Querido Monseñor Romero, tú sabes todo esto. Te vemos aquí en esa bella escultura, en este lugar que te vio nacer. Casi, casi parece que nos vas a hablar. La brisa mueve tus ornamentos sacerdotales. Fuiste ante todo sacerdote, y Dios te dio la gracia de morir en el altar a la hora del ofertorio. Cerca de aquí está la iglesia de Roma donde tú ibas todos los días ante el Santísimo y ante las imágenes de la Virgen y de los santos. Aquí fuiste bautizado. Aquí recorriste las calles repartiendo telegramas y cartas. Después repartirías la Palabra de Dios a todos nosotros. Qué alegría estar hoy en tu casa, en tu cuna. Como un río al revés, que va de la desembocadura al origen, a su fuente. Somos un río inmenso acá en Ciudad Barrios. Somos peregrinos de todas partes, incluso de fuera del país buscando la “cuna del profeta”.
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
Rumbo a la canonización, el pueblo en peregrinación
1. Rumbo a la canonización, el pueblo en peregrinación
− Homilía del cardenal Gregorio Rosa Chávez en la Misa de clausura de la peregrinación “Caminando con San
Romero para construir la paz”. Ciudad Barrios, 4 de agosto de 2018 −
Muy queridos hermanos y hermanas:
Nuestro pueblo es muy creativo y en esta ruta de tres días se inventaron nuevos lemas
para honrar a Monseñor Romero. Quiero leerlos porque me gustaron mucho:
- Con alegría y esperanza, El Salvador con San Romero avanza.
- ¿Peregrino, adónde vas? Con San Romero a construir la paz.
- De Romero soy peregrino y dejo mi huella en el camino.
- Rumbo a la Canonización, el pueblo en peregrinación.
- Con Monseñor Romero los pobres son primero.
- Romero amigo, el pueblo está contigo.
- Romero pastor te quiere El Salvador.
En la cuna del profeta
Querido Monseñor Romero, tú sabes todo esto. Te vemos aquí en esa bella escultura, en
este lugar que te vio nacer. Casi, casi parece que nos vas a hablar. La brisa mueve tus
ornamentos sacerdotales. Fuiste ante todo sacerdote, y Dios te dio la gracia de morir en
el altar a la hora del ofertorio. Cerca de aquí está la iglesia de Roma donde tú ibas todos
los días ante el Santísimo y ante las imágenes de la Virgen y de los santos. Aquí fuiste
bautizado. Aquí recorriste las calles repartiendo telegramas y cartas. Después repartirías
la Palabra de Dios a todos nosotros. Qué alegría estar hoy en tu casa, en tu cuna. Como
un río al revés, que va de la desembocadura al origen, a su fuente. Somos un río inmenso
acá en Ciudad Barrios. Somos peregrinos de todas partes, incluso de fuera del país
buscando la “cuna del profeta”.
Por ahí, en esa esquina del parque, naciste tú, pero esa casa ya no existe. Por eso hay una
idea flotando en el ambiente: que reconstruyamos la casa como tú la conociste, pero en
otro lugar. Tenemos las dimensiones exactas de esa casa porque las dejó Don Santos tu
papá, que era telegrafista, en varas y pulgadas, no en metros y centímetros. Y hay fotos
de esa casa tuya con sus tres partes: la principal, donde vivía la familia; la mediagua,
donde estaban la cocina y el lavadero; y la cabelleriza, donde dejaban los caballos y los
bueyes.
Entonces, a lo mejor un día querido Monseñor habrá una casa aquí, igualita a la que tú
conociste de niño, construida por nosotros. Con las medidas exactas, con los mismos
2. materiales, para poder llegar ahí a estar contigo. Como cerca de Fátima, donde está la
casa de los pastorcitos, como si ellos aún vivieran ahí. Se puede ver su cama, su ropa, las
cosas de la cocina, los muebles… Es una delicia entrar ahí y sentir como si Jacinta, Lucía
y Francisco fueran a aparecer de repente corriendo en esa casa.
Tú fuiste ante todo sacerdote
Tú eras pequeño cuando te fuiste a San Miguel para ser sacerdote. Tenías trece años. El
pueblo te despidió con gran gozo, te bendijeron todos. El alcalde fue quien se interesó en
tu vocación primero. Vino el Obispo aquí a confirmar y el alcalde te llevó ante él. Y él
dijo en broma: “Obispo vas a ser”. Y adivinó. Solo le faltó decir: “Y santo vas a ser
también”. Dios quiso que esta tarde celebremos al patrono de los sacerdotes, san Juan
María Vianney. Y que podamos, en ese marco litúrgico, verte a ti, ante todo, como
sacerdote. Eso fuiste tú.
Hay muchas biografías sobre ti pero muy pocas resaltan ese aspecto de tu vida, que es la
que explica todo, porque tú eres ante todo sacerdote. Un día predicaste cuando fue
sepultado tu gran amigo, Rafael Valladares y Argumedo, y dijiste en tu homilía: “Murió
como santo porque vivió como sacerdote”. Lo mismo decimos hoy de ti: serás santo
porque viviste como sacerdote. Por eso estamos contentos Monseñor.
