1. La incertidumbre del
momento (13, 33-37)
33 «Estad atentos y vigilad,
porque ignoráis cuándo será el
momento. 34 Al igual que un
hombre que se ausenta:
deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno
su trabajo, y ordena al portero que vele; 35 velad, por
tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la
casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del
gallo, o de madrugada.36 No sea que llegue de
improviso y os encuentre dormidos. 37 Lo que a
vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!»
2. El discurso termina con la invitación a la vigilancia. Jesús afirma que
el día y la hora sólo los conoce el Padre. Por tanto, se supone la
vigilancia. Esto nos inclina a pensar, lo que ya hemos dicho aquí, que
Jesús en los Doce amonesta a los discípulos de todos los tiempos.
El relato adopta ahora la forma de una comparación o parábola,
según la cual el dueño de una casa se ausenta y distribuye el
trabajo a sus subordinados. Les pide que estén vigilantes pues no
saben cuándo regresará. Es curiosa la mención del portero al que le
ordena que vele. La imagen resulta clara, pero es posible que, bajo
esta figura tan expresiva, Marcos nos haya querido decir algo más.
Dado el significado tan peculiar que la “casa” tiene en el resto del
evangelio, aquí en la parábola pudiera tener el mismo significado,
así como también muy probablemente el dueño que se ausenta sea
Jesucristo.
3. En este sentido no han faltado quienes han visto en el
portero la figura de Pedro, aunque el evangelio de
Marcos no dé ciertamente suficiente fundamento para
afirmarlo 54. Es cierto que en momentos muy
significativos aparece la figura de Pedro. No sería, por
otra parte, extraño que estuviera aquí de forma velada.
La división de la noche en cuatro vigilias era algo que
pertenecía al mundo romano. Por eso el documento de
Marcos queda abierto a los gentiles. ¿En esas cuatro
vigilias de la noche descubre Marcos algún sentido
críptico? Al atardecer: ¿la cena?; a media noche: ¿la
escena de Getsemaní?; al canto del gallo: ¿las negaciones
de Pedro?; y al amanecer: ¿la resurrección de Jesús?
4. El discurso escatológico que va a terminar pidiendo vigilancia no
sólo a los discípulos, sino a todos, probablemente quiera
significar que en cada uno de esos cuatro momentos viene el
Señor. Como el evangelio de Marcos utiliza el presente, en el
sentido de que alcanza a los hombres de diversas épocas esta
parábola, es posible leer el discurso escatológico en todos los
tiempos hasta la llegada del último final.
Jesús está viniendo a los suyos continuamente, de igual modo
que la vida pública fue un proceso continuo de manifestación
hasta la eclosión final de Pascua. Sea lo que fuere de este segundo
nivel del texto, es indudable que cuando Marcos piensa en el
dueño de la casa tiene “in mente” a Jesucristo y su comunidad; y
que la vigilancia se extiende a todos los cristianos. Sigue en el
versículo 32 presente esta vigilancia a la que se exhorta a todos,
mientras se señala que el día y la hora pertenecen al misterio del
Padre.
5. El discurso escatológico –lo decíamos al principio– es el
mensaje de Jesús a las inquietudes de sus discípulos
después de Pascua. Se mantienen aferrados a las
instituciones y Jesús les deja bien claro que éstas ya no
tienen sentido. Para un judío, la caída de éstas,
personificadas sobre todo en el templo, suponía el fin
de todo. Jesús insiste en que el judaísmo va a quedar
sobrepasado, y para ello les cita el pasaje de Daniel, que
tiene que cumplirse. Pero el momento final de la
historia no se contempla en esas revelaciones,
pertenece al misterio del Padre, no al del Hijo, al que
incumbe transformar este mundo. Pero las realidades
finales del mismo es algo que queda también en el
secreto de Dios.