1. EL ORIGEN DE LA VIDA
CINCO CUESTIONES DIGNAS DE AN
´
ALISIS
2. EL ORIGEN DE LA VIDA
CINCO CUESTIONES DIGNAS DE AN
´
ALISIS
CUESTI
´
ON
1 ¿C
´
omo empez
´
o la vida? P
´
AGINA 4
CUESTI
´
ON
2 ¿Existen realmente formas simples de vida? P
´
AGINA 8
CUESTI
´
ON
3 ¿De d
´
onde provinieron las instrucciones? P
´
AGINA 13
CUESTI
´
ON
4 ¿Proceden todas las formas
de vida de un antepasado com
´
un? P
´
AGINA 22
CUESTI
´
ON
5 ¿Es razonable creer en la Biblia? P
´
AGINA 30
Bibliograf
´
ıa P
´
AGINA 31
Portada: Representaci
´
on estilizada de una mol
´
ecula de ADN
Nota: Los modelos tridimensionales de mol
´
eculas y m
´
aquinas moleculares
son esquemas simplificados y no est
´
an a escala.
5 2010
WATCH TOWER BIBLE AND TRACT SOCIETY OF PENNSYLVANIA
Todos los derechos reservados
Editores
WATCHTOWER BIBLE AND TRACT SOCIETY OF NEW YORK, INC.
Brooklyn, New York, U.S.A.
Impresi
´
on de 2010
Esta publicaci
´
on se distribuye como parte de una obra mundial de educaci
´
on b
´
ıblica
que se sostiene con donativos. Prohibida su venta.
A menos que se indique lo contrario, las citas b
´
ıblicas se han tomado de la versi
´
on en lenguaje
moderno Traducci
´
on del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias).
Procedencia de las ilustraciones: p
´
agina 4: 5 Petit Format/Photo Researchers, Inc.; p
´
agina 5:
5 SPL/Photo Researchers, Inc.; p
´
agina 22,
´
arbol de la vida: por gentileza de Biodiversity
Heritage Library; p
´
agina 27, cr
´
aneo: 5 Photolibrary/age fotostock; Ida: 5 Martin Shields/Alamy;
p
´
agina 28, cr
´
aneos: 5 Medical-on-Line/Alamy; p
´
agina 29, reconstrucci
´
on del hombre de Java:
5 The Print Collector/Alamy
The Origin of Life—Five Questions Worth Asking
Spanish (lf-S)
Made in the United States of America
Impreso en Estados Unidos de Am
´
erica
3. Esta situaci
´
on se repite a
˜
no tras a
˜
no en
miles de aulas por todo el mundo. ¿Qu
´
e
deben hacer Pedro y otros estudiantes
como
´
el? ¿No le parece a usted que es
un asunto sobre el que tienen que decidir
por s
´
ı mismos? En efecto. Necesitan exa-
minar las pruebas a favor de la evoluci
´
on
y de la creaci
´
on y decantarse por una de
las dos.
De hecho, la Biblia desaconseja creer
a ciegas lo que otros dicen, advirtiendo:
“Cualquiera que es inexperto pone fe en
toda palabra, pero el sagaz considera sus
pasos” (Proverbios 14:15). La Biblia ani-
ma al cristiano a emplear su “facultad
de raciocinio” para comprobar personal-
mente todo lo que le ense
˜
nen (Romanos
12:1, 2).
La presente obra no tiene como fin
apoyar a los grupos religiosos que luchan
por que en las escuelas se ense
˜
ne la crea-
ci
´
on. Su objetivo es examinar algunos
postulados de quienes afirman que la vida
apareci
´
o espont
´
aneamente y que el relato
b
´
ıblico de la creaci
´
on es un mito.
Centraremos la atenci
´
on en la c
´
elula,
por ser esta la unidad fundamental de los
seres vivos. El lector encontrar
´
a datos
asombrosos sobre la estructura celular y
tendr
´
a ocasi
´
on de analizar los supuestos
en que descansa la teor
´
ıa evolucionista.
En alg
´
un momento de la vida, todos
debemos plantearnos la cuesti
´
on: “¿Es la
vida obra de un Creador, o producto de la
evoluci
´
on?”. Lo m
´
as probable es que us-
ted ya haya cavilado sobre el particular.
Este folleto le ofrece solo una muestra de
las abundantes pruebas que han convenci-
do a numerosas personas de que la vida es
obra de un Creador.
EL DILEMA DE UN ESTUDIANTE
Pedro se revuelve inquieto en su silla y siente que se le forma un nudo en el est
´
o-
mago. Su profesora, a quien le tiene un gran respeto, ha terminado de explicar
c
´
omo Charles Darwin y su teor
´
ıa de la evoluci
´
on impulsaron el conocimiento cien-
t
´
ıfico y liberaron a la humanidad de las creencias supersticiosas, y ahora pide
a los estudiantes que expresen su opini
´
on.
El joven se ve en un dilema. Sus padres le han ense
˜
nado que Dios cre
´
o la Tierra
y todos los seres vivos que hay en ella. Dicen que el relato b
´
ıblico de la creaci
´
on
es fidedigno y que la evoluci
´
on no es m
´
as que una teor
´
ıa, una teor
´
ıa que no cuenta
con el aval de las pruebas. Tanto su profesora como sus padres tienen las mejores
intenciones. Por eso, ¿a qui
´
en creer?
EL DILEMA DE UN ESTUDIANTE 3
4. ¿Qu
´
e afirman muchos cient
´
ıficos? Mu-
chos le dir
´
an que la vida se inici
´
o hace mi-
les de millones de a
˜
nos en la orilla de una
charca de marea o en el fondo del oc
´
eano.
Suponen que en un entorno as
´
ı, algunos
compuestos qu
´
ımicos se ensamblaron al
azar para crear estructuras semejantes a
burbujas, formaron mol
´
eculas complejas
y empezaron a reproducirse. Seg
´
un su te-
sis, toda forma de vida en la Tierra se ori-
gin
´
o por casualidad a partir de una o m
´
as
de estas c
´
elulas primigenias “simples”.
Otros cient
´
ıficos evolucionistas emi-
nentes no opinan igual. Conjeturan que
las primeras c
´
elulas, o al menos sus com-
ponentes principales, llegaron a la Tierra
procedentes del espacio. ¿Por qu
´
e? Por-
que los mejores esfuerzos por demostrar
que la vida puede surgir a partir de mo-
l
´
eculas inertes han sido infructuosos. Sub-
rayando esta dificultad, el profesor de
Biolog
´
ıa Alexandre Meinesz dijo en 2008
1¿C
´
OMO EMPEZ
´
O LA VIDA?
Cuando era ni
˜
no, ¿sorprendi
´
o alguna vez a sus padres pregunt
´
andoles de d
´
onde
vienen los beb
´
es? En tal caso, ¿c
´
omo respondieron? Dependiendo de la edad
suya y de la personalidad de ellos, quiz
´
as hicieron como si no lo hubieran o
´
ıdo, o le
dieron una respuesta apresurada y evasiva, o le contaron un relato fant
´
astico que
despu
´
es descubri
´
o que no era cierto. Obviamente, para que un ni
˜
no llegue bien
preparado a la edad adulta y el matrimonio, con el tiempo tiene que aprender
sobre las maravillas de la reproducci
´
on sexual.
As
´
ı como hay padres a quienes les resulta violento hablar del origen de los
beb
´
es, hay tambi
´
en cient
´
ıficos que se resisten a hablar de una cuesti
´
on aun m
´
as
trascendental: de d
´
onde vino la vida. Una respuesta veros
´
ımil puede repercutir
hondamente en nuestra filosof
´
ıa de vida. Entonces, ¿c
´
omo empez
´
o todo?
´
Ovulo humano fertilizado,
ampliado unas ochocientas veces
4 EL ORIGEN DE LA VIDA
5. que durante los pasados cincuenta a
˜
nos,
“ninguna prueba emp
´
ırica ha sustentado
la hip
´
otesis de la aparici
´
on espont
´
anea de
la vida en la Tierra a partir de una simple
sopa molecular, y ning
´
un avance signifi-
cativo en el conocimiento cient
´
ıfico apun-
ta en esa direcci
´
on”.1
¿Qu
´
e revelan las pruebas? La respues-
ta a la pregunta “¿De d
´
onde vienen los be-
b
´
es?” est
´
a bien documentada y no es po-
l
´
emica. La vida procede siempre de vida
preexistente. Ahora bien, ¿es posible que
en un pasado remoto se violara esta ley fun-
damental? ¿Pudo surgir espont
´
aneamente
la vida a partir de materia inerte? ¿Qu
´
e pro-
babilidades hay de que algo as
´
ı ocurriera?
Para que una c
´
elula sobreviva se precisa
la intervenci
´
on conjunta de, como m
´
ınimo,
tres tipos de mol
´
eculas complejas: ADN
(
´
acido desoxirribonucleico), ARN (
´
acido
ribonucleico) y prote
´
ınas. Pocos cient
´
ıficos
sostendr
´
ıan hoy que una c
´
elula viva com-
pleta se form
´
o s
´
ubitamente por azar a par-
tir de una mezcla de compuestos inanima-
dos. Pero ¿qu
´
e probabilidad hay de que el
ARN o las prote
´
ınas s
´
ı lo hicieran?1
Un experimento realizado en 1953 da
pie a muchos cient
´
ıficos para creer que
la vida se origin
´
o espont
´
aneamente.
El qu
´
ımico Stanley L. Miller obtuvo ami-
no
´
acidos (los bloques b
´
asicos de las pro-
te
´
ınas) enviando descargas el
´
ectricas a
una mezcla de gases que simulaba la at-
m
´
osfera terrestre primitiva. Posterior-
mente, se detectaron amino
´
acidos en un
meteorito. ¿Significan tales hallazgos que
todos los componentes b
´
asicos de la vida
se produjeron f
´
acilmente por casualidad?
“Algunos autores —dice Robert Sha-
piro, profesor em
´
erito de Qu
´
ımica de la
Universidad de Nueva York— han ima-
ginado que todos los componentes de
1 La probabilidad de que el ADN se formara al
azar se trata en la secci
´
on 3, “¿De d
´
onde provinieron
las instrucciones?”.
la vida se encontraban ya en los meteo-
ritos y podr
´
ıan formarse f
´
acilmente me-
diante experimentos parecidos al de Mil-
ler. Pero
´
ese no es el caso.”12
Examinemos la mol
´
ecula de ARN, for-
mada a su vez por mol
´
eculas de menor
tama
˜
no llamadas nucle
´
otidos. Un nucle
´
o-
tido es distinto de un amino
´
acido y li-
geramente m
´
as complejo. “Nunca se ha
detectado la presencia de ning
´
un nu-
cle
´
otido, ni entre los productos de los
experimentos con descargas el
´
ectricas
ni en los estudios de meteoritos”, afirma
Shapiro.23 Y a
˜
nade que la probabilidad
de que una mol
´
ecula autorreplicante de
ARN se ensamblara por casualidad en un
estanque de bloques qu
´
ımicos “es tan pe-
que
˜
na, que el hecho de que ocurra, aun-
que s
´
olo fuere una vez, en cualquier lugar
del universo visible, se considerar
´
ıa una
suerte de milagro”.4
¿Y las mol
´
eculas de prote
´
ına? Estas re-
sultan de la uni
´
on de amino
´
acidos (desde
1 El profesor Shapiro no cree que la vida fue crea-
da, sino que surgi
´
o al azar mediante procesos a
´
un
no comprendidos del todo.
2 En 2009, cient
´
ıficos de la Universidad de Man-
chester (Inglaterra) informaron de la creaci
´
on de nu-
cle
´
otidos en el laboratorio. A esto, Shapiro objeta: “Su
receta definitivamente no satisface mi criterio para
explicar de manera plausible la ruta al mundo del
ARN”.
