en la simetría de sus espacios. Los espacios simétricos son
siempre compensados. Toda relación simétrica es estable. Pero la simetría obliga a geometrizar las
formas o los espacios y esa geometrización ofrece pocas variantes.
El artista, ha de encontrar algún sistema que se aparte de la geometrización simétrica de los
espacios, para componer su trabajo creativo. A pesar, de que también, puede simetrizar las
composiciones, para de ese modo, garantizarse la compensación de las masas.




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Las relaciones simétricas son especialmente útiles cuando la temática exige de la descripción de las
imágenes, sin que estas expresen algo más de lo que son en sí mismas. Por eso estas composiciones
simétricas se utilizan mucho en los retratos, en las descripciones de lugares o cosas.


Estabilidad de la secuencia.- Una secuencia también produce compensación armónica, cuando se
establece dentro de un orden sistemático. A lo que se denomina ritmo. El ritmo, o repetición de una
constante, permite fraguar las proporciones con los espacios ajenos a las mismas. Cuando el objeto
contiene una relación de proporción que en su proyección, genera una secuencia de espacios
similares, el objeto tiende a verse bien ubicado.




   Ubicación secuencial estable              Ubicación inestable

La composición no puede aislarse del tema, ritmo y estructura formal de la imagen. Pretender el
estudio de la composición sin considerar la importancia del centro focal, o de la intencionalidad
composicional, sería caer en el riesgo de perder la noción completa del trabajo.
Tanto el referente perimetral de la composición como el espacio referido, han de estar supeditados
a la intencionalidad del tema pretendido. Lo que nos dice, que tanto el referente como el referido,
son determinados por el propósito intencional.


Requisitos básicos del orden
En una composición han de establecerse todos los requisitos básicos del orden. Para que exista
orden, es preciso primero de correlatividad entre intención e imagen y entre el artista y su obra. La
correlatividad es algo en común que posibilita el encuentro de ambos en la unidad. Orden es el
equilibrio de las diferencias y por lo mismo, ambas posiciones de intención e imagen, o de autor y
obra, han de poseer alguna razón constante, e inmanente en ambos, para que puedan establecer
dicha unidad.



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Además de correlatividad entre ambas dualidades, es preciso que se establezcan posiciones de
creador y de objeto creado, o de conductor del proceso creativo e imagen conducida o dirigida hacia
la satisfacción de la intención creadora. Ese orden posicional, conlleva a un orden funcional que
debe ser satisfecho. La posición del creativo conductor, debe emitir, cuidar y completar, a la imagen
fáctica creada por él, para lo cual, esa misma imagen, ha de corresponder en su esencia; es decir en
su contenido y en su forma, con la esperanza de la intención creativa del autor. Si la imagen, no
corresponde por diferencias en la forma o en el contenido, la realización de la composición no se
establece por completo; a no ser, que el autor resuelva olvidarse de su intención originaria y se
replantee la posibilidad de aceptar su imagen en el estado actual. Lo que demuestra en cualquiera de
las ocasiones, que el autor está aceptando el logro como satisfactorio de la intención previa.
Los requisitos básicos del orden son:
1-       Toda actividad ordenada, precisa de posiciones activo emisor o conductor de la acción y de
un objeto receptor o retribuidor y conducido, entre los cuales se establece una correlatividad,
correspondencia o parecido. De esta afirmación se desprende el hecho de que en una composición
artística, y en particular, en una obra pictórica, existan posiciones, referente y referido, ya sean
estos, espacios, tonos, o colores.
2-       Toda actividad ordenada, se establece en función del cumplimiento de un propósito. Dicho
propósito está centralizado en la posición conductora. Cualquier obra pictórica, al realizarse, se
transforma en el efecto de una causa originaria, y de acuerdo con el principio de que todo efecto es
a su causa, podemos afirmar que la consecuencia creada corresponde a la satisfacción intencional, a
la cual se debe.
3-       Toda actividad ordenada, precisa de funciones a cumplir en pro de una intención, para lo
cual, tanto el referente como el referido, han de satisfacer dicha intención o estándar. En un cuadro,
tanto la imagen, como los tonos y colores han de cumplir con la función de satisfacer al creador del
trabajo. Si el objeto creado no se determina de acuerdo con el criterio del autor, no se establece el
orden entre ambos.
Para que se establezca el orden es preciso de un estándar paradigmático referente y de un objeto
referido que ha de concordar con dicho paradigma. Pero también es necesario de un sujeto que lo
aprecie y que lo constituya mediante un objeto, forma, imagen etc.
¿Cuál es el estándar paradigmático absoluto? El de la PLENITUD, LEY y COMPLETACIÓN.
Nada nos puede complacer, agradar o satisfacer por sobre el sentimiento de plenitud. Ningún placer
supera al sentimiento de plenitud. Ninguna verdad puede superar a la verdad que es siempre y para
todo válida, es decir que es ley. Y lo completo no necesita de nada más. A aquello que es perfecto,
no le falta nada, luego, nada es más completo que lo perfecto. Por lo mismo estos valores de
Plenitud, verdad y perfección, son absolutos e insuperables; este es el contenido paradigmático
referencial del arte.

Hablar de un orden compositivo, es hablar de posiciones, proporciones, volúmenes, tonos,
cromatismos, texturas. Todas y cada una de estas variedades existenciales, han de establecerse en
equilibrio. El equilibrio de estas diferencia s es composición.

Componer una imagen, no es tarea fácil. Sobre todo cuando pretendes expresar algo legible con
dicha imagen. Entiéndase que expresar algo legible implica que el “otro” –el que observa la
imagen-, reconoce en ella exactamente lo que se pretende decir. Aquí no vale el “achunte” o el
esperar a ver qué interpreta el “otro” para –justificar- la imagen. ¡No!
 La expresión, es para ser recibida y no para ser únicamente expuesta. Bajo este punto de vista la
expresión debe componerse.
 Del mismo modo que un sonido sin orden es sólo un ruido, así también unos colores sin orden, no
pasan de ser más que pintura. En la comunicación hay algo más que ruidos y colores. La
comunicación exige recognición, por eso, cuando decimos una palabra que contiene varios ruidos
ordenados y reconocibles, podemos comunicarnos. Pero no podemos entender aquellos ruidos que


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no reconocemos, por muy agudos o graves que estos ruidos sean. Tampoco podemos entender un
gráfico que no reconocemos, por muy gráfico y seguro que sea el trazo. Para comunicarnos es
preciso de la recognición.
Si visitamos las grandes pinacotecas europeas, podemos ver al guía que nos explica el simbolismo
de las imágenes y después de reconocer la intención del autor al representar dichas imágenes,
disfrutamos hallando aspectos de interés en el cuadro. Ese simbolismo, no es ni más ni menos que
el aspecto contenedor del interés que dota al trabajo de valor.
Si por el contrario, se nos exponen unas manchas de color lúdicas, casuales y sin ningún contenido
intencional más allá del mero gesto gratuito y espontáneo, la reacción lógica de quien espera algún
elemento de interés en el cuadro o algún elemento de valor, se sienta frustrado e insatisfecho y por
lo tanto, desista del intento de extraer algo que por lógica contiene la mínima expresión gestual.
La reiteración de estos trabajos, está causando el desinterés por la pintura incomprensible.

 Mientras que la palabra, es una composición ordenada de sonidos (ruidos) en función de expresar
algo, por ejemplo ¡hola! Un saludo; así también en la expresión plástica, podemos utilizar colores
sin ningún orden, a lo que podríamos llamar –pintura- o, podemos ordenar una composición con
diversos tonos, matices y gráficos, de manera que la imagen se reconozca como la plenitud del
amanecer, a lo que llamaríamos obra de arte.
Sin recognición no puede existir comunicación alguna posible. Para reconocer es necesario de una
base correlativa entre el que emite y el que retribuye. Todo acto contiene intencionalidad y
significación, pero cuando el receptor no reconoce el significado de la intencionalidad, la
comunicación no se establece. Esta es una de las razones por las cuales es necesario componer las
imágenes en la pintura. La pintura por sí sola no basta para comunicarse, del mismo modo que no
basta con el ruido para conversar. Para establecer una comunicación entre artista y apreciador, el
autor ha de ofrecer al observador un contenido legible, un contenido compuesto.
¿Cuál es el sentido de la composición?
La composición abarca aspectos múltiples que van desde el ordenamiento de los espacios,
proporciones y posiciones, pasando por el ordenamiento tonal, cromático o focal, hasta la
presentación del léxico conceptual intencional.

La composición de la idea –concepto- o intención, implica dificultades específicas, para lo cuál, es
evidente que el artista, debe contener las habilidades precisas. La habilidad del raciocinio
comparativo, la asimilación y asociación de significados en pro del significado prioritario. La
selectividad del material virtual mental, en función del proyecto a expresar. La habilidad de
profundizar en el encuentro con lo universal, con lo atemporal, con lo permanente. La habilidad de
dominio sobre la prudencia, fortaleza y templanza, necesarias en la opción de la alternativa válida,
todas estas habilidades son necesarias

58-LO FINITO Y LO INFINITO DEL ARTE
Convivimos en un ambiente heterogéneo, donde las superficies multiformes, cóncavas, convexas y
planas, coexisten en correlatividad dentro del amplio círculo de longitudes, áreas y volúmenes, que
determinan un espacio y lugar, donde sus pesos, densidades y colores, se ofrecen a la experiencia de
realidad. Y cuya materialidad, depende de las fuerzas gravitatorias que lo circundan. Un universo de
consecuencias múltiples, cuya realidad, es evidentemente determinada por la correspondencia,
recognición y correlatividad establecida, con el propósito de la creación de cada objeto específico.
 ¿Qué es finito y qué es infinito en la creación artística?
La correlatividad, reconocimiento y correspondencia, entre una causa originaria y su
correspondiente consecuencia, no es más que una ligazón, o enlace entre dos postulados. Un
postulado de contenido a priori y un postulado formal a posteriori. ¿Cuál de estos dos postulados es
finito y cual es infinito?



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 Lógicamente el postulado a priori, no es aún más que postulado pretendido. Sin embargo, el
postulado a posteriori es ya un hecho realizado. ¿Se puede definir lo -no realizado- como finito o
infinito? ¿Cómo determinar si es finito o infinito, algo que es supuesto postulado, o concepción de
proyecto? Lógicamente dentro de la evaluación del supuesto postulado, existe un elemento
importante a tener en cuenta, se trata del propósito intencional.
 Propósito es ya una realidad o pretensión, podemos evaluarla como necesidad y necesidad es una
realidad afirmativa. Pero, como realidad proposicional, únicamente existe en el ingrediente “a
priori” del postulado. Proyecto a proyectar. Aún no es realidad objetiva, pero, forma parte de la
realidad subjetiva, por lo tanto, no existen elementos determinantes, como para poder calificarlo de
finito o infinito. Sencillamente se trata de una realidad subjetiva. Subjetivo es algo relativo a lo
interior, y por lo tanto, es una realidad imprecisa para los sentidos exteriores, sencillamente porque
los cinco sentidos físicos, no contienen la capacidad de reconocer objetos en una dimensión
subjetiva interna, o espiritual. Los sentidos físicos determinan en rigor aspectos concretos, formas,
tamaños, colores, temperaturas, gustos, texturas, etc. Pero no tienen la capacidad de determinar
postulados propositivos, porque no pueden ser apreciados por la dimensión física, a la cual aún no
pertenecen. Bajo este punto de vista, lo relativamente finito, cabría de suponerse, entre las
dimensiones de una realidad finita. Y lo infinito, únicamente tendría razón de ser, en una dimensión
infinita.

Pensad en una realidad artística intangible, en absoluto silencio, insípida, inodora, e invisible.
¿Podéis reconocer algún objeto con esas condiciones? Sin duda que nos cuesta un poco. Nos cuesta
reconocerlo, porque no hemos tenido la experiencia que nos lo acredite. A pesar de eso, todos
sabemos que esa realidad existe. Y ¿por qué? Porque esa, es la realidad de nuestra conciencia. La
conciencia no se ve, ni emite ruido alguno, ni huele, ni tiene gusto a nada, ni se puede tocar. La
conciencia pertenece a otra dimensión, la dimensión infinita, la dimensión eterna, que ha de
transformarse en incambiable y absoluta, para establecerse como libre, autónoma y responsable.
Por supuesto que existen también elementos físicos que reúnen las características de ser
imperceptibles por los sentidos físicos del hombre, como por ejemplo las radiaciones alfa. Pero que
sólo las percibimos con la ayuda de instrumentos específicos. Pero la capacidad emocional,
intelectual y volitiva, pertenece al mundo apriorístico, y por lo tanto existen en una dimensión no
física.
Todos y cada uno de nosotros tenemos una dimensión infinita. Los límites de la conciencia no
existen. No existe el límite de la emoción, ni del intelecto ni de la voluntad. Ni la muerte puede
limitarlos, porque son fuerzas y la energía ni se crea ni se destruye. La energía transforma la
materia, pero no puede transformar la intencionalidad y significado del acto, porque ambos
pertenecen al mundo subjetivo de la dimensión infinita.

Hablemos de la dimensión infinita. ¿Qué es infinito? Infinito es algo sin fin. ¿Existen realidades sin
fin? El tiempo es una realidad sin fin, el momento termina, pero el tiempo no. Hasta donde
conocemos, el espacio es también una realidad sin fin, el lugar se termina, pero el espacio no. Si el
tiempo y el espacio son evidentemente infinitos es lógico pensar que los atributos que dan forma al
tiempo y al espacio, también han de ser infinitos, me refiero al postulado causal y consecuencia,
causa y efecto, o propósito y resultado. Tiempo es la distancia entre una causa y su efecto, y espacio
es la diferencia entre un sujeto y un objeto. De ser tiempo, la ligazón o enlace entre los dos
postulados de causa y efecto, y de sujeto y objeto, lógicamente la dualidad de causa y efecto debe
ser también infinita. ¿En qué sentido? En el sentido de realidad existencial. No habría tiempo, ni
espacio, sin causa y efecto y sin sujeto objeto. Pero todos sabemos que los objetos se terminan y son
finitos. Tal vez, los objetos sean finitos, pero la relación sujeto objeto no puede terminarse, porque
eso significaría la nulidad del todo. Tampoco podría terminarse la dualidad de causa y efecto porque
eso supondría la nulidad del siempre. Sin el todo, y sin el siempre no hay existencia infinita
posible.


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Estamos afirmando con este postulado que a pesar de que las obras de arte tengan una duración
momentánea en tiempo y una posición limitada en espacio, la realidad propositiva y su
consecuencia, no terminarán por esa razón. La necesidad creativa no puede terminarse, porque no
participa de la realidad temporo-espacial. Siempre y cuando exista tiempo, va a existir la necesidad
de crear y siempre y cuando exista espacio, van a realizarse las intenciones propositivas,
independientemente de la temporalidad y límites que cada objeto realizado contenga.

Hablemos ahora de la dimensión finita. Cada objeto y cada sujeto, así como cada causa y cada
efecto, contienen una realidad finita y una realidad infinita. La realidad infinita tiene que ver, con la
ligazón o pertenencia a la dualidad original temporo-espacial, mientras que la realidad finita, tiene
relación con el momento y lugar donde se encuentra. En el momento de su realidad, tanto el sujeto
como el objeto, así como la causa o el efecto, ocupan una posición en un espacio específico y
realizan dicha posición durante un tiempo determinado. Esta realidad es finita. Finita en espacio y
finita en tiempo.

