1. ABC DE LOS TRASTORNOS ELECTRO LÍTICOS por el doctor E. ROTELLAR
Jefe de os Servidos de Regulación humoral del Instituto Policlínico y del Hospital de la Santa Cruz y San
Pablo, de Barcelona. EDITORIAL JIMS BARCELONA
ÍNDICE DE MATERIAS
CAPÍTULO I. PÉRDIDAS. Pérdida por vía pulmonar y cutánea Pérdida por vía renal. Riñón sano
Riñón sano sometido a circunstancias hormonales anormales. Riñón sano sometido a la acción de diuréticos.
Riñón enfermo. Pérdida por vía digestiva. Jugo gástrico. Jugo intestinal. Bilis.
CAPÍTULO II. INGRESOS
CAPÍTULO III. CAPITAL FIJO. Cámara vascular. Cámara extracelular. Cámara intracelular
CAPÍTULO IV. ALTERACIONES DEL EQUILIBRIO DEL AGUA. Deshidratación. Etiologia.
Semiología. Signos de laboratorio. Diagnóstico. Tratamiento. Hiperhidratación. Etiología. Semiología.
Diagnóstico. Tratamiento
CAPÍTULO V. ALTERACIONES DEL EQUILIBRIO DEL CLORO. Hipocloremia. Etiología. Semiología.
Diagnóstico. Tratamiento. Hipercloremia. Etiología. Semiología. Diagnóstico. Tratamiento
CAPÍTULO VI. ALTERACIONES DEL EQUILIBRIO DEL SODIO. Hiposodemia o hiponatremia.
Etiología. Semiología. Diagnóstico. Tratamiento. Hipersodemia o hipernatremia. Etiología. Semiología.
Diagnóstico. Tratamiento
CAPÍTULO VII. ALTERACIONES DEL EQUILIBRIO DEL POTASIO. Hipopotasemia o hipokalemia.
Etiología. Semiología. Diagnóstico. Tratamiento. Hiperpotasemia o hiperkalemia. Etiología. Tratamiento
CAPÍTULO VIII. EQUILIBRIO ACIDOBÁSICO Consideraciones generales. Acidosis. Acción de los
buffers. Sistema ácido carbónico. Fosfatos y bicarbonato sódico. Acción de las substancias anfóteras.
Proteínas extracelulares. Hemoglobina. Acción de las substancias intracelulares. Acción del pulmón. Acción
del riñón. Semiología general de la acidosis. Acidosis pulmonar. Acidosis renal. Diagnóstico diferencial de
los diversos tipos de acidosis. Resumen etiológico. Tratamiento.
Alcalosis. Acción de los buffers. Sistema ácido carbónico y bicarbonato sódico. Acción de las substancias
anfóteras. Proteinas extracelulares. Hemoglobina. Acción de las substancias intracelulares. Acción del
pulmón. Acción del riñón. Semiologia general de las alcalosis. Alcalosis respiratoria. Alcalosis renal.
Diagnóstico diferencial de los diversos tipos de alcalosis. Resumen etiológico. Tratamiento
APÉNDICE I. MILIMOLES (mM.), MILIOSMOLES (mosM.) Y MILIEQUIVALEN TES (mEq.).
Milimoles. Miliosmoles. Miliequivalentes. Definiciones de molécula gramo, osmol y equivalente.
