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Leyenda
He decidido volver a Sócrates,
En la idea de recorrerte, en cuerpo nítido.
Una envoltura, la mía, malversada,
Una herencia, en cátedra ilusionada, ciega, volátil,
Laura que conocí, en andanzas,
Cuando Atenas, retenía al maestro,
Cuando tú y yo, teníamos su palabra.
Kafka
y el silencio náufrago, por lo mismo que su palabra,
Inició el decorado borrascoso,
Me inicié contigo en la frontera,
Entre la esperanza y la quietud.
Narrativa, Emiliana mía, en los días,
Lógica abrasiva. Instigadora,
Emiliana que lo leíste en toda su hondura,
Y me transferiste la ética virtuosa, heterodoxa,
De su perfil.
Pico della Mirandola
Como guerrero contra entelequias,
Dulce Luciana, me decías de él,
Y, cuando no nos amábamos, lo leíamos,
Cábala, Corán, Averroes.,
Nos ilusionó conocer lo del rapto, de la mujer,
Que no supimos si la amó o si la tuvo ahí.
Oratio Hominis Dignitate,
Repetías cada día,
Cuando nos iniciamos en eso de la libertad,
De la diferencia,
En sus 900 propuestas,
Que se fueron haciendo ciertas, en el tiempo,
En lo nuestro.
Bertrand Russell
Lo seguiste en vivo,
Fuiste a su fuente de universalismo,
De verdad,
Me hablaste de su lógica matemática untuosa,
Creativa.
Mujer, mi Yocasta, amada,
Huidiza,
Con él marchamos, con su talante,
Con su ígnea veta, discurso embriagante,
Por lo bello.
Canto a Violeta
No más incorporó las palabras,
Sus códigos dejaron de ser simple referente,
Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura.
Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos,
Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío,
Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda.
En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante,
Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado.
Con ella canto a capela su “Desolación”.
En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su
“Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…”
No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida”
Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético.
No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces.
Recuerdo
Decantando la semblanza, la recordé en el día a día.
Viéndola en su iridiscencia primaria,
Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario.
Lo tuyo, mujer potente
En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato,
Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses,
Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma,
Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la
Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante.
En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente.
Federico García Lorca
De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante,
Contador de la vida en sus más ásperas expresiones,
Cantor certero de sufrimientos,
Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía.
De la mano del escritor trepidante, no vergonzante,
Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy,
la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas,
Haciendo del vuelo, mero intento rasante.
De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar,
Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso.
En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera,
Que es nervio, potencia, liberadora.
Giordano Bruno
La magia irreverente de su instar herético,
La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice.
La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario.
La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto.
Su instar vivo, herético andante, acucioso,
Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo,
Lineal. Hirsuto.
Buscándote
He juntado mis palabras, para decirte algo,
He visitado tu entorno para verte. Para llamarte,
Para amarte.
Y sólo he encontrado un insípido suspiro,
Ajeno, lejano.
Matar la palabra, matar la vida
Siendo logotipo hipócrita,
Los vasallos caminan,
Repitiendo que repiten,
Grosero manifiesto impúdico,
Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones,
Agrias, insonoras para la libertad verdadera.
Repitiendo que repiten,
Los vocingleros liliputienses,
Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones
Sos solo eso, bruma
Siendo bruma imponente, aciaga,
Pasaste rauda, veloz,
Y yo te vi, sin que me vieras,
Bruma, casi insolente,
Sin verme, hablaste con esas palabras duras,
Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso,
Solo en ciernes.
Palabra mía
El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante
Me cruza siempre.
Por lo mucho andado, contigo,
Vacié mi memoria en la tuya.
Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias,
De la vida, del camino, del amor,
De los amantes plenos. Tú y yo,
Viajando en el aire,
Buscando el Sol,
Contemplando la Luna.
Desde esta Tierra Benévola,
Cómplice, libertaria.
Un imaginario
Se trataba de hilvanar la palabra,
Con el grueso nudo del silencio,
Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea.
Y te invité a usar las palabras.
Para deshacer ese tormento de lo silente.
E hicimos fuga herética,
Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso,
Pero erguido, firme, creativo.
Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica,
Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria.
Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito
De la historia viva. De la Galaxia viva.
Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava.
Y, en pacto pulcro, te liberamos,
Para que seas tú y no ella,
La pudrición en vida.
Revolución
En lo simple, te busqué, estabas ahí,
Fingiendo ser poderosa mentira aciaga.
Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad,
Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario,
Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida.
Llegamos al Norte del Sur insigne,
Visitamos el Averno de Dante Aglieri,
Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación.
Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”,
La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”.
Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas,
Revolución necesaria, permitida.
Es magia tuya
Magia fugitiva,
La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible.
Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada.
Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta,
Vozarrón iridiscente,
Contigo hice del amor no solo falo y abertura.
Contigo viajé más allá de lo posible,
Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado.
Y llegamos al hermoso Mercurio,
Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame.
Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía.
Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra,
Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes
De la palabra viva
Del hablar, no solo queja.
Poesía, en cambio, lúcida creación perenne.
Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime,
Ígnea, libertaria
La fuga
Volamos hacia allá, en fuga plena, viva.
Siendo. Aún, infantes tiernos.
No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo,
Guía en mensajería simple.
U orientación necesaria.
Solo sé que supe, en pasado, tu condición de
Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre.
De lo tuyo, iridiscencia
Esa palabra tuya, voló al infinito.
Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira.
Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta.
En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa,
En connivencia, con agria perdición de lo humano.
Esa palabra tuya, liberó los cuerpos,
Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha.
Y volvió, a la vida, lo antes muerto.
Pensamiento
De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo.
De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime.
Fuelle
Condicionante pírrico, es tu huella,
Como locomoción invertida,
Dando vida a lo gris.
Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido
Convocando a deshacer lo ínfimo.
Te vi en la noche. Te perdí en el día
Se hizo día la noche.
Yo amo la noche, por su negrura benévola.
Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía
Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida.
En el estar, ahora
Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada,
Casi preclusiva,
Casi sólo símbolo inane
Los colores.
No te vi ese día, en gris vestida.
Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello.
Te vi, en daltónica verdad,
En rojo, en gris, en negro profundo bello.
Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color,
Libertario.
Un Sueño
Yo hice de mi vida, la tuya.
Yo soñé con tu cuerpo vivo.
Soñé con lo absurdo, de ser vos,
Logotipo de ignominia, vesánica presencia.
Yo te soñé siendo otra,
La mujer no mía, de otro sí tenida
Un vuelo
Tu palabra voló.
Llegó a puerto inseguro.
Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto.
Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí,
Desde la imaginación potenciada, vivida.
Solo tu
Si lo visto, en ti, fuera ternura,
Permanecería aquí,
Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra.
Lo habido. Lo hecho
De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria.
De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto.
De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria,
Que es la tuya de por vida.
Kant mundano
La razón, es razón, por cuenta de tu existencia.
Por lo mucho que quiero, no puedo entender,
Si eres razón para mí. O sinrazón para otros.
Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón,
Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora,
Cuando eras mía, razón posible, vigente.
Canto a Violeta
No más incorporó las palabras,
Sus códigos dejaron de ser simple referente,
Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura.
Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos,
Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío,
Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda.
En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante,
Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado.
Con ella canto a capela su “Desolación”.
En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su
“Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…”
No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida”
Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético.
No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces.
Recuerdo
Decantando la semblanza, la recordé en el día a día.
Viéndola en su iridiscencia primaria,
Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario.
Lo tuyo, mujer potente
En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato,
Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses,
Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma,
Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la
Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante.
En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente.
Federico García Lorca
De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante,
Contador de la vida en sus más ásperas expresiones,
Cantor certero de sufrimientos,
Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía.
De la mano del escritor trepidante, no vergonzante,
Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy,
la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas,
Haciendo del vuelo, mero intento rasante.
De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar,
Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso.
En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera,
Que es nervio, potencia, liberadora.
Giordano Bruno
La magia irreverente de su instar herético,
La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice.
La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario.
La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto.
Su instar vivo, herético andante, acucioso,
Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo,
Lineal. Hirsuto.
Buscándote
He juntado mis palabras, para decirte algo,
He visitado tu entorno para verte. Para llamarte,
Para amarte.
Y sólo he encontrado un insípido suspiro,
Ajeno, lejano.
Matar la palabra, matar la vida
Siendo logotipo hipócrita,
Los vasallos caminan,
Repitiendo que repiten,
Grosero manifiesto impúdico,
Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones,
Agrias, insonoras para la libertad verdadera.
Repitiendo que repiten,
Los vocingleros liliputienses,
Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones
Sos solo eso, bruma
Siendo bruma imponente, aciaga,
Pasaste rauda, veloz,
Y yo te vi, sin que me vieras,
Bruma, casi insolente,
Sin verme, hablaste con esas palabras duras,
Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso,
Solo en ciernes.
Palabra mía
El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante
Me cruza siempre.
Por lo mucho andado, contigo,
Vacié mi memoria en la tuya.
Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias,
De la vida, del camino, del amor,
De los amantes plenos. Tú y yo,
Viajando en el aire,
Buscando el Sol,
Contemplando la Luna.
Desde esta Tierra Benévola,
Cómplice, libertaria.
Un imaginario
Se trataba de hilvanar la palabra,
Con el grueso nudo del silencio,
Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea.
Y te invité a usar las palabras.
Para deshacer ese tormento de lo silente.
E hicimos fuga herética,
Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso,
Pero erguido, firme, creativo.
Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica,
Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria.
Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito
De la historia viva. De la Galaxia viva.
Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava.
Y, en pacto pulcro, te liberamos,
Para que seas tú y no ella,
La pudrición en vida.
Revolución
En lo simple, te busqué, estabas ahí,
Fingiendo ser poderosa mentira aciaga.
Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad,
Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario,
Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida.
Llegamos al Norte del Sur insigne,
Visitamos el Averno de Dante Aglieri,
Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación.
Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”,
La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”.
Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas,
Revolución necesaria, permitida.
Es magia tuya
Magia fugitiva,
La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible.
Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada.
Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta,
Vozarrón iridiscente,
Contigo hice del amor no solo falo y abertura.
Contigo viajé más allá de lo posible,
Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado.
Y llegamos al hermoso Mercurio,
Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame.
Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía.
Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra,
Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes
De la palabra viva
Del hablar, no solo queja.
Poesía, en cambio, lúcida creación perenne.
Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime,
Ígnea, libertaria
La fuga
Volamos hacia allá, en fuga plena, viva.
Siendo. Aún, infantes tiernos.
No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo,
Guía en mensajería simple.
U orientación necesaria.
Solo sé que supe, en pasado, tu condición de
Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre.
De lo tuyo, iridiscencia
Esa palabra tuya, voló al infinito.
Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira.
Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta.
En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa,
En connivencia, con agria perdición de lo humano.
Esa palabra tuya, liberó los cuerpos,
Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha.
Y volvió, a la vida, lo antes muerto.
Pensamiento
De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo.
De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime.
Fuelle
Condicionante pírrico, es tu huella,
Como locomoción invertida,
Dando vida a lo gris.
Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido
Convocando a deshacer lo ínfimo.
Te vi en la noche. Te perdí en el día
Se hizo día la noche.
Yo amo la noche, por su negrura benévola.
Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía
Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida.
En el estar, ahora
Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada,
Casi preclusiva,
Casi sólo símbolo inane
Los colores.
No te vi ese día, en gris vestida.
Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello.
Te vi, en daltónica verdad,
En rojo, en gris, en negro profundo bello.
Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color,
Libertario.
Un Sueño
Yo hice de mi vida, la tuya.
Yo soñé con tu cuerpo vivo.
Soñé con lo absurdo, de ser vos,
Logotipo de ignominia, vesánica presencia.
Yo te soñé siendo otra,
La mujer no mía, de otro sí tenida
Un vuelo
Tu palabra voló.
Llegó a puerto inseguro.
Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto.
Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí,
Desde la imaginación potenciada, vivida.
Solo tu
Si lo visto, en ti, fuera ternura,
Permanecería aquí,
Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra.
Lo habido. Lo hecho
De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria.
De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto.
De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria,
Que es la tuya de por vida.
Kant mundano
La razón, es razón, por cuenta de tu existencia.
Por lo mucho que quiero, no puedo entender,
Si eres razón para mí. O sinrazón para otros.
Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón,
Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora,
Cuando eras mía, razón posible, vigente.
Hurón mayor
Vivo trepidante, predador selectivo.
Como tú conmigo. Me comiste vivo,
Con tus ínfulas avasallantes,
Venida desde allí,
Desde los tiempos que llaman inmemoriales.
Borrasca eres,
Ensañada conmigo.
Hurona prodigiosa que me hizo presa,
De su vasto entorno.
Guepardo
Ronroneo perenne.
Soy tu presa inmóvil.
Ciega, sujeta, mía,
Me deslumbras de cero a cualquier velocidad.
Lejana Mariana buscona.
Por lo que eres, casi fugaz, viva, agresora.
Sujeto tuyo soy,
Anclado en tu potente,
Avidez, veloz, creciente.
Jorobada
Canto que llamaban de sirena,
Ocelota mía. Inmensa. Que me pide prisa,
Cuando saltas, eres maromera en el agua.
Y yo aquí, viéndote. En la delgadez de lo que soy,
Quisiera ser tu par,
Ocelota mía inmensa,
De cuerpo y de floritura.
Arquímedes
Dueño de tus aguas, querida mía,
Ese detalle, el de saber aprisionar tu fuerza,
Vía una floritura de émbolo, en medición de
Tu solemne fuerza. Ávida de irrigación física.
En mares y ríos,
Vas aprisionada, pero viva.
Oh preciosa mía,
Heredera de naves silentes, braveras,
No durmientes.
Querida mía, creo en ti, en tu fuerza,
En el diseño de tus aguas potenciadas.
Diógenes
Casi como luz ciega,
Casi en ignorancia real, más no supina.
Luciérnaga mía, que decantas haces,
Como si la óptica se hiciera, de ti,
Benévola, acuciosa, heredera,
De la lógica no quieta, ni lineal,
Más bien en líneas curvas,
Niña iridiscente, como si lo recordaras a cada día,
Ese sujeto pleno de memoria,
Ajeno a los silencios.
Newton
Mecánica, la tuya.
Acelerada mirada. Yendo en lo básico, físico,
Convocando la potencia de tu distancia,
Consumida por mí. Como sujeto, móvil,
En velocidad actuante,
Vanessa mía, te veo,
Rozando el piso.
Te veo, en perplejidad solemne.
Colores
En lo primario abierto,
En ese sentido visual tuyo, pleno.
Mujer de siempre. Negra, pesada, liviana,
Mujer roja, inmensa.
Niña del rosado inane,
Mujer convergente,
Mirándote a ti misma,
Como silueta fría.
Química
Mercurio
Mi irritación, hoy, es más que a flor de piel,
Un insidioso volumen,
Interacción entre calor y cuerpo,
Evaporándose mi amor por ti.
Y enajenando mi ser,
Vertiendo una sangría impávida,
Potente,
En asfixiante desarmonía con la vida,
Hiriéndola en lo que, ella, más es.
Fabricadora de empatías,
Creativas, solidarias.
Oxigeno
Te siento como sujeta ida,
Por ahí, navegando,
Llamándome con tu palabra,
Viva,
Como viento no alucinado,
Como mar embravecido,
Creador de vida.
En fin, que, te veo y te siento,
Como hilatura fresca,
Que vuela en busca
De ternura.
Carbono
En esa simpleza,
De doncella primera, nervadura ansiada,
Trama más que milenaria,
Te he erigido en mi diosa herética,
Con el enlace simple, alotrópico,
De esa dación de vida, física
O incorpórea,
Qué estando. Que, yendo,
Qué ansiado,
Qué momento envolvente, lúcido,
Brilloso, todo ahí. Cierto, perdurable,
Lo tuyo. En tus ojos,
En tu sexo.
Iridio
No en simbología, simple. Tal vez, hueca,
Más bien en esa templanza, adquirida al calor extremo,
Virtuosa niña mía. Repeles los ácidos,
De las huestes de la insania,
En los entornos dramáticos,
En que vivimos.
Ternura, la tuya, adquirida en
Mil batallas,
Que creías perdidas.
Aluminio
En proclama de metalistería,
Blanda, ígnea, aleación diáfana.
Querida niña mía,
Tus miedos a estar sola. Ahí, inerme,
Convocan a juntar cuerpos,
A promover hechizos punzantes, benévolos.
Te amo así, pulcra,
Heterodoxa, punzante.
Como Jano
Te vi llegar aquella tarde,
Imbuida de prepotencia artera.
Mirándome ahí,
Y escudriñándome en el entorno,
De aquí y de allá.
En pura geometría envolvente,
Con trazos convexos,
Desafiando a Thales.
Mirándome, como en dossier melifluo, bastardo.
En pura lógica apagada,
Adquirida en mercado de tronera,
De alfiles estáticos,
Informantes vergonzosos.
Te vi partir, hoy, como ecuación propuesta. A uno u otro lado.
En lo que es, hoy por hoy, tu oficio.
Geodesia
Un vuelo estático, el mío.
Y llegué a ti, por esa vía de vientos ávidos.
En lejanía,
Como señuelo. Ahí, graficado. Condensado,
Mi ser que creo tuyo,
Pero, a decir verdad, simple expectación insincera.
Codificada. Como tabla de verdad referida,
A coordenadas, a mitad de camino. En los mares,
Buscando la llave mágica. Los husos. La Cruz del Sur,
La estrella Solitaria.
Un vuelo simple, el mío,
Solo referente, vértigo, ampuloso.
Matrices
Cuadrado ampliado, en signos. Solo referentes,
Como en cuadrado mágico.
Fui por ti para tratar de resolver lo nuestro,
Inventándome variables traídas a cuento como réplicas
De vigencias idas.
Hasta, por qué no, creo que te estoy confundiendo
Con la Primera Ley de Newton,
O con la caída libre,
Siendo, yo, cuerpo físico en colisión
Con el Gran Piso que es nuestra realidad,
Pobre, esmirriada, perdida.