STANLEY MILLER (1953)
1 ¿C
´
OMO EMPEZ
´
O LA VIDA? 5
6. cincuenta hasta varios miles) en un orden
altamente espec
´
ıfico. La prote
´
ına funcio-
nal promedio de una c
´
elula “simple” con-
tiene 200 amino
´
acidos, y hay miles de di-
ferentes tipos de prote
´
ınas incluso en esta
clase de c
´
elulas. La probabilidad de que
una prote
´
ına de solo 100 amino
´
acidos se
formara alguna vez al azar en la Tierra ser
´
ıa
como de una en mil billones (1015).
El te
´
orico evolucionista Hubert P. Yock-
ey va m
´
as lejos al afirmar que “es impo-
sible que la vida se originara siguiendo el
modelo de ‘prote
´
ınas primero’”.5 Las pro-
te
´
ınas requieren ARN para su s
´
ıntesis,
pero la producci
´
on de ARN requiere pro-
te
´
ınas. Aun suponiendo que las mol
´
eculas
de prote
´
ına y ARN aparecieran en un mis-
mo tiempo y lugar por accidente, pese a
la remot
´
ısima posibilidad en contra, ¿qu
´
e
probabilidad hay de que cooperaran para
crear un tipo de vida autosostenible y au-
torreplicante? “La probabilidad de que esto
sucediera al azar (dada una combinaci
´
on
aleatoria de prote
´
ınas y ARN) es infini-
tesimal”, admite la doctora Carol Cleland,
miembro del Instituto de Astrobiolog
´
ıa de
la NASA.1 “No obstante —a
˜
nade—, parece
que la mayor
´
ıa de los investigadores supo-
nen que si logran entender la producci
´
on
independiente de prote
´
ınas y ARN en las
condiciones naturales primigenias, el enig-
ma de la coordinaci
´
on se resolver
´
ıa de al-
g
´
un modo por s
´
ı mismo.” Y aludiendo a
las teor
´
ıas actuales sobre el origen fortuito
de estos bloques fundamentales de la vida,
puntualiza: “Ninguna ofrece una historia
convincente de c
´
omo se produjo”.6
¿Qu
´
e importancia tienen estos hechos?
Pensemos en el reto que afrontan los in-
vestigadores que creen que la vida es fru-
to del azar: han hallado en un meteorito
amino
´
acidos que tambi
´
en aparecen en las
c
´
elulas vivas; han sintetizado en el labo-
ratorio mol
´
eculas m
´
as complejas median-
te experimentos ideados y controlados
con minuciosidad, y, a la larga, esperan
fabricar todas las partes necesarias para
construir una c
´
elula “simple”. Podr
´
ıa-
mos asemejar su situaci
´
on a la de un in-
geniero que transforma sustancias natura-
les en acero, pl
´
astico, silicona y cables y
construye un robot, al que luego progra-
ma para que se copie a s
´
ı mismo. ¿Qu
´
e
demostrar
´
a con ello? A lo sumo, que un
ente inteligente es capaz de crear una m
´
a-
quina asombrosa.
1 La doctora Cleland no cree que la vida fue crea-
da, sino que surgi
´
o al azar mediante procesos a
´
un
no comprendidos del todo.
Si la creaci
´
on de mol
´
eculas complejas en
el laboratorio requiere la pericia de un cient
´
ıfico,
¿podr
´
ıan formarse por casualidad las mol
´
eculas
mucho m
´
as complejas de una c
´
elula?
1
2
3
El ARN – interviene en la s
´
ıntesis
de prote
´
ınas —, pero las prote
´
ınas intervienen
en la producci
´
on de ARN. ¿C
´
omo podr
´
ıa
originarse al azar una de estas mol
´
eculas,
por no decir ambas? Los ribosomas ˜
se tratar
´
an en la secci
´
on 2.
6 EL ORIGEN DE LA VIDA
7. 1 ¿C
´
OMO EMPEZ
´
O LA VIDA? 7
˛ Hecho. Toda la investigaci
´
on cient
´
ıfica indica
que la vida no surge de materia inerte.
Pregunta. ¿Sobre qu
´
e base cient
´
ıfica se apoya el
postulado de que la primera c
´
elula surgi
´
o a partir
de componentes inanimados?
˛ Hecho. Los investigadores han recreado en el
laboratorio las supuestas condiciones ambienta-
les de la Tierra primigenia y han fabricado algu-
nas mol
´
eculas presentes en los organismos vivos.
Pregunta. Si en el experimento los compuestos
qu
´
ımicos representan las condiciones terrestres
primitivas y las mol
´
eculas producidas represen-
tan los bloques b
´
asicos de la vida, ¿a qui
´
en o qu
´
e
representa el cient
´
ıfico que lo realiza: al ciego
azar, o a un ente inteligente?
˛ Hecho. Las mol
´
eculas de prote
´
ına y ARN deben
cooperar para que la c
´
elula sobreviva. Los cient
´
ıfi-
cos admiten que es altamente improbable que el
ARN surgiera de forma espont
´
anea, y las probabi-
lidades en contra de la formaci
´
on aleatoria de
una sola prote
´
ına son astron
´
omicas. Que el ARN
y las prote
´
ınas se produjeran por accidente en un
mismo tiempo y lugar y que, adem
´
as, actuaran de
forma conjunta es extremadamente improbable.
Pregunta. ¿Qu
´
e exige m
´
as fe: creer que las
partes intrincadamente coordinadas de la c
´
elula
—que se cuentan por millones— surgieron al azar,
o creer que la c
´
elula es el producto de una men-
te inteligente?
HECHOS Y PREGUNTAS
Pues bien, si un d
´
ıa los cient
´
ıficos cons-
truyeran una c
´
elula, ser
´
ıa un logro verda-
deramente impresionante; pero ¿pro-
bar
´
ıan que la c
´
elula apareci
´
o por azar?
En todo caso, probar
´
ıan lo contrario,
¿no le parece?
¿Qu
´
e opina? Hasta la fecha, toda la prue-
ba cient
´
ıfica indica que la vida viene de la
vida. Creer que una c
´
elula viva “simple”
surgi
´
o por casualidad a partir de compues-
tos inanimados es un verdadero acto de fe.
Ante la evidencia de los hechos, ¿est
´
a us-
ted dispuesto a hacer ese acto de fe? Antes
de que conteste, lo invitamos a examinar
m
´
as de cerca la estructura de la c
´
elula. Esto
le ayudar
´
a a determinar si las teor
´
ıas sobre
el origen de la vida formuladas por algu-
nos cient
´
ıficos son s
´
olidas, o tan fant
´
asticas
como los relatos que algunos padres cuen-
tan sobre el origen de los beb
´
es.
Si la creaci
´
on y programaci
´
on de un robot
sin vida exige una mente inteligente, ¿qu
´
e
se necesitar
´
ıa para crear una c
´
elula viva,
y no digamos ya un ser humano?
8. 8 EL ORIGEN DE LA VIDA
¿Qu
´
e afirman muchos cient
´
ıficos? Las
c
´
elulas se dividen en dos grandes grupos:
las que poseen n
´
ucleo diferenciado y las
que carecen de
´
el. Las c
´
elulas humanas,
animales y vegetales tienen n
´
ucleo; las
c
´
elulas bacterianas no. Las primeras se
denominan eucariotas; las segundas, pro-
cariotas. Puesto que las procariotas son
relativamente menos complejas, muchos
creen que las c
´
elulas animales y vegetales
evolucionaron a partir de c
´
elulas bacte-
rianas.
2¿EXISTEN REALMENTE
FORMAS SIMPLES
DE VIDA?
El cuerpo humano es una de las estructuras
m
´
as sofisticadas del universo. Est
´
a compues-
to de aproximadamente cien billones (1014)
de diminutas c
´
elulas:
´
oseas, sangu
´
ıneas,
cerebrales... por mencionar solo algunas.7
De hecho, hay m
´
as de doscientos tipos
distintos de c
´
elulas en nuestro cuerpo.8
A pesar de la asombrosa diversidad de for-
mas y funciones, las c
´
elulas constituyen una
compleja red integrada. Internet, con sus mi-
llones de computadoras y l
´
ıneas de transmi-
si
´
on de datos de alta velocidad, palidece a su
lado. Ning
´
un invento humano puede compe-
tir con la brillantez t
´
ecnica evidente hasta en
las c
´
elulas m
´
as simples. Ahora bien, ¿c
´
omo
llegaron a existir las c
´
elulas humanas?
NEURONA CEREBRAL
C
´
ELULAS OCULARES
C
´
ELULA
´
OSEA
C
´
ELULAS MUSCULARES
GL
´
OBULOS ROJOS
¿Pudieron formarse al azar
los m
´
as de doscientos tipos
de c
´
elulas diferentes que
constituyen el cuerpo humano?
9. M
´
as a
´
un, proponen que durante millo-
nes de a
˜
nos, c
´
elulas procariotas “simples”
engulleron otras pero no las digirieron.
La “naturaleza” —desprovista de inte-
ligencia— encontr
´
o la forma no solo de
modificar radicalmente la funci
´
on de las
c
´
elulas ingeridas, sino tambi
´
en de mante-
ner a estas c
´
elulas adaptadas en el interior
de las c
´
elulas “hu
´
espedes” al momento de
la reproducci
´
on.19
¿Qu
´
e dice la Biblia? La Biblia declara
que la vida en la Tierra es obra de una
mente inteligente. Note su cristalina l
´
ogi-
ca: “Por supuesto, toda casa es construi-
da por alguien, pero el que ha construido
todas las cosas es Dios” (Hebreos 3:4).
Otro pasaje dice: “¡Cu
´
antas son tus obras,
oh Jehov
´
a! Con sabidur
´
ıa las has hecho
todas. La tierra est
´
a llena de tus produc-
ciones. [...] Hay cosas movientes sin n
´
u-
mero, criaturas vivientes, peque
˜
nas as
´
ı
como grandes” (Salmo 104:24, 25).
¿Qu
´
e revelan las pruebas? Los avances
en microbiolog
´
ıa han posibilitado la ex-
ploraci
´
on del asombroso interior de las
c
´
elulas procariotas m
´
as simples conoci-
das. Los cient
´
ıficos evolucionistas man-
tienen que las primeras c
´
elulas vivas de-
bieron de parecerse algo a estas.10
Si la teor
´
ıa de la evoluci
´
on es cierta,
debe brindar una explicaci
´
on convincen-
te del modo como la primera c
´
elula “sim-
ple” se form
´
o al azar. Si, por el contra-
rio, la vida fue creada, debe haber prueba
de dise
˜
no ingenioso hasta en la criatura
m
´
as diminuta. ¿Qu
´
e le parece si vamos
de excursi
´
on al interior de una c
´
elula pro-
cariota? En el trayecto, preg
´
untese si una
1 No existen pruebas experimentales que confirmen
este postulado.
estructura semejante pudo surgir por ca-
sualidad.
EL MURO PROTECTOR
Para visitar una c
´
elula procariota, ten-
dremos que hacernos cientos de veces
m
´
as peque
˜
nos que el punto que cierra
esta oraci
´
on. Nos separa del interior una
membrana el
´
astica y resistente que act
´
ua
como el muro que se construye alrededor
de una f
´
abrica. Se necesitar
´
ıan 10.000 ca-
pas de esta membrana para igualar el es-
pesor de una hoja de papel. No obstante,
la membrana celular es mucho m
´
as sofis-
ticada que un muro. ¿En qu
´
e sentido?
