Gran parte de nuestras vidas modernas están rodeadas de metales. Su extracción acarrea problemas sociales y ambientales. Sin embargo hay proyectos, actividades y propuestas que sin negar su uso, los utilizan de una manera más amigable.
Repensar el uso de metales frente al modelo extractivista
1. Repensar el uso de metales frente al modelo extractivista
por Sursiendo. 29 de Enero de 2014
o
Gran parte de nuestras vidas modernas están rodeadas de metales.
Su extracción acarrea problemas sociales y ambientales. Sin embargo
hay proyectos, actividades y propuestas que sin negar su uso, los
utilizan de una manera más amigable.
Sursiendo hilos sueltos
Hace unas pocas semanas asistimos a un taller técnico sobre los
impactos de la minería metálica en la salud y el ambiente. Entre
algunos de esos datos que compartiremos hubo uno, que sin cifras y
sin mucha necesidad de una investigación exhaustiva, salta a la
vista: casi no existen actividades modernas que no usen
metales y minerales de manera directa o indirecta.
El modelo extractivista actual, en todas sus facetas, atenta contra los
bienes comunes. El caso de la minería metálica, ese “motor de
desarrollo” en boca de gobiernos liberales y progresistas, es una de
las actividades más devastadoras por sus consecuencias sociales y
ambientales. Y América Latina es el primer productor de metales
del mundo. De todos ellos los más codiciados son el oro y la plata.
Para su extracción hoy cerca del 90% se hace a cielo abierto
contaminando aguas superficiales y subterráneas pero también suelos
y aire. ¿Y para qué lo usamos? En el caso del oro solo cerca del
10% de lo extraído se usa en tecnología, lo demás: el 40% en
joyería y el 50% restante en inversiones. Sale del subsuelo de
territorios y ecosistemas vivos para ir a parar al subsuelo
de territorios financieros: los bancos. El porcentaje de reciclaje de
estos metales es ínfimo, comparado con su extracción. El capitalismo
tiene sed de acumulación.
Según afirman, con la extracción de éstos y otros metales se produce
además otro desbalance: “los países industriales consumen el 70%
de la producción anual de los nueve minerales más importantes.
2. Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y Europa Occidental, que
tienen el 15% de la población mundial, consumen el 61% del
aluminio, el 60% del plomo, el 59% del cobre y el 49% del
acero”.
En Los perversos versos ¿Puede ser sustentable la minería? se dice
que “el examen de la minería industrial de los últimos años alrededor
del planeta evidencia un sinnúmero de daños y destrucciones
múltiples e irreversibles de la Naturaleza (…) En el ámbito económico
la situación tampoco es mejor. Los países cuyas exportaciones
dependen fundamentalmente de recursos minerales o
petroleros son económicamente subdesarrollados.” O sea, ni
sustentable, ni desarrollo, ni nada de nada. La investigación apunta
más datos y aunque haya sido realizada desde Ecuador lo cierto es
que las historias se repiten en otros lugares: enfermedades,
dependencia, ruptura de tejido social, corrupción, migración,
criminalización y todo lo demás que una situación así trae aparejada…
Para quienes gustan decir: “estás en contra de la minería, pero nos
dejas de usar una computadora”, se puede decir que es cierto,
nuestras vidas modernas usan metales y minerales, pero en contra
de lo que nos quieren hacer creer, el mayor consumo que se hace
de ellos es el industrial y el armamentístico. Por eso, no se trata
de estar contra el uso de metales y minerales sino contra el modelo
que lo sustenta. Aún así, desde lo individual podemos repensar
algunas prácticas.
Deshacer el discurso de la obsolescencia programada
Visto en ocmal
Hace un par de semanas compartíamos una nota en la se alertaba
que la basura tecnológica se está convirtiendo en un crescendo
insostenible y ponzoñoso. En las grandes ciudades sólo 11% del
material electrónico generado se recicla y en muchos casos esos
“aparatos electrónicos, (‘obsoletos’ pero funcionales…), llenos de
metales” terminan en el fondo de un armario. Basado en esto,
el proyecto Cámara Shuar de Ecuador está pidiendo apoyos en
“especias” para desarrollar su plan. El llamado es a reciclar los
aparatos electrónicos que duermen en el armario, y apoyar la
lucha del pueblo Shuar contra las minas a cielo abierto y la
3. extracción de petróleo. Se busca dar una nueva vida a esos
aparatos que serán utilizados en el proyecto de difusión audiovisual
que la propia comunidad hará como parte de la “defensa de los
territorios habitados y así denunciar la futura extracción de otros
metales que finalmente irán a atiborrar otros armarios polvorientos,
cuando los aparatos que éstos metales ayudaron a crear se vuelvan
obsoletos por la programación del marketing”.
