El documento resume el capítulo 6 de la lección sobre la creación y la caída. Relata cómo Eva fue engañada por las insinuaciones de Satanás para comer del fruto prohibido, lo que llevó al pecado y la separación de Dios. Sin embargo, a pesar de su rebelión, Dios vino a buscar a Adán y Eva no para condenarlos, sino para salvarlos y redimirlos a través de Su hijo Jesucristo. Aunque el pecado tuvo consecuencias, la gracia de Dios es más poderosa y abundante.
La oración de santa Luisa de Marillac por el P. Corpus Juan Delgado CM
La caída y la gracia
1. lección 6
2 al 8 de febrero
La creación
y la caída
«Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella;
su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón».
Génesis 3: 15
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2. sábado
2 de febrero
Génesis 3: 1-15
Introducción
La caída y la gracia
Hemos escuchado ese relato innumerables veces. Satanás insinúa que Dios no es
de confiar y que retiene información respecto a cosas deseables. La mujer es engaña-
da y come de la fruta prohibida. Adán no fue engañado, sino que sin pensarlo mu-
cho decidió comer también de aquella fruta. Luego, cuando conocen lo que significa
el pecado sienten culpa y vergüenza. Temerosos, se esconden de su amado Creador.
Es un relato que hemos escuchado más veces de las que podemos contar.
Nuestra naturaleza caída hace que creamos las insinuaciones de Satanás: Dios no
es de confiar. Que él no nos ama en realidad. Que él está reteniendo algo que es
deseable. Que es alguien áspero, acusatorio y vengativo.
En ocasiones somos engañados por los demás. En otras, nos engañamos noso-
tros mismos. A veces, decidimos hacer algo que sabemos está incorrecto. Luego,
también conocemos lo que significa haber recientemente caído. Escondemos nues-
tra culpa y vergüenza y nos alejamos a la carrera de un Dios que seguramente debe
estar enojado con nosotros.
Dios viene en busca de nosotros.
Nuestros propios actos de rebelión no llevan a todo el planeta a la ruina en la mis-
ma medida que lo llevaron Adán y Eva. Lleva a nuestro pequeño mundo a la ruina, o
quizá a nuestros propios corazones. Al mismo tiempo, tememos enfrentar a nuestro
Creador.
Afortunadamente la historia de Adán y Eva no concluye con su separación eter-
na de Dios. No obstante, Dios llega al huerto llamando a sus amigos, a quienes algo
los hace salir de su escondite, a pesar de su terror. Dios mostró en forma clara su
posición, aunque ellos de inmediato comenzaron a presentar excusas y a señalar con
sus dedos. No son olvidados. Son dignos de ser redimidos.
Aunque sus acciones tendrán consecuencias trágicas e inevitables, Dios de-
muestra que él no está en busca de venganza. Más bien, desea salvarlos del pecado
y de sus consecuencias. El mismo día de la caída, Dios revela su plan para librar a
los seres humanos de su culpa, asumiéndola él mismo. Él vendría a la tierra, en
forma humana, asumiendo sobre sí la culpa de los pecados de los seres humanos.
En ese proceso él sería molido, maltratado y sacrificado. Sin embargo, él también
aplastó la cabeza de la serpiente.
Desde luego, esa es también nuestra historia. Sin importar lo que hayamos
hecho, no hemos sido olvidados. Somos dignos de redención. Dios viene en busca
de nosotros, no a condenarnos, sino a sanarnos y a restaurarnos.
Sí, hemos caído en el pecado. Pero también hemos caído en la gracia; en la
gracia de un Dios que estuvo dispuesto a sacrificarse él, en lugar de sacrificarnos
a nosotros.
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3. domingo Génesis 3: 1-6, 13-17;
3 de febrero Mateo 4: 3-10;
Logos Juan 3: 16, 17;
Romanos 5: 12-21;
La gracia de Dios Colosenses 2: 20-23;
vence al pecado 1 Pedro 5: 8
Una astuta serpiente (Gén. 3: 1-6)
Imagina que estás caminando por un hermoso jardín cuando te encuentras
con una mujer que se encuentra hablando con una serpiente. Sabes que debes
dejarlos en paz, pero no puedes evitar de escuchar lo que hablan:
—¿Es verdad que Dios les dijo que no debían comer de todo árbol del huerto?
—No. No exactamente. Él dijo que podíamos comer de todos los frutos excepto
de este. Él nos dijo que no podíamos siquiera tocarlo, porque de hacerlo moriríamos.