Eres un hombre que siempre escribías, desde niño. Llevaste un diario cuando eras
seminarista en San Miguel, pero se perdió. Luego llevaste un diario cuando eras
estudiante en Roma. Ese sí se conserva. Allí hablas tú de la Plaza de San Pedro, de la
Basílica de San Pedro, de las otras basílicas romanas, de la Universidad Gregoriana donde
estudiaste, del Colegio Pio Latinoamericano donde vivías en esos años de estudiante…
Los que vayamos a tu canonización haremos un “tour” en Roma como peregrinos,
visitando los lugares que tú visitaste como seminarista. Y recordaremos, en cada lugar, lo
que tú escribiste en tu diario. Son reflexiones bellísimas. Esa será la Ruta Romero en
Roma. Ahora la Ruta de Romero en Ciudad Barrios se está preparando con mucho cariño.
Esa es una gran cosa.
Monseñor Romero, tú dijiste un día en tu diario: Vengo a Roma como romero; es decir,
como peregrino. Qué importante es ser hijos e hijas de una Iglesia peregrina y ser todos
peregrinos y peregrinas. Por eso el 15 de agosto, el día de tu cumpleaños, –óiganlo bien−
inauguraremos solemnemente la campaña “Romero en mi casa”, una plantita de romero
en mi casa, con este lema: “Una planta de romero en mi casa y el santo en mi corazón”.
Y cada familia va a tener su plantita recordando: aquí en esta casa amamos a san Oscar
3. Arnulfo Romero; en esta casa queremos aprender de él, su doctrina; queremos imitar su
ejemplo, queremos invocarle como santo.
Monseñor Romero, el santo de la vida
Esta mañana yo iba hacia el centro de Chapeltique y había un Pick up con una familia. La
mamá, con un niño en brazos, junto a su esposo; y la señora me dice: “Mire Monseñor,
este niño es un milagro de Monseñor Romero. Yo le pedí a Dios un hijo; aquí lo tengo”.
Es un milagro más de Monseñor. Hay tantos milagros que fui escuchando en el camino…
Me gustó mucho porque me recordó el milagro que lo va a hacer santo. Fíjense ustedes:
Romero y la vida, Romero y los niños. Mucha gente está aquí porque está dando gracias
por un milagro de Monseñor Romero. Muchísima gente. Otros han peregrinado pidiendo
un milagro. Y todos lo hemos hecho para pedir el don de la paz.
El milagro que lo va a hacer santo tiene que ver con la vida. Una madre, Cecilia, espera
un hijo, cae en una crisis tremenda, está en peligro de muerte. El niño, Luis Carlos, nace
por cesárea, pero ella no tiene futuro porque la enfermedad que padece es incurable. Su
esposo invoca a Monseñor Romero. Semanas antes han ido juntos a la ceremonia de
Beatificación y comienzan a rezar cada día la oración que todos conocemos. Los médicos
hacen que la mujer entre en un coma inducido, para ahorrar energías. Según ellos, ya no
hay nada qué hacer. De repente, todo cambia. Y ahí la tenemos, “vivita y coleando”, con
su esposo y sus tres hijos. Estarán en Roma, en la Plaza de San Pedro, el día en que su
santo sea canonizado.
Él dijo un día: “Nada me importa tanto como la vida humana”. Muchas camisetas tienen
esa leyenda, verdad. ¿Quién tiene esa camiseta? Dense vuelta por favor para ver la
espalda. Son las camisas amarillas las que tienen ese lema. Todas las camisas amarillas
dicen: “Nada me importa tanto como la vida humana”. La vida humana. No solo la del
que es víctima de injusticias, no solo la de aquel que va a ser asesinado sino también la
vida de la criatura que late en el vientre materno. La vida humana porque toda vida es
sagrada. Nosotros estamos felices esta tarde, recordando a Monseñor Romero que opta
por la vida, y por eso da la vida.
Monseñor Romero, el buen pastor de su pueblo
Un día el Papa Francisco escribió una carta a El Salvador. Fue en mayo de 2015 cuando
Romero fue beatificado. Decía así: “Igual que un día eligió a Moisés para que, en su
4. nombre, guiara a su pueblo, sigue suscitando pastores según su corazón, que apacienten
con ciencia y prudencia su rebaño (cf. Jer 3,15)”.
Esta tarde yo no usé Báculo, primero porque no lo traje; y segundo porque tenía el báculo
que usé durante el camino, hecho de caña brava de Guatajiagua. Anoche el Padre
Armando repartió a todos los sacerdotes un bastón como éste. El bastón del pastor que va
buscando a las ovejas. Romero, el pastor que quiere El Salvador.
