Es una versión modificada y adecuada a partir de información aportada por Rebeca Reynaud http://www.slideshare.net/RebecaReynaud/gracia-santificante-60?from_search=1
2. A imagen y semejanza
Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, dándole un
alma espiritual e inmortal, capaz de conocerlo y amarlo, y
alcanzar una felicidad proporcionada a su naturaleza, nos
dio la dignidad de ser hijos suyos.
3. El Catecismo de la Iglesia
Católica dice en el n. 2000:
La gracia santificante
es un don habitual,
una disposición
estable y sobrenatural
que perfecciona al
alma para hacerla
capaz de vivir con
Dios, de obrar por su
amor.
4. La gracia no es una
“cosa”. Es ante todo
y principalmente el
don del Espíritu que
nos santifica y
justifica. No es algo
que se superpone,
sino que transforma la
naturaleza humana.
5. Con la gracia santificante hay una elevación general de la
naturaleza humana que es participación en la vida trinitaria.
Además, las virtudes teologales –fe, esperanza y caridad- permiten
obrar de un modo nuevo.
La gracia santificante es un don personal sobrenatural y gratuito ,
que nos hace verdaderos hijos de Dios y herederos del cielo .
La gracia santificante es la vida sobrenatural del alma.
6. La gracia nos
hace
agradables a
Dios.
Lo primero que hay que
tener presente es que
“justicia” en la Sagrada
Escritura significa
propiamente “santidad”.
(Cfr. Rom 1, 16-17). El proceso
de justificación, por tanto,
comprende todo lo que
el alma necesita para salir
del pecado grave y
alcanzar la gracia
santificante.
7. Las acciones de los hombres que no
están en gracia de Dios, aunque
tengan su valor, no rebasan los
límites de lo humano. En cambio,
cuando un hombre está en gracia
de Dios, es miembro del Cuerpo
Místico de Cristo, y entonces sus
obras, por sencillas que sean,
pertenecen a un plano sobrenatural,
infinitamente superior a todo lo
humano.
8. La gracia se pierde por el pecado grave.
Estando en pecado mortal no se puede merecer
nada. Quien ha perdido la gracia santificante no
puede vivir tranquilo, pues está en un peligro de
condenarse.
10. Por consiguiente, la fe, como simple
adhesión intelectual o simple confianza,
NO BASTA para salvarse. La fe debe tener
obras, exige manifestarse en toda nuestra
conducta.
Santiago 2, 19-26: ¿Tú crees que hay un
solo Dios? Haces bien. También los
demonios lo creen y tiemblan.
11. Bibliografía
P. Jorge Loring, Para Salvarte.
Juan Francisco Pozo, La vida de la gracia, Nostra
Ediciones, México 2002.
Juan Luis Lorda, La gracia de Dios, Palabra,
Madrid 2004.
Luis María Martínez, El Espíritu Santo, Ed. Stvdivm,
Madrid 1963.
Reynaud