En las primeras economías del mundo se pueden encontrar muchos
recipientes para arrojar chatarra electrónica que supuestamente será
reciclada. Sin embargo las más de las veces esos aparatos terminan
en basureros de países lejanos, como Ghana, al cual llegan bajo el
nuevo negocio de la cooperación al desarrollo y “teniendo en cuenta
que solamente una cuarta parte de los productos electrónicos pueden
ser reutilizados, gran parte de ellos terminan en los almacenes de
tiendas de segunda mano de la región. El resto son simplemente
residuos y acaban sus días en Agbogbloshie el mayor vertedero
de Ghana”.
Quizás haya alguien que piense “no deberían permitirlo” o “deberían
tener una ley que lo prohíba”. Locierto es que la propia “Unión
Europea dispone de leyes que prohíben la exportación de
residuos peligrosos, pero encubiertos como bienes de segunda
mano o incluso donaciones, consiguen burlar las barreras legales y
llegar a puerto. En Estados Unidos no existe normativa que prohíba la
exportación de residuos electrónicos”.
Una vez más todo lo que el capitalismo toca es negocio… Ni
sustentable, ni amigable, ni nada que se parezca. Simple y llano
negocio. Los pronósticos no parecen mostrar un horizonte alentador;
según predicciones la cantidad de basura electrónica en el mundo
aumentará 33% en 5 años.
El Estado de Derecho, muchos derechos y ninguna obligación
4. A pesar de la cantidad de casos conocidos y denunciados de
comunidades y poblaciones enteras que se han visto afectadas por la
extracción de oro, plata o coltán (por mencionar solo algunos) las
empresas siguen mutando sus discursos y contando con las leyes
necesarias para contaminar legalmente. Probar que una minera ha
destruido el ecosistema de una región donde se ha emplazado y
que sus habitantes están sufriendo enfermedades incurables es
misión (casi) imposible. Se necesitan “datos duros” que muchas
veces no están al alcance de las comunidades. A la luz de estas
realidades la ONGSource International brinda suporte técnicocientífico de alto nivel y de manera gratuita para que comunidades
afectadas por estas actividades “puedan evaluar los daños a sus
recursos y promover acciones reparatorias”. Sin duda es de suma
importancia que la ciencia se ponga al servicio de las comunidades
para poder pelear en el terreno de lo legal.
Sin embargo, como nos recuerdan Sacher y Acosta “la industria
minera mundial no está sujeta a ningún marco legal internacional. A
lo sumo ésta se compromete, siempre de manera voluntaria, a
regular sus actividades a través de la firma de numerosos convenios”.
Una vez más el llamado es entonces a hacernos responsables de los
que consumimos, a ejercer nuestra libertad de mercado en
mercados locales -cuando se pueda- y en mercados justos. Aún así,
es importante que nuestras acciones sean preventivas, detenerlos
antes de que se instalen en los territorios y los destruyan, tomar
conciencia de lo que nuestras pequeñas acciones, unidas,
pueden hacer.
Los impactos de las actividades del modelo extractivista minero en
las comunidades y el ambiente se empiezan a ver incluso antes de
que suenen las primeras explosiones que harán volar por los
aires las rocas de nuestras montañas. Desde la etapa de exploración
hay compra de voluntades, se realiza tendido de carreteras (que
facilitan actividades de caza y tala masivas) y destrucción de capa
forestal además de provocar fragmentación del hábitat natural, la
cual es la principal causa de desaparición de especies de plantas y
animales. A (no tan) largo plazo las actividades mineras (y
petroleras) pueden acelerar o producir terremotos ya que el
subsuelo es vaciado y se rompe el equilibrio de las capas
tectónicas sobre las que están nuestros continentes.
A corto plazo, uno de los grandes problemas de la actividad minera
son las rocas de desechos. Para llegar al lugar donde hay una
“concentración rentable” de los metales que se desean extraer hay
que deshacersede lo que está arriba. Toda esa roca que antes
veíamos en forma de bonitas montañas y “no sirve”, ahora se
5. transformarán en montañas de basura que liberarán los
metales pesados almacenados en ellas al aire, agua y suelos.