Al igual que el muro que rodea la f
´
abri-
ca, la membrana protege el contenido ce-
lular de un entorno potencialmente hos-
til; pero no es s
´
olida, pues permite que la
c
´
elula “respire”, dejando que entren y sal-
gan peque
˜
nas mol
´
eculas, como las de ox
´
ı-
geno. La membrana bloquea asimismo el
acceso no autorizado de mol
´
eculas m
´
as
complejas que pueden ser da
˜
ninas, en tan-
to que retiene las que son
´
utiles para la c
´
e-
lula. ¿C
´
omo realiza estos prodigios?
Retomando la analog
´
ıa de la f
´
abrica,
seguramente en las puertas del muro hay
guardianes que regulan el flujo de entra-
da y salida de las mercanc
´
ıas. Del mismo
modo, integradas en la membrana celular
hay mol
´
eculas proteicas especiales que
¿Pudo incluso una c
´
elula “simple” surgir
a partir de componentes inanimados?
2 ¿EXISTEN REALMENTE FORMAS SIMPLES DE VIDA? 9
10. 10 EL ORIGEN DE LA VIDA
ejercen la funci
´
on de puertas y guardia-
nes.
Algunas de estas prote
´
ınas (1) presen-
tan un orificio en el centro que solo per-
mite el tr
´
ansito de ciertas mol
´
eculas.
Otras est
´
an abiertas por un lado de la
membrana y cerradas por el lado opues-
to (2), con un sitio de enlace (3) que se
acopla espec
´
ıficamente a una determina-
da sustancia. Cuando la prote
´
ına captura
la carga, el lado que est
´
a cerrado se abre y
la deja pasar a trav
´
es de la membrana (4).
Toda esta actividad tiene lugar en la su-
perficie de hasta la c
´
elula m
´
as elemental.
EL INTERIOR DE LA F
´
ABRICA
Supongamos que el “guardi
´
an” ya nos
ha dejado entrar. El interior de una c
´
elula
procariota est
´
a lleno de un l
´
ıquido acuoso
rico en nutrientes, sales y otras sustancias
que constituyen la materia prima con que
la c
´
elula elabora los productos que nece-
sita. El proceso de manufactura, sin em-
bargo, no es aleatorio. Como una f
´
abrica
dirigida eficientemente, la c
´
elula organiza
miles de reacciones qu
´
ımicas de tal mane-
ra que se produzcan en un orden y un ho-
rario fijos.
La c
´
elula pasa mucho tiempo sinteti-
zando prote
´
ınas. ¿C
´
omo lo hace? Prime-
ro, la vemos fabricando unos veinte ami-
no
´
acidos distintos (los bloques b
´
asicos
de las prote
´
ınas), que luego env
´
ıa a los
ribosomas (5). Los ribosomas, compa-
rables a m
´
aquinas autom
´
aticas, enlazan
los amino
´
acidos en una secuencia preci-
sa para fabricar una prote
´
ına espec
´
ıfica.
As
´
ı como las operaciones de una f
´
abrica
pueden ser gobernadas por un programa
inform
´
atico central, muchas funciones
de la c
´
elula son gobernadas por un “pro-
grama inform
´
atico”, o c
´
odigo, conocido
como ADN (6). Los ribosomas reciben
del ADN una lista detallada de instruccio-
nes que les indican qu
´
e prote
´
ına construir
y de qu
´
e manera (7).
El proceso es sencillamente prodigio-
so. Cada prote
´
ına se va plegando has-
ta adoptar una figura tridimensional
´
unica (8), la cual determina la tarea es-
pecializada que desempe
˜
nar
´
a.1 Imagine-
mos una cadena de producci
´
on de moto-
1 Las enzimas son un ejemplo de prote
´
ınas sinteti-
zadas por la c
´
elula. Cada una se pliega de una ma-
nera especial para acelerar una reacci
´
on qu
´
ımica en
particular. Cientos de ellas cooperan para regular las
actividades celulares.
La membrana celular
cuenta con “guardianes”
que solo permiten el tr
´
ansito
de ciertas sustancias
1
2
3
4
5
6
7
8
11. res, donde las piezas deben construirse a
la perfecci
´
on para que los motores fun-
cionen. As
´
ı mismo, las prote
´
ınas deben
construirse con total precisi
´
on y adoptar
la forma exacta para que realicen adecua-
damente su funci
´
on; de lo contrario, has-
ta podr
´
ıan perjudicar a la c
´
elula.
¿C
´
omo llegan las prote
´
ınas desde el
punto de fabricaci
´
on hasta el lugar donde
se las necesita? Cada una lleva una “eti-
queta” con la direcci
´
on de entrega. As
´
ı,
aunque se construyen y se env
´
ıan miles
por minuto, ninguna se pierde: todas al-
canzan su destino.
¿Qu
´
e importancia tienen estos hechos?
Las complejas mol
´
eculas del ser vivo m
´
as
simple no pueden reproducirse por s
´
ı so-
las. Fuera de la c
´
elula se descomponen, y
dentro de ella son incapaces de duplicar-
se sin el auxilio de otras mol
´
eculas com-
plejas. Para ilustrarlo: la producci
´
on de
una mol
´
ecula especial de energ
´
ıa llama-
da trifosfato de adenosina (ATP) requie-
re la presencia de enzimas, pero la pro-
ducci
´
on de enzimas requiere energ
´
ıa del
ATP. De manera similar, el ADN inter-
viene en la formaci
´
on de enzimas, pero
las enzimas intervienen en la formaci
´
on
la “f
´
abrica” celular
La s
´
ıntesis de prote
´
ınas
Como una f
´
abrica automatizada,
la c
´
elula est
´
a llena de m
´
aquinas que
ensamblan y despachan productos
complejos
Algunas bacterias hacen r
´
eplicas de s
´
ı mismas
en menos de veinte minutos. Empiezan copian-
do todo el “programa inform
´
atico” central y
luego se dividen. En presencia de un suminis-
tro constante de combustible, podr
´
ıan multipli-
carse a un ritmo exponencial. Una sola genera-
r
´
ıa en tan solo dos d
´
ıas una colonia con un
peso de m
´
as de dos mil quinientas veces el de
la Tierra.15 Las c
´
elulas m
´
as complejas tambi
´
en
se reproducen vertiginosamente. Por ejemplo,
las neuronas cerebrales de un beb
´
e en el vien-
tre de la madre se forman a un ritmo impresio-
nante de 250.000 por minuto.16
Los fabricantes humanos suelen sacrificar la
calidad de un producto en aras de la velocidad.
¿C
´
omo es posible, entonces, que las c
´
elulas se
reproduzcan con tal celeridad y exactitud si son
el resultado de hechos aleatorios, no dirigidos?
¿A QU
´
E VELOCIDAD
SE REPRODUCE UNA C
´
ELULA?
12. 12 EL ORIGEN DE LA VIDA
de ADN (abordaremos el estudio de esta
mol
´
ecula en la secci
´
on 3). Y otras prote
´
ı-
nas solo pueden ser fabricadas por la c
´
e-
lula, pero la c
´
elula solo puede fabricarse
con prote
´
ınas.1
1 Algunas c
´
elulas humanas contienen aproximada-
mente diez mil millones de mol
´
eculas de prote
´
ına11 de
centenares de miles de tipos diferentes.12
El microbi
´
ologo Radu Popa, quien
no acepta el relato b
´
ıblico de la creaci
´
on,
pregunt
´
o en 2004: “¿C
´
omo puede la na-
turaleza crear vida cuando nosotros, te-
niendo todas las condiciones experimen-
tales controladas, hemos fracasado?”.13
Tambi
´
en dijo: “La complejidad de los
mecanismos necesarios para el funciona-
miento de una c
´
elula viva es tan vasta
que su aparici
´
on simult
´
anea al azar pare-
ce imposible”.14
¿Qu
´
e opina? La teor
´
ıa de la evoluci
´
on
intenta explicar el origen de la vida en
la Tierra descartando la intervenci
´
on divi-
na. No obstante, cuanto m
´
as descubre la
ciencia sobre la vida, tanto menos proba-
ble es que esta apareciera de forma alea-
toria. Para salvar el escollo, algunos cien-
t
´
ıficos quieren distinguir entre la teor
´
ıa
evolucionista y la cuesti
´
on del origen de
la vida; pero ¿le parece a usted razonable?
La teor
´
ıa de la evoluci
´
on descansa en
la noci
´
on de que una larga cadena de feli-
ces coincidencias dieron inicio a la vida.
Luego sugiere que otra serie de acciden-
tes produjeron la admirable diversidad y
complejidad de todos los seres vivos.
Ahora bien, si la teor
´
ıa carece de funda-
mento, ¿qu
´
e suceder
´
a con los postulados
que se apoyan en ella? Tal como un rasca-
cielos sin cimientos no puede sostenerse,
una teor
´
ıa evolucionista incapaz de expli-
car el origen de la vida tampoco puede
mantenerse en pie.
Tras este breve an
´
alisis de la estructu-
ra y funci
´
on de una c
´
elula “simple”, ¿qu
´
e
observa usted: prueba de una cadena de
sucesos fortuitos, o prueba de brillante di-
se
˜
no? Si a
´
un no est
´
a seguro, veamos m
´
as
de cerca el “programa maestro” que con-
trola las funciones de todas las c
´
elulas.
Un rascacielos que carece de cimientos s
´
olidos
no puede sostenerse. ¿Se mantendr
´
a en pie la teor
´
ıa
de la evoluci
´
on si no puede explicar el origen de la vida?
˛ Hecho. Las mol
´
eculas extraordinariamente
complejas que constituyen la c
´
elula (ADN, ARN
y prote
´
ınas) parecen dise
˜
nadas para funcionar
conjuntamente.
Pregunta. ¿Qu
´
e le parece m
´
as probable: que el
intrincado mecanismo de la p
´
agina 10 sea el
resultado de un proceso evolutivo ciego, o la obra
de una mente inteligente?
˛ Hecho. Algunos cient
´
ıficos eminentes dicen que
hasta una c
´
elula “simple” es demasiado compleja
para haber surgido por azar en la Tierra.
Pregunta. Si hay cient
´
ıficos dispuestos a conjetu-
rar que la vida provino de una fuente extraterres-
tre, ¿sobre qu
´
e base se descarta que Dios sea
dicha fuente?
HECHOS Y PREGUNTAS
13. ¿Qu
´
e afirman muchos cient
´
ıficos? Mu-
chos bi
´
ologos y otros cient
´
ıficos creen
que el ADN y sus instrucciones codifi-
cadas son el resultado de procesos alea-
torios, no dirigidos, que tuvieron lugar a
lo largo de millones de a
˜
nos. Dicen que
no hay prueba de dise
˜
no ni en la estruc-
tura de esta mol
´
ecula ni en la informa-
ci
´
on que contiene y transmite ni en su
funcionamiento.17
¿Qu
´
e dice la Biblia? La Biblia indica que
la formaci
´
on de las partes del cuerpo, as
´
ı
como la secuencia en que aparecen, en-
tra
˜
na la existencia de un libro simb
´
olico
cuyo autor es Dios. Notemos la siguiente
descripci
´
on inspirada que hizo el rey Da-
vid: “Tus ojos [los de Dios] vieron hasta
mi embri
´
on, y en tu libro todas sus par-
tes estaban escritas, respecto a los d
´
ıas en
que fueron formadas y todav
´
ıa no hab
´
ıa
una entre ellas” (Salmo 139:16).
¿Qu
´
e revelan las pruebas? Si la evolu-
ci
´
on es cierta, entonces la hip
´
otesis de
que el ADN es el resultado de una serie
de hechos fortuitos debe ser, como m
´
ıni-
mo, razonablemente posible. Y si la Bi-
blia dice la verdad, entonces debe haber
prueba s
´
olida de que el ADN es el pro-
ducto de una mente ordenada e inteli-
gente.