En el caso del artista, también existe la dualidad de finito e infinito. El artista es finito en cuanto a
su realidad individual en un momento y lugar. Pero es infinito, en cuanto a su relación correlativa
con el propósito de la especie humana. El artista que se realiza y completa como persona, que
adquiere el grado de libertad maduro, porque sabe optar por la alternativa válida, autónomo (auto=
si mismo, nomo= ley. Uno con la ley) y responsable, que cumple siempre completamente con lo
que debe, adquiere una conciencia de valor universal y por lo tanto infinita.
Cuando se obra, se piensa o se realiza en cohesión con los principios de la creación, el artista
adquiere el sentido de humanidad, y por lo tanto, es infinito en sus opciones, puesto que las
alternativas son siempre y para todo válidas. Pero cuando el artista obra, piensa o realiza de manera
personal, y separado de los principios de la creación, su obra, pensamiento o realización, adquieren
un carácter finito, puesto que su opción se limita a alternativas que son sólo ahora y para él válidas.
Por lo tanto, en este caso, el creativo relega el sentido de humanidad y lo suplanta por el ego.

El egoísta, encerrado en el perímetro del tiempo y del espacio, determinado por el radio de su
escasa apreciación y percepción propia, no puede decir que tiene el sentido de libertad maduro,
puesto que su libertad se reduce al límite de sus dominios.

El artista con sentido de humanidad, prioriza el beneficio del todo y siempre, con lo que obtiene una
apertura ilimitada de proyecciones infinitas. El todo es ilimitado y el siempre es inalcanzable, por lo
mismo su libertad está garantizada por la dimensión del todo y siempre válido.
Lo finito o infinito, depende de la ligazón o enlace con los atributos originales y absolutos de la
creación. Todo hombre será infinito en cuanto se enlace con el sentido original de humanidad, y
será finito en tanto se aleje del mismo.

El valor del amor, de la verdad y de la bondad, existen por sobre lo finito del momento o del lugar.
La circunstancia, o la situación quedan dentro de lo finito, pero el valor producto de ellas, o gestado
en ellas, permanece siempre. La experiencia del amor que tuviste hace años, queda contigo para
siempre, a pesar de olvidar las circunstancias. ¿Cuándo se acaba el amor por tus hijos, o el amor por
tus padres? Si la experiencia de valor no se termina, es porque la conciencia que los posee, tampoco
se termina. ¿Qué sentido tendría el hecho de madurar la conciencia, para terminar en el momento de
su maduración? ¿Se acaba acaso el fruto cuando está maduro? No, es en ese momento cuando
puede ser sembrado, comido utilizado, etc. Cuando maduran las cosas, cumplen con el propósito
para el cual fueron hechas. ¿Algún artista destroza su trabajo cuando logra su perfección en él? ¿Por
qué razón debería terminarse la conciencia humana cuando acaba de madurar? El arte adquiere su
valor después de ser completo y maduro, es más, su valor aumenta en la medida que satisface,
posteriormente a su realización, por la suma de experiencias apreciativas que acumula en él.


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La conciencia proporciona la experiencia de valor, al propósito originario que lo creó. Y recién,
establece la correlatividad, correspondencia y parecido con el propósito originario en el momento
de su plena madurez, lo que implica que el artista, ha de haber experimentado el desarrollo
completo de su crecimiento, multiplicación y dominio, para estar en calidad de apreciar al objeto
creado, con una conciencia madura. Se podría augurar que a los “ochenta años de edad, viviendo
una vida centrada en el cumplimiento de los principios universales de la creación”, el hombre y la
mujer, se encontrarían en el periodo de madurez emocional, intelectual y conductual suficiente,
como para iniciar el proceso de ligazón con lo absoluto, con el todo y siempre válido. Lo que
transforma a la conciencia del ser, en eterna, o infinita. Es posible que el arte y el artista enfocados
en esa dirección, alcancen en su desarrollo, la realización del propósito que los valida.

Existe la imperiosa tendencia heredada, a parcializar las cosas, emitiendo criterios personales, que
poco o nada, tienen que ver con la globalidad de aquello que es siempre y para todo válido.
Producto de esta infructuosa tradición, se origina el enzarzamiento verbal, la violencia agresiva, o
la tendencia al rechazo, que obviamente provoca el aislamiento ensimismado del sujeto
consignatario de dicha tradición.
Las artes plásticas en particular, conllevan en su factura, algunos de estos elementos aislantes. En
primer lugar el artista plástico, necesita aislarse en la concentración y desarrollo de su labor
creativa. Consecuentemente con este hábito, algunos artistas adquieren la tendencia a proyectar este
aislamiento sobre su conducta social, lo que perjudica tanto al arte como al artista. Pero también
existen aquellos creativos, cuya visión les consiente adivinar que los nutrientes de su persona y por
lo tanto, también de su labor creativo-comunicativa, ha de tomarlos del exterior. Estos artistas,
inician relaciones centrífugas que generalmente les admiten retribuir con un producto mejor nutrido.
 El hombre es fruto del ambiente que desarrolla, lo mismo ocurre con el arte y el artista.

Un trabajo artístico, una pintura por ejemplo, es consecuencia de características internas y externas.
El objeto creado es fruto de las capacidades intencionales del autor que sintió la necesidad de
hacerlo; de las capacidades cognitivas del mismo autor que supo hacerlo y de las capacidades
volitivas del mismo, que pudo hacerlo. Sin estas capacidades de poder, de saber y de querer hacer,
nada puede ser creado. La obra de arte surge como sustancialización de una necesidad intencional
realizada. Realizar una intención es completarla, para lo cual, en cada instante de su desarrollo, es
preciso reconocer cada función del proceso y cada estructura productiva, como válida. Para validar
un acto, se necesita de una noción estándar o paradigma comparativo del valor, en otras palabras,
para validar hay que tener conciencia del valor. La intención busca ser satisfecha porque contiene
en sí misma esa conciencia del valor, porque reconoce qué es lo que satisface y porque contiene el
poder ser satisfecha.
 Intención, selectividad y poder, son atributos depositados en todo acto creado. Todo hecho contiene
un significado intencional. Lo que nos lleva a la conclusión, de que todo objeto creado, es fruto de
una capacidad emocional, o necesidad intencional de hacer algo; fruto de una capacidad
intelectual, o selectividad, en cuanto a priorizar como válida la opción por sobre otras alternativas, y
fruto de una motivación, o capacidad volitiva, impulsada por el dominio del poder hacer.
Además de estas capacidades emocionales, cognitivas y motivacionales, el acto creado precisa de
una variedad de habilidades, cuya unidad permite la realización del objeto creado. Me refiero a las
habilidades motrices, visuales, auditivas, olfativas, gustativas, táctiles, entre otras más, como la
habilidad para hacer uso de la memoria, la habilidad analítico-comparativa, etc. Concluimos
afirmando que toda consecuencia creada, es fruto de la suma de capacidades y de habilidades
múltiples.

Capacidad es la facultad que infiere derechos y obligaciones. Tener la capacidad de realizar es al
mismo tiempo, tener la capacidad de ser satisfecho con lo realizado. A la capacidad no se la puede


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ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6

entender como singularidad, sino como complementariedad condicionada. Es decir, la capacidad
contiene en sí misma, la propiedad de ser intencional y satisfecha al mismo tiempo. Capacidad es un
vació a llenar, una necesidad a satisfacer, un interés a descubrir, un deseo a cumplir y ser cumplido.
Cuando hablamos de capacidad, estamos refiriéndonos a la multiplicidad convexa de intenciones,
que pretenden ser satisfechas con su complementaria concavidad. Pero la capacidad, no solo consta
de esta especie de absorción que la complete, sino que además, contiene la cualidad de satisfacerse
del logro intencional completo. Necesidad y satisfacción, convergen en la capacidad. En otras
palabras, la unión entre necesidad y satisfacción determina a la capacidad.
Las capacidades básicas son: la capacidad emocional, de sentir aprecio y satisfacción, placer y
plenitud; la capacidad cognoscitiva, de reconocer y expresar la verdad, tanto absoluta, como la
relativa al apreciador, y la capacidad creativa de ofrecer y recibir energía, (crear y recibir objetos
creados) mediante el dominio de impulsos e inhibiciones.

La capacidad emocional permite captar las necesidades y retribuciones, al y del objeto. La
capacidad intelectual cognoscitiva, permite reconocer y compartir el contenido significativo del
objeto. La capacidad volitivo-creativa, permite ofrecer y recibir estímulos e inhibiciones precisas
en la construcción creativa del objeto.
Entre la necesidad y la satisfacción aflora la habilidad.
Habilidad es por lo tanto, aquella cualidad que posibilita la satisfacción de la capacidad.
Por ejemplo: el ser humano tiene capacidad creativa. Esta capacidad desea producir, (existe en ella
la necesidad de realizar y la necesidad ha de ser satisfecha) pero para producir, necesita de las
habilidades visuales, auditivas, táctiles, olfativas, gustativas, motrices etc. Estas habilidades
interconectadas con la capacidad creativa, realizan el trabajo hasta su completación. La completa
realización del trabajo, satisface la necesidad creativa. De esto se deduce que capacidades y
habilidades, cooperan en la satisfacción de la intencionalidad.
Es difícil imaginarse una capacidad sin la necesidad de ser satisfecha. Es necesario entender que la
creación es dual en su concepción y en su realización. Cuando creamos, no estamos haciendo una
sola cosa, estamos movilizando una multitud de aspectos contenidos en la estructura esencial de la
producción de un acto y en paralelo estamos movilizando otros aspectos de contenido, que están
ligados al proceso del desarrollo de la consecución del logro.
Las habilidades físicas tienen estrecha relación con los sentidos y son: la vista, el oído, olfato, gusto
y tacto. Además, existen habilidades motrices voluntarias y habilidades motrices condicionadas
(neurológicas) Dentro de las muchas habilidades motrices voluntarias, podemos citar la habilidad de
comunicarse verbalmente, el canto, el silbido, la fuerza, la destreza etc, etc. Y entre las habilidades
motrices condicionadas podemos citar el tiritar, el transpirar, el parpadear, etc.

La capacidad emocional ocupa la posición de conductora de la intención de hacer, es decir, entre la
intención y los elementos que dan forma a la creación, se establece una relación de sujeto conductor
y de objeto retribuidor. Únicamente después de completado el proceso completo del desarrollo del
objeto creado, y luego de satisfecha la intencionalidad creativo propulsora podemos afirmar la
existencia de un objeto creado.
Este simple esbozo contiene la dinámica completa de una relación correcta. Una relación precisa de
la satisfacción de quien la intenta, para lo cual es necesario, que el objeto receptor de su
intencionalidad, sea completamente realizado, lo que exige de satisfacer las necesidades del mismo,
validar el significado de su intención y cumplir completamente con el desarrollo de su propia
gestación. Relación correcta es aquella que satisface a la intención propositiva, tanto como al sujeto
intencional, al objeto que posibilita el logro y por supuesto, al logro consecuente de la satisfacción
completa del objeto intencional. En cada intención creativa se precisa de la satisfacción de la
intención propositiva, tanto como del sujeto intencional, del objeto que posibilita el logro y del
logro consecuente de la satisfacción completa del objeto intencional.
Por eso afirmo que el arte es el embajador de las correctas relaciones interpersonales.


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ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6

El índice cultural de la nación exige una amplitud de criterios para que las propuestas ofrecidas
puedan ser consideradas como extraordinarias. El criterio para evaluar cualquier labor cultural ha de
estar centrado en los fundamentos esenciales de la creación y no en las opiniones vertidas por
artificios relativos a conciencias transitorias. La actividad encierra unos principios absolutos que
son siempre válidos en toda relación que se establece. El estándar insuperable de estos principios se
define en el sentimiento de plenitud, en el conocimiento de lo absoluto y en la práctica de lo
completo. Nada supera a lo completo, nada supera a lo absoluto y nada supera a lo pleno. El sentido
estético del arte ha de ser conectado con la búsqueda de lo completo, de lo absoluto y de lo pleno.
Esa es la exigencia de la necesidad, del intelecto y de la voluntad humana.

59-DEFECTOS Y VIRTUDES
Decimos que para crear cualquier cosa, es necesario del fundamento base de cuatro posiciones, es
decir, posiciones sujeto emisor y objeto retribuidor, con una base correlativa; propósito centralizado
en el sujeto emisor, y orden y localización de posiciones y de funciones. Además, sabemos que para
la elección de la opción válida, dispone el ser humano de prudencia, para la completación del
proceso de desarrollo de la acción dispone el ser humano del servidor de la fortaleza y para superar
las diferencias posibles entre creador y objeto, el individuo contiene la virtud del servidor de la
templanza. Pero por sobre todas estas virtudes, lo que el sujeto intencional espera es la unidad con
su proyecto o consecuencia. Esta fuerza que une es el amor, pero el servidor que protege al amor es
el celo. La prudencia, la templanza, la fortaleza y el celo son los servidores para la consecución de
cualquier logro intencionado por el ser humano. Por sobre estos cuatro ángeles servidores custodios
del orden productivo, se hallan los arcángeles custodios del valor, y esto son: la complacencia la
razón y el deber cumplido.
El servidor de la emoción es el sentido de complacencia, el servidor del intelecto es la razón y el
servidor de la voluntad es el deber cumplido. El que cumple, el que sabe y el que complace, tiene en
sus manos el poder del valor.
Las virtudes decimos que son servidores del valor. Sirven al logro de la complacencia emocional, al
logro del conocimiento verdadero y al logro del deber cumplido, o completo.
Pero cada virtud opera dentro de un rango, en estos márgenes se encuentra la unidad, fuera de ellos,
hallamos los defectos.
El servidor de la prudencia es útil cuando opera en pro del discernimiento previo a la elección de la
alternativa correcta, pero si extremamos la prudencia, se transforma en temor. Temor es el extremo
precautorio de la prudencia. La prudencia extrema se transforma en temor. El temor no opta por la
alternativa válida. Simplemente se niega a optar, extralimita a la precaución, extralimita a la
prudencia.
El servidor de la fortaleza consuma la opción valida, completa el proceso de la estructura
productiva, pero la fortaleza extrema, se transforma en violencia, en obsesión en fanatismo.
La templanza protege de las diferencias entre sujeto y objeto, permite la flexibilidad en la
consecución del logro. Pero la templanza extrema, se transforma en tolerancia, en abandono, en
anarquía.
El celo es el servidor de la unidad, es el ángel de la guarda del amor, el custodio de la autenticidad.
Pero en extremo, el celo se transforma en orgullo, en priorizar el uno por sobre el beneficio de la
especie, se transforma en egoísmo. El celo extremo invierte las posiciones originales y prioriza la
vida por sobre la tradición, prioriza a la vida por sobre el amor. Prioriza al individuo por sobre su
especie. De estos extremos surgen los principales defectos de la especie humana, el hedonismo, el
relativismo y el egoísmo.
Por lo tanto las virtudes se transforman en defectos en sus extremos, al traspasarse las fronteras de
la unidad, aparecen los defectos.
El temor, la violencia, la tolerancia (el abandono) y el egoísmo, son productos del no tomar el punto
de vista que beneficia a la especie (al todo y siempre válido) Del no mantener su posición



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conductual en pro del beneficio mutuo. Del no mantener el dominio sobre los objetos de la creación
y en una palabra de no priorizar el bien común, de no multiplicar los valores absolutos.
Estos extremos se ejercitan en la conducta social, pero se alimentan en la conducta moral de las
costumbres.