Poisson
Sucumbo ante tanta presión. Ir venir, como andariego sujeto.
Pegado al piso. Observando todo como prontuario manifiesto,
O posible. En la cortedad de un intervalo, asfixiante. Presuntamente, en veces,
Irónico, Cínico, ilógico.
Y, en esa navegadora propuesta, en universo insólito,
Deviene en demostración aceptada. O puesta ahí. Expósita.
Sucinto, yo, en la explicación de verdades y atributos,
Espero, al final de lo todo lo habido, obtener mi razón de ser,
Mi función real, inyectiva,
Como derivación de cálculos físicos,
Absorbidos por el áurea hechiza,
Envuelta en signos y valores.
Geometría
Envoltura gruesa, en hilaturas,
Paralelas. O intersectas. Yo, como volantín, iridiscente.
Metido en las bisecciones. De Colores. Y de huellas eclécticas,
Universales. Bitácoras en la esfera que habito,
Seguido, en mi vuelo surcando las miríadas, opacas,
Elípticas, parabólicas. En esas prolongaciones afines,
Como sofocado mi cuerpo por tanta acritud, enlistado, avistado,
Desde la infinitud. Hilvanando, mi memoria, los hilos y trazos.
Envoltura gruesa, en trueques,
Con paralelos increados; en la dorsal crítica,
Ínclito, yo en toda nomenclatura.
Límites
A ras de la Tierra, he crecido. No en la exponencial casi incorpórea,
Más bien colocado en el vuelo iterativo. Siempre en nexo con los ciclos.
Y con los intervalos desde cero opciones de vida. Y en posibilidad de
Hacerme sujeto, desde ahí, hasta el menos o el más infinito.
Filosofía
Leyenda
He decidido volver a Sócrates,
En la idea de recorrerte, en cuerpo nítido.
Una envoltura, la mía, malversada,
Una herencia, en cátedra ilusionada, ciega, volátil,
Laura que conocí, en andanzas,
Cuando Atenas, retenía al maestro,
Cuando tú y yo, teníamos su palabra.
Kafka
y el silencio náufrago, por lo mismo que su palabra,
Inició el decorado borrascoso,
Me inicié contigo en la frontera,
Entre la esperanza y la quietud.
Narrativa, Emiliana mía, en los días,
Lógica abrasiva. Instigadora,
Emiliana que lo leíste en toda su hondura,
Y me transferiste la ética virtuosa, heterodoxa,
De su perfil.
Pico della Mirandola
Como guerrero contra entelequias,
Dulce Luciana, me decías de él,
Y, cuando no nos amábamos, lo leíamos,
Cábala, Corán, Averroes.,
Nos ilusionó conocer lo del rapto, de la mujer,
Que no supimos si la amó o si la tuvo ahí.
Oratio Hominis Dignitate,
Repetías cada día,
Cuando nos iniciamos en eso de la libertad,
De la diferencia,
En sus 900 propuestas,
Que se fueron haciendo ciertas, en el tiempo,
En lo nuestro.
Bertrand Russell
Lo seguiste en vivo,
Fuiste a su fuente de universalismo,
De verdad,
Me hablaste de su lógica matemática untuosa,
Creativa.
Mujer, mi Yocasta, amada,
Huidiza,
Con él marchamos, con su talante,
Con su ígnea veta, discurso embriagante,
Por lo bello.
Canto a Violeta
No más incorporó las palabras,
Sus códigos dejaron de ser simple referente,
Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura.
Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos,
Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío,
Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda.
En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante,
Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado.
Con ella canto a capela su “Desolación”.
En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su
“Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…”
No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida”
Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético.
No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces.
Recuerdo
Decantando la semblanza, la recordé en el día a día.
Viéndola en su iridiscencia primaria,
Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario.
Lo tuyo, mujer potente
En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato,
Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses,
Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma,
Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la
Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante.
En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente.
Federico García Lorca
De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante,
Contador de la vida en sus más ásperas expresiones,
Cantor certero de sufrimientos,
Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía.
De la mano del escritor trepidante, no vergonzante,
Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy,
la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas,
Haciendo del vuelo, mero intento rasante.
De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar,
Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso.
En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera,
Que es nervio, potencia, liberadora.
Giordano Bruno
La magia irreverente de su instar herético,
La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice.
La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario.
La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto.
Su instar vivo, herético andante, acucioso,
Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo,
Lineal. Hirsuto.
Buscándote
He juntado mis palabras, para decirte algo,
He visitado tu entorno para verte. Para llamarte,
Para amarte.
Y sólo he encontrado un insípido suspiro,
Ajeno, lejano.
Matar la palabra, matar la vida
Siendo logotipo hipócrita,
Los vasallos caminan,
Repitiendo que repiten,
Grosero manifiesto impúdico,
Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones,
Agrias, insonoras para la libertad verdadera.
Repitiendo que repiten,
Los vocingleros liliputienses,
Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones
Sos solo eso, bruma
Siendo bruma imponente, aciaga,
Pasaste rauda, veloz,
Y yo te vi, sin que me vieras,
Bruma, casi insolente,
Sin verme, hablaste con esas palabras duras,
Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso,
Solo en ciernes.
Palabra mía
El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante
Me cruza siempre.
Por lo mucho andado, contigo,
Vacié mi memoria en la tuya.
Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias,
De la vida, del camino, del amor,
De los amantes plenos. Tú y yo,
Viajando en el aire,
Buscando el Sol,
Contemplando la Luna.
Desde esta Tierra Benévola,
Cómplice, libertaria.
Un imaginario
Se trataba de hilvanar la palabra,
Con el grueso nudo del silencio,
Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea.
Y te invité a usar las palabras.
Para deshacer ese tormento de lo silente.
E hicimos fuga herética,
Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso,
Pero erguido, firme, creativo.
Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica,
Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria.
Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito
De la historia viva. De la Galaxia viva.
Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava.
Y, en pacto pulcro, te liberamos,
Para que seas tú y no ella,
La pudrición en vida.
Revolución
En lo simple, te busqué, estabas ahí,
Fingiendo ser poderosa mentira aciaga.
Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad,
Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario,
Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida.
Llegamos al Norte del Sur insigne,
Visitamos el Averno de Dante Aglieri,
Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación.
Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”,
La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”.
Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas,
Revolución necesaria, permitida.
Es magia tuya
Magia fugitiva,
La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible.
Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada.
Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta,
Vozarrón iridiscente,
Contigo hice del amor no solo falo y abertura.
Contigo viajé más allá de lo posible,
Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado.
Y llegamos al hermoso Mercurio,
Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame.
Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía.
Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra,
Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes
De la palabra viva
Del hablar, no solo queja.
Poesía, en cambio, lúcida creación perenne.
Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime,
Ígnea, libertaria
La fuga
Volamos hacia allá, en fuga plena, viva.
Siendo. Aún, infantes tiernos.
No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo,
Guía en mensajería simple.
U orientación necesaria.
Solo sé que supe, en pasado, tu condición de
Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre.
De lo tuyo, iridiscencia
Esa palabra tuya, voló al infinito.
Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira.
Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta.
En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa,
En connivencia, con agria perdición de lo humano.
Esa palabra tuya, liberó los cuerpos,
Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha.
Y volvió, a la vida, lo antes muerto.
Pensamiento
De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo.
De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime.
Fuelle
Condicionante pírrico, es tu huella,
Como locomoción invertida,
Dando vida a lo gris.
Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido
Convocando a deshacer lo ínfimo.
Te vi en la noche. Te perdí en el día
Se hizo día la noche.
Yo amo la noche, por su negrura benévola.
Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía
Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida.
En el estar, ahora
Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada,
Casi preclusiva,
Casi sólo símbolo inane
Los colores.
No te vi ese día, en gris vestida.
Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello.
Te vi, en daltónica verdad,
En rojo, en gris, en negro profundo bello.
Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color,
Libertario.
Un Sueño
Yo hice de mi vida, la tuya.
Yo soñé con tu cuerpo vivo.
Soñé con lo absurdo, de ser vos,
Logotipo de ignominia, vesánica presencia.
Yo te soñé siendo otra,
La mujer no mía, de otro sí tenida
Un vuelo
Tu palabra voló.
Llegó a puerto inseguro.
Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto.
Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí,
Desde la imaginación potenciada, vivida.
Solo tu
Si lo visto, en ti, fuera ternura,
Permanecería aquí,
Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra.
Lo habido. Lo hecho
De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria.
De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto.
De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria,
Que es la tuya de por vida.
Kant mundano
La razón, es razón, por cuenta de tu existencia.
Por lo mucho que quiero, no puedo entender,
Si eres razón para mí. O sinrazón para otros.
Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón,
Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora,
Cuando eras mía, razón posible, vigente.
Canto a Violeta
No más incorporó las palabras,
Sus códigos dejaron de ser simple referente,
Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura.
Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos,
Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío,
Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda.
En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante,
Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado.
Con ella canto a capela su “Desolación”.
En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su
“Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…”
No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida”
Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético.
No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces.
Recuerdo
Decantando la semblanza, la recordé en el día a día.
Viéndola en su iridiscencia primaria,
Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario.
Lo tuyo, mujer potente
En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato,
Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses,
Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma,
Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la
Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante.
En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente.
Federico García Lorca
De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante,
Contador de la vida en sus más ásperas expresiones,
Cantor certero de sufrimientos,
Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía.
De la mano del escritor trepidante, no vergonzante,
Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy,
la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas,
Haciendo del vuelo, mero intento rasante.
De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar,
Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso.
En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera,
Que es nervio, potencia, liberadora.
Giordano Bruno
La magia irreverente de su instar herético,
La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice.
La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario.
La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto.
Su instar vivo, herético andante, acucioso,
Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo,
Lineal. Hirsuto.
Buscándote
He juntado mis palabras, para decirte algo,
He visitado tu entorno para verte. Para llamarte,
Para amarte.
Y sólo he encontrado un insípido suspiro,
Ajeno, lejano.
Matar la palabra, matar la vida
Siendo logotipo hipócrita,
Los vasallos caminan,
Repitiendo que repiten,
Grosero manifiesto impúdico,
Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones,
Agrias, insonoras para la libertad verdadera.
Repitiendo que repiten,
Los vocingleros liliputienses,
Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones
Sos solo eso, bruma
Siendo bruma imponente, aciaga,
Pasaste rauda, veloz,
Y yo te vi, sin que me vieras,
Bruma, casi insolente,
Sin verme, hablaste con esas palabras duras,
Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso,
Solo en ciernes.
Palabra mía
El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante
Me cruza siempre.
Por lo mucho andado, contigo,
Vacié mi memoria en la tuya.
Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias,
De la vida, del camino, del amor,
De los amantes plenos. Tú y yo,
Viajando en el aire,
Buscando el Sol,
Contemplando la Luna.
Desde esta Tierra Benévola,
Cómplice, libertaria.
Un imaginario
Se trataba de hilvanar la palabra,
Con el grueso nudo del silencio,
Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea.
Y te invité a usar las palabras.
Para deshacer ese tormento de lo silente.
E hicimos fuga herética,
Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso,
Pero erguido, firme, creativo.
Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica,
Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria.
Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito
De la historia viva. De la Galaxia viva.
Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava.
Y, en pacto pulcro, te liberamos,
Para que seas tú y no ella,
La pudrición en vida.
Revolución
En lo simple, te busqué, estabas ahí,
Fingiendo ser poderosa mentira aciaga.
Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad,
Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario,
Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida.
Llegamos al Norte del Sur insigne,
Visitamos el Averno de Dante Aglieri,
Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación.
Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”,
La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”.
Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas,
Revolución necesaria, permitida.
Es magia tuya
Magia fugitiva,
La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible.
Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada.
Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta,
Vozarrón iridiscente,
Contigo hice del amor no solo falo y abertura.
Contigo viajé más allá de lo posible,
Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado.
Y llegamos al hermoso Mercurio,
Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame.
Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía.
Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra,
Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes
De la palabra viva
Del hablar, no solo queja.
Poesía, en cambio, lúcida creación perenne.
Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime,
Ígnea, libertaria
La fuga
Volamos hacia allá, en fuga plena, viva.
Siendo. Aún, infantes tiernos.
No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo,
Guía en mensajería simple.
U orientación necesaria.
Solo sé que supe, en pasado, tu condición de
Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre.
De lo tuyo, iridiscencia
Esa palabra tuya, voló al infinito.
Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira.
Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta.
En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa,
En connivencia, con agria perdición de lo humano.
Esa palabra tuya, liberó los cuerpos,
Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha.
Y volvió, a la vida, lo antes muerto.
Pensamiento
De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo.
De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime.
Fuelle
Condicionante pírrico, es tu huella,
Como locomoción invertida,
Dando vida a lo gris.
Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido
Convocando a deshacer lo ínfimo.
Te vi en la noche. Te perdí en el día
Se hizo día la noche.
Yo amo la noche, por su negrura benévola.
Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía
Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida.
En el estar, ahora
Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada,
Casi preclusiva,
Casi sólo símbolo inane
Los colores.
No te vi ese día, en gris vestida.
Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello.
Te vi, en daltónica verdad,
En rojo, en gris, en negro profundo bello.
Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color,
Libertario.
Un Sueño
Yo hice de mi vida, la tuya.
Yo soñé con tu cuerpo vivo.
Soñé con lo absurdo, de ser vos,
Logotipo de ignominia, vesánica presencia.
Yo te soñé siendo otra,
La mujer no mía, de otro sí tenida
Un vuelo
Tu palabra voló.
Llegó a puerto inseguro.
Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto.
Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí,
Desde la imaginación potenciada, vivida.
Solo tu
Si lo visto, en ti, fuera ternura,
Permanecería aquí,
Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra.
Lo habido. Lo hecho
De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria.
De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto.
De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria,
Que es la tuya de por vida.
Kant mundano
La razón, es razón, por cuenta de tu existencia.
Por lo mucho que quiero, no puedo entender,
Si eres razón para mí. O sinrazón para otros.
Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón,
Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora,
Cuando eras mía, razón posible, vigente.
Hurón mayor
Vivo trepidante, predador selectivo.
Como tú conmigo. Me comiste vivo,
Con tus ínfulas avasallantes,
Venida desde allí,
Desde los tiempos que llaman inmemoriales.
Borrasca eres,
Ensañada conmigo.
Hurona prodigiosa que me hizo presa,
De su vasto entorno.
Guepardo
Ronroneo perenne.
Soy tu presa inmóvil.
Ciega, sujeta, mía,
Me deslumbras de cero a cualquier velocidad.
Lejana Mariana buscona.
Por lo que eres, casi fugaz, viva, agresora.
Sujeto tuyo soy,
Anclado en tu potente,
Avidez, veloz, creciente.
Jorobada
Canto que llamaban de sirena,
Ocelota mía. Inmensa. Que me pide prisa,
Cuando saltas, eres maromera en el agua.
Y yo aquí, viéndote. En la delgadez de lo que soy,
Quisiera ser tu par,
Ocelota mía inmensa,
De cuerpo y de floritura.
Canto a Violeta
No más incorporó las palabras,
Sus códigos dejaron de ser simple referente,
Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura.
Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos,
Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío,
Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda.
En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante,
Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado.
Con ella canto a capela su “Desolación”.
En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su
“Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…”
No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida”
Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético.
No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces.
Recuerdo
Decantando la semblanza, la recordé en el día a día.
Viéndola en su iridiscencia primaria,
Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario.
Lo tuyo, mujer potente
En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato,
Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses,
Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma,
Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la
Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante.
En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente.
Federico García Lorca
De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante,
Contador de la vida en sus más ásperas expresiones,
Cantor certero de sufrimientos,
Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía.
De la mano del escritor trepidante, no vergonzante,
Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy,
la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas,
Haciendo del vuelo, mero intento rasante.
De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar,
Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso.
En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera,
Que es nervio, potencia, liberadora.
Giordano Bruno
La magia irreverente de su instar herético,
La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice.
La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario.
La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto.
Su instar vivo, herético andante, acucioso,
Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo,
Lineal. Hirsuto.
Buscándote
He juntado mis palabras, para decirte algo,
He visitado tu entorno para verte. Para llamarte,
Para amarte.
Y sólo he encontrado un insípido suspiro,
Ajeno, lejano.
Matar la palabra, matar la vida
Siendo logotipo hipócrita,
Los vasallos caminan,
Repitiendo que repiten,
Grosero manifiesto impúdico,
Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones,
Agrias, insonoras para la libertad verdadera.
Repitiendo que repiten,
Los vocingleros liliputienses,
Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones
Sos solo eso, bruma
Siendo bruma imponente, aciaga,
Pasaste rauda, veloz,
Y yo te vi, sin que me vieras,
Bruma, casi insolente,
Sin verme, hablaste con esas palabras duras,
Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso,
Solo en ciernes.
Palabra mía
El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante
Me cruza siempre.
Por lo mucho andado, contigo,
Vacié mi memoria en la tuya.
Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias,
De la vida, del camino, del amor,
De los amantes plenos. Tú y yo,
Viajando en el aire,
Buscando el Sol,
Contemplando la Luna.
Desde esta Tierra Benévola,
Cómplice, libertaria.
Un imaginario
Se trataba de hilvanar la palabra,
Con el grueso nudo del silencio,
Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea.
Y te invité a usar las palabras.
Para deshacer ese tormento de lo silente.
E hicimos fuga herética,
Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso,
Pero erguido, firme, creativo.
Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica,
Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria.
Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito
De la historia viva. De la Galaxia viva.
Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava.
Y, en pacto pulcro, te liberamos,
Para que seas tú y no ella,
La pudrición en vida.
Revolución
En lo simple, te busqué, estabas ahí,
Fingiendo ser poderosa mentira aciaga.
Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad,
Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario,
Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida.
Llegamos al Norte del Sur insigne,
Visitamos el Averno de Dante Aglieri,
Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación.
Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”,
La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”.
Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas,
Revolución necesaria, permitida.
Es magia tuya
Magia fugitiva,
La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible.
Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada.
Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta,
Vozarrón iridiscente,
Contigo hice del amor no solo falo y abertura.
Contigo viajé más allá de lo posible,
Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado.
Y llegamos al hermoso Mercurio,
Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame.
Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía.
Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra,
Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes
De la palabra viva
Del hablar, no solo queja.
Poesía, en cambio, lúcida creación perenne.
Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime,
Ígnea, libertaria
La fuga
Volamos hacia allá, en fuga plena, viva.
Siendo. Aún, infantes tiernos.
No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo,
Guía en mensajería simple.
U orientación necesaria.
Solo sé que supe, en pasado, tu condición de
Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre.
De lo tuyo, iridiscencia
Esa palabra tuya, voló al infinito.
Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira.
Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta.
En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa,
En connivencia, con agria perdición de lo humano.
Esa palabra tuya, liberó los cuerpos,
Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha.
Y volvió, a la vida, lo antes muerto.
Pensamiento
De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo.
De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime.
Fuelle
Condicionante pírrico, es tu huella,
Como locomoción invertida,
Dando vida a lo gris.
Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido
Convocando a deshacer lo ínfimo.
Te vi en la noche. Te perdí en el día
Se hizo día la noche.
Yo amo la noche, por su negrura benévola.
Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía
Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida.
En el estar, ahora
Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada,
Casi preclusiva,
Casi sólo símbolo inane
Los colores.
No te vi ese día, en gris vestida.
Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello.
Te vi, en daltónica verdad,
En rojo, en gris, en negro profundo bello.
Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color,
Libertario.
Un Sueño
Yo hice de mi vida, la tuya.
Yo soñé con tu cuerpo vivo.
Soñé con lo absurdo, de ser vos,
Logotipo de ignominia, vesánica presencia.
Yo te soñé siendo otra,
La mujer no mía, de otro sí tenida
Un vuelo
Tu palabra voló.
Llegó a puerto inseguro.
Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto.
Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí,
Desde la imaginación potenciada, vivida.
Solo tu
Si lo visto, en ti, fuera ternura,
Permanecería aquí,
Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra.
Lo habido. Lo hecho
De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria.
De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto.
De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria,
Que es la tuya de por vida.
Kant mundano
La razón, es razón, por cuenta de tu existencia.
Por lo mucho que quiero, no puedo entender,
Si eres razón para mí. O sinrazón para otros.
Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón,
Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora,
Cuando eras mía, razón posible, vigente.
Kant mundano
La razón, es razón, por cuenta de tu existencia.
Por lo mucho que quiero, no puedo entender,
Si eres razón para mí. O sinrazón para otros.
Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón,
Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora,
Cuando eras mía, razón posible, vigente.
Primero
He decidido volver a Sócrates,
En la idea de recorrerte, en cuerpo nítido.
Una envoltura, la mía, malversada,
Una herencia, en cátedra ilusionada, ciega, volátil,
Laura que conocí, en andanzas,
Cuando Atenas, retenía al maestro,
Cuando tú y yo, teníamos su palabra.
Segundo
y el silencio náufrago, por lo mismo que su palabra,
Inició el decorado borrascoso,
Me inicié contigo en la frontera,
Entre la esperanza y la quietud.
Narrativa, Emiliana mía, en los días,
Lógica abrasiva. Instigadora,
Emiliana que lo leíste en toda su hondura,
Y me transferiste la ética virtuosa, heterodoxa,
De su perfil.
Tercero
Como guerrero contra entelequias,
Dulce Luciana, me decías de él,
Y, cuando no nos amábamos, lo leíamos,
Cábala, Corán, Averroes.,
Nos ilusionó conocer lo del rapto, de la mujer,
Que no supimos si la amó o si la tuvo ahí.
Oratio Hominis Dignitate,
Repetías cada día,
Cuando nos iniciamos en eso de la libertad,
De la diferencia,
En sus 900 propuestas,
Que se fueron haciendo ciertas, en el tiempo,
En lo nuestro.
Cuarto
Lo seguiste en vivo,
Fuiste a su fuente de universalismo,
De verdad,
Me hablaste de su lógica matemática untuosa,
Creativa.
Mujer, mi Yocasta, amada,
Huidiza,
Con él marchamos, con su talante,
Con su ígnea veta, discurso embriagante,
Por lo bello.
Quinto
Vivo trepidante, predador selectivo.
Como tú conmigo. Me comiste vivo,
Con tus ínfulas avasallantes,
Venida desde allí,
Desde los tiempos que llaman inmemoriales.
Borrasca eres,
Ensañada conmigo.
Hurona prodigiosa que me hizo presa,
De su vasto entorno.
Sexto
Ronroneo perenne.
Soy tu presa inmóvil.
Ciega, sujeta, mía,
Me deslumbras de cero a cualquier velocidad.
Lejana Mariana buscona.
Por lo que eres, casi fugaz, viva, agresora.
Sujeto tuyo soy,
Anclado en tu potente,
Avidez, veloz, creciente.
Octavo
Canto que llamaban de sirena,
Ocelota mía. Inmensa. Que me pide prisa,
Cuando saltas, eres maromera en el agua.
Y yo aquí, viéndote. En la delgadez de lo que soy,
Quisiera ser tu par,
Ocelota mía inmensa,
De cuerpo y de floritura.
Noveno
No más incorporó las palabras,
Sus códigos dejaron de ser simple referente,
Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura.
Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos,
Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío,
Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda.
En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante,
Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado.
Con ella canto a capela su “Desolación”.
En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su
“Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…”
No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida”
Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético.
No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces.
Décimo
Decantando la semblanza, la recordé en el día a día.
Viéndola en su iridiscencia primaria,
Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario.
En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato,
Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses,
Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma,
Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la
Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante.
En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje
silente.
Once
De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante,
Contador de la vida en sus más ásperas expresiones,
Cantor certero de sufrimientos,
Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía.
De la mano del escritor trepidante, no vergonzante,
Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy,
la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas,
Haciendo del vuelo, mero intento rasante.
De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar,
Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso.
En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera,
Que es nervio, potencia, liberadora.
Once
De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante,
Contador de la vida en sus más ásperas expresiones,
Cantor certero de sufrimientos,
Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía.
De la mano del escritor trepidante, no vergonzante,
Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy,
la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas,
Haciendo del vuelo, mero intento rasante.
De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar,
Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso.
En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera,
Que es nervio, potencia, liberadora.
Doce
La magia irreverente de su instar herético,
La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice.
La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario.
La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto.
Su instar vivo, herético andante, acucioso,
Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo,
Lineal. Hirsuto.
Trece
He juntado mis palabras, para decirte algo,
He visitado tu entorno para verte. Para llamarte,
Para amarte.
Y sólo he encontrado un insípido suspiro,
Ajeno, lejano.
Catorce
Siendo logotipo hipócrita,
Los vasallos caminan,
Repitiendo que repiten,
Grosero manifiesto impúdico,
Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones,
Agrias, insonoras para la libertad verdadera.
Repitiendo que repiten,
Los vocingleros liliputienses,
Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones
Quince
Siendo bruma imponente, aciaga,
Pasaste rauda, veloz,
Y yo te vi, sin que me vieras,
Bruma, casi insolente,
Sin verme, hablaste con esas palabras duras,
Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso,
Solo en ciernes.
Dieciséis
El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante
Me cruza siempre.
Por lo mucho andado, contigo,
Vacié mi memoria en la tuya.
Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias,
De la vida, del camino, del amor,
De los amantes plenos. Tú y yo,
Viajando en el aire,
Buscando el Sol,
Contemplando la Luna.
Desde esta Tierra Benévola,
Cómplice, libertaria.
Diecisiete
Se trataba de hilvanar la palabra,
Con el grueso nudo del silencio,
Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea.
Y te invité a usar las palabras.
Para deshacer ese tormento de lo silente.
E hicimos fuga herética,
Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso,
Pero erguido, firme, creativo.
Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica,
Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria.
Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito
De la historia viva. De la Galaxia viva.
Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava.
Y, en pacto pulcro, te liberamos,
Para que seas tú y no ella,
La pudrición en vida.
Dieciocho
En lo simple, te busqué, estabas ahí,
Fingiendo ser poderosa mentira aciaga.
Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad,
Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario,
Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida.
Llegamos al Norte del Sur insigne,
Visitamos el Averno de Dante Aglieri,
Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación.
Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”,
La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”.
Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas,
Revolución necesaria, permitida.
Magia fugitiva,
La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible.
Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada.
Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta,
Vozarrón iridiscente,
Contigo hice del amor no solo falo y abertura.
Contigo viajé más allá de lo posible,
Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado.
Y llegamos al hermoso Mercurio,
Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame.
Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía.
Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra,
Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes
De la palabra viva
Del hablar, no solo queja.
Poesía, en cambio, lúcida creación perenne.
Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime,
Ígnea, libertaria
La fuga
Volamos hacia allá, en fuga plena, viva.
Siendo. Aún, infantes tiernos.
No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo,
Guía en mensajería simple.
U orientación necesaria.
Solo sé que supe, en pasado, tu condición de
Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre.
De lo tuyo, iridiscencia
Esa palabra tuya, voló al infinito.
Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira.
Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta.
En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa,
En connivencia, con agria perdición de lo humano.
Esa palabra tuya, liberó los cuerpos,
Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha.
Y volvió, a la vida, lo antes muerto.
Pensamiento
De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo.
De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime.
Fuelle
Condicionante pírrico, es tu huella,
Como locomoción invertida,
Dando vida a lo gris.
Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido
Convocando a deshacer lo ínfimo.
Te vi en la noche. Te perdí en el día
Se hizo día la noche.
Yo amo la noche, por su negrura benévola.
Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía
Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida.
En el estar, ahora
Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada,
Casi preclusiva,
Casi sólo símbolo inane
Los colores.
No te vi ese día, en gris vestida.
Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello.
Te vi, en daltónica verdad,
En rojo, en gris, en negro profundo bello.
Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color,
Libertario.
Un Sueño
Yo hice de mi vida, la tuya.
Yo soñé con tu cuerpo vivo.
Soñé con lo absurdo, de ser vos,
Logotipo de ignominia, vesánica presencia.
Yo te soñé siendo otra,
La mujer no mía, de otro sí tenida
Un vuelo
Tu palabra voló.
Llegó a puerto inseguro.
Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto.
Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí,
Desde la imaginación potenciada, vivida.
Solo tu
Si lo visto, en ti, fuera ternura,
Permanecería aquí,
Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra.
Lo habido. Lo hecho
De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria.
De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto.
De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria,
Que es la tuya de por vida.
Kant mundano
La razón, es razón, por cuenta de tu existencia.
Por lo mucho que quiero, no puedo entender,
Si eres razón para mí. O sinrazón para otros.
Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón,
Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora,
Cuando eras mía, razón posible, vigente.
Primero
He decidido volver a Sócrates,
En la idea de recorrerte, en cuerpo nítido.
Una envoltura, la mía, malversada,
Una herencia, en cátedra ilusionada, ciega, volátil,
Laura que conocí, en andanzas,
Cuando Atenas, retenía al maestro,
Cuando tú y yo, teníamos su palabra.
Segundo
y el silencio náufrago, por lo mismo que su palabra,
Inició el decorado borrascoso,
Me inicié contigo en la frontera,
Entre la esperanza y la quietud.
Narrativa, Emiliana mía, en los días,
Lógica abrasiva. Instigadora,
Emiliana que lo leíste en toda su hondura,
Y me transferiste la ética virtuosa, heterodoxa,
De su perfil.
Tercero
Como guerrero contra entelequias,
Dulce Luciana, me decías de él,
Y, cuando no nos amábamos, lo leíamos,
Cábala, Corán, Averroes.,
Nos ilusionó conocer lo del rapto, de la mujer,
Que no supimos si la amó o si la tuvo ahí.
Oratio Hominis Dignitate,
Repetías cada día,
Cuando nos iniciamos en eso de la libertad,
De la diferencia,
En sus 900 propuestas,
Que se fueron haciendo ciertas, en el tiempo,
En lo nuestro.
Cuarto
Lo seguiste en vivo,
Fuiste a su fuente de universalismo,
De verdad,
Me hablaste de su lógica matemática untuosa,
Creativa.
Mujer, mi Yocasta, amada,
Huidiza,
Con él marchamos, con su talante,
Con su ígnea veta, discurso embriagante,
Por lo bello.
Quinto
Vivo trepidante, predador selectivo.
Como tú conmigo. Me comiste vivo,
Con tus ínfulas avasallantes,
Venida desde allí,
Desde los tiempos que llaman inmemoriales.
Borrasca eres,
Ensañada conmigo.
Hurona prodigiosa que me hizo presa,
De su vasto entorno.
Sexto
Ronroneo perenne.
Soy tu presa inmóvil.
Ciega, sujeta, mía,
Me deslumbras de cero a cualquier velocidad.
Lejana Mariana buscona.
Por lo que eres, casi fugaz, viva, agresora.
Sujeto tuyo soy,
Anclado en tu potente,
Avidez, veloz, creciente.
Octavo
Canto que llamaban de sirena,
Ocelota mía. Inmensa. Que me pide prisa,
Cuando saltas, eres maromera en el agua.
Y yo aquí, viéndote. En la delgadez de lo que soy,
Quisiera ser tu par,
Ocelota mía inmensa,
De cuerpo y de floritura.
Noveno
No más incorporó las palabras,
Sus códigos dejaron de ser simple referente,
Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura.
Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos,
Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío,
Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda.
En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante,
Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado.
Con ella canto a capela su “Desolación”.
En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su
“Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…”
No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida”
Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético.
No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces.
Décimo
Decantando la semblanza, la recordé en el día a día.
Viéndola en su iridiscencia primaria,
Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario.
En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato,
Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses,
Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma,
Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la
Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante.
En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje
silente.
Once
De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante,
Contador de la vida en sus más ásperas expresiones,
Cantor certero de sufrimientos,
Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía.
De la mano del escritor trepidante, no vergonzante,
Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy,
la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas,
Haciendo del vuelo, mero intento rasante.
De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar,
Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso.
En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera,
Que es nervio, potencia, liberadora.
Doce
La magia irreverente de su instar herético,
La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice.
La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario.
La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto.
Su instar vivo, herético andante, acucioso,
Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo,
Lineal. Hirsuto.
Trece
He juntado mis palabras, para decirte algo,
He visitado tu entorno para verte. Para llamarte,
Para amarte.
Y sólo he encontrado un insípido suspiro,
Ajeno, lejano.
Catorce
Siendo logotipo hipócrita,
Los vasallos caminan,
Repitiendo que repiten,
Grosero manifiesto impúdico,
Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones,
Agrias, insonoras para la libertad verdadera.
Repitiendo que repiten,
Los vocingleros liliputienses,
Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones
Quince
Siendo bruma imponente, aciaga,
Pasaste rauda, veloz,
Y yo te vi, sin que me vieras,
Bruma, casi insolente,
Sin verme, hablaste con esas palabras duras,
Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso,
Solo en ciernes.
Dieciséis
El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante
Me cruza siempre.
Por lo mucho andado, contigo,
Vacié mi memoria en la tuya.
Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias,
De la vida, del camino, del amor,
De los amantes plenos. Tú y yo,
Viajando en el aire,
Buscando el Sol,
Contemplando la Luna.
Desde esta Tierra Benévola,
Cómplice, libertaria.
Diecisiete
Se trataba de hilvanar la palabra,
Con el grueso nudo del silencio,
Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea.
Y te invité a usar las palabras.
Para deshacer ese tormento de lo silente.
E hicimos fuga herética,
Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso,
Pero erguido, firme, creativo.
Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica,
Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria.
Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito
De la historia viva. De la Galaxia viva.
Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava.
Y, en pacto pulcro, te liberamos,
Para que seas tú y no ella,
La pudrición en vida.
Dieciocho
En lo simple, te busqué, estabas ahí,
Fingiendo ser poderosa mentira aciaga.
Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad,
Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario,
Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida.
Llegamos al Norte del Sur insigne,
Visitamos el Averno de Dante Aglieri,
Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación.
Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”,
La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”.
Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas,
Revolución necesaria, permitida.
Magia fugitiva,
La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible.
Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada.
Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta,
Vozarrón iridiscente,
Contigo hice del amor no solo falo y abertura.
Contigo viajé más allá de lo posible,
Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado.
Y llegamos al hermoso Mercurio,
Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame.
Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía.
Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra,
Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes
De la palabra viva
Del hablar, no solo queja.
Poesía, en cambio, lúcida creación perenne.
Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime,
Ígnea, libertaria
La fuga
Volamos hacia allá, en fuga plena, viva.
Siendo. Aún, infantes tiernos.
No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo,
Guía en mensajería simple.
U orientación necesaria.
Solo sé que supe, en pasado, tu condición de
Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre.
De lo tuyo, iridiscencia
Esa palabra tuya, voló al infinito.
Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira.
Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta.
En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa,
En connivencia, con agria perdición de lo humano.
Esa palabra tuya, liberó los cuerpos,
Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha.
Y volvió, a la vida, lo antes muerto.
Pensamiento
De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo.
De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime.
Fuelle
Condicionante pírrico, es tu huella,
Como locomoción invertida,
Dando vida a lo gris.
Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido
Convocando a deshacer lo ínfimo.
Te vi en la noche. Te perdí en el día
Se hizo día la noche.
Yo amo la noche, por su negrura benévola.
Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía
Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida.
En el estar, ahora
Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada,
Casi preclusiva,
Casi sólo símbolo inane
Los colores.
No te vi ese día, en gris vestida.
Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello.
Te vi, en daltónica verdad,
En rojo, en gris, en negro profundo bello.
Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color,
Libertario.
Un Sueño
Yo hice de mi vida, la tuya.
Yo soñé con tu cuerpo vivo.
Soñé con lo absurdo, de ser vos,
Logotipo de ignominia, vesánica presencia.
Yo te soñé siendo otra,
La mujer no mía, de otro sí tenida
Un vuelo
Tu palabra voló.
Llegó a puerto inseguro.
Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto.
Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí,
Desde la imaginación potenciada, vivida.
Solo tu
Si lo visto, en ti, fuera ternura,
Permanecería aquí,
Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra.
Lo habido. Lo hecho
De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria.
De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto.
De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria,
Que es la tuya de por vida.
1
Què atardecer este,
Metido en bruma insolente.
Como fustigado todo mi ser, antes anchuroso, cálido.
Y ahora como pura nervadura que vulnera.
En loco afán por acariciar, cualquier figura,
Aunque fuera fugaz,
Aunque fuera el último mensaje,
Para quienes, hasta aquí, han sido mi compañía
2
Luciérnaga aterida, ahí en el tiempo.
Conmigo, tratando de dar el paso,
Hacia lo que podría ser sublime.
Pero en un entretanto, azaroso,
Que bloquea mi impavidez de otrora.
Puro camino sinuoso, desvertebrado.
Què tarde esta,
Puro vuelo anquilosado.
3
En este ir yendo, mío,
He perdido las alas,
De la alegría aquella que un día sentí.
Ni siquiera, ahora, la nostalgia me abriga.
Punzante vidrio en mis venas,
Tósigo cierto me aniquila.
4
Vacío amargo, artero,
Conmigo hoy,
Aquí en donde, antes fuera
Mi sitio cálido, tierno.
Ahora fuego hostigante, nefasto.
5
Ululante ventisca.
En intención manifiesta, me lleva
Por recóndito camino,
Hasta que mi ser en sí,
Se pierda en la desmemoria.
Absoluta,
Què tarde esta,
Acezante, violenta.
6
Cómo no, estar en línea incierta.
Si siento desmoronar mi vida.
Sombras silentes,
Que apabullan.
Cómo no estar al borde del abismo.,
Si, mis manos, no pueden asir la ternura,
Para mí, impropia, ahora,
Casi vesánica amargura,
Creciendo, perdida.
7
Y, en esta tarde dura, fuego que calcina,
Incitación al vuelo puntilloso,
Locomoción ausente,
Aquí, inerte.
Què tarde esta,
Que profana mi vida, en lo que esta ha tenido,
De virtualidad, inmolada,
Desde ese primer día,
Cuando me di cuenta,
Que no estaba, aquí, mi madre,
Como guía cierta, prístina
8
Hoy no es ayer, cierto es.
Hoy no siento la holgura,
De vida plena.
Hoy, ni siquiera recuerdo,
Cuando nací,
Cuando empecé a sentir,
La memoria deshilvanada,
Inane, pervertida, en mero adjetivo,
Convertida.
9
Tarde en que mis pasos, se pierden.
Como osadía buscada, por mí mismo.
Tal vez en lentejuelas, enhiestas, insípidas.
Pura voladura de cuerpos en pudrición.
…y mi bella amada, soñada.
A mi lado, trasgrediendo pautas,
En puro pulso herético,
Como en infinita alborada,
Como cuerpo recién nacido,
Como imaginario umbrío.
10
Què atardecer, este,
En el cual he percibido a Semiramis,
Olvidada, dolida. Y yo,
Cómplice de su salvador,
En vibrato nítido,
Acucioso, a su lado.
11
Siendo, entonces, tarde
De vuelo perdido,
Surtido de imaginarios,
Peregrinos insonoros,
Tarde, esta,. Mi yo
Amurallado, silente, perdido.
12
Tarde de recordaciones, en vibrato,
Dolido, magro.
Tarde, camino oneroso.
Yo como maula sujeto en versión infame.
Por ahí, todo en bifurcación hechiza,
Lúgubre, inerte.
13
Fuego que duele,
Ya no pasión nítida
Solo, expresión hiriente.
Nimia proclama,
Palabra vacía,
No como ayer, límpida en su gramática,
Propia. Insumisa
14
Día, este,
Imperioso, pètreo.
Sigo volando,
Como con alas prestadas.
Como diciéndolo en pretérito,
Què tarde esa que pasó.
En la cual.
Perdí mi vida,
Ojal sin botón.
Imaginario perdido,
Dolor expandido.
15
Por lo mismo, navego.
Sin barco; y con brújula perdida.
Tarde la de ayer, precondición
Absoluta para perder la vida.
Perímetro envolvente,
Carmen, amada en la visual.
En horizonte tosco, virtual.
Amada mía en fuga, nervio, huracán,
Hermosa viajera,
Mujer silente,
Mujer enhiesta, mujer libertad,
Mujer cimera.
16
Espejo de agua, metal bruñido.
Asì interpreté, ayer, tu vida,
Cuando empezaría la mía
A dar tumbos.
A leer testamento tuyo.
A ejercer vuelo,
A ras de la tierra,
Heredero, yo, bastardo.
Eso ya lo sabía,
Desde que escrituraste el fuego,
Que hirió de muerte a Giordano,
Desde que arrasaste la vida en su comienzo.
17
Ese ayer, perturbado.
Hoy en repetición, doliente.
Ayer y hoy compulsivos,
En puro vuelo, oneroso.
Hoy, ayer.
Marca ignominiosa.
Estoy, por lo mismo, vencido.
18
Carmen amada,
Te vi ayer, tarde.
Y sentí, tal vez, un rezago de amargura,
Cuando tus palabras,
Me enseñaron a conocer tu vida.
Lo que fuiste en ese brete.
día a día.
Mujer física, hermosa.
Mujer en esperanza viva,
Mujer ternura,
Mujer valiente.
19
Ayer, hoy.
Siempre duermevela
Absurdo,
Creyendo en tus palabras.
Vidrioso sujeto, yo.
Empecinado en retener al viento.
Esperando zurcir los océanos,
Con hilo endeble.
Mi voz,
Llamando a Afrodita,
Náufrago, yo. Creyéndome volcánico,
Siendo, apenas, sujeto sumiso..
20
Lo que sea, será, decía ayer.
Y sí que hoy fuera, lo mismo,
Horizonte opaco,
Perfil tullido,
Sin pasos, sin nada.
Burdo
Del hablar, no solo queja.
Poesía, en cambio, lúcida creación perenne.
Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime,
Ígnea, libertaria, sincera
De la vida, su comienzo.
De la libertad soporte pleno
De lo que somos, hoy, huella imaginaria.
Puro canto iridiscente,
Refugio grato,
Esperanza siempre.
Negra de los tiempos, Valeria virtuosa, Viridiana inmensa,
En vuelo constante, màs no el mismo.
En ejercicio vital, eres, No efímero silencio,
No palabra trunca, anquilosada.
Sì ternura ansiada,
Mágico momento, extendido.
Perenne, envolvente,
De la vida constante, ínclito preludio
Lo que seremos, no lo sé en palabra cierta.
Sé, eso sí, que eres de la esperanza, cómplice,
De la vida, eclosión magnificente
Cifrar
Con lo que he sido, he abierto mis venas. En toda extensión entendida.
Por una vía inapropiada, casi yerta.
Un vuelo rasante, infecundo. Volátil.
De nervadura apócrifa, lisa, lineal.
De vértigo, sin pausa,
Necesaria,
Tratándose de enhebrar sentimientos escritos,
Míos, siempre. En arrebato,
Cifrados, consignados, labrados.
Palabras Deshechas
Se fueron, ayer, no más,
Llevaron las palabras juntas.
Atadas al equipaje viajero.
Se fueron, ellas, diciéndolas de a poco,
Como si nada. Como leyéndolas en pasivo,
Como atribuladas mensajeras. De ahora y siempre
Deshojando la vida
Ese abandono grueso,
Sentido. Inmemorial, mío.
Yéndome en camino, puntudo,
Azaroso, casi pérfido, inapropiado.
Fui, sin embargo, hasta el mar loco,
Bullicioso, ajeno, arisco.
Y quedé allí. Ahogando las voces todas.
Echando las luces, al vacío,
Hendiéndolas con las palabras.
Y quedé mudo. Anonadado,
Casi muerto
Canto en celo
De ser así, entonces, volveré,
Cualquier día, Remoto o breve,
Qué más da. Tratándose de diluir las ilusiones.
Todas. O pocas. Qué más da.
Tratándose del olvido, voraz. Latente o melifluo,
Íngrimo.
Ese, un día cualquiera
En ese abrir los ojos,
Te vi. En caída errática,
Cuan lisonjera ave viajera.
Surcando el azul. O el gris. O el negro
Envoltura de la esfera toda.
En tono pasional, violento.
Habiendo perdido, cualquier día, tus ojos,
Habiendo postulado, cualquier día, la iridiscencia
De tu cuerpo. Ahora remoto, casi ingrávido,
Siendo yo impávido sujeto, lánguido. Perdido.
Pasado cierto
Se fue la vida, mañana.
Estando, yo, en este hoy acerado, frío.
Como si pasado solo fuese.
Como insumo precoz, rápido, ligero.
Yo, en este hoy, como si solo el pasado,
Existiese. Volara. En ida y vuelta convertido.
Solo eso. Pasado espurio. Violento, presente.
Eso
El hecho es ese.
Todo se fue, incluida la esperanza
Yendo por ahí
De irte yendo, por ahí declaraste ese día,
De dudas bordadas, con los hilos ásperos,
Manejados en la destreza propia de la huidiza,
Mujer que hizo,
De lo que amábamos,
Noción simple,
Pasajera, insabora.
De irte viniendo por ahí, te percibo,
Regresando, ahora.
Después de habilitar al silencio.
Como norma. Como sucedáneo que duele,
Que incursiona en este otrora entorno nuestro,
Perdido ahora, casi muerto
Palabra perpleja
Perplejo,
De tanto ver lo que pasa, pasando.
Ráfagas mortales de silencio, de connivencia,
Con el fuego hiriente,
Con la desarmonía, latente,
Cantinela con palabras hechas,
Surcando, en dolor mayor,
El viento, el mar, el hielo.
Perplejo sujeto yo,
Acucioso, en buscar palabras,
Armónicas, heréticas, sin embargo, sublimes,
Vertidas, al viento, al universo todo,
Aún en el hielo. Aún en la doliente
Escena. Aún en lo que fui, siendo hoy,
Lo mismo, diferente, cálido, de palabra ávida,
No silenciosa, no doliente, no efímera.
Como bruma áspera
Ahí está lo que hiciste,
Lo que dejaste, lo habido ayer, en tiempo
Ya yerto,
En día ya ido,
Casi silente, casi perdido.
Tiempo ya tuyo, tiempo de los dos ya pasado
Lo hecho es ya pasado,
Lo ido es también tuyo,
Lo de hoy es lo mío, que
También fuera tuyo,
En esos días idos,
Cuando éramos dos,
Siendo, hoy, solo uno.
Silencio supino
Sordo, adrede.
Como no queriendo oír,
Como queriendo el ruido,
Bochornoso, cómplice,
Supino sujeto, en eso de olvidar,
En eso de no querer oír,
Lo que oído debiera haber sido.
Recuerdo tuyo, recuerdo de tu absurdo.
No sé cuándo voló
Ni el tiempo,
En que puso frontera
Entre ella y yo.
Entre lo que fuimos
Y lo que somos, hoy.
Siendo negra ella y negro yo,
Pulsión cerrera,
No incauto sentimiento.
No evidencia sesgada,
No sé cuándo volaste,
Ni el tiempo en que huiste de nuestro color.
Negro sigo siendo yo,
Punzante no efímera postura,
Guerrero siempre yo,
Entrega tuya, a lo fácil,
A lo pútrido,
A lo infame, en lentejuelas venido,
En traición exhibido.
Canto y Fuga
Como algo efímero, pensé yo. Esa hechura de infinitos caminos que, tuve que recorrer,
Como parte del embrujo soterrado. Una vez, como por dejar en el entorno mío,
Esa elocuencia perversa. Había nacido yo, en términos patéticos. Y sentí, ese día
Algo así como sopladura de dragones y me hice vértebra de la desproporción; en
Un leguaje desconocido, entonces, sitio de privilegio asumí, como la vida como extensión
De la vida de todos y de todas. Un lenguaje temporal, mezquina.
Desde ese entonces, fui creciendo al lado de la soledad. Y, muy permisivo, le dije a quienes conocí
ahora.
Sucinto, entonces, de palabra, fue mi aprendizaje. El que, ahora, parece ser doliente huella de
Transeúnte como sujeto partido entre ser pasado o ser mañana
Diciéndolo
Cada quien debería tener una ilusión.
Cifrada en la solidaridad.
Cada quien debería anclar su futuro
En la equidad de género, día a día. Como expresión
Suprema de lo que seremos.
Canto a quienes derrotaron la desesperanza
Yo diría que ascendí pronto. Hacia esa proclama de vida. Por ahí me fui yendo. Conociendo el otrora
permiso para estar ahí. En ese entorno. De ellos y de ellas. Solo así entendí lo mucho que he dejado
de amar a quienes son y han sido todos y todas. Niños y niñas en existencia que no conocía. Como
si hubiese estado perdido antes. Ciego en lo que corresponde a vivir la vida hecha. A pulso de ellos
y ellas, Por ahí estando siempre. Mostrando lo que alegría es. Y sigue siendo por lo mismo que son
y han sido puro vivir. En veces pleno. En otras en violencia sumidos y sumidas. En esas veces de
puro golpe. Sobre sus cuerpos. Lesionados. Ajados. Muertos.
Y di por creer que, el ascenso era la vida vuelta a vivir. Y me olvidé de lo que estoy hecho. De puro
mármol frío. Insípido. Sin conocer ternura. Y siendo así que lo olvidé; el ascenso se tornó pesado.
Cuando pasé por donde solo pueden volar quienes han sido y son de su cohorte. Infantes de erudición
hecha. De la mano con la ternura manifiesta. O en ciernes. O habida desde el inicio de su universo
afín.
Como que me hice a la idea de ser sujeto prístino. Como el Adrián cantado. En unísono coloquial.
Violentado. Y vuelto a nacer vistoso. Como luciérnaga primera. Incandescente. Sublime. Nacido en
volantines. Hecho con la finura de aeroplanos de libre vuelo. De instar lúcido como la maría palitos
visitando árboles floridos.
Y en qué condiciones volví a tierra, no lo sé. Solo sé que cavé la fosa buscando refugio propio para
los que, como yo, hibernamos a la intemperie glotona. Lluviosa. En granizo envolvente. Con golpes
secos. Acerados. Doliente.
Lo que me pasó, en el después inmediato; no lo recuerdo. Y, tal parece que no lo recordaré. Por lo
mismo que recordándolo volvería a la prisión del olvido que se posesionó en mí. Desde temprana
vida. Desde ese tiempo pasado aciago. Envolvente. Hiriente. Punzante. Como propósito de enmienda
en religiosidad hecha nudo. Asfixiante ceremonia que, en mi se volvió perenne.
Y me sorprendió la urgencia manifiesta. Esa que no da lugar al respiro. De aquí y de allá fui tomando
insumos. Penetrantes. Extravagantes. En lo que esto tiene de enervante, lobotomía. Y me hice pútrido
sujeto. Insano. Inamovible. Como cerebro tullido, casi muerto. Casi perdido en absoluto laberinto
abyecto.
Al volver. Al asir, de nuevo, la palabra limpia. Llegaron los y las vivicantes; me hicieron levantar la
mirada. Hacia el rojo intenso del padre Sol. Porque fueron ellos y ellas, quienes me rescataron de
ese infierno que estaba en mí. De sujeto perverso, pasé a ser lúcido andante. Caminante, de nuevo
cuño. Libertario absoluto.
Y sí que el ascenso se tornó vibrante convocatoria a vivir la vida. Como solo, ellos y ellas, saben
hacerlo. Renovando entornos aéreos y terrenos. Sin condicionantes al acecho. Volviendo a vivir la
vida. Tanto como el Callejero de Alberto Cortes. Tanto como esas voces suyas. Entonando el Pájaro
Libre que cantó Mercedes. Recordada por ellos y ellas, como ejemplo vivo presente.
Alocución
Como cuando te conocí,
Cálida risa que llevé en mí,
Todo mi tiempo.
Ahora siento que está perdida para mí.
Como reconocer que no obras más como
Opción mía, absoluta.
Más bien como letanía inventada,
Desde que conocemos del alfabeto,
La palabra labrada;
Como cuando te vi. Ahí,
Siendo fugaz ahora,
Lo que ayer supuse perpetua ilusión,
Y por eso estuve como cantinela pasión.
Retando verdades amargas,
Esas que, hoy, me embargan en dolor primero
Que se alarga; en infinito camino,
En destino prístino como si yo supiese,
El lenguaje de lo cierto y lo puro;
Como si hubiese aprendido, de lo bello,
El infinito.
Diciembre 2013
Como duele, ahora, tanto olvido.
Como duele, al día, el ímpetu de tu cuerpo,
Ya lejano.
…en fin, como dolor es sentirse cosido al recuerdo.
De ti, bien amada por mí,
Recuerdo desparramado,
En todos los entornos,
En todos los idiomas posibles,
En todos los universos,
En todos aquellos mensajes,
Salidos de mi yo. Y del yo de todos.
Como duele sentirte perdida en el horizonte.
Antes mío,
Ahora de no sé quién,
En no sé dónde.
Tal vez, en los caminos que no conozco.
Y que, por lo mismo, son territorios vedados.
A quienes antes y ahora, también perdieron a quien amaron.
Soledad, solita
Como cuando te conocí,
Cálida risa que llevé en mí,
Todo mi tiempo.
Ahora siento que está perdida para mí.
Como reconocer que no obras más como
Opción mía, absoluta.
Más bien como letanía inventada,
Desde que conocemos del alfabeto,
La palabra labrada;
Como cuando te vi. Ahí,
Siendo fugaz ahora,
Lo que ayer supuse perpetua ilusión,
Y por eso estuve como cantinela pasión.
Retando verdades amargas,
Esas que, hoy, me embargan en dolor primero
76
Que se alarga; en infinito camino,
En destino prístino como si yo
supiese, El lenguaje de lo cierto y lo
puro; Como si hubiese aprendido,
de lo bello, El infinito.