APÉNDICE II. INTERPRETACIÓN DE LOS VALORES DEL HEMATOCRITO Y LAS
PROTEINAS TOTALES. Hematocrito. Hematocrito bajo. Hematocrito alto. Hematocrito normal. Contaje
de hematíes. Proteínas totales. Interpretación combinada de ambos valores hematocrito y proteínas totales
APÉNDICE III. COMPOSICIÓN Y ACCIONES DE LOS SUEROS EXISTENTES EN NUESTRO
MERCADO. Sueros glucosados. glucosado isotónico al 5 glucosado al 10 %, al 15%, hipertónico al 30%, al
40, al 50. Suero salinos. Dextrosa al 5 % con 0.2 % de cloruro sódico. Solución glucosalina. Suero salino
isotónico. Suero salino hipertónico Sueros polielectroliticos. Isolyte «P». Isolyte «M». Esterofundina B de
balance. Trinolyte y Meinfusona. Suero Ringer. Isolyte «E». Isolyte «G» Baxter y Solución reemplazante
gástrica Mein. Sueros potásicos. Cloruro potásico Baxter. Dextrosa al 5 % e CIK al 2 % Braun. Suero
glucopotásico. Suero Elkinton. Solución de cloruro potásico. Soluciones que, además de aportar electrólitos,
modifican el estado acidobásico. Soluciones acidificantes. Solución de cloruro amónico. Soluciones
alcalinizante. Solución de lactato sódico. Bicarbonato sódico. Solución de Darrow. El THAM o TRIS
APÉNDICE IV. CONCEPTOS ÚTILES PARA COMPRENDER LA REGULACIÓN DEL EQUILIBRIO
ACIDO BASICO. Concepto de ácido. Concepto de álcali. Constante de disociación y grado de acidez.
Acción de un ion común. Amortiguadores. buffers o tampones. Substancias anfóteras
TABLAS
Tabla de transformación de g. en mEq. Cloruro sódico. Cloruro potásico. Cloruro cálcico. Cloruro amónico.
Lactato sódico. Bicarbonato sódico.
Tabla de los alimentos más comunes: Carnes. Cerdo. Cordero. Ternera. Vaca. Embutidos. Aves. Cereales y
derivados. Legumbres. Frutas. Frutos secos. Huevos. Leche y derivados. Pescados. Tubérculos y hortalizas.
2. PÉRDIDAS Nuestro organismo pierde agua y sales por las tres vías siguientes: Pulmonar y cutánea. Renal.
Digestiva. Cada una de estas tres vías, verdaderas «ventanillas de pago» de nuestro medio interno (fig. 1),
tiene unas características peculiares. y las posibles variaciones de las pérdidas que por ellas tienen lugar en
relación con las diversas circunstancias fisiológicas y patológicas, han de conocerse perfectamente, pues
constituyen un base fundamental para comprender el mecanismo de los trastornos hidroelectrolíticos.
PÉRDIDA POR VÍA PUL MONAR Y CUTÁNEA (ventanilla 1) Es obligada y constante. Por ser
ampliamente difusa, no hay posibilidad de que sea influida por la lesión de un órgano determinado. Tiene un
mínimo del que no desciende, cualquiera que sean las circunstancias del medio interno; por tanto, hay que
tenerla siempre en cuenta como una pérdida inexorable y no visible, y por tanto fácilmente olvidable.
Se trata de una pérdida por evaporación, es decir, de agua pura, no existiendo en ella prácticamente
contenido salino (la pequeña cantidad de sales de la sudoración inaparente normal no tiene valor práctico)
(figura 2).
En el adulto es 1.000 ml/ 24 h. No disminuye en ningún caso y aumenta en dos circunstancias: estado febril
y la disnea. La fiebre produce un aumento de la pérdida acuosa, por dar lugar a una mayor rapidez de
evaporación y una mayor frecuencia de respiraciones. Puede admitirse como norma general que cada grado
centígrado de elevación de la temperatura mantenido durante 24 horas aumenta la pérdida acuosa en 150 ml.
durante el mismo periodo de tiempo.
10. A estas necesidades hidroelectrolíticas base» pueden añadirse, en circunstancias patológicas, la pérdidas que
hemos llamado extraordinarias y que han de sumarse a las «necesidades hidroelectroliticas base:
para reponerlas adecuadamente y evitar la bancarrota que expresa e gráfico «Balance» de la figura 12. Así
por ejemplo, en un estado de ileo con aspiración endogástrica habremos de añadir a las «necesidades hidra
electrolíticas base (matizadas en cuanto a la pérdida electrolítica ordinaria por la situación de stress del íleo)
una pérdida por aspiración través de la sonda gástrica de:
H2O 2.000 ml, Cl 240 mEq./1, Na 180 mEq./l, K 12 mEq./l. Una pérdida por líquido acumulado en asas
intestinales de: H2O 2.000 ml, Cl 100 mEq./1, Na 180 mEq./l, K 24 mEq./l, lo que conducirá al siguiente
total de pérdidas:
Como vemos, cantidad extraordinariamente elevada que exige un adecuada e inmediata reposición.
