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Guía de Padres
Una de las mayores alegrías que puede experimentar una persona es tener la libertad
de ser ella misma
Cuando somos capaces de vivir en armonía con la naturaleza y de ser espontáneos, nos sentimos
contentos, ligeros, satisfechos y nos manifestamos a los demás de manera afectuosa y abierta.
En esos momentos en que somos sencillos, sinceros y creativos, todo funciona mejor, sentimos
entusiasmo, gratitud, y nos acercamos al amor.
Por eso, un aspecto fundamental de la educación de nuestros hijos es guiarlos para que se
realicen y expresen lo que verdaderamente son.
Cada niño es único y valioso, tiene derecho a ser aceptado, a gozar y a desplegar la
riqueza de su ser y ofrecerla a los demás
Los padres hemos de respetar y apreciar la personalidad, las cualidades y limitaciones de cada
niño, sus gustos, necesidades y deseos; darle la libertad de pensar, sentir, jugar y fantasear
para que sus capacidades y talentos alcancen la plenitud, para que su existencia resulte útil,
feliz y llena de sentido.
En nosotros recae la responsabilidad y el gran privilegio de cuidar —y enseñarle a cuidar— su
cuerpo, su inteligencia y su sensibilidad. Nosotros somos los encargados de favorecer su contacto
con el conocimiento, la belleza y la espiritualidad; de enseñarlo a relacionarse solidariamente
y a perseverar en las adversidades; de llevarlo de la mano —sin caminar por él— hasta que
sea independiente y pueda tomar en sus manos —hasta donde es posible— el control de
su vida.
Con nuestra guía respetuosa, el niño va descubriendo qué es el mundo, quién es él,
qué quiere hacer con su vida y cuáles son sus valores
Esos descubrimientos le darán un pensamiento y un juicio propios, le ayudarán a decidir por
sí mismo lo que debe hacer en las diferentes circunstancias de su vida, y le darán un sentido
de pertenencia y compromiso con su familia, su comunidad y su planeta.
Un mundo en constante cambio necesita la contribución de cada uno de sus habitantes
El progreso de las sociedades se basa en la diversidad de sus miembros, en que cada uno
aporte sus ideas, su esfuerzo y sus sueños particulares. Para ello, es indispensable cultivar y
fortalecer la autoestima y la autonomía de las personas, sean niños o adultos; esforzarnos para
que el entusiasmo, el trabajo, la imaginación, la creatividad y los sueños de todos transformen
nuestro mundo en un mejor sitio para vivir.
APRENDER A SER
Autoestima es el valor que damos a
nosotros mismos
Es conocernos, aceptarnos y querernos, es
estar contentos con lo que hacemos y con
lo que somos. La autoestima nos hace sentir
que nuestro trabajo es importante, que
podemos lograr lo que nos proponemos y
que tenemos algo que ofrecer a los demás.
La persona con autoestima alta se percibe
como un ser único y valioso
Una persona segura de sí no trata de aparentar
lo que no es; aprecia sus talentos y también
reconoce sus limitaciones, sabe pedir ayuda
y puede reírse de sí misma.
Una persona con buena autoestima trata de
hacer las cosas lo mejor que puede, pero no
necesita ser perfecta; no se compara con los
demás ni requiere la aprobación ajena para
sentirse bien. Si se equivoca, acepta sus
errores, aprende de ellos e intenta otras
maneras de alcanzar su objetivo.
Una persona con autoestima sana toma
decisiones y se responsabiliza de ellas; hace
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
Las palabras tienen un gran poder para fortalecer o debilitar la autoestima
de una persona.
Observe cómo se habla a sí mismo. ¿Se trata con respeto o se devalúa?
Se dice cosas como: “¡Qué bien lo hice!” o “Me equivoqué otra vez, ¡qué
tonto soy!” “Es un reto que me entusiasma” o “Es muy difícil, no voy a
poder”.
Esté atento a la manera como habla a su niño. ¿Lo trata con consideración
o lo critica? Le dice: “Eres un torpe. Nunca haces nada bien” o “Vuelve a
intentarlo, seguro que lo vas a lograr”.
Durante todo un día, lleve en la bolsa dos pequeñas hojas de papel de
diferente color. Cada vez que se sorprenda pensando mal, agrediéndose o
culpándose a sí mismo, corte un trocito de una de las hojas. Si nota que
piensa o dice algo agradable sobre usted, corte un pedacito del mismo
tamaño de la otra hoja. Al final del día compare qué papel quedó más
pequeño.
Otro día haga lo mismo, pero recortando un papel cuando piense mal de su
hijo, lo juzgue o lo insulte, y cortando otro cuando lo anime y le diga algo
agradable. Después de una semana, repita el ejercicio. Vea si los papeles
resultaron diferentes a los de la primera vez.
Dése cuenta si sus palabras —y sus pensamientos y sentimientos— mejoran
al ser consciente de ellos. No olvide que tiene la obligación de cuidar a su
hijo y de evitar agredirlo.
Guía de Padres
100
La autoestima es el valor que nos damos a nosotros mismos
I. El cuidado de la autoestima
lo que considera correcto y es capaz de decir “no” sin sentirse
culpable. Cuida de su bienestar y es sensible a las necesidades
de los que le rodean; expresa sus emociones, sabe escuchar
y es capaz de resolver con serenidad y confianza los conflictos
que se le presentan.
La persona con autoestima débil cree que no es valiosa
Una persona insegura se desprecia y desconfía de sí misma;
tiene miedo de mostrarse tal cual es, así que suele tratar de
impresionar a los demás y alardear de cualidades que no
posee.
Sus relaciones son difíciles y conflictivas, y como es incapaz
de apreciar a los demás, los envidia o los desprecia.
Una persona que no se valora, evade las obligaciones y deja
pasar las oportunidades, pues cree que no las merece o no
puede con ellas. Evita tomar decisiones, y al tener que aceptar
lo que otros eligen, se siente enojada y frustrada.
La persona con baja autoestma es rígida, se aferra a lo que
siempre ha hecho, y cuando fracasa en algo, niega sus
equivocaciones o bien se desespera, se culpa o se paraliza.
Carece de fuerza para luchar por sus metas.
La mayoría de los seres humanos vivimos una mezcla
de alta y baja autoestima
Ninguna de las dos situaciones se da en estado puro. Tenemos
épocas en que nos sentimos más valiosos y útiles que en
otras. Es natural. Lo importante es ser conscientes de que
tenemos en nuestras manos el poder de transformarnos. Y
también, que tenemos la oportunidad de ayudar a construir
y mantener una alta autoestima en nuestros hijos.
La formación de la personalidad del niño está
íntimamente relacionada con su autoestima
Los comportamientos y actitudes de los niños, e incluso su
mismo desarrollo, dependen de cómo se ve a sí mismo. La
autoestima es la base sobre la que se apoya el niño para
alcanzar la plenitud de sus capacidades, para
crecer sano y feliz, para ser productivo y
creativo. De la autoestima depende en gran
parte su rendimiento escolar y sus relaciones
sociales.
Cuando el niño entra a la escuela primaria
empieza a interactuar con el mundo sin
la protección de sus padres
La aprobación de los compañeros comienza
a jugar un papel fundamental en la autoestima
del niño, pero para ser aceptado, tiene que
sentirse seguro y desarrollar destrezas y
habilidades de todo tipo.
A partir del tercer año de primaria, el niño
es capaz de darse cuenta de sus fuerzas y
limitaciones reales: sabe en qué puede
sobresalir y qué le cuesta trabajo; se mide
con otros y comprende que para lograr lo
mismo que un compañero con mayor talento,
necesita esforzarse más.
En esta etapa es fundamental fortalecer la
autoestima de nuestro hijo en casa, ayudarlo
101
a darse cuenta de que posee los recursos para conseguir lo
que se proponga. Él tiene que encontrar su camino para
llegar a ser una persona valiosa para sí y para los demás,
pero todavía requiere de nuestro apoyo para reconocer sus
capacidades y hacerlas valer.
Los padres tenemos cuatro herramientas básicas para
apoyar a nuestro hijo en la construcción y
fortalecimiento de su autoestima
La primera herramienta, indispensable para aplicar las otras
tres, es el cuidado de nuestra propia autoestima. La segunda
consiste en estar atentos a la forma en la que valoramos al
niño y a las expresiones y palabras que usamos para referirnos
a él. La tercera es darle oportunidades para probarse y
superar retos por sí mismo, de apoyarlo sin sobreprotegerlo.
No sobreproteja a su hijo
No califique a su hijo, puede dañar su seguridad
102
La cuarta, y la más importante, es nuestro amor.
Una alta autoestima se basa en tres certezas: Soy alguien
querido, soy valioso y soy capaz.
PRIMERA HERRAMIENTA: NUESTRA PROPIA
AUTOESTIMA
Para ayudar a nuestro hijo a construir una autoestima alta
es indispensable trabajar en nuestra propia valoración.
A ninguna edad hay que dar por sentada la autoestima. Las
críticas y reveses (como las dificultades económicas, los
problemas en las relaciones, las pérdidas o enfermedades)
la ponen en riesgo. Por eso es necesario que revisemos con
frecuencia la idea que nos hacemos de nosotros mismos, que
la modifiquemos si no nos satisface y que nos arriesguemos
a luchar por lo que en verdad anhelamos. Cultivar nuestra
autoestima le hará un enorme bien a toda la familia.
SEGUNDA HERRAMIENTA: LAS PALABRAS
Las palabras tienen un impacto del que muchas veces
no nos damos cuenta
Según una leyenda africana, en una región al sur de ese
continente, crecían árboles de raíces débiles, pero de madera
tan dura que era muy difícil cortarlos con hacha. Para
derribarlos, una persona subía hasta la punta y gritaba:
“Árbol, eres desagradable, no sirves para nada; nos molestas,
nos estorbas...” Y seguía insultándolo hasta que el árbol caía
por sí solo, vencido y marchito.
Cuando maltratamos a nuestro hijo, no lo vemos caer porque
lo que se marchita está dentro de él.
El niño termina por creer lo que decimos de él
Las palabras que le dirigimos a nuestro hijo deciden en un
alto grado la clase de persona que llegará a ser. En la etapa
escolar, sus raíces no han acabado de crecer, aún son frágiles
y poco profundas, por eso las críticas, amenazas o burlas
tienen un gran impacto en el concepto que está formándose
de sí mismo. Si lo etiquetamos: “Eres un inútil, un torpe, un
irresponsable”, acabará comportándose de acuerdo con esos
atributos y crecerá pensando que vale muy poco. En cambio,
si le comunicamos nuestro aprecio y aceptación, el niño se
sentirá valioso, querido y satisfecho.
Los padres podemos reforzar la autoestima de nuestro
hijo al hacerle notar sus aciertos en lugar de señalar
todos sus errores
Si, por ejemplo, nuestro hijo despertó solo y se vistió para
ir a la escuela, pero se retrasó porque tuvo que buscar su
cuaderno y su lápiz, podríamos decir: “Qué bueno que te
arreglaste con tanto empeño, ya sólo falta arreglar tus cosas
en la noche para no perder tiempo a la hora de salir”. Insistir en
lo positivo da al niño una visión favorable de sí mismo.
Esto no significa hacerle halagos falsos, pues el niño
se da cuenta de la realidad
Al niño le molesta escuchar: “Qué precioso dibujo hiciste.
Eres un artista”, cuando él sabe que su trabajo es defectuoso
y ha sido realizado sin esmero. También se siente incómodo
cuando lo calificamos: “Eres muy listo” o “Eres un niño bueno”.
No lo amenace ni se burle de él pues sus
palabras tienen un gran impacto
Refuerce la autoestima del niño señalando
los aciertos en vez de los errores
Nuestro hijo necesita que le ayudemos a percibir sus logros
y a apreciar lo que es real y tangible, no nuestras opiniones
o juicios, incluso si éstos son favorables.
El elogio suele afectar de manera negativa la autoestima. Si
un niño ha sido educado con halagos, se hace dependiente
de las opiniones ajenas, requiere la aceptación de otros para
confiar en su habilidad y es incapaz de formarse un juicio
propio acerca de lo que realiza.
No es lo mismo elogiar a nuestro hijo que animarlo y
estimularlo. La diferencia es sutil pero muy importante
Cuando lo estimulamos, no mencionamos nada acerca de su
persona, simplemente describimos sus acciones y le mostramos
lo complacidos o agradecidos que estamos por ellas: “Es
estupendo que hagas tu tarea todas las tardes. Te debes
sentir satisfecho” “Gracias por ayudarme a poner la mesa”
“Tu trabajo sobre las ballenas me hizo saber muchas cosas
interesantes que desconocía”.
Lo que el niño cree que es capaz realizar
—y lo que no— es una fuerza muy poderosa
para limitar sus capacidades o hacerlas crecer.
No es necesario que el niño sea perfecto
Los padres desalentamos a nuestros hijos
cuando les planteamos metas demasiado altas
o imposibles de alcanzar (sacar puros dieces,
meter más goles que los demás, no ensuciar
los zapatos en la escuela). Si le exigimos que
actúe por encima de sus capacidades o de
su edad, se sentirá frustrado, incompetente,
y dejará de intentar cualquier cosa que no
esté seguro de hacer a la perfección.
Las felicitaciones negativas como: “Está bien,
pero si tú quisieras, mejorarías tus
calificaciones” o “Ya era hora de que arreglaras
tu cuarto” lo desaniman, pues le hacen sentir
que nunca es suficientemente bueno.
Las situaciones que lo hacen sentir útil
fortalecen su autoestima
El niño necesita saber que es capaz de ayudar y que su apoyo
es apreciado. En casa existen infinidad de ocasiones para
colaborar: regar las plantas, darle de comer al perro, jugar
con su hermanita. Si los padres fomentamos y agradecemos
su disposición a contribuir al bienestar de la familia, él
considerará natural cooperar también con sus compañeros
y con los maestros de la escuela, o formar parte de grupos
en los que realice acciones a favor de otras personas.
CUARTA HERRAMIENTA: EL AMOR
En la primaria, el niño necesita sentir que pertenece y tiene
un lugar en su familia, que ahí es importante, único e
insustituible.
El niño necesita estar seguro de que nuestro amor no depende
de lo que haga sino de lo que es; de que, aunque le pongamos
límites, y en ocasiones no aceptemos su conducta, estaremos
siempre dispuestos a apoyarlo y a recibirlo en nuestros brazos.
TERCERA HERRAMIENTA: OPORTUNIDADES DE
SUPERAR RETOS
El sentirse capaz de hacer bien las cosas refuerza la
autoestima del niño
Cada vez que nuestro hijo intenta y logra algo, su confianza
se fortalece. Cuando consigue andar en bicicleta, aprender
a leer, caerle bien a sus amigos o hacer una investigación
para la escuela, se siente bien y seguro de su capacidad.
Mientras más competente se considere, más satisfecho estará
y más se arriesgará a resolver situaciones en las que pueda
equivocarse.
En la edad escolar tenemos que dar atención especial
y un gran apoyo a nuestro hijo, pues son años críticos
en su desarrollo
El niño necesita oportunidades de ejercitarse en distintas
actividades y de probarse en retos que pueda superar. A los
padres nos corresponde animarlo a vencer las dificultades y
a persistir en sus intentos de mejorar; encontrar sus cualidades
únicas, saber para qué tipo de actividades es más hábil y
darle las facilidades para desarrollar sus talentos.
El niño aprende a confiar en sí mismo si sus padres
confiamos en él
No ayudamos al niño si hacemos lo que él es capaz de realizar
o si intervenimos cuando él trata de encontrar la solución.
El apoyo innecesario es una crítica oculta: “No eres capaz de
hacerlo bien, así que lo hago yo”.
Si él nos pide ayuda o nos pregunta qué hacer, en vez de
darle respuestas o consejos, conviene hacerlo reflexionar:
“¿Qué crees que pasaría si...?” “¿Cuál sería tu decisión en
caso de ...?” “¿Piensas que ayudaría el que...?”
Si el niño se siente inseguro, hay que manifestar nuestra
confianza y recordarle las habilidades que ha demostrado en
otras ocasiones: “Tú resolviste anteriormente aquella situación,
así que tienes la capacidad de hacer esto”.
103
Si el niño se siente inseguro manifestémosle nuestra confianza
recordándole sus habilidades
No le exijamos metas por encima de sus
capacidades
Pruebe algunas de las siguientes
recomendaciones
Pregúntese si se considera usted una persona valiosa y
si tiene algo único que ofrecer a los demás: le transmitirá
estos sentimientos a sus hijos.
No busque la aprobación de otros para sentirse bien.
Recuerde que usted es el único responsable de su bienestar.
Si su hijo tiene algún problema en su rendimiento escolar,
trate de averiguar si él cree que no es capaz o valioso.
Entérese de qué tanta aprobación recibe de sus
compañeros.
Ayude a su niño a reconocer sus capacidades y sus
dificultades, para que pueda trabajar con ellas y esforzarse
por superarlas.
Propóngale distintas actividades a través de las cuales
pueda desarrollar sus talentos.
Revise lo que piensa y lo que dice de su hijo. Háblele con
cariño y respeto.
Describa y reconozca las acciones positivas del niño y
exprese lo satisfecho o agradecido que se siente por ellas.
No le haga halagos falsos a su hijo.
Valore el esfuerzo del niño además de sus logros. Anímelo
a vencer las dificultades y a persistir en lo que se propone.
Confíe en su hijo y comuníquele su confianza.
Fomente la libertad de su hijo para actuar, decidir y
responsabilizarse de lo que hace.
No haga por el niño lo que él es capaz de hacer, ni
intervenga cuando él trata de encontrar la solución a
algún problema.
Busque situaciones en las que su hijo pueda ayudar a
otros y sentirse útil.
Pregúntese si se considera usted una persona
valiosa
Entérese de qué tanta aprobación recibe
de sus compañeros
104
Si el rendimiento de su hijo es bajo, averigüe
cómo anda su autoestima
Es normal que su hijo busque la aprobación
de sus compañeros
Descubrir a nuestro hijo mintiendo o robando es algo que suele causarnos preocupación
Si reaccionamos en forma violenta y exagerada complicamos la situación y no ayudamos al
niño a corregirse. En cambio, puede sernos útil retomar los conceptos de la autoestima, la
disciplina, la autonomía y los valores para comprender el significado de estos comportamientos
y manejar mejor la situación.
MENTIR
La sinceridad es un valor y por lo tanto necesita expresarse claramente en las acciones
cotidianas de la vida familiar
En la edad escolar, el niño ya es capaz de comprender lo que significa la verdad en las relaciones
entre las personas. Es recomendable aprovechar las oportunidades de la convivencia para
manifestar qué tanto apreciamos este valor. Los juegos propuestos en el capítulo III Los padres
y los valores podrían servirnos en este caso.
Hay muchas razones por las que un niño puede mentir
En la edad escolar las mentiras más frecuentes son las que dice el niño para protegerse, para
cubrir algo que hizo mal, para resolver sus problemas, evitar un castigo, obtener un beneficio
o para no tener que hacer algo que les disgusta.
También mienten para llamar la atención. Inventan historias y las cuentan con emoción para
tenernos pendientes de sus palabras: “...Y entonces me subí hasta lo más alto del árbol y vi
cómo un gato enorme se disponía a devorar
a unos pajaritos recién nacidos. Yo luché con
él y los salvé. Luego uno de ellos se cayó del
nido, pero yo lo atrapé con una sola mano...”
A un niño que acostumbra exagerar sería
adecuado recomendarle escribir sus historias,
pero también distinguir entre lo que en realidad
pasó y lo que él agregó.
Si le gusta engañar a otros para divertirse,
hay que explicarle por qué conviene decir la
verdad, es decir, deberá saber que ser sincero
hace que los demás confíen en nosotros.
En los primeros años de primaria todavía es
apropiado el cuento del pastorcito que
acostumbraba gritar para divertirse: “¡Ahí
viene el lobo. Se va a comer a mis ovejas!”
y que de tanto mentir, el día que el lobo
realmente apareció, nadie le creyó. A los niños
les gusta esa historia.
Una de las razones por las que el niño
miente es que escucha a sus padres decir
mentiras
Nuestra actitud ante la verdad es muy
importante. A veces, los adultos mentimos
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
La honradez y la verdad son valores que el niño aprende de sus padres.
Vivirlos en las experiencias concretas de la vida familiar es un aprendizaje
invaluable para él.
¿Qué piensa usted de las mentiras? ¿Cree que se justifican en alguna ocasión?
¿Por qué? ¿La honestidad es un valor importante en su familia? ¿Alguna vez
ha tomado usted algo que no le corresponde?
Guía de Padres
124
Si le gusta engañar a otros para divertirse, hay que explicarle
por qué conviene decir la verdad
VII. Mentir y robar
por comodidad o para no quedar mal. Pedir
al niño que mienta por nosotros: “Dile que
estoy enfermo, que no puedo ir”, lo
desconcierta, y compromete su formación
ética. ¿Cómo va a defender la verdad, si es
cómplice de nuestras mentiras?
Otras veces mentimos para no herir los
sentimientos de los demás. Si la tía nos da
un regalo que nos desagrada y le decimos:
“Está precioso, muchas gracias. Lo voy a poner
en medio de la sala para que luzca”, el niño
sabría que no estamos diciendo la verdad, y
eso nos coloca en una situación difícil, aun
cuando se trate de mentiras piadosas. Es
mejor intentar otro tipo de respuestas: “Qué
amable eres por traernos un regalo. Agradezco
mucho tu generosidad”.
Existen situaciones delicadas en las que
decir la verdad puede causar daño o dolor
a alguna persona
En esos casos, tendremos que ayudar a nuestro
hijo a analizar con detenimiento la situación
y a revisar el orden de importancia de sus valores para tomar
la decisión.
Si el niño vio a su amigo copiar en un examen del que depende
que pase el año, y la maestra, sorprendida por los buenos
resultados, le pregunta si él sabe si hizo trampa, el niño
tendrá que valorar las consecuencias para su amigo, la lealtad
que le debe y la honestidad con su maestra. Al reflexionar
sobre estos casos complicados va formando su criterio y se
va acercando a la plena autonomía.
Cuando el niño reconoce una falta o acepta una mentira
es porque espera nuestra confianza y comprensión
Si el niño nos dice: “Ya me entregaron calificaciones en la
escuela, pero las escondí porque reprobé español”, debemos
apreciar el valor de su honestidad y ayudarlo a buscar la
solución al problema: “Qué bueno que te atreves a admitirlo,
125
¿por qué crees que te fue mal? ¿Qué piensas hacer? ¿En qué
puedo ayudarte?” Si se siente apoyado por nosotros es
probable que siga siendo sincero y admita sus errores para
que le ayudemos a corregirlos.
Debemos ser muy cuidadosos para no acusar al niño
de algo que no sabemos si hizo o no
Sospechar y desconfiar de nuestro hijo, acorralarlo para que
nos diga la verdad sin darle oportunidad de expresarse, o
amenazarlo y castigarlo sin estar seguros, es algo que el niño
vive como una gran injusticia. Si nos equivocamos en nuestra
acusación, tenemos que admitirlo ante el niño y pedirle una
disculpa.
Si el niño miente con frecuencia y se aleja de la realidad,
es importante analizar las causas de su conducta
Tenemos que comprender cuáles son los motivos que lo llevan
a mentir y qué sentido tiene para él esconder la verdad.
Quizá estamos presionándolo en exceso o le estamos pidiendo
resultados demasiado altos en la escuela o en las obligaciones
en casa. Si es así, debemos eliminar las exigencias, dejar de
corregirlo en cosas sin importancia y animarlo a que exprese
sus sentimientos.
Si el niño continúa mintiendo en forma constante o en asuntos
serios, conviene buscar apoyo profesional.
ROBAR
Existen recursos que los padres podemos utilizar para
prevenir que nuestro hijo llegue a robar
Es normal que un niño pequeño tome algo que le llame la
atención, porque no tiene un sentido de la propiedad bien
desarrollado, pero en la etapa escolar, el niño ya sabe que
tomar lo que no es suyo es una conducta inapropiada.
Los padres tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestro
hijo las maneras adecuadas para conseguir lo que queremos.
