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1. SEÑALES DE APOSTASÍA:
La tolerancia de los falsos maestros
La iglesia no debe tolerar a los falsos maestros. Estos enseñan doctrinas que traen
condenación a las almas. Pedro los describió como eran en su tiempo:
"Hubo también falsos profetas entre el pueblo de Israel; y así habrá falsos maestros
entre ustedes. Ellos enseñarán con disimulo sus dañinas ideas... que siguen deseos
impuros y desprecian la autoridad del Señor. Son tercos y atrevidos, y no tienen miedo de
insultar a los poderes superiores... Dicen cosas altisonantes y vacías, y con vicios y
deseos humanos seducen a quienes a duras penas logran escapar de los que viven en el
error. Les prometen libertad, siendo ellos mismos esclavos de la corrupción, porque todo
hombre es esclavo de aquello que lo ha dominado" (2 Pedro 2.1, 10, 18,19).
Hay líderes que pueden ser falsos maestros. Pablo advirtió a los ancianos de Éfeso sobre
esa realidad. "Sé que cuando yo me vaya vendrán otros que, como lobos feroces, querrán
acabar con la iglesia. Aun entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán
mentiras para que los creyentes los sigan. Estén alerta" (Hechos 20.29-31). Hay algunos
que pretenden ser ovejas cuando en realidad son lobos disfrazados para devorar a las
ovejas.
Los falsos maestros pueden dividir y aun destruir a la iglesia. Así como la levadura en la
masa, el error se extiende de una persona a otra y de una iglesia a otra. Pablo advirtió a la
iglesia de Galacia acerca de la tolerancia de la falsa enseñanza, diciendo: "Un poco de
levadura hace que fermente toda la masa" (Gálatas 5.9).
La iglesia de Tiatira fue condenada porque toleraba a un falso maestro. "Escribe también
al ángel de la iglesia de Tiatira... Pero tengo una cosa contra ti: que toleras a esa mujer,
Jezabel, que dice hablar de parte de Dios pero engaña con su enseñanza a mis siervos,
haciéndoles cometer inmoralidades sexuales y comer alimentos ofrecidos en sacrificio a
los ídolos" (Apocalipsis 2.18, 20).
Es malo tolerar a un maestro de la iglesia si el tal enseña el error o se encuentra envuelto
en un pecado. Si no hay quien levante la voz en contra de tal individuo es como hacerse
cómplice de la falsedad y la maldad.
El mismo maestro falso sufre de condenación si no hay quien refute su error. Pablo
entregó al diablo a dos falsos maestros, Himeneo y Alejandro para que aprendieran "a no
decir cosas ofensivas contra Dios" (1 Timoteo 1.20). Ellos estaban en error y Pablo los
corrigió.
Aquellos que son animados a escuchar a los falsos maestros caen en condenación también
porque la iglesia ha permitido la falsa enseñanza. Nadie debe creer que tal tolerancia es
aceptable bajo el disfraz de la libertad de expresión. Se supone que la iglesia tiene que
sostener y defender la verdad (1 Timoteo 3.15), y no ser un foro para el error.
2. Los falsos maestros en la iglesia son peligrosos porque atacan a una parte muy vulnerable,
la cual es el compañerismo. La naturaleza de la comunión en la iglesia es nada menos que
el amor, el compartir y la confianza. Parece algo increíble que un hermano que fuera muy
querido tratara de enseñarnos algo para engañarnos, destruir nuestra fe y condenar nuestras
almas. No podemos aceptar que un buen hermano sea un falso maestro.
Nuestra asociación hace que nosotros queramos excusar o justificar a tal hermano.
Racionalizamos de la siguiente manera:
"¡Ciertamente no entendimos bien lo que dijo!"
"Posiblemente alguien lo citó mal".
"Solamente está expresando su opinión personal".
"Aunque no compartimos lo que él dice, creemos que todos los segmentos de la hermandad
necesitan un foro".
"El no está obligándonos a creer lo que él enseña poniéndolo como prueba de comunión".
"Todo lo que él trata es de hacernos pensar".
"Tiene muchas cosas buenas que decir, aunque hay unos puntos en que se desvía".
"Posiblemente él está reaccionando ante las tradiciones humanas".
Ciertamente es nuestro deber estar al lado y ayudar al hermano que está luchando con
algún problema doctrinal, al hermano que es espiritualmente inmaduro o que tiene ideas
contrarias a las establecidas. Pero este no es el caso de aquellos que enseñan doctrinas
falsas y/o forman sectas en la iglesia. Esos deben ser tratados de la misma manera que
Pablo instruyó a la iglesia de Roma:
"Hermanos, les ruego que se fijen en los que causan divisiones y ponen tropiezos, pues
eso va en contra de la enseñanza que ustedes recibieron. Apártense de ellos, porque no
sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios apetitos, y con sus palabras suaves y
agradables engañan el corazón de la gente sencilla" (Romanos 16.17, 18; véase también
Tito 3.9-11).