Según hemos visto, fig 7, la eliminación de cloro, sodio potasio varia a lo largo de los días sucesivos a la
acción de un stress. Aqui se han tomado los valores medios de este periodo.
Como hemos podido ver a lo largo de este capítulo, podemos comparar nuestro medio interno a un banco
con un cierto número de ventanillas de pagos ordinarios que, en circunstancias patológicas, se amplían con
un número suplementario de ventanillas extraordinarias que pronto llevarían a la bancarrota si no se
repusieran continuamente a través de las «ventanillas de ingresos» que vamos a estudiar en el capítulo
siguiente.
INGRESOS: Veamos al otro lado del mostrador: Ingresos. La ingestión normal de los alimentos
proporciona a nuestro organismo un suministro adecuado de agua, sales, principios inmediatos y
vitaminas (fig. 17, ventanilla 1 de ingresos). De todos ellos vamos a destacar aquí los que nos interesan
dentro del marco de este libro: el agua y los electrólitos. El agua ingresa en nuestro organismo de dos
formas: como tal líquido y formando parte de los alimentos sólidos. En ellos entra en una proporción que
varia entre un 5090%. Podemos considerar pues, como promedio, que del 7580 % de nuestros alimentos
sólidos es agua (fig 18). Como podemos ver, con los alimentos sólidos en un régimen habitual «bebemos»
más que «comemos». Respecto al Cl y al Na ingresan también de dos formas: como cloruro sódico,
formando parte de la sal usada para condimentar los alimentos y como componentes de los mismos en los
que entran en muy diversa proporción. Las tablas de composición alimenticia (págs. 225233), formadas por
los alimentos más comunes en nuestro medio, nos muestran esta distinta proporción que, como podemos
ver, oscila entre límites muy amplios. Los restantes iones van también incorporados a los diversos
alimentos, como puede observarse en las citadas tablas. En general, estos ingresos están regulados por
nuestras sensaciones. que nos incitan a tomar mayor proporción de uno u otro alimento. Así, la sensación de
sed nos impulsa a beber agua o a tomar alimentos que la contienen en gran proporción como las frutas; en
determinados momentos preferimos comidas saladas y en otros sosas, etc. Es decir, en los suministros por
vía oral influyen en gran parte las sensaciones subjetivas del individuo, sus apetencias y sus hábitos. Por
ello, para que esa toma selectiva tenga lugar, es necesario un adecuado nivel de conciencia. En general,
estas sensaciones reflejan las necesidades del medio in terno, pero algunas veces la deformación de los
hábitos del individuo puede alterar las tendencias instintivas dando lugar a tipos de entradas no
absolutamente fisiológicas, como sucede en ciertos dipsomaníacos sin razón orgánica.
Estimulados por estas apetencias, e incluso reglamentados por el uso, tomamos por vía oral las cantidades
de agua y iones necesarias para, atender a lo que hemos llamado «necesidades hidroelectrolíticas base», es
decir: 2.500 ml. de agua.
13. una solución electrolítica. En ella, la concentración de los iones es la siguiente: Cloro 100 mEq/l Sodio 142
mEq/l K 4.5 mEq/l. La cantidad total es Cloro 250 mEq, Sodio 355 mEq, K 10 mEq.
CÁMARA EXTRACELULAR: Separada de la cámara vascular por la membrana del endotelio vascular,
constituye nuestro medio interno. En él están sumergidas las células de., nuestro organismo y con él se
relacionan a través de sus membranas: rigurosas aduanas que mantienen un comercio limitado y variable,
según las circunstancias, dando lugar a una difiere composición entre esta cámara y la siguiente o cámara
intracelular. La composición electrolítica de esta cámara es muy similar a la de la cámara sanguínea, por lo
que, con frecuencia. se las engloba considerando la cámara sanguínea como una porción del espacio
extracelular encerrado en los vasos. Su contenido en agua constituye aproximadamente 1/3 del agua total del
organismo, o sea que pata un adulto de 70 kg es de 14 litros. El contenido electrolítico es el siguiente:
Cloro 110 mEq/l Sodio 140 mEq/l K 5 mEq/l. La cantidad total es: Cloro 1 210 mEq, Sodio 1 540 mEq,
Potasio 55 mEq.
