‘La emigración española a Europa en el siglo XX’, editado por el Grupo España Exterior, recoge las cifras de la población española que emigró a otros países del continente europeo, el marco legislativo que define la situación de los emigrantes españoles en Europa y su participación sociopolítica a través del asociacionismo en el extranjero. También se analiza la vida cotidiana los emigrantes en sus ciudades europeas, su situación laboral y el reagrupamiento familiar en el país de destino así como la situación de niños y jóvenes, hijos de emigrantes, y su problemática educativa en las escuelas europeas y las dificultades de unos idiomas desconocidos. Otros aspectos sobre los que el lector puede obtener valiosa información son el papel específico desempeñado por las mujeres en la emigración europea, los centros españoles como lugar de encuentro, acogida y formación sociocultural y el impacto económico de las remesas de los emigrantes europeos en la economía española.
Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...
La emigración española a Europa en el siglo XX
1.
2.
3. La emigración
española a Europa
en el siglo XX
COLABORADORES:
Susana ALBA MONTESERÍN / Alicia ALTED VIGIL / José BABIANO
MORA / Luís M. CALVO SALGADO / Francisco DURÁN VILLA / Ana
FERNÁNDEZ ASPERILLA / Mª José FERNÁNDEZ VICENTE / Julio
HERNÁNDEZ BORGE / X. Amancio LIÑARES GIRAUT / Mª Esther
OLVEIRA OLVEIRA / Vicente PEÑA SAAVEDRA / Alicia POZO-
GUTIÉRREZ / Ana RUIZ SÁNCHEZ / Gloria SANZ LAFUENTE
G R U P O
E S PA Ñ A
EXTERIOR
4. Editor y Director: Francisco Gómez-Soto
Coordinador: X. Amancio Liñares Giraut
Portada: Foto facilitada a España Exterior por Antonio Muñoz (Alemania)
Maquetación: Daniel Sotelo
Fotografías: Archivo España Exterior
Impresión: Imaxedixital. Vigo
Editado por: Anuarios España Selecta, S.L.
GRUPO ESPAÑA EXTERIOR
C/Conde, 1 - 36210 - VIGO (Pontevedra). España
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Esta acción se desarrolla dentro del Programa de ayudas
para Proyectos e Investigación promovida por la Dirección
General de la Ciudadanía Española en el Exterior, en
aplicación de la Orden TAS/874/2007 de 28 de marzo de
2007. (BOE de 5 de abril).
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. El contenido de esta publicación no puede ser reproducido, ni en todo ni en parte, ni transmitido, ni regis-
trado por ningún sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sin el permiso previo, por escrito, de
Anuarios España Selecta S.L. Grupo ESpaña Exterior.
5. LA EMIGRACIÓN
ESPAÑOLA A EUROPA
Índice EN EL SIGLO XX
GUÍA DE LECTURA
X. Amancio LIÑARES GIRAUT 9
Las fuentes estadísticas españolas
sobre la emigración a Europa.
Julio HERNÁNDEZ BORGE 17
La política emigratoria española
y la emigración a Europa.
Francisco DURÁN VILLA 35
Emigración española a Europa y trabajo.
José BABIANO 59
El desarrollo del asociacionismo en la emigración
española a Europa durante el siglo XX.
Ana FERNÁNDEZ ASPERILLA 77
Trabajo, ahorro y retorno: la vida cotidiana de
los emigrantes españoles en Europa.
Susana ALBA MONTESERÍN 95
La educación como anhelo: programas institucionales
y experiencias comunitarias de carácter formativo
para los emigrantes españoles en Europa.
Mª Esther OLVEIRA OLVEIRA /
Vicente PEÑA SAAVEDRA 115
6. LA EMIGRACIÓN
ESPAÑOLA A EUROPA
EN EL SIGLO XX Índice
Contribuciones literarias de la emigración.
149 Ana RUIZ
La emigración política a Europa. El exilio.
169 Alicia ALTED VIGIL
Un balance sobre la intermediación laboral y la
integración sectorial de los trabajadores españoles
en la República Federal Alemana, 1960–1975.
191 Gloria SANZ LAFUNTE
La última ola migratoria de españoles a Francia.
213 María José FERNÁNDEZ VICENTE
Emigración española en Suiza y asociacionismo.
231 Luís M. CALVO SALGADO
La emigración española al Reino Unido, 1960–1974.
245 Alicia POZO-GUTIÉRREZ
Gallegos en Europa: historias de emigración y retorno.
267 X. Amancio LIÑARES GIRAUT
7. D
urante los siglos XIX y XX, en diversos pe-
ríodos, se produjeron oleadas de exiliados
políticos de distintas orientaciones y sig-
nos; asimismo, como consecuencia de la Guerra Ci-
vil española y de la dictadura , a partir de 1939 co-
mienza a pro d u c i rse un éxodo de re f u giados políti-
cos y una emigración de carácter económico a otros
países, motivada por las duras circunstancias de la
posguerra que se viven en España, y at raída por las
buenas perspectivas de trabajo y el mayor nivel de
vida derivado del crecimiento económico existente
en esos países.
Ley 40/2006, de 14 de diciembre,
del Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior.
Exposición de motivos, I, 3.
8.
9. Guía de lectura
X. Amancio LIÑARES GIRAUT
Coordinador
L
a emigración española a Europa, fruto de circunstan-
cias adve rsas y dive rsas, no es un fenómeno reciente.
En tiempos más alejados, Francia, Portugal o Gran
Bretaña se destacaban como destinos tradicionales a la hora
de buscar un puesto de trabajo, un nu evo medio de vida en el
extranjero o un refugio motivado por coyunturas de intoleran-
cia ideológica y el consiguiente exilio. Pero es durante la
segunda mitad del siglo XX cuando resulta más alta y signi-
ficat iva esta nueva marea migratoria, con trazos incluso de
tsunami.
Superada la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el
viejo continente iniciaba una dura tarea de reconstrucción
posbélica. Europa había sido arrasada en dos ocasiones
durante las últimas décadas. La primera conflagración mun-
dial (1914-1918), a pesar de ser definida en su época como la
-9
10. GUÍA DE
LECTURA
Gran Guerra, se había quedado muy pequeña en compara-
ción con el enorme desastre, en todos los sentidos, que con-
llevó la Segunda, y que supuso la aniquilación del temible
Eje Roma-Berlín-Tokio, o, lo que es lo mismo: la derrota del
fascismo y del nazismo a cargo de las potencias aliadas. Se
produjo entonces un gran alivio multinacional y la apertura
de una fase de recuperación de aquel trauma histórico, para la
que se necesitaban cuantiosos recursos económicos y huma-
nos.
Por otra parte, España, tras su propia Guerra Civ i l
(1936-1939), v ivía un período de régimen autocrático, al que,
a la falta de libertades cívicas y democráticas, se le sumaba
una muy penosa situación económica derivada de la posgue-
rra, adornada con trasnochados delirios imperiales. Era una
España militarizada, de miseria, represión y ensimismamien-
to. La autarquía de la década de 1940 –vocacional del fran-
quismo, mas también forzada por la comunidad internacio-
nal– dio paso a una cierta liberalización económica del régi-
men dictatorial, a partir de los años 1950 y a la puesta en
marcha del denominado Plan de Estabilización (1959) y otras
fórmulas tecnocráticas.
En este contexto hallamos de nu evo en el mundo con-
temporáneo una conve rgencia entre España y Europa, a través
de la emigración. Una economía española con serias dificul-
tades –que no cubría los endémicos desequilibrios entre
población y recursos– empujaba una mano de obra joven y
poco cualificada a los caminos de la emigración europea, que
se sumaba (y en muchos casos suplantaba ya) a los tradicio-
nales destinos migratorios a América. El nu evo éxodo se
10 -
11. La emigración española a
Europa en el siglo XX
incrementó notablemente desde los años sesenta, debido a la
necesidad de conseguir mano de obra industrial y del sector
servicios en no pocos países europeos, que ya crecían a un
ritmo económico a veces incluso espectacular. Los gobiernos
de Franco también estimulaban esta emigración en medio del
desarrollismo: al país le sobraba población en relación a los
puestos de trabajo disponibles y se agradecía como un maná
la entrada de divisas para llevar adelante los planes de un des-
arrollo endógeno, auxiliado además por las remesas de un
turismo extranjero en auge.
Analizar esta emigración de miles de trabajadores de
España –que se prolongó en el tiempo hasta los años finales
del siglo XX– a esta Europa que bu s c aba primero una recu-
peración saneada y después un nu evo desarrollo y hegemonía
mundial –reconstrucción y expansión–, es el propósito de
este trabajo de investigación, que ahora se publica.
A la hora de idear el presente vo l u m e n , los aspectos
que el Grupo España Exterior considera de mayor re l evan-
cia para investigar e incorporar al libro La emigración espa -
ñola a Europa en el siglo XX son los que se condensan en los
ítems que citamos a continuación: las cifras de la población
española que emigró al continente europeo; el marco legisla-
t ivo que define la situación de los emigrantes españoles en
Europa; la participación sociopolítica de los emigrantes a tra-
vés del asociacionismo en el extranjero; la vida cotidiana de
nuestros emigrantes en sus nu evas ciudades europeas; la
situación laboral de los trabajadores españoles en Europa; el
reagrupamiento familiar en el país de destino; niños y jóve-
nes, hijos de emigrantes, y su problemática educat iva en las
- 11
12. GUÍA DE
LECTURA
escuelas europeas; las dificultades de unos idiomas descono-
cidos; el papel específico desempeñado por las mujeres en la
emigración europea; los Centros Españoles como lugar de
encuentro, acogida y formación sociocultural; el impacto
económico de las remesas de los emigrantes europeos en la
economía española; el exilio a Europa; las creaciones litera-
rias de ciudadanos españoles en la diáspora europea; recogi-
da de testimonios y experiencias personales de los emigran-
tes españoles residentes en países europeos y retornados; la
emigración española a Europa desde un punto de vista socio-
lógico.