60-EL TEMOR
Debemos distinguir entre la precaución y el temor. Ser prudente o precavido, es tomarse el tiempo
para discernir frente a la acción a tomar, al criterio a seguir, o al propósito intencional al cumplir. El
temor no produce, no opta por alternativas constructivas, el miedo excluye, evita, rehúsa, prescinde,
repudia o evade la opción. En el temor se distinguen algunas cualidades importantes de comprender,
cualidades estas que potencian y desarrollan el miedo. Debemos comprender que el miedo es un
error, es un defecto de la conducta moral. El miedo es producido por:
1-       La presunción el prejuicio o anticipación imaginaria.
2-       La conducta basada en la moral de las costumbres negativas.
3-       Rechazo al dolor.
4-       Ansiedad
1-La presunción de un probable acontecimiento negativo, inhibe, prohíbe e inhabilita a la estructura
funcional del proceso creativo. A esto se le denomina anticipación imaginaria. El individuo imagina
el desenlace del suceso, previo a su consumación. Cuando la realidad se transforma en fantasía, la
prudencia se establece en función de la convicción imaginada. Lo que consecuentemente inhibe la
opción.
2- La conducta basada en la moral de las costumbres negativas, contamina la realidad presente con
la experiencia del dolor pasado. Las imágenes del recuerdo de una frustración sentimental, inhiben
la acción del intercambio emocional. El recuerdo de un criterio falso, inhibe la confianza en el
criterio presentado. La experiencia dolorosa en cualquier área coarta la exposición al acto en esa
área. La experiencia de lo inconcluso, de lo incompleto, detiene el inicio diligente.
3- Rechazo al dolor. La experiencia del esfuerzo frustrado, del fracaso intencional, de la
descalificación, desconfianza o desprecio, provoca el rechazo al intento. Evitar el problema no es la
solución. Los problemas no se solucionan evitándolos, sino resolviéndolos. Todo logro implica
esfuerzo, al esfuerzo constructivo se le conoce como motivación o trabajo, mientras que el esfuerzo
destructivo produce sufrimiento y dolor. El miedo al dolor inhibe el esfuerzo necesario en la
realización del acto.
4- Ansiedad. El deseo extremo o la ansiedad por algo surge de la necesidad extrema. El acto
temerario produce ansiedad por superarlo, por evitarlo o por negarlo. La conducta temblorosa, el
enrojecimiento o la transpiración son consecuencias de la ansiedad. La ansiedad se produce cuando
priorizamos nuestro criterio, nuestra conducta o nuestros sentimientos por sobre los del otro. La
ansiedad puede desembocar en ambición, en arrogancia o en egoísmo.



Conducta terapéutica frente al miedo

1-      Potenciar las situaciones de riesgo. Enfrentarse al límite constructivo. Debemos
considerarnos ilimitados en nuestras intenciones y proyectos. Una educación basada en el esfuerzo
extremo en el afecto, puede posicionar al amor por sobre la vida y evitar el temor a enfrentarse a
situaciones obviamente superables.
2-      Saber estar en el presente y proyectarse en base al desarrollo progresivo de la especie.
3-      Aceptar la indemnización implícita en el cumplimiento de la intención. Toda intención
implica un esfuerzo que indemniza lo creado.




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4-      Priorizar el bien común. Sentirse especie, parte decisiva en el buen funcionamiento de la
especie humana, del universalismo ecológico. El hombre ha de entenderse como dominador del
todo y siempre, sólo esta apreciación puede abrirle las fronteras del temor.

60-FUNDAMENTOS ESENCIALES EN LAS ARTES PLÁSTICAS.-
Por –artes plásticas- se entiende particularmente al tipo de labor creativa, cuyos implementos de
trabajo, tienen directa relación con lo plástico. (El concepto “plástico” es un derivado del griego “
plástiko” o posteriormente del francés “plastique”, utilizado para significar, algo moldeable,
compuesto por la unión de un aglutinante líquido, con un material en polvo).
El concepto –plástica-, circunscribe además del trabajo grafico-pictórico, a la escultura, que
conjuntamente con el trabajo marmóreo, utiliza también el barro, o la escayola, donde intervienen
polvo, y el aglutinante líquido que corresponde a cada técnica. El significado del concepto también
incluye a la arquitectura por el uso de implementos similares.
Para no comprometer a nadie, les dejo a su elección, la decisión de admitir o no como artes
plásticas, a aquellas manifestaciones creativas, cuyos artefactos no tengan nada que ver ni con el
polvo, ni con el aglutinante líquido, pero espero que comprendan también la confusión que surge,
cuando el signo asume la aleatoria intervención de un significado plural.

Para encontrar los fundamentos de las artes plásticas, debemos enfocarnos en el análisis de su
contenido esencial. Luego del estudio riguroso, encontramos al punto como elemento originario de
la plástica. El punto determina la construcción de cualquier gráfico. Una línea, no es más que una
sucesión de puntos. La mancha tonal es una agrupación de puntos. El matiz también contiene
infinidad de puntos de color. La arquitectura está basada en la intervención de los espacios y
espacio es la distancia entre dos puntos. Escultura es la suma de puntos que contiene un volumen.
El punto es el factor esencial y determinante de la plástica. Pero, para que surja el punto es
necesario del cumplimiento de algunas condiciones. La primera condición es la intención. Sin
intención de realizar un punto, el punto no puede aparecer. Yo entiendo que para algunos, esta
afirmación pueda aparecer dogmática, pero ¿podrían indicarme algo creado que no responda a una
razón causal? El hecho de que ignoremos las razones sobre el porqué, o cómo se realiza un acto
cualquiera, no le quita al acto, la razón de ser producto de una voluntad causal determinada. No
estoy inventando nada, ya lo dice la ciencia: “ Todo efecto es a su causa, así como la causa es
manifiesta en el efecto”. Incluso lo corrobora la filosofía “Todo acto, contiene intencionalidad y
significación”. Sin necesidad de recurrir al comprobante bibliográfico, podemos entender
fácilmente, que todo punto es resultado de un sentir la necesidad de hacer, de un saber hacer y de un
poder hacer el punto, lo que conlleva a la determinación de realizarlo. A esta determinación se le
puede adjudicar el carácter de tema. Tema, no es ni más ni menos, que la intencionalidad contenida
en el hacer algo, en el obrar. El tema no tiene nada que ver con la explicación verbal del acto, ni con
el “cuento” o con la “anécdota” de moda, y si tiene mucho que ver, con la intencionalidad de la
labor creativa. Sin la intención de realizar, el punto no existiría, del mismo modo que sin la
intención de representar a un hombre pensando, Rodin no habría construido su Pensador. El origen
en ambos casos es la intención y por lo tanto lo denominamos tema.
Una vez realizado el punto, dentro del perímetro del tiempo y del espacio, se ubica en relación
posicional referencial con otro punto de la superficie donde se encuentre. Está puesto con relación a
otra ubicación, lo que nos indica que el punto está “compuesto” Componer es poner algo en
relación con otro algo, un segmento en relación con otro segmento, una superficie en relación con
otra, o una posición en relación con otra. El punto realizado denota posición y por lo tanto,
determina referentes posicionales o composición.
Por ínfimo que este sea, el punto contiene un grafismo perimetral, además de un grado de claro
oscuro o valor tonal, y consecuentemente, si este es visible por la retina humana, debe también
contener un matiz de color. Pero por sobre todas estas condiciones insertas en él, el punto es
reconocido por el apreciador, lo que nos demuestra que comunica. Es producto de un trabajo y para


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su realización precisa del dominio de unas habilidades, a lo que denominamos técnica u oficio. El
punto corresponde a la razón originaria por lo que denota originalidad, y es producto de la
capacidad emocional intelectual y volitiva del creador, puesto que sin querer, sin sentir la necesidad
de hacerlo, sin saber el cómo hacerlo y sin tener las habilidades para poder hacerlo, el punto no se
habría realizado. Y finalmente, el punto al ser reconocido porque concuerda con la intención
originaria, establece una relación armónica con el apreciador. Estos diez aspectos:
 1-Temática
2-Composición
3-Grafica
4-Tono
5-Matiz
6-Comunicación
7-Oficio
8-Originalidad
9-Emoción Intelecto y Voluntad
10-Armonía
 Cada uno de estos diez aspectos supone un valor en el contexto de su totalidad. Por ejemplo la
universalidad de la temática o la individualidad de la misma, conforman en su armónica relación, lo
que conocemos como valor temático. La composición de contenido interno en idea, junto con la
composición externa en imagen, también apropia en su armónica relación, lo que conocemos como
valor compositivo. La precisión en el dibujo junto con la destreza en el trazo, desprenden de su
armónica relación, el contenido de valor gráfico. De la armónica relación entre los claros y oscuros,
se produce el contenido de valor tonal. El equilibrio de las diferencias cromáticas entre los colores
cálidos y los colores fríos, establece el grado de valor cromático. De la armónica relación entre el
postulado objetivo y subjetivo, germina el valor comunicativo. De la fusión armónica entre la
inmediatez y la depuración, se desprende el valor técnico. La originalidad encuentra su valor en la
compensación de aspectos refinados y comunes, representados en el trabajo creativo. La justa
medida entre la captación de necesidades y de retribuciones, entre la intuición y la razón, y entre la
suma de impulsos e inhibiciones, utilizadas en la construcción de un trabajo, producen el valor
emocional, intelectual o volitivo de la obra.
 Todos estos valores, componen la esencia del contenido fundamental de las artes plásticas. Y es
labor del autor el elevar la condición de cada uno de estos valores al estándar de excelencia lo que
obliga al esfuerzo, al estudio y a la exigencia de una disciplina, cada vez más esmerada. La
maduración en este esfuerzo y el dominio sobre cada una de estas áreas, es lo que determina las
habilidades que representan la calidad de los trabajos. El arte es para todos, pero artista, es solo
aquel que ejerce el dominio de una técnica a niveles de excelencia.




