Este documento resume las tesis de Edward Said y Arturo Escobar sobre cómo Occidente inventó conceptos como el Orientalismo y el Tercer Mundo para establecer su dominio sobre estas regiones. Ambos autores argumentan que Occidente desarrolló un profundo conocimiento de Oriente y el Tercer Mundo que usó para colonizarlos y explotar sus recursos. A pesar de los intentos de Occidente por imponer su cultura, las culturas locales persistieron a través de procesos híbridos y dieron lugar a nuevos discursos y alternativas que cuestionan la
1. ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y ADMINISTRATIVAS
PROGRAMA DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
PRESENTADO POR: YAMID ALEX ROMERO
ANDRES TRUQUE MUÑOZ
MATERIA: TÉCNICAS DE PROYECTO GEOPOLÍTICO
LINEA: LA INVENCIÓN DEL DESARROLLO Y SUBDESARROLLO COMO
CONCEPTOS ORGANIZADORES
LA INVENCIÓN DEL ORIENTALISMO Y EL TERCER MUNDO
Edward Said1
y Arturo escobar2
tratan de desmontar con implacable rigor las
estrategias imperialistas de fabricación del “Otro” –de Oriente y el Tercer Mundo”-
como mecanismo del pensamiento colonial occidental. Es así, como los autores
dejan entrever que detrás de un discurso hegemónico puramente economicista de
occidente se crea la fábula del Orientalismo y los Tres Mundos para establecer un
orden político de dominación ya que poseen un conocimiento superior.
…Pero ¿Qué tienen en común la invención del Orientalismo y el Tercer Mundo?
1
Ensayista palestino-estadounidense nacido cerca de Jerusalén. Profesor de Literatura Comparada en la
Universidad de Columbia (Nueva York. Es considerado como una de las voces más lúcidas y comprometidas
no sólo con la causa palestina, sino con una revisión crítica de las relaciones del Occidente moderno con
otras identidades y culturas. Ha escrito numerosos libros y artículos sobre la cuestión palestino-israelí y
sobre la relación político-cultural entre Oriente y Occidente, entre ellos destacan, Beginnings (1975),
Orientalismo (1978), un hito en la crítica cultural que desmonta la imagen tradicional que Occidente ha
acuñado sobre Oriente, Cultura e imperialismo (1996) y Palestina: paz sin territorios (1997).
2
Es un antropólogo colombiano y profesor en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill cuyas
áreas de interés son la ecología política, la antropología del desarrollo, movimientos sociales, ciencia y
tecnología así como cuestiones sobre Colombia. Entre sus publicaciones se destacan, The Making of Social
Movements in Latin America (1992), La invención del Tercer Mundo, Construcción y deconstrucción del
desarrollo" (1996), El Final del Salvaje. Naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea
(1999) y Más allá del Tercer Mundo. Globalización y diferencia (2005).
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Las tesis de estos autores reflejan un elemento en común: una clara relación de
poder donde tanto Oriente como el Tercer Mundo quedan atrapados y
subordinados a Occidente gracias al conocimiento que se tiene de ellos. Y no se
trata de un conocimiento superficial. Las raíces de esta dominación residen en un
conocimiento profundo en los ámbitos económico, ambiental, cultural, político y
social que han estado sujetos a las responsabilidades de las instituciones
académicas quienes a partir de ello han creado una supremacía cultural y han
forjado una hegemonía sobre estos mundos. El producto, no es más, que un
conocimiento revelador de las ventajas comparativas en las regiones orientales y
tercermundistas –dadas su importancia estratégica y económica- y que
posteriormente sucede a una eventual colonización y explotación sobre estos
territorios. Por esta razón, Occidente inventa y presta mucha atención a Oriente
porque tiene un claro interés “geoeconómico” sustentado en la gran riqueza
petrolera y en la posesión del canal del Suéz – que sirve como conector entre Asia
y África-; de igual manera, inventa el Tercer Mundo no por pura casualidad -para
denominarlos “países subdesarrollados”-, sino más bien, para convertirlos en
portadores de materias primas y receptores de los bienes manufacturados
fabricados en primer mundo.