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Canto profano

  • 1. Leyenda He decidido volver a Sócrates, En la idea de recorrerte, en cuerpo nítido. Una envoltura, la mía, malversada, Una herencia, en cátedra ilusionada, ciega, volátil, Laura que conocí, en andanzas, Cuando Atenas, retenía al maestro, Cuando tú y yo, teníamos su palabra. Kafka y el silencio náufrago, por lo mismo que su palabra, Inició el decorado borrascoso, Me inicié contigo en la frontera, Entre la esperanza y la quietud. Narrativa, Emiliana mía, en los días, Lógica abrasiva. Instigadora, Emiliana que lo leíste en toda su hondura, Y me transferiste la ética virtuosa, heterodoxa, De su perfil. Pico della Mirandola Como guerrero contra entelequias, Dulce Luciana, me decías de él, Y, cuando no nos amábamos, lo leíamos, Cábala, Corán, Averroes., Nos ilusionó conocer lo del rapto, de la mujer, Que no supimos si la amó o si la tuvo ahí. Oratio Hominis Dignitate, Repetías cada día, Cuando nos iniciamos en eso de la libertad, De la diferencia, En sus 900 propuestas, Que se fueron haciendo ciertas, en el tiempo, En lo nuestro.
  • 2. Bertrand Russell Lo seguiste en vivo, Fuiste a su fuente de universalismo, De verdad, Me hablaste de su lógica matemática untuosa, Creativa. Mujer, mi Yocasta, amada, Huidiza, Con él marchamos, con su talante, Con su ígnea veta, discurso embriagante, Por lo bello. Canto a Violeta No más incorporó las palabras, Sus códigos dejaron de ser simple referente, Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura. Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos, Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío, Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda. En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante, Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado. Con ella canto a capela su “Desolación”. En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su “Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…” No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida” Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético. No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces. Recuerdo Decantando la semblanza, la recordé en el día a día. Viéndola en su iridiscencia primaria,
  • 3. Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario. Lo tuyo, mujer potente En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato, Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses, Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma, Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante. En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente. Federico García Lorca De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante, Contador de la vida en sus más ásperas expresiones, Cantor certero de sufrimientos, Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía. De la mano del escritor trepidante, no vergonzante, Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy, la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas, Haciendo del vuelo, mero intento rasante. De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar, Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso. En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera, Que es nervio, potencia, liberadora. Giordano Bruno La magia irreverente de su instar herético, La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice. La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario. La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto. Su instar vivo, herético andante, acucioso, Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo, Lineal. Hirsuto.
  • 4. Buscándote He juntado mis palabras, para decirte algo, He visitado tu entorno para verte. Para llamarte, Para amarte. Y sólo he encontrado un insípido suspiro, Ajeno, lejano. Matar la palabra, matar la vida Siendo logotipo hipócrita, Los vasallos caminan, Repitiendo que repiten, Grosero manifiesto impúdico, Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones, Agrias, insonoras para la libertad verdadera. Repitiendo que repiten, Los vocingleros liliputienses, Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones Sos solo eso, bruma Siendo bruma imponente, aciaga, Pasaste rauda, veloz, Y yo te vi, sin que me vieras, Bruma, casi insolente, Sin verme, hablaste con esas palabras duras, Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso, Solo en ciernes. Palabra mía El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante Me cruza siempre. Por lo mucho andado, contigo,
  • 5. Vacié mi memoria en la tuya. Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias, De la vida, del camino, del amor, De los amantes plenos. Tú y yo, Viajando en el aire, Buscando el Sol, Contemplando la Luna. Desde esta Tierra Benévola, Cómplice, libertaria. Un imaginario Se trataba de hilvanar la palabra, Con el grueso nudo del silencio, Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea. Y te invité a usar las palabras. Para deshacer ese tormento de lo silente. E hicimos fuga herética, Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso, Pero erguido, firme, creativo. Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica, Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria. Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito De la historia viva. De la Galaxia viva. Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava. Y, en pacto pulcro, te liberamos, Para que seas tú y no ella, La pudrición en vida. Revolución En lo simple, te busqué, estabas ahí, Fingiendo ser poderosa mentira aciaga. Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad, Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario, Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida. Llegamos al Norte del Sur insigne, Visitamos el Averno de Dante Aglieri,
  • 6. Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación. Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”, La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”. Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas, Revolución necesaria, permitida. Es magia tuya Magia fugitiva, La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible. Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada. Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta, Vozarrón iridiscente, Contigo hice del amor no solo falo y abertura. Contigo viajé más allá de lo posible, Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado. Y llegamos al hermoso Mercurio, Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame. Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía. Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra, Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes De la palabra viva Del hablar, no solo queja. Poesía, en cambio, lúcida creación perenne. Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime, Ígnea, libertaria La fuga Volamos hacia allá, en fuga plena, viva. Siendo. Aún, infantes tiernos. No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo, Guía en mensajería simple. U orientación necesaria. Solo sé que supe, en pasado, tu condición de Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre.
  • 7. De lo tuyo, iridiscencia Esa palabra tuya, voló al infinito. Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira. Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta. En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa, En connivencia, con agria perdición de lo humano. Esa palabra tuya, liberó los cuerpos, Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha. Y volvió, a la vida, lo antes muerto. Pensamiento De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo. De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime. Fuelle Condicionante pírrico, es tu huella, Como locomoción invertida, Dando vida a lo gris. Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido Convocando a deshacer lo ínfimo. Te vi en la noche. Te perdí en el día Se hizo día la noche. Yo amo la noche, por su negrura benévola. Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida. En el estar, ahora Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada, Casi preclusiva, Casi sólo símbolo inane Los colores. No te vi ese día, en gris vestida. Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello. Te vi, en daltónica verdad, En rojo, en gris, en negro profundo bello.
  • 8. Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color, Libertario. Un Sueño Yo hice de mi vida, la tuya. Yo soñé con tu cuerpo vivo. Soñé con lo absurdo, de ser vos, Logotipo de ignominia, vesánica presencia. Yo te soñé siendo otra, La mujer no mía, de otro sí tenida Un vuelo Tu palabra voló. Llegó a puerto inseguro. Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto. Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí, Desde la imaginación potenciada, vivida. Solo tu Si lo visto, en ti, fuera ternura, Permanecería aquí, Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra. Lo habido. Lo hecho De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria. De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto. De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria, Que es la tuya de por vida. Kant mundano La razón, es razón, por cuenta de tu existencia. Por lo mucho que quiero, no puedo entender, Si eres razón para mí. O sinrazón para otros. Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón, Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora, Cuando eras mía, razón posible, vigente.
  • 9. Canto a Violeta No más incorporó las palabras, Sus códigos dejaron de ser simple referente, Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura. Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos, Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío, Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda. En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante, Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado. Con ella canto a capela su “Desolación”. En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su “Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…” No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida” Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético. No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces. Recuerdo Decantando la semblanza, la recordé en el día a día. Viéndola en su iridiscencia primaria, Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario. Lo tuyo, mujer potente En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato, Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses, Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma, Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante. En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente. Federico García Lorca De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante, Contador de la vida en sus más ásperas expresiones,
  • 10. Cantor certero de sufrimientos, Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía. De la mano del escritor trepidante, no vergonzante, Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy, la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas, Haciendo del vuelo, mero intento rasante. De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar, Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso. En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera, Que es nervio, potencia, liberadora. Giordano Bruno La magia irreverente de su instar herético, La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice. La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario. La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto. Su instar vivo, herético andante, acucioso, Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo, Lineal. Hirsuto. Buscándote He juntado mis palabras, para decirte algo, He visitado tu entorno para verte. Para llamarte, Para amarte. Y sólo he encontrado un insípido suspiro, Ajeno, lejano. Matar la palabra, matar la vida Siendo logotipo hipócrita, Los vasallos caminan, Repitiendo que repiten, Grosero manifiesto impúdico, Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones, Agrias, insonoras para la libertad verdadera.
  • 11. Repitiendo que repiten, Los vocingleros liliputienses, Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones Sos solo eso, bruma Siendo bruma imponente, aciaga, Pasaste rauda, veloz, Y yo te vi, sin que me vieras, Bruma, casi insolente, Sin verme, hablaste con esas palabras duras, Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso, Solo en ciernes. Palabra mía El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante Me cruza siempre. Por lo mucho andado, contigo, Vacié mi memoria en la tuya. Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias, De la vida, del camino, del amor, De los amantes plenos. Tú y yo, Viajando en el aire, Buscando el Sol, Contemplando la Luna. Desde esta Tierra Benévola, Cómplice, libertaria. Un imaginario Se trataba de hilvanar la palabra, Con el grueso nudo del silencio, Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea. Y te invité a usar las palabras. Para deshacer ese tormento de lo silente. E hicimos fuga herética,
  • 12. Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso, Pero erguido, firme, creativo. Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica, Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria. Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito De la historia viva. De la Galaxia viva. Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava. Y, en pacto pulcro, te liberamos, Para que seas tú y no ella, La pudrición en vida. Revolución En lo simple, te busqué, estabas ahí, Fingiendo ser poderosa mentira aciaga. Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad, Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario, Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida. Llegamos al Norte del Sur insigne, Visitamos el Averno de Dante Aglieri, Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación. Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”, La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”. Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas, Revolución necesaria, permitida. Es magia tuya Magia fugitiva, La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible. Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada. Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta, Vozarrón iridiscente, Contigo hice del amor no solo falo y abertura. Contigo viajé más allá de lo posible, Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado. Y llegamos al hermoso Mercurio, Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame. Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía.
  • 13. Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra, Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes De la palabra viva Del hablar, no solo queja. Poesía, en cambio, lúcida creación perenne. Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime, Ígnea, libertaria La fuga Volamos hacia allá, en fuga plena, viva. Siendo. Aún, infantes tiernos. No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo, Guía en mensajería simple. U orientación necesaria. Solo sé que supe, en pasado, tu condición de Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre. De lo tuyo, iridiscencia Esa palabra tuya, voló al infinito. Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira. Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta. En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa, En connivencia, con agria perdición de lo humano. Esa palabra tuya, liberó los cuerpos, Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha. Y volvió, a la vida, lo antes muerto. Pensamiento De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo. De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime. Fuelle Condicionante pírrico, es tu huella, Como locomoción invertida,
  • 14. Dando vida a lo gris. Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido Convocando a deshacer lo ínfimo. Te vi en la noche. Te perdí en el día Se hizo día la noche. Yo amo la noche, por su negrura benévola. Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida. En el estar, ahora Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada, Casi preclusiva, Casi sólo símbolo inane Los colores. No te vi ese día, en gris vestida. Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello. Te vi, en daltónica verdad, En rojo, en gris, en negro profundo bello. Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color, Libertario. Un Sueño Yo hice de mi vida, la tuya. Yo soñé con tu cuerpo vivo. Soñé con lo absurdo, de ser vos, Logotipo de ignominia, vesánica presencia. Yo te soñé siendo otra, La mujer no mía, de otro sí tenida Un vuelo Tu palabra voló. Llegó a puerto inseguro. Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto. Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí, Desde la imaginación potenciada, vivida. Solo tu Si lo visto, en ti, fuera ternura,
  • 15. Permanecería aquí, Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra. Lo habido. Lo hecho De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria. De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto. De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria, Que es la tuya de por vida. Kant mundano La razón, es razón, por cuenta de tu existencia. Por lo mucho que quiero, no puedo entender, Si eres razón para mí. O sinrazón para otros. Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón, Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora, Cuando eras mía, razón posible, vigente. Hurón mayor Vivo trepidante, predador selectivo. Como tú conmigo. Me comiste vivo, Con tus ínfulas avasallantes, Venida desde allí, Desde los tiempos que llaman inmemoriales. Borrasca eres, Ensañada conmigo. Hurona prodigiosa que me hizo presa, De su vasto entorno. Guepardo Ronroneo perenne. Soy tu presa inmóvil. Ciega, sujeta, mía, Me deslumbras de cero a cualquier velocidad. Lejana Mariana buscona. Por lo que eres, casi fugaz, viva, agresora. Sujeto tuyo soy,
  • 16. Anclado en tu potente, Avidez, veloz, creciente. Jorobada Canto que llamaban de sirena, Ocelota mía. Inmensa. Que me pide prisa, Cuando saltas, eres maromera en el agua. Y yo aquí, viéndote. En la delgadez de lo que soy, Quisiera ser tu par, Ocelota mía inmensa, De cuerpo y de floritura. Arquímedes Dueño de tus aguas, querida mía, Ese detalle, el de saber aprisionar tu fuerza, Vía una floritura de émbolo, en medición de Tu solemne fuerza. Ávida de irrigación física. En mares y ríos, Vas aprisionada, pero viva. Oh preciosa mía, Heredera de naves silentes, braveras, No durmientes. Querida mía, creo en ti, en tu fuerza, En el diseño de tus aguas potenciadas. Diógenes Casi como luz ciega, Casi en ignorancia real, más no supina. Luciérnaga mía, que decantas haces, Como si la óptica se hiciera, de ti, Benévola, acuciosa, heredera, De la lógica no quieta, ni lineal, Más bien en líneas curvas, Niña iridiscente, como si lo recordaras a cada día,
  • 17. Ese sujeto pleno de memoria, Ajeno a los silencios. Newton Mecánica, la tuya. Acelerada mirada. Yendo en lo básico, físico, Convocando la potencia de tu distancia, Consumida por mí. Como sujeto, móvil, En velocidad actuante, Vanessa mía, te veo, Rozando el piso. Te veo, en perplejidad solemne. Colores En lo primario abierto, En ese sentido visual tuyo, pleno. Mujer de siempre. Negra, pesada, liviana, Mujer roja, inmensa. Niña del rosado inane, Mujer convergente, Mirándote a ti misma, Como silueta fría. Química Mercurio Mi irritación, hoy, es más que a flor de piel, Un insidioso volumen, Interacción entre calor y cuerpo, Evaporándose mi amor por ti. Y enajenando mi ser, Vertiendo una sangría impávida, Potente,
  • 18. En asfixiante desarmonía con la vida, Hiriéndola en lo que, ella, más es. Fabricadora de empatías, Creativas, solidarias. Oxigeno Te siento como sujeta ida, Por ahí, navegando, Llamándome con tu palabra, Viva, Como viento no alucinado, Como mar embravecido, Creador de vida. En fin, que, te veo y te siento, Como hilatura fresca, Que vuela en busca De ternura. Carbono En esa simpleza, De doncella primera, nervadura ansiada, Trama más que milenaria, Te he erigido en mi diosa herética, Con el enlace simple, alotrópico, De esa dación de vida, física O incorpórea, Qué estando. Que, yendo, Qué ansiado, Qué momento envolvente, lúcido, Brilloso, todo ahí. Cierto, perdurable, Lo tuyo. En tus ojos, En tu sexo.
  • 19. Iridio No en simbología, simple. Tal vez, hueca, Más bien en esa templanza, adquirida al calor extremo, Virtuosa niña mía. Repeles los ácidos, De las huestes de la insania, En los entornos dramáticos, En que vivimos. Ternura, la tuya, adquirida en Mil batallas, Que creías perdidas. Aluminio En proclama de metalistería, Blanda, ígnea, aleación diáfana. Querida niña mía, Tus miedos a estar sola. Ahí, inerme, Convocan a juntar cuerpos, A promover hechizos punzantes, benévolos. Te amo así, pulcra, Heterodoxa, punzante. Como Jano Te vi llegar aquella tarde, Imbuida de prepotencia artera. Mirándome ahí, Y escudriñándome en el entorno, De aquí y de allá. En pura geometría envolvente, Con trazos convexos, Desafiando a Thales. Mirándome, como en dossier melifluo, bastardo. En pura lógica apagada, Adquirida en mercado de tronera, De alfiles estáticos, Informantes vergonzosos. Te vi partir, hoy, como ecuación propuesta. A uno u otro lado.
  • 20. En lo que es, hoy por hoy, tu oficio. Geodesia Un vuelo estático, el mío. Y llegué a ti, por esa vía de vientos ávidos. En lejanía, Como señuelo. Ahí, graficado. Condensado, Mi ser que creo tuyo, Pero, a decir verdad, simple expectación insincera. Codificada. Como tabla de verdad referida, A coordenadas, a mitad de camino. En los mares, Buscando la llave mágica. Los husos. La Cruz del Sur, La estrella Solitaria. Un vuelo simple, el mío, Solo referente, vértigo, ampuloso. Matrices Cuadrado ampliado, en signos. Solo referentes, Como en cuadrado mágico. Fui por ti para tratar de resolver lo nuestro, Inventándome variables traídas a cuento como réplicas De vigencias idas. Hasta, por qué no, creo que te estoy confundiendo Con la Primera Ley de Newton, O con la caída libre, Siendo, yo, cuerpo físico en colisión Con el Gran Piso que es nuestra realidad, Pobre, esmirriada, perdida. Poisson Sucumbo ante tanta presión. Ir venir, como andariego sujeto. Pegado al piso. Observando todo como prontuario manifiesto, O posible. En la cortedad de un intervalo, asfixiante. Presuntamente, en veces,
  • 21. Irónico, Cínico, ilógico. Y, en esa navegadora propuesta, en universo insólito, Deviene en demostración aceptada. O puesta ahí. Expósita. Sucinto, yo, en la explicación de verdades y atributos, Espero, al final de lo todo lo habido, obtener mi razón de ser, Mi función real, inyectiva, Como derivación de cálculos físicos, Absorbidos por el áurea hechiza, Envuelta en signos y valores. Geometría Envoltura gruesa, en hilaturas, Paralelas. O intersectas. Yo, como volantín, iridiscente. Metido en las bisecciones. De Colores. Y de huellas eclécticas, Universales. Bitácoras en la esfera que habito, Seguido, en mi vuelo surcando las miríadas, opacas, Elípticas, parabólicas. En esas prolongaciones afines, Como sofocado mi cuerpo por tanta acritud, enlistado, avistado, Desde la infinitud. Hilvanando, mi memoria, los hilos y trazos. Envoltura gruesa, en trueques, Con paralelos increados; en la dorsal crítica, Ínclito, yo en toda nomenclatura. Límites A ras de la Tierra, he crecido. No en la exponencial casi incorpórea, Más bien colocado en el vuelo iterativo. Siempre en nexo con los ciclos. Y con los intervalos desde cero opciones de vida. Y en posibilidad de Hacerme sujeto, desde ahí, hasta el menos o el más infinito. Filosofía Leyenda He decidido volver a Sócrates, En la idea de recorrerte, en cuerpo nítido.
