2. Hans Georg Gadamer, nacido en 1900, murió a los 102 años, en
marzo de 2002. Fue llamado por Jaspers "el elegante discípulo de
Heidegger” . Se despidió de un mundo bien distinto del que le
vio nacer, vencida la filosofía metafísica alemana por la filosofía
analítica de los pensadores anglosajones.
Cuando J. Grondin preguntó a Hans G. Gadamer por la
universalidad de la hermenéutica, éste le dio una respuesta
inesperada: «en el verbum interius», en la palabra interior: «La
universalidad se funda en el lenguaje interior, es decir, en el
hecho de que no podemos decirlo todo. El hombre no puede
expresar todo lo que hay en su espíritu (el logos endiáthetos).
Esto viene de San Agustín, en De Trinitate. Esta experiencia es
universal: el actus signatus no recubre nunca el actus exercitus»
3. El pensamiento de Hans-Georg Gadamer lleva a su lado indefectiblemente el
epíteto de “hermenéutica”, puesto que ha sido, en gran medida, el fundador de la
hermenéutica filosófica contemporánea, la cual se ha convertido durante las
últimas décadas en un lugar central de los debates, discusiones, propuestas y
proyectos. Incluso autores como Rorty hablan de un nuevo “paradigma
hermenéutico” o “giro hermenéutico” en la filosofía contemporánea. En ese tenor,
Vattimo asevera que la hermenéutica puede entenderse como la nueva koiné de la
filosofía.
No es posible dejar de reconocer la influencia que ha tenido la hermenéutica de
Gadamer en el desarrollo de otras corrientes y propuestas filosóficas (desde la
crítica de la ideología hasta la fenomenología), hasta llegar a otros ámbitos como
la
teoría de la historia, la teoría literaria, la teoría del derecho e incluso la teología,
como señala Grondin en su texto Introducción a la hermenéutica.
4.
5. El problema de la filosofía actual consiste para Gadamer, en
encontrar el modo de continuar el camino abierto por Hegel con
el concepto de espíritu objetivo, teniendo bien presente, al
mismo tiempo, el descubrimiento del carácter no definitivo de la
conciencia, es decir, el descubrimiento de la finitud del hombre.
La solución está, según Gadamer, en el lenguaje. Ese espíritu que
trasciende la subjetividad individual. A partir de esta percepción,
se entiende que el problema de la interpretación, ligado a toda
expresión lingüística, tenga en Gadamer un valor ontológico, y
que se hable por consiguiente de una ontología hermenéutica. El
lenguaje se realiza con la mediación entre la conciencia y el ser.
Entre el sujeto que interpreta (espíritu subjetivo) y objeto de la
interpretación (espíritu objetivo) hay una identidad de fondo, el
contexto, por lo que toda comprensión humana es también
una comprensión de sí mismo o auto comprensión.