Sin escandalizarnos ni asustar al niño
debemos actuar con firmeza
Cuando mentimos para no herir los sentimientos de los demás
cofundimos a nuestro hijo
Si cree que algún hermano o hermana tiene
más atención, privilegios o regalos que él, o
no se siente suficientemente querido, va a
tratar de compensar su tristeza y su enojo
con el objeto robado.
Si aún no ha desarrollado suficiente claridad
en sus valores y su autoestima es baja, puede
robar por sentirse en desventaja respecto a
sus amigos, o bien, ceder a la presión del
grupo de compañeros para ser aceptado y
demostrar su valentía.
Entender los motivos por los que el niño
ha robado nos ayuda a reaccionar con
tranquilidad y a aprovechar la experiencia
para su aprendizaje
No podemos dejar pasar el hecho. En cuanto
nos demos cuenta del robo es indispensable
actuar de inmediato. Sin escandalizarnos ni
asustar al niño con una reacción exagerada
como decirle que es un ladrón o un criminal
que va a terminar en la cárcel, debemos actuar
con firmeza, dejar claro que no podemos
aceptar lo que sucedió, describir su comportamiento y llamarlo
por su nombre. Él sabe que tomar lo que no es suyo es robar.
Debemos aplicar consecuencias y ayudar al niño a
poner remedio a lo que hizo
Es recomendable hacer sentir al niño que queremos apoyarlo,
preguntarle cuál es su propuesta para solucionar el asunto
y dejar que él se haga responsable. Aun cuando sea penoso,
tendrá que devolver personalmente el objeto a su dueño y
pedir disculpas. Esto es indispensable.
Seamos consistentes cada vez que esto suceda, y cuando el
problema ha sido resuelto, no volvamos a hablar del tema.
En general, el niño deja de robar si los padres actuamos
adecuadamente, pero cuando el problema continúa es
necesario preguntarnos qué está expresando su
conducta
Quizá nuestro hijo esté tratando de conseguir algo que él
siente que le hace falta. Lo más probable es que sea cariño
o aprobación. En lugar de enojarnos con él y hacerlo sentir
mal, hay que darle lo que necesita. El amor de sus padres
es algo fundamental para el niño; no debe dudar de él, haga
lo que haga.
Si su conducta no se corrige podemos pedir el apoyo de un
especialista; él podrá ayudarnos a encontrar las razones por
las que el niño roba y aplicará un tratamiento si es necesario.
126
Es importante darle explicaciones claras y tranquilas de por
qué debemos respetar las cosas de los demás: “Si te quedas
con el libro de la biblioteca, vas a privar a otros niños de
disfrutarlo, y si eso hicieran todos, tú tampoco tendrías qué
leer más adelante”.
Conviene aclarar que no es correcto tomar algo que pertenece
a otra persona sin su permiso: ”¿Que sentirías si tu hermana
tomara tu colección de estampas y las recortara para pegarlas
en su cuaderno?”
Es necesario establecer reglas sencillas en la familia y enseñar
a nuestro hijo a respetar lo que no es suyo, a pedir lo que
necesita, a trabajar por lo que desea, a administrar el dinero
y a comprender que no siempre es posible tener lo que
queremos.
La conciencia social del niño toma como modelo la de
sus padres
Es necesario darle la oportunidad de observar cómo vivimos
la honestidad en nuestra vida cotidiana. Si al pagar nos dan
cambio equivocado a nuestro favor, podemos explicarle que
esa diferencia le causa un perjuicio al vendedor y por eso
hay que devolverle lo que no nos corresponde. Si encontramos
una cartera en la calle con los datos del dueño, es necesario
que sepa que no nos quedaremos con ella, sino que habremos
de localizar a la persona que la extravió, para entregársela.
El niño en la etapa escolar puede robar por varias
causas
Si de pequeño no lo corregimos cuando tomaba algo que no
era suyo, o si nos ha visto tomar cosas que no nos pertenecen,
como traer cosas del trabajo para usarlas en casa, o llevarnos
algo del mercado sin pagar, le resultará natural apropiarse
de objetos ajenos.
Es importante darle explicaciones claras y tranquilas
Corríjalo con serenidad, firmeza y respeto
Aproveche la afición de su hijo a inventar historias
Nunca pida a su hijo que mienta por usted
127
Pruebe algunas de las siguientes
recomendaciones
Si su hijo dice alguna mentira o toma alguna cosa que no
le pertenece, corríjalo con serenidad, firmeza y respeto.
Explíquele por qué es conveniente decir la verdad. Es
necesario tener la confianza de los demás.
Trate de no mentir o decir cosas inexactas. Usted es el
modelo de su hijo.
Nunca pida a su hijo que mienta por usted.
Exprese mediante sus acciones cotidianas los valores de
honestidad y sinceridad.
Construya en su familia un ambiente de afecto,
comprensión, respeto y confianza para que el niño no
tenga que protegerse o cubrir lo que hizo mal.
Aproveche la afición de su hijo a inventar historias, para
que exprese su creatividad al escribirlas o dibujarlas,
dejando claro cuál es la realidad y qué es lo que él agregó.
Nunca insulte a su hijo ni lo califique de mentiroso o
ladrón, tampoco utilice amenazas.
No acuse al niño si no está seguro de que hizo algo
incorrecto.
Cuando el niño reconozca una falta o una mentira, exprese
su aprecio por su valor y ayúdelo a resolver el problema.
Sea sensible a las necesidades de su hijo, anímelo a pedir
lo que quiere o a realizar un esfuerzo para obtenerlo.
Nunca deje de corregir a su hijo cuando ha tomado algo
que no es suyo. Aplique consecuencias lógicas, ayúdelo
a devolver lo robado y a pedir disculpas.
Cuando el problema ha sido resuelto, no vuelva a hablar
del tema.
Si el niño miente o roba con frecuencia es importante
analizar las causas de su conducta y, si es necesario,
consultar a un especialista.
Una persona que ejerce su autonomía es capaz de pensar, decidir y actuar por sí
misma
Una persona autónoma es alguien que se conduce de acuerdo con sus valores y convicciones;
que sabe distinguir la conducta aceptable y la que no lo es; que es responsable de sus actos
y no permite que los demás decidan por ella.
La verdadera autonomía está acompañada de responsabilidad
Una persona autónoma es responsable, toma en cuenta las consecuencias de sus acciones;
no hace lo que se le antoja en el momento en que se le ocurre y tampoco echa la culpa a otros
de lo que le sucede; reconoce con claridad sus necesidades y las satisface, pero también
considera las necesidades y puntos de vista de las personas afectadas por su conducta.
La autonomía no puede estar separada del respeto y la consideración
La persona autónoma es amable y generosa, expresa su interés sincero por el bienestar y
derechos de los demás a través de sus acciones: comparte, ayuda, estimula y atiende.
El desarrollo de la autonomía es un proceso que se da junto con la evolución de todos los demás
aspectos de la vida y requiere madurez, aprendizaje y experiencia.
El niño tiene que recorrer un largo camino para llegar a ser autónomo
En el viaje hacia su autonomía, el niño va descubriendo quién es él, hacia dónde se dirige, qué
quiere lograr y cuáles son los valores que le
servirán de guía.
El niño posee un impulso natural a hacer las
cosas sin ayuda y a resolver por sí mismo sus
asuntos. Quizá se equivoque muchas veces,
tal vez se sienta confundido y temeroso o
tenga que enfrentar el dolor y la frustración,
pero esta tendencia sana y poderosa a la
independencia lo acercará al logro de su
autonomía.
En la etapa escolar, nuestro hijo todavía
requiere de ciertos límites que lo hagan
sentir seguro
El niño de primaria tiene que aprender a
distinguir lo que en verdad quiere de lo que
otros esperan que haga, pero también necesita
reconocer cuándo es posible obtener lo que
desea y cuándo tiene que esperar o renunciar;
en qué circunstancias puede decidir y en cuáles
tiene que obedecer.
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
Es responsabilidad de los padres ayudar a nuestros hijos a prepararse para
la libertad y la autonomía.
Enumere cinco cualidades que, según usted, debe poseer una persona libre
y autónoma.
¿Se considera usted una persona autónoma? ¿Toma sus propias decisiones
en asuntos importantes para usted? ¿Qué es lo que obstaculiza su libertad?
¿Qué hace para superar las limitaciones a su libertad?
105
Guía de Padres
El niño tiene que aprender cuándo puede decidir y cuándo debe
obedecer
II. El camino hacia la libertad
Aun los niños más independientes requieren guía y apoyo.
Necesitan la autoridad de sus padres para encontrar el
equilibrio entre su libertad y su responsabilidad.
Durante los primeros años de primaria, la justicia es
el criterio con el que el niño juzga lo que está bien y
lo que está mal
Cuando es pequeño, el niño acepta obedecer las normas si
todos los demás lo hacen. Su justicia es la Ley del Talión: “Si
me hacen, yo hago”, “Si me pegas, te pego”. A medida que
crece, descubre lo que él considera sus derechos, y se da
cuenta de que lo mejor es respetar las reglas, ya que también
lo benefician a él.
Aprender a convivir bajo ciertas normas es crucial para la
vida social del niño, por eso es fundamental mantenernos
firmes y no aceptar discutir las cuestiones trascendentes.
Pero, en cambio, es recomendable dejarlo decidir en sus
asuntos personales, como la organización de su tiempo, la
manera como se peina y se viste, las actividades que prefiere,
los amigos que elige o la hora de hacer su tarea.
Es formativo que nuestro hijo vaya asumiendo riesgos en
cuestiones que no impliquen un peligro o un costo elevado
para él o para otras personas; que sepa que cada vez que
escoge se produce una consecuencia que él tendrá que asumir.
Podemos guiarlo para que sus elecciones sean adecuadas,
pero tenemos que dejarlo decidir, permitir que se equivoque
y aprenda de sus errores.
En la etapa escolar, el niño empieza a negociar para
obtener lo que quiere y pide explicaciones de cada una
de las reglas que debe obedecer
“¿Por qué he de visitar a los abuelos?”, “¿Por qué tengo que
irme a dormir tan temprano?” “¿Por qué tengo que limpiar
la mesa y mi hermana no?”
Es normal que el niño se rebele y que en ocasiones llegue a
ser agresivo. Necesita discutir y probar distintas
conductas para aprender a reconocer y elegir
los comportamientos que lo hacen sentir más
satisfecho.
Por fortuna, en esta edad ya podemos razonar
con él, pues el desarrollo de su inteligencia
le permite comprender puntos de vista
diferentes a los suyos. Esto significa que
comienza a aparecer un elemento importante
de la ética madura: la preocupación por el
bienestar del otro.
En la última fase de la etapa escolar, el
niño empieza a elaborar ideas abstractas
acerca de lo correcto y lo incorrecto
Al ir creciendo, su noción de justicia cambia.
Lo justo depende ahora de cómo lo enfoque.
Las negociaciones se convierten en discusiones
sobre principios; ahora sí analiza las reglas
para defender sus derechos: “Soy una persona
libre y yo decido si estudio o no”.
Las reglas del grupo de amigos se vuelven importantes y le
interesa cumplirlas para ser aceptado. Es un buen momento
para discutirlas en familia y ayudarle a pensar si realmente
está de acuerdo con ellas y si en verdad corresponden a sus
valores.
A medida que su pensamiento madura, el niño es capaz
de hacer juicios más elaborados en los que toma en
cuenta no sólo la acción en sí o sus consecuencias, sino
también las intenciones del que la realizó
Este tipo de razonamiento lo hace más comprensivo y flexible.
Aunque aún está lejos de alcanzar el ideal de la independencia
y la ética madura, se encuentra en un momento que podemos
aprovechar para abrir un horizonte más amplio a su libertad.
Educar para la autonomía supone que los padres nos
esforzamos para actuar con libertad, responsabilidad
e independencia
Los niños aprenden observando a sus padres. Una de las
mejores formas en que podemos enseñar a nuestros hijos a
comportarse de manera responsable e independiente es
mediante el ejemplo. Es necesario tratar de comprometernos
cada vez más con nuestros proyectos, decidir con
responsabilidad y hacernos cargo de nuestra vida.
Déjelo decidir en sus asuntos personales como la organización
de su tiempo
106
Pruebe algunas de las siguientes
recomendaciones
Ayude a su niño a tomar en cuenta sus necesidades pero
también las de los demás.
Guíelo, pero déjelo tomar sus propias decisiones en asuntos
que no lo pongan en peligro.
Observe a su hijo, reconozca sus motivos para actuar y
permita que avance a su propio ritmo hacia la autonomía.
No le exija un comportamiento modelo ni una actitud
totalmente madura. La madurez se va adquiriendo poco
a poco.
Enseñe a su hijo a llegar a acuerdos con inteligencia y
equidad.
No le solucione lo que él pueda resolver. Permítale aprender
a través de su propio esfuerzo.
En lugar de proteger a su hijo, facilítele las herramientas
que le permitan superar las dificultades y alcanzar sus
metas.
Sea firme. Enseñe a su hijo qué puede decidir y en qué
circunstancias debe obedecer.
Sea un buen ejemplo para su hijo.
107
No le exija un comportamiento modelo
Sea un buen ejemplo para su hijo
Permítale aprender con su propio esfuerzo
Déjelo decidir en asuntos que no lo pongan
en peligro
Un valor es algo que pensamos que merece la pena, que es deseable y bueno para
nuestra vida
Los valores son una referencia, una guía que nos ayuda a encontrar y a dar sentido a la
existencia. Los valores nos motivan a actuar y a vivir de determinada manera, a buscar lo
mejor para nosotros y para quienes nos rodean. Definir nuestros valores con detalle y profundidad
nos da poder sobre nuestros actos, desconocerlos nos deja a merced de otros.
Establecemos los valores a partir de nuestro concepto de lo que es el ser humano y de un ideal
hacia donde queremos dirigirnos. Una persona que piensa que el ser humano está orientado
al servicio y al amor no tendrá los mismos valores que alguien cuyo objetivo es el poder sobre
otros.
Los valores se ordenan según la importancia que demos a cada uno de ellos
Cuando tenemos que decidir entre dos valores que en apariencia son contradictorios, necesitamos
jerarquizarlos para tratar de solucionar el
conflicto. Por ejemplo, cuando un niño tiene
que optar entre decir la verdad y ser solidario
con sus amigos, tendrá que elegir entre el
valor honestidad y el valor amistad; entonces
deberá reflexionar si la verdad protegería a
sus amigos de algún riesgo grave, si esa
verdad sería fundamental para otra persona
o grupo, o si proteger a sus compañeros de
algún castigo realmente los beneficia.
La familia es la influencia principal del
niño en el desarrollo de sus valores
Los padres transmitimos valores, consciente
o inconscientemente, a través de las
conversaciones que sostenemos, de los límites
que marcamos y sobre todo, de nuestras
actitudes y comportamientos. Los valores de
una persona se conocen por sus acciones.
Si los valores que defendemos con palabras
no son los mismos que expresamos con
nuestra conducta, el niño nota inmediatamente
las contradicciones y puede perder confianza
y respeto por lo que le enseñamos.
Guía de Padres
108
Los padres transmitimos valores a través de nuestras actitudes
III. Los padres y los valores
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
Los valores son nuestra guía para actuar y para relacionarnos con los demás.
Ser conscientes de nuestros valores nos da una mayor capacidad para educar
a nuestros hijos y para tomar decisiones adecuadas respecto a lo que creemos
es lo mejor.
Pida a sus hijos y a los miembros de su familia que elijan (por separado y
sin ponerse de acuerdo), los cinco valores más importantes que se viven en
su hogar. Cada uno anote en un papel esos valores. Al terminar, compártanlos
y observen si son los mismos. Platiquen sobre las coincidencias y las
diferencias. ¿Cuáles son los valores en los que todos están de acuerdo?
¿Cuáles son los valores que escogieron sólo los padres? ¿Cuáles propusieron
sólo los hijos? Encuentren acciones de cada miembro de la familia que
expresen los valores que eligieron.
-Después de leer o contar un cuento o una historia, podríamos
platicar sobre los valores que manifiestan los personajes. Los
héroes y los villanos actúan según principios muy diferentes.
Es interesante descubrir qué busca realmente cada uno. En
qué se parecen sus valores y en qué son diferentes. ¿Existe
algún valor que compartan héroes y villanos?
-Un juego que resulta divertido y aleccionador consiste en
que cada miembro de la familia escoja un personaje y defienda
los valores de ese personaje (aun cuando él no esté de
acuerdo con ellos).
-Otra actividad posible es contraponer un antivalor. Pensar
juntos en qué se equivocan los que no respetan, por ejemplo,
la honestidad o la sinceridad. Reflexionar sobre cuáles son
los pensamientos, actitudes y acciones que se oponen a esos
valores; en qué situaciones de la vida en la familia, la escuela
o la comunidad han observado que se practica el antivalor,
y qué pensamientos, actitudes y acciones se pueden promover
para reconstruir el valor.
-Resulta muy enriquecedor hablar con personas de la
comunidad sobre algún valor que el niño escoja. Preparar
preguntas como: “¿Qué es el respeto o la gratitud?” “¿Para
qué sirve?” “¿En qué situaciones lo ha vivido la persona?”
“¿Con quién?” “¿Qué historias puede contar sobre ese valor?”
“¿Cómo sería el mundo si todos vivieran ese valor?”
-Nuestra familia podría ser impulsora de valores en la
comunidad. Junto con nuestros hijos, y tal vez algunos
vecinos, organizarnos para promover, por ejemplo, la
solidaridad o el civismo. Averiguar qué problemas existen en
nuestra colonia o comunidad, cuáles son sus causas, qué
soluciones serían factibles, y qué podemos hacer nosotros.
Sería muy útil aplicar los pasos de solución de problemas
para planear campañas de limpieza de parques, siembra de
árboles, apoyo a asilos, vacunación de perros; mandar cartas
y solicitar entrevistas a las autoridades y a asociaciones
civiles, hacer propuestas y ofrecer nuestra colaboración.
Éstas son sólo algunas ideas. Los padres y los niños podemos
encontrar muchas más.
Los valores se viven, se proponen, pero no se pueden
imponer
Los valores que orientan la vida de cada familia son recibidos
de manera diferente por cada uno de los hijos. Un niño es
único y responde a los valores de manera personal.
Nuestro hijo no necesariamente adopta nuestros valores por
la sencilla razón de que lo sean. Necesita examinarlos,
criticarlos, reflexionar sobre ellos. Incluso la rebeldía es una
forma de aclarar sus valores personales. Desobedecer, probar,
retar a los adultos es un intento normal y sano del niño para
investigar quién es él, cuál es su lugar y cómo convivir con
otros.
El ejemplo es indispensable para transmitir valores,
pero a partir del periodo escolar, también es necesario
conversar con el niño acerca de nuestras creencias y
convicciones
En este periodo, el niño está deseoso de discutir con nosotros
sus ideas y experiencias, así que los padres tenemos una
oportunidad excelente para comunicarle lo que pensamos
sobre el significado de la vida y para compartir con él nuestros
ideales, nuestra historia y experiencia.
Esta etapa es propicia para buscar con nuestro hijo los valores
que hacen posible una mejor convivencia entre las personas
y para reflexionar por qué es importante ponerlos en práctica.
Los niños escolares ya están preparados para entender
que los valores y las decisiones que se desprenden de
ellos están basados en ideas que todos podemos
comprender y compartir
Las vivencias de todos los días nos dan oportunidades para
reflexionar sobre los valores, pero además, los padres podemos
proponer a nuestros hijos algunos juegos y actividades para
profundizar en las ideas y actitudes hacia los valores de la
familia.
-Podría ser un buen ejercicio tratar de definir algunos valores
junto con nuestros hijos. Cada uno dice qué significa para él,
por ejemplo, la generosidad: “Es compartir nuestro tiempo
y nuestras cosas” “Es ayudar a otros” “Es trabajar a favor de
los demás sin esperar ningún pago”. En familia, vamos
aclarando, con frases sencillas, los distintos aspectos de un
valor.
-Otra posibilidad es recordar cómo hemos aplicado un valor
en una situación concreta. Cada persona cuenta en qué
ocasión puso en práctica el valor: cuándo, con quién, qué
hizo, cómo, por qué lo hizo. Puede también contar una
situación en que alguien le demostró ese valor o en la que
él no fue capaz de ponerlo en práctica.
Si tomáramos como valor la responsabilidad, algunos ejemplos
quizá serían: “Yo me comprometí a ver una hora de televisión
cada día. Sin que nadie me vigilara, apagué el aparato al
terminar el programa” “Rompí de un pelotazo el vidrio del
vecino. Hablé con él para ponerme de acuerdo sobre el tiempo
en que podría pagarlo”.
-Los niños disfrutan los concursos. Podríamos pedirles que,
en cinco minutos, anoten en una hoja de papel todos los
valores que se les ocurran. Después ver quién reunió más
valores, o cuáles fueron los mejores valores según el grupo.
109
Nuestra familia podría ser impulsora de
valores en la comunidad
110
Pruebe algunas de las siguientes
recomendaciones
Defina sus valores con el mayor detalle y profundidad
posible.
Intente definir su idea de lo que debe ser el ser humano.
Ordene sus valores en orden de importancia.
No trate de imponer valores a su hijo. Propóngalos con
el ejemplo y guíe a su hijo en la búsqueda de sus propios
valores.
Entienda la rebeldía ocasional de su hijo como un intento
normal y sano de descubrir los valores por sí mismo.
Busque con su hijo los valores que permitan una mejor
convivencia en la familia, la escuela y la comunidad.
Busque espacios para conversar con su hijo sobre los
valores.
No dé discursos ni sermones. Converse con su hijo,
reflexione junto con él, y respete su opinión sobre la forma
de aplicar los valores en la vida cotidiana.
Enseñe al niño a respetar las diferentes formas de ser y
de pensar de los demás.
Enséñele a respetar las diferentes formas
de ser
Respete su opinión
Entienda la rebeldía ocasional
Respete cómo su hijo aplica sus valores
en la vida cotidiana
La educación de la sexualidad va mucho más allá de proporcionar al niño información
acerca del sexo, de decirle cómo nacen los bebés y cómo son concebidos
Si la educación sexual sólo consistiera en la información sobre estos temas, podríamos liberarnos
de nuestra responsabilidad y delegarla a la escuela.
A partir del quinto grado de primaria, en la mayoría de las escuelas se imparte educación
sexual como parte del programa. Sin embargo, los niños necesitan, además de los conocimientos
sobre el tema, la orientación de sus padres para entender la sexualidad como esa parte de sí
mismos que los caracteriza como hombres o mujeres con sentimientos y responsabilidades.
La educación de la sexualidad está íntimamente relacionada con la vida en familia
Es un proceso de información y formación que se inicia con las experiencias que, desde la
cuna, tienen los niños con la ternura y las caricias de sus padres, con la libertad de expresar
los sentimientos, el conocimiento de su cuerpo y la confianza en una comunicación familiar
abierta y receptiva.
La sexualidad está estrechamente unida a los valores, a la capacidad de decidir, a la autonomía,
la autoestima, los sentimientos, la espiritualidad y sobre todo al amor.
Conocer la importancia del amor en la sexualidad da a los niños la mejor motivación para evitar
más tarde comportamientos que podrían hacerles daño a ellos o a otras personas.
La sexualidad está vinculada a la educación de la responsabilidad
La educación sexual debe ayudar a nuestro hijo a desarrollar la capacidad de responder con
sus acciones de una manera adecuada y oportuna, y a cuidar su dignidad y la de las personas
con las que se relaciona. El reto es proporcionar al niño o la niña las herramientas para que
decida con conciencia, y evitar que llegue, sin darse cuenta, a situaciones que no desea; es
ayudarle a prepararse para una sexualidad
plena en su vida adulta que involucre el
desarrollo de todas sus capacidades como
hombre o como mujer.
La sexualidad es una expresión de
compromiso y amor
El niño que ve a sus padres tratarse con
cariño y respeto, solucionar sus conflictos sin
agredirse, apoyarse y disfrutar la vida juntos,
aprende lo fundamental de la relación entre
un hombre y una mujer, y le resultará natural
vivir estos valores en la relación que establezca
con la persona que lo acompañará en la vida.