CÁMARA INTRACELULAR: Al hablar de agua y sales de la cámara intracelular, nos referimos a los
contenidos en el interior de l cuerpos celulares, verdadero «sancta sanctorum» de nuestro organismo. Todos
nuestros mecanismos reguladores tienden a mantener la composición de esta cámara constante, a pesar de
las grandes entradas y salidas que tienen lugar. Su contenido, en agua es de alrededor de los 2/3 del total del
organismo, lo que para un adulto de 70 kg. representa unos 28 litros. Su composición electrolítica, como
veremos a continuación, es bastante diferente de la que tiene la cámara extracelular.
Concentración de electrolitos: Cloro 10 mEq./l. Sodio 20 mEq./l. Potasio 116 mEq./l. Cantidad total: Cloro
280 mEq. Sodio 560 mEq. Potasio 3 250 mEq.
En el interior de las células, como vemos, hay una pobreza de cloro y sodio y una gran riqueza de potasio,
cuya concentración es unas 30 veces superior a la de la cámara extracelular. La conservación de estos
capitales de agua y iones en la cuantía y distribución adecuadas es fundamental para el buen fisiologismo de
nuestro organismo; las variaciones de cada uno de ellos dan lugar a una serie de cuadros patológicos, tanto
si se produce un exceso como un defecto.
Veremos en los capítulos siguientes qué situaciones dan lugar a variaciones de estos capitales, como expresa
nuestro organismo estas alteraciones ante los ojos del clínico y del analista y en qué forma han de
corregirse.
19. sodio mucho menor: Cloro 10 mEq./1. Sodio 20 mEq./I. líquido que corresponde aproximadamente a una
mezcla de 1/3 de suero glucosalino por 2/3 de suero glucosado.
HIPERHIDRATACIÓN. ETIOLOGÍA. Cuando hay un predominio de las entradas de agua sobre las
pérdidas de la misma, se produce un aumento en el contenido acuoso de nuestro organismo: una
hiperhidratación. Como hemos visto (pág. 19), el agua se ha de eliminar por tres vías: pulmocutánea. renal y
digestiva. Recordaremos (pág. 20) que la primera es una vía por la que se realiza una eliminación bastante
constante, cualquiera que sea la circunstancias del medio interno, mientras que la pérdida acuosa por vía
renal es extremadamente variable y en general supeditada a las necesidades del medio interno, pudiendo
alcanzar cantidades extraordinariamente elevadas, con lo que rara vez puede producirse una
hiperhidratación con buena función renal, pues por rápido y elevado que sea el aporte, el riñón lo elimina
con la misma rapidez con que se produce. Es pues en los diversos estados de la insuficiencia renal en los
que puede producirse una sobrecarga acuosa por un suministro que no tenga en cuenta las limitaciones de
eliminación que esta insuficiencia renal trae consigo. Tal situación es muy frecuente en la insuficiencia renal
aguda por las razones siguientes: No tener en cuenta la elevada formación de agua endógena que
tiene lugar en estos casos. La errónea y peligrosa idea de que un ariete de agua puede forzar al riñón.
El concepto de que una lengua seca y rasposa es siempre índice de deshidratación.
Así es frecuente encontrar enfermos que orinando 50 o 100 ml han recibido durante varios días 34 litros de
agua o suero glucosado. Este desequilibrio diario, sumado a lo largo de los días, lugar a una retención
acuosa, con dilución electrolítica extraordinariamente peligrosa.
