El documento discute la dificultad de medir y definir el volumen de una nube debido a que está compuesta de partículas en suspensión que están en constante movimiento. A lo largo de la historia, muchos arquitectos se han inspirado en la forma cambiante de las nubes y las han usado como referencia para desarrollar geometrías complejas y formas biomórficas en sus diseños arquitectónicos. El documento incluye varios ejemplos de croquis y diseños de arquitectos como Le Corbusier, Utzon
6. El volumen de una nube. Nubes automáticas
¿Cuánto mide una nube? Sin entrar en la definición de las posibles unidades de medida de un ente
cambiante, que sería otro posible objeto de análisis, el intentar acotar un fenómeno variable,
detener durante un instante (de nuevo sin cuantificar) una formación en movimiento, deriva hacia la
imprecisión de una duda.
Asumir la formación de partículas de agua en suspensión como un objeto de perfil definido, implica
negar la propia definición: las partículas, por infinitésimos, no son cuantificables en relación al
todo, y la suspensión implica necesariamente inestabilidad y movimiento, de nuevo, en relación al
todo, esta vez, el medio.
Nestor Montenegro, 6 abril 2008
En 1785 y en New Method of Assisting the Invention in Drawing Original Compositions of Landscape,
Alexander Cozens propició un método que denominó “blotting”, el uso accidental de manchas de tinta
para sugerir motivos paisajísticos a los principiantes. En el prólogo que presentaba este método,
Cozens mostró el entendimiento psicológico de lo concerniente a la invención de forma, al asociar el
instinto con la creación de un paisaje indefinido a partir de una primera idea somera. El estudio
posterior de esa colección de manchas espontáneas y la aplicación de elementos conectores entre ellas
que desarrollaran con mayor detalle el paisaje buscado, serían suficientes para alcanzar el ideal
realismo constructivo de un paisaje detenido.
La fascinación de los arquitectos por la forma tanto perimetral plana como volumétrica de una nube
ha sido una constante en el desarrollo de arquitecturas biomórficas, que se desprenden sin embargo
de la implicación sensorial, buscando exclusivamente el método de reconstrucción de una geometría
compleja a partir de las herramientas existentes vinculadas con una época. Así, desde la obsesiva
presencia de la nube como referente en los dibujos de Le Corbusier o Utzon, hasta las nubes
digitales de Greg Lynn, una multitud de arquitectos han utilizado el referente formal de una nube
como evocadora de lo variable, casi transmutable.
19. Walter Marchetti. Movimientos de una mosca
sobre el cristal de una ventana desde las
8 de la mañana hasta las 7 de la tarde de
un día de mayo de 1967