Si no tenemos pareja, este aprendizaje puede
darse a través de las relaciones entre los
miembros de la familia, hombres y mujeres,
de la consideración y amor con que nos
tratemos y de la libertad que demos al niño
de expresar sus sentimientos, sus dudas y
sus inquietudes.
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
En nuestra cultura, la sexualidad es un asunto que se acompaña de una fuerte carga emocional.
¿Cómo se siente usted al hablar de temas sexuales con su hijo o hija?
Según usted, ¿quién debe impartir la educación sexual? ¿Cuál es el mejor momento
para iniciarla? ¿Qué debe saber su hijo o hija sobre sexualidad?
IV. Educación de la sexualidad.
Información enmarcada en valores
111
Guía de Padres
La sexualidad es una expresión de compromiso y amor
Hablar de sexo con los hijos se ha convertido en una
necesidad fundamental para la seguridad y la felicidad
de los niños
No educarlos consciente y abiertamente sobre la sexualidad
los hace vulnerables a las presiones de su medio, puede
llevarlos a una actividad sexual sin responsabilidad, a
embarazos adolescentes, al abandono de sus estudios y
proyectos, al aborto o a enfermedades. Nos toca a los padres
ayudar a nuestros hijos a formar su criterio y a prevenir en
lo posible todas estas desgracias.
La época en que nuestra influencia sobre los hijos tiene mayor
profundidad es antes de que lleguen a la adolescencia. Nuestra
eficacia depende de que logremos establecer una comunicación
estrecha con ellos, que nos ganemos su confianza y les
enseñemos a decidir, y también de que nos eduquemos para
comunicarles un enfoque de la sexualidad positivo, respetuoso
y responsable.
Antes de hablar con nuestros hijos, es
indispensable que los padres revisemos
nuestras creencias, actitudes y
conocimientos acerca del sexo
Debemos observar con sinceridad las
respuestas, verbales y no verbales, que les
damos en situaciones relacionadas con la
sexualidad: la forma en que manejamos el
pudor, la manera en que hablamos o no
hablamos de los órganos de la reproducción,
nuestros sentimientos acerca de nuestro propio
cuerpo. Todo eso se transmite a los niños,
lo queramos o no.
Si nos preparamos, podremos educar
mejor a nuestros hijos
Vale la pena tomarnos el trabajo de investigar,
de consultar libros, de hablar con especialistas
para tener ideas claras que nos ayuden a
decidir qué hemos de comunicar a nuestros
hijos, y cuándo y cómo hacerlo para resolver
en casa sus dudas y curiosidades.
Los padres sabemos que no somos los únicos que
damos información sexual a nuestros hijos
En la actualidad, los niños están expuestos a una profusa
información sobre la sexualidad; por eso es tan importante
ayudarlos a formar su criterio y a saber reconocer lo que es
correcto y valioso para ellos. La información sin orientación
no es suficiente para educar.
Los medios de comunicación, los amigos, algunos libros y
revistas, están muy presentes en la vida de los niños. Pero,
en esta etapa, la influencia de los padres todavía es muy
importante, tenemos la posibilidad de anticiparnos a la
información negativa o inexacta que pudieran recibir, hablando
con ellos en el momento oportuno.
Incluso podemos aprovechar los medios de comunicación,
ver algunos programas con nuestros hijos y conversar acerca
de los personajes: ¿Qué valores muestran con sus acciones?
¿Las expresiones físicas de las parejas muestran un verdadero
amor y compromiso?
También vale la pena invitar a los amigos de nuestros hijos
para conocer el medio en que se desenvuelven. ¿De qué
platican? ¿Cómo se comportan? ¿Tocan temas relacionados
con la sexualidad? ¿Cómo se expresan?
La manera de tratar el tema de la sexualidad y los
datos que demos a nuestro hijo o hija cambian según
su edad y madurez
Hasta los siete años, es suficiente contestar a sus preguntas
con respuestas sencillas, explicaciones cortas, claras, sin
mentiras o imprecisiones, y sin darles detalles que no nos
pidan. Los niños a esta edad sienten más curiosidad por las
partes de su cuerpo, por las diferencias entre niños y niñas,
por el proceso del embarazo y el nacimiento, que por el sexo
en sí.
Es necesario observar con atención a nuestro niño para saber
cuándo y cómo hablar con él, sin darle demasiada información
Es indispensable que los padres revisemos nuestras creencias,
actitudes y conocimientos
112
Los niños están expuestos a una profusa
información sobre la sexualidad
113
cuando aún no le interesa ni está preparado para comprender,
pero tampoco esperar demasiado, pues él podría recibir datos
equivocados o negativos en otro lado.
La educación sexual se basa en la actitud del niño hacia
su cuerpo
Los padres podemos propiciar en nuestro hijo la admiración
por lo complejo y perfecto de su cuerpo. Sin el cuerpo no
podría escuchar música, bailar, saltar, reír, comer o escribir;
no sería capaz de comunicarse por medio de las palabras,
de la mirada o de un abrazo.
Cuanto más cuide y aprecie el niño su cuerpo, más positiva
será su disposición hacia la sexualidad y más podrá conmoverse
con el prodigio que es la creación de un ser humano. Podrá
comprender cómo una relación física y sexual nos brinda la
alegría de demostrar amor, y también la dicha de poder
concebir un hijo.
Algunos educadores han encontrado que el momento
más propicio de dar la información sexual básica y
completa al niño es alrededor de los siete u ocho años
Es una edad en que el niño ya puede comprender y es abierto,
curioso e inocente. Acepta de buen grado lo que le enseñamos
y todavía no siente vergüenza al tocar estos temas.
La información debe ser la misma para niños y niñas. Conviene
platicar en privado con él o ella, en un lugar tranquilo, sin
interrupciones; propiciar un diálogo —no una clase— y
preguntarle si sabe de dónde vienen los bebés y cómo entran
a la panza de la mamá. También es conveniente reflexionar
sobre cómo deben ser los papás que van a recibir un bebé,
por qué tienen que ser personas adultas y responsables; por
qué es importante que se quieran; por qué el bebé necesita
una familia amorosa y protectora.
Para darle información, podemos recurrir a algún libro, si
está a nuestro alcance, y mostrar los órganos sexuales,
explicar cómo se realiza el acto sexual, cómo se unen el
óvulo y el espermatozoide, cómo se desarrolla el bebé dentro
de su mamá, cómo es el parto y la llegada del niño al mundo.
Es importante llamar a cada parte del cuerpo por su nombre
correcto. Explicar las diferencias entre el cuerpo del hombre
y la mujer; reforzar la idea de que el cuerpo humano es
maravilloso y cada órgano cumple con una función específica.
Lo importante es insistir en lo bello y natural de este proceso.
No se trata de hablar una sola vez y abandonar el tema. A
los niños se les olvida, tienen dudas o les van surgiendo
inquietudes. Hay que repetir la información y las reflexiones
cuantas veces sea necesario.
Después de esta plática, es conveniente seguir conversando
de otros aspectos de la sexualidad hasta que los chicos pasen
la adolescencia. A los ocho años los niños están interesados
en los hechos, más tarde necesitarán saber cómo manejar
su propia sexualidad, qué deben o no deben hacer.
Para hablar con nuestros hijos sobre los cambios que
van a experimentar en la pubertad, es conveniente
escoger un momento en que todavía no hayan
comenzado sus cambios hormonales ni estén
preocupados por el sexo
Nuestra conversación debe hacerlos sentir “grandes”,
importantes y capaces de una gran responsabilidad.
A niños y niñas podemos preguntarles: “¿Sabes lo que es la
pubertad?" La pubertad es lo que hace que el cuerpo de niños
y niñas se desarrolle y se prepare para tener bebés; es un
proceso de transformaciones físicas por las que un niño se
convierte en hombre y una niña en mujer.
Es necesario explicarles con claridad cómo y cuándo sucederán
esas transformaciones. Está bien que niños y niñas sepan lo
que sucede en ambos sexos. Decirles que en las niñas aparece
la regla o menstruación, el sangrado que ocurre una vez al
mes y es señal de que su cuerpo está madurando y que,
cuando ella lo decida junto con su pareja y esté preparada
para ello, podrá tener un bebé.
También les podemos platicar que en los niños se darán los
“sueños húmedos”; aclararles que son normales y les suceden
a todos los jóvenes. Los testículos empiezan a producir semen
y necesitan deshacerse del esperma que sobra cuando están
llenos. Esto sucede generalmente en la noche.
Para darle información, podemos recurrir a
algún libro
La educación sexual se basa en la actitud
hacia su cuerpo
Explicar cómo niños y niñas, a partir de cierta edad, sienten
atracción por las personas del sexo opuesto y experimentan
impulsos y deseos hasta entonces desconocidos. Se trata de
algo natural, sano y hermoso.
Es una buena ocasión para volver a hablarles de la
responsabilidad, el respeto a su propio cuerpo, de insistir en
las razones por las que una persona debe madurar
emocionalmente antes de involucrarse en una relación sexual.
Cuando el niño es un poco mayor, de diez a doce años,
ya debe haberse familiarizado con el tema de la
sexualidad
Para este tiempo, los niños suelen conocer el proceso de la
reproducción, la manera en que se realiza la concepción, el
crecimiento del bebé durante el embarazo y cómo nacen los
niños.
Ahora también debemos hablarles de los métodos de protección
y de control natal, de los problemas que supone un embarazo
no deseado o el contagio de alguna enfermedad, como el
SIDA.
Algunos padres dejan pasar el tiempo sin prevenir a sus hijos,
porque piensan que a ellos no les va a pasar nada o que esos
temas no son asunto suyo. No ayudar a nuestros hijos a
prepararse y a pensar en este aspecto tan importante de su
vida es un descuido que podría causarles mucho dolor
innecesario. Recordemos que información es igual a protección.
En esta edad es probable que los niños tengan muchas
dudas y nuevas preguntas
Debemos contestarles con claridad y con todas las explicaciones
que necesiten. Si sabemos ganarnos la confianza de nuestros
hijos, si logramos ser comprensivos y estar abiertos al diálogo,
ellos considerarán natural acudir a nosotros para aclarar sus
inquietudes.
Si empezamos a tratar estos temas con ellos cuando son
niños, podremos evitarnos conflictos y
problemas con los adolescentes en los que
se convertirán. Si en este tiempo les decimos
qué hacer, cuando crezcan no tendremos que
decirles qué no hacer. Ya sabrán que expresar
el amor en la sexualidad es algo tan bello,
que debe hacerse con la persona a quien
decidan amar con lealtad y responsabilidad.
Es fundamental ayudar a nuestra hija o
hijo a ser asertivo, seguro, a tener una
autoestima alta que le dé la libertad y
la fuerza para decir “no”
Debemos explicarle que puede experimentar
presiones tanto hormonales como sociales y
que es importante actuar de acuerdo con sus
valores y sentimientos. Su cuerpo le pertenece
y nadie debe decidir por él o ella.
Desde pequeño, el niño ha de saber que no
debe permitir que nadie lo lastime ni lo toque
de manera incorrecta; que algunas partes del cuerpo se
mantienen en la intimidad y por eso se llaman partes íntimas.
Advertirle que existen personas enfermas que pueden tratar
de tocar las partes íntimas de un niño o una niña. Algunas
de esas personas son desconocidas, pero otras pueden ser
incluso de la familia. ¿Qué es lo que debe hacer el niño o la
niña si eso le sucede? ¡Gritar! Podemos enseñarle cómo, y
practicar con él o ella a dar gritos y a decir con la voz más
fuerte que pueda: “¡No me toques!” Y a correr a contárselo
a sus padres o a quien más confianza le tenga para que lo
protejan.
Cuando alguien le pida que no le cuente a nadie o lo amenace
con hacerle daño a él o a alguna persona de su familia si lo
delata, es una señal clarísima de que debe hablarlo. El niño
y la niña se van a atrever a hacer esto si confían en nosotros y
se sienten protegidos y comprendidos.
Desde luego no hay que asustar ni preocupar al niño, sólo
advertirle. Pero si llegara a pasar, ya sabe qué hacer y ya
tiene la seguridad de que cuenta con nosotros. Los niños
nunca tienen la culpa cuando les pasa esto. Los padres o
personas cercanas a ellos tenemos que apoyarlos y protegerlos
siempre.
La educación sexual da a los niños mayores posibilidades
de ser felices
Además de protegerlos, la educación sexual favorece su
desarrollo armónico y libre. Los encauza hacia una actitud
natural y positiva hacia la sexualidad y hacia decisiones
conscientes y responsables.
Es tan trascendente este aspecto de la educación de nuestros
hijos que no podemos dejarla en otras manos.
Hablemos de los métodos de protección y de control natal y de
los problemas que supone un embarazo no deseado
114
Pruebe algunas de las siguientes
recomendaciones
Analice con sinceridad sus propias actitudes hacia la
sexualidad.
Infórmese bien sobre temas de sexualidad para conocer
su sexualidad y para poder responder a las preguntas de
su hijo.
Propicie conversaciones sobre diversos aspectos de la
sexualidad: ¿Qué es ser hombre y ser mujer?, la igualdad
de oportunidades y relación entre ambos sexos.
Aproveche los programas de televisión para discutir acerca
de los valores que proponen en las conductas sexuales.
Hable con su hijo sobre los sentimientos y significados
implicados en el acto sexual.
Platique con su hijo acerca de la riqueza que da la
sexualidad, no sólo a las relaciones de pareja, sino a la
vida en general.
Conteste las preguntas del niño en el momento que surjan.
Después puede completar la información que haya hecho
falta.
Responda concretamente a lo que el niño pregunta. El
exceso de explicaciones confunde y aburre.
Permita a su hijo terminar de hablar antes de responderle.
Escúchelo. Es importante que usted sepa lo que a él le
preocupa o le interesa.
Asegúrese de que contestó adecuadamente: "¿Era eso lo
que me preguntaste?" "¿Hay alguna cosa que no contesté
y que quieras saber?"
Cuando hable con su hijo refiérase a las partes y funciones
corporales con el nombre correcto.
Conteste las preguntas del niño en el
momento que surjan
Permita a su hijo terminar de hablar antes
de responderle. Escúchelo
Infórmese bien sobre temas de sexualidad
Propicie conversaciones sobre diversos
aspectos de la sexualidad
115
116
Antes de dar alguna información, verifique los conocimientos
que ya tiene su hijo sobre la sexualidad.
Establezca y mantenga una comunicación estrecha con
su hijo.
Trate de propiciar un ambiente familiar armónico. Si existen
conflictos con su pareja, explíquelos al niño con claridad
y honestidad.
No deje de educar a sus hijos consciente y abiertamente
en la sexualidad, ni de transmitirles valores y límites.
Observe con atención a su niño para decidir cuándo y
cómo hablar con él sobre los diversos asuntos relacionados
con la sexualidad.
Si el niño no plantea el tema, inicie usted la conversación.
Piense si las sugerencias respecto a las edades para
conversar con su niño, que ofrece este capítulo, son
adecuadas para usted.
No deje de relacionar el sexo con el amor, el compromiso
y la responsabilidad.
Ayude a su hija o hijo a tener una autoestima alta que le
permita decir “no”.
Nunca culpe a un niño si ha sufrido un abuso. Denuncie
el abuso. Apoye al niño, atiéndalo y consuélelo.
Si esto ocurre, busque ayuda profesional para su hijo o
hija y para usted.
Si existen conflictos con su pareja,
explíquelos al niño con claridad y honestidad
Denuncie el abuso. Apoye al niño, atiéndalo
y consuélelo
Verifique los conocimientos que ya tiene su
hijo sobre la sexualidad
Ayude a su hija o hijo, a tener una
autoestima alta que le permita decir “no”
La palabra disciplina viene de discípulo, el que aprende de un maestro
El objetivo fundamental de la disciplina es el aprendizaje. En la familia, la disciplina es una
manera de enseñar de los padres y una forma de aprender del niño las conductas más productivas
y satisfactorias para él y para las personas con las que convive.
La disciplina es una expresión de amor a los hijos y una responsabilidad fundamental
de los padres
Desde la infancia hasta la adolescencia, los niños requieren nuestro ejemplo y disciplina para
orientarse en su camino hacia la autonomía.
Mientras el niño no cuente con un criterio suficientemente desarrollado, nos corresponde a los
padres ejercer la autoridad y llevarlo de la mano hasta que él llegue a ser su propio conductor.
Aunque nos sorprenda, los niños necesitan y valoran la disciplina
Los niños identifican la disciplina con el amor y la atención, pues reconocen que los padres
tenemos más conocimientos y experiencia que ellos. Esperan que los guiemos, les fijemos
límites, les digamos con claridad y respeto lo que consideramos adecuado y tomemos la
responsabilidad de hacer cumplir las reglas para que ellos se sientan protegidos y seguros.
Desde luego que, en ocasiones, los niños se oponen a nuestra autoridad, protestan, desobedecen
y se rebelan para ponernos a prueba, para asegurarse de que somos fuertes y nos hacemos
cargo de su cuidado. Cuando no encuentran límites, se vuelven cada vez más desafiantes para
experimentar hasta dónde les permitimos llegar.
Los padres podemos hacer mucho daño
a nuestro hijo si renunciamos a ejercer
la autoridad
Si dejamos que el niño haga lo que quiera,
¿cómo aprenderá a fijarse metas y cumplirlas?
¿Cómo sabrá relacionarse con otras personas?
Si permitimos que nuestro hijo nos falte al
respeto y nos menosprecie, ¿en quién se va
a apoyar para obtener seguridad y guía?
Si el niño es incapaz de ver el peligro o la
inconveniencia de algunas acciones, los padres
tenemos la obligación de cuidar su salud y
seguridad, y de enseñarle a tomar decisiones
de manera razonada y serena.
Pero una cosa es ejercer la autoridad, y
otra muy distinta castigar o maltratar al
niño
El castigo tiene grandes desventajas, es uno
de los peores métodos para disciplinar. El
castigo emocional, como insultar al niño,
gritarle, burlarnos de él, hablar de sus
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
La disciplina es indispensable para lograr algo en la vida y para ejercer la
autonomía.
¿Para qué utiliza usted la disciplina en su familia? ¿Cómo aplica la disciplina
a su hijo? Cuando usted era niño, ¿alguna vez fue golpeado o castigado?
¿Cree que eso le sirvió para aprender a comportarse mejor y ser más
responsable? ¿Por qué?
117
Guía de Padres
Los padres podemos hacer mucho daño a nuestro hijo si
renunciamos a ejercer la autoridad
V. La disciplina. Una expresión del amor
limitaciones con otras personas o amenazarlo, puede limitar
la capacidad de usar su inteligencia y dañar su autoestima.
Humillar al niño es un acto devastador, es una práctica que
lo devalúa y lo hace sentir incapaz, avergonzado consigo
mismo y tan inseguro que no podrá cambiar el comportamiento
que tratamos de corregir.
Otros castigos como prohibirle escuchar música, jugar con
sus amigos o practicar su deporte favorito para quitarle lo
que más le gusta hacer, no suelen tener relación con su falta
y lo privan de esas actividades personales y recreativas que
tanta falta le hacen para crecer.
Los castigos severos le producen frustración, resentimiento,
deseos de venganza, miedo, resistencia a colaborar; hacen
que nuestro hijo nos pierda el afecto y el respeto, lo llevan
a esconderse, a mentir y lo alejan de nosotros.
El castigo físico como pegar, zarandear o pellizcar, es
un gran abuso. Nunca hay razón para maltratar a golpes
a un hijo
Ninguna situación justifica el maltrato. Los golpes, igual que
la humillación, pueden impedir momentáneamente un
comportamiento, pero no hacen que el niño entienda las
razones y la conveniencia de cumplir las reglas, así que en
cuanto desaparece la vigilancia, vuelve a hacer lo mismo. El
niño en realidad no aprende a decidir con autonomía sino
sólo a evitar el castigo; se siente tan herido y enojado que
no puede pensar en lo inconveniente de sus acciones.
Para un niño, el castigo físico significa que no lo amamos,
que nos aprovechamos de nuestra fuerza y nuestra posición,
y que la violencia sirve para resolver problemas.
Una de las formas más agresivas de castigar al niño
es retirarle el afecto
Decir a nuestro hijo: “Eres un desastre, más valía que no
hubieras nacido” “No quiero verte” “Ya no te soporto” es una
manera cruel o irreflexiva de castigar que no
funciona para educar al niño, pues él no la
relaciona con su conducta sino con el desamor
y el abandono.
El cariño de los padres debe ser
incondicional. El niño necesita sentirse
querido a pesar de sus errores o sus faltas
Esto no significa dejarlo hacer lo que se le
antoje, se trata de corregirlo con cariño, de
encontrar maneras positivas de enseñarle a
ser responsable. El niño debe saber que lo
disciplinamos precisamente porque lo amamos.
La disciplina debe tener como meta que
el niño aprenda a ponerse límites a sí
mismo, a tomar decisiones y a marcarse
metas
Los límites y las reglas que marcamos a
nuestro hijo tienen la función de educarlo,
de mostrarle cómo vivimos los valores en las
situaciones concretas, de preservar su seguridad, darle
confianza, formar su criterio y orientarlo para que actúe sin
afectar a otras personas. Por eso la disciplina requiere respeto,
confianza y afecto.
Quizá pensemos que esta manera de ver la disciplina
no es realista y que supone un ambiente familiar ideal
en el que todo el tiempo se vive el amor, el equilibrio
y la sensatez
Por supuesto que no es así. Todos los padres perdemos el
control y reaccionamos impulsivamente de vez en cuando.
Quizá aprendimos a actuar de manera agresiva siendo niños,
porque nosotros mismos recibimos golpes y castigos.
Necesitamos reconocerlo y ser conscientes del daño y el dolor
que eso nos causó, para no repetirlo con nuestros hijos.
Si llegamos a gritar o a darle una nalgada a nuestro niño,
tenemos la posibilidad de aceptar el hecho, pedir perdón y
hacer lo posible por remediarlo. Las disculpas tienen un efecto
educativo cuando los golpes o gritos no se repiten con
frecuencia. Lo que importa es que los padres realmente
tengamos la intención y hagamos el esfuerzo por cambiar
las prácticas irrespetuosas y controlar nuestras tendencias
violentas.
¿Cómo encontrar una disciplina que eduque a nuestro
hijo y le exprese nuestro amor al mismo tiempo?
Uno de los métodos con el que muchos padres han obtenido
resultados positivos es la aplicación de consecuencias naturales
y lógicas.
Cuando propiciamos que el niño viva el efecto de su
comportamiento, estamos aplicando una consecuencia. Los
niños a quienes se enseña a asumir el resultado de sus
acciones aprenden a hacerse responsables, a tomar decisiones
y a ajustar su conducta a lo que ellos mismos consideran
justo y positivo.
Humillar al niño es un acto devastador: no lo hagamos
118
Pruebe algunas de las siguientes
recomendaciones
Trate de definir los valores en los que se apoya la disciplina
que usted decidió aplicar en su familia.
Especifique claramente qué se puede hacer y qué no
dentro del ámbito familiar.
Revise si las reglas que aplica en casa son justas y
razonables.
No renuncie en ningún momento a su autoridad y a su
responsabilidad como padre.
En ninguna situación utilice la violencia, pues el niño
también la usará para resolver sus problemas.
Trate a su hijo con cariño y respeto para que colabore
con usted por amor y convencimiento, y no por miedo.
Exprese sus sentimientos con energía pero sin agredir a
su hijo.
Cuando se enoje, dígalo con claridad y dése un tiempo
para tranquilizarse. Procure aplicar la disciplina cuando
esté sereno.
Acepte sus errores y pida disculpas cuando sea necesario.
Su hijo se sentirá reconfortado si usted trata en verdad
de no repetir conductas violentas o irrespetuosas.
No le diga: “Lo hice por tu bien”.
Procure ser coherente con lo que usted hace y lo que le
pide a su hijo que haga.
Nunca imponga un castigo severo que haga sufrir a su
niño ni le prohíba las actividades que más le gustan, pues
las necesita para crecer y desarrollarse.
