1. México: Tata Bègò: el señor del rayo y la resistencia
contra las mineras en Guerrero
Enviado por ewituri 05/09/2012
(Texto y fotos: Giovanna Gasparello y Jaime Quintana)
Desinformémonos, Montaña de Guerrero, México., 6 de mayo.- Rituales asociados al ciclo
agrícola son parte de la resistencia de los pueblos de la Montaña de Guerrero contra la
explotación minera que amenaza con desaparecer la relación entre los pueblos y la
naturaleza.
La Montaña de Guerrero es una región rica en cultura y tradiciones que los pueblos me’phaa,
ñu saavi y nahua conservan y renuevan año con año. En la celebración de fiestas y en la
realización de rituales se configura la visión del mundo que tienen los pueblos indígenas y se
reafirma el vínculo estrecho entre los hombres y el territorio donde viven, invocando una
relación positiva con los elementos naturales, de los que depende la misma supervivencia
humana.
Las geografías de los territorios indígenas son cultural y simbólicamente marcadas: cerros,
manantiales y parajes son sitios sagrados en donde residen y se veneran a las fuerzas
naturales, dioses y santos que ordenan el mundo y dan sentido a la existencia de los
hombres; veredas y caminos son rutas de peregrinaciones transitadas por muchas
comunidades durante los rituales y las celebraciones.
Actualmente, la explotación indiscriminada de los recursos naturales está poniendo en riesgo
la supervivencia de las culturas y de los mismos pueblos; el gobierno federal y, con más
descaro aún, el gobierno de Guerrero, están rematando las riquezas de los territorios
ancestrales a las empresas trasnacionales.
La Montaña es amenazada por dos incipientes megaproyectos mineros: La Diana-San Javier
en la región oriental y Corazón de Tinieblas en la región occidental, ambos impulsados por
corporaciones extranjeras. Pero en estas tierras los pueblos indígenas saben defender sus
derechos:
Es aquí donde decenas de comunidades se juntaron para formar la Coordinadora Regional de
Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC), organización que se encarga de
garantizar la seguridad y ejercer una justicia verdadera en la región. Desde que se supo de
2. las amenazas mineras, la CRAC-PC ha encabezado, junto con otras organizaciones locales, la
campaña de información y resistencia contra los proyectos extractivos.
Quienes viven en las comunidades de la Montaña están conscientes de que la instalación de
minas a cielo abierto, además de los impactos desastrosos en la salud de las personas y en
el ambiente, así como de la ruptura de los equilibrios comunitarios, significaría la destrucción
de un sinfín de sitios sagrados o de gran importancia para la espiritualidad de los pueblos de
la región, con lo que se impulsaría la alienación y la pérdida de la relación profunda con el
territorio propio.
En las comunidades me’phaa, un momento clave del calendario ritual es la celebración de
San Marcos, que corresponde a Ajku o Tata Bègò, señor del rayo y del cerro, dios de la lluvia
y de la fertilidad. Hemos tenido la suerte de participar en la celebración que año con año
realiza la comunidad de Colombia de Guadalupe –una de las primeras comunidades que
integraron la Policía Comunitaria, hace más de 15 años– recorriendo los lugares marcados
por la tradición:
Una enorme riqueza cultural que los pueblos también están defendiendo en su lucha contra
la instalación de las mineras. En este texto, además de la vivencia personal de los autores,
se reflejan las numerosas pláticas y conversaciones que realizamos con las autoridades
comunitarias, los mayordomos, los rezanderos y todos los habitantes de la comunidad que
nos hicieron el honor de compartir la celebración.
»»El significado de la celebración.- La celebración de Tata Bègò/San Marcos inicia el 24 de
abril, pero el momento más importante son las ofrendas que se realizan durante la noche, ya
que el día 25 el santo se festeja en toda la Montaña: entre los mè’phàà, así como entre los
ñu saavi y los nahuas.
La fiesta se realiza antes de que inicie la temporada de lluvias: se pide a San Marcos que sea
generoso con los pueblos y envíe abundantes lluvias, pero que a la vez contenga la fuerza de
los aguaceros y de los rayos que podrían echar a perder los cultivos. Así lo cuentan el
Comisario y los rezanderos de la comunidad: “El señor San Marcos es el que riega para la
siembra del maíz, el que da las lluvias.
En esta región, a San Marcos también se le llama “el rayo”. Ha habido años en que no cayó
mucha lluvia, sobre todo cuando la gente no se preocupa. Cuando cae un rayo sobre un
animalito, o hasta llega a matar gente, significa que el pueblo no se preocupó y no organizó
el día de San Marcos. Cuando cae el aguanieve es porque se hizo mal el trabajo.
En muchas comunidades de Marquelia y San Luis Acatlán no creen en Tata Bègò, por eso
muchas veces se inundan sus tierras; aquí nunca nos ha tocado un desastre natural, porque
siempre le rendimos honor al señor del rayo. San Marcos es una piedra redonda que está en
el cerro más alto, arriba de la comunidad de Espino Blanco. Desde el tiempo de nuestros
antepasados se realiza la ceremonia en el cerro, es una preocupación que ya se hizo
tradición”.