  • 22. Una envoltura, la mía, malversada, Una herencia, en cátedra ilusionada, ciega, volátil, Laura que conocí, en andanzas, Cuando Atenas, retenía al maestro, Cuando tú y yo, teníamos su palabra. Kafka y el silencio náufrago, por lo mismo que su palabra, Inició el decorado borrascoso, Me inicié contigo en la frontera, Entre la esperanza y la quietud. Narrativa, Emiliana mía, en los días, Lógica abrasiva. Instigadora, Emiliana que lo leíste en toda su hondura, Y me transferiste la ética virtuosa, heterodoxa, De su perfil. Pico della Mirandola Como guerrero contra entelequias, Dulce Luciana, me decías de él, Y, cuando no nos amábamos, lo leíamos, Cábala, Corán, Averroes., Nos ilusionó conocer lo del rapto, de la mujer, Que no supimos si la amó o si la tuvo ahí. Oratio Hominis Dignitate, Repetías cada día, Cuando nos iniciamos en eso de la libertad, De la diferencia, En sus 900 propuestas, Que se fueron haciendo ciertas, en el tiempo, En lo nuestro.
  • 23. Bertrand Russell Lo seguiste en vivo, Fuiste a su fuente de universalismo, De verdad, Me hablaste de su lógica matemática untuosa, Creativa. Mujer, mi Yocasta, amada, Huidiza, Con él marchamos, con su talante, Con su ígnea veta, discurso embriagante, Por lo bello. Canto a Violeta No más incorporó las palabras, Sus códigos dejaron de ser simple referente, Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura. Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos, Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío, Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda. En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante, Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado. Con ella canto a capela su “Desolación”. En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su “Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…” No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida” Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético. No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces.
  • 24. Recuerdo Decantando la semblanza, la recordé en el día a día. Viéndola en su iridiscencia primaria, Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario. Lo tuyo, mujer potente En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato, Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses, Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma, Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante. En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente. Federico García Lorca De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante, Contador de la vida en sus más ásperas expresiones, Cantor certero de sufrimientos, Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía. De la mano del escritor trepidante, no vergonzante, Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy, la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas, Haciendo del vuelo, mero intento rasante. De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar, Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso. En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera, Que es nervio, potencia, liberadora. Giordano Bruno La magia irreverente de su instar herético, La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice. La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario. La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto. Su instar vivo, herético andante, acucioso,
  • 25. Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo, Lineal. Hirsuto. Buscándote He juntado mis palabras, para decirte algo, He visitado tu entorno para verte. Para llamarte, Para amarte. Y sólo he encontrado un insípido suspiro, Ajeno, lejano. Matar la palabra, matar la vida Siendo logotipo hipócrita, Los vasallos caminan, Repitiendo que repiten, Grosero manifiesto impúdico, Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones, Agrias, insonoras para la libertad verdadera. Repitiendo que repiten, Los vocingleros liliputienses, Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones Sos solo eso, bruma Siendo bruma imponente, aciaga, Pasaste rauda, veloz, Y yo te vi, sin que me vieras, Bruma, casi insolente, Sin verme, hablaste con esas palabras duras, Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso, Solo en ciernes.
  • 26. Palabra mía El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante Me cruza siempre. Por lo mucho andado, contigo, Vacié mi memoria en la tuya. Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias, De la vida, del camino, del amor, De los amantes plenos. Tú y yo, Viajando en el aire, Buscando el Sol, Contemplando la Luna. Desde esta Tierra Benévola, Cómplice, libertaria. Un imaginario Se trataba de hilvanar la palabra, Con el grueso nudo del silencio, Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea. Y te invité a usar las palabras. Para deshacer ese tormento de lo silente. E hicimos fuga herética, Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso, Pero erguido, firme, creativo. Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica, Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria. Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito De la historia viva. De la Galaxia viva. Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava. Y, en pacto pulcro, te liberamos, Para que seas tú y no ella, La pudrición en vida.
  • 27. Revolución En lo simple, te busqué, estabas ahí, Fingiendo ser poderosa mentira aciaga. Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad, Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario, Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida. Llegamos al Norte del Sur insigne, Visitamos el Averno de Dante Aglieri, Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación. Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”, La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”. Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas, Revolución necesaria, permitida. Es magia tuya Magia fugitiva, La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible. Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada. Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta, Vozarrón iridiscente, Contigo hice del amor no solo falo y abertura. Contigo viajé más allá de lo posible, Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado. Y llegamos al hermoso Mercurio, Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame. Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía. Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra, Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes De la palabra viva Del hablar, no solo queja. Poesía, en cambio, lúcida creación perenne. Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime, Ígnea, libertaria
  • 28. La fuga Volamos hacia allá, en fuga plena, viva. Siendo. Aún, infantes tiernos. No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo, Guía en mensajería simple. U orientación necesaria. Solo sé que supe, en pasado, tu condición de Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre. De lo tuyo, iridiscencia Esa palabra tuya, voló al infinito. Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira. Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta. En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa, En connivencia, con agria perdición de lo humano. Esa palabra tuya, liberó los cuerpos, Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha. Y volvió, a la vida, lo antes muerto. Pensamiento De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo. De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime. Fuelle Condicionante pírrico, es tu huella, Como locomoción invertida, Dando vida a lo gris. Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido Convocando a deshacer lo ínfimo. Te vi en la noche. Te perdí en el día Se hizo día la noche. Yo amo la noche, por su negrura benévola. Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía
  • 29. Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida. En el estar, ahora Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada, Casi preclusiva, Casi sólo símbolo inane Los colores. No te vi ese día, en gris vestida. Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello. Te vi, en daltónica verdad, En rojo, en gris, en negro profundo bello. Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color, Libertario. Un Sueño Yo hice de mi vida, la tuya. Yo soñé con tu cuerpo vivo. Soñé con lo absurdo, de ser vos, Logotipo de ignominia, vesánica presencia. Yo te soñé siendo otra, La mujer no mía, de otro sí tenida Un vuelo Tu palabra voló. Llegó a puerto inseguro. Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto. Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí, Desde la imaginación potenciada, vivida. Solo tu Si lo visto, en ti, fuera ternura, Permanecería aquí, Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra. Lo habido. Lo hecho De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria. De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto. De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria, Que es la tuya de por vida.
  • 30. Kant mundano La razón, es razón, por cuenta de tu existencia. Por lo mucho que quiero, no puedo entender, Si eres razón para mí. O sinrazón para otros. Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón, Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora, Cuando eras mía, razón posible, vigente. Canto a Violeta No más incorporó las palabras, Sus códigos dejaron de ser simple referente, Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura. Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos, Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío, Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda. En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante, Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado. Con ella canto a capela su “Desolación”. En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su “Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…” No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida” Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético. No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces. Recuerdo Decantando la semblanza, la recordé en el día a día. Viéndola en su iridiscencia primaria, Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario.
  • 31. Lo tuyo, mujer potente En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato, Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses, Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma, Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante. En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente. Federico García Lorca De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante, Contador de la vida en sus más ásperas expresiones, Cantor certero de sufrimientos, Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía. De la mano del escritor trepidante, no vergonzante, Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy, la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas, Haciendo del vuelo, mero intento rasante. De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar, Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso. En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera, Que es nervio, potencia, liberadora. Giordano Bruno La magia irreverente de su instar herético, La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice. La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario. La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto. Su instar vivo, herético andante, acucioso, Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo, Lineal. Hirsuto. Buscándote He juntado mis palabras, para decirte algo, He visitado tu entorno para verte. Para llamarte, Para amarte.
  • 32. Y sólo he encontrado un insípido suspiro, Ajeno, lejano. Matar la palabra, matar la vida Siendo logotipo hipócrita, Los vasallos caminan, Repitiendo que repiten, Grosero manifiesto impúdico, Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones, Agrias, insonoras para la libertad verdadera. Repitiendo que repiten, Los vocingleros liliputienses, Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones Sos solo eso, bruma Siendo bruma imponente, aciaga, Pasaste rauda, veloz, Y yo te vi, sin que me vieras, Bruma, casi insolente, Sin verme, hablaste con esas palabras duras, Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso, Solo en ciernes. Palabra mía El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante Me cruza siempre. Por lo mucho andado, contigo, Vacié mi memoria en la tuya. Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias, De la vida, del camino, del amor, De los amantes plenos. Tú y yo, Viajando en el aire,
  • 33. Buscando el Sol, Contemplando la Luna. Desde esta Tierra Benévola, Cómplice, libertaria. Un imaginario Se trataba de hilvanar la palabra, Con el grueso nudo del silencio, Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea. Y te invité a usar las palabras. Para deshacer ese tormento de lo silente. E hicimos fuga herética, Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso, Pero erguido, firme, creativo. Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica, Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria. Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito De la historia viva. De la Galaxia viva. Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava. Y, en pacto pulcro, te liberamos, Para que seas tú y no ella, La pudrición en vida. Revolución En lo simple, te busqué, estabas ahí, Fingiendo ser poderosa mentira aciaga. Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad, Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario, Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida. Llegamos al Norte del Sur insigne, Visitamos el Averno de Dante Aglieri, Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación. Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”, La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”. Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas, Revolución necesaria, permitida.
  • 34. Es magia tuya Magia fugitiva, La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible. Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada. Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta, Vozarrón iridiscente, Contigo hice del amor no solo falo y abertura. Contigo viajé más allá de lo posible, Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado. Y llegamos al hermoso Mercurio, Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame. Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía. Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra, Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes De la palabra viva Del hablar, no solo queja. Poesía, en cambio, lúcida creación perenne. Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime, Ígnea, libertaria La fuga Volamos hacia allá, en fuga plena, viva. Siendo. Aún, infantes tiernos. No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo, Guía en mensajería simple. U orientación necesaria. Solo sé que supe, en pasado, tu condición de Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre. De lo tuyo, iridiscencia Esa palabra tuya, voló al infinito. Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira. Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta.
  • 35. En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa, En connivencia, con agria perdición de lo humano. Esa palabra tuya, liberó los cuerpos, Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha. Y volvió, a la vida, lo antes muerto. Pensamiento De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo. De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime. Fuelle Condicionante pírrico, es tu huella, Como locomoción invertida, Dando vida a lo gris. Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido Convocando a deshacer lo ínfimo. Te vi en la noche. Te perdí en el día Se hizo día la noche. Yo amo la noche, por su negrura benévola. Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida. En el estar, ahora Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada, Casi preclusiva, Casi sólo símbolo inane Los colores. No te vi ese día, en gris vestida. Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello. Te vi, en daltónica verdad, En rojo, en gris, en negro profundo bello. Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color, Libertario. Un Sueño
  • 36. Yo hice de mi vida, la tuya. Yo soñé con tu cuerpo vivo. Soñé con lo absurdo, de ser vos, Logotipo de ignominia, vesánica presencia. Yo te soñé siendo otra, La mujer no mía, de otro sí tenida Un vuelo Tu palabra voló. Llegó a puerto inseguro. Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto. Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí, Desde la imaginación potenciada, vivida. Solo tu Si lo visto, en ti, fuera ternura, Permanecería aquí, Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra. Lo habido. Lo hecho De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria. De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto. De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria, Que es la tuya de por vida. Kant mundano La razón, es razón, por cuenta de tu existencia. Por lo mucho que quiero, no puedo entender, Si eres razón para mí. O sinrazón para otros. Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón, Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora, Cuando eras mía, razón posible, vigente. Hurón mayor Vivo trepidante, predador selectivo. Como tú conmigo. Me comiste vivo, Con tus ínfulas avasallantes,
  • 37. Venida desde allí, Desde los tiempos que llaman inmemoriales. Borrasca eres, Ensañada conmigo. Hurona prodigiosa que me hizo presa, De su vasto entorno. Guepardo Ronroneo perenne. Soy tu presa inmóvil. Ciega, sujeta, mía, Me deslumbras de cero a cualquier velocidad. Lejana Mariana buscona. Por lo que eres, casi fugaz, viva, agresora. Sujeto tuyo soy, Anclado en tu potente, Avidez, veloz, creciente. Jorobada Canto que llamaban de sirena, Ocelota mía. Inmensa. Que me pide prisa, Cuando saltas, eres maromera en el agua. Y yo aquí, viéndote. En la delgadez de lo que soy, Quisiera ser tu par, Ocelota mía inmensa, De cuerpo y de floritura. Canto a Violeta No más incorporó las palabras, Sus códigos dejaron de ser simple referente, Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura. Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos, Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío,
  • 38. Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda. En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante, Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado. Con ella canto a capela su “Desolación”. En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su “Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…” No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida” Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético. No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces. Recuerdo Decantando la semblanza, la recordé en el día a día. Viéndola en su iridiscencia primaria, Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario. Lo tuyo, mujer potente En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato, Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses, Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma, Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante. En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente. Federico García Lorca De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante, Contador de la vida en sus más ásperas expresiones, Cantor certero de sufrimientos, Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía. De la mano del escritor trepidante, no vergonzante, Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy, la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas, Haciendo del vuelo, mero intento rasante. De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar,
  • 39. Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso. En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera, Que es nervio, potencia, liberadora. Giordano Bruno La magia irreverente de su instar herético, La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice. La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario. La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto. Su instar vivo, herético andante, acucioso, Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo, Lineal. Hirsuto. Buscándote He juntado mis palabras, para decirte algo, He visitado tu entorno para verte. Para llamarte, Para amarte. Y sólo he encontrado un insípido suspiro, Ajeno, lejano. Matar la palabra, matar la vida Siendo logotipo hipócrita, Los vasallos caminan, Repitiendo que repiten, Grosero manifiesto impúdico, Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones, Agrias, insonoras para la libertad verdadera. Repitiendo que repiten, Los vocingleros liliputienses, Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones Sos solo eso, bruma Siendo bruma imponente, aciaga, Pasaste rauda, veloz, Y yo te vi, sin que me vieras,
  • 40. Bruma, casi insolente, Sin verme, hablaste con esas palabras duras, Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso, Solo en ciernes. Palabra mía El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante Me cruza siempre. Por lo mucho andado, contigo, Vacié mi memoria en la tuya. Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias, De la vida, del camino, del amor, De los amantes plenos. Tú y yo, Viajando en el aire, Buscando el Sol, Contemplando la Luna. Desde esta Tierra Benévola, Cómplice, libertaria. Un imaginario Se trataba de hilvanar la palabra, Con el grueso nudo del silencio, Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea. Y te invité a usar las palabras. Para deshacer ese tormento de lo silente. E hicimos fuga herética, Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso, Pero erguido, firme, creativo. Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica, Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria. Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito De la historia viva. De la Galaxia viva. Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava. Y, en pacto pulcro, te liberamos, Para que seas tú y no ella,
  • 41. La pudrición en vida. Revolución En lo simple, te busqué, estabas ahí, Fingiendo ser poderosa mentira aciaga. Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad, Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario, Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida. Llegamos al Norte del Sur insigne, Visitamos el Averno de Dante Aglieri, Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación. Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”, La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”. Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas, Revolución necesaria, permitida. Es magia tuya Magia fugitiva, La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible. Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada. Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta, Vozarrón iridiscente, Contigo hice del amor no solo falo y abertura. Contigo viajé más allá de lo posible, Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado. Y llegamos al hermoso Mercurio, Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame. Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía. Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra, Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes De la palabra viva Del hablar, no solo queja. Poesía, en cambio, lúcida creación perenne. Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime, Ígnea, libertaria La fuga
  • 42. Volamos hacia allá, en fuga plena, viva. Siendo. Aún, infantes tiernos. No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo, Guía en mensajería simple. U orientación necesaria. Solo sé que supe, en pasado, tu condición de Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre. De lo tuyo, iridiscencia Esa palabra tuya, voló al infinito. Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira. Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta. En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa, En connivencia, con agria perdición de lo humano. Esa palabra tuya, liberó los cuerpos, Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha. Y volvió, a la vida, lo antes muerto. Pensamiento De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo. De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime. Fuelle Condicionante pírrico, es tu huella, Como locomoción invertida, Dando vida a lo gris. Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido Convocando a deshacer lo ínfimo. Te vi en la noche. Te perdí en el día Se hizo día la noche. Yo amo la noche, por su negrura benévola. Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida.