No hemos querido soslayar ningún aspecto re l evante,
aún percatándonos de que resultaría casi imposible tratar la
totalidad de los ítems de referencia en una obra de estas
características y extensión. Y de nu evo hemos contactado
para afrontar la tarea editorial con aquellos especialistas que
creíamos poseedores de un bagaje y trayectoria profesional
indudables en la materia. En los nombres de Susana Alba,
Alicia Alted, Jo s é Babiano, Luís M. Calvo, Paco Durán,
Ana Fe rnández Asperilla, Mª Jo s é Fernández Vicente,
Julio Hernández Borge, Mª Esther Olveira, Vicente Pe ñ a ,
Alicia Po zo-Gutiérrez, Ana Ruiz y Gloria Sanz, quienes
gustosamente han acompañado durante los últimos meses a
Amancio Liñares en este periplo migratorio europeo, he
hallado un magnífico equipo de colaboradores. Invito a los
lectores a que aprendan y disfruten con estos cuadernos de
viaje que se reflejan ordenadamente en el índice del libro, y
que en cierto sentido, además, incluyen páginas de unos
actuales cahiers de doleánces; hojas de quejas por los aspec-
12 -
13. La emigración española a
Europa en el siglo XX
tos negat ivos –no los olvidemos– del hecho de ve rse obliga-
do a emigrar. A algunos de estos cualificados viajeros mapa
arriba, siguiendo los espacios migratorios del viejo continen-
te, ya los conocía al haber compartido ave n t u ras bibliográfi-
cas precedentes. Otros se incorporan ahora a nuestras rutas. Y
el resultado se evidencia en esta sugestiva bitácora de refle-
xiones y letras que encierra muchos y variados conocimien-
tos. No se trata de un producto hebén. Muy al contrario: sus
contenidos nada fútiles resultan interesantes, aportando nue-
vos datos y pers p e c t iv a este caminar de nuestros conciuda-
as
danos por las geografías europeas. Me siento contento de vo l-
ver a viajar con estas personas, y permítaseme destacar mi
personal satisfacción por haber encontrado ahora en esta ruta
intelectual de migraciones y exilios a la profesora Alicia
Alted, a quien ya le leía sus publicaciones en mis años de
estudiante unive rsitario en Compostela.
El Grupo España Exterior posee una extensa trayecto-
ria informat iva y experiencia contrastada, también en el sec-
tor de la edición de libros centrados en temática de emigra-
ción. Va nutriendo de títulos sugerentes una biblioteca espe-
cializada en el poliédrico, multiforme y misceláneo mundo de
las migraciones, y poniéndola al servicio de los lectores inte-
resados, en general, y de manera especial de la ciudadanía
española en el exterior. Pueden citarse las recientes obras
Ciudadanos Españoles en el mundo. Situación actual y reco -
rrido histórico (2008), El protagonismo de la mujer en las
corrientes migratorias españolas e Hijos y nietos de la emi -
gración española. Las generaciones del re t o rno (ambos
publicados en 2009), que tan buena acogida han tenido en los
- 13
14. GUÍA DE
LECTURA
ambientes académicos y unive rs i t a ri o s , a d m i n i s t ra c i o n e s
relacionadas con el mundo de la emigración, medios de
comunicación y comunidades españolas en el extranjero. Y
en esta ocasión ha considerado interesante estudiar y desta-
car, dentro de los movimientos migratorios españoles, el
papel que la emigración a Europa en la pasada centuria ha
representado en nuestra sociedad, incidiendo en distintos
aspectos de esta realidad que tanto ha contribuido –económi-
camente, culturalmente, sociológicamente– a la conforma-
ción de la sociedad española actual.
Quizás su proximidad en el tiempo ha sido uno de los
m o t ivos por los cuales se ha analizado aún escasamente el
fenómeno de la emigración española a Europa a lo largo del
siglo XX, con menos rigor y profundidad de lo que merece
esta importante realidad. Tal vez también la falta de perspec-
t iva y la complejidad de las sociedades de acogida sea otro
m o t ivo para que todavía falten tantas investigaciones que
arrojen luz sobre esta parte tan esencial de la emigración
española como un hecho histórico de primera magnitud. El
ámbito de la emigración al continente americano, a ve c e s
acompañada de dosis de romanticismo y epopeya, parece que
ha centrado más hasta ahora el interés de los historiadores y
ensayistas del mundo contemporáneo. Escribía Horacio: “Los
que atraviesan los mares cambian de cielo pero no de condi-
ción”. El poeta clásico, lírico y satírico, casi definía a la per-
fección la realidad de muchos seres humanos transterrados,
en cualquier latitud. Nos toca ahora referirnos a ellos en el
marco europeo. Emigrantes españoles –sí–, aunque fijaran su
vecindad en nu evos países y accediesen a sus destinos labo-
14 -
15. La emigración española a
Europa en el siglo XX
rales utilizando otros medios de transporte. De ahí, pues, los
contenidos innovadores de la presente colectánea de estudios
sectoriales. Por todo lo expresado, el libro mitiga tantas
ausencias y llena de contenidos una parte tan significat iva de
la historia de las migraciones en nuestro país, combinando el
aspecto divulgat ivo con el carácter científico y académico en
nuestro singular viaje por Europa.
Guardo estas últimas líneas de la “Guía de lectura”
para poner de relieve mis agradecimientos, siempre pertinen-
tes en una obra colectiva. En lugar destacado, otra vez,
muchas gracias al director general del Grupo España Exterior
y editor de esta obra, Francisco Gómez-Soto, que a lo largo
de este año 2009 ha enriquecido sus empresas de comunica-
ción con nu evos y útiles recursos informáticos, haciéndolas
más universales a través de Internet. Sin su interés y patroci-
nio, nuestro apasionante y documentado viaje libresco euro-
peo, para mejor entender la huella de la emigración española,
no sería posible, y seguramente se quedaría sólo en proyecto.
Vayan mis felicitaciones para él y su plantilla de colaborado-
res. No es mi deseo obviar tampoco los nombres de Pilar
Cagiao, Xosé M. Núñez Seixas y Ramón Villares –profesores
de la Facultad de Geografía e Historia en la Unive rsidad de
Santiago de Compostela, por sus directrices y sugerencias–;
del filólogo y profesor de gallego en Secundaria, Antonio
Puentes Chao –por sus cuidadas observaciones lingüísticas–
y de José Luis Andújar Pose, siempre dispuesto a venir en mi
ayuda para resolver los intríngulis de la Informática. En plu-
ral, agradecimiento al esfuerzo del grupo de reputados inve s-
tigadores y docentes del ámbito universitario –mis colegas de
- 15
16. GUÍA DE
LECTURA
viaje–, que colaboran en La emigración española a Europa
en el siglo XX con sus aportaciones académicas, prestigiando
este libro. Y, por supuesto, a algunos de mis vecinos, años
atrás emigrantes gallegos en Europa, quienes me han permi-
tido retratarlos y recoger sus testimonios, sus relatos biográ-
ficos, para incluirlos resumidamente en el presente vo l u m e n .
Agradezco también su colaboración, complicidad y compren-
sión a mi entorno familiar más próximo, porque, como en
ocasiones anteriores con otros tránsitos y tareas bibliográfi-
cas, este trabajo ha supuesto robarles muchas horas de ocio
en mutua y grata compañía.
Nos espera ya la Europa de nuestros emigrantes. Vamos
a saber algo más sobre nuestro pasado más reciente, descu-
briendo las páginas tan intensas de La emigración española a
Europa en el siglo XX.
16 -
17. Las fuentes estadísticas Julio HERNÁNDEZ BORGE.
Profesor titular y coordinador
de la Cátedra Unesco sobre
Migraciones de la Universidad
españolas sobre la de Santiago de Compostela, de
cuyo actual Departamento de
Geografía fue el primer direc-
emigración a Europa tor, centra sus investigaciones
en temas geodemográficos
referidos a Galicia y España,
entre los que destacan los rela-
Julio HERNÁNDEZ BORGE tivos a los movimientos migra-
torios sobre los que tiene
Doctor en Geografía y Coordinador de la Cátedra numerosas publicaciones como
Unesco sobre Migraciones de la Universidad de autor, colaborador o coordina-
Santiago de Compostela dor, entre las que cabe citar:
La emigración en el cine:
diversos enfoques (2009),
Mujer y emigración. Una pers -
pectiva plural (2008), Pasado e
L
as estadísticas españolas sobre movimientos migra- presente do fenómeno migrato -
t o rios empezaron a publ i c a rse con un gran re t ra s o rio galego en Europa (2007),
Los estudios sobre la emigra -
s o b re las re l at ivas a otros aspectos de la población. ción interior gallega (2004), La
inmigración exterior en Galicia
Fue a finales de 1856 (el 3 de noviembre) cuando se creó la (2003), Las investigaciones
Comisión Estadística General del Reino que, t ras cambiar sobre la emigración gallega a
países europeos (2002),
su nombre por el de Junta de Estadística, llevó a cabo con Mujeres en la emigración exte -
rior española de finales del
fe cha de re fe rencia 21 de mayo de 1857 el primer Censo de siglo XIX (2001), El retorno
población realizado por inscripción nominal y directa de reciente de emigrantes españo -
les (2000), La política migrato -
todos los habitantes. Esta misma Ju n t a , además de hacer un ria española con Iberoamérica
durante el gobierno de Franco
nuevo Censo en 1860, empezó a publicar en 1863 una seri e (1999), La mujer en la legisla -
estadística sobre el “Movimiento Nat u ral de la Población” ción migratoria española
(1998), Guía bibliográfica de
c u yos datos comienzan en 1858. Por el contra ri o , p a ra las emigración galega (1992) y
Tres millóns de galegos (1990).
migraciones hubo que esperar a 1882 en que, por un Real
Decreto de 6 de mayo, se encomendó al Instituto
Geográfico y Estadístico (here d e ro desde 1873 de los orga-
18. Julio HERNÁNDEZ Las fuentes estadísticas españolas
BORGE sobre la emigración a Europa
nismos antes citados) la elab o ración de estadísticas re fe ridas a las
m i graciones exteriores.