SEMIOLOGÍA Clínica. Esta sobrecarga o intoxicación acuosa se manifiesta por una serie de síntomas
bastante característicos: el enfermo aumenta de peso, puede o no presentar edemas, pues el agua se
distribuye uniformemente en las tres cámaras. Todos los tejidos tienen una cierta pastosidad (lo que hemos
llamado «piel de tocino); están turgentes, marcándose los poros en la piel del paciente, aunque no existe
fóvea de edema; la lengua está húmeda, o seca si existe un cuadro urémico. Hay taquicardia, a veces ritmo
de galope, y un cierto estado de disnea con estertores en base, tos seca o húmeda, pudiéndose presentar
todas las variantes desde estos síntomas al edema agudo de pulmón, cuadro final de algunos de estos
enfermos. A veces hay cierto grado de hiper tensión y signos clínicos y electrocardiográficos de sobrecarga
izquierda.
Por parte del sistema nervioso, la sintomatología suele ser tardía, es decir, se presenta ya con graves cuadros
de hiperhidratación y se manifiesta por un estado de apatía y somnolencia que puede llegar al coma. La
presentación de edemas es también un signo tardío. Laboratorio muestra - de la volemia, dilución de los
hematíes y proteínas con valores bajos de hematocrito y proteínas totales (págs. 155 y 160 del apéndice II).
Muy frecuentemente existe dilución de los electrólitos con descenso de la osmolaridad.
DIAGNÓSTICO suministros acuosos excesivos en relación con las pérdidas y en la semiología descrita.
Los signos circulatorios son generalmente los más llamativos.
TRATAMIENTO Teóricamente sería la extracción del agua sobrante. Hay que distinguir fundamentalmente
dos situaciones si el enfermo está anúrico o no. En el primer caso no tenemos más eliminación natural que la
que tiene lugar por evaporación, es decir, 1.000 ml. cada 24 horas, Así únicamente podremos conseguir u
balance negativo de esta cantidad por día.
Ahora bien, esto obliga a una dieta absoluta de líquidos y sólidos (recordemos la elevada, proporción de
agua de los alimentos sólidos), cosa no conveniente en estos estados, en ¡os que además muchas veces la
producción endógena de agua debida a la situación catabólica exaltada puede alcanzar ya esta cifra de 1.000
ml. en las 24 horas tope de nuestra pérdida por vías naturales,
En estas circunstancias hemos de proceder obligadamente a la extracción de agua por procedimientos
artificiales. Si la intoxicación acuosa se manifiesta por síntomas circulatorios puede ser útil una sangría,
mientras que si los síntomas son de acumulación de agua en el interior de las células (síntomas
neuropsíquicos, por ejemplo), lo aconsejable es proceder a una diálisis con deshidratación, bien con riñón
artificial o mediante diálisis peritoneal con líquidos hipertónicos.
Cosa muy distinta sucede cuando disponemos de una buena función renal, lo que es mucho más raro, pues si
ésta existe es difícil que pueda producirse una intoxicación acuosa Importante, ya que el r1 habrá eliminado
a su debido tiempo los aportes excesivos. Si aun así el síndrome se ha presentado, trataremos de forzar la
eliminación mediante diuréticos de tipo osmótico como el manitol, con preferencia a las clorotiazidas y
22. cantidad total de líquido de la cámara extracelular es aproximadamente 1/3 (véase pág. 51) de la cantidad
total del agua del organismo.
La cantidad total del agua del organismo es del 60 % del peso corporal. Por tanto, si se trata de un individuo
de 70 kg. (peso habitual en nuestro medio) diremos:
Cantidad total de agua = (70 X 60) / 100 = 42 litros.
Agua extracelular la tercera parte 42 /3 = 14 (14 litros x 20 mEq = 280 mEq. a reponer).
Generalizando, la sistemática del cálculo sería: Cifra normal de cloro en suero cifra de cloro encontrada =
déficit de cloro por litro.
(Peso del sujeto en kilos X 60) /100 = agua del sujeto en litros.
(Agua del sujeto en litros) / 3= agua extracelular,
Agua extracelular X déficit de cloro por litro = déficit total de cloro.
¿Cómo administraremos este cloro? Podemos hacerlo de la siguiente forma: Oral: alimentos con Cl, sal
comun, cloruro amónico y cloruro potásico, parenteral: sin agua sol. Salina hipertónica, con agua con Na sol
salina isotonica, sin Na sol 1/6 molar de cloruro de amonio o sol ¼ molar de cloruro potásico.