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  • 1. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 51 El AMOR Tradicionalmente hablando, se entiende al amor como a la fuerza que une. Une al hombre y a la mujer, al padre y al hijo a hermanos y a amigos. Pero también une al creador con su obra, a la intención con el logro de su consecuencia. Cuando hacemos algo es porque queremos hacerlo y en ese grado, es un querer. Amar es querer a alguien o a algo. Querer es pretender estar con ello, pretender tenerlo, sentirse en posesión de ello, en otros términos, es buscar la unidad completa con algo o con alguien. Queremos aquello que nos proporciona un bien. Queremos comer cuando sentimos hambre, queremos dormir www.martinsoria.cl 1
  • 2. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 cuando sentimos sueño, queremos beber cuando sentimos sed. Queremos, cuando sentimos la necesidad de algo. Queremos a la pareja cuando sentimos la necesidad de estar con ella. El amor para que exista, exige de la necesidad de ser satisfecho. En el amor se concentran dos dualidades imprescindibles para que se establezca. La primera dualidad es la de intencionalidad y consecuencia, y la segunda dualidad es la de sujeto y objeto. En la experiencia del amor se unen perfectamente la necesidad y su consecuencia, puesto que sin necesitar al otro es imposible amarlo y la dualidad entre sujeto y objeto, puesto que sin un contenedor de la intencionalidad y un contenido u objeto, no puede establecerse el amor. Existe la tendencia a pensar que el amor es algo sensual, emocional, sentimental y es cierto, el amor contiene aspectos emocionales en su demostración, pero también existe una dosis de validez contenida en el amor. Se siente amor de aquello que vale. Para reconocer algo como válido es preciso aceptarlo como cierto. Si es verdad es aceptable. Pero es más aceptable aquello que es siempre y para todo válido. Se siente amor por aquello que concuerda con nosotros en algún sentido. El amor no solo es sentimental. Algunos hombres de ciencia, se enamoran del conocimiento hasta tal grado que son capaces de olvidarse de su familia, de sus afectos, en fin, de todo aquello que pareciese ser más atractivo para amar que el conocimiento. Sin embargo prefieren estar enamorados del conocimiento. También existen hombres de negocios que aman su trabajo por encima de a sus seres queridos. Esto no es extraño en nuestro ambiente actual. A pesar de esto, el verdadero amor es la experiencia de unidad emocional, cognoscitiva y volitiva. Cuando se encuentra la experiencia de unidad incondicional entre un padre y un hijo, se establece la experiencia del verdadero amor. Amor es una palabra plural puesto que involucra la unidad entre un ser y otro, además de la unidad entre la intención y su consecuencia. Querer a otra persona es pretender establecer un vínculo de unidad con ella, para unirte con ella necesitas satisfacer esa intención, por lo mismo la unidad entre tu intención y su consecuencia posibilita la unidad entre la persona amada y tú. Amor es por lo mismo una doble dualidad. La unidad entre intencionalidad y consecuencia se hace posible mediante la unidad entre sujeto intencional y objeto intencionado. Amor es la fuerza que une, fuerza es una intención en acción. Fuerza implica dirección. Dirección es una opción selectiva. Ninguna dirección es posible sin excusar otras opciones, lo que implica que la dirección, sea cual sea, implica selectividad. Intencionalidad y selectividad son requisitos necesarios para toda dirección. La dirección de la fuerza intencional es sólo una, satisfacer a la intención que la motiva. Toda fuerza intencional opera en función de la unidad. Unidad es el vínculo que absorbe las diferencias. Por lo visto, se nos inserta el amor y la fuerza en el mismo propósito intencional, la unidad. La fuerza para existir precisa de la compensación entre dos direcciones, la centrífuga y la centrípeta. El amor para que exista necesita de la compensación entre dos direcciones, el cumplimiento del propósito de conjunto y el cumplimiento del propósito personal. La unión del todo siempre, con el yo y ahora, establecen el amor. Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, dice el cimiento del cristianismo. Si por amar a Dios, se entiende unirse con aquello que es siempre y para todos válido, estamos diciendo que debemos de priorizar el amor por el conjunto, por sobre el amor por mi persona; el amor por lo que es siempre válido, por sobre el amor por lo que me es válido a mí ahora. Este tipo de amor es absolutamente válido. Este es el amar a Dios. No debemos confundir el amar a Dios, con el amar a una imagen, ya sea esta virtual o representativa. Dios no es imagen, Dios es valor. El valor que es siempre y para todos válido es Dios, ese es nuestro estándar paradigmático, con el cual podemos comparar nuestra realidad y nuestro desarrollo. Amor es fuerza, la fuerza que une. Fuerza es acción en dirección. Toda acción en dirección implica intencionalidad y significado. Acción en dirección es fruto de un proceso selectivo. Selectividad existe en toda acción en dirección. Acción en dirección, responde a una diligente intencionalidad. Acción en dirección es fruto consecuente de poder. Poder implica dominio en dirección. Dominio selectivo intencional existe contenido en toda fuerza. Dirección es por lo tanto fruto del dominio. www.martinsoria.cl 2
  • 3. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 Intencionalidad es acción en dirección. Fuerza es una intencionalidad en acción. Fuerza es por lo tanto movimiento. Movimiento es una constante universal, existe siempre y en todo. El movimiento opera de acuerdo a un orden, al orden de la compensación armónica entre las fuerzas centrífugas y centrípetas. A toda acción se le opone una reacción de iguales proporciones. La reacción desgasta la acción. Para posibilitar el movimiento constante, es preciso de intencionalidad diligente también constante. Movimiento es impulso “un pulso in” Movimiento es un constante y continuo impulso. Impulso es movimiento intencional diligente y autónomo. Impulso es intención dirigida, y movimiento es producto del impulso. Todo impulso contiene una intención dirigida. Dirección implica selectividad. Todo impulso contiene selectividad e intencionalidad. Selectividad e intencionalidad existen en todo acto. Nada es causal. La casualidad existe mientras se ignora su origen. Diligencia intencional opera en toda acción. Toda diligencia intencional busca ser satisfecha. Busca lo que concuerda, lo que reconoce y lo que establece una base correlativa con la intención. Se busca lo que uno es. La unidad busca unirse, la verdad busca reconocimiento y la responsabilidad busca lo completo. El origen de toda acción es la unidad absoluta y completa. La unidad absoluta y completa es el estándar paradigmático de todo lo creado. Todo lo creado existe para satisfacer al paradigma original. El paradigma absoluto del valor es el referente para comparar nuestro estado de desarrollo. El estándar insuperable de la intención, está en lo pleno. Nada satisface más que el estado de plenitud. El estándar insuperable del conocimiento está el la Ley, en aquello que es siempre y para todo válido. No hay nada más verdad que la ley. El estándar insuperable de la responsabilidad reside en lo completo. Nadie es más responsable que quien cumple completamente. Frente a dicho paradigma, solo nos queda una pregunta que formularnos: ¿Cómo obrar correctamente? Cumpliendo con nuestra responsabilidad de hacer lo que es válido siempre y para todos. Para determinar la prioridad de estos actos, es necesario discernir. Discernir es analizar y comparar alternativas para saber optar por la que es prioritariamente válida, siempre y para todo. Una vez optada la alternativa válida y cumplida de forma diligente, se celebra su logro, ofreciéndolo al todo y siempre válido. La persona que opera de esta manera, obra en consonancia con lo absoluto. El precepto del cristiano es amar a Dios y amar al prójimo. Para amar a Dios hay que sentirlo, para sentirlo, hay que reconocerlo. Para reconocerlo es necesario que exista y que concuerde con nosotros. Dios se hace presente en la experiencia de lo completo, de lo absoluto y de lo pleno. La plenitud del hombre sólo se siente en el momento de completar su propósito de la creación. El propósito de la creación del hombre se establece en la unidad con el amor universalmente incondicional, en la unidad con el ser siempre y para todo válido y en el completar responsablemente con la satisfacción plena en el amor. La realización completa y responsable del hombre lo establece como ser a quien el Creador puede reconocer como válido. En esta unión se establece el verdadero amor. El verdadero amor es leal y obediente completamente a aquello que es siempre y para todo válido. Por lo mismo es universalmente incondicional. Se da siempre por el beneficio del todo. Esa es la condición que debe contener el amor para ser perfecto. 52 LA CASUALIDAD COMO ORIGEN DE LA CREACIÓN Para empezar, es preciso definir el significado de esta palabra casualidad. Un acto casual es aquél del que se ignoran sus razones. ¿Qué ocurre después de comprenderse sus razones? El acto casual desaparece. Por lo tanto casualidad es un estado inserto en el proceso de raciocinio. En ese estado de ignorancia, se acepta la casualidad. Pero la casualidad no es operativa, no crea, sólo se evalúa. Casualidad entonces no es más que una justificación intelectual de un acto cuyas razones se ignoran. No es posible afirmar que la casualidad creó un acto (x) sencillamente, porque para crear, es indispensable de intencionalidad, selectividad y poder. La casualidad no contiene selectividad, ni intencionalidad, ni poder. La casualidad intencional, deja de ser casualidad y se transforma en origen diligentemente propositivo. Propósito implica un proceso y una estructura ordenada, de www.martinsoria.cl 3
  • 4. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 acuerdo con esto, la casualidad no puede connotarse de estructurada en una dirección sistemática o procesada. ¿Puede crear la casualidad o no puede crear la casualidad? Para crear se necesitan de elementos intencionales. Intencionalidad no basta para crear, sólo con intención no se crea, para crear es preciso de selectividad. Es preciso de seleccionar de entre las opciones alternativas, la que se considera válida para crear, por lo tanto además de intencionalidad y de selectividad es preciso contener nociones de valor, para determinar si es o no válido lo que se intenta crear. Además de esto es preciso del poder crear, pero no sólo del poder, sino también del dominio del poder a voluntad, es decir se necesita de responsabilidad. Sin poder no es posible crear, y para ejercer el poder en una determinada dirección se necesita del dominio. Pero no sólo con el poder, con la selectividad y con la intencionalidad se crea, para crear es preciso de libertad para poder optar por lo que se considera válido ¿Contiene la casualidad alguno de estos atributos? Si no los encontramos en la casualidad. ¿Cómo podríamos afirmar que el universo es fruto de una casualidad? Es, sin duda alguna muy fácil afirmar que el universo es fruto de una casualidad, pero no por ser fácil, popular o generalizado, va a ser cierto. Fue muy popular el lema de seamos todos iguales y no por eso es cierto, o fue también popular el dicho de que todo es relativo y no por eso es cierto. Si todo es siempre relativo se transforma en absoluto porque es siempre y para todos válido. No seamos ingenuos, la casualidad no contiene los atributos necesarios para crear. La casualidad no crea, la casualidad se crea intelectualmente cuando se ignoran sus razones. Si la casualidad no puede crear ¿qué es lo que origina las cosas? Todo acto contiene intencionalidad y selectividad. A pesar de que se entienda o no la intención de las cosas, todo obedece a una intención originaria. Podría decirse que me cayó la hoja del árbol en la cabeza por casualidad, pero no es correcto porque la hoja se desprendió del árbol por la intención motivadora de las leyes de la creación que determinan que en otoño se han de caer las hojas de ese árbol, y por la coincidencia en el momento y en el lugar, determinada por la intención que me motivó a pasar por ese determinado lugar. ¿Dónde se fue entonces la casualidad? Todo acto obedece a una intención originaria. La intención es una necesidad, la necesidad de realizar algo, y esta necesidad por realizar, existe para satisfacer a la realización de ese algo. La capacidad satisfecha por la intencionalidad es una capacidad emocional. Sin esa capacidad emocional, no se puede crear nada. El origen causal de cualquier acto, es por lo tanto un origen emocional. Para crear un acto es necesario seleccionar de entre las alternativas, la opción que se considere válida. Lo que nos indica que la realización de cualquier acto, ha de contener capacidad selectiva, en función de un determinado estándar de validez. Esto implica que el creador ha de tener la capacidad de reconocer aquello que es válido, y a la capacidad de reconocer conocimiento se le denomina intelecto. Luego, todo acto es producto de una selección en función de lo que se reconoce como válido. Todo acto obedece a una decisión selectiva o intencionalmente intelectual. Al crear, se necesita, además de intención y selectividad, se precisa de poder. Pero el poder ha de ser dirigido o conducido hacia el propósito de la realización de algo, por lo tanto, el poder ha de ser dominado en la dirección que debe, hasta completar lo que se debe hacer. Lo que se debe hacer, es fruto de la selección intencional, dirigida hacia la realización de lo que se consideró valido. Por lo tanto, del acto creado, se desprende capacidad de dominio. Ya tenemos, que para crear, se precisan de capacidades emocionales, intelectuales y de dominio, Estas capacidades existen sólo en el ser persona. Por lo mismo, podemos afirmar que el creador de un acto creativo, ha de ser persona. Persona es aquél ser con la capacidad de ser libre, seguro y responsable. Y estas son las cualidades necesarias par poder crear. Las máquinas no crean, los animales no crean, las plantas no crean, los minerales no crean, únicamente las personas crean, porque están dotadas con libertad, selectividad y dominio. El ser humano contiene las capacidades emocionales, intelectuales y de dominio necesarias para crear, estas capacidades, pretenden la plenitud emocional, el conocimiento que es siempre y para todo válido y la completación de su responsabilidad. Estos atributos y necesidades no son casuales. Existen para ser satisfechas y esto se hace posible para satisfacer a su origen creador, quien también www.martinsoria.cl 4
  • 5. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 contiene las capacidades emocionales, intelectuales y de dominio, y que espera el encuentro con la plenitud, con la autonomía de toda su creación y con la responsabilidad completa de todo lo creado por El. Hasta el momento, todo lo creado cumple completamente con su propósito, pero al ser humano le falta madurar hasta cumplir completamente su porción de responsabilidad, le falta descubrir y comprender los principios de la creación que son siempre y para todo válidos y le falta alcanzar el estado de plenitud para con el todo y siempre válido. La casualidad como originaria de algo, es solo un justificante fatuo. 53. DE LO ESPIRITUAL Y LO FÍSICO. Espíritu es un vigor que fortalece al cuerpo físico. Vigor es fuerza, fuerza es actividad. Actividad implica intención y consecuencia además de sujeto y objeto. Esta realidad se nos pasa por encima cuando hablamos de fuerza o de vigor. El asumir que tanto el vigor como la fuerza son actividades, nos permite comprender que en la fuerza, también existe una consecuencia producida por la fuerza porque esta es actividad y en la actividad existe una consecuencia a la intencionalidad. Lo espiritual y lo físico no pueden escindirse porque todo vigor o impulso producen alguna consecuencia. Hablar de impulso es hablar de actividad. La pregunta surge aquí ¿Puede existir actividad no física? Existen numerosas manifestaciones de actividad no física, por ejemplo el discernimiento. Discernir contiene un análisis comparativo de opciones físicamente inexistentes y que determinan la intencionalidad de un acto. Este proceso es en sí mismo actividad pero no es una actividad física. Por lo tanto puede existir actividad no física o espiritual. Si la actividad espiritual puede realizarse, ¿cuáles son las consecuencias de la actividad espiritual? Las consecuencias de esta actividad son varias, una de ellas es la intencionalidad, la determinación, la seguridad, la libertad de opción, la unidad. La principal actividad espiritual es la unidad. El propósito intencional es la unidad, la opción válida busca la unidad, la seguridad espera de la unidad. El ambiente espiritual es un ambiente de unidad, por esta razón es necesario madurar en la unidad. La unidad en pensamiento permite la unidad emocional, la unidad en la intencionalidad permite la unidad emocional. La unidad emocional posibilita el vínculo. El espíritu únicamente espera la unidad. La entidad espiritual del ser humano está compuesta por sus capacidades emocionales, intelectuales y volitivas, además de por las virtudes que sirven de protectores de la unidad. Las capacidades emocionales, intelectuales y volitivas, podría decirse que tienen habilidades protectores o facilitadores del logro intencional o de la unidad. Estas son la prudencia, lealtad, obediencia, fortaleza, paciencia, perseverancia, laboriosidad, tolerancia, etc. Por medio de estas virtudes, se establece la unidad entre intencionalidad y consecuencia. Hasta la experiencia de unidad es espiritual. Pero en la consecución del logro existen dos realidades, la realidad sustancial y la realidad experimental. La creación de la sustancia confiera una experiencia, la experiencia es espiritual, la sustancia es física. De cada acción se desprenden estas dos cualidades, una interna, la experiencia y otra externa, la acción. La experiencia pretende el encuentro de la unidad emocional, intelectual o volitiva. La acción refleja aspectos emocionales, intelectuales o volitivos. Ambas realidades están ligadas entre sí, una queda en el apreciador la otra se queda en el ambiente. Ambas son necesarias para la experiencia de unidad, pero sólo una permanece. Permanece la experiencia, la acción se deteriora con el tiempo y con la incidencia del lugar. Cada intencionalidad satisfecha nutre nuestra capacidad emocional, cada interés satisfecho nutre la capacidad intelectual y cada deseo cumplido nutre la capacidad volitiva. El hecho es un útil para la experiencia de unidad. Lo importante no es el hecho, sino la experiencia de unidad, por eso que los apreciadores de la unidad, pueden estar envueltos en las peores circunstancias y en los peores ambientes pero reciben de ellos unidad y eso los mantiene fuertes y estimulados. El ambiente condiciona, pero no modifica al individuo. Espíritu y materia se precisan el uno al otro del mismo modo que se precisan el electro y el magnetismo en la soldadura. La chispa y la combustión permiten la continuidad en la soldadura. Espíritu y materia permiten la continuidad de la tradición. Tradición es posible gracias a la vida. www.martinsoria.cl 5