El primer volumen, denominado “Estadística de la emigra-
ción e inmigración de España en los años de 1882 a 1890”, ap a-
reció en 1891, con unos treinta años de re t raso con relación a las
p ri m e ras estadísticas censales o del movimiento nat u ral de la
p o blación. A él le siguió una larga serie de publicaciones que, con
el tiempo, c a m b i a ron de denominación (de 1912 a 1922 pasaron a
l l a m a rse “Estadística de pasajeros por mar”, de 1923 a 1956
“Estadística del movimiento de buques y pasajeros por mar” y
después de esta fe cha “Estadística de tráfico marítimo”), p e ro
mantuvieron su ra s go definidor: c o n t abilizar los pasajeros embar-
cados o desembarcados en los puertos españoles con destino o
p rocedencia extra n j e ra (o colonial). Por ello, aunque en la época
s o b re la que esta fuente facilita datos (finales del siglo XIX y pri-
m e ra mitad del XX) los conceptos pasajero y emigrante estab a n
bastante próximos, no eran idénticos, al ser más amplio el pri m e-
ro. Por otra part e, por lo que se re fi e re a Europa, aunque vienen
cl a s i ficadas las entradas y las salidas desde o hacia puertos de este
continente, no quedan re c ogidos todos los desplazamientos espa-
ciales, siendo especialmente grave esta carencia en los que no
tenían la necesidad de utilizar el barco como era el caso de los dos
países con los que España, fundamentalmente por ra zones de pro-
ximidad ge ográfica, tuvo una mayor relación de carácter migrat o-
ri o : Po rt u gal y Francia.
Algo pare c i d o , p e ro con carácter todavía más restrictivo,
podría decirse de otra fuente estadística, iniciada a principios del
siglo XX por el Consejo Superior de Emigración, pues contab i l i-
z aba como emigrantes a los que se ajustaban a lo establecido en
18 -
19. La emigración española a
Europa en el siglo XX
la Ley de emigración de 21 de diciembre de 1907: “españoles que
se propongan abandonar el terri t o rio pat ri o , con pasaje re t ri bui -
do o gratuito de tercera cl a s e, o de otra que el Consejo Superi o r
de Emigración decl a re equiva l e n t e, y con destino a cualquier
punto de América, Asia u Oceanía” ( a rtículo 2º). Se asimila al
emigrante con el pasajero marítimo con billete de terc e ra cl a s e,
p e ro en este caso no se tiene en cuenta Europa entre los destinos.
Bien es ve rdad que la emigración española más numerosa en esta
época era la tra n s o c e á n i c a , pero en las pri m e ras décadas del siglo La segunda Ley
XX, especialmente a partir de los años de la I Guerra Mundial se española de emi-
incre m e n t a ron las salidas hacia Francia, q u e, por otra part e, se gración (de 20 de
hacían básicamente por vía terre s t re. La segunda Ley española de diciembre de
emigración (de 20 de diciembre de 1924) modificó ligeramente el 1924) modificó
c o n c epto legal de emigrante al señalar en su artículo 2º que serán ligeramente el
considerados como tales “los españoles o sus familias que, por concepto legal
causa de trabajo, abandonen el terri t o rio nacional para estable - de emigrante al
cerse fuera de él defi n i t iv o temporalmente”. Pe ro la identifi c a-
a señalar en su
ción del emigrante con el pasajero por vía marítima con billete de artículo 2º que
terc e ra clase o asimilada se seguiría manteniendo en esta seri e serán considera-
dos como tales
estadística y en la de su continu a d o ra (las Estadísticas de emigra-
“los españoles o
ción que comenzó a publicar el Ministerio de Trabajo tras la gue-
sus familias que,
rra civil). Es por ello por lo que en los años cincuenta, cuando
por causa de tra-
empieza a competir con el barco el tra n s p o rte aéreo, se tiene que bajo, abandonen
a cl a rar el concepto legal de emigrante mediante una Orden de el territorio
P residencia de 6 de nov i e m b re de 1957, especificándose que nacional para
d i cho concepto “no se verá afectado por el vehículo en que la establecerse
e m i gración se realice”. fuera de él defi-
En esta Orden de finales de 1957, y esto si que es un cam- nitiva o tempo-
bio significativo, se señalaba además que tampoco afectaría al ralmente”.
- 19
20. Julio HERNÁNDEZ Las fuentes estadísticas españolas
BORGE sobre la emigración a Europa
c o n c epto legal de emigrante “el país extranjero en que aquél se
e s t abl e z c a ”, lo que re fleja la nueva realidad migrat o ria que se
e s t aba gestando en España en esos años. Aunque la emigración
u l t ra m a rina seguía siendo la corriente mayo ri t a ri a , empezaban a
ser cada vez más numerosas las salidas hacia países del continen-
te europeo, que a lo largo del séptimo decenio del siglo XX y en
los tres pri m e ros años del octavo se conve rtirían en masivas, al
tiempo que decl i n aba la emigración clásica diri gida hacia el
Nuevo Mundo. Estos cambios están relacionados con la política
i n t e rnacional de España tras su ingreso en la O.N. U. en 1955, que
fue abandonando el aislacionismo en que se encontraba inmersa y
que en el terreno migrat o rio se plasmó en la entrada de nu e s t ro
país en el C.I.M.E. (Comité Interg u b e rnamental para las
M i graciones Europeas) en 1956.
A partir también de 1956, mediante la creación del Instituto
Español de Emigración (I.E.E.) por Ley de 17 de julio, se incre-
mentó la acción directa del go b i e rno franquista sobre las salidas al
extranjero, permitiendo, cuando no fomentando, aquellas de tipo
económico. El Instituto estuvo adscrito inicialmente a la
P residencia del gobierno, p e ro por Decreto de 9 de mayo de 1958
pasó a depender del Ministerio de Trabajo ante la necesidad de
c o o rdinar las cuestiones de emigración y empleo. Fruto de esta
nueva política fue la fi rma de A c u e rdos migrat o rios con distintos
países de nu e s t ro continente, tales como Bélgica (28 de noviem-
b re de 1956), Alemania (29 de marzo de 1960), Francia (25 de
e n e ro de 1961), Suiza (2 de marzo de 1961), Holanda (8 de ab ril
de 1961) y Au s t ria (2 de mayo de 1962), que contribuirían a des-
a rrollar la emigración a Europa, h e cho que también impulsaría el
denominado “Plan de Estabilización Económica” de 1959 que
20 -
21. La emigración española a
Europa en el siglo XX
puso fin a dos decenios de política “autárquica”. Estos cambios
acelera ron el éxodo ru ra l , una parte del cual intensificó el pro c e-
so de urbanización español, p e ro otra parte salió hacia Europa,
contribuyendo con sus remesas de divisas a poner en práctica los
Planes de desarrollo económico de los años sesenta.
Tanto la Ley de 22 de diciembre de 1960 de Je fat u ra del
Estado (Bases de ordenación de la emigración), como la Ley
33/1971 de 21 de julio de emigración se adaptan a esta nueva re a-
lidad en que Europa se convertirá en el principal continente de
re c epción, por lo que desde el punto de vista legal ya no se equi-
p a ra la emigración con ningún tipo de desplazamiento o destino
c o n c retos al señalarse que es “la salida del terri t o rio nacional de
ciudadanos españoles para establecerse defi n i t iv o temporal -
a
mente en el extranjero” (art. 1º2. de la Ley de 1960).
LAS FUENTES ESTADÍSTICAS DE LA ETAPA
DE LA EMIGRACIÓN MASIVA A EUROPA
El crecimiento de las salidas hacia países europeos dio
lugar a la ap a rición de estadísticas sobre este movimiento demo-
gráfico, c u ya publicación empezaría en 1962 por el I.E.E. median-
te unos fascículos denominados inicialmente “Estudios migrat o-
rios” (el número 1 re c ogía las estadísticas de dicho año), que pos-
teriormente, a partir de 1968 y con carácter anual, p a s a ron a deno-
m i n a rse “Emigración española asistida. Estadística del año...”.
Desde los años ochenta continúa la publicación de datos (dentro
de distintos dep a rtamentos del Ministerio de Trab a j o ) , pero en un
nuevo contexto migrat o rio español al descender la intensidad de
las salidas y, tras la integración de España en la Unión Europea,
aumentar las entradas hasta conve rt i rse en país de inmigración.
- 21
22. Julio HERNÁNDEZ Las fuentes estadísticas españolas
BORGE sobre la emigración a Europa
Españoles en Holanda
en los años 80.