Se denominan como san marcos o san marquitos a los ídolos que lo personifican: en
Colombia de Guadalupe son grandes piedras de forma alargada o esférica que representan
también a las gotas de lluvia. Frente a estas piedras se alista la ofrenda ritual en la
ceremonia. Hay que rendir ofrendas a todos los san marcos que se encuentran el territorio
de las comunidades, pues de no hacerlo la gente se puede enfermar y hasta morir.
»»Preparación de las ofrendas.- La mayordomía de San Marcos se encarga de organizar todo
el festejo, que inicia en la mañana del día 24 de abril. Este día los Mayordomos, varios
rezanderos o sacerdotes tradicionales, las autoridades comunitarias y todas las personas que
quieran participar acuden a la casa del Mayor Primero y traen grandes manojos de flores y
hojas.
3. Con éstas ensartan largas cadenas, que sucesivamente los rezanderos se encargan de cortar
según un determinado orden numérico. Las flores connotan el poder: por esto, los collares
de flores se ofrendan tanto a las autoridades como a las potencias o dioses.
Para estas cadenas se utilizan: flores de cempaxúchitl, buganvilia y cacaloxóchitl o flor de
mayo, así como hoja cachanca (llamada también tripa de pollo) y hoja de borracho silvestre,
plantas ambas que crecen en las ciénagas.
Mientras se ensartan los hilos de flores, ocupación que puede durar varias horas, se toma
chicha, una bebida alcohólica que se prepara fermentando durante varios días jugo de caña
con maíz quebrado. Al mediodía, el Comisario municipal, principal autoridad de la
comunidad, ofrece la comida para todos los que ayudaron en este trabajo.
»»Las ofrendas.- Las ofrendas a Tata Bègò se realizan en tres puntos: la casa del Comisario
en la comunidad; un punto medio donde se encuentra un san marcos, en el Cerro de
Alchipáhuatl (o Cerro de la Adoración o de la Cruz), y en el san marcos más alto, que está en
el Cerro de Xilotépetl. Un antiguo camino de herradura une estos dos puntos.
En la casa del Comisario los preparativos para la celebración empiezan un día antes, cuando
el Mayordomo de San Marcos escoge a dos jovencitas, casi niñas, que en el decir de la gente
“encarnan la pureza”, para que preparen las tortillas que comerán los rezanderos y las
autoridades durante las ceremonias.
Estas chicas se quedarán en el lugar, sin poder salir a ningún lado, hasta el día 25; una
señora se encarga de cuidarlas y de vigilarlas en todo momento, “hasta cuando tienen que ir
al baño”, comentan. Tarea de las jóvenes es tostar los granos de maíz y molerlo crudo en el
metate, sin hacer el nixtamal, y preparar tortillas amasando con agua la harina así obtenida.
En su labor no pueden dejar caer ni una semilla: si esto sucede, “ocurrirá una enfermedad,
caerá un rayo o la lluvia será excesiva”. En la casa del Comisario se reúnen los “señores
principales”, que se encargarán de las ofrendas durante la noche. Uno de ellos se queda para
guiar la celebración allí mismo; mientras los otros, en la tarde, se dirigen hacia los san
marcos en los cerros, acompañados por algunos hombres que llevan los objetos y animales a
ofrendar.
El grupo que se dirige al punto más alto (Xilotépetl) carga, cuesta arriba por una empinada
ladera, entre pinos y helechos, lo siguiente: dos guajolotes, un chivo, las tortillas preparadas
con maíz crudo, dos galones de chicha, huevos, hileras de flores, hojas de palma y velas. En
4. la cumbre del cerro Xilotépetl se encuentran las piedras de san marcos dispuestas en
hemiciclo.
Al llegar allí, ya al atardecer, los acompañantes encienden dos fogatas, a la izquierda y a la
derecha del altar, mientras los rezanderos comienzan a preparar la ofrenda. Ésta se
constituye por objetos y vegetales en números contados, situados en un orden preciso en el
plano horizontal (de atrás hacia el frente, a la derecha y a la izquierda) y en niveles
verticales sobrepuestos. El último nivel es el del sacrificio animal.
Los dos rezanderos se sientan frente al hemiciclo de piedras y, rezando, colocan el primer
nivel de la ofrenda: hojas grandes de palma en número contado, que, explican, “son como la
mesa donde se va a servir la comida que se ofrece a San Marcos y a la tierra”. Luego colocan
12 velas hacia el fondo del hemiciclo, adelante de ellos; frente a las velas, colocan una cruz y
cavan en la tierra un cierto número de agujeros.
Después de encender las velas (que representan la potencia del fuego, invitado también a la
ofrenda) inicia el rezo en mè’phàà, para el que se utilizan la Biblia y el rosario. En sus
plegarias, los rezanderos piden disculpa a la tierra por los daños hechos y agradecen por la
lluvia y la cosecha que llegará en el futuro; “la ceremonia no se hace solamente en honor del
señor del rayo y de las piedras que lo representan, sino también a la tierra (Kumba), que nos
alimenta; ella comerá y beberá todas las ofrendas”.