  • 6. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 Vida es el conjunto de fuerzas que posibilitan completar un propósito. El propósito satisfecho produce unidad. Unidad, vida y tradición son ingredientes fundamentales en la continuidad. La unidad para realizarse precisa de dos aspectos que se unen. Materia es la unidad entre aspectos positivos y negativos, pero para que exista la materia se precisa también de la unidad entre intencionalidad (propósito de la materia) y consecuencia (masa, densidad, intensidad, sustancia etc.) Espíritu es unidad también, unidad entre intencionalidad y logro y unión entre proceso y estructura. El logro de la intencionalidad es valor, valor es la experiencia de plenitud, placer, confianza, seguridad, reconocimiento, concordancia, similitud, prudencia, juicio, determinación, lealtad, obediencia, discernimiento, etc. Estos logros son previos a la existencia física, pero también se extraen de la experiencia con objetos físicos. Previo a la experiencia física, sentimos la intención de lograr algo. En nuestro interior, se estructura la noción de lo que pretendemos como imagen virtual intencional. Esa realidad es espiritual. Pero no basta con la imagen virtual de lo que pretendemos; para realizar la completación y la recognición plenamente satisfactoria de lo que esperamos, debemos unirnos en su experiencia. Esa unidad se establece físicamente. Nuestra realidad física, posibilita la completación de nuestras intenciones. De la experiencia física se desprenden aspectos de valor, porque implican la unidad cuádruple, intencionalidad y resultado y sujeto y objeto. Sin la experiencia física, el valor no se transforma en sustancial, el valor no se cumple, el valor en potencia se espera, pero no se vivencia, no se experimenta. ¿Cuando se experimenta el valor? El valor tiene los atributos de ser pleno, autónomo y completo. Para experimentar en su propia dimensión el valor absoluto, el apreciador del valor ha de estar en la experiencia de plenitud, de autonomía y de la responsabilidad completa. Todos hemos experimentado en múltiples momentos la satisfacción del valor. Cuando nos aprecian, cuando nos reconocen, cuando nos capacitamos, nos sentimos en posesión de un bien al que denominamos valor, valor que en alguna medida se aproxima a la experiencia de plenitud, de autonomía o de completación, pero sólo se aproxima. Para experimentar el valor absoluto, pleno y completo, debemos transformarnos en uno con él. Ser uno con el valor es ser un completo hombre o mujer. El ser humano contiene aspectos espirituales y aspectos físicos que debe madurar. Físicamente se nutre por medio de alimentos, agua, calor, luz, aire y ejercicio físico. Espiritualmente se nutre con las experiencias de satisfacción, confianza y deber responsable. El cumplimiento de estas emociones, responsabilidad, confianza y satisfacción, maduran al espíritu del ser humano en su proceso de desarrollo de sus capacidades emocionales, intelectuales y volitivas o creativas. En lo creativo ejercita el dominio sobre las conductas, pensamientos e instintos. En lo intelectual, ejercita el reconocimiento racional, de lo que es siempre y para todos válido. En lo emocional ejercita la unidad filial con su inmediato vertical hasta llegar al padre, ejercita la obediencia plena a su inmediato vertical hasta llegar al padre. Ejercita la unidad fraternal y conyugal, sobre el dominio completo de sus instintos y ejercita la unidad paternal incondicional sobre la experiencia universal de su incondicionalidad diligente. El espíritu madura en la unidad incondicional autónoma y completa. Para eso, necesita de experiencias de valor filial, fraternal, conyugal y paternal. De no experimentarlas en vida, la única opción es que la conciencia autónoma espiritual, coopere en el encuentro del valor, con otra conciencia dotada de cuerpo físico, sensible y receptiva, que permita compartir la experiencia de valor, necesaria para el desarrollo de su proceso de maduración. Espíritu es vigor que alenta el proceso y estructura del desarrollo de una intención. El espíritu madura con la satisfacción de la intención, de ahí que necesite del cuerpo, como objeto de satisfacción completa. La realidad espiritual está completa, la unidad entre tiempo y espacio es completa. La unidad entre intención y logro está satisfecha en espíritu. El espíritu sólo puede relacionarse con aquello que es espiritual, aquello que es completo, autónomo y satisfecho. En la ascensión del espíritu se pierden el sentido del tiempo y del espacio físico. Sólo se pueden compartir experiencias espirituales con aquellas conciencias (protoconsciencia cósmica) en igualdad de circunstancias, con las que se establece una correlatividad, reconocimiento y parecido. Desarrollarse espiritualmente hasta completarse en el amor, en el conocimiento de los principios de la creación y en la práctica responsable de dichos principios es un deber universal para madurar www.martinsoria.cl 6
  • 7. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 espiritualmente. De no establecerse esta realidad interna en la persona, la persona queda incapacitada para establecer sus relaciones plenas, autónomas y consecuentes con la realidad. Seguramente resulta un poco difícil de comprender esto pero es así. Cuando te relacionas con alguien, pretendes encontrar una correlatividad emocional con él, esperas las mismas vibras, una afinidad sensible, un carácter homólogo. Si esta persona muestra diferencias en ideales, o en criterios, cuesta mantener una relación con ella. Para poder seguir en unidad con este tipo de personas diferentes es preciso, primero que todo apreciarlas desde una posición paterna, aceptando sus criterios distintos, sus conductas distintas o sus ideales, aún a pesar de ser opuestos a los tuyos. Esta actitud sólo es posible cuando se es maduro emocionalmente, cuando se adquiere el nivel de padre incondicional. A esto me refiero con el deber crecer hasta madurar espiritualmente. Para poder ser libre en espíritu, es preciso realizarse responsablemente en el amor, en la verdad y en la responsabilidad. 54. LA VIRTUD AUSENTE Y PRESENTE EN EL ARTE Virtud es el servidor custodio de la unidad. Todo lo que nos sirve para conseguir el logro de la unidad es virtud. Se dice que no hay virtud sin trabajo, debe ser porque toda virtud sirve y ofrece su potencia al servicio de la completación del acto. ¿Qué tiene que ver la virtud con el arte? Todo. Precisamente es el arte, cuando se comprende como profesión, la actividad que más virtudes manifiesta en su ejercicio. Para conocer la virtud hay que experimentarla. No basta con observarla en otro, esa virtud no vale, hasta que no se realiza en uno. No basta con entender intelectualmente a la virtud, hay que establecerla. Virtud es todo servidor que opera en pro de la consecución del logro que es siempre y para todos válido. Arte es la actividad emocional de crear y de apreciar belleza. Tanto del crear, como del apreciar, se desprenden virtudes. El artista es por excelencia un virtuoso del dominio. En la consecución de cualquier logro intervienen, la intención, el sujeto y el objeto, durante un proceso en tiempo y satisfaciendo unas funciones específicas. Para satisfacer estas funciones, se precisa de unidad con la intención y unidad con el objeto a realizar, durante el proceso completo de su desarrollo. El objeto considerado válido es aquel que satisface al sujeto, para eso ha de estar completo, ser cumplido, o reconocerlo en el estado en el que esté, como suficiente y concordante con la necesidad del sujeto. Al hablar de necesidad debemos entender las diferencias entre deseo y necesidad. Necesidad es todo aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir. La necesidad es el motor de toda actividad humana. La necesidad engendra en el sujeto un deseo y por lo tanto logra de él un esfuerzo, para procurarse del objeto aquella cualidad que la satisface. Esta ligazón indivisible entre necesidad y valor, hay que madurarla para asimilar el proceso creativo, en su justa medida. Para establecer la unidad con la intención, se necesita de lealtad y de obediencia completa a la intención. Pero debemos comprobar que la intención a realizar sea válida, para eso existen las virtudes. En el proceso creativo intervienen tres virtudes primordiales que son: la prudencia o servidor custodio de la opción válida; la fortaleza o servidor custodio del proceso completo; la templanza o servidor custodio del producto de las diferencias entre sujeto y objeto. Y por sobre todo está el dominio o capacidad de ejercer a voluntad el servicio de las virtudes. La prudencia nos permite, no precipitarnos en la elección y optar por la alternativa válida. Pero para saber si es, o no es válida, debemos discernir, analizando las prioridades para escoger la optima e inmediata. El discernimiento es otra virtud, así como la paciencia utilizada al discernir. Una vez optada la alternativa válida, se precisa de fe en la factibilidad de su consecución, la posibilidad fáctica de la consecución, genera esperanza en el logro; fe y esperanza son virtudes. La www.martinsoria.cl 7
  • 8. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 esperanza en el logro de la intención, sea esta cualquiera, produce diligencia para conseguirla. Diligencia proviene del latín “di ligio”, de unir. La diligencia pretende unir a la intención con el logro, mediante la unión entre sujeto y objeto. Diligencia es otra virtud. Ser diligente no basta para completar el recorrido entero del proceso de desarrollo de la intención, para eso es necesario de fortaleza, perseverancia y laboriosidad, además de concentración y determinación, todas estas son virtudes al servicio de la unidad entre intención y consecuencia, entre causa y efecto, entre sujeto y objeto, entre artista e imagen. En el proceso, encontramos numerosas diferencias con el objeto intencionado. Para superar estas diferencias, es preciso de templanza. Templanza no es tolerancia. Tolerar es permitir, mientras que ser templado, es ser flexible frente a las diferencias, pero al mismo tiempo, incambiable en la visión y en el cumplimiento del proceso para conseguirlo. La templanza repetida transforma a la persona en sufrida, sufrido es distinto de sufriente. Sufriente es el que se queja porque sufre con las diferencias, mientras que el sufrido es el que absorbe el sufrimiento de las diferencias sin quejarse. Al darse por el beneficio del objeto intencional se hace uso de caridad, y al entregarse al beneficio del propósito intencional se hace uso de piedad, ambas son virtudes al servicio de la unidad. La fortaleza perseverante en el desarrollo de la consecución del logro, produce resistencia a las dificultades, a las diferencias, a lo opuesto. La resistencia o capacidad de asumir dificultades, también es una virtud. ¿En pro de qué opera el servicio de las virtudes? En pro de la unidad con la intención que se desee lograr y en pro de la unidad complementaria entre sujeto y objeto. La completación del logro, complace, hace sentir bien. Se entiende como válido aquello completamente satisfecho. Valor es la cualidad que satisface. Satisface lo auténtico, lo confiable, lo completo. Por lo tanto la virtud opera al servicio del valor. Cando la virtud sirve al cumplimiento de lo que es siempre y para todo válido, encuentra en ese acto su verdadera identidad, al ser reconocida la virtud como válida. Pero la práctica de la virtud no basta para ser auténtico. El querer no basta para completar. No basta con querer a tu mujer, a tu mujer debes realizarla. ¿De qué te sirve querer a tu marido o a tus hijos, si no los realizas? ¿Para qué sirve el uso de la prudencia, de la fortaleza, o de la templanza, si no es en función de la realización de lo que es siempre y para todo válido? Para ser auténtico hay que ser autónomo. (auto = “uno”, nomo = “ley”, uno con la ley). Todo lo creado opera en función de la similitud con su Causa Originaria. La Causa Originaria es Absoluta, por lo tanto es ley. Es ley porque es siempre y para todo válido (Logos). Pero también es unidad de las dualidades causa efecto y sujeto objeto, es decir, es unidad padre e hijo y hombre y mujer, en otras palabras, es familia y por lo tanto, especie. La creación adquiere autonomía, en el cumplimiento de la unidad causa efecto y sujeto objeto. Todos los seres creados, constituyen su estado de maduración, en el momento en que establecen la unidad entre propósito y cumplimiento, mediante la unidad entre macho y hembra en el caso de los animales; en el caso de las plantas, se establecen como maduras, cuando se realiza la unidad, entre propósito y su cumplimiento, mediante la unidad entre estambre y pistilo; y en el caso de los minerales, se puede decir que se establecen, mediante la unidad entre su propósito y su cumplimiento, por medio de la unidad, entre sus caracteres de positividad y negatividad (catión anión). Toda la creación expresa su maduración en la unidad vertical -padre e hijo-, intención y consecuencia o propósito y su cumplimiento, y como todos sabemos, para establecer esa unidad es necesario, unir anteriormente las diferencias masculinas, con las femeninas de la creación. A esta norma inmanente en la creación se le conoce con el nombre de ley de similitud, puesto que en la unidad vertical entre propósito y consecuencia, se establece la similitud en la tradición con la causa originaria, pero además, se establece la similitud entre las funciones masculinas y femeninas que establecen la unidad. Similitud en este caso, depositada en la necesidad de crear especie. Toda www.martinsoria.cl 8
  • 9. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 especie por lo tanto, es fruto y consecuencia de la ley de similitud. Similitud que en la fusión completa califica al individuo como autónomo. La virtud opera como servidor custodio, como guardián del proceso funcional de los valores. Valor es la cualidad contenida en el objeto, que satisface la necesidad del sujeto. Necesidad es algo que debemos entender en la percepción y comprensión del valor. La necesidad es una condición a la cual es imposible sustraerse, es diferente del deseo en tanto que el deseo puede ser relegado, postergado o suprimido. La necesidad no solo es ineludible, además está ligada indivisiblemente con el valor. La necesidad obliga al encuentro con lo que es válido. ¿Qué es válido para el ser humano? Todo aquello que le satisface en el aspecto moral, ético o estético. Y ¿qué sería aquello que le garantiza que su satisfacción es verdadera? La similitud con lo absoluto. ¿Cuáles son los valores Absolutos? Aquellos que no tienen valor superior al ser siempre y para todos válido, por ejemplo: No hay mayor placer que el estado de plenitud. Al sentirse pleno, no se puede admitir nada superior. Ese estado de plenitud es un valor absoluto. Todo lo creado espera su plenitud en la maduración completa. No hay mayor razón que sea más verdad que la Ley. Lo que es ley (no lo que el hombre denomina como ley, sino lo que “es” ley) es siempre y para todos válido y no tiene razón superior, por lo tanto, es un valor absoluto. Y no Hay nivel de realización superior a lo completo, a lo maduro, a lo perfecto. Por lo tanto, decimos que lo cumplido o lo perfecto es un valor absoluto. Plenitud, autonomía y completación son los valores absolutos paradigmáticos de la conciencia humana original. El pecado original supuso la ignorancia de estos valores y por lo mismo, la ausencia de su realización en la especie humana. Tanto el artista como el hombre en general, ha de enfocar su dirección creativa hacia el encuentro con los valores de plenitud, autonomía y responsabilidad. Para hacerse similar a la Conciencia Absoluta Originaria, que lo intenciona para ser auténtico, mediante el logro del establecimiento de estos valores absolutos, en la familia humana. El propósito individual del artista ha de enfocarse en el desarrollo y completación de su propósito colectivo. El hombre que beneficia a su especie, adquiere de este ejercicio el reconocimiento de su autonomía. Creerse único, independiente y desconectado de la realidad humana no fabrica más que ausencias. El arte ha de cumplir con su propósito de dominar el equilibrio de las diferencias que beneficien a su especie. 56-LA IMPORTANCIA DEL TEMA EN LA COMPOSICIÓN Cualquier tema de carácter emblemático que represente la personalidad del creador, puede ser admirado, si responde a la lógica del equilibrio de las diferencias. El arte es una manifestación creativa que expresa sensaciones pertenecientes al “-ser persona-”. La persona que se expone al arte, tanto a la apreciación como a la creación del mismo, espera satisfacer en él sus intenciones. Visitamos salas de arte, cines, o teatros, porque esperamos encontrar algo interesante, entretenido o complaciente; de no ser esta nuestra esperanza, no iríamos. Claro que, siempre habrá un perverso masoquista que afirme su intención de visitar estos lugares para sentirse castigado, pero esos son casos patógenos que no representan a la sana mayoría. Para que el arte satisfaga a la capacidad emocional del observador, ha de contener elementos de valor. Por lo tanto, en las artes plásticas, han de representarse no solo la forma de las cosas, sino también, la virtud de las cosas. Si observamos los trabajos de Antonio López García, los cuadros de Odd Nerdrum, o las pinturas negras de Goya, podemos entender que nos afectan emocionalmente. Ese, sentir de la imagen un estado anímico, estimulante o depresivo, es consecuencia, de la correlatividad que se establece, entre el contenido emocional de la imagen y la capacidad emocional del observador, para reconocer dicho contenido. Cuanto más extenso y profundo sea el vínculo emocional, entre la imagen y el observador, mayor será el reconocimiento de valor que el apreciador dará a esa obra. www.martinsoria.cl 9