  • 43. En el estar, ahora Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada, Casi preclusiva, Casi sólo símbolo inane Los colores. No te vi ese día, en gris vestida. Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello. Te vi, en daltónica verdad, En rojo, en gris, en negro profundo bello. Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color, Libertario. Un Sueño Yo hice de mi vida, la tuya. Yo soñé con tu cuerpo vivo. Soñé con lo absurdo, de ser vos, Logotipo de ignominia, vesánica presencia. Yo te soñé siendo otra, La mujer no mía, de otro sí tenida Un vuelo Tu palabra voló. Llegó a puerto inseguro. Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto. Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí, Desde la imaginación potenciada, vivida. Solo tu Si lo visto, en ti, fuera ternura, Permanecería aquí, Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra. Lo habido. Lo hecho De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria. De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto. De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria, Que es la tuya de por vida. Kant mundano
  • 44. La razón, es razón, por cuenta de tu existencia. Por lo mucho que quiero, no puedo entender, Si eres razón para mí. O sinrazón para otros. Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón, Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora, Cuando eras mía, razón posible, vigente. Kant mundano La razón, es razón, por cuenta de tu existencia. Por lo mucho que quiero, no puedo entender, Si eres razón para mí. O sinrazón para otros. Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón, Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora, Cuando eras mía, razón posible, vigente. Primero He decidido volver a Sócrates, En la idea de recorrerte, en cuerpo nítido. Una envoltura, la mía, malversada, Una herencia, en cátedra ilusionada, ciega, volátil, Laura que conocí, en andanzas, Cuando Atenas, retenía al maestro, Cuando tú y yo, teníamos su palabra. Segundo y el silencio náufrago, por lo mismo que su palabra, Inició el decorado borrascoso, Me inicié contigo en la frontera, Entre la esperanza y la quietud. Narrativa, Emiliana mía, en los días, Lógica abrasiva. Instigadora, Emiliana que lo leíste en toda su hondura, Y me transferiste la ética virtuosa, heterodoxa, De su perfil. Tercero Como guerrero contra entelequias,
  • 45. Dulce Luciana, me decías de él, Y, cuando no nos amábamos, lo leíamos, Cábala, Corán, Averroes., Nos ilusionó conocer lo del rapto, de la mujer, Que no supimos si la amó o si la tuvo ahí. Oratio Hominis Dignitate, Repetías cada día, Cuando nos iniciamos en eso de la libertad, De la diferencia, En sus 900 propuestas, Que se fueron haciendo ciertas, en el tiempo, En lo nuestro. Cuarto Lo seguiste en vivo, Fuiste a su fuente de universalismo, De verdad, Me hablaste de su lógica matemática untuosa, Creativa. Mujer, mi Yocasta, amada, Huidiza, Con él marchamos, con su talante, Con su ígnea veta, discurso embriagante, Por lo bello. Quinto Vivo trepidante, predador selectivo. Como tú conmigo. Me comiste vivo, Con tus ínfulas avasallantes, Venida desde allí, Desde los tiempos que llaman inmemoriales. Borrasca eres, Ensañada conmigo. Hurona prodigiosa que me hizo presa, De su vasto entorno. Sexto
  • 46. Ronroneo perenne. Soy tu presa inmóvil. Ciega, sujeta, mía, Me deslumbras de cero a cualquier velocidad. Lejana Mariana buscona. Por lo que eres, casi fugaz, viva, agresora. Sujeto tuyo soy, Anclado en tu potente, Avidez, veloz, creciente. Octavo Canto que llamaban de sirena, Ocelota mía. Inmensa. Que me pide prisa, Cuando saltas, eres maromera en el agua. Y yo aquí, viéndote. En la delgadez de lo que soy, Quisiera ser tu par, Ocelota mía inmensa, De cuerpo y de floritura. Noveno No más incorporó las palabras, Sus códigos dejaron de ser simple referente, Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura. Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos, Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío, Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda. En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante, Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado. Con ella canto a capela su “Desolación”. En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su “Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…” No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida” Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético. No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces. Décimo Decantando la semblanza, la recordé en el día a día.
  • 47. Viéndola en su iridiscencia primaria, Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario. En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato, Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses, Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma, Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante. En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente. Once De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante, Contador de la vida en sus más ásperas expresiones, Cantor certero de sufrimientos, Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía. De la mano del escritor trepidante, no vergonzante, Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy, la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas, Haciendo del vuelo, mero intento rasante. De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar, Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso. En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera, Que es nervio, potencia, liberadora. Once De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante, Contador de la vida en sus más ásperas expresiones, Cantor certero de sufrimientos, Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía. De la mano del escritor trepidante, no vergonzante, Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy, la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas, Haciendo del vuelo, mero intento rasante. De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar, Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso. En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera,
  • 48. Que es nervio, potencia, liberadora. Doce La magia irreverente de su instar herético, La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice. La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario. La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto. Su instar vivo, herético andante, acucioso, Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo, Lineal. Hirsuto. Trece He juntado mis palabras, para decirte algo, He visitado tu entorno para verte. Para llamarte, Para amarte. Y sólo he encontrado un insípido suspiro, Ajeno, lejano. Catorce Siendo logotipo hipócrita, Los vasallos caminan, Repitiendo que repiten, Grosero manifiesto impúdico, Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones, Agrias, insonoras para la libertad verdadera. Repitiendo que repiten, Los vocingleros liliputienses, Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones Quince Siendo bruma imponente, aciaga, Pasaste rauda, veloz, Y yo te vi, sin que me vieras, Bruma, casi insolente, Sin verme, hablaste con esas palabras duras, Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso, Solo en ciernes.
  • 49. Dieciséis El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante Me cruza siempre. Por lo mucho andado, contigo, Vacié mi memoria en la tuya. Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias, De la vida, del camino, del amor, De los amantes plenos. Tú y yo, Viajando en el aire, Buscando el Sol, Contemplando la Luna. Desde esta Tierra Benévola, Cómplice, libertaria. Diecisiete Se trataba de hilvanar la palabra, Con el grueso nudo del silencio, Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea. Y te invité a usar las palabras. Para deshacer ese tormento de lo silente. E hicimos fuga herética, Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso, Pero erguido, firme, creativo. Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica, Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria. Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito De la historia viva. De la Galaxia viva. Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava. Y, en pacto pulcro, te liberamos, Para que seas tú y no ella, La pudrición en vida. Dieciocho En lo simple, te busqué, estabas ahí, Fingiendo ser poderosa mentira aciaga. Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad, Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario, Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida.
  • 50. Llegamos al Norte del Sur insigne, Visitamos el Averno de Dante Aglieri, Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación. Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”, La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”. Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas, Revolución necesaria, permitida. Magia fugitiva, La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible. Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada. Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta, Vozarrón iridiscente, Contigo hice del amor no solo falo y abertura. Contigo viajé más allá de lo posible, Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado. Y llegamos al hermoso Mercurio, Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame. Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía. Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra, Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes De la palabra viva Del hablar, no solo queja. Poesía, en cambio, lúcida creación perenne. Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime, Ígnea, libertaria La fuga Volamos hacia allá, en fuga plena, viva. Siendo. Aún, infantes tiernos. No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo, Guía en mensajería simple. U orientación necesaria. Solo sé que supe, en pasado, tu condición de Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre.
  • 51. De lo tuyo, iridiscencia Esa palabra tuya, voló al infinito. Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira. Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta. En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa, En connivencia, con agria perdición de lo humano. Esa palabra tuya, liberó los cuerpos, Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha. Y volvió, a la vida, lo antes muerto. Pensamiento De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo. De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime. Fuelle Condicionante pírrico, es tu huella, Como locomoción invertida, Dando vida a lo gris. Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido Convocando a deshacer lo ínfimo. Te vi en la noche. Te perdí en el día Se hizo día la noche. Yo amo la noche, por su negrura benévola. Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida. En el estar, ahora Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada, Casi preclusiva, Casi sólo símbolo inane Los colores. No te vi ese día, en gris vestida. Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello. Te vi, en daltónica verdad, En rojo, en gris, en negro profundo bello.
  • 52. Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color, Libertario. Un Sueño Yo hice de mi vida, la tuya. Yo soñé con tu cuerpo vivo. Soñé con lo absurdo, de ser vos, Logotipo de ignominia, vesánica presencia. Yo te soñé siendo otra, La mujer no mía, de otro sí tenida Un vuelo Tu palabra voló. Llegó a puerto inseguro. Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto. Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí, Desde la imaginación potenciada, vivida. Solo tu Si lo visto, en ti, fuera ternura, Permanecería aquí, Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra. Lo habido. Lo hecho De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria. De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto. De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria, Que es la tuya de por vida. Kant mundano La razón, es razón, por cuenta de tu existencia. Por lo mucho que quiero, no puedo entender, Si eres razón para mí. O sinrazón para otros. Siendo, lo único posible, que eres razón, sin razón, Vida o muerte. Bien sea que sin razón eres, de la razón otrora, Cuando eras mía, razón posible, vigente. Primero He decidido volver a Sócrates, En la idea de recorrerte, en cuerpo nítido.
  • 53. Una envoltura, la mía, malversada, Una herencia, en cátedra ilusionada, ciega, volátil, Laura que conocí, en andanzas, Cuando Atenas, retenía al maestro, Cuando tú y yo, teníamos su palabra. Segundo y el silencio náufrago, por lo mismo que su palabra, Inició el decorado borrascoso, Me inicié contigo en la frontera, Entre la esperanza y la quietud. Narrativa, Emiliana mía, en los días, Lógica abrasiva. Instigadora, Emiliana que lo leíste en toda su hondura, Y me transferiste la ética virtuosa, heterodoxa, De su perfil. Tercero Como guerrero contra entelequias, Dulce Luciana, me decías de él, Y, cuando no nos amábamos, lo leíamos, Cábala, Corán, Averroes., Nos ilusionó conocer lo del rapto, de la mujer, Que no supimos si la amó o si la tuvo ahí. Oratio Hominis Dignitate, Repetías cada día, Cuando nos iniciamos en eso de la libertad, De la diferencia, En sus 900 propuestas, Que se fueron haciendo ciertas, en el tiempo, En lo nuestro. Cuarto Lo seguiste en vivo, Fuiste a su fuente de universalismo, De verdad, Me hablaste de su lógica matemática untuosa, Creativa.
  • 54. Mujer, mi Yocasta, amada, Huidiza, Con él marchamos, con su talante, Con su ígnea veta, discurso embriagante, Por lo bello. Quinto Vivo trepidante, predador selectivo. Como tú conmigo. Me comiste vivo, Con tus ínfulas avasallantes, Venida desde allí, Desde los tiempos que llaman inmemoriales. Borrasca eres, Ensañada conmigo. Hurona prodigiosa que me hizo presa, De su vasto entorno. Sexto Ronroneo perenne. Soy tu presa inmóvil. Ciega, sujeta, mía, Me deslumbras de cero a cualquier velocidad. Lejana Mariana buscona. Por lo que eres, casi fugaz, viva, agresora. Sujeto tuyo soy, Anclado en tu potente, Avidez, veloz, creciente. Octavo Canto que llamaban de sirena, Ocelota mía. Inmensa. Que me pide prisa, Cuando saltas, eres maromera en el agua. Y yo aquí, viéndote. En la delgadez de lo que soy, Quisiera ser tu par, Ocelota mía inmensa, De cuerpo y de floritura.
  • 55. Noveno No más incorporó las palabras, Sus códigos dejaron de ser simple referente, Se hizo expresión absoluta de lo suyo. La ternura. Y, con ese equipaje, echó a andar los caminos, Arribó a la anchura benevolente del Azul de Rubén Darío, Y siguió de largo. Llegando a Santiago, le habló al maestro Neruda. En su lenguaje extensivo y potente, en “Canto General”. Visitó, nervio punzante, Lo habido en el escenario de Gabriela Mistral, en Vicuña, su pueblito amado. Con ella canto a capela su “Desolación”. En otro horizonte, se hizo visible para Miguelito Hernández. Con él lloró, cantando su “Nana de la Cebolla”. Y estuvo con Machado inaugurando “Caminante no Hay Camino…” No más aprendió la palabra, hizo migas con Porfirio Barba Jacob, entonando “Nostalgia Por la Vida” Y con Vargas Vila, hizo ejerció pleno, herético. No más se hizo a la palabra, deshizo las yuntas, asfixiantes y las sumisas voces. Décimo Decantando la semblanza, la recordé en el día a día. Viéndola en su iridiscencia primaria, Hice vuelo con ella. En contravía al viento. Hice. Con ella, camino libertario. En cada lugar, lo suyo, permanece. Como potente vibrato, Como fisura trasladada a la pétrea figura enjuta de los dioses, Proclamados por los inefables dueños del entorno, de la Tierra misma, Que, en tratándose de usurpar y vejar a la libertad, han hecho de la Vida, solo martirologio potente, en pura regresión supina. Asfixiante. En cada lugar, lo suyo, se hace viva la palabra. Se hace cierta la lucha por desdecir el lenguaje silente. Once De la mano cierta, del sujeto lógico, punzante, Contador de la vida en sus más ásperas expresiones, Cantor certero de sufrimientos, Humanos, verdaderos, vigentes. En el hoy, todavía. De la mano del escritor trepidante, no vergonzante,
  • 56. Encontré el camino y las palabras para contar que, en este hoy, la abyecta presencia, imponente de los gendarmes, nos golpean, pretenden cortar nuestras alas, Haciendo del vuelo, mero intento rasante. De la mano amiga del libertario, he aprendido a caminar, Trozando cadenas y proponiendo el vuelo alto, libre, insumiso. En su “Gacela de la Terrible Presencia”, aprendí la palabra libre, perenne, comoquiera, Que es nervio, potencia, liberadora. Doce La magia irreverente de su instar herético, La recuerdo como proclama contra el silencio cómplice. La irreverencia habida en toda su palabra. En todo su camino que se hace cierto, libertario. La intuí al nacer. Imaginándola, sin haberla visto. Su instar vivo, herético andante, acucioso, Lo replico, en el día a día, sin repetirlo. Sin hacerlo mero recuerdo, Lineal. Hirsuto. Trece He juntado mis palabras, para decirte algo, He visitado tu entorno para verte. Para llamarte, Para amarte. Y sólo he encontrado un insípido suspiro, Ajeno, lejano. Catorce Siendo logotipo hipócrita, Los vasallos caminan, Repitiendo que repiten, Grosero manifiesto impúdico, Solo palabras melifluas, vergonzantes. Calamitosas expresiones, Agrias, insonoras para la libertad verdadera. Repitiendo que repiten, Los vocingleros liliputienses, Hieren el aire, matan el vuelo y las ilusiones Quince Siendo bruma imponente, aciaga, Pasaste rauda, veloz,
  • 57. Y yo te vi, sin que me vieras, Bruma, casi insolente, Sin verme, hablaste con esas palabras duras, Hirientes. Como si tu cuerpo fuera, si acaso, Solo en ciernes. Dieciséis El nervio tuyo, envolvente, presente, punzante Me cruza siempre. Por lo mucho andado, contigo, Vacié mi memoria en la tuya. Entonces, la tuya y la mía, se volvieron memorias, De la vida, del camino, del amor, De los amantes plenos. Tú y yo, Viajando en el aire, Buscando el Sol, Contemplando la Luna. Desde esta Tierra Benévola, Cómplice, libertaria. Diecisiete Se trataba de hilvanar la palabra, Con el grueso nudo del silencio, Cuando lo hice, te encontré ahí. Pétrea. Y te invité a usar las palabras. Para deshacer ese tormento de lo silente. E hicimos fuga herética, Fuimos por ahí. Y encontramos al Shakespeare nítido. Tal vez ampuloso, Pero erguido, firme, creativo. Te invité a salir. En el espacio abierto, en contravía de la miseria religiosa, impúdica, Conocimos al Cervantes voluptuoso, cifrando las palabras, por vía absoluta imaginaria. Cuando te perdí, volví con ellos e hicimos, los tres, el laberinto infinito De la historia viva. De la Galaxia viva. Y, tú, quedaste ahí. Sumisa, esclava. Y, en pacto pulcro, te liberamos, Para que seas tú y no ella, La pudrición en vida.
  • 58. Dieciocho En lo simple, te busqué, estabas ahí, Fingiendo ser poderosa mentira aciaga. Pactamos, los dos, construir el himno de la libertad, Y nos fuimos, al vuelo. Reconstruimos el imaginario, Fuimos hasta la enana roja más simple. Como fugaz cantinela insípida. Llegamos al Norte del Sur insigne, Visitamos el Averno de Dante Aglieri, Lo empujamos, a él, a hacer carta nueva de navegación. Y, él, se hizo de lado nuestro. Y destruyó su “Divina Comedia”, La hizo trizas. Y, en arrebato de transacción permitida, escribió “La divina Ilusión”. Nos hizo cómplices de esa revolución tardía. Pero, en fin, de cuentas, Revolución necesaria, permitida. Magia fugitiva, La tuya. Me convocaste a amar todo lo posible. Y te elegí a ti. Como si fueses sujeta mínima comparada. Contigo hice, de la magia, expresión manifiesta, Vozarrón iridiscente, Contigo hice del amor no solo falo y abertura. Contigo viajé más allá de lo posible, Comoquiera que hicimos del viento nuestro aliado. Y llegamos al hermoso Mercurio, Con él volamos hasta el inmenso Júpiter. Hecho, después, Dios infame. Y regresamos. Tú con tu magia. Yo con la mía. Y, decantando las fisuras, arribamos a esta Tierra Nuestra, Benévola, crujiente, como si apenas fuera ella misma, en ciernes De la palabra viva Del hablar, no solo queja. Poesía, en cambio, lúcida creación perenne. Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime, Ígnea, libertaria La fuga Volamos hacia allá, en fuga plena, viva. Siendo. Aún, infantes tiernos.
  • 59. No recuerdo, ahora, si fuiste tú. O fui yo, Guía en mensajería simple. U orientación necesaria. Solo sé que supe, en pasado, tu condición de Mujer ávida de libertad. En fuga no condicionada, siempre. De lo tuyo, iridiscencia Esa palabra tuya, voló al infinito. Cruzó la frontera, entre la vida y el escenario inhóspito de la mentira. Esa palabra tuya, ejerció como proclama viva, absoluta. En esta Tierra, enajenada. Convertida en cantinela aviesa, En connivencia, con agria perdición de lo humano. Esa palabra tuya, liberó los cuerpos, Tanto como que destrozó la yunta, asfixiante, en lentejuela hecha. Y volvió, a la vida, lo antes muerto. Pensamiento De lo que fuimos, da cuenta el horizonte vivo de la palabra hecha cuerpo. De lo que somos, hoy, da cuenta el concepto de libertad, sublime. Fuelle Condicionante pírrico, es tu huella, Como locomoción invertida, Dando vida a lo gris. Dando lucidez a lo amorfo. A lo insípido Convocando a deshacer lo ínfimo. Te vi en la noche. Te perdí en el día Se hizo día la noche. Yo amo la noche, por su negrura benévola. Sin embargo, no odio al día, en que te fuiste, alondra mía Simplemente, lo uno y la otra, son plenitud de vida. En el estar, ahora Me fui yendo por ahí. Lejos de tu mirada, Casi preclusiva,
  • 60. Casi sólo símbolo inane Los colores. No te vi ese día, en gris vestida. Te vi, cierto es, en rojo presente, tu cabello. Te vi, en daltónica verdad, En rojo, en gris, en negro profundo bello. Me quedé con este último. Porque es ese, siendo así, color, Libertario. Un Sueño Yo hice de mi vida, la tuya. Yo soñé con tu cuerpo vivo. Soñé con lo absurdo, de ser vos, Logotipo de ignominia, vesánica presencia. Yo te soñé siendo otra, La mujer no mía, de otro sí tenida Un vuelo Tu palabra voló. Llegó a puerto inseguro. Ahí te perdí. Ahí se deshizo mi amatorio sujeto. Como en el vuelo que hizo Valentina, viendo el universo, desde ahí, Desde la imaginación potenciada, vivida. Solo tu Si lo visto, en ti, fuera ternura, Permanecería aquí, Indagando por ti. Preso de tu ser, de tu palabra. Lo habido. Lo hecho De lo hecho, da cuenta tu versátil memoria. De lo habido, da cuenta tu cuerpo absoluto. De lo uno y lo otro, da cuenta mi memoria, Que es la tuya de por vida. 1 Què atardecer este, Metido en bruma insolente.