Explicado en los t
´
erminos m
´
as senci-
llos posibles, el tema del ADN es bastan-
te comprensible... y fascinante. Por eso,
hagamos otro viaje al interior de la c
´
elula,
3¿DE D
´
ONDE PROVINIERON
LAS INSTRUCCIONES?
¿Por qu
´
e es una persona f
´
ısicamente como es? ¿Qu
´
e determina el
color de sus ojos, de su pelo o de su piel? ¿De qu
´
e depende su es-
tatura, su complexi
´
on o el parecido a uno o ambos padres? ¿Qu
´
e
dicta que en la cara superior de la punta de sus dedos crezca una
u
˜
na protectora y que la cara opuesta sea una blanda almohadilla?
En los d
´
ıas de Charles Darwin, las respuestas a estas inc
´
ognitas
se encontraban envueltas en tinieblas. El propio Darwin estaba
fascinado con la manera como los caracteres se transmiten de
una generaci
´
on a otra, aunque sab
´
ıa poco de las leyes de la gen
´
e-
tica y menos a
´
un de los mecanismos intracelulares que regulan la
herencia. Los bi
´
ologos modernos, en cambio, llevan d
´
ecadas estu-
diando la gen
´
etica humana y las detalladas instrucciones que por-
ta la extraordinaria mol
´
ecula de ADN. Obviamente, la gran pregun-
ta es de d
´
onde provinieron dichas instrucciones.
3 ¿DE D
´
ONDE PROVINIERON LAS INSTRUCCIONES? 13
14. 14 EL ORIGEN DE LA VIDA
pero esta vez ser
´
a una c
´
elula humana.
Imaginemos que vamos a un museo con-
cebido para ense
˜
nar c
´
omo funciona una
c
´
elula humana t
´
ıpica. El edificio entero es
una r
´
eplica perfecta ampliada trece millo-
nes de veces. Su tama
˜
no es el de un gigan-
tesco estadio deportivo, de esos que tie-
nen capacidad para 70.000 personas.
Al entrar, nos sobrecoge ver este mara-
villoso lugar repleto de formas y estructu-
ras extra
˜
nas. Hacia el centro divisamos el
n
´
ucleo, una esfera de unos veinte pisos de
altura. Resueltos, nos abrimos paso hasta
all
´
ı.
Entramos por una puerta de la capa ex-
terior, o membrana nuclear, y miramos a
nuestro alrededor. Dominando el recinto
se hallan 46 cromosomas. Est
´
an dispues-
tos en pares id
´
enticos y var
´
ıan en altura;
de hecho, el m
´
as cercano a nosotros es
como de doce pisos (1). Los cromosomas
presentan un estrechamiento por la par-
te media y semejan salchichas, pero son
tan gruesos como el tronco de un gran
´
arbol. Observamos un conjunto de ban-
das que los cruzan horizontalmente. Vis-
tas de cerca, notamos que las bandas es-
t
´
an divididas por l
´
ıneas verticales y que
entre estas
´
ultimas hay l
´
ıneas horizonta-
les m
´
as peque
˜
nas (2). ¿Qu
´
e son? ¿Pilas de
libros? No. Son los bordes exteriores de
bucles densamente empaquetados en co-
lumnas. Halamos uno, y sale con facili-
dad. Nos admiramos al ver que el bucle
est
´
a integrado a su vez por espirales de
menor tama
˜
no (3), tambi
´
en perfectamen-
te ordenadas. El interior de las espirales
alberga el elemento m
´
as importante de to-
dos, algo parecido a una cuerda largu
´
ısi-
ma. ¿De qu
´
e se trata?
LA ESTRUCTURA
DE UNA ASOMBROSA MOL
´
ECULA
Denominemos cuerda a esta parte del
modelo de cromosoma. Tiene unos dos
cent
´
ımetros y medio (una pulgada) de
espesor y est
´
a fuertemente enrollada en
carretes (4), lo que propicia la formaci
´
on
de espirales dentro de espirales. Una es-
pecie de andamiaje les sirve de soporte.
La cuerda est
´
a empaquetada de un modo
muy eficaz, explica una pantalla del mu-
seo. Si sac
´
aramos la cuerda de cada uno
de los modelos de cromosoma y las pusi
´
e-
ramos todas bien estiradas una detr
´
as de
otra, abarcar
´
ıan m
´
as o menos la mitad de
la circunferencia terrestre.1
Un libro de ciencia llama a este eficaz
sistema de empaquetamiento “una por-
tentosa proeza de la ingenier
´
ıa”.18 ¿Le
parece a usted cre
´
ıble la idea de que
no hubo un ingeniero detr
´
as de ello? Si el
museo tuviera una espaciosa tienda don-
1 El libro de texto Biolog
´
ıa molecular de la c
´
elula
emplea una escala diferente. Dice que tratar de empa-
quetar estos largos filamentos en el n
´
ucleo de una c
´
e-
lula ser
´
ıa como tratar de empaquetar 40 kil
´
ometros
(24 millas) de un hilo extremadamente fino en el inte-
rior de una pelota de tenis, pero haci
´
endolo de tal for-
ma que cada secci
´
on del hilo permaneciera accesible.
1
1
15. de se exhibieran para la venta millones de
objetos, todos ordenados cuidadosamen-
te a fin de que uno encuentre f
´
acilmen-
te lo que necesita, ¿supondr
´
ıa que nadie
la organiz
´
o? Claro que no, si bien tal or-
den no ser
´
ıa nada en comparaci
´
on con la
proeza ya descrita.
Ahora se nos invita a tomar en las ma-
nos un segmento de la cuerda y contem-
plarlo de cerca (5). Al palparla, adverti-
mos que no es una cuerda ordinaria: est
´
a
formada por dos hebras enrolladas una al-
rededor de la otra y unidas por peque
˜
nas
barras equidistantes. El conjunto tiene el
aspecto de una escalera de caracol (6). En-
tonces caemos en la cuenta: tenemos en la
mano un modelo de la mol
´
ecula de ADN,
uno de los grandes enigmas de la vida.
Una mol
´
ecula de ADN, cuidadosa-
mente empaquetada con sus carretes y
andamiaje, forma un cromosoma. Los
pelda
˜
nos de la escalera se conocen como
pares de bases (7). ¿Cu
´
al es su funci
´
on?
¿Para qu
´
e sirve todo esto? Otra pantalla
nos brinda una explicaci
´
on simplificada.
LO
´
ULTIMO EN SISTEMAS
DE ALMACENAMIENTO DE DATOS
La clave para descifrar el ADN reside
en los pelda
˜
nos que conectan los dos la-
dos de la escalera, dice la pantalla. Visua-
licemos la escalera partida por la mitad.
De cada lado cuelgan pelda
˜
nos incom-
pletos. Estos vienen en cuatro variedades
2
3
4
5
6
7
una “proeza
de la ingenier
´
ıa”
Empaquetamiento del ADN
Empaquetar el ADN en el n
´
ucleo
es toda una proeza de la ingenier
´
ıa,
algo as
´
ı como tratar de acomodar
40 kil
´
ometros (24 millas) de hilo muy
fino dentro de una pelota de tenis
16. 16 EL ORIGEN DE LA VIDA
´
unicamente, designados con las letras A,
T, G y C. ¡Qu
´
e sorpresa se llevaron los
cient
´
ıficos al descubrir que el orden de es-
tas letras formaba una especie de c
´
odigo
para transmitir informaci
´
on!
Sabemos que en el siglo XIX se ide
´
o el
c
´
odigo morse para la transmisi
´
on de men-
sajes telegr
´
aficos. Combinando solo dos
“letras” (punto y raya), este alfabeto pod
´
ıa
crear infinidad de palabras y frases. Pues
bien, el ADN utiliza un c
´
odigo de cuatro
letras: A, T, G y C. La combinaci
´
on de
estas letras forma “palabras” denominadas
codones; los codones, a su vez, componen
“historias”, que reciben el nombre de ge-
nes. Cada gen contiene 27.000 letras en
promedio. Los genes y los largos tramos
que los separan conforman “cap
´
ıtulos”,
que son los cromosomas. Veintitr
´
es cromo-
somas constituyen el “libro” completo, o
genoma: el conjunto de informaci
´
on gen
´
e-
tica sobre un organismo.1
El genoma ser
´
ıa un libro inmenso.
¿Cu
´
anta informaci
´
on contendr
´
ıa? El ge-
noma humano est
´
a constituido por unos
tres mil millones de pares de bases, o
pelda
˜
nos.19 Imaginemos una enciclope-
dia formada por vol
´
umenes de m
´
as de
mil p
´
aginas cada uno. El genoma llenar
´
ıa
428 de tales vol
´
umenes; sum
´
andole el du-
plicado que posee cada c
´
elula, el n
´
umero
ascender
´
ıa a 856. Si una persona se dedi-
cara a teclear la informaci
´
on del genoma
en una jornada de cuarenta horas semana-
les, sin vacaciones, tardar
´
ıa alrededor de
ochenta a
˜
nos.
Por supuesto, el resultado final no ser
´
ıa
de ning
´
un provecho, pues ¿c
´
omo se me-
ten centenares de pesados vol
´
umenes en
cada una de los 100 billones de microsc
´
o-
picas c
´
elulas que componen el cuerpo hu-
mano? Comprimir tanta informaci
´
on des-
borda por mucho nuestra capacidad.
1 Las c
´
elulas poseen dos copias
´
ıntegras del geno-
ma, para un total de 46 cromosomas.
Un profesor de Biolog
´
ıa Molecular y
Ciencias Inform
´
aticas dijo: “Un gramo
de ADN, que ocupa, en seco, alrededor
de un cent
´
ımetro c
´
ubico, puede almace-
nar aproximadamente la informaci
´
on de
un bill
´
on [1012] de discos compactos”.20
¿Qu
´
e implica esto? Recordemos que el
ADN contiene los genes, las instruccio-
nes para construir un cuerpo humano
´
uni-
co. Toda c
´
elula posee un juego completo
de instrucciones. El ADN almacena tanta
informaci
´
on que una cucharadita conten-
dr
´
ıa las instrucciones para construir tres-
cientas cincuenta veces la poblaci
´
on mun-
dial. La cantidad requerida para recrear
los 7.000 millones de personas que hoy
habitan la Tierra apenas formar
´
ıa una pe-
l
´
ıcula en la superficie de la cucharita.21
¿UN LIBRO SIN AUTOR?
Pese a los adelantos en las t
´
ecnicas de
miniaturizaci
´
on, el hombre no ha inven-
tado un dispositivo para almacenar datos
que siquiera se aproxime a tal capacidad.
Aun as
´
ı, usaremos el disco compacto a t
´
ı-
tulo de ejemplo. Quiz
´
as a usted le impre-
replicaci
´
on
Copiado del ADN
– Esta pieza de la m
´
aquina de enzimas
desdobla en dos la cuerda de ADN
— Esta pieza toma una de las hebras
como molde para formar una hebra
doble
˜ Abrazadera deslizante que gu
´
ıa
y estabiliza la m
´
aquina de enzimas
™ Se forman dos cuerdas completas
de ADN
17. sione su figura sim
´
etrica, su superficie bri-
llante, su eficaz dise
˜
no. Es obvio que fue
hecho por alguien inteligente. Suponga
ahora que el disco almacena, no informa-
ci
´
on confusa o embarullada, sino instruc-
ciones coherentes y detalladas sobre la
manera de construir, mantener y reparar
maquinaria compleja. Esta informaci
´
on
no altera de modo perceptible su peso o
tama
˜
no y, sin embargo, en ella radica su
principal valor. ¿No lo convencer
´
ıan di-
chas instrucciones escritas de que all
´
ı de-
bi
´
o de intervenir una mente inteligente?