  • 10. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 El tema de un trabajo artístico es decisivo para establecer los vínculos emocionales necesarios para apreciar. En la elección temática hay que determinar las prioridades referentes al momento y lugar. No todos los momentos son iguales, ni se viven esos momentos de igual modo en todos los lugares. Por lo mismo, no todos los temas son emblemáticos, ni todos los emblemas representan de igual manera a las personas. Así como el periodista condiciona la noticia a sus propios intereses, el artista ha de ser quien determine la prioridad en la importancia del tema a elegir. Por lo regular, existen algunas características en determinados temas que contienen valor en sí mismos. Por ejemplo en aquellos temas de carácter emocional. La piedad inspira acogimiento, la sensualidad inspira curiosidad. La tristeza inspira al consuelo, etc. Estos temas son universalmente reconocidos y opera frente a ellos la actitud complementaria a lo que muestra la imagen; por esa razón es fácil el encontrarse ligado a un atardecer, por la melancolía que despierta en uno, la asociación con esos sentimientos del “ algo que se te va”. Los temas universales o emblemáticos, aglutinan al espectador con la creación, mientras que los temas frívolos, o triviales, carecen de esa emulsión. Existen notables diferencias socio-culturales entre los diversos lugares del planeta. Los artistas plásticos del continente americano prefieren optar por representaciones decorativas o por colores primarios, espontáneos y casuales; generalmente motivados por el impulso económico, pero los artistas del viejo continente, prefieren representar emociones densas, dramáticas, crudas, con colores rebuscadísimos, grises elegantes, o asociaciones cromáticas muy estudiadas, motivados generalmente por el peso de la cultura. Lo mismo puede verse en el cine. El cine americano es simple, superficial y con mucha acción para que el espectador se entretenga sin pensar en más, por el contrario el cine del viejo continente es denso, difícil, y donde si no estás atento al guión, se te escapa la película, vean “Hable con ella” de Almodóvar, y verán una expresión del cine europeo. Lo mismo ocurre en la pintura. Al pintor del viejo continente le preocupa la expresividad del cuadro, su contenido, sus virtudes y por supuesto su “alma”. El trabajo ha de ser entero, -cada vez más entero-. La entereza del tema también se desprende de su composición, del orden cromático elegido y por supuesto del profesionalismo técnico mostrado en el trabajo realizado. El artista del viejo continente se preocupa por sorprender al observador, con alguna forma de hacer, que no se entienda a simple vista el cómo lo hizo, de ese modo protege la originalidad de su obra. Mientras que el artista del nuevo continente no se preocupa tanto por eso, lo que responde al referente tradicional en el cual se inserta. La temática pictórica, ha sufrido numerosos cambios, generalmente asociados al formulismo ideológico de cada momento histórico y lugar. Desde la prehistoria, las artes muestran esa ligazón temática con el criterio imperante. En cada uno de esos momentos, el artista ha buscado temas de carácter universal. El pensador de Rodin no se pudo concebir en la prehistoria, sino en el momento en el que el ser humano se consideró un ser pensante. A pesar de que se hubiese realizado en la prehistoria, este tema necesitaba de pensadores que se reconociesen en él, por eso que tuvo tanto éxito cuando lo presentó Rodin, porque establecía la correlatividad, recognición y correspondencia con el criterio del momento en ese lugar. Lo mismo ocurrió con la Señoritas de Avignon de Picasso. Esas señoritas no habrían sido valoradas en la edad media, pero en su momento, significaron la apertura a un nuevo ideal anárquico; significó la propuesta a echar a un lado a la presión ideológica de un criterio impositivo, por esa razón el tema de las Señoritas de Avignon adquiere valor, el valor de transformarse en un icono social que posibilita el cambio. La historia ha sufrido grandes cambios en un lapso de tiempo demasiado corto como para digerirlos y la temática del arte ha continuado ligada a dichos cambios. Ese - todo cambia – se deja ver en las propuestas pictóricas actuales. Ya no se identifica al autor con su trabajo, porque cambian en cada proposición. La originalidad ha pasado a transformarse en sorpresa y cuando te acostumbras a las www.martinsoria.cl 10
  • 11. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 sorpresas, dejas de sorprenderte. Actualmente lo vulgar, es precisamente lo sorprendente, lo novedoso, lo superfluo, aquello que no tiene nada que ver con nada. Lo original es aquello que se liga con su origen en su tiempo; este es el tiempo del ideal absoluto, el tiempo de las emociones. Ya se pasaron los tiempos la revolución industrial, de las opresiones sociales, de la acumulación de poder; los tiempos de la ilustración, del conocimiento científico. Ya no se necesita la demostración de nada, porque todo ha sido demostrado. El descubrimiento de la ley del dar y de los principios fundamentales de la creación, ha iluminado a la ciencia y el misterio ha sido descubierto. La emoción inteligente, ha de conducir a la inteligencia emocional, hacia la unidad completa en el vínculo familiar. El hombre ha vuelto a su origen y en esa realidad, reposan las características de la temática actual y futura. 57-LA COMPOSICIÓN EN LAS ARTES PLÁSTICAS El estudio de la composición nos lleva al estudio del orden. Componer no es más que poner algo en relación ordenada con un referente. Sabemos que la composición ordenada es aquella donde se equilibran las diferencias. El equilibrio de dichas diferencias nos obliga al análisis del orden. ¿Qué se entiende por orden?. Orden es un sistema en el cual cada posición o porción contenida en él, cumple sus funciones de forma que permite la satisfacción completa de todos y cada uno de sus referentes. Pero satisfacción ¿en función de qué? La necesidad de comprender esta función, nos pone frente al análisis de otra circunstancia, nos lleva a pensar en la necesidad de un paradigma referencial. Para que algo esté completo, sea reconocido o esté satisfecho, es preciso que se establezca la unidad entre intencionalidad, recognición y el acto. Algo es completo cuando se cumple. Para cumplirse, debe satisfacer a una intención. Debe satisfacer a una capacidad. Cumplir es completar y sólo puedes completar una capacidad. La habilidad que satisface o completa a la capacidad del orden, ha de ser también una habilidad ordenada. Podemos darle muchas vueltas a esto, hasta llegar a necesitar del conocimiento esencial del orden para poder componer. El orden vale, vale porque posibilita la comunicación y la unidad entre la posición central del orden y su periferia ordenada en función de completar dicho orden. Veámoslo bajo otro prisma: En una casa existen muros referenciales, que determinan espacios. Estos espacios pueden ser amplios o reducidos; con el techo muy alto o con el techo muy bajo. Nos encontramos en el interior de un prisma, la habitación. Ese prisma contiene una posición de equilibrio, donde todas las diferencias verticales y horizontales encuentran la moderación. Esa posición es el centro del prisma, el centro de la habitación. Pero en esa posición central sólo puedo posicionar una cosa. Para componer dentro de ese orden he de relacionar espacios con objetos. El tamaño de los objetos será determinado por la proporción de los espacios y la ubicación de los objetos, también será determinada por el tamaño de los espacios donde se van a ubicar. Esta relación está centrada en las referencias proporcionales de los espacios. Lo mismo ocurre con la composición de una imagen. Estabilidad de la simetría.- Lo primero a tener en cuenta es la estabilidad de la simetría. Toda proporción encuentra el equilibrio en la simetría de sus espacios. Los espacios simétricos son siempre compensados. Toda relación simétrica es estable. Pero la simetría obliga a geometrizar las formas o los espacios y esa geometrización ofrece pocas variantes. El artista, ha de encontrar algún sistema que se aparte de la geometrización simétrica de los espacios, para componer su trabajo creativo. A pesar, de que también, puede simetrizar las composiciones, para de ese modo, garantizarse la compensación de las masas. www.martinsoria.cl 11
  • 12. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 Las relaciones simétricas son especialmente útiles cuando la temática exige de la descripción de las imágenes, sin que estas expresen algo más de lo que son en sí mismas. Por eso estas composiciones simétricas se utilizan mucho en los retratos, en las descripciones de lugares o cosas. Estabilidad de la secuencia.- Una secuencia también produce compensación armónica, cuando se establece dentro de un orden sistemático. A lo que se denomina ritmo. El ritmo, o repetición de una constante, permite fraguar las proporciones con los espacios ajenos a las mismas. Cuando el objeto contiene una relación de proporción que en su proyección, genera una secuencia de espacios similares, el objeto tiende a verse bien ubicado. Ubicación secuencial estable Ubicación inestable La composición no puede aislarse del tema, ritmo y estructura formal de la imagen. Pretender el estudio de la composición sin considerar la importancia del centro focal, o de la intencionalidad composicional, sería caer en el riesgo de perder la noción completa del trabajo. Tanto el referente perimetral de la composición como el espacio referido, han de estar supeditados a la intencionalidad del tema pretendido. Lo que nos dice, que tanto el referente como el referido, son determinados por el propósito intencional. Requisitos básicos del orden En una composición han de establecerse todos los requisitos básicos del orden. Para que exista orden, es preciso primero de correlatividad entre intención e imagen y entre el artista y su obra. La correlatividad es algo en común que posibilita el encuentro de ambos en la unidad. Orden es el equilibrio de las diferencias y por lo mismo, ambas posiciones de intención e imagen, o de autor y obra, han de poseer alguna razón constante, e inmanente en ambos, para que puedan establecer dicha unidad. www.martinsoria.cl 12
  • 13. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 Además de correlatividad entre ambas dualidades, es preciso que se establezcan posiciones de creador y de objeto creado, o de conductor del proceso creativo e imagen conducida o dirigida hacia la satisfacción de la intención creadora. Ese orden posicional, conlleva a un orden funcional que debe ser satisfecho. La posición del creativo conductor, debe emitir, cuidar y completar, a la imagen fáctica creada por él, para lo cual, esa misma imagen, ha de corresponder en su esencia; es decir en su contenido y en su forma, con la esperanza de la intención creativa del autor. Si la imagen, no corresponde por diferencias en la forma o en el contenido, la realización de la composición no se establece por completo; a no ser, que el autor resuelva olvidarse de su intención originaria y se replantee la posibilidad de aceptar su imagen en el estado actual. Lo que demuestra en cualquiera de las ocasiones, que el autor está aceptando el logro como satisfactorio de la intención previa. Los requisitos básicos del orden son: 1- Toda actividad ordenada, precisa de posiciones activo emisor o conductor de la acción y de un objeto receptor o retribuidor y conducido, entre los cuales se establece una correlatividad, correspondencia o parecido. De esta afirmación se desprende el hecho de que en una composición artística, y en particular, en una obra pictórica, existan posiciones, referente y referido, ya sean estos, espacios, tonos, o colores. 2- Toda actividad ordenada, se establece en función del cumplimiento de un propósito. Dicho propósito está centralizado en la posición conductora. Cualquier obra pictórica, al realizarse, se transforma en el efecto de una causa originaria, y de acuerdo con el principio de que todo efecto es a su causa, podemos afirmar que la consecuencia creada corresponde a la satisfacción intencional, a la cual se debe. 3- Toda actividad ordenada, precisa de funciones a cumplir en pro de una intención, para lo cual, tanto el referente como el referido, han de satisfacer dicha intención o estándar. En un cuadro, tanto la imagen, como los tonos y colores han de cumplir con la función de satisfacer al creador del trabajo. Si el objeto creado no se determina de acuerdo con el criterio del autor, no se establece el orden entre ambos. Para que se establezca el orden es preciso de un estándar paradigmático referente y de un objeto referido que ha de concordar con dicho paradigma. Pero también es necesario de un sujeto que lo aprecie y que lo constituya mediante un objeto, forma, imagen etc. ¿Cuál es el estándar paradigmático absoluto? El de la PLENITUD, LEY y COMPLETACIÓN. Nada nos puede complacer, agradar o satisfacer por sobre el sentimiento de plenitud. Ningún placer supera al sentimiento de plenitud. Ninguna verdad puede superar a la verdad que es siempre y para todo válida, es decir que es ley. Y lo completo no necesita de nada más. A aquello que es perfecto, no le falta nada, luego, nada es más completo que lo perfecto. Por lo mismo estos valores de Plenitud, verdad y perfección, son absolutos e insuperables; este es el contenido paradigmático referencial del arte. Hablar de un orden compositivo, es hablar de posiciones, proporciones, volúmenes, tonos, cromatismos, texturas. Todas y cada una de estas variedades existenciales, han de establecerse en equilibrio. El equilibrio de estas diferencia s es composición. Componer una imagen, no es tarea fácil. Sobre todo cuando pretendes expresar algo legible con dicha imagen. Entiéndase que expresar algo legible implica que el “otro” –el que observa la imagen-, reconoce en ella exactamente lo que se pretende decir. Aquí no vale el “achunte” o el esperar a ver qué interpreta el “otro” para –justificar- la imagen. ¡No! La expresión, es para ser recibida y no para ser únicamente expuesta. Bajo este punto de vista la expresión debe componerse. Del mismo modo que un sonido sin orden es sólo un ruido, así también unos colores sin orden, no pasan de ser más que pintura. En la comunicación hay algo más que ruidos y colores. La comunicación exige recognición, por eso, cuando decimos una palabra que contiene varios ruidos ordenados y reconocibles, podemos comunicarnos. Pero no podemos entender aquellos ruidos que www.martinsoria.cl 13