Es entonces, bajo esta perspectiva, que podemos decir que es mediante el
conocimiento del “Otro” como se construye el discurso del Orientalismo y del
Tercer Mundo como una práctica, con condiciones, reglas y transformaciones3
. Un
discurso que demuestra no ser solo palabras y, que hablar es hacer algo, algo
distinto de expresar lo que uno piensa, mostrar que agregar una frase a una serie
de frases preexistentes es ejecutar un gesto costoso y complicado4
. Un discurso
que de ser una práctica, lleva implícito una táctica de dominación del “Otro” a
3
Arturo Escobar. La Invención del Tercer Mundo. Construcción y Deconstrucción del Desarrollo. Grupo
Editorial Norma. Santa Fe de Bogotá. 1996. Pág. 404
4
Arturo Escobar. La Invención del Tercer Mundo. Construcción y Deconstrucción del Desarrollo. Grupo
Editorial Norma. Santa Fe de Bogotá. 1996. Pág. 404-405
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través de una serie de transformaciones de los patrones culturales del mundo
dominado. Por ello, se parte del hecho de que existen dos culturas diferentes, una
cultura moderna y otra premoderna que debe ser aculturizada y modernizada para
que pueda gobernarse y responder a las demandas de Occidente. Sin embargo,
como afirma Arturo Escobar, Latinoamérica es caracterizada por un complejo
proceso de hibridación cultural –compuesta de mezclas socioculturales difíciles de
discernir- que abarca modernidades y tradiciones diversas y múltiples. El discurso
del desarrollo llegó con relativa fuerza a los países tercermundistas pero no fue
suficiente para romper las estructuras tradicionales, así, que más que verse
eliminadas por el desarrollo muchas culturas tradicionales sobrevivieron mediante
su relación transformadora con la modernidad. Y en esa lucha por sobrevivir,
desde la década de los 80’s han surgido en los nuevos mundos, un cuerpo de
trabajo que reivindica el rol de los movimientos de base, el Conocimiento local y el
poder popular en la transformación del desarrollo cuyo interés se haya reflejado no
en las alternativas del desarrollo sino más bien en las alternativas al desarrollo; es
decir, se busca con ello, por un lado, un rechazo total al discurso de Occidente por
la manera como ha sido construido y, por el otro, fomentar las prácticas populares
como mecanismo para intentar construir nuevas identidades y núcleos de
relaciones sociales en las que pueden surgir novedosas producciones culturales.
Lo anterior nos deja ver claramente que en este proceso de colonización hubo y
aún persiste, un fuerte enfrentamiento entre culturas. Por una lado, una cultura
con la idea modernizadora que representaba el mundo del progreso y la
innovación, y por el otro, una cultura premoderna –tradicional –amoderna… que
debe ser modernizada para que responda a los intereses del primer mundo. Sin
embargo, en este proceso de imposición y aculturación de los nuevos mundos, la
idea del discurso disfrazado de “Desarrollo” no ha tenido el éxito que se esperaba
ya que ha dado pie a la construcción de nuevos discursos contra hegemónicos
que han puesto en cuestión el discurso del Primer Mundo y hacen hablar hoy día
de nuevos modelos alternativos al desarrollo. Se trata entonces, dice escobar, de
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resistirnos a la idea y al deseo de formular alternativas en el nivel macro y
abstracto y a la idea de que la articulación de alternativas tendrá lugar en círculos
intelectuales y académicos, debido que “La naturaleza de las alternativas como
problema de investigación y práctica se vislumbra mejor desde sus
manifestaciones específicas en lugares concretos”5
. Con ello, no solo se rechaza
el discurso hegemónico sobre el cual se ha construido Occidente sino también
sienta las bases para la construcción de un nuevo discurso sustentado en la tesis
de Escobar, donde se piense que lo alternativo se halla en las prácticas y en la
producción sociocultural por parte de los actores populares. En todo caso, lo
alternativo está siempre allí “en lo local”; y es desde allí, donde se empieza a
deconstruir el concepto de Desarrollo tanto en Oriente como en el Tercer Mundo
por sus resultados y por su eventual inconformidad.
Y es precisamente, el enfrentamiento entre culturas lo que permite desnudar el
contenido de violencia que lleva implícito el discurso hegemónico de Occidente
como política de representación y de identidad en gran parte de Asia, África y
América Latina. En este sentido, la historiografía Asiática, Africana y
Latinoamericana ha presenciado una sucesión de regímenes de representación,
originados en el colonialismo y la modernidad europea pero a menudo asimilados
a proyectos nacionales en América Latina después de la independencia y en
África y Asia después de la colonia, cada uno con su régimen acompañado de
violencia. Por ello, es bajo el esquema de representación a través del cual ha sido
engendrada no solo la violencia sino también disputada, administrada y negociada
la propia existencia de Oriente y Tercer Mundo. Es decir, como efecto de las
prácticas discursivas, Oriente y Tercer Mundo son una realidad disputada cuyo
estatus actual se encuentra aún bajo escrutinio y negociación. Prueba de ello, son
las continuas luchas de Occidente con numerosos grupos de resistencia
antiimperialista –por ejemplo, con los musulmanes en Iraq, Irán o Afganistán o con
5
Arturo Escobar. La Invención del Tercer Mundo. Construcción y Deconstrucción del Desarrollo. Grupo
Editorial Norma. Santa Fe de Bogotá. 1996. Pág. 416
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los “Chavistas” en Tercer Mundo-, quienes a pesar de las diferencias
significativas, los miembros de estos grupos comparten ciertas preocupaciones e
intereses. Interés en la cultura y el conocimiento locales; una mirada crítica a los
discursos científicos establecidos; y la defensa y promoción de los movimientos
locales y pluralistas. En fin, estos grupos que son cada día más claramente
legibles representan el nuevo discurso contra hegemónico del imperialismo que se
levanta contra todo acto discursivo de dominación y explotación de sus territorios.
Finalmente, como hemos sustentado hasta el momento, el presente ensayo trató
de focalizar una respuesta en torno al elemento común que enlaza tanto a Oriente
como al Tercer Mundo. Por ello, concluimos enfatizando que este elemento al que
constantemente nos hemos referido, no es más, que el discurso hegemónico que
ha creado Occidente para establecer un orden político de dominación sobre el
“Otro”. En otras palabras, Occidente construyó dos mundos paralelos a partir de
una práctica discursiva que engendra en su interior violencia y un claro tipo de
dominación.