1. Panorama
de la actualidad
Progresa
ADECUADAMENTE
■ Siendo juez,
Alonso pidió una
ley que regulase
desde la fabricación
a la dispensación
FELIPE GONZÁLEZ Y JOSÉ ANTONIO ALONSO SE CAMBIAN LOS PAPELES
Legalización de las drogas:
donde dije digo...
En 1992, un Gobierno de Felipe González aprobó una ley que se cebó con los
consumidores de droga; hoy, el entonces presidente pide el fin de la prohibición.
En la misma época, José Antonio Alonso, entonces juez, propuso la legalización;
el hoy portavoz socialista dice que no tendría eficacia contra el narcotráfico.
L
os intelectuales Moisés
Naím, Mario Vargas Llosa y Sergio Ramírez; los
ex presidentes latinoamericanos
Fernando Henrique Cardoso
(Brasil), César Gaviria (Colombia) y Ernesto Zedillo (México);
el ex alcalde de Bogotá Antanas
Mockus; el vicepresidente de la
Corte Interamericana de Derechos
Humanos, Diego García-Sayán…
y ahora Felipe González, presi-
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dente del Gobierno de España
entre 1982 y 1996. En los últimos
meses, muchas voces autorizadas
han admitido que la guerra contra las drogas –tal cual la conocemos– ha fracasado y que la única
salida es desterrar el prohibicionismo como estrategia, despenalizar la tenencia de estupefacientes
en todo el mundo y avanzar hacia
formas de legalización y normalización de todas las drogas.
Los políticos que se han pronunciado son todos ex mandatarios. Mientras ejercieron el poder, ninguno de ellos hizo nada
por evidenciar que la represión
pura y dura no servía de nada.
La mayoría se escudará en que
no podían decir en público lo que
pensaban en privado. Hoy ocurre lo mismo, solo hay que hacer
un sondeo sin micrófonos entre
fundaciones, instituciones y ONG
para comprobarlo. Curiosamente
lo que más rechina son los cambios de papeles. En 1992, el Gobierno de González logró aprobar
la llamada ley Corcuera o ley de
la patada en la puerta (normativa
sobre protección de la seguridad
ciudadana), que estableció multas
de entre 300 y 30.000 euros para
el consumo de drogas en lugares
públicos y la tenencia ilícita. En
la práctica, la legislación se cebó
con los consumidores de hachís
y marihuana que fumaban en la
calle –los que menos alarma social provocaban–, y sirvió como
elemento recaudatorio (por ejemplo, en 2005 se impusieron más
de 170.000 sanciones).
La realidad fue tozuda y desde
el año de los Juegos Olímpicos de
Barcelona hasta hoy las distintas
legislaciones no han logrado parar la demanda: el consumo de
cánnabis ha seguido en aumento, España está en el podio de los
países más consumidores de cocaína, las sustancias de síntesis
se han estabilizado. Lo que sí se
ha modificado sustancialmente es
la percepción de Felipe González
sobre la guerra contra el narcotráfico. La semana pasada reclamó una conferencia internacional
para lograr un consenso que dé
la estocada al prohibicionismo y
abra la puerta a otras vías. “Debe
ser un acuerdo internacional, que
se cumpla entre todos (...) Creo que
ese va a ser el único camino que
tenemos realmente para enfrentar”, dijo.
También ve las cosas de forma
distinta ahora que es político el
portavoz del PSOE en el Congreso, el jurista José Antonio Alonso. Alonso ha replicado a Felipe
González que su propuesta legalizadora sería “ineficaz” para acabar con las mafias de la droga. En
1989, cuando era magistrado de
lo Penal en Madrid, pensaba lo
contrario y llegó a proponer, junto con otros jueces y expertos en
Derecho, una reforma del Código Penal que considerase las drogas como medicamentos y una ley
que regulase desde la fabricación
hasta la dispensación: una despenalización en toda regla. Alonso
y Cándido Conde Pumpido, fiscal general del Estado, formaban
parte del Grupo de Estudios de
Política Criminal que apostó por
la legalización.
En los últimos veinte años, los
que auguraron un mundo libre
sin drogas para el siglo XXI observan como más de 200 millones de seres humanos consumen
drogas ilegales, el mercado ilícito mueve 300 billones de dólares,
una gran parte de la población reclusa está entre rejas por delitos
relacionados con el consumo o el
tráfico de sustancias ilegales, y el
precio de las drogas más demandadas se ha estabilizado a la baja.