¿Acaso no requiere la escritura la existen-
cia de un escritor?
Comparar el ADN con un disco com-
pacto o un libro no es descabellado.
De hecho, una obra sobre el genoma dice:
“La idea de considerar el genoma como
un libro no es, en rigor, siquiera una me-
t
´
afora. Es literalmente cierta. Un libro
es una pieza de informaci
´
on digital [...].
Tambi
´
en lo es un genoma”. Y agrega: “El
genoma es un libro muy inteligente, por-
que en condiciones adecuadas puede fo-
tocopiarse y leerse a s
´
ı mismo”.22 Lo an-
terior nos lleva a otro importante aspecto
del ADN.
M
´
AQUINAS EN MOVIMIENTO
Mientras estamos all
´
ı parados en com-
pleta quietud, nos preguntamos si el n
´
u-
cleo celular es tan est
´
atico como un mu-
seo. Entonces vemos una urna de cristal
que guarda un modelo de segmento de
ADN y, sobre ella, otra pantalla que dice:
“Pulse el bot
´
on para una demostraci
´
on”.
Pulsamos y o
´
ımos a un narrador decir:
“El ADN realiza por lo menos dos tareas
cruciales. La primera se llama replica-
ci
´
on. El ADN debe copiarse a fin de dotar
a toda nueva c
´
elula de un juego completo
de la misma informaci
´
on gen
´
etica. Obser-
ve la siguiente simulaci
´
on”.
Por una puerta situada en un extremo
de la urna vemos entrar una m
´
aquina bas-
tante complicada. Se trata, en realidad, de
1
2
2
3
3
3
4
4
Si el ADN fuera del tama
˜
no
de una v
´
ıa f
´
errea, la m
´
aquina
de enzimas circular
´
ıa a una
velocidad de 80 kil
´
ometros
(50 millas) por hora
17
18. una pi
˜
na de robots. La m
´
aquina se acopla
a la mol
´
ecula de ADN y empieza a desli-
zarse como un tren sobre rieles. Puesto
que va un poco r
´
apido, no distinguimos
bien lo que hace, pero s
´
ı nos percatamos
de que detr
´
as de ella hay ahora dos cuer-
das completas de ADN en vez de una.
El narrador explica: “Esta es una ver-
si
´
on bastante simplificada de lo que su-
cede cuando el ADN se replica. Un gru-
po de m
´
aquinas moleculares llamadas
enzimas se desplazan a lo largo del ADN y
lo desdoblan en dos; luego toman cada he-
bra como molde y generan una nueva
hebra complementaria. Resulta imposible
mostrarles todos los dispositivos que en-
tran en acci
´
on, como el aparatito que va
delante de la m
´
aquina replicadora cortan-
do una de las dos hebras para que el ADN
rote libremente y as
´
ı evitar el superenro-
llamiento. Tampoco podemos ense
˜
narles
c
´
omo se efect
´
uan las m
´
ultiples ‘correccio-
nes de pruebas’. Las erratas se detectan y
se enmiendan con pasmosa exactitud [v
´
ea-
se el dibujo de las p
´
aginas 16 y 17].
”Lo que s
´
ı podemos ense
˜
narles es la ve-
locidad. ¿Se fij
´
o en aquel robot que va a
toda marcha? En la realidad, la maquina-
ria de enzimas avanza sobre los ‘rieles’ del
ADN a una velocidad de 100 travesa
˜
nos,
o pares de bases, por segundo.23 Si los ‘rie-
les’ fueran los de una v
´
ıa f
´
errea, esta ‘lo-
comotora’ circular
´
ıa a una velocidad de
80 kil
´
ometros (50 millas) por hora. En las
bacterias, estas diminutas m
´
aquinas repli-
cadoras alcanzan una velocidad diez ve-
ces mayor. En la c
´
elula humana, legiones
de dichas m
´
aquinas se ponen a trabajar
en distintas secciones de los ‘rieles’ del
ADN y copian el genoma entero en tan
solo ocho horas.”24 (V
´
ease el recuadro
“Una mol
´
ecula que se lee y se copia”, de
la p
´
agina 20.)
“LECTURA” DEL ADN
Los robots replicadores de ADN salen
de la escena. Aparece otra m
´
aquina, que
tambi
´
en se desplaza a lo largo de un tra-
mo de ADN, aunque m
´
as lenta. Vemos
entrar la cuerda de ADN por un extremo
y salir por el otro... intacta. Pero una nue-
va hebra sencilla brota por un orificio dis-
tinto de la m
´
aquina, como una cola cre-
ciente. ¿Qu
´
e est
´
a pasando?
El narrador prosigue: “La segunda ta-
rea que realiza el ADN se llama transcrip-
ci
´
on. El ADN nunca abandona el refu-
gio seguro del n
´
ucleo. Entonces, ¿c
´
omo
se leen y se utilizan sus genes, es decir,
las recetas para fabricar todas las prote
´
ı-
nas constitutivas del cuerpo humano? Pri-
mero, la m
´
aquina de enzimas que esta-
mos viendo localiza una regi
´
on del ADN
donde se ha activado un gen mediante se-
˜
nales qu
´
ımicas procedentes del exterior
3
Un gramo de ADN contiene
tanta informaci
´
on como un bill
´
on
de discos compactos
18
19. del n
´
ucleo; enseguida, hace una copia del
gen vali
´
endose de una mol
´
ecula de ARN.
El ARN se parece bastante a una hebra
sencilla de ADN, pero es diferente. Su ta-
rea consiste en recoger la informaci
´
on
codificada de los genes contenidos en el
ADN. Extrae dicha informaci
´
on mientras
se halla en la m
´
aquina de enzimas y la
transporta fuera del n
´
ucleo a uno de los ri-
bosomas, donde ser
´
a utilizada para sinte-
tizar una prote
´
ına”.
La demostraci
´
on nos ha deslumbrado.
Quedamos muy impresionados por el mu-
seo y por el ingenio de quienes dise
˜
naron
y construyeron sus m
´
aquinas. ¿Y si fuera
posible poner en marcha el museo con to-
das sus piezas para demostrar las miles y
miles de tareas que se llevan a cabo simul-
t
´
aneamente en la c
´
elula humana? ¡Eso s
´
ı
que ser
´
ıa un espect
´
aculo!
Pues bien, todos esos procesos que rea-
lizan diminutas m
´
aquinas sofisticadas es-
t
´
an teniendo lugar ahora mismo en los
100 billones de c
´
elulas de nuestro orga-
nismo. El ADN est
´
a siendo le
´
ıdo para fa-
bricar, en conformidad con sus instruc-
ciones, los cientos de miles de prote
´
ınas
diferentes que constituyen el cuerpo (sus
enzimas, tejidos,
´
organos, etc.). Al mismo
tiempo, est
´
a siendo copiado y corregido a
transcripci
´
on
“Lectura” del ADN
– El ADN es desenrollado en este punto. La hebra
expuesta transmite la informaci
´
on al ARN
— El ARN “lee” el ADN recogiendo la informaci
´
on
codificada de un gen. El c
´
odigo del ADN le indica
a la m
´
aquina transcriptora d
´
onde comenzar
y d
´
onde terminar
˜ El ARN transporta la informaci
´
on del n
´
ucleo
a un ribosoma, donde dar
´
a las instrucciones
para construir una prote
´
ına compleja
™ M
´
aquina transcriptora
1
2
4
19
20. ¿C
´
omo se lee y se copia el ADN con tanta exactitud? Las cuatro
bases qu
´
ımicas utilizadas en la escalera del ADN (A, T, G y C)
forman los pelda
˜
nos emparej
´
andose siempre del mismo modo:
A con T y G con C. Por lo tanto, si tenemos un lado de la escale-
ra, sabremos la composici
´
on del lado opuesto. As
´
ı, si la secuen-
cia de uno es GTCA, la del otro ser
´
a CAGT. Aunque los pelda
˜
nos
incompletos var
´
ıan en longitud, forman pelda
˜
nos uniformes
cuando se unen con sus complementarios.
El anterior descubrimiento llev
´
o a otro important
´
ısimo hallazgo
sobre las propiedades de esta extraordinaria mol
´
ecula: la ex-
cepcional facilidad con que puede ser copiada una y otra vez.
La m
´
aquina de enzimas encargada de la replicaci
´
on toma uni-
dades de las cuatro sustancias qu
´
ımicas mencionadas, las cua-
les flotan libres en el entorno nuclear, y completa cada pelda
˜
no
de la cuerda desdoblada de ADN.
As
´
ı pues, la mol
´
ecula de ADN es como un libro que puede
leerse y copiarse infinidad de veces. En el curso de la vida hu-
mana, el ADN es copiado unos diez mil billones (1016) de veces,
con pasmosa fidelidad.28
UNA MOL
´
ECULA QUE SE LEE Y SE COPIA
fin de que cada c
´
elula nueva posea un juego lim-
pio de instrucciones.
¿QU
´
E IMPORTANCIA TIENEN ESTOS HECHOS?
Formulemos otra vez la pregunta: “¿De d
´
onde
provinieron estas instrucciones?”. La Biblia se
˜
na-
la que el “libro” y su contenido proceden de un au-
tor sobrehumano. ¿Es esta una conclusi
´
on desfa-
sada o poco cient
´
ıfica?
Reflexionemos sobre lo siguiente: ¿puede el
hombre construir un museo como el de nuestro
ejemplo? Sus intentos tropezar
´
ıan con verdaderas
dificultades. Hay muchos detalles del genoma hu-
mano y sus funciones que a
´
un no se comprenden.
Los investigadores siguen tratando de localizar to-
dos los genes y conocer sus funciones. Y los ge-
nes son solo una peque
˜
na porci
´
on de la cuerda de
ADN. Por ejemplo, ¿cu
´
al es el objetivo de los lar-
gos tramos que no contienen genes? En un princi-
pio, se los denomin
´
o “ADN basura”, pero ahora
G C
A T
C G
A T
G C
21. ˛ Hecho. El eficaz empaquetamiento del ADN
en los cromosomas ha sido catalogado como una
“proeza de la ingenier
´
ıa”.
Pregunta. ¿C
´
omo podr
´
ıa semejante orden y orga-
nizaci
´
on ser el resultado de hechos aleatorios?
˛ Hecho. Hoy por hoy, en esta era inform
´
atica,
la capacidad del ADN para almacenar informaci
´
on
no tiene par.
Pregunta. Si los t
´
ecnicos inform
´
aticos no pueden
emular tal capacidad, ¿c
´
omo podr
´
ıa conseguirlo
la materia carente de inteligencia?
˛ Hecho. El ADN porta todas las instrucciones ne-
cesarias para construir un cuerpo humano
´
unico
y mantenerlo mientras viva.
Pregunta. ¿C
´
omo podr
´
ıa haberse originado tal
escritura sin un escritor, o tal programa sin un
programador?
˛ Hecho. Para que el ADN funcione tiene que ser
copiado, le
´
ıdo y corregido por una legi
´
on de com-
plejas m
´
aquinas moleculares llamadas enzimas,
que deben trabajar conjuntamente con precisi
´
on
y perfecta sincronizaci
´
on.
Pregunta. ¿Cree usted que mecanismos tan com-
plejos y fiables pueden aparecer por azar? Ante la
ausencia de pruebas s
´
olidas, ¿no equivaldr
´
ıa tal
creencia a la fe ciega?
HECHOS Y PREGUNTAS
la tendencia est
´
a cambiando, pues es po-
sible que tales segmentos controlen la ma-
nera y el grado de utilizaci
´
on de los ge-
nes. Aun si los cient
´
ıficos lograran crear
un modelo completo del ADN, con sus
m
´
aquinas copiadoras y correctoras, ¿po-
dr
´
ıan hacerlo funcionar como el original?
