2. Así amaba Nietzsche a las mujeres
● Nietzsche fue un tipo enamoradizo que ejerció a lo largo de su vida una misoginia muy
singular. “El hombre ama dos cosas: el peligro y el juego. Por eso ama a la mujer, el
más peligroso de los juegos”. Este aforismo lo sacó de sus entrañas y lo puso en boca
de Zaratustra después de conocer en Roma a Lou Andreas-Salomé y haber recibido de
ella la suficiente cosecha de calabazas. Zaratustra fue el profeta que lanzó la
proclama del superhombre, un ejemplar humano que, según la teoría de Nietzsche,
debería ser profundamente culto, bello, fuerte, independiente, poderoso, libre,
tolerante, a semejanza de un dios epicúreo, capaz de aceptar el universo y la vida
como es. Pues bien, este modelo de superhombre aplicado por Nietzschea sí mismo, en
la vida real babeaba ante cualquier mujer atractiva que se pusiera a su alcance y si
era rubia y rica la pedía en matrimonio de forma compulsiva, casi como un reflejo
condicionado. El consiguiente rechazo le despertaba una descarga agresiva contra todo
el género femenino. “Hasta aquí hemos sido muy corteses con las mujeres. Pero, ¡ay!,
llegará el día en que para tratar con una mujer habrá primero que pegarle en la
boca”. Y una vez vomitada la invectiva literaria, el superhombre quedaba tranquilo.
3. Obras
Fatum e historia (1862)
Libertad de la voluntad y fatum (1868)
Homero y la filología clásica (1869) (Homer und die klassiche Philologie. Ein Vortrag)
El drama musical griego (1870) (Das griechische Musikdrama)
Sócrates y la tragedia (1870) (Socrates und die Tragödie)
La visión dionisíaca del mundo (1870) (Die dionysische Weltanschauung)
El Estado griego (1871)