Qué impresionante ver en este santo nuestro al Pastor Profeta y Mártir, como le hemos
dicho tantas veces. O como dicen los Obispos del país, al hombre de Dios, al hombre de
Iglesia y al servidor de los pobres. El Papa Francisco no se quedó contento con esta
descripción, y dijo en Roma al día siguiente de la beatificación [después del Regina Coeli]
que Monseñor Romero “eligió estar en medio de su pueblo, especialmente de los pobres
y los oprimidos, incluso a costa de su vida”. Romero muere mártir por su pueblo.
¿Pero, cómo Romero llegó a ser todo eso? Porque descubrió a Jesucristo. Y esto es lo que
muchos no entienden todavía. Ven a Romero solamente como profeta que denuncia o
como político, y no ven a Romero como el profeta de Dios que se dejó guiar por el Espíritu
Santo y escuchó a Dios. Lo que quiso comunicar Dios al pueblo lo dijo él y eso le costó
la vida.
Cuando escuché su última homilía el 23 de marzo, en mi oficina de rector del seminario,
fui escribiendo las ideas que él iba diciendo; y cuando escuché el final, cuando exclamó
“cese la represión”, yo sentí un golpe en el corazón y pensé: “Es su sentencia de muerte”.
Al día siguiente lo mataron. Ese es Romero. Nuestro Romero es el hombre que decidió
dar la vida por su pueblo, por amor a Jesucristo.
Somos un pueblo en peregrinación hacia su canonización
Hemos oído estos días un montón de canciones bonitas de Romero en las que se mezclan
lo espiritual con lo político, con la protesta e incluso con palabras fuertes y hasta
ofensivas. Y ya tenemos que irlas eliminando como, por ejemplo, las que hablan de
oligarquía y de militares.
¿Cómo serán las canciones sobre Romero santo? Ya hemos comenzado a hablar con los
cantautores. Estamos agradecidos de su trabajo porque mantuvieron vivo a Romero,
desde su propia visión, con sus canciones. Muchas de estas canciones, se escuchan en el
mundo entero. Hoy toca producir nuevas canciones para el santo Romero porque
entramos en una nueva etapa de nuestra historia como país y como Iglesia. Si me están
escuchando los cantautores, sepan que les agradecemos, de veras, esas canciones que nos
5. han ayudado tanto a recordar esa memoria que no se debe perder, pero ahora toca
componer nuevas canciones.
Hay una que resultó profética. Cuando salió nos pareció irreverente, porque era como
adelantarse al juicio de la Iglesia. Ahora es la canción de moda. Comienza así: “Ahora no
es Monseñor, hoy es el santo Romero”. Ya no es Monseñor, es el santo Romero que Dios
nos regala y que nació en esta ciudad. ¡Qué dicha estar aquí en la cuna del profeta!
¿Pero, quién es este Jesús al que Monseñor Romero siguió? ¿Cuál sería su “perfil” en
Facebook? Imaginemos un diálogo en que un joven le pregunta:
- Jesús, queremos hacerte un perfil en Facebook ¿Qué ponemos ahí como foto de perfil?
Y Jesús le responde:
- Pongan una foto de perfil que diga estas tres cosas. 1) Jesús es el hombre en permanente
contacto con el Padre, el hombre de oración. 2) El hombre apasionado por el Reino de
Dios. 3) El hombre lleno de compasión por el pueblo.
Ese es el perfil de Jesús, en el Facebook de Dios.
En ese espejo se vio Romero y ese corazón de Romero quedó destruido por una bala.
Miren ustedes cómo es Dios… Yo supongo que ese día, 24 de marzo, él vio al asesino en
la puerta apuntándole y no se movió, para no provocar conmoción en el público presente.
No se movió. Él francotirador tuvo tiempo de apuntar. Me han dicho quién puede ser ese
asesino y dónde se formó como especialista francotirador. El tiro penetró en el corazón
de Romero. Él dijo un día: “mi amor es mi pueblo”. En ese corazón lleno de amor a
Jesucristo, a la Iglesia y a su pueblo, la bala penetró. Y por esa oblación tenemos al mártir
Romero.
Hermanos y hermanas, recojamos esa herencia esta noche. Los que somos sacerdotes
pensemos qué significa ser sacerdote. Hay un sacerdote que fue asesinado recientemente
–lo hemos recordado durante la peregrinación− el padre Walter Vásquez. Por otra parte,
estamos escuchando cada día, en la cadena de radios católicas, partes del diario de
Monseñor Romero. En el programa de ayer contaba que el 20 de enero del 1979 mataron
a un sacerdote de esta zona, de Cacaopera, el padre Octavio Ortiz. Recordó cómo fue
asesinado, cómo le aplastó la cabeza una tanqueta, cómo fingieron que fue un
enfrentamiento y que murió el Padre Octavio junto con cuatro jóvenes. Es un mártir de
esta zona oriental.
En esta bendita noche el mártir nacido en Ciudad Barrios está en nuestro corazón y pronto
estará en los altares. Somos un pueblo en peregrinación rumbo a su canonización.
¡Que viva Monseñor Romero!