durante su estancia en el Valle del Río Pas * Eolo y Taeton entraron en el interior de la PALLOZA. Del techo colgaban ramos secos de camomila, orégano, tomillo y otras hierbas. Ristras de ajos y rojas guindillas pendían entre las maderas de las vigas. Diversos tipos de calabaza con originales formas y diseños adornaban la estancia. Un viejo candil mostraba su blanca mecha impregnada de aceite.
1. Iban acortando distancias y pronto llegarían al lugar dónde vivía la hermana de su
tío Kirino que tenía por nombre Zinosura.
Su marido respondía al nombre de Xilenio.
EOLO era el hijo de ambos.
Según se aproximaban, a retazos entre la arboleda, veían surgir las "pallozas".
Con este nombre denominaban, los nativos de aquella zona, a las viviendas de forma
circular construidas con gruesas piedras y techo cónico hecho a partir de la paja
proporcionada por mazorcas de maíz.
Un sol esplendoroso lucía en el zenit cuándo por fin divisaron la ya cercana casa y
a un numeroso grupo de gentes que se dirigían hacia ellos.
- Taeton .... ¡¡¡Taeton !!! - empezó a gritar un joven de relucientes cabellos cobrizos
que dando grandes zancadas se dirigía hacia ellos.
De un salto, descendió TAETON de lomos de Lobo y allí espero la llegada del
impetuoso joven.
Este, al llegar a la altura de Taeton, le estrujó entre sus fuertes brazos mientras
apresuradamente le decía:
- ¡ Yo soy EOLO !
- ¡Que contento estoy de que hayas llegado! ¡Y que hayas llegado bien!.
- ¿Sabes?... estábamos un poco preocupados por tu tardanza.
¡Que requetebién que por fin estás entre nosotros! ¿No has tenido grandes
percances? ¿verdad?... ¡Que bien! ... ¡Que bien! .... me siento tan feliz ... hoy es un
gran día.
- ¡Ven! te presentaré a mis padres.
Ya sabrás - por tío Kirino - que se llaman Zinosura y Xilenio.
De este modo, Taeton se vio en brazos de los padres de Eolo que cariñosamente le
abrazaron.
- ¡Cuán cordial modo de hacerle sentir "bien-venido" a su hogar!
-
¡Eran encantadores!.
2. Ya había pasado el mediodía y era hora de comer así que todo el grupo se dirigió
jubilosamente hacia la casa mientras Eolo iba presentando a Taeton al nutrido
grupo de amigos y vecinos que se habían reunido para festejar la llegada de Taeton
a sus lares.
Entraron en el interior de la palloza.
Del techo colgaban ramos secos de camomila, orégano, tomillo y otras hierbas.
Ristras de ajos y rojas guindillas pendían entre las maderas de las vigas. Diversos
tipos de calabaza con originales formas y diseños adornaban la estancia. Un viejo
candil mostraba su blanca mecha impregnada de aceite.
Todos se sentaron en el banco de madera construido a todo lo largo de la pared
circular - el cuál de día hacía las veces de asiento y de noche servía de lecho.
Luego, comenzando por los más ancianos, empezaron a distribuir entre todos los
concurrentes pan hecho de harina de bellotas molidas acompañado de tiernos
quesos de cabra de diferentes formas y sabores.
Un agradable olor se desprendía de las mazorcas de maíz y de las patatas que se
estaban asando sobre las brasas del fuego situado en el centro de la estancia. Para
que las brasas no causaran percances éstas habían sido previsoramente rodeadas
por piedras formando "un círculo" en el centro de la vivienda.
A Taeton "se le hacia la boca agua" saboreando por adelantado el inmenso placer
de volver a comer maíz asado bien untado de rica mantequilla ... ¡Um ..! ¡Le
encantaba! ...
Asimismo, de unos a otros, hacían circular en derredor el cuenco de madera lleno
de su bebida más tradicional - "el zythos" - especie de cerveza obtenida de
cebada fermentada.
Por la tarde, después de una corta siesta, Eolo y sus amigos llevaron a Taeton a
hacer una excursión por los alrededores con el fin de que fuese acostumbrándose a
su nuevo entorno.
Los días pasaron y con ellos las semanas.
Taeton y Eolo pasaban los cada vez más cortos días otoñales disfrutando a tope.
Por supuesto, ya no había como antaño vacas, caballos, patos, pavos, gallinas o
ninguna clase de animal domestico para cuidar y atender.
Tampoco existían ya muchos animales libres en la naturaleza.
3. Bisontes, elefantes y mamúts habían dejado de vivir allí desde el Periodo Glaciar.
- "Los primeros" habían sido recluidos en "siniestras granjas", en donde con 24
horas de luz diarias, les explotaban engordándoles - hasta límites insospechados -
a base de inyectarlos extrañas hormonas y genes.
Luego " servían de comida " para los humanos.
- "Los segundos " a no ser que se les pudiese arrancar algún "TRÓFEO" - como era
el caso de los colmillos de elefantes o rinocerontes; la piel de los armiños; los
cuernos y la testuz de ciervos, alces, bisontes ... o ¿por qué no? ... ¡la cabeza
entera de un león, una pantera o un toro !!! - eran exterminados cruel e
indiscriminadamente por los humanos.
En sus largos paseos, Eolo y Taeton, se acercaban hasta el Viejo Molino situado al
borde del río que tiempos atrás su rico caudal había servido para moler los
cereales que abundantemente crecían en el valle.
Allí también había sido posible pescar cangrejos, truchas y salmones. Ya no.
Ahora solamente un hilillo de agua verdi-negra corría por el fondo del cauce del
río que antiguamente se había deslizado dicharachero mientras cantaba feliz
moliendo - hasta hacer harina - los granos de trigo uno tras otro.
Ahora todo parecía seco, putrefacto y lleno de deshechos y basuras no
degradables.
Remontando el curso del río visitaban las antiguas "ferrerías".
Allí era donde los maestros herreros habían batido - a golpe de martillo contra
yunque - las láminas de ígneo cobre hasta darlas forma de caldero, balde, cazuela,
olla ú otro tipo de utensilio doméstico sin olvidar, claro, "las piezas de adorno"
como así consideraban a collares, broches, fíbulas, ajorcas, pendientes, hebillas y
pulseras.
Durante sus largas y entretenidas conversaciones, Eolo hizo aprender de memoria
a Taeton varios de los versos que componían las típicas canciones conocidas como
"Las Marzas".
Las cantaban los mozos por las calles del pueblo la última noche del mes de febrero
para despedir los últimos vientos fríos de "Febrerillo el Loco" y dar la bienvenida
al mes de marzo y su anual promesa primaveral.
4. También componían versos especiales para celebrar las fiestas de la noche del 30
de abril al 1 de mayo. Ese era el momento de cantar las alegres "MAYAS"
alrededor del árbol situado en el centro de la plaza del pueblo.
Taeton por su parte les relataba hechos de su vida a orillas del Lago ENOL asicomo
todo lo que había visto y aprendido durante su estancia primaveral en Peña Lara y
durante la estival en Monte Anboto.