Aportaciones del grupo de padres de la Escuela de Padres General que desarrolla el Equipo de Atención Temprana de Alcobendas-San Sebastián de los Reyes durante el curso 2014-15
ACERTIJO LA RUTA DEL MARATÓN OLÍMPICO DEL NÚMERO PI EN PARÍS. Por JAVIER SOL...
Resumen 3ª sesión
1. VUESTRAS APORTACIONES:
La madre del cangurito muestra una actitud egoísta, manifiesta
miedo a que crezca y se vaya. Muestra inseguridad, falta de
sensibilidad, frustración y dominancia por excesiva
sobreprotección.
La madre del cangurito intenta cubrir sus necesidades y
carencias afectivas con el niño y no le deja crecer ni
desarrollarse para no perderlo.
El cangurito deseaba libertad y cuando por fin la tiene no tiene
habilidades para utilizarla. Vemos que el miedo inculcado por la
madre influye en la vida posterior del cangurito.
2. Esta forma de educar tan autoritaria y sobreprotectora crea en el
cangurito inseguridad, falta de autonomía, de iniciativa, limita su
evolución, le anula, le convierte en un ser antisocial.
Los padres debemos apoyar a nuestros hijos y evolucionar a
medida que lo hacen ellos, adaptándonos a su evolución.
A veces, es difícil encontrar el equilibrio entre la necesidad de dar
autonomía a los niños y mediar en algunas situaciones (Ej.
Conflicto en el parque con los juguetes).
Constatamos cómo los padres proyectamos en los hijos cómo
queremos y cómo no queremos que sean.
3. ORIENTACIONES:
El desarrollo de la autonomía junto a la seguridad afectiva forman parte
de las necesidades básicas de todos los niños.
El acompañamiento que hacemos de nuestros hijos atraviesa distintas
fases: al principio necesitan todo nuestro apoyo, poco a poco van siendo
capaces de desplazarse, explorar, expresarse…sin nuestra ayuda. Se va
adquiriendo el sentimiento de “yo puedo”.
En ocasiones, estamos atrapados por el “miedo a actuar”. Hay que asumir
que cuando damos autonomía a nuestros hijos, estamos asumiendo
riesgos. Por ello, es importante solucionar nuestros propios miedos,
gestionar nuestras propias carencias, no intentar cubrir nuestras
necesidades volcándolas en nuestros hijos.
Es importante trabajar nuestras inseguridades afectivas explorando
nuestras emociones. Aprender a cuidarnos a nosotros mismos bien sólos o
apoyándonos en nuestra pareja.
4. Reflexionar sobre nosotros mismos: identificando nuestros miedos,
expectativas, modos de reaccionar ante los hijos…, nos permitirá controlar
nuestras vivencias y conductas para no trasladárselas a los hijos.
Es importante que analicemos la dependencia que solemos tener de la
opinión de los demás ante las conductas de nuestros hijos. Tenemos
derecho a ser los padres que queremos ser, elegir cómo hacemos las
cosas y tener la capacidad de defender las posturas que adoptemos ante
los demás.
Admitir que no somos perfectos y que el error puede ser una fuente de
aprendizaje son buenos puntos de partida para cambiar y mejorar como
padres y madres y evitar sentimientos de culpabilidad que sólo sirven para
bloquearnos.
5. El ambiente en el que nosotros como padres nos hemos educado influye
en la forma que educamos a nuestros hijos. De todas formas, nuestro
estilo educativo lo vamos configurando en la medida en que
establecemos el vínculo con nuestros hijos y vamos aprendiendo
juntos.
Aunque nadie tenemos un estilo educativo puro y único, debemos
identificar dónde estamos: en un estilo más sobreprotector, más estricto y
controlador… y dirigir los esfuerzos a compensar nuestras carencias.
Hay que analizar igualmente cómo se ubican estos estilos dentro de la
pareja y evitar solucionar los desencuentros delante del niño, por muy
pequeño que sea. Tenemos que encontrar lo mejor del otro y evitar
agudizar los extremos.