Todo ello llevó a la desap a rición del I.E.E. en 1991 pasando sus
funciones a la Dirección General de Migraciones (R.D.
1458/1991 de 11 de octubre ) .
La serie estadística básica para conocer el volumen y las
c a racterísticas generales de los emigrantes españoles a Europa se
inicia, pues, en 1962. Pe ro antes de esta fe cha, la Dirección
G e n e ral de Empleo del Ministerio de Trabajo en su serie
“Estadísticas de migración exterior”, básicamente centradas en las
salidas transoceánicas, o f recía algunos datos sobre la emigración
a países europeos, d e rivada de la marcha de aquellas personas que
se fueron acogiendo a los A c u e rdos migrat o rios de España con
dive rsos países.
La característica principal de las estadísticas del I.E.E. ap a-
rece especificada en el ep í gra fe de su denominación “Emigración
española asistida”. Es decir, re c oge los datos de las personas que
s a l i e ron hacia distintos países europeos con algún tipo de asisten-
cia por parte de este Instituto, que recibía y, a través de sus
22 -
23. La emigración española a
Europa en el siglo XX
Delegaciones Provinciales, distribuía las ofe rtas de trabajo de los
países demandantes, siendo en estas Delegaciones donde los inte-
resados en emigrar pre s e n t aban sus solicitudes. La asistencia pri n-
cipal era , pues, la gestión del contrato de trab a j o , p e ro además
podía haber ayudas relacionadas con la tramitación del pasap o rt e,
el viaje o la instalación en el país de destino. Por todo ello esta
fuente estadística da, como es sobradamente conocido, una cuan-
tificación parcial del fenómeno migrat o ri o , ya que las personas
que salieron al margen del Instituto, los denominados “no asisti- (1)
dos” o “clandestinos”, que march a ron individualmente o, muchas En un Informe sobre la
emigración en 1965 el
veces, i n m e rs en cadenas migrat o rias con pasap o rte de turista
os I.E.E. señalaba que “esta
corriente migratoria [la
no ap a recen en ninguna estadística española (al igual que hab í a no asistida] es de verda-
o c u rrido con otros flujos anteri o rm e n t e, como los exiliados de la dera importancia, hasta
el punto que sobrepasa
g u e rra civil). La emigración no asistida fue muy importante en los aquella otra asistida en
cifras superiores a los
p ri m e ros años de iniciarse este movimiento demográfico hasta el 23.000 emigrantes”
punto de que el propio I.E.E. reconocía que tenía un volumen (Informe, 1966, 38).
Además en la p. 101 se
similar, cuando no superior al de la asistida1, por lo que para tener detalla el cálculo de la
emigración no asistida
una cuantificación más real de las cifras de la emigración conti- anualmente y por países
nental española hay que acudir a las estadísticas de inmigración de destino.
de los países re c ep t o re s2. Esta infravaloración de los datos ofi c i a- (2)
Como muestra de las
les españoles era mayor en algunos colectivos como las mujeres innumerables publicacio-
(mu chas salían de España amparadas por fa m i l i a res y/o amigos nes que facilitan infor-
mación de estas estadís-
p a ra trabajar en buena medida en el servicio doméstico) o los ticas, citaremos la obra
de Sánchez López (1970)
niños (casi no están rep resentados en las estadísticas por no trat a r- realizada cuando la emi-
se de población lab o ra l ) . gración a Europa alcan-
zaba mayor intensidad.
Con el paso de los años el volumen de la emigración no En la pág. 26 se presenta
un cuadro con datos
asistida fue disminuyendo, de modo que en 1972 el I.E.E. la anuales (1960-1967) de
estimaba en un 10% de la total (Atlas, 1972), pero sobre todo los emigrados españoles
según las estadísticas de
se reduciría a partir de 1974 en que la recesión económica ocho países de destino.
- 23
24. Julio HERNÁNDEZ Las fuentes estadísticas españolas
BORGE sobre la emigración a Europa
internacional, ligada en sus orígenes al encarecimiento de los
precios del petróleo, hizo que los países receptores endurecie-
sen sus condiciones de admisión, por lo que fue cada vez más
difícil legalizar su situación a aquellos que salían de España
con pasaporte de turista.
O t ro aspecto que conviene destacar en las estadísticas del
I.E.E. es la distinción que hacen entre la emigración “permanen-
te” (con un contrato de trabajo de una duración de un año o más)
Aunque la emi-
y la de “temporada” ( p a ra un trabajo o campaña determ i n a d a , que
gración ultrama-
rina seguía sien- en la práctica se re fería a los desplazamientos para trabajar en
do la corriente dive rsas campañas agrícolas francesas). Recogen, pues, no el
mayoritaria, n ú m e ro anual de emigrantes, sino el de salidas, con lo cual “un
empezaban a ser e m i grante que salió en 1962 pudo volver a España en 1965 y de
cada vez más nuevo marchar en 1972” (Puyol, 1976, 482). A partir de 1983 se
numerosas las p resenta una nueva cat egoría, la emigración “temporal” re fe rida a
salidas hacia paí- aquellos contratos de duración superior a tres meses e infe rior a
ses del continen- un año.
te europeo, que
a lo largo del LOS DATOS DE LAS ESTADÍSTICAS
séptimo decenio DE EMIGRACIÓN ASISTIDA
del siglo XX y en
Las estadísticas del I.E.E. perm i t e n , pues, conocer la evo l u-
los tres primeros
ción de la emigración española a Europa, p e ro , al re fe ri rse a los
años del octavo
e m i grantes “permanentes” asistidos, h ay que tomarlas como algo
se convertirían
indicativo de las tendencias ge n e rales. Para analizar esta evo l u-
en masivas, al
tiempo que decli- ción iniciaremos la secuencia en 1961, primer año del séptimo
naba la emigra- decenio del siglo XX, y la finalizaremos en 1985, por ser el ante-
ción clásica diri- rior al de la entrada de España en la Unión Europea. En la gr á fica
gida hacia el que re c oge los datos de estos 25 años (fi g. 1) puede ap re c i a rse la
Nuevo Mundo. i m p o rtancia que tuvieron las salidas hasta principios de los años
24 -
25. La emigración española a
Europa en el siglo XX
setenta, con va l o res anuales que llega ron a ap rox i m a rse o a supe-
rar las 100.000 personas; sólo el año 1967 m e s t ra una caída de la
u
emigración, relacionada con una recesión económica que afe c t ó
especialmente a las salidas diri gidas a Alemania. Por el contra ri o ,
desde mediados de los años setenta el número de emigrantes se
sitúa dentro de valores re l at ivamente bajos (de un promedio anual
de 104.658 en el trienio 1971-73 se bajó a 50.695 en 1974, 20.618 (3)
Por afectar sólo al des-
en 1975 y 11.336 en 1977, el año de menor intensidad emigrat o- glose de los últimos tres
ria) con el valor añadido de que, además, se trata de cifras mu ch o años se ha preferido
sumar los emigrantes
más fi ables al tener poca importancia la emigración no asistida. permanentes y los tem-
porales entre 1983 y
Por otra parte las salidas registradas desde 1974 se diri gi e ron 1985 para presentar la
mayoritariamente a Suiza, país que, a dife rencia de otras naciones evolución general. Estos
últimos en el trienio
vecinas que impusieron grandes restricciones, c o n t i nuó acogi e n- 1983-85 representaron la
mayor parte del total de
do trab a j a d o res españoles (Hernández y Durán, 1989), si bien pre- las salidas a Europa
d o m i n a ron los contratos temporales3 p a ra trabajar en la constru c- (88,63%); de ellos los
dos tercios fueron a
ción o en la hostelería. Suiza.
- 25
26. Julio HERNÁNDEZ Las fuentes estadísticas españolas
BORGE sobre la emigración a Europa
D e n t ro de la distribución por sexos queda plasmada en la
gráfica citada la sobre rrep resentación masculina que existe en las
c i f ras de emigrantes asistidos4, por lo que la curva evolutiva de los
va rones es muy similar a la de la emigración total. Evidentemente
los hombres fueron mu cho más nu m e rosos que las mu j e res den-
t ro de esta corriente y en la mayor parte de los países, con la
ex c epción del Reino Unido, p e ro no en la pro p o rción que nos
re flejan las estadísticas del I.E.E. (casi el 83% entre 1962 y 1973,
los años de mayor emigración).
Las estadísticas oficiales también permiten llevar a cabo un
análisis espacial de la emigración, si bien la escala a la que des-
cienden es poco detallada: el Estado en los países de destino y la
p rovincia en el caso de la procedencia. Pa ra estos aspectos y para
señalar las características de nuestros emigrantes nos centra re m o s
en los años en que la corriente europea afectó a un mayor núme-
ro de personas.
(4)
En una encuesta a emi- En el destino de la emigración continental, que en el perío-
grantes españoles retor-
nados, a la pregunta de
do 1962-1973 registró un total de salidas próximo al millón de
si cuando salieron reci- p e rsonas (987.485), t res países ab s o r b i e ron la casi totalidad de los
bieron asistencia por el
I.E.E. respondió negativa- e m i grantes “permanentes” asistidos: Alemania, que solió ocupar
mente el 45% de los
hombres y el 68% de las
el primer puesto hasta 1970 (salvo en 1967 y 1968 por la recesión
mujeres (Castillo, 1980, citada más arri b a ) , Suiza que se colocó en pri m e ra posición a par-
23). Otro ejemplo, éste
de carácter microterrito- tir de 1971 (ya lo había hecho antes en 1967) con porcentajes pró-
rial, lo encontramos en
las historias de vida de
ximos o superi o res al 50% (cifras superadas muy ampliamente
quince emigrantes conti- desde finales de los años setenta) y Francia, que ha presentado
nentales gallegas de un
área rural (Saviñao) y unas menores oscilaciones anuales.
otra urbana (A Coruña).
