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Pacific rubiales o el maquillaje del militarismo y el despojo
1. Pacific Rubiales o el maquillaje del militarismo y el despojo
Miércoles, 16 de Mayo de 2012 Cristóbal Silva González - CEDINS
“No vale el tiempo, pero vale las memorias, no se cuentan los segundos, se cuentan
historias. La paciencia es lo que se cosecha”.
Calle 13. Prepárame la cena.
Durante el pasado mes de abril, en Puerto Gaitán, departamento del Meta, se
emprendió una tarea de formación en Derechos Humanos, Derecho Internacional
Humanitario y economía política con trabajadores y trabajadoras de las empresas
petroleras y habitantes de la región.
La reflexión pasó por entender la explotación, el terror, la violencia, el pillaje, el
saqueo tanto de la naturaleza como de la fuerza de trabajo, que emprenden los
capitales e inversiones extranjeras en nuestro territorio; el capitalismo, tal como se ve
día a día en esta región, busca enmascararse ideológicamente para evitar el
pensamiento, el ejercicio de la política, la deliberación ética y moral presentes en la
denuncia y testimonios de los desarraigados.
Ante la contundente evidencia de la expoliación de la naturaleza y el cercenamiento de
los cuerpos y mentes de los trabajadores por las condiciones de trabajo impuestas, las
corporaciones intentan ocultar esta realidad al condenar la denuncia, el hecho político
y organizativo de los trabajadores como relatos ideologizantes, al servicio de intereses
oscuros, que, según ellas, no permiten el “desarrollo”, el “crecimiento” económico del
país.
Una de dichas maneras para encubrir lo innombrable, como son las condiciones de
pobreza, miseria y destierro, es la instrumentalización de la imagen, que no permite el
pensar, el deliberar, la discusión para develar lo ocurrido. Esto se puede observar en la
estrategia publicitaria de la corporación Pacific Rubiales, que intenta por medio de la
burda propaganda neutralizar y contener la crítica y la acción.
2. La intención es evidente, convertir la política en cosmética. Por ello la explotación, el
saqueo, la violencia, la guerra, las aberrantes desigualdades sociales son convertidas
en crónicas, susurros, que no tienen que ver con la realidad y verdad, que adquieren
categoría de verdad en la imagen y la palabra de los explotadores.
Aún con todo lo que representa la uniformidad del pensamiento en la sociedad de
masas, es importante resaltar la entereza moral, ética y política de los pueblos, como
se observaba en los testimonios, luchas y sueños de hombres y mujeres de los Llanos
colombianos.
La transnacional Pacific Rubiales reproduce cabalmente la estructura de explotación y
dominación de la economía de enclave, que se incrustó en el país durante los
principios del siglo XX y en la cual la clase dominante colombiana entregó territorios,
trabajadores y riquezas a empresas estadounidenses como la United Fruit Company y
la Tropical Oil Company. En este modelo de dominación el ejército velaba, protegía
sigilosamente los intereses imperialistas, en contra de la nación y de los trabajadores
que demandaban justas reivindicaciones, como la de los tres ochos.
No sobra recordar el papel de gobiernos como el de Abadía Méndez y su general
Cortés Vargas que en alianza con la United Fruit Company realizaron la masacre de las
bananeras, crímen que también se repitió en el Magdalena Medio a manos de la
Tropical Oil Company, en la que fueron exterminados las comunidades de los Yariguies,
para hacer posible el autoproclamado desarrollo.
Ciertamente muchas de estas prácticas abominables, que se consideraban superadas
históricamente, han vuelto a renacer, con casi los mismos formatos y actores de
principios del siglo XX. Como se afirmaba desde la Filosofía, la historia suele repetirse,
en nuestro país de manera cruenta y trágica contra los humildes.
La Unión Sindical Obrera USO, que ha venido acompañando las justas demandas de los
trabajadores y las comunidades afectadas por Pacific Rubiales, ha denunciado con
evidencias, testimonios, relatos, cómo dicha transnacional no sólo ha venido
destruyendo la soberanía con la extracción y control del recurso estratégico del
petróleo; recurso regalado de manera criminal por la clase dirigente a dicha
corporación, sino también las condiciones de explotación y liquidación de los derechos
fundamentales de los trabajadores.
Los trabajadores en los campos petroleros de la Pacific son convertidos en mercancías,
sometidos a horarios extenuantes, sin acceso a salarios dignos, que les permita
acceder a bienes y servicios esenciales, sin contratos de trabajo, sin seguridad social e
industrial, entre otros vejamenes. Así mismo, comunidades campesinas e indígenas
han sido arrinconados por la contra-reforma agraria imperante en Colombia: “hombres
sin tierra, tierra sin hombres”. En estas tierras se ve también con claridad la
inoperante legislación ambiental que ha convertido la naturaleza en recurso, que
puede ser contaminado y destruido.
3. Para poder mantener dicho modelo económico se implementa el dispositivo de
control, persecución a las organizaciones sociales y políticas y la neutralización de
cualquier iniciativa popular que intente oponerse a está dinámica de pillaje y violencia
que ejercen las corporaciones contra la soberanía y la dignidad de los pueblos.
Todo esto se pudo corroborar desde los testimonios y vivencias de cada uno de los
asistentes, que también, de una manera muy valiente e inteligente, mostraron por
medio de mapas que surgieron en la cartografía social, como se referencian
espacialmente los conflictos sociales, el despojo, la explotación laboral, las carencias
de derechos como la salud, la educación, el acceso al agua potable, sistemas de
alcantarillados en medio de la inmensa riqueza generada por el petróleo.
Cualquier iniciativa organizativa en la región ha sido estigmatizada en medio de un
escenario geográfico militarizado y con altos índices de violencia estatal y paraestatal.
La militarización ha servido para asegurar la llegada de empresas corporativas que
están detrás de recursos como el Coltán, oro, la siembra de agrocombustibles.
Una estrategia elaborada por Pacific Rubiales para desmantelar y deslegitimar el
trabajo organizativo de la USO ha sido el paralelismo sindical al crearse un sindicato
patronal, que funciona más como una “cooperativa de trabajo asociado” y que solo
promueve los intereses del capital y la inversión en contra de las comunidades y los
trabajadores.
Uno de los retos que debe afrontar el sindicato es la construcción de una agenda
colectiva acompañada de boletines, denuncias jurídicas, articulación y organización, ya
que se cuentan con evidencias y testimonios de muchos trabajadores y habitantes de
las zonas que demandan el cumplimiento de los derechos laborales y ambientales.
Es imprescindible, dentro de las tares históricas del movimiento obrero recuperar una
cantera de experiencias encarnadas en las luchas, las utopías de los trabajadores y
comunidades que enfrentaron históricamente la presencia de empresas como la
Tropical Oil Company. Un sindicalismo social, político popular con vocación de poder,
que permita la superación de una historia salpicada de ignominia, para permitirnos
reivindicar la recuperación de una memoria histórica popular de resistencia y
confrontaciones al capital y sus manifestaciones criminales