Por no hablar de México.
Por huir del catastrofismo se
puede decir que España, en el
último lustro, ha logrado ser un
ejemplo a nivel europeo y mundial de las políticas de reducción
de daños, aquellas que no inciden
en la prohibición o en la represión, sino en disminuir los efectos
negativos y el dolor de miles de
drogodependientes. Los distintos
gobiernos se han ido apuntando
en la última década a las iniciativas que pusieron en marcha las
ONG: suministro e intercambio
de jeringuillas, dispositivos móviles y salas de consumo supervisado, dispensación de sustancias
sustitutivas, análisis de drogas
para impedir la adulteración,
enseñar a consumir para evitar
■ Cándido Conde
Pumpido formó parte del
grupo de criminalistas
pro despenalización
riesgos, prevención en zonas de
ocio nocturno con un lenguaje no
paternalista, terapias con heroína
bajo control…
Aunque desde la jefatura del
Plan Nacional sobre Drogas se
admite que la población española no tiene entre sus prioridades la legalización de las drogas,
son cada vez más los que reconocen que algo hay que hacer. ¿Qué
probamos? El donde dije digo…
no es suficiente.
■ Alberto Gayo
Carrusel
PERIODÍSTICO
Juan Pablo Colmenarejo
DIRECTOR DE ‘LA LINTERNA’,
EN LA CADENA COPE
José María
Lacasa
Secretario general
de la CEOE
■ Con
declaraciones
sensatas y
moderadas y
aludiendo a la ley
se ha desmarcado
de la campaña de
desprestigio contra
el sindicalismo y
los representantes
sindicales.
Necesita
MEJORAR
Nicolas
Sarkozy
Presidente de la
República Francesa
■ Si su campaña
de deportaciones
de gitanos tiene
sustento jurídico, se
atiene a las leyes de
su país y no viola el
espíritu del derecho
europeo de libre
circulación, ¿por
qué necesita recurrir
al exabrupto y la
bronca en la UE?
Nadal o nada
NO SE VE LA SALIDA DEL TÚNEL DE LA
RECESIÓN, PERO NOS QUEDA LA SONRISA
DE UN CAMPEÓN
LA ÚLTIMA victoria del tenista mallorquín en
Nueva York nos ha permitido otro respiro en
el camino de esta crisis sin final a la vista. A
Nadal le sobra el talento hasta para escoger
las palabras con acierto. “El triunfo es bueno
para el país, ayuda a la gente que lo pasa mal”.
Todo es verdad. Escasea lo bueno y abunda el
personal ahogado y apretado por la crisis. Una
crisis que fue global y que ahora es particular.
Se acaban de cumplir dos años de la quiebra
del banco de inversores Lehman Brothers. El
capitalismo financiero de los Estados Unidos
saltó por los aires. De aquella crisis empiezan
a salir los grandes mientras España pierde
peso. La economía se desinfla Los países más
camino de los
desarrollados
cinco millones
comienzan a
de parados en
formación. Los coger el carril
países más de- de aceleración
sarrollados co- del crecimiento
mienzan a coger mientras España
el carril de acele- sigue tirada en el
ración del creci- arcén con la rueda
miento mientras
del gasto público
España sigue tipinchada
rada en el arcén
con la rueda del
gasto público pinchada. La crisis financiera
internacional ha sido la excusa que siempre
ha puesto el Gobierno Zapatero para mirar
con despreocupación a la realidad. No ha
servido para nada la negación de un problema doméstico que se ha llevado por delante
al sector de la construcción y sus alrededores.
¿Y ahora qué hacemos? Después del apretón
de julio, cuando los mercados refinanciaron
casi treinta mil millones de euros de nuestra
deuda, se han abierto varias interrogantes.
¿Sigue el Gobierno sin reconocer la gravedad
de la situación? El otoño se presenta con una
huelga que huele a tongo y unos presupuestos de quita y pon. Las incertidumbres siguen
tapando la salida del túnel de la recesión. Una
décima de crecimiento no le hace ni cosquillas
al paro. Por eso nos queda la sonrisa de Nadal.
Es una ayuda.
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