Sólo una declaró haber
A mu cha distancia fi g u ra Holanda, Reino Unido u otro s
n
recurrido a la “emigra- países europeos hacia los que salieron españoles a través del
ción asistida” (vid. López
1999 y Martínez 1999). I.E.E. (Cuadro I).
26 -
27. La emigración española a
Europa en el siglo XX
Cuadro I: Destino de los emigrantes españoles entre 1962 y 1973
PAÍSES % sobre el total de salidas
Alemania 38,20
Bélgica 0,51
Francia 21,94
Holanda 3,88
Reino Unido 1,28
Suiza 33,88
Otros países 0,33
Fuente: I.E.E. y elaboración personal
En cuanto al ori gen ge ográfico de nu e s t ros emigrantes hay
que señalar que la corriente diri gida a Europa constituyó un fe n ó-
meno que, si bien afectó a todo el terri t o rio nacional, se polari z ó
en va rias comunidades autónomas (fi g. 2), entre las que sobre s a-
len Andalucía (29,88%) y Galicia (23,02%), seguidas por Castilla
y León, la Comunidad Valenciana, Extremadura y Madrid (entre Las estadísticas
el 10,88% de la pri m e ra y el 5,85% de la última). Del resto sólo oficiales también
son destacables Murcia (3,90%: en este caso se trata de una sola permiten llevar a
p rovincia) y Cataluña (2,43%: una de las comunidades con mayor cabo un análisis
población absoluta). Sin duda el ra s go más ori ginal de esta distri- espacial de la
emigración, si
bución espacial dentro de España lo presenta Galicia por hab e r
bien la escala a
sido en el pasado una de las regiones que más part i c i p a ron en la
la que descien-
emigración a América y que se suma ahora a esta nueva corri e n-
den es poco
t e, a dife rencia de otras (como Asturias, C a n t ab ria o el País Vasco,
detallada: el
que tuvieron importancia en las salidas ultramarinas, pero que Estado en los paí-
apenas participan en la emigración continental). Por otra parte la ses de destino y
comunidad gallega en los pri m e ros años de la década de los sesen- la provincia en el
ta todavía continuó alimentando un re l at ivamente importante flujo caso de la proce-
transoceánico, lo que hizo que coex i s t i e ra en ella estas dos
n dencia.
- 27
28. Julio HERNÁNDEZ Las fuentes estadísticas españolas
BORGE sobre la emigración a Europa
c o rrientes migrat o rias exteriores, a dife rencia de las restantes
regiones españolas (vid. Hernández Borge, 1976).
Por provincias son lógicamente las encuadradas en las
c o munidades autónomas que pre s e n t a ron una mayor intensidad
e m i grat o ria las que ocupan los principales luga re s , p e ro conviene
resaltar a Ourense con algo más del 10% del total de emigrantes
españoles, ocupando un primer lugar muy destacado, seguida por
A Coruña, Madrid, Granada y Sevilla (con va l o res superi o res a
5%) y por Valencia, Córdoba, Ponteve d ra , Cádiz, Ja é n , Badajoz y
M á l aga (con porcentajes comprendidos entre 3 y 5).
Además de info rmar del ori gen y del destino, en las estadís-
ticas del I.E.E. encontramos datos sobre determinadas cara c t e r í s-
ticas de los emigrantes españoles re fe ridas a edad, estado civil y
actividad profesional, también cl a s i ficados según provincias de
salida y principales países de llegada.
La edad de nuestros emigrantes continentales refleja clara-
mente que se trató de un flujo de carácter laboral, destinado a
cubrir aquellas actividades profesionales menos demandadas por
28 -
29. La emigración española a
Europa en el siglo XX
los trabajadores autóctonos de los países de destino, que eran las
que requerían poca cualificación para su desempeño y que reci-
bían salarios bajos, al combinarse en los países demandantes un
importante crecimiento económico con la llegada a la edad de
incorporación al mercado del trabajo de generaciones poco
numerosas (por haber nacido en épocas de baja natalidad) y
mejor formadas cultural y profesionalmente que las precedentes.
Por todo ello son las personas con edades comprendidas entre 20
y 39 años las que dan los porcentajes más elevados (Cuadro II),
estando poco presentes los adultos maduros y, sobre todo, los
“viejos” (incluimos en esta denominación a los mayores de 54
años) y los niños, que por el carácter de las estadísticas están Además de infor-
infrarrepresentados. La combinación de la edad con el sexo mar del origen y
muestra diferencias poco importantes. del destino, en
las estadísticas
Cuadro II: Edad de los emigrantes españoles a Europa (1963-1973) del I.E.E. encon-
<15 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 <55 tramos datos
% TOTAL 0,71 11,24 19,71 21,63 17,05 14,41 9,34 5,40 0,49 sobre determina-
% Hombres 0,45 10,13 17,84 22,27 17,92 15,39 9,91 5,62 0,47 das característi-
% Mujeres 1,99 16,71 28,99 18,48 12,78 9,58 6,55 4,32 0,61 cas de los emi-
Fuente: I.E.E. y elaboración personal. grantes españoles
referidas a edad,
estado civil y
Al ser mayoritarias las personas con edades encuadradas
actividad profe-
en la población adulta joven es lógico que casados (56,37%) y
sional, también
solteros (43,22%) sean los estados civiles mayoritarios, tam-
clasificados
bién en este caso con no demasiadas diferencias en su distri bu- según provincias
ción por sexos (Cuadro III), con ex c epción de la viudez, donde de salida y prin-
las mujeres son proporcionalmente bastante más numerosas cipales países de
que los hombres. llegada.
- 29
30. Julio HERNÁNDEZ Las fuentes estadísticas españolas
BORGE sobre la emigración a Europa
Cuadro III: Estado civil de los emigrantes españoles a Europa (1963-1973)
Solteros Casados Viudos
TOTAL 43,22% 56,37% 0,41%
Hombres 42,62% 57,15% 0,23%
Mujeres 46,20% 52,51% 1,29%
Fuente: I.E.E. y elaboración personal.
Por último, las estadísticas del I.E.E. informan también de
los grupos profesionales5 de los emigrantes (Cuadro IV), lo que
nos permite constatar las actividades en que las necesidades de
mano de obra por parte de los países demandantes eran más altas:
determinadas ramas del sector industrial (incluyendo la construc-
(5)
Las estadísticas españo- ción y la minería) y del sector servicios. Por ello vemos la pre-
las establecen once gru- ponderancia clara del grupo 7/8 (artesanos y trabajadores indus-
pos profesionales: 0.
Trabajadores profesiona- triales, peones no incluidos en otros grupos), seguido del 4 (agri-
les, técnicos y asimila-
dos; 1. Administradores, cultores, pescadores, cazadores, trabajadores forestales y asimi-
gerentes y directores; 2. lados) y del 11 (mujeres sin profesión y niños menores de quin-
Empleados de oficina; 3.
Vendedores; 4. ce años, en el que están incluidas muchas mujeres que trabajarí-
Agricultores, pescadores,
cazadores, trabajadores an en el servicio doméstico, donde es más fácil de conseguir
forestales y asimilados; empleo).
5. Mineros, canteros y
trabajadores asimilados;
6. Trabajadores de los
Cuadro IV: Grupos profesionales de los emigrantes españoles a
transportes y comunica-
ciones; 7/8. Artesanos y Europa (1963-1973). Porcentaje %.
trabajadores industriales, 0 1 2 3 4 5 6 7/8 9 10 11
peones no incluidos en
otros grupos; 9. 0,13 0,00 0,35 0,26 28,69 0,54 1,16 56,43 2,60 0,37 9,45
Trabajadores de los ser- Fuente: I.E.E. y elaboración personal.
vicios, de los deportes y
las diversiones; 10.
Trabajadores que no Además de toda esta información referida a los emigrantes
pueden ser clasificados
según la ocupación; 11. “permanentes”, las estadísticas del I.E.E. también facilitan datos
Mujeres sin profesión y sobre la emigración de temporada a Francia, que recogen las per-
niños menores de quince
años. sonas que salían contratadas para trabajar en diferentes campañas
30 -
31. La emigración española a
Europa en el siglo XX
agrícolas del vecino país, como el arroz (plantelistas y arroceros),
remolacha (bina, repaso y arranque), recolección de frutas y
legumbres y, sobre todo, vendimia. Aunque también en este caso,
fueron muchos los españoles que salieron al margen de los orga-
nismos oficiales, el número de los contabilizados en las estadís-
ticas muestra el carácter masivo del fenómeno, pues hasta finales
de los años setenta se aproximaba o superaba los 100.000 anua-
les (Cuadro V). En cuanto al origen dentro de España cabe des-
tacar la fuerte participación de las regiones mediterráneas
(Comunidad Valenciana, Murcia y varias provincias andaluzas),
así como la casi nula aportación de gallegos, tan presentes en la
emigración permanente. La disminución de este flujo se inició en
los años ochenta, presentando progresivamente cifras cada vez
más bajas, que a finales del siglo XX oscilaban entre cinco y siete
mil personas con cambios tanto en el origen geográfico como en
su composición (Vilar y Vilar, 1999, 61-62).