Estos desechos provocan drenaje ácido, una contaminación que
puede llegar a durar, sin exagerar, miles de años. La mina Iron
Mountain en California cerró en 1963 pero seguirá contaminando el
río Sacramento con drenaje ácido por otros 3mil años más.
¿Esto significa que queremos volver a la Edad de Piedra?
Visto por ahí
Es claro, la exageración siempre ha sido una gran herramienta de
marketing que funciona con quienes no están familiarizados con el
tema. No se está hablando de volver a la Edad de Piedra.
Las propuestas que pretenden una reducción del consumo, el gran
pecado capital(ista), son muchas y diversas, pero en el fondo todas
abogan por consumir solo lo que necesitamos. Así por ejemplo
nos encontramos con aparatos eléctricos y electrónicos que
parecen dar batalla una y otra vez; otros en cambio parecen querer
tirar la toalla al primer golpecito. El problema no es consumir
cosas sino la cantidad de cosas que consumimos y el desinterés
por intentar encontrar una solución al problema, antes
de deshacernos de ellas.
Pero vayamos más allá. Ya lo hicimos todo: redujimos, reutilizamos,
reparamos y reciclamos (o donamos para el reciclaje) y aún así
necesitamos un aparato nuevo de reemplazo al actual. ¿Cómo hacer
un consumo responsable de las tecnologías?
Hace no mucho tiempo compartíamos la noticia de que se presentó
la primera computadora portátil verdaderamente libre, un aparato
desarrollado por Gluglug, una compañía británica que se encarga de
modificar viejos portátiles de Lenovo ocupándose de liberar su
software pero también su hardware, para obtener así
6. computadoras con mayor durabilidad. Al día de hoy “estos portátiles
son famosos entre administradores por ser especialmente confiables
y duraderos”. También hay una alternativa si lo que se necesita es un
nuevo teléfono móvil. Se llama FairPhone y es “un smartphone
diseñado y producido con el mínimo daño a la gente y el planeta”
controlando toda la cadena de fabricación. Además sus prototipos
están disponibles en open source, lo que lo hace un proyecto
replicable. Por eso para algunos éste es un teléfono móvil libre y
solidario. Hay otra propuesta, resonante: la de este hindú que
crea una nevera que funciona sin electricidad. Y en realidad hay cada
vez más diseñadores industriales, arquitectos o técnicos
interesados e interesadas en (re)crear alternativas menos
agresivas e igual de cómodas para nuestras vidas.
¿Y qué pasaría si soy yo, en primera persona, quien quiere
aprender/enseñar estas cosas? En Oaxaca un día, un grupo de
amigos interesados en compartir experiencias y conocimientos en
tecnologías e informática libre, decidieron crear Min, un proyecto de
reciclaje de basura electrónica y donación de equipos de
cómputo a escuelas de zonas marginadas del Estado. No solo
reciben cualquier aparato “que se conecte a la electricidad” sino que
están abiertos a enseñar lo que saben a otras personas deseosas de
aprenderlo. De hecho sus materiales y documentos están en linea
para ser descargados. Porque, como ellos mismos dicen: “trabajamos
por hacer de la tecnología algo accesible para todos. Nuestra visión
de la tecnología está enfocada en la solución de problemas de la
humanidad de forma responsable con la sociedad y con nuestra
madre naturaleza”.
¿Cuántas cosas poseemos? Vivimos en el mundo de la obsolescencia
programada y sin embargo vemos que hay alternativas. Elegirlas
depende de cada una y cada uno de nosotros. Consumir menos no es
sinónimo de no consumir nada, sino de hacernos responsables de lo
que compramos. O de lo que podemos intercambiar: la web Nolotiro,
te lo regalo (sin condiciones) recoge datos reales, de personas que
han elegido no tirar lo que ya no les sirve, lo ponen en esta vidriera
digital para que otras personas puedan llevárselo y prolongar su
vida útil.
Los mercados y la economía no son nuevos. Existen desde que la
humanidad tiene formas de relación más o menos complejas. Pero
hay economías y mercados más allá del capitalismo, muchas
personas están ya hoy intentando construir otro tipo de
relaciones comerciales, para vivir algunas posibles salidas del
laberinto del desarrollo capitalista.
@Sursiendo