—No seas tonta. Si comes de este fruto no vas a morir. En el momento que
comas de este árbol te sentirás de una forma increíble. Serás como Dios, conocien-
do el bien y el mal.
—¿De veras? Entonces, ¿por qué será que Dios nos dijo que no comiéramos de él?
—Lo que sucede es que él no quiere que ustedes sean tan poderosos como él.
Después de escuchar aquel comentario, observas a la mujer que come del fruto
del árbol. Esa escena señala la entrada del pecado en el mundo. Al retorcer la ver-
dad, Satanás sembró la duda en el corazón de Eva. Él la llevó a creer que Dios no
deseaba que Adán y Eva alcanzaran su pleno potencial. Satanás, disfrazado como
serpiente, se mantuvo al acecho esperando que Eva pasara cerca, para luego torcer
las palabras de Dios. De esa forma intentaba obtener el control de la raza humana
y del mundo que Dios había creado.
Un encuentro diabólico en el desierto (Mat. 4: 3-10)
Al final de un ayuno de cuarenta días, Satanás intentó que Jesús pecara. Prime-
ro trató de convencerlo de que se alimentara a sí mismo, diciéndole que convirtie-
ra a las piedras en pan. Sin embargo, Jesús se rehusó a hacerlo. «No sólo de pan vive
el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mat. 4: 4). Luego,
Satanás citó las Escrituras después de decirle a Jesús que saltara de la parte más alta
del templo: «Porque escrito está: “Ordenará que sus ángeles te sostengan en sus
manos, para que no tropieces con piedra alguna”» (Mat. 4: 6). De nuevo Jesús se
rehusó, diciendo: «No pongas a prueba al Señor tu Dios» (Mat. 4: 7). Finalmente,
Satanás le ofreció a Jesús los reinos del mundo si se arrodillaba y lo adoraba; pero
Jesús le dijo al diablo que se fuera: «Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y
sírvele solamente a él”» (Mat. 4: 10). Cuando Satanás se marchó los ángeles acudie-
ron a socorrer a Jesús.
Conquistando a Satanás con las Escrituras (Col. 2: 20-23; 1 Ped. 5: 8)
A través de la experiencia de Jesús con Satanás aprendemos que para enfrentar
la tentación, la Biblia es el arma más poderosa con la que contamos. Ella es «más
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4. cortante que cualquier espada de dos filos» (Heb. 4: 12). Memorizar y utilizar esa
poderosa arma nos permitirá conquistar cualquier enemigo que surja en nuestro
camino. Además de una sólida comprensión de la Biblia debemos también estar
alertas. Recordemos que 1 Pedro 5: 8 dice: «Practiquen el dominio propio y mantén-
ganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién de-
vorar». Satanás, al igual que la serpiente en el huerto, es un fiero león que está a la
espera para atacarnos en los momentos de mayor vulnerabilidad. Sin embargo, si
permanecemos alerta en todo tiempo y nos enfocamos en Dios, jamás estaremos a
merced del diablo. En Colosenses 2: 20-23, Pablo afirma que si nos hacemos parte
del pueblo de Dios poseeremos un mayor poder para resistir los ataques de Satanás
porque él no puede igualar el poder que significa la presencia de Cristo en nosotros.
El amor y la gracia de Dios son más poderosos que nuestros pecados.
La gracia abundó en la misma medida que el pecado (Gén. 3: 13-17; Juan
3: 16, 17; Rom. 5: 12-21)
En la victoria de Jesús también descubrimos la profundidad de la gracia divina.
Satanás acudió a Al tentar a Jesús en el momento de mayor debilidad, pero Jesús
no le permitió triunfar. Jesús obtuvo la victoria a favor nuestro, derrotando al dia-
blo. Cuando aceptamos la muerte de Jesús a nuestro favor, recibimos su gracia.
Pablo explica que ese don nos proporciona vida, en lugar de muerte, porque: «En
lo que atañe a la ley, esta intervino para que aumentara la transgresión. Pero allí
donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rom. 5: 20). Aunque Dios cas-
tigó a Adán y a Eva por su desobediencia, su juicio encierra una maravillosa pro-
mesa: la promesa de la vida eterna. «Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre
tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el
talón» (Gén. 3: 15).
PARA COMENTAR
1. ee el relato de la caída en Génesis 3: 16, 17, y Juan 3: 16, 17. Medita en lo que la
L
gracia de Dios significa para ti.