  • 14. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 no reconocemos, por muy agudos o graves que estos ruidos sean. Tampoco podemos entender un gráfico que no reconocemos, por muy gráfico y seguro que sea el trazo. Para comunicarnos es preciso de la recognición. Si visitamos las grandes pinacotecas europeas, podemos ver al guía que nos explica el simbolismo de las imágenes y después de reconocer la intención del autor al representar dichas imágenes, disfrutamos hallando aspectos de interés en el cuadro. Ese simbolismo, no es ni más ni menos que el aspecto contenedor del interés que dota al trabajo de valor. Si por el contrario, se nos exponen unas manchas de color lúdicas, casuales y sin ningún contenido intencional más allá del mero gesto gratuito y espontáneo, la reacción lógica de quien espera algún elemento de interés en el cuadro o algún elemento de valor, se sienta frustrado e insatisfecho y por lo tanto, desista del intento de extraer algo que por lógica contiene la mínima expresión gestual. La reiteración de estos trabajos, está causando el desinterés por la pintura incomprensible. Mientras que la palabra, es una composición ordenada de sonidos (ruidos) en función de expresar algo, por ejemplo ¡hola! Un saludo; así también en la expresión plástica, podemos utilizar colores sin ningún orden, a lo que podríamos llamar –pintura- o, podemos ordenar una composición con diversos tonos, matices y gráficos, de manera que la imagen se reconozca como la plenitud del amanecer, a lo que llamaríamos obra de arte. Sin recognición no puede existir comunicación alguna posible. Para reconocer es necesario de una base correlativa entre el que emite y el que retribuye. Todo acto contiene intencionalidad y significación, pero cuando el receptor no reconoce el significado de la intencionalidad, la comunicación no se establece. Esta es una de las razones por las cuales es necesario componer las imágenes en la pintura. La pintura por sí sola no basta para comunicarse, del mismo modo que no basta con el ruido para conversar. Para establecer una comunicación entre artista y apreciador, el autor ha de ofrecer al observador un contenido legible, un contenido compuesto. ¿Cuál es el sentido de la composición? La composición abarca aspectos múltiples que van desde el ordenamiento de los espacios, proporciones y posiciones, pasando por el ordenamiento tonal, cromático o focal, hasta la presentación del léxico conceptual intencional. La composición de la idea –concepto- o intención, implica dificultades específicas, para lo cuál, es evidente que el artista, debe contener las habilidades precisas. La habilidad del raciocinio comparativo, la asimilación y asociación de significados en pro del significado prioritario. La selectividad del material virtual mental, en función del proyecto a expresar. La habilidad de profundizar en el encuentro con lo universal, con lo atemporal, con lo permanente. La habilidad de dominio sobre la prudencia, fortaleza y templanza, necesarias en la opción de la alternativa válida, todas estas habilidades son necesarias 58-LO FINITO Y LO INFINITO DEL ARTE Convivimos en un ambiente heterogéneo, donde las superficies multiformes, cóncavas, convexas y planas, coexisten en correlatividad dentro del amplio círculo de longitudes, áreas y volúmenes, que determinan un espacio y lugar, donde sus pesos, densidades y colores, se ofrecen a la experiencia de realidad. Y cuya materialidad, depende de las fuerzas gravitatorias que lo circundan. Un universo de consecuencias múltiples, cuya realidad, es evidentemente determinada por la correspondencia, recognición y correlatividad establecida, con el propósito de la creación de cada objeto específico. ¿Qué es finito y qué es infinito en la creación artística? La correlatividad, reconocimiento y correspondencia, entre una causa originaria y su correspondiente consecuencia, no es más que una ligazón, o enlace entre dos postulados. Un postulado de contenido a priori y un postulado formal a posteriori. ¿Cuál de estos dos postulados es finito y cual es infinito? www.martinsoria.cl 14
  • 15. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 Lógicamente el postulado a priori, no es aún más que postulado pretendido. Sin embargo, el postulado a posteriori es ya un hecho realizado. ¿Se puede definir lo -no realizado- como finito o infinito? ¿Cómo determinar si es finito o infinito, algo que es supuesto postulado, o concepción de proyecto? Lógicamente dentro de la evaluación del supuesto postulado, existe un elemento importante a tener en cuenta, se trata del propósito intencional. Propósito es ya una realidad o pretensión, podemos evaluarla como necesidad y necesidad es una realidad afirmativa. Pero, como realidad proposicional, únicamente existe en el ingrediente “a priori” del postulado. Proyecto a proyectar. Aún no es realidad objetiva, pero, forma parte de la realidad subjetiva, por lo tanto, no existen elementos determinantes, como para poder calificarlo de finito o infinito. Sencillamente se trata de una realidad subjetiva. Subjetivo es algo relativo a lo interior, y por lo tanto, es una realidad imprecisa para los sentidos exteriores, sencillamente porque los cinco sentidos físicos, no contienen la capacidad de reconocer objetos en una dimensión subjetiva interna, o espiritual. Los sentidos físicos determinan en rigor aspectos concretos, formas, tamaños, colores, temperaturas, gustos, texturas, etc. Pero no tienen la capacidad de determinar postulados propositivos, porque no pueden ser apreciados por la dimensión física, a la cual aún no pertenecen. Bajo este punto de vista, lo relativamente finito, cabría de suponerse, entre las dimensiones de una realidad finita. Y lo infinito, únicamente tendría razón de ser, en una dimensión infinita. Pensad en una realidad artística intangible, en absoluto silencio, insípida, inodora, e invisible. ¿Podéis reconocer algún objeto con esas condiciones? Sin duda que nos cuesta un poco. Nos cuesta reconocerlo, porque no hemos tenido la experiencia que nos lo acredite. A pesar de eso, todos sabemos que esa realidad existe. Y ¿por qué? Porque esa, es la realidad de nuestra conciencia. La conciencia no se ve, ni emite ruido alguno, ni huele, ni tiene gusto a nada, ni se puede tocar. La conciencia pertenece a otra dimensión, la dimensión infinita, la dimensión eterna, que ha de transformarse en incambiable y absoluta, para establecerse como libre, autónoma y responsable. Por supuesto que existen también elementos físicos que reúnen las características de ser imperceptibles por los sentidos físicos del hombre, como por ejemplo las radiaciones alfa. Pero que sólo las percibimos con la ayuda de instrumentos específicos. Pero la capacidad emocional, intelectual y volitiva, pertenece al mundo apriorístico, y por lo tanto existen en una dimensión no física. Todos y cada uno de nosotros tenemos una dimensión infinita. Los límites de la conciencia no existen. No existe el límite de la emoción, ni del intelecto ni de la voluntad. Ni la muerte puede limitarlos, porque son fuerzas y la energía ni se crea ni se destruye. La energía transforma la materia, pero no puede transformar la intencionalidad y significado del acto, porque ambos pertenecen al mundo subjetivo de la dimensión infinita. Hablemos de la dimensión infinita. ¿Qué es infinito? Infinito es algo sin fin. ¿Existen realidades sin fin? El tiempo es una realidad sin fin, el momento termina, pero el tiempo no. Hasta donde conocemos, el espacio es también una realidad sin fin, el lugar se termina, pero el espacio no. Si el tiempo y el espacio son evidentemente infinitos es lógico pensar que los atributos que dan forma al tiempo y al espacio, también han de ser infinitos, me refiero al postulado causal y consecuencia, causa y efecto, o propósito y resultado. Tiempo es la distancia entre una causa y su efecto, y espacio es la diferencia entre un sujeto y un objeto. De ser tiempo, la ligazón o enlace entre los dos postulados de causa y efecto, y de sujeto y objeto, lógicamente la dualidad de causa y efecto debe ser también infinita. ¿En qué sentido? En el sentido de realidad existencial. No habría tiempo, ni espacio, sin causa y efecto y sin sujeto objeto. Pero todos sabemos que los objetos se terminan y son finitos. Tal vez, los objetos sean finitos, pero la relación sujeto objeto no puede terminarse, porque eso significaría la nulidad del todo. Tampoco podría terminarse la dualidad de causa y efecto porque eso supondría la nulidad del siempre. Sin el todo, y sin el siempre no hay existencia infinita posible. www.martinsoria.cl 15
  • 16. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 Estamos afirmando con este postulado que a pesar de que las obras de arte tengan una duración momentánea en tiempo y una posición limitada en espacio, la realidad propositiva y su consecuencia, no terminarán por esa razón. La necesidad creativa no puede terminarse, porque no participa de la realidad temporo-espacial. Siempre y cuando exista tiempo, va a existir la necesidad de crear y siempre y cuando exista espacio, van a realizarse las intenciones propositivas, independientemente de la temporalidad y límites que cada objeto realizado contenga. Hablemos ahora de la dimensión finita. Cada objeto y cada sujeto, así como cada causa y cada efecto, contienen una realidad finita y una realidad infinita. La realidad infinita tiene que ver, con la ligazón o pertenencia a la dualidad original temporo-espacial, mientras que la realidad finita, tiene relación con el momento y lugar donde se encuentra. En el momento de su realidad, tanto el sujeto como el objeto, así como la causa o el efecto, ocupan una posición en un espacio específico y realizan dicha posición durante un tiempo determinado. Esta realidad es finita. Finita en espacio y finita en tiempo. En el caso del artista, también existe la dualidad de finito e infinito. El artista es finito en cuanto a su realidad individual en un momento y lugar. Pero es infinito, en cuanto a su relación correlativa con el propósito de la especie humana. El artista que se realiza y completa como persona, que adquiere el grado de libertad maduro, porque sabe optar por la alternativa válida, autónomo (auto= si mismo, nomo= ley. Uno con la ley) y responsable, que cumple siempre completamente con lo que debe, adquiere una conciencia de valor universal y por lo tanto infinita. Cuando se obra, se piensa o se realiza en cohesión con los principios de la creación, el artista adquiere el sentido de humanidad, y por lo tanto, es infinito en sus opciones, puesto que las alternativas son siempre y para todo válidas. Pero cuando el artista obra, piensa o realiza de manera personal, y separado de los principios de la creación, su obra, pensamiento o realización, adquieren un carácter finito, puesto que su opción se limita a alternativas que son sólo ahora y para él válidas. Por lo tanto, en este caso, el creativo relega el sentido de humanidad y lo suplanta por el ego. El egoísta, encerrado en el perímetro del tiempo y del espacio, determinado por el radio de su escasa apreciación y percepción propia, no puede decir que tiene el sentido de libertad maduro, puesto que su libertad se reduce al límite de sus dominios. El artista con sentido de humanidad, prioriza el beneficio del todo y siempre, con lo que obtiene una apertura ilimitada de proyecciones infinitas. El todo es ilimitado y el siempre es inalcanzable, por lo mismo su libertad está garantizada por la dimensión del todo y siempre válido. Lo finito o infinito, depende de la ligazón o enlace con los atributos originales y absolutos de la creación. Todo hombre será infinito en cuanto se enlace con el sentido original de humanidad, y será finito en tanto se aleje del mismo. El valor del amor, de la verdad y de la bondad, existen por sobre lo finito del momento o del lugar. La circunstancia, o la situación quedan dentro de lo finito, pero el valor producto de ellas, o gestado en ellas, permanece siempre. La experiencia del amor que tuviste hace años, queda contigo para siempre, a pesar de olvidar las circunstancias. ¿Cuándo se acaba el amor por tus hijos, o el amor por tus padres? Si la experiencia de valor no se termina, es porque la conciencia que los posee, tampoco se termina. ¿Qué sentido tendría el hecho de madurar la conciencia, para terminar en el momento de su maduración? ¿Se acaba acaso el fruto cuando está maduro? No, es en ese momento cuando puede ser sembrado, comido utilizado, etc. Cuando maduran las cosas, cumplen con el propósito para el cual fueron hechas. ¿Algún artista destroza su trabajo cuando logra su perfección en él? ¿Por qué razón debería terminarse la conciencia humana cuando acaba de madurar? El arte adquiere su valor después de ser completo y maduro, es más, su valor aumenta en la medida que satisface, posteriormente a su realización, por la suma de experiencias apreciativas que acumula en él. www.martinsoria.cl 16
  • 17. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 La conciencia proporciona la experiencia de valor, al propósito originario que lo creó. Y recién, establece la correlatividad, correspondencia y parecido con el propósito originario en el momento de su plena madurez, lo que implica que el artista, ha de haber experimentado el desarrollo completo de su crecimiento, multiplicación y dominio, para estar en calidad de apreciar al objeto creado, con una conciencia madura. Se podría augurar que a los “ochenta años de edad, viviendo una vida centrada en el cumplimiento de los principios universales de la creación”, el hombre y la mujer, se encontrarían en el periodo de madurez emocional, intelectual y conductual suficiente, como para iniciar el proceso de ligazón con lo absoluto, con el todo y siempre válido. Lo que transforma a la conciencia del ser, en eterna, o infinita. Es posible que el arte y el artista enfocados en esa dirección, alcancen en su desarrollo, la realización del propósito que los valida. Existe la imperiosa tendencia heredada, a parcializar las cosas, emitiendo criterios personales, que poco o nada, tienen que ver con la globalidad de aquello que es siempre y para todo válido. Producto de esta infructuosa tradición, se origina el enzarzamiento verbal, la violencia agresiva, o la tendencia al rechazo, que obviamente provoca el aislamiento ensimismado del sujeto consignatario de dicha tradición. Las artes plásticas en particular, conllevan en su factura, algunos de estos elementos aislantes. En primer lugar el artista plástico, necesita aislarse en la concentración y desarrollo de su labor creativa. Consecuentemente con este hábito, algunos artistas adquieren la tendencia a proyectar este aislamiento sobre su conducta social, lo que perjudica tanto al arte como al artista. Pero también existen aquellos creativos, cuya visión les consiente adivinar que los nutrientes de su persona y por lo tanto, también de su labor creativo-comunicativa, ha de tomarlos del exterior. Estos artistas, inician relaciones centrífugas que generalmente les admiten retribuir con un producto mejor nutrido. El hombre es fruto del ambiente que desarrolla, lo mismo ocurre con el arte y el artista. Un trabajo artístico, una pintura por ejemplo, es consecuencia de características internas y externas. El objeto creado es fruto de las capacidades intencionales del autor que sintió la necesidad de hacerlo; de las capacidades cognitivas del mismo autor que supo hacerlo y de las capacidades volitivas del mismo, que pudo hacerlo. Sin estas capacidades de poder, de saber y de querer hacer, nada puede ser creado. La obra de arte surge como sustancialización de una necesidad intencional realizada. Realizar una intención es completarla, para lo cual, en cada instante de su desarrollo, es preciso reconocer cada función del proceso y cada estructura productiva, como válida. Para validar un acto, se necesita de una noción estándar o paradigma comparativo del valor, en otras palabras, para validar hay que tener conciencia del valor. La intención busca ser satisfecha porque contiene en sí misma esa conciencia del valor, porque reconoce qué es lo que satisface y porque contiene el poder ser satisfecha. Intención, selectividad y poder, son atributos depositados en todo acto creado. Todo hecho contiene un significado intencional. Lo que nos lleva a la conclusión, de que todo objeto creado, es fruto de una capacidad emocional, o necesidad intencional de hacer algo; fruto de una capacidad intelectual, o selectividad, en cuanto a priorizar como válida la opción por sobre otras alternativas, y fruto de una motivación, o capacidad volitiva, impulsada por el dominio del poder hacer. Además de estas capacidades emocionales, cognitivas y motivacionales, el acto creado precisa de una variedad de habilidades, cuya unidad permite la realización del objeto creado. Me refiero a las habilidades motrices, visuales, auditivas, olfativas, gustativas, táctiles, entre otras más, como la habilidad para hacer uso de la memoria, la habilidad analítico-comparativa, etc. Concluimos afirmando que toda consecuencia creada, es fruto de la suma de capacidades y de habilidades múltiples. Capacidad es la facultad que infiere derechos y obligaciones. Tener la capacidad de realizar es al mismo tiempo, tener la capacidad de ser satisfecho con lo realizado. A la capacidad no se la puede www.martinsoria.cl 17