Cuadro V: Emigrantes de temporada a Francia (1963-1973)
Arroz Remolacha Vendimia Otros Total
Promedio anual 2.629 18.666 67.279 12.157 100.730
% 2,61 18,53 66,79 12,07 100,00
Fuente: I.E.E. y elaboración personal.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Las fuentes estadísticas refe ridas a la etapa de la gran
e m i gración a Europa de los años sesenta y principios de los
setenta del siglo XX, al recoger las info rmaciones de sólo una
parte de los emigrantes (los asistidos), son insuficientes para
cuantificar el volumen total de los que salieron, que algunos
- 31
32. Julio HERNÁNDEZ Las fuentes estadísticas españolas
BORGE sobre la emigración a Europa
autores evalúan en 2.000.000 para el período 1960-1973 con un
retorno de 800.000-1.000.000 (Sanz, 2008, 95). Pe ro las “esta-
dísticas de emigrantes asistidos” nos permiten conocer el pro-
ceso evolutivo, las características de las personas que part i c i p a-
ron en el flujo, los destinos principales y las provincias españo-
las de procedencia y, a pesar de sus deficiencias, supusieron un
gran avance con respecto a épocas precedentes en las que los
desplazamientos espaciales con destino a países del continente
europeo no eran recogidos en ninguna fuente o, si lo eran (caso
de la serie de pasajeros por mar), la insuficiencia era muy grave.
Complemento de estas estadísticas son dive rsas publicacio-
nes del I.E.E. o de otros Dep a rtamentos del Ministerio de Trab a j o ,
como los “Informes”, “Memorias”, “Atlas” o “Anuarios”, no tanto
por los datos que facilitan, como por sus info rmaciones y comen-
t a rios sobre la emigración a países europeos.
Por último, además de las estadísticas señaladas, c o n t a-
mos en España con fuentes de info rmación indirectas que per-
miten aprox i m a rnos a este fenómeno migratorio como son los
Censos de Po blación (analizando la localización en los distin-
tos países de la población “ausente” de su domicilio habitual,
dato recogido entre 1877 y 1991), los regi s t ros consulares o,
para las épocas más recientes, el Censo Electoral de Residentes
Ausentes (C.E.R.A.).
32 -
33. Bibliografía
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Licenciatura (inédita).
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movimientos migratorios recientes”. Boletín de la Real Sociedad
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Madrid, Confederación Española de Cajas de Ahorros.
- 33
34. Julio HERNÁNDEZ
BORGE
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históricas del flujo emigratorio ex t e rior, 1956-1985”. En
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cia. Zaragoza, Prensas Universitarias.
VILAR, J. B. y VILAR, Mª J. (1999): La emigración española a
Europa en el siglo XX. Madrid, Arco Libros.
34 -
35. La política emigratoria Francisco R. DURÁN VILLA.
Alcanza el grado de doctor
con la tesis titulada La emi -
española y la emigración gración española al Reino
Unido. Calificada con Apto
cum Laude, le fue concedido
el Premio Extraordinario de
a Europa Doctorado en el curso 1996-
97.
Director del Departamento de
Geografía. Miembro del
Arquivo da Emigración Galega
Francisco R. DURÁN VILLA (Consello da Cultura Galega).
Licenciado en Geografía e Historia. Doctor en Su línea de investigación prin-
Geografía y profesor titular de Análisis Geográfico cipal es la dedicada al estudio
de los movimientos migratorios
Regional en el Departamento de Geografía de la USC. hacia Europa tras la Segunda
Guerra Mundial.
Publicaciones: La emigración
gallega al Reino Unido,
C
uando se promulgan la Ley Orgánica 7/1985 de 1 de Santiago, 1985; Veintiséis años
julio sobre derechos y libertades de los extranjeros de emigración gallega a
Europa: de la Estabilización a
en España –denominada comúnmente como Ley de la integración en la CEE (1959-
1986), Santiago, 1989; Guía
Extranjería– y su Reglamento de ejecución de 26 de mayo del bibliográfica de emigración
año siguiente, en respuesta al mandato constitucional recogi- galega, Santiago, 1992; La emi -
gración y su reglamentación
do en el artículo 13 del Título I (De los derechos y deberes jurídica en España, Santiago,
2003; A Real Sociedade
fundamentales) por el que los extranjeros gozarán en España Económica de Amigos do País
de las libertades públicas que garantiza el presente Título en ante o problema social da emi -
gración en Galicia, Santiago,
los términos que establezcan los Tratados y la Ley, se cierra 2006; Soas e á aventura: as
galegas en Londres, Santiago
un largo período de casi 175 años en el que transitamos desde 2007.
el reconocimiento implícito de la libertad de emigrar en la
Constitución de 1812 al reconocimiento explícito de España
como país de inmigración.
Las disposiciones de distinto rango y procedencia que
han regulado y regulan la emigración no han cesado de pro-
36. Francisco R. La política emigratoria española
DURÁN VILLA y la emigración a Europa
liferar por su propio carácter coyuntural desde la ap a rición de la ya
lejana en el tiempo Real Orden circular del Ministerio de la
Gobernación de 16 de septiembre de 1853, que regularizaba las
salidas para las colonias españolas y para los Estados de América.
Durante el siglo XX mientras que han sido múltiples los intentos
realizados por el legislador para sistematizarlas y actualizarlas con
pretensión de generalidad, intentos que se han mat e rializado en las
diferentes leyes de emigración publicadas, no ha ocurrido lo
mismo con la norm ativa para los extra n j e ros hasta 1985, cuya
única síntesis de principios se mantenía invariable desde que entró
en vigor el Real Decreto de 17 de noviembre de 1852, que estable-
ce por primera vez los dere chos de extranjería en España. La
amplia declaración de principios que deriva del pre c epto constitu-
cional antes aludido se mantiene ap a rentemente en la legislación
re l ativa a su capacidad civil según se desprende del artículo 27 del
Código civil modificado por la Ley 5/1982 de 13 de julio, por el
que los extranjeros gozarán de los mismos derechos que la Ley
concede a los nacionales, aunque si se realiza un análisis de forma
pormenorizada de los preceptos de la Ley Civil se compru eba que
son muchas las ex c epciones contempladas, con la consiguiente
restricción de los dere chos en este campo, unas restricciones que
se hacen tanto más significativas cuando se comparan con las que-
jas, demandas y reivindicaciones efectuadas al respecto por los
diferentes Gobiernos de España o por los propios trabajadores
españoles emigrantes ante los responsables políticos de los Estados
e u ropeos de acogida.
La presencia de extranjeros, y en particular los originarios
de España, en los países de Europa centro-occidental no es un
fenómeno tan reciente como normalmente se suele aducir. Los
36 -
37. La emigración española a
Europa en el siglo XX
motivos de su emigración, independientemente de los exilios deci-
monónicos de afrancesados, liberales y carlistas –por citar sólo los
más importantes–, están directamente relacionados con la ex p a n-
sión del capitalismo y más concretamente con los dife rentes pro c e-
sos de industrialización.
La polarización asociada al desarrollo de la industria en el
siglo XIX y en las primeras décadas de la centuria posterior fue
sinónimo de concentración espacial tanto de actividades y de
riquezas producidas como de población y empleo en las nuevas
regiones industriales y en mu chas de las viejas ciudades europeas,
unas ciudades que gracias al desarrollo de los transportes se con-
virt i e ron en centros de producción y distri bución a gran escala,
diversificando con ello sus estru c t u ras funcionales tradicionales.
En el marco de las ventajas comparativas que ofrecían estos focos
de crecimiento industrial y económico el éxodo dominante es el
que procede de las zonas rurales, p e ro no es exclusivo. Este tra s va-
se masivo de población del campo a la urbe y los desplazamientos
internacionales que van a tener lugar desde las márgenes atlántica
y mediterránea de Europa traspasados los años centrales del siglo La presencia de
extranjeros, y en
XX responden a los modelos de desigualdad propios del capitalis-
particular los ori-
mo industrial y fordista, en los que el centro y la periferia, aunque
ginarios de
contrapuestos, se van a mantener ligados por fuertes mecanismos
España, en los
de interdependencia, cuyo ejemplo más característico es la dire c- países de Europa
ción contraria de los flujos de mano de obra y de capitales, que per- centro-occidental
mitieron generar importantes procesos de convergencia social y no es un fenóme-
espacial, que se están viendo alterados con el advenimiento de la no tan reciente
lógica del global a partir de los años ochenta del siglo XX. como normal-
Hace ya muchos años que en el deb ate historiográfico sobre mente se suele
la revolución industrial existen autores que tiende a restar impor- aducir.
- 37
38. Francisco R. La política emigratoria española
DURÁN VILLA y la emigración a Europa
tancia al proceso de modernización de la agricultura, es decir, al
aumento de la productividad, de los beneficios y a la liberalización
de campesinas y campesinos como principal factor de la industria-
lización, e insisten en su incapacidad para suministrar en solitari o
el capital y la mano de obra necesarios para el desarrollo de la
industria. A este respecto la incorp o ración de la mujer y de los
niños y las niñas a las fábricas puede responder y responde a un
proceso complejo en el que concurren la necesidad de completar
los ingresos de la familia, la búsqueda de una mano de obra bara-
ta por el empresariado y a las dificultades crecientes para movili-
zar la reserva nacional de trab a j a d o res masculinos por las conse-
cuencias nocivas del proceso de industrialización, por el imagina-
rio social de éxito y progreso asociado al éxodo ultramarino en
todas sus direcciones y, también, por el desarrollo de los medios de
transporte marítimo a partir de los años centrales del siglo XIX.