2. numera los versículos que te animan y te capacitan a estar firme ante los ataques del
E
diablo. Luego sigue el ejemplo de Jesús y memoriza dichos versículos. Cuando te
encuentres enfrentando a la astuta serpiente, recita dichos versículos y sorpréndete
ante los resultados.
Mindi Vetter, Newman Lake, Washington, EE. UU.
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5. lunes
4 de febrero
Testimonio Génesis 3: 9-11, 13-17
Gracia y juicio
en el Paraíso
La historia de Adán y Eva, y el castigo por su desobediencia es relatada a menu-
do, mientras que la gracia de Dios es muchas veces pasada por alto. El diablo intro-
dujo el pecado, que resultó en temor, vergüenza y separación de Dios; pero el Padre
en su misericordia fue en busca de los perdidos. «La presencia divina se manifestó en
el huerto. En su anterior estado de inocencia y santidad solían dar alegremente la
bienvenida a la presencia de su Creador; pero ahora huyeron aterrorizados, y se es-
condieron en el lugar más apartado del huerto. “Y llamó Jehová Dios al hombre, y le
dijo: ¿Dónde estás tú?”»1
«¡Oh, el misterio de la redención!»
Se deduce de ese relato de la caída, que Dios era y continúa siendo el origina-
dor de la gracia salvadora. Dios intentó salvarnos mientras aún estábamos en peca-
do (Rom. 5: 8). La Biblia enseña que Dios no es un ser destructor (Eze. 18: 32), por
tanto incluyó el plan de salvación en la misma maldición proferida sobre la prime-
ra pareja (Gén. 3: 16, 17). «La vida de trabajo y cuidado, que en lo sucesivo sería el
destino del hombre, le fue asignada por amor a él. Era una disciplina que su peca-
do había hecho necesaria para frenar la tendencia a ceder a los apetitos y las pasio-
nes y para desarrollar hábitos de dominio propio. Era parte del gran plan de Dios
para rescatar al hombre de la ruina y la degradación del pecado».2
«La caída del hombre llenó todo el cielo de tristeza» […]. «El Hijo de Dios, el glorio-
so Soberano del cielo, se conmovió de compasión por la raza caída. Una infinita mise-
ricordia conmovió su corazón al evocar las desgracias de un mundo perdido. Pero el
amor divino había concebido un plan mediante el cual el hombre podría ser redimido.
La quebrantada ley de Dios exigía la vida del pecador. En todo el universo sólo existía
uno que podía satisfacer sus exigencias en lugar del hombre. Puesto que la ley divina es
tan sagrada como el mismo Dios, sólo uno igual a Dios podría expiar su transgresión.
Ninguno sino Cristo podía salvar al hombre de la maldición de la ley, y colocarlo otra
vez en armonía con el Cielo. Cristo cargaría con la culpa y la vergüenza del pecado, que
era algo tan abominable a los ojos de Dios que iba a separar al Padre y su Hijo. Cristo
descendería a la profundidad de la desgracia para rescatar la raza caída».3
PARA COMENTAR
1. ¿Cuál fue el costo del amor de Dios? (Lee Juan 3: 16).
2. ¿Cómo podemos, siguiendo el ejemplo divino, amar a los demás?
1. Patriarcas y profetas, cap. 3, p. 37.
2. Ibíd., p. 39.
3. Ibíd.., cap. 4, p. 43.
Christopher Atkinson, Pullman, Washington, EE. UU.
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6. martes
5 de febrero
Génesis 3: 4-6
Evidencia
Engañados
por las evidencias
¿Cuándo fue la última vez que tomaste una decisión de importancia? ¿A través de
qué proceso lograste lo anterior? Es probable que examinaras todos los datos que esta-
ban a tu alcance. Eso es algo fundamenta, pero en ocasiones no es lo que aparenta ser.
Eva fue la primera persona que fue engañada por falsas evidencias. Por tanto, ¿qué
se considera es la evidencia? La evidencia es algo que se utiliza para determinar o demos-
trar la verdad respecto a una aseveración. Génesis 3: 4-6 registra el encuentro de Eva con
Satanás quien la tienta con una interrogante respecto a Dios (Gén. 3: 1). Él tergiversa
la Palabra de Dios al decir: «La serpiente era más astuta que todos los animales del
campo que Dios el Señor había hecho, así que le preguntó a la mujer: «¿Es verdad que
Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?» (Gén. 3: 1). Todo se empeo-
ra cuando el diablo minimiza las consecuencias relacionadas a la desobediencia: «¡No
es cierto, no van a morir!» (Gén. 3: 4), además él promete beneficios sobrenaturales a
los desobedientes: «Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán
los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal» (Gén. 3: 5).
