Dios ya no guarda silencio ante las preguntas de los hombres sobre el sufrimiento y la muerte. En Navidad, Dios responde al encarnarse en Jesús, compartiendo la existencia humana y sufriendo en nuestra carne. Al nacer Jesús, Dios entra en la vida humana para caminar con nosotros hacia la plenitud, dándonos esperanza y alegría en lugar de meras explicaciones.