El siguiente nivel de la ofrenda se compone por manojos contados de hojas de palmilla, que
los rezanderos dividen, cuentan y amarran, rezando constantemente. Sólo ellos toman
chicha, y a cada trago riegan un chorrito de ella al suelo, “para que la tierra tome y esté
contenta también”. El tercer nivel son las cadenas de flores, que se acomodan en orden por
el número de flores que reúne cada hilera.
Mientras los sacerdotes se dedican a la invocación, ocupación que no dejarán hasta la
mañana siguiente, sus acompañantes sacrifican a los animales, primero los guajolotes y
después el chivo; luego recogen la sangre en un recipiente y la entregan a los rezanderos,
que la vierten en cada uno de los agujeros que precedentemente cavaron en el altar, en los
que meten también las plumas de los guajolotes y algunos huevos.
Sucesivamente, los animales son destazados y cocinados. En la madrugada, los rezanderos
abren un hoyo más grande en la parte delantera de la ofrenda y depositan allí alas y patas
de los guajolotes, así como las patas del chivo: “son los bocados que se ofrecen a la tierra”.
En este momento solamente los rezanderos comen los alimentos preparados,
acompañándolos con las tortillas de maíz crudo.
Luego de alimentarse, siguen rezando: al terminar la ceremonia, ya entrada la mañana,
taparán las cavidades abiertas en la tierra. Después de que los rezanderos se alimentaron,
uno de sus acompañantes carga los alimentos preparados y, siguiendo el camino de
herradura hacia abajo, alcanza al grupo que ha realizado la ofrenda en el Cerro de
Alchipáhuatl.
Allí se encuentra mucha gente, incluidas mujeres y niños, así como los músicos. En ese
momento todos los participantes comen, de los animales sacrificados en el punto más alto y
de aquellos sacrificados allí mismo. Después, todos bajan en procesión ordenada hacia la
casa del Mayordomo, quien sale a su encuentro junto con el Comisario.
Aquí llegan también los rezanderos al terminar la ceremonia en la cumbre del cerro. En la
tarde se consumen los alimentos que quedaron de las ofrendas en los cerros y los que se
prepararon en la casa. Durante la noche, también en la casa del Comisario se realiza una
parte muy importante de la celebración.
El rezandero que se encarga de ella comienza a distribuir las cadenas de flores y las velas
contadas en el lugar de la casa destinado a la ofrenda. Sahúma con copal a todos los
5. miembros de la familia del Comisario (primero las mujeres que preparan los alimentos y
después los niños) y a los integrantes de la Comisaría que permanecerán toda la noche allí.
La ofrenda se realiza de manera similar a las que se hacen en los cerros; se ofrece a San
Marcos la sangre de los animales sacrificados, también guajolotes y chivos, que se cocinan
en el fogón de la casa de la máxima autoridad comunitaria. Las plumas se guardan.
Los principales y las autoridades reunidas comen los alimentos y después, alrededor de las
cuatro de la mañana, el rezandero quema en la lumbre las cadenas de flores contadas y, al
terminar, una larga cadena de 398 flores. Sucesivamente, los rezanderos y las autoridades
se dirigen a la casa del Mayordomo de San Marcos, donde se inicia nuevamente la
preparación de los alimentos para recibir a la gente que bajará del cerro.
En la casa del Mayordomo se realiza otra ofrenda con cadenas de flores contadas y quema
de copal. Ya en la tarde los principales de la comunidad, Mayordomos, autoridades y todos
los rezanderos recogen las plumas de los guajolotes sacrificados en la casa del Comisario, la
ceniza del fuego donde se cocinó y nuevas cadenas de flores.
Y se dirigen a la ciénaga, que se encuentra a la mitad del camino que se dirige a Mesón de
Ixtláhuac. Allí entierran los elementos residuales de las ofrendas y concluyen la celebración
con plegarias a Tata Bègò.
Esta celebración, que separa la estación seca de la estación de lluvias, es una etapa del ciclo
ritual que incluye también la ceremonia al fuego, en el mes de enero, cuando toman
posesión las autoridades comunitarias y se agradece la cosecha; la fiesta de la Santa Cruz,
que coincide con la siembra, en los primeros días de mayo; y la fiesta en honor de San
Miguel, en la que se reciben los primeros pequeños elotes.
Este ciclo ritual acompaña al ciclo agrícola y muestra cómo el ciclo de producción material y
el de reproducción social y simbólica están estrechamente anclados al territorio y a los
elementos naturales. En la defensa del territorio, los pueblos indígenas defienden su cultura
y el sentido de su existir:
Al igual que los wixárica luchan para salvar los sitios sagrados de Wirikuta de la voracidad
minera, los indígenas de Guerrero protegen su Montaña y afirman su derecho a la
autonomía. “Aquí nunca entrarán las mineras. Defenderemos nuestra tierra cueste lo que
cueste, y aunque nos cueste la vida”, afirman los representantes de las comunidades,
reunidos en la Asamblea Regional de la CRAC-PC. Saben que Tata Bègò, el señor del rayo y
del cerro, está de su parte.
http://desinformemonos.org/2012/05/tata-bego-el-senor-del-rayo-y-la-resi...