* En la cámara intracelular, la concentración de cloro (fig. 21) es mucho más baja, y no varia sino muy
posteriormente a la cámara extracelular y sólo después de hipocloremias muy prolongadas y marcadas, por
lo que no hay que tenerla en cuenta para su reposición.
Como vemos, hay múltiples posibilidades y la elección de una de ellas está subordinada a las otras
alteraciones hidroelectrolíticas que el enfermo presente, ya que en la práctica es sumamente rara la falta
aislada de un ion que casi siempre está asociada a un estado de alteración del equilibrio acuoso o al
descenso de otros iones. Este otro déficit nos indica en cada caso la forma más adecuada de reponer el cloro,
eligiendo entre las posibilidades indicadas anteriormente cuál es la más indicada.
Como vemos, podemos hacerlo por dos vías: vía oral o parenteral.
Cuando sea posible utilizas la primera, se dará en forma de sal común forzando la salazón de los alimentos y
buscando aquellos que contienen cloro en más cantidad. En caso de necesidad, se administrarán los
suplementos en forma de sellos o cápsulas. En la figura 23, que nos muestra las causas de hipocloremia, ya
podemos ver que la vía oral solamente se podrá utilizar en dos casos: cuando la hipocloremia es debida a
una restricción excesiva de sal, o en el caso de poliuria, ya que en los otros no es utilizable, y en la
hipocloremia por dilución no debe darse cloro, sino eliminar agua. En caso de utilizar la vía parenteral, debe
ser la intravenosa, y se elegirá uno u otro suero según la situación de los otros iones.
En la hipocloremia por dilución estamos, en realidad, ante una dilución electrolítica por hiperhidratación
(véase pág. 66), y, por tanto, no debe darse cloro, sino extraer agua, según indicábamos en el tratamiento de
la hiperhidratación.
HIPERCLOREMIA Una hipercloremia de 105 a 115 mEq./l. constituye una hipercloremía moderada. Una
hipercloremia de 115 a 125 mEq./l. constituye una hipercioremia acusada. Una hipercloremia por encima de
125 mEq.,/l. es una hipercloremia grave.
ETIOLOGÍA (fig. 25) Con excepción de la orina segregada por el riñón normal y el jugo gástrico, todas las
demás s que puede perder nuestro organismo tienen un contenido en cloro menor que el suero salino
isotónico. Nuestra cámara extracelular es la de mayor contenido en cloro, y en ella también es inferior a la
del suero salino isotónico. Así, el empleo de tal suero en todos aquellos estados en que no existe una buena
función renal sin situación de stress, no haya un pérdida acusada de jugo gástrico o se utilice para reponer
los líquidos de la cámara extracelular (y aun en este caso hay un excedente de 50 mEq./l.), conducirá a una
sobrecarga de este ion. Con la mayor frecuencia es ésta la causa de los síndromes de hipercloremia que
observamos en la práctica. Queremos resaltar que es precisamente en las situaciones de stress postoperatorio
en las que se emplea este suero, y en ellas, salvo para compensar una pérdida de jugo gástrico o reponer
líquidos extracelulares, todo otro uso conducirá a una situación de sobrecarga de cloro.
26. agua (70 x 60) /100 = 42 litros. Agua extracelular, la tercera parte *:42 /3 = 14 litros. 14 litros x 20 mEq./l.
= 280 mEq. a reponer.
Generalizando, la sistemática de cálculo sería: Na normal Na medido = déficit de sodio por litro.
(Peso del sujeto en kilos x 60) / 100 = agua del sujeto en litros. Agua del sujeto en litros/ 100 = agua
extracelular. Agua extracelular x déficit de Na por litro = déficit total de Na.
En la cámara intracelular, la concentración de Na (pag 52) es mucho más baja: además, no varia sino muy
posteriormente a la cámara extracelular y sólo después de hiposodemias muy prolongadas y marcadas, por
lo que no hay que tenerla en cuenta para su reposición.
Como vemos, el procedimiento es completamente idéntico al que seguimos para el cloro (pág. 75).
