Este documento discute cómo el profeta Eliseo sanó a Naamán el sirio de la lepra, a pesar de que muchos israelitas no fueron sanados de la misma enfermedad. Argumenta que dar testimonio en un contexto cultural diferente requiere valor moral y estar abierto a las sorpresas de Dios. También sugiere que Dios a veces permite situaciones difíciles para salvar a otros, y alienta a los lectores a acercarse y ayudar a aquellos que están sufriendo.