  • 61. Como fustigado todo mi ser, antes anchuroso, cálido. Y ahora como pura nervadura que vulnera. En loco afán por acariciar, cualquier figura, Aunque fuera fugaz, Aunque fuera el último mensaje, Para quienes, hasta aquí, han sido mi compañía 2 Luciérnaga aterida, ahí en el tiempo. Conmigo, tratando de dar el paso, Hacia lo que podría ser sublime. Pero en un entretanto, azaroso, Que bloquea mi impavidez de otrora. Puro camino sinuoso, desvertebrado. Què tarde esta, Puro vuelo anquilosado. 3 En este ir yendo, mío, He perdido las alas, De la alegría aquella que un día sentí. Ni siquiera, ahora, la nostalgia me abriga. Punzante vidrio en mis venas, Tósigo cierto me aniquila. 4 Vacío amargo, artero, Conmigo hoy, Aquí en donde, antes fuera Mi sitio cálido, tierno. Ahora fuego hostigante, nefasto. 5 Ululante ventisca. En intención manifiesta, me lleva Por recóndito camino, Hasta que mi ser en sí, Se pierda en la desmemoria. Absoluta,
  • 62. Què tarde esta, Acezante, violenta. 6 Cómo no, estar en línea incierta. Si siento desmoronar mi vida. Sombras silentes, Que apabullan. Cómo no estar al borde del abismo., Si, mis manos, no pueden asir la ternura, Para mí, impropia, ahora, Casi vesánica amargura, Creciendo, perdida. 7 Y, en esta tarde dura, fuego que calcina, Incitación al vuelo puntilloso, Locomoción ausente, Aquí, inerte. Què tarde esta, Que profana mi vida, en lo que esta ha tenido, De virtualidad, inmolada, Desde ese primer día, Cuando me di cuenta, Que no estaba, aquí, mi madre, Como guía cierta, prístina 8 Hoy no es ayer, cierto es. Hoy no siento la holgura, De vida plena. Hoy, ni siquiera recuerdo, Cuando nací, Cuando empecé a sentir, La memoria deshilvanada, Inane, pervertida, en mero adjetivo, Convertida.
  • 63. 9 Tarde en que mis pasos, se pierden. Como osadía buscada, por mí mismo. Tal vez en lentejuelas, enhiestas, insípidas. Pura voladura de cuerpos en pudrición. …y mi bella amada, soñada. A mi lado, trasgrediendo pautas, En puro pulso herético, Como en infinita alborada, Como cuerpo recién nacido, Como imaginario umbrío. 10 Què atardecer, este, En el cual he percibido a Semiramis, Olvidada, dolida. Y yo, Cómplice de su salvador, En vibrato nítido, Acucioso, a su lado. 11 Siendo, entonces, tarde De vuelo perdido, Surtido de imaginarios, Peregrinos insonoros, Tarde, esta,. Mi yo Amurallado, silente, perdido. 12 Tarde de recordaciones, en vibrato, Dolido, magro. Tarde, camino oneroso. Yo como maula sujeto en versión infame. Por ahí, todo en bifurcación hechiza,
  • 64. Lúgubre, inerte. 13 Fuego que duele, Ya no pasión nítida Solo, expresión hiriente. Nimia proclama, Palabra vacía, No como ayer, límpida en su gramática, Propia. Insumisa 14 Día, este, Imperioso, pètreo. Sigo volando, Como con alas prestadas. Como diciéndolo en pretérito, Què tarde esa que pasó. En la cual. Perdí mi vida, Ojal sin botón. Imaginario perdido, Dolor expandido. 15 Por lo mismo, navego. Sin barco; y con brújula perdida. Tarde la de ayer, precondición Absoluta para perder la vida. Perímetro envolvente, Carmen, amada en la visual. En horizonte tosco, virtual. Amada mía en fuga, nervio, huracán, Hermosa viajera, Mujer silente,
  • 65. Mujer enhiesta, mujer libertad, Mujer cimera. 16 Espejo de agua, metal bruñido. Asì interpreté, ayer, tu vida, Cuando empezaría la mía A dar tumbos. A leer testamento tuyo. A ejercer vuelo, A ras de la tierra, Heredero, yo, bastardo. Eso ya lo sabía, Desde que escrituraste el fuego, Que hirió de muerte a Giordano, Desde que arrasaste la vida en su comienzo. 17 Ese ayer, perturbado. Hoy en repetición, doliente. Ayer y hoy compulsivos, En puro vuelo, oneroso. Hoy, ayer. Marca ignominiosa. Estoy, por lo mismo, vencido. 18 Carmen amada, Te vi ayer, tarde. Y sentí, tal vez, un rezago de amargura, Cuando tus palabras, Me enseñaron a conocer tu vida. Lo que fuiste en ese brete. día a día.
  • 66. Mujer física, hermosa. Mujer en esperanza viva, Mujer ternura, Mujer valiente. 19 Ayer, hoy. Siempre duermevela Absurdo, Creyendo en tus palabras. Vidrioso sujeto, yo. Empecinado en retener al viento. Esperando zurcir los océanos, Con hilo endeble. Mi voz, Llamando a Afrodita, Náufrago, yo. Creyéndome volcánico, Siendo, apenas, sujeto sumiso.. 20 Lo que sea, será, decía ayer. Y sí que hoy fuera, lo mismo, Horizonte opaco, Perfil tullido, Sin pasos, sin nada. Burdo Del hablar, no solo queja. Poesía, en cambio, lúcida creación perenne. Ella, la poesía, siendo tú misma. Armoniosa, sublime, Ígnea, libertaria, sincera
  • 67. De la vida, su comienzo. De la libertad soporte pleno De lo que somos, hoy, huella imaginaria. Puro canto iridiscente, Refugio grato, Esperanza siempre. Negra de los tiempos, Valeria virtuosa, Viridiana inmensa, En vuelo constante, màs no el mismo. En ejercicio vital, eres, No efímero silencio, No palabra trunca, anquilosada. Sì ternura ansiada, Mágico momento, extendido. Perenne, envolvente, De la vida constante, ínclito preludio Lo que seremos, no lo sé en palabra cierta. Sé, eso sí, que eres de la esperanza, cómplice, De la vida, eclosión magnificente Cifrar Con lo que he sido, he abierto mis venas. En toda extensión entendida. Por una vía inapropiada, casi yerta. Un vuelo rasante, infecundo. Volátil. De nervadura apócrifa, lisa, lineal. De vértigo, sin pausa, Necesaria, Tratándose de enhebrar sentimientos escritos, Míos, siempre. En arrebato, Cifrados, consignados, labrados. Palabras Deshechas
  • 68. Se fueron, ayer, no más, Llevaron las palabras juntas. Atadas al equipaje viajero. Se fueron, ellas, diciéndolas de a poco, Como si nada. Como leyéndolas en pasivo, Como atribuladas mensajeras. De ahora y siempre Deshojando la vida Ese abandono grueso, Sentido. Inmemorial, mío. Yéndome en camino, puntudo, Azaroso, casi pérfido, inapropiado. Fui, sin embargo, hasta el mar loco, Bullicioso, ajeno, arisco. Y quedé allí. Ahogando las voces todas. Echando las luces, al vacío, Hendiéndolas con las palabras. Y quedé mudo. Anonadado,
  • 69. Casi muerto Canto en celo De ser así, entonces, volveré, Cualquier día, Remoto o breve, Qué más da. Tratándose de diluir las ilusiones. Todas. O pocas. Qué más da. Tratándose del olvido, voraz. Latente o melifluo, Íngrimo. Ese, un día cualquiera En ese abrir los ojos, Te vi. En caída errática, Cuan lisonjera ave viajera. Surcando el azul. O el gris. O el negro Envoltura de la esfera toda. En tono pasional, violento. Habiendo perdido, cualquier día, tus ojos, Habiendo postulado, cualquier día, la iridiscencia De tu cuerpo. Ahora remoto, casi ingrávido, Siendo yo impávido sujeto, lánguido. Perdido. Pasado cierto Se fue la vida, mañana. Estando, yo, en este hoy acerado, frío. Como si pasado solo fuese. Como insumo precoz, rápido, ligero. Yo, en este hoy, como si solo el pasado, Existiese. Volara. En ida y vuelta convertido. Solo eso. Pasado espurio. Violento, presente.
  • 70. Eso El hecho es ese. Todo se fue, incluida la esperanza Yendo por ahí De irte yendo, por ahí declaraste ese día, De dudas bordadas, con los hilos ásperos, Manejados en la destreza propia de la huidiza, Mujer que hizo, De lo que amábamos, Noción simple, Pasajera, insabora. De irte viniendo por ahí, te percibo, Regresando, ahora. Después de habilitar al silencio. Como norma. Como sucedáneo que duele, Que incursiona en este otrora entorno nuestro, Perdido ahora, casi muerto Palabra perpleja Perplejo, De tanto ver lo que pasa, pasando. Ráfagas mortales de silencio, de connivencia, Con el fuego hiriente, Con la desarmonía, latente, Cantinela con palabras hechas, Surcando, en dolor mayor, El viento, el mar, el hielo. Perplejo sujeto yo, Acucioso, en buscar palabras,
  • 71. Armónicas, heréticas, sin embargo, sublimes, Vertidas, al viento, al universo todo, Aún en el hielo. Aún en la doliente Escena. Aún en lo que fui, siendo hoy, Lo mismo, diferente, cálido, de palabra ávida, No silenciosa, no doliente, no efímera. Como bruma áspera Ahí está lo que hiciste, Lo que dejaste, lo habido ayer, en tiempo Ya yerto, En día ya ido, Casi silente, casi perdido. Tiempo ya tuyo, tiempo de los dos ya pasado Lo hecho es ya pasado, Lo ido es también tuyo, Lo de hoy es lo mío, que También fuera tuyo, En esos días idos, Cuando éramos dos, Siendo, hoy, solo uno. Silencio supino Sordo, adrede. Como no queriendo oír, Como queriendo el ruido, Bochornoso, cómplice, Supino sujeto, en eso de olvidar, En eso de no querer oír,
  • 72. Lo que oído debiera haber sido. Recuerdo tuyo, recuerdo de tu absurdo. No sé cuándo voló Ni el tiempo, En que puso frontera Entre ella y yo. Entre lo que fuimos Y lo que somos, hoy. Siendo negra ella y negro yo, Pulsión cerrera, No incauto sentimiento. No evidencia sesgada, No sé cuándo volaste, Ni el tiempo en que huiste de nuestro color. Negro sigo siendo yo, Punzante no efímera postura, Guerrero siempre yo, Entrega tuya, a lo fácil, A lo pútrido, A lo infame, en lentejuelas venido, En traición exhibido. Canto y Fuga Como algo efímero, pensé yo. Esa hechura de infinitos caminos que, tuve que recorrer, Como parte del embrujo soterrado. Una vez, como por dejar en el entorno mío, Esa elocuencia perversa. Había nacido yo, en términos patéticos. Y sentí, ese día Algo así como sopladura de dragones y me hice vértebra de la desproporción; en Un leguaje desconocido, entonces, sitio de privilegio asumí, como la vida como extensión De la vida de todos y de todas. Un lenguaje temporal, mezquina. Desde ese entonces, fui creciendo al lado de la soledad. Y, muy permisivo, le dije a quienes conocí ahora. Sucinto, entonces, de palabra, fue mi aprendizaje. El que, ahora, parece ser doliente huella de
  • 73. Transeúnte como sujeto partido entre ser pasado o ser mañana Diciéndolo Cada quien debería tener una ilusión. Cifrada en la solidaridad. Cada quien debería anclar su futuro En la equidad de género, día a día. Como expresión Suprema de lo que seremos. Canto a quienes derrotaron la desesperanza Yo diría que ascendí pronto. Hacia esa proclama de vida. Por ahí me fui yendo. Conociendo el otrora permiso para estar ahí. En ese entorno. De ellos y de ellas. Solo así entendí lo mucho que he dejado de amar a quienes son y han sido todos y todas. Niños y niñas en existencia que no conocía. Como si hubiese estado perdido antes. Ciego en lo que corresponde a vivir la vida hecha. A pulso de ellos y ellas, Por ahí estando siempre. Mostrando lo que alegría es. Y sigue siendo por lo mismo que son y han sido puro vivir. En veces pleno. En otras en violencia sumidos y sumidas. En esas veces de puro golpe. Sobre sus cuerpos. Lesionados. Ajados. Muertos. Y di por creer que, el ascenso era la vida vuelta a vivir. Y me olvidé de lo que estoy hecho. De puro mármol frío. Insípido. Sin conocer ternura. Y siendo así que lo olvidé; el ascenso se tornó pesado. Cuando pasé por donde solo pueden volar quienes han sido y son de su cohorte. Infantes de erudición hecha. De la mano con la ternura manifiesta. O en ciernes. O habida desde el inicio de su universo afín. Como que me hice a la idea de ser sujeto prístino. Como el Adrián cantado. En unísono coloquial. Violentado. Y vuelto a nacer vistoso. Como luciérnaga primera. Incandescente. Sublime. Nacido en volantines. Hecho con la finura de aeroplanos de libre vuelo. De instar lúcido como la maría palitos visitando árboles floridos. Y en qué condiciones volví a tierra, no lo sé. Solo sé que cavé la fosa buscando refugio propio para los que, como yo, hibernamos a la intemperie glotona. Lluviosa. En granizo envolvente. Con golpes secos. Acerados. Doliente. Lo que me pasó, en el después inmediato; no lo recuerdo. Y, tal parece que no lo recordaré. Por lo mismo que recordándolo volvería a la prisión del olvido que se posesionó en mí. Desde temprana vida. Desde ese tiempo pasado aciago. Envolvente. Hiriente. Punzante. Como propósito de enmienda en religiosidad hecha nudo. Asfixiante ceremonia que, en mi se volvió perenne. Y me sorprendió la urgencia manifiesta. Esa que no da lugar al respiro. De aquí y de allá fui tomando insumos. Penetrantes. Extravagantes. En lo que esto tiene de enervante, lobotomía. Y me hice pútrido sujeto. Insano. Inamovible. Como cerebro tullido, casi muerto. Casi perdido en absoluto laberinto abyecto. Al volver. Al asir, de nuevo, la palabra limpia. Llegaron los y las vivicantes; me hicieron levantar la mirada. Hacia el rojo intenso del padre Sol. Porque fueron ellos y ellas, quienes me rescataron de ese infierno que estaba en mí. De sujeto perverso, pasé a ser lúcido andante. Caminante, de nuevo cuño. Libertario absoluto. Y sí que el ascenso se tornó vibrante convocatoria a vivir la vida. Como solo, ellos y ellas, saben hacerlo. Renovando entornos aéreos y terrenos. Sin condicionantes al acecho. Volviendo a vivir la
  • 74. vida. Tanto como el Callejero de Alberto Cortes. Tanto como esas voces suyas. Entonando el Pájaro Libre que cantó Mercedes. Recordada por ellos y ellas, como ejemplo vivo presente. Alocución Como cuando te conocí, Cálida risa que llevé en mí, Todo mi tiempo. Ahora siento que está perdida para mí. Como reconocer que no obras más como Opción mía, absoluta. Más bien como letanía inventada, Desde que conocemos del alfabeto, La palabra labrada; Como cuando te vi. Ahí, Siendo fugaz ahora, Lo que ayer supuse perpetua ilusión, Y por eso estuve como cantinela pasión. Retando verdades amargas, Esas que, hoy, me embargan en dolor primero Que se alarga; en infinito camino, En destino prístino como si yo supiese, El lenguaje de lo cierto y lo puro; Como si hubiese aprendido, de lo bello, El infinito. Diciembre 2013 Como duele, ahora, tanto olvido. Como duele, al día, el ímpetu de tu cuerpo, Ya lejano. …en fin, como dolor es sentirse cosido al recuerdo.
  • 75. De ti, bien amada por mí, Recuerdo desparramado, En todos los entornos, En todos los idiomas posibles, En todos los universos, En todos aquellos mensajes, Salidos de mi yo. Y del yo de todos. Como duele sentirte perdida en el horizonte. Antes mío, Ahora de no sé quién, En no sé dónde. Tal vez, en los caminos que no conozco. Y que, por lo mismo, son territorios vedados. A quienes antes y ahora, también perdieron a quien amaron. Soledad, solita Como cuando te conocí, Cálida risa que llevé en mí, Todo mi tiempo. Ahora siento que está perdida para mí. Como reconocer que no obras más como Opción mía, absoluta. Más bien como letanía inventada, Desde que conocemos del alfabeto, La palabra labrada; Como cuando te vi. Ahí, Siendo fugaz ahora, Lo que ayer supuse perpetua ilusión, Y por eso estuve como cantinela pasión. Retando verdades amargas, Esas que, hoy, me embargan en dolor primero
  • 76. 76 Que se alarga; en infinito camino, En destino prístino como si yo supiese, El lenguaje de lo cierto y lo puro; Como si hubiese aprendido, de lo bello, El infinito.