  • 18. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 entender como singularidad, sino como complementariedad condicionada. Es decir, la capacidad contiene en sí misma, la propiedad de ser intencional y satisfecha al mismo tiempo. Capacidad es un vació a llenar, una necesidad a satisfacer, un interés a descubrir, un deseo a cumplir y ser cumplido. Cuando hablamos de capacidad, estamos refiriéndonos a la multiplicidad convexa de intenciones, que pretenden ser satisfechas con su complementaria concavidad. Pero la capacidad, no solo consta de esta especie de absorción que la complete, sino que además, contiene la cualidad de satisfacerse del logro intencional completo. Necesidad y satisfacción, convergen en la capacidad. En otras palabras, la unión entre necesidad y satisfacción determina a la capacidad. Las capacidades básicas son: la capacidad emocional, de sentir aprecio y satisfacción, placer y plenitud; la capacidad cognoscitiva, de reconocer y expresar la verdad, tanto absoluta, como la relativa al apreciador, y la capacidad creativa de ofrecer y recibir energía, (crear y recibir objetos creados) mediante el dominio de impulsos e inhibiciones. La capacidad emocional permite captar las necesidades y retribuciones, al y del objeto. La capacidad intelectual cognoscitiva, permite reconocer y compartir el contenido significativo del objeto. La capacidad volitivo-creativa, permite ofrecer y recibir estímulos e inhibiciones precisas en la construcción creativa del objeto. Entre la necesidad y la satisfacción aflora la habilidad. Habilidad es por lo tanto, aquella cualidad que posibilita la satisfacción de la capacidad. Por ejemplo: el ser humano tiene capacidad creativa. Esta capacidad desea producir, (existe en ella la necesidad de realizar y la necesidad ha de ser satisfecha) pero para producir, necesita de las habilidades visuales, auditivas, táctiles, olfativas, gustativas, motrices etc. Estas habilidades interconectadas con la capacidad creativa, realizan el trabajo hasta su completación. La completa realización del trabajo, satisface la necesidad creativa. De esto se deduce que capacidades y habilidades, cooperan en la satisfacción de la intencionalidad. Es difícil imaginarse una capacidad sin la necesidad de ser satisfecha. Es necesario entender que la creación es dual en su concepción y en su realización. Cuando creamos, no estamos haciendo una sola cosa, estamos movilizando una multitud de aspectos contenidos en la estructura esencial de la producción de un acto y en paralelo estamos movilizando otros aspectos de contenido, que están ligados al proceso del desarrollo de la consecución del logro. Las habilidades físicas tienen estrecha relación con los sentidos y son: la vista, el oído, olfato, gusto y tacto. Además, existen habilidades motrices voluntarias y habilidades motrices condicionadas (neurológicas) Dentro de las muchas habilidades motrices voluntarias, podemos citar la habilidad de comunicarse verbalmente, el canto, el silbido, la fuerza, la destreza etc, etc. Y entre las habilidades motrices condicionadas podemos citar el tiritar, el transpirar, el parpadear, etc. La capacidad emocional ocupa la posición de conductora de la intención de hacer, es decir, entre la intención y los elementos que dan forma a la creación, se establece una relación de sujeto conductor y de objeto retribuidor. Únicamente después de completado el proceso completo del desarrollo del objeto creado, y luego de satisfecha la intencionalidad creativo propulsora podemos afirmar la existencia de un objeto creado. Este simple esbozo contiene la dinámica completa de una relación correcta. Una relación precisa de la satisfacción de quien la intenta, para lo cual es necesario, que el objeto receptor de su intencionalidad, sea completamente realizado, lo que exige de satisfacer las necesidades del mismo, validar el significado de su intención y cumplir completamente con el desarrollo de su propia gestación. Relación correcta es aquella que satisface a la intención propositiva, tanto como al sujeto intencional, al objeto que posibilita el logro y por supuesto, al logro consecuente de la satisfacción completa del objeto intencional. En cada intención creativa se precisa de la satisfacción de la intención propositiva, tanto como del sujeto intencional, del objeto que posibilita el logro y del logro consecuente de la satisfacción completa del objeto intencional. Por eso afirmo que el arte es el embajador de las correctas relaciones interpersonales. www.martinsoria.cl 18
  • 19. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 El índice cultural de la nación exige una amplitud de criterios para que las propuestas ofrecidas puedan ser consideradas como extraordinarias. El criterio para evaluar cualquier labor cultural ha de estar centrado en los fundamentos esenciales de la creación y no en las opiniones vertidas por artificios relativos a conciencias transitorias. La actividad encierra unos principios absolutos que son siempre válidos en toda relación que se establece. El estándar insuperable de estos principios se define en el sentimiento de plenitud, en el conocimiento de lo absoluto y en la práctica de lo completo. Nada supera a lo completo, nada supera a lo absoluto y nada supera a lo pleno. El sentido estético del arte ha de ser conectado con la búsqueda de lo completo, de lo absoluto y de lo pleno. Esa es la exigencia de la necesidad, del intelecto y de la voluntad humana. 59-DEFECTOS Y VIRTUDES Decimos que para crear cualquier cosa, es necesario del fundamento base de cuatro posiciones, es decir, posiciones sujeto emisor y objeto retribuidor, con una base correlativa; propósito centralizado en el sujeto emisor, y orden y localización de posiciones y de funciones. Además, sabemos que para la elección de la opción válida, dispone el ser humano de prudencia, para la completación del proceso de desarrollo de la acción dispone el ser humano del servidor de la fortaleza y para superar las diferencias posibles entre creador y objeto, el individuo contiene la virtud del servidor de la templanza. Pero por sobre todas estas virtudes, lo que el sujeto intencional espera es la unidad con su proyecto o consecuencia. Esta fuerza que une es el amor, pero el servidor que protege al amor es el celo. La prudencia, la templanza, la fortaleza y el celo son los servidores para la consecución de cualquier logro intencionado por el ser humano. Por sobre estos cuatro ángeles servidores custodios del orden productivo, se hallan los arcángeles custodios del valor, y esto son: la complacencia la razón y el deber cumplido. El servidor de la emoción es el sentido de complacencia, el servidor del intelecto es la razón y el servidor de la voluntad es el deber cumplido. El que cumple, el que sabe y el que complace, tiene en sus manos el poder del valor. Las virtudes decimos que son servidores del valor. Sirven al logro de la complacencia emocional, al logro del conocimiento verdadero y al logro del deber cumplido, o completo. Pero cada virtud opera dentro de un rango, en estos márgenes se encuentra la unidad, fuera de ellos, hallamos los defectos. El servidor de la prudencia es útil cuando opera en pro del discernimiento previo a la elección de la alternativa correcta, pero si extremamos la prudencia, se transforma en temor. Temor es el extremo precautorio de la prudencia. La prudencia extrema se transforma en temor. El temor no opta por la alternativa válida. Simplemente se niega a optar, extralimita a la precaución, extralimita a la prudencia. El servidor de la fortaleza consuma la opción valida, completa el proceso de la estructura productiva, pero la fortaleza extrema, se transforma en violencia, en obsesión en fanatismo. La templanza protege de las diferencias entre sujeto y objeto, permite la flexibilidad en la consecución del logro. Pero la templanza extrema, se transforma en tolerancia, en abandono, en anarquía. El celo es el servidor de la unidad, es el ángel de la guarda del amor, el custodio de la autenticidad. Pero en extremo, el celo se transforma en orgullo, en priorizar el uno por sobre el beneficio de la especie, se transforma en egoísmo. El celo extremo invierte las posiciones originales y prioriza la vida por sobre la tradición, prioriza a la vida por sobre el amor. Prioriza al individuo por sobre su especie. De estos extremos surgen los principales defectos de la especie humana, el hedonismo, el relativismo y el egoísmo. Por lo tanto las virtudes se transforman en defectos en sus extremos, al traspasarse las fronteras de la unidad, aparecen los defectos. El temor, la violencia, la tolerancia (el abandono) y el egoísmo, son productos del no tomar el punto de vista que beneficia a la especie (al todo y siempre válido) Del no mantener su posición www.martinsoria.cl 19
  • 20. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 conductual en pro del beneficio mutuo. Del no mantener el dominio sobre los objetos de la creación y en una palabra de no priorizar el bien común, de no multiplicar los valores absolutos. Estos extremos se ejercitan en la conducta social, pero se alimentan en la conducta moral de las costumbres. 60-EL TEMOR Debemos distinguir entre la precaución y el temor. Ser prudente o precavido, es tomarse el tiempo para discernir frente a la acción a tomar, al criterio a seguir, o al propósito intencional al cumplir. El temor no produce, no opta por alternativas constructivas, el miedo excluye, evita, rehúsa, prescinde, repudia o evade la opción. En el temor se distinguen algunas cualidades importantes de comprender, cualidades estas que potencian y desarrollan el miedo. Debemos comprender que el miedo es un error, es un defecto de la conducta moral. El miedo es producido por: 1- La presunción el prejuicio o anticipación imaginaria. 2- La conducta basada en la moral de las costumbres negativas. 3- Rechazo al dolor. 4- Ansiedad 1-La presunción de un probable acontecimiento negativo, inhibe, prohíbe e inhabilita a la estructura funcional del proceso creativo. A esto se le denomina anticipación imaginaria. El individuo imagina el desenlace del suceso, previo a su consumación. Cuando la realidad se transforma en fantasía, la prudencia se establece en función de la convicción imaginada. Lo que consecuentemente inhibe la opción. 2- La conducta basada en la moral de las costumbres negativas, contamina la realidad presente con la experiencia del dolor pasado. Las imágenes del recuerdo de una frustración sentimental, inhiben la acción del intercambio emocional. El recuerdo de un criterio falso, inhibe la confianza en el criterio presentado. La experiencia dolorosa en cualquier área coarta la exposición al acto en esa área. La experiencia de lo inconcluso, de lo incompleto, detiene el inicio diligente. 3- Rechazo al dolor. La experiencia del esfuerzo frustrado, del fracaso intencional, de la descalificación, desconfianza o desprecio, provoca el rechazo al intento. Evitar el problema no es la solución. Los problemas no se solucionan evitándolos, sino resolviéndolos. Todo logro implica esfuerzo, al esfuerzo constructivo se le conoce como motivación o trabajo, mientras que el esfuerzo destructivo produce sufrimiento y dolor. El miedo al dolor inhibe el esfuerzo necesario en la realización del acto. 4- Ansiedad. El deseo extremo o la ansiedad por algo surge de la necesidad extrema. El acto temerario produce ansiedad por superarlo, por evitarlo o por negarlo. La conducta temblorosa, el enrojecimiento o la transpiración son consecuencias de la ansiedad. La ansiedad se produce cuando priorizamos nuestro criterio, nuestra conducta o nuestros sentimientos por sobre los del otro. La ansiedad puede desembocar en ambición, en arrogancia o en egoísmo. Conducta terapéutica frente al miedo 1- Potenciar las situaciones de riesgo. Enfrentarse al límite constructivo. Debemos considerarnos ilimitados en nuestras intenciones y proyectos. Una educación basada en el esfuerzo extremo en el afecto, puede posicionar al amor por sobre la vida y evitar el temor a enfrentarse a situaciones obviamente superables. 2- Saber estar en el presente y proyectarse en base al desarrollo progresivo de la especie. 3- Aceptar la indemnización implícita en el cumplimiento de la intención. Toda intención implica un esfuerzo que indemniza lo creado. www.martinsoria.cl 20
  • 21. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 4- Priorizar el bien común. Sentirse especie, parte decisiva en el buen funcionamiento de la especie humana, del universalismo ecológico. El hombre ha de entenderse como dominador del todo y siempre, sólo esta apreciación puede abrirle las fronteras del temor. 60-FUNDAMENTOS ESENCIALES EN LAS ARTES PLÁSTICAS.- Por –artes plásticas- se entiende particularmente al tipo de labor creativa, cuyos implementos de trabajo, tienen directa relación con lo plástico. (El concepto “plástico” es un derivado del griego “ plástiko” o posteriormente del francés “plastique”, utilizado para significar, algo moldeable, compuesto por la unión de un aglutinante líquido, con un material en polvo). El concepto –plástica-, circunscribe además del trabajo grafico-pictórico, a la escultura, que conjuntamente con el trabajo marmóreo, utiliza también el barro, o la escayola, donde intervienen polvo, y el aglutinante líquido que corresponde a cada técnica. El significado del concepto también incluye a la arquitectura por el uso de implementos similares. Para no comprometer a nadie, les dejo a su elección, la decisión de admitir o no como artes plásticas, a aquellas manifestaciones creativas, cuyos artefactos no tengan nada que ver ni con el polvo, ni con el aglutinante líquido, pero espero que comprendan también la confusión que surge, cuando el signo asume la aleatoria intervención de un significado plural. Para encontrar los fundamentos de las artes plásticas, debemos enfocarnos en el análisis de su contenido esencial. Luego del estudio riguroso, encontramos al punto como elemento originario de la plástica. El punto determina la construcción de cualquier gráfico. Una línea, no es más que una sucesión de puntos. La mancha tonal es una agrupación de puntos. El matiz también contiene infinidad de puntos de color. La arquitectura está basada en la intervención de los espacios y espacio es la distancia entre dos puntos. Escultura es la suma de puntos que contiene un volumen. El punto es el factor esencial y determinante de la plástica. Pero, para que surja el punto es necesario del cumplimiento de algunas condiciones. La primera condición es la intención. Sin intención de realizar un punto, el punto no puede aparecer. Yo entiendo que para algunos, esta afirmación pueda aparecer dogmática, pero ¿podrían indicarme algo creado que no responda a una razón causal? El hecho de que ignoremos las razones sobre el porqué, o cómo se realiza un acto cualquiera, no le quita al acto, la razón de ser producto de una voluntad causal determinada. No estoy inventando nada, ya lo dice la ciencia: “ Todo efecto es a su causa, así como la causa es manifiesta en el efecto”. Incluso lo corrobora la filosofía “Todo acto, contiene intencionalidad y significación”. Sin necesidad de recurrir al comprobante bibliográfico, podemos entender fácilmente, que todo punto es resultado de un sentir la necesidad de hacer, de un saber hacer y de un poder hacer el punto, lo que conlleva a la determinación de realizarlo. A esta determinación se le puede adjudicar el carácter de tema. Tema, no es ni más ni menos, que la intencionalidad contenida en el hacer algo, en el obrar. El tema no tiene nada que ver con la explicación verbal del acto, ni con el “cuento” o con la “anécdota” de moda, y si tiene mucho que ver, con la intencionalidad de la labor creativa. Sin la intención de realizar, el punto no existiría, del mismo modo que sin la intención de representar a un hombre pensando, Rodin no habría construido su Pensador. El origen en ambos casos es la intención y por lo tanto lo denominamos tema. Una vez realizado el punto, dentro del perímetro del tiempo y del espacio, se ubica en relación posicional referencial con otro punto de la superficie donde se encuentre. Está puesto con relación a otra ubicación, lo que nos indica que el punto está “compuesto” Componer es poner algo en relación con otro algo, un segmento en relación con otro segmento, una superficie en relación con otra, o una posición en relación con otra. El punto realizado denota posición y por lo tanto, determina referentes posicionales o composición. Por ínfimo que este sea, el punto contiene un grafismo perimetral, además de un grado de claro oscuro o valor tonal, y consecuentemente, si este es visible por la retina humana, debe también contener un matiz de color. Pero por sobre todas estas condiciones insertas en él, el punto es reconocido por el apreciador, lo que nos demuestra que comunica. Es producto de un trabajo y para www.martinsoria.cl 21
  • 22. ARTICULOS DE MARTIN SORIA 6 su realización precisa del dominio de unas habilidades, a lo que denominamos técnica u oficio. El punto corresponde a la razón originaria por lo que denota originalidad, y es producto de la capacidad emocional intelectual y volitiva del creador, puesto que sin querer, sin sentir la necesidad de hacerlo, sin saber el cómo hacerlo y sin tener las habilidades para poder hacerlo, el punto no se habría realizado. Y finalmente, el punto al ser reconocido porque concuerda con la intención originaria, establece una relación armónica con el apreciador. Estos diez aspectos: 1-Temática 2-Composición 3-Grafica 4-Tono 5-Matiz 6-Comunicación 7-Oficio 8-Originalidad 9-Emoción Intelecto y Voluntad 10-Armonía Cada uno de estos diez aspectos supone un valor en el contexto de su totalidad. Por ejemplo la universalidad de la temática o la individualidad de la misma, conforman en su armónica relación, lo que conocemos como valor temático. La composición de contenido interno en idea, junto con la composición externa en imagen, también apropia en su armónica relación, lo que conocemos como valor compositivo. La precisión en el dibujo junto con la destreza en el trazo, desprenden de su armónica relación, el contenido de valor gráfico. De la armónica relación entre los claros y oscuros, se produce el contenido de valor tonal. El equilibrio de las diferencias cromáticas entre los colores cálidos y los colores fríos, establece el grado de valor cromático. De la armónica relación entre el postulado objetivo y subjetivo, germina el valor comunicativo. De la fusión armónica entre la inmediatez y la depuración, se desprende el valor técnico. La originalidad encuentra su valor en la compensación de aspectos refinados y comunes, representados en el trabajo creativo. La justa medida entre la captación de necesidades y de retribuciones, entre la intuición y la razón, y entre la suma de impulsos e inhibiciones, utilizadas en la construcción de un trabajo, producen el valor emocional, intelectual o volitivo de la obra. Todos estos valores, componen la esencia del contenido fundamental de las artes plásticas. Y es labor del autor el elevar la condición de cada uno de estos valores al estándar de excelencia lo que obliga al esfuerzo, al estudio y a la exigencia de una disciplina, cada vez más esmerada. La maduración en este esfuerzo y el dominio sobre cada una de estas áreas, es lo que determina las habilidades que representan la calidad de los trabajos. El arte es para todos, pero artista, es solo aquel que ejerce el dominio de una técnica a niveles de excelencia. www.martinsoria.cl 22