Poco antes de morir, el famoso f
´
ısi-
co Richard Feynman escribi
´
o la siguien-
te nota en un tablero: “Lo que no pue-
do crear, no lo entiendo”.25 Da gusto su
modestia, y sus palabras son muy ciertas
en lo referente al ADN. Los cient
´
ıficos
ni pueden crear ADN con todos sus me-
canismos de replicaci
´
on y transcripci
´
on
ni lo entienden a la perfecci
´
on; sin embar-
go, algunos afirman saber que todo apare-
ci
´
o por azar, sin direcci
´
on alguna. ¿Apo-
yan tal conclusi
´
on las pruebas que hemos
analizado?
Varios especialistas han concluido que
las pruebas apuntan en la direcci
´
on con-
traria. Francis Crick, uno de los bi
´
ologos
que descubri
´
o la estructura de doble h
´
eli-
ce de la mol
´
ecula de ADN, opina que es
demasiado compleja para haberse forma-
do mediante sucesos aleatorios. Su hip
´
o-
tesis es que seres extraterrestres inteligen-
tes debieron de enviar ADN a la Tierra
para sembrar aqu
´
ı la vida.26
En a
˜
nos m
´
as recientes, la postura del
destacado fil
´
osofo Antony Flew, tenaz de-
fensor del ate
´
ısmo durante medio siglo,
dio un giro radical. A sus 81 a
˜
nos empe-
z
´
o a creer que una inteligencia tuvo que
haber intervenido en la creaci
´
on de la
vida. ¿Qu
´
e propici
´
o el cambio? Un estu-
dio del ADN. Cuando se le pregunt
´
o so-
bre la incomodidad que su nueva filosof
´
ıa
podr
´
ıa causar en la comunidad cient
´
ıfica,
respondi
´
o: “Lo siento. Toda la vida me he
guiado por el principio [...] de seguir la
prueba adondequiera que lleve”.27
¿Qu
´
e opina? ¿Ad
´
onde llevan las prue-
bas? Imagine que usted ve una sala de
computadoras en el coraz
´
on de una f
´
abri-
ca. Un complejo programa maestro dirige
todas las actividades. Es m
´
as, env
´
ıa cons-
tantemente instrucciones sobre c
´
omo
construir y mantener cada una de las m
´
a-
quinas que hay all
´
ı y hace copias de s
´
ı
mismo, las cuales somete a una correc-
ci
´
on de pruebas. ¿A qu
´
e conclusi
´
on lle-
gar
´
ıa: que las computadoras y el progra-
ma se hicieron a s
´
ı mismos, o que fueron
hechos por mentes ordenadas e inteligen-
tes? Las pruebas hablan por s
´
ı solas.
21
22. ¿Qu
´
e afirman muchos cient
´
ıficos? Mu-
chos dan a entender que el registro f
´
osil
comprueba la teor
´
ıa del origen com
´
un de
la vida. Y dado que todos los seres vivien-
tes utilizan un mismo tipo de “lenguaje in-
form
´
atico”, o ADN, afirman que toda for-
ma de vida tiene que haber evolucionado
de un ancestro com
´
un.
¿Qu
´
e dice la Biblia? El relato de G
´
ene-
sis dice que las plantas, las criaturas mari-
nas, los animales terrestres y las aves fue-
ron creados “seg
´
un sus g
´
eneros” (G
´
enesis
1:12, 20-25). Esta descripci
´
on deja un
margen para la variabilidad dentro de un
mismo “g
´
enero”, pero tambi
´
en implica la
existencia de barreras infranqueables que
separan un g
´
enero de otro. El relato de
la creaci
´
on nos lleva asimismo a esperar
que los nuevos tipos de criaturas aparecie-
ran en el registro f
´
osil de manera s
´
ubita y
completamente formados.
¿Qu
´
e revelan las pruebas? ¿Apoyan las
pruebas la descripci
´
on b
´
ıblica de los
hechos, o le dan la raz
´
on a Darwin? ¿Qu
´
e
han demostrado los hallazgos de los pa-
sados ciento cincuenta a
˜
nos?
SE TALA EL
´
ARBOL DE DARWIN
En los
´
ultimos a
˜
nos, los cient
´
ıficos han
logrado comparar el c
´
odigo gen
´
etico de
decenas de organismos unicelulares, as
´
ı
como de plantas y animales. Supon
´
ıan
que tales estudios confirmar
´
ıan el rami-
ficado “
´
arbol de la vida” propuesto por
Darwin, pero este no ha sido el caso.
¿Qu
´
e ha sacado a la luz la investiga-
ci
´
on? El bi
´
ologo Malcolm S. Gordon es-
cribi
´
o en 1999: “Al parecer, la vida tuvo
m
´
ultiples or
´
ıgenes. La base del
´
arbol de
la vida universal no consisti
´
o en una
´
uni-
ca ra
´
ız”. ¿Hay prueba de que las prin-
cipales ramas de vida est
´
en vinculadas a
un solo tronco, como postul
´
o Darwin?
Gordon sigue diciendo: “La versi
´
on tra-
dicional de la teor
´
ıa del ancestro com
´
un
no parece ser aplicable a los reinos tal
4¿PROCEDEN TODAS LAS FORMAS
DE VIDA DE UN ANTEPASADO COM
´
UN?
Darwin pensaba que todos los organismos vivos compart
´
ıan
un antepasado com
´
un e imaginaba la historia de la vida en la
Tierra como un gran
´
arbol. Otros creyeron m
´
as tarde que el
tronco de este “
´
arbol de la vida” se form
´
o con la aparici
´
on de
las primeras c
´
elulas simples. Nuevas especies derivaron de
´
el, dando lugar a ramas (familias de plantas y animales) y ra-
mitas (todas las especies incluidas en las familias actuales).
¿Sucedi
´
o as
´
ı?
COMIENZO DE LA HISTORIA DE LA TIERRA TIEMPO
122
23. y como se reconocen hoy d
´
ıa; probable-
mente tampoco sea aplicable a muchos,
o a ninguno, de los filos, y posiblemente
tampoco a muchas de las clases dentro de
los filos”.129
Los
´
ultimos estudios siguen rebatien-
do la teor
´
ıa darwiniana de un antepasado
com
´
un. La revista New Scientist public
´
o
en 2009 un art
´
ıculo seg
´
un el cual el cient
´
ı-
fico Eric Bapteste dijo: “No tenemos nin-
guna prueba de que el
´
arbol de la vida sea
una realidad”.30 El mismo art
´
ıculo recoge
este comentario del bi
´
ologo Michael
Rose: “El
´
arbol de la vida est
´
a siendo en-
terrado con discreci
´
on, eso lo sabemos to-
dos. M
´
as dif
´
ıcil de aceptar es el hecho de
que nuestra visi
´
on fundamental de la bio-
log
´
ıa tiene que cambiar por completo”.231
LO QUE DICE EL REGISTRO F
´
OSIL
Muchas autoridades recurren al regis-
tro f
´
osil para defender la idea de que la
vida emergi
´
o de un antepasado com
´
un.
Argumentan, por ejemplo, que dicho re-
gistro documenta la noci
´
on de que los pe-
ces se transformaron en anfibios y los rep-
tiles en mam
´
ıferos. Pero ¿es eso cierto?
El paleont
´
ologo evolucionista David
M. Raup observa: “En lugar de encontrar-
se con el desarrollo gradual de la vida, lo
1 El t
´
ermino filo, utilizado en biolog
´
ıa, se refiere a
un gran grupo de animales que comparten el mismo
plan corporal distintivo. Un sistema de clasificaci
´
on
de los seres vivos empleado en las ciencias consta de
siete categor
´
ıas, en la que cada una es m
´
as espec
´
ıfica
que la anterior. La primera y m
´
as general es el reino,
seguida del filo, la clase, el orden, la familia, el g
´
enero
y la especie. As
´
ı, el caballo pertenece al reino animal,
filo cordados, clase mam
´
ıferos, orden perisod
´
actilos,
familia
´
equidos, g
´
enero Equus, especie caballus.
2 Cabe aclarar que el art
´
ıculo de New Scientist y las
declaraciones de Bapteste y Rose no ten
´
ıan la inten-
ci
´
on de sugerir que la teor
´
ıa de la evoluci
´
on est
´
a equi-
vocada, sino de se
˜
nalar que el
´
arbol de la vida pro-
puesto por Darwin, un pilar de su teor
´
ıa, no cuenta
con el respaldo de las pruebas. Dichos cient
´
ıficos si-
guen buscando una explicaci
´
on en el marco evolucio-
nista.
que realmente encontraron los ge
´
ologos
contempor
´
aneos de Darwin —y siguen en-
contrando los ge
´
ologos actuales— es un
registro bastante irregular: las especies
aparecen en la secuencia muy abrupta-
mente, muestran poco o ning
´
un cambio
durante su existencia en el registro y de re-
pente desaparecen de
´
el”.32
La verdad es que la inmensa mayor
´
ıa
de los f
´
osiles evidencian estabilidad en los
tipos de criaturas a lo largo de extensos
per
´
ıodos de tiempo. No indican que un
tipo evolucion
´
o para llegar a ser otro. Los
planes corporales distintivos aparecen de
s
´
ubito, as
´
ı como las caracter
´
ısticas nue-
vas. Por ejemplo, el murci
´
elago, con sus
sistemas de sonar y ecolocaci
´
on, surge
sin ning
´
un nexo obvio con un antepasado
m
´
as primitivo.
De hecho, m
´
as de la mitad de las prin-
cipales divisiones de la vida animal sur-
gieron en un per
´
ıodo de tiempo relativa-
mente corto. La manera abrupta como
numerosas formas de vida nuevas y distin-
tas aparecen en el registro f
´
osil ha lleva-
do a los paleont
´
ologos a referirse a este
per
´
ıodo como “la explosi
´
on c
´
ambrica”.
¿Cu
´
ando tuvo lugar el per
´
ıodo c
´
ambrico?
Suponiendo que los c
´
alculos sean
correctos, podemos representar la histo-
ria de la Tierra con una l
´
ınea de tiempo
que tenga la longitud de un campo de f
´
ut-
bol (1). A esta escala, es preciso recorrer
siete octavos del trayecto antes de llegar
a lo que los paleont
´
ologos denominan el
per
´
ıodo c
´
ambrico (2). Durante un peque-
˜
no segmento de este per
´
ıodo aparecen en
el registro f
´
osil las principales divisiones
de la vida animal. ¿Con cu
´
anta rapidez?
Si seguimos caminando, todas estas dife-
rentes criaturas surgen en el trecho de me-
nos de un paso.
La aparici
´
on relativamente s
´
ubita de
estas diversas formas de vida ha inducido
“EXPLOSI
´
ON C
´
AMBRICA” HOY
2
23
24. a algunos investigadores a replantearse la versi
´
on
tradicional de la teor
´
ıa darwiniana. Por ejemplo,
el bi
´
ologo Stuart Newman expuso en una entre-
vista en 2008 la necesidad de una nueva teor
´
ıa
evolutiva que explique la repentina aparici
´
on de
nuevas formas de vida. Dijo: “El mecanismo dar-
winiano utilizado para explicar todo cambio evo-
lutivo quedar
´
a relegado, creo yo, y pasar
´
a a ser
uno m
´
as entre muchos, quiz
´
as ni siquiera el m
´
as
importante para comprender la macroevoluci
´
on,
la evoluci
´
on de las principales transiciones en los
tipos corporales”.33
DIFICULTADES CON LA “PRUEBA”
¿Qu
´
e hay de los f
´
osiles utilizados para ilustrar
la transformaci
´
on de peces en anfibios y de rep-
tiles en mam
´
ıferos? ¿Constituyen una prueba s
´
o-
lida de la evoluci
´
on en acci
´
on? Una mirada m
´
as
atenta pone al descubierto varias dificultades.