El diablo atacó a Eva en tres aspectos.
El diablo atacó a Eva en tres aspectos: La codicia de la carne, la lujuria de los ojos
y la lujuria de la vida (Luc. 4: 1-13; 1 Juan 2: 16). Eva fundamentó su decisión en la
forma en que las cosas aparentaban ser. Su deseo de adquirir sabiduría y belleza refle-
jaba las mismas preocupaciones actuales. El deseo de engrandecerse es algo notorio
en la cultura popular en sentido general, y muy marcado en la industria del entrete-
nimiento. La gente está de continuo procurando un remedio tras otro en busca de la
perfección corporal. Además del surgimiento de corrientes filosóficas que pretenden
descubrir nuevos conocimientos.
Sin embargo, Dios provee una existencia satisfactoria y recompensas celestiales para
una vida de servicio a los demás. Él nos invita a probar su amor incluso en medio de
nuestra autosuficiencia, confusión y ambigüedad. Su amor puede ayudarnos a respon-
der confiadamente a las mentiras del enemigo. Podemos confiar que nuestro omnipo-
tente Dios nos guiará a toda verdad una vez que le entreguemos nuestra voluntad.
PARA COMENTAR
1. a serpiente le preguntó a Eva: «¿Conque Dios ha dicho que no coman del fruto
L
de todo árbol del huerto?» ¿En qué otra forma pudo ella haberle contestado a la
serpiente?
2. Cómo nos tienta el diablo en la actualidad, en forma parecida a como tentó a
¿
Eva? ¿Qué salvaguarda encontrada en la Biblia podemos aplicar a esos casos?
Claudine Anderson-Atkinson, Pullman, Washington, EE. UU.
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7. miércoles
6 de febrero
Cómo actuar Génesis 3: 1-6;
1 Pedro 5: 8
Esplendorosa serpiente,
rugiente león
En Génesis 3: 1-6 leemos cómo entró el pecado al mundo a través del diablo
disfrazado de serpiente. Los redactores del Nuevo Testamento deben haberse dado
cuenta que sería difícil para nosotros relacionarnos con la hermosa serpiente de an-
tes del pecado, por lo que se nos presenta otra imagen. En la misma Pedro muestra
al diablo como un león que acecha a su presa (1 Ped. 5: 8). ¿En qué forma esto podría
aplicarse a nuestra situación? Necesitamos respetar el hecho de que debido a que te-
nemos un adversario tan peligroso, necesitamos estar siempre alerta y atentos.
Aunque Pedro sugiere que el león está rugiendo, sospecho que los rugidos no
ocurren mientras el mismo merodea, sino después que ha matado. En el Edén, Eva
no escuchó el alarmante sonido que produce una serpiente de cascabel. Lo que ella
vio fue una hermosa serpiente. De igual forma, las tentaciones que enfrentamos se
presentan en una manera atractiva. No irán acompañadas de una música impresio-
nante según se muestra en el cine o en la televisión. No solamente debemos estar
alertas, sino que debemos observar cuidadosamente cualquier situación, pensando
que no todo es lo que aparenta ser. Las mentiras se mezclan con la verdad para que
sean creíbles. Se toman decisiones equivocadas porque los resultados nos parecen ser
atractivos. Echa una segunda mirada antes de actuar.
Echa una segunda mirada antes de actuar.
¿Luego, ¿cómo podremos resguardarnos de los ataques del diablo? Teniendo un
plan de emergencia. En la institución donde enseño tenemos un plan de emergencia
en caso de que algún intruso amenace las vidas de los estudiantes. Además tenemos
una expresión: «¡Nunca te rindas! ¡Lucha! ¡Lucha! ¡Lucha!» El diablo se ha introduci-
do y ha pervertido el mundo perfecto que Dios creó. Cuando él intente amenazar tu
vida cristiana conduciéndote a la tentación, ¡no te rindas! Estamos en guerra. ¡Pelea
con toda la fortaleza y el poder de Dios! Él está listo a enviar sus ángeles si tan solo se
lo pedimos.
PARA COMENTAR
1. ¿Por qué es tan fácil olvidar que el diablo es un agente real y peligroso?
2. Has sido tentado o tentada en alguna ocasión para hacer algo incorrecto, por-
¿
que en dicho acto había algún elemento positivo?
