1. EL ROL DE LA IGLESIA DESDE LA ESCUELA DOMINICAL, Y LA FAMILIA EN
EL PROCESO FORMATIVO DE LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES.
Todo niño o niña desde su gestación en el seno de la madre, va asimilando todos
los procesos de cambios que experimenta (huevo, embrión y feto) y también la
madre (alegría, tristeza, dolor, cambios físicos y psicológicos), que trasmite a su
hijo y cuando nace ya tiene internalizado en su ser una serie de factores positivos
y negativos que van a formar parte de su personalidad y que influirán en su
desarrollo.
Por ende a la familia y a la iglesia se les ha asignado la responsabilidad del
proceso formativo que busca desarrollar armónica y coherentemente todas y cada
una de las dimensiones del ser (ética, espiritual, cognitiva, afectiva, comunicativa,
estética, corporal, y socio-política), a fin de lograr su realización plena en la
sociedad. Para ello es importante analizar el arduo trabajo que desde la escuela
dominical se está haciendo, el cual va más allá de las clases de los domingos,
siendo el hogar (en familia) el principal escenario donde se debe construir.
Ahora bien, se debe tener en cuenta que para que se dé el aprendizaje y tener
como resultado una formación integral, existen unos factores que datan de unas
estructuras mentales, de acuerdo la edad del niño, es decir que se debe
aprovechar al máximo el potencial de cada etapa, para incidir positivamente en la
formación de todas las dimensiones del ser. Se observa relacionado en la palabra
de Dios cuando toma al niño Jesús como ejemplo, en San Lucas 2:52 “Jesús
siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de
Dios y de toda la gente.” (Versión Biblia al Día). Así se describe el desarrollo de
Jesús durante los años de su niñez, además se confirma analizando algunos
aportes científicos sobre las estructuras mentales (denominadas así por Jean
Piaget) que posee el ser humano para su desarrollo cognoscitivo, definidos como
estadios del aprendizaje; Este proceso va tomando diferentes características
conforme a la edad en que el niño vaya avanzando.
2. Ahora, se da una mirada al aporte constructivo que hace la Iglesia desde la
escuela dominical teniendo en cuenta, el conocimiento que educación cristiana es
un proceso de acción y reflexión, integral y permanente, que a través de la
correcta interpretación y comunicación del mensaje bíblico, hace posible la
transformación y humanización del ser humano y de la sociedad, para participar
plenamente en el reino de Dios. Por esto se le da gran importancia a la tarea
asignada por el señor Jesucristo, “id y predicad el evangelio a toda criatura y el
que creyera y fuera bautizado ese será salvo”. Este mandato nos hace ser
sensibles a la responsabilidad del alcance del objetivo, que se fundamenta en
alimentar la fe de los niños, niñas y adolescentes, darles las herramientas para el
crecimiento y desarrollo de sus vidas en lo espiritual, las cuales han de ser parte
constitutiva de su personalidad (Cf. Mt. 19:13-15).
En cada actividad litúrgica el niño participa con su propia comprensión y adoración
a Dios sin dejar de mencionar que se logra través de la unción del espíritu santo
que tenga el maestro y la utilización de las herramientas didácticas que ofrece el
departamento de escuela dominical, de acuerdo al contexto, No obstante, hay
algunas falencias, ya que para orientar y poder formar en sus distintas situaciones
a los niños, niñas y adolescentes es menester que el maestro (que tiene en sus
manos tan gigantesca responsabilidad) sea innovador y esté a la vanguardia para
brindar una formación holística que visualice el pensamiento de manera integrada
y logre satisfacer las necesidades cognitivas, espirituales, éticas y emocionales de
esta nueva generación la cual es el relevo y que amerita tener solidez en sus
bases.
Además, se hace referencia a la responsabilidad formativa de la familia, Vigotsky
dice: que hombre tiene una zona de desarrollo próximo (socio genética) y sustenta
en su tesis que aprendemos de las personas más cercanas a nosotros; en este
caso son todas aquellas personas que están a nuestro lado cuando somos niños;
por ende, la familia, que es un escenario privilegiado para la construcción de una
formación integral, es el primer ámbito social en el cual el niño (como resultado de
3. la trasmisión intrafamiliar), comienza a aprehender todas aquellas pautas, reglas
valores y costumbres, que lo preparan y le aportan las principales herramientas
que le garantice no solo el bienestar físico y emocional, sino también contribuir a la
continuidad para su salida a la vida social. Dice la palabra de Dios: “Porque del
corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos,
falsos testimonios, blasfemias” (Mateo 15:19), es evidente que no se puede omitir
la educación del corazón. Es importante dirigir el corazón del niño hacia la bondad.
Debido a que las tentaciones son ineludibles es importante saber distinguir por si
mismo entre lo correcto y lo incorrecto. Desde una edad temprana, los padres
deben infundir en los niños el amor por lo bueno y la intuición que le ayudará
reconocer y combatir las tentaciones. Lo que es muy importante, es implantar un
profundo amor por Dios en la edad más temprana, antes de que ellos pierdan la
sensibilidad y la percepción. Sin perder de vista, el flagelo de familias de la
actualidad (porque no son iguales aquellas que constituían a la sociedad de
décadas pasadas), hoy vemos unos modelos de familia como son las familias
ensambladas o mixtas: aquellas en las que coexisten un padre o una madre con
su nueva pareja y los hijos de uno y otro, y las monoparentales que están
lideradas por el padre o madre del hijo o hijos.
ADELAIDA MACHADO HERNANDEZ
PSICOLOGA T.P. 10246