Además, también hay autores que han hecho hincapié en la deb i l i-
dad del crecimiento vegetativo de las ciudades, un crecimiento que,
a pesar de los altos índices de natalidad, es incapaz de ap o rtar los
efectivos suficientes para satisfacer la demanda de un mercado
lab o ral en continua expansión, por las difíciles condiciones de tra-
bajo y habitabilidad del proletariado, como se desprende de los
informes Villermé y Ashley elab o rados a mediados de siglo XIX
en Francia y en el Reino Unido respectivamente.
En este contexto no es extraño que se desarrollara en para-
lelo al éxodo rural un movimiento de mano de obra internacional
en Europa occidental, lato sensu, de fo rma coetánea al desarrollo
de los procesos de industrialización y en muchas ocasiones como
paso previo a un desplazamiento de mayor distancia. En un contex-
to en el que los trabajadores no dejan de ser más que un instrumen-
38 -
39. La emigración española a
Europa en el siglo XX
to fácilmente reemplazable, estos contingentes foráneos al ser
todavía más vulnerables que los propios nacionales –pues menor
es su capacidad re ivindicativa– van a ser utilizados en muchas oca-
siones como instrumento de control de los salarios. La ausencia de
norm at ivas migrat o rias en consonancia con el liberalismo reinante
y con la vigencia del permiso de permisión favoreció la movilidad,
como lo atestiguan los crecientes volúmenes de extra n j e ros regis-
trados en los censos de Alemania, Francia, Inglaterra y Suiza a
medida que avanzamos en el tiempo, aunque su existencia se vio
ensombrecida tanto por la magnitud del éxodo rural como por la
emigración de europeos en masa hacia A m é rica y en menor medi-
da hacia Asia, África y Australia.
Por ello tenemos que insistir en que la emigración económi-
ca intraeuropea posterior a la Segunda Guerra Mundial, en vez de
seguir presentándola como una ru p t u ra con el modelo tradicional,
como un cambio brusco de destino en la corriente ultramarina
secular (SAUVY, A. et MONDRIOT, C. 1962; GARCÍA
FERNÁNDEZ, 1965), tenemos que interpretarla como la continui-
dad de un dilatado e invisible proceso decimonónico en el que par-
ticiparon casi siempre los mismos pro t agonistas: irlandeses, i t a l i a-
nos, polacos, españoles y portugueses. Los estudios, por ejemplo,
de J. A. JACKSON y H, STIRN de 1963 y 1964 respectivamente,
y los publicados en 1966 por A. PROST y H. M. HAGMANN no
hacen más que ratificar la amplitud temporal de este proceso.
Los pasados años cincuenta y sesenta se caracterizaron por
el incremento del volumen de los desplazamientos y por la diver-
sificación y enriquecimiento del mosaico de procedencias con la
incorp o ración de los flujos y los procesos consiguientes de los que
proceden de Grecia, de Turquía y con los ori ginarios de los terri t o-
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40. Francisco R. La política emigratoria española
DURÁN VILLA y la emigración a Europa
rios coloniales en vías de emancipación. La magnitud del movi-
miento desveló y puso en tela de juicio la escasa capacidad que
tenían las abiertas sociedades europeas de acogida, incluso las de
más larga tradición, para asegurar la participación plena las dife-
rentes culturas en el seno de las propias por muy próxima que estas
fueran. El fracaso de las medidas asimilacionistas de aquellos años
–con otorgar la nacionalidad no basta para que se produzca la inte-
gración– y el frecuente intento de hacer recaer la responsabilidad
de la integración sobre los inmigrantes casi con carácter exclusivo
ha propiciado que algunos colectivos, los culturalmente menos afi-
nes, estén en situación de riesgo de marginalidad o de exclusión
social en la actualidad, no como un acto voluntario libremente asu-
mido sino como consecuencia de sus dife rencias socioculturales.
1.- ACCIÓN TUTELAR Y PATERNALISMO
Desde un punto de vista legal, la emigración de españoles
Desde un punto hacia Europa se hace visible con la promulgación por medio del
de vista legal, la Real Decreto de 20 de diciembre de 1924 de la nueva Ley y
emigración de Reglamento de Emigración. El nuevo concepto de emigrante, a
españoles hacia
diferencia del precedente, considera como tales a los españoles y
Europa se hace
sus familias que por causa de trabajo abandonen el territorio
visible con la
nacional para establecerse fuera de él definitiva o temporalmente.
promulgación
por medio del El destino ultramarino o las condiciones del billete –clase y gratui-
Real Decreto de dad– dejan de definir a esta figura para centrarse en el carácter labo-
20 de diciembre ral de los flujos económicos y en la duración de la expatriación,
de 1924 de la sobre todo porque la contratación temporal parece que ha tenido
nueva Ley y una importancia fundamental en el ámbito europeo desde el siglo
Reglamento de XIX, aunque como se ha demostrado posteriormente con los gas -
Emigración. tarbeiter de los años 1960s, ésta no ha constituido una solución
40 -
41. La emigración española a
Europa en el siglo XX
Disfrutando de una
tarde de domingo en
Alemania.
óptima y los Gobiernos no han tenido más remedio que acabar
aceptando la estabilización. Entre las modificaciones significativas
que introduce su articulado con respecto a la precedente está la cre-
ación de la Dirección General de Emigración –en sustitución del
Consejo Superior– dependiente del Ministerio de Trabajo, que tiene
entre otros el importante cometido de la tutela en el exterior. Tres
años después de su instauración, por medio del Real Decreto de 6
de septiembre, se transforma en Dirección General de Acción social
y Emigración, pues de orden económico y social son los móviles
que desarraigan a la población trabajadora del país, enriquecien-
do con ello su contenido y ampliando su campo de actuación. Como
complemento a esa acción tutelar en los países de acogida y en con-
sonancia con la actitud paternalista que mantiene el legislador, se
crean las Juntas de Emigración en los consulados, que van a ser las
encargadas de administrar el tesoro del emigrante, que se aplicará
exclusivamente en beneficio y repatriación de los españoles que lo
necesiten.
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42. Francisco R. La política emigratoria española
DURÁN VILLA y la emigración a Europa
No obstante, es necesario insistir en que esta Ley se enmar-
ca en un nuevo contexto de la migración internacional como con-
secuencia de los cambios que se han producido al término de la pri-
mera guerra mundial. Mientras que hasta esos momentos se asiste
a una gran libertad de movimientos a distintas escalas, p o rque los
nuevos Estados nacionales europeos fueron capaces de construir
sus propias ciudadanías sin menoscabo del dere cho a radicarse en
sus territorios de otros nacionales al amparo de una norma de dere-
cho internacional consuetudinario de sólida tradición humanitaria,
el pasap o rte se impone como documento de identificación en el
viaje y como instrumento de control del movimiento de fronteras,
a partir de la Conferencia celeb rada al respecto en París por el
Comité Provisional de la Sociedad de Naciones el 21 de octubre
1920. El derecho de entrada a partir de ahora no sólo se restri n gi-
rá a los extra n j e ros paulatinamente, sino que los go b i e rnos en el
ejercicio de su autoridad podrán denegarlo1.
Otro hecho significativo en estos años y directamente rela-
(1) cionado con la guerra, fue la introducción de procedimientos admi-
Real Decreto disponien - n i s t rativos de extranjería para los desplazamientos lab o rales.
do que los súbditos
extranjeros, para entrar Francia fue pionera con la c a rta de identidad (c a rte d’identité) en
en territorio español,
deberán traer pasaportes 1917; dos años después en el Reino Unido se introduce el permiso
expedidos y visados en la de trabajo (wo rk perm i t), que en el caso francés iría implícito en el
forma que se indica, que
acrediten su identidad, y contrato de trabajo hasta su disociación después de 1945; y el cer -
para residir en el Reino,
obtener la autorización tificado médico –obligat o rio para ejercer una actividad remunera-
correspondiente; y decla - da– como instrumentos de control y reg u l a rización y también de
rando que los súbditos
españoles que regresen a protección de la mano de obra nacional, más abundante a partir de
la Patria, también debe -
rán estar provistos de 1918 por la licencia de las tropas tras la firma del armisticio. En
pasaporte (Gaceta de Francia, el país que más españoles acoge, la política discriminato-
Madrid, de 4 de mayo de
1922). ria en favor de los trab a j a d o res nacionales y de los foráneos resi-
42 -
43. La emigración española a
Europa en el siglo XX
dentes se re c oge en la Ley de 11 de agosto de 1926, que establece
medidas punitivas para aquellos empresarios que contraten extran-
jeros de forma irregular, sancionándolos con penas que oscilan
entre los 500 y los 1.000 francos. De acuerdo con la nueva norm a-
tiva, se considera trabajador irregular a aquel que en el momento
de cruzar el puesto fronterizo no esté en posesión de un contrato de
trabajo visado por la autoridad competente y de un certificado
médico expedido por un facultativo acreditado por un cónsul fra n-
cés. La infracción de este requisito será sancionada con la deporta-
ción.