Para empezar, en los libros de texto, el tama
˜
no
comparativo de las criaturas colocadas en la se-
cuencia de reptiles a mam
´
ıferos es a veces enga-
˜
noso. En vez de ser de un tama
˜
no similar, como
se representan, la realidad es que unas son enor-
mes y otras son peque
˜
nas.
Otro escollo, mucho m
´
as serio, es la
falta de pruebas de que dichas criatu-
ras est
´
an de alg
´
un modo emparenta-
das. Los espec
´
ımenes de la serie suelen
estar separados por espacios que se
estiman en millones de a
˜
nos. El zo
´
o-
logo Henry Gee dice sobre el par-
ticular: “Los intervalos de tiempo que
hay entre los f
´
osiles son tan enormes
que no podemos decir nada definitivo
sobre su posible conexi
´
on por ascendencia
o descendencia”.134
Aludiendo a los f
´
osiles de peces y anfibios, el
bi
´
ologo Malcolm S. Gordon se
˜
nala que constitu-
1 Gee no cuestiona la teor
´
ıa de la evoluci
´
on; simplemente
comenta las limitaciones del conocimiento que proporciona el
registro f
´
osil.
SEG
´
UN
LOS LIBROS
DE TEXTO
TAMA
˜
NO RELATIVO REAL ¿Por qu
´
e alteran algunos libros de texto la escala
de los f
´
osiles de una secuencia propuesta?
25. yen solo una peque
˜
na “muestra, posible-
mente muy poco representativa, de la bio-
diversidad que exist
´
ıa en esos grupos en
´
epocas pasadas”. Y a
˜
nade: “No tenemos
forma de saber hasta qu
´
e punto aquellos
organismos espec
´
ıficos tuvieron relevan-
cia en sucesos posteriores o qu
´
e relaci
´
on
de parentesco les un
´
ıa”.135
¿QU
´
E MUESTRA LA “PEL
´
ICULA”?
Un art
´
ıculo de National Geographic pu-
blicado en 2004 asemej
´
o el registro f
´
osil a
“una pel
´
ıcula sobre la evoluci
´
on de la cual
se han perdido 999 de cada mil cuadros
en el cuarto de edici
´
on”.36 Analicemos las
implicaciones de este s
´
ımil.
Imaginemos que encontramos 100 fo-
togramas de un largometraje compues-
to originalmente de 100.000. ¿C
´
omo de-
terminar
´
ıamos la trama de la pel
´
ıcula?
Quiz
´
as tengamos una idea preconcebida,
pero ¿y si solo hubiera 5 fotogramas que
se pudieran acomodar de tal modo que
apoyaran nuestra trama, mientras que los
otros 95 contaran una historia totalmen-
te diferente? ¿Ser
´
ıa l
´
ogico insistir en que
nuestra idea preconcebida es la correcta
1 Gordon es partidario de la evoluci
´
on.
bas
´
andonos
´
unicamente en estos 5 cua-
dros? ¿Pudiera ser que el orden en que los
hemos puesto es el que se adapta a nues-
tra teor
´
ıa? ¿No ser
´
ıa mejor dejar que las
otras 95 im
´
agenes pesaran en nuestra opi-
ni
´
on?
¿Qu
´
e tiene que ver este ejemplo con la
manera como los evolucionistas ven el re-
gistro f
´
osil? Durante a
˜
nos, los investiga-
dores no admitieron que la inmensa ma-
yor
´
ıa de los f
´
osiles (los 95 fotogramas
de la pel
´
ıcula) mostraban que las espe-
cies permanecen casi invariables a lo lar-
go del tiempo. ¿Por qu
´
e ese silencio sobre
algo tan importante? El escritor Richard
Morris dice: “Por lo visto, los paleont
´
o-
logos hab
´
ıan adoptado la idea ortodoxa
del cambio evolutivo gradual y se hab
´
ıan
“Tomar una serie de f
´
osiles y afirmar que
representan un linaje no es una hip
´
otesis
cient
´
ıfica que se pueda confirmar, sino una
aseveraci
´
on que conlleva la misma validez
de un cuento: es entretenido, quiz
´
as instruc-
tivo, pero no cient
´
ıfico.” (In Search of Deep
Time—Beyond the Fossil Record to a New History
of Life, por Henry Gee, p
´
aginas 116 y 117)
Las l
´
ıneas punteadas indican
los supuestos parentescos
Pezsinmand
´
ıbulas
Pezconmand
´
ıbulasycoraza
(extinto)
Pezcartilaginoso
Pez
´
oseo
Anfibios
Reptiles
Aves
Mam
´
ıferos
PER
´
IODOSGEOL
´
OGICOSª
Pezsinmand
´
ıbulas
Pezconmand
´
ıbulasycoraza
(extinto)
Pezcartilaginoso
Pez
´
oseo
Anfibios
Reptiles
Aves
Mam
´
ıferos
Las pruebas f
´
osiles reales no muestran
ning
´
un parentesco
4 ¿PROCEDEN TODAS LAS FORMAS DE VIDA DE UN ANTEPASADO COM
´
UN? 25
26. 26 EL ORIGEN DE LA VIDA
aferrado a ella, a pesar de hallar pruebas
que demostraban lo contrario. Llevaban
tiempo tratando de interpretar la eviden-
cia f
´
osil en t
´
erminos de las nociones acep-
tadas de la evoluci
´
on”.37
¿Y hoy d
´
ıa? ¿Ser
´
a acaso que los evolu-
cionistas siguen acomodando los f
´
osiles
en cierto orden, no porque est
´
e respalda-
do por la mayor
´
ıa de las pruebas f
´
osiles y
gen
´
eticas, sino porque cuadra con las no-
ciones actuales de la evoluci
´
on?1
1 V
´
ease el recuadro “¿Est
´
a comprobada la evolu-
ci
´
on humana?”.
¿Qu
´
e opina? ¿Cu
´
al conclusi
´
on se ape-
ga mejor a las pruebas? Repasemos los
hechos expuestos hasta ahora.
˛ La primera forma de vida en la Tierra
no ten
´
ıa nada de “simple”.
˛ Las probabilidades en contra de que los
componentes de la c
´
elula aparecieran por
azar son astron
´
omicas.
˛ El ADN, el “programa inform
´
atico”
que gobierna la c
´
elula, es incre
´
ıblemente
complejo y demuestra una genialidad que
supera con mucho cualquier programa o
sistema de almacenamiento de datos in-
ventado por el hombre.
˛ La investigaci
´
on gen
´
etica indica que la
vida no se origin
´
o de un antepasado co-
m
´
un. Adem
´
as, los principales grupos de
animales aparecen de s
´
ubito en el registro
f
´
osil.
A la luz de estos hechos, ¿no es razo-
nable concluir que las pruebas armonizan
con la explicaci
´
on b
´
ıblica sobre el origen
de la vida? Hay quienes alegan, sin embar-
go, que la ciencia contradice gran parte de
lo que la Biblia ense
˜
na sobre la creaci
´
on.
¿Es eso cierto? ¿Qu
´
e dice exactamente la
Biblia?
Si “95 fotogramas” del registro f
´
osil muestran
que los tipos de animales no evolucionan hasta
convertirse en otros, ¿por qu
´
e acomodan los
paleont
´
ologos los restantes “5 fotogramas”
para dar a entender lo contrario?
˛ Hecho. Investigadores que no apoyan el relato
b
´
ıblico de la creaci
´
on han puesto en tela de jui-
cio dos de los pilares de la evoluci
´
on: que la vida
tiene un origen com
´
un y que la lenta acumula-
ci
´
on de peque
˜
nos cambios produce nuevos tipos
corporales.
Pregunta. En vista de la controversia generada
en torno a estos pilares de la teor
´
ıa de Darwin,
¿puede afirmarse con honestidad que su ver-
si
´
on de la evoluci
´
on es un hecho cient
´
ıfico?
˛ Hecho. Todos los organismos vivos comparten
un ADN, o “lenguaje inform
´
atico”, muy semejan-
te, que determina en gran parte la forma y las
funciones de sus c
´
elulas.
Pregunta. ¿Podr
´
ıa ser que la similitud obedece,
no a que provinieran del mismo antepasado,
sino a que tuvieran el mismo Dise
˜
nador?
HECHOS Y PREGUNTAS
27. Si buscamos bajo el tema de la evoluci
´
on huma-
na en muchos libros de texto y enciclopedias, ve-
remos una serie de dibujos que muestran una
criatura simiesca encorvada seguida por otras
de postura m
´
as erecta y cabeza m
´
as desarrolla-
da hasta llegar al hombre moderno. Tales
im
´
agenes, junto con los informes sensacionalis-
tas sobre descubrimientos de los llamados esla-
bones perdidos, dan la impresi
´
on de que la evo-
luci
´
on del hombre a partir de los simios est
´
a
totalmente verificada. ¿Se apoyan estas afirma-
ciones en pruebas s
´
olidas? Veamos lo que dicen
los investigadores evolucionistas sobre los si-
guientes aspectos.1
QU
´
E MUESTRA LA PRUEBA F
´
OSIL
˛ Hecho. A comienzos del siglo XX, los restos f
´
osi-
les utilizados para apoyar la teor
´
ıa de que el hom-
bre y los simios evolucionaron de un antecesor
com
´
un cab
´
ıan en una mesa de billar. Desde en-
tonces, el n
´
umero ha aumentado. Ahora se dice
que llenar
´
ıan un vag
´
on de ferrocarril.38 No obs-
tante, la inmensa mayor
´
ıa consiste
´
unicamente
en huesos y dientes sueltos. Es raro ver cr
´
aneos
enteros y, m
´
as a
´
un, esqueletos completos.39
Pregunta. ¿Ha logrado el creciente n
´
umero de
f
´
osiles atribuidos al “
´
arbol familiar” del hombre
resolver el debate entre los expertos sobre cu
´
an-
do y c
´
omo evolucionaron los humanos a partir de
criaturas simiescas?
Respuesta. No, todo lo contrario. Robin
Derricourt, de la Universidad de Nueva Gales
del Sur (Australia), escribi
´
o en 2009 con respec-
to a la clasificaci
´
on de estos f
´
osiles: “Quiz
´
as so-
bre lo
´
unico que hay consenso ahora es que
no hay consenso”.40 En 2007, la revista de divul-
gaci
´
on cient
´
ıfica Nature public
´
o un art
´
ıculo por
1 Nota: Ninguno de los investigadores aqu
´
ı citados cree
en la doctrina b
´
ıblica de la creaci
´
on; todos se adhieren a la
doctrina de la evoluci
´
on.
los descubridores de otro
supuesto eslab
´
on del
´
ar-
bol evolutivo y dijo que
no se sabe nada sobre
cu
´
ando o c
´
omo la l
´
ınea
humana se separ
´
o real-
mente de la de los simios.41 Gyula Gyenis, investi-
gador del Departamento de Antropolog
´
ıa Biol
´
ogi-
ca de la Universidad E
¨
otv
¨
os Lor
´
and (Hungr
´
ıa),
escribi
´
o en 2002: “La clasificaci
´
on de los f
´
osiles
hom
´
ınidos y su lugar en el curso de la evoluci
´
on
ha sido tema de debate constante”.1 Tambi
´
en
dijo que la prueba f
´
osil reunida hasta ahora
no nos acerca al conocimiento exacto de cu
´
ando,
d
´
onde y c
´
omo evolucionaron los humanos a par-
tir de criaturas simiescas.42
NOTICIAS DE “ESLABONES PERDIDOS”
˛ Hecho. Cada vez que se descubre un nuevo
“eslab
´
on perdido”, los medios de comunicaci
´
on
lo pregonan a los cuatro vientos. En 2009, por
ejemplo, un f
´
osil apodado Ida fue presentado en
sociedad “a bombo y platillo, como si de una
estrella de rock se tratara”.43 La publicidad inclu-
y
´
o el siguiente titular en el peri
´
odico ingl
´
es
The Guardian: “F
´
osil Ida: extraordinario hallazgo
del ‘eslab
´
on perdido’ en la evoluci
´
on humana”.44
A los pocos d
´
ıas, la revista New Scientist, tam-
bi
´
en del Reino Unido, anunci
´
o: “Ida no es un ‘es-
lab
´
on perdido’ en la evoluci
´
on humana”.45
Pregunta. ¿Por qu
´
e se da tanta publicidad a
cada nuevo “eslab
´
on perdido” que se exhibe,
pero casi nunca se menciona cuando es excluido
del “
´
arbol familiar”?