Cheryl Forster, Uniontown, Washington, EE. UU.
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8. Jueves
7 de febrero
Mateo 15: 3-9
Opinión
Los mandamientos
de los hombres
A menudo pienso que la tentación de Eva ocurre en un momento extraño y so-
litario, algo único en la historia de los seres humanos; eso sin mencionar a mi propia
vida. Por ejemplo, sé que si oigo a una serpiente hablándome, primero revisaría la
fecha de expiración de la lata de sopa que me tomé anoche; antes de creer cualquier
cosa que dicha serpiente me diga. Nunca me dejaría engañar con el truco de una
serpiente que habla. ¿O quizá sí?
Si olvidamos esa advertencia corremos gran peligro.
En los tiempos de Jesús, la serpiente utilizó a los muy respetables fariseos para
engañar al pueblo. En Mateo 15: 3-9, se nos explica cómo Jesús acusó a los fariseos
de anular el mandamiento de Dios de honrar a los padres, al decirle a la gente que se
podía evitar dicho mandato donando al templo el dinero que pudo dedicarse a ayu-
dar a los progenitores, De esa forma el diablo estaba tentando a la gente a violar el
quinto mandamiento que exige que los hijos honren a sus padres. A aquellos fari-
seos, Jesús les citó a Isaías: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está
lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas»
(Mat. 15: 8, 9). Pablo le escribe a Timoteo diciendo: «El que no provee para los suyos,
y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo»
(1 Tim. 5: 8). Por lo tanto, aprendemos que el acercamiento a Dios es un apéndice
de nuestra adoración y de nuestra humildad ante él y ante su Palabra.
Juan menciona las consecuencias de alterar las palabras de Dios: «A todo el que
escuche las palabras del mensaje profético de este libro le advierto esto: Si alguno le
añade algo, Dios le añadirá a él las plagas descritas en este libro. Y si alguno quita
palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la
ciudad santa, descritos en este libro» (Apoc. 22: 18, 19). Si olvidamos esa advertencia
corremos gran peligro.
PARA COMENTAR
1. Cómo podemos evitar la tentación de colocarnos por encima de Dios? ¿Cómo
¿
podemos permanecer al tanto de esa tendencia humana?
2. Qué defensa nos ha dado Dios para que la utilicemos al enfrentar nuestra au-
¿
tosuficiencia, orgullo y las tentaciones de Satanás?
Jeremy Vetter, Moscow, Idaho, EE. UU.
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9. viernes
8 de febrero
Exploración 1 Pedro 5: 8
Explotación
PARA CONCLUIR
Los seres humanos y el pecado tienen una relación enrevesada. Incluso los
cristianos luchan con asuntos circunstanciales y relacionados a la motivación. ¿Aca-
so es pecado hacer lo correcto por motivos egoístas? ¡Puede Dios bendecir aquellas
acciones que están teñidas de orgullo e ignorancia? Pablo nos ofrece una excelente
guía: debemos mantener nuestra conexión con Dios. El primer engaño del diablo,
y quizá el que más utiliza, fue socavar la fe de Eva en su Creador. Satanás conoce
que si puede distraernos de nuestro Dios, él puede llevarnos a cualquier parte. Por
tanto, el diablo se aprovecha de nuestros temores, de nuestros fracasos y de nuestro
cansancio con el fin de quebrar nuestra fe. Únicamente cuando alimentemos nues-
tra conexión con la Divinidad estaremos totalmente seguros.
CONSIDERA
• omparar los detalles de la tentación de Eva en Génesis 3 con la de Jesús en
C
Mateo 4.
• emorizar textos bíblicos importantes que testifiquen del amor y del poder de Dios.
M
• iscutir con un consejero espiritual, o con alguna persona querida, las formas en
D
que Dios ha fortalecido y sostenido tu fe.
• ensar en qué forma enfrentarías tentaciones que te llevan a confiar en ti mismo
P
o en ti misma, en el mundo, en el dinero, o en otras cosas materiales.
• nfocarte en Dios y en sus promesas a través del día, escuchando alguna música
E
inspiradora.
• Evaluar las debilidades de tu carácter que podrían ser aprovechadas por el enemigo.
PARA COMENTAR
El camino a Cristo, caps. 3-5.
Shawn Boonstra, The Anatomy of Sin (Pacific Press, 2007); Marvin Moore, El
dragón que todos llevamos dentro (APIA, 2011).
Tompaul Wheeler, Nashville, Tennessee, EE. UU.
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