No obstante, para algunos autores expertos en el tema el
control de fronteras no era muy estricto. Muchos españoles decl a -
raban al pasar la frontera que no iban a Francia a trabajar. Una
vez situados en territorio francés, acudían al circuito de la “emi -
gración en cadena”, a la ayuda de parientes o paisanos, y solían
encontrar patrono sin dificultad (ESPAÑOLES, 1976). Frente a
esta apreciación, la Real Orden de 3 de enero de 1930, sobre los
requisitos que deben cumplir los que pretendan emigrar a Francia,
parece indicar lo contrario: a numerosos obreros españoles al
entrar en Francia se les estampa en el pasaporte la anotación “de
no poder ocupar un empleo asalariado” privándoles de obtener
sus tarjetas de identidad y por tanto de encontrar colocación, por
cuya causa acuden a los Consulados a fin de que se les repatríe (2)
Real Orden nº 13 de 3
por carecer de recursos. Encarezco a V. E. se advierta a los jorna - de enero de 1930 sobre
leros que soliciten el pasaporte que sólo con un contrato de traba - requisitos que deben
cumplir los que preten -
jo probado y autorizado por la autoridad francesa, podrán lograr dan emigrar a Francia
(Gaceta de Madrid, de 4
el permiso de residir y trabajar en Francia2. El número 1 del de enero de 1930). Es la
Boletín de la Inspección General de Emigración correspondiente al primera normativa legal
española específica para
bienio 1930-1931 info rma que el total de españoles que entraron un país europeo.
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44. Francisco R. La política emigratoria española
DURÁN VILLA y la emigración a Europa
oficialmente en Francia en 1929 asciende a 18.974 trabajadores, de
los cuales algo más del 85% para ocuparse en la agricultura, mien-
tras que los reg u l a rizados ascendieron a 9.442.
Los difíciles momentos por los que atraviesa la colonia
española en Francia, cuyo volumen supera los 250.000 resi-
dentes en 1921, además de incrementar el número de repatria-
dos hace que el problema de la emigración española en
Francia, de la emigración española, en un país europeo, salte a
los medios de comunicación, al igual que en tantas ocasiones
había ocurrido con algunos Estados ultramarinos. De especial
importancia por su trascendencia social fue la labor de infor-
mación y denuncia realizada por la Confe rencia de
Metropolitanos españoles, que se tradujo en la creación de la
Asociación de San Rafael para centralizar y organizar las dife-
rentes actuaciones filantrópicas dedicadas a la atención de
estos emigrantes en 1926; en un informe de las misiones espa -
ñolas establecidas en el año 1927; tres pastorales del cardenal
primado –Seg u ra y Sáez– en 1928, 1929 y 1930; y de un modo
especial destaca el Memorial remitido al Rey Alfonso XIII el
17 de mayo de 1928. Directamente relacionado con estas
acciones de denuncia nació el Secretariado de Misiones para
emigrantes; se crearon en 1929 los patronatos provinciales y
locales de acción social y emigración, p a ra que los que se
ex p atrían no se hallen por falta de cultura ge n e ral o profesio -
nal en condiciones de inferioridad… en los países de emigra -
ción; también en ese año se constituyeron en Francia y en
Portugal, en esas otras tierras ex t ra n j e ras más cercanas donde
también existen fuertes núcleos de compatriotas emigra d o s,
los patronatos españoles de emigración, para la protección
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45. La emigración española a
Europa en el siglo XX
cultural, física (salud), económica y social de los trabajadores;
y se difunde una cada vez mayor y más ve raz información a los
emigrantes sobre la situación de la emigración en Europa en el
Boletín de la Subdirección General de Emigración.
En el tránsito de los años veinte a los treinta, cuando pare-
ce que comienza a visibilizarse esta corriente continental, el esta-
llido de la crisis mundial y los acontecimientos que se precipita-
ron sucesivamente en la década posterior interrumpieron los flu-
jos de trabajadores con los países europeos, flujos que en muchas
ocasiones constituían, como ya se ha dicho, un primer eslabón en
el marco de un proyecto migratorio personal más amplio y dis-
tante. Salvo en el caso francés, tendremos que esperar hasta 1946
para que vuelvan a reanudarse de forma espontánea las salidas,
en consonancia con las demandas respectivas del mercado de tra-
bajo y en particular con los intereses de los grandes grupos
empresariales. Los mecanismos generalizados de gestión y con-
trol de la inmigración vendrán a posteriori y se codificarán mayo-
ritariamente en el decenio siguiente. No obstante, la actividad
legislativa española de los primeros años treinta apunta en la
dirección del mencionado proceso de visibilización, como se des-
prende de la promulgación en 1930 de la Real Orden sobre los
requisitos que deben cumplir los que pretendan emigrar a Francia
y del Real Decreto que suprime la cartera de identidad e impone
el pasaporte para emigrar; del Tratado de trabajo y asistencia
social con Francia y del Concierto entre los Gobiernos español y
alemán la supresión recíproca del visado de pasaportes para los
ciudadanos alemanes y españoles que deseen entrar en sus res-
pectivos territorios en 1932; y del Acuerdo de practicantes con
Francia firmado al año siguiente.
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46. Francisco R. La política emigratoria española
DURÁN VILLA y la emigración a Europa
En 1946, una Orden del Ministerio de Trabajo de 29 de
m a r zo restablece pre c eptos del texto refundido de la Ley y
Reglamento 20 diciembre 1924 de emigración, p o rque terminada
la contienda mundial y en trances de normal reanudación del trá -
fico de las líneas de ultramar, se hace necesario poner a punto los
s e rvicios de emigración, recordando el estricto cumplimiento de
las vigentes Leyes sobre la materia. De nuevo las autoridades
gubernativas polarizan su atención en los desplazamientos ameri-
canos e ignoran los que se reanudan de forma clandestina con
d i rección a Europa y al norte de África, por el cierre de la frontera
con Francia y por la resolución condenat o ria de la ONU en 1946.
Difícil es precisar y clasificar los diferentes modelos de
emigrantes que aparecen en estos momentos. En muchas ocasio-
nes la concurrencia de varios factores en la decisión de partir nos
impide catalogarlos abiertamente como emigrantes económicos,
sobre todo cuando los motivos políticos afloran de uno u otro
modo, antes o después de la expatriación. Así, en los primeros
años posteriores al armisticio de 1945 se asiste a la difusión de
los movimientos de reagrupación de las familias de los refugia-
dos que habían sido regularizados por el gobierno francés con un
certificado de identidad y viaje que los homologaba a los nansen;
los que escapan por temor a la represión del régimen; los deser-
tores del ejército franquista; los que ven frustrada su promoción
personal y profesional por haber sufrido purgas o condenas, o
aquellos que por medio de la rehabilitación de las viejas cadenas
migratorias optan por cruzar las fronteras escapando de la difícil
situación socioeconómica de España. Independientemente de las
causas y de las identidades grupales simbólicas, todos acabarían
compartiendo espacios y sociabilidades y asimilarían por ósmo-
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47. La emigración española a
Europa en el siglo XX
Presencia de la
colectividad andaluza
en la Feria de Bruselas.
sis un fuerte contenido político e ideológico, que despertó a
muchos y a muchas emigrantes al compromiso político y social y
a la lucha por las libertades.
2.- INTERVENCIÓN Y GESTIÓN DE FLUJOS
A mediados de la década de los años cincuenta comienza a
notarse un cambio de actitud en el discurso oficial frente a la emi-
gración. La no injerencia, el dejar hacer sustentado sobre una liber-
tad de emigración decimonónica de corte liberal que sostienen los
sectores más inmovilistas del régimen, va dejando paso a la
implantación de un nuevo modelo intervencionista estatal de claro
matiz económico por los tecnócratas. Al igual que ocurre en los
Estados de acogida, los movimientos migrat o rios van a ser con-
templados a partir de ahora como auténticas transacciones comer-
ciales en la que los emigrantes se incorp o ran al capítulo de las
exportaciones. De acuerdo con la Ley de ordenación de la emigra-
ción de 1962, el Gobierno, respetando la libertad individual de
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48. Francisco R. La política emigratoria española
DURÁN VILLA y la emigración a Europa
e m i gración, desarrollará su actividad en mat e ria emigratoria de
acuerdo con las directrices de la ordenación del trabajo en régi -
men de pleno empleo, para lo cual adoptará con preferencia el sis -
tema de operaciones y programas asistidos por él, denominado
como emigración asistida, que es la que tiene lugar ajustándose a
planes, operaciones o programas ap robados por el Gobierno o con
su intervención y cuenta con su ayuda técnica y económica.
Detrás de este cambio de actitud se encuentran toda una
s e rie de fa c t o res que hacen necesario revisar la norm ativa vigente,
factores tales como la incapacidad del mercado de mano de obra
de la industria en nuestro país para absorber a los expulsados de la
inversión sectorial que está teniendo lugar entre las actividades pri-
marias y las manufacturas; la creciente demanda de divisas para
apuntalar el proceso de industrialización y desarrollo; y la necesi-
dad del régimen de disponer de un instrumento que actúe de vál-
vula reg u l a d o ra de la conflictividad sociolab o ral. Además, la emi-
gración se entendía, y de ello da fe la Ley sobre bases de su orde-
nación de 22 de diciembre de 1960, como un amplio campo de
posibilidades abiertas ante la libertad del individuo y, al propio
tiempo, fuente poderosa de vínculos y relaciones entre pueblos que
puede proporcionar resultados beneficiosos… no sólo al que emi -
gra y a sus familiares, sino en bien general de los países, tanto de
o ri gen como de establecimiento.
Este cambio de mentalidad coincide en el tiempo con una
e s p i ral de crecimiento económico alto y continuado en los países
más avanzados de Europa, m at e rializada en un intenso proceso de
industrialización, en consonancia con una situación de pleno
empleo, es decir, con tasas de paro muy bajas alimentadas sólo
por desempleo friccional, y con la re c epción por llamada de con-
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