PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
Jesús, Nuestra Seguridad
1. “Acerquémonos con corazón sincero, en
plena certidumbre de fe, purificados los
corazones de mala conciencia, y lavados
los cuerpos con agua pura. Mantengamos
firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra
esperanza, porque fiel es el que prometió”
Hebreos 10:22-23
2. Jesús, como nuestra seguridad, es uno de los conceptos
principales que corren a través de la epístola a los
Hebreos. La confianza que tienen los creyentes para
entrar en el Santuario Celestial mediante Él es
presentada en contraste con las restricciones puestas
sobre los que vivieron en la época de las ceremonias
terrenales. En estas ceremonias terrenales, no todas las
personas podían ejercer este privilegio de entrar en el
Santuario, solo los sacerdotes podían hacerlo, y aún
ellos solo en ciertos momentos y bajo ciertas
condiciones.
3. Pero los que han sido limpiados en su interior,
consagrados y hechos perfectos por el sacrificio de
Cristo, han recibido el derecho al libre acceso a la
presencia santa, y Pablo anima a los hijos de Dios a
aprovechar plenamente este derecho gratuito.
Ekkenhart Müeller
Temas del Santuario, Libro de Hebreos, pág. 127
4. NUESTRA CONDICIÓN COMO SEGUIDORES DE CRISTO
El Nuevo Testamento, nos ofrece la certeza con respecto a
nuestra relación con Dios y nos asegura una condición
alentadora.
Heb. 2:17 Heb. 3:14
Heb. 6:18 Heb. 9:15
Heb. 9:28 Heb. 10:14
De este modo, tenemos seguridad y una condición
alentadora, no por algo que hubiera en nosotros mismos,
sino por lo que Dios hizo en Cristo, nuestra seguridad
descansa sobre El, no sobre nosotros mismos.
5. NUESTRA SEGURIDAD PARA HOY
Heb. 2:18, Heb. 4:15, Heb.7:19 y 25.
Nuestra seguridad descansa en lo que El hace.
Sabemos que Dios nos ama, y sabemos que
Cristo está trabajando en nuestro favor, ahora
mismo. No obstante tenemos que ser
cuidadosos acerca de cómo entendemos lo que
esto significa. Esto no quiere decir que la vida
será siempre hermosa y tranquila porque
tenemos a Jesús como nuestro Sumo Sacerdote
que ministra a nuestro favor en el cielo.
6. Podemos tener seguridad, podemos tener
esperanza, podemos tener paz con el
conocimiento de que no solo Jesús murió por
nuestros pecados, habiendo pagado la
penalidad por ellos, también ministra en el cielo
en nuestro favor, representándonos delante del
Padre, no con nuestros propios méritos sino con
su propio registro perfecto. ¡Que seguridad!
Pero esto no significa que nunca tendremos
sufrimientos en nuestra vida. Todo lo contrario.
Hebreos 12:6-11
7. OTRAS PROMESAS
La carta a los Hebreos contiene varios pasajes que
están llenos de esperanza y de promesa.
Heb. 4:3 Heb. 4:16 Heb. 8:10-12
Heb. 10:22 Heb. 12:28 Heb. 13:5-6
El énfasis en estas promesas habla acerca de la
plena certidumbre de la fe y que también puede ser
traducida como estar absolutamente seguro, estar
absolutamente convencido que pasará, en otras
palabras, no hay vacilación aquí. Para hacer
nuestras estas promesas debemos creer con una fe
total.
8. FE Y CERTIDUMBRE
En Hebreos el concepto de Fe y Certidumbre
están ligados. Somos salvos por la fe no por
obras; de este modo, mientras nos aferramos al
Señor por fe, tenemos la certeza de que la
salvación nos viene por fe. Por ello en Hebreos
la fe no se refiere simplemente a una decisión
de recibir a Jesucristo como Salvador y Señor. La
fe es algo práctico. Por un lado, nos da
seguridad y nos proporciona esperanza; por otro
lado, tiene que ver con la conducta en la vida.
Hebreos 10:35-39
9. Tenemos la certeza de un Salvador que ha venido, un
Salvador que fue crucificado, resucito y que proclamó
sobre el sepulcro abierto de José: “Yo soy la
resurrección y la vida”. Por medio del conocimiento de
Jesús y de su amor, el reino de los cielos ha sido
colocado en medio de nosotros. Los mensajeros de
Dios nos han presentado la fiesta más rica, la justicia
de Cristo, la justificación por la fe, las preciosas y
grandiosas promesas de Dios en su palabra, el libre
acceso al Padre por medio de Jesucristo, el consuelo
del Espíritu Santo y la certidumbre bien fundamentada
de la vida eterna en el reino de Dios. Preguntamos:
¿Qué más podría haber hecho Dios que no haya hecho
para preparar la gran cena, el banquete celestial?
Donde tu y solo tu estas invitado. ¿Crees esto?
RH, 17 de enero de 1899