También igual que en el cloro podemos administrar sodio en varias formas: Oral sin cloro: bicarbonato
sódico, con Cl sin agua sol salina hipertónica, con agua sol salina isotónica. Parenteral Con Cl en menos
cantidad isolite E, sin Cl lactato sodico, bicarbonato sodico.
Como vemos, hay múltiples posibilidades, y la elección de una u otra está subordinada a las otras
alteraciones hidroelectrolíticas que el enfermo presente, ya que en la práctica es sumamente rara la falta
aislada de un ion, que casi siempre está asociada a un estado de alteración del equilibrio acuoso o al
descenso de otros iones. Este otro déficit nos indica en cada caso la forma más adecuada de reponer el
sodio, eligiendo entre las posibilidades indicadas anteriormente cuál es la más apropiada.
Podemos hacerlo por dos vías: Vía oral. Vía parenteral. Cuando sea posible utilizar la primera, se dará en
forma de sal común forzando la salazón de los alimentos y buscando aquellos que contienen sodio en gran
cantidad. En caso de necesidad se administrarán suplementos en forma de sellos o cápsulas. En la figura 26.
muestra las causas de hiposodemia, ya podemos ver que la vía oral solamente se podrá utilizar en dos casos:
cuando la hi es debida a una restricción excesiva de sal, o en el caso de poliuria, ya que en los otros no es
utilizable, y en la hiposodemia por dilución no debe darse sodio, sino eliminar agua.
En caso de utilizar la vía parenteral, debe ser IV, y se elegirá uno u otro suero según la situación de los
otros iones.
HIPERSODEMIA O HIPERNATREMIA moderada. 145150 mEq/l, considerable150160 mEq/1, muy
grave >160 mEq/l.
ETIOLOGÍA Casi siempre la hipernatremia es debida a un aporte excesivo de sales con elevado contenido
de sodio en el momento en que el organismo no es capaz de eliminarlo por estar el riñón sometido a una
situación de stress (lo más frecuente) o por existir una insuficiencia renal que no permita la eliminación
adecuada de sodio (las mismas causas de la hipercloremia, fig 25, pág. 78).
Fisiopatológicamente, el aumento de la concentración de sodio en el espacio extracelular motiva una
situación de hiperosmolaridad que hace que el agua pase de la cámara intracelular a la extracelular,
produciéndose una disminución del contenido de agua de las células, es decir, una deshidratación
intracelular a la que se atribuyen principalmente las alteraciones que presentan estos enfermos. Sea esta
hiperosmolaridad del espacio extracelular en sí, o sea la posible deshidratación intracelular que ella produce,
el aumento de la concentración de sodio en el espacio extracelular se caracteriza por los síntomas siquientes:
SEMIOLOGÍA: sed, fiebre, alteraciones del SNC: excitación, delirio, coma agitado. A veces, estados de
gran excitación neuromuscular. Laboratorio: Aumento de la presión osmótica del plasma. Aumento de Na
en sangre.
DIAGNÓSTICO El diagnóstico se basa en los antecedentes de suministro de soluciones salinas isotónicas
en pacientes en stress, la sed, la fiebre y la cifra de sodemia elevada.
TX La terapéutica es la dilución y eliminación de este sodio. El primer paso terapéutico es la supresión de
todo ingreso de sodio favorecer su eliminación y dilución realizando un suministro exclusivo del suero
glucosado, con el fin de que la pérdida del sodio que normalmente tiene lugar por la orina y, en su caso, por
las secreciones anormales que el enfermo pierda, dé lugar a un balance negativo de este elemento que
produzca su depleción. El control de las sucesivas sodemias cada 24 horas nos indicará cuándo alcanzamos
el efecto deseado, si bien la sintomatología clínica descrita suele retroceder rápidamente.
Este aporte de sueros glucosados realizará también una hidratación celular. Por el mismo procedimiento que
vimos en el cloro (pág. 80), podemos establecer un cálculo aproximado de lo que tardará en alcanzarse la
eliminación del sodio acumulado.
ALTERACIONES DEL EQUILIBRIO DEL POTASIO: