2. Aquél, muy famoso en las ciudades aonias, daba respuestas irreprochables a la
gente que se las pedía; la primera en comprobar la credibilidad y poner a prueba el
oráculo fue la azulada Liríope, a la que en otro tiempo abrazó con su sinuosa
corriente el Cefiso y la violó encerrada en sus aguas. La hermosísima ninfa dio a luz
de su vientre repleto un niño que también entonces podía ser amado y lo llamó
Narciso; consultado sobre si él habría de ver la lejana época de una madura
senectud, el profético vate dice: “Si no llega a conocerse.” Durante largo tiempo
pareció infundado el vaticinio del augur; el resultado, la realidad, el tipo de muerte
y lo novedoso de la locura amorosa lo demuestra.
Efectivamente, el hijo de Cefiso había añadido un año a los quince y podía parecer
un niño y un adolescente: muchos jóvenes, muchas doncellas lo desearon; pero
(tan cruel orgullo hubo en tan tierna belleza) ningún joven, ninguna doncella lo
impresionó. Contempla a éste, que azuza hacia las redes a los asustadizos ciervos,
la habladora ninfa, que no aprendió a callar ante el que habla ni a hablar ella
misma antes, la resonante Eco.
Hasta ahora, Eco era un cuerpo, no una voz; pero, parlanchina, no tenía otro uso
de su boca que el que ahora tiene, el poder repetir de entre muchas las últimas
palabras. Esto lo había llevado a cabo Juno, porque, cuando tenía la posibilidad de
sorprender a las ninfas que yacían en el monte a menudo bajo su Júpiter, ella,
astuta, retenía a la diosa con su larga conversación, hasta que las ninfas pudieran
escapar. Cuando la Saturnia se dio cuenta de esto, dijo: “De esa lengua, con la que
he sido burlada, se te concederá una mínima facultad y un muy limitado uso de la
palabra“, y con la realidad confirma las amenazas; ésta, sin embargo, duplica las
voces al final del discurso y devuelve las palabras que ha oído.
3. Así pues, cuando vio a Narciso, que vagaba por apartados campos, y se enamoró,
a escondidas sigue sus pasos […] ¡Oh, cuántas veces quiso acercarse con
linsojeras palabras y añadir suaves ruegos! Su naturaleza lo impide y no le
permite empezar; pero, cosa que le está permitida, ella está pronta a esperar
sonidos a los que puede devolver sus propias palabras.
Por azar el joven, apartado del leal grupo de sus compañeros, había dicho:
“¿Alguno está por aquí?”, y “está por aquí” había respondido Eco. Él se queda
atónito y, cuando lanza su mirada a todas partes, grita con fuerte voz: “Ven”; ella
llama a quien la llama. Se vuelve a mirar y de nuevo, al no venir nadie, dice: “¿Por
qué me huyes?”, y tantas veces cuantas las dijo, recibió las palabras. Insiste y,
engañado por la reproducción de la voz que le contestaba, dice: “En este lugar
juntémonos” y Eco, que nunca habría de responder con más agrado a ningún
sonido, repitió: “juntémonos”, y ella misma favorece sus palabras y, saliendo de la
selva, iba a arrojar sus brazos al deseado cuello. Huye él y, al huir, aleja las
manos del abrazo. “Moriré antes”, dice, “de que te adueñes de mí.” […]
Así éste la había burlado, así antes a otras ninfas nacidas en las aguas o en los
montes, así la compañía masculina.
Entonces uno de los despreciados, levantando las manos al cielo, <<así ame él,
ojalá; así no consiga al objeto de sus deseos>>, dijo, y asintió la Ramnusia a la
justa súplica..
Había una fuente nada cenagosa, de claras y plateadas aguas, que ni los pastores
ni las cabras que pastan en el monte habían tocado […].
4. Aquí vino a tumbarse el zagal, fatigado por la pasión de la caza y el calor
[…] Apoyado en tierra contempla sus ojos, sus cabellos, dignos de Baco y
dignos de Apolo, sus mejillas lampiñas, su cuello de marfil, […] Se desea a
si mismo sin saberlo, se elogia, se enciende. […] ¡Cuantas veces sumergió
sus brazos para agarrar el cuello que veía en medio de las aguas y no
consiguió cogerse en ellas! […]
Quien quiera que seas, muchacho, sal aquí; ¿por qué, sin parar, me
eludes? ¿Adónde vas cuando te cortejo? Ni mi porte ni mi edad son como
para que me rehúyas, pues hasta las ninfas me han amado. […]
Cuando Eco lo vio, aunque irritada y resentida, se compadeció. […] Sus
últimas palabras fueron éstas: ¡Ay, muchacho amado en vano!; y al decir
<< ¡adiós!>> dijo también Eco.
Extenuado, dejó caer su cabeza sobre la verde hierba; la muerte cerró
aquellos ojos que admiraban la belleza de su dueño. […] Las ninfas lo
buscaron pero el cuerpo no aparecía; en vez de su cuerpo encuentran una
flor amarilla con pétalos blancos alrededor de su cáliz.
Ovidio, Metamorfosis III, 339-402
5. ETIMOLOGÍA
ECO
El origen de la palabra “eco” para significar “repetición de un sonido” viene
de la mitología griega, concretamente del mito de Eco y Narciso.
La palabra procede del griego Ηχώ (eco = sonido) a través del latín ‘echo’.
Eco era una ninfa que, por su excesiva elocuencia, con la que se burló de
Juno, fue castigada a no poder más que decir unas pocas palabras. en el
bosque, vio al joven y bello Narciso y se enamoró de él. Rechazada y
avergonzada, huye a las cuevas, donde poco a poco va menguando hasta
que sólo le queda la voz.
NARCISO
El nombre deriva de la palabra griega Νάρκισσος (narcótico) y se
refiere al olor penetrante y embriagante de las flores de algunas
especies (algunos sostienen que la palabra deriva de la palabra
persa نرگسy que se pronuncia Nargis, que indica que esta planta es
embriagadora)
6. Herencia literaria
También Federico García Lorca se basó en este mito para escribir
su poema “Narciso”:
Tú diminuto y yo grande.
Narciso.
Flor del amor.
Tu olor. Narciso.
Y el fondo del río
Quiero quedarme a tu vera. Las ranas, ¡qué listas son!
Pero no dejan tranquilo
Flor del amor.
el espejo en que se miran
Narciso. tu delirio y mi delirio.
Por tus blancos ojos cruzan
ondas y peces dormidos. Narciso.
Pájaros y mariposas Mi dolor.
japonizan en los míos. Y mi dolor mismo.
7. Scaramouche, por su parte también escribió sobre este mito un
bonito poema:
Entremedias de un bosque Tras, surrealista, aquella breve
charla
caminaba
el joven denegó tal amorío
un apuesto galán algo indeciso
ya que eran sus facciones
al oírse repetidas sus palabras agraciadas
con acento devueltas femenino[...] y aún más vanidoso su
atractivo[...]
Luego entonces, ya claro como el
alba, Dispuso que de él mismo se
prendara
certero comprendió tal imprevisto
tras verse, en un estanque,
al ver que de una ninfa se trataba cristalino
llamada Eco y sumida en un y de su propia imagen reflejada
hechizo [...] quedóse cautivado y seducido [...]
8. Calderón de la Barca, por su parte, escribió un libro que lleva el
nombre de Eco y Narciso y que es de categoría teatral.
NARCISO.— Yo a la margen forzoso es ser liberal.
lisonjera de este arroyo esperaré. Oh, tú, que eres la primera
(Vase Bato, y descúbrese la fuente.) ninfa del agua, a quien yo
¿Atreveréme a beber sediento a pedir llegué
los cristales de su fuente, alivio y consuelo, no
sin recelar ni temer te ofendas ahora de que
que segunda vez intente (Asómase a la fuente.)
mis sentidos suspender a ti me atreva. ¿Quién vio
quizá la ninfa que está jamás igual hermosura
en ella? Pero no hará; de la que aquí a mirar llego,
que ofensa no puede ser pues su ninfa (¡qué ventura!)
llegar yo en ella a beber, flechando está vivo fuego
si ella brindándome está. dentro de la nieve pura?
¡Oh, qué ignorante nací! No sin espanto y recelo
¡Oh, qué necio me crié!, a ver llegan mis temores
pues nunca de alguno oí en otro mundo de hielo
si ofensa o lisonja fue otros árboles y flores,
de las ninfas el que así otros montes y otro cielo.
se atrevan a su cristal. Pedro Calderón de la Barca
Mas si es deidad lisonjera Eco y Narciso, I, 1932
para remediar mi mal,
9. NARCISISMO:
Amor que dirige el sujeto a sí mismo tomado como objeto.
Si bien se puede aludir a una serie de rasgos propios de
la personalidad normal, sin embargo el narcisismo puede también
manifestarse como una forma patológica extrema en algunos
desórdenes de la personalidad, como el trastorno narcisista de la
personalidad, en que el paciente sobreestima sus habilidades y tiene
una necesidad excesiva de admiración y afirmación.
Estos desórdenes pueden presentarse en un grado tal, que se vea
severamente comprometida la habilidad de la persona para vivir una
vida feliz o buena al manifestarse dichos rasgos en la forma de
egoísmo agudo y desconsideración hacia las necesidades y
sentimientos ajenos.
En su uso coloquial designa un enamoramiento de sí mismo
o vanidad basado en la imagen propia o ego. La palabra procede del
antiguo mito griego sobre el joven Narciso, de especial hermosura,
quien se enamoró insaciablemente de su propia imagen reflejada en el
agua.
La psicología humanista considera que el narcisismo patológico
coincide con autoestima baja o errónea.
10. DESAMOR:
El mito de Eco y Narciso, junto con el de Apolo y Dafne nos
muestran dos grandes referencias para obtener el análisis
del desamor o rechazo amoroso.
El desamor es definido como desapego, aborrecimiento,
falta de cariño. Falta de amor o afecto a una persona o
cosa: no hay mayor desamor que un amor deseado y
perdido.
Sentimiento de desagrado y rechazo hacia una persona o
cosa.
El desamor suele ser explotado en la lírica, el teatro, los
textos novelísticos y la poesía. El cine y la música también
usan la mitología clásica y el desamor producido como tema
principal y lo explotan como recurso.
11. HERENCIA MUSICAL
Christina Rosenvinge, es una cantautora española de música rock/pop. nació
en Madrid el 29 de mayo de 1964. En 1991 empezó su carrera en solitario, aunque al
principio mantuvo un nombre de banda, Christina y Los Subterráneos, y en 2011
publicó su disco La joven Dolores, donde incluye La canción del eco, que habla
sobre el mito de Eco y Narciso.
Condenada por los dioses, Narciso recibe castigo por ser tan cruel
sin su linda voz El agua nunca fue tan clara, ni tanta la sed
Eco se esconde en la cueva con su dolor Al ver su reflejo por fin descubrió el amor
El corazón mudo sólo puede repetir Ahogado en si mismo se convierte en flor
que tu deseas oír
Eco de pena y locura, se consumió
las últimas sílabas que acaba de oír
Solo quedo resonando sin fin
Narciso es soberbio,
¡Por Dios que guapo es! Su linda voz
Las ninfas se ofrecen ante su desinterés ¿Quién eres tu niña loca?
Pasea en el bosque su melancolía Niña loca… Niña loca…
Nada es suficiente su alma está vacía Muero antes que darte un beso
Eco de lejos le espía y suspira: ¡Amor! Darte un beso… Darte un beso…
Como confesarlo sin su propia voz Quiero estar solo en el río
Un claro del bosque se abre para los dos En el río... en el río…
La cálida tarde presiente lo peor ¿no pensaras que te quiero?
¿Quién eres tú niña loca? Ahora tu dime:
Niña loca… Niña loca…
¿Qué demonios hago yo aqui?
No operare darte un beso
¿Soy solo tu espejo o me ves a mi?
Darte un beso… Darte un beso…
Quiero estar solo en el río ¿Se me consiente algo mas que repetir cada palabra ?
En el río... en el río… Tocas el agua se tiende la nariz
¿No pensaras que te quiero? La imagen es vana, el llanto no tiene fin
Te quiero… Te quiero… ¡Por dios, qué guapo es!
Te quiero… Te quiero…
12. Christoph Willibald Gluck que nació en Viena en 1714. Se
formó en Milán donde recibió lecciones de composición de
Givanni Battista Sammartini. Escribió Eco y Narciso, en 1779; fue
su última obra tras la cual sufrió un ataque de apoplejía y pasó sus
últimos años de vida en Viena. Esta composición de Gluck no
tuvo mucho éxito en aquella época por lo que hoy en día tampoco
se le ofrece demasiada importancia.
Nikolai Nikolaevich Tcherepnin que nació en San Petesburgo
en 1873. Compuso por encargo Narcisse et Echo en 1911.
Otra pieza musical inspirada en el presente mito es la ópera del
compositor italiano Domenico Scarlatti (1685-1757).
Publicó Amor d'un ombra en Londres dándole el título
de Narciso. La obra fue compuesta durante la época en la que
estuvo al servicio de Maria Casimira, reina de Polonia. Es una de
las pocas que se conservan hoy en día. También se le llama Aria di
Eco.
13. HERENCIA ARTÍSTICA
Eco y Narciso, 1905, John
William Waterhouse.
Pintor inglés que por los
temas que trata entra
dentro de la corriente del
prerrafaelismo.
Eco y Narciso, 1627-1628, es un
cuadro del pintor francés Nicolas
Poussin clasicista. Se encuentra
en el Museo del Louvre, París.
14. La Metamorfosis de
Narciso, 1937,
Salvador Dalí. Tate
Moderm, Londres.
Narciso es el último cuadro
de la segunda etapa de
Caravaggio, que data de
1597-1599 y se conserva
en Roma.
15. La ninfa Eco, pintada
por Alexandre Cabanel,
1887.
Eco y Narciso, 2011. Gabriel
Alonso.
16. Réplica de la escultura de ‘El Eco’
de Rebeca Matte Bello. El original
se encuentra en el Museo de
Bellas Artes de Santiago de Chile.
Escultura de Narciso en
Acapulco.
17. EN BOTÁNICA
NARCISO: Muy apreciados entre los
aficionados a la jardinería por la belleza de
sus flores, los narcisos proceden, según la
leyenda, de la sangre vertida por el
joven Narciso, personaje de la mitología
griega del cual se cuenta que quedó prendado
de su propia imagen al contemplar ésta
reflejada en el agua.
Los narcisos comprenden varias especies de
plantas de la familia de las amarilidáceas
incluidas en el género Narcissus. Son, al igual
que los tulipanes o los gladiolos, vegetales de
bulbo, tallo subterráneo de forma globular en
el que se acumulan distintas sustancias de
reserva. Las hojas brotan directamente de tal
bulbo y son largas y estrechas. Las flores, de
suave fragancia en muchas especies y de
vistoso color, en el que a menudo se alternan
el blanco y amarillo, son utilizadas como
ornamentales. Un singular detalle de su
morfología lo constituye la corona que nace
de la base de la flor y que puede adoptar una
forma tubular o reducirse a un anillo.
18. REALIZADO POR:
Lorena Castaño García
Alejandro Chaparro Rajo
Beatriz Delgado Caballero
Elena Galea Pozo
Fátima González Barroso
Luis Antonio López Villena