Evite ofender, humillar y mucho menos golpear a su niño.
Trate de imaginar los sentimientos y pensamientos de su
hijo ante un castigo, un golpe o un insulto.
No enseñe a su hijo con el ejemplo que la violencia y la
fuerza son recursos para resolver los problemas.
Haga que su niño se sienta querido a pesar de sus fallas.
No renuncie a su autoridad ni a su
responsabilidad
No utilice nunca la violencia
Revise si las reglas que aplica son justas
119
¿Qué son las consecuencias naturales?
Aplicar consecuencias naturales es dejar que el niño observe y viva las consecuencias de sus
actos, que experimente la “realidad”. Los padres no tenemos que intervenir, sólo dejar que
sucedan las cosas. Cuando las consecuencias de sus acciones son agradables, el niño tiende
a repetirlas, y cuando son desagradables, es probable que las evite.
Por supuesto, se necesita prudencia y sentido común al utilizar las consecuencias naturales.
Si se permite al niño correr en la calle entre los autos, la consecuencia natural podría ser que
lo atropellen. Cuando las consecuencias ponen en peligro al niño, debemos evitarlas a toda
costa, pero cuando simplemente son incómodas para él, es bueno hacerse a un lado y dejar
que ocurran.
Por ejemplo, si el niño no se levanta temprano en la mañana y tarda en arreglarse, los padres
podemos darle la opción de estar listo a tiempo o de llegar tarde a la escuela. La consecuencia
sería que no lo dejen entrar a clases. O si el niño no come a la hora en que se sirve la comida,
tendrá que esperar a la cena. El hambre sería la consecuencia.
En algunas ocasiones no son suficientes las consecuencias naturales, porque no
afectan directamente al niño sino a otras personas. Entonces tenemos que crear
consecuencias lógicas
Si el efecto de la conducta del niño no resulta incómoda para él, pero sí daña a alguien más,
tenemos que buscar otras consecuencias para aplicarlas a su comportamiento. Esas consecuencias
tienen que ser lógicas, es decir, tienen que estar directamente relacionadas con lo que él hizo.
La razón que justifica aplicar consecuencias lógicas es que nuestro hijo comprenda cómo afectan
sus acciones a los demás y que reflexione sobre la necesidad de cambiar su comportamiento.
Las consecuencias lógicas tienen que ser positivas, es decir, tienen que ayudar al niño a hacer
algo útil para solucionar el problema que causó. Si entró a la casa con los zapatos enlodados,
la consecuencia lógica será limpiar el piso;
si usó el vestido de su hermana y lo ensució,
tendrá que lavarlo o prestarle un vestido suyo.
Existen algunas condiciones para aplicar
las consecuencias lógicas
-En primer lugar, es indispensable una relación
de amor y comprensión con nuestro hijo.
Antes de aplicarlas tenemos que hacer un
esfuerzo para establecer un ambiente de
respeto y afecto.
-Si compartimos la educación de nuestro hijo
con nuestra pareja o con otra persona tenemos
que llegar a un acuerdo respecto a la manera
de aplicar las consecuencias. La oposición
entre los padres o las figuras de autoridad
confunde al niño, lo desorienta respecto a lo
que es adecuado o no y le impide hacerse
responsable de sus acciones.
-Es fundamental elegir una consecuencia que
tenga relación y corresponda a la magnitud
de lo que hizo el niño.
Guía de Padres
120
Si estamos en desacuerdo con nuestra pareja, no lo expresemos
frente al niño pues lo confunde
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
Anote ocho reglas que su hijo debe seguir.
¿Cuáles son importantes y no admiten discusión? ¿Cuáles se pueden negociar?
¿Qué sucede cuando su hijo no cumple las reglas establecidas?
VI. Consecuencias naturales y
consecuencias lógicas
Si tomó las herramientas de la familia sin
permiso y las dejó fuera de su lugar, va a
tener que ordenarlas y guardarlas, en lugar
de ver televisión. Pero no es razonable que
se quede sin televisión toda la semana.
-Tener cuidado de que la consecuencia no
cause un dolor excesivo en el niño. No debemos
privar al niño de algo que sea muy importante
para él. Si ha estado preparando la posada
de la escuela con sus compañeros, tendremos
que buscar una consecuencia diferente que
prohibirle asistir. Un castigo tan severo puede
hacer que se sienta maltratado y resentido.
-No gastar la energía y la autoridad en asuntos
que no valen la pena, pues no tendremos la
fuerza suficiente para lo fundamental. Sólo
debemos confrontar al niño cuando se den
cuestiones importantes, y con reglas justas
y razonables que él pueda comprender y
cumplir. Si las normas se aplican en
pequeñeces y de manera rígida, es más fácil
que se rebele y pierda el respeto a nuestra
autoridad.
En las cuestiones que se puedan negociar, los padres hemos
de dar orientación y permitir a nuestro hijo participar en la
toma de decisiones: “¿Qué crees que debemos hacer para
resolver este problema?” “¿Cómo podríamos ponernos de
acuerdo en esta situación?”
-La serenidad es la clave para aplicar las consecuencias. Es
conveniente combinar la firmeza y el cariño; expresar con el
tono de voz nuestra buena voluntad y nuestros deseos de
que nuestro hijo aprenda lo que es mejor para él, pero
también demostrar firmeza para que cumpla las reglas y
compromisos establecidos.
-Hablar poco y claro. Los sermones o discursos hacen que el
niño se “desconecte” y deje de escuchar. Simplemente
expliquemos: “Yo necesito silencio para trabajar, puedes estar
callado o jugar en otro lugar”.
-Dejar al niño decidir es fundamental en la aplicación de
consecuencias lógicas. Es recomendable permitir que el niño
elija entre varias posibilidades. Nosotros proponemos las
opciones, el niño escoge libremente y nosotros aceptamos
su decisión: “Reprobaste el examen de matemáticas. Mientras
te pones al corriente, necesitas estudiar más; puedes tomar
media hora del tiempo de televisión todos los días o la mañana
del sábado. Tú decide”. “O bañas al perro y le das de comer
o se lo tendremos que dar a alguien que sepa cuidarlo”.
-Fijar límites y permitir que el niño decida qué hacer respecto
a ellos. Tenemos que aceptar que el niño prefiera no respetarlos
y asumir las consecuencias. “Cuando hagas tu tarea, puedes
ir a casa de tu amigo. No la has hecho, no puedes ir” “A las
ocho hay que estar en la cama para que te siga leyendo el
libro. No estás acostado, mañana seguiremos la lectura”.
-No discutir ni dejarnos convencer. Por más que proteste o
ruegue nuestro hijo, una vez que hayamos definido una regla
y su consecuencia, tenemos que ser firmes en su cumplimiento.
Sólo debemos dejar claro que es el niño quien decidió no
respetar la regla. Si los argumentos del niño son razonables,
121
podemos revisar más tarde la regla, considerar si han cambiado
las circunstancias o la madurez del niño, y entonces ponernos
de acuerdo con él para modificarla.
-Explicar las razones por las que su conducta lleva a las
consecuencias que estamos aplicando. Debemos hacer ver
claramente al niño cómo alguien más ha sido afectado por
lo que él hizo.
-Propiciar un acuerdo entre el niño y los que han sido
perjudicados por él.
Cuando el niño logre entender el punto de vista de los demás,
sentirá deseos de remediar el daño por su propia voluntad.
“Perdiste la pluma de tu hermano. ¿Qué puedes hacer para
que vuelva a tener sus útiles completos?”
-No juzgar al niño sino describir la acción. En vez de calificarlo:
“¡Eres un descuidado! Si no tuvieras la cabeza pegada, ya la
habrías perdido”, podemos decirle simplemente: “Perdiste tu
libro, ¿cómo vas a estudiar y hacer tu tarea?”
Una vez definida la regla no discutamos,
ni nos dejemos convencer
La consecuencia no debe causar un dolor excesivo en el niño
-Cuando en una situación participa un grupo de niños, no
tratemos de encontrar culpables. Es mejor propiciar que entre
todos resuelvan el problema y compartan la responsabilidad.
“Rompieron las plantas con la pelota, ¿qué van a hacer para
arreglarlas?”
-Aplicar las consecuencias siempre de la misma manera. Ser
constantes y congruentes. Cuando un día estamos atentos
a que nuestro hijo viva una consecuencia y al siguiente nos
olvidamos, el niño se sentirá desorientado y le costará más
trabajo aprender a tomar decisiones.
-Aplicarlas cuando acaba de suceder el hecho. De esta manera,
el niño tiene oportunidad de obtener un aprendizaje inmediato.
Pero también es recomendable buscar el momento adecuado,
cuando estemos tranquilos y podamos comprender la
naturaleza del problema, para hacer una buena reflexión.
-Procurar que el niño aprenda de sus acciones. Equivocarse
es un medio excelente para aprender. Si aprovechamos la
experiencia, el niño saldrá reconfortado y con la autoestima
fortalecida.
Una excelente manera de prevenir problemas de
disciplina es crear en casa un ambiente agradable en
el que haya muchas cosas interesantes que hacer
Mientras el niño esté ocupado en lo que le gusta, menos
conflictos ocasionará. Los niños aburridos, los que no tienen
estímulos atractivos a su alrededor, son los que presentan
conductas conflictivas con mayor frecuencia. Conviene planear
juegos entretenidos que inviten al niño a investigar y a
aprender. Cuanto más podamos organizar el entorno del niño
y proponerle actividades divertidas, menos va a retarnos y
a rebelarse.
Es conveniente recordar que la aplicación de
consecuencias naturales y lógicas, o cualquier otro
recurso para disciplinar, sólo da resultado si hemos
establecido una relación de respeto y afecto con nuestro
hijo
La disciplina funciona cuando hemos creado la costumbre de
pasar tiempo juntos, de expresar nuestra aceptación, confianza
y amor al niño; cuando la utilizamos para educar, no para
ejercer el poder; cuando sabemos que el fin último de los
padres es desaparecer como autoridades, abrir horizontes a
nuestro hijo y dejarlo convertirse en el único dueño de su
vida, en un ser humano cariñoso, feliz, satisfecho y útil a los
demás.
122
No tratemos de encontrar culpables
La aplicación de consecuencias naturales y lógicas
sólo da resultado en una relación de respeto y afecto
Pruebe algunas de las siguientes
recomendaciones
Marque a su hijo límites claros y congruentes y defina las
consecuencias lógicas en caso de que no sean respetados.
Antes de fijar una norma, piense si es razonable. Pero
cuando la haya establecido manténgase firme en su
cumplimiento.
Al fijar una norma, describa exactamente qué acción
espera del niño y defina dónde, cómo y cuándo debe
cumplirse.
Comente las reglas con el niño para que las entienda y
comprenda el porqué de cada una.
Asegúrese de que su hijo comprendió la regla. Pídale que
él la explique con sus palabras.
Ayude a su hijo a distinguir entre las reglas importantes
que debe cumplir y las cuestiones en las que puede decidir.
Negocie los límites y modifíquelos de acuerdo con la edad
y la madurez de su hijo.
Escriba las normas junto con el niño y póngalas en un
lugar visible.
Ejerza la disciplina de manera constante y congruente.
No puede permitir un día un comportamiento y al día
siguiente prohibirlo.
Ayude a su hijo a relacionar sus actos con las consecuencias
que éstos provocan.
No lo sobreproteja. Permítale afrontar las consecuencias
y aprender de su propia experiencia.
Sea prudente al dejar que el niño experimente las
consecuencias naturales.
Juegue con él a: “¿Qué pasaría si…? Inventen posibles
efectos de ciertas acciones imaginarias.
Aproveche cada situación para convertirla en una
experiencia educativa.
Aplique consecuencias que ayuden a su hijo a hacer algo
útil para arreglar el problema.
No aplique consecuencias que no tengan que ver con la
acción del niño.
No incurra en la severidad. No provoque un dolor excesivo
en el niño cuando aplique consecuencias lógicas.
Establezca en casa un ambiente ordenado y agradable en
el que haya estímulos interesantes y cosas divertidas que
hacer.
Mantenga con su hijo una relación respetuosa, cercana
y cariñosa.
Comente las reglas
Escriba las normas junto con el niño
123
Asegúrese de que su hijo comprendió la regla
La televisión es un medio que ha adquirido un papel central en la vida de muchas
familias
Aunque existen opiniones a favor y en contra de la televisión, nadie niega su enorme influencia.
Quizá, más que discutir si es “buena o mala”, nos conviene ponerle límites, concentrarnos en
usarla adecuadamente y aprovecharla para educar a nuestros hijos.
La televisión es un entretenimiento que exige muy poco
La televisión es la diversión más a la mano con la que contamos y es normal que la utilicemos
como un refugio de nuestros problemas y una manera de descansar del trabajo del día.
Si no somos conscientes o carecemos de aficiones interesantes, podemos quedar atrapados
en la facilidad de apretar un botón y dejarnos entretener por horas y horas. Mirar así la televisión
provoca el mismo fenómeno que la droga: crea adicción; es una conducta repetitiva que se
transforma en un hábito muy difícil de eliminar.
Determinar las horas en que el televisor
está encendido es un asunto de toda la
familia
Si los padres nos decidimos a controlar nuestro
tiempo personal ante los programas televisivos
es más fácil que los niños estén dispuestos
a limitar el suyo. Para que funcione, una regla
debe aplicarse a todos los miembros de la
familia.
Los niños que pasan demasiado tiempo
como espectadores dejan de realizar
otras actividades fundamentales para
el desarrollo de su cuerpo y de s u
inteligencia
Para crecer sanos, los niños necesitan una
variedad muy amplia y diversa de actividades:
jugar, correr, trepar, investigar, leer, escuchar
cuentos, dibujar, etcétera. Nuestro hijo se
olvidará por un buen rato de la televisión si
tiene otras opciones que valgan la pena.
Guía de Padres
128
Los niños que pasan demasiado tiempo como espectadores
dejan de realizar otras actividades
VIII. La televisión y otras pantallas
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
¿Qué lugar ocupa la televisión en su casa, en su vida y en la de sus hijos?
Si la televisión se descompusiera en su casa, ¿cómo se sentiría? ¿Qué haría?
Atrévase a hacer la prueba de desconectar la televisión durante una semana.
¿Qué hacen usted, su pareja y sus hijos en un día normal?
Ponga en una tabla similar al ejemplo las actividades que realiza, hora por
hora, cada uno de los miembros de su familia. Dése cuenta de cuánto tiempo
está encendida la televisión en su hogar.
NOMBRE HORA ACTIVIDAD ¿ESTÁ ENCENDIDA LA TELEVISIÓN? ¿QUÉ PROGRAMA ESTÁ PASANDO?
Independientemente de lo bueno o malo
que sea un programa, el niño se mantiene
pasivo ante el televisor
Cuando el niño está frente al televisor observa
los hechos sin juzgar o analizar lo que sucede
ante sus ojos.
Las imágenes son tan rápidas que no le dan
oportunidad de hacer alguna reflexión. Por
eso es necesario ayudar al niño a relacionar
la información recibida con sus conocimientos
anteriores y propiciar que se detenga a pensar
o a hacerse preguntas cuando termina la
transmisión.
Bien utilizada, la televisión puede ser un
valioso medio educativo
La televisión puede dar al niño la posibilidad
de ampliar sus conocimientos, mostrarle
situaciones a las que de otro modo no tendría
acceso; le permite gozar con imágenes del
mundo que sólo unos cuantos han tenido el
privilegio de contemplar directamente. Éste
es un valor que hay que aprovechar.
Pero hacer de la televisión una experiencia positiva y
estimulante requiere de un verdadero compromiso de los
adultos.
Para educar al niño como espectador consciente y crítico,
es necesario que los padres también nos eduquemos
Conviene revisar nuestras costumbres respecto a los medios
de comunicación. ¿Qué clase de programas vemos? ¿Son
divertidos e interesantes? ¿Nos benefician y nos dejan algo
positivo? ¿Qué mensajes estamos recibiendo? ¿Queremos
esos valores para nuestra familia? Los padres tenemos la
responsabilidad de crear en nosotros y en nuestros hijos una
actitud selectiva y crítica.
Es recomendable decidir un plan semanal que incluya
los programas favoritos de televisión de cada uno
Los niños necesitan —aunque no lo sepan y a veces no lo
admitan— que los ayudemos a elegir las series que les
ofrezcan algo que valga la pena y que los diviertan de una
manera inteligente; que al menos una parte del tiempo las
veamos con ellos para ayudarles a interpretarlas y que los
motivemos a tomar la información que les muestra la pantalla
como estímulo para profundizar en lo que más les interese.
En las horas que pasan frente al televisor los niños
aprenden mucho más de lo que nos damos cuenta,
acerca de la vida y los valores
La televisión le descubre al niño, desde muy pequeño, todos
los aspectos de la vida adulta: ambición, engaño, dolor,
enfermedad, muerte, sin ningún filtro y muchas veces en
una versión distorsionada.
El grado de madurez emocional de la mayoría de los niños
es aún limitado para poder manejar escenas de sexualidad,
sufrimiento y violencia. Muchos mensajes que para los adultos
son indiferentes, pueden producir en el niño preocupaciones,
dudas, miedos o pesadillas.
Aunque nadie ha podido comprobar que la televisión
hace violentos a los niños, sí los hace menos sensibles
al dolor y la crueldad
Los programas supuestamente graciosos refuerzan
comportamientos que pueden herir a otras personas. Algunos
cómicos critican, menosprecian y ponen en ridículo a los
demás, sin ninguna sensibilidad. El niño puede acostumbrarse
a este tipo de humor y utilizarlo en su vida sin pensar en las
consecuencias.
Las series de acción acostumbran al niño a ver que los
problemas se resuelven con golpes o balazos. Así, la violencia
le resulta cada vez más normal y cotidiana. Al ir perdiendo
sensibilidad, necesitará de estímulos más fuertes para
emocionarse.
129
El niño se mantiene pasivo ante el televisor
La televisión puede dar al niño la posibilidad
de ampliar sus conocimientos
Es imposible proteger a nuestro hijo de las impresiones
y mensajes que recibe mediante la televisión, pero sí
depende de nosotros cómo use este medio
Nuestra responsabilidad es enseñar al niño a ver críticamente
la televisión, comentar los programas con él y estimularlo
para que use su propio criterio. Podemos ayudarlo a percibir,
analizar, rechazar, aceptar y aprovechar la información que
recibe.
La televisión tiene un enorme potencial educativo y
social para promover valores
La televisión puede ser un estímulo para cuestionar las
creencias y los prejuicios de nuestro grupo social; para conocer
otros modelos de convivencia u otros enfoques de la realidad;
para promover la tolerancia y el respeto a las diferencias.
En un ambiente de juego podemos organizar discusiones con
nuestro hijo relacionadas con la manera de actuar de los
personajes: “¿Crees que su actuación corresponde a lo que
sucede en vida real?” “¿Conoces a alguien que se comporte
de esa manera?” “¿Estás de acuerdo con la decisión que tomó
el personaje?” “¿Qué hubieras hecho en su lugar?” “¿Cómo
crees que se sintió cuando sucedió eso?” “¿Qué otra solución
podrías encontrar?” “¿No podría la muchacha buena de la
telenovela encargarse ella misma de su vida en vez de
depender de otros?” “¿Qué hubiera pasado si…?” “¿Cómo se
sentirá el héroe después de matar y golpear a sus enemigos?”
“¿Será la mejor manera de resolver los conflictos?” “¿Cómo
imaginas que se siente alguien que es agredido?”
En la etapa escolar, a los niños todavía les interesa lo que
pensamos sus padres. Es una gran responsabilidad reflexionar
con cuidado lo que decimos, tratar de fundamentar nuestras
ideas, aclarar nuestros valores, y además expresarlos de tal
manera que no resulten una imposición sino otro punto de
vista en la conversación.
Utilizada así, la televisión puede convertirse
en un medio de unión, entendimiento y
comunicación en la familia.
Otros medios electrónicos
Con los juegos de video sucede algo similar
a la televisión: no es que sean buenos o malos
por sí mismos, sino que su uso puede ser
apropiado o inadecuado.
La mayoría de los juegos suelen desarrollar
ciertas habilidades. Para jugar, el niño tiene
que controlar con precisión los movimientos
de las manos, seguir instrucciones
cuidadosamente, observar con atención,
generar estrategias para solucionar los
problemas que se van presentando y controlar
la tensión que provoca la rapidez con que
aparecen los obstáculos.
Sin embargo, cuando estos juegos se usan
en exceso, estas destrezas se van haciendo
mecánicas y el niño pierde oportunidades de
medirse en otros retos y de relacionarse con
otros niños. En su uso moderado y racional
está la oportunidad de aprovechar sus
beneficios.
La computadora y el Internet suelen considerarse a
últimas fechas como la solución a todos los problemas
Esto es falso. La computadora es una simple herramienta
que facilita algunas tareas, pero el trabajo de pensar, elegir,
tomar decisiones, analizar, estructurar, investigar y sintetizar,
solamente puede hacerlo la persona que la usa.
La computadora podría ser un apoyo para el niño, pero no
es imprescindible. Existen muchas otras maneras de obtener
información y de explorar el mundo. Lo importante es apoyar
a nuestro hijo para que se beneficie con todos los recursos
que estén a su alcance.
130
Bien utilizada la televisión puede convertirse en un
medio de unión
La computadora es una de las muchas
herramientas para obtener información
Pruebe algunas de las siguientes
recomendaciones
Revise sus hábitos para ver televisión. Usted es el ejemplo
que su hijo va a seguir.
Establezca, junto con su hijo, un horario para ver la
televisión.
Ayúdelo a decidir cuáles son los programas que en verdad
le interesan y cuáles son apropiados para él.
Cuide que la televisión no le impida realizar otras
actividades.
No use la televisión como niñera de sus hijos. Invente y
proponga otras actividades como pasear, pintar, leer
libros, organizar juegos o lo que se le ocurra.
Examine con atención los modelos y los valores que
proponen los programas que ve su niño. Compárelos con
los que usted quiere transmitirle.
Vea con su hijo algunos programas de televisión.
Coméntenlos y analícenlos en un ambiente informal. Así
su hijo aprenderá a hacer juicios sobre lo que tiene calidad
y lo que no, lo que es correcto e incorrecto, lo que es
fantasía y realidad.
Reflexione con cuidado lo que dice a su hijo, trate de
fundamentar sus ideas y aclarar sus valores.
Deje que él llegue a sus propias conclusiones.
Evite que su niño vea programas para los que no está
maduro. Los contenidos de violencia, sexo, dolor o muerte
pueden producirle trastornos emocionales como miedo
o angustia.
Sensibilice a su niño respecto a los efectos de la violencia
tanto en su vida cotidiana como en lo que sucede en el
mundo.
Complemente los datos que da la televisión con lecturas,
pláticas, experimentos, etcétera.
Procure exponer a su hijo a emisiones de calidad.
Si están a su alcance, aproveche la computadora, el
Internet y los juegos de video para que su hijo desarrolle
diversas habilidades, pero limite el tiempo de uso.
Si usted ve mucha televisión, recuerde
que su hijo va a seguir el ejemplo
Esté atento a que la televisión no le impida
realizar otras actividades
Establezca un horario para ver la televisión
131
El juego es la ocupación fundamental de un niño
Hasta hace poco se creía que jugar era una actividad inútil, un simple entretenimiento para
descansar del estudio o de otras actividades más serias y productivas. Hoy se sabe que el juego
es indispensable para asegurar el pleno crecimiento y desarrollo del niño.
El niño juega por una necesidad interna que pone en movimiento todas sus capacidades, por
un impulso natural de explorar, descubrir y crear.
El juego ofrece al niño un sentimiento de libertad y de dominio que lo ayuda a construir
su personalidad y a fortalecer su autoestima
El juego es una actividad libre, espontánea y flexible en la que el niño asume el control, decide
las reglas y puede cambiarlas en cualquier momento.
El niño se entrega al juego con todo su ser, con todas sus capacidades y conocimientos, con
toda su concentración y su energía. En el juego expresa sus ideas, deseos, sentimientos,
miedos, afectos y fantasías, y obtiene satisfacciones que ninguna otra actividad le puede dar.