Las epístolas de Juan muestran ejemplos de falsos maestros que usan y abusan del
compañerismo de la iglesia para extender sus enseñanzas y formar divisiones. Estos falsos
maestros, a veces identificados como "pre-gnósticos" se habían infiltrado en la hermandad
de la iglesia de Asia para difundir sus doctrinas. Una de sus doctrinas falsas más notables
era la que rechazaba que Jesús se había manifestado en carne (1 Juan 4.2, 3; 2 Juan 7). Hay
otras tres doctrinas falsas evidentes a partir del texto.
3. 1. La palabra de Dios no era una autoridad objetiva absoluta. Estos falsos maestros
buscaban conocer a Dios por medio de un conocimiento secreto (gnosis) que ellos creían
que era algo personal, relativo y subjetivo (véase 1 Juan 2.3-6).
2. El guardar mandamientos no era necesario. Se veían a sí mismos como espiritualmente
superiores a otros que no poseían el conocimiento secreto. Su pseudo espiritualidad los
hacía creer que la obediencia a las leyes era innecesaria (véase 1 Juan 2.3-6).
3. Se creían superiores a la hermandad. Se consideraban por encima del cristiano común y
formaban un grupo selecto entre la hermandad. No amaban a los hermanos y no ayudaban a
los que estaban en necesidad (véase 1 Juan 2.19; 3.14-18; 4.7-13).
Realmente no se requiere ser un genio para darse cuenta que hoy existen también
doctrinas falsas similares en formas un poco diferentes. Las doctrinas pre-gnósticas tenían
su base in el platonismo, mientras que las doctrinas contemporáneas encuentra sus raíces en
Nietzsche. No es poco común escuchar tales enseñanzas en unas conferencias o leerlas en
periódicos de la hermandad. Esas falsas enseñanzas incluyen lo siguiente:
1. El rechazo de la hermandad: la iglesia es solamente el producto cultural del siglo XIX y
es considerada como una denominación. Estos falsos maestros acusan a la iglesia de
rechazar la gracia, afirmar el legalismo y de estar atada por tradiciones humanas. Ellos
están dispuestos a ofrecer la comunión a todos los que pueden practicar el bautismo por
cualquier causa. Hay casos que pueden ser citados de un taller para ministros de jóvenes en
octubre de 1989 y un taller para obreros de la iglesia en marzo de 1990 (éstos en los
E.U.A.).
2. Guardar mandamientos no es esencial. Uno no se salva por cualquier cosa que haga sino
por lo que ya ha sido hecho. (Esto se escuchó decir en un campamento familiar, 1991.) Esta
enseñanza contradice la afirmación de Santiago que "Dios declara justo al hombre
también por sus hechos" (Santiago 2.24). Los falsos maestros de hoy, como lo hizo
Lutero, añadirían la pequeña palabra "sólo" al texto y hacer que Efesios 2.8 diga que uno es
salvo por medio de la fe "solamente".
3. La palabra de Dios no es autoridad absoluta y objetiva en cuanto a la fe práctica. Estos
falsos maestros no están seguros si el canon está completo o si toda la Biblia en sí es
palabra de Dios (conferencia de una universidad en enero de 1989 y una reunión en
Nashville, en diciembre de 1989). Es sólo un producto del proceso humano. No todas las
Escrituras tienen el mismo nivel de importancia. Las Epístolas son menos importantes que
los Evangelios ya que las Epístolas son sólo la respuesta cultural del primer siglo al
Evangelio. Son sólo "cartas de amor" que no portan autoridad para la iglesia
contemporánea. (Este concepto fue escuchado en dos conferencias más de la hermandad y
en un campamento cristiano. Desde entonces se ha repetido por aquellos que abogan por la
"nueva hermenéutica").
Estos falsos maestros a quienes Juan refutó eran una amenaza para la comunión de la
hermandad en dos maneras:
4. En primer lugar, ellos consideraron a la hermandad como legalista, apegada a la letra e
ignorante de la iluminación espiritual que los falsos maestros pretendían tener por medio
del conocimiento que habían adquirido. Tenían su propio grupo-red con el cual trabajaban.
Casi se les puede escuchar cómo criticaban a la hermandad, ridiculizando la ignorancia e
ingenuidad de los antiguos líderes de la iglesia, y luego testificar arrogantemente cómo
ellos también habían sido iguales a sus anticuados hermanos. Varios de estos falsos
maestros se apartaron de la iglesia. Juan lo reconoció así, e indicó que esto había sido lo
mejor:
"Ellos salieron de entre nosotros; pero en realidad no eran de los nuestros, porque si lo
hubieran sido se habrían quedado con nosotros. Pero sucedió así para que se viera
claramente que no todos son de los nuestros" (1 Juan 2.19).
