El famoso sociólogo español Manuel Castells ha señalado que el cambio está en las mentes de las personas. El experto en movimientos de redes, dice que las protestas -así de manera genérica- crean un nuevo espacio público para romper con la política tradicional. Me refiero además, estimados lectora lector, a los medios “virtuales” que han venido a fracturar el control de la comunicación, forma de poder también de la política tradicional: lo que no aparecía en los medios no llegaba a los ciudadanos, no existía. Hoy con las tecnologías de la información -Twitter, Facebook y muchos más- se puede saber de una manera rápida los mensajes o alternativas que no aparecen en los medios tradicionales. Para el caso de su exponencial uso como método de denuncia, el octagenario Castells decía: “Miedosos del mundo uníos en torno a la red, que lo único que pueden perder es el miedo”.
¿De cuántas noticias, mensajes, denuncias, señalamientos ha sabido usted por ejemplo esta semana a través de las redes sociales?, cierto estoy que han sido muchas, y la capacidad potenciadora del mensaje no tiene hoy límites, pero ¿serán verdad o mentira?. Lo interesante es que así como todos se sienten una especie de periodistas, la otra cara de esa misma moneda también nos lleva a que todos nos expongamos y cedamos privacidad. García lo resumía con una idea de Haruki Murakami, estupendo escritor japonés, autor entre otras de “Tokio Blues”, Kafka en la orilla y “Baila, baila, baila”. Como los estímulos las fuerzas vienen de todos lados, la posibilidad de permanecer estable e inmutable ante los acontecimientos es nula. La estabilidad es entonces un espejismo, por ello recomienda Haruki: “No dejes de bailar mientras suena la música. ¿Lo entiendes?. Baila. No dejes de bailar. No pienses por qué lo haces. No le des vueltas ni le busques significados”. En realidad, no significa nada. Algo parecido es lo que ocurre en Twitter. Los que mejor bailan navegan apropiadamente; otros lo siguen.
Por lo mismo, la otra cara de eso, estimados lectora lector, es que todos se exponen, personas públicas y privadas, lo hacen además voluntariamente, quizá sin darse cuenta del paso que dieron. Quienes quieren destacar en este nuevo mundo de redes sociales dice Eduardo Arriaga, tendrán que bajarse del pedestal de la autoridad y quitarse algunos velos, al menos los velos que lo homogenizan como político o servidor público; quitarse los velos que ocultan su perfil como persona. La única forma que nuestra participación genere el ‘engagement’ -grado en el que un consumidor interactúa contigo o tu marca- pasa sin duda por quedarse mucho más expuesto: las autoridades, los profesionales, los empleados se convierten en personas de carne y hueso, con sus nombres, gustos y fobias.