El juego nutre la vida del niño, le es vital para aprender a manejar su cuerpo, a relacionarse
y colaborar con otros, a conocer el mundo, a crear y construir, a imaginar y razonar. Las
diferentes clases de juego favorecen cada uno de los aspectos de su desarrollo.
EL JUEGO PARA CONOCER
Cuando entra a la escuela primaria, el niño no está listo para renunciar al juego ni a los juguetes.
El juego sigue siendo una manera de vivir y de aprender muy importante para él. Suele disfrutar
todavía sus juguetes de cuando era más pequeño, aunque los maneja en una forma más
compleja y usando más el pensamiento. No
vale la pena tener prisa para que los deje,
nunca hay que decirle: “Eres demasiado grande
para...”
En los primeros años de la etapa escolar, su
capacidad de lenguaje aún no está
suficientemente desarrollada para aprender
exclusivamente con palabras. Sólo cuando
éstas se relacionan con algo concreto y físico
tienen un significado claro para él. Los objetos
todavía le son indispensables para aprender.
El niño necesita una gran cantidad de
experiencias de juego en las que use las
manos, los ojos y los oídos, como la base para
desarrollar su pensamiento.
A medida que crece, el niño logra un
avance fundamental: organiza y ordena
en su mente los hechos y los objetos
A partir de los ocho o nueve años, empieza
a apartarse de los juguetes y a jugar con
ideas, a dejar la fantasía infantil para explorar
el campo de la lógica.
EJERCICIO DE REFLEXIÓN
Jugar es una actividad necesaria a cualquier edad para disfrutar de una vida
plena y satisfactoria.
¿Qué es el juego para usted? ¿Qué tan frecuentemente juega usted con otros
adultos? ¿Y con su hijo? ¿Qué tipo de juegos? ¿Los disfruta? ¿Ha observado
el juego de su hijo? ¿A qué juega cuando está solo? ¿Qué juegos comparte
con otros niños?
Guía de Padres
132
Cuando entra a la escuela primaria, el niño sigue disfrutando
los juegos y los juguetes
IX. Juego y creatividad
G2 terceraparte
G2 terceraparte
G2 terceraparte
G2 terceraparte

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  • 1. 99 Guía de Padres Una de las mayores alegrías que puede experimentar una persona es tener la libertad de ser ella misma Cuando somos capaces de vivir en armonía con la naturaleza y de ser espontáneos, nos sentimos contentos, ligeros, satisfechos y nos manifestamos a los demás de manera afectuosa y abierta. En esos momentos en que somos sencillos, sinceros y creativos, todo funciona mejor, sentimos entusiasmo, gratitud, y nos acercamos al amor. Por eso, un aspecto fundamental de la educación de nuestros hijos es guiarlos para que se realicen y expresen lo que verdaderamente son. Cada niño es único y valioso, tiene derecho a ser aceptado, a gozar y a desplegar la riqueza de su ser y ofrecerla a los demás Los padres hemos de respetar y apreciar la personalidad, las cualidades y limitaciones de cada niño, sus gustos, necesidades y deseos; darle la libertad de pensar, sentir, jugar y fantasear para que sus capacidades y talentos alcancen la plenitud, para que su existencia resulte útil, feliz y llena de sentido. En nosotros recae la responsabilidad y el gran privilegio de cuidar —y enseñarle a cuidar— su cuerpo, su inteligencia y su sensibilidad. Nosotros somos los encargados de favorecer su contacto con el conocimiento, la belleza y la espiritualidad; de enseñarlo a relacionarse solidariamente y a perseverar en las adversidades; de llevarlo de la mano —sin caminar por él— hasta que sea independiente y pueda tomar en sus manos —hasta donde es posible— el control de su vida. Con nuestra guía respetuosa, el niño va descubriendo qué es el mundo, quién es él, qué quiere hacer con su vida y cuáles son sus valores Esos descubrimientos le darán un pensamiento y un juicio propios, le ayudarán a decidir por sí mismo lo que debe hacer en las diferentes circunstancias de su vida, y le darán un sentido de pertenencia y compromiso con su familia, su comunidad y su planeta. Un mundo en constante cambio necesita la contribución de cada uno de sus habitantes El progreso de las sociedades se basa en la diversidad de sus miembros, en que cada uno aporte sus ideas, su esfuerzo y sus sueños particulares. Para ello, es indispensable cultivar y fortalecer la autoestima y la autonomía de las personas, sean niños o adultos; esforzarnos para que el entusiasmo, el trabajo, la imaginación, la creatividad y los sueños de todos transformen nuestro mundo en un mejor sitio para vivir. APRENDER A SER
  • 2. Autoestima es el valor que damos a nosotros mismos Es conocernos, aceptarnos y querernos, es estar contentos con lo que hacemos y con lo que somos. La autoestima nos hace sentir que nuestro trabajo es importante, que podemos lograr lo que nos proponemos y que tenemos algo que ofrecer a los demás. La persona con autoestima alta se percibe como un ser único y valioso Una persona segura de sí no trata de aparentar lo que no es; aprecia sus talentos y también reconoce sus limitaciones, sabe pedir ayuda y puede reírse de sí misma. Una persona con buena autoestima trata de hacer las cosas lo mejor que puede, pero no necesita ser perfecta; no se compara con los demás ni requiere la aprobación ajena para sentirse bien. Si se equivoca, acepta sus errores, aprende de ellos e intenta otras maneras de alcanzar su objetivo. Una persona con autoestima sana toma decisiones y se responsabiliza de ellas; hace EJERCICIO DE REFLEXIÓN Las palabras tienen un gran poder para fortalecer o debilitar la autoestima de una persona. Observe cómo se habla a sí mismo. ¿Se trata con respeto o se devalúa? Se dice cosas como: “¡Qué bien lo hice!” o “Me equivoqué otra vez, ¡qué tonto soy!” “Es un reto que me entusiasma” o “Es muy difícil, no voy a poder”. Esté atento a la manera como habla a su niño. ¿Lo trata con consideración o lo critica? Le dice: “Eres un torpe. Nunca haces nada bien” o “Vuelve a intentarlo, seguro que lo vas a lograr”. Durante todo un día, lleve en la bolsa dos pequeñas hojas de papel de diferente color. Cada vez que se sorprenda pensando mal, agrediéndose o culpándose a sí mismo, corte un trocito de una de las hojas. Si nota que piensa o dice algo agradable sobre usted, corte un pedacito del mismo tamaño de la otra hoja. Al final del día compare qué papel quedó más pequeño. Otro día haga lo mismo, pero recortando un papel cuando piense mal de su hijo, lo juzgue o lo insulte, y cortando otro cuando lo anime y le diga algo agradable. Después de una semana, repita el ejercicio. Vea si los papeles resultaron diferentes a los de la primera vez. Dése cuenta si sus palabras —y sus pensamientos y sentimientos— mejoran al ser consciente de ellos. No olvide que tiene la obligación de cuidar a su hijo y de evitar agredirlo. Guía de Padres 100 La autoestima es el valor que nos damos a nosotros mismos I. El cuidado de la autoestima
  • 3. lo que considera correcto y es capaz de decir “no” sin sentirse culpable. Cuida de su bienestar y es sensible a las necesidades de los que le rodean; expresa sus emociones, sabe escuchar y es capaz de resolver con serenidad y confianza los conflictos que se le presentan. La persona con autoestima débil cree que no es valiosa Una persona insegura se desprecia y desconfía de sí misma; tiene miedo de mostrarse tal cual es, así que suele tratar de impresionar a los demás y alardear de cualidades que no posee. Sus relaciones son difíciles y conflictivas, y como es incapaz de apreciar a los demás, los envidia o los desprecia. Una persona que no se valora, evade las obligaciones y deja pasar las oportunidades, pues cree que no las merece o no puede con ellas. Evita tomar decisiones, y al tener que aceptar lo que otros eligen, se siente enojada y frustrada. La persona con baja autoestma es rígida, se aferra a lo que siempre ha hecho, y cuando fracasa en algo, niega sus equivocaciones o bien se desespera, se culpa o se paraliza. Carece de fuerza para luchar por sus metas. La mayoría de los seres humanos vivimos una mezcla de alta y baja autoestima Ninguna de las dos situaciones se da en estado puro. Tenemos épocas en que nos sentimos más valiosos y útiles que en otras. Es natural. Lo importante es ser conscientes de que tenemos en nuestras manos el poder de transformarnos. Y también, que tenemos la oportunidad de ayudar a construir y mantener una alta autoestima en nuestros hijos. La formación de la personalidad del niño está íntimamente relacionada con su autoestima Los comportamientos y actitudes de los niños, e incluso su mismo desarrollo, dependen de cómo se ve a sí mismo. La autoestima es la base sobre la que se apoya el niño para alcanzar la plenitud de sus capacidades, para crecer sano y feliz, para ser productivo y creativo. De la autoestima depende en gran parte su rendimiento escolar y sus relaciones sociales. Cuando el niño entra a la escuela primaria empieza a interactuar con el mundo sin la protección de sus padres La aprobación de los compañeros comienza a jugar un papel fundamental en la autoestima del niño, pero para ser aceptado, tiene que sentirse seguro y desarrollar destrezas y habilidades de todo tipo. A partir del tercer año de primaria, el niño es capaz de darse cuenta de sus fuerzas y limitaciones reales: sabe en qué puede sobresalir y qué le cuesta trabajo; se mide con otros y comprende que para lograr lo mismo que un compañero con mayor talento, necesita esforzarse más. En esta etapa es fundamental fortalecer la autoestima de nuestro hijo en casa, ayudarlo 101 a darse cuenta de que posee los recursos para conseguir lo que se proponga. Él tiene que encontrar su camino para llegar a ser una persona valiosa para sí y para los demás, pero todavía requiere de nuestro apoyo para reconocer sus capacidades y hacerlas valer. Los padres tenemos cuatro herramientas básicas para apoyar a nuestro hijo en la construcción y fortalecimiento de su autoestima La primera herramienta, indispensable para aplicar las otras tres, es el cuidado de nuestra propia autoestima. La segunda consiste en estar atentos a la forma en la que valoramos al niño y a las expresiones y palabras que usamos para referirnos a él. La tercera es darle oportunidades para probarse y superar retos por sí mismo, de apoyarlo sin sobreprotegerlo. No sobreproteja a su hijo No califique a su hijo, puede dañar su seguridad
  • 4. 102 La cuarta, y la más importante, es nuestro amor. Una alta autoestima se basa en tres certezas: Soy alguien querido, soy valioso y soy capaz. PRIMERA HERRAMIENTA: NUESTRA PROPIA AUTOESTIMA Para ayudar a nuestro hijo a construir una autoestima alta es indispensable trabajar en nuestra propia valoración. A ninguna edad hay que dar por sentada la autoestima. Las críticas y reveses (como las dificultades económicas, los problemas en las relaciones, las pérdidas o enfermedades) la ponen en riesgo. Por eso es necesario que revisemos con frecuencia la idea que nos hacemos de nosotros mismos, que la modifiquemos si no nos satisface y que nos arriesguemos a luchar por lo que en verdad anhelamos. Cultivar nuestra autoestima le hará un enorme bien a toda la familia. SEGUNDA HERRAMIENTA: LAS PALABRAS Las palabras tienen un impacto del que muchas veces no nos damos cuenta Según una leyenda africana, en una región al sur de ese continente, crecían árboles de raíces débiles, pero de madera tan dura que era muy difícil cortarlos con hacha. Para derribarlos, una persona subía hasta la punta y gritaba: “Árbol, eres desagradable, no sirves para nada; nos molestas, nos estorbas...” Y seguía insultándolo hasta que el árbol caía por sí solo, vencido y marchito. Cuando maltratamos a nuestro hijo, no lo vemos caer porque lo que se marchita está dentro de él. El niño termina por creer lo que decimos de él Las palabras que le dirigimos a nuestro hijo deciden en un alto grado la clase de persona que llegará a ser. En la etapa escolar, sus raíces no han acabado de crecer, aún son frágiles y poco profundas, por eso las críticas, amenazas o burlas tienen un gran impacto en el concepto que está formándose de sí mismo. Si lo etiquetamos: “Eres un inútil, un torpe, un irresponsable”, acabará comportándose de acuerdo con esos atributos y crecerá pensando que vale muy poco. En cambio, si le comunicamos nuestro aprecio y aceptación, el niño se sentirá valioso, querido y satisfecho. Los padres podemos reforzar la autoestima de nuestro hijo al hacerle notar sus aciertos en lugar de señalar todos sus errores Si, por ejemplo, nuestro hijo despertó solo y se vistió para ir a la escuela, pero se retrasó porque tuvo que buscar su cuaderno y su lápiz, podríamos decir: “Qué bueno que te arreglaste con tanto empeño, ya sólo falta arreglar tus cosas en la noche para no perder tiempo a la hora de salir”. Insistir en lo positivo da al niño una visión favorable de sí mismo. Esto no significa hacerle halagos falsos, pues el niño se da cuenta de la realidad Al niño le molesta escuchar: “Qué precioso dibujo hiciste. Eres un artista”, cuando él sabe que su trabajo es defectuoso y ha sido realizado sin esmero. También se siente incómodo cuando lo calificamos: “Eres muy listo” o “Eres un niño bueno”. No lo amenace ni se burle de él pues sus palabras tienen un gran impacto Refuerce la autoestima del niño señalando los aciertos en vez de los errores Nuestro hijo necesita que le ayudemos a percibir sus logros y a apreciar lo que es real y tangible, no nuestras opiniones o juicios, incluso si éstos son favorables. El elogio suele afectar de manera negativa la autoestima. Si un niño ha sido educado con halagos, se hace dependiente de las opiniones ajenas, requiere la aceptación de otros para confiar en su habilidad y es incapaz de formarse un juicio propio acerca de lo que realiza. No es lo mismo elogiar a nuestro hijo que animarlo y estimularlo. La diferencia es sutil pero muy importante Cuando lo estimulamos, no mencionamos nada acerca de su persona, simplemente describimos sus acciones y le mostramos lo complacidos o agradecidos que estamos por ellas: “Es estupendo que hagas tu tarea todas las tardes. Te debes sentir satisfecho” “Gracias por ayudarme a poner la mesa” “Tu trabajo sobre las ballenas me hizo saber muchas cosas interesantes que desconocía”.
  • 5. Lo que el niño cree que es capaz realizar —y lo que no— es una fuerza muy poderosa para limitar sus capacidades o hacerlas crecer. No es necesario que el niño sea perfecto Los padres desalentamos a nuestros hijos cuando les planteamos metas demasiado altas o imposibles de alcanzar (sacar puros dieces, meter más goles que los demás, no ensuciar los zapatos en la escuela). Si le exigimos que actúe por encima de sus capacidades o de su edad, se sentirá frustrado, incompetente, y dejará de intentar cualquier cosa que no esté seguro de hacer a la perfección. Las felicitaciones negativas como: “Está bien, pero si tú quisieras, mejorarías tus calificaciones” o “Ya era hora de que arreglaras tu cuarto” lo desaniman, pues le hacen sentir que nunca es suficientemente bueno. Las situaciones que lo hacen sentir útil fortalecen su autoestima El niño necesita saber que es capaz de ayudar y que su apoyo es apreciado. En casa existen infinidad de ocasiones para colaborar: regar las plantas, darle de comer al perro, jugar con su hermanita. Si los padres fomentamos y agradecemos su disposición a contribuir al bienestar de la familia, él considerará natural cooperar también con sus compañeros y con los maestros de la escuela, o formar parte de grupos en los que realice acciones a favor de otras personas. CUARTA HERRAMIENTA: EL AMOR En la primaria, el niño necesita sentir que pertenece y tiene un lugar en su familia, que ahí es importante, único e insustituible. El niño necesita estar seguro de que nuestro amor no depende de lo que haga sino de lo que es; de que, aunque le pongamos límites, y en ocasiones no aceptemos su conducta, estaremos siempre dispuestos a apoyarlo y a recibirlo en nuestros brazos. TERCERA HERRAMIENTA: OPORTUNIDADES DE SUPERAR RETOS El sentirse capaz de hacer bien las cosas refuerza la autoestima del niño Cada vez que nuestro hijo intenta y logra algo, su confianza se fortalece. Cuando consigue andar en bicicleta, aprender a leer, caerle bien a sus amigos o hacer una investigación para la escuela, se siente bien y seguro de su capacidad. Mientras más competente se considere, más satisfecho estará y más se arriesgará a resolver situaciones en las que pueda equivocarse. En la edad escolar tenemos que dar atención especial y un gran apoyo a nuestro hijo, pues son años críticos en su desarrollo El niño necesita oportunidades de ejercitarse en distintas actividades y de probarse en retos que pueda superar. A los padres nos corresponde animarlo a vencer las dificultades y a persistir en sus intentos de mejorar; encontrar sus cualidades únicas, saber para qué tipo de actividades es más hábil y darle las facilidades para desarrollar sus talentos. El niño aprende a confiar en sí mismo si sus padres confiamos en él No ayudamos al niño si hacemos lo que él es capaz de realizar o si intervenimos cuando él trata de encontrar la solución. El apoyo innecesario es una crítica oculta: “No eres capaz de hacerlo bien, así que lo hago yo”. Si él nos pide ayuda o nos pregunta qué hacer, en vez de darle respuestas o consejos, conviene hacerlo reflexionar: “¿Qué crees que pasaría si...?” “¿Cuál sería tu decisión en caso de ...?” “¿Piensas que ayudaría el que...?” Si el niño se siente inseguro, hay que manifestar nuestra confianza y recordarle las habilidades que ha demostrado en otras ocasiones: “Tú resolviste anteriormente aquella situación, así que tienes la capacidad de hacer esto”. 103 Si el niño se siente inseguro manifestémosle nuestra confianza recordándole sus habilidades No le exijamos metas por encima de sus capacidades
  • 6. Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Pregúntese si se considera usted una persona valiosa y si tiene algo único que ofrecer a los demás: le transmitirá estos sentimientos a sus hijos. No busque la aprobación de otros para sentirse bien. Recuerde que usted es el único responsable de su bienestar. Si su hijo tiene algún problema en su rendimiento escolar, trate de averiguar si él cree que no es capaz o valioso. Entérese de qué tanta aprobación recibe de sus compañeros. Ayude a su niño a reconocer sus capacidades y sus dificultades, para que pueda trabajar con ellas y esforzarse por superarlas. Propóngale distintas actividades a través de las cuales pueda desarrollar sus talentos. Revise lo que piensa y lo que dice de su hijo. Háblele con cariño y respeto. Describa y reconozca las acciones positivas del niño y exprese lo satisfecho o agradecido que se siente por ellas. No le haga halagos falsos a su hijo. Valore el esfuerzo del niño además de sus logros. Anímelo a vencer las dificultades y a persistir en lo que se propone. Confíe en su hijo y comuníquele su confianza. Fomente la libertad de su hijo para actuar, decidir y responsabilizarse de lo que hace. No haga por el niño lo que él es capaz de hacer, ni intervenga cuando él trata de encontrar la solución a algún problema. Busque situaciones en las que su hijo pueda ayudar a otros y sentirse útil. Pregúntese si se considera usted una persona valiosa Entérese de qué tanta aprobación recibe de sus compañeros 104 Si el rendimiento de su hijo es bajo, averigüe cómo anda su autoestima Es normal que su hijo busque la aprobación de sus compañeros
  • 7. Descubrir a nuestro hijo mintiendo o robando es algo que suele causarnos preocupación Si reaccionamos en forma violenta y exagerada complicamos la situación y no ayudamos al niño a corregirse. En cambio, puede sernos útil retomar los conceptos de la autoestima, la disciplina, la autonomía y los valores para comprender el significado de estos comportamientos y manejar mejor la situación. MENTIR La sinceridad es un valor y por lo tanto necesita expresarse claramente en las acciones cotidianas de la vida familiar En la edad escolar, el niño ya es capaz de comprender lo que significa la verdad en las relaciones entre las personas. Es recomendable aprovechar las oportunidades de la convivencia para manifestar qué tanto apreciamos este valor. Los juegos propuestos en el capítulo III Los padres y los valores podrían servirnos en este caso. Hay muchas razones por las que un niño puede mentir En la edad escolar las mentiras más frecuentes son las que dice el niño para protegerse, para cubrir algo que hizo mal, para resolver sus problemas, evitar un castigo, obtener un beneficio o para no tener que hacer algo que les disgusta. También mienten para llamar la atención. Inventan historias y las cuentan con emoción para tenernos pendientes de sus palabras: “...Y entonces me subí hasta lo más alto del árbol y vi cómo un gato enorme se disponía a devorar a unos pajaritos recién nacidos. Yo luché con él y los salvé. Luego uno de ellos se cayó del nido, pero yo lo atrapé con una sola mano...” A un niño que acostumbra exagerar sería adecuado recomendarle escribir sus historias, pero también distinguir entre lo que en realidad pasó y lo que él agregó. Si le gusta engañar a otros para divertirse, hay que explicarle por qué conviene decir la verdad, es decir, deberá saber que ser sincero hace que los demás confíen en nosotros. En los primeros años de primaria todavía es apropiado el cuento del pastorcito que acostumbraba gritar para divertirse: “¡Ahí viene el lobo. Se va a comer a mis ovejas!” y que de tanto mentir, el día que el lobo realmente apareció, nadie le creyó. A los niños les gusta esa historia. Una de las razones por las que el niño miente es que escucha a sus padres decir mentiras Nuestra actitud ante la verdad es muy importante. A veces, los adultos mentimos EJERCICIO DE REFLEXIÓN La honradez y la verdad son valores que el niño aprende de sus padres. Vivirlos en las experiencias concretas de la vida familiar es un aprendizaje invaluable para él. ¿Qué piensa usted de las mentiras? ¿Cree que se justifican en alguna ocasión? ¿Por qué? ¿La honestidad es un valor importante en su familia? ¿Alguna vez ha tomado usted algo que no le corresponde? Guía de Padres 124 Si le gusta engañar a otros para divertirse, hay que explicarle por qué conviene decir la verdad VII. Mentir y robar
  • 8. por comodidad o para no quedar mal. Pedir al niño que mienta por nosotros: “Dile que estoy enfermo, que no puedo ir”, lo desconcierta, y compromete su formación ética. ¿Cómo va a defender la verdad, si es cómplice de nuestras mentiras? Otras veces mentimos para no herir los sentimientos de los demás. Si la tía nos da un regalo que nos desagrada y le decimos: “Está precioso, muchas gracias. Lo voy a poner en medio de la sala para que luzca”, el niño sabría que no estamos diciendo la verdad, y eso nos coloca en una situación difícil, aun cuando se trate de mentiras piadosas. Es mejor intentar otro tipo de respuestas: “Qué amable eres por traernos un regalo. Agradezco mucho tu generosidad”. Existen situaciones delicadas en las que decir la verdad puede causar daño o dolor a alguna persona En esos casos, tendremos que ayudar a nuestro hijo a analizar con detenimiento la situación y a revisar el orden de importancia de sus valores para tomar la decisión. Si el niño vio a su amigo copiar en un examen del que depende que pase el año, y la maestra, sorprendida por los buenos resultados, le pregunta si él sabe si hizo trampa, el niño tendrá que valorar las consecuencias para su amigo, la lealtad que le debe y la honestidad con su maestra. Al reflexionar sobre estos casos complicados va formando su criterio y se va acercando a la plena autonomía. Cuando el niño reconoce una falta o acepta una mentira es porque espera nuestra confianza y comprensión Si el niño nos dice: “Ya me entregaron calificaciones en la escuela, pero las escondí porque reprobé español”, debemos apreciar el valor de su honestidad y ayudarlo a buscar la solución al problema: “Qué bueno que te atreves a admitirlo, 125 ¿por qué crees que te fue mal? ¿Qué piensas hacer? ¿En qué puedo ayudarte?” Si se siente apoyado por nosotros es probable que siga siendo sincero y admita sus errores para que le ayudemos a corregirlos. Debemos ser muy cuidadosos para no acusar al niño de algo que no sabemos si hizo o no Sospechar y desconfiar de nuestro hijo, acorralarlo para que nos diga la verdad sin darle oportunidad de expresarse, o amenazarlo y castigarlo sin estar seguros, es algo que el niño vive como una gran injusticia. Si nos equivocamos en nuestra acusación, tenemos que admitirlo ante el niño y pedirle una disculpa. Si el niño miente con frecuencia y se aleja de la realidad, es importante analizar las causas de su conducta Tenemos que comprender cuáles son los motivos que lo llevan a mentir y qué sentido tiene para él esconder la verdad. Quizá estamos presionándolo en exceso o le estamos pidiendo resultados demasiado altos en la escuela o en las obligaciones en casa. Si es así, debemos eliminar las exigencias, dejar de corregirlo en cosas sin importancia y animarlo a que exprese sus sentimientos. Si el niño continúa mintiendo en forma constante o en asuntos serios, conviene buscar apoyo profesional. ROBAR Existen recursos que los padres podemos utilizar para prevenir que nuestro hijo llegue a robar Es normal que un niño pequeño tome algo que le llame la atención, porque no tiene un sentido de la propiedad bien desarrollado, pero en la etapa escolar, el niño ya sabe que tomar lo que no es suyo es una conducta inapropiada. Los padres tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestro hijo las maneras adecuadas para conseguir lo que queremos. Sin escandalizarnos ni asustar al niño debemos actuar con firmeza Cuando mentimos para no herir los sentimientos de los demás cofundimos a nuestro hijo
  • 9. Si cree que algún hermano o hermana tiene más atención, privilegios o regalos que él, o no se siente suficientemente querido, va a tratar de compensar su tristeza y su enojo con el objeto robado. Si aún no ha desarrollado suficiente claridad en sus valores y su autoestima es baja, puede robar por sentirse en desventaja respecto a sus amigos, o bien, ceder a la presión del grupo de compañeros para ser aceptado y demostrar su valentía. Entender los motivos por los que el niño ha robado nos ayuda a reaccionar con tranquilidad y a aprovechar la experiencia para su aprendizaje No podemos dejar pasar el hecho. En cuanto nos demos cuenta del robo es indispensable actuar de inmediato. Sin escandalizarnos ni asustar al niño con una reacción exagerada como decirle que es un ladrón o un criminal que va a terminar en la cárcel, debemos actuar con firmeza, dejar claro que no podemos aceptar lo que sucedió, describir su comportamiento y llamarlo por su nombre. Él sabe que tomar lo que no es suyo es robar. Debemos aplicar consecuencias y ayudar al niño a poner remedio a lo que hizo Es recomendable hacer sentir al niño que queremos apoyarlo, preguntarle cuál es su propuesta para solucionar el asunto y dejar que él se haga responsable. Aun cuando sea penoso, tendrá que devolver personalmente el objeto a su dueño y pedir disculpas. Esto es indispensable. Seamos consistentes cada vez que esto suceda, y cuando el problema ha sido resuelto, no volvamos a hablar del tema. En general, el niño deja de robar si los padres actuamos adecuadamente, pero cuando el problema continúa es necesario preguntarnos qué está expresando su conducta Quizá nuestro hijo esté tratando de conseguir algo que él siente que le hace falta. Lo más probable es que sea cariño o aprobación. En lugar de enojarnos con él y hacerlo sentir mal, hay que darle lo que necesita. El amor de sus padres es algo fundamental para el niño; no debe dudar de él, haga lo que haga. Si su conducta no se corrige podemos pedir el apoyo de un especialista; él podrá ayudarnos a encontrar las razones por las que el niño roba y aplicará un tratamiento si es necesario. 126 Es importante darle explicaciones claras y tranquilas de por qué debemos respetar las cosas de los demás: “Si te quedas con el libro de la biblioteca, vas a privar a otros niños de disfrutarlo, y si eso hicieran todos, tú tampoco tendrías qué leer más adelante”. Conviene aclarar que no es correcto tomar algo que pertenece a otra persona sin su permiso: ”¿Que sentirías si tu hermana tomara tu colección de estampas y las recortara para pegarlas en su cuaderno?” Es necesario establecer reglas sencillas en la familia y enseñar a nuestro hijo a respetar lo que no es suyo, a pedir lo que necesita, a trabajar por lo que desea, a administrar el dinero y a comprender que no siempre es posible tener lo que queremos. La conciencia social del niño toma como modelo la de sus padres Es necesario darle la oportunidad de observar cómo vivimos la honestidad en nuestra vida cotidiana. Si al pagar nos dan cambio equivocado a nuestro favor, podemos explicarle que esa diferencia le causa un perjuicio al vendedor y por eso hay que devolverle lo que no nos corresponde. Si encontramos una cartera en la calle con los datos del dueño, es necesario que sepa que no nos quedaremos con ella, sino que habremos de localizar a la persona que la extravió, para entregársela. El niño en la etapa escolar puede robar por varias causas Si de pequeño no lo corregimos cuando tomaba algo que no era suyo, o si nos ha visto tomar cosas que no nos pertenecen, como traer cosas del trabajo para usarlas en casa, o llevarnos algo del mercado sin pagar, le resultará natural apropiarse de objetos ajenos. Es importante darle explicaciones claras y tranquilas
  • 10. Corríjalo con serenidad, firmeza y respeto Aproveche la afición de su hijo a inventar historias Nunca pida a su hijo que mienta por usted 127 Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Si su hijo dice alguna mentira o toma alguna cosa que no le pertenece, corríjalo con serenidad, firmeza y respeto. Explíquele por qué es conveniente decir la verdad. Es necesario tener la confianza de los demás. Trate de no mentir o decir cosas inexactas. Usted es el modelo de su hijo. Nunca pida a su hijo que mienta por usted. Exprese mediante sus acciones cotidianas los valores de honestidad y sinceridad. Construya en su familia un ambiente de afecto, comprensión, respeto y confianza para que el niño no tenga que protegerse o cubrir lo que hizo mal. Aproveche la afición de su hijo a inventar historias, para que exprese su creatividad al escribirlas o dibujarlas, dejando claro cuál es la realidad y qué es lo que él agregó. Nunca insulte a su hijo ni lo califique de mentiroso o ladrón, tampoco utilice amenazas. No acuse al niño si no está seguro de que hizo algo incorrecto. Cuando el niño reconozca una falta o una mentira, exprese su aprecio por su valor y ayúdelo a resolver el problema. Sea sensible a las necesidades de su hijo, anímelo a pedir lo que quiere o a realizar un esfuerzo para obtenerlo. Nunca deje de corregir a su hijo cuando ha tomado algo que no es suyo. Aplique consecuencias lógicas, ayúdelo a devolver lo robado y a pedir disculpas. Cuando el problema ha sido resuelto, no vuelva a hablar del tema. Si el niño miente o roba con frecuencia es importante analizar las causas de su conducta y, si es necesario, consultar a un especialista.