La iglesia no les había cortado la comunión, pero Juan reconoció que ya no había
comunión. Estos falsos maestros estaban "fuera de la comunión" por su propio deseo. Ya
no podían esperar apoyo o aprobación de parte de la iglesia. No podía dárseles ya la "mano
de compañerismo". Tampoco podían ser ya considerados "hermanos fieles". Eran todavía
hermanos, pero fuera de la comunión. Juan los señaló como extraños.
En segundo lugar, ellos usaban el compañerismo para difundir sus doctrinas. Yendo de un
lugar a otro, esperaban que la hermandad les recibiera y que les prestara un oído a sus
enseñanzas. Al igual que los falsos maestros que se describen en 1 Timoteo, ellos "quieren
ser maestros de la ley de Dios, cuando no entienden lo que ellos mismos dicen ni lo que
enseñan con tanta seguridad" (1 Timoteo 1.7).
Da la impresión que tenían mucho éxito. Casi se puede mirar el proceso. Algunos
hermanos inmaduros con poco conocimiento habían escuchado a los falsos maestros.
Fueron engañados ante la posibilidad de obtener cierto conocimiento secreto sin necesidad
de estudiar las Escrituras, adquirir una nueva espiritualidad sin guardar los mandamientos.
Bajo la influencia de estos falsos maestros, formaron un grupo en el cual se podían animan
unos a otros y compartir sus conocimientos. Este grupo entonces formó cadena con otros
grupos de tendencia similares. Pronto evolucionaron como para formar una secta - y
abandonaron la iglesia. Se sintieron más cómodos con los gnósticos paganos que con sus
propios hermanos.
Los que observaron detenidamente los métodos que los carismáticos emplearon para
infiltrarse en la iglesia a partir de 1960 pueden reconocer fácilmente esta estrategia. Los
cristianos que lleguen al año 2,000 se recordarán que en 1990 se utilizó ese mismo método
por parte de la gente de la "Nueva Hermenéutica".
Juan dejó establecida una clara solución: "Cualquiera que pretenda avanzar más allá de
lo que Cristo enseñó, no tiene a Dios; pero el que permanece en esa enseñanza, tiene al
Padre y también al Hijo. Si alguno va a visitarlos a ustedes y no lleva esta enseñanza, no
lo reciban en casa ni lo saluden; porque quien lo salude se hará cómplice de sus malas
acciones" (2 Juan 9-11).
5. Ya sea que la expresión "enseñanza de Cristo" se tome como un genitivo subjetivo o un
genitivo objetivo, una cosa es clara - no se debe dar apoyo ni aprobación a los falsos
maestros por parte de la iglesia. Esto no es una sugerencia particular; es un mandato
divino: "no lo reciban en casa ni lo saluden". Si uno lo hace, participa de su error. No
sólo se hace culpable de la falsa doctrina sino de darle apoyo y aprobación.
Los ancianos de iglesias, editores de revistas, comités de conferencias en universidades,
directores de campamentos, y todos los líderes de la iglesia que tienen que escoger
maestros, oradores y escritores, tienen que considerar concienzudamente y con oración la
seriedad de sus tareas. No deben hacerse partícipes de difundir falsa doctrina. Esos que
tengan esta responsabilidad necesitan la ayuda y el apoyo de todos nosotros. Necesitan
escuchar la respuesta de todos aquellos que son oyentes. No debemos quejarnos ante otros
cuando detectemos errores en algún orador. Hagámosle saber al orador mismo nuestra
objeción. Escribamos o llamemos por teléfono a los organizadores del foro. Al hacer esto,
estaremos actuando con responsabilidad. No dejemos que nuestro silencio sea de
aprobación.
Así como la fe no puede crecer sin la siembra de la semilla de la palabra de Dios, la
apostasía no puede surgir sin la siembra de la semilla del error. No debemos aislarnos en
una ignorancia voluntaria en cuanto a las culturas y las filosofías del mundo, pero tampoco
debemos ser fácilmente influidos por las mismas, en tal manera que corroan nuestras
convicciones.
¡Qué terrible pensamiento ha pasado por mi mente! ¿Irá a ser el pueblo de Dios de hoy
como lo fue en tiempos de Jeremías? "Algo terrible, espantoso, está pasando en este país.
Lo que anuncian los profetas es mentira; los sacerdotes gobiernan a su antojo, ¡y mi
pueblo así lo quiere! Pero, ¿qué harán ustedes cuando llegue el fin?" (Jeremías 5.30,
31).