1 El t
´
ermino hom
´
ınido es empleado por los evolucio-
nistas para designar a la familia humana y a las especies
prehist
´
oricas de apariencia humana.
¿Est
´
a comprobada
la evoluci
´
on humana?
28. Respuesta. Robin Derricourt, citado antes,
dice con respecto a los descubridores de ta-
les hallazgos: “El director de un equipo de
investigaci
´
on quiz
´
as tenga que exagerar la
singularidad y el dramatismo de un ‘descu-
brimiento’ a fin de captar fondos de patroci-
nadores distintos a las fuentes acad
´
emicas
convencionales, una pr
´
actica incentivada
por la prensa y los medios electr
´
onicos, que
andan a la caza de historias espectacu-
lares”.46
DIBUJOS Y MODELOS
DE HOMBRES-MONO
EN LIBROS DE TEXTO
˛ Hecho. A los presuntos antepasados del
hombre se los representa en los libros de
texto y en los museos con rasgos definidos.
Cuanto m
´
as antiguo es el ejemplar, m
´
as
parecido a un mono lo hacen; y cuanto m
´
as
cercano se supone que est
´
a del hombre,
m
´
as humanos son sus facciones, su tono de
piel y su pelo.
Pregunta. ¿Pueden los cient
´
ıficos recons-
truir con exactitud tales rasgos bas
´
andose
en los restos fosilizados que encuentran?
Respuesta. No. En 2003, el antrop
´
ologo fo-
rense Carl N. Stephan, quien trabaja para el
Departamento de Ciencias Anat
´
omicas de la
Universidad de Adelaida (Australia), escribi
´
o:
“No se pueden construir ni comprobar ob-
jetivamente los rostros de los primeros ante-
pasados humanos”. Y a
˜
nadi
´
o que los inten-
tos de hacerlo bas
´
andose en los simios
modernos “son con toda probabilidad mar-
cadamente sesgados, inexactos por dem
´
as
y carentes de validez”. ¿Cu
´
al fue su con-
clusi
´
on? “Es muy probable que toda ‘recons-
trucci
´
on’ facial de los primeros hom
´
ınidos
est
´
e equivocada.”47
LA INTELIGENCIA
Y EL TAMA
˜
NO DEL CEREBRO
˛ Hecho. Una manera como los evolucionistas
determinan si un hipot
´
etico antepasado del
hombre corresponde a un pariente pr
´
oximo o
lejano es midiendo el tama
˜
no del cerebro.
Pregunta. ¿Es el tama
˜
no del cerebro un in-
dicador fiable de la inteligencia?
Respuesta. No. Un equipo de investigaci
´
on
que recurri
´
o a la talla del cerebro para es-
pecular sobre qu
´
e criaturas extintas eran los
parientes m
´
as pr
´
oximos del hombre admi-
ti
´
o que “muchas veces se sintieron pisando
terreno movedizo”.48 ¿Por qu
´
e raz
´
on? La re-
vista Mente y Cerebro explic
´
o en 2009 que
el peso cerebral absoluto o relativo no es el
mejor correlato de la inteligencia. Y a
˜
nadi
´
o:
“Los investigadores no han logrado estable-
cer alguna peculiaridad anat
´
omica o fisiol
´
o-
gica en el cerebro humano que no se halle
presente tambi
´
en en los animales. S
´
olo hay
una excepci
´
on a esta regla: el
´
area del len-
guaje de Broca”.49
¿Qu
´
e opina? ¿Por qu
´
e raz
´
on colocan los
cient
´
ıficos los f
´
osiles en la cadena “simio-
hombre” seg
´
un el tama
˜
no del cerebro, sa-
biendo que este no es un indicador fiable de
la inteligencia? ¿Estar
´
an forzando las prue-
bas para que encajen en su teor
´
ıa? ¿Y por
qu
´
e debaten constantemente sobre qu
´
e f
´
o-
siles deben incluirse en el “
´
arbol familiar”
del hombre? ¿Ser
´
a que los f
´
osiles que es-
tudian son justo lo que parecen ser: formas
extintas de simios?
¿Y qu
´
e decir de los f
´
osiles semejantes a hu-
manos llamados neandertales, que se pre-
sentan a menudo como prueba de que
existi
´
o un tipo de hombre-mono? Los investi-
gadores han comenzado a modificar su pos-
tura. En 2009, Milford H. Wolpoff escribi
´
o en
la revista American Journal of Physical An-
thropology que los “neandertales quiz
´
as ha-
yan sido una verdadera raza humana”.50
Los observadores honrados no tienen repa-
ros en reconocer que el ego, el dinero y la
necesidad de atenci
´
on medi
´
atica influyen
en la manera como se presentan las “prue-
bas” de la evoluci
´
on humana. ¿Cifrar
´
a usted
su confianza en este tipo de pruebas?
28 EL ORIGEN DE LA VIDA
29. ¿CU
´
AL ES
EL DEFECTO
DE ESTA IMAGEN?
˛ Im
´
agenes como esta se fundan en la
interpretaci
´
on sesgada y las suposiciones
de investigadores y artistas, no en los
hechos.51
˛ La mayor
´
ıa de estos dibujos se basan
en fragmentos de cr
´
aneos y dientes
sueltos. Los cr
´
aneos completos son raros,
y m
´
as raros a
´
un los esqueletos enteros.
˛ No existe acuerdo entre los especialistas
respecto a la clasificaci
´
on de los f
´
osiles
de las diversas criaturas.
˛ Los artistas no pueden reconstruir de manera
fidedigna la fisonom
´
ıa, el tono de piel y el pelo
de las criaturas extintas.
˛ A las criaturas se las sit
´
ua en la ruta evolutiva hasta
el hombre moderno tomando como base el tama
˜
no de
la cavidad craneal, y esto a pesar de que las pruebas
demuestran que el tama
˜
no del cerebro no es un indicador
fiable de la inteligencia.
4 ¿PROCEDEN TODAS LAS FORMAS DE VIDA DE UN ANTEPASADO COM
´
UN? 29
30. 30 EL ORIGEN DE LA VIDA
Durante la lectura del presente folle-
to, ¿le sorprendi
´
o ver que las declara-
ciones b
´
ıblicas son cient
´
ıficamente exac-
tas? A muchos les sorprende este hecho,
como tambi
´
en les sorprende enterarse
de que la Biblia no dice algunas de las
cosas que multitud de religiones afirman
que dice, como, por ejemplo, que Dios
hizo el universo y todos los seres vivos en
seis d
´
ıas de veinticuatro horas. De hecho,
no hay nada en ella que contradiga los di-
versos c
´
alculos cient
´
ıficos sobre la edad
del universo o de la Tierra.1
Adem
´
as, el breve relato de c
´
omo intro-
dujo Dios la vida en este planeta deja am-
plio margen para la investigaci
´
on y las
teor
´
ıas cient
´
ıficas. Lo que la Biblia s
´
ı
dice es que Dios cre
´
o todas las formas
de vida y que los seres vivientes fueron
hechos “seg
´
un sus g
´
eneros” (G
´
enesis 1:
11, 21, 24). Estas declaraciones no con-
1 Hallar
´
a m
´
as informaci
´
on en el folleto ¿Es la vida
obra de un Creador?, editado por los testigos de
Jehov
´
a.
cordar
´
an con determinadas teor
´
ıas cient
´
ı-
ficas, pero de ning
´
un modo se oponen a
los hechos cient
´
ıficos probados. La histo-
ria de la ciencia muestra que las teor
´
ıas
van y vienen, pero los hechos subsisten.
Ahora bien, muchas personas dudan
en investigar la Biblia porque se han desi-
lusionado con la religi
´
on. Observan la re-
ligi
´
on organizada y solo ven hipocres
´
ıa,
corrupci
´
on, belicismo... Pero ¿es justo
juzgar la Biblia por la conducta de algu-
nos que dicen representarla? No pocos
cient
´
ıficos humanitarios y sinceros se han
horrorizado por la manera como fan
´
ati-
cos violentos han recurrido a la teor
´
ıa de
la evoluci
´
on para apoyar sus pretensiones
racistas. ¿Ser
´
ıa justo juzgar la teor
´
ıa de
la evoluci
´
on sobre esa base? Sin duda, lo
mejor ser
´
ıa examinar sus postulados y co-
tejarlos con las pruebas.
Invitamos al lector a hacer lo mismo
con la Biblia. Quedar
´
a gratamente sor-
prendido al descubrir que sus doctrinas
difieren profundamente de las de la ma-
5¿ES RAZONABLE
CREER EN LA BIBLIA?
¿Le ha pasado a usted que ha juzgado mal a una persona sin conocerla? Quiz
´
as
oy
´
o a otros hablar de ella o citar sus palabras. Pero resulta que cuando la conoci
´
o,
descubri
´
o que no se parec
´
ıa en nada a lo que le hab
´
ıan pintado. Esa ha sido la
experiencia de mucha gente con respecto a la Biblia.
M
´
as de una persona educada la mira con recelo. ¿Sabe por qu
´
e? Porque sus pala-
bras muchas veces han sido tergiversadas o citadas de tal manera que parecen ir
contra la l
´
ogica, carecer de rigor cient
´
ıfico o estar totalmente equivocadas. ¿Ser
´
a
posible que este libro haya sido presentado en falsos colores?
31. yor
´
ıa de las religiones organizadas. Le-
jos de fomentar los conflictos armados y
la violencia
´
etnica, ense
˜
na que los sier-
vos de Dios tienen que repudiar no solo
la guerra, sino hasta el odio que engen-
dra tal violencia (Isa
´
ıas 2:2-4; Mateo 5:
43, 44; 26:52). Lejos de alimentar el fa-
natismo y la credulidad, ense
˜
na que las
pruebas son esenciales para la fe genuina
y que el poder de la raz
´
on es indispensa-
ble para servir a Dios (Romanos 12:1; He-
breos 11:1). Lejos de aplastar el esp
´
ıritu
inquisitivo, nos anima a averiguar algunas
de las cuestiones m
´
as fascinantes y esti-
mulantes que los seres humanos se han
planteado jam
´
as.
Por ejemplo, ¿se ha preguntado alguna
vez por qu
´
e, si hay un Dios, existe la mal-
dad? La Biblia despeja esta interrogante,
as
´
ı como muchas otras, de un modo satis-
factorio.1 Lo exhortamos a seguir en pos
de la verdad. Hallar
´
a respuestas fascinan-
tes, l
´
ogicas y, sobre todo, basadas en prue-
bas convincentes. Y eso no es casualidad.
1 V
´
ease el cap
´
ıtulo 11 del libro ¿Qu
´
e ense
˜
na real-
mente la Biblia?, editado por los testigos de Jehov
´
a.
1. ¿C
´
omo empez
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