  • 11. Una persona que ejerce su autonomía es capaz de pensar, decidir y actuar por sí misma Una persona autónoma es alguien que se conduce de acuerdo con sus valores y convicciones; que sabe distinguir la conducta aceptable y la que no lo es; que es responsable de sus actos y no permite que los demás decidan por ella. La verdadera autonomía está acompañada de responsabilidad Una persona autónoma es responsable, toma en cuenta las consecuencias de sus acciones; no hace lo que se le antoja en el momento en que se le ocurre y tampoco echa la culpa a otros de lo que le sucede; reconoce con claridad sus necesidades y las satisface, pero también considera las necesidades y puntos de vista de las personas afectadas por su conducta. La autonomía no puede estar separada del respeto y la consideración La persona autónoma es amable y generosa, expresa su interés sincero por el bienestar y derechos de los demás a través de sus acciones: comparte, ayuda, estimula y atiende. El desarrollo de la autonomía es un proceso que se da junto con la evolución de todos los demás aspectos de la vida y requiere madurez, aprendizaje y experiencia. El niño tiene que recorrer un largo camino para llegar a ser autónomo En el viaje hacia su autonomía, el niño va descubriendo quién es él, hacia dónde se dirige, qué quiere lograr y cuáles son los valores que le servirán de guía. El niño posee un impulso natural a hacer las cosas sin ayuda y a resolver por sí mismo sus asuntos. Quizá se equivoque muchas veces, tal vez se sienta confundido y temeroso o tenga que enfrentar el dolor y la frustración, pero esta tendencia sana y poderosa a la independencia lo acercará al logro de su autonomía. En la etapa escolar, nuestro hijo todavía requiere de ciertos límites que lo hagan sentir seguro El niño de primaria tiene que aprender a distinguir lo que en verdad quiere de lo que otros esperan que haga, pero también necesita reconocer cuándo es posible obtener lo que desea y cuándo tiene que esperar o renunciar; en qué circunstancias puede decidir y en cuáles tiene que obedecer. EJERCICIO DE REFLEXIÓN Es responsabilidad de los padres ayudar a nuestros hijos a prepararse para la libertad y la autonomía. Enumere cinco cualidades que, según usted, debe poseer una persona libre y autónoma. ¿Se considera usted una persona autónoma? ¿Toma sus propias decisiones en asuntos importantes para usted? ¿Qué es lo que obstaculiza su libertad? ¿Qué hace para superar las limitaciones a su libertad? 105 Guía de Padres El niño tiene que aprender cuándo puede decidir y cuándo debe obedecer II. El camino hacia la libertad
  • 12. Aun los niños más independientes requieren guía y apoyo. Necesitan la autoridad de sus padres para encontrar el equilibrio entre su libertad y su responsabilidad. Durante los primeros años de primaria, la justicia es el criterio con el que el niño juzga lo que está bien y lo que está mal Cuando es pequeño, el niño acepta obedecer las normas si todos los demás lo hacen. Su justicia es la Ley del Talión: “Si me hacen, yo hago”, “Si me pegas, te pego”. A medida que crece, descubre lo que él considera sus derechos, y se da cuenta de que lo mejor es respetar las reglas, ya que también lo benefician a él. Aprender a convivir bajo ciertas normas es crucial para la vida social del niño, por eso es fundamental mantenernos firmes y no aceptar discutir las cuestiones trascendentes. Pero, en cambio, es recomendable dejarlo decidir en sus asuntos personales, como la organización de su tiempo, la manera como se peina y se viste, las actividades que prefiere, los amigos que elige o la hora de hacer su tarea. Es formativo que nuestro hijo vaya asumiendo riesgos en cuestiones que no impliquen un peligro o un costo elevado para él o para otras personas; que sepa que cada vez que escoge se produce una consecuencia que él tendrá que asumir. Podemos guiarlo para que sus elecciones sean adecuadas, pero tenemos que dejarlo decidir, permitir que se equivoque y aprenda de sus errores. En la etapa escolar, el niño empieza a negociar para obtener lo que quiere y pide explicaciones de cada una de las reglas que debe obedecer “¿Por qué he de visitar a los abuelos?”, “¿Por qué tengo que irme a dormir tan temprano?” “¿Por qué tengo que limpiar la mesa y mi hermana no?” Es normal que el niño se rebele y que en ocasiones llegue a ser agresivo. Necesita discutir y probar distintas conductas para aprender a reconocer y elegir los comportamientos que lo hacen sentir más satisfecho. Por fortuna, en esta edad ya podemos razonar con él, pues el desarrollo de su inteligencia le permite comprender puntos de vista diferentes a los suyos. Esto significa que comienza a aparecer un elemento importante de la ética madura: la preocupación por el bienestar del otro. En la última fase de la etapa escolar, el niño empieza a elaborar ideas abstractas acerca de lo correcto y lo incorrecto Al ir creciendo, su noción de justicia cambia. Lo justo depende ahora de cómo lo enfoque. Las negociaciones se convierten en discusiones sobre principios; ahora sí analiza las reglas para defender sus derechos: “Soy una persona libre y yo decido si estudio o no”. Las reglas del grupo de amigos se vuelven importantes y le interesa cumplirlas para ser aceptado. Es un buen momento para discutirlas en familia y ayudarle a pensar si realmente está de acuerdo con ellas y si en verdad corresponden a sus valores. A medida que su pensamiento madura, el niño es capaz de hacer juicios más elaborados en los que toma en cuenta no sólo la acción en sí o sus consecuencias, sino también las intenciones del que la realizó Este tipo de razonamiento lo hace más comprensivo y flexible. Aunque aún está lejos de alcanzar el ideal de la independencia y la ética madura, se encuentra en un momento que podemos aprovechar para abrir un horizonte más amplio a su libertad. Educar para la autonomía supone que los padres nos esforzamos para actuar con libertad, responsabilidad e independencia Los niños aprenden observando a sus padres. Una de las mejores formas en que podemos enseñar a nuestros hijos a comportarse de manera responsable e independiente es mediante el ejemplo. Es necesario tratar de comprometernos cada vez más con nuestros proyectos, decidir con responsabilidad y hacernos cargo de nuestra vida. Déjelo decidir en sus asuntos personales como la organización de su tiempo 106
  • 13. Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Ayude a su niño a tomar en cuenta sus necesidades pero también las de los demás. Guíelo, pero déjelo tomar sus propias decisiones en asuntos que no lo pongan en peligro. Observe a su hijo, reconozca sus motivos para actuar y permita que avance a su propio ritmo hacia la autonomía. No le exija un comportamiento modelo ni una actitud totalmente madura. La madurez se va adquiriendo poco a poco. Enseñe a su hijo a llegar a acuerdos con inteligencia y equidad. No le solucione lo que él pueda resolver. Permítale aprender a través de su propio esfuerzo. En lugar de proteger a su hijo, facilítele las herramientas que le permitan superar las dificultades y alcanzar sus metas. Sea firme. Enseñe a su hijo qué puede decidir y en qué circunstancias debe obedecer. Sea un buen ejemplo para su hijo. 107 No le exija un comportamiento modelo Sea un buen ejemplo para su hijo Permítale aprender con su propio esfuerzo Déjelo decidir en asuntos que no lo pongan en peligro
  • 14. Un valor es algo que pensamos que merece la pena, que es deseable y bueno para nuestra vida Los valores son una referencia, una guía que nos ayuda a encontrar y a dar sentido a la existencia. Los valores nos motivan a actuar y a vivir de determinada manera, a buscar lo mejor para nosotros y para quienes nos rodean. Definir nuestros valores con detalle y profundidad nos da poder sobre nuestros actos, desconocerlos nos deja a merced de otros. Establecemos los valores a partir de nuestro concepto de lo que es el ser humano y de un ideal hacia donde queremos dirigirnos. Una persona que piensa que el ser humano está orientado al servicio y al amor no tendrá los mismos valores que alguien cuyo objetivo es el poder sobre otros. Los valores se ordenan según la importancia que demos a cada uno de ellos Cuando tenemos que decidir entre dos valores que en apariencia son contradictorios, necesitamos jerarquizarlos para tratar de solucionar el conflicto. Por ejemplo, cuando un niño tiene que optar entre decir la verdad y ser solidario con sus amigos, tendrá que elegir entre el valor honestidad y el valor amistad; entonces deberá reflexionar si la verdad protegería a sus amigos de algún riesgo grave, si esa verdad sería fundamental para otra persona o grupo, o si proteger a sus compañeros de algún castigo realmente los beneficia. La familia es la influencia principal del niño en el desarrollo de sus valores Los padres transmitimos valores, consciente o inconscientemente, a través de las conversaciones que sostenemos, de los límites que marcamos y sobre todo, de nuestras actitudes y comportamientos. Los valores de una persona se conocen por sus acciones. Si los valores que defendemos con palabras no son los mismos que expresamos con nuestra conducta, el niño nota inmediatamente las contradicciones y puede perder confianza y respeto por lo que le enseñamos. Guía de Padres 108 Los padres transmitimos valores a través de nuestras actitudes III. Los padres y los valores EJERCICIO DE REFLEXIÓN Los valores son nuestra guía para actuar y para relacionarnos con los demás. Ser conscientes de nuestros valores nos da una mayor capacidad para educar a nuestros hijos y para tomar decisiones adecuadas respecto a lo que creemos es lo mejor. Pida a sus hijos y a los miembros de su familia que elijan (por separado y sin ponerse de acuerdo), los cinco valores más importantes que se viven en su hogar. Cada uno anote en un papel esos valores. Al terminar, compártanlos y observen si son los mismos. Platiquen sobre las coincidencias y las diferencias. ¿Cuáles son los valores en los que todos están de acuerdo? ¿Cuáles son los valores que escogieron sólo los padres? ¿Cuáles propusieron sólo los hijos? Encuentren acciones de cada miembro de la familia que expresen los valores que eligieron.
  • 15. -Después de leer o contar un cuento o una historia, podríamos platicar sobre los valores que manifiestan los personajes. Los héroes y los villanos actúan según principios muy diferentes. Es interesante descubrir qué busca realmente cada uno. En qué se parecen sus valores y en qué son diferentes. ¿Existe algún valor que compartan héroes y villanos? -Un juego que resulta divertido y aleccionador consiste en que cada miembro de la familia escoja un personaje y defienda los valores de ese personaje (aun cuando él no esté de acuerdo con ellos). -Otra actividad posible es contraponer un antivalor. Pensar juntos en qué se equivocan los que no respetan, por ejemplo, la honestidad o la sinceridad. Reflexionar sobre cuáles son los pensamientos, actitudes y acciones que se oponen a esos valores; en qué situaciones de la vida en la familia, la escuela o la comunidad han observado que se practica el antivalor, y qué pensamientos, actitudes y acciones se pueden promover para reconstruir el valor. -Resulta muy enriquecedor hablar con personas de la comunidad sobre algún valor que el niño escoja. Preparar preguntas como: “¿Qué es el respeto o la gratitud?” “¿Para qué sirve?” “¿En qué situaciones lo ha vivido la persona?” “¿Con quién?” “¿Qué historias puede contar sobre ese valor?” “¿Cómo sería el mundo si todos vivieran ese valor?” -Nuestra familia podría ser impulsora de valores en la comunidad. Junto con nuestros hijos, y tal vez algunos vecinos, organizarnos para promover, por ejemplo, la solidaridad o el civismo. Averiguar qué problemas existen en nuestra colonia o comunidad, cuáles son sus causas, qué soluciones serían factibles, y qué podemos hacer nosotros. Sería muy útil aplicar los pasos de solución de problemas para planear campañas de limpieza de parques, siembra de árboles, apoyo a asilos, vacunación de perros; mandar cartas y solicitar entrevistas a las autoridades y a asociaciones civiles, hacer propuestas y ofrecer nuestra colaboración. Éstas son sólo algunas ideas. Los padres y los niños podemos encontrar muchas más. Los valores se viven, se proponen, pero no se pueden imponer Los valores que orientan la vida de cada familia son recibidos de manera diferente por cada uno de los hijos. Un niño es único y responde a los valores de manera personal. Nuestro hijo no necesariamente adopta nuestros valores por la sencilla razón de que lo sean. Necesita examinarlos, criticarlos, reflexionar sobre ellos. Incluso la rebeldía es una forma de aclarar sus valores personales. Desobedecer, probar, retar a los adultos es un intento normal y sano del niño para investigar quién es él, cuál es su lugar y cómo convivir con otros. El ejemplo es indispensable para transmitir valores, pero a partir del periodo escolar, también es necesario conversar con el niño acerca de nuestras creencias y convicciones En este periodo, el niño está deseoso de discutir con nosotros sus ideas y experiencias, así que los padres tenemos una oportunidad excelente para comunicarle lo que pensamos sobre el significado de la vida y para compartir con él nuestros ideales, nuestra historia y experiencia. Esta etapa es propicia para buscar con nuestro hijo los valores que hacen posible una mejor convivencia entre las personas y para reflexionar por qué es importante ponerlos en práctica. Los niños escolares ya están preparados para entender que los valores y las decisiones que se desprenden de ellos están basados en ideas que todos podemos comprender y compartir Las vivencias de todos los días nos dan oportunidades para reflexionar sobre los valores, pero además, los padres podemos proponer a nuestros hijos algunos juegos y actividades para profundizar en las ideas y actitudes hacia los valores de la familia. -Podría ser un buen ejercicio tratar de definir algunos valores junto con nuestros hijos. Cada uno dice qué significa para él, por ejemplo, la generosidad: “Es compartir nuestro tiempo y nuestras cosas” “Es ayudar a otros” “Es trabajar a favor de los demás sin esperar ningún pago”. En familia, vamos aclarando, con frases sencillas, los distintos aspectos de un valor. -Otra posibilidad es recordar cómo hemos aplicado un valor en una situación concreta. Cada persona cuenta en qué ocasión puso en práctica el valor: cuándo, con quién, qué hizo, cómo, por qué lo hizo. Puede también contar una situación en que alguien le demostró ese valor o en la que él no fue capaz de ponerlo en práctica. Si tomáramos como valor la responsabilidad, algunos ejemplos quizá serían: “Yo me comprometí a ver una hora de televisión cada día. Sin que nadie me vigilara, apagué el aparato al terminar el programa” “Rompí de un pelotazo el vidrio del vecino. Hablé con él para ponerme de acuerdo sobre el tiempo en que podría pagarlo”. -Los niños disfrutan los concursos. Podríamos pedirles que, en cinco minutos, anoten en una hoja de papel todos los valores que se les ocurran. Después ver quién reunió más valores, o cuáles fueron los mejores valores según el grupo. 109 Nuestra familia podría ser impulsora de valores en la comunidad
  • 16. 110 Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Defina sus valores con el mayor detalle y profundidad posible. Intente definir su idea de lo que debe ser el ser humano. Ordene sus valores en orden de importancia. No trate de imponer valores a su hijo. Propóngalos con el ejemplo y guíe a su hijo en la búsqueda de sus propios valores. Entienda la rebeldía ocasional de su hijo como un intento normal y sano de descubrir los valores por sí mismo. Busque con su hijo los valores que permitan una mejor convivencia en la familia, la escuela y la comunidad. Busque espacios para conversar con su hijo sobre los valores. No dé discursos ni sermones. Converse con su hijo, reflexione junto con él, y respete su opinión sobre la forma de aplicar los valores en la vida cotidiana. Enseñe al niño a respetar las diferentes formas de ser y de pensar de los demás. Enséñele a respetar las diferentes formas de ser Respete su opinión Entienda la rebeldía ocasional Respete cómo su hijo aplica sus valores en la vida cotidiana
  • 17. La educación de la sexualidad va mucho más allá de proporcionar al niño información acerca del sexo, de decirle cómo nacen los bebés y cómo son concebidos Si la educación sexual sólo consistiera en la información sobre estos temas, podríamos liberarnos de nuestra responsabilidad y delegarla a la escuela. A partir del quinto grado de primaria, en la mayoría de las escuelas se imparte educación sexual como parte del programa. Sin embargo, los niños necesitan, además de los conocimientos sobre el tema, la orientación de sus padres para entender la sexualidad como esa parte de sí mismos que los caracteriza como hombres o mujeres con sentimientos y responsabilidades. La educación de la sexualidad está íntimamente relacionada con la vida en familia Es un proceso de información y formación que se inicia con las experiencias que, desde la cuna, tienen los niños con la ternura y las caricias de sus padres, con la libertad de expresar los sentimientos, el conocimiento de su cuerpo y la confianza en una comunicación familiar abierta y receptiva. La sexualidad está estrechamente unida a los valores, a la capacidad de decidir, a la autonomía, la autoestima, los sentimientos, la espiritualidad y sobre todo al amor. Conocer la importancia del amor en la sexualidad da a los niños la mejor motivación para evitar más tarde comportamientos que podrían hacerles daño a ellos o a otras personas. La sexualidad está vinculada a la educación de la responsabilidad La educación sexual debe ayudar a nuestro hijo a desarrollar la capacidad de responder con sus acciones de una manera adecuada y oportuna, y a cuidar su dignidad y la de las personas con las que se relaciona. El reto es proporcionar al niño o la niña las herramientas para que decida con conciencia, y evitar que llegue, sin darse cuenta, a situaciones que no desea; es ayudarle a prepararse para una sexualidad plena en su vida adulta que involucre el desarrollo de todas sus capacidades como hombre o como mujer. La sexualidad es una expresión de compromiso y amor El niño que ve a sus padres tratarse con cariño y respeto, solucionar sus conflictos sin agredirse, apoyarse y disfrutar la vida juntos, aprende lo fundamental de la relación entre un hombre y una mujer, y le resultará natural vivir estos valores en la relación que establezca con la persona que lo acompañará en la vida. Si no tenemos pareja, este aprendizaje puede darse a través de las relaciones entre los miembros de la familia, hombres y mujeres, de la consideración y amor con que nos tratemos y de la libertad que demos al niño de expresar sus sentimientos, sus dudas y sus inquietudes. EJERCICIO DE REFLEXIÓN En nuestra cultura, la sexualidad es un asunto que se acompaña de una fuerte carga emocional. ¿Cómo se siente usted al hablar de temas sexuales con su hijo o hija? Según usted, ¿quién debe impartir la educación sexual? ¿Cuál es el mejor momento para iniciarla? ¿Qué debe saber su hijo o hija sobre sexualidad? IV. Educación de la sexualidad. Información enmarcada en valores 111 Guía de Padres La sexualidad es una expresión de compromiso y amor
  • 18. Hablar de sexo con los hijos se ha convertido en una necesidad fundamental para la seguridad y la felicidad de los niños No educarlos consciente y abiertamente sobre la sexualidad los hace vulnerables a las presiones de su medio, puede llevarlos a una actividad sexual sin responsabilidad, a embarazos adolescentes, al abandono de sus estudios y proyectos, al aborto o a enfermedades. Nos toca a los padres ayudar a nuestros hijos a formar su criterio y a prevenir en lo posible todas estas desgracias. La época en que nuestra influencia sobre los hijos tiene mayor profundidad es antes de que lleguen a la adolescencia. Nuestra eficacia depende de que logremos establecer una comunicación estrecha con ellos, que nos ganemos su confianza y les enseñemos a decidir, y también de que nos eduquemos para comunicarles un enfoque de la sexualidad positivo, respetuoso y responsable. Antes de hablar con nuestros hijos, es indispensable que los padres revisemos nuestras creencias, actitudes y conocimientos acerca del sexo Debemos observar con sinceridad las respuestas, verbales y no verbales, que les damos en situaciones relacionadas con la sexualidad: la forma en que manejamos el pudor, la manera en que hablamos o no hablamos de los órganos de la reproducción, nuestros sentimientos acerca de nuestro propio cuerpo. Todo eso se transmite a los niños, lo queramos o no. Si nos preparamos, podremos educar mejor a nuestros hijos Vale la pena tomarnos el trabajo de investigar, de consultar libros, de hablar con especialistas para tener ideas claras que nos ayuden a decidir qué hemos de comunicar a nuestros hijos, y cuándo y cómo hacerlo para resolver en casa sus dudas y curiosidades. Los padres sabemos que no somos los únicos que damos información sexual a nuestros hijos En la actualidad, los niños están expuestos a una profusa información sobre la sexualidad; por eso es tan importante ayudarlos a formar su criterio y a saber reconocer lo que es correcto y valioso para ellos. La información sin orientación no es suficiente para educar. Los medios de comunicación, los amigos, algunos libros y revistas, están muy presentes en la vida de los niños. Pero, en esta etapa, la influencia de los padres todavía es muy importante, tenemos la posibilidad de anticiparnos a la información negativa o inexacta que pudieran recibir, hablando con ellos en el momento oportuno. Incluso podemos aprovechar los medios de comunicación, ver algunos programas con nuestros hijos y conversar acerca de los personajes: ¿Qué valores muestran con sus acciones? ¿Las expresiones físicas de las parejas muestran un verdadero amor y compromiso? También vale la pena invitar a los amigos de nuestros hijos para conocer el medio en que se desenvuelven. ¿De qué platican? ¿Cómo se comportan? ¿Tocan temas relacionados con la sexualidad? ¿Cómo se expresan? La manera de tratar el tema de la sexualidad y los datos que demos a nuestro hijo o hija cambian según su edad y madurez Hasta los siete años, es suficiente contestar a sus preguntas con respuestas sencillas, explicaciones cortas, claras, sin mentiras o imprecisiones, y sin darles detalles que no nos pidan. Los niños a esta edad sienten más curiosidad por las partes de su cuerpo, por las diferencias entre niños y niñas, por el proceso del embarazo y el nacimiento, que por el sexo en sí. Es necesario observar con atención a nuestro niño para saber cuándo y cómo hablar con él, sin darle demasiada información Es indispensable que los padres revisemos nuestras creencias, actitudes y conocimientos 112 Los niños están expuestos a una profusa información sobre la sexualidad
  • 19. 113 cuando aún no le interesa ni está preparado para comprender, pero tampoco esperar demasiado, pues él podría recibir datos equivocados o negativos en otro lado. La educación sexual se basa en la actitud del niño hacia su cuerpo Los padres podemos propiciar en nuestro hijo la admiración por lo complejo y perfecto de su cuerpo. Sin el cuerpo no podría escuchar música, bailar, saltar, reír, comer o escribir; no sería capaz de comunicarse por medio de las palabras, de la mirada o de un abrazo. Cuanto más cuide y aprecie el niño su cuerpo, más positiva será su disposición hacia la sexualidad y más podrá conmoverse con el prodigio que es la creación de un ser humano. Podrá comprender cómo una relación física y sexual nos brinda la alegría de demostrar amor, y también la dicha de poder concebir un hijo. Algunos educadores han encontrado que el momento más propicio de dar la información sexual básica y completa al niño es alrededor de los siete u ocho años Es una edad en que el niño ya puede comprender y es abierto, curioso e inocente. Acepta de buen grado lo que le enseñamos y todavía no siente vergüenza al tocar estos temas. La información debe ser la misma para niños y niñas. Conviene platicar en privado con él o ella, en un lugar tranquilo, sin interrupciones; propiciar un diálogo —no una clase— y preguntarle si sabe de dónde vienen los bebés y cómo entran a la panza de la mamá. También es conveniente reflexionar sobre cómo deben ser los papás que van a recibir un bebé, por qué tienen que ser personas adultas y responsables; por qué es importante que se quieran; por qué el bebé necesita una familia amorosa y protectora. Para darle información, podemos recurrir a algún libro, si está a nuestro alcance, y mostrar los órganos sexuales, explicar cómo se realiza el acto sexual, cómo se unen el óvulo y el espermatozoide, cómo se desarrolla el bebé dentro de su mamá, cómo es el parto y la llegada del niño al mundo. Es importante llamar a cada parte del cuerpo por su nombre correcto. Explicar las diferencias entre el cuerpo del hombre y la mujer; reforzar la idea de que el cuerpo humano es maravilloso y cada órgano cumple con una función específica. Lo importante es insistir en lo bello y natural de este proceso. No se trata de hablar una sola vez y abandonar el tema. A los niños se les olvida, tienen dudas o les van surgiendo inquietudes. Hay que repetir la información y las reflexiones cuantas veces sea necesario. Después de esta plática, es conveniente seguir conversando de otros aspectos de la sexualidad hasta que los chicos pasen la adolescencia. A los ocho años los niños están interesados en los hechos, más tarde necesitarán saber cómo manejar su propia sexualidad, qué deben o no deben hacer. Para hablar con nuestros hijos sobre los cambios que van a experimentar en la pubertad, es conveniente escoger un momento en que todavía no hayan comenzado sus cambios hormonales ni estén preocupados por el sexo Nuestra conversación debe hacerlos sentir “grandes”, importantes y capaces de una gran responsabilidad. A niños y niñas podemos preguntarles: “¿Sabes lo que es la pubertad?" La pubertad es lo que hace que el cuerpo de niños y niñas se desarrolle y se prepare para tener bebés; es un proceso de transformaciones físicas por las que un niño se convierte en hombre y una niña en mujer. Es necesario explicarles con claridad cómo y cuándo sucederán esas transformaciones. Está bien que niños y niñas sepan lo que sucede en ambos sexos. Decirles que en las niñas aparece la regla o menstruación, el sangrado que ocurre una vez al mes y es señal de que su cuerpo está madurando y que, cuando ella lo decida junto con su pareja y esté preparada para ello, podrá tener un bebé. También les podemos platicar que en los niños se darán los “sueños húmedos”; aclararles que son normales y les suceden a todos los jóvenes. Los testículos empiezan a producir semen y necesitan deshacerse del esperma que sobra cuando están llenos. Esto sucede generalmente en la noche. Para darle información, podemos recurrir a algún libro La educación sexual se basa en la actitud hacia su cuerpo
  • 20. Explicar cómo niños y niñas, a partir de cierta edad, sienten atracción por las personas del sexo opuesto y experimentan impulsos y deseos hasta entonces desconocidos. Se trata de algo natural, sano y hermoso. Es una buena ocasión para volver a hablarles de la responsabilidad, el respeto a su propio cuerpo, de insistir en las razones por las que una persona debe madurar emocionalmente antes de involucrarse en una relación sexual. Cuando el niño es un poco mayor, de diez a doce años, ya debe haberse familiarizado con el tema de la sexualidad Para este tiempo, los niños suelen conocer el proceso de la reproducción, la manera en que se realiza la concepción, el crecimiento del bebé durante el embarazo y cómo nacen los niños. Ahora también debemos hablarles de los métodos de protección y de control natal, de los problemas que supone un embarazo no deseado o el contagio de alguna enfermedad, como el SIDA. Algunos padres dejan pasar el tiempo sin prevenir a sus hijos, porque piensan que a ellos no les va a pasar nada o que esos temas no son asunto suyo. No ayudar a nuestros hijos a prepararse y a pensar en este aspecto tan importante de su vida es un descuido que podría causarles mucho dolor innecesario. Recordemos que información es igual a protección. En esta edad es probable que los niños tengan muchas dudas y nuevas preguntas Debemos contestarles con claridad y con todas las explicaciones que necesiten. Si sabemos ganarnos la confianza de nuestros hijos, si logramos ser comprensivos y estar abiertos al diálogo, ellos considerarán natural acudir a nosotros para aclarar sus inquietudes. Si empezamos a tratar estos temas con ellos cuando son niños, podremos evitarnos conflictos y problemas con los adolescentes en los que se convertirán. Si en este tiempo les decimos qué hacer, cuando crezcan no tendremos que decirles qué no hacer. Ya sabrán que expresar el amor en la sexualidad es algo tan bello, que debe hacerse con la persona a quien decidan amar con lealtad y responsabilidad. Es fundamental ayudar a nuestra hija o hijo a ser asertivo, seguro, a tener una autoestima alta que le dé la libertad y la fuerza para decir “no” Debemos explicarle que puede experimentar presiones tanto hormonales como sociales y que es importante actuar de acuerdo con sus valores y sentimientos. Su cuerpo le pertenece y nadie debe decidir por él o ella. Desde pequeño, el niño ha de saber que no debe permitir que nadie lo lastime ni lo toque de manera incorrecta; que algunas partes del cuerpo se mantienen en la intimidad y por eso se llaman partes íntimas. Advertirle que existen personas enfermas que pueden tratar de tocar las partes íntimas de un niño o una niña. Algunas de esas personas son desconocidas, pero otras pueden ser incluso de la familia. ¿Qué es lo que debe hacer el niño o la niña si eso le sucede? ¡Gritar! Podemos enseñarle cómo, y practicar con él o ella a dar gritos y a decir con la voz más fuerte que pueda: “¡No me toques!” Y a correr a contárselo a sus padres o a quien más confianza le tenga para que lo protejan. Cuando alguien le pida que no le cuente a nadie o lo amenace con hacerle daño a él o a alguna persona de su familia si lo delata, es una señal clarísima de que debe hablarlo. El niño y la niña se van a atrever a hacer esto si confían en nosotros y se sienten protegidos y comprendidos. Desde luego no hay que asustar ni preocupar al niño, sólo advertirle. Pero si llegara a pasar, ya sabe qué hacer y ya tiene la seguridad de que cuenta con nosotros. Los niños nunca tienen la culpa cuando les pasa esto. Los padres o personas cercanas a ellos tenemos que apoyarlos y protegerlos siempre. La educación sexual da a los niños mayores posibilidades de ser felices Además de protegerlos, la educación sexual favorece su desarrollo armónico y libre. Los encauza hacia una actitud natural y positiva hacia la sexualidad y hacia decisiones conscientes y responsables. Es tan trascendente este aspecto de la educación de nuestros hijos que no podemos dejarla en otras manos. Hablemos de los métodos de protección y de control natal y de los problemas que supone un embarazo no deseado 114
  • 21. Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Analice con sinceridad sus propias actitudes hacia la sexualidad. Infórmese bien sobre temas de sexualidad para conocer su sexualidad y para poder responder a las preguntas de su hijo. Propicie conversaciones sobre diversos aspectos de la sexualidad: ¿Qué es ser hombre y ser mujer?, la igualdad de oportunidades y relación entre ambos sexos. Aproveche los programas de televisión para discutir acerca de los valores que proponen en las conductas sexuales. Hable con su hijo sobre los sentimientos y significados implicados en el acto sexual. Platique con su hijo acerca de la riqueza que da la sexualidad, no sólo a las relaciones de pareja, sino a la vida en general. Conteste las preguntas del niño en el momento que surjan. Después puede completar la información que haya hecho falta. Responda concretamente a lo que el niño pregunta. El exceso de explicaciones confunde y aburre. Permita a su hijo terminar de hablar antes de responderle. Escúchelo. Es importante que usted sepa lo que a él le preocupa o le interesa. Asegúrese de que contestó adecuadamente: "¿Era eso lo que me preguntaste?" "¿Hay alguna cosa que no contesté y que quieras saber?" Cuando hable con su hijo refiérase a las partes y funciones corporales con el nombre correcto. Conteste las preguntas del niño en el momento que surjan Permita a su hijo terminar de hablar antes de responderle. Escúchelo Infórmese bien sobre temas de sexualidad Propicie conversaciones sobre diversos aspectos de la sexualidad 115
  • 22. 116 Antes de dar alguna información, verifique los conocimientos que ya tiene su hijo sobre la sexualidad. Establezca y mantenga una comunicación estrecha con su hijo. Trate de propiciar un ambiente familiar armónico. Si existen conflictos con su pareja, explíquelos al niño con claridad y honestidad. No deje de educar a sus hijos consciente y abiertamente en la sexualidad, ni de transmitirles valores y límites. Observe con atención a su niño para decidir cuándo y cómo hablar con él sobre los diversos asuntos relacionados con la sexualidad. Si el niño no plantea el tema, inicie usted la conversación. Piense si las sugerencias respecto a las edades para conversar con su niño, que ofrece este capítulo, son adecuadas para usted. No deje de relacionar el sexo con el amor, el compromiso y la responsabilidad. Ayude a su hija o hijo a tener una autoestima alta que le permita decir “no”. Nunca culpe a un niño si ha sufrido un abuso. Denuncie el abuso. Apoye al niño, atiéndalo y consuélelo. Si esto ocurre, busque ayuda profesional para su hijo o hija y para usted. Si existen conflictos con su pareja, explíquelos al niño con claridad y honestidad Denuncie el abuso. Apoye al niño, atiéndalo y consuélelo Verifique los conocimientos que ya tiene su hijo sobre la sexualidad Ayude a su hija o hijo, a tener una autoestima alta que le permita decir “no”
  • 23. La palabra disciplina viene de discípulo, el que aprende de un maestro El objetivo fundamental de la disciplina es el aprendizaje. En la familia, la disciplina es una manera de enseñar de los padres y una forma de aprender del niño las conductas más productivas y satisfactorias para él y para las personas con las que convive. La disciplina es una expresión de amor a los hijos y una responsabilidad fundamental de los padres Desde la infancia hasta la adolescencia, los niños requieren nuestro ejemplo y disciplina para orientarse en su camino hacia la autonomía. Mientras el niño no cuente con un criterio suficientemente desarrollado, nos corresponde a los padres ejercer la autoridad y llevarlo de la mano hasta que él llegue a ser su propio conductor. Aunque nos sorprenda, los niños necesitan y valoran la disciplina Los niños identifican la disciplina con el amor y la atención, pues reconocen que los padres tenemos más conocimientos y experiencia que ellos. Esperan que los guiemos, les fijemos límites, les digamos con claridad y respeto lo que consideramos adecuado y tomemos la responsabilidad de hacer cumplir las reglas para que ellos se sientan protegidos y seguros. Desde luego que, en ocasiones, los niños se oponen a nuestra autoridad, protestan, desobedecen y se rebelan para ponernos a prueba, para asegurarse de que somos fuertes y nos hacemos cargo de su cuidado. Cuando no encuentran límites, se vuelven cada vez más desafiantes para experimentar hasta dónde les permitimos llegar. Los padres podemos hacer mucho daño a nuestro hijo si renunciamos a ejercer la autoridad Si dejamos que el niño haga lo que quiera, ¿cómo aprenderá a fijarse metas y cumplirlas? ¿Cómo sabrá relacionarse con otras personas? Si permitimos que nuestro hijo nos falte al respeto y nos menosprecie, ¿en quién se va a apoyar para obtener seguridad y guía? Si el niño es incapaz de ver el peligro o la inconveniencia de algunas acciones, los padres tenemos la obligación de cuidar su salud y seguridad, y de enseñarle a tomar decisiones de manera razonada y serena. Pero una cosa es ejercer la autoridad, y otra muy distinta castigar o maltratar al niño El castigo tiene grandes desventajas, es uno de los peores métodos para disciplinar. El castigo emocional, como insultar al niño, gritarle, burlarnos de él, hablar de sus EJERCICIO DE REFLEXIÓN La disciplina es indispensable para lograr algo en la vida y para ejercer la autonomía. ¿Para qué utiliza usted la disciplina en su familia? ¿Cómo aplica la disciplina a su hijo? Cuando usted era niño, ¿alguna vez fue golpeado o castigado? ¿Cree que eso le sirvió para aprender a comportarse mejor y ser más responsable? ¿Por qué? 117 Guía de Padres Los padres podemos hacer mucho daño a nuestro hijo si renunciamos a ejercer la autoridad V. La disciplina. Una expresión del amor
  • 24. limitaciones con otras personas o amenazarlo, puede limitar la capacidad de usar su inteligencia y dañar su autoestima. Humillar al niño es un acto devastador, es una práctica que lo devalúa y lo hace sentir incapaz, avergonzado consigo mismo y tan inseguro que no podrá cambiar el comportamiento que tratamos de corregir. Otros castigos como prohibirle escuchar música, jugar con sus amigos o practicar su deporte favorito para quitarle lo que más le gusta hacer, no suelen tener relación con su falta y lo privan de esas actividades personales y recreativas que tanta falta le hacen para crecer. Los castigos severos le producen frustración, resentimiento, deseos de venganza, miedo, resistencia a colaborar; hacen que nuestro hijo nos pierda el afecto y el respeto, lo llevan a esconderse, a mentir y lo alejan de nosotros. El castigo físico como pegar, zarandear o pellizcar, es un gran abuso. Nunca hay razón para maltratar a golpes a un hijo Ninguna situación justifica el maltrato. Los golpes, igual que la humillación, pueden impedir momentáneamente un comportamiento, pero no hacen que el niño entienda las razones y la conveniencia de cumplir las reglas, así que en cuanto desaparece la vigilancia, vuelve a hacer lo mismo. El niño en realidad no aprende a decidir con autonomía sino sólo a evitar el castigo; se siente tan herido y enojado que no puede pensar en lo inconveniente de sus acciones. Para un niño, el castigo físico significa que no lo amamos, que nos aprovechamos de nuestra fuerza y nuestra posición, y que la violencia sirve para resolver problemas. Una de las formas más agresivas de castigar al niño es retirarle el afecto Decir a nuestro hijo: “Eres un desastre, más valía que no hubieras nacido” “No quiero verte” “Ya no te soporto” es una manera cruel o irreflexiva de castigar que no funciona para educar al niño, pues él no la relaciona con su conducta sino con el desamor y el abandono. El cariño de los padres debe ser incondicional. El niño necesita sentirse querido a pesar de sus errores o sus faltas Esto no significa dejarlo hacer lo que se le antoje, se trata de corregirlo con cariño, de encontrar maneras positivas de enseñarle a ser responsable. El niño debe saber que lo disciplinamos precisamente porque lo amamos. La disciplina debe tener como meta que el niño aprenda a ponerse límites a sí mismo, a tomar decisiones y a marcarse metas Los límites y las reglas que marcamos a nuestro hijo tienen la función de educarlo, de mostrarle cómo vivimos los valores en las situaciones concretas, de preservar su seguridad, darle confianza, formar su criterio y orientarlo para que actúe sin afectar a otras personas. Por eso la disciplina requiere respeto, confianza y afecto. Quizá pensemos que esta manera de ver la disciplina no es realista y que supone un ambiente familiar ideal en el que todo el tiempo se vive el amor, el equilibrio y la sensatez Por supuesto que no es así. Todos los padres perdemos el control y reaccionamos impulsivamente de vez en cuando. Quizá aprendimos a actuar de manera agresiva siendo niños, porque nosotros mismos recibimos golpes y castigos. Necesitamos reconocerlo y ser conscientes del daño y el dolor que eso nos causó, para no repetirlo con nuestros hijos. Si llegamos a gritar o a darle una nalgada a nuestro niño, tenemos la posibilidad de aceptar el hecho, pedir perdón y hacer lo posible por remediarlo. Las disculpas tienen un efecto educativo cuando los golpes o gritos no se repiten con frecuencia. Lo que importa es que los padres realmente tengamos la intención y hagamos el esfuerzo por cambiar las prácticas irrespetuosas y controlar nuestras tendencias violentas. ¿Cómo encontrar una disciplina que eduque a nuestro hijo y le exprese nuestro amor al mismo tiempo? Uno de los métodos con el que muchos padres han obtenido resultados positivos es la aplicación de consecuencias naturales y lógicas. Cuando propiciamos que el niño viva el efecto de su comportamiento, estamos aplicando una consecuencia. Los niños a quienes se enseña a asumir el resultado de sus acciones aprenden a hacerse responsables, a tomar decisiones y a ajustar su conducta a lo que ellos mismos consideran justo y positivo. Humillar al niño es un acto devastador: no lo hagamos 118
  • 25. Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Trate de definir los valores en los que se apoya la disciplina que usted decidió aplicar en su familia. Especifique claramente qué se puede hacer y qué no dentro del ámbito familiar. Revise si las reglas que aplica en casa son justas y razonables. No renuncie en ningún momento a su autoridad y a su responsabilidad como padre. En ninguna situación utilice la violencia, pues el niño también la usará para resolver sus problemas. Trate a su hijo con cariño y respeto para que colabore con usted por amor y convencimiento, y no por miedo. Exprese sus sentimientos con energía pero sin agredir a su hijo. Cuando se enoje, dígalo con claridad y dése un tiempo para tranquilizarse. Procure aplicar la disciplina cuando esté sereno. Acepte sus errores y pida disculpas cuando sea necesario. Su hijo se sentirá reconfortado si usted trata en verdad de no repetir conductas violentas o irrespetuosas. No le diga: “Lo hice por tu bien”. Procure ser coherente con lo que usted hace y lo que le pide a su hijo que haga. Nunca imponga un castigo severo que haga sufrir a su niño ni le prohíba las actividades que más le gustan, pues las necesita para crecer y desarrollarse. Evite ofender, humillar y mucho menos golpear a su niño. Trate de imaginar los sentimientos y pensamientos de su hijo ante un castigo, un golpe o un insulto. No enseñe a su hijo con el ejemplo que la violencia y la fuerza son recursos para resolver los problemas. Haga que su niño se sienta querido a pesar de sus fallas. No renuncie a su autoridad ni a su responsabilidad No utilice nunca la violencia Revise si las reglas que aplica son justas 119
  • 26. ¿Qué son las consecuencias naturales? Aplicar consecuencias naturales es dejar que el niño observe y viva las consecuencias de sus actos, que experimente la “realidad”. Los padres no tenemos que intervenir, sólo dejar que sucedan las cosas. Cuando las consecuencias de sus acciones son agradables, el niño tiende a repetirlas, y cuando son desagradables, es probable que las evite. Por supuesto, se necesita prudencia y sentido común al utilizar las consecuencias naturales. Si se permite al niño correr en la calle entre los autos, la consecuencia natural podría ser que lo atropellen. Cuando las consecuencias ponen en peligro al niño, debemos evitarlas a toda costa, pero cuando simplemente son incómodas para él, es bueno hacerse a un lado y dejar que ocurran. Por ejemplo, si el niño no se levanta temprano en la mañana y tarda en arreglarse, los padres podemos darle la opción de estar listo a tiempo o de llegar tarde a la escuela. La consecuencia sería que no lo dejen entrar a clases. O si el niño no come a la hora en que se sirve la comida, tendrá que esperar a la cena. El hambre sería la consecuencia. En algunas ocasiones no son suficientes las consecuencias naturales, porque no afectan directamente al niño sino a otras personas. Entonces tenemos que crear consecuencias lógicas Si el efecto de la conducta del niño no resulta incómoda para él, pero sí daña a alguien más, tenemos que buscar otras consecuencias para aplicarlas a su comportamiento. Esas consecuencias tienen que ser lógicas, es decir, tienen que estar directamente relacionadas con lo que él hizo. La razón que justifica aplicar consecuencias lógicas es que nuestro hijo comprenda cómo afectan sus acciones a los demás y que reflexione sobre la necesidad de cambiar su comportamiento. Las consecuencias lógicas tienen que ser positivas, es decir, tienen que ayudar al niño a hacer algo útil para solucionar el problema que causó. Si entró a la casa con los zapatos enlodados, la consecuencia lógica será limpiar el piso; si usó el vestido de su hermana y lo ensució, tendrá que lavarlo o prestarle un vestido suyo. Existen algunas condiciones para aplicar las consecuencias lógicas -En primer lugar, es indispensable una relación de amor y comprensión con nuestro hijo. Antes de aplicarlas tenemos que hacer un esfuerzo para establecer un ambiente de respeto y afecto. -Si compartimos la educación de nuestro hijo con nuestra pareja o con otra persona tenemos que llegar a un acuerdo respecto a la manera de aplicar las consecuencias. La oposición entre los padres o las figuras de autoridad confunde al niño, lo desorienta respecto a lo que es adecuado o no y le impide hacerse responsable de sus acciones. -Es fundamental elegir una consecuencia que tenga relación y corresponda a la magnitud de lo que hizo el niño. Guía de Padres 120 Si estamos en desacuerdo con nuestra pareja, no lo expresemos frente al niño pues lo confunde EJERCICIO DE REFLEXIÓN Anote ocho reglas que su hijo debe seguir. ¿Cuáles son importantes y no admiten discusión? ¿Cuáles se pueden negociar? ¿Qué sucede cuando su hijo no cumple las reglas establecidas? VI. Consecuencias naturales y consecuencias lógicas
  • 27. Si tomó las herramientas de la familia sin permiso y las dejó fuera de su lugar, va a tener que ordenarlas y guardarlas, en lugar de ver televisión. Pero no es razonable que se quede sin televisión toda la semana. -Tener cuidado de que la consecuencia no cause un dolor excesivo en el niño. No debemos privar al niño de algo que sea muy importante para él. Si ha estado preparando la posada de la escuela con sus compañeros, tendremos que buscar una consecuencia diferente que prohibirle asistir. Un castigo tan severo puede hacer que se sienta maltratado y resentido. -No gastar la energía y la autoridad en asuntos que no valen la pena, pues no tendremos la fuerza suficiente para lo fundamental. Sólo debemos confrontar al niño cuando se den cuestiones importantes, y con reglas justas y razonables que él pueda comprender y cumplir. Si las normas se aplican en pequeñeces y de manera rígida, es más fácil que se rebele y pierda el respeto a nuestra autoridad. En las cuestiones que se puedan negociar, los padres hemos de dar orientación y permitir a nuestro hijo participar en la toma de decisiones: “¿Qué crees que debemos hacer para resolver este problema?” “¿Cómo podríamos ponernos de acuerdo en esta situación?” -La serenidad es la clave para aplicar las consecuencias. Es conveniente combinar la firmeza y el cariño; expresar con el tono de voz nuestra buena voluntad y nuestros deseos de que nuestro hijo aprenda lo que es mejor para él, pero también demostrar firmeza para que cumpla las reglas y compromisos establecidos. -Hablar poco y claro. Los sermones o discursos hacen que el niño se “desconecte” y deje de escuchar. Simplemente expliquemos: “Yo necesito silencio para trabajar, puedes estar callado o jugar en otro lugar”. -Dejar al niño decidir es fundamental en la aplicación de consecuencias lógicas. Es recomendable permitir que el niño elija entre varias posibilidades. Nosotros proponemos las opciones, el niño escoge libremente y nosotros aceptamos su decisión: “Reprobaste el examen de matemáticas. Mientras te pones al corriente, necesitas estudiar más; puedes tomar media hora del tiempo de televisión todos los días o la mañana del sábado. Tú decide”. “O bañas al perro y le das de comer o se lo tendremos que dar a alguien que sepa cuidarlo”. -Fijar límites y permitir que el niño decida qué hacer respecto a ellos. Tenemos que aceptar que el niño prefiera no respetarlos y asumir las consecuencias. “Cuando hagas tu tarea, puedes ir a casa de tu amigo. No la has hecho, no puedes ir” “A las ocho hay que estar en la cama para que te siga leyendo el libro. No estás acostado, mañana seguiremos la lectura”. -No discutir ni dejarnos convencer. Por más que proteste o ruegue nuestro hijo, una vez que hayamos definido una regla y su consecuencia, tenemos que ser firmes en su cumplimiento. Sólo debemos dejar claro que es el niño quien decidió no respetar la regla. Si los argumentos del niño son razonables, 121 podemos revisar más tarde la regla, considerar si han cambiado las circunstancias o la madurez del niño, y entonces ponernos de acuerdo con él para modificarla. -Explicar las razones por las que su conducta lleva a las consecuencias que estamos aplicando. Debemos hacer ver claramente al niño cómo alguien más ha sido afectado por lo que él hizo. -Propiciar un acuerdo entre el niño y los que han sido perjudicados por él. Cuando el niño logre entender el punto de vista de los demás, sentirá deseos de remediar el daño por su propia voluntad. “Perdiste la pluma de tu hermano. ¿Qué puedes hacer para que vuelva a tener sus útiles completos?” -No juzgar al niño sino describir la acción. En vez de calificarlo: “¡Eres un descuidado! Si no tuvieras la cabeza pegada, ya la habrías perdido”, podemos decirle simplemente: “Perdiste tu libro, ¿cómo vas a estudiar y hacer tu tarea?” Una vez definida la regla no discutamos, ni nos dejemos convencer La consecuencia no debe causar un dolor excesivo en el niño
  • 28. -Cuando en una situación participa un grupo de niños, no tratemos de encontrar culpables. Es mejor propiciar que entre todos resuelvan el problema y compartan la responsabilidad. “Rompieron las plantas con la pelota, ¿qué van a hacer para arreglarlas?” -Aplicar las consecuencias siempre de la misma manera. Ser constantes y congruentes. Cuando un día estamos atentos a que nuestro hijo viva una consecuencia y al siguiente nos olvidamos, el niño se sentirá desorientado y le costará más trabajo aprender a tomar decisiones. -Aplicarlas cuando acaba de suceder el hecho. De esta manera, el niño tiene oportunidad de obtener un aprendizaje inmediato. Pero también es recomendable buscar el momento adecuado, cuando estemos tranquilos y podamos comprender la naturaleza del problema, para hacer una buena reflexión. -Procurar que el niño aprenda de sus acciones. Equivocarse es un medio excelente para aprender. Si aprovechamos la experiencia, el niño saldrá reconfortado y con la autoestima fortalecida. Una excelente manera de prevenir problemas de disciplina es crear en casa un ambiente agradable en el que haya muchas cosas interesantes que hacer Mientras el niño esté ocupado en lo que le gusta, menos conflictos ocasionará. Los niños aburridos, los que no tienen estímulos atractivos a su alrededor, son los que presentan conductas conflictivas con mayor frecuencia. Conviene planear juegos entretenidos que inviten al niño a investigar y a aprender. Cuanto más podamos organizar el entorno del niño y proponerle actividades divertidas, menos va a retarnos y a rebelarse. Es conveniente recordar que la aplicación de consecuencias naturales y lógicas, o cualquier otro recurso para disciplinar, sólo da resultado si hemos establecido una relación de respeto y afecto con nuestro hijo La disciplina funciona cuando hemos creado la costumbre de pasar tiempo juntos, de expresar nuestra aceptación, confianza y amor al niño; cuando la utilizamos para educar, no para ejercer el poder; cuando sabemos que el fin último de los padres es desaparecer como autoridades, abrir horizontes a nuestro hijo y dejarlo convertirse en el único dueño de su vida, en un ser humano cariñoso, feliz, satisfecho y útil a los demás. 122 No tratemos de encontrar culpables La aplicación de consecuencias naturales y lógicas sólo da resultado en una relación de respeto y afecto
  • 29. Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Marque a su hijo límites claros y congruentes y defina las consecuencias lógicas en caso de que no sean respetados. Antes de fijar una norma, piense si es razonable. Pero cuando la haya establecido manténgase firme en su cumplimiento. Al fijar una norma, describa exactamente qué acción espera del niño y defina dónde, cómo y cuándo debe cumplirse. Comente las reglas con el niño para que las entienda y comprenda el porqué de cada una. Asegúrese de que su hijo comprendió la regla. Pídale que él la explique con sus palabras. Ayude a su hijo a distinguir entre las reglas importantes que debe cumplir y las cuestiones en las que puede decidir. Negocie los límites y modifíquelos de acuerdo con la edad y la madurez de su hijo. Escriba las normas junto con el niño y póngalas en un lugar visible. Ejerza la disciplina de manera constante y congruente. No puede permitir un día un comportamiento y al día siguiente prohibirlo. Ayude a su hijo a relacionar sus actos con las consecuencias que éstos provocan. No lo sobreproteja. Permítale afrontar las consecuencias y aprender de su propia experiencia. Sea prudente al dejar que el niño experimente las consecuencias naturales. Juegue con él a: “¿Qué pasaría si…? Inventen posibles efectos de ciertas acciones imaginarias. Aproveche cada situación para convertirla en una experiencia educativa. Aplique consecuencias que ayuden a su hijo a hacer algo útil para arreglar el problema. No aplique consecuencias que no tengan que ver con la acción del niño. No incurra en la severidad. No provoque un dolor excesivo en el niño cuando aplique consecuencias lógicas. Establezca en casa un ambiente ordenado y agradable en el que haya estímulos interesantes y cosas divertidas que hacer. Mantenga con su hijo una relación respetuosa, cercana y cariñosa. Comente las reglas Escriba las normas junto con el niño 123 Asegúrese de que su hijo comprendió la regla
  • 30. La televisión es un medio que ha adquirido un papel central en la vida de muchas familias Aunque existen opiniones a favor y en contra de la televisión, nadie niega su enorme influencia. Quizá, más que discutir si es “buena o mala”, nos conviene ponerle límites, concentrarnos en usarla adecuadamente y aprovecharla para educar a nuestros hijos. La televisión es un entretenimiento que exige muy poco La televisión es la diversión más a la mano con la que contamos y es normal que la utilicemos como un refugio de nuestros problemas y una manera de descansar del trabajo del día. Si no somos conscientes o carecemos de aficiones interesantes, podemos quedar atrapados en la facilidad de apretar un botón y dejarnos entretener por horas y horas. Mirar así la televisión provoca el mismo fenómeno que la droga: crea adicción; es una conducta repetitiva que se transforma en un hábito muy difícil de eliminar. Determinar las horas en que el televisor está encendido es un asunto de toda la familia Si los padres nos decidimos a controlar nuestro tiempo personal ante los programas televisivos es más fácil que los niños estén dispuestos a limitar el suyo. Para que funcione, una regla debe aplicarse a todos los miembros de la familia. Los niños que pasan demasiado tiempo como espectadores dejan de realizar otras actividades fundamentales para el desarrollo de su cuerpo y de s u inteligencia Para crecer sanos, los niños necesitan una variedad muy amplia y diversa de actividades: jugar, correr, trepar, investigar, leer, escuchar cuentos, dibujar, etcétera. Nuestro hijo se olvidará por un buen rato de la televisión si tiene otras opciones que valgan la pena. Guía de Padres 128 Los niños que pasan demasiado tiempo como espectadores dejan de realizar otras actividades VIII. La televisión y otras pantallas EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Qué lugar ocupa la televisión en su casa, en su vida y en la de sus hijos? Si la televisión se descompusiera en su casa, ¿cómo se sentiría? ¿Qué haría? Atrévase a hacer la prueba de desconectar la televisión durante una semana. ¿Qué hacen usted, su pareja y sus hijos en un día normal? Ponga en una tabla similar al ejemplo las actividades que realiza, hora por hora, cada uno de los miembros de su familia. Dése cuenta de cuánto tiempo está encendida la televisión en su hogar. NOMBRE HORA ACTIVIDAD ¿ESTÁ ENCENDIDA LA TELEVISIÓN? ¿QUÉ PROGRAMA ESTÁ PASANDO?
  • 31. Independientemente de lo bueno o malo que sea un programa, el niño se mantiene pasivo ante el televisor Cuando el niño está frente al televisor observa los hechos sin juzgar o analizar lo que sucede ante sus ojos. Las imágenes son tan rápidas que no le dan oportunidad de hacer alguna reflexión. Por eso es necesario ayudar al niño a relacionar la información recibida con sus conocimientos anteriores y propiciar que se detenga a pensar o a hacerse preguntas cuando termina la transmisión. Bien utilizada, la televisión puede ser un valioso medio educativo La televisión puede dar al niño la posibilidad de ampliar sus conocimientos, mostrarle situaciones a las que de otro modo no tendría acceso; le permite gozar con imágenes del mundo que sólo unos cuantos han tenido el privilegio de contemplar directamente. Éste es un valor que hay que aprovechar. Pero hacer de la televisión una experiencia positiva y estimulante requiere de un verdadero compromiso de los adultos. Para educar al niño como espectador consciente y crítico, es necesario que los padres también nos eduquemos Conviene revisar nuestras costumbres respecto a los medios de comunicación. ¿Qué clase de programas vemos? ¿Son divertidos e interesantes? ¿Nos benefician y nos dejan algo positivo? ¿Qué mensajes estamos recibiendo? ¿Queremos esos valores para nuestra familia? Los padres tenemos la responsabilidad de crear en nosotros y en nuestros hijos una actitud selectiva y crítica. Es recomendable decidir un plan semanal que incluya los programas favoritos de televisión de cada uno Los niños necesitan —aunque no lo sepan y a veces no lo admitan— que los ayudemos a elegir las series que les ofrezcan algo que valga la pena y que los diviertan de una manera inteligente; que al menos una parte del tiempo las veamos con ellos para ayudarles a interpretarlas y que los motivemos a tomar la información que les muestra la pantalla como estímulo para profundizar en lo que más les interese. En las horas que pasan frente al televisor los niños aprenden mucho más de lo que nos damos cuenta, acerca de la vida y los valores La televisión le descubre al niño, desde muy pequeño, todos los aspectos de la vida adulta: ambición, engaño, dolor, enfermedad, muerte, sin ningún filtro y muchas veces en una versión distorsionada. El grado de madurez emocional de la mayoría de los niños es aún limitado para poder manejar escenas de sexualidad, sufrimiento y violencia. Muchos mensajes que para los adultos son indiferentes, pueden producir en el niño preocupaciones, dudas, miedos o pesadillas. Aunque nadie ha podido comprobar que la televisión hace violentos a los niños, sí los hace menos sensibles al dolor y la crueldad Los programas supuestamente graciosos refuerzan comportamientos que pueden herir a otras personas. Algunos cómicos critican, menosprecian y ponen en ridículo a los demás, sin ninguna sensibilidad. El niño puede acostumbrarse a este tipo de humor y utilizarlo en su vida sin pensar en las consecuencias. Las series de acción acostumbran al niño a ver que los problemas se resuelven con golpes o balazos. Así, la violencia le resulta cada vez más normal y cotidiana. Al ir perdiendo sensibilidad, necesitará de estímulos más fuertes para emocionarse. 129 El niño se mantiene pasivo ante el televisor La televisión puede dar al niño la posibilidad de ampliar sus conocimientos
  • 32. Es imposible proteger a nuestro hijo de las impresiones y mensajes que recibe mediante la televisión, pero sí depende de nosotros cómo use este medio Nuestra responsabilidad es enseñar al niño a ver críticamente la televisión, comentar los programas con él y estimularlo para que use su propio criterio. Podemos ayudarlo a percibir, analizar, rechazar, aceptar y aprovechar la información que recibe. La televisión tiene un enorme potencial educativo y social para promover valores La televisión puede ser un estímulo para cuestionar las creencias y los prejuicios de nuestro grupo social; para conocer otros modelos de convivencia u otros enfoques de la realidad; para promover la tolerancia y el respeto a las diferencias. En un ambiente de juego podemos organizar discusiones con nuestro hijo relacionadas con la manera de actuar de los personajes: “¿Crees que su actuación corresponde a lo que sucede en vida real?” “¿Conoces a alguien que se comporte de esa manera?” “¿Estás de acuerdo con la decisión que tomó el personaje?” “¿Qué hubieras hecho en su lugar?” “¿Cómo crees que se sintió cuando sucedió eso?” “¿Qué otra solución podrías encontrar?” “¿No podría la muchacha buena de la telenovela encargarse ella misma de su vida en vez de depender de otros?” “¿Qué hubiera pasado si…?” “¿Cómo se sentirá el héroe después de matar y golpear a sus enemigos?” “¿Será la mejor manera de resolver los conflictos?” “¿Cómo imaginas que se siente alguien que es agredido?” En la etapa escolar, a los niños todavía les interesa lo que pensamos sus padres. Es una gran responsabilidad reflexionar con cuidado lo que decimos, tratar de fundamentar nuestras ideas, aclarar nuestros valores, y además expresarlos de tal manera que no resulten una imposición sino otro punto de vista en la conversación. Utilizada así, la televisión puede convertirse en un medio de unión, entendimiento y comunicación en la familia. Otros medios electrónicos Con los juegos de video sucede algo similar a la televisión: no es que sean buenos o malos por sí mismos, sino que su uso puede ser apropiado o inadecuado. La mayoría de los juegos suelen desarrollar ciertas habilidades. Para jugar, el niño tiene que controlar con precisión los movimientos de las manos, seguir instrucciones cuidadosamente, observar con atención, generar estrategias para solucionar los problemas que se van presentando y controlar la tensión que provoca la rapidez con que aparecen los obstáculos. Sin embargo, cuando estos juegos se usan en exceso, estas destrezas se van haciendo mecánicas y el niño pierde oportunidades de medirse en otros retos y de relacionarse con otros niños. En su uso moderado y racional está la oportunidad de aprovechar sus beneficios. La computadora y el Internet suelen considerarse a últimas fechas como la solución a todos los problemas Esto es falso. La computadora es una simple herramienta que facilita algunas tareas, pero el trabajo de pensar, elegir, tomar decisiones, analizar, estructurar, investigar y sintetizar, solamente puede hacerlo la persona que la usa. La computadora podría ser un apoyo para el niño, pero no es imprescindible. Existen muchas otras maneras de obtener información y de explorar el mundo. Lo importante es apoyar a nuestro hijo para que se beneficie con todos los recursos que estén a su alcance. 130 Bien utilizada la televisión puede convertirse en un medio de unión La computadora es una de las muchas herramientas para obtener información
  • 33. Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Revise sus hábitos para ver televisión. Usted es el ejemplo que su hijo va a seguir. Establezca, junto con su hijo, un horario para ver la televisión. Ayúdelo a decidir cuáles son los programas que en verdad le interesan y cuáles son apropiados para él. Cuide que la televisión no le impida realizar otras actividades. No use la televisión como niñera de sus hijos. Invente y proponga otras actividades como pasear, pintar, leer libros, organizar juegos o lo que se le ocurra. Examine con atención los modelos y los valores que proponen los programas que ve su niño. Compárelos con los que usted quiere transmitirle. Vea con su hijo algunos programas de televisión. Coméntenlos y analícenlos en un ambiente informal. Así su hijo aprenderá a hacer juicios sobre lo que tiene calidad y lo que no, lo que es correcto e incorrecto, lo que es fantasía y realidad. Reflexione con cuidado lo que dice a su hijo, trate de fundamentar sus ideas y aclarar sus valores. Deje que él llegue a sus propias conclusiones. Evite que su niño vea programas para los que no está maduro. Los contenidos de violencia, sexo, dolor o muerte pueden producirle trastornos emocionales como miedo o angustia. Sensibilice a su niño respecto a los efectos de la violencia tanto en su vida cotidiana como en lo que sucede en el mundo. Complemente los datos que da la televisión con lecturas, pláticas, experimentos, etcétera. Procure exponer a su hijo a emisiones de calidad. Si están a su alcance, aproveche la computadora, el Internet y los juegos de video para que su hijo desarrolle diversas habilidades, pero limite el tiempo de uso. Si usted ve mucha televisión, recuerde que su hijo va a seguir el ejemplo Esté atento a que la televisión no le impida realizar otras actividades Establezca un horario para ver la televisión 131
  • 34. El juego es la ocupación fundamental de un niño Hasta hace poco se creía que jugar era una actividad inútil, un simple entretenimiento para descansar del estudio o de otras actividades más serias y productivas. Hoy se sabe que el juego es indispensable para asegurar el pleno crecimiento y desarrollo del niño. El niño juega por una necesidad interna que pone en movimiento todas sus capacidades, por un impulso natural de explorar, descubrir y crear. El juego ofrece al niño un sentimiento de libertad y de dominio que lo ayuda a construir su personalidad y a fortalecer su autoestima El juego es una actividad libre, espontánea y flexible en la que el niño asume el control, decide las reglas y puede cambiarlas en cualquier momento. El niño se entrega al juego con todo su ser, con todas sus capacidades y conocimientos, con toda su concentración y su energía. En el juego expresa sus ideas, deseos, sentimientos, miedos, afectos y fantasías, y obtiene satisfacciones que ninguna otra actividad le puede dar. El juego nutre la vida del niño, le es vital para aprender a manejar su cuerpo, a relacionarse y colaborar con otros, a conocer el mundo, a crear y construir, a imaginar y razonar. Las diferentes clases de juego favorecen cada uno de los aspectos de su desarrollo. EL JUEGO PARA CONOCER Cuando entra a la escuela primaria, el niño no está listo para renunciar al juego ni a los juguetes. El juego sigue siendo una manera de vivir y de aprender muy importante para él. Suele disfrutar todavía sus juguetes de cuando era más pequeño, aunque los maneja en una forma más compleja y usando más el pensamiento. No vale la pena tener prisa para que los deje, nunca hay que decirle: “Eres demasiado grande para...” En los primeros años de la etapa escolar, su capacidad de lenguaje aún no está suficientemente desarrollada para aprender exclusivamente con palabras. Sólo cuando éstas se relacionan con algo concreto y físico tienen un significado claro para él. Los objetos todavía le son indispensables para aprender. El niño necesita una gran cantidad de experiencias de juego en las que use las manos, los ojos y los oídos, como la base para desarrollar su pensamiento. A medida que crece, el niño logra un avance fundamental: organiza y ordena en su mente los hechos y los objetos A partir de los ocho o nueve años, empieza a apartarse de los juguetes y a jugar con ideas, a dejar la fantasía infantil para explorar el campo de la lógica. EJERCICIO DE REFLEXIÓN Jugar es una actividad necesaria a cualquier edad para disfrutar de una vida plena y satisfactoria. ¿Qué es el juego para usted? ¿Qué tan frecuentemente juega usted con otros adultos? ¿Y con su hijo? ¿Qué tipo de juegos? ¿Los disfruta? ¿Ha observado el juego de su hijo? ¿A qué juega cuando está solo? ¿Qué juegos comparte con otros niños? Guía de Padres 132 Cuando entra a la escuela primaria, el niño sigue disfrutando los